Obrar bien que Dios es Dios Comunicadores católicos / Nuevas Formas de Comunicar a Dios Por: José Antonio Benito | Fuente: Arbil.org Tal ritornelo o estribillo es el hilo conductor del auto sacramental de Pedro Calderón de la Barca "El Gran Teatro del Mundo". La razón del bien obrar del hombre, contingente, es que Dios es el Absoluto, el ser necesario. Al escucharlo una y otra vez, con machacona insistencia y penetrante musicalidad, se siente la afirmación de un santo padre: "La gloria de Dios es que el hombre viva". La felicidad del Autor de la obra, Dios, es ver a su creatura feliz. La maestría del director Luis Peirano, orquestando diversas actuaciones (su compañía de teatro, bandas, comparsas, ballet. coros...)logra el mágico efecto de sentirnos contentos, felices de vivir y de aspirar a lo que más. El valor de los valores es obrar bien porque Dios (fuente de los valores) es Dios (Supremo Valor). Sorprende la sencillez del argumento y la fuerza de la interpretación. Calderón logra llegar al corazón del hombre del Siglo XXI. Son los valores eternos, los clásicos, los del Catecismo, en función de la alabanza eucarística. Las dudas se tornan evidencias ciertas cuando termina la comedia. Lo que importa no es la categoría del personaje representado (rey, rico, belleza, mendigo, labrador, religiosa) sino el cómo se representa. Todos se salvan, en primer lugar la religiosa (hay un homenaje de fondo a Madre Teresa de Calcuta por el sari del personaje) y el pobre; luego, el labrador, el rey y la belleza, tras el tiempo del purgatorio; el niño no nacido se queda sin pena ni gloria en el limbo; y el rico, no por ser rico, sino por no compartir, va al infierno. Ningún retablo tan bien proyectado como el de la portada principal de la Catedral de Lima (con cuatro siglos de existencia). Magistrales las interpretaciones de grandes actores como Carlos Tuccio (El Mundo) o Ricardo Fernández (El Autor), la Asociación de Artistas Aficionados coordinados por Ricardo Roca, coreografías del Ballet Nacional, caracterizaciones, danzas, caballería, luces, fuegos artificialy el toque peruano (en sus danzas, canciones, vestuario) en plena armonía con el texto literario clásico. Y todo en la plaza de Armas, el espacio público, corazón de la Ciudad de los Reyes. Impresionante despliegue de recursos, policromía, personajes de primera calidad, cuidado especial en los extras. Excelente la música y el diálogo vibrante –conversación- con el público que le convierte en protagónico actor más que en pasivo espectador. Dios, el Autor, es invitado por el Mundo para que vea la comedia, el teatro del ser humano; da papeles y después de un tiempo les pide cuentas. Todos menos uno saldrán adelante porque han cumplido el mandamiento "ama al otro como a ti". Todo culmina en la gloria, con el aleluya de Haendel, el gozo de los bienaventurados en el cielo. Belleza, bondad y verdad a raudales en una obra exigente y popular. Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio asimilados por este alumno privilegiado de los Jesuitas, Calderón de la Barca, que pone lo mejor de su espíritu y creatividad al servicio de Dios para "en todo amar y servir". Una cultura de gracia y solidaridad, de ascesis y de mística, verticalidad y horizontalidad, de talentos y gratuidad. La Pontificia Universidad Católica del Perú ha galvanizado voluntades y liderado auspicios para ofrecer a los gobernadores del BID y al público peruano y residente en Lima, lo mejor de la cultura del siglo de oro español con el sello inconfundible del Perú y en un lenguaje plástico a la altura del tercer milenio. Si te interesa profundizar en estos temas te invitamos a conocer el trabajo que está realizando la Arbil.org