France Telecom: cuando los suicidas son mártires - ccoo

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France Telecom: cuando los suicidas son mártires
France Telecom: cuando los suicidas son mártires
La oleada de muertes en el grupo galo pone en evidencia a sus gestores y fuerza un cambio de cultura en la
multinacional.
La lista negra de France Telecom comprende 23 suicidios en 18 meses. El patrón del coloso, Didier Lombard, atribuyó
las muertes a la especificidad de los dramas individuales, pero el balance se ha convertido en la vergüenza de la casa, en
un problema de Estado, en una hemorragia del capitalismo francés y en una oportunidad. Oportunidad porque los 23
suicidas podrían erigirse en mártires. Resucitarían de sus tumbas para cambiar el sistema. Especialmente en lo que
concierne al estrés, la movilidad laboral, la intimidación de las prejubilaciones, la presión de la jerarquía y la
versatilidad circense que se exige a los trabajadores.
Tanto vale el diagnóstico para France Telecom como para el resto de las grandes compañías nacionales. De hecho, el
gigante transpirenaico de las telecomunicaciones se parece a otros monstruos por las dimensiones de la plantilla -más de
100.000 empleados en Francia-, la reciente privatización, la pérdida del monopolio y la transformación de la soldadesca.
Muchos trabajadores conservan aún el estatus de funcionarios, así es que la jerarquía de France Telecom ha acelerado el
proceso de normalización a través de sacrificios incentivados y nuevas contrataciones.
No, no estaba la crisis económica en juego cuando se puso en marcha en 2006 el primer gran plan de reajuste laboral.
Tiene el objetivo de aligerar la plantilla con la salida de 20.000 empleados -en su mayoría veteranos funcionarios- y la
contratación de 5.000 nuevas hormigas. Forma parte de la «reforma estructural», pero la resaca ha sacudido los hábitos,
la angustia y la psique de quienes permanecen en la nave.
Es la razón por la que se ha desdibujado el eslogan que Didier Lombard proclamó en 2008 como leitmotiv institucional
de la compañía: «Más lejos juntos», puede leerse aún en la propaganda mercadotécnica. Se equivoca el jefe. Los
empleados de France Telecom no sienten los colores. Y los representantes sindicales sostienen que el ajetreo de
suicidios puede interpretarse como el extremo de unas condiciones laborales desmesuradas. Hablan de presión y de
horarios. Denuncian una jerarquía entrenada en el régimen del terror. Aluden al acoso con que se plantean las
prejubilaciones. También insisten en que se han generalizado tanto los cambios de trabajo en el seno de la «casa» como
el lugar geográfico para desempeñarlo. Unas 14.000 personas han visto alterada su situación en los últimos años, aunque
Didier Lombard rechaza que el sistema laboral de France Telecom sea distinto a los de cualquier compañía competitiva
al uso en el territorio transpirenaico.
El punto de vista no es suficiente. Ni para el Elíseo ni para el Gobierno francés. La prueba está en que Nicolas Sarkozy
urgió una reunión entre el ministro de Trabajo, Xavier Darcos, y Didier Lombard con la idea de aplacar la psicosis y
prevenir el riesgo de una «epidemia» de suicidios.
La cumbre, organizada el martes, tuvo como resultado la promesa de un «nuevo contrato social». Prometía Lombard
que se pondría freno a la movilidad laboral desmesurada y que se observaría con atención la situación personal del
individuo. También garantizó un despliegue extraordinario de médicos, asistentes laborales y de psicólogos.
La receta se antoja paradójica en la medida en que el problema real no estriba en atender los casos extremos de angustia,
sino en evitarlos a priori. La cuestión no es modificar una estructura, sino una cultura.
«Sí, es una cultura global la que está en causa», escribía el director de Libération, Laurent Joffrin. «Desde las teorías de
Emile Durkheim sabemos que el suicidio, tragedia íntima, es también un fenómenos social. Hay una cultura que asimila
la economía a una forma de guerra, que requiere la movilización general, el patriotismo ferviente y el castigo regular de
quienes desfallecen. Cuando el management se convierte en marcial y la empresa en una armada sin fusiles, la metáfora
se prolonga hasta el drama: cada uno sabe que la guerra comporta muertos».
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France Telecom: cuando los suicidas son mártires
Casualidad o no, el caso France Telecom ha trascendido cuando Nicolas Sarkozy presentaba en la Sorbona los
resultados de un estudio encomendado al premio Nobel Joseph Stiglitz. Se trata de humanizar la economía y de
sustraerla a la religión de los números y la estadística. Privilegiando el bienestar social como indicador de referencia
absoluto en la salud de un país.
Así es que el presidente galo propone una serie de medidas para tomarle el pulso a la economía cotidiana. Le interesa
menos el criterio de la producción que el de los ingresos. Le preocupa más cada segmento social socioeconómico que el
conjunto. Pone el acento en el trabajo doméstico no remunerado. Y, sobre todo, habla de la satisfacción vital,
empezando por la conciencia medioambiental, la seguridad, la pureza de la democracia y la calidad de las horas en el
trabajo. ¿Se refería a France Telecom?
RUBÉN AMÓN
El Mundo
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