EL CONTEPTO DE BIBLIOGRAFíA - Teoria e Historia de la

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LA BIBLIOGRAFÍA: HISTORIA Y TEORÍA
EL CONTEPTO DE BIBLIOGRAFÍA
Sobre el concepto bibliografía existe una frase ya tópica: la bibliografía está afligida
por su nombre. Es una idea cierta: el término «bibliografía» es tan polisémico, que
es necesario comenzar por aclarar en qué sentido va a ser utilizado.
Jaime Moll nos ayuda a entender ese término, cuando afirma que con bibliografía
podemos designar cuatro contenidos distintos:
«a)
b)
c)
d)
El conjunto de textos escritos existentes de o sobre un tema o materia
científica.
El repertorio bibliográfico, o relación sistemática de libros, y otras clases
de publicaciones.
La actividad que conduce a la información sobre determinados texto,
mediante la descripción de sus ediciones o ejemplares.
La disciplina que dota de apoyatura teórica y metodológica científica a
esta actividad».
Alo largo de estas páginas, utilizaremos los sentidos b) y d). Con minúscula cuando
hablemos del repertorios o listas, con mayúscula cuando nos refiramos a la
disciplina.
La Bibliografía puede ser definida como «disciplina integrada en las Ciencias de la
Documentación cuya función es elaborar series de referencias de documentos,
ponerlas a disposición de los usuarios y dar a conocer esas distintas series y su
organización».
Se resumen en esta definición las dos tareas básicas del bibliógrafo: la compilación
de repertorios y el conocimiento de otras compilaciones
HISTORIA DE LAS BIBLIOGRAFIAS
En la historia de la Bibliografías podemos establecer tres períodos:
- Primera etapa. Desde finales del siglo XV a finales del siglo XIX.
- Segunda etapa. Desde finales del XIX hasta los años ochenta del siglo XX.
- Tercera etapa. La actualidad.
Primera etapa
Durante esos cuatro siglos, las bibliografías tuvieron como objetivo el conocimiento y
la difusión de monografías.
El siglo XV
La revolución en el mundo de la comunicación que supuso la aparición de la
imprenta y la difusión del libro impreso a mediados del siglo XV, llevaron a que en la
segunda mitad de ese siglo se imprimieran entre 30.000 y 40.000 ediciones. Esa
eclosión de información hizo ver a algunos impresores y algunos intelectuales que
había que difundir la existencia de esos documentos.
Algunos impresores en Alemania e Italia editaron breves folletos, a veces de un solo
folio, en los que, aun con información asistemática y fragmentaria, daban a conocer
los libros que tenían a su disposición, no siempre todos impresos por ellos. Vemos
aquí la aparición de los precedentes de las bibliografías.
El siglo XVI
1
Las primeras bibliografías no comerciales aparecieron en los últimos años del siglo
XV y muestran una nueva tarea de algunos intelectuales.
Vieron estos intelectuales, por una parte, que era muy difícil estar a¡ día sobre los
nuevos libros en circulación; por otra parte, que era necesario conocerlos y, por
tanto, podía ser muy positivo darlos a conocer.
Con mucha frecuencia los autores de estas bibliografías eran grandes intelectuales,
eruditos, etc., habían leído los libros y los comentaban y resumían a veces; podemos
decir que los sabios daban a conocer su conocimiento de libros de ese saber.
Tenían, sin embargo, un doble problema: en realidad eran casi más repertorios para
la historia de la cultura que propiamente bibliográficos y, por otro lado, muchas de
estas obras tenían un carácter apologético de una profesión o un instituto religioso.
Primeras, bibliografías temáticas
En la última década del siglo XV se publicó la primera bibliografía temática que fue
compilada por el abad benedictino de Spanheim Johann Tritheim. Su obra fue el
Liber de scriptoribus ecclesiasticis, que fue publicada en Basilea en 1494, y era un
intento de recoger los más importantes escritores medievales de temas
eclesiásticos, mil en total, y de los que recoge casi 7.000 obras. Está ordenada
cronológicamente, pero con un índice alfabético de los autores. En otras disciplinas
hay que señalar, en Medicina, en 1506, la obra de Sinforiano Champier De
medicinae claris scriptoribus y en 1522, la bibliografía de Derecho de Giovanni
Nevizzano Inventarium librorum in utroque jure.
Bibliografías generales
El autor más importante fue el suizo, humanista, filólogo y naturalista Conrad
Gessner, al que algunos consideran el primer bibliógrafo. Su Bibliotheca Universalis,
impresa en Zurich en 1545, describe casi 12.000 obras, que llegaron a ser 15.000
con un apéndice de 1555, de todas las materias, manuscritas e impresas en latín,
griego y hebreo de alrededor de 3.000 autores. Es un modelo de la cultura
humanística, al margen de fronteras geográficas e ideológicas, interesado por todos
los temas.
Sus cuatro objetivos muestran muy bien el sentido profundo de la mejor bibliografía:
1) mostrar un balance del conocimiento en la época humanística; 2) ofrecer una guía
para los estudiosos de cualquier disciplina; 3) presentar una guía para la formación
de bibliotecas, y 4) contribuir a conservar la producción intelectual del hombre, tanto
la remota como la reciente.
Metodológicamente marca muchas pautas que después se seguirán porque indicó
sus fuentes, pretendió la exhaustividad y señaló el interés de cada obra. La
descripción de las obras es muy completa porque recoge autor, título, pie de
imprenta, tamaño, número de pliegos y precio.
El sentido intelectual abierto de su obra pronto se vio limitado por los problemas
religiosos europeos que cercenaron la libertad de pensamiento y con ello el
contenido de las bibliografías. Una muestra la tenemos en que la propia bibliografía
de Gessner fue a parar al índice de libros prohibidos.
Los inicios de la bibliografía en España
Paradójicamente, en España hay que asociar la Bibliografía al Catalogus librorum
reprobatorum ex iudicio Academiae Lovanienses, de 1551, siendo inquisidor general
Fernando Valdés. Este índice nos ofrece, en general, unas descripciones suficientes
para identificar el libro de que se trata. Recoge, normalmente, autor, título, impresor,
ciudad y año.
2
Los catálogos de libreros
La necesidad de mejorar el intercambio y la distribución de libros hizo
aparecer en Alemania las ferias y en ellas los Messkataloge (catálogos de feria),
afianzando y mejorando los folletos iniciales del siglo XV. El primero apareció en
Franckfurt en 1564 y recogía los libros que tenía en venta el librero Georg Willer.
Señalan tanto los libros extranjeros puestos a la venta en las ferias, como la práctica
totalidad de libros impresos en Alemania. Estos catálogos, aunque muy deficientes
técnicamente, con unas descripciones mínimas y heterogéneas, pueden ser
considerados, sin embargo, auténticas bibliografías generales.
Otro librero, Nicolaus Basses, publicó una refundición de todos los Messkataloge de
Willer de entre los años 1564-1592 incluyendo libros de todas las nacionalidades y
escritos en lenguas vulgares. Supone, en cierta medida, la otra cara de la obra de
Gessner, concebido más como listado de libros y menos como obra culta.
Primeras bibliografías nacionales
Durante la segunda mitad del siglo XVI se produjo en el terreno político un
afianzamiento de los estados nacionales en Europa, frente a la idea universalista
anterior, y con él, una mayor difusión de la literatura en lenguas vernáculas frente al
latín.
Ambos fenómenos produjeron la aparición de bibliografías nacionales escritas, a
veces, en lenguas propias como la obra de Andrew Maunsell Catalogue of English
printed books, en Londres, 1595, en dos volúmenes.
El siglo XVII
El camino emprendido por los bibliógrafos en el siglo XVI se ve diversificado y muy
ampliado a lo largo del siglo XVII. Un conjunto de factores como la crisis general,
económica y social del siglo, la específica en el mundo de la imprenta, con mal papel
y malos tipos, o la marcada religiosidad del momento, con sus luchas entre católicos
y protestantes, no parece que afectaran gravemente al mundo de la Bibliografía que
tuvo un gran desarrollo.
Un mero accidente, la imposibilidad de construir una bíbliotheca, es decir, una obra
bibliográfica muy general, como entonces se entendía, y tener que hacerla con
menos información, obligó a Gabriel Naudé a titular uno de sus trabajos como
Bibliographia, naciendo así la palabra con el sentido que hoy utilizamos.
Las bibliografías nacionales en curso
En Francia, a mediados del siglo XVII, aparece la primera bibliografía nacional
en curso, obra de Louis Jacob de Saint-Charles, que entre 1643 y 1653 elabora sus
obras Bibliographia parísina y Bibliographia gallica.
España, en este siglo, se incorpora de lleno al mundo de la Bibliografía, aunque los
autores de las dos primeras sean dos eruditos extranjeros: Valerius Andreas y André
Schott.
Pero, realmente, hasta la obra del sevillano Nicolás Antonio (1617-1684) puede
decirse que no hubo una auténtica bibliografía de calidad en España. Este erudito
elaboró su Bibliotheca Hispana en dos partes, Vetus y Nova. La primera hasta el año
1500 y la segunda hasta su época. La Nova fue publicada en Roma en 1672 y la
Vetus, también en Roma, en 1696 que incluyó una biografía de Nicolás Antonio.
Ambas fueron reeditadas en el siglo XVIII en Madrid entre 1783 y 178S.
Realmente es un diccionario biobibliográfico. Las descripciones son razonablemente
correctas, aunque suele abreviar los títulos largos y hay significativos errores,
problemas inevitables por la forma de recoger la información, a partir de todas las
fuentes posibles: impresas, bibliotecas y corresponsales. Tiende a recoger autor,
3
título en el idioma original, lugar de edición, editorial, año de impresión y formato,
pero no es riguroso en cuanto a la normalización.
Por su contenido, es un intento de recoger, exaltándola, la cultura española impresa,
pero es, sobre todo, una obra que busca el rigor y la precisión.
Otras bibliografías
1.
Son importantes en este siglo las bibliografías de órdenes religiosas
entendidas con un fuerte sentido de grupo, lo que hizo que muchas veces fueran
iniciadas por un autor, pero continuadas y modificadas, a veces en profundidad, por
otros de la misma orden. Muchas de estas obras son todavía útiles hoy, pero es
preciso partir de un problema real: su carácter militante a favor de su orden.
2.
Las bibliografías de bibliografías que nacieron en este siglo. La primera fue la
Bibliotheca Bibliothecorum, del jesuita Philippe Labbé, publicada en París en 1664,
un tanto confusa todavía, pero que muestra, por una parte, un camino a seguir, y por
otra, que ya había tal número de fuentes bibliográficas que podían recogerse en una
obra aparte.
3.
Las bibliografías en curso. En 1665 aparece el Journal des Scavans para dar
a conocer las novedades publicadas. Consta de varias partes, pero la primera y más
importante es un catálogo exacto de los principales libros que se imprimen en
Europa. Su aparición marcará una pauta para la posteridad.
El siglo XVIII
Ya en la primera mitad del siglo se produjeron cambios importantes en el mundo
bibliográfico. El más significativo puede ser la enorme complejidad que adopta y la
existencia de nuevos fenómenos:
1.
La difusión de los periódicos con información bibliográfica. Estos periódicos se
publican en diferentes países: Francia, Italia, Alemania, Holanda, escritos en las
lenguas vernáculas y recogen obras escritas sobre todo en la propia lengua,
2.
La tendencia a separar los repertorios bibliográficos de las historias culturales.
Esta tendencia produjo una mayor precisión en la elaboración de repertorios
bibliográficos, una difusión del concepto Bibliografía orientado hacia esa elaboración
y una acentuación del rigor en el tratamiento de las bibliografías por materias con
obras como las Bibliotheca inedica de Haller o la Bibliotheca Latina de Fabrícius.
3,
Tampoco podemos olvidar la aparición de lo que denominamos Bibliografía
material producida por el interés en el libro antiguo, que aunque con orígenes en el
siglo XVII, se expande en el mundo dieciochesco. Por otra parte, hay que señalar la
difusión de los catálogos de librería; estos catálogos, pensados y elaborados
prácticamente como en la actualidad, fueron muy abundantes en toda Europa
convirtiéndose en un excelente vehículo para el comercio del libro.
La Bibliografía en el siglo XVIII en España
España no permaneció ajena a las corrientes europeas
pero en nuestro
país se desarrollaron más tarde, casi en su totalidad durante al segunda mitad del
siglo. No hubo ninguna gran obra como la de Nicolás Antonio, pero es de destacar la
aparición de importantes bibliografías regionales, muy clásicas en su concepción.
Como especialmente valiosas se pueden señalar las valencianas de José Rodríguez
y Vicente Jimeno; pero entre todas ellas destaca la publicada al filo del siglo XIX por
Félix Latassa, su Bíbliotheca de escritores aragoneses.
4.2.2. Segunda etapa. La Bibliografía en los siglos XIX y XX
4
El impacto de la Revolución Industrial, del progreso social, de la expansión de la
cultura libresca, de la alfabetización, de la imprenta moderna, etc., han propiciado en
estos siglos, y hasta la reciente revolución tecnológica, que la Bibliografía se haya
configurado en la forma clásica que hemos entendido hasta finales de los años
ochenta del siglo XX.
Los aspectos más significativos han sido:
1.
La organización de la Bibliografía como técnica de descripción precisa de
documentos.
2.
La elaboración de listas con un criterio organizativo y selectivo.
3.
El desarrollo de los cimientos teóricos del método bibliográfico.
4.
En un plano más teórico, tampoco debemos olvidar las diferentes líneas que
dan lugar, por una parte, al desgajamiento de la Biblioteconomía desde la
Bibliografía, y por otra parte, al desbordamiento teórico y técnico de la Bibliografía
que ha dado lugar a la aparición de la Documentación.
5.
La aparición y expansión de las bibliografías periódicas especializadas.
6.
El perfeccionamiento de la Bibliografía tipográfica o Bibliografía material.
7.
La expansión de las bibliografías de bibliografías.
8.
La aparición, a principios de los ochenta del siglo XX de las primeras
auténticas bibliografías nacionales.
9.
En cuanto a la formación de especialistas, ya en el siglo XIX se difunden las
instituciones orientadas a la formación de especialistas en los libros, L'École de
France, que reunió la formación de archiveros, bibliógrafos y bibliotecarios. En
España se creó la Escuela Superior de Diplomática y las primeras cátedras de
Bibliografía. En el siglo XX se difunden los estudios específicos de Documentación,
que incluyen la Bibliografía en todo el mundo desarrollado.
Con el desarrollo señalado, hasta los últimos años del siglo, la Bibliografía parece
sentirse cómoda con su descripción de libros y confección de listas; tanto es así que
José Simón Díaz llegó a afirmar que la Bibliografía, a finales de los años sesenta,
había alcanzado su mayoría de edad y su independencia.
Y en el siglo XX la teoría bibliográfica se ha desarrollado por dos caminos. En el
mundo anglosajón acentuando la descripción de libros; Walter Greg define la
Bibliografía como el estudio de los libros como objetos físicos sin tomar en
consideración su contenido. En el europeo continental acentuando la elaboración de
listas. Georg Sclíneider afirma que la Bibliografía supone el conocimiento de los
repertorios bibliográficos y los métodos para su compilación.
Algunos bibliógrafos del siglo XX
Resulta casi imposible hacer referencia a algunas bibliografías concretas en el siglo
XX. Es tal la abundancia, disparidad de criterios de compilación, aportaciones
originales, etc., que sería una temeridad, una empresa inútil o resultaría
radicalmente incompleta.
Pero por citar alguno, como autores que reúnen una importante obra teórica y
práctica, podemos hablar del inglés Theodore Besterman o la francesa LouiseNoélle Malclés.
Theodore Besterman fue el autor de la más importante bibliografía de bibliografías,
su A World Bibliography of Bibliographies; no se ha visto superada e hizo, además,
algunas aportaciones teóricas.
Loulse-Noélle Malclés ha tenido una importancia trascendental en el desarrollo de la
Bibliografía, especialmente en el mundo francófono e italiano e hispano. Sus puntos
5
de vista han sido decisivos, pero, además, ha publicado bibliografías muy
importantes.
En España, Agustín Millares Carlo y José Simón Díaz son los más importantes
bibliógrafos del siglo XX. Ambos tienen una importante obra, más heterogénea el
primero, más bibliográfica el segundo. El trabajo más significativo de Simón Díaz, su
Bibliografía de Literatura Hispánica, todavía incompleta, supone una herramienta de
primer orden para el conocimiento de los libros españoles de los siglos XVI y XVII.
LA BIBLIOGRAFIA HOY
Clasificación de las bibliografías
Cuando se describen bibliografías ya compiladas, tradicionalmente se hablad,
diferentes tipos y todos entendemos qué se quiere decir con una bibliografía
selectiva, nacional o retrospectiva, etc. El problema se plantea a la hora de ofrecer
un esquema que recoja de forma ordenada y sistemática y, en lo posible, clara, esos
tipos de bibliografías. Ha habido muchas formas de clasificar las bibliografías, las
más conocidas son las de Malclés, Beaudiquez o Totok-Weitzel y a partir de ellas se
han hecho otras variantes.
TABLA 4.1
Tipología de las bibliografías
Obra
Forma
Proximidad de la fuente
Primarias
Secundarias
Amplitud
Selectivas
Exhaustivas
Desarrollo de referencias
Analíticas
Sintéticas
Contenido
Generalización
Generales
Especializadas
Fecha de publicación
Retrospectivas
En curso
Finalidad Control
bibliográfico
Nacionales
Supranacionales
Comercio
Investigación
enseñanza
y
6
en relación con el
libro
La obra
Con el concepto «obra» se hace referencia al propio trabajo en sí mismo, en sus
aspectos formales y sus contenidos.
Forma
Por la proximidad de la fuente. Serán primarias cuando el bibliógrafo utiliza los
propios documentos directamente para elaborar las referencias. Secundarias,
cuando se elaboran a partir de otras bibliografías de las que se toman los datos. En
cualquier caso la responsabilidad para el autor es la misma. Porque si tomamos mal
la información, o ésta es deficiente, la responsabilidad es siempre de quien la ofrece.
Por la amplitud. Al margen de las discusiones sobre qué es más adecuado, una
bibliografía selectiva o una exhaustiva, nos referimos a una bibliografía exhaustiva
cuando de un determinado tema el bibliógrafo reúne y ofrece referencias de todos
los documentos existentes. Selectiva, cuando se introducen criterios para dejar de
recoger algunos documentos. Un problema muy importante se plantea con estos
criterios de selección, porque han de ser lo más precisos y claros posible.
Por el desarrollo de las referencias. Tradicionalmente se habla de otros posibles
desarrollos de las referencias, pero en la práctica podemos reducirlo a los dos
extremos.
Una referencia será sintética cuando reúna el mínimo de elementos imprescindibles
para una correcta identificación del documento. Analítica, cuando ofrezca muchos
más elementos. El caso extremo estaría en la descripción propia del libro antiguo en
la Bibliografía material.
Siempre en el desarrollo de una referencia podemos encontrar la presencia o no de
anotaciones descriptivas externas, al margen de la propia referencia, que ayuden a
explicar mejor el documento de, que se trata. Estas anotaciones pueden ser de
cuatro tipos: internas, externas, valorativas o de síntesis.
Contenido
Por su generalización. Aunque son dos conceptos poco claros, podemos hablar de
bibliografías generales, aquellas que no establecen ninguna discriminación de
contenidos, por las materias o temas que trata, y de bibliografías especializadas,
cuando su responsable ha eliminado parte de la información por esos criterios
temáticos.
Por la fecha de publicación. Cuando una bibliografía tiene sentido de obra
terminada, podemos hablar de bibliografía retrospectiva; se llama así porque,
lógicamente, recoge lo ya publicado sobre un tema determinado.
Si se trata de una obra con actualización periódica, que reúne los contenidos entre
fechas determinadas y que se actualiza cada cierto tiempo, estaremos en presencia
de la bibliografía en curso.
Finalidad
7
Su finalidad, es decir, para qué se ha elaborado la obra, cuáles son sus objetivos.
El control bibliográfico
Hay algunas bibliografías que tienen como finalidad recoger un conjunto de
producción bibliográfica, que sirve como punto de partida para cualquier búsqueda
posterior, totalmente al margen de cualquier idea de censura. Se encuentran en el
origen de la cadena de información. Entre éstas incluimos:
- Las bibliografías nacionales, que tienen como objetivo recopilar para poder difundir
la totalidad de una producción bibliográfica de un estado. Como complemento,
también podemos hablar de bibliografías regionales, locales, etc.
- Las bibliografías supranacionales. Aquellas bibliografías que intentan recoger toda
la información sin la consideración del país de edición. Un ejemplo típico pueden ser
las relaciones de revistas científicas.
El comercio
Las bibliografías comerciales. Normalmente catálogos de editores, distribuidores o
libreros que ofrecen al lector la producción documental de que disponen.
De investigación y educativas
Todas las bibliografías que tienen como sentido la compilación de referencias sobre
cualquier ámbito del saber y destinado a la profundización del conocimiento,
orientadas a la investigación o a la enseñanza.
En relación con el libro
Forman una parte muy especial de las de investigación. Tienen su objetivo
globalmente en el mundo del libro, en su producción, en su historia, en sus
características especiales, de sus autores anónimos, de incunables, etc.
Nuevas herramientas bibliográficas
La rápida y masiva introducción de la informática está produciendo una
transformación radical en la Bibliografía. Las formas de acceso al documento
primario o a sus referencias a través de la red, los CD-ROM, DVD, intranets. etc.,
están transformando las formas clásicas de compilación y búsquedas de
bibliografías. Entre los numerosos cambios que se han producido en los últimos
años, al margen del sustancial paso de las bibliografías en soporte papel a soporte
digital, se pueden destacar dos: el estándar Z39.50 y los gestores bibliográficos.
El estándar Z39.50 y la Bibliografía
La Bibliografía debe usar, para realizar sus compilaciones, todas las herramientas
que le permitan obtener referencias bibliográficas válidas y correctamente
seleccionadas. Dentro de ese abanico de nuevas herramientas informáticas hay que
subrayar la difusión del estándar Z39.50.
Se trata de un estándar y protocolo de comunicaciones, cuyo objetivo es la
búsqueda y recuperación de información en bases de datos con distintas
estructuras, usando un interfaz común para ejecutar la búsqueda y recuperar la
información.
La idea de crearlo nació en 1984. Ha habido tres versiones, la última en 1995. En
1997 se normaliza razonablemente con la norma ISO 950. Su uso comenzó con
catálogos de bibliotecas, pero en la actualidad también permite el acceso a bases de
datos comerciales como gestionadas por diversas empresas.
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La idea básica consiste en agilizar la conexión entre el usuario y las bases de datos
bibliográficas. Tuvo, en principio, un sentido claramente bibliotecario, pero como
trata de catálogos, se ha convertido en una excelente herramienta bibliográfica.
Tiene dos ventajas fundamentales:
- Permite uniformar el acceso a un gran número de diversas y heterogéneas
bibliografías, sin que el usuario final requiera aprender el manejo de los programas
de recuperación de diferentes sistemas.
- A partir de diferentes programas, Bookwhere, Znavigator, Procite, etc., permite
buscar simultáneamente en distintos catálogos.
Pero también tiene inconvenientes; el más importante consiste en que los lenguajes
de interrogación todavía no cumplen los mínimos razonables, por lo que los
resultados de las búsquedas no son todo lo precisos que la Bibliografía exige.
La Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos coordina la gestión general de
este estándar. Entre ella y las distintas bibliotecas hay varias organizaciones que
colaboran. Desde esta biblioteca podemos acceder directamente a muchos
catálogos mediante este estándar.
Son muchos los catálogos -a mediados del año 2001, cerca de mil- que permiten el
acceso mediante este estándar. Otras bibliotecas están en proceso de
incorporación.
En cualquier caso, se está difundiendo rápidamente y es de prever que su uso se
generalice en los próximos años.
Gestores bibliográficos
También en los últimos años están proliferando los gestores bibliográficos, es decir,
programas informáticos preparados para automatizar y normalizar el trabajo en las
distintas fases del proceso de tratamiento de las referencias bibliográficas.
Suelen integrar tres tipos de funciones:
Primero: de base de datos.
Segundo: de procesador de textos.
Tercero: distintas posibilidades de trabajar en la red.
Las ventajas que estos programas ofrecen son muy importantes porque suelen
permitir:
Introducción manual de la información en los campos respectivos.
Tomar directamente los registros desde cualquier base de datos bibliográfica.
Tratar los registros de la forma que se crea mas oportuna: crear grupos
distintos de registros, buscar y eliminar duplicados, etc.
Una muy fácil y completa normalización en los estilos bibliográficos. Estilos
que podemos crear nosotros, en el caso de que sea necesario.
Buscar directamente en catálogos de bibliotecas que dispongan del estándar
Z39.50.
Introducir notas bibliográficas en el aparato crítico de un trabajo, asociadas a
un tratamiento de texto clásicos, como Word o WordPerfect.
Estos programas son abundantes; entre ellos podemos destacar Procite, Reference
Manager, Papyrus, Biblioscape o EndNote Plus; como shareware podemos." utilizar
con provecho Biblogic.
En general, su uso proporciona, sobre todo, ventajas, pero todavía tienen algunos
inconvenientes, sobre todo dos: son programas todavía relativamente complejos de
utilización y están orientados excesivamente al mundo anglosajón.
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Evaluación de bibliografías
La evaluación de todos los recursos de información es cada día más necesario y la
Bibliografía no debe ser una excepción. Además, las bibliografías que se compilan
son muy heterogéneas, en cuanto a la calidad y a su rigor. La aparente simplicidad
de una compilación esconde numerosas dificultades que no siempre se resuelven
con la oportuna diligencia. Es muy frecuente consultar bibliografías, realizadas por
especialistas en determinadas disciplinas que en cuanto al grado de exhaustividad o
los criterios de selección pueden ser impecables, pero que presentan una gran
dificultad de uso.
En cuanto a los criterios a utilizar para realizar una correcta evaluación no
disponemos de normas difundidas, pero sí existen algunas guías, debidas, en su
mayoría, a la iniciativa de diferentes bibliógrafos, como Harmon o Pensato, pero
también a la American Library Association y que fueron recogidos por Krummel.
A continuación señalamos, en cinco apartados, los aspectos de una bibliografía que
deben evaluarse:
- Objetivos.
- Contenido.
- Metodología.
- Forma.
- Adaptación al usuario.
Los objetivos del repertorio
Habrá que conocer primero cuáles son esos objetivos. Éstos deberán estar
especificados en la introducción de la bibliografía. Pero esto no es suficiente, porque
deberemos comprobar hasta qué punto han sido alcanzados en el desarrollo del
repertorio.
El contenido
Es decir, si es una bibliografía con un tema interesante, si éste es innovador o
retorna completando o mejorando otro clásico; si, por el contrario, es reiterativo,
aporta pocas cosas nuevas, es un tema inútil, etc. Tampoco debemos olvidar si el
propio título se ajusta a los contenidos
Deberemos comprobar si esos contenidos son adecuados al propósito de la
bibliografía y a las delimitaciones temporales, cronológicas, etc., planteadas. Si
pretende ser exhaustiva y si lo ha conseguido, y si es selectiva, qué criterios de
selección, implícitos o explícitos, ha utilizado y si ha aplicado con corrección, etc.
El repertorio deberá tener la lógica introducción en la que se describa el contenido
global que sigue, y en la que debe recogerse, al menos, tema, objetivos,
delimitación, metodología y fuentes utilizadas.
Metodología
Considerar el método utilizado para compilar y seleccionar las referencias en la
bibliografía.
Más específicamente, hay que considerar:
- Si es una bibliografía primaria, es decir, si se han consultado las obras
directamente.
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- En el caso de que se trate de una bibliografía secundaria, si se han consultado
todas las fuentes pertinentes importantes, hoy, esencialmente catálogos de
bibliotecas y bases de datos bibliográficas, y si ha sido así:
Comprobar que las estrategias de búsqueda han sido las adecuadas
para cumplir los objetivos previstos.
- Es también importante considerar si las referencias constan de anotación externa y
resumen.
Evaluación de aspectos formales
Comenzaremos por comprobar si en las referencias bibliográficas se aplica un
estándar descriptivo conocido, ISO-690, autor-fecha, MI-A, Vancouver, cte., y SI tos
registros están normalizados, tienen la información necesaria en cada uno de ellos,
etc.
Organización y presentación. Es decir, si la ordenación es clara y lógica, que puede
ser temática, cronológica alfabética y esa ordenación es adecuada al tema y los
contenidos de la bibliografía.
Si los registros son claros en su presentación, es decir, si su tipografía,
justificaciones, etc., son las adecuadas.
Sí el repertorio consta de los índices necesarios para su correcta utilización:
alfabético de autores si es una ordenación cronológica o por materias. Por materias
si tiene una ordenación alfabética, etc. Si estos índices tienen las remisiones
pertinentes, etc.
Soporte. Si el soporte es el adecuado a los demás aspectos. Si estamos evaluando
un CD-ROM o un disquete, si disponen de un programa para una fácil y adecuada
recuperación; si está en papel valoraremos el tamaño de la letra, existencia de
columnas, es decir, todo lo que facilite o dificulte la legibilidad; veremos, además, el
tipo de encuadernación, etc.
Adecuación al usuario
Si el conjunto de todos los demás aspectos se ajustan al posible usuario, sea éste
un especialista en una materia, un estudiante o un mero aficionado.
EL FUTURO DE LA BIBLIOGRAFÍA
El futuro de la Bibliografía en sus dimensiones de disciplina académica y de
elaboración de listas de documentos parece estar, de hecho, asegurado.
En lo académico, aunque pueda perder su nombre, como últimamente ocurre en
algunos programas académicos, englobado en el confuso concepto de las fuentes
de información, siempre será preciso el conocimiento, quizá no de una teoría o de
una Historia de la Bibliografía, pero sí de una serie de técnicas de compilación de
referencias documentales y también de los distintos tipos de series elaboradas de
esos documentos, clasificadas en las diferentes bibliografías.
En cuanto a la práctica bibliográfica, está plenamente garantizada. A corto plazo, al
menos, el depósito legal y las bibliografías nacionales seguirán con sus funciones.
La Conferencia de Copenhague de 1998 no hizo sino manifestar la validez y la
importancia de esas bibliografías.
Las bibliografías comerciales continúan con sus catálogos, en tendencia ascendente
en cuanto a su número de publicaciones y, por otra parte, se está produciendo una
clara adaptación a los nuevos documentos. La impresionante presencia de las
librerías en la red, o la existencia de librerías que solamente son accesibles a través
de ella, aseguran ese futuro.
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En otro sentido, se está produciendo un auténtico aluvión de reproducciones de
obras clásicas en facsímil o en CD. En España es significativo, por ejemplo, la
difusión de la Bibliotheca Hispana de Nicolás Antonio, difusión que se ha producido
en papel y en CD-ROM, tanto facsimilar como traducido al castellano, o de las
diferentes bibliografías regionales, o la tarea de la Fundación Tavera de poner en
CD-ROM casi todas las bibliografías clásicas hispanas. Siguiendo en España
tampoco debemos olvidar la presencia en la red del Catálogo Colectivo del
Patrimonio Bibliográfico Español, del riojano o del catalán, etc. Nunca ha habido
tanta, ni tan buena, información bibliográfica y tan fácil de obtener por los usuarios.
Por su parte, los repertorios bibliográficos científicos nunca han tenido un desarrollo
tan amplio como el actual. Los distintos distribuidores de bibliografías digitalizadas
proporcionan cientos de estas bibliografías. Desde las médicas: Medline, Embase,
IME, etc., hasta humanísticas: MLA, ISOC, AHCI, Francis, etc.
Las publicaciones oficiales y la literatura gris están cada vez más y mejor
controladas y sus referencias se pretenden más y mejor normalizadas.
Hasta aquí, el panorama parece halagüeño. ¿Dónde están los problemas?
Los problemas se están planteando en su función en la comunicación de
documentos científicos.
En el fondo y, a largo plazo, tenemos que partir de una posibilidad. Las referencias
bibliográficas suponen, en realidad, la forma más simple ~ clara de aproximación a la
identificación del documento, recogiendo la información más completa en cuanto a
aspectos tratados, con el menor número de palabras y, por tanto, la menor
extensión.
En su uso científico, es preciso establecer dos sentidos a las referencias. Primero,
como datos necesarios para la búsqueda de información, y segundo, como
información complementaria a un trabajo científico, es decir, como parte del aparato
crítico.
Con estos antecedentes ¿es posible que a medio plazo desaparezcan las
referencias bibliográficas y con ellas la Bibliografía?
En el primer sentido. La actual tendencia ala difusión de documentos a texto
completo, o incluso en los resúmenes en soporte digital, permite asegurar que será
posible realizar búsquedas, de forma amplia y genérica en los textos que sean
precisos datos específicos. De hecho, simplemente, hoy ya se hace con normalidad
con los campos, resumen, palabras-clave, etc., de cualquier base de datos sin
necesidad de utilizar los elementos clásicos de la Bibliografía.
No debemos olvidar tampoco los cambios que se pueden producir en el mismo
sentido de la publicación científica. ¿Va a mantenerse la idea de libro, artículo
comunicación, estático, es decir, que una vez entregado se va de las manos del
autor y es intocable? ¿Será posible realizar actualizaciones casi permanentes por
parte de su autor? ¿Será posible introducir pequeños cambios de título con esa
actualización, siendo sólo parcialmente el mismo artículo? ¿Se incorporarán nuevas
ideas y nuevos autores? ¿Desaparecerá el editor como intermediario entre autor y
lector? Todo esto, de hecho, ya está comenzando a producirse, pero, ¿cómo se
reflejarán todos estos cambios en la normalización de la referencia bibliográfica?
Habrá que buscar nuevas soluciones a estas nuevas situaciones.
En el segundo sentido. La necesidad de algún tipo de referencia bibliográfica se
impone. Los avances científicos tienen, en lo que nos afecta a nosotros, dos
características básicas: son acumulativos y es preciso demostrar de dónde se Parte
para relacionarlo con donde se ha llegado. En ambos casos, la referencia a los
documentos utilizados es imprescindible. Y, aunque sea solamente por comodidad,
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esos documentos han de ser descritos con brevedad, claridad y precisión. Y esa
descripción breve, clara y precisa es la descripción bibliográfica.
En definitiva, la Bibliografía como disciplina tiene un amplio y rico futuro, siempre y
cuando sea capaz de adaptarse con rigor y flexibilidad a las nuevas realidades
documentales.
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