IMPACTO DEL NUEVO PROYECTO DE LEY PARA MEJORAR EL

Anuncio
IMPACTO DEL NUEVO PROYECTO DE LEY PARA MEJORAR EL
FUNCIONAMIENTO DE LA CADENA ALIMENTARIA
Andrea Moya Latorre
María José Guillén Ferrer
El texto del Proyecto nacional de Ley de medidas para mejorar el funcionamiento de la cadena alimentaria se encuentra actualmente en el Senado para
su
votación,
tras haber
sido
aprobado
por
la
Comisión
de Agricultura,
Alimentación y Medio Ambiente del Congreso el pasado 22 de mayo de 2013.
Todo apunta a que la futura ley verá la luz en julio, sin ninguna sorpresa con
respecto al texto ya aprobado por el Congreso.
Este proyecto, junto con el de fomento de la integración de cooperativas
y de otras entidades asociativas de carácter agroalimentario, ha nacido con la
vocación de paliar los desequilibrios existentes entre los distintos operadores del
sector agroalimentario y revertir en la mejora de
cuestión
más
llamativa,
el
proyecto
introduce
su competitividad. Como
una
batería
de
medidas
imperativas para las relaciones contractuales entre los operadores de la cadena
alimentaria, que inciden directamente en la libertad contractual de las partes
contratantes (hasta el punto de incluir un régimen sancionador para el supuesto
de incumplimiento de las mismas).
Queremos llamar la atención sobre el ámbito de aplicación de esta ley
después de aprobadas las enmiendas en el Congreso. Así, la ley será finalmente
de aplicación (material) a las relaciones comerciales que se produzcan entre los
operadores que intervienen en la cadena alimentaria, desde la producción a la
distribución de alimentos o productos alimenticios, tal y como éstos se definen
en el texto. Como “cadena alimentaria” se entiende el conjunto de actividades
que llevan a cabo los distintos operadores que intervienen en la producción,
transformación y distribución de alimentos o productos alimenticios, excluyendo
las actividades de transporte y de la hostelería y la restauración.
La exclusión de la hostelería y la restauración ha sido fruto de una de las
enmiendas del Grupo Popular, que ha argumentado que estas actividades, al
igual que el transporte, revisten características muy distintas a las que se dan
en el canal de la alimentación. En esta misma línea, la nueva Exposición de
Motivos del proyecto indica que quedan excluidos del ámbito de aplicación de la
ley las relaciones comerciales con las empresas que operan en el canal de
hostelería, tales como los puntos de venta o establecimientos minoristas como
hoteles,
restaurantes,
bares
y
cafeterías
(aclarando
distribución de alimentos a hoteles y restaurantes).
que
se
excluye
la
Esta excepción tiene una enorme repercusión en la Comunidad Valenciana, dado el amplio número de relaciones contractuales que se dan entre la
distribución alimentaria y las empresas que se dedican a la hostelería y la
restauración.
Con
esta
modificación
de
última
hora,
estas
relaciones
contractuales no quedarán sujetas a las disposiciones de esta ley.
Aplicación
En cuanto a la aplicación espacial de la futura ley nacional, la misma
sigue sin estar regulada en el texto actual. En línea de principio, esta norma
será de aplicación a las relaciones contractuales entre nacionales españoles, a
las celebradas en España y a aquellas en las que las partes acuerden someterse
voluntariamente a ley española, siempre y cuando tenga alguna conexión con el
negocio de que se trate. Sin embargo, es perfectamente posible que las partes
excluyan la aplicación de la norma española a todo o parte del contrato. De esta
forma, es muy probable que un gran número de exportaciones estén sujetas a
derecho extranjero y no les resulte de aplicación las disposiciones que impone el
texto objeto de análisis. Lo mismo sucede con la regulación sobre plazos de
pago incluida en la controvertida legislación nacional de morosidad (en relación
con cuyo incumplimiento se prevén sanciones en el proyecto objeto de análisis).
Esta ausencia de regulación es nuevamente relevante para la Comunidad
Valenciana,
siendo
esta
Comunidad
la
3ª
mayor
región
exportadora
de
productos agroalimentarios en España.
Precisamente para evitar que se frustre la finalidad perseguida por la
norma, a falta de una previsión similar a la que prevé la Ley del Contrato de
Agencia sobre el carácter imperativo de sus normas, sería conveniente una
coordinación en sentido legislativo a nivel comunitario, todavía en estado
incipiente.
Por último, en lo que respecta a las obligaciones contractuales que establece el texto, entre las que se encuentra la de formalizar por escrito los
contratos y la de recoger una serie de menciones mínimas en el contrato -p.ej.
el precio-, la norma excluye, de un lado, expresamente los contratos con
consumidores y, de otro, se limita únicamente a contratos cuyo valor sea
superior a 2.500 euros y siempre que las partes contratantes se encuentren en
alguna de las situaciones que el proyecto califica de “desequilibrio” (que son,
entre otros, que uno de los operadores tenga la condición de PYME y el otro no,
y que uno de los operadores tenga una situación de dependencia económica
respecto del otro, al menos en un 30% de la facturación).
No ha tenido cabida en el texto final la enmienda presentada por casi
todos los grupos de la oposición, que pretendía con carácter general eliminar la
limitación de la aplicación de las obligaciones contractuales a estas situaciones
de “desequilibrio” (dejando el límite únicamente en los 2.500 euros). Sin
embargo, sí se ha incluido en el trámite parlamentario una excepción al
condicionante de desequilibrio para el caso de los contratos de compraventa a
futuro o con precio diferido. En tales casos, será siempre obligatoria la
existencia de un contrato formalizado por escrito, salvo que con carácter previo
se pueda estimar que el precio será inferior a 2.500 euros.
Con esta enmienda, no obstante, no se prohíbe la venta a resultas, como
hubieran querido los representantes de los productores, sino que simplemente
se recoge la obligación de formalización por escrito para este tipo de
operaciones (cuando se prevea un precio superior a 2.500 euros), con la
consiguiente obligación de establecer en el contrato los parámetros para la
determinación del precio. La venta a resultas es una práctica especialmente
extendida en el sector cítrico de la Comunidad Valenciana, que representa
aproximadamente un 70% de la producción total de cultivos en este territorio.
Precisamente para evitar que el productor, parte sociológicamente más
débil en la celebración del contrato, tenga que asumir el riesgo del precio de la
cosecha, la Generalitat Valenciana está trabajando en un proyecto de ley,
denominado de los Contratos y otras Relaciones Jurídicas Agrarias, que reputa
nulos los pactos por los que el agricultor persona física ceda las facultades de
disposición
sobre
la
cosecha
a
cambio
de
una
retribución
inicialmente
indeterminada.
No hay duda de que con el proyecto de ley para la mejora del funcionamiento de la cadena alimentaria, junto con otras iniciativas legislativas, como la
referida en la Comunidad Valenciana, se está dando un primer paso hacia el
reequilibrio de las relaciones en el sector agroalimentario. Por el momento, el
texto presentado a Senado para su aprobación final ha dejado reducido el
ámbito de aplicación de la norma única y exclusivamente al sector de
distribución agroalimentaria en el territorio español (con la exclusión de los
sectores de restauración y hostelería), incidiendo en la práctica arraigada
especialmente en la Comunidad Valenciana del contrato de compra a resultas,
con el establecimiento de la obligación de las partes de establecer por escrito los
parámetros para la determinación del precio de la mercancía. En este sentido, la
iniciativa valenciana da un paso más allá para establecer la nulidad de este tipo
de pactos en el caso de que, de su aplicación, se derive que el productor
persona física está soportando el riesgo de la comercialización de la cosecha.
Descargar