[Semanario del Nuevo Reino de Granada / Francisco José de Caldas.

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FRANCISCO
¡OSE DE CALDAS
SEMANARIO
DEL NUEVO REINO
DE GRANADA
BIBLIOTECA
POPULAR
DE
CULTURA
COLOMBIANA
BOGOTA
Este libro fue Digitalizado por la Biblioteca virtual Luis Àngel Arango del Banco de la República, Colombia
FRANCISCO
JOSE
DE
CALD/IS
Francisco
[ose de Caldas nacio en Popay.in
blemente
eI
de octubre de 1768 y fusilado
got!, el 29 de octubre de 1816.
4.
Los
probnen Bo-
dos
auot que precedieron
a la revolucion
de
en el Virreinato
de Nueva
Granada
de
intensa agitacion
espir itual. EI cultivo
de las ciencias
hall
en los hombres
de la independencia
obreros
dilige'ntes.
Caldas
fue l a figura
central
de aquclla
epoca. EI 3 de enero de 1808 fundo cl sabio ilustre
"1It se:nanario del Nuevo Reino de Granada",
en 61
cual se publica ron monografias
y estudios
de gran
originalidad
y de sol ida erudicion
sobre distintos
aspectos del pais. Alii publico Caldas producciones
como:
"Estado
de la geografia
del Virreinato,
con rel acion
a la economia y al cornercio", "El influjo del clima
sabre los scres organizados"
y muchosotros.
Los
p.rincipales
co laboradores
de. estc periodico
cientifico
fueron, entre otros:
1810 fueron
a
Joaquin
Camacho,
ilustre abogado
de Tunj a, escriio" una "Relaci6nterritorial
de
la provincia
de Pam pIon a" ; Mariano
del Campo Larraondo,
natural
de Popay in, humanista
y erudite,
es'cri'bi6 las observaciones
meteoro16gicas
del Semanario
algunos
poemas
de relativo
merito
literario;
Jose
Manuel
Campo y Cote, cura del Prado el)..-e'"'Folima,
escribi» en el per iodico de Caldas una "Memoria
sobre el rio Prado";
Beneditf(j'~'Do~linguez,
santafereno, colaborador
de Caldas y notable
por sus traba] os
astronomicos
, los hermanos
Gutierrez
Caviedes,
literate de apreciable
cultura uno, y otro, fogoso orad or ;
.Jarge Tadeo Lozano -pr"cer
y martir
de Santa Fepublic« en el "Sernanario"
una "Memoria
sabre las
serpientes",
una traduccion
de la "Geografia
de las
plantas"
de Humboldt
y algunos
fragmentos
de la
"Fauna Cundinamarquesa",
Tarnbien
se cuentan
entre -Ios colaboradores
del
"Semanario":
Francisco
MOsquera,
cura de l a Catedral
de Popayan , Nicolas
():"!aiia, cura de Ia catedral
de Bogota;
Miguel
de
Pombo , Francisco
Antonio
Ul loa, Elay de Valenzuela
')i'l11uchas
otros varones
ilustres.
EI ultima
numero
~et II$emanaria" aparecio a mediados de 181 L
bi6 en el "Semanar
r
$'1~un Menendez
y Pelayo,
en
'PI'J>:81l,cjentifi,ca aparece adultada
y
v~!;ll,einol
casi por instinto
en
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el sig lo XVIII
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perfecta en el N u'~algunas
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{Biblioteca
'Popular
Franciaco
SEMANARIO
HISTORIA
DEL
J.
]oaé
NUEVO
Cultura
J.
Colombiana
CalJa.
REINO
DE GRANADA
VOLUMEN
11
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'Publicaciones del Mlnlo/erlo
de Educación de
Imp,,,. en la Edlt.rlal Mlneroa, S. A. -
Colombia
1942
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fJrancisco flosé de ealdas
SEMANARIO
DEL,
NUEVO REINO DE
GRANADA
BIBLIOTECA
POPULAR
DE
CULTURA
COLOMBIANA
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CALDAS
Y EL «SEMANARIO»
En diciembre de 1805 llegaba a' la caPital del
Nuevo Reino de Granada un hombre aún joven,
que se presentó ante las puertas de la casa que
habitaba el doctor José Celestina Mutis, «como un.
viajero de muestras»,-según
s,us proPias palabras-, con diez y seis cargas de colecciones botánicas, mapas, manuscritos y una infinidad más
de pruebas de su labor incansable. Solamente por
correspondencia conocía a aquel patriarca, quien,
por otra parte, habíase declarado protector decidido
del viajero. Este supo granjearse su amistad, en~
viándole desde las regiones del sur una muestra
de los profundos conocimientos que había adquirido en sus estudios de autodidacta. Mutis, al leer
la Memoria sobre la nivelación de las plantas
que se cultivan
en la vecindad
del Ecuador,
-que era el título de dicho trabaJo-,
incorporó
a su autor entre los miembros de la Expedición
DcJtánica,
'Y
además· le
!!t!xi-Ifó
cnn
el dinero nece-
sario para que hiciera los gastos de una excursión científica a través del territorio ecuatorianq.
,En ella había empleado dos años, y ahora venía
a entregar los frutos de su ingente'laboriosidad.
Ese joven de treinta y siete años se llamaba
Francisco José de Caldas, y era hi;o de una
de las jamilias' payanesas de mejor abolengo
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en la colonia. De todos los su;americanos de su
tiempo, Caldas era el primero que había hecho
viajes netamente cientíjicos de tal importancia.
E.staba poseído de una verdadera pasi6n por las
ciencias naturales. Su familia, dando pruebas de
muy poca sagacidad, le había obligado a graduarse de doctor en jurisprudencia, Y contrari6 así el
coraz6n y las aptitudes de quien estaba destinado
a ilustrar el nombre de los suyos y el de la patria con la triple aureola del saber, de la virtud y
del martirio. Empero, convencido de que la profesi6n de abogado no era para él, revelóse contra la
imposici6n paterna, y resolvi6 dedicarse.a la astronomía y a las ciencias físicas y matemáticas en
general, que habían cautivado su esPíritu desde los
diez y seis años, cuando por primera vez vio unas
figuras de geometría y unos globos.
Las condiciones con que la Casa Botánica recibi6 al viajero no eran desfavorables para quien
hasta la fecha había llevado una 7Jidaambulante,
y ningún provecho directo había obtepido de su
laboriosidad. Se acababa de construir un edificio
alto para observatorio astron6mico, en el jardín
de dicha casa, y se esperaban instrumentos pedi-'
dos a Europa para el mismo fin. El doctor Mutis tenía, desde diez años atrás, f(l título de Astr6nomo Real, pero ya su edad no le permitía ejercer
personalmente el empleo. Entonces se nombr6 a
Caldas director del observatorio, de cuyas junciones él se encarg6 sin esperar los instrumentos
nuevos, ateniéndose, por el momento, a los pocos
proPios que poseía. En más de un ramo, sobre
todo en el de ciencias naturales, soplaba una brisa
fresca por los círculos intelectuales de la capital.
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CALDAS Y. EL "SEMANARIO"
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Jorge Tadeo Lozano, con estudios europeos muy
bien aprovechados, había fundado en la Casa Botánica una sección de zoología, que él mismo no
sólo dirigió con gran acierto y celo, 'sino que costeabade su peculio. Bajo la dirección de Enrique .
de Umaña-criollo
que también había regresado
no mucho antes de España-,
se comenzó a instalar un laboratorio químico y una escuela de,
minería. Asimismo :Se hallaba en Santajé, recién
llegado de Europa, Sinjoroso Mutis, cuya prisión
por sospechas políticas habíase cambiado en la península por f;.studios en los jardines botánicos de
Madrid y París, y a quien su tío encontró ahora digno de sucederle. Todo esto preparó a Caldas
una atmósfera grata y muy favorable a sus trabajos proPios. Mientras se pudieron estableCercon
regularidad las observacianes astronómicas, ocupó~
se en ordenar sus herbarios, que abarcaban unas
seis mil plantas, con sus descriPciones en dos volúmenes, y trataba de ayudar también en. el arreglo de los tesoros de igual naturaleza que acumulara Mutis, muy numerosos pero impreparados para la publicación.
En enero de 1808 fundó Caldas el Semanario
del Nuevo Reino de Granada, que alcanzó dos
años de vida, y que fue seguido en 1810 por once
memorias o monografías que se dieron a la circulación, no en la forma regular de un periódico,
sino tan pronto como se terminaban de imprimir.
En esa publicación-llamada
por un historiador
extranjero «el monumento literario más importante, creado por un hijo del país en la América
española, durante el tiempo colonial»-,
reunía
su editor .todos los trabajos éientíficos y literarios
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CALDAS Y EL "SEMANARIO"
producidos por los escritores de su patria. Como
objeto principal proponíase dar impulso al adelanto de la colonia en mejoras materiales, como
caminos, puentes y puertos, del mismo modo que
levantar la agricultura, la industria y el comercio.
Para tales fines recomendaba la construcción de
un mapa del país, levantar el censo de los habitantes y productos de cada provincia, la propaganda de conocimientos sobre plantas útiles, animales aproPiados para el servicio de las diversas
regiones, etc.
El Semanario, dirigido y en gran parte redactado por Caldas, extendía su influencia con cada
uno de sus números sobre la gente entendida y
estudiosa de la colonia, a medida que iba dedicando su interés a un círculo cada vez más dilatado de asuntos públicos. Para la iniciación de
esta alta tribuna científica contó Caldas con el apoyo material de dos neogranadinos eminentes: don
José Ignacio de Pombo y don Miguel Cabal. El
primero, natural de Popayán y domiciliado desde
hacía mucho tiempo en Cartagena, protegió con
generosidad al sabio payanés desde el princiPio
de .su carrera, regalá.ndole instrumentos, costeando
parte de sus viajes y siendo luégo uno de los más
asiduos cooperadores del Semanario. «Cada escrito de Caldas-dice
un historiador colombiano-,
resonaba en el noble corazón de Pombo: cada idea
que botaba al mundo, la recogía él como un diamante. Propuso Caldas la introducción de las vicuñas del Perú, y contestó Pamba ofreciendo
$ 500 al que las introdujera. Exploraba Caldas
las quina&-;y contestaba Pombo con una serie de
datos sobre el mismo artículo. Necesitaba un ins-
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CALDAS Y EL "SEMANARIO"
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trumento, y contestaba remitiéndoselo. As,í es que
Caldas cada vez que lo nombra canta un himno
en su honor. Nunca se volverá a ver un certamen
igual de agradecimiento y beneficios, de ilustración y. patriotismo, de nobleza y virtud». Y en
cuanto al ingeniero caucano Miguel Cabal, debe
recordarse que Caldas terminó el Semanario con
un elogio histórico a la buena memoria de aquél,
que fue «uno de los jóvenes que más contribuyeron a su establecimiento en 1807».
La labor científica de Mutis, Caldas, Lozano,
Pamba, Cabal y tántos más que escribieron en el
Semanario, aunque era formalmente en servicio
de España y del rey, preparó el terreno-con mayor ejicacia que muchas otras causas superficiales--', para la evolución política del 20 de julio
de 1810.
Sabido es que Caldas figuró entre los primeros
iniciadores de dicho movimiento, y que lo secundó
hasta conducirlo a sus últimas consecuencias. Su
participación personal y activísima en los comienzos de la revolución, quedó cristalizada en las páginas admirables del Diario Político de Santafé
de Bogotá,-órgano
del primer gobierno autónomo que se llamó Junta
Suprema-"
y luégo en
las luchas entre centralistas 'y jederalistas. Ella es
muy conocida por la historia patria, y la. brevedad de esta noticia no permite que entremos en
sus detalles. Mas, para dar un retrato psicológico
del sabio, sí es preciso hacer mención de la manera tan origInal como resolvió casarse, tanto por
la éPoca en que adoptó esa idea cuanto por su
modo de verificarla, ya que ambos datos no pueden
. faltar en una reseña característica de Caldas.
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CALDAS Y EL "SEMANARIO"
Fue en 1810, en medio de los afanes y tumultos de una primera organización de la república.
Meses antes había escrito a un amigo suyo, avecindado en Popayán! que le buscara una esposa
y se la mandara. Agustín Baraona recomendóle
a su sobrina María Manuela, y para ello la describió al presunto novio muy detalladamente. Caldas aceptó y mandó instrucciones a su pariente
Antonio Arboleda para casarse por poder, a su
nombre. Entretanto mantuvo apasionada correspondencia con la elegida para compañera, no por su
corazón sino por su cerebro, a la cual no llegó a
conocer en persona sino en septiembre de aquel
año, en los alrededores de la capital, a donde salió
a encontrarla Caldas, cuando el cúmulo' de sus
ocupaciones le permitió hacerlo.
Entre política, astronomía, botánica, luna de
miel y otros tantos intereses, le quedó tiempo para
calcular el almanaque de 1811, cuyo texto, entre
muchas varias indicaciones, trae la siguiente: «Para
levantar el mapa de nuestro país, iésperaremos
que de Europa
vengan a hacerla, y de este modo
nos conquisten de nuevo?»
Llamado al servicio militar en 1812 por don
Antonio Nariño,
Presidente de Cundinamarca,
con el nombramiento de capitán de ingenieros cosmógrafos, marchó en el mes de marzo en dirección al norte, bajo las órdenes de Antonio Baraya, en el cuerpo de tropa que se declaró luégo en
favor del Congreso y en contra de Naríño. La disolución de las fuerzas federales, 'después de la
derrota sufrida en un ataque a la caPital, hizo
buscar a Caldas el camino de Antioquia,
por
la vía de lbagué. En aquella provincia montaña-
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CALDAS Y EL "SEMANARIO"
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sa se había podido conservar aislado el movimiento patriótico, sostenido con energía por Juan del
Corral y dos antiguos amigos de Caldas: José
Manuel Restrepo y Francisco
Antonio Ulloa.
Entre estos elementos cordiales, halló el incansable Caldas un campo gratísimo de acción.
Entretanto, ya se adelantaba de nuevo, desde el
sur, el enemigo más implacable: la juerza española. Corral nombró a Caldas en el acto coronel
de ingenieros, con la misión de fortificar las entradas a la provincia, por el sur. Las fortificacio- .
nes levantadas entonces por nuestro sabio correspondieron en un todo a su objeto, demostrando
en ellas sus talentos .bara la estrategia y la arquitectura. Levantó, además. un mapa de aquellos
terrenos, para servir a las operaciones militares.
En Medellín organiz6 una fábrica de pólvora y
otra de nitro, que fueron instaladas ambas en j&brero de 1814; en seguida construyó máquinas
para hacer armas de tiro y fundir cañones, como
también otra para acuñar moneda ..
En abril del mismo año inauguró una escuela
de ingeniería militar, con un personal de doce cadetes. Llenos de sorpresa y de admiración oyeron
los jóvenes estudiantes las materias que les enseñaba
el antes modesto y tímido naturalista:
disciplina
militar, arte de fortificación, táctica y estrategia,
teoría y práctica de artillería, hidrostática con la
construcción de canales y puentes. geografía militar con dibujo de planos y mapas, y, por último,
hasta arquitectura civil.
Mientras pasaba esto en Antioquia, Simón Bolívar había' venido de Venezuela para ponerse a
órdenes del Congreso neogranadino, y se abrió
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CALDAS '''';l EL "SEMANARIO"
paso con las fuerzas de éste, puestas bajo su mando, hacia Santafé. En su entrada d la caPital,
tomada a viva fuerza el 10 de diciembre de 1814,
la casa botánica y la torre astronómica experimentaron pérdidas notables en sus tesoros científicos, aunque siempre se conservó lo principal bajo
la custodia de Sinforoso Mutis y Salvador Rizo.
El gobierno centro-federal establecido entonces, llamó pronto a Caldas para organizar una escuela
nacional de cadetes. El coronel payanés ocurrió
en el acto y se puso a trgbajar en la inStalación
indicada, sin descuidar por ello sus interrumPidos
trabajos de astronomía y botánica.
Llegó el año lúgubre de 1816, y con él el mariscal español Pablo Morilla. Entre los proscritos
fugitivos de Santajé, se halló también el coronel
Caldas, quien conocía la suerte que le esperaba,
al no lograr la fuga. En las faldas
de uno de
los nevados del Tolima vivía desde años atrás,
solitario y casi ignorado por todos, José Ruiz, el
antiguo minerálogo, que había sido uno de los
primeros discíPulos de Mutis, poco menos de medio siglo antes. Con una cría de ganado habíase
retirado del mundo, para situarse en la línea de
la nieve perpetua, y sólo era recordado por algunos santajereños, para quienes existía como un
ermitaño misterioso. Allí esperó Caldas hallar su
refugio; pero ya no encontró a Ruiz. El rebaño
andaba disperso y silvestre por las montañas.
Entonces emigró al Cauca en busca de salvación. Se ocultó en la hacienda de Paispamba, en
donde había vivido su familia y había dado el
sabio sus primeros pasos en la ciencia; allí fue
aprehendido, en ,compañía de Ulloa, su íntimo
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CALDAS Y EL "SEMANARIO"
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amigo, y de otros compañeros, por el jefe patiano
Simón Muñoz. Este le propuso que huyera a
Quito, gobernado entonces por el español Toribio
Montes, quien se mostraba interesado por salvar
a Caldas del patíbulo; mas el discípulo predilecto
de Mutis rechazó la oferta, si no se hacía extensiva a los compatriotas que con él iban presos.
Trasladado a Bogotá, se le juzgó militarmente,
y no hubo Piedad para con quien pedía la vida
mientras acababa los trabajos de la Expedición
Botánica, aunque fuera en Un· calabozo y con una
cadena en el pie. Enrile, el segundo de Morilla,
negó esta solicitud, y el 29 de octubre de 1816
fue pasado por las armas, en la plazuela de San
Francisco. El orgulloso militar español, cuando
negó la solicitud con las palabras históricas «España tiene bastante gente ilustrada», o como otros
aseguran, «España no necesita de sabios», ignoraba que el mundo español no había prodUcido
sino un Caldas, con derecho a figurar entre los
genios universales, y que de éstos ·no nace más de
uno en cada siglo.
Para borrar la fea mancha de crueldad y barbarie que cayó sobre el nombre de la Madre Patria, con el inútil derramamiento de la sangre de
Caldas, España, siguiendo el consejo del gran
Menéndez y Pelayo, tributó un perpetuo desagravio a la memoria del sabio ilustre, en 1925, por
iniciativa de la eminente escritora doña Blanca de
los Ríos.
G. O. M.
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SEMANARIO
DEL
NUEVO REINO DE fiRANAOA
de la Geografía del Virreinato de Santafé de Bogotá, con relación á la economía y
al comercio, por don Francisco] osé de Caldas, individuo meritorio de la Expedición. Botánica del Reino, y encargado del Observatorio Astronómico ~e esta capital .
ESTADO
... .La Geografia.: ..••....
tan necesaria
al Estado. como lo puede ser. a un propietario
el conocimiento perfecto de sus heredades.
ARRIQUIBAR.
Carl. 4. n. 15. pág. 90.
L Semanario del Nuevo Reino de Granada
va a comenzar por el estado en que se
halla su Geografía. Los conocimientos
~
geográficos son el termómetro con que
se mide la ilustración, el comercio, la
agricultura y la prosperidad de un pueblo.
Su estupidez y su barbarie 'siempre es proporcionada a su ignorancia en este punto.
La Geograíía es la base fundamental de toda especulación política; ella da la extensión
del país sobre que se quiere obrar, enseña las
relaciones que tiene con los demás pueblos de
la tierra, la bondad de sus costas, los ríos navegables, las montañas que le atraviesan, los
valles que éstos forman, las distancias recíprocas de las poblaciones, los caminos establecidos,
los que se pueden establecer, el clima, la temperatura, la elevación sobre el mar de todos los
puntos, el genio y las costumbres de sus habi-
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SEMANARIO
tantes, las producciones espontáneas y las que
pueden domiciliarse con el arte. Este es el grane.de..Dbje.1;Q ..JlE,LJageografía..económ1Q.ª~ tan an tigua como nuestras necesidades; y el Semanario,
consagrado principalmente a la felicidad de
esta Colonia, no puede abrirse de una manera
más digna, que presentando el cuadro de nuestros conocimientos geográfiCOS. Aquí veremos
los pasos que hemos dado, lo que sabemos, lo
que ignoramos, y mediremos la distancia a que
nos hallamos de la prosperidad: aquí aprenderemos a dirigir nuestros esfuerzos hacia aquel
punto que más nos interesa, y nos desnudaremos de las preocupaciones que nos oprimen y
que retardan la felicidad del Reino. Si alguna
vez se censuran los usos establecidos, no es la
maledicencia, no eS la crítica amarga la que nos
mueve; es, sí, el amor que profesamos al paíS
en que hemos visto la luz.
Para evitar confusiÓn y simplificar nuestras
ideas, llamo Nuevl!- Granada a todos los pl:'tíses
sujetos·¡¡:rVirreinato d.e Santa Fé, y, bajo de esta
denominación, comprendo el N.uevD~Reíno, la
Tierra Firme y la provincia de Quito. Este bello
y rico país está situado en el cóiazo:n de la zona tórrida en la América Meridional. Se extiende, de Norte a Sur, desde los 129 de latitud
boreal, hasta 59 30' de latit. austral, y de .oriente a Poniente, desde los 609 hasta los 76Q 50' al
Occidente del Observatorio Real de CádiiY Sobre el mar del Sur tiene cerca de 500 leguas de
costa, desde el Golfo Dulce hasta la ensenada
de Tumbez: aquél lo separa de la Costa Rica
en Guatemala, y ésta del Virreinato del Perú.
Desde Tumbez, por un arco no bien determinado, va al Amazonas, más arriba de Jaen de
Bracamoros, sigue por la orilla meridional de
este río hasta Loreto; aquí se cambia a la del
Norte, y en la embocadura de Yza, separándose del Marañón, se interna en el continente
hasta el Orinoco por países desconocidos hasta
la embocadura del Apure. Subiendo éste y el
Sarare, toca en la cordillera de Cúcuta, busca
las cabeceras del Táchira, sigue su curso hasta
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SEMANARIO
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su embocadura .en San Faustino, atraviesa hasta las montañas de los Motilones y Guajiros, y,
siguiendo éstas, va a terminar en el Cabo de la
Vela. En el mar Atlántico, posee 350 leguas,
desde este punto hasta el río de las Culebras,
que lo separa de Guatemala.
Este ínmenso recinto de figura irregular ocupa sobre la superficie del globo 67.200 leguas
cuadradas de a 6.610 varas castellanas cada
una. Un plano horizontal y dilatado al Oriente
(los Llanos de San Juan, Casan are, etc.) , otro
a Occidente, aunque menor (Chocó, costa propiamente tal, Barbacoas, Esmeraldas y Guaya·
quil), terminan el territorio de la Nueva Granada. El primero continúa hasta la Guayana,
y el segundo hasta el Pacífico: éste, poblado de
bosques elevados tan antiguos como la tierra
que los produce, aquél tiene espacios inmensos
cubiertos de gramíneas; y ambos cortados en
sentidos diferentes por ríos caudalosos que llevan sus aguas, los unos al Este, y los otros al
Poniente del Nuevo Mundo. En medio de estas
llanuras se eleva la famosa cadena de montañas llamada!,>.<le.los Andes, que~después de
mar' "su"-oÚgen en las tierras Magallánicas,
atraviesa el Chile, el Perú, la. Nueva Granada,
el Méjico, y va a terminar al Norte de la América. La parte que nos toca de esta inmensa
cordillera comienza en Laja. A esta latitud (4i>
30' S.) su elevación es mediana, y forma un so.10 cuerpo. Así continúa
hasta el Asuay por 2i>
23' de latitud
austral. Tiene este nombre un
grupo de rocas cuyas cimas ·casi tocan el término de la nieve permanente (2.480 toesas, ó 5.786
varas). Aquí se divide en dos ramos bien caracterizados, paralelos entre sí en la dirección del
meridiano, 'y dejan en medio un valle angosto,
muy elevado (1.460 toesas) y largo, en que eStán las poblaciones de Riobamba (1.424 toesas),
Hambato (1.334 toesas), Latacunga (1.425 toesas) y Quito (1.440). A la derecha se levantan
hlS cimas majestuosas de Capacurcu (2.730 toesas), Tunguragua (2.620 toesas), Cotopaxi (2.950
Wesas), y Cayambur (3.030 toesas); a la izquier-
~º-..
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SEMANARIO
da el Chimborazo (3.220 toesas), Ylinisa (2.717),
Pichincha (2.430), Y otras, todas cubiertas de
una nieve eterna, y de cuyo sena se ha elevado
muchas veces la lIama desoladora. En este trozo los Andes lIegan al máximum de su altura
(3.220 toesas): Mojanda (1.916 toesas), Ymbabura (2.333) volcanes apagados, Cotacache
(2.567 toesas), Yana-urcu (2.000 toesas) y las
montañas de Guaca presentan un recinto desigual, cortado por muchos ríos que reunidos
forman el Mira. Aquí están los carregimientos
de Otábala y de Ybarra. En Tulcán (por 09 48'
latit. boreal) vuelven a renacer los dos ramas
paralelos de los Andes con dirección al Narte,
y abrazan el valle· de los Pastos, quizá el más
elevada del universo. Tres cimas ardiendo (el
Azufral, Cumbal y Pasto) y 'Otra tranquila (Chiles) terminan su horizonte. Un corte profundo,
lecho del caudaloso Guáytara, los separa de la
ciudad de Pasto. Esta ocupa el centro de un pequeño valIe circular coronada al Occidente por
su volcán (2.300 toesas): mil arrayas forman
dos ríos que se reúnen dentra de la misma población, y unos hombres tan sencillos cama laboriosos habitan la parte más belIa de los Andes. Desde este paralelo (19 15' lato boreal) la
cordillera pierde un tercio de su altura, sus ramos se reúnen y na presenta sina un país montañoso y desigual. De repente se precipita hacia el media en Mercaderes (19 50' lato bar.) y
forma en su centro un valle profunda, angasto,
abrasador, y regado de tres ríos principales
(Quilcasé, Guachicono y S. Jorge) que van a
formar el Patías. Desde este bajo nivel (349 toesas), que tiene apariencias de abisma, se descubren las cimas de las montañas vecinas, y
aun los velas eternos de las Andes, a una diStancia prodigiosa. Aquí se separan 'Otra vez los
dos ramos para na volver a can fundirse jamás.
El fando de las Patías se levanta a 29 10' de
latitud bareal, y queda establecido el valle eSpacioso y desigual de Papayán a una elevación
(900 toesas) y a una temperatura
(de 10 a 189
y casi siempre 159 de Reaumur) 9,ue parece in-
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SEMANARIO
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ventada por los poetas. La cadéna Oriental recobra toda su altura y presenta las puntas nevadas de Zotará (2.300 toesas), Coconuco (2.500
toesas), Huila (2.800 toesas) y Tolima (2.819
toesas), y, exactamente en la dirección del meridiano, va a terminar en las cercanías de Mompox. La Occidental, siempre paralela a la primera y a 8 Ó 10 leguas de distancia, pasa al
Oeste de Cali, Cartago, Antioquia; arroja un
.ramo al Norte, y vuelve al Noroeste a formar
el Istmo de Panamá. Cerca de Popayán (19 50'
lato bar.) se desprende un ramo principal con
dirección al Nordeste (1), pasa por Santa Fé
de Bogotá y Mérida, y va a terminar hacia Caracas. Al Norte de Pamplona se ramifica de
diversos modos en la Goajira, -1 termina en la
soberbia sierra de Santa Marta.
Todas las aguas de Laja, Cuenca, Quito, Ybarra, Pastos, Pasto y Patías, en una palabra,
todos los ríos de la parte Meridional del Virreinato rompen la cordillera, y se abren paso
los unos al Este (las Juntas en Loja, Paute en
Cuenca, y Patate cerca .de Hambato),y los otros
al Oeste (Catamayo, .León, Mira y Patías), En Popayán a los 29 20' de la línea, las cosas mudan
de aspecto. Los tres ramos de la cordillera, semejantes a un muro impenetrable, no presentan ya ninguna brecha, y los ríos toman su
curso hacia el Norte. Tales son el Atrato, CauCa y Magdalena. El primero baña un país bajo
y cubierto de selvas interminables; el segundo,
el valle nivelado y fecundo de Buga, y el suelo
desigual de la provincia de Antioquia; en fin,
el tercera riega e! Tima.ná, N~iva, Honda, Mompox, y descarga en el Océano entre Cartagena
y Santa Marta.
Un calor abrasador y constante (de 279 a 309
Reaumur) reina, en las llamiras que hacen basa
a esta soberbia cadena de montañas. El hombre
(1) Este ramo es conocido hoy con el nombre de
cordillera Oriental; y el que divide la hoya del Mágdalena de la del Cau<~a, con el de· cordillera Cen-·
tral.-A.
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que habita estas regiones se desarrolla con velocidad, y adquiere una estatura gigantesca; pero
sus movimientos son lentos, y una voz lánguida y pausada, unida a un rostro descarnado Y
pálido, anuncian que estas regiones no son las
más ventajosas para el aumento de la especie
humana. Palmeras colosales, maderas preciosas, resinas, bálsamos, frutos deliciosos, son los
productos de los bosques interminables que cubren estos países ardientes. Aquí habita el tigre (Felis onza L.), el mono, el perezoso; aquí
se arrastran serpientes venenosas; Y aquí el
crótalo horroroso (la Cascabel),
amenaza a
todo viviente en estas soledades. Esta es la patria del mosquito insoportable, Y de esos ejércitos numerosos de insectos, entre los cuales unos
S011 molestos, otros inocentes,
éstos brillantes,
aquéllos temibles. Las aguas cálidas de los ríos
anchurosos están pobladas de peces, Y en sus
orillas vive la rana, la tortuga, mil lagartos de
escalas diferentes; y el enorme cocodrilo (Caimán) ejerce sin rival un imperio tan ilimitado
como cruel.
La región media de los Andes (desde 900hasta 1.500 toesas), con un clima dulce y moderado (de 109 a 199 Reaumur), produce árboles de
alguna elevación, legumbres, hortalizas saludables, mieses, todos los dones de Céres; hombres
robustos, mujeres hermosas de bellos colores,
son el patrimonio de este suelo feliz. Lejos del
veneno mortal de las serpientes, libres del molesto aguijón de los insectos, pasean sus moradores los campos y las selvas con entera libertad. El buey, la cabra, la oveja, le ofrecen sus
despojos y le acompañan en sus fatigas. El ciervo, la danta (Tapirus LJ, el oso, el conejo, etc.,
pueblan los lugares a donde no ha llegado el
imperio del hombre.
La parte superior (desqe 1.500 hasta 2.300
toesas), bajo de un cielo nebuloso y frío, no
produce sino matas, pequeños arbustos y gramíneas. Los musgos, las algas y demás criptógamos ponen término a toda vegetacíón a 2.280
toesas sobre el mar. Los seres vivientes huyen
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de estos .climas rigorosos, y muy pocos se atreven a escalar estas montañas espantosas. De
este nivel hacia arriba ya no se descubren sino
arenas estériles, rocas desnudas, hielos eternos,
soledad y nieblas.
,
Esta pintura de los Andes ecuatoriales nos
manifiesta que basta descender 2.400 toesas para pasar rápidamente de las nieves polares a
los calores del Senegal; que aquí se acercan las
extremidades de nuestro globo, y se tocan y
confunden la zona tórrida y la glacial. Nosotros
vemos encerradas en el pequeño espacio de 10
a 14 leguas todas las temperaturas de la tierra,
y todas las presiones atmosféricas bajo de que
puede respirar el hombre. Mientras que en los
países situados fuéra de los trópicos, el calor' y
el frío, la verdura y los frutos se suceden con
relación al lugar que ocupa el sol en la eclíptica, en nuestros Andes todo es permanente.
Nieves tan antiguas como el mundo siempre
han cubierto la frente majestuosa de nuestras
montañas;
las selvas nunca han depuesto su
10llaje; las flores y los frutos jamás han faltado en nuestros campos, y los calores del estío
siempre han abrasado nuestras costas y nuestros valles. Cuando unas noches dilatadas siguen a unos días rápídos, cuando días largos
preceden a noches momentáneas en los países
septentrtonales y antárticos, aquí un equinoccio eterno, una igualdad inalterable ha existido
desde ·la creación. Los astros siempre han su-;:"',
bido perpendiculares al horizonte, y el sol siempre nos ha vivificado 12 horas con su presencia, y otras tantas nos ha dejado para el descanso y para el sueñ{).
Esta asombrosa variedad de producciones, de
temperaturas y de presión, en lugares tan poco
distantes, eg preciso que haya influido sobre el
carácter y las costumbres de los pueblos que
habitan la basa de la cordillera, o sobre ella.
En efecto, ¡qué .rasgos tan diferentes y decisivos no se advierten entre el hombre de la costa y el de la cima de los Andes! El ojo menos
penetrante y observador distingue al Mompoxi-
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SEMANARIO
no del Pamplonés, al que respira el aire abrasador de Guayaquil del que vive en la dulce
temperatura de Cuenca; y el salvaje del Orinoca en nada se parece al rústico de Quito. Hay
pocos puntos sobre la superfiCie del globo más
ventajoso para observar, y se puede decir para
tocar, el influjo del clima y de los alimentos
sobre la constitución física del hombre, sobre
su carácter, sus virtudes y sus vicios.
Todos los habitantes (cerca de tres millones,
incluso. los bárbaros) de esta bella porción de
la América, se pueden dividir en salvajes y en
hombres civilizados. Los primeros son aquellas
tribus errantes sin más artes que la caza y la
pesca, sin otras leyes que sus usos, que mantienen su independencia
con su barbarie, y en
quienes no se hallan otras virtudes que carecer de algunos vicios de los pueblos civilizados.
Tales son las hordas del Darién, Chocó, Mainas,
Sucumbías, Orinoco, Andaquíes y Guajira. Los
segundos son los que unidos en sociedad viven
bajo las leyes suaves y humanas del Monarca
español. Entre éstos se distinguen tres razas de
origen diferente: el Indio indígena del país, el
Europeo su conquistador, y el Africano introducido después del descubrimiento del Nuevo
Mundo. Entiendo por europeos, no sólo los que
han nacido en esa parte de la tierra, sino tampién sus hijos, que, conservando la pureza de
su origen, jamás se han mezclado con las demás castas. A éstos se conoce en la América
con el nombre de Criollos, y constituyen la nobleza del nuevo continente cuando sus padres
¡a han tenido en su país natal. De la mezcla
del indio, del europeo y del negro, cruzados de
todos modos y en proporciones diferentes, proviene el mestizo, el cuarterón, el mulato, etc.,
y forman el pueblo bajo de esta colonia.
La posición geográfica de la Nueva Granada
parece que la destina al comercio del universo.
Situada bajo de la línea a iguales distancias
de Méjico y California por el Norte, como de
Chile y Patagonia por el Sur, ocupa el centro
del nuevo continente. A la derecha tiene todas
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las riquezas septentrionales, a la izquierda todas las producciones del Mediodía de la América. Con puertos sobre el Pacífico y puertos
.sobre el Atlántico, en medio de la inmensa extensión de los mares, lejos de los huracanes y
de los carámbanos de las extremidades polares de los continentes, puede llevar sus especu-"
laciones mercantiles desde donde nace el sol
hasta el ocaso. Mejor situada que Tiro y que
Alejandría, puede acumular en su seno los perfumes del Asia, el marfil africano, la industria
europea, las pieles del Norte, la ballena del Me:diodía, y cuanto produce la superficie de nuestro globo. Ya me parece que esta colonia afortunada recoge con una mano las producciones
del hemisferio en que domina la Osa, y con la
otra la del opuesto; me parece que se liga con
todas las naciones, y que lleva al polo los frutos de la línea, y a la línea las producciones del
polo. Convengamos: nada hay mejor situado en
el viejo ni el nuevo Mundo que la Nueva Granada. No nos deslumbremos con las riquezas de
Méjico, ni con la plata del Potosí. Nada tenemos que envidiar a estas regiones tan ponderadas. Nuestros Andes son tan ricos como aquellos, y el lugar que ocupamos es el primero. El
Perú arrinconado allá sobre una z¡onaestéril en
las costas del Pacífico; Méjico con una situación más feliz en los confines de la zona tórrida y templada' ¿pueden contar como nosotros
con el número prodigioso de ríos, de estos canales cavados por las manos de la naturaleza
por donde algún día deben correr nuestras riquezas desde el centro hasta las extremidades?
Buenos .l\...ircs, el Brasil, la Guayana,
C~.:rRCfl:S¡
las provincias independientes del Norte, el Canadá, etc., no pueden venir al Sur sin correr
los peligros de Magallanes, y no pueden pasar
al Oriente sin visitar el cabo más meridional
del Africa tan temido de los navegantes. La
Nueva Granada tiene en su arbitrio mandar
sus buques a la China y a la Europa, a la
Groenlandia y a Kamtschatka, sin tocar con
aquellas puntas borrascosas que tanto retar-
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dan el comercio de las naciones. Esta es nuestra situación, y estas son las relaciones que tenemos con todos los pueblos de la tierra. Volvamos ahora nuestros ojos sobre nosotros mismos, registremos los departamentos de nuestra
propia casa, y veamos si la disposición interna
de esta colonia correspond~ al lugar afortllnado que ocupa sobre el globo.
La extremidad septentrional del V.irreinato,
la parte más estrecha del nuevo continente, la
que constituye el istmo de Panamá, el más cé"
lebre del universo, debió llamar la atención de
todos los políticos desde la época de su descubrimiento. Una lengua de tierra de 15 leguas de
ancho, cortada en todos sentidos por rios que
van a desembocar directamente a los dos mares, cuyas montañas apenas merecen este nombre, llamaba a su reconocimiento a todos los
geógrafos y a todos los estadistas. No Se puede
oír sin humillación que hayan corrido 300 años
desde aquella época, y que hasta hoy no tengamos un plano que nos dé idea del interior del
país, de las proporciones o de las dificultades
de la navegación de esos ríos, e su origen, y de
la posibilidad de unirlos. Há mucho tiempo que
se habla del Atrato, de su inmediación a San
Juan, del Arrastradera de San Pablo, y que se
ha mirado como fácil la unión del Pacífico con
el Atlántico. Pero ¿qué hemos hecho con estas
esperanzas lisonjeras? No hemos dado un solo
paso en esta materia importante y capaz de hacer mudar de aspecto las ideas mercantiles de
la América (1).
La inmensa extensión de terreno que ocupan
nuestras costas en el Pacífico (500 leguas) des(1) Es de des,ear que se publique la excelente Representación que don José Ignacio Pombo dirigió al
consulado de Cartagena en 14 de mayo de 1807 sobre el reconocimiento del Atrato, Sinú y San Juan.
AqUÍ ~e hallan noticias interesantes y miras vastas
sobre un canal de comunicación entre el Océano
Atlántico y el Pacífico,. con otras relativas a nuestra
navegación interna.
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de .Veraguas hasta Tumbez, los ríos caudalosos
que bajan de los Andes Occidentales, y la forma
de esta cadena de montañas apenas nos son
conocidos. Cartas miserables, cartas sin detalles, cartas contradictorias, más propias para
inspirar dudas que para dar luces, son la que
forman el Atlas marítimo y terrestre de la parte Occidental de esta colonia. Los académicos
del ecuador levantaron una pequeña parte de
esta costa en 1736, y hasta 1790 nada habíamos
adelantado sobre este objeto interesante. Las
corbetas de S. M. Descubierta y Atrevida derramaron algunas luces sobre estas regiones tenebrosas; pero han dejado mucho que desear a
los sabios, y creo que la mies está todavia intacta y reservada a la Expedición de costas que
actualmente trabaja en el Sur. Aun cuando estos marinos nos hagan conocer la hidrografía
de nuestras costas, el interior del país nos será
por mucho tiempo desconocido. Las pocas noticias que tenemos de estas regiones nos hacen desear vivamente que se acerque el tiempo de su
reconocimiento. En efecto, el Chocó, Barbacoas,
y todo lo comprendido dentro de la cordillera
y las costas, tienen caracteres que deben interesar al botánico, al geologista, al político, al litólago, al geógrafo y al físíco.
La parte baja y marítima de estos países la
constituye una zona horizontal de 12 a 15 leguas de anchura, baja, anegadiza en gran parte, cruzada por mil ríos caudalosos, que ya se
separan, ya se reúnen, que ferman un archipiélago continuo en sus embocaduras, y que
lentos y perezosos se dejan balancear de Oriente :J. Occidente P01~lal:! iuerzas de la luna a muchas leguas dentro del continente. Después el
terreno va elevándose por grados insensibles,
se comienzan
ver pequeñas colinas, y las
aguas corren con alguna velocidad. Más adentro el país se escarpa, y levantan su frente soberbia los 'Andes. Diez mil arroyos se precipitan de su cima: aquí forman cascadas vistosas,
allá torrentes acelerados; reunidos a grupos,
forman ríos enormes, en qUiene,s vórtices terri-
a
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b1es, pasos peligrosos detienen al navegante, y
en fin, en un plano menos inclinado, se acercan al Océano con paso m.ajestuoso y tranquilo. Todo este país está enteramente cubierto de
selvas colosales, en donde una vegetación vigorosa no deja otros vacíos que los que les dispu.tan las ondas. Aromas, bálsamos, maderas preciosas, palmeras diferentes, yerbas medicinales, flores desconocidas, aves vistosas, bandadas de zahinos (Sus tajassu. L.), familias numerosas de monos, anfibios diferentes, insectos
útiles, reptiles venenosos llaman a los naturalistas. Pocas poblaciones, algunos grupos de
chozas pajizas sembradas a largas distancias,
y siempre en las orillas de los ríos, es lo único
habitado de este inmenso país. Algunos indios
a medio civilizar, pocas castas, muchos negros
(25.000) constituyen su población. Este, robusto, sano, bien constituído y desnudo, unas veces
recorre con alegría y con intrepidez los peligros
de sus ríos, o atraviesa los bosques despreciando el veneno mortal de las serpientes, contra
quienes tiene remedios victoriosos, que oculta,
como el Bracman los dogmas de su religión;
otras, cubierto de, sudor, sumergido hasta la rodilla en el agua, y armado de una robusta barra, agota todas sus fuerzas para arrancar de
las entrañas de la tierra el oro y la platina. El
maíz, la yuca y el plátano, unidos a la pesca
abundante de sus ríos anchurosos, forman su
subsistencia. Acostumbrados a la servidumbre,
se sujetan con facilidad a la voz imperiosa de
un solo hombre, a quien pudieran despreciar
impunemente. Confipados en un rincón de estos bosques inmensos, entregados sin reserva a
enriquecer a su dueño, separados del resto de
los hombres, ignoran como el trapista todas las
vicisitudes y todas las revoluciones del género
humano. Todos los días de su vida son iguales,
y a sus ojos parece que el tiempo ha perdido su
imperio, y que todas las cosas se han fijado para siempre. Su ambición se limita a merecer el
mando de su tribu, y su codicia a recoger el valor de su persona y de sus hijos.
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Sin ideas, sin otros conocimientos que los de
sus bosques y de sus ríos, nada desea, y vive
contento en e,l centro de una barraéa miserable. Con un póco más de humanidad en sus señores, con más cuidado en su parte moral, estos hombres serían, en el seno mismo de la ignorancia y. de la esclavitud, unos seres dichosos. Los animales domésticos, que hacen las riquezas verdaderas y las comodidades de la vida, son desconocidos de estos moradores: el
buey, la oveja, la cabra, no pueden existir en
medio de bosques elevados y sombríos en donde faltan las gramas y los alegres pastos; y el
caballo,el asno y el mulo les son -absolutamente inútiles. En efecto, en un suelo cortado por
todas partes de ríos navegables no puede hacer
papel el más beno y el más noblede los cuadrúpedos. De aquí la falta de los productos de estos seres vívientes y la necesidad de mendigarlos de
sus vecinos (Antioquia, Úalí,Pastos, Quito,etc,)
Aquí no existe ni aun la sombra de la industria, y las pocas telas que consumen nuestras
costas occidentales van de Quito o de Europa
por diferentes puntos. Llueve la mayor parte
del año. Ejércitos inmensos de nubes se lanzan
en la atmósfera del seno del Océano Pacífico:
el viento Oeste, que reina constantemente en
estos mares, las arroja dentro del continente;
los Andes las detienen en la mitad de la carre-,
ra; aquí se acumulan y dan a esas montañas
un aspecto sombrío y amenazador; el cielo desaparece; por todas partes no se ven sino nu-'
bes pesadas y negras que amenazan a todo viviente; una calma sofocante sobreviene; este
1>.8 el momento terrible: ráf!l.e;HSde viento dislocadas arrancan árboles enormes; explosiones
eléctricas, truenos espantosos; los ríos salen de
,su lecho, el mar se enfurece, olas inmensas vienen a estrellarse sobre las costas; el cielo se
confunde con la tierra, y todo parece que anuncia la ruina del universo. En medio de este conflicto el viajero empalidece cuando el habitante del Chocó duerme tranquilo en el seno de su
familia. Una larga experiencia le ha enseñado
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que las resultas de estas convulsiones de la naturaleza son pocas veces funestas, que todo se
reduce a luz, agua, ruido, y que dentro de pocas horas se restablece el eqUilibrioy la serenidad.
En medio de este país hay una zona o capa
de cascajo, de arenas, de piedras, de arcillas diferentes, paralela al horizonte, y encerrada entre límites bien estrechos. El término inferior
comienza a 80 o cuando más a 100 varas, y el
superior acaba a 800 u 820 sobre el nivel del
Océano, y su grueso, como se ve, es de unas 720
varas poco más o menos. Dentro de estos límites se halla la región del oro, y ellos constituyen, por decirlo así los confines de la patria de
este precioso metal; mezclado siempre con la
platina indomable por tantos años. Encima o
bajo del nivel de esta famosa capa nunca se ha
hallado un grano de oro, y jamás se ha visto
un átomo de platina. De ella es de donde han
salido las masas asombrosas de estos metales;
aquí en donde se han formado fortunas extraordinarias; y aquí es que están encerradas las
esperanzas y la codicia del propietario del
Chocó. La zona del oro, paralela al horizonte~
corre sobre toda la arca de estos países, y sobre ellas descansan los Andes occidentales. Por
consiguiente, a proporción que se retira del
mar, se hunde más y más en la masa de la cordillera, y se hace más difícil la extracción del
oro y la platina. El terreno está de tal modo
dispuesto, que esta capa se presenta a la superficie en un espacio de 10 a 12 leguas de ancho. Los esfuerzos de muchos millares de negros no han bastado para agotar esta parte
desde el descubrimiento de este rico país. La
riqueza de esta zona no es constante: en unas
partes se acumula el oro, en otras está diseminado: aquello se llama tope, y esto pobreza de
la mina. Pero lo más singular, y lo que debe fijar la atención del filósofo, es que, en el Chocó, en la costa propiamente tal, y en Barbacoas, los prOdUCtoscorresponden a las esperanzas. Desde este paralelo (19 30' latitud boreal)~
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comienza a disminuir poco a poco l~ bondad de
la mina: a un grado, apenas recompensa los
gastos y las fatigas. del minero, y desaparece
enteramente bajo del ecuador. Al otro lado de
la línea todo muda de aspecto. No se oyen ya
los nombres de venero, mina, oro, platina.: la
industria, el cacao, el algodón, sales, maderas,
cambio, comercio, son las riquezas, a la verdad
más sólidas, de la parte meridional de nuestras
costas. Numerosas vacadas y los más bellos caballos son los frutos de las pampas dilatadas- de
Guayaquil.
¡Cuántas miras, cuántos proyectos importantes haría nacer en la cabeza de un político una
buena corografía del Chocó, Costa, Barbacoas,
Esmeraldas y Guayaquill Minas excelentes, animales raros, medicamentos desconocidos, caminos fáciles, ramos nuevos de comercio y de industria serían los frutos de una expedición que
se mandase a los países Occidentales de esta
colonia.
El trozo del Virreinato encerrado entre los
dos ramos de la cordillera que hemos descrito,
desde 49 30' de latitud austral, hasta 29 30' de
latitud boreal, es decir, desde Laja hasta Popa,..
yán, es un país alto, volcánico, erizado de montañas las más elevadas del universo: precipicios, canales profundos por donde corren con
velocidad las aguas de los ríos, valles pequeños,
algunos ardientes y malsanos, otros altos y d·eliciosos, caracterizan esta·, porción de la Nueva
Granada. Los pueblos que la habitan son agri:cultores, industriosos y sagaces. Apenas tienen
idea del arte de explotar las minas, a pesar de
tenerlas tan ricas como el Perú; pero en recompensa tienen países cultivados, mieses, frutos, artes, rebaños y todo cuanto puede hacer
cómoda la vida. Los productos de su agricultura
y de su industria arrastran a estos .países elevados, con el oro del Chocó y la plata del Perú,
el lUjo y la voluptuosidad. Aquí el hombre, bao
jo de un cUma sereno y con ocupaciones más
análogas a su constitucíón, se ha multiplicado
maravlllosamente. Cuando en otros puntal! de
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Sl'i:MANAtuO
esta colonia apenas quedan algunos indios, tristes reliquias de una nación que agoniza, aqul
el grueso de la población lo constituyen los indígenas de estos países. Su azote son los volcanes. Estas montañas temibles arden tranquilamente 100 ó más años, y se borraría hasta la
memoria de sus desastres, si de cuando en
cuando no amenazasen a estos moradores con
bramidos sordos y con temblores. Cuando se
hallan más tranquilos, cuando su industria se
ha multiplicado, cuando se juzgan más felices,
de repente se inflama el Tunguragua, el Cotopaxi u otro. Columnas, vórtices de humo negro
y espeso mezclado con las llamas oscurecen la
atmósfera. Nubes de arena, piedras enormes se
lanzan en los aires; ruidos subterráneos, bramidos, sacudimientos terribles, avenidas de
agua y de lodo llevan a todas partes la desolación y la muerte. Aquí se abre la tierra, allí se
hunde una montaña, más allá perece una población. Los ríos mudan de curso, los edificios
se desploman, Y una gran parte de su población
desaparece en un momento. Tales han sido las
catástrofes horrorosas que ha padecido esta
preciosa porción del Virreinato, y tal fue la famosa de febrero de 1797.Yo he visto con asombro los vestigios de esta erupción para siempre
memorable; pero la calma y la serenidad ha
sucedido en los ánimos de esos moradores. Olvidados de las calamidades pasadas, reedifican
con alegría sus poblaciones, yel hijo erige su
casa sobre el sepulcro de sus padres. El hombre se acostumbra a todo, este sér miserable Y
mortal se familiariza con todos lJS horrores.
Estos pueblos, separadOSdel resto de los hombres por los Andes, no tienen otro recurso para
llevar con velocidad y con ventajas su industria
y los productos de sus campos a las provincias
marítimas, que atrav'esarla cordillera. Por fortuna para estos pueblos industriosos todos sus
ríos rompen esta formidable cadena de montañas. Los unos van a desembocar en el Pacífico.
y los otros a engrosar el Amazonas. AquéllOS
abrén paso cómodo a las costas del Sur y evi-
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tan la subida y la bajada de la cordillera, empresa difícil y capaz por sí sola de hacer encallar los proyectos más lisonjeros; y éstos los ligan con lo interior del continente. Si estos pueblos ,quieren prosperar, si desean que su agricultura no se limite a su consumo, y que su industria dé ocupación a muchas manos, es preciso que comiencen esta grande obra con conocer bien sus ríos y su cordillera. Es verdad que
esta es la parte más conocida y la única que
puede gloriarse de tener una carta geográfica
que merezca este nombre. Los académicos del
ecuador y sus compañeros hicieron muchas observaciones, y nos dejaron trabajos inmortales,
tan útiles al sistema del universo como a la
economía de estas' provincias. Maldonado, este
ilustre quiteño, después de abrirse, un paso por
los Andes al Océano, después de haber puesto
los fundamentos al gobierno de Esmeraldas, de
haber recorrido los Canelos, Bombonaza, Pastaza y Marañón, levantó la carta de la provincia
de Quito, y el más bello monumento de su ilustración y patriotismo. La muerte le detuvo en
la mitad de su carrera. Ah! jamás lloraremos
dignamente la pérdida de este hombre grande
que proyectaba nuestra felicidad. Si conocemos
una parte de sus acciones, la debemos a una
pluma extranjera
(de la Condamine). ¡Ingratos, casi hemos olvidado su memoria! Las más
célebres academias de la Europa han pronunciado sus, elogios, y sus compatriotas apenas le
conocen. El quiteño se afana por pasar a la
posteridad el nombre de un Juez que le compuso una calle. y ha olvidado erigir un monumento al hombre más grande que ha producido ese suelo. El elogio histórico de este geógrafo debía muy bien ocupar los talentos de sus
conciudadanos.
A pesar de los esfuerzos de estos astrónomos
experimentados, nuestras necesidades no están
satisfechas todavía. Si nada nos dejaron que
desear en lo interior' de la cordillera, si sus rasgos en esta parte son pinceladas maestras; la
exterior, aquella que más nos interesa. para. el
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comercio, apenas se halla bosquejada. Necesitamos una escrupulosa carta de los Andes ecuatoriales, y principalmente de aquellos puntos
por donde se han abierto paso las aguas de los
ríos. Echemos una mirada rápida sobre estos
lugares.
Loja, para salir de la miseria que hoy la oprime, debe llevar sus miras sobre el Catamayo,
que va a desembocar cerca de Payta, y sobre el
río de Zamora, que entra en el Marañón un poco más arriba del estrecho de Manseriche:
aquél le facilita la extracción de sus frutos para el Perú, Chile, etc., y éste le proporciona un
comercio lucroso con las naciones bárbaras, y
con la provincia de Mainas. Pocos lugares hay
más ricos en producciones, ni con más ventajas para el tráfico, que la provincia de Loja. Yo
me alejaría demasiado de mi objeto si entrase
en pormenores sobre este bello y fecundo país.
Cuenca debe llevar sus indagaciones sobre el
río de Girón, abajo de los Jubones, y principalmente sobre el del Naranjal, que nace al Sur
de Asuay, pasa por Cañar y desemboca en el
golfo de Guayaquil. Todas las aguas de los alrededores de esta ciudad (Cuenca) se reúnen
en Paute y forman el río de Mayo, que desemboca en el de Zamora, de que poco ha hemos
hablado. Por esta vía debe esperar la provincia de Cuenca el comercio con el interior. El
distrito de Alausí debe hacer sus inquisiciones
sobre el Yaguache, que se une al río de Guayaquil;
y por Bayopongo y.Zuñac, su comunicación con
Macas.
Riobamba, Hambato y Latacunga no tienen
un río que rompa la cordillera hacia el Poniente; pero en este espacio hay lugares en que las
montañas no se elevan demasiado, y dan origen a muchos ríos (Chimbo, Ogiba, Mapan y
Baba) que todos van a Guayaquil, y por el Este tienen la célebre garganta del Tunguragua.
Por aquí salen el Achambo y el Para te, que forman con otros el Pastaza, y van al Amazonas
después de haber regado las llanuras de los Canelos. Quito ha hecho muchas tentativas en di-
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ferentes épocas para vencer la cordillera. El
ilustre Maldonado abrió el camino conocido
con el nombre de Esmeraldas, que el tiempo, la
desidia, y sobre todo la muerte temprana en
Londres de este celoso y sabio americano han
inutilizado. El obispo Calama en 1791 acaloró el
de Malbucho, que no tuvo efecto hasta 1803. En
esta época mandaba la provincia de Quito el
barón de Carondelet. Convencido este jefe ilustrado de la necesidad de unir el interior con las
costas del Pacífico, hizo vigorosas representaciones a S. M., y consiguió de la piedad del Rey
cuarenta mil pesos para llevar a efecto esta
obra interesante. En aquel año se midieron los
países, se recorrieron los ríos de Bogotá y Santiago, y se levantó una carta corográfica bien
circunstanciada. Hasta su muerte (en 1807) siguió con un celo y una constancia sin ejemplo
el mejoramiento y perfección de este camino.
¡Quién sabe si tendrá la misma suerte que el de
Maldonado! Por el Oriente tiene Quito dos malas veredas que conducen al Napa· y al Coca,
que derraman .en Amazonas. Los Pastos tienen
el pésimo camino de Barbacoas, y no se ha pensado en mejorarloen 300 años de existencia. Se
cree que el terreno no permite otro mejor; pero ¿se ha buscado por algún inteligente? ¿Sobre qué hechos se funda esta aserción voluntaria? Del valle de Pasto y sus cercanías descienden ríos considerables (Guáytara, Juanambú y
Mayo) que se reúnen al Patias de que vamos a
tratar inmediatamente, y dudo que hasta hoy
se haya hecho alguna tentativa para reconocerlos. Al Este tiene la ciudad de Pasto una senda
2. Sibundoy, cabeCel'll. del Putumayo, que va al
Orinoco y al Marañón igualmente. En fin, Popayán, que parece el país más encerrado de la
Nueva Granada, tiene el recurso del Patias, río
caudaloso, yel más bien situado de toda la cordillera para establecer una pronta comunicación con todas las provincias marítimas d",l
Sur. Los habitantes de esta ciudad hasta.. hoy
no han fijado su atención sino sobre la cordillera. Todos sus esfuerzos se han dirigido a
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montar este soberbio muro, a dirigir sus rutas
al acaso, sin principios y sin luces. Si en lugar
de vaguear sobre las cimas de sus Andes hubieran reconocido el curso del Patías, tal vez se
hallarían hoy en posesión de un camino expedito y cómodo, que llevase sus. frutos a Barbacoas, a Tumaco, y a todos los puntos de la costa. El valle de los Patías es de los más bajos, Y
en él se reúnen las aguas de más de cuarenta
leguas de la cordillera. Los ríos de Timbío y
Quilcacé lo bañan por el Norte y lo atraviesan
de Norte a Sur: por aquí se descargan en sU
fondo Guachicono Y San Jorge, y van a unirse
con los primeros en la parte más austral de este valle abrasador. Pocas leguas más abajo recibe por el Sudeste a Mayo, Juanambú y Guáytara, ríos caudalosos y que no se vadean en
ningún tiempo del año. Hasta hoy ignoramos
los que recibe por el Poniente, que bajan de las
montañas de Sindagua. Cuando vi en 1801 el
caudal de todos estos ríos, cuando el barómetro me enseñó su nivel, cuando he reflexionado sobre todo el curso del Patías, no he podidO
dejar de concebir fundadas esperanzas de que
algún día los moradores-de Popayán, y principalmente los propietarios de este fecundo valle, hagan esfuerzos para salir de la cordillera
que los mantiene confinados. La navegación del
Patías es muy interesante, no sólo a Popayán,
sino también a Pasto, a los Pastos, a Barbacoas
y a la costa, y merece que entremos en algunos
pormenores. En la embocadura del Guáytara
(por 19 28' latitud boreal) ha recogido el Patías
las aguas de 75 leguas de Norte a Sur, y 25 de
Oriente a Poniente, es decir, las aguas de una
área de 1.875 leguas cuadradas. Este es justamente el punto en que comienza a cortar la
cordillera para salir a bañar las llanuras de
Barbacoas. ¡Qué caudal de aguas tan asombroso no se habrá reunido en este lugar! pregunto:
¿será navegable en esta latitud el Patías? El barómetro se suspendió en las orillas de Guachicono, cinco leguas antes de su embocadura en
QUilcacé, en 313,3 lin. cuando el termómetro
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indicaba 209 de Reaumur. Esta presión atmosfé~
rica con esta temperatura nos dic~ que el valle
de los Patias y las aguas del Guachicono están
sobre el nivel del Océano Pacifico 816 varas
castellanas solamente. ¿Cuánto habrán bajadO
de este nivel hasta la reunión de todos los ríos
del valle? El curso del Patías, contado desde el
lugar de mi observación hasta su embocadura
en el Océano, tiene 65 leguas de 20 al grado. De
aquí se infiere legítimamente que las aguas de
este río caudaloso ruedan sobre un plano inclinado que tiene 429,650 varas de largo, y sólo 816
de altura. Las más sencillas nociones de la hidr¡iulica bastan para conocer que el Patías no
puede correr con una velocidad que se oponga
a la navegación, ni puede presentar ya saltos ni
cataratas que la interrumpan sin recurso. Puede ser que tenga algunos lugares estrechos y
que allí acelere su velocidad; puede ser que algunas piedras en su lecho, y que el arte puede
remover, dificulten el paso en algunos puntos (1). Yo termino este particular ya demasiado largo aconsejando a los moradores de Popayán que reunidos formen una· expedición
(1) Don Gregorio Angulo, vecino distinguido de
Popayán, que ha navegado la mayor parte del Patías, me ha comunicado con fecha 6 de diciembre
de 1807 las noticias siguientes: «El río de los Patías es navegable desde las juntas de Quilcacé y
Timbío hasta el sitio de Cumbitará: en 14 horas se
navega en balsa este trozo, y se haría más pronto
en barca. Por tierra se gastan cuatro días para hacerel mismo camino. Desde Cumbitará comienza a
estrecharse el río entre las rocas de la cordillera
y presenta ango·sturas y raudales hasta el sitio del
Guadual. Desde aquí es navegable hasta el Océano».
Por esta relación se viene en conocimiento que el
Patías es navegabl,e en toda la exteÍlsíón de su curso,
excepto las pocas leguas en que atraviesa la cordillera, y también que carece de cataratas. Todo
esto confirma lo que hemos dicho sobre la posibilidad de una navegación expedita por el Patías, y
debe animar a los habitantes de Popayán y Pasto
para verificar su reconocimiento.
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para reconocer el curso del patías desde la confluencia de Guachicono y Quilcacé, hasta Barbacoas; que esta empresa debe confiarse a unas
manos inteligentes; que se ha de temer mucho
de los charlatanes que la harían abortar en su
cuna; que cierren los oídos a las declamaciones
de los que prefieren sus intereses a los del públicQ; y en fin, que, animados con las grandes
esperanzas de hacer variar el aspecto y los intereses de su patria, sostengan el proyecto con
la firmeza y la constancia que hacen el fondo
de su carácter.
El Cauca nace al Mediodía del volcán de los
Coconucos por 2Q de latitud boreal, serpentea
oobre las llanuras heladas de Paletará, se precipita en medio de rocas escarpadas, y sale majestuoso a regar las campiñas pintorescas de
las cercanías de Popayán: después vuelve su
curso al Norte, riega el valle espacioso de Cali,
pasa por Arma, Antioquia, y se une al Magdalena en Tacaloa por 90Q 26' latitud bor. En Gelima, por 3Q de latitud, marcha ya con paso
mesuradQ y comienza
ser navegable. Se dice
que cerca de Cartago y en Antioquia hay dos
cataratas (1) que interrumpen la navegación
ª
(1) Acabo de recibir una carta de Medellin de 14
de noviembre de 1807, en que don José Manuel de
Restrepo, joven ilustrado y laborioso, me comunica
noticias bien interesantes sobre la navegación del
Cauca en las provincias de Antioquia, su patria, y
creo las recibirá el público con agrado.
El Cauca, dice, aunque lleno de peligros, se
navega hasta las terribles angosturas de Caramanta
cerca de Supía: pequeñas barcas hacen esta navegación rio arriba ,en cinco dias; pero es tal su rapidez, que cuando crece se baja en ocho horas, cuando sus aguas son medias en doce, y cuando muy
bajo en diez y ocho. Su cauce ,es muy estrecho (de
100 a 200 varas) porque siempre corre sin hacer
vegas entre dos altas cordilleras cuya dirección
es de Sur a Norte. De estas mismas cordilleras
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de este río caudaloso, y que arruinan las esperanzas de los pueblos que habitan sus 'orillas. '
En 1805 describí el curso de la parte alta de eSte río, y le consideré con la más atenta reflexión. Sólo llegué a las cercanías de Cali, y
aquí por 39 11' de lato boreal se sostuvo mi ba-
caen grandes piedras que llenan su cauce de tal
modo, que, a pesar de ser pocos los navegantes,
casi todos los años hay nau:fra~ios, especialmente
en las piedras que llaman la Mama. Esta navegación sirve para proveer la provincia de Antioquia
de vível'es, y para bajar el cacao de Cartago, cte.
Ninguno navega la Angostura de Caramanta, y no
sé si se podrá hacer navegable. En este espacio
sólo tiene la población de Anzá a Oe'ste, y a ;alguna
distancia de la de Titiribi al Este del río. Al Poniente le entra el río caudaloso de San Juan Dor
los 52 56' de latítud b'oreal; pero su curso es desconocido hasta hoy, y sus orillas están habitadas.
de indios bárbaros. Desde Antioquia se puede navegar como una media legua: a esta dístancia
se' 'encuentra el salto de ,Juan García. No es una catarata, como algunos se han figurado; ,es sí el cOnjunto de una infinidad de piedras 'enOrmes,en medio
y a orillas del río, contra las que se ,estrella; haee
espantosos remolinos y saltos de poca elevación.
pero de tremendo ruido por el inmenso cúmulo de
aguas que lleva. El origen de este salto son 10.5
gÍ-andes piedras {lue 'caen de la cordillera cerca de
la embocadura de la quehrada de Juan Gar('Ía.
Aunque se quiten las que hayal
presente, dentro
de poco tiemllo se volverá a llenar de iguales o
mayores peñascos. Este mal paso tiene como seis
cuadra,q iJ,p 'extensié'n.
«Después sigue el Cauca navegable otra legua y
media, en donde se encuentra la angostar a del Tesorero: aquí corre el río dentro de peñones 001' el
espacio de doce cuadras con estupenda rapidez. A
la ,entrada de ,este mal paso se hallan las tres' grandes pi'edras llamadas de la Fortuna. Después continúa navegable hasta el pueblo de Sabana-larga,
donde hay doce cuadras de pedreros. remolinos y
corrientes precipitadas. Tiene otra legua navegable hasta el chorro y remolino de Xague de doce
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rómetro en 304,0 líneas, y el termómetro de
Reaum. en 22Q, es decir, que las aguas del Cauca a 170 leguas de su embocadura están 480,6
toesas (1121,4 varas castellanas) sobre el Atlántico, cuando las del Magdalena a la misma distancia del mar sólo se hallan a 285 toesas (665
varas de largo. Se navega sin difcuItad hasta la
embocadura de Remartin, en donde hay gruesas
piedras. A una y media legua más abajo está el
Ubital, en donde toda la masa del río se estrella contra un gran peñasco y forma terribles remolinos.
A poca distancia está la angostura de Oro bajo, la
más peligrosa del Cauca. Aquí su cauce se estrecha
de modo que se reduce a di,ez varas de ancho: forma inmensas olas, un ruido espantoso y' unas corrientes precipitadas por ,el espacio de legua y media, y se termina con el remolino de Remango. De
aquí nada sale de cuanto cae, todos los ahogados y
todos los árboles que arrastra el Cauca se encuentran en 'este vórtice terrible. En la boca del río de
S. Andrés hay otra angostura de doce varas de ancho. Dos leguas más abajo se halla el estrecho de
Ticuita, semejante al de Oro-bajo, en que las aguas
se reducen a diez varas de ancho, e igual al del Espíritu Santo. Desde este punto a los 7º 28' de latitud boreal es navegable el Cauca hasta Tacaloa,
donde desemboca en Magdalena. Según los inteligentes sólo el arrojo ha podido navegar la angostura
que hay desde las bodegas del Espíritu Santo hasta
la ciudad' de Cáceres a los 7º 58' 30" de latitud boreal. El Cauca corre todavía oprimido entre dos
cordilleras en donde están los riesgos del YracaI. el
Raudal, donde ha habido tántos naufragios, el chorro de Santa Bárbara. el de Maldonado. y las Tres
piedras. De Cáceres hacia abajo hasta la boca del
río Nechi por 8º 10' de latitud corre todavía muy 'precipitado y tiene algunos peligros; pero finalizando
aquí la cordillera comi,enzan las hermosas vegas que
continúan hasta su confluencia con el Magdalena,
pierde gran parte de su velocidad, y se deja nave·
gar con seguridad. Desde las bodegas del Espíritu
Santo hasta Tacaloa se baja en dos días y medio
y se sube en quince o di'ez y 'seis».
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varas), sobre el mismo nivel (1). De aquí se infiere que el Cauca tiene que descender 456 varas más que el Magdalena para llegar al Océano, que sus saltos y sus cataratas deben ser mayores, y en fin, que su navegación debe ser más
interrumpida y más difícil. Pero ¿serán inven- ,
cibles estos obstáculos? ¿El arte no tendrá medios para superarlos? Esto es lo que ignoramos, y esto lo que nos interésa saber. Hasta
hoy carecemos de una carta circunstanciada
del curso de este río, y ninguno ha medido los
chorros y angosturas que tánto se ponderan (2).
Quién sabe si el aspecto de un hombre sabio y
experimentado desaparecen enteramente, y se
da la actividad y la vida a unos países feraces
y arrinconados.
Cali, Buga, Cartago, Supía y
toda la provincia de Antioquia deben reunir
sus fuerzas y agotar sus recursos para poner
corr.iente la navegación del Cauca, que deben
mirar como la fuente de su felicidad. Que sus
(1) Las observaciones hechas en la provincia de
Antioquia por don Manuel José de Restrepo confirman mis conjeturas sobre el Cauca. La capital
de esta provincia situada a 6 grados 36 mino 20 seg.
de latitud boreal, y ,en que el barómetro se sostuvo
en 317,4 cuando el termómetro
indicaba 20º de
Reaum., hace ver lo poco que ha bajado este río en
el largo curso de 70 leguas que median entre Celima
y Antioquia. Por otra parte esta ciudad, que dista
solamente de la embocadura común en 'el mar 50
leguas. está ca,si a la misma ,elevación que Neiva que
se halla a 165 del mismo punto. Por consiguiente
es preciso que t;1 Cauc& .se precipite, y. qu'e p!"'e'''
sente raudales y pasos peligrosos desde los 6 y 'medio grados .en adelante. Por una desgracia para todos los pueblos que habitan sus orilLas desciende por
grados insensibles desde Celima hasta Carainanta
arrastrando perezosamente sus aguas por todo el valle de Buga, cuando el Magdalena baja, regularmente y siempre proporcionado a su distancia del
mar Atlántico.
(2) Se hablaba antes de recibir la carta de la 'nota
antecedente.
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campos sean fecundos, que sus ganados sean
numerosos, que todas sus producciones sean
preciosas, si no las pueden trasportar con velocidad, si no pueden recibir lo que les falta,
verán que su labranza se disminuye, que la población no se aum~nta y que las familiasempobrecen en el seno mismo de la abundancia.
Todo el comercio de estas provincias con las
costas se ha hecho hasta hoy cortando el ramo más occidental de la cordillera por diferentes puntos. En Chisquio (1), en Anchicayá (2),
(1) Existen por aquí dos senderos que conducen
a las minas de las oríllas del río San Juan de Micay
que han establecído las casas de ArholerJ" y Torres de Popayán; pero ignoramos el estado en que
se hallan.
(2) "He recibido noticias más circuJ1JStanciadas
sobre este camino. Don Manuel Caycedo y Tenorio,
alférez real de la ciudad de Cali lo proyectó al Sur
del de las Juntas. Comunica, con mucha brevedad
(3 días) y libre de los peligros del Dagua, el valle
de Cali con la bahía de S. Buenaventura. Se
abrieron dos senderos que presentaban grandes dificultades y se consnmió en ellos infructuosamente
mucho dinero. Esto habria bastado para desanimar
al empresario ; Dero,' constante en sus resoluciones
y animado por 'el espíritu de beneficencia pública que
le caracteriza. hizo romper nn tercer camino por encima de uno de aquellos cordones de montañas siempre perpendiculares al cuerpn principaL y lle~ó como
era natural, con felicidad a las costas del Pacífico.
Este hombre generoso y benéfico mere<'e tod" nuestro reconocimiento por haber sostenido y llevado
a efecto unaetnpresa
costosa y difícil sin pensionar al núblico y haciendo todo", los gastos de su
propio fondo. Jamás se ha ,emnleádo con más utilidad el dinero. Las provincias del Ranoso. y en general todas las costas Occidentales del Reino, el
valle 'entero de Cali y Popayán tienen Que reconocer a la mano benéfica que lo", va a libertar para
siempre de los vórtices y raudales del Da¡rlta en
quP. han perecido tántas fortunas. Hé aquí el más
bello ejemplo de patriotismo que podemos presentar a nuestros compatriotas.
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en las Juntas cerca de Cali, en San Agustín
frente a Cartago, en Chamí y en Urrao existen
caminos que ha abierto la· nec~sidad o el acaso.
Son los niás malos de, toda la colonia: no
pueden entrar caballerías, excepto por Urrao,
y todq se trasporta en las espaldas de los hombres. Convengo en que los Andes son escarpados; pero la ¡aspereza de los . caminos más se
debe a la ignorancia y a la preocupación que a
la desigualdad del terreno. Un negro estúpido,
pero atrevido, se hunde en los bosques; sigue
.primero el curso de los ríos; cuando éstos ya
no permiten barca, camina a sus orillas hasta
su' origen, que está bien cerca de la cima de la
cordillera; le abandona entonces, y escala con
trabajo este gran muro; busca otro arroyo que
corre en sentido contrarjo; baja, y ya tenemos
un nuevo camino que ha formado la ignorancia y el arrojo sin elección ni conocimientos.
Estoy persuadido que si, en lugar de confiar
las ,empresas a estos miserables aventureros,
se encargase de ella un hombre que tuviese algunas nociones del país, que supiese las latitudes de los puntos de las costas del Sur y del
.Jugar de partida; que, en vez de buscar el lecho de los ríos, tomase uno de aquellos cordones de montañas perpendiculares al cuerpo de
la cordillera, que la sostienen y estriban; que
lo siguiese hasta el fin, o a lo menos hasta que
el barómetro se sostuviese dentro de 313 y 325
líneas; que en este nivel buscase a la derecha
o a la izquierda uno de los ríos innumerables
que atraviesan estOs países; en fin, que examinas~ su cursu ha:sLa :su t:mbocadura, tendríamos caminos más cómodos, y más comunicaciones con los países marítimos.
El Magdalena es el río más ventajosamente
situado en toda la extensión del Virreinato.
Nace de un pequeño lago llamado del Buey, al
Norte del páramo de las Papas a 19 58' de latitud boreal, corre por los desiertos de Labqyos,
riega el Timaná, atraviesa las espaciosas 11anuras de Neiva, las selvas de Nare, Opón, y
reunido con el Cauca entra en el Atlántico a 200
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leguas de su origen. En toda la extensión de su
curso jamás deja la dirección del meridiano.
Cuando el Cauca nace sobre las nieves del 00conuco a 2.300 toesas sobre el Océano, éste tiene su cuna a 900 toesas solamente, bajo de un
clima dulce y moderado; aquél se precipita de
la cima de los Andes, y éste corre con tranquilidad: el primero sobre planos caprichosamente inclinados, unas veces se acelera y otras se
arrastra con lentitud,
y el segundo, más uniforme en su curso, se presta con facilidad a
todas nuestras
necesidades
mercantiles.
El
Magdalena es navegable desde la Honda en la
jurisdicción del Timaná, por 29 24' de latitud
en pequeñas balsas y con algún trabajo. Desde
Neiva loes sin interrupción
en buques mayores hasta Honda en donde tiene un pequeño
chorro que llaman Salto. Desde esta villa hacia abajo .es demasiado conocido para que nos
detengamos en su descripción. RecIbe por ambos lados un número prodigioso de ríos caudalosos, navegables muchas leguas sobre su embocadura, y que facilitan la comunicación y
el comercio con los países interiores.
San
Agustín, el primer pueblo que baña, está ha ..•
bitado de pocas familias de indios, y en
sus cercanías se hallan vestigios de una nación artista y laboriosa que ya no existe. Estatuas, columnas, adoratorios, mesas, animales,
y una imagen del sol desmesurada, todo de piedra, en número prodigioso, nos indican el carácter y las fuerzas del gran pueb10 que habitó las cabeceras del Magdalena. En 1797 visité
estos lugares, y vi con admiración los produc.,
tos de las artes de esta nación sedentaria, de
que nuestros historiadores no nos han trasmitido la menor noticia. Sería bien interesante
recoger y diseñar todas las piezas que se hallan esparcidas en los alrededores de S. Agustino Ellas nos harían conocer el punto a que
llevaron la escultura los habitantes
de estas
regiones, y nos manifestarían
algunos rasgos
de su culto y de su policía. En los bosque de
Laboyos y de Timaná no se puede dar paso sin
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hallar reliquias de otra inmensa población que
ha desaparecido (1). Todavía se ven las acequias y socavones de las minas de Plata que
trabajaron sus moradores. Hasta los 2Q 30' de
latitud todas las vegas del Magdalena están
llenas de plantaciones de cacao, de coca, y de
algunos ganados. La cría es el fuerte desde los
2Q 30' hasta los 5Qde latitud, y parece que aquí
el hombre cede el lugar a las vacadas. A esta
elevación se extrae de las orillas del Magdalena
alguna cantidad de oro que es de la mejor calidad (de 23 y medio quilates poco más o menos).
El hombre, en estas regiones, bajo de un clima
abrasador, casi se desnuda: una 'red, una hamaca, algunas plataneras, que no exigen cultivo, forman sus riquezas. Sus ideas son tan limitadas como sus bienes. El reposo y el sueño hacen sus delicias. Su moral, .. bien se deja veI
que no puede ser la más pura. Desde Honda e~
Magdalena no riega sino bosques. Algunas po-.
blaciones cortas hay en sus orillas, y sus moradores son más viciosos que ~os de la parte media. Parece que la inmoralidad y la desidia se
aumentan con las aguas del Magdalena.
De todos los ríos de esta colonia este es el
más conocido y merecía serio. Los trabajos de
Bouguer, que lo bajó en 1742, los de Humboldt
que lo subió en 1801, los de nuestros españoles
Talledo y Alvarez, y los de la Expedición de
costas del Norte, han dado mucha luz sobre la
parte baja del Magdalena. En 1797 levanté la
carta desde su origen hasta Neiva, y en 1805
desde Neiva hasta la embocadura del Bogotá.
Las cartas que se lían fúr111ado sobre estas observaciones no llenan todavía nuestros deseos:
necesitamos de mayores detalles sobre la velocidad, crecientes,
bajas, estrechos, chorros,
vueltas; etc., de este canal interesante. Apenas
conocemOs los ríos que descargan en él, y no
tenemos idea de su curso, dificultades, y punto
hasta donde son navegables. Una carta juicio-'
(1) La Plata antigua.
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sa que entrase en todos los pormenores que he-'
mos indicado, una topografía de los pasos difíciles sería un servicio señalado y un tesoro inestimable para la Nueva Granada.
La comunicación y comercio de los pueblos
que baña el Magdalena con los que habitan las
orillas del Cauca, se hace por algunos senderos
que cortan el ramo medio de los Andes. De los
ardores de Neiva y de Tocaima es preciso subir a los fríos rigorosos de Guanacas y de Quindía para volver a descender a Cartago y a Popayán. Este ramo prodigiosamente elevado separa las provincias de Neiva, Santa. Fé, Mariquita, Socorro, etc., de las de Popayán, Quito y
Antioquia: en una palabra, todo el comercio de
la parte septentrional del Virreinato con la del
Sur se hace montando esta cadena erizada y
formidable. Merece, pues, toda nuestra atención desde 19 de latitud boreal hasta los 99. Registrémosla rápidamente.
Es tradición constante, y aún nos quedan vestigios, que existió un camino en las cabeceras
del Magdalena, que comunicaba directamente a
Timan~ con Almaguer, Pasto y provincia de
Quito, sin tocar con Popayán. La brevedad y
existencia de este camino que se llama de las
Papas, por tener que montar el páramo de este
nombre, se demostró en 1795. En esta época visitaba la jurisdicción de Timaná el Ilustrísimo
señor don Angel Ve1arde y Bustamante, digno
prelado de Popayán, y necesitando pasar a la
de Almaguer con el mismo objeto, no quiso volver a su capital, y se abrió un paso acelerado
por las Papas venciendo todos los obstáculos y
todas las contradicciones. Por 29 de latitud boreal existe otro sendero que se llama de los Laboyos: comienza en Timaná, y termina en Popayán. Es admirable la brevedad de este camino (3 dias). Un vecino generoso y de las primeras familias de aquella ciudad (Don Jerónimo
de Torres) gastó sumas considerables en años
pasados para ponerlo corriente; pero los fangos dilatados de las faldas orientales del Coco-
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nuco hicieron encallar el proyecto. Por los 29
30' de latitud boreal está el de Guanacas, el
único que permite caballerías en todas las estaciones del año: comienza en la ciudad de la
Plata; su dirección es al Oeste; tiene solamente 18 leguas y Se gastan 7 días en atravesarlas:
hay que pasar ríos caudalosos y rápidos (la
Plata, Río-negro, y Ullúcos); se suben y bajan
montañas escarpadas, y se toca casi con el término de la vegetación hacia el medio. En 1805,
acababa de salir de los desiertos de esta cordillera un vecino de la Plata (don N. Triana)
que se había internado en. solicitud de un camino más cómodo que el que acabamos de describir. Las noticias que me dió combinadas con
las nociones que me han proporcionado las siete veces que he atravesado el Guanacas, y mis
largas residencias en Timaná, Netva y la Plata, me hacen creer la posibilidad de un tránsito más breve y más cómodo que el erizado de
Guanacas. Este sería el lugar propio para indicar las razones sobre que fundo mis conjeturas;
pero esto me arrastraría a pormenores dilatados que no pel'l11ite la brevedad de este papel.
Al Norte del de Guanacas hay otro por la provincia de los Paezes y páramo de Huila que va
a salir a Guambía o a, Caloto; pero lleno de peligros y poco frecuentado. Por los 49 de latitud
se halla otro sendero que comienza en el Chaparral y termina en Tuluá, conocido con el
nombre de· Barragán. A los 49 30' está el de
Quindío: es malo, y el hombre necesita hacer
el oficio de las bestias: tiene 20 leguas desde
Ibagué hasta Cartago (1): su cOlIlposición se
ha acolorado en diferentes épocas, y ahora trabaja en su mejoramiento el doctor don Ignacio
Durán. j Ojalá que los amigos de la felicidad pública siguiesen este bello ejemplo, o contribUyesen a sostener las miras patrióticas de este
(1) En 1778 don Ignacio Buenaventura midió a
cordel desde la plaza de Ibagué hasta la de Cartago, y halló 20 leguas y 1.531 varas.
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hombre benéfico! (1). La cordillera pierde rápidamente su elevación desde los 59 30' de latitud boreal, y sólo hay en este espacio dilatado
el camino de Nare que comunica con la provincia de Antioquia (2). Es de desear que se reconozca este ramo de los Andes desde 19 hasta 89
de latitud, y no dudo que se hallarían muchos
caminos más cómodos que los en que hoy traficamos. Como los valles de Cali y de Neiva sólo
se hallan separados por la cordillera; como ésta corre de Norte a Sur con la más grande exactitud, basta determinar astronómicamente
las
latitudes de todos los puntos principales de
ambos valles para poder compararlos entre sí,
y dirigir rutas seguras y breves de comunicación. En 1805, por ejemplo, determiné a Neiva
y Quilichao, y hallé que estos dos lugares tenían la misma latitud. Si se internase desde
aquélla, con dirección al Oeste; si se conservase en lo posible la misma latitud; si en los
desvios inevitables se cuidase de llevar mucha
cuenta con el rumbo para reponer la altura de
polo siempre que se presentase ocasión oportuna, en pocos días se tocaría infaliblemente con
Quilichao (3). La dirección de los tres ramos
o
(1) Don Sebastián de Marizancena, vecino de Cartago ha impendido muchos miles, y hecho grandes esfuerzos para el mejoramiento del camino de
Quindio. Tiene abierta una parte de él, y sobre todo
ha establecido la población de la Balza en que hay
más de 50 casas, una buena capilla, y un párroco a
quien ha dado una cóngrua de 400 pesos para queadministre a 11)5 vecinos. Este hombre activo y generoso
merece todo nuestro reconocimiento, y que se apoyen sus intenciones benéficas por todos aquellos
que se hallen en ,estado de hacerla.
(2) Los caminos de Hervé y de Sansón no eran todavía frecuentados en aquella época.-A.
(3) Esta indicación de Caldas es tanto más importante, cuanto que todo 'el espacio que aqui ocupa la cordíllera no es despoblado, existe el valle
longitudinalen
que están situados los pueblos de
Jambaló, S. Francisco y Toribio.-A.
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principales de los Andes es, como hemos visto,
de Norte a Sur: su grueso no es ni menos de 18,
ni más de 20 leguas; ellos separan las llanuras
del Orinoco y Caquetá, las del Magdalena, las
del Cauca y las del Chocó. Todos nuestros caminos de comunicación interna cortan perpendicularmente estas grandes cadenas de ,montañas, y su dirección jamás se separa considerablemente de su paralelo. Yo probaría esta observación general numerando todos los caminos
que tenemos dentro del Virreinato, pero basta
indicarla para que los que tienen nociones de
nuestra geografía sientan esta verdad importante. Podemos sacar grandes ventajas de este
principio, que yo llamaría fundamental, en la
apertura de los nuevos caminos que atraviesen la cordillera. Las latitudes de los lugares
consideradas bajo de este aspecto son unos elementos precisos que debemos recoger con el mayor cuidado; y debemos procurarnos las que nos
faltan por todos los modos posibles. Este género de observaciones es fácil de ejecutar y no necesita instrumentos preciosos ni grandes conocimientos.
Los países situados al Norte de la capital
(Tunja, Pamplona, Socorro) son feraces, y varios en temperaturas y producciones. La población es numerosa, y su industria, aunque más
grosera, puede compararse a la de Quito. Los
ríos de Sogamoso, Suárez, Opón y Carare les
facilitan el trasporte de sus frutos al río de la
Magdalena; y el Meta, Sara re y Apure les abren
las puertas del Oriente, y les convidan a llevar
sus miras y su comercio al Orinoco, Guayana
y Trinidad. En manos de los curiosos se hallan muchas cartas manuscritas de estos países; pero, si exceptuamos la que en 1779 formó don Francisco Javier Caro, y la que acaba
de levantar don Vicente Talledo, todas las demás no Se han erigido sino según el antojo y
el capricho de los ignorante que se han arrogado el título de geógrafos ..
Há muchos años que se habla de las navegaciones del Opón, Carare, y Sogamoso: en dife-
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SEMANARIO
rentes épocas se ha acalorado este asunto interesante; se han consumido caudales, se han
arruinado muchos particulares, y el problema
aún no ha tenido solución.
De la navegación de S. Faustino y camino de
Urú y al Apure sólo podemos decir que nada
sabemos. Nuestras tinieblas se condensan a
proporción que nos acercamos a Maracaibo.
Si nuestras costas occidentales no son en
r gran parte desconocidas, si nuestros buques no
pueden acercarse a ella sin zozobra, las del
Atlántico, aquéllas que más nos interesan para la comunicación con la metrópOli y con los
demás pueblos marítimos y comerciantes, las
vamos a recibir de manos de Fid.algo (1). Este
sabio marino y sus celosos compañeros (don
1<:lanuel del Castillo y don Fernando
l\1:arÍa
No-
guera, capitanes de fragata) y otros han hecho
trabajos inmortales sobre las costas de la Nueva Granada; trabajos que han asegurado para
siempre la fortuna y la vida de todos los que
surquen nuestros mares; trabajos que los cubren de gloria, y que les van a merecer la gratitud y los elogios de todas las naciones. Las
presentes y todas las generaCionesse acordarán
con reconocimiento del augusto monarca que
sostuvo la Expedición de costas septentrionales
y de los astrónomos que la ejecutaron. Se ha
dicho (2) que el Atlas marítimo de España, levantado por el célebre Tofiño, es una respuesta sin réplica a la infame pregunta de Masson
¿qué ha hecho España por la humanidad?
Nosotros podemos añadir, que las Cartas hidrográficas de Fidalgo humillarán el orgullo de
este geógrafo atrevido que ha insultado a una
nación ilustrada y generosa; y la patria de
(1) Don Joaquín Francisco Fidalgo, capitán de
navío, y jefe de la Expedición de CQstas en el Océano Atlántico.
(2) Diario de Francia.
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&EMANARIO
49
Juan, Ulloa-, Mazarredo, Tofíño, Mendoza, Doz,
Chaix, Galeano, Churruca, Ciscar, y de un ejército numeroso de hombres ilustres en las ciencias, los opondrá como una prueba sin réplica
de sus progresos y. de su ilustración (1).
Volvamos ahora nuestra atención hacia las
llanuras que terminan al Este el Virreinato, y
echemos una ojeada rápida sobre este inmenso país. Desde la línea hasta los 119 de latitud,
vemos que parten de la cordillera más Oriental
de los Andes un número incalculable de ríos
enormes, que, después de haber corrido espacios dilatados, se unen al Orinoco o al Caquetá; que algunos sueltan un ramo al Amazonas;
que este coloso de los ríos atraviesa todo el continente; que en él descargan las aguas del alto
Perú por el Guallaga y Ucayali; que de las eXtremidades antárticas de la América Meridional vienen el Purús, Madera, Topayos, Jinjú, y
otros; y en fin, que el Orinoco recibe por el
Este otros muchos, todos navegables. Cuando
se considera la carta de estos países dilatados,
cuando se siguen las ramificaciones y los laberintos que forman los ríos por todas partes,
se presentan al espíritu grandes ideas y miras
dilatadas. Nuestros frutos pueden ir al Perú, a
l~ Guayana, al Pará, y a las regiones más remotas de la América Meridional: nosotros podemos reunir en un punto los intereses, y las
riquezas dé -cuantos habitan este vasto conti-
(1) El barón de Humboldt, buen juez en esta matcriu, ha escrito ~ii ca:rta de ~,,1€:jic:u de n d-e iiOviembre de 1803 lo siguiente: «Diga Mr. Fleurieu
y la envidia de \otras naciones lo que quieran, la
posteridad más remota agradecerá a los marinos españoles los inmensos e importantes trabajos que
han sabido acopiar en los últimos veinte años: yo
a lo menos no cónozco otra nación que haya adelantado más la astronomía-náutica, publicando más
mapas exactos, en tan corto tiempo». Geog. moderno
del C. Lacroix, trad. por de Clemente y Miro, pág.
4 de la prefac. Madrid, 1805.
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SEMANARIO
nente (1). Convengo en que nuestra población,
nuestras artes, nuestra agricultura
y nuestro
comercio no se hallan en estado de llevar sus
especulaciones tan lejos; pero tal vez vendrá
un día en que más poderosa y bien poblada esta colonia tenga necesidad de recorrer desde
el centro hasta las extremidades, y que se vea
precisada a levantar la carta de unos países
que hoy mira distantes y con indiferencia.
Lo que más nos interesa en el día es el conocimiento del ramo oriental de nuestra cordillera y de los ríos a que da nacimiento. Apenas
conocemos estas montañas en los pocos puntos por donde las hemos atravesado: en todo lo
demás nos son desconocidas absolutamente.
¿Quién creyera que todavía no tenemos ni aún
una carta miserable de los paises que están al
Este de la capital? ¿Quién p:::;d:; d:;:;!;;- :;0:': p:-ecisión el ancho, altura, proporciones
u obstáculos que presentan los montes cuyo principio tenemos a la vista en Guadalupe y Monserrate? ¿Qué ríos los atraviesan?
¿Cuál es su
curso? Pero, qué! cuando todavía no tenemos
un plan corográfico de esta esplanada encan+. .•..•...:1 .•..• _
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mejor parte de nuestra subsistencia! Una vergonzosa ignorancIa nos cubre por todas partes
(1) Uno de nuestros compatriotas, que ha recorrido el Orinoco y hecho excelentes observaciones
económicas y políticas Isobre el comercio y agricultura de las regiones que baña este río caudaloso,
piensa del mismo modo: «Este canal (el Orinoco),
dice, será con el trascurso de los tiempos el que unirá las partes más remotas de nuestra América con
la capital de este Reino, y sus orillas se verán seguramentealgún
día pobladas de ricas factorias y
ciudades comerciantes, en donde las producciones
del Asia y de la Europa se reunirán con las que de
todo este Reino pueden ir por el Mamo, el Apure,
el Meta y el GuaviarÍ al Orinoco; y las del Perú, Brasil y Paraguay por las distintas ramas que forman
el Amazonas. Quizás aquí se saludarán por la primera vez los habitantes del Darién con los Pulches,
Araucanos y Patagones».
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SEMANARIO
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en las cosas que más nos interesan y que nos
tocan más de cerca.
Que llevemos nuestras miradas al Norte, que
las llevemos al Mediodía, que· registremos lo
más poblado,·o los desiertos de esta colonia, en
todas partes no hallamos sino el sello de la desidia y de la ignorancia. Nuestros ríos y nuestras montañas nos son desconocidos, no sabemos la éxtensión del país en que hemos 'nacido,
y nuestra geografía está en la cuna. Esta ver-o
dad capital que nos humilla débe sacarnos del
letargo en que vívimos; ella debe hacernos más
atentos sobre nuestros intereses; llevarnos a
todos los ángulos de la Nueva Granada para
medirlos, considerarlos y describirlos; ésta es
la que, grabada en el corazón de todos los buenos ciudadanos, los reunirá para recoger 1u{les, hacer fondos, llamar inteligentes, y no
perdonar trabajos ni gastos para el escrupuloso reconocimiento de nuestras provincias. No·
se trata ya de una carta común: escalas reduddas y todo lo que tenga apariencias de pequeñez y economía debe desaparecer del espíritu
de nuestros compatriotas. 'Dos pulgadas cuadradas por lo menos deben representar una
legua de terreno. Aquí se han de notar las colinas, las montañas, los pastos, las selvas, los
rastrojos, lagos, pantanos, valles, ríos, sus vueltas y velocidad, estrechos, cataratas, pesca, todas las poblaciones, todos los establecimientos
de agricultura, minerales, canteras, en fin,
cuanto presenta la superficie de nuestro suelo.
Reunidos estos cuadrados producirán una carta s?b.erbi~ y ~~~na de la N';1evaGranad~ ..Aquí
venaran el pou~lCO, el maglstrado, el fllosofQ;
el negociante a beber luces para el desempe-'
ño de sus oficios; aquí el viajero, el botánico,
el mineralogi:sta, el que se ocupa con los seres
vivientes, el militar y el agricultor verán con
rasgos majestuosos píntados sus íntereses. To<las las clases del estado vendrán a tomar aquí
la parte que les toca. Este es un cuadro mágico que toma todas las formas, y se acomoda .a
todos los caracteres. Cada provincia copiará su
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.sEMANARIO
departamento y le guardará religiosamente,
En estos trozos se formará la juventud, y. a la
vuelta de· pocos años tendremos hombres capaces de concebir y de ejecutar grandes cosas,
Por todas partes no se oirán sino proyecto~
caminos, navegaciones, canales, nuevos ramos
de industria, plantas exóticas connaturalizadas; la llama patriótica se encenderá en 00..,
dos los corazones, y el último resultado será la
gloria del Monarca y la prosperidad de esta colonia.
Si se formase una expedición geográfica•.
económica destinada a recorrer el Virreinato;
si ésta se compusiese de un astrónomo, de un
botánico, de un mineralogista, de un encargado de la parte zoológica y de un economista.
con dos o más diseñadores; si t-odas las nrovinClas contribuy~sen '?0!! U!1 feudo formado pur
los pUdientes y principalmente por los propie~
tarios; .si el comercio hiciese lo mismo por el
grande interés que le resulta; si el consulado de
Cartagena animase esta empresa con el celo y
la actividad con que promueve otras de la misma naturaleza; si los jefes de concierto la apoyª~u~n(I~On.
toda. SU2.utcrid~d, U" hay duda. qué
dentro de poces años tendríaiiios
la glQria
de
poseer una obra maestra en la geografía y en la
política, y de haber puesto los fundamentos de
nuestra prosperidad.
Si este proyecto presenta dificultades, no
nos queda otro recurso para conocer nuestra
patria que mejorar nuestros estudios. Si en lugar de enseñar a nuestros jóvenes tántas bagatelas; si mientras se les acalora la imaginación con la divisibilidad de la materia, se les
diese noticia de los elementos de astronomía y
de geografía, se les enseñase el uso de algunos
instrumentos fáciles de manejar; sí la geometría práctica y la geodesia ocupasen el lugar
de ciertas cuestiones tan metafísicas como inútiles; si al concluír sus cursos supiesen medir
el terreno, levantar un plano, determinar una
latitud, usar bien de la aguja; entonces tendríamos esperanzas de que, repartidos por las pro-
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vincias, se dedicasen a poner en ejecución los
principios que habrían recibido en los colegios
y a formar la carta de su patria. Seis meses
consagrados a unos estudios tan interesantes
bastarían para poner a un joven en estado de
trabajar en la grande obra de la geografía de
esta colonia. Yo ruego a los encargados de la
educación pública mediten y pesen si es más
ventajoso al Estado y a la Religión gastar muchas semanas en sostener sistemas aéreos, y
ese montón de materias fútiles o meramente
curiosas, que dedicar' este tiempo a conocer
nuestro globo y el país que habitamos. ¿Qué
nos importan los habitantes' de la luna? ¿No
nos estaría mejor conocer los moradores de las
fértiles orillas del Magdalena?
'
Los cuerpos religiosos que tienen a su cargo las misiones del Orinoco, Caquetá, Andaquíes, Mocoa y Maynas, debían educar a los jóvenes misioneros en estos importantes objetos.
Estos hombres apostólICOS llevarían a las naciones bárbaras con la luz del Evangelio la de
las ciencias útiles. Imitadores celosos de los
PP. Fritz, Coleti, Magnio y Gumilla, nos dejarían monumentos preciosos de su actividad e
ilustración.
Cartas exactas,
determinaciones
geográficas, descripciones de plantas y de animales, noticias importantes sobre los usos y
costumbres de los salvajes que van a civilizar,
serían los frutos de estos estudios. Ellos les servirían de recurso contra el tedio y las fatigas
inseparables de su alto ministerio.
Los rudimentos de aritmética,
geometría y
trigonometría
plana. de Que tenemos buenos
compendios, el conocimiento de los círculos de
la esfera y de las constelaciones más notables;
el uso del grafómetro, del gnómon, o de un
cuarto de círculo, con pocas más nociones sobre los métodos de tirar una meridiana, y el del
barómetro y termómetro, bastan para que un
joven puda concurrir con utilidad a ilustrar
nuestra geografía.
Tenemos dos cátedras de matemáticas, y en
la de filosofía se dan también nociones de es-
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Sl!:MANARiO
tas ciencias; tenemos ya, gracias al sabio y generoso Mutis, un observatorio astronómico, en
donde se pueden tomar nociones prácticas sobre el uso de algunos instrumentos; tenemos
libros, y nada nos falta para pOder trabajar en
utilidad de la patria. El amor de ésta me ha
dictado estos pensamientos. Si ellos son útiles
a mis compatriotas, ya estoy recompensado de
los trabajos que me han costado; si no, ellos
me perdonarán atendiendo a la pureza de mis
intenciones (1).
Santa Fé, diciembre 8 de 1807.
Francisco José de Caldas
(1) Aunque la ma~'or parte de las noticias que
contiene este papel hayan pasado por mis propios
ojos en los diferentes viajes que he verificado dentro del Virreinato, no obstante, como no lo he recorrido todo, hay muchas de que no soy testigo y
qne se me han comunicado por diferentes 5ujeto-s.
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senteen los lugares de su residencia, y me adviertan
por cartas los errores y equivocaciones en qn-e he
incurrido. De este modo pódém06 reco.ger dentro
de poco tiempo los materiales necesarios para un
cuadro acabado de nuestra geografía, y pensar en
una segunda edición 'cxacta y corregida. En ésta haremos mención honrosa de los patriotas
que se
hayan tomado el trabajo de comunicarnos luces,
y a ninguno defraudaremos del honor que debe resultarle por haber concurrido a perfeccionar este
objeto importante.
Si no hacemos mención de algunos empresarios
acreedores
a nuestra gratitud, si hablamos con
rapidez de sus caminos, no se debe atribuír a parcialidad, o a desafecto a sus personas, sino a las
pocas noticias que hemos podid() conseguir a pesal' de todos nuestl.'osesfuerzos.
Esperamos que se
nos comuniquen para llenar las lagunas que se descubren en este papel, y para perpetuar la memoria
de unos hombres que merecen ser conocidos por su
celo y por su amor a lá felicidad pública.
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DescriPción del Observatorio astronómico de Santa¡é
de Bogotá, situado en el jardín de la real Expedición botánica: por D. Francisco José de
Caldas.
El Observatorio astronómico de esta capital,
debido a la generosidad y patriotismo del doctor don José Celestino Mutis, se comenzó el 24
de mayo de 1802.y se acabó en 20 de agosto de
1803 (1). Su figura es la de una torre octágona de 13 pies de rey de lado, y 56 de altura. El
diámetro, quitado el grueso de los muros, es de
27 pies. Tiene tres cuerpos: el primero de 14,5
pies de elevación, se compone de pilastrones
toscanos pareados en los ángulos sobre un zócalo que corre por todo el edificio. En los columnarios hay ventanas rectangulares, y en el que
mira al Oriente está la puerta. La bóveda, sostenida por este cuerpo, forma el piso del salón
principal. El segundo, de 26,5 pies, es un orden
dórico en pilastras angulares comÓ el 'primero.
Dentro de ellas están las ventanas muy rasgadas, circulares por arriba, con recuadros;Y
guarda-lluvias que las adornan. La bóveda superior es hemisférica, perforada en el centro,
y sostiene el último piso al descubierto. Un
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mismo tiempo de ante-pecho. El agujero de la
segunda bóveda da paso a un rayo de luz que
. (1) El arquitecto a quien confió el señor Mutis la
formación de los planos y la ejecución de la obra
fue el Hermano Fr. Domingo Petrez, capuchino.
También merece una honrosa mención don Salvador
Rizo, mayordomo de la Expedición, cuya actividad
y célo contribuyó tánto a la pronta conclusión de
este bello y sólido edificio.
'
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va a pintar la imagen del sol sobre el pavimento del salón en que se ha tirado una línea meridiana, y forma un gnómon de 37 pies y 7 pulgadas de elevación.
En el lado del octágono que mira al Sudoeste
está la escalera en espiral, que da ascenso a
la sala principal, y a la azotea superior. A la
escalera la cubre una bóveda que forma el piso
de otra sala a 60,5 pies de altura, la más elevada del Observatorio, y cerrada por otra de 72,5
pies de elevación, con una ranura de Norte a
Sur. Aquí se ha colocado el cuadrante astronómico para alturas meridianas.
Los instrumentos donados por S. M. son: un
cuarto de círculo de Sisson, dos teodolitos de
Adams. dos cronómetros de Emery, dos termómetros de Nª.!•.n~., d08 2.p:ui2S Dnrt.átH.p~ v ,~ei~
docenas de tuboS'para b-ar6metros.PUl:iiéramos
ahora añadir a esta lista un péndulo, un instrumento de pasajes, dos acromáticos cort retícula
romboidal, y aparato astronómico de Herschel
para las estrellas, que el Excmo. señor Marqués
de Sonora destinaba para esta Expedición; pePO
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en Cádiz los tres cajones que los contenían.
Los que el celo del señor Director ha adquiri-
do son: cuatro acromáticos de Dollond de diferentes longitudes, tres telescopios de reflexión
del mismo artista, un grafómetro, octantes, horizonte artificial, muchas agujas, termómetros
de Dollond, barómetros, globos, muchos anteojos menores, etc., y sobre todo un péndulo astronómico de Graham, obra maestra de este
arti:sta célebre, que sirvió a los SS. académicos
del viaje al ecuador para la determinación de
la figura de la tierra (1).
(1) Mr. de la Condamine vendió este péndulo al
R. P. Terol. dominicano de Quito. v nrofundo en
el arte de lá velojeria. A su iilUerte-lo' compró esa
Audiencia para arreglar sus horas; pero poco propio para este dest\uo, pasó a manos de don N. Proaño, hábil relojero y de cuyo poder lo saqué para este
Observatorio •.
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A todos éstos debe agregarse un cuarto de
círculo de John Bird de 18 pulgadas de radio
con micrómetro exterior, que sirvió a Humboldt en su viaje al Orinoco, y que don José Ignacio Pamba del consulado y comercio de Cartagena compró a este sabio para mis expediciones a la provincia de Quito, y que a mi regreso a esta capital deposité en el Observatorio. No es esto lo que únicamente tiene que reconocer este establecimi~nto .a este ilustrado
particular. Las excelentes tablas astronómicas
de Delambre sobre las opservaciones de Maskelyne, las de nuestro oficial de marina Mendoza, las efemérides para muchos años, son debidas a su generosidad (1),
También posee este Observatorio una alhaja
preciosa para los astrónomos. Una lápida, despojo del viaje más célebre de que puede gloriarse el siglo XVIII, y formada por los académicos del ecuador, cayó entre mis manos en
Cuenca, y resolví trasladarla a nuestro Obs~rvatorio, como lo verifiqué en 1805. Tiene 20 pulgadas del pie de rey de largo, 19 de ancho, pesa 5 arrobas 10 libras, es de mármol blanco
medio trasparente, está escrita en latín, en caracteres mayúsculos romanos, y contiene la
distancia al cenit de Tarqui de la estrella Tbita
de Antinoo, y las demás indicaciones relativas
al lugar en que la colocaron, esos astrónomos.
Bouguer, de La Condamine y Ulloa no hacen
mención de ella en las obras que publicaron sobre este viaje. La descubrió en 1793el doctor don
Pedro Antonio Fernández de Córdoba, arcediano
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curio Peruano del mismo año, aunque .con algunos errores. Este canónigo ilustrado, a quien
tánto deben mis trabajos astronómicos' y botánicos en esa provincia, me informó del paradero y del destino que pensaba darle su poseedor,
(1) Ultimamente he recibido de mano del mismo
don Jose Ignacio Pombo una grande aguja azimutal,
un teodolite, y un excelente sextante con limbo de
platina y de la mejor construcción.
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SEMANARIO
y contribuyó a sacar esta preciosa lápida de
unas manos que no la merecían (1).
En diciembre de 1805 puso el señor Mutis el
Observatorio a mi cuidado. En esta época monté los instrumentos y comencé una serie de observaciones astronómicas y metereólogicas que
no he interrumpido.
Este sería el lugar más propio para publicar la posición geográfica de este Observatorio; pero las 'nubes que ocultaron al sol en el
solsticio de diciembre de 1805, y en los de 1806,
y uno de 1807 no han permitido concluír de un
modo invariable e independiente de toda suposicíón la latitud de este edificio. No obstante, por numerosas alturas meridianas del sol
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minación que no puede incluír 5" de error,
atendido el cuidado que hemos puesto en este
elemento capital para un Observatorio.
Por lo que mira a su longitud, aunque se han
observado muchas emersiones e inmersiones del
primero y segundo satélite de JÚP1ter en el discurso de 18U6y 11107,no hemos recibido correspondiente ninguna de los Observatorios de la
Europa, pero nuestros primeros ensayos, usando del d,lculo, sitúan el meridiano del nuéstro
a 4 hor. 32' 14" al Occidente del Observatorio
real de la Isla de León.
Su altura sobre el nivel del Océano, deducida de una larga serie de observaciones del barómetro lleno con todas las precauciones que
(1) El péndulo que sirvió a La Condamine, el
cuarto de círculo de Bird del uso del barón de Humboldt y la lápida¡ a que alude Caldas ,existían todavía en 1840 'en el Museo de Bogotá. j Ojalá que estos
preciosos objetos sean conservados con el cuidado
necesario como recuerdos científicos, que cada día
adquieren mayor valor! La lápida había desaparecido del local del Observatorio hacía muchos
años y fue hallada y restituida al estahlecimiento,
siendo director del Museo el autor de esta nota.-A.
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SEMANARIO
hemos indicado en las notas precedentes, es de
1352,7 toesas (3156,3 varas de Burgos) (1).
Si los Observatorios de la Europa hacen ventajas a este naciente por la colección de instrumentos, y por lo suntuoso del edificio, el de
Santa Fé de Bogotá no cede a ninguno por la
situación importante que ocupa sobre el globo.
Dueño de ambos hemisferios, todos los días se
le presenta el cielo con todas sus riquezas. 00-:locado en el centro de la zona tórrida, ve dos
veces en un año al sol en su cenit, y los trópicos casi a la misma elevación. Establecido sobre los Andes ecuatoriales a una prodigiosa elevación sobre el Océano, tiene poco que temer
de la inconstancia de las refracciones, ve brillar.a las estrellas con una claridad y sobre un
azul subido (2) de que no tiene idea el astrónomo .europeo. De aquí ¡cuántas ventajas para
el progreso de la astronomía! Si el célebre Lalande anuncia con entusiasmo la erección del
Observatorio de Malta por hallarse a 369 de latitud y ser" el más meridional de cuantos existen en Europa ¿qué habría dicho del de Santa
Fé a 49<30'de la línea? Lejos de las nieblas del
Norte y de las vicisitudes de las estaciones, puede en todos los meses registrar el cielo. Hasta
hoy suspiran los astrónomos por un catálogo
(1) Hemos adoptado para el cálculo de la altura
de nuestro Obs'ervatorio los datos siguientes: El
barómetro en 248,25 lino yel termómetro de R. a
11,25.
(2) pur las bellas oDsel'vacioHc5 de Sauosurc ~G.rr
el cianómetro sabemos que el azul del cielo 'es más
oscuro a proporción que el observador está más
elevado; que en las cimas muy altas parece casi
negra la bóveda celeste, y que se ven las estrellas
en pleno dia sin el auxilio del telescopio. Como
nuestro Observatorio -está sobre la cima de los Andes, y más elevado sobre el Océano que todos los
de Europa, se sigue que debemos ver las estrellas
con un brillo y sobre un azul tan subido, que de él
no tiene idea el astrónomo ·europeo. Véa 5e a Saussure, Voyage daDs ,les Alpes, t. 4, pág. 197 y ,siguientes.
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completo de las estrellas boreales, y. apenas conocen las australes. ¿Qué no se debe esperar
de nuestro Observatorio si llega a montar un
círculo como el de Piazzi? Con un Herschel a
esta latitud, ¡cuántas estrellas nuevas!, ¡cuántas dobles, triples! ¡cuántas nebulosas! ¡cuántas planetarias! ¡Cuántos cometas que se acercan a nuestro planeta por el Sur, y vuelven a
hundirse por esta parte en el espacio, escapan
a las indagaciones de los observadores europeos! La gloria de conquistar las regiones antárticas del cielo le está reservada, así COmo
hoy posee la de ser el primer templo que se
ha erigido a Urania en el Nuevo Continente, y
la posteridad colocará al sabio y generoso Mutis
como fundador al lado del Lan4g!'2ve GuillermI) (1) Y d~ F~d~!'!~~ !! ~e nif!ffmn.rcc., 'J,' come
astrónomo al de Tyco-Brahé, de Kepler y de
Hevelio.
(1) El primer Observatorio ql.le se erigió en Europa fue el de GuilIermo IV Landgra\'c de Hesse
Cassel, príncipe astrónomo, y distinguido r'estauradar de esta ciencia. El segundo fue el que Federico
11 de Dinamarca hízo construír en la ísla Hwen
cerca del estrecho Sund para el inmortal TycoBrahé, quien le impuso el nombre de Uranicnburgo
(ciudad del Cielo) y que arruinaron sus enemigos
y el minisíro \Vaichcndorp. Su nombre debe ser citado, dice Lalande, para cubrido de infamia, y entregado a la execración de los sabios de todas las
edades como a opresor de la astronomía y del
genio más grande que jamás tuvo esta ciencia.
,
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Señor D. Francisco José de Caldas
La verdad se descubre 'por medio de la
lucha de las opiniones entre si.
Sin embargo de que no seré yo el menor apreciador de su bello discurso-geográfico, ni el que
menos lo haya elogiado, leyendp en él una opinión opuesta o contradictoria a la que sigo en
la materia de que usted como por incidente tocó en el segundo número del Semanario; he
creído interesante al público (al menos al filosófico) la discusión sobre ella, porque entiendo que las consecuencias que pueden deducirse
de la de usted pOdrían tal vez inducir un
error moral en aquellOS que, sin embargo de la
rapidez con que usted se explica, se detengan
a inculcar o examinar el sentido de su expresión.
Este es el único agente que ha movido mi
pluma, 'y el objeto sobre que me he propuesto
tratar en esta· carta: entro, pues, en materia.
En el segunda párrafo de aquel Semanario y
a la conclusión de él, sienta usted esta proposición: "Hay pocos puntos sobre la superfiCie
del globo más ventajosos para observar, y se
pup.de r1p.c.irparfl, tocar
Al inflnjo
dp.I climfl. y
de los alimentos sobre la constitución física del
hombre, sobre su carácter, sus' virtudes y sus
vicios"..
Parece que no queda duda que por esta aserción cree usted que el clima y los alimentos influyen directamente sobre las virtudes y sobre
los vicios de los hombres; y esta opinión es la
que pienso combatir, porque la mía no conoce
otro principio para obrar el hombre el bien o el
mal; que su misma constitución, los buenos' o
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malos ejemplos que se le presenten, y la buena
o mala educación que reciba; siendo por consecuencia indiferente para lo uno y para lo otro
la influencia del clima y de los alimentos. Bien
sé que usted en su opinión sigue la de muchos
escritores reputados por buenos filósofos; y como la mía tampoco es tan singular que no tenga en su séquito otros muchos de igual reputación, la expondré fundándola en la experiencia y en la historia, que son las bases sobre
que pretendo persuadir al lector imparcial, y
las únicas que deben decidir en la materia.
El clima no puede alterar la moral de los
hombres que es la razón por esencia. Yo convengo que el calor y el frío en sumo grado tienen influencia sobre las paSiones del hombre.
Sp nota :por pX!lpripn~i~ P'Yl
!,~j~e~ de El!r0""
pa, que así en los días más ardientes de la canícula, como en los más fríos del invierno, son
en los que se cometen por los hombres los mayores y más frecuentes delitos: y tal vez por
esta observación los legisladores antiguos griegos y romanos, dispusieron que en los días de
aquellas crisis se celebrasen unas fiestas capaces de disipar la melancolía y el mal humor,
como fueron las de los Reyes entre los primeros, y las Saturnales entre los segundos. Pero
también se advierte que aquellos mismos tiempos son fecundos en acciones grandes; porque
la efervescencia de las estaciones obra sobre
nuestros sentidos, del mismo modo que obra la
del vino, nos da un grande impulso, pero indiferente hacia el bien o hacia el mal.
La naturaleza ha puesto en nuestra alma dos
potencias, que se balancean siempre en una
misma proporción: cuando el sentido físico nos
abate por la fuerza del amor, el sentimiento
moral de la ambición nos eleva. Este eqUilibrio
tan necesario al imperio de la virtud, subsiste
siempre y no se altera, sino en aquellos en quienes ha sido destruído por los malos hábitos de
la sociedad, y más frecuentemente por los de
la educación. Entonces, no teniendo ya la pasión
dominante aquel contrapeso, se hace dueña de
1()~
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todas nuestras facultades; pero esta falta !llás
debe atribuírse, como se ve, a la sociedad, que
a la naturaleza;
y si la educación es la principal causa de aquel desorden,' por ella puede
corregirse, sin recurrir al inútil remedio del
temperamento.
Sin embargo de esto, una observación bastante notable me hace opinar que aquellas mismas estaciones de calor y frío no influyen sobre las pasiones del hombre, sino obrando más
sobre su moral que sobre su físico. Confieso
que esta reflexión tiene el aire de paradoja;
pero la apoyaré con una experiencia que es
constante y notoria a todos.
Si el calor y el frío de un clima obra, como se
ha dicho, sobre el cuerpo humano, nunca lo
haría con más fuerza que cuando está en el
seno materno, del mismo modo que lo ejecuta
con los animales y las plantas. En un país constantemente ardiente, como Cartagena o las islas de Barlovento, los animales y las plantas
traídas de Europa, aceleran sus partos y desenrollas, comparados los dos climas; y lo mismo
han observado algunos que sucede con los huevos de gallina, sacados en el estío o en el invierno en Europa. Pero, como dijo un sabio a
este propósito, y como lo vemos todos, en Cartagena, en las Antillas, y en cualquier otro país
del mundo, sean blancas o negras las mujeres,
todas llevan sus hijos nueve meses en su seno:
de que se deduce que el cuerpo del hombre no
está sujeto a las mismas leyes que el resto de
los animales.
intención moral por la cual conserva el equilibrio de la población entre las naciones; y ella
sería desordenada si las mujeres tuviesen más
frecuentes sus partos en los países cálidos que
en los fríos. Esta intención moral se manifiesta aún más en la admirable proporción con la
cual nacen los dos sexos, en casi igual número,
con la misma diferencia en unos países que en
otros, compensándose aquella corta desigualdad con que si hay un poco de más número de
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mujeres que de hombres, v. gr., en los del Me~
diodía de Europa, hay también más hombres
que mujeres al Norte; como si por este medio
quisiese la naturaleza convidar a los pueblos
más retirados a reunirse o acercarse a los otros
por los matrimonios.
De este modo se prueba que el clima influye
sobre la moral del hombre; pero jamás creeré
que le determine a obrar el bién o el mál: y
aunque esta supuesta determinación sea reputada en algunos libros por basa de la legislación de los pueblos, no hay, en mi concepto,
opinión filosófica más bien rebatida que ésta
por todos los testimonios de la historia.
Muchos de estos filósofos han decidido con
la mayor satisfacción, siguiendo sus juicios:
"Que en ¡as altas montañas es donde la libertad ha escogido su asilo; que del Norte es de
donde han salido los feroces conquistadores
del mundo"; y al contrario: "que en el Asia reina el despotismo, la esclavitud y todos los vicios políticos y morales, que se derivan de la
pérdida de la libertad". Yo les preguntaré: con
qué según eso ¿es necesario que reglemos por
los barómetros y termómetros las virtudes y
las felicidades de las naciones? Pues a la verdad que sin salir de Europa vemos una multitud de montañas monárquicas (en el concepto
de aquellos filósofos con un gobierno opuesto
a la libertad) tales como las de Saboya, una
parte de los Alpes, el Apenino y los Pirineos;
cuando al contrario en sus llanuras vemos muchas repúblicas, como la de Holanda, la de Polonia, Venecia y la Inglaterra. Obsérvese por
otra parte que estos mismos territorios han
experimentado alternativamente
diversas suertes de gobiernos. Ni el frío ni el calor dan a los
hombres la energía por la libertad, y todavía
menos la injusta ambición de arrebatar la de
los otros. Los paisanos de la Rusia, de la Polonia, y de las frías montañas de Bohemia, esos
países tan decantados como "la patria de los
feroces conquistadores del mundo", son esclavos de muchos años, entre tanto que los Agraes
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y los Maratas son libres y tiranos en medio
del Asia. En las costas mismas del Africa, a
su parte septentrional, se encuentran muchas
repúblicas, a pesar de ser ardentísimas. Los
Turcos, que han invadido la más bella porción
de la Europa, salieron del más dulce clima del
Asia.
Pero todavía los partidarios de la opinión
opuesta quieren sostenerla con ejemplos y deducciones. Citan con énfasis la timidez de los
Siameses, y la de la mayor parte. del Asia; pero lo cierto eS que aquélla viene a ser entre
aquellOSpueblos más bien hija de la multitud
de sus tiranos,,_que del calor del clima. Én oposición les citaré yo los Macasares, que habitan
la isla Célebes,situada casi bajo de la línea: éstos tienen un valor tan intrépido, que el valiente conde de Forbin refiere que un pequeño número. de estos insulares puso en fuga con unos
simples puñales a todos los Siameses y Franceses que tenía bajo sus órdenes en Bancok, a
pesar de que los primeros eran en gran número, y que los segundos estaban armados con fusiles y bayonetas.
Si de la paSión del valor pasamos a la del
amor, veremos igualmente que el clima no determina tampoco las acciones de los hombres.
Sobre los excesos de esta pasión me referiré al
testimonio de los viajeros, Y ellos nos dirán si
los pueblOSdel Norte o los del Sur se llevan
ventajas. Lo cierto es que en todos los países el
amor es una zona tórrida para el corazón del
hombre. Pero observemos, como de paso, que
l(ls rcpurticicnes
que han hecho los filóSQfos-cli-
mistas, poniendO el amor entre los pueblos del
Mediodía, Y el valor en los del Norte, han salido de su pura imaginación; Y es bastante sabido que esta repartición la hagan en los países extranjeros para ellos, pues, por lo que mira a los suyos, saben reunir en ellos aquellas
dos cualidades. Por esto, según sus juicios, un
Francés es tan grande hombre para el amor,
como para la guerra; lo que no aplican a las
demás naciones. En una palabra, según ellos,
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SEMA:NAlUO
un Musulmán con su serrallo es un afeminado,
y un Ruso o cualquiera habitante del Norte
es un Dios Marte; pero estas distinciones se
destruyen por esta simple cuestión: las tórtolas de Rusia ¿son menos amorosas que las del
Asia? y los tigres del Asia ¿son menos feroces
que los osos blancos de la Nueva Zembla?
Esta misma cuestión podría yo hacer a usted
señor don Francisco, sobre los diversos climas
que ha corrido y observado: pues en su florido
y bello discurso pasa con tánta rapidez sobre
el fundamento de su opinión, que no nos define siquiera por un rasgo qué efectos observó
en lo físico y moral del hombre, en tánta variedad de temperamentos, que le determinasen
a decir "que se tocaba como con la mano la
influencia del clima y de los aliment.os, sobrp
su carácter, sus virtudes y sus vicios". Entretanto, pues, que se sirva ilustrarnos con sus observaciones, continuaré yo rebatiendo la opinión de los filósofos climistas.
Sin salir fuéra de unos mismos lugares a
buscar entre los hombres los objetos de comparación, encontraremos sin disputa más diversidad de costumbres, de opiniones, de vesti-
dos, y aun de fisonomía entre un actor de ópera y un ermitaño, de la que hay entre un Sueco y un Chino. ¡Qué diferencia tan enorme no
Se toca entre los Griegos del día, charlatanes,
aduladores, engañosos, tan amantes de la vida,
y los Turcos, sus amos, tan silenciosos, altaneros, sinceros y siempre prontos a consagrarse
a la muerte! Pues, a pesar de esto, aquellos
hombres tan opuestos, há muchos siglas que
están naciendo en unas mismas ciudades, respiran el mismo aire, y viven de los mismos alimentos.
A este argumento, parece que oigo responder a los filósofos (y responden en efecto) "que
aquellos hombres no son de una misma raza"
(porque el vano orgullo atribuye un gran poder a los efectos de la sangre); pero yo les replicaré que la mayor parte de aquellos genízaros tan formidables a los tímidos Griegos, son
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SEMANAR1Ó
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comúnmente sus propios hijos, aquellos que
entregan forzados como tributo a sus amos, y
pasan después a ser de aquel primér cuerpo de
la milicia otomana. Busquemos otro ejemplo
que no admita aquella respuesta: las bayaderas de la India tan entregadas a los deleites, y
sus penitentes tan austeros, ¿no son de una
misma nación, y frecuentemente de una misma familia?
y pregunto más: ¿Dónde se ha visto jamás
que el vicio o la virtud se comunique por la
sangre? Pompeyo, tan generoso, era hijo de
Strabón, notado de infamia por el pueblo romano a causa de su avaricia ..El cruel Domiciano era hermano del bondadoso Tito. Caligula
y Agripina, madre de Nerón, eran a la verdad
hermanos, pero fueron hijos de Germánico, la
esperanza de los Romanos. El bárbaro Cómodo,
era hijo del filósofo Marco Aurelio. ¡Qué distancia no se nota frecuentemente en un hombre mismo, entre su juventud y su edad madura! ¡De Nerón, llamado el padre de la patria
cuando sube al trono, a Nerón que fue declarado el enemigo de ella antes de morir! ¡Cuál
de Tito apellidado en su juventud' un segundo
Nerón, a Tito muriendo honrado con las lágrimas del senado, del pueblo, de los extranjeros,
y llamado a una voz común las delicias del género humano!
Concluyo, pues, asegurando mi opinión: "que
no es el clima el que forma la moral de los hombres, sino la opinión y la educ;:1ción";y es tal
su poder, que ellas triunfarán siempre en l1U)
latitudes, y aun del temperamp.nt.ode cada !rrdividuo. César, tan ambicioso, tan corrompido, Catón, tan virtuoso, eran ambos de una salud débiL En una palabra: el clima, los alimentos, la nación, la familia, el temperamento, no
determinan absolutamente al hombre a abrazar el vicio o la virtud; todos y en todas partes son libres en hacer la elección.
Esta es mi opinión. y la de aquellos a quienes
sigo: mi razón me persuade que la contraria es
inductiva de un error moral; porque dándole
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al clima y a los alimentos, una influencia tan
absoluta como poderosa, ni el vicio ni la virtud serían en el hombre unas acciones por las
cuales merecería castigo ni premio.
Queda por lo demás siendo su apreciador
mejor amigo:
y
De Vmd.
Diego Martín
Tanco
Santa Fé, febrero 10 de 1808.
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DISCURSO
SOBRE LA EDUCAClON
(1)
¿Quid leges sine moribus?
No hay cosa más común que oír declamar en
los escritos políticos modernos y en las conversaciones de los novelistas -del día, sobre las
varias formas de los gobiernos Y el atribuír a
ellas las felicidades o desgracias pÚblicas de
los estados. Sin pretender yo ent~ar en esta disputa, que sólo pertenece a la filosofía política,
me atrevo a afirmar que (sean aquéllas las
que fueren, y denomínense éstos como quieran, monárquicos, democráticos, 'aristocráticos
o despóticos) en todos es necesario que tengan
los jóvenes de ambos sexos, para el logro de los
fines que se proponen los gobiernos, una educación pública, gratuita, igual, sabia y sostenida. En ella está el origen de' casi todos los bienes; así como en la defectuosa o nula, todos los
males. Recórranse las historias y se hallará que
a proporción que la educación primera entre
las naciones ha sido más o menos cuidada, más
o menos ilustrada, más o menos bien dirigida,
según la religión y los intereses de la patria,
que son inseparables, así han florecido las virtudes, o descollado los vicios que al fin o han
trastornado les imperios D ma.ntenido la barb~_,rie; pues si la religión arregla las costumbres,
la patria impone obligaciones que no pueden
desempeñarse sino por medio de éstas.
(1) Aunque la mayor parte de los preceptos que
encierra ,este discurso se practican hoy, y que se han
corregido los abusos que él denuncia, ha parecido
9.ue no debía omítirse un escrito que prueba que ningún género de trabajo que tendiera al mejoramiento
de su patria era extraño a Caldas.-A.
-
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Como, separado de aquel interés natural que
tiene un padre en que sus hijos sean buenos
para la familia, hay otro general y más importante que mira al bién común de la sociedad
en que viven; de aquí viene la obligación de los
mismos padres a imprimirles, desde la menor
edad, ideas análogas conducentes a la felicidad
de sus conciudadanos, y el justísimo derechó
que tienen los gobiernos para presidir a toda la
educación de la juventud de ambos sexos, a fin
de cuidar de que ésta sea conforme a los objetos que se propone. El nuéstro, tan ilustrado, no
pOdía haber olvidado, en su sabia legislación,
un punto tan importante; así es que tiene dispuesto que los maestros de primeras letras que
qUieran abl'il' escuelas púbilcas sean antes examinados sobre lo que deben enseñar, visitados
anualmeme por las autOrIdades públicas, para
indagar si observan la buena enseñanza, y si
procuran conservar puras las costumbres de los
njño~.
Consecuente a esta vigilancia mantiene la
ilustrada piedad de nuestro soberano en esta
capital una escuela gratuita de primeras letras;
pero habiéndose multiplicado tanto la pobla".in"
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de alcanzar aquélla a repartir a todos los pobres el beneficio de la educación, ni dejar de
estar demasiado recargada para un solo maestro, con los muchos que concurren (aún de los
pUdientes), para que no pueda ser bien dirigida la
enseñanza. De aquí resulta que teniendo Santa
Fé una poblaCión de treinta mil habitantes,
puede decirse con verdad que la educación primera es nula para la mayor parte, y defectuosa para la restante; esto es, para aquélla menor que dependeúnicame¡nte del cuidado de los
padres pudientes; porque siendo ésta privada,
voluntaria y arbitraria, a poco que se reflexione se encuentran los muchos y fundados motivos para que sea defectuosa.
En efecto, las distintas condiciones de los padres, sus diversas ocupaciones, la variedad de
sus genios, de sus talentos, de sus costumbres,
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de sus posibilidades, todas estas circunstancias
presentan a la idea de un filósofo el resultado
más desagradable, porque ve, como en un cua·
dro, la diversidad monstruosa de los efectos que
ha de producir una educación tan caprichosa
como desigual. Penetrado de estas verdades, no
puede un buen patriota mirar con indiferencia
aquella que observa en los muchos que pudieran contribuir al establecimiento de las tres escuelas gratuitas que como de justicia están pidiendo la multitud de pobres de que están llenos los tres barrios, de Santa Bárbara, Nieves
y San Victorino de esta ciudad. Si el celo y la
caridad de los vecinos ricos no se emplea en semejantes generosos establecimientos, es preciso
que, a excepción de muy pocos niños, que pueden ser educados por sus padres, y de otros pocos que pueden pagar las escuelas pensionarias
que casualmente suelen abrir uno u otro menesteroso vecino, queden ~odos los demás sin
ninguna, y sean por toda su vida unos ignorantes de sus Obligaciones: y entonces, qué costumbres se verán en donde reina la ignorancia? ¿de qué servirán las leyes que tan sabiamente nos gobiernan, sino únicamente para
castigar los delitos que precisamente han de
resultar de aquélla, como el origen de todos los
vicios?
En las tristes meditaciones que devoraban mi
ánimo al contemplar el exceso de pobres que
advertía en las calles y plazas de Santa Fé, y
aun de 10 demás del reino, recorría la cadena
que liga a los hombres que viven en sociedad,
por si encontraba en sus eslabones la causa que
motivaba aquella tan not~ble desproporción, Y
decía: Si la mucha pobreza de esta ciudad no
tiene 'su origen en aquella virtud que désprecia
lo terreno para correr más libre a la perfección,
sin dúda proviene la de tantos ,infelices de la
inacción perezosa, del fastidio al trabajo, de
una insensibilidad extravagante por las comodidades de la vida; en una palabra, de la ignorancia criminal de aquella ley divina que condenó al hombre a mantenerse de su trabajo y
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a costa del sudor de su rostro. Es verdad (continuaba) que en el hombre, por su desobediencia al primero y único precepto que le impuso
su Creador, quedaron desordenadas sus pasiones y su ciencia convertida en una grandisima
ignorancia; pero acaso ¿no lo es también que
la bondad del mismo Sér supremo, proveyó a
la necesidad que tenía el hombre en semejante
estado, de un auxilio extraño que le ayudase a
dirigir y rectificar sus ideas, ilustrar su razón
oscurecida, y buscar por medio de ella alguna
parte de la felicidad que había perdido? Para
I esto ¿no le crió con una tendencia decidida a
vivir en sociedad con sus semejantes, para que
de esta mutua reunión resultase la comunicaCiÓi1.
de luces; de consejos,
de enseña.nza;
en
una palabra, lo que llamamos educación? Esto
no tiene duda, y ya es un axioma en la moral
que la educación bien dirigida en los niños, viene a ser una segunda naturaleza, que puede
enmendar y corregir los defectos de la primera en que nacen.
De estos antecedentes deducía yo las consecuencias precisas: luego esta multitud de pueblo que veo.entregada a la holgazanería y enYne!t~~en los horrores de la ignOl~anciano tiene
ni ha tenido educación ni pública ni privada;
luego es forzoso que, faltándole ésta, carezca de
costumbres; luego es preciso que sea perjudicial al Estado y a sí misma por sus vicios y malos ejemplos. ¡Ahí tenéis pues (exclamaba en el
transporte de mis reflexiones), ahí tenéis, poderosos y ricos de Santa Fé, en qué emplear
con usura vuestros caudales y vuestro patriotismo en bién de esa porción desdichada, que
son sin embargo vuestros hermanos!
Supuesta pues la verdadera escasez de escuelas en esta ciudad, y aun en la mayor parte del
Reino; y supuesta también la importancia de
su establecimiento, permítase a mi celo y a la
recta intención de mis reflexiones una observación. Es bastante reparable que entre los centenares y aun millares de sujetos que han fallecido en esta capital dejandO caudales de bas-
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tante consideración, no haya habido 'uno que
se acordase de la primera obra de misericordia
espiritual que nos recomienda tánto nuestra
Santa Madre la Iglesia de enseñar al que no
sabe. Se oyen sí, se ven otras muchas disposiciones testamentarias que aunque muy buenas
y cristianas en sí mísmas; sí se examinan a la
luz de una buena crítica, más parece que lle~
van la señal y marca del egoísmo, que la' de
aquella virtud que encierra en su seno el amor
a sus semejantes, y que viene a ser un precepto divino que tánto recomendó Jesucristo, llamándolo suyo (1).
¡Oh compatriotas míos! reflexionad un poco
sobre los incalculables bienes que resultan en
lo espiritual y temporal de tántos infelices que
por falta de enseñanza se quedan en los horrores de la oscuridad, con toda la corrupción de
la naturaleza; y graduad después, si es posible,
las consecuencias funestas que deben resultar
a la sociedad en general. ¿Puede haber una limosna, ni una obra más grata a Dios, que el establecimiento de una escuela bien cimentada
y bien dirigida, donde continuamente y por la
sucesión de siglos, se estén' enseñando a un sinnúmero de hombres todas las obligaciones que
deben desempeñar en el discurso de su vida,
ya respecto a su Creador, ya a la sociedad en
que viven, y ya a sí mismos? Aun mirando sólo
al provecho espiritual que resulta a todo el que
I
(1) Algunos añ('5 d,,:;pués el virtuoso patriota Santiago Umaña fundó la Escuela de Las Nieves; Este
ciudadano ilustrado promovió también el cultivo de
la linaza en sus haciendas, y logró hacer tejidos de
lino muy regulares. Acopió también unaescogidil biblioteca de obras de ciencias y artes. Carecemos de
una noticia biográfica del señor Umaña y sería de
desear que uno de sus parientes, que los tiene ilustrados, se encargase de este tributo de justicia, antes que el tiempo "borre enteramente las noticias vagas que hoy tenemos de tan benemérito GranadinO.-k
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hace una buena obra, puede haber otra que
abrace más mérito que la de que trato, pues por
ella socorre a tántos millares de sus pobres hermanos que de otro modo quedarían en la miseria, sumergidos en el mayor de los males, cual
es la ignorancia?
Cuando me propuse extender estas reflexiones para el público, aunque no tienen otro objeto que promover el bién de la patria, no se
me ocultaba que era necesario decir verdades,
y verdades que habían de amargar a muchos,
que, contentos con las cosas de su país tal cual
se encuentran, o persuadidos que no pueden
estar mejores, oyen con desagrado y tienen por
sátira todo lo que no sea elogiarlas. Para éstos
no he reflexionado, sino para los que, penetrados como yo del deseo del bién común, pueden
tal vez contribuir con sus caudales o celo patriótico a formar los establecimientos de escuelas gratuitas de que tánta necesidad hay en esta capital y Reino, particularmente en los tres
enunciados barrios de Santa Bárbara, las Nieves y San Victorino.
Perú, como el beneficio que resultaría a esa
porción desgraciaóa de jóvenes al recibir una
educación cristiana y patriótica, qu.edltría defectuoso, si las tales escuelas no se estableciesen sobre bases ilustradas, firmes y dirigidas
por maestros filósofos, continuaré mis reflexiones sobre tan importantoo objetos, sacándolas
de la experiencia, de la historia y de la opinión
de aquellos que han observado el corazón del
hombre, el carácter de los niños, y los más comunes defectos con que hasta aquí se ha dirigido su educación, ya privada, ya pública. ¡Oh!
quiera la Providencia que yo sepa inspirar en
aquellos que pueden concurrir a tan laudable
obra, los deseos de que está penetrado el corazón de.-EI Amigo de los niños.
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REFLEXIONES
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SOBRE LA EDUCACION
PUBLICA
I
Demostrado a mi entender en el anterior discurso el grande beneficio que recibe el hombre
de la educación, la necesidad urgente que hay
en Santa Fé y sus provincias de este ~eneficio,
para comunicarlo a una multitud de pobres; que
aquella sea gratuita por medio de establecimientos piadosos de escuelas; y últimamente
que sea pública para que pueda vigilar sobre
ella el gobierno por el justo derecho que tiene
al bién común, se sigue probar ahora las utilidades que resultarán a la patria y a las buenas
costumbres de que el método de enseñanza en
la primera edad sea igual y uniforme en. todas
las escuelas. Porque, así como viene a ser defectuosa respecto.al interés común la particular que dan los padres a sus hijos en lo interior de sus casas, por las razones que inmediatamente ocurren al entendimiento y que expresé en mi discurso; del mismo modo lo será,
aunque sin tantos inconvenientes, la de las escuelas, si se deja su dirección y método al voluntario capricho de cada maestro, por más
cuidado que se ponga en escoger a éstos por
exámenes y oposiciones.
Esta utilidad la conocieron desde luego los
.sabios de la más remota antigiiedad. Plt¡tarco
~n ía comparación que hace entre Licurgo y
Numa, en su preciosa obra de las vidas de los
hombres ilustres, reflexiona de este modo: "Qué
. cuidado hubiera sido más digno de la sabiduría de Numa, que aquel que debió poner en que
~l mantenimiento de los niños fuese bueno y la
~ducación de la juventud igual, a fin de que no
fuesen lii turbulentos en sus modales, ni diferentes en las costumbres; sino que, estando todos vaciados y formados desde el principio en
un mismo molde de virtud, conviniesen y acor-
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dasen también los unos con los otros, que resultase como si fuera uno solo, y un todo perfectamente acabado en sus partes?"
Consiguiente a este convencimiento, las leyes
romanas vigilaban sobre la educación igual de
los jóvenes a fin de inspirarles a todos unos
mismos sentimientos de amor a la patria y de
respeto a la religión. Su historia está llena de
ejemplos los más singulares, que prueban que
no de otro modo sinó por principios de una educación igual, uniforme y pública, pudieron repetirse en Roma, en los felices tiempos de la
república, las acciones heroicas, que son todavía la admirac{ióndel ill1uI1\do
y el modelode patriotismo que deberían imitar las naciones cultas de nuestro siglo, y de que están muy distante, a pesar de su ilustración cristiana: lo
que prueba, a mi entender, que puede darse un
verdadero patriotismo con todos aquellos bienes que de él resultan al común, sin ser necesario (como lo ha dicho alguno) que el hombre
se ponga en la perfección moral del Evangelio;
pues lo vemos en los gentiles guiados por la sola ley natural. Si éste fuera su lugar, se probaría esta
verdfl,d con SÓ1Q poner
a la Yist.a del
lector los ejemplos de Griegos y Romanos, pero
no siéndolo continuaré mi asunto.
La sabia Grecia, más entusiasta aún que los
Romanos en este punto, llevó a tan alto grado
el cuidado de la educación pública de los niños
para que fuese igual y estuviese bajo la inspección del gobierno, que en Lacedemonia disponía la ley, que todo ciudadano era obligado a
avisar al magistrado público luégo que advertía que estaba encinta su esposa; porque desde
aquel momento disponía que la patria empezase a ejercer su derecho sobre el ciudadano. Y en
efecto el magistrado pasaba a la casa y prescribía el método de alimento y ejercicio que había de seguir la madre en el resto del embara00, a fin de que no se malograse el feto y naciese sano y robusto. Consiguiente a este principio, se le había de avisar del parto; y luégo
se hacía cargo la patria del niño o niña, se lo
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S:EMANARíÓ
7.7
quitaban a los padres, y no volvían a ver a su
hijo hasta que estaba instruído en todos los deberes de un ciudadano, y capaz de serIe útil algún día por su sabiduría y valor (1). Bajo de
tales disposiciones, ¿qué extraño fue que un
país tan corto como la Grecia produjese una
cadena no interrumpida de hombres ilustres en
valor y ciencia que han llegado hasta nosotros, no sólo en sus nombres célebres, sino en
los elementos de todas las ciencias y artes?
¿Ni qUién Se admirará después de esto que una
nación tan reducida y al mismo tiempo tan dividida en pequeñas repúblicas, llegase a dominar en toda el Asia, ni de que trescientos espartanos se opusiesen con la mayor firmeza y
resolución hasta morir todos, al innumerable
ejérCito de Jerjes en las Termópilas? Sí, conciudadanos de Santa Fé, cuando el patriotismo
está acompañado de la sabiduría, es invencible,
y uno y otro será síempre el fruto de una educación pública, gratuita, igual y bien dirigida
en todos los jóvenes.
Ir
Probada esta verdad con la experiencia de los
siglos, pasaré a reflexionar sobre los métodos
comunes que se han seguido hasta aquí en
nuestras escuelas, tanto de Europa como de
América; métodos que en mi concepto se han
opuesto a la perfección de la enseñanza tanto
civil como cristiana. Parecerá tal vez una paradoja esta proposición, hR.blándo8een medio de
una nación tan católica como la España; pero
el' filósofo que haya estudiado y observado' el
corazón del hombre decidirá si yo me he engañado o no.
Notorio es a todos que uno de estos métodos
ha sido inspirarles a los niños, en las escuélas y aun en los colegios, el. espíritu de ambición a los puestos elevados y preeminentes, a
(1) Barthélemy en su Viaje de Anacarsis..
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$EMAtiAIUO
las distinciones de clases con su nomenclatura
de Emperadores, Cónsules,Capitanes, y a la superioridad de los unos sobre los otros: ideas que
se amalgaman tan bien con la inclinación del
corazón humano, que suelen conservarse después en los jóvenes por todo el resto de su vida;
y, como ha dicho un filósofo moderno, al que
bebe en esta copa le queda una sed, que a veces degenera en fiebre que dura y se lleva hasta
al pie de los altares. Bien sé que si se les pide
a los maestros la razón de aquellos métodos,
responden que es la de promover la aplicación
en sus niños estimulándolos al estudio y al trabajo por aquel camino tan conforme a nuestra
inclinación. Tampoco ignoro que no han faltado escritores que en papeles públicos l1un prQ-
puesto como útil y conveniente promover la
emulación de los niños por los mismos medios
de las distinciones dentro de las escuelas, pero
yo estoy distante de pensar del modo de los
unos ni de los otros. No de los primeros, porque, no tratándose allí del ejercicio de la virtud, sino de aprender de memoria los elemen4-.neo
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bre los demás las funciones analogas a sus distinguidos empleos, lo que resulta verdaderamente no es una emulación sencilla que termina en el estudio, sino una refinada vanidad y
ambición que viene a ser muchas veces y en
muchos niños el carácter decidido y público del
hombre. No de los segundos, porque, concurriendo en una misma escuela jóvenes que fuera de ella gozan de distintas consideraciones
por sus padres y familias, será natural se llenen más de envidia 'que de emulación los de
aquellos que, sabiendo que en la calle son superiores, se ven mandados en las escuelas por
otros de inferior clase. En una palabra, yo convengo que los premios son los resortes que mueven el corazón del hombre para obrar la virtud, pero estos premios no han de ser como
hasta aquí de tal naturaleza, que le llenen de
una ambición incompatible con la. buena moral.
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SEMANARIO
'79
Es necesario pues distinguir la emulación de la
ambición: aquélla se siembra en los niños por
los premios de un interés proporcionado a la
edad y al estado de cada uno; y ésta se introduce hasta echar raíces en el corazón como la
oficina de las pasiones.
Comparemos ahora los métodos comunes que
dejo reprobados, con la doctrina de Jesucristo
en su Evangelio. Este divino y sapientísimo
maestro combatió la ambición a los puestos de
un modo bien singular y bastante ajeno de su
carácter tierno y amoroso. Si encuentra a la
Samaritana, tiene piedad de su flaqueza y la
convierte: si le presentan una adúltera, la perdona mandándole por única reprensión que no
peque más; si la pecadora se echa a sus pies
llorando sus debilidades: Remituntur tibi peccata. ¿Y cómo se mostró la mansedumbre de
este señor con los ambiciosos? "¡Ay! desdichados de vosotros! (les dice) escribas y fariseos,
que anheláis por los primeros asientos en los
festines y por las primeras sillas en las sinagogas, que deseáis que se os salude en las plazas
públicas y que los hombres os llamen maestros!
Uno sólo es vuestro maestro y vosotros todos
,sois hermanos" (1). Yo entiendo que la conducta de Jesucristo, en aquellos casos, se fundó en
que este pecado viene a ser a un mismo tiempo, por sus efectos, contrario a la sociedad y a
la naturaleza, cuando el otro, que perdonó tan
benignamente, sólo causa la desgracia de dos
culpables.
Según esta reflexión, parece que debe desterrarse de nuestras escuelas toda práctica que
pueda introducir en el corazón de los niños la
semilla de la ambición; porque sería fomentar
en ellos el orgullo, que es el patrimonio que heredamos de nuestros padres. Allí sólo se les debe inspirar el amor recíproco; instruírles en las
esenciales obligaciones del hombre respecto a
Dios, respecto a la patria y al Soberano, y res(1) San MateQ¡ cap. 23.
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SEMANARIO
pecto a si mismos; pues, saliendo todos iguales
en estos principios, la Providencia cuidará de
que cada uno ocupe en la república el puesto o
empleo que le corresponda. Porque seria cosa
bien ridícula el que un niño a quien la naturaleza dotó de una feliz memoria, o de una gran
facilidad para escribir bien, pasase en un instante de los empleos de emperador, rey, cónsul
o capitán de escuela, a ejercer tal vez un arte
mecánico en su casa, llevando grabadas en su
idea las pomposas ocupaciones del mando y
predominio de su aparente grandeza. Sería un
milagro que este niño se quisiera humillar con
conformidad al trabajo de su arte, y muy común el que parase en holgazán y en un hombre
incómodo a los demás. La naturaleza de un periódico no pemlÍ~e toda la demostración
que
puede hacerse de un cúmulo de consecuencias
funestas para la patria que se siguen de aquéllas. Basta lo expuesto para el convencimiento
de los que pueden poner remedio al mal.
III
Combatir€ ahora otro error mu:;."común u ge-
neral de nuestras escuelas, y del cual no son
menores los perniciosos efectos, al paso que incluye muchas veces una injusticia de parte de
los maestros. Voy a hablar de la corrección y
castigos que se aplican a las faltas que cometen los niños, ya en sus acciones, ya en su aplicación y adelanto; entendiéndose, que lo que
diga para las escuelas, lo dirijo también a los
padres, tutores, y a cualesquiera otros que estén encargados de cultivar aquellas tiernas
plantas.
Quien sepa la dulZura, el tierno amor con que
Jesucristo trataba y llamaba a los niños, mandando que los dejasen acercar hacia su sagrada persona, asegurando a sus discípulos que el
que no fuera como uno de aquellos no entraría
en el reino de los cielos, y pase después a examinar los modos de .corregirlos y enseñarlos, en
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nuestras escuelas y aun por el común de los
padres, ¿podrá creer que unos y otros siguen
las sendas del Evangelio, ni que están penetrados del amor a sus hijos y discípulos? Difícil
será el persuadirlo a quien no esté preocupado al
ver prácticas tan opuestas. En efecto, si se va
a observar una escuela por 24 horas, no se oirá
allí sino el azote (o el rejo, según la frase provincial), la palmeta y las ásperas amenazas,
que producen lágrimas, suspiros y sollozos, o la
vergtienza, que engendra el sonrojo o la desesperación. Estos son los instrumentos con que
se corrigen no sólo las pueriles faltas de unos
niños de seis a ocho años, sino también aquellos con que se les quíere introducir en sus potencías la comprensión y la memoria que ha
negado o escaseado a muchos la naturaleza.
¿Quién creería que en el siglo XIX Se aplicase la pena infamante del azote, impuesta por
las leyes criminales a 10'8 malvados, a la corrección y castigo de unos niños todavía inocentes? ¡Oh filosofía! joh santa razón! venid
a iluminar los entendimientos de nuestros
maestros y padres, para que acaben de aprender que, si, como ellos dicen, la naturaleza humana está corrompida, lejos de reformarIa en
los niños por el azote y la palmeta, según pretenden, ellos 'le añaden una nueva corrupción
con que acaban de 'pervertirla. Un autor filósofo y muy observador decía que la depravación
de los más famosos malvados que se conocían
en la historia, había tenido principio en la misma crueidad de su educaCión. Ya es casi un,
axioma que ,semejantes rudos castigos que aplican el común de los padres y maestros, corrompen lo físico y mo;ral de los niños; así como opinan muchos de los políticos sensatos que deben
abolirse de la legislación de ,toda nación civilizada las penas y castigos que causen infamia a
los delincuentes, dando por razón (en mi concepto bastante juiciosa)' que las leyes deben dirigir sus conatos, no sólo a castigar los delitos,
sino a evitarlos, y corregir al malo para que
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venga a ser bueno; y que la infamia vuelve tan
inútil al que afrentó, que priva a la patria de
un miembro, le corrompe para que sea tal vez
peor, y, lo que es aún más doloroso, que envuelve en su desgracia a su misma inocente generación.
Supuestas estas y otras muchas reflexiones
que pudiera exponer en este punto si lo permitiera la naturaleza de este papel, quedan o deben quedar excluídos de nuestras escuelas gratuitas, el azote, la palmeta, la vergiienza, yesos
semblante airados y zañudos de los maestros,
como medios que han producido hasta aquí
efectos tan contrarios al benéfico fin que se
propone la educación, La ignorancia. el poco
estudie del hombre, y la imitación
que tomaron
los Europeos de la Grecia en su decadencia, son
el origen de este error; y no falta autor que
asegure que el carácter feroz y duro que se nota en la nación inglesa, proviene precisamente
de ser ella la que más practica en la educación
pública y privada aquellos géneros de castigos.
Si de las escuelas pasamos a las casas de los
padres. cuando no hallemos una entera coniormidad en los modos de corregir y enseñar a sus
hijos, siempre se encuentran los peores, que son
el azote, los puntapiés, las terribles amenazas,
los adustos semblantes con que los padres, oprimiendo aquella festiva alegría y viveza tan natural en los niños, como hijas de su inocencia,
qUieren que sean unos Catones circunspectos.
¿Y qué resulta por lo común de semejantes métodos? El menor mal será que se hagan los niños unos hipócritas y unos embusteros, pues es
evidente que el demasiado temor producirá
siempre en el hombre estos efectos. Es una observación de los que han viajado por las partes
del mundo, que la Europa, a pesar de su ilustración, y de que casi toda ella sigue la religión
cristiana, es la más corrompida en sus costumbres, la que da los espectáculos de los más horrorosos y frecuentes delitos, y la en que los hijos aman menos a sus padres. Si esta observa-
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ción es justa, no pueden venir aquellas dife..,
rencias sino de la dura y rígida educación.
IV
Consiguiente a las tres reforma,s principales que deben prescribirse a nuestra escuela
gratuita, veamos ahora qué maestro nombramas· para dirigirIa. Este debe ser escogido con
el mayor tino, porque de su elección penden
precisamente los buenos efectos que haya de
producir el establecimiento. No se pondrá la
mira con preferencia, ni a la edad, ni a las
conexiones, ni a los empeños: en la primera
no está vinculada la virtud ni la ciencia, y en
los segundos puede intervenir la intriga, y perderse el acierto que tánto importa en esta materia. La opinión pública sobre sus costumbres
y carácter y un examen también público y rigoroso de sus talentos sobre las materias que
ha de enseñar, como leer bien, escribir con pureza castellana, aritmética, y doctrina cristiana por principios, decidirá la elección. Pero aún
yo· quisiera que además se indagase mucho sobre la sensibilidad de su corazón, esto es, sobre
si ama a los niños, si es compasivo con los miserables y si tiene el discernimiento suficiente
para saber que, siendo natural a los niños la
inclinación al juego y a la frivolidad, sepa también cómo ha de graduar sus faltas, para que,
según el grado de su malicia, aplique el género
de corrección más conforme. En una palabra,
ti",n", .,,"',. l1n V",.nRn"rn filñMfo nnl'! conozca el
~~;~zÓ~-h~-~~~~:-'-~i-~st~d~- de nuestra naturaleza, y aquél en que se hallan los niños, tan fácil a imprimírseles.1o bueno como lo malo; y
de este modo sabrá también que los ejemplOS
prácticos enseñan más que los preceptos.
Aun qUisiera que en mi reforma entrase también la de los nombres de maestro, preceptor o
docto, con que suelen denominarse; porque éstos a mi entender encierran una significación
algo fastuosa, poco modesta, y que no puede
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SEMANARIO
inspirar en los niños aquella confianza con la
cual conviene en su edad que traten a sus directores, para que éstos conozcan también la
condición y carácter de sus alumnos. Los de director, padre de la patria,amigo
de los niños,
o algún nombre griego que abrace el sentido
de éstos, son más propios que los otros. En la
educación de los jóvenes, y aun en el gobierno de los hombres, hay muchas prácticas que,
aunque pequeñas al parecer, contribuyen sin
embl1rgoal logro de los grandes fines que se
propone un gobierno ilustrado.
Estas cuatro reflexiones son las principales
que he creído deber manifestar al público, Con
el fin que me he propuesto de fundar sobre
ellas el plan de una escuela patriótica, con el
que concluirá para acreditar por ahora sus sinceros deseos por el bién común de este reino.
El Amigo de los niños
PLAN
DE UNA
ESCUELA
PATRIOTICA
Supuesto que he probado en mis reflexiones
sobre la educación, por el testimonio de la historia de las dos naciones más sabias e ilustradas de la antigiiedad, la griega y la romana,
que la de los niños y jóvenes, sea de un reino,
provincia o ciudad, no puede ser útil y perfecta si no tiene las circunstancias de pública, gratuita, ser y estar bajo de la inspección y vigilancia del gobierno; discurriré ahora, hasta
donde alcance, sobre el plan que uniforme y
constantemente debe observarse en las escuelas que se establecieren en gste reino, para que
los niños aprendan los elementos de las virtudes cristianas y civiles que los conduzcan después a ser unos hombres útiles a la patria, benéficos a sus semejantes, provechosos para si
mismos, y en fin, que honren con sus acciones
la santa religión que profesan.
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. Sobre estos principios, digo que el gobierno
es el primer agente que debe ordenar y poner
en movimiento esta máquina, formando una
constitución con toda la fuerza de una ley, á.
fin de que sea observada religiosamente por los
directores de escuela·: de suerte que los buenos,
caritativos y celosos patriotas que quieran manifestarlo por medio de la formación de los establecimientos piadosos de que tánta necesidad hay en esta capital y reino, sólo deberán
pensar en los medios de verificarlos, sin introducirse, ni a dar las reglas para la enseñanza, ni al nombramiento de directores, ni menos a adjudicarse el titulo de patronos, para si
ni ninguno de sus parientes. Ea superior gobierno, como un verdadero representante de
padre de la patria, será el patrono y el único
que cuidará del cumplimiento de las intenciones de los establecedores y donatarios: a éstos
les bastará la recompensa que hallarán en el
seno de Dios, por quien hacen la obra, y el reconocimiento público de sus conciudadanos, el
cual permanecerá indeleble en su memoria y
corazones, por medio de las demostraciones religiosas que anualmente harán las escuelas en
recuerdo f~liz de sus benefactores, de las que se
tratará en su lugar.
La real constitución, pues, que debe gobernar
en las escuelas de la patria, tendrá por preámbulo ya su frente aquel bellísimo rasgo que el
inmortal Fenelón, arzobispo de Cambrai, en
su obra el Telémaco, pone en boca de Mentor,
dirig-idc al rey Idomcncc:
"Por lo que hace a
los niños (le decía), ellos pertenecen menos a
sus padres que a la república: ellos son hijos
del pueblo, hacen sus esperanzas y sú fuerza,
y es muy tarde para corregirlos cuando han
llegado a corromperse. Poco importa para el
caso el excluírlos de los empleos que ocupan
después que se han hecho indignos de ellos;
porque vale mucho más prevenir el daño que
verse obligado a castigarlo. El rey, que es el
padre de todo su pueblo, lo es co~ particulari-.
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dad de la juventud, que es como la flor de la
nación y cuyos frutos deben cuidarse con el
mayor esmero. Dígnese, pues, el rey velar sobre
la educacíón que se da a los niños; haga que
se observen religiosamente las leyes de Mínos;
fórmeseles un punto de honor de huír las delicias y las riquezas, y que la injusticia, la mentira, la ingratitud y la afeminación, se miren
entre ellos como vicios infames; enséñeseles a
los niños, desde la tierna infancia, a cantar de
memoria las alabanzas de los héroes qUe han
sido amados de Dios, que han hecho acciones
generosas por su patria y manÍfestado su valor
en los combates; que aprendan a ser tiernos
con sus amigos, fieles a sus aliados y equitati-
vos con todos los hombres, aun con sus maycres enemigos; que teman menos a la muerte y
a los tormentos que a la menor reprensión de
su conciencia. Si desde temprano se les enseña a los niños estas grandes máximas, y se les
imprimen en la memoria por medio de la dulzura del canto, pocos habrá que no se inflamen
de amor a la gloria y a la virtud".
Yo no he hallado u.n rasgo más tierno y expresivo que éste para manliestar Un soberano
a su pueblo la legítima autoridad con que pone bajo de su mando e inspección la educación de todos los niños, el amor y cuidado que
le merece la nación que gobierna, y que sirva
al mismo tiempo de enseñanza a los directores
de escu~las para dirigir la que deben dar a sus
niños. Empecemos, pues, nuestro plan.
Material del edificio
El edificio que haya de servir para una escuela debe estar, no precisamente en el centro
de la ciudad o barrio, sino en lo más retirado
de él, lejos del bullicio que pueda llamar la
atención de los niños y distraerlos de sus obligaciones. Si puede ser alto, se preferirá al bajo, por más saludable, mejor ventilado y de
más agradables vistas. Sobre la puerta princi-
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pal de la calle, se colocará, en una tarjeta con
hermosas letras de oro: ESCUELA DE LA PATRIA, para que sea conocida y respetada del
público.
La pieza para la enseñanza de los niños debe ser grande y muy clara; y en ella tendrá
también el director su asiento, para que de
una ojeada vea lo que cada uno hace, y nada
se le oculte, sin necesidad de valerse del cuidado dE)otros. Correspondiente a esta pieza, tendrá la casa aquellas que proporcione a los niños el esparcimiento en los días que se señalarán, como patio y jardín de regular capacidad. Si fuere baja y estuviese sobre la calle la sala grande, se cuidará de que nt los niños puedan asomarse fácilmente a las ventanas, ni que los que pasan por la calle la registren.
Todo debe respirar allí el aseo y el· buen orden, porque es una parte principal de la educación de los niños el enseñarles la propiedad
en todas las cosas, para formar les el buen gusto y acostumbrarlos a 'la decencia. Dios es orden: y el hombre en sociedad debe imitarle en
lo moral y en lo físico: y así el director de una
escuela enseñará a sus niños, no sólo aquellas
máximas que se dirigen· a las buenas acciones,
sino también aquellas que tienen por objeto el
aseo, la limpieza, la proporción y el buen gusto. Por esto convendrá que en la pieza grande
de enseñanza haya adornos de pinturas esCogidas, esto es, historias que instruyan y enseñen, CuillOlos pasajes 111ásnotables de la vida.
de Jesucristo en el tiempo de su predicación;
ya aquel en que, rodeado de gentes y en actitud propia, decía: Sinite parvulos venire ad
me (1): dejad que se' acerquen a mí los niños;
o ya aquellos en que manifestaba a los hombres su amor, su ardiente caridad sobre sus males y trabajos,' y les explicaba el grande cuida-
(1) S. Marc. cap. 10, v. 14.
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do que tenía su padre para proveerles del sustento y del vestido.
Tambíén Se colocarán en tablas bíen píntadas y con hermosas letras algunas inscripCiones sacadas del Evangelio, para que se acostumbren a leerlas los niños, como aquellas:
Amáos los unos a los otros. Venid a mí vosotros
que estáis cansados, que yo os aliviaré. Igualmente convendrá inscribir algunas máximas morales, como: La virtud consiste en preferir el
bién público al nuéstro. Para ser virtuoso, es
necesatilo resistir a sus inclinaciones, a sus deseos, a sus gustos, y combatir sin cesar contra
úno propio. No convendrá menos representar
a los niños en pinturas algunos actos de la justiéia divina, para hacerles comprender
que
Dios, al mismo tiempo que está lleno de misericordia, para los que le imploran, también lo
está de justicia para los que no dan frutos de
buenas obras; pero no se les pondrán a la vista
aquellos que causan terror y espanto, como el
juicio, el infierno, ni otros semejantes, sino como aquel cuando Jesucristo maldijo la higuera
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con el azote, arrojaba del atrio del templo a los
tratantes que le profanaban; teniendo cuidado
el director de explicar a los niños el sentido genuino dé todas estas cosas.
Nombramiento de los directores
Aunque pertenece a la autoridad suprema del
gobierno el derecho de nombrar los directores
de las escuelas, y deberá verificarse así, las muchas y graves atenciones de que comunmente
está rodeado piden de justicia que haya un
cuerpo intermedio por cuyo conducto lleguen a
su conocimiento todas aquellas noticias que
han de preceder al nombramiento para que sea
acertado y fundado en toda justicia. Ningún
cuerpo más a propósito para llenar tan delicadas funciones, como el del ilustre cabildo civil
de esta capital, tanto para las escuelas que se
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funden. en ella, como para las de aquellos pueblos del reinó que no dependan de las cabezas
de provincia donde hay cabildos completos. Por
sus constituciones estos cuerpos se componen
de vecinos ilustrados, y patriotas llenos del mayor celo por el bien público; exentos por las leyes de conexiones y parentescos entre si, por
consiguiente imparciales para los exámenes y
propuestas que deberán preceder al nombramiento.
El método para desempeñar estas funciones
será el más sencillo y ordenado por las leyes en
otros semejantes establecimientos. Llegado el
caso de hacerse el de alguna escuela, o que haya vacante, previo el permiso del superior gobierno, se fijarán carteles en nombre del ilustre cabildo, convocando a los pretendientes que
quieran oponerse; se señalará el término dentro del cual se han de presentar; se explicarán
las circunstancias que han de concurrir en los
candidatos, y materias de que deben estar impuestos, a las cuales debe reducirse el examen;
últimamente se les advertirá de los documentos con que han de legitimar sus personas, y
justificar su conducta pública en los lugares
donde han residido.
Como también seria embarazoso para los Cabildos el hacer por si mismos los exámenes sobre las tres primeras materias de que deben
estar bien instruidos los pretendieptes, podrá
nombrar el cabildo tres sujetos de la' ciudad,
conocidos por su probidad y talentos, qne concurrirán a prc:>eiíGiar y ejecutar por sí el examen de leer, escribir y contar, y darán por escrito el juicio que hagan de la aptitud de cada
opositor. Fundado sobre estos dictámenes, formará el cabildo pleno su propuesta al superior
gobierno, guardando la imparcialidad que pide
la justicia y la importancia del acierto. Pero,
,como,además del examen de aquellas tres materias, debe hacerse de la cuarta y más principal, cual es la de la religión, sus dogmll,s,preceptos y prácticas, por principios claros y bien
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entendidos, esta parte será encargada
y ejecutada a presencia del cabildo por uno de los
señores eclesiásticos a quien se cometerá, el
cual hará sus preguntas sobre los principales
puntos de nuestra santa r~ligión, ceñidas a lo
histórico, moral y misterios de ella, sin comprometer al examinado con cuestiones teológicas, metafísicas ni controvertibles, que ni deba saberlas ni correspondan a la enseñanza de
unos niños. Este método se observará interin
que no haya tres directores de escuelas ya en
ejercicio y aprobados; porque habiéndolos, ellos
serán examinadores natos, y los únicos de quienes se valdrá el cabildo para estas funciones en
todas las materias.
Concluídos los exámenes, hecha la propuesta
al gobierno y nombrado el director que se considere más benemérito, se le extenderá a éste
su correspondiente título en toda forma, bajo
la calidad de gratuito, y lo presentará el interesado al cabildo, para que, tomada la razón,
se le pague al director la renta que tenga asignada la escuela. En aquel diploma se deberán
conferir a los directores todas las honras y distinciones que corresponden al importante encargo que van a desempeñar; y no debe parecer exagerado el que se les confieran iguales
que a la clase de los catedráticos de universidad o colegio, pues no son menos honrosas sus
ocupaciones, ni menos importantes al Estado y
al servicio del soberano.
Este será un medio para que, honrando la
profesión, se presenten a obtenerla los sujetos
de más probidad, de mejores talentos y de una
representación tal en el público, que vengan a
ser respetadas las escuelas y no se desdeñen de
enviar a ellas sus hijos los padres de la más
alta consideración jOh! quiera la Providencia
que vengan a ser las de Santa Fé el principio
de aquellas reuniones en que se engendra la
fraternidad
cristiana,
la tierna
y perpetua
amistad (única que puede consolar al hombre
en sus adversidades),
y que la patria coja el
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SEMANARIÓ
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fruto precioso de ver en su seno unos ciudadanos y unos hijos dignos de los mejores siglos!
Obligaciones de los directores
la enseñanza
y
métodos para
Esta es la parte que por su naturaleza pide
en este plan una explicación más prolija, clara
y metódica; así como en su práctica es la más
importante y difícil de desempeñar para los directores de la escuela.. Yo quisiera, por tanto,
para llenar la que m,e ·toca, estar penetrado de
los sentimientos filosóficos más profundos, y
de los conocimientos más exactos del corazón
humano, para no omitir ninguno de aquellos
puntos más esenciales, y expresarlos con tal
unción y energía, que se grabasen en los corazones de los directores, y resultase el más bien
ordenado movimiento a toda la máquina. Mibuen
deseo y la indulgencia del público sensato suplirán lo que falte.
La primera disposición del director en su escuela será la de formar un libro en que vaya
sentando los nombres de los niños que presenten sus padres, parientes o tutores, que sean
vecinos del barrio en que esté fundada la escuela, como los únicos que tendrán derecho a
ser admitidos, si fuere ésta la voluntad de los
fundadores, y como lo pide el buen orden, para
que no estén unas más recargadas que otras de
niños: la partida expresará el día, la edad, patria, padres, y estado de enseñanza que tienen.
Des!més fo!'ma!'~, ot.nts t.9,rrt.a.slista.s eO!no e1fl,-
ses en que estarán divididos; las que para el
debido orden y más fácil método, serán cuatro:
la de leer, la de escribir, la de elementos de
cuentas, y últimamente la de contar y doctrina
por principios.
La división de estas clases será bien sensible,
y éstas discretament~ dispuestas en asiento de
gradas numerados, para que cada niño sepa
dónde debe sentarse siempre, como que la gra:-
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SE:MANAR!O
duación de asientos es la única que denotará
la antigiiedad y adelantamiento de cada uno.
Así como queda abolida toda distinción de
empleo, cargo, dignidad, o cualquiera otra que
denote superioridad de un niño sobre otro, así
también se prohibe que la escuela se divida en
bandas o bandos. Allí todo debe respirar igualdad y fraternidad: no se conocerá otra autoridad que la del director para mandar y corregir; y lejos de dividir la escuela en contrarios
unos de otros, la estrechará más a la unidad
nombrando a cada niño un compañero de escuela y reuniéndolos en público bajo de los signos de la amistad. La discreción del director
hará estas uniones, cuidando que sean de distintas clases. edades, genios, aplicación y talento: al pequeño con el grande, al inquieto con
el juicioso, al rudo con el hábil, al perezoso con
el aplicado.
Los efectos de estos enlaces serán como los
que se ven en la guerra entre los que se llaman
compañeros de armas: se estiman, se sirven, se
buscan, se defienden, se enardecen en la batalla, se exponen a los peHgros, y, si es necesario.
da el une la vida por salvar la de su compañe-
ro. Así los compañeros de escuela se auxiliarán
mutuamente dentro de ella, en sus repasos y
lecciones: en la calle serán unos amigos que se
acompañarán· hasta sus casas, se buscarán para el paseo, se aconsejarán; y últimamente el
niño pudiente, si le tocó un compañero pobre,
le socorrerá, con anuencia de sus padres, con
los libros, papel o alguna otra cosa que necesite. ¡Qué de amistades tiernas, sinceras y útiles
no resultarán de estos pequeños enlaces que
dictó la casualidad y confirmó después la naturaleza!
Uno de los cuidados del director será el de
recibir y despedir a sus niños con semblante
risueño y palabras tan cariñosas, que no Sólo
les inspire confianza, sino que llegue hasta persuadirlos que los ama a todos tiernamente como si fueran sus propios hijos. ¡QUé amable y
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SEMANARIO
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gustosa no se les hará la concurrencia diaria a
sus escuelas, sabiendo que son recibidos allí
con agrado, y que no han de ver ni oír jamás
llorar por castigos a sus compañeros y amigos!
Yo no dudo que cuantos lean este punto, si
cursaron las escuelas actuales, dejen de acordarse al instante· de su pequeña edad, y de lo
que pasaba y sentían en sus corazones cuando
llegaban los momentos de ir o salir de la escuela: ¡qué contraste de tristeza y alegría! Pues:
no debe buscarse la causa de este encontrado
efecto, sino en el desagrado con que por lo común son recibidos, el severo semblante que ven
siempre en el maestro, y los frecuentes castigos que experimentan y ven ejecutar en los
otros por faltas tan fáciles de cometer como
naturales a sus inclinaciones y cortos alcances.
Como, en la escuela de la patria, será uno de
los prinCipales deberes de su director el de imprimir en los niños, desde los principios, el espíritu de honor, de vergiienza y de probidad,
vendrá a ser más eficaz, para promover en
ellos la aplicación al trabajo, aquella corrección o castigo que señale entre los otros como
ignorante, incapaz, e indigno de pasar de una
clase a otra, que no los azotes, la palmeta, ni
algún otro que cause dolor o infamia. Lo mismo
que pasa en el corazón del hombre ya formado, sucede por lo común en el del niño: el rigor
más le exaspera que le corrige; y así como n.o
se ha visto hasta ahora (o será mu¡yraro) que
un 110illbre infan1ado por 105 azotes, vergucnza
pública o destierro a galeras; se haya convertido en un hombre de bién y útil a la patria,
.tampoco se logrará que un niño se aventaje o
haga progreso en el estudio por el mismo camino de rigor, y menos si su poco adelanto proviene de una natural rudeza, como sucede en
muchos. En una palabra, lo que no consiga la
persuasión, el buen ejemplo y el agrado, no lo
conseguirá el excesivo castigo: este es un axio~a de la experiencia, del cual ha salido aquel
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SEMANARIO
proloquio; Más moscas cazará una gota de miel,
que .UD barril de vinagre.
Consiguiente a lo dicho, no se oirán jamás en
la escuela de la patria, llantos, sollozos, ni voces destempladas. La melodía del canto y la armonía, serán lo que aIli resuene; pues otro de
los cuidados del director será el de enseñar a
cantar a sus niños, en la última media hora de
escuela, algunos himnos compuestos a propósito en alabanza del sér supremo, de las virtudes, de los héroes de la nación, y en reconocimiento al fundador o benefactor de la escuela,
si ya no existieren o están ausentes, siguiendo
el consejo de la Escritura Santa.
Deseoso de poner aquí algunos modelos de
est.os cantos patrióticos, y no teniendo ~yola.
gracia de poseer el lenguaje de las Musas, me
valí de un amigo bien conocido en esta capital
por su talento poético, y éste lo ha desempeñado del modo siguiente:
CANPIONES DE EDUCACION
Eterno Númen, fuente de la ciencia
y de todos los bienes apreciables,
Védnos aquí, Señor, en tu presencia,
Confesando tus glorias inefables:
A tí debemos todos la existencia,
y deseamos con actos agradables
Aprender a servirte generosos,
Pues sin tí no podemos ser dichosos.
A la amistad
Santa Amistad graciosa,
Que con estrecho lazo
Sabes unir las almas
y obrar dulces encantos,
Extiénde en hora buena
Tus amorosos brazos
Sobre nosotros todos,
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SE~ARIO
lt5
Que unidos te invocamos;
Enciénde en nuestros pechos
Tu fuego sacrosanto,
Para que cada día
Más finos te sigamos.
A la virtud
Desciénde, Virtud bella,
Vén presto, bája gel empíreo cielo
Do te acogiste, abandonando el suelo
De vicios anegado,
Vén, reluciente estrella,
Alúmbra al engañado,
Siendo siempre su norte y clara guía;
y al niño que te busca con agrado
Inspírale alegría:
Alma Virtud, desciénde que ya anhela
Tus preceptos seguir toda la escuela.
A los padres y patria
Nuestros padres y patria en grande aprecio
Tengamos cada día,
Pues se declara torpe, vil y necio
Quien una acción tan pía
No practica ferviente y obsequioso,
Fundando en ella su blasón glorioso.
¡Qué ideas no desenvolverá en los niños la
memoria de estas alabanzas, cuando a ellas se
añada la explicación, que cuidará de hacerles
el .director, de los motivos en qu.~ Se f1J.:nd9~n y
de los objetos a que se dirigen! De este modo se
irán ilustrando sus entendimientos con especies útiles y verdaderas, en lugar d.e las fútiles,
frívolas y aun nocivas con que se alimentan en
la ociosidad y en la ignorancia.
Para las correcciones por falta de aplicación,
poco adelanto en su 'clase, y otras que nazcan
del fondo de la misma enseñanza, bastarán las
serias razones del director, y que lóS culpables
observen que distingue' a aquellos que cumplen
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9.6
SEMANARIO
mejor con sus deberes, con las expresione/>que
denoten cariño y agrado, ya ocupándolos en
funciones de alguna autoridad, como tomar
lecciones Y corregir planas: bien que aquélla no
pasará de lo material, ciñéndose a avisar al director de lo bien o mal que las hayan hecho.
También distinguirá el director a los más aprovechados, esmerándose con alguna particular
atención sobre ellos, dándoles algunos libros, y,
si fueren pobres, alguna prenda de vestir, y sobre todo proponiéndolos por ejemplo a los demás, cuando no estén presentes.
Las pequeñas faltas de inquietud en la escuela, con las que pueden causar distracción o ruido, las corregirá el director componiendo el
semblante y alzando la voz; pero sin emplear
jamás palabras denigrativas, ni apodos, que
muchas veces suelerl ser causa de los extraños
nombres que se ponen unos a otros; y si esto
lo supiere el director lo corregirá también, manifestando desagrado y haciendo ver que éste
es un abuso indigno de la buena educación. En
Santa Fé es muy común esto, en escuelas, en
colegios, y aun entre familias particulares; Y
su origen no puede ser otro (fUé-ola malevolencia o el mal ejemplo ya introducido.
La distribución de horas y días para la enseñanza será uniforme y constante en todas las
escuelas: cuatro horas por la mañana y dos Y
media por la tarde parecen las suficientes; las
cuales variarán en su principio y fin según los
temperamentos. En los fríos y templados, las
cuatro horas de la mañana, serán desde las
ocho hasta las doce; y por la tarde, desde las
dos y media hasta las cinco. En los cálidos, por
la mañana desde las síete hasta las doce; y por
la tarde, desde las tres hasta las cuatro y media, por deberse aprovechar más tiempo de la
mañana, Cl>IDO menos cálida que la tarde.
Los jueves o cualquiera otro día que se señale
en la semana, serán destinados a la parte recreativa, tan necesaria a la pequeña edad de los
niños como conveniente al estado en que se ha-
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SEMANARIO
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llan sus potencias de apetecer con vehemencia
y no conocer otro recreo que el juego. En él
conducirá el director a toda su escuela a las
nueve de la mañana, a la iglesia más inmediata y capaz, para asistir al inefable sacrificio de
la misa, poniéndolos a todos delante de sí, y
disponiendo que, tanto en la calle como en el
Templo, vayan juntos los compañeros de escuela, y.guarden silencio y compostura, sin permitirse a ningún director que, bajo el pretexto de
devoción o edificación, introduzca
prácticas
singulares de hacer novenas en las iglesias, ni
de rezar en voces altas :por la calle ni en el templo en el tiempo que se celebra el SacrHicio.
Allí todo será meditación, silencio, compostura; y aun las oraciones vocales que les enseñará a los niños análogas a los misterios que
se representan en él, las dirá cada uno de modo que no interrumpa ni perturbe al que puede
estar meditando. En esto no habrá el menor
disimulo ni tolerancia de parte de los que deban celar el cumplimento de la constitución.
Concluido el Sacrificio, el director llevará su
escuela al campo, si lo permite el tiempo, si no
a la casa, y allí dará libertad para que los niños corran, salten y jueguen a lo que quieran,
.y como quieran, con tal que no puedan lastimarse; y este recreo durará hasta las once, en cuya hora volverá la escuela, y la entretendrá el director hasta las doce para que
descansen los niños, y los mantendrá en conversación familiar, como haría un padre con
sus hijos. Si el día señalado para el recreo
cayere en fiesta de precepto, observará el
director por la tarde el mismo género de paseo y juego que por la mañana, estimulando a los niños de familias pudientes a que
lleven de sus casas algún género de merienda, como pan, frutas u otras cosas, y cuidará que, reunidas todas las porciones, concluya el paseo con una ~erienda general, en la
que todos participen
por iguales partes, sin
guardar distinciones' ni preferencia. De este
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SEMANARIO
modo vendrán a ser estas meriendas como los
ágapes de la primitiva Iglesia: pero cuidando
el director de que no se introduzca en éstas el
espíritu de vanidad y de distinciones, como sucedió en aquel tiempo, por lo cual se vio el
apóstol San Pablo en la necesidad de reprender a los fieles en la Carta primera a los Corintios.
Pero si el dia de recreo fuere de trabajo, será destinada la tarde para otro género de diversión dentro de la casa de la escuela. Después de permitirles a los niños media hora de
ejercicio por medio del juego en el patio o en
la huerta, presente siempre el director, los reunirá .en el orden de sus clases y asientos, y por
otra media los entretendrá leyéndoles por si
mismo alguna obra divertida, como la del Nuevo Robinson de Iriarte, El Hombre feliz del padre Almeida, o las fábulas morales, examinando sobre algunos pasajes de ellas el discurso de
algunos de los niños más adelantados, para ver
cómo los entienden y explican. Por este medio
se irán acostumbrando a formar en sus entendimientos los raciocinios, las deducciones y el
hllpn
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será destinada a la enseñanza de la parte civil
y política, en la que procurará el director hacerles comprender lo mal visto que es el que los
niños jueguen y corran por la calle y plazas, ni
armen pendencias con otros; del respeto con
que deben saludar y ceder el lugar preferente
en la calle, en las casas y en el templo, a los
mayores, principalmente a los sujetos que reconozcan constituidos en la dignidad del sacerdacio o del gobierno público. En estas ceremonias exteriores se conocerán y distinguirán los
niños que se educan en las escuelas de la patria, y ellas servirán también para justificar el
cuidado y esmero de sus directores. Ultimamente, la otra media hora será destinada para los
cantos patrióticos.
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SEMANARIO
Libros para aprender ,a l~r.
escribir.
y
muestras para.
El termómetro para conocer si un director de
escuela está dotado de aquella sensibilidad por
los niños que se señaló como parte de sus buenas disposicionespara este empleo. será la paciencia y dulzura que empleará para enseñar
a los niños los primeros pasos de su educación:
aquí es donde debe manifestar su talento filosófico para saber· modelarse, por la edad. del
niño y sus alcances, al método que ha de adoptar para irles enseñando, primero a conocer los
caracteres, después a unirlos por palabras, y al
fin a leer con sentido y buena pronunciación:
este principio es el que pide más agrado, más
dulzura, y del que debe estar más distante la
reprensión áspera y los modales severos, por
más que alguna vez parezca que la rudeza del
niño es maliciosa e· intencional, cuando no es
~n realidad otra cosa que la debilidad de su organización.
Primera clase de l~r
Para las primeras lecciones de leer podrá
adaptarse el método. económico de ·entrar de.eorando desde luego que el niño conozca bien
los caracteres, pues la experiencia ha enseñado
que ahorra el tiempo que ahora se emplea en
deletrear. Estas lecciones se darán en el Catc)n
.eristiano extractado, esto es, quitada· aquella
illultitud
de oraciones
y preceptos
moralcs de
que nada comprende todavía el tierno niño.
Después de estar diestro en aquellas decoraciones, se le pondrá a leer en las fábulas de
Iriarte y Samaniego, si pudiere ser en la última edición con láminas, porque el niño, lleva:do de la· curiosidad, de la armonía del verso, Y
gustandO tanto en aquella edad de cuentos e
historias, se aplicará con más celo y voluntanedad a este género de lectura amena, que al
árido y seco del Catón; y por consiguiente
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SEMANARIO
aprenderá con más brevedad, y leerá can el mejor sentido que proporciona el verso, que es el
principal objeto de esta primera enseñanza. La
cadencia de la rima servirá también para que
se le fije mejor en la memoria al niño lo que
lee, y el director cuidará de que accione con la
mano y mude los tonos de la voz en los pasajes
que pida uno y otro; así empezará a saber el
niño estos primeros elementos de la retórica.
En esta clase se les ehseñará a los niños la
doctrina cristiana de memoria, por preceptos
cortos, conforme a uno de los Catecismos que
explica el dogma y demás puntos esenciales de
la religión, con la sencillez que pide la edad
tierna del niño; cuidándose de que en todas las
escuelas sea uno mismo ei CateciSJ:í1o.
Como para la cabal enseñanza de estas partes, bastarán seis meses de ejercicio, al fin de
ellos se destinará un día para el examen general de ellas; y éste se hará por el mismo director de la escuela, a presencia de uno de los regidores diputados por el cabildo; y, según el es'"
tado de adelanto en que Se encuentre cada uno,
pasarán a la clase de escribir en el orden de
asientos que :mer~zcan; y si alguno estuviere
notablemente atrasado por haber entrado en la
escuela poco tiempo antes, o por falta de aplicación, se le castigará a éste dejándolo en la
misma clase, pero se le dirá, para estimularlo,
que pasará a la otra antes de los otros seis meses, si da señales de adelanto por una constante aplicación. Este mismo género de corrección
se ejecutará en las demás clases.
Segunda clase de escribir
En la segunda clase, que será de escribir, empezará el niño por la formación de letras grandes, uniformes entre sí, y con pluma de corte
grueso, según la muestra que le pondrá el director, y de que estará provista la escuela, ya
propias de su mano si supiere, o ya de las que
se venden impresas. De este modo bien puede
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SEMANARIO
101
enseñar con perfección un director, aunque no
tenga por sí una hermosa letra. Bastará que
sepa la /buena ortografía y puntuación castellana, y discernir entre los niños los que aprovechanmás y se acercan mejor a la imitación de
las muestras, para irlos Ínudando a otras de letras más pequeñas y de diversos caracteres,
hasta que lleguen a saber bien los 26 de que se
compone nuestro alfabeto. Entonces pasarán a
otras muestras en que estén ya formadas or,a~
ciones, procurando que éstas expliquen por sen":
tencias cortas las obligaciones principales del .
hombre en sociedad; yel mismo objeto deberán tener desde este tiempo todas las muestras
que copien los niños, hasta la conclusión de la
enseñanza; pues por la continua repetición de
ellas, se les quedarán en la memoria, y formarán al fin en ella una colección de principios
políticos y morales, que procurará el director
conservárselos por medio de hacérselos repetir, y ésta será una parte del examen que sufrirán en cada paso de una a otra clase. En esta segunda estarán otros seis meSes que bastan
para los rudimentos de la escritura, y en ellos
habrán continuado la misma lectura de libros
y doctrina que en la primera.
Tercera clase de ~scribir
Precedido el examen y aprobados los niños
que han adelantado lo suficiente, pasarán a la
tercera clase en el orden de asientos que corrF~!'lpondaa su antigiiedad y aprovechamiento.
En ella empezarán a escribir en otras formas
de letras más pequeñas, y a leer en otra clase
de libros. Los más a propósito, por la buena
instrucción que producirán, serán los de la historia de la nación, y entre las muchas que están escritas se preferirá la del Padre Duchesne.
traducida por el Padre Isla, con las notas críticas y los extractos de cada libro en versos:
se les hará aprender éstos a los niños de memoria, y los cantarán el sábado por la tarde,
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SEMANARto
reunidas las lecciones cortas que hayan aprendido en toda la semana, y reunidas también las
dos clases que estén en esta lectura, porque el
canto a coro es más armonioso y agradable.
También en esta clase dará principio la instrucción de la doctrina cristiana historiada bajo
de un método claro y sencillo, para que los niños,
después que ya saben lo que han de creer, y lo
que han de obrar, sepan también por qué creen
y por qué obran. El Catecismo de Fleuri es uno
de los más a propósito para los niños, por la concisión con que enseña desde la creación del mundo hasta el establecimento de nuestra santa
Iglesia católica y los rápidos progresos que hizo
el Evangelio hasta el presente. En él leerán los
niños por la mañana, y por la tarde estudiarán
de memoria lo que puedan de las mismas lecciones: pues uno de los cuidados del director será el ejercitar la memoria de los niños sobre
materias útiles y agradables, para acostumbrarlos a pensar. Para esto, dirán también el
sábado, de memoria, todo lo que hayan aprendido en la seinaJ:la; y esto será antes del canto,
con el que debe terminar siempre la escuela.
También aprenderán en esta. clasl:' 1ft t.abla de
multiplicar; y como se aumenta ya el trabajo
y varían las materias, estarán en esta clase los
niños un año a lo menos.
Cuarta clase y última
Como que en esta clase quedará perfeccionada la educación que pide la primera edad de los
niños, estarán en ella otro año. Continuará la
escritura en la forma y tamaño de letra cursiva
y regular de cartas, sin regla, y teniendo a su
vista la muestra, la cual contendrá alguno de
aquellos puntos políticos y morales que suelen
comunicarse los amigos por medio de la conversación epistolar: por esto convendrá que en el
discurso del año varíen lo menos de tres o cuatro muestras.
Como ya tiene sabida el niño la tabla de mul-
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SEMANARIO
o
103
tiplicar desde la anterior clase, empezará a
aprender en ésta las cuatro reglas de la aritmética, sumar, restar, multiplicar y partir. En
ellas les explicará el director, no sólo la parte
material de cada operación, sino la razón de su
resultado, y las de las pruebas que hay para
quedar asegurado el niño de estar bien hecha
la cuenta. En la escuela de la patria no puede
pasarse de los primeros elementos de esta ciencia matemática: sus varios ramos y perfección
toca a las academias o colegios, y pide una
edad más adulta.
Continuará el niño en esta clase la lectura
útil y agradable así de la historia nacional como de algunos poemas morales y críticos, como
el Hombre feliz, del Padre Almeida, la Conquis-·
ta de Méjico, por Salís, u otros, en los que el niño aprenderá, no sólo buenos preceptos morales, sino a hablar con pureza nuestra lengua
española: a este fin contribuirán mucho las
lecciones de memoria de la ortografía de la real
academia.
Del mismo modo continuará aprendiendo la
doctrina por principos, hasta concluir todo el
tratado histórico de Fleuri, y de retener en la
memoria las principaJes lecciones pue pertenezcan al dogma y a la historia santa. Parece
que, por este medio, un niño, al salir de la escuela de la patria, se hallará, no sólo afirmado
en la fe que profesa y capaz de dar razón de los
fundamentos en que se apoya, sino también llerio de respeto por los altos misterios que contiene nuestra santa religión, y por consiguiente
iniciado ya en las principales obligaciones del
hombre en sociedad.
Funciones religiosas
de la escuela
,
o
Después de señaladas las principales funciones de un director, en todo lo que hace relación a la enseñanza de sus niños, sólo resta que
hablar de los ejercicios sagrados que practicarán constantemente las escuelas 'todos los años.
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SEMANARIO
Dos serán las fiestas religiosas que celebrarán,
en unos mismos dias y en un solo templo, todas las escuelas reunidas. La primera, solemne,
para rogar a Dios por la salud, vida y acierto
en el gobierno de nuestros soberanos, y se señalará en el día de sus nombres o nacimientos;
la segunda, fúnebre, para suplicar a Dios por
el descanso de las almas de los fundadores de
las escuelas y de las de aquellos que con sus limosnas han contribuído al sostenimiento y conservación de eUas; y ésta se celebrará en el día
de los difuntos, u otro que se señale.
Estas son unos deberes sagrados que imponen la religión y el reconocimiento: así las costearán los padres o tutores de los niños pudientes, reuniéndose en ellas todas la~ escuelas
de la ciudad para que sean unos mismos los
votos, asi como son unos mismos los beneficios
que reciben, y para que se conserve entre ellas
un mismo espiritu de fraternidad;
cuidando
mucho el gobierno de que este vínculo no se
rompa por la división que suele introducir el
espíritu de partido, que tan perjudicial ha sido siempre en nuestros colegios y escuelas. A la
cúnclusiún del Saedficiú impetratúriú, que se
celebrará con una solemnidad prudente y moderada, se pronunciará una oración dirigida al
objeto de la fiesta, y una exhortación a los directores y niños que los aliente en la carrera y
les recuerde sus prinCipales obligaciones.
Fuéra de estas dos festividades, se prohibirá
severamente a los directores que, dentro ni fuéra de las escuelas, promuevan devociones particulares bajo de ningún pretexto: a cuyo fin
ninguna adoptará el nombre de algún santo por
patrono, porque todas deben titularse únicamente: Escuela de la Patria; y por consiguiente
no habrá en la pieza de la enseñanza ni altar
ni imagen que denote dedicación peCUliar de la
escuela.
En este punto y en todo lo relativo al cumplimiento uniforme de la Constitución, debe
ser escrupuloso el cuidado que pondrá el ilus-
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SEMANARIO
105
tre cabildo bajo de cuya inmediata vigilancia
estarán todas las escuelas, teniendo siempre
presente que el menor disimulo en la exactitud
de su cumplimiento es una brecha' por donde
Se introducen los abusos, y viene a co'nvertirse
en puerta por donde entran como por su casa
los desórdenes que arruinan al fin los mejores
establecimientos, o los inutilizan para los aItos
fines para que se formaron.
Por esto se hará una visita anual a cada eScuela, compuesta de una diputación del cabildo,' la cual no tendrá otro objeto que examinar
si se han cumplido puntualmente por los directores todos los estatutos reales mandados observar. Se formará asiento de la visita en un
libro, y en él se expresará si hubo o n6 que advertirles: de este modo constará en adelante,
o el cumplimiento exacto y constante de cada
uno, o si se repitieron las faltas y advertencias.
Conclusión
Así como los buenos ejemplos de los directores enseñarán más a. los niños, que todos los
preceptos de los libros, del mismo modo los malos los corromperán a pesar de los mejores pre'ceptos. Por esta razón el procurador general
del cabildo estará autorizado para fiscalizar y
velar sobre la conducta pública de los directores, y para hacer, como censor, las denunciaciones que crea necesarias ante el cabildo, a
fin de que éste, en vista de ellas, pueda hacer
loco
o't'O-riO'l1t;1,...inl"'loCl
C!o,...,.O:f-'!'.lCl'l7
c:oiO'ilnooC'O
1"11".0 ,.1.00_
.•.•..••••.••...••••
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...,.•..•..•...•..••..•••..•....•.•....•.••..•••..•
"
•..•.•.
0 .•.•.
""••••..•••..•
":1- ••..•._ •••••••
cubran la verdad y justifiquen las providencias
que sea' preciso tomar para cortar el mal. Y si
los directores están persuadidos de aquellas verdades, teman mucho oír también aquella terribilisima sentencia: ¡Ay de aquellos que escandalizaren a uno de .estos pequeñuelos! mejor
'les estuviera no haber nacido! Anatema que
no deberán olvidar, ya sea para arreglar sus
acciones y palabras delante de los niños a la
razón divina, y ya para no introducirse' a este
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SEMANARIO
importante y delicado empleo sino después de
bien meditadas sus obligaciones, la estrechísima responsabilidad en que se constituyen para con Dios y para con la patria, que los distingue y mantiene con el único fin de que le
den en sus niños buenos hijos, buenos padres,
buenos esposos, buenos amigos y buenos defensores contra sus enemigos.
Hasta aquí ha alcanzado a discurrir la buena voluntad del que quisiera ver realizados
cuanto antes estos establecimientos en esta capital y reino; y que desea también el que otro
mejor talento que el suyo llene tgdo lo que falta en este plan para su perfección. Estos serán siempre los votos de...
El Amigo de los niños
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MEMORIA
SOBRE
LAS
SERPIENTES
y plan de observaciones para aclarar la historia
natural de las que habitan el Nuevo Reino de
Granada, y para cerciorarse de los verdaderos
remedios capaces de favorecer a los qÚe han sido mordidos por las venenosas; por don Jorge
Tadeo Lozano Maldonado de Mendoza, individuo de la real Expedición Botánica de Santa
Fé de Bogotá, y encargado, con real aprobación,
de su parte zoólógica.
Entre las :vari¡¡.sy amenas partes de que se
compone la, zoologíar-ñó hay quizás otra más
'bella-"e' importante que la erpetología, o estudio
(de los reptiles, y entre éstos, el de las serpientes; pues en tal orden de animales, que el vulgo no contempla sino con el mayor espanto y
horror, el naturalista admira la profusión con
que la naturaleza acumuló portentos sobre portentos, y reunió las cosas más contradictorias
en la apariencia. Aquí es donde se ve up. cuerpo al parecer inerte, y privado en realidad de
miembros motores, que goza de la ligere·za del
rayo, y con igual facilidad corre por la super.ficie de la tierra, atraviesa los más anchos lagos
y caudalosos ríos, y se eleva a la cima de los
más encumbrados árboles; aquí es donde bajo
el aspecto de un animal ip.defenso y que parece entregado a la merced de sus enemigos, se
halla el gigantesco buío (Boa constrictor), que
sin más armas que su desmesurada longitud
(hasta de 40 pies) y su fuerza, libra combate a
nuestros más atrevidos y grandes animales, el
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tigre (felis onza), el león (felis concolor) y la
corpulenta danta (tapirus), y no sólo los vence,
sino que enteros se los traga para su sustento;
aquí es donde, en varias espeCies del género
coluber y en todas las del crotalus, se halla escondido el dardo venenoso cuya herida es mortal aunque tan pequeña, y que por el lugar que
ocupa en la boca se llama colmillo, y Por ser
movible y retráctil y por su figura puede COmpararse a la uña de un gato; aqui es que, sin
órganos propios para la masticación, se halla
la más activa virtud digestiva; aquí se ven como confundidas y mezcladas la generación ovípara y la vivípara; y finalmente, aquí es donde
el arte reconoce su impotencia para imitar los
brillantes y fugitivos matices que engalanan a
las serpientes y que de algún modo disminuyen
el horror que inspira su vista y la consideración de los funestos efectos que causa el veneno de aquellas especies que están prOVistas de
arma tan mortal y terrible.
Pero, si por este veneno se hacen acreedoras
alodio del hombre, ta111bién merecen su estimación por el objeto a que parece las destinó
la naturaleza. En efecto, estos reptiles se alimentan principalmente de insectos y sabandijas perjUdiciales, cuya numerosa y pronta propagaCión haria quizás inhabitables los climas
templados y calientes de la América meridional, si el portentoso consumo que de ellos hacen las serpientes no les sirviera de estorbo invencible para señorearse de estos territorios, y
por su número y voracidad destruir los medios
de subsistencia que necesita el hombre, y de
este modo impedirle el goce de las tierras más
fértiles que componen el Nuevo Reino de Granada. ¿Cómo nos defenderíamos de los ejércitos de diversísimas langostas que el vulgo conoce con los nombres de Saltagatos, Caballitos
del diablo, etc., si no fuera por las serpientes
que las destruyen? ¿Qué mejor dique pudiéramos poner para contrarrestar la portentosa fe-
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cundidad de los ratones? (1). ¿Qué medio más
oportuno para destruir los hormigueros y comejenes (termes) que tánto perjudican a nuestras labranzas, y a nuestros edificios y muebles? Y últimamente, ¿qué arbitrio para agotar infinitas larvas tanto de los coleópteros como de los lepidópteros que devoran nuestras
mieses? Es, pues, evidente .que si, para asegurar nuestras vidas, debemos hacer cruda guerra a las serpientes venenosas, también la j usticia y nuestro propio interés exigen que perdonemos a las que carecen de veneno y nos sirven para los útues fines arriba indicados, haciendo el debido discernimiento entre los culpados y -los inocentes.
Pero por lo .general nadie procura ponerse en
estado de hacer tal discernimiento, y en oyendo decir culebra, nombre que en estas provincias se da a todo género de serpientes, sin más
examen la condenan a muerte, y acaso se privan de mil ventajas que pudieran sacar de
aquel reptil. Esta reflexión, junto con el deseo
de averiguar los efectos, modo de obrar y actividad de los venenos, para deducir con c·erteza
los remedios que deben aplicarse a fin de precaver las funestas resultas que amenazan a los
picados por las culebras venenosas que abundan en nuestro territorio, aunque no en tánta
cantidad como algunos ponderan, me han movido a tomar todas las noticias posibles sobre
estos puntos. Pero el éxito de mis indagaCiOnes no ha correspondido a lo que de ellas me
prometia, tanto por la dificultad casi insuperable de aclarar muchos hechos relativos a la
historia de nuestras serpientes, y hacer por mi
mismo una infinidad de observaciones en cada
especie,cuanto
porque, como es natural, los
(1) Una !Sola cazadora (especie de 'boa que Lacepede equivoca sin razón con ,el buio) que entró en una
casa que poseo 'en el Valle de Fusagasugá la limpió en !Seis dias de infinitos ratones. que la infesta·
ban y hacían casi inhabitable.
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campesinos zafios que ignoran el modo de explicarse y carecen de criterio para despreciar
patrañas y preocupaciones en que quedan como anegadas sus noticias, saben más y tienen
más experiencia en esta materia que los hombres instruidos que pudieran hablar con facilidad y discernimiento.
El presente papel se dirige a excitar la curiosidad de éstos sobre un punto tan interesante de nuestra historia natural, para que cada uno, en la respectiva provincia de su residencia, haga un cúmulo de observaciones sobre
las serpientes, sus venenos y contras, con lo
cual logre la doble ventaja de proporcionarse
un honesto recreo, y de contribuir al beneficio
e ilustración de la patria, bien sea publicándolas por si mismos, o bien dirigiéndolas a mi
poder para el efecto: y en este caso, desde luego protesto que no quedarán sus autores defraudados del justo tributo de elogios que merezcan, ni yo tendré la osadía de publicar trabajos ajenos sin indicar la benéfica mano que
los ha suministrado. y para que por todas partes haya alguna uniformidad en el orden de
observar, después de compendiar le que he podido averiguar acerca de los venenos y de decir algo de las contras que comúnmente se usan
a las inmediaciones de Santa Fé de Bogotá, expondré mis conjeturas sobre esta materia, formalizaré el plan de observaciones que creo deben hacerse y yo pienso practicar, y últimamente, a favor de los curiosos que deseen instruírse en esta parte de la erpetologia y determinar por sí mismos el género de cualquiera
serpiente y arreglar metódicamente sus descripciones, daré un extracto sucinto del mejor
sistema que siguen los naturalistas para aquel
efecto y de los caracteres que han adoptado
para distinguir las especies. No parece posible
que, corriendo este papel por tántas manos, deje de caer. en las de muchos que se interesen
en ilustrar esta importante materia, y que por
sus talentos no sólo desempeñen bien el plan
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propuesto, sino que acaso lo adelanten y le den
el grado de perfección. a que yo no he podido
llegar; y tan ventajosos efectos serán la más
halagiieña recompensa de este pequeño trabajo
mío.
He tenido particular cuidado de preguntar,
tanto· a los que han sido picados de culebras y
·tuvieron la fortuna de escapar, como a los que
asistieron y cuidaron a aquellos que fueron
víctimas de tan desgraciado accidente (1), y
por unánime deposición de los muchos que he
examinado, resul~an comprobados los hechos
siguientes: 19 Cuando pica la culebra, sea cual
fuere su especie, sólo Se siente un dolor poco
intenso en la parte herida como si la hubiera
atravesado un alfiler gordo; 29 Poco tiempo
después, que varía según la complexión del paciente y actividad del veneno, se siente hormigueo o adormecimiento en la herida,el cual se
va extendiendo hasta subir a la lengua, que se
pone gruesa como cuando se masca una cosa
acerba; 39 En este caso principia un fuerte dolor de cabeza con notable angustia del paciente, y cada vez arrecia más hasta privarlo de
sentido; 49 Se hincha con prontitud la herida,
y sigue corriendo la hinchazón hasta ocupar
todo el cuerpo; 59 En este estado, varían los
síntomas según la especie de culebra que ha hecho el daño: la cascabel común (crotalus horridus) produce un verdadero dolor de costado,
las Corales venenosas (2) excitan la ictericia,
(1) Pasan de 200 las personas que he examinado.
(2) Bajo el nombre de Corales se comprenden
vulgarmente todas las especies de serpientes que
tienen ,en su colorido manchas notables de color de
coral. De cuatro especies que he examinado y descrito en mi Fauna Cundinamarquesa, sólo una he
hallado con colmillos venenosos, sin embargo de
asegurarme los campesinos que las vieron que
todas mataban con la picadura.
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las tayas rabonas (1) ponen el cuerpo lleno de
ampollas, como si hubieran sUfrido muchas
quemaduras: las Tayas equis (especie no bien
determinada)
causan flUjo de sangre por boca
y narices; y últimamente cada especie produce
,efectos más o menos horribles, que me ha sido
difícil averiguar porque no se saben explicar
los que los han padecido o visto, y porque es
.tanto el terror que les infunden las culebras,
que, ni aún después de muertas, se atreven a
tocarlas, y muchas veces ignoran de qué especie fue la que hizo el daño; 69 Si no se puede
vencer la actividad del veneno perece el paciente, y su cuerpo se corrompe con mucha
prontitud; pero si se le aplican buenos remedios, o lo que es más cierto, si el veneno no tuvo
suficiente actividaq. para matar le, escapa a costa de sufrir una grave enfermedad que le dura
15, 20 o más días, y que, en algunos casos, por
períodos de tres a cuatro meses, le repite con
más o menos violencia, hasta que logra la naturaleza sacudir enteramente el veneno, el cual
mantiene débil y extenuado al paCiente por largo tiempo, algunas veces hasta dos años (2);
79 Si se moja la herida luégo que se recibe, o si
el paciente en el tiempo de su curación no se
,preserva de la humedad, Crecen formidablemente los síntomas, y en poco tiempo manifiesta el veneno toda su actividad; 89 Está com(1) No he logrado ver un individuo para determinar suespede, por el terror que infunde la actividad
de su veneno, que mata en pocas horas con acerbísimos dolores.
(2) F. Barragán, vecino del pueblo de Pandi, fue
mordido por una culebra taya equis, y después de
haber sufrido una prolija enfermedad, cada dos
meses le reverdecía la mordedura, disminuyéndose
sucesivamente los síntomas. Cuando yo le visité,
hacía cerca de dos años que le había picado la culebra y todavía no estaba bien cicatrizada la herida; el paciente tenía el rostro muy descolorido y
se quejaba de desvanecimi,entos de cabeza.
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probado que esta actividad, sea cual fuere la
especie de serpiente, crece en los terrenoscálidos (de 209 a 309 de Reaumur), se disminuye
en los templados (de 129a 209), yes casi ninguno en los fríos (de O' a 129), en los cuales, quizás por esta razón, rara vez se encuentra una
sierpe venenosa, mientras que de las inocentes
se hallan con abundancia muchas especies; '99
También se nota que, en igualdad de temperaturas, hay terrenos en que abundan más las culebras y son más temibles, como sucede en las
inmediaciones de esta capital, en los valles de
Cáqueza, en la mesa de Juan Díaz, y en el terr.itorio de Cunday; siendo digno de advertir
que en estos mismos terrenos son más abundantes y frecuentes los fenómenos eléctricos de
truenos, relámpagos, rayos, etc., hecho que en
cierto modo comprueba la opinión del célebre
Lacepede, que las serpientes por su naturaleza
se ponen más activas y viven mejor en una atmósfera cargada de fluído eléctrico; 109 Las culebras venenosas no matan a los cerdos; si al
.picarlos están algo gordos; pero produce su veneno el efecto singularísimo de rajarles los ángulos del lagrimal, de modo que algunas veces
llega a tocarse y confundirse la apertura de entrambos ojos, y el de mudar les el color del iris
de éstos, poniéndolo casi blanco. La preservación que experimentan estos animales por medio de su grasa ¿anunciará que ésta es buena
contra el veneno y lo neutraliza, o que ella de
por sí, como insensible, no padece y sólo preserva mecánicamente, impidiendo que el colmillo penetre a las partes sensibles y que alcance
a derramar el licor mortal en la masa de la
sangre, cuyo contacto parece indispensable para que obren sus funestos efectos?
Tales son los pocos hechos que he podido averiguar con certeza, entresacándolos de mil fábulas, patrañas y preocupaciones que los disfrazaban en las relaciones de todos aquellos que
he examinado sobre la materia; pero a pesar de
su corto número pueden deducirse de ellos al-
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SEMANARlO
gunas consecuencias muy importantes, tanto
para descubrir la naturaleza de los venenos de
cada especie de serpientes, como para discernir
los remedios más adecuados para curar sus
efectos.
Son muchos los que se preconizan como antídoto poderoso contra las mordeduras de las
culebras, pero por desgracia no siempre obran
con igual eficacia, y es muy frecuente ver morir de su mal al que los tomó creyendo que se
lo habían de curar. La primera diligencia que
se hace por lo regular cuando uno es picado de
culebra, se reduce a echar una ligadura poco
más arriba de la parte ofendida (que generalmente es el pie o la mano). Si el colmillo no ha
penetrado hasta alguna vena gruesa., y sí el veneno no es muy activo, parece buena y aun suficiente esta medida para evitar sus funestos
efectos: pues, impidiendo la circulación de la
sangre en los vasos menores, estorba que este
fluido, que sirve de vehículo de la ponzoña, la
trasmita a las entrañas y partes principales del
cuerpo, y de este modo cause la muerte. Pero
la ligadura no impide con la misma facilidad
el curso de la sangre en los vasos gruesos, y si
el veneno tiene mucha fortaleza, suele suceder
que, aunque escape el enfermo, pierda la parte
ligada, pudriéndosele poco a poco y cayéndosele a pedazos hasta los huesos, como lo vi en
un mozo que fue picado en el valle de Anolaima por una taya equis, y aunque sanó, fue con
pérdida de la pierna herida, la cual se le cayó
hasta el lugar en que se le hizo la ligadura. Del
mismo modo perdió el dedo pulgar de una mano don José Ignacio Henriquez, vecino de Pandi, mordido por una coral venenosa. En algunas
partes, en lugar de ligadura, sepultan en un
hoyo que hacen en la tierra, el miembro lastimado; y un sujeto fidedigno me aseguró que
en el paso de Fusagasugá había visto curar de
este modo a una mujer herida por una taya, y
que había escapado felizmente con sólo la mo-
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SEMAN"ARIO
ilS
lestia de tener el brazo sepultado por espacio
de siete u ocho horas.
LOs negros bozales practican la pronta amputación de la parte dañada, y este remedio,
aunque bárbaro es el más seguro para evitar
todo accidente, cuando los primeros síntomas
anuncian una desmesurada actividad del veneno, y por 10 mismo un peligro inmínente de
la vida del paciente; pero, para ocurrir sin temeridad a este último recurso, sería preciso, no
sólo saber graduar la fuerza de cada veneno,
sino también que la operación fuese dirigida
por una mano diestra, lo cual es poco menos
que imposible en nuestros campos, en donde
por lo general se carece, no digo de un cirujano' regular, pero hasta de un simple sangrador.
Después de la ligadura, que en todas partes
miran como una disposición previa para aplicar los ulteriores remedios, hacen la operación
de sajar la herida, de modo que quede abierto
el intervalo atravesado por el colmilIó de la
serpiente, y si la parte lo permite ponen encima
una ventosa, que, repetida tres o cuatro veces,
aseguran extrae el veneno; pero, si no hay capacidad bastante para aplicar la tal ventosa,
la suplen poniendo encima de la rajadura, o
bien un pedazo de .cuerno de ciervo calcinado,
o bien una cosa que llaman piedra de contra,
la que, por la fIgura constante de todas las
que he visto, aunque de diferentes tamaños,
creo yo que es una vértebra de algún reptil que
abunda en íos Andaquíes, de donde nos la
traen. Cualquiera de estas dos cosas afirman
que inmediatamente que toca a' la herida, se
agarra fuertemente a ella, y no se suelta hasta
haber extraído toda la ponzoña.
Cuando no se hallan a la mano estos remedios, los suple con su propia boca el curandero.
Con este nombre se conocen algunos charlatanes que, sin la menor instrucción y por puro
capricho, se dedican a médicosde esta especiede
accidentes, y se creen en posesión de los verdaderos antídotos de la Ponzoña. Lo en que más
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brilla su temeridad es la operación asquerosa
de chupar el veneno, para la cual se preparan
mascando algunas yerbas que suponen sirven
de auxilio para esta operación, en que no preven el riesgo que corren de ser ellos mismos
envenenados, bien sea porque, sangrándoles
los dientes con los esfuerzos de chupar, halle
el veneno este conducto para introducirse en
la masa de la sangre (1), o bien porque, tragándose inadvertidamente una porción, se envenenen de este modo, pues, según el abate
Fontana en su obra de los venenos, los de las
serpientes producen funestos efectos si se toman' interiormente (2).
Todos los remedios hasta aquí indicados son
puramente mecánicos, como que sólo se dirigen
a impedir el curso de la sangre envenenada, o
a evitar que el veneno se introduzca en el cuerpo; y por lo mismo, sea cual fuere la especie
de serpiente que ha hecho el daño, es constante que siempre producirán su efecto, y que,
cuando no curan perfectamente, al menos aliviar::m algo al paciente y darán tiempo para
que se le administren otros capeces de triunfar
del mal, como que obran químicamente, bien
sea combinándose con la ponzoña y neutralizándola,bien uniéndose a la sangre y haciéndola incapaz de diluir y transmitir el veneno,
o bien finalmente corrigiendo por medio de sus
(1) Está experimentado que el veneno de la culebra es tanto más peligroso, cuanto se ha introducido más inmediato a la cabeza o al corazón.
(2) Esta opinión, acreditada entonces, está hoy
considerada como errónea :el
veneno de las serpientes no obra sino introducido en la circulación.
La ligadura, el sajar la herida y cauterizarla
inmediatamente, sea con un cuerpo incandescente
o con el amoníaco líquido (álcali volátil), tomando también algunas gotas de este líquido en agua
común, son todavía hoy los remedios más eficaces
que se conocen contra la mordedura de las serpientes; pero es preciso que la aplicación sea pronta.-A.
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virtudes medicinales los estragos causados por
aquél. Es evidente que el modo de obrar de estos remedios debe ser enteramente diverso en
las picaduras de distintas serpientes, supuesta
la variedad de efectos que cada una produce,
y que puede suceder que lo que en un caso es
antídoto, en otro exalte más su actividad dañosa: por cuya razón parece que esta clase de
auxilios debería administrarse por un hombre
inteligente y capaz de discernir la naturaleza
de cada veneno, su modo de obrar y el remedio
que le corresponde.
Pero esta importante parte de la medicina
está entregada al capricho e ignoran"cÍa de los
charlatanes
curanderos que se gobiernan por
una simple rutina, y que en cualquier caso
echan mano de un ejército de remedios que
aplican en poción, o en apósito o de entrambos
modos. De la primera clase son el aceite, el
aguardiente
de caña con pólvora, la polygala
senega, que vulgarmente se llama ruchica, y es
ba::ltante eficaz contra el veneno de la Cascabel, la fruta del burro (especie de ubal'ia), muchas aristoloquias, algunas solaneas, entre las
cuales es muy celebrado el tabaco (nicotiana),
que se aplica sobre la herida, y .otras varias
plantas que tienen crédito distinto en cada provincia. En apósito se administra, como ya dijimos, el tabaco, los remedios mecánicos arriba
referidos, y el limón con pólvora. Ultimamente
se aplican como apósito y poción otra caterva
de plantas, cuyo crédito está circunscrito a cada territorio, y entre ellas con generalidad el
Guaco (especie de cacalia)
(1). Este antídoto
celebrado es el único de que se afirma que, no
sólo cura la mordedura actual, sino que a los
que diariamente beben o su zumo o su cocimiento los preserva· de la picadura, o en caso de recibirla no les hace el menor daño. Sin embar-
(1) Parece que el ilustre Cavanilles construyó un
género nuevo a que redujo el Guaco.
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go de esta aserción que dicen está fundadá en
repetidas observaciones, y sin embargo de que
se asegura que hay personas curadas que manejan impunemente las culebras, sé de cierto
que a una negra que fue picada por una taya
en la hacienda de Bajamón se le aplicó el Guaco por dentro y por fuera en porciones muy
considerables, y que, a pesar de las decantadas
virtudes de este específico, murió miserablemente a las treinta horas de haberle sucedido
aquella desgracia.
Sean cuales fueren los remedios que se apliquen, para que produzcan buenos efectos es
indispensable que d;esempeñen las indicaciones de la curación. Los que obran mecánicamente han de tener por objeto impedir que se
introduzca el veneno y que circule por las partes principales del cuerpo, o, una vez introducido, extraerlo, si es posible, antes de que se
combine con la sangre. Los que obran químicamente deben ser de tal naturaleza, que, o
combinándose con la ponzoña la desorganicen
y neutralicen su actividad, o que sean capaces
de reponer la irritabilidad del· sistema nervioso, que es la que principalmente parece ofendida; que tengan bastante astringencia ,para dificultar el curso del veneno en los vasos internos, que combatan valerosamente la inflamación que parece sobreviene, que resistan con la
mayor vehemencia a la putrefacción que amenaza, que por cualquiera vía evacuen el humor
viroso, y últimamente que tengan
virtudes
opuestas a los diferentes efectos que produce
el veneno de diversas especies de serpientes. El
abate Fontana, en su excelente obra sobre el
veneno de la víbora europea, anuncia, fundado
en experimentos directos, que la potasa cáustica, conocida en las boticas con el nombre de
piedra de cauterio, es un poderoso antídoto que
obra desorganizando aquel veneno. Si pudiéramos asegurar que este mortal licor, fuese de
cualquier serpiente que fuese, tenía la misma
afinidad química con aquel alcalí, podríamos
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mirarlo como un remedio universal, y el primero que debía aplicarse en tales accidentes, pe·
ro la oscuridad que nos rodea acerca de la na·
turaleza del veneno de diversas sierpes impide
generalizar su aplicación.
Otro motivo que también se opone al uso de
este remedio es la dificultad de conseguirlo de
pronto en los montes. y aldeas casi desiertas de
las tierras calientes, donde son más frecuentes las mordeduras de culebra y sus funestos
efectos (l). No se halla este inconveniente en
la quina roja (cinchona oblonguifolia. MutJ
que nace espontáneamente en aquellos montes,
y que, según me parece, podría aplicarse para
ocurrir a muchas de las indicaciones arriba
apuntadas. En efecto, no sé en qué consiste que,
entre tánto millar de plantas como se usan para curar el veneno de las serpientes, no se emplee la quina roja, la cual, según observaciones
del inmortal Mutis (2), posee en supremo grado la virtud antipútrida, es un poderoso tónico,
astringente y febrífugo; de suerte que, tanto
interior como exteriormente administrada, parece debería producir los más felices efectos.
Pero todavía la experiencia, único oráculo que
en estas materias debe creerse, no ha confirmado esta conjetura mía, y así merece menos
(1) La lejía concentrada que se extrae de la ceníza, y es común en las casas de campo, sobre todo
en las tierras calientes en que sui>len presentarse
los casos de mordeduras de serpientes, 'es un sustituto r1", h p0ta5~ c{:;¡;;tica, pue:;Lo que es el carbonato de -potasa más o menos acuoso, y debería aplicarse a falta de amoniaco.-A.
(2) Este célebre naturalista, honor y lustre del
suelo bogotano, no contento con haber descubierto
en las inmediaciones de esta capital de Santa Fé de
Bogotá el celebrado específico de la quina, distinguió
y determinó cuatro especies de cinch()na, todas ()ficinales, y asignó a ·cada una, en Sll Quinología, SllS
virtudes características y sobresalientes, con la madurez y acierto que brillan en todas sus obras.
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confianza que los otros remedios poulares que
en algún modo están sancionados por aquella
gran maestra, y sólo falta que se aclaren los
casos y circunstancias en que son convenientes.
De la falta de este discernimiento, y de la
cuasi total ignorancia de los efectos que causa
el veneno de cada especie de culebras, resulta
la multitud de antídotos con frecuencia impotentes, y sin embargo tan celebrados en diversas poblaciones; y también se deduce la necesidad que hay de que muchas personas inteligentes tomen a su cargo esta materia, la examinen con escrupulosa imparcialidad, y fijen
la opinión pública sobre el modo de ocurrir a
los accidentes que ocasionan estos venenos, para que así se disminuya el número de víctimas
que perecen por falta de verdadero auxilio. Deseando contribuir a tan laudable objeto, aunque con la desconfianza de mis propias luces y
talento, me he determinado a trabajar en la
solución de este importante problema; y para
que las personas que quieran cooperar al mismo fin encuentren a lo menos trazado el camino que han de seguir, daré, después de algunas
reflexiones propias, el plan de observaciones
que me propongo hacer en este asunto, siempre
que las circunstancias me permitan trabajar en
un proyecto tan filantrópico.
Para salir de tánta duda, y poder dar un socorro seguro a los desgraciados que sean mordidos de culebra, parece que, a lo menos en cada
una de las especies más 'conocidas y comunes.
deben hacerse las observaciones siguientes:
l. Examinar la estructura de su boca, para
cerciorarse si la cualidad venenosa se manifiesta Siempre en los colmillos huecos y bolsas adyacentes. Todos los naturalistas convienen en
que las serpientes que carecen de estos órganos
no son venenosas. Sin embargo, entre las corales que he observado, hay una que, por la belleza y variedad de su colorido, he llamado coluber nitidissimus, la cual está privada de tales colmillos, tiene en la quijada superior dos
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órdenes de dientes fijos, y su cabeza está C\Ibierta de nueve escamas colocadas en cuatro
filas y de figura distinta que las del cuerpo; y
no obstante todo esto, cuantos campesinos la
vieron me aseguraron que daba una pronta
muerte su mordedura; pero yo no he logrado
confirmar esta aserción con observaciones propias. 2. En las serpientes que resulten venenosas, experimentar la actividad y efectos de su
veneno sobre varios animales de distintos tamaños y clases; anotando con escrupulosidad
todos los fenómenos que presenten, y observando si éstos son análogos con la digestión del
animal envenenador. 3. Conocidos los efectos de
cada veneno, ensayar si podrían introducirse en
la medicina, bien sea para destruir -algunas enfermedades, o bien para combatir el veneno de
una serpiente con el de otra. 4. Cerciorados del
veneno por las anteriores observaciones, privar
a la culebra sucesivamente de los colmillos huecos y de las bolsitas adyacentes, y variar esta
operación en distintos individuos, anotando los
efectos que en todos estos casos produce la mordedura de varios animales. 5. Examinar con
mucho cuidado distintas culebras de una mismaespecie,
procurando que sean de diversas
edades y sexos, y practicándolo _en épocas, estaciones y demás circunstancias variables, para
reconocer si siempre están provistas del mismo
veneno, y si en alguna 'circunstancia, tal como
la de estar hambrientas, varía su cantidad o su
intensidad. 6. Hacer un análisis químico del licor venenoso, y procurar por su medio reconocer su na.turaleza, composición y d.ifp.rencia~ pn
distintas especies. 7. Recoger porción considerable de los contravenenos que vulgarmente se
aplican, y ensayar su eficacia, bien sea curando
con ellos a los animales mordidos, o bien mezclándolos con el veneno, y observando si lo descomponen o desorganizan, o lo privan de su virtud deletérea. 8. Como entre los contravenenos
el que más se ,preconiza es el Guaco, se deben
hacer con él todos los experimentos posibles, y
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averiguar el modo como obra, y si es cierto que
llega a tánto su virtud, que preserva de mordeduras y cura a priori. En caso de tener algún
fundamento estas aserciones, se debe examinar
si se pierde o disminuye la virtud de esta plantacuando
está seca, y si se podrá administrar
su extracto sólido con igual éxito que su decocción fresca o su zumo. 9. Descubrir qué cantidad de veneno es suficiente para matar a un
animal de cada orden, si de un solo mordizco
puede introducirlo la serpiente, y si guarda su
actividad alguna proporción con el tamaño del
sujeto que lo recibe, y del que lo da. 10. Observar si es cierta la opinión vulgar que hay culebras que de tal modo aturden a los animales
que quieren devorar, que los hacen venir a su
boca; y si este fenómeno debe atribuírse a su
aliento pestilencial, a la brillantez de. sus ojos
o a algún artificio que para ello empleen; o si
más bien puede pensarse que los anime.!esque
así se entregan al enemigo que los aguarda estaban ya mordidos, y que su aturdimiento viene del veneno que circula en sus venas. 11. Calcular la cantidad del veneno que cada especie
de serpiente tiene en los receptáculos de aquel
licor, y la variación que se note según la edad,
sexo o tamaño del reptil, y las influencias atmosféricas. 12. Observar con mucha atención
si las culebras venenosas presentan algún carácter externo que manifieste esta propiedad.
Para tal discernimiento dan por señales los naturalistas el número, disposición y figura de las
escamas capitales (que cubren la cabeza), y el
de las maxilares (que cubren las quijadas), el
doble o simple orden de dientes en la quijada
superior, y últimamente la presencia o ausencia de los colmillos huecos y movedizos. Las primeras de estas señales está visto que son equívocas en algunos casos, y por lo mismo que están sujetas a error; y contra las segundas está
la opinión de nuestros campesinos, que en materia tan importante no debe despreciarse sin
un maduro examen. 13. Averiguar si la natu-
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SEMANARIO
123
xaleza dio a las culebras el veneno únicamente
para defenderse y matar a su enemigo, o si, co':mo yo lo sospecho, es un suplemento para ayudarles a digerir los alimentos en lugar de la
masticación, que no pueden practicar por la eStructura de sus dientes, la cual se la impide.
Tres medios me, ocurren para hacer esta averiguación: el primero es el de examinar si el
.hambre da más actividad al veneno y la sacie- ,
dad se la destruye, y si el furor produce los mismos efectos; el segundo es facilitar a una culebra hambrienta el que se engulla un pájaro u
otro animal, y después darle muerte, para ver
si el animal engullido da muestras de haber
.sido envenenado; y el tercero, por analogía, es
ensayar la baba y suco gástrico de las culebras
-que no son venenosas, para ver si manifiesta
.la cualidad deletérea del licor venenoso,de las
otras. Si se pudiera conservar la vida de una
.serpiente venenosa, después de haberla privado
de, sus colmillos huecos y bolsas adyacentes, el
estado de su digestión pOdría dar mucha luz
.sobre la materia.
Bien conozcola mucha dificultad que hay, no
.sólo para completar este cúmulo de observaciones en todas las especies de serpientes, sino
también en una única que cualquiera se proj)Onga por objeto de sus indagaciones; pero esta dificultad no debe servir de obstáculo para
que los curiosos emprendan en sus respectivas
:provincias esta especie de trabajo, pues, aun
'Cuando solamente logren distinguir con alguna
.seguridad las serpientes venenosas de las que
no.le son,' 1) cl)n,~igan determinar con certeza
-el mejor antídoto para la mordedura de la que
.más abunde, bastará esto para que cualquier
hombre sensato se crea recompensado de sus
tareas, por haber hecho este distinguido servicio a la patria. Pero aún hay más; guardando
'cierta uniformidad' en el orden de observar, es
,probable que 1!toS indagaciones de unos comple~
"ten los descubrimientos de otros, y por, tanto
~ue, las tareas reunidas de todos aclaren la his~
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SEMANARIO
toria natural de nuestras serpientes. Por ejemplo, puede muy bien suceder que mientras uno
se ocupe en determinar la composiciónquímica
del veneno de la Taya rabona, otro tenga la
fortuna de descubrir su verdadero antídoto, y
comprobarlo con repetidos experimentos.
Pero de nada servirían todos estos trabajos
reunidos, si nos contentáramos con denominar
los objetos con aquellos nombres que se les dan
en cada provincia, y no indicáramos los caracteres distintivos de cada especie de serpiente.
Este sería el modo de confundir y embrollar
todas nuestras observaciones, y que sucediera
con ellas lo que ha sucedido con las de los historiadores que nos han precedido, tales como
Gumilla, Acosta, etc., en los cuales se hallan
noticias muy curiosas sobre varios objetos de
nuestra historia natural, pero en muchos casos
es poco menos qne imposible adivinar los objetos de que trataron, porque en lugar de dar señas capaces de distinguirlos, se contentaron
con indicarlos con el nombre provincial, el cual
unas veces representa diversas cosas en distintos lugares, y otras sirve de expresión genérica
que abraza muchas cosas diversísimas, y últimamente otras vemos que se dan muchos nombres distintos a una misma cosa.
Para evitar este escollo y lograr que en todo
tiempo se pueda conocer cuáles fueron los objetos sometidos a nuestro examen, no nos queda recurso más seguro que el de clasificarlos y
coordinarlos conforme al método inventado por
los naturalistas. Este, según se expresa Linéo,
es el hilo de Ariadna que nos guía en el laberinto del inmenso número de producciones na.,.
turales, y repartiéndolas en grupos bien determinados por caracteres sobresalientes, nos evita el fastidioso trabajo de pasar a todas revista,
cuando queremos ocuparnos en algunas por separado. Así es que, al contemplar ~os animales,
se hace una gran separación de ellos, poniendO
a un lado los que tienen columna.vertebral, y
a otro los que carecen de ella. Los primeros se
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SE:MÁNARIO
i25
subdividen por la propiedad de tener la' sangre
caliente, o fría, y estos últimos se distinguen
por los órganos de la respiración, que en unos
son pulmones, y en otros bronquios. Las serpientes son de aquellos animales que, provistos
de una columna vertebral, tienen la sangre
fría, y respiran por pulmones, y se distinguen
de todos los de su clase por el notabilísimo carácter de carecer de miembros motores, de suerte que, para trasladarse de un lugar a otro, no
tienen más recurso que el de arrastrar su cuerpo, y de aquí les ha venido el nombre dé serpientes, del verbo latino serpere.
Este orden, o familia, que Cuvier distingue
dando a sus individuos el nombre de ofid~nos;
se distribuye en ocho géneros bien caracterizados por la figura de las escamas que cubren la
parte inferior del cuerpo.
19 Los unos (coluber) lo tienen cubierto con
una fila de láminas, o chapetas escamosas (1)
que ocupan todo el ancho del 'cuerpo, y comenzando desde el cuello van a terminar en el ano.
Desde aquí donde principia la cola se notan dos
filas de chapetas más pequeñas que van hasta
la extremidad posterior. Por el número de unas
y otras chapetas distinguen los naturalistas las
especies de este género, atendiendo a que sus
otros atributos son muy variables. Pero como
también lo es este número, el célebre Lacepede
aconseja que, para evitar eqUiVOCaciones, se
junten varios, tales como son el número de
aquellas chapetas, la longitud total del cuerpo
y la de la cola. la presencil'l, o Hu,<:enl?ia d,e los
dardos venenosos, la figura y disposición de las
escamas de la cabeza y de la espalda, el color
y particulariqades
de la conformación externa;
y que de la reunión de todos ellos se forme el
carácter específico. Muchas especies de este género están provistas de veneno, y se les da el
nombre de vívoras, porque. casi todas ellas son
(1) Líneo llama a las' grandes Escudos y a las
chicas, Escuditos.
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126
SEMANAníO
vivíparas a causa de que sus huevos se empo~
llan antes de salir del vientre de la madre.
29 En otras serpientes (boa) se nota que tanto la parte inferior del cuerpo como la de la
cola están cubiertas de una sola fila de chapetas semicirculares. Por lo general las especies
de este género carecen de veneno; pero hay algunas de tan desmesurado tamaño Y fuerza,
que son capaces de combatir cuerpo a cuerpo
con el hombre, vencerlo y sepultarlo en su espacioso vientre. Los mismos caracteres que se
adoptan para distinguir las especies del género
coluber, sirven también para las del boa.
39 Hay otras serpientes (crotalus) que como
los boas tienen cubierto de una sola fila de
chapetas el cuerpo y la cola; pero ésta se termina por una serie de piezas cónicas de sustancia escamosa, ensartadas unas en otras,
conservando su movilidad, de suerte que al moverse la serpiente hacen cierto ruido, que se
ha comparado al de un cascabel, y por eso se
les ha dado ese nombre. Todas las especies de
este género, por desgracia muy comunes en
nuestros territorios, están provistas de un veneno atroz que en pocas horas da muerte, y se
determinan del mismo modo que las de los géneros anteriores.
49 Otras (anguis) tienen tanto la parte superior como la inferior del cuerpo cubiertas de
escamas chicas dispuestas como las tej as en un
tejado. Frecuentemente tienen la cola tan gruesa como la cabeza, y la falta de chapetas anchas en el vientre les permite moverse casi con
igual facilidad para atrás y para adelante. Por
lo general sus especies son inocentes y se distinguen del mismo modo que las de los géneros
anteriores, a excepción de que, a falta de las
grandes chapetas, se cuentan las filas de escamas chicas que cubren la parte inferior del
cuerpo y de la cola.
59 Se conocen con el nombre de amfisbena
aquellas cuyo cuerpo es de un mismo grueso
por todas partes y está cubierto de anillos es-
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SEMANARIO
127
camosos completos. Como la cola es del mismo
grueso que la cabeza, y por otra parte las serpientes de este género se mueven con la misma
facilidad hacia adelante y hacia atrás, muchos ha creído que tienen dos cabezas, una en
cada extremo, y las han llamado culebras de
dos cabezas, llenando su historia de otras mil
patrañas semejantes, tales como la que, cortadas en dos partes, se buscan mutuamente las
dos cabezas, y juntándose por la cortadura se
suelda ésta inmediatamente, y queda la serpiente en un instante restituída a su antigua
integridad. Las pocas especies de este género,
descritas por los naturalistas, carecen de veneno, y se distinguen por el número de anillos
escamosos que las cubren, y por los demás caracteres de que se hizo mención en el género
coluber.
69 Después de estas serpientes siguen otras
(cecilia) bien distintas de todas las demás por
el carácter sobresaliente de tener todo el cuerpo .desnudo de escamas, a falta de las cuales se
cuentan, para distinguir las especies, ciertos
dobleces, o arrugas laterales que forman su
piel, tanto en el cuerpo como en la cola. Las
pocas especies que Se conocen de este género
no son venenosas, sino, antes bien, a una que
hay con abundancia en nuestro territorio, y
vulgarmente llaman tatacua, se le atribuyen
muchas virtudes medicinales, de cuya certeza
no puedo hablar, por no haberse' presentado la
ocasión de experimentarlas.
,79 Una especie de serpiente que se halla en
Java y ha sido descrita por Hornstedt, forma
el séptimo género (acrocordon), cuyo carácter
distintivo es tener todo el cuerpo y cola cubiertos de pequeños tubérculos, o verrugas. Esta
espeCieno es venenosa, y a falta de otras, todavía no han construido los naturalistas el carácter específico que ha de diferenciarlas. ¿La
verrugosa de la provincia del Chocó,de cuyoveneno me han contado cosas prodigiosas, y de
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SEMANARIO
que todavía no he logrado ver un individuo,
corresponderá a este género?
89 Brugniere, de la Sociedad Real de Monpeller, publicó la descripción de una serpiente
(angaha) que descubrió en Madagascar, y que
forma el octavo y último género de este orden
de reptiles, por tener el vientre cubierto de chapetas escamosas, las que, alargándose a medide que se alejan de la cabeza, terminan por
formar anillos completos, y la punta de la cola
está cubierta, por encima y por debajo, de escamas chicas como las que se notan en el género anguis. La única especie que se conoce de
este género, está provista de colmillos venenosos.
Tales son los géneros en que se divide el orden de los ofidianos, y tales los caracteres que
se han adoptado para distinguirlos y separar
las especies que comprenden, cuya sencillez y
uniformidad facilitan en extremo la observación y el discernimiento de cualquier serpiente
que se examine.
Aquellos que quieran trabajar con fruto en
el estudio de estos animales, deben, en cada individuo que se les presente, después de expresar el nombre vulgar que se le da en la provincia de su residencia, anotar escrupulosamente
el número y figura de las cubiertas escamosas
que tiene debajo del cuerpo y cola; el tamaño
de la cabeza, cuerpo y cola, cada uno por separado; la presencia o ausencia de los colmillos
venenosos, y la figura y disposición de las escamas capitales, maxilares y dorsales; y el colorido y demás particularidades de la conformación externa, para que, por estos caracteres, se
pueda venir en conocimiento del género y especie de aquel individuo.
Si resulta que era venenoso y se han logrado
hacer algunas observaciones sobre su ponzoña,
debe explicarse su cantidad y actividad, los
efectos que produce en varios animales de distintas clases, la diferencia que induzca la edad,
sexo y demás circunstancias variables del ani-
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SEMANARIO
129
mal envenenador; y últimamente los remedios
más poderosos que se emplean para combatir
al veneno, y el modo como obran (1). En este
punto debe procederse con mucho tiento, para
no incurrir en la falta de dar como verdaderos antídot;<>s
muchas drogas que no tienen más
mérito que haberlas adoptadO sin el menor discernimiento los charlatanes.
Para completar la historia de cada especie de
serpiente, deben indagarse las particularidades siguientes: Hasta qué grado de calor o frío
resiste cada una voluntariamente; su modo de
unirse para el coito; su multiplicación por huevos que se empollan dentro o fuéra del cuerpo
de la madre; cuántos huevos en cada postura,
unidos o separados, y qué consecuencias pueden deducirse de este carácter; el tiempo de la
muda del pellejO; si ésta inflUye en la actividad
del veneno, en el número de las escamas inferiores, o en la intensidad y disposición de los
colores; arbitrios para estorbar o a lo menos
disminuir la multiplicación de las serpientes
venenosas; si es verdad que el glúten que lubrica sus escamas inferiores es remedio eficaz
para curar los cotos; y por último las costumbres y modo de vivir de cada especie.
Nada dejará que desear sobre la máteria el
que a todas las noticias que acabamos de expresar, agregue un fiel dibujo, que manifieste
la figura y colorido de la sierpe, o que más bien
diseque un individuo para que su esqueleto
acompañe a la descripción. Para hacer esta
oneración no 8e nece8itll.n .ni gll$t.l)F¡
ni mll~ha
destreza, pues no consiste en otra cosa más que
en volver al revés la piel de la culebra, hacien(1) Don José Quintana Navarro, vecino de Ocaña,
me ha comunicado una re<Jeta con la cual asegura
que Casimiro TélIez ha curado 250 personas mordidas por div,ersas especies de serpientes. Luégo que
se :verifique su utilidad, y se determinen Científicamente las plantas de que se compone, procuraré que
se publique.
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SEMANARIO
130
do salir el cuerpo por la apertura de la boca.
Para este efecto, se hace con la punta de una
navaja bien afilada una incisión circular dentro de la boca del reptil, de modo que corresponda a la articulación de la columna vertebral, o espinazo, con la cabeza, y luégo que se
ha logrado separar todas las carnes que adhieren a la piel, se empuja el cuerpo hacia fuera, volviendo la cabeza hacia atrás. Pero, en
las sierpes venenosas, se ha de evitar con mucho cuidado el hincarse en la mano alguno de
sus colmillos al practicar esta operación; pues
tal accidente puede producir los mismos efectos que la mordedura de aquella culebra. Luego
que en virtud de esta manipulación sale fuera
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rra éste con la mano izquierda, y se tira hacia sí, mientras que la derecha, aferrada de
la cabeza, hace esfuerzo para volver al revés
el pellejo, a manera del que se saca una calceta. De este modo se logra desollar enteramente al animal, sacando todo el cuerpo por
la boca. Algunas veces se dificulta esta operación a causa de que el vientre, repleto de alimentos o cargado de huevos, tiene demasiado
volumen para caber por la boca sin despedazarla. En este caso es preciso romper las membranas que contienen aquéllas, y sacarlas separadamente con unas pinzas o con los dedos,
y al instante desaparece el obstáculo que impedía la disección. Pero si la dificultad proviene de ser realmente el cuerpo demasiado
grueso para caber por la boca, entonces se varía la operación, haciendo encima del espinazo una pequeña incisión, bastante para introducir por ella los dedos, y, separando las carnes de la piel, tirar hacia fuera el cuerpo, cortarlo en dos partes, y seguir tirando de cada
una por separado, hasta dejar limpio y vuelto
al revés el pellejo. Cortado el cuerpo, se vuelve al derecho la piel y se le hace una costura
curiosa en la incisión. Luégo que de cualquiera de estos dos modos se ha despojado al ani-
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mal, se extiende bien la piel y se suspende en
el aire, sujetándola con un gancho que agarre
la mandíbula, de modo que quede la boca hacia arriba y abierta, para rellenarIa de arena
muy fina y seca, que ocupe exactamente el
lugar del cuerpo, y, sin desfigurar su forma,
estorbe el encogimiento al tiempo de la desecación. Después de estar bien rellena, se le cierra y tapa la boca con una cinta que se le ata,
y quitándola de la anterior situación, se· pone
a secar sobre una mesa con la precaución de
dar al animal la actitud que se quiera, mientras que la piel está todavía flexiblé. Una vez
endurecida ésta y seca, se extrae la arena, y
en su lugar se meten algodones empapados en
aguardiente alcanforado o en espíritu de trementina, para preservarla de que la corroan
los insectos; y a fin de que el aire no amortiCe enteramente su colorido, se le da por encima una capa de barniz transparente, que puede hacerse de la resina que nos viene de los
llanos de Casanare con el nombre de algarrobo, disuelta en aceite de trementina, o más
bien en el canime. Un poco de práctica en estas manipulaciones dará la mayor destreza, y
a poca costa facilitará a los curiosos muchos
objetos raros con que adornar sus gabinetes.
Este es el método que practican los naturalistas para la disección de las serpientes, y con
él concluye esta memoria, en que, sin extenderme demasiado, he procurado recoger todo
lo concierniente al estudio de aquellos reptiles. y he propuesto el plan de observaciones
que deben seguirse para examinar sus venenos,
asegurarse de sus verdaderos antídotos, yaclarar su historia natural. En todo ello he tenido
por guía los autores de más nota que escribieron sobre la materia, y lo poco que doy de
mi propio caudal, o está apoyadO en la experiencia, o autorizado con la deposiCiónunánime de muchos hombres veraces, o últimamente anunciado como simple conjetura. Pero no
dejaré la pluma de la mano sin hacer una sa-
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SEMANARIO
ludable advertencia a nuestros campesinos, y
es, que está experimentado que las serpientes
rarisima vez acometen al hombre, si no han
sido provocadas por alguna voluntaria o impensada injuria, y por otro lado, que naturalmente escogen para su residencia los lugares
fangosos, cubiertos y sombríos. Así pues seria
muy fácil disminuir las tres cuartas partes de
accidentes desgraciados que ocasiona su veneno, con sola la precaución de tener las casas
o chozas aseadas y limpias, tanto en lo interior como en lo exterior, en donde se deben
quitar los' arbustos, yerbas y piedras que puedan servir de guarida a las serpientes, y, dando corriente a las aguas, evitar que se hagan
lodazales. Cuando se trate de mantear en parajes en que abundan aquellos reptiles, el cuidado de envolverse los pies y piernas con unos
trapos gruesos que abulten, y ponerse el ordinario calzado que llamamos quimbas, impedirá que, aun pisando a una serpiente, alcance
ésta a introducir su mortal colmillo. ¿Quién
creerá que, siendo tan inminente el
tan sencillas las precauciones, sean poquísimos los que las practícan? La mayor parte de
las desgraoias oc~sionadas por las culebras
son justo castigo del desaseo y abandono.
Quaeso, ne harec, legentes, qu~niam ex his
spernunt multa, etiam relata fastidio damnent,
cum in contemplatione naturae nihil possit videri supervacuum. Plin. lib. XI, cap. 2.
Señores redactores
del Semanario.
Muy señores míos: Convencido como lo estoy de que es una obligación peculiar al hombre propender por los medios que le sean posibles a la ilustración de sus semejantes, resolví en el momento que leí la nota puesta en
el Papel número 1 que Vms. publican con el
título de Semanarío, cumplir con ella. En su
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SEMANARIO
133
virtud, remito a Vms. la adjunta libranza pagadera a la vista, de cien pesos, a fin de que
ellos sirvan a completar el número de suscripciones que faltasen para la continuación del
expresado Papel. Y si cuando ésta llege a manos de Vms. se hubiese logrado, siempre quiero .que se dedique a premiar al autor de alguna composición útil, para lo cual por Vms.
mismos se señalará el asunto sobre que debe
recaer, siendo igualmente los jueces de su adjudicación ..
¡Ojalá que mis luces fuesen capaces, asi como son grandes mis deseos, de ayudar a Vms.
,al trabajo utilísimo que han propuesto sostener en bién del reino entero, y cuyo primer
rasgo promete la obra más completa en su clase y que honrará sus autores! Conténtome
pues con ser uno de sus. elogiadores y el más
afectísimo servidor de Vms. Q. B. S. M.,
José Casamayor
Cartagena,
30 de enero de 1808.
Por la carta antecedente queda impuesto el
público de las intenciones generosas y patrióticas de su autor don José Casamayor. Deseosos nosotros de llenar la benéfica disposición
de su oferta (sin embargo de no estar cuoierta la suscripción), destinamos los cien pesos
de ella para premiar la mejor memoria que
ilustre la cuestión siguiente:
¿CUál es la producción propia de nuestro' cli.
ma que se deba cultivar con preferencia a las
demás, y cuál la producción extranjera que
nos interesa connaturalizar en nuestro suelo?
Las Memorias deberán estar en nuestro poder el 1Q de enero de 1809. Las que llegaren
después de aquella época no tendrán lugar en
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SEMANARIO
el concurso; aunque sí en nuestra estimacíón,
para pUblicarlas si lo mereciesen. Deben venir a estilo académico, es decir, en un pliego
cerrado la Memoria anónima, y en otro el
nombre de su autor, teniendo éste por sobre
escrito el mote o epigrafe que se haya elegido
para la Memoria. Se dirigirán francas de porte a don I;>iegoMartín Tanco. El resultado de
nuestro juicio, que formaremos con la mayor
circunspección, se publIcará en nuestro Sem~nado. La Memoria premiada se imprimirá entera, previo su examen por el señor censor en
la parte que le corresponde; y las demás que
contengan noticias o pensamientos interesantes, las extractaremos para que el público no
care7.ca de su utilidad. Santa Fé, 13 de mayo
de 1808.
Diego Martín Tanco.-Francisco José de Caldas.
Observación del Eclipse total de luna del 9 de
mayo de 1808, hecha en el Observatorio astronómico de Santa Fé de Bogotá, por don Francisco
José de Caldas.
Las nubes no permitieron observar el principio de la inmersión, ni la entrada en la sombra de los lugares de la luna. Casi al concluírse ésta se descubrió el cielo, y determinamos el momento de la inmersión total. El color de la luna era en partes naranjado, en
otras rojizo, y en otras más profunda la oscuridad. El barómetro se sostuvo a 248,5; el termómetro interior a 11,59;el exterior a 8,69; y
el higrómetro de Saussure a 89,09, Se mantuvo descubierto todo el tiempo de la oscuridad,
y se pudo· determinar el principio de la emersión y pocos puntos más. Después se cubrió y
no se volvió a ver la luna.
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SEMANARIO
Tiempo
verdadero
Inmersión total .... _ ....
Pqncipío de la emer ....••
Grimaldus, sale .•.. "
Príncip. Mare. humor
Galileus, sale .•.•...•....•
13 58
15 31
15 34
15 38
15 42
40
36
06
32
31
135
Almanaque
común
14 07
15 40
Error del
Almanaque
00
00
8
8
20
24
El día 10 de mayo de 1808,estando la región
de Júpiter descubierta, con un velo ligero que
no impedía ver las bandas ni los satélites con
la mayor claridad, manteniéndose el barómetro a 248,29, el termómetro, interior a 10,59, el
exterior 8,49, y el higrómetro a 879, se verificó la inmersión del primer satélite a 15,109,
50,979, de tiempo verdadero para el meridiano de nuestro Obs~rvatorio. Observación de
confianza.
Todas las observaciones se han hecho con
el mayor cuidado, y se han revisto los cálculos.
Se ha usado de un acromático de Dollond de
3 pies, de un cuarto de círculo de Bird de 14
pulgadas de radio, y de un péndulo astronómico de Graham.
Señor don Diego Martín Tanco:
La Memoria adjunta impondrá a Vm. de los
fundamentos que tuve para decir en mi discurso sobre el estado de la geografía. etc., que
se pOdía observar, y aun tocar. el influjo del
clima y de los alimentos sobre la constitución
física del hombre, sobre su carácter, sus virtudes y sus vicios.
Queda como siempre su mejor amigo,
Francisco José de Caldas
Santa Fé, Y mayo 10 de 1808.
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DEL INFLUJO DEL CLIMA SOBRE
SERES ORGANIZADOS
POR DON FRANCISCO JOSE
LOS
DE CALDAS
individuo meritorio de la Expedición Botánica de Santa
Fé de Bogotá, y encargado del Observatorio Astronómico de esta capital.
Cuando escribí el rasgo que se ha censura""
do en el número 8 de nuestro Semanario, tenía bien presentes las razones en que se fundan Saint Pierre (1) y los filósofos que no
quieren reconocer el influjo del clima sobre el
hombre. Había también reflexionado maduramente los fundamentos sobre que se apoya el
sentimiento contrario. El resultado
de estas
meditaciones fue que en ésta, como en todas
las disputas, los partidarios han tocado en los
extremos. Los unos nada conceden al clima;
los otros le dan un imperio ilimitado. El··hombre para los primeros es un sér invariable, un
animal que no cede J:t los arftores de la Libia,
ni a los hielos eternos del Norte, que, siempre
el mismo, triunfa de la latitud y de los elementos. Para los segundos es el juguete del
calor y del fria: su posición geográfica decide
de su suerte; diez grados más en termómetro
alteran su moral, le hacen virtuoso o le cubren
de delitos.
Nosotros, huyendo de estas extremidades que
,condena la razón, nos guardaremos bien de
decir con los primeros: que son indiferentes el
clima y los alimentos para el hombre: que el
(1) Etudes de la nature, tomo 2, páginas 335 y si~uientes.
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amor en todos los pa~s es una zona tórrida
para el corazón humano (1); que el calor y. el
frío, que un cielo nebuloso y melancólico, como uno bello, despejado y sereno, obran del
mismo modo sobre nuestro sér; y con los segundos, que el primero de todos los imperios
es el imperio del clima; que la embriaguez, la
sensibilidad, y el amor están en razón iilversa
de la' latitud; que en el norte está confinado
el valor; que acercándonos al mediodia parece que nos alejamos de la moral misma; que
hay climas ~n que lo físico tiene tal fuerza,
qu~ la moral casi nada puede; que el clima es
el que ha prescrito los limites de la religión
de Jesucristo y de Mahoma, etc. (2). Deponiendo todo espíritu de partido y toda autoridad, examinaremos con la sonda en la mano, y Siempre guiados por la antorcha de la
.observación, cuál es el poder del clima, y hasta dónde llega su imperia sobre las seres .organizados. La autaridad, la simple autoridad,
desnuda de apayas, n.o tiene ninguna fuerza
en esta materia. Mis rodillas no se doblan delante de ningún filósofa. Que hable Newton a
el Caribe; que Saint Pierre halle armanías en
todas las praduccianes de la naturaleza; -que
Buffon saque a la tierra de la masa del sol;
que Montesquieu n.o vea sina el clima en las
virtudes, en las leyes, en la religión y en el gobierno; poca importa si la razón y la experiencia no lo can firman. Estas son mi luz, éstas mi
apoyo en materias naturales, coma el Código
sagrado lo es de mi fe y de mis esperanzas.
Fijemos nuestras
ideas por definicianes
exactas antes de internarnos en materia tan
-importante. Evitemas de este mada dudas, confusión, interpretacianes
voluntarias o adversas. Explicar el sentida en que se toman las
'palabras, determinar bien su significada, es ir
(1) Saint Pierre, 'en el lugar citado.
(2) Montesquieu,espiritu de las ley,es.
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por el atajo a la verdad, es suprimir obstáculos y disputas interminables, tan perjudiciales
como inútiles.
Por clima (1) entiendo, no solamente el grado de calor y fria de cada región, sino también la carga eléctrica,. la cantidad de oxígeno, la presión atmosférica, la abundancia de
ríos y de lagos, la disposición de las montañas,
las selvas y los pastos, el grado de población o
los desiertos, los vientos, las lluvias, el trueno,
las nieblas, la humedad, etc. La fuerza de todos estos agentes poderosos de la naturaleza
sobre los seres vivientes combinados de todos
modos y en proporciones diferentes, es lo que
Hamo iniiujo del cUma.
Las ~aterias que el hombre saca del reino
animal y vegetal, unidas a las bebidas ardientes o deliciosas, la facilidad o lentitud de asimilarlas por la digestión, los buenos o malos
humores que producen, en fin, todo lo que puede perfeccionar o degradar, disminuir o aumentar al animal, es lo que llamo influjo de
los alimentos.
La robustez o la debilidad de los órganos, el
diferente grado de irritabilidad
del sistema
muscular, y de sensibilidad en el nervioso, el
estado de los sólidos y de los flúidos, la abundancia, escasez y consistencia de éstos, la más
o menos libre circulación, en fin, el estado de
las funciones animales, llamo constitución física del hombre.
El hombre es un compuesto de dos sustancias esencialmente diferentes: de un puñado
de polvo que le arrastra sobre la tierra y le
confunde con los brutos, y de aquel soplo divino que le eleva y le pone al frente de la crea(1) No ignoro que esta palabra en geografía tiene
un sentido bien diferente del que le damos aquí. El
geógrafo entiende por clima una zona de nuestro globo encerrada entre dos paralelos ,en que la duración
del día se aumenta 30' COl! relaciÓ'n a la del ecua.
dor: hay también climas de meses.
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SEMANARlb
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ción. Estas dos partes están íntimamente unidas, y no puede padecer la una sin envolver
en su desgracia a la otra. Una fiebre, un exceso
de debilidad en su cuerpo, pone en delirio a
su espíritu: un golpe de fortuna adversa, una
contención violenta de sus potencias extin"gue el apetito, agría el alimento, y altera todas las funciones de la máquina.
El cuerpo del hombre, como el de todos los
animales, está sujeto a todas las leyes de la
materia: pesa, se mueve y se divide; el calor
lo dilata, el frío lo contrae; se humedece, se
seca, en una palabra, recibe las impresiones
de todos los cuerpos que lo rodean. Cuando su
parte material sufre alguna alteración, su espíritu participa de ella. Si es evidente que el
calor, el frío, la electricidad, la presión atmosférica y todo lo que constituye el clima, hace
impresiones profundas sobre el cuerpo del
hombre, es también evidente que las hace sobre su espíritu: obrando sobre su espiritu, obra
sobre sus potencias; obrando sobre sus potencias, obra sobre sus inclinaciones, y por consiguiente, sobre sus virtudes y sobre sus vicios.
Hé aquí cómo el clima influye sobre la constitución fisica del hombre, sobre su carácter
y sobre su moral: h'é aquí cómo contribuye a
sus virtudes y a sus crímenes. Reconocer la
influencia del clima, tocarla en todos los seres organizados que pueblan nuestro globo, decir que la Nueva Granada presenta puntos
ventajosos para observarla, que aquí basta recorrer diez a catorce leguas para ver los hielos de los países septentrionales y los ardores
del Senegal, ¿es afirmar que la moral, que las
nociones de lo justo y de lo injusto, grabadas
profundamente por una mano invisible" en
nuestros corazones, pueden ser trastornadas
por el"clima? ¿En qué lugar de mi discurso he
dicho que el clima tiene tánto influjo sobre el
hombre, que le quite la libertad de sus acciones? El clima influye, es verdad; pero aumentando o disminuyendo solamente los estímulos
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de la máquina, quedando siempre nuestra voluntad libre para abrazar el bién o el mál. La
virtud o el vicio siempre serán ~l resultado
de nuestra elección en todas las temperaturas
y en todas las latitudes. Demasiado sé que los
principios de la justicia son eternos, que ninguna convención, ningún ejemplo, ningún influjo los pueden alterar. Sé también que para
justificarnos
no bastan la educación y los
ejemplos; es necesaria la Gracia. Pero un profano no puede entrar en el Santuario, y esta
materia, digna de Bossuet y de Paseal, es demasiado sublime, y está fuéra de mi alcance.
Si el clima hace impresiones sobre los seres
vivientes, los alimentos las hacen más profundas. Estas materias destinadas a reparar las
pérdidas y para aumentar
el volumen del
cuerpo en el tiempo de su desarrollo, que, por
medio de la digestión, quilificación, etc., vienen a constituir una parte de nuestro sér,
¿qué influjo tan inmediato y poderoso no deben tener sobre nuestros órganos y sobre todas
las funciones,anL.'11ales? La sangre, el flúido
nervioso y todos los humores se renuevan y se
forman de los alimentos. Los crasos y aceitosos deben dar productos bien diferentes de los
ligeros y poco sustanciosos. ¿Qué efectos tan
decisivos, qué trastornos tan .palpables no ocasionan el vino y las bebidas fermentadas, no
sólo sobre la parte material, sino también sobre la razón misma? (1). Pregunto: ¿se puede
(1) En la carta que se inserta en la página 61, hay
dos párrafos queenÓerran
contradicciones, y ,el
último es contra producenlem. En el primero dice
su autor que ,es indiferente para lo uno (el biéIl) y
para lo otro (el mal) la influencia del clima y de
los alimentos. Al párrafo siguiente, y sin completarse diez líneas, dice: yo convengo que el calor y el
frío en sumo grado tienen influencia sobre las pa.
siones del hombre. Luego la influencia del clima no
es indiferente, y obra sobre las pasiones. Las pasiones no son otra cosa que los estímulos violentos que
sentimos por la posesión de un objeto: si éste es ha.
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tocar el influjo de los alimentos? Esto es lo
que nos dicta la razón en general: analicemos
por separado todos los agentes que constituyen el clima.
nesto, la pasión ,es noble; si por el contrario se opone a la razon, es un vicio. Luego, si el calor yel
frío influyen sobre nuestras 'pasiones, influyen también sobre nuestros vicios y sobre nuestras virtudes. ¿ He dicho yo otra cosa en la cláusula que
se me ha censurado?
En los días más ardientes de la canícula, dice el
autor de 'esta carta, como en los más fríos del invierno, son los en que se cometen por los hombres
los maY,ores y más frecuentes delitos. Yo saco solamente ,estas consecuencias: luego ,el calor y el frío,
nos hacen cometer grandes delitos j luego el clima no
es indiferente para el bien y para el mál.
Se acaba de decir que 'el calor y el frio nos hacen
cometer grandes delitos, y ,en la página 63 se afirma
que el calor no obra sobre nosotros, porque las
mujeres de Cartagena no paren antes de los nueve
meses. Yo respondería que el calor de la sangre, el
calor interno del cuerpo, y por consiguiente el flúido
en que nada el feto, tiene en todos los paises, en todas
las latitudes y en todas las circunstancias posibles, 32Q del termómetro de Reaumur. «Así es que
se establece (dioe MI'. de Lavoisier) aquella temperatura casi constante de 32Q (termómetro de Reaumur),
que muchos cuadrúpedos y que el hombre principalmente conservan en cualquiera circunstancia en
que se hallen. Elem. de química, t. 2, p. 209, edic.
franc.»: por consiguiente no hay razón para acelerar el parto. Es necesario distinguir el calor animal del atmosférico: si no, se incurre en eQuivocaciones y se sacan consecuencias erroneas. Por otra
parte, ¿ estamos seguros que no se ácelera, cl parto
en nuestros climas ardientes? ¿ Se han hecho observaciones exactas sobre este punto interesante? Yo
quisiera que no se admitiese este hecho como incoritestable, y que se sujetase a un 'examen ri~uroso.
Por ahora sólo pregunto: ¿ los niños de los lugares
calientes no hablan, no caminan antes que los siños de los lugares frios? Pero el influjo del clima sobre la educación se va a tratar por uno de
nuestros compañeros (don Francisco Antonio de
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Calor y frío
Cuando recorremos la superficie del globo
admiramos la variedad y los extremos a que
llega la temperatura en sus diferentes puntos.
Olloa) con la extensión y profundidad que exige la
materia,
Yo me había contentado con decir que el clima
influye \Sobre nuestra constitución, sobre nuestros
vícios y sobre nuestras virtudes. El autor de la
carta da un paso más adelante, asegura que aque.
Ilas mismas estaciOilles de calor y de frío no influyen
sobre las pasiones del hombre sino obrando más so.
bre su moral que sobre su físico; Y confiesa que
esta proposición tiene eL aire de paradoja; lo es en
efecto.
vuallLOSC aSl::gura 5001'1:: la lllllUtmcla Ul::l cuma
con relación al gobierno no creo que se dirija contra
mí, porque en mi Discurso no he dicho que el clima
ha formado las monarquias ni las repúblicas. Este
punto lo debe contestar ei autor del Espíritu de las
leyes. Yo sólo advierto que en la época 'en que se
escrib~ó esta carta (10 de febrero) ya no existían las
repúblicas de Holanda, Polonia y "enecia. Sobre la
inglesa no faltaría qué decir.
La isla Célebes está situada bajo del ecuador
mismo; sus habítantes no tienen por carácter ese
valor intrépido que se pondera; lo reciben por poco
tiempo del opio. Hé aquí lo que dice de Mta isla y
de sus moradores 'el autor de los Establecimientos
ultramarinos. «Esta isla, cuyo diámetro tiene cerca
de 130 leguas, es muy habitable, aunque situada en
medio de la zona tórrida, porque templan sus calores abundantes lluvias y vientos frescos. Son sus
habitantes los más valientes del Asia meridional: es
furioso el primer choque, pero una resistencia de
dos horas hace suceder un total abatimiento a su
extraño ímpetu. Sin duda que entonces la embriaguez
del opio, única causa de aquel terrible espíritu, se
disípa después de haber fatigado sus fuerzas con
aquel ardor, que más parece tiene algo de frenesí.
Malo de Luque, t. 1. pág. 247".
Con preguntar si las tórtolas de Rusia son menos
amorosas que las del Asia, ¿ se satisface a los hechos que nos conserva la historia,
hechos Que
trastornaron
todos los imperíos e hicieron mudar
"
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Aquí reina una primavera que nada puede alterar; allí, fríos rigurosos, o hielos eternos;
más allá, ardores insoportables: en unas partes domina la inconstancia y el capricho: golde faz al universo? ¿ De dónde eran esos Godos, esos
Hunos, etc., que se tragaron al mayor de todos los
imperios, al imperio romano, 'estos Romanos tan
guerreros que habian sujetado la tierra? ¿ Las tórtolas de Rusia han confiado el secreto de que son tan
amorosas como las del Asia? Por lo que mira al
oso blanco yo responderé en su lugar.
Los Griegos han mudado de carácter bajo del
mismo clima: luego el "clima no infulye sobre el
hombre: este es 'el argumento de la página 66, Después 'haremos ver, 'en el articulo Selvas, la poca
solidez de este raciocinio.
En lo restante de ,esta carta se habla mucho del
influjo de la sangre. Bi,en pudiera decir mil cosas
sobre este punto: por ejemplo, ¿por qué vemos familias eñ quienes el observador menos atento nota
rasgos característicos que las distinguen de un pueblo? ¿ Por qué én unas es larga La nariz, en otras
son los ojos garzos, en éstas las cejas pobladas y
unidas, yen aquéllos la barba demasiado pobre o
abundante? Mas, hay familias en quienes domina
una misma enfermedad:
familias de sordos, familias de míopes, familias en quienes a cierta edad
flaquea el juicio. Pero lo que debe admirar más.
es que conocemos familias en que reina la lascivia,
la embriaguez, la glotonería, el juego, etc. Como yo
no he dicho nada sobre este punto en mi discurso,
creo que no estoy en la obligación de responder.
Se aglomeran 'ejemplos de la' historia 'romana
para hacer ver que hay hijos generosos de padres
avaros, y padres virtuosos con hijos c:ri.:nir:.~!cs.
'La consecuencia es que la sangre no influye. La poca solidez de este modo de raciocinar se puede hacer ver con argumentos a la inversa. Por ejemplo:
Domingo Cassini fue uno de los mayores astrónomos; su hijo Juan Jacobo Cassini, un célebre astrónomo; su nieto César Francisco Cassini de Thury, fue un astrónomo acreditado; su biznieto Juan
Domingo, conde de Cassini, fue un buen astrónomo:
luego la sangre de los Cassinis era una sangre que
influía astronomía, o más bien, era una sangre ag'_
tronómica .. Lo mismo podría decir de la sangre bo-
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pes de un sol sofocante son seguidos de las esoarchas
(1); en otras, siempre mesuradas,
siempre regladas las estaciones, se suceden sin
alteración el verdor, las llamas, los frutos y
las nieves. Si comparamos las extremidades,
veremos con aoombro que es preciso recorrer
casi toda la escala del termómetro para indicar la temperatura de la zona tórrida y de la
zona glacial. No se puede oír sin horror que en
Yeniseik (2) desciende este instrumento a 709
bajo de la congelación, y que en Africa, cerca
de la equinoccial, sube a 709 sobre el mismo
término. Distan más entre sí estas dos temperaturas que el hielo yel calor del agua hirviendo, que constituyen los extremos del termómetro de Reaumur. Una barra de hierro
que se trasportase del ecuador a Yeniseik sufriría una oontracción sensible en todas sus
dimensiones. ¿Cuánto debe haber sufrido el
(1) «Tenemos, dice Mr. Rush, caracterizando el
clima de la Pensilvania, la humedad de la Gran
Bretaña en primavera, el calor del Airica en estío,
la temperatura de Italia en junio, el cielo de Egipto
en otoño, el frío y las nieves 1'._ ~;. ~;.:;:::-~:;;;::.;;2.::::~carchas de Holanda durante el invierno; las tempestades, en cierto grado, de las Indias occidentales,
y los vientos variabLes de la Gran Bretaña en todos los meses del año... El clima de la Pensilvania
no tiene más que un solo rasgo característico, ,esto
es la inconstancia; y se le puede aplicar el verso
de Ovidio: et tantum constans in levitate sua. Brissol,. t. 2, carta 29».
(2) Lugar de la Siberia, por 582 de latitud boreal.
Aquí vio Mr. de lisIe el termómetro a 70º bajo
la congelación.
tánica de la familia de Jussieu, de la sangre analítica de los Bernoullis, y sin salir de casa, de la
sangre jurispcrita de los Covarrubias.
En fin, se concluye de todo que el clima no nos
determina a obrar el bien o el mal: es decir, que se
persuade una cosa bien diferente de lo que he dicho en mi discurso.
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hombre, este sér delicado y flexible, en temperaturas tan diferentes? Los hombres de la
Nubia, del Senegal y de Guinea, en nada se
parecen al Lapon, al Groenlando,. al Samoyedo y al Tongus. Los primeros, bajo de un clima
abrasador, cercados de desiertos de arena caldeada,
respirando un aire inflamado por los
rayos solareS, han sufrido tales alteraciones en
la piel, en el pelo, en la estatura, en la nariz,
en los labios, y hasta en el olor de sus cuerpos,
que cuesta dificultad persuad~se que menen
un mismo origen con los habitantes de las extremidades árcticas de los continentes. En estas regiones hiperbóreas, el hombre, oprimido
bajo el imperio destructor de un frío extremado, sobre montañas de hielo en que se apoya
la bruma silenciosa y melancólica, tiene disminuída la nariz, dilatados los párpados y la
boca: las proporciones y la belleza han huído
lejos de estos lugares horrorosos; en fin, la armazón huesosa (1), estas partes centrales y só(1) El instinto, la docilidad y, en una palabra, el
carácter de todos los animales depende de las dimensiones y de la capacidad de su cráneo y de su',
cerebro. El hombre mismo está sujeto a esta ley
general de la naturaleza. La inteligencia, la profundidad, las miras vastas y las ciencias, como la
estupidez, y la barbarie: el amor, la humanidad, la
paz, las virtudes todas, como el odio, la venganza y
todos los vicios, tienen relaciones constantes con el
cráneo y con 'el rostro. Una bóveda espaciosa, un
cerebro dilatado bajo de ella, una frente elevada
y prominente, y un ángulo facial que se acerque a
íos íJíJQ, anuncian grandes taientos, ei. calor de
Hornero y la profundidad de Newton. Por el contrario, una frente angosta y comprimida hacia atrás,
un cerebro pequeño, un· cráneo estI'echo, y un ángulo
facial agudo son los indicios más seguros de la
pequeñez de las ideas y de Ia limitación. El ángulo
facial, el ángulo de Camper, tan Célebre entre los
naturalistas, reúne casi todas l'as cualidades morales e intelectuales del individuo. Se forma de una
linea que corta longitudinalmente en dos partes el
plano que pasa por los agujeros' auditivosexter-
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lid as del cuerpo, han dlsminuído su longitud Y
variado en sus proporciones. Estas enormes diferencias, estos caracteres
distintivos de los
pueblos que habitan las extremidades de nuestro globo, no son sino los productos del calor y
del frío, productos reconocidos por los filósofos de todas las edades, y confirmados por la
experiencia; productos que, variando enteramente la constitución física del hombre, han
variado sus gustos, sus deseos, sus usos, sus
costumbres y sus pasiones. ¡Qué diferentes
son la vida y las inclinaciones del Lapon de
las del negro del Senegal! Aquél, bajo de tiendas formadas de pieles, vegeta las noches dilatadas de su invierno, alumbrado a la triste luz
de una lámpara. Su bebida es el aceite de ballena y el agua; el pesc~do, la C9~rne cruda de
sus renos y de sus osos, las cortezas de abedul
y de pino, son sus alimentos. Cubierto de los
despojos de los animales del norte, atraviesa
sobre patines grandes' espacios, con una intrepidez y con una velocidad asombrosas. Nacido para las fatigas, no conoce otra ocupación
que la caza de las zorras, de las martas, de los
nos, y por el borde inferior de las narices; y de
otra que corre desde los dientes incisivos superiores,
hasta lo más prominente de la frente. Cuando este
ángulo crece, crecen todos los órganos destinados
a poner en eJercicio la inteligencia y la razón; cuan. do disminuye, disminuyen también estas facultades.
El Europeo tiene 852 y el Africano 702. iQué diferencia entre estas dos razas del género humano!
Las artes, las ciencias, la humanidad, el imperio de
la tierra es el patrimonio de la primera; la estolidez, la barbarie, y la ignorancia son las dotes de
la segunda. El clima que ha formado este ángulo
importante, el clima que ha dilatado o comprimido
el cráneo, ha también dilatado y comprimido las
facultades del alma y la moral. Véase a Cuvier
(Lec;ons d'Anatomie comparée), y no se dudará del
imperio del clima sobre la armazón huesosa de
nuestro cuerpo, y de los asombrosos efectos de sus
dimensiones sobre la constitución física del hombre,
sobre sus virtudes y sus vicios.
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armmos y de los linces. Sin religión, sin principios, sin moral, es supersticioso, grosero y sin
pudor. Ofrece al extranjero su mujer, y se cree
feliz si usa de ella. "Pueblo abyecto, sin mas
costumbres que las suficientes para hacerle"
digno del menosprecio" (1); raza infame, degenerada, y circunscrita en los· hielos polares.
El Africano de la vecindad del ecuador, sano, bien proporcionado, vive desnudo bajo de
chozas miserables. Simple, sin talentos, sólo
se ocupa con los objetos presentes. Las imperiosas necesidades de la naturaleza son seguidas sin moderación y sin freno. Lascivo hastala brutalidad, se entrega sin reserva al comercio de las mujeres. Estas, tal vez más licenció.
sas, hacen de rameras sin rubor y sin remordimentos. Ocioso,'apenas conoce las comodidades de la vida, a pesar de poseer un país fértil,
apacible, cubierto de árboles y cortado de ríos
por todas partes. Bajo de un cielo inflamado,
agota la sustancia de su cuerpo por el sudor
y por la transpiración. Sus días son cortos; alos cuarenta o cincuenta años ha tocado con
la senectud. Aquí idólatra, allí con una mezcla
confusa de prácticas supersticiosas, paganas,
del Alcor:an, y algunas veces también del
Evangelio, pasa sus días en el seno de la pereza y de la ignorancia. Veng¡ativo,cruel, celoso con sus compatriotas, permite al Europeo
el uso de su mujer y de sus hijas. Rame, plátano, maíz, hé aquí el obJeto de sus trabajos y el
producto de su miserable agricultura. Unas veces mañoso, otras feliz, vence al tigi'e, al león
y al eleflu!tc mismo.
Después de estos cuadros demasiado imperfectos, pero verdaderos, yo haría al autor de
la Carta estas preguntas: ¿Por qué el Africano del ecuador es perezoso, y el hombre del
norte infatigable en la carrera y en la caza?
¿Por qué éste, fecundo sin' ser ardiente, no conoce los celos, cuando aquél, voluptuoso, las(1) -BuffaD, t. 5, pág.
traduc. casto
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civo, apenas queda saciado con la sangre de su
rival? ¿Por qué el uno, pequeño, deforme,
aceitunado, vestido; y el otro, regular en sus
facciones, con un talle hermoso, desafía al
ébano en negrura? ¿Por qué ninguna señal
de la religión en el norte, y algunas semillas en
el ecuador? Pero no es tiempo de sacar consecuencias: volvamos a tomar nuestro objeto.
Cuando en los desiertos ardientes del ecuador, en las selvas del Africa y del Asia, en el
fango periódico del Nilo y al pie de las orgullosas pirámides, no respiran y se mueven sino el
cocodrilo, el tígre, el león, la pantera, esas
enormes masas de materia viviente, el rinoceronte, el elefante; en las Laponias y más allá
del circulo polar, sólo se ven pequeños animales: el reno, el lince, la zorra y los armiños son
los pobladores de las extremidades borealas.
El hipopótamo del Niger jamás habitó las orillas del Oby; la marta de Siberia no se ha visto en el Senegal; y el dromedario nunca ha
hollado la nieva (l). ¿Quién ha confinado las
(1) Los despojos de los animales que hallamos
sepultados en todas las zonas de nuestro globo no
tienen ninguna relación con el clima, ni con la latitud. En la Siberia se encuentran frecuentemente
huesos y cráneos de elefantes, y tal vez de ese desmesurado Mamhut que ha desaparecido de la superficie de la tierra. Bien sabidos son los esfuerzos que
hizo Pedro el Grande para recoger los huesos de esle animal esparcidos en la¡; provincias de su imperio.
En Provenza, en Francia, se ha encontrado el esqueleto de nuestra danta (Tapirus) que se creia por los naturalistas propio del Nuevo Continente. Petersberg en
Flandes está lleno de despojos de caimanes, que
sólo habitan en la zona tórrida, o en las cercanías
del trópico. Las cuevas de Gailenteuthen el Margraviado de Bareuth, ahundanen
huesos de tigre. En
Buenos Aires se ha desenterrado el esqueleto de
un perezoso colosal. En Méjico, y en ,el norte de la
América se hallan también estos despojos. En la
vecindad de esta capítal,en la explanada de Bogotá,
cerca de Soacha, tenemos huesos de elefantes carnívoros, según Humboldt. Yo he visto y ,sacado rou-
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grandes
especies dentro de los Trópicos?
¿Quién ha puesto barreras al tigre siempre intrépido y siempre sediento de sangre, para no
avanzar sus conquistas sobre los vivientes de
la zona glacial? Yo veo que el calor y el frío
son los que han repartido a todos los animales
sobre la tierra; que los grados del termómetro
cho~ desmedidos de la jurisdicción de Timaná, en
las cabeceras del Magdalena. Don Manuel María
Arboleda, amigo de las ciencias y de los sabios,
remitió a Quito al mismo Humboldt una caja llena
de estos huesos. Yo he poseído muelas prodigiosamente grandes, y actualmente se puede ver una
monstruosa ,en poder de don Manuel del Socorro, bibliotecario de esta capital. También se han encon.trado cerca de Ibarra. Pero ninguno más curioso
que un colmillo de verdadero marfil, de figura cónica y de un pie de largo, que don Juan de Larrea,
vecino de Quito, y celoso por el progreso de las
ciencias, remitió a Humboldt a Guayaquil. Se halló
en la Concepción, hacienda del corregimiento de
Ibarra, a orillas del río Mira, por OQ 38' 10" de latitud boreal, y ·a 1.493 varas sobre el nivel del
mar, según mis observaciones. ¿ Qué d,ebemos pensar de estos despojos arrojados a la casualidad,
. sin atención al nivel, a la latitud yal clima? ¿ Habrá variado la temperatura de nlle.stro planeta en la
serie de los siglos? ¿ Habrá existido una época en
que la Siberia haya tenido el calor del Indostán?
¿ El eje de ,este inmenso globo habrá variado hasta producir estos fenómenos asombrosos? ¿ Alguna revolución general habrá arrojado los cadáveres
de los elefantes, de la danta y del tigre desde el
corazón del Asia y del Africa hasta lasextremidaclw del glvhv? ¿ La iiii5illa catástrufe hal)1~árau~ituu
del seno de las llanuras ardientes del Orinoco y
Amazonas los esqueletos 'enormes de elefantes carnívoros a la cima de los Andes? ¿ Estas reliquias
serán como 10 ha pensado un sabio y piadoso naturalista (MI'. Pluche), las medallas que atestigiien, en todas las edades, ;a todaJSlas generaciones
y en todos los lugares, la célebre revolución que
nos ha descrito ,el legislador de los Hebreos, como
un efecto de la diestra vengadora del Creador contra los crimenesespantosos de los hombres? Esta es
mi opinión.
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deciden de su destino y de su patria, y haciendo perecer a unos y vivificando a otros, han
señalado límites que nadie puede alterar.
Bien puede el lujo de los reyes juntar en sus
vivares los animales de todas las regiones;
bien pueden agotar todos los recursos del arte
y del poder: el elefante no dará jamás combates sangrientos en Rusia, ni el reno prestará
sus servicios en Ceylán. Es verdad que hay
animales privilegiados, que, más flexibles que
los otros, pueden sobrellevar los grandes fríos
de la Siberia y los calores de la v~cindad del
trópico. Tales son el lobo, el oso y la !1:orra.
Pero, sujetos a las leyes del clima, varían en
el color y en el tamaño~ como v~u"í!i-,la altura
del termómetro. El lobo, por ejemplo, unas veces negro, otras blanco, aquí pajizo, allá pardo. ¡Qué diversidad de colores en las pieles de
la zorra y en las del oso terrestre! Mas lo que
debe fijar nuestra atención no son las impresiones exteriores,. no los matices de los colores
en su pelo, son sí los hábitos internos que
constituyen el carácter esencial y distintivo de
su especie. La fuerza, el valor, la rabia, la sangre y la carnicería, parece que son las dotes de
los que viven en la zona ardiente. Estas terribles calidades se disminuyen con el calor, se
templan y se equilibran con el clima. En aquellos países afortunados, que, igualmente distante de los hielos y de las llamas, gozan de
la más dulce temperatura, los animales que
allí habitan han suavizado su carácter, y han
cedido a las benignas impresiones del clima.
¿Qué es la ferocidad del lobo europeo comparada con la índole sanguinaria del tigre de
Bengala? (1) ¿Qué es la onza y el león ameri(1) «El lobo, que, en nuestra zona templada, es
quizá el animal más It:roz, no es, ni con mucho, tan
cruel como el tigre, la pantera y el león de la
zona tórrida, ni como el oso blanco, el lobo cerval
(Lince) y la hiena de la zona helada». Buffón, t. 9,
pág. 123, traduc. casto
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cano a la frente de los animales que llevan el
mismo nombre en el antiguo continente? No
por esto se imagine que, la crueldad disminuye en razón inversa de la latitud. En el norte,
como en el ecuador, hay guerras, desolación y
muertes. El oso blanco, la hiena y el lince devastan sobre la nieve, como la pantera y el tigre sobre las arenas abrasadoras de la Libia.
En la naturaleza los extremos se acercan y se
tocan en muchos puntos (1), y los terribles
(1) Si el autor de la carta hubiera tenido presentes éstos principios, no habria preguntado si los tigres del Asia son menos feroces que los osos blancos de la Nueva Zembla. Buffón, que seguramente
sabia más Historia Natural que Saint Pierre, asegura que el oso blanco del Norte es feroz; pero no
saca la consecuencia de que el clima no influye.
Por el contrario hace ver que la naturaleza ha
hecho el clima para las especies, y las especies
para el clima, como también el clima para las propiedades y las propiedades para el clima. Este
modo sólido, filosófico y profundo de ver y de
apreciar las producciones de la naturaleza es digno
del Plinio de la Francia, y bien diferente del de
Saint Pierre. ¿ Quién le ha dicho a este literato que
el frio extingue el furor? ¿ Qué relación hay entre
las nieves polares yel carácter cruel de los animales, para concluír que el clima no influye porque
el oso blanco es feroz? Este modo de pensar jamás
hará honor al sensible y virtuoso autor de Virginia.
j Ojalá que, contenido entre los límites que le prescribían sus luces y su profesión, no hubiera llevado
su hoz a devastar el fer-l!ndQ ~~m~ de !~~ ci~iic:iñS!
D'Alembert quiso geometrizaren el Parnaso, y ahora Saint Pierre quiere hacer poemas, hallar armonías, crear sistemas y trastornar los principios de
las severas ciencias. Siempre singular, siempre seduetor por los encantos del estilo, siempre amigo
de lo raro, asienta proposiciones' falsas, extravagantes y atrevidas. Que el influjo del élima es
desconocido, que el nOrte tiene densos bosques, que
las efusiones polares forman las corrientes y las
mareas, que la tierra no es esférica, no eIipsoíde
levantada al ecuador, sino oblonga y elevada hacia
los polos: tales SOn las extravagancias que he
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efectos de un frío riguroso tienen mucha analogía con los que produce el fuego. Nosotros
------ -----------------~ncontrado en lo poco que he leído de este literato
amigo de la singularidad. ¡Con qué firmeza, con qué
aire de convencimiento y de razón asegura; 'y 'á'su
parecer demuestra, la prolongación de nuestro planeta hacia los polos! Sin entrar en discusio,nes profundas sobre este objeto interesante y sublime, discusiones juera del alcance del común de nuestros
lectores, del plan del Semanario, y propias para
una memoria sobre la figura de la tierra, nos contentaremos con hacer ver la ignorancia, no digo de
los primeros elementos de geometría, sino de la
histeria !i.teTaria de .su nación v de su sigio. Sobre
la fe, dice, de Maupertuis y de La Conaamine se
declararon las Hcanemias
y ia Europa entera, pOlO;
la figura de la tierra elevada al ,ecuador y depresa
a los polos. Todos los que han saludado las ciencias saben que Newton y Huygens, así que supieron
que el péndulo, ajustado al tiempo medio en París,
retardaba su movimiento en la vecindad del ecuador y lo aceleraba en el polo, decidierQn que nuestro planeta era elevado al ,ecuador. Cassini, el gran
Cassini, suscitó dudas sobre esta determinación hecha por los genios más grandes que jamás tuvieron las ciencias. La Francia, la primera, la Inglaterra, España, Alemania, la cabeza de la Iglesia y
todo ,el mundo sabio se puso en movimiento para
decidir el gran problema. Los héroes de la astronomía se derramaron sobre la superficie del globo:
en las nieves del Norte, en el ,ecuador, ,en el nuevo
y en el antiguo mundo se midió, y se observaron
las estrellas. El l'esultado de tántas fatigas fue
coronar de gloria a Newton, y olvidar para siempre los principios de Cassini. La tierra fue reconOcida por unesferóide depreso a los polas y elevado al ecuador. Entonces vio la Europa las obras
sublimes e inmortales de Cassini de Thury, Bonguer, Boscovich, Juan, de La Condamine, Maupertuis, la Caille, etc. Pregunto: ¿ las autoridades de
estos grandes hombres, unida a la de los primeros
'geómetras de la Europa es la fe 'Sola de M.aupertuis
y de la Condamine? Este Saint Pierre que ha hallado tántas armonías, ¿ cómo no vio la que existe
entre la figura de la tierra y la de los demás pIanetas? Cuando se busca lo raro y lo maravilloso
sólo se ve su pasión.
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volveremos bien presto a recordar este principio luminoso.
Si parece cierto que los animales se han hecho para el clima y el clima para los animales, -las plantas están igualmente sujetas a las
leyes imperiosas del calor y del frío. La Arabia, Ceylán, Mogol, China, Amboyna, Sumatra,
Borneo, todas las regiones tórridas del antiguo mundo, producen aromas, bálsamos, venenos, todas las calidades excesivas del imperio
de Flora. Aquí, al lado del oro, del topacio y
del diamante, nace la canela, el clavo, la nuez
moscada, el alcanfor; aquí, al lado del áspid
(1) y del dragón, nace el acíbar, el opio y la
mandrágora. Las producciones de los ,bosques
del oriente participan de las calidades del clima. Aquí todo es excesivo, porque el calor de
estas regiones tiene también esta misma calidad. En el norte el reno, el alce, estos pacíficos habitadores de los hielos, no pacen, no ven
nacer bajo de sus pies, sino la zarza, los musgos y el enebro. Las selvas sombrías, los árboles
enormes, esa riqueza, esa profusión de materia vegetante, los festones, las bóvedas suspensas en el aire por los troncos colosales de las
palmas, ese verdor, esa variedad, esa frescura
están reservados para climas más afortunados
y dichosos.
Que el globo ruede bajo p'e nuestros pies;
que nos' presente sucesivamente su superficie
unas veces cubierta de ciudades soberbias, y
otras de vastas soledades; aquí arenas estériles ,en donde nada respira y en donde se han
extinguido el verti.or y la. vida; alH selvas espesas habitadas de fieras; prados risueños y
bosques olorosos, seguidos de fangos, de lagu(1) No hablo aqui del aspid de Europa sino del
aspid de los Antiguos que Líneo llama coouber
vipeJ:a, y Lacepede víbora de Egipto. Esta es la serpiente que sirvió a Cleopatra para darse la muerte
y evitar la vergii'enzade servir en el triunfo de su
vencedor.
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nas y de tierras anegadizas; hombres negros,
hombres blancos, hombres aceitunados, y todos los tintes de la piel; hombres gigantescos,
hombres enanos Y todas las escalas; pueblos
cultos, familias salvajes, dispersas, sin moral,
sin religión, sin princiPios; pueblos sedentarios, pueblos errantes; hombres vestidos, y todos los caprichos de una imaginaciÓn extravagante; pueblos desnudos, aquí feroces, crueles, lascivos, allí humanos y hospitalarios;
grandes masas organizadas en el ecuador, unos
animales afectando los hielos y las cimas de las
montañas, otros los valles y las aguas: en esta
sucesión rápida de objetos tan numerosos Y tan
vl'l,rio~; vp.o que unos animales y unas plantas
ocupan esta regiÓn y desaparecen en aquella,
y que ninguno de los seres vivientes ha extendido su existencia a todos los puntos del globo.
Sólo el hombre, esta criatura afortunada, se ha
multiplicado maravillosamente y ha llevado su
imperio a todos los ángulos de la tierra. En el
ecuador y en el polo, en la zona inflamada y en
la glacial, en el antiguo como en el nuevo mundo, ha hecho sentir la superioridad de su ser a
todos los vivientes. Libre, señor, independiente, todo lo ha subyugado, todo lo ha hecho servir a la propagación de su especi.e. Luchando
siempre con los rigores del calor y del frío, ha
puesto barreras, que, si han disminuído sus furores, no los han podido extinguir, y el hombre, dominador de cuanto lo rodea, no ha podido sustraerse 'del imperio del clima. Negro bajo
de la línea, aceitunado en Mauritania
Y en
Egipto, moreno en Italia, blanco en Alemania,
en Dinamarca, en Prusia, vuelve a ver oscurecer su piel en la Laponia, en la Nueva Zembla
y en todos los paises septentrionales de los continentes. El color de su tez tiene relaciones
constantes con la latitud. Si no aumenta en
blancura más allá del círculo polar, ya sabemos
que los extremos se tocan; sabemos que los productos del gran frío se parecen a los del gran
calor. Si se hallan excepciones a esta ley gene-
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ral, conocemoslas causas locales que las producen (1). Para juzgar de las obras de la natura,leza es preciso elevarse, es necesario reunir las
(1) Por ejemplo: en el Nuevo Continente no se
a hallado bajo de la línea un hombre negro. TodOlS
os Indios de Amazonas, todos los de Quito y de
meraldas son bronceados. Pero hay más. Que esén en .la zona tórrida, que vivan en el trópico o
n el círculo polar, en todas partes afecta el Nue~o Continente el color rojizo, o de cobre. ¿ Por qué
el calor que hace negros en la Nubia, no los forma
en la Guayana y en el Brasil? ¿ Por qué en Méjico
¡-noson aceitunados 'como en Egipto, y en ,el Canadá,
,blancos como en Prusia?
Cuando. sólo se atiende a la latitud, cuando se
mira a la naturaleza por partes y en pequeño, cuando no se cuenta. con todos sus recursos y con todos sus agentes, entonces 'escapa la ley, no se ven
sino contradicciones, se la calumnia y se sacan
consecuencias monstruosas. En lugar de pintarla, se
la degrada, y en lugar de conocerla rnejor,se dederraman tinieblas sobre su frente augusta. Que
se cuente co.nel diámetro estrecho de la América,
qUe se cuente con la inmensidad de nuestros Andes,
con los bosques interminables, con esa vegetación
vigorosa, con los ríos enormes que la atraviesan
por todas partes, con los lagos, con los mares que
la circundan, con las lluvias copiosas, con las nubes que las producen; que se cuente con nuestros
meteoros eléctricos, con los vientos, etc.:. entonces
se verá que la piel del hombre debe tomar el color
que ha tomado; ,entonces se reconocerá la ley general. y no se formarán censuras inmaturas que no
pueden producir sino el arrepentimiento. Que se lea
la sabia Memoria del abate Nauton (Diario de
6ica~,seto 1781}, que 'se !ea 2 B!.!!f6n (H!'5;t. ~!!~t;t. 5);
Que se consulte a su· ilustre continuador MI'. de
Lacepede (en todas sus obras y 'en 'especial el Discurso sobre las diferentes razas), que se profundicen estos escritos, y que después se pronunci~. Estoy bien seguro Que entonces no se me preguntará
por Qué las tórtolas de Rusia son menos amorosas
que· las del Asia.'
Es verdad que el color del indígena de la Nueva Granada es el del cobre; pero sube y baja, se
oscurece Y se aclara con relación al nivel, al calor,
¡
Fr-
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relaciones más distantes,
es indispensable
ge~
neralizar
los hechos y mirarla de una oi ead~
toda entera.
!
Entonces desaparecen
los obstáculos
y l~
al clima, a las ocupaciones y al m()do de vivir. Los
Indios de las costas del Sur son mucho más oscuros
que los de los flancos de la cordillera. Los Noána-i
mas, por ejemplo, son de un rojo tostado, y los dell
Chilcal son casi blancos. Mr. Bouguer observó lo,
mismo: hé aquí lo que dice ,este astrónomo: «Hay'
apariencia que ellos (los Indios de lacordiIlera
de
Quito) no son diferentes de nosotros sino porque
viven en un clima muy diferente del nuéstro. Esto es
lo que a la larga ha producido excesos tan señalados ....~ le menos :c.stG"',.~cierto Gu-e ·,su c.-.lur_ {IU:~ ~e
acerca al del cobre, no es sino 'una dife~~n~ia:'pasajera inde~ndiente de la pintura (seguramente del
achiote), y que no obstante se cree comúnmente que
les es propio. 'He tenido ocasión de observar que
los que viven inmediatamente al pie de la cordillera,
al lado de Occidente, o al lado del mar del Sur,
son casi tan blancos como nosotros. Estos no están
expuestos como los otroS a un viento violento y
continuo; 31 contrario, pasan sus días en un país
en donde reina una calma perfecta, que el menor
soplo jamás ha interrumpido. La cordillera los pone al abrigo del viento continuo del Oriente, que
debe pasar sobre sus cabezas a una legua de distancia. Si nos apartamos de la cordillera avanzando
hacia la costa, ya no observamos lo mismo: el viento comienza a sentirse en estos lugares, y los
Indios toman el color del cobre. Es verdad que si
elenearne
de los primeros no los distingue de
nosotros la falta de bal'ba, de pelo en 'el pecho y en
los otros lugares del cuerpo, y sobre todo su larga
cabellera los caracteriza bien. Siempre tienen el
pelo largo, lacio y muy fuerte. Pero si se admite
que su color, que es tan diferente de la tinta del
nuéstr~, proviene de la temperatura del clima, ó
de la grande acción del aire, a la que favorece la
falta del vestido, parece que se puede sospechar
que los otros flccidenteG dependen, poco más o
menos, de las mismas causas» (Voyage au Pérou,
págs. 101 y 102).
Hay un pueblo de mediana extensión en la vecindad de Otavalo, al pie de la montaña nevada
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contradicciones, se ve la ley general y se le
arranca el secreto a la naturaleza. ¡Qué pocos
son los genios capaces' de esta sublimidad!
Buffon, Lacepede, Daubenton ... hé aqui los
hombres privilegiados a quienes se han abierto las puertas del santuario. Estos genios extraordinarios nos dicen que el color de la piel en
el hombre es efecto del calor y del frío, y que
sigue las leyes invariables de la latitud y del
clÍma. Nauton, que ha seguido de cerca los pasos de estos héroes, consigna una memoria sa-'
bia en los Anales de las Ciencias (1). Allí hace
ver la verdad y la extensión de las leyes queacabamos de anunciar. No entraré en pormenores, ni disolveré las dificultades que pueden
oponer la obstinación y la ignorancia; no me
acordaré de los sistemas ni de los delirios de
esos físicos que, no pudíendo salir del estrecho
círculo de sus ideas ni sobrellevar el peso inmenso de la naturaleza, sólo la han visto por un
tubo muy estrecho. Yo convido a los enemigos
del clima a que consulten los monumentos inmortales que acabo de citar; a que desnudándose de las ideas estrechas de esos físicos que han
degradado a la naturaleza, la vean en grande,
en toda su plenitud y en toda su augusta majestad. Tal vez reconciliados con ella, confesarán que el clima tiene un imperio más grande
de lo que se habían imaginado. Si un monarca poderoso reuniese en su corte un Negro, un
Lapon, un Quimio, un f'ersa, un Chino, un Parisiense, un Hotentote, un Patagón y un Cal(1) ma~h de F!!!l'2!!, !!lO't. 17131. A'1ui hallará el
filósofo cuanto necesite sobre el color de las diferentes razas esparcidas sobre -la tierra; y hechos
que riada .le dejarán qué desear.
de Cotacache, cuyo nombre tiene. Todos los Indios
de este lugar pasan sus días en ocupaciones bien
diferentes de las de sus vecinos. l\1ientras que éstos aran, siembran y conducen sus rebaños, los de Cotacache hilan, tejen y bordan a la sornhra y en
el reposo. La piel de éstos es blanca, y la de aquéllos rojiza ..
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,.muko, y que todos obrasen con la libertad de
.sus países originarios, ¡qué variedad en el talle, en la estatura y en el color! ¡qué diferentes los gustos, las inclinaciones, las virtudes y
los vicios! Yo tomaría por la mano a estos espíritus rebeldes, les mostraría estos hombres,
y les diría; Aquí tenéis la obra del calor y del
frío; ved los productos de la temperatura y de
la latitud. Pero no nos parezcamos al viajero
que, después de haber recorrido al mundo entero, no conocía los departamentos Q.e su propia casa: volvamos nuestros ojos sobre la Nueva Granada.
Los países más ardientes de esta preciosa
porción de la monarquía, son las costas sobre
el Atl&nLit:G;/ sobre el Océano del Sur, las dilatadas llanuras de San Juan y Casanare, los
valles espaciosos y paralelos del Cauca y Magdalena, etc. Estas regiones 'bajas, muchas de
.ellas anegadizas, tienen constantemente el termómetro de Reaumur de 289 a 309 en su mayor elevación, y de 18l? a 199 en su menor. No
apreciaré el frío de esta colonia por los hielos
eternos que cubren la cima de nuestras montañas: a estas prodigiosas elevaciones todavía
no ha subido el hombre a establecerse: el físico, el geómetra intrépido son los únicos que
han escalado estas alturas. El hombre en sociedad, pacífico y cultivador de los Andes, sólo
.se ha elevado a 4.900 varas castellanas sobre
el mar. A esta línea llamo ténnino superior a
donde ha llevado rel hombre la cultura y los
ganados (1). Tal vez vendrá un día en que, po(1) Este nivel ,está sólidamente establecido por
las observaciones de HumbQldt y por las mias.
Cuando escalé las más célebres montañas de los Andes de Quito en solicitud de la vegetaciÓ'nextrema de
nuestro globo, lo hice siempre con el barómetro en
la mano. Los hatos, las cabañas de los pastores
llamaron mi atención, y después de muchas observaciones, me fijé en el númerO expresado. Es, pues, un
hecho seguro que el hombre no ha subido de este nivel sobre los Andes de la vecindad del ecuador.
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1>ladas las llanuras y las faldas de esta inmensa Cordillera, el hombre se vea pr.ecisado a su:'
bir más,' y a colocar sus cabañas sobre la nieve
'misma; tal vez adquirirá la fortal~za necesaria para resistir los rigores de esos frias que
hoy hacen perecer a muchos desgraciados;
~correrá como el Lapon sobre los hielos, tendrá
su fecundidad, sus facciones, su robustez, su
.estatura y sus costumbres; tal vez vivirán so-bre nosotros hombres estúpidos, supersticiosos
y miserables; tal vez reducirán a servidumbre
al ciervo y a la danta, que hoy recorren las aletas soledades de los Andes con independencia
y en plena libertad, y que, esclavos de estos
hombres degenerados, los arrastrarán
sobre
'las nieves del ecuador como hacen los renos a
los del Norte. Entonces ¡qué espectáculo para
<un observador filósofo! ¡qué contraste entre
la basa y la cima de los Andes! Pero dejemos
un objeto que está bien distante de nosotros.
Los movimientos del líquido en el termómetro en estas regiones elevadas son muy irregu'lares. Aquí varía desde 49 bajo de la congelación, hasta 109 y algunas veces 129 sobre la
misma. Por consiguiente, en nuestras regiones,
Jos extremos distan entre sí solamente 349 de
la escala de Reaumur, cuando en el antiguo
mundo va esta diferencia a 1149. No queremos
inferir de aquí con Paw, con este obstinado
enemigo de cuanto bueno tiene la América,
que el frío de este vasto continente es extraor,dinario, que él ha extinguido las grandes especies de los animales, que ha debilitado al hom"bre hasta perder la barba y Ludos los estillJ.ulos por su propagación, que la lactación dura
,diez años, y en fin, que el indígena de esas 'regiones, siempre estúpido, en' todas partes insensible, no derrama una lágrima, no exhala
un suspiro en medio de los más crueles tor·'mentos. Nosotros no suscribiremos jamás a esos
delirios del filósofo de Prusia. El calor de la
Nueva Granada, es verdad, no es, ni con mu.cho, comparable con el de las costas ecuato-
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riales del Africa; pero es muy superior al de
las zonas templadas, y en especial al de la Europa. Aquí no sube el termómetro sino a 32l? en
estío, es decir, que sólo tres meses tiene el Europeo esta fuerte temperatura. En los demás,
ya en primavera, ya en otoño, ya en medio de
los hielos del invierno, queda muy inferior al
calor que experimentamos en nuestra patria.
Sobre las costas y en los valles de la Nueva
Granada, la temperatura (189 a 309) es constante, y no varía en ningún tiempo del año.
Que -calcule Paw la masa total de un calor
constante de 30l?, y la del variable de la Europa
en el espacio de un año, y que nos diga si la
Nueva Granada es más fría que Prusia, Ale111Eulia y tOd08 t::SO~P~!::H~~en donde el hombre
se ha perfeccionado; si aquí puede el frío producir las imaginaciones y los sueños que ha
forjado, sin garante y sin conocimiento, del
más bello y fecundo país del universo. Es necesario que este grado de calor inmutable haya hecho profundas impresiones sobre los habitantes de estas regiones abrasadas; es preciso que se distingan demasiado de los que habitan las cimas y los puntos elevados de nuestros Andes. Un calor frecuentemente de 8l?, algunas veces de 12l? muchas de cero, y aun q.e 4l?
bajo de la congelación, ha de haber producido
efectos análogos a los de la zona helada, y diferenciado a los hombres de estas enormes alturas, de los que habitan los valles y lascostaso Sabemos que en nuestra patria no tiene
ningún imperio la latitud. Nada influye sobre
la Nueva Granada este elemento tan esencial
en las zonas distantes de la línea. Que un lugar se halle bajo del ecuador, que ocupe cualquiera paralelo, sus días (1), sus estaciones, su
temperatura, en nada dependen de su latitud.
La altura sobre el océano, la columna mercurial en el barómetro decide de su vegetación,
de sus animales, de su calor, de su aÚicultura
(1, No hablamos del rigor
matemático.
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y de sus hombres. El barómetro, este importante instrumento,
es el que principalmente
debe consultar el físico en nuestros países, si
quiere tener ideas exactas de nuestras cosas, y
~e lo más interesante en la agricultura, en el
comercio, en los meteoros, en la medicina, y en
la moral misma. Registremos baj o de este aspecto a nuestra· patria.
Este sería .el lugar más propio para pintar
los usos, las costumbres, las virtudes y los vicios de todos los que habitan los diversos puntos de este inmenso país. Pero este objeto, vasto, difícil y espinoso, nos atraería el odio y la
IndignaCión de nuestros compatriotas. Todos
gustan de oír las buenas calidades de su país
y de sus moradores; pero ninguno oye con paciencia la manifestación de sus preocupaciones, sus debilidades y sus vicios. Dejamos a
otra pluma más atrevida esta empresa verdaderamente arriesgada. El objeto que nos proponemos en esta memoria no necesita de estas
pinturas. Si hacemos notar la diferencia que
hay, en el carácter, en los gustos, en las pasiones,entre el habitante de los climas ardientes, y el que vive sobre los Andes; si formamos
en general el cuadro de estas diferentes temperaturas y del hombre que las habita, habremos llenado nuestro objeto.
Fijemos primero nuestras ,miradas sobre el
morador de nuestras costas: demos la preferencia a las del sur. ¿Cuáles son las pasiones,
cuáles las virtudes, cuál el carácter del hombre que rlabitct estas region.es? I-Ié aquí Iv que
he recogido en mis viajes. El Indio de las costas del Océano Pacífico es de estatura media·na, rehecho, membrudo; sus facciones, aunque no bellas, nada tienen de desagradable:
el pela negro, grueso, algún tanto ondeado,
poca o ninguna barba; la piel bronceada y
mucho más morena que la de los demás habitantes de la cordillera. Sus mujeres en poco se
distinguen de los hombres. La belleza, los rasgos delicados que distinguen su sexo en los de-
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más pueblos de la tierra, aquí parece que faltan. Los pechos, la voz y un trozo de lienzo envuelto a la cintura son los únicos caracteres
exteriores que las distinguen. Si los rasgos varoniles de su fisonomía las acercan a los hombres, sus ejercicios las confunden con ellos.
Carga, recorre, nada, navega con la misma intrepidez y valentía: va a la pesca y sigue al
marido a la caza. Es verdad que no se arma ni
ataca a las fieras con valor; pero ve los combates con un semblante sereno y sin estremecerse. Es verdad que hila, lava, teje, adereza
el alimento, asea la casa y su familia; pero con
un aire de nobleza y dignidad, con no sé qué
de feroz que parece indicar que ubra por necesidad más bien que por inclinación. Tiene los
pechos cortos, llenos, más bien piramidales que
esféricos, y nunca lacios, a pesar de traerios
sie'mpre desnudos; el pelo suelto o llamado hacia la espalda con un ligero trenzado; las orejas perforadas, de donde penden pequeña&
arracadas. Los amores en ellos son tranquilos
y manifiestan la dureza de su constitución y
de sus ejercicios. Apenas conocen los celos, esta pasión terrible que envenena todos los momentos. Tan taciturnos, tan graves, tan serios
en el tiempo de sus trabajos y tan pacientes
en la caza, como locuaces, bulliciosos e inquietos en sus festines. En éstos beben, comen y
danzan sin moderación y sin freno.
Durante tres, cuatro o más días, oyen con
igual placer el sonido monótono de un tambor
y de otros instrumentos tan rústicos como el
país. Cuando el Indio rema largo tiempo, cuando derriba los árboles enormes de sus selvas,
cuando está cubierto de sudor bajo de ese cielo ardiente, entonces se arroja al agua y se baña con el mayor placer (1). Si los olores gratos
(1) Cuando en 1803 se limpiaba el sitio en que
se fundaron las bodegas de Carondelet, cerca de
la confluencia de los ríos Bogotá y Tululbi, me admiraba al ver a los Indios agitados y cubiertos de
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son tan' mortales a sus mujeres como a las"
nuéstras cuando acaban de parir, la dieta, el
recogimiento, el abrigo, les son absolutamente
desconocidos. El baño, el' remo, los trabajos do-'
,mésticos, en una palabra, todos los ejercicios.
de su vida en nada se alteran con el parto. Es
tan generoso y pródigo' de lo que produce su
país como avaro de lo que le entra de la cordillera o viene de regiones distantes. El maíz,.
'la yuca, el plátano, y la carne de los animales,
silvestres son los únícos alimentos de que usa.
Nada desea: contento con su destino y con su.
país, mira con índiferencia al resto de la tierra. Vive sin inquietudes y sin remordimientos: la muerte misma no le turba; la ve acercarse con ojos serenos, y expira con tranquilidad. Este es el Indio de las costas del sur.
El lllUlato se distingue del indígena sin mezcla P()f muchos rasgos característicos. Es alto,
bien proporcionado, su paso firme, su posición
derecha y erguida; su semblante serio, el misudor arrojarse al Bogotá, bai'í.arse un cuarto de
hora, :i volver a continuar el trabajo con el mayor
vigor. Mi termómetro, expuesto al aire libre y de
modo que tomase la temperatura del en que se
hallaban estos Indios, se mantenia a cerca de 40ª
Reaumur: el agua del Bogotá hacia bajar este instrumento a 19ª. Pasaban, pues, estos hombres rápidamente de 402 a 192 de calor, es decir, que repentinamente disminuían la mitad de su temperatura
sin ninguna consecuencia. A los 402 de la temperatura del bosque inflamado por los rayos solares,
debe añadirse el calor excitado por la violenta
agitación en que se hallaban. Aqui se bebe sin
peligro agua fresca en medio del mayor calor. No
se diga que esto depende del uso, que, acostumbrados desde su niñez a estos excesos, su máquina ya
no siente los terribles efectos que ocasiona sobre
la cordillera 'esta repentina mudanza de temperatura. Los advenedizos, los que acaban de entrar en ·estas regiones ardientes hacen lo mismo
que el Indio de las costas, y los resultados son
los mismos. Pregunto: ¿se toca el influjo del clima
sobre nuestro sér?
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rar oblicuo y feroz; casi desnudo, apenas cubre las partes que dicta la decencia. Ceñido de
una fuerte cuchilla, el remo en una mano, coloca con majestad la otra en la cintura. Intrépido arrostra todos los peligros, y se arroja con
alegría sobre un leño en medio de un mar tempestuoso. Acompañado de sus perros, con una
lanza en la mano, recorre los bosques interminables; allí declara la guerra al tigre, al león,
al sahino y al tatabro (1): triunfa, y cargado
de los d'espojos de estas fieras, vuelve orgulloso a ponerlos con desdén y dureza a los pies
de la que hace el objeto de sus amores. Sus
bosques, estos bosques amados de que saca la
mejor parte de su subsistencia: hacen, SUR delicias, y los mira como el asilo de su libertad.
Aquí respira un aire embalsamado y libre, se
halla independiente, y todo lo tiene bajo su
imperio. Las mismas fieras son para él un patrimonio .inagotable: éstas son sus vacadas y
sus rebaños. Sin los cuidados queexijen
la
oveja, la cabra y el cerdo, le prestan ocasiones
de hacer brillar su ligereza y su valor. Las serpientes, estos reptiles que inspiran el wnul' en
todos los corazones, apenas conmueven el suyo. Mil veces ha triunfado de sus dardos venenosos con las yerbas (2) que tiene a la mano,
(1) En los bosques de Santiago vi dos especies
diferentes de puercos silvestres. El uno pequeño,
con una zona blanca en el cuello: a éste llaman los
moradores tatabro. El otro mayor, enteramente negro, se conoce con el nombre de zahino. Ambos andan en manadas numerosas, ambos tienen la glándula sobre las ancas, yen ambos falta una uña en
los pies posteriores. Jamás se mezclan, siempre se
evitan. El conde de Buffón ha descrito al tatabro
bajo del nombre de pecari o tayazu: es el sus
tajassu de Lineo.
(2} En 1803 recorrí las selvas dilatadas de Mira,
Bogotá, Santiago, Oayapas, ete., por colectar las
plantas de estos paises feraces y ardientes. Me
acompañaba un Indio Noánama, Célebre en el arte
de curar a los mordidos de serpientes, de que abun-
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y cuyas virtudes conoce. Cuando la sociedad
en que vive quiere poner freno a sus deseos,
cuando el jefe quiere corregir los desórdenes,
entonces vuelve sus ojos a los bosques tutelares de su independencia. Cuatro tiestos, una
red, una hacha, su cuchilla y su lanza se colocan con velocidad sobre la barca, a donde le
siguen su esposa y su familia: rema, atraviesa el laberinto de canales que forman los ríos
hacia su embocadura, se hunde después en las
selvas, y se arranca para siempre de una sociedad que coartaba sus deseos, o que castigaba sus delitos.· El carácter duro que le distingue lo conserva hasta en sus amores. No son
los halagos, no los servicios los que leaseguran las conquistas. Un mono, un sahino, un
armadillo, un pescado ofrecido c~m f.i.ereza,
unas miradas menos duras, alguna vez promesas y aun amenazas son los resortes que pone
en movimiento. Apenas se ha hecho dueño de
dan estos lugares. Cuando yo meextremecía
a
la vista de alguna y manifestaba mis temores, el
Noánama me sosegaba, y me decía: No temas, blan·
co, yo te curaré si te pica. Procuré de todos mo·
dos merecerme Sll amistad, y halagaba su pasión
por la bebida, le hacía presentes; y cuando creí que
poseía su confianza, le pedí \ me manifestase sus
secretos y sus yerbas. Convino, pero con reservas,
y siempre ocultándose de los demás compañeros
de nuestras expediciones botánicas. De repent~ se
desviaba, cogía un ramo, y a solas me decía: Esta
es buena contra. Yo observaba, fijaba el género,
diseñaba y describía la especie. Varias veces repitió esta operación, y yo conocí muchas contras,
usando del lenguaie de mi compañero. Pero lo
que me admiró y llamó toda mi atencíón, fue que
todas las plantas que me presentó leomo eficaces
en la mordedura de las serpientes eran de un solo
género: todas eran Heslerías. ¿ Cómo este rústico
jamás equivocaba el género, este género tan vario
y caprichoso? La experiencia, un uso dilatado,
una casualidad feliz han enseñado seguramente a
los moradores de los países en que abundan las
serpientes que tal planta es un remedio poderoso. La
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un corazón, dicta leyes severas cuya transgresión castiga con la muerte o con las más duras penas. Este es un tirano, aquélla una infeliz.
Si comparamos a éstos con el Indio y las demás castas que viven sobre la cordillera, veremos que aquél es menos bronceado, sus facciones se parecen a las de los que viven en las
costas: el pelo cerdo y absolutamente lacio.
Estos son más blancos y de carácter más dulce. Las mujeres tienen belleza, y se vuelven a
ver los rasgos y los perfiles delicados de este
sexo. El pudor, el recato, el vestido, las ocupaciones domésticas recobran todos sus derechos.
Aqui no hay intrepidez, no se lucha con las ond~~sy con las fieras.
Los campes, las
miese"s,
los rebaños, la dulce paz, los frutos de la tierra, los bienes de una vida sedentaria y laboriosa están derramados sobre los Andes. Un
cult.o regladu, unos principios de moral y de
justicia, una sociedad bien formada y cuyo yunecesidad; fa más imperiosa de todas las leyes,
habrá oblillado a bus cal' m~ "m~e'H~!!.~!)en c~c
de faltar la yerba conocida. Las formas, el hábito,
algunos caracteres más notables, los habrán guiado
en la comparación de laS especies; el suceso habrá correspondido a sus esperanzas, y la ciencia
médica de los salvajes ha admirado a los filósofoS. Un hombre que no ha oído jamás los nombres
de Lineo, de familias, de géneros, de especies; un
hombre que no ha oído otras lecciones que las de
la necesidad y el suceso, no podia reunir nueve o
diez especies bajo de un género, que él llama COIIltra
y los 'botánicos Besleria, sin que tuviese un fondo
de conocimientos y de experiencias felices en la curación de hs desgraciados a quienes habían mordido las serpientes. No pretendo que se crea sobre
su palabra; pero estos hechos deben llamar nuestra atención yestimularnos
a que hagamos experiencias con todas las beslerias. Por fortuna el género está abundantemente esparcido en los países
ardíentes y templados, y no faltan en los frios. Si
corresponde el suceso, ¡qué conquista para la hllmanidadt
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go no se puede sacudir impunemente: un cielo
despejado y sereno, un aire suave, una temperatura benigna, han proctu0ido costumbres
moderadas y ocupaciones trangullas. El amor,
esta rona tórrida del corazón humano, no tiene esos furores, esas crueldades, ese carácter
sanguinario y feroz del mulato de la costa.
Aqui se ha puesto en equilibrio con el clima,
aquí las perfidias se lloran, se cantan, y toman
el idioma sublime y patético de la poesía. Los
halagos, las ternuras, los obsequios, las humillaciones, los sacrificios son los que hacen los
ataques. Los celos, tan terribles en otra parte &
que más de una vez han empapado en sangre
la basa de los Andes, aquí han producido odas,
canciones, lágrimas y desengaños. Pocas veces'
se ha honrado la belleza con la espada, con la
carnicería y con la muerte (1). Las castas todas
han cedido a la benigna influencia del clima,
y el morador de nuestra cordillera se distingue
del que está a sus pies por caracteres brillantes y decididos. Después de esto, ¿se dirá que
no tiene ninguna influencia sobre nuestro sér
el clima y la temperatura? ¿Se me preguntará
qué diferencias he notado en los diversos cli(1) No quiero decir que no' haya en todos los climas hombres justos, bellezas modestas y virtuosas; no quiero decir que no haya vicios aqui, y' alli
delitos. En todos los niveles, en todas las temperaturas, en todas las latitudes hay modelos de
justicia y de probidad. Pero, para juzgar de las
cosas, es preciso no confundir los pequeños movimientos con el mo\'imiento de la masa total, es
precisc ~G d:esl~.:nbr~:rs~ ~G:r:.. 1~3 ir:"cgcl~::-id~dc3'Y
no caer en el ,error de tomar por ley las anomalías
que provienen de causas aisladas y parciales: es
preciso elevarse, abrazar el todo, y considerar el
curso del sistema general. Asi como se engañaría
el hombre que a las orillas de un gran río .quisiese
juzgar de su curso por las corrientes parcIales de
los bordes,. ocasionadas por los ángulos .entrantes,. salientes y por las rocas: bajo de este punto de VIsta
que se deben mirar todos los rasgos generales de
este papel.
es
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mas que he recorrido, para obligarme a decir
que se puede tocar su influencia sobre nuestra
constitución, sobre nuestras virtudes y sobre
nuestros vicios? ¡Ah! si me fuera permitido levantar el velo, si pudiera indicar en un escrito
público, con caracteres sencillos, los usos, las
costumbres, las preocupaciones, las virtudes y
los vicios de los diferentes pueblos que he visitado en mis excursiones, entonces vería el autor de la carta que he tenido razones para decir que en la Nueva Granada se observa, y se
puede decir se toca, el influjo del clima sobre
el hombre.
Si los hombres son diferentes, la vegetación
de nuestros Andes parece que toca en los extremos. En el corto espacio de 20 leguas halla el
botánico observador plantas análogas a las de
la Siberia, plantas semejantes a las de los Alpes, la vegetación de Bengala y la de la Tartaria septentrional. Basta descender 5 mil varas
para pasar de los musgos del polo a las selvas
del ecuador. Dos pulgadas de más en el barómetro hacen mudar de faz al imperio de Flora.
Los bálsamos, las recinas, los aromas, los venenos, los antidotos, todas las cualidades enérgicas están en la basa de nuestra soberbia cordillera. Los cereales, las hortalizas, los pastos, las
propiedades benignas están sobre sus faldas.
En las cimas se han refugiado las gramíneas,
los musgos y la mayor parte de las criptogamias. Aquí se vuelven a hallar calidades enérgicas en algunas plantas. Los extremos, ya lo
hemos dicho, se tocan. ¡Qué diferentes son las
selvas de Santiago de las de las cercanías de
Quito! La altura de los árboles crece en razón
inversa de la elevación del suelo en que nacen.
En las costas son colosales, y los diámetros
enormes; los troncos derechos, perpendiculares, y dejando entre sí grandes espacios vacíos.
Las volubles abundan en extremo. Maromas,
cables semejantes a los de un grueso navío, ba- .
jan y suben, unas veces perpendiculares, otras
envolviéndose espiralmente al rededor de los
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troncos. Aquí forman bóvedas, allí techos que
no pueden penetrar los rayos ardientes del sol.
Las palmeras, estos orgullosos individuos de las
selVas inflamadas, levantan a los aires sus frondes majestuosas, y descuellan sobre cuanto las
rodea. Pocos musgos revisten los troncos. Las
raíces someras se extienden horizontalmente a
distancias prodigiosas. Un huracán, una ráfaga
de viento arranca con facilidad estas masas inmensas que parecía desafiaban a todas las convulsiones y a la duración misma de los Siglos.
En su ruina envuelven a todo cuanto existe en
su vecindad. Hombres, animales, plantas, todo
queda oprimido bajo de su mole. El 'silencio augusto que reina en estas soledades en medio de
la noche, se interrumpe con frecuencia con el
ruido espántoso que causa su caída. No es el
diente, no las garras del tigre, no el veneno
mortal de las serpientes lo que más se teme en
el fondo de estas selvas.
Los vientos, las dislocaciones del aire ponen
pálido al viajero y le sacan de su lecho. ¡Cuántas veces turbó mi reposo una aura ligera seguida de un crujido! A cada paso hemos hallado espacios de ciento, de doscientas varas, cubiertos. de palizadas provenidas de la ruina de
un árbol que desplomaron los años y los vientos.
. Los árboles de la parte alta de la cordillera
son unos pigmeos comparados con los de la basa. Estos suben a 40, a 50 y frecuentemente a 60
varas de altura: aquéllos no se elevan sino a
10, a 15 y .cuando más a 20. Sus raíces profunUj~IUl,y h:.:¡j,:¡Len
a ia impetuosidad de los vientos que reinan en estos lugares elevados. Sus
troncos son aproximados, tortuosos y vestidos
enteramente de musgos. Las plantas volubles
son infinitamente en menor número. Aquí
abundan los pothos, las titilancias y demás parasíticas. Una sola palmera elevada, otras enanas conservan en las alturas la forma de estos
vegetales que parecen prodigados en las llanuras calurosas. En fin, si pierden de majestad
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las selvas elevadas de los Andes, adquieren en
recompensa contraste, belleza, y no sé qué de
tocante que nos arrebata.
Cuando atravesamos un bosque, hallamos al
lado del roble (1) colosal el musgo humilde:
la palmera erguida, que ha sustentado muchas
generaciones, tiene cerca de sí al lirio efimero:
unas se arrastran sobre la tierra, otras se elevan a los cielos. Sobre el cuerpo inmenso del
robusto caracoli (2), dan cien giros espirales la
banlsterla Y el convólvulo, que, entrelazándose
de todos modos, forman festones y caprichos
en que brllla el oro al lado de la púrpura. El
toluifera aromático se halla asociado al venenoso manzanlIlo, y la quina, el árbol de la vida,
la más preciosa producción del reino vegetal,
i11ezclada confusamente
con la. apacua (3) Y
con la ortiga. l'.1. :ás allá aparece el lisianto enorme, de cuyos ramos pende y flota en el aire el
salvaje, ramos que, imitando la forma de una
cabellera encanecida, imprime en el gigante
de los bosques el carácter de la venerable ancianidad. El loral1to y las orquídeas} desdeñándose de touíar su jugo de 10, tierra, han fijado
su residencia sobre la copa de los grandes árboles. Por todas partes vemos el junco al lado
de la rosa, la grama con la encina, el cardo Y
el tomillo; los aromas mezclados con las exhalaciones mortales, el antidoto con el veneno,
lo grande y lo pequeño, lo bello y lo horroroso,
lo estéril y lo fecundo, la dilatada duración y
los momentos. Concluimos que las plantas se
han esparcido sobre la superficie de los Andes
sin designio, Y que la confusión y el desorden
reinan por todas partes. Pero no juzguemos de
la naturaleza por las primeras impresiones:
desconfiemos de las apariencias; no la calumniemos antes de penetrar más en su santuario
augusto; acerquémonos, observemos, midamos
(1) Quercus granaiensis.
(2) Anacardium caracolf.
(3) Hura crepitana.
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antes de decidir sobre materia tan importante.
Observo que el anacardio, la rizófora, la cesalpinia, la heliconia, las plumerías, desaparecen a las '"2.000 varas sobre el océano; veo
que a' estas formas suceden las 'grandes melástomas, los robles, las clusias, las quinas; que a
éstas siguen la barnadecia, la valea. las gencianas, la mutisia, la alstonia, las gramíneas.
laespelecia y los musgos. Las primeras no se
conocen sobre los Andes, y las últimas no se
han v.¡sto en nuestras costas. ¿En qué punto
dejan de' existir las unas para ceder el lugar
a las otras? ¿Hay un nivel, existe algún limite
de donde no puede pasar la vegetación de tal
'especie? Este es el secreto que es preCiso
arrancar a la naturaleza.
Para esto he observado los Andes de las cercanías del ecuador, desde su basa hasta la mansión de los hielos eternos; he visitado las plantas bañadas por las ondás del océano, y subido con el mismo objeto, y siempre con el barómetro ·en la mano, a las cimas de Pichincha,
del Corazón, de Imbabura, de Cotacache, del
Asuay, del Coconuco, y del Guanacas; he recorrido 99 en latitud, y 5Q 30' en longitud,
siempre subiendo y bajando, en todos sentidos,
esta inmensa y soberbia cordillera. He hallado que existe una línea, a 5.320varas castellanas (1), páralela al horizonte, sobre la cual no
puede viv,ir ninguna planta, en donde no se
ven sino rocas desnudas, hielos, arenas y nieblas. He visto que los musgos, las gramíneas.
un lupino dan principio a la vegetación; que
estas plantas no' bajan de un término constante, de una línea paralela a ia prllnera en todas las circunstancias y en todas las latitudes
bajo de que he observado. He visto que las cua·(1) En 1804, cesaron las lluvias, y los calores
fueron considerables en Quito. Entonces desapareció
la nieve en Pichincha, y la nieve permanente subió
a 5.786 varas castellanas.
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tro (1) especies de quinas oficinales del célebre Mutis, las cuatro especies únicas que hasta hoy conocemos, tienen igualmente límites
de que nunca pasa su vegetación; he visto los
espacios que ocupan el cacao, la cebada, la papa, la caña de azúcar Y todos los frutos que
nos alimentan; he visto los límites del bombax,
de los cocos, del espendias y de un número
prodigioso de plantas: he concluido que cada
región, cada temperatura, cada capa de aire,
cada pulgada del barómetro presenta diferente vegetación; que ésta, fuéra de los trópicos,
depende de la latitud, y casi sólo consulta a este elemento para mudar de propiedades, de
estatura de formas; cuando, en la zona calurosa, en la Nueva, Granada, en nuestro!'! Andes ecuatoriales, olvida la latitud y parece que
no atiende sino a la elevación sobre el océano.
lié aquí un orden que no sospechábamos; hé
aquí un plan vasto y profundo, una n1ano sa ...
bia y omnipotente que todo lo ha distribuido
conforme a las leyes de la presión y del calor,
y en fin, que este desorden aparente no produce sino el contraste, la belleza y la alegría.
Que nos digan ahora que el clima no influye,
que las producciones de la naturaleza no de(1) Bien sabemos que este número alarmará a
tos botánicos que se lisonjean de poseer ya 60 'especies en el género chinchona. Pero cuando la Europa vea las observaciones profundas y detenidas
del ilustre Mutis, cuando sienta la confusión y el
desorden en la nomenclatura, cuando los sabios se
vean precisados a implorar con Vhal la ciencia de
Edipo para distinguir las especies, estas especies
formadas, no por la naturaleza, sino por la temperatura y por el nivel, entonces confesará que no
existen sino cuatro primitivas, que los pelos, el
tamaño y aun las formas de las hojas, las tintas, la
escala, etc., etc., que han deslumbrado a botánicos
poco experimentados, no constituyen especie, y que
esos 60 individuos son la obra del calor, de la
presión atmosférica, de la altura, y, en una palabra,
del clima. Trabajamos
una memoria sobre estas
materias, que el público verá bien presto.
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penden de la temperatura, y que ésta es indiferente en todos los seres organizados. Yo les
responderé con el liivel y con las plantas; yo
les preguntaré:
¿por qué en esta llanura de
Bogotá no se elevan palmeras a los aires?
¿Por qué nuestros rebaños jamás han descansado a la sombra del espacioso bombax? ¿Por
,qué la rosa, la adormidera y el clavel no esmaltan los jardines de nuestras costas? ¿Por
qué nuestras campiñas no producen al lado
del durazno el melón y la zandia? ¿Por qué la
papa, la cabada y el trigo (1) no cubren los te.
rrenos feraces de Cartagena? Es preciso haber
renunciado al buen sentido, es preciso cerrar
los ojos a los torrentes de luz que presentan la
observación y la experiencia, para sostener
que es indiferente el calor y el frío sobre los
seres organizados.
Nuestros animales están también distribuidos por el calor y por el frío. ¡Qué diferentes
son los moradores de las selvas del Orinoco y
de Chocó, comparados con los que habitan las
faldas, y los de la cima de nuestra cordillera!
El cocodrilo, los lagartos, la tortuga, el tigre,
las serpientes, el mosquito, y mil otros insectos diferentes, viven, se complacen y multiplican en las orillas del océano y en las soleda(1) En 1802 formé una memoria sobre la nivelación de los frutos que cultivamos en la vecindad
del ecuador. En ,ella· fijé los límites a que 'está reducido el cultivo de la papa, caña de azúcar, yuca,
plátano, cebada, cacao, maíz, trigo, etc. Este, que
por excelencia es ,eiaÍImento dei hombre, mereció
una preferencia decidida. Yo he hecho ver que
existe una zona en que únicamente prospera este
grano precioso; que, pasando sus limites,· se deteriora y pierde todas sus buenas calidades; y que
el centro de esta zona ,es el centro del mejor trigo.
En fin, he resuelto 'este problema agricultor: «Dado el terreno ·dentro de la zona del trigo, señalar ,el lugar 'en que se da más blanco, más gustoso
y más propio para nuestro alimento». Puede ser
que esta memoria tenga un lugar en nuestro Se-
manario.
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des ardientes. Aqui se oyen los gritos lamentables del perezoso, aquí devasta el jaguar, pueblan los aires el guacamayo, el loro, el paletón.
Más arriba el oso, la danta y el ciervo, corren
y atraviesan grandes espacios sobre la nieve
y sobre la cima casi desnuda de los Andes. Todos están circunscritos, todos tienen límites
que no pueden pasar. El tigre jamás ha empapado en sangre las orillas del Bogotá; la
cascabel jamás ha inspirado el terror en el corazón del Quiteño, y el que habita nuestras
costas no conoce a nuestros ciervos.
Que se recorra el globo, que se suba a las cimas o se baje a los valles, que se examinen los
bosques y se pase revista a todos los animales;
que el hombre mismo se sujete a este -examen:
en todas partes, en todos los seres, se halla
profundamente grabada el sello del calor y del
frío; no hay especie, no hay individuo, en toda la extensión de la tierra, que pueda sustraerse al imper,io ilimitado de estos elementos: ellos los alteran, los modifican, los circunscriben;- ellos varían sus gustos, sus inciinaciones sus vírtuC1es y sus vicios. Se puede
pues, decir que se observa Y se toca el influjo
del clima sobre la constitución y sobre la moral del hombre.
Presión atmosférica
Un flúido elástico, comprensible y d~áfQno
rodea nuestro globo. A esta capa ambiente llamamos atmósfera, y al flftido que la constituye, aire. El hombre y todos los animales nacen, viven, envejecen Y mueren en medio de este flúido: no pueden salir de él sin expirar
prontamente. La circulación de la sangre, los
movimientos alternativos del tórax y las funciones más esenciales de la vida, se hacen por
su medio. Consideremos sus propiedades y sus
efectos sobre la economia de los animales y de
las plantas.
La gravedad del aire, unida a su elasticidad,
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lo comprime y lo hace más o menos denso,
siempre en razón del peso que lo oprime. En
las costas sostiene todo el peso de la atmósfera, y por consiguiente su densidad aquí es la
mayor que puede tener. Disminuye en razón
directa de la altura, y la columna mercurial
en el barómetro es siempre proporcionada a
ella. El Cartaginés está según esto más oprimido por el aire que el Hondano, más el Hondan o que el Popayanejo, más éste que el habitante de Quito, Santa Fé, Pamplona, etc. Para que se forme una idea justa de los efectos
de la presión atmosférica, calculemos el peso
que sostiene el hombre en los diversos puntos
de los Andes. La piel humana, en un individuo
de estatura regular, presenta una superficie de
15 (1) pies cuadrados; el barómetro se sostiene al 'nivel del mar a 338,9 líneas: luego un
hombre de la costa sufre un peso igual al de
un sólido de mercurio de 15 pies cuadrados de
base, y de 338,9 líneas de elevación. Por cálculos que seguramente fastidiarían aqui, hemos
hallado que este sólido pesa 35.604 lib. cast.:
este el peso que gravita sobre un individuo de
las costas. Bajo de los mismos principios hemos calculado la presión, en libras, para todos
los pueblos principales del Virreinato, la que
manifiesta la tabla que se halla al fin de esta
. memoria. A su simple aspecto, admira la enormidad del peso que cargamos sobre nuestro sér
y las diferencias que existen en los. diversos niveles de los Andes. El que vive en la extremidad. es decir, en la línea a donde el hombre ha
subido el cultivo y. los ganados, carga 13.857
libras menos que el Guayaquileño, Cartaginés,
etc. ¡Qué efectos tan señalados debe producir
esta disminución sobre nuestro cuerpol
Sabemos que en nuestros países el barómetro
tiene pocas variaciones;
que son regladas y
que guardan cierto período; que por la mañana se eleva y que baja por la tarde; en fin,
(1) Sauvages, DisertaiC. sobre el aire.
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que en los lugares bajos la variación diurna
va desde 2 hasta 3 líneas, y en los elevados
desde 1 a 1 y media, cuando más, en un mismo día. En Santa Fé, se puede fijar a 1 línea
sin error sensible. Nosotros pasamos con el barómetro de una mayor a una menor presión
dos veces en 24 horas: por la mañana tenemos sobre nosotros 105 libras más que por la
tarde, Y a prima noche tenemos 105 libras
más que en la aurora. Esta variación de peso
diurno crece a proporción que se baja de la
cordillera, y en la costa llega a 315 libras. Este balance periódico debe producir efectos bien
considerables sobre nuestra economía.
La respiración es una de las funciones animales más importantes: ella depende absolutamente del aire atmosférico. Sabemos que este fluído está compuesto de dos gases diferentes, de ázoe y de oxígeno. El primero, inútil
para la respiración, en el que no pueden arder
los cuerpos inflamables ni oxidarse los metales, entra en el pulmón y sale sin alteración.
El Qxígl'no; p.stl' principio de la vida. entra. se
descompone Y forma dos combinaciones diferentes. Uniéndose al carbono de la sangre,
forma el gas ácido carbónico; y uniéndose al
hidrógeno, forma el agua. En estas combinaciones, hay un desprendimiento de calórico,
que, depuesto en la sangre, lleva el calor y la
vida a las extremidades del cuerpo. El hombre
y todos los animales son unos verdaderos hornillos, ardemos como la lámpara y perecemos
como ella.
De estos principios, sólidamente establecidos por M. de Lavoisier, deducimos que, en los
lugares en que el aire es más denso, hay más
descomposición de oxígeno, más carbono, más
hidrógeno arrebatado a la sangre, y en fin,
más calórico depuesto en ella. Por el contrario, en las regiones elevadas, en donde el aire
es más ligero, deben disminuir todas las pérdidas y todas las adquisiciones de la sangre.
En Cartagena, en Portobello y en todos los lu-
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gares de nuestras
costas, se respira un aire
más denso que en Santa Fé y en todos los punt,os elevados de la cordillera. Inferimos que en
los primeros se consume mucho más oxígeno
en cada inspiración, se desprende mucho más
calórico, se gasta más hidrógeno y más carbono .de la sangre que en los segundos. Estos gastos y estas reparaciones son siempre proporcionales a la densidad del aire. ~
Consideremos lo que sucede en un individuo
de Cartagena. Dos son' los agentes exteriores
que obran poderosamente sobre él: el mayor
calor y la mayor densidad del aire. Uno de estos agentes compensa lbs efectos del otro. El
calor, enrareciendo al aire, disminuye los efectos de la respiración;
pero los. deja siempre
bien superiores . a los que se observan en los
lugares elevados. Cuando el aire no se condensase por el peso que le oprime, cuando Cartagena tuviese la misma presión atmosférica que
Santa Fé, su temperatura sola debe obrar poderosamente sobre el hombre. Si a este calor
ambiente se añade el que suministra la respiración, tendremos la suma de calor que obra
sobre el cuerpo de un cartaginés. Los efectos
deben ser prodigiosos y proporcionados a las
causas. Dilatación de los sólidos, dilatación de
los líquidos, sudor copioso, transpiración abundante, consumos y reparaciones frecuentes, serán las funciones que ejerza continuamente.
Por el contrario, en Santa Fé, en Quito y en
todos los pueblos elevados de la cordillera, el
aire se enrarece y el calor disminuye. De aauí
menos transpiración,
menores las pérdidas y
menores las reparaciones que necesita el indi..,
viduo. ¡Qué efectos, qué variaciones en las
fuerzas, en los humores, en las inclinaciones,
en el ingenio, en los gustos, en las virtudes y
en los vicios! Yo lo dejo a la consideración de
los físicos.
No por esto se crea que la sangre del cartaginés es más caliente que la del que vive sobre
la cordillera. La naturaleza, siempre sabia, siem-
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pre profunda en sus obras, ha provisto los medios para mantener a una misma temperatura
el calor animal en todos los climas, en todos los
paises y en todas las latitudes. En los lugares
elevados hay menos transpiración, Y por consiguiente menos calórico abSorbido, y nienos frescura producida por ella. En los lugares bajos se
aumenta prodigiosamente la transpiración, hay
más calórico absorbido y más frescura producida por la transpiración. En aquéllos las inspiraciones son más aceleradas (1) y las pulsa(1) «De todos nuestros órganos, dice Saussure,
:rtinguno padece más por la ra:ridad del aire que
el de la respiración. Se sabe que para mantener la
vida, principalmente en los animales de sangre caliente, es preciso que una cantidad de aire atraviese sus pulmones en un tiempo dado. Luego, si
el aire que respiran es dQ'blen~!lte -raro, ,es necesario que sus inspiraciones sean al doble más
:frecuentes, con el fin de que la raridad seacompensada con el volumen. Esta aceleración forzada
de la respiración es la que causa las fatigas y las
agonias que se experimentan en las grandes alturas. Al mismo tiempo que la respiración se acelera, se acelera la circulación también. Ya lo había
experimentado en las cimas elevadas, y deseaba
hacer una pruebá ,exacta sobre el Monte Blanco. y
para que la fatiga de la subida no se confundiese
con los efectos de la raridad del aire, no hice la experiencia sino después de estar cuatro horas en
tranquilidad sobre la cima. Entonces el pulso de
Pedro Balmat daba 98 pulsaciones por minuto; el
de mi criado Tenu, 112, yel mío 100 en el mismo
tiempo, cuando en Chamuní, después de un largo
reposo, los mismos y en el mismo orden, dieron
49, 60, 72 pulsaciones por minuto.
«Estábamos, pues, en un estado de fiebre, que
explica, así la sed que nos atormentaba, como la
aversión al vino, a todos los licores fuertes, y aun
a toda especie de alimento. Sólo el agua era apetecida y causaba placer. Daba mncho trabajo encender carbón para derretir la nieve, único medio que
teníamos para procurarnosesta bebida. Si se comía
nieve, se aumentaba en lugar de apaciguarla ... Cada
individuo tiene límites perfectamente señalados en
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ciones más frecuentes; en éstos se hacen con
más lentitud estas .funciones: se compensa maravillosamente el desprendimiento del calórico
y se establece el equiIibrio. El calor de la sangre, el calor animal, el de los flúidos interiores,
tienen, ya lo hemos dicho, 329 en todos los· países. El feto en el seno de una Cartaginesa nada en un flúido igualmente caliente, que el feto encerrado en el seno de una mujer de Santa
donde la raridad del aire le es absolutameente insoportable. Muchas veces me he acompañado con
paisanos bien robustos que a cierta altura se hallaban tan incomodados, que les era imposib1e subir más. Ni el reposo, ni los cordiales, ni el ardiente deseo de llegar a la cima les ·podía hacer pasar
de este nivel. Los unos eran atacados de palpitaciones, otros de vómitos, otros de desmayos, y en
fín, otros de una fiebre ardiente. Todos estos accidentes desaparecían en el momento en que comenzaban a .respirar un aire más denso. He visto
que estas indisposiciones detenían a unos a 800 toesas sobre el mar, otros a 1.200, muchos a 1.600, y
yo comenzaba a sentir estos efectos a las 1.900 toesas ... pero de este término hacia arriba los hombres más ejercitados comienzan a padecer ... Voyage
dans les Alpes, t. 4, p. 207 Y siguientes».
Nuestros Andes exceden con mucho a los Alpes:
tenemos pueblos, cabañas, ciudades populosas a
unas elevaciones prodigiosas; muchas familias viven a 4.900 varas sobre el mar con la más perfecta salud; recorren, suben, bajan sin convulsiones,
ni agonía; se multiplican, y son dichosos cuando
tienen al géner,ft humano 'baio sus pies. Tal vez un
largo intervalo de tiempo ha confortado sus pulmones, y los ha acostumbrado a respirar un aire
sumamente ratificado. Los que han nacido en la
basa de la cordillera padecen cuando suben rápidamente a las faldas. Cuando un habitante, por
ejemplo, de las orillas del Magdalena sube a la
, explanada de Bogotá, siente que sus orinas se aumentan y que necesita evacuarIas con frecuencia;
los labios se le secan hasta el punto de mudar la
piel de estas partes delicadas; los ojos se le encienden; la nariz destila abundantemente, y una
sed ardiente le obliga a beber las aguas heladas
de estas regiones. Si como se detiene a 3.156 varas!
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SEMANARIO
F~. ¿Por qué ha de acelerar su desarrollo y su
salida?
Sabemos que las plantas respiran, y que el
aire atmosférico les es tan necesario para conservar la vida como a los animales. Sus hOjas
son sus pulmones. En este órgano se verifican
las absorciones y emanaciones del aire que las
rodea y las alimenta. Sabemos que todas las
plantas tienen límites prescritos sobre los Andes, que sus pulmones destinados por el Creador a respirar un aire de determinada densisubiese repentinamente a Guadalupe (3.937 varas)
o a Chingaza, los sintomas serian violentos, ocasion"ri"n
"rancles
males
v [" muerte
misma.
--l'-~--¡~~m~~~¡~to -qu~--e~ Suiz~-h~y -hombres que
no pueden pasar de cierto nivel sobre los Alpes.
¿ CuáuLotol t~lltl!'ell!OSi HUSOLl"Ob y,ue uu pu~den vivir
en Santa Fé, en Popayán o en Quito? ¿No habrá
Pllimone"
delicados
que no resistan
la raridad
del
aire de estos lugares i' ¿ Quién sabe si una buena
parte de las afecciones de pecho que padecen nuestros compatriotas provienen de la poca presión a
que están sujetos sus pulmones? Sobre los Andes,en
d.onde con
mayor rapidez mudamos de presión y
de nivel, deben los médIcos estar atentos para no
dar consejos precipitados; deben conocer los efectos de un aire más denso o más rarificado sobre la
respiración; deben saber qué grado de densidad
tiene la atmósfera de todos los lugares de su
provincia; deben conoc,er el barómetro. j Qué importantes, qué preciosas aparecen a mis ojos las
observaciones barométricas consideradas bajo de
este punto de vista! Este instrumento capital en
la meteorología, agricultura, botánica, es de la última importancia en la medicina. Por fortuna somos
ricos en observaciones del barómetro, y hacemos
ventajas en este punto a los pueblos los más cuItas
de la Europa. Unidas las observaciones de los sabios del viaje al ecuador, las del infatigable Mutis, las de Humboldt, las de Restrepo en la provincia de Antioquia, las de Wiesner ,en Pamplona, Socono, t:tc., y las miast:n Neiva, Timaná, Popayán,
Pasto, Ibarra, Quito, Ríobamba, Cuenca, Laja, etc.,
formarían una colección respetable y digna de que
la ojeasen los que tienen el cuidado de reparar
nuestra salud.
la
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SEMANARIO
181
dad no pueden vivir ni más arriba ni más abajo. Entonces sus órganos se obstruyen o dilaceran; bajo de otra presión atmosférica se
marchitan y perecen. Tal vez este principio,
más bien que la. temperatura, impide subir a
la cima de la cordillera los frutos de los valles,
y bajar a los valles los frutos de las alturas (1).
Carga eléctrica
La electricidad, este agente poderoso de la
naturaleza, este flúido que en las manos de
Plinio era un juguete, y en las de Franklin el
rayo, obra poderosamente sobre nuetro ser,
sobre los animales y sobre las plantas. Sabemos que acelera la circulación, la secreción de
los humores, y también la transpiración. Sabemos que está generalmente esparcido en toda la naturaleza, que es más vigoroso en los
lugares aislados y distantes de otros cuerpos;
sabemos que' no guarda ninguna .ley con el nivel: cuando aqui se condensa, allí apenas es
sensible; en fin, sabemos que hay una circulación continua de este flúido de la tierra a la
atmósfera y de la atmósfera a la tierra. Todos
los seres organizados están en la mitad de su
curso y le sirven de conductores para subir y
para bajar. Los árboles, las torres, los animales todos la absorben o la dan a la atmósfera (2). Es verdad que los vapores son su prin(1) Después de esto, ¿ querrá don Hipólito Ruiz
connaturalizar la quina en España? ¿ Esta quina que
nace en las alturas de los Andes?
(2) La cantidad prodigiosa de 'este flúido (eléctrico), dice Mr. de Saussure, que continuamente
desciende de lo alto de la atmósfera filtrándose al
través del aire para pasar a lo interior de la tierra, debe necesariamente volver a salir de aqui. Sin
esto el aire se despojaría absolutamente y la tierra llegaria a saturarse. La circulación perpetua
de este flúido, verificada por los vapores es un fenómeno tan importante como admirable. Sube invísíbIe, inactivo, oculto en ,el seno de los vapores;
desplega después su energia cuando estos vapores
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SEMANARIO
cipal vehículo; pero nosotros también tenemos
una parte de esta función importante de la
naturaleza.
Si un hombre habitase la cima de una colina separada de toda otra masa, haría las funhan mudado de forma, y baja activo, animado de
su fu!"rza penetrante y expansiva. Las cimas de
los árboles, las puntas de las hojas, las barbas de
las espigas le salen al encuentro, te atraen y le obligan a pasar al través de los vegetales, que sin
duda anima, y en que, descomponiéndose, viene a
formar la parte más sabrosa y más activa. ¿ Por
qué las plantas que crecen sobre las rocas desnudas y escarpadas aventajan mucho en sabor y en
virtudes medicinales a las que crecen en los países
llanos? La causa es porque la cantidad y 'energía de
este flúido es mucho ffi!lyor en las cimas aisladas.
«¿ y 1~'l animales no gozan de la influencia inJ¡J.ediatade este flÚido? Ya lo he dicho en mi carta
en el Diario de París. Después que las ,experiencias
hechas con mi conductor portátil han probado que
la electricidad atmosférica se hace sentir tan cerca de la superficie de la tierra, no se puede dudar
que la dulce y continua ,electrización que experimenta un hombre qu~ .:;c pa~t;i:1. a.l ai¡:'~ Iibi"é .en un
lugar elevado y descubierto, no influya sobre sus
órganos, sobre la circulación de la sangre, sobre
la secreción de los bumores y sObre la transpiración. Esta electricidad ¿ no será una razón por 1a
cual el ejercicio al aire libre contribuye más a la
conservación y al restablecimiento de la salud,
que el que se hace a cubierto y ,en lugares abrigados? Los que se persuaden de esta ventaja, pueden llevar unos de mis pequeños electrómetros,
que les indicará la intensidad y los lugares más ventajosos. Se aumentarían los efectos llevando sobre
la cabeza un pequeño conductor de metal del cual
se podría formar una gorra airosa y elegante.
«Si M. Mesier hubiera tratado a sus enfermoS al
aire libre, no dudo que habría atraído sobre enos
este flúido activo y universa}". Voyage dans les Al·
pes, t. II, p. 252.
Un simple alambre de metal colocado sobre la
copa del sombrer. y revestido en forma de turbante seria bello, y ventajoso a los enfermos: a caballo tendría mayores efectos. Entonces el conduc-
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ciones animales mejor que otro que VIVIeseen
el fondo de un valle. Así, la electricidad modificará la constitución y mudará las inclinaciones. El flúido eléctrico pone en movimiento y
causa agitaciones terribles a las serpientes (1).
(1) «Los tigres y los demás animales del Africa,
dice el conde de Lacepede, más sedientos de sangre que de agua, vienen a las orillas de los ríos
más bien para sorprender sus' víctimas, que para
apagar su sed. Atacados por las enormes serpientes, ellos las atacan también. En el momento principalmenteen que el calor de estos países ha venido a
ser más sofocante por la aproximación de una be>rrasca que dispara rayos y hace oír espantosos
truenos, y en que la acción del flúido eléctrico derramado en la atmósfera da una nueva vida a estos
reptiles,es
cuando, atormentados de una hambre
extrema, animados por ,el ardor de una arena abrasadora y de un cielo que parece inflamarse, rodeados de fuego, y lanzándolo ellos mismos de sus
ojos centelleantes, se disputan la serpiente yel tigre el imperio de estas riberas tan frecuentemente
ensangrentadas. Los viajeros dicen haber visto este
espectáculo terrible. Un. tigre furioso, cuyos rugidos llevaban el espanto y el terror a todos los lugares, entierra sus uñas, desgarra con sus dientes,
hace correr la sangre de una serpiente desmesurada,
que, arrastrando su cuerpo gigantesco y silbando
de dolor y de rabia. envuelve al tigre en medio de
espirales multiplicadas, lo cubre con su espuma ensangrentada, lo oprime bajo del peso de su cuerpo
enorme, y hace t1'3f1Uearsus huesos en medio de
todos los reSOl'tes violentos de sus anillos: los esfuerzos del tigre son vanos, sus armas impotentes,
y muere en medio de las espiras del enorme reptil
Clue le tiene ,encadenado». Histoire Na;,ui-eH" ~"'"
&rpents, p. 50.
tor más elevado absorbería más electricidad. Se
debe cuidar de apartal'se de los árboles, colinas,
edificios, y de caminar por la mitad de nuestra
bella explanada. En fin. no se debe usar de este
turbante eléctrico cuando amenace alguna tronada:
seria la mayor imprudencia pasearse ,en estos momentos con un conductor en la cabeza. Un golpe
eléctrico, un rayo, serían las consecuencias.
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SEMANARIO
¿Por qué no ha de obrar también sobre nosotros y sobre todos los animales? Las plantas
de los lugares aislados tienen virtudes y sabor
más fuerte que las mismas que nacen en las
regiones hUlIlildes. De todo concluímos que este flúido activo, sutil y poderoso, las más veces invisible, que agita y conmueve la bóveda
azulada, que forma el rayo, que incendia y destruye nuestros edificios, que amenaza nuestras
cabezas y hace temblar a los reyes sobre el trono, tiene una acción poderosa sobre nuestros
órganos, y por consiguiente sobre nuestras potencias.
Montañas
Las montañas, estas eminencias de nuestro
globo, que, variando nuestra morada, nos llenan de presentes preciosos y de todas las comodidades de la vida., varían nuestra temperatura y nuestro clima. Ellas son la causa y
dan origen a las fuentes y a los ríos; ellas acumulan las nieblas, dan dirección a los vientos
y aumentan o di..sminuycn las lluvias. Si las
rnoTItañEi.s son necesarias para la -existencia del
hombre sobre la tierra, en ninguna parte son
más necesarias que en nuestra patria. Suprimamos por un momento nuestra soberbia cordillera, una llanura melancólica y eterna, un
oalor sofocante en todos los puntos, unas aguas
estancadas y corrompidas, una vegetación moribunda, la multiplicación de los reptiles, df3
los insectos, la muerte y la extinción de muchas especies serían las consecuencias. El verdor, la frescura, los torrentes, las cataratas,
los prados deliciosos, los frutos, las mieses, las
nieves, el hombre mismo, desaparecieran enteramente. Nuestros Andes son el origen de bienes incalculables, nuestros Andes nos proporcionan todas las delicias, nuestros Andes nos
templan, nos varían, y presentan el espectáculo
majestuoso de reunir las extremidades del globo, de mantener en su frente los hielos boreales, y en la basa las llamas del ecuador. Estas
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montañas, las más célebres del universo, sostienen pueblos numerosos a niveles extremadamente diferentes. La temperatura, la densidad del aire, los meteoros, los frutos, los animales, los usos, el ingenio, las costumbres, las
facciones, el color, las virtudes, los. vicios, todo
varía con el nivel. Basta correr ocho a diez leguas para pasar de los hielos del Norte a los
calores de la línea, para visitar al que vive en
la vecindad de la nieve y al que respira un
aire abrasador. He tenido razón, pues, para decir: Hay pocos puntos sobre la superficie del
globo más ventajosos para observar, y puedo
decir para tocar, el influjo del dinia y de los
alimentos sobre la constitución física del hombre, sobre su carácter, sus virtudes y sus vicios..
Vientos
Sin pensar en las causas que ocasionan los
vientos, sin entrar en sistemas espinosos e inútiles, aseguramos que entre todos los meteoros ninguno tiene más influencia sobre nuestro sér. Ellos desecan o humedecen nuestra
piel, ellos purifican la atmósfera, ellos traen
de las extremidades de la tierra exhalaciones
venenosas que derraman sobre la tierra la desolación y la muerte; ellos producen los huracanes espantosos, arrancan los árboles y los
edificios; ellos enfurecen el océano, estrellan
sobre las rocas o sepultan en los abismos las
escuadras; ellos llevan nuestras producciones
al polo, y nos ligan con todas las naciones;
ellos sacuden nuestras selvas y, nuestras mieses, ellos consuel~p o arvojan en la desesperación al labrador; ellos nos traen las lluvias, las
nieblas, . las negras tempestades y también la
desolación.
En los países que he recorrido del Virreinato, he observado que en los valles profundos y
en las llanuras los vientos no son constant_~s,
y que la calma y el calor sofocante reinan mucho más tiempo. Esta tranquilidad Se recom-
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SEMA~ARIO
pensa con los furores de los huracanes que de
cuándo en cuándo vienen a turbar el reposo
de estos países. Siempre vienen acompañados
de las tempestades, del trueno y del rayo. Para hacerla más horroroso, casi siempre se lan~
za en el seno de las tinieblas de la noche. En
las faldas de los Andes, la atmósfera es más
quieta y los vientos más reglados; en la cima,
casi no existe Un momento de perfecto reposp.
En toda la extensión de la Nueva Granada,
los vientos del sur y del este traen la serenidad, son secos, y forman dias claros, despejados y bellos. Los del norte y occidente cubren
los cielos y las montañas de nubes. Húmedos,
tristes, malsanos, nos obligan a dejar la campaña y a encerrarnos en nuestras habitaciones. ¿QUién puede calcular la incor4itancia. y
los efectos de este meteoro? Si nuestros conocimientos son limitados en esta parte, si nada
podemos predecir con fundamento,
sabemos
que los vientos son el origen de muchos bienes
y de muchas calamidades, sabemos que tienen
un imperio extraordinario sobre nosotros y
que al~r::1n~ varían o modifican nuestra constitución.
Ríos
Los rios que llevan la fecundidad y la abundancia a todos los puntos, alteran también
nuestra temperatura. Los pueblos que habitan
en las orillas de los grandes rios es preciso que
respiren y estén en contacto con un aire saturado de humedad, y es necesario que las funciones del pulmón, que la transpiración,
la
circulación no se hagan con la energia necesaria. Nada disminuye tánto el resorte del aire,
y nada se opone tánto a una transpiración libre y abundante, como la excesiva humedad.
¿Cómo una atmósfera saturada, un aire que ya
no puede recibir nuevas materias sin precipitar parte de las que contiene, puede favorecer
a la transpiración insensible? ¿Cómo un aire
casi sin resorte puede desempeñar, con toda
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la exactitud necesaria, las grandes e importantes funciones de la respiración?
Pero no son estas las principales impresiones que hacen los ríos sobre nuestro sér. Otro
influjo más directo y más íntimo tienen sobre
nuestra constitución. Ellos nos suministran la
bebida más natural y la base de todas las que
el arte ha sabido inventar. Sabemos que las
aguas de los ríos se arrastran sobre materias
prodigiosamente diferentes, y que las disuelven
indistintamente en más o en menos cantidad.
Unas cargadas de cal, otras de selenita, de arcillas, de azufre, de hierro, de los despojos de
los animales y de las plantas podridas, nos suministran
una bebida saludable o dañosa.
¡Cuántos ejemplos pudiér8:mos citar en confirmación de esta verdad! Despreciándolos todos, vaya fijar la atención de nuestros físicos
y de nuestros médicos sobre un hecho importante, en que se halla interesada la salud y
los talentos de la prellente y de las futuras generaciones.
El coto, la más terrible de las enfermedades,
que, atacando la garganta, ataca también el
cerebro y las potencias, cuyqs efectos destructores llegan hasta los prOdUCtosde la generación,
que hace que el padre no se reproduce $ino en un
estúpido o en un insensato que va a perpetuar
una raza d¡egenerada y miserable en quién casi se
ha extinguido la razón: esta espantosa enfermedad se ha propagado maravillosamente en
el Reino. En los países ardientes, en los templados y en los fríos hace progresos rápidos
todos los días. Nosotros vemos con el mayor
dolor que los jóvenes en quienes la patria había puesto sus esperanzas, que la belleza misma se carga más y más de esta mole que la
deforma y la degrada, y que los frutos de sus
matrimonios son unos seres desgraciados, unos
seres inútiles y una carga para el estado. ¡Tal
vez dentro de diez o veinte años un tercio o la
mitad de la población es de insensatos! Un corazón bien formado, un amigo de la patria se
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estremece al oír estas palabras. Yo voy a comunicar mis observaciones y las ajenas, yo
voy a excitar ideas que, si no remedian nuestros males, si no enjugan las lágrimas del los
desgraciados, a lo menos llamarán la atención
de nuestros médicos y los obligarán a trabajar
en este objeto de la última importancia.
Todos los países que riega el Magdalena des.de su origen, Tacaloa, el Timaná, Neiva, Honda, Mariquita y Mompox están infestados de
cotos y abundan de mudos y de insensatos.
Desde la embocadura del Cauca hacia abajo
desaparece esta en:fjermedad: observación interesante que debo a un médico sabio y observador que en 1761 visitó esas regiones ardientes. El ilustre Mutis le ha dado a este hecho
la más grande autoridad. Partiendo de Taca=
loa y subiendo el impetuoso Cauc,a, en Cáceres,
en Antioquia y en Supía, países bajos, montuosos, húmedos, ardientes, y en todo semejantes
a los que baña el Magdalena, no se conoce esta
enfermedad de la garganta. Lo mismo sucede
en el espacioso valle de Buga (1) con todos los
nnp
-;¡
h!:lhit.~TI
~.-_~~
l~Q
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c.C'fc. '1'"1,."
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...,...,u.
no:JonÑnlnco.r\
.•.
••••••••••••••
__
En Popayán no se tendría idea de los cotos si
no frecuentasen esas regiones los que viven en la
vecindad del Magdalena, en el valle de los Patías y en los lugares distantes de las aguas del
Cauca. De aquí resulta esta verdad: En las
orillas del Cauca no hay cotos.
¿Cuál es la causa de esta singularidad
tal
vez única en el Reino? ¿Serán los países
·que baña este famoso río? Son iguales a los
que riega el Magdalena. ¿Serán los alimentos,
(1) Antes de oponerse a estos hechos, 'es necesario observar bien. No hay que confundir las aguas
saludables del Cauca con los arroyos y fuentes subalternas que le tributan. Puede suceder que una
familia, que un pueblo diste muy poco del Cauc'a,
y que sus moradores se hallen oprimidos con los
cotos. Si no usan de sus aguas, si éstas las toman
de otro río, nada se podrá concluir contra nuestras
observaciones.
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las· costumbres, los aires, los ejercicios de los
moradores del Cauca? Son demasiado semejap.tes a los primeros. ¿Serán sus aguas? Si esto es así, ¿qué principios benéficos envuelven
para no producir los mismos efectos que las
del Magdalena, aun después de hallarse mezcladas con éstas? Yo recorro toda la extensión
de su curso, yo examino todos, los ríos que vienen a enriquecerlas, observo las producciones,
la temperatura, el clima, y no hallo sino esta
sola diferencia.
Por 29 10' de latitud boreal corre un río de
mediano caudal, que los moradores de Popayán llaman del vinagre. Nace al norte del volcán de los Coconucos a seis leguas al sudeste
de esa ciudad. Con un origen prodigiosamente
elevado, corre al occidente, se precipita en tres'
vistosas cascadas, y deposita sus aguas en el
Cauca. El Vinagre recibe por el sur un arroyo
termal que lleva el nombre de Vinagre caliente.
Las aguas de ambos son en efecto muy ácidas, y
el vulgo las ha creído vinagres. Dpn Tomás
Antonio Quijano, hombre de grandes luces en
la química, en la mineralogía y en la medicina, y cuya pérdida todavía lloramos, fue el primero que analizó estas aguas. En enero de 1800
visité el volcán de los Coconucos en compañía
de don Antonio Arboleda: subimos muchos
reactivos, y analizámos las aguas del Vinagre.
En fin, el célebre Humboldt hizo lo mismo en
1801.Los resultados se acuerdan en demostrar
son unas aguas saturadas de Hierro disuelto
por el ácido sulfúrico.
¿No es bien probable que las aguas del Vinagre den al Cauca la virtud preciosa de no
cargamos de esta masa que nos agobia? ¿ Y
que, formada ,en otros puntos, la desbarate
cuando Se va a residir a sus orillas? ¿No es
cierto que el coto es una de las enfermedades
que provienen de una debilidad producida por
las aguas, que alteran la digestión y todas las
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funciones que dependen de ella? (1). ¿No es
también cierto que el hierro es tónico, y restablece las fuerzas y la energía del sistema?
iQui~ sabe si el hierro es el verdadero remedio de los cotos! Yo no soy médico, Y no he saludado esta difícil e interesante facultad. Puede ser que yo me engañe; pero a lo menos me
consuelo con presentar al pÚblico estos hechos
y estas observaciones. ¡Si acierto, si la desgraciada humanidad se alivia, ah! no envidio la
suerte de ningún mortal!
Estoy firmemente persuadido que las aguas
son la causa de los cotos, que mudar de clima
para curarlos no es otra cosa que mudar las
aguas que se beben. ¿Por qué no mudamos de
óebida, por qué no mejoramos las aguas sin
sujetarnos a dejar nuestro suelo y a las penalidades de un viaje dilatado?
¡Cuántos expiran
primero antes que abandonar sus hogares! El
ejemplo de Cartagen.a, en. donde no se conocen
los cotos, nos autoriza para aconsejar el agua
de los aljibes, y a exhortar a que se pongan en
(1) No ignoro que se ha escrito y se ha pensado
rnucho sobre los cotos. Sé que Foderé les asigna por
causa la humedad del aire; pero ¿ hay país más
húmedo que Popayán, en donde no se conocen? ¿ Cáceres, Antioquia, etc., son acaso países extremadamente secos? Al norte de Quito hay un fenómeno
bien singular. Los hombres que viven en las faldas
y al pie del Corazón, que beben las aguas minerales
o volcánicas que manan de sus pendientes, tienen
cotos, y abundan allí los insensatos, los estúpidos
y los mudos. Tales son los pueblos de Aloae y
Aloas. tales las haciendas de Chisinchi, Ayehapichu,
etc. En las inmediaciones, en todos los lugares que
toman otras aguas o que beben del río San Pedro,
no padecen esta enfermedad. El países
el mismo
tiene la misma elevación sobre el océano, la mis:
ma temperatura, los mismos alimentos, las mismas
costumbres, y sólo dHieren en las aguas. Yo ruego
se reflexione sobre este punto interesante.
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SEMANARIO'
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uso en todos los lugares que se hallan infestados de esta enfermedad terrible ..
Volviendo a mi objeto, quiero preguntar al
autor de la carta: ¿Con que las aguas producen indigestiones, debilidades y cotos? ¿Con
que los cotos atacan. la razón y los talentos?
¿Con que la estupidez, el embrutecImIento, la
degradación del hombre hasta confundirle con
los brutos, son obra de las aguas? Influye,
pues, el clima,· no sólo sobre nuestro cuerpo.
sino también sobre la parte más noble de nuestro ser? ¿Y se dirá en adelante que el hombre
triunfa de la latitud y de los elementos?
Selvas
Nada varía. tánto la bemperatura, la sequedad
las cualidades de un país, como las selvas. Los
paises que se hallan cubiertos de árboles coposos
que no dejan penetrar los rayos del sol hasta la
tierra, conservan una humedad eterna, que también se comunica al aire que los rodea. Este
aire, cargado de humedad, se carga también de
las exhalacIones de las plantas vivas y de las
que Se corrompen a sus pies. Estos vapores y
exhalaciones producen el trueno, los huracanes y las lluvias abundantes. Ellas empapan,
aniegan la tierra y la hacen excesivamente
enferma. De aquí las fiebres intermitentes, las
pútridas, y las exaltaciones de la más vergonzosa de las enfermedades. De aquí la prodigiosa propagación de los insectos, y de tántos males que afligen a los desgraciados que habitan
esos paises. Que !le corten estos árboles enormes. que se despejen estos lugares sombi'Iú5,
que los rayos del sol vayan a moderar esa humedad excesiva, entonces, como por encanto,
todo se varía. Las lluvias, el trueno, las tempestades disminuyen, las fiebres, los insectos,
y los males huyen de estos lugares, y un país
inhabitable Se convierte en otro sereno, sano,
y feliz.
La Francia, en otros tiempos' cubierta de
y
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SEMANARIO
bosques y de pantanos, era fria y alimentaba
en su seno los renos y los animales del Norte.
Hoy, poblada, libre de una vegetación excesiva, ha mudado de clima, de usos, de costumbres y de hombres. Lo mismo podemos decir
de Grecia (1), de los Estados Unidos de la América y de otros muchos.
(1) «Necesitamos de una buena disertación, dice
M. Le Clerc, sobre las causas que hacen mudar los
temperamentos nacionales: porque ¿ cómo ha suce·
dido que el de los que habitan en los alrededores
de la Grecia haya pasado a la Francia? ¿ Por qué casualidad se halla este mismo entre los Suecos, quienes por esta razón se llaman los Franceses del Norte? ¿ Por qué antes de 50 años vendrá a ser este
mismo temperamento ,el de los Ruso/:,?
«¿ Vendrán estas metamórfosis de que se hayan
secado las lagunas, y que se haya descubierto un
país por la destrucción de los bosques? ¿ Será porque ,el pueh10 deja los campos para encerrarse en
las ciudades y mezclarse con los otros pueblos?
¿ Será porque de agricultor que antes ,era vino a
ser marítimo, soldado y comerciante? ¿ Será, en fin,
porque muda de costumhres y de alimentos? Las deHcias de Capua mudaron la <'onstit:¡dóii .1" los soldadu,; de Aníbal: él había traído consigo hombres
robustos, héroes, y no llevó de aquí sino unos
militares afeminados y abyectos. Cuando las comarcas que habita el Parisiense estaban cubiertas
de bosques, decía el emperador Juliano: Yo amo al
Parisiense, porque es serio y grave como yo. En
el día de hoy no se podría decir esto ¿y por qué?
Yo lo ignoro, si las costumbres, los usos, los gustos,
la galantería, la sensibilidad, el lujo, los vicios,
los licores habituales, el cielo, el aire y las aguas
no son las causas». Hist. Natur. de I'Homme malade,
t. 1, p. 149.
«Aunque la ciudad de Atenas corresponde por
su situación geográfica a la parte más meridional
de España, en d invierno se experimentaba
un
frío riguroso, y Un calor sofocante en el estío. Esta
desigualdad
de estaciones tuvo grande influencia
sobre las costumbres de los Griegos. Ocurriendo
a su historia, los veremos, ya en los estadios y
gimnasios, desnudos como los habitant~
del Se-o
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SEMANARIO
193
Lluvias
Sabemos que en América llueve mucho más
que ,en Europa. En nuestra cordillera es más
abundante este meteoro en la basa, y disminuye a proporción que se sube. Sufre muchas variaciones, y ninguna cosa contribuye más a aumentarlas que las selvas. No quiero entrar en
pormenores sobre los efectos de la escasez y
de la abundancia de las lluvias: todos las conocen, y no se necesita ser físico para numerarIas.
Alimentos
Los alimentos que, por la trituración y digestión, asimilamos y convertimos en parte de
nuestro propio ser; que reparan las pérdidas
y contribuyen tánto a nuestro incremento y
desarrollo, deben hacer impresiones, variar, o
modificar nuestra
constitución.
Los demás
agentes del climl!- sólo nos tocan, por decirlo
así, en la corteza; los alimentos llevan sus
efectos a lo más íntimo de nuestro cuerpo. Las
yerbas nos ex,tenúan y debilitan, las carnes nos
alimentan y vigorizan. Los alimentos, renovando nuestros humores, encíenden o apagan
el fuego de las pasiones. ¿Quién ha dudado
que la frugalidad y el ayuno moderan los ímpetus terribles de la lascivia? ¿Quién no conoce la extrema dificultad de ser casto en el
seno de la abundancia, de la molicie y del regalo? La Rie1igión santa que tenemos la dicha
de profesar, la Religión, que conoce bien nuesnegal, ya envueltos en largos mantos de lana. Pa·
ra convencerse de esta asombrosa desigualdad de es.
taciones, basta leer a Hesíodo, el más antiguo de
los escritores griegos. Muchos viajeros que han
recorrido estas regiones en nuestros días, aseguran
haber hallado un clima sumamente dulce y templado.
Esta variación puede atribuírse a la destrucción de
aquellas selvas espaciosas que cubrían ese suelo, y
por las cuales tenían sus antiguos habitadores una
especie de veneración». Paw. Recherches sur les
Grees.
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SEMANARIO
tras pasiones y sus remedios, nos ordena la
abstinencia, el ayuno y la mortificación. Una
constitución sanguínea y biliosa es fuerte, irritable y colérica: necesita temperarse con alimentos análogos para disminuir los estimulos
enérgicos de su máquina.
Los animales domésticos, aquellOS que, reducidos a esclavitud, han entrado en sociedad
con nosotros, han corrompido su indole natural, y los hemos sujetado a nuestros vicios y a
nuestras
enfermedades. ¿ A cuántas
de éstas
están sujetos el asno, el caballo y el buey que
no conocen el ciervo, el tigre ni la danta? Los
colores de su piel se han variado maravillosamente, y han depuesto el vestido sencillo y
uniforme que les había dado la naturaleza.
El lujo, esa abundancia de la casa del hombre, ha obrado todos estos efectos prOdigiosos.
Los animales silvestres, los que han sabido
mantener su libertad y su independencia, tienen una -€stación en que se despierta el amor
y se propaga la especie. Pasada ésta, se tranquilizan las selv.as, y todas las 'cosas vuelven a
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rrompidos, no guardan orden y han olvidado
el plan sabio de la naturaleza. En todos tiempos se hallan en calor, en todos tiempos se
buscan, y en todos tiempos abusan. No hay
paz, no hay tranquilidad entre los individuos
de la especie. El hombre no sólo ha corrompido al hombre, sino a todos los seres que le rodean, a los animales y a las plantas mismas.
Las plantas de nuestros j:ardines, podadas,
a cubierto de las inclemencias, y con jugos
abundantes y sustanciosos también
han corrompido su carácter. La estatura, los colores
y las formas, todo se ha variado por la prosperidad y la abundancia. Nuestros claveles, nuestras adormideras. etc .. no son a los ojos de un
botánico sino monstruos, productos degradados y siervos corrompidos. ¿Se dudará todavía
de la influencia de los alimentos sobre los seres organizados?
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SEMANARIO
195
Conclusión
. Que se reúnan los efectos del calor y del
frío, de la presión atmosférica, de la electricidad, de las montañas, de los vientos, de los
ríos, de las selvas, de las lluvias y- de los alimentos; que se acumulen sobre los individuos
en diferentes proporciones, y combinadas de
todos los modos posibles; en fin, que su imperio se perpetúe y pase de generación en generación: los productos variarán como las causas: el hombre adquirirá el color negro, blanco, aceitunado y todas las tintas; su estatura
irá desde la gigantesca hasta la pigmea; sus
facciones, desde la deformidad hasta la belleza; su moral, desde las virtudes hasta los vicios; y, en una palabra, el hombre se modificará en todas sus partes, y cederá a la potenda activa y enérgica del clima.
Los animales, con menos recursos que el
hombre, no lo podrán seguir a todas las latitudes: el clima los repartirá sobre la superficie del globo, y les señalará límites que no podrán alterar. Las plantas, más expuestas a
sus rigores que los animales, tendrán barreras
más fijas, y los espacios asignadas a cada eSpecie se conocerán mejor. La superficie de la
tierra se hallará variada maravillosamente:
en todas partes reinará el contraste, la belleza y la alegría. Las necesidades de las naciones, sus riquezas, sus sobrantes, su lujo, sus miserias, sus vicios, sus virtudes, variarán con la
latitud y con el clima. De aqui, la. armonía, el
comercio, la industria, la rivalidad, las guerras, las artes, y cuanto existe en la sociedad.
Hé aquí una materia inmensa desflorada:
hé aquí un objeto que merecía. un grueso tomo, reducido a una memoria. ¿Lo habré ejecutado con elección y con acierto? ¿Habré manifestado dignamente los efectos' poderosos del
clima sobre los seres organizados? Mi pluma
poco ejercitada en las disputas, mi genio siempre amigo de la paz, no se pueden prometer
o
o
o
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196
SEMANARIO
un feliz éxito. Pero aun cuando mi amor propio me deslumbrase hasta prometerme una
victoria, yo me acordaría del consejo que M.
Daubenton dio al primero de los naturalistas:
Ninguna victoria. puede valer la paz que se ha
perdido. Esta es la primera contestación que
doy a mis censores, y seguramente será la última, porque No hay victoria que pueda valer
la paz que se ha perdido.
Santa Fé, 10 de mayo de 1808.
Francisco José de Caldas
Tabla para el artículo presión atmosférica
LUGARES
El
Mar •..••..•.....
Presión atmosíérÍl;a en
libras
35604 lib.
Altura sobre
el n'H!!'~ v~r9.S
castell anas
0000.0
Temperatut&
media
25,5 gr. R.
Honda ..........•.••
34638
178,8
24,0
Antíoquia ..........•
Medellln ..••...
, ..••
Malbasá ......••.•..
Pastos ••••.........•
Pasto .....•.•••••.•
Popay{in ....•••••••.
J3JJj
609 9
20,0
17,0
lbarra ••.••••.•...••
QUItO •••••••••••••••
Latacunga .......••..
Ambato ..•••.•••••••
Riobamba ........•.•
Alausl. •.•...•..•.•..
Cuenca .•.......••..
Laja • _ ...•....•..•
Santa Ff ••.........
Mesa ........•.•••••
Tocaima .••....•••••
Neiva ..••. , ••... i,.
Bolsa •. ' •.•..... , •...
Plata ••.....•
, ..•..•
Tunja ..•..••••.••.••
Pamplona ....•...•••
Altura
a donde han
llegado los hombres.
1
26307
27683
26081
30582
33629
33482
31948
31454
25266
2óó74
1785,9
3637,0
3684,1
3018,4
2083,1
2637,3
3387,2
3332,0
3114,3
3324,0
2831,7
3030,3
2542,0
3253 ,6
1540,7
578,2
ó22,'l
1222 ,O
1251,8
3475,0
1926,0
11747
4900,0
23564
24584
26433
28870
27473
25561
25645
26212
25739
26926
10,0
10,0
11 ,5
15,0.
14,5
12,0
12,0
11,8
13,0
12,6
12,5
15,7
11,5
18,0
22,0,
21,5
19,0
19,0
11,t}
13 ,O>
4,0<
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SEMANARIO
Noticia del número de personas que se han vacunado en esta caPital desde 1 de Marzo de 1805,
en que por efecto de la bondad del Soberano se
dio principio a las primeras vacunaciones, hasta 29 de Mayo de 1808, en que se continúan,
observándose en el flúido la misma frescura, vigor y actividad que manifestó entonces. La publica el D. D. Miguel de Pamba, abogado de
esta Real Audiencia
y secretario de la Junta
princiPal de Vacuna, con un breve elogio del
Dr. Eduardo Jenner.
A ~
oS
1 de Marzo de 1805 hasta
1 de Marzo de 1806 hasta
5 de Marzo de 1807 hasta
Suma total
Vacunados
1 de Marzo de 1806
5 de Marzo de 1807.•....••
29 de Mayo de 1808 •.....•
en 3 años •...............
390
542
600
1532
Hé aquí una nueva generación de hombres
que dentro de pocos años ofrecerán a la patria y al Estado unos brazos robustos y útiles,
y que sin el socorro de la vacuna habrían sido
tristes objetos de terror y compasión, y comprendidos tal vez en los 40 millones de víctimas que sacrificaba en cada siglo el furor de
las viruelas. Hé aq1,lí el mayor descubrimiento
que pueden contar los anales de la medicina,
debido al celo filantróPico y a las inflltigl'l.bJes
obs~rvaciones del inmortal Jenner; y al mismo tiempo un establecimiento el más digno
de un rey sabía que reconoce como primera ley
del Estado la de conservar sus pueblos, y que,
como Trajano, aborrece su propia salud si no
está unida a la de la república. sf los Incas en
el Perú, y Ciro en la Persia, cultivaban en sus
jardines las plantas
medicinales· que· debían
curar las enfermedades de sus vasallos; Si"-Artajerjes multiplicaba sus ruegos, y ofrecía su
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i98
a:reMANA:RI0
oro y sus riquezas a Hipócrates para proporcionar a los suyos los socorros que presta la
medicina cuando está acompañada de la virtud y de la filosofía: estos rasgos de bondad,
y este celo de aquellos príncipes por la salud
pública jamás pOdrán compararse al espíritu
heroico y a la ternura paternal con que el piadoso Carlos IV, conmovido de los estragos que
causaban en sus colonias las viruelas, a pesar
de las escaceses de su erario, de los apuros Y
cuidados de una larga guerra, medita y ejecuta una costosa expedición, cuyo destino ha sido fijar entre nosotros la vacuna, Y extenderla
después hasta los últimos confines del Asia.
Los Chinos disfrutan ya como nosotros los saludables efectos de la munificencia de nuestro
Soberano, "l como nosotros admiran su grandeza, aplauden su generosidad, y aclaman la
gloria de su august.o nombre.
Pero, si el padre de familias, al ver segura
su posteridad, si el hombre sensible a los males que afligen a la humanidad, al considerar
la importancia de la vacuna Y la grandeza de
un bellc.ficio que táilto influY13 en la pcrfcc
ción de la especie humana, se atreven a mirar
como un Dios entre los mortales al Soberano
que la propaga, sin olvidarse en sus transporte6 del filósofo que la descubre, no pueden menos que exclamar: ¡Sabio ilustre! ¡genio superior! recíbe desde ahora los homenajes de
amor y de admiración que se deben al mérito
y a la virtud. Tu grande alma nació y se formó en Inglaterra para ser algún día el alivio
de la humanidad afligida, y para comunicar a
la Europa un descubrimiento que ha podido
consolarla en medio de las guerras, las pestes
y otros males que la han consternado a fines
del siglo XVIII. Tu nombre y tu gloria crecerán con las generaciones futuras, y llegarán
hasta la última cargados de las aclamaciones
de todos los siglos. Mientras los hombres sepan apreciar la vida, y mientras la miren como el primero de todos los bienes, no se acorc
.
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SEMANARIO
199
darán de Jenner sin bendecir su memoria, recomendándola a sus últimos nietos. Sea en
buena hora Colón descubridor de un nuevo
mundo, Galileo el primero que mide el tiempo por los péndulos, Harvey el primero que conoce la circulación de la sangre, y Newton el
primero que desenvuelve y explica las leyes de
la naturaleza: respetamos unos nombres tan
ilustres, capaz cada uno de ellos de honrar a un
siglo entero, y reconocemos las grandes ventajas que de estos descubrimientos han resultado a las artes y a las ciencias. Pero para ti,
ilustre Jenner, para ti estaba reservada la gloria incomparable de haber descubierto el primero y comunicado de la vaca al hombre un
flúido que le preserva de la enfermedad más
terrible, de una enfermedad que ha desolado
los campos, arruinado las ciudades y despoblado la tierra. Esta. va a cubrirse de nuevos habitantes, y tú serás el restaurador y el conservador de la especie humana. Si hubieras nacido en los tiempos felices de los Griegos, éstos
habrian consagrado templos y establecido fiestas para celebrar tu memoria; y como objeto
de la v,eneración públ¡ca, Fidias, Trasímedes
y Policleto se habrían disputado el honor de
formar tu estatua para colocarla al lado de la
de Esculapio. Pero, j qué digo! tu corazón desinteresado, tu alma virtuosa y modesta consideran la grande obra que salió de tus manos,
el beneficio inestimable que has hecho al género humano; y esta dulce satisfacción hace
tu más preciosa recompensa. Las estatuas y las
pirámides, que después de un siglo desaparecen de sobre la faz de la tierra, son monumentos que la humilde preocupación consagra a
los héroes homicidas: el médic6 filósofo, el sabio pacífico. que en el centro de su. retiro medita, trabaja y agota su existencia para hacer
descubrimientos que han de conservar la salud
y prolongar la vida de sus semejantes, vive
con la especle humana, dura con el mundo, y,
llegando hasta la eternidad, dice con HoraC¡o;
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SEMANARIO
200
Erexi monumentum
aere perennius,
R.egalique situ piram'idum altius,
Quod non imber edax, non Aquilo impotens
Possit diruere, aut innumerabilis
Annorum series, et fuga temporum.
Para llenar este suplemento, publica el autor del elogio antecedente algunas observaciones particulares sobre la vacuna, que, por su
importancia. y las ventajas
que ofrecen a la
medicina merecen
fijar la atención de sus
profesores. Ellas son extractadas
de la Instrucción que en septiembre de 805 formó la
Junta de Sanidad ·de Madrid, y dirigió a los
médicos encargados de conservar la vacuna, para
que adelantasen
este nuevo ramo de higiene
pública: y con el lnismo objeto la ha remitido
el Excelentísimo señor Virrey del Reino a la
Junta de Vacuna de esta capital.
"Ya está universalmente recibido este nuevo
aforismo médico: La vacuna precave las viruelas.
"La inoculación del flúido vacuno puede ha,-a,...•.•nn.
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las estaciones del año, y no exige preparaciones preliminares.
"A los recién nacidos puede hacerse la vacunación en las primeras semanas de la vida.
"Es sLempre preferible la comunicación del
flúido vacuno de brazo a brazo.
"Cuando no haya flúido fresco, y sea necesario hacerse la inoculación con el que suele
remitirse en cristales, es necesario disolverle
con una gotita de agua fría meneándole con
la punta de la lanceta hasta que se haya disuelto, y entonces se toma de este flúido, y se
hace la operación como cuando se ejecuta de
brazo a brazo".
Después de describir la instrucción, el orden
sucesivo de síntomas que se advierten en el
grano vacuno desde el tercero o cuarto día en
que comienza a desenvolverse, hasta el décimo
en que llega a su mayor magnitud, dice: "El
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SEMANARIO
201
día diez no se observa novedad sensible, sólo
aparece mayor el rodete, y se ensancha más
la areola ... el once se mantiene el grano en
el mismo estado, y este dia termina el periodo
inflamatorio. Durante éste, el flúido vacuno
está contenido en las celdillas del tejido celular; y si se pica el grano, se ve salir una gota
de una materia muy limpia, que es luégo reemplazada por otra, y en este estado es cuando
debe hac·erse la inoculación de brazo a bra-
zo
(1).
"Alguna vez, en lugar de la verdadera vacuna precautoria, suele presentarse otra erupción que no tiene esta propiedad y que se ha
conocido con el nombre de vacuna falsa; y esto sucede cuando el vacunado ha pasado la viruela anteriormente, o cuando se ha empleado
para la vacunación una materia seca, y que ha
tomado un aspecto y una consistencia vidriosa, o bien cuando se ha oxidado en la punta
de la lanceta.
"Se ha visto alguna vez que sujetos débiles
y enfermos se han curado, se ha fortalecido y
mejorado su constitución después de la inoculación de la vacuna. Se han visto vicios herpéticos (sarnas, granos, etc.) y otros de la piel curados por medio de la vacunación (2). Lo mismo
se ha visto en algunas oftalmias rebeldes (inflamación en los ojos). Puede atribuirse este
fenómeno a que el flúido vacuno obra de un
(1) A todas las personas que se han vacunado en
esta capital, se les ha inoculado el flúido, tomándolo del grano en el di~ décimo de su periodo, y siempre ha sido con buen suceso,
(2) Esta observación se ha verificado también
en los niños que se han vacunado en esta capital en
los meses de enero y febrero del presente año. Ju'lián -Londoño,edad un año; María Francisca Balaguera, edad cinco meses; y María Encarnación Cabezas, 'edad once meses; tenían' la cabeza y parte
del cuerpo cubierto' de sarna, y después de vacunados se limpiaron perfectamente,
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SEMANARIO
modo análogo a las cantáridas, sinapismos, y
otros estímulos de que la medicina hace uso
con tánta utilidad en los afectos cróniGos.
"Conviene, pues, reunir observaciones: conviene examinar con el mayor cuidado todos los
fenómenos que se presenten durante los progresos de la vacuna, como las anomalías que
puedan observarse en los diferentes puntos de
nuestra Península (y en los del Nuevo Reino
de Granada), para que en esta reunión de hechos tengamos un cuerpo de doctrina capaz
de fijar las ideas, y de dar toda la extensión
posible a la utilidad de este descubrimiento,
que hará siempre una época gloriosa en la his-4- ••••.•.•
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Hasta aquí las observaciones más importantes de la instrucción formada por la Junta de
Sanidad de Madrid. En ella, lo mismo que en
las obras de Moreau de la Sarthe y en la de
Aiken sobre la vacuna,· que son las más modernas que tenemos, nada se dice sobre el método de comunicar y propagar el flúido por
medio de la costra del grano vacuno; sin duda
porque se ignoraba que dicha costra tiene la
virtud de reprodUCir otro grano legítimo, y ésta era una de las diferencias que se creía estableCer entre la viruela y la vacuna. Pero un
cirujano de Edimburgo, llamado Bryce, ha repetido gran número de experimentos que prueban que la costra del grano vacuno pulveriza":
da y humedecida con agua, produce la vacuna con tánta facilidad como el flúido más cristalino. Uberlachex y el doctor de Carro, médicos de Viena, han repetido estos experimentos
en 1804 con el mejor suceso. En 1806, habiéndose perdido la vacuna en Cartagena, don José Ignacio de Pombo logró restablecerla, usando del mismo método, por lo que mereció las
gracias del gobernador de aquella plaza. Estos
hechos parece que son de la mayor importancia por la facilidad que presenta este método
para conservar por mucho tiempo el virus va-
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203
cunoen las costas, y para enviarlo a largas
distancias, como lo ha verificado varias veces
el señor oidor don Francisco Cortázar, presidente de la Junta, remitiendo las costras a.
Mompox y Antioquia, en donde ellas han producido el mismo efecto.
Finis vita: ejus nobis luctuosos, patrill: tristis,
extraneis etiam ignotisque non sine cura fuit.
TACIT.,
in Vil. Agrlcol. c. 34.
El· día 2 de septiembre de 1808 murió en asta
capital el doctor don José Celestina Mutis.
¡Qué pérdida para las ciencias; pa;ra la patria
y para la virtud! Su familia, en el seno de la
desolación y del dolor, ha recogido rápidamente algunos hechos de su vida, que va a presentar al público, reservándose el derecho de formar su elogio histórico para cuando hayan
calmado el sentimiento y las lágrimas.
Este hombre grande nació en Cádiz el 6 de
abril de 1732 de unos padres honrados y virtuosos. Apena,s salió de la infancia manifestó
su inclinación por el retiro y por los libros. Sus
progresos .fueron rápidos en el estudio de las
humanidades, de la filosofía, -y aun de la sagrada teología. Su gusto por .la medicina le hizo tomar la beca en el real colegio de 'San Fernando de aquella ciudad. Aquí cursó la anatomía, ia ciru~~ia y la medicina
prictica., ~, P9.:SÓ
a Sevilla a complew.r sus conocimientos, y allí
recibió los grados correspondientes. En 1757 se
estableció en Madrid, y regentó la cátedra de
anatomía por Araújo. En esta época la corte
meditaba mandar a París, a Leyden y a Bolonia algunos jóvenes con el objeto de que se
perfeccionasen en diferentes ramos de las ciencias naturales. Uno de ellos era Mutis. A este
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SEMANARIO
tiempo el Excelentísimo señor don Pedro Mesia de la Cerda buscaba en Madrid un médico
acreditado a quien confiar su salud en el dilatado viaje que iba a emprender para la América. Después de largas meditaciones y consultas, recayó la elección sobre el joven Mutis.
Por una parte se le presentaban una carrera
brillante y gloriosa, por la otra una serie de
trabajos, un país oscuro y colonial. Muchos
días balanceó en medio de la incertidumbre, y
muchas semanas pasaron antes de resolverse.
¡Con qué complacencia hemos oído de su boca
las razones que le obligaron a tomar el último partido! El sHen0io, la paz, los bosques de
la América tuvieron más atracttvos sobre su
corazón que la grandeza y la pompa de ias COftes de Europa. Un plan atrevido y sabio se
presenta a sus ojos. Las selvas de la América,
la soberbia vegetación de los trópicos y dlel
ecuadm, la oscuridad y la ignorancia de las
ricas producciones del Nuevo Continente
le
resolvieron a recorrer y a examinar esta preciosa porción de la monarquía. Aquel mundo,
se decía, visitado rápidamente
por Feuille,
Plumier, Loefling y otros pocos botánicos, yace hasta hoy desconocido: sus riquezas son
inmensas. ¡Qué campo tan vasto para inundar de conocimientos a la Europa, y para coronarme de gloria! En 1760, desembarcó en Cartagena de Indias, año para sIempre memorable en los fastos de nuestros conocimientos,
y año en que comenzaron a rayar las ciencIas
útiles sobre nuestro horizonte. Apenas pisó las
costas de la Nueva Granada, comenzó a colectar y a describir sus amadas plantas. EstablecIdo en esta capital, se consagró con todas sus
fuerzas al reconocimIento de la vegetación de
la cima de los Andes, y al consuelo de los en:termos. Entonces estableció su correspondencia con el inmortal Lineo y con otros sabios
de la Europa; entonces remitió colecciones y
diseños que le merecieron los elogios más li-
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SEMANARIO
205
sonjeros (1); entonces se le asoció a la academia de Estockolmo y a otras sociedades de
aquella parte del mundo. Deseoso de difundir
sus conocimientos, tomó a su cargo la ense'ñanza de las matemáticas en el cOlegiomayor
de Nuestra Señora del Rosario, de que obtuvo
real aprobación. En aquella época se comenzó
a oír en el Reino que la tierra giraba sobre su
eje y al rededor del sol, y que se debía poner en
el número de los planetas. ¡Cuántos disgustos
le costó persuadirnos esta verdad capital en la
astronomía! A pesar de la obstinación de nuestros padres, se formaron muchos jóvenes, y se
difundieron los conocimientos astronómicos.
Pero este sabio aguardaba ocasión más favorable para desplegar su celo por la ciencia de
Tyco y de Casini.
Provocado por el virrey Cerda a regresar a
la Península, se denegó, y resolvió morir entre
nosotros: ¡tánto amaba a la América, a sus
selvas y a su profunda tranquilidad!
Contemplando la naturaleza elevaba su espíritu a su Autor, le adoraba y se desprendía enteramente de la tierra. Para unirse más a él,
recibió los órdenes sagrados en 1772. Desde
aquella época fue un verdadero sacerdote de
Dios y de la naturaleza. Divididos todos sus
momentos entre la religión y las ciencias, fue
un modelo de virtudes en la primera, y un sabio en las segundas.
Las fuerzas de .un particular no eran suficientes para sostener sus grandes miras; era
(1) In memoriam Josephi Crelestini Mutis, Americes summi botaniei, qui historiam plantarum amerieanarum, imprimís plllmarum puleherrimam parat,
et plurima nova huie opuseul0 eommunieavit. Lin.,
suppl. pág. 57. Nomen inmortale quod nulla retas
unquam delebit. Lin.
,
In honorem sapientissimi viri (J. C. Mutis) qui
jure merito bot.anieorum in Ameriea prinoeps sal utatur, debetque etiam inter primates Europres collocari. Cavanilles.
oo.
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SEMANARIO
necesario el brazo del Soberano. Imploró la
protección del augusto Carlos 111, y halló en
su seno paternal cuanto podí1a apetecer. Le
creó director de la Expedición Botánica del
Reino en 1782, cargo que desempeñó y conservó hasta su muerte. ¡Qué campo tan glorioso
y tan vasto se presentó a su celo infatigable!
Reanimado con las liberalidades del Soberano,
proyectó el grande y soberbio edificio de la
Flora de Bogotá, obra inmensa, para cuya ejecución no alcanza la vida de un hombre solo.
Comenzó por elegir un centro oportuno para
sus operaciones científicas. Mariquita le pareció que reunía todas las proporciones que buscaba. En efecto, situada esta ciudad al pie de
los Andes de Quindío, en un valle fecundo y
en las cercanías del Magdalena, le presentaba los vegetales de todas las temperaturas y
ue todos 105 iiiveles. Aquí formó los pintores,
aquí colectó innumerables plantas, aquí se hizo una parte de las grandiosas láminas que no
se pueden ver sin admiración, y que los sabios
de la Europa han comparado a las d-el célebre
Smith; aquí escribió, y aquí de.sernveúú tántas comisiones del Gobierno, y tántos otros
objetos. Son muy estrechos los límites de este
papel para decir lo que este sabio infatigable
ejecutó ~m los siete años de su residencia en
Mariquita.
El temperamento de aquella ciudad unido a
las tareas literarias comenzaron a arruinar
una salud tan preciosa, y resolvió trasladarse a la capital. En 1790 lo ejecutó, más por
reconocer de nuevo y diseñar la vegetación
elevada, que por restablecerse. En la espaciosa casa que le dio el Rey, estableció su expedición, y comenzó a colectar otra vez las plantas altas del Reino. Aquí se dedicó a dar la última mano a los trabajos comenzados en Mariquita, trabajos inmensos, para cuya conclusión no bastó el resto de sus días. Aquí perfeccionó su obra favorita, la Historia de los árboles de Quina; aquí comenzó otras muchas de
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SEMANARIO
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que daremos cuenta al público en ocasión más
favorable.
Podemos afirmar que ningún mortal ha conocido mejor el género Cinchona y sus especies. En 1772 descubrió una de estas plantas
preciosas enl el monte de Tena, a seis leguas de
esta, capital. La envidia, la rivalidad podrán
fascinar a los incautos y al público sobre el
verdadero autor de este importante descubrimiento; pero su familia, los que hemos tenido
la dicha de oírle y de ver las pruebas irrefragables en que apoya la verdad de este hecho,
no podemos dejar de admirar la modestia y, el
sufrimiento de este hombre virtuoso. Pero ya
llegó el tiempo de que su familia desengañe al
público, de que presente las pruebas victoriosas de su hallazgo, que responda a las injurias
y haga callar a sus enemigos. El respeto que
debíamos a nuestro Director, el precepto que
teníamos de callar, nos ha mantenido en un
silencio forzado y doloroso. En un escrito que
preparamos ·se desengañarán los envidiosos de
su gloria, y los rivales del nombre de Mutis se
arrepentirán más de una vez de haber lanzado
tántas injurias contra este sabio pacífico y
cristiano.
Apenas se aseguró de la legitimidad de la
especie que había hall:;¡,do, comenzó a solicitar
otras. No paró aquí: las virtudes de cada una
le llamaron toda su atención. Como médico las
aplicó, y nos ha dejado los más preciosos descubrimientos para restablecer n;uestra salud.
Poco co!!t.e!!t-o eo!! !':er 1m botánico adocenaro y nomenclador, llevó sus miras hacia la
parte filosófica de esta ciencia. El formó algunas familias, él halló secretos preciosos sobre
la poligamia, y él ha introducido en la botánica, por caracteres invariables, la distinción
de sus Apote1ogammas.
No se crea que Mutis sólo puede figurar al
lado de Lineo y de Jussieu: su alma grande
abrazó también el cálculo, la astronomía y la
física. Esta ciencia le debe un descubrimiento
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SEMANARIO
precioso. Algunos sabios europeos habían sospechado que la luna debía tener una influencia directa sobre las variaciones del barómetro como la tiene sobre las aguas del océano;
pero mal situados no pudieron decidir satisfactoriamente sobre este punto. Mutis en el
corazón de la zona ardiente, y a 49 30' de latitud, ha llevado esta materia a tal punto de
certidumbre, que ya no se puede dudar sin
obstinación.
Este sabio recibió, .en el ministerio del Excelentísimo señor Marqués de Sonora, instrumentos astronómicos, y en 1802 erigió el Observatorio que hoy decora la capital, y en que
há tres años se verifican todas las observaciones de que son capaces los instrumentos que
El nos ha dejado MS. sobre las plantas, sobre la meteorología, sobre Ii:tinas, un herbario que asciende a 20.000 plantas, más de 5.000
láminas de nuestras plantas, un semillero, una
colección de maderas, de conchas, de minerales, de pieles, y una serie de cuadros al óleo
en que están representados los animales del
Nuevo Reino al natural y con sus propios colores. Si se realiza su última voluntad, si se llevan a efecto sus deseos, verá el Reino un Museo en que renazcan las ciencias y los conocimientos útiles. Hé aquí un bosquejo de lo fue
Mutis como botánico, como naturalista,
como
físico y como astrónomo.
Su corazón, sus sentimientos y sus virtudes
son demasiado notorias. El Supo reunír la ciencia de Lineo a la de los Santos. Nosotros apelamos al testimonio de los enfermos, de 10Sl pobres y de las personas virtuosas que le trataron de cerca. Su muerte fue preciosa a los ojos
del Señor. Descansando sobr<e el testimonio de
su conciencia, y sobre 77 años de virtud, vio
llegar su fin con tranquilidad. Sus últimos días
se emplearon en organizar sus cosas temporales, y en dar lecciones de virtud a su fami-
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209
Ha. Himnos, oraciones llenas de caridad y de
unción fueron sus últimas acciones.
¡Alma gmnde de nuestro director, recíbe
este primer testimonio de respeto y de amor
que te consagra tu familia en el seno de las
lágrimas y del dolor!
El proyecto de publicar un papel periódico
con el título de Semanario del Nuevo Reino de
Granada concebido y ejecutado por muchos
individuos ilustrados de esta capital, ha hecho ver que necesita de una mano que colecte, ordene y corrija las producciones que deben publicarse. Sin esto, cada uno escribe se..,
gún su gusto y sus inclinaciones, y el Semanario, consagrado principalmente
a la utilidad
del Reino y a manifestar el estado de nuestro
territorio, se convierte insensiblemente en una
perfecta miscelánea. Las circunstancias en que
nos hallamos piden que dirijamos nuestras miras hac.ia aquellos objetos d,e primera necesidad antes de pensar en los de lujo. Un pueblo que no tiene caminos, cuya agricultura,
industria, comercio casi agonizan, ¿cómo puede ocuparse en proyectos brillantes, y las más
de las veces imaginarios? El cultivo de una
planta, un camino cómodo y más pronto, el
plano de un departamento, la latitud y temperatura de un lugar, el reconocimi.ento de
un río, etc., etc., son asuntos más importantes
qne tAJda8 ~.gl1e1l8.,s cuestiones ruidosas en que
pueden lucir el genio, la erudición y la elocuencia. Después de haber impreso y publicado muchos centenares de páginas sobre estos
objetos brillantes, ¿no quedamos tan pobres y
tan miserables como antes? Que otros agiten
con calor el origen de los pueblos del Nuevo
Continente, que los anticuarios se desvelen por
saber quién inventó la brújula, nosotros, más
cuerdos, indaguemos las causas de los cotos
que nos afligen, y estimulemos a nuestros pro-'
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SEMANARIO
fesores a que busquen el remedio de esta enfermedad terrible. D.emos a conocer nuestras
provincias, calculemos su extensión, sus tierras de labor, sus selvas, sus pastos y sus peñascos. Describamos sus plantas y sus minerales; distingamos las producciones útiles de
las que no lo son hasta el día; comparemos lo
que tenemos con lo que nos falta; perfeccionemos aquellos objetos, y hagamos esfuerzos
para adquirir éstos; apreciemos los productos
de nuestra agricultura y de nuestra industria;
meditemos
detenidamente
nuestras
costas,
nuestros puertos, los rios navegabl,es que atraviesan esta inmensa colonia, la dirección de
nuestras montañas, la temperatura,
la elevación sobre ,el océano, las ventajas,
los obstáculos que cada departamento tiene para hacer su comercio con sus vecinos o con los demás puebles; calculemos con la mayor frecuencia y con toda la exactitud posible el número de habitantes de cada provincia y de
cada pueblo; estudiemos la constitución física, el carácter, las virtudes, los vicios, las ocupacion·es u-el 110i11bi18 que 11abita uaju ue climas tan diferentes y aun opuestQs; la educación física y moral que se da actualmente, y
la que más convenga a cada punto; las enfermedades más frecuentes, las epidemias, las tablas necrológicas y cuanto puede mejorar y
hacer feliz al hombre.
Estos son los grandes asuntos que deben llenar las páginas de nuestro S'emanario en el
año próximo de 1809. Confesamos que es ardua la empresa, y que un hombre solo no la
puede desempeñar dignamente. Pero contamos
con un fondo bien rico, contamos con el celo
patriótico de todos los individuos que habitan
en el Reino. Los hombres de luces, aquellos
geniOS privilegiados que sin viajes y sin maestros, y sólo por una obstinada aplicación, se
han elevado sobre el común de sus paisanos;
los jefes de las provincias que por necesidad
las visitan y conocen; los curas, estos pasto·
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SEMANARIO
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res respetados de sus pueblos, y que penetran
hasta lo· más profundo de nuestros corazones;
en fin, todo ciudadano aplicado y reflexivo
debe concurrir con sus luces y con sus observaciones a perfeccionar la grande obra de manifestar lo que es el Virreínato de Santa Fé
de Bogotá en todas sus partes. Sí, nosotros esperamos que todos hagan esfuerzos generosos
para ponernosen estado de hablar con exactitud y verdad de cada provincia, de cada curato, de cada río, de cada montaña, de cada
planta, etc. A ninguno se le privará del honor
que debe resultarle por sus trabajos y por su
aplicación. En el Semanario se perpetuarán
los nombres de todos los que contribuyan a
sostenerlo, y merezcan nuestros elogios y nuestro reconocimiento.
Todos deberán dirigirse a don Francisco José de Caldas, con sus cartas, memorias, descripciones o noticias que quieran pUblicar en
el Semanario. Este es el encargado de rever,
ordenar y corregir los papeles, así de los señores comprometidos, como de los que voluntariamente quieran concurrir a un objeto tan interesante. La parte tipográfica queda ·como
hasta aquí, en manos de don Bruno Espinosa
de los Monteras. Se cuidará de corregir cada
número con el mayor esmero, y de mejorar en
cuanto sea posible todo lo pertenecilente a la
impresión.
Si algunos papeles remitidos al encargado
no saliesen a luz en el Semanario, sus autores
no deberán formar queja alguna, porque deben
suponer que hay motivos poderosos para suprimirlos. Si no Uenaq el plan del Semanario,
si no respetan las leyes, el culto, el gobterno;
si en lugar' de enseñarnos alguna cosa del
Reino se divierten en bagatelas de ingenio,
etc., entonces quedarán sepultados sus escritos
en el olvido. El Semanal1ioes un papel serio;
y está consagrado a memorias sólidas sobre los
puntos que más nos interesan. Todo asunto
frívolo' no tiene lugar en su plan, y no lo ex-
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SEMANARIO
trañarán los espíritus ligeros que sólo leen por
divertir algunos momentos de tedio. No obstante, se pUblicarán por suplementos separados algunos rasgos de elocuencia y poésía que
sean originales y muy buenos.
Santa Fé, 8 de agosto de 1808.
No podemos dar mejor prinClplO al segundo
año del Semanario del Nuevo Reino de Granada, que presentando tres rasgos que nos ha dirigido el doctor don Eloy de Valenzuela, cura
de Bucaramanga. Este eclesiástico, recomendable por sus virtudes, y célebre por sus conocimientos, ha dirigido sus indagaciones hacia
aquellos objetos económicos que tánto interesan al bien de los hombres y de la sociedad.
Una grama que suministra pastos sustanciosos y abundantes, observaciones sobre la caña
de azúcar conocida con el nombre de Otaiti,
que ya se haila generalmente esparcida en touu el Reino, y una excelente descripción de
ella (1); experimentos sobre el modo de conservar las carnes, el pescado, los huevos y los
frutos, son seguramente objetos más importantes que aquellos descubrimientos brillantes
que sólo nos proporcionan conocimientos estériles. Yo diré siempre con un filósifo piadoso,
que más me gusta Reaumur observando las
polillas y dándonos remedios para poner a cu(1) Es de desear que el árbol del Pan (artocapús
incisus Lin.), connaturalizado ya en Caracas, se propague ,en el Reino como se ha hecho con,Ia caña de
Otaiti. Por carta del R. P. Fr. Francisco Andujar,
misionero capuchino del Apure, sé que lo hay en
Barinas, y espero semilla de este religioso ilustrado
y activo. También tengo noticia que se ha sembrado
en muchas partes de la provincia de Popayán, y
que sólo han prosperado tres pies en manos del
'doctor don Mariano del Campo y Larraondo, en el
sitio de Alegría en las inmediaciones de Caloto.
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bierto nuestras telas de la voracidad de estos
insectos, que. Leibnitz creando mundos. Merece seguramente el cura de Bucaramanga todo
nuestro reconocimiento, y que la patria le ruegue continúe en indagaciones tan útiles.
Noticia de 'una especie de la grama útil para
!potreros, o prados artificiales
La carne, que casi es de primera necesidad
en el Nuevo Reino de Granada, cada día va
escaseando y encareciendo más. De 20 años a
esta parte se ha duplicado su precio, y pocas
poblaCiones hay en que no falte enteramente
por algunas temporadas. Los grandes hatos de
Casanare es de creer que se disminuyen mucho, porque ya no son solamente novillos los
que en numerosas partidas se sacan por esta
banda occidental de la cordillera: las hembras
salen con la misma libertad, pues hasta esta
parroquia de Bucaramanga han llegado en un
año poco más de ciento, la mayor parte de primera preñez: lo que es seña evidente de la aniquilación del ganado. Es, pues, de temer que
de aquí a otros 20 años .ya sea tan caro este
alimento, que de ningún modo lo pueda conseguir el pueblo. Si no salimos del camino ordinario de tener grandes rebaños a costa de
grandes terrenos, es evidente que la labranza
se ha de minorar, y con ella las subsistencias
y la poblacion. Si para cebar novillos y reses
viejas, no arbitramos otro recurso que acotar
o cerrar los terrenos más pingues y arrancar
algunos mato:s,
que· es el único que han ade-
lantado en Vélez, Charalá y otros lugares en
que está muy válido este género de granjería,
es palpable que aún todavía padece más la
agricultura, pues ésta queda reducida a los
parajes más secos, pedregosos e inútiles en que
no prueba el maiz, el algodón, ni casi alguna
otra de las plantas usuales. Los pobres se entrampan, dan en ladrones, tienen pocos hijos
y mal sanos, y los solteros huyen del matrimo-
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nio como de un presidio; y no por otra razón,
sino porque la tierra buena de sembrar está
destinada a los brutos y entredicha a los hombres. Desean trabarar; pero los cortos pedazos
que se les conceden son a un arrendamiento
tan caro y condiciones tan gravosas, que en
los años favorables en que cogen diez por uno
no les quedan ni aun tres libres para su manutención, así es que las tales poblaciones, lejos de aquel aumento progresivo con que crecían, se han parado y como amortecido de
diez años para acá.
Es pues tiempo que un ramo tan importante
de la economía rural y de la pública comodidad no prosiga ab!tndonadp a las solas fuerzas d,e
la naturaleza: es preciso que la ayudemos con
industria, ahorro y esfuerzo, para que sin perjuicio de los hombres se mUltipliquen y rindan más los animales de su manutención: es
decir que ya eS tiempo de que pensemos en
prados artificiales, con cuyo auxilio los rebaños se multiplican a proporción de la mayor
y más bien cultivada tierra; uso que e's antiquísimo en las mejores provincias de Europa,
y que es el cimiento de su poder y riqueza.
Entre, las muchas plantas que nos franquea
el Reino en todos sus temperamentos, y que
por ser espontáneas, o silvestres no exigen otro
trabajo que el de aumentar su número, coordinarlas y cuidarlas, he fijado la consideraciónen una de las cordilleras y tierras frescas que 'he cultivado por mí mismo para imponerme y dar noticia de su carácter, del beneficio que exige, y de la utilidad que rinde.
En los distritos de Pamplona y Tequia, se
nombra Sibalá, y es un pasto que crece y envicia mucho en los maizales y otras sementeras, tal vez será una ligera corrupción de sílaba, porque la espiga con sus flósculos como
que remeda una dicción impresa de caracteres góticos o alemanes.
La he criado en tierra negra no muy buena,
con alguna sombra, y a la temperatura de
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diez grados de Reaumur una hora antes del sol.
A mayor calor y al descubierto, se ha paloteado: esto es, mucho vástago, casi ninguna hoja, y punteros de flores que no crian grano.
Su raíz: césped de muchas fibras, ramosas,
cortas. otras capilares, más tupidas, y cruzadas al haz de la tierra.-Tallos: tendidos, coincidentes, del grueso de una pluma, largos hasta dos y más varas, y de jugo algo dulce, tienen
tajos de a 3 y 4 pulgadas; los inferiores, desnudos, radicantes, casi cilíndricos y de lustre
rojizo; los siguientes, medio vestidos y con ramitos alternas axilares y parecidos; los superiores, cubiertos y rematados entres hojas cuya intermedia es algo encartuchada.-Hojas:
larguchas, agudas alternas, de vello fino y borde poco áspero, largas de 6 a 8 pulgadas sobre media de ancho, tiernas y de verde muy
claro como las del alpiste y avena; su vaina,
un poco menor y pestañosa en el margen.-Flores: en ramillete terminal, solitario, derecho,
poco poblado de espigas, 8 a 12, alternas horizontales de más de pulgada, y cuyo rachis o
puntero puede servir de divisa o carácter obvio,
por ser foliácéo, del verde, consistencia y figura de una hojuela linear, obtusa desnuda por
encima, y de bordes agachados para cubrir la
serie de flósculos.-Estos forman hilera doble,
alternos, tendidos y casi sesiles, cuyo número
no pasa de 16 a 20.-Fructificación, como en el
paspalum con muy corta diferencia~ a saber:
Cáliz: es la primera cubierta de figura ovada,
llana por delante, convexa por la espalda, y
partida en dos ventallas, valvas o glumas.-corola: debajo de la dicha, otra igual en figura y
número de hojuelas; pero son tiesas, hollejudas
y lustrosas; una llana abrasada por la trasera
que es cópcava y poco mayor.-Estambres:
constan de tres filamentos capilares, duplos de
la flor,.y de anteras moráditas, ambifidas, o de
horquilla y hendedura en ambas puntas.-Pistilo: contiene el germen como punto, y dos estilos lampiños que asoman por los lados, y cuya
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mitad superior, que es barbada, detiene y agarra el polvo despedido de las anteras, por esto
se tienen por estigmas.-Fruto:
es el mismo
flósculo y con el mismo tamaño: el cáliz marchito cubre la corola rellena y masuada por el
grano, y así caen al suelo.
Se ha puesto con alguna difusión en gracia
de los curiosos que no han cursado botánica.
Para aquellos se podía reducir a menos renglones, yen su estilo favorito. "Radix: fibrosa,
caules procumbentes, confertissimi; geniculis
inferioribus seminudis, radicantibus, rubescentibus; ramulis axillaribus consimílibus.-Folia:
exalbida, obtusiuscula, levissime pubescentia;
margIne scabrIusculo; vagina clausa, subciliata.-Flores, in racemo terminali stricto: spicae
alternae... horizontales distantes~ ;rllchiñp
folillceo, obtuso? flosculis ab una tantum pagina,
alterne decussatis, subsessílibus, ovatis. antrorsum planis.-Calix: gluma tribus bivalvis, nervis, marcescens.-CoroHa: duabus valvis aequalibus, membranacea, connascens.-Filamenta:
tría capiilaria; antheme bifurcae.-Germen:
minimum: stillit duo patentes; stigmll.tll 8ubreflexa, barbata.- Pericarpium: coroHa immutata, semine feta, calice vestita, artículo discedens".
Esta especie de paspalum se acerca mucho al
scrobiculatum de Lineo, pero no lo es; y añadiré para los que tengan lente, que el pie de
cada espiguita tiene un mechón de pelo parado: el borde del rachis eS raspa muy fina y lo
mismo los pelos del estigma; el cáliz, a más de
los tres nervios, es rayado y salpicado de púrpura.
Por mayo de este año, advertí en mi huerta
un césped de esta grama, que se me hizo notable por lo blanco y tierno de la hoja. Cuidé que
no lo maltratasen, y de arrancarle tal cual yerba: esto bastó para que dentro de poco tiempo
extendiese sus ramos, los cruzara, multiplicara
con tanto vicio, que llegó a ocupar un espacio
como de tres varas cuadradas, cuyo espesor era
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por lo menos de dos tercias. La parte que caía
fuéra del alar se desmedró mucho, y lo mismo
sucedió con los pies qu~ hice rasponer al descampado: sin embargo, por septiembre, en que
ya estaba muy espigada y con alguna hoja amarilla, la mandé segar, y me hallé con 24 libras
de buen pasto que consumió en dos días un caballo. Tenemos pues con sola una mata, ración
para dos reses en un día, debiéndose notar que
éstas comen menos que las bestias, y que ninguna déjará de quedar satisfecha con 12 libras
diarias.
Supongamos que, aprovechando los céspedes
que retoñan y el almácigo de la mucha semilla
que riega, se quiera hacer· una pradería para
mantener o cebar algún ganado, el modelo que
se formare en pequeño podrá aplicarse a una
o más cabuyas de tierra, y nos instruirá del
coste Y' de las utilidades con que a proporción
debemos contar.
En un terreno de cien varas por cada lado
caben 30 surcos de manzanos, olivos, duraznos,
etc., apartados el uno del otro casi tres varas,
y son en todo 900 frutales, que algún día nos
han de rendir mucho. Por los intermedios se
trasplantan igualo mayor número de céspedes
o pies nuevos de esta grama. Es evidente, según lo observado en mi huerta, que aún no llega al temperamento
favorable a esta planta,
que dentro de pocos meses toda la cuadra estará cubierta de pasto, y que por lo menos ha de
dar 900 arrobas, con las que se pueden racionar
1.800 reses en un día, 60 en un mes, 30 en dos,
"i 20 en ~!·es. Las reses engordad as por tanto
tiempo y con tan buen pasto, como tengan agua
y sombra suficientes, no dejan de dar una o
dos arrobas de manteca, tres de sebo, y carne
a proporción. Reduzcamos la ganancia líquida
a las 5 arrobas de unto: a real la libra hacen
un beneficio de 15 pesos por cabeza y de 300 en
todo el balance, lo que parece increíble, atendida la cortedad del capital, del coste y del trabajo.
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SEMANARIO
Para que se vea que esta cuenta no es excesiva, se ha de advertir que los novillos o vacas
viejas al entrar en ceba no pasan de 7 pesos
por cabeza. Si algunas llegan a 10, también dan
más producto, o gastan menos yerba, porque se
sacan más pronto; y como las de 20 libras de
sebo se venden a 20 y 22 pesos, podemos regular que las de tres meses de potrero no bajan
de 30 pesos unas con otras, tenemos por una
parte el principal de 140,y por la otra el producto
de 600, cuya diferencia de 460 sería la ganancia
si no hubiera que descontar los costes que se
van a resumir.
Por el arrendamiento de la cuadra 5 pesos, y
aún es mucho, porque a esa proporción sería el
~;l~~erb~U_'i,~~:~~
~~ ~~~~v~~tf~~~¡;
~~~
o vallado 25 pesos, a medio real cada vara.Por 2 peses en bueyes; reja y aperos de ara.l\Por 50 en dos concertados que aran, desyerban
y plantan, los cuales al cabo del mes dan otro
desyerbo, mientras crece el pasto y ahoga toda
otra mata, y después no les queda más trabajo
qUt cortar yerba. y cuida.r el gft__
liR.d(\ por lo Que
no se hace cuenta de la manutención, y muy
bien se devenga con otros oficios para que tienen sobrado tiempo. Deducidos 82 de los 460,
quedan, fuera de todo coste, 378 pesos, que se
aproximan algo más a la verdadera ganancia.
El segundo y tercer año es el coste un poco
menos: de los cuatro en adelante ya las podas
dan leña, a los 6 hay fruta, y siguen las grandes cosechas, que, a más de SUfragar a todo el
gasto, han de dejar considerable utilidad.
Si en lugar de frutales se plantaran cedros,
nogales, pinos y otros árboles de tablazón, había que esperar diez años para que las pOdas
diesen leña; pero a los 20 cada mástil se vendería por lo menos en diez pesos, y lós 600 que
caben en la cuadra pagarían la tardanza con
6.000 al contado.
No hay que creer que éstos sean sueños alegres y de níngún modo verificables: lo serán sí
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SEMANARIO
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para los haraganes, para los que no se apartan
de las prácticas antiguas, y para los que nada
saben de lo que pasa en otras partes. En Espa.,.
ña se han hecho innumerables plantíos de toda suerte de árboles: en Francia se hacen y
protegen con el mayor esmero. La Inglaterra,
que no cuida menos de sus' bosques, mantiene
en el corto recinto de dos islas, veinte y ocho
millones de habitantes, más de 40. millones de
ovejas, muchos caballos y cerdos, y grandes cosechas de trigo y otros granos: con todo no
compra carne de fuera, y la de su -consumo y
del Consumo de sus numerosas escuadras .sale
de las dehesas y praderías a que son muy aplicados. La Holanda y Flandes con un puñado de
tierra anegadiza, y, a más de un gentío inmen.so, tienen ganado hasta para proveernos, pues
sus quesos y mantequillas son más comunes entre nosotros, que nuestros frutos en nuestros
almacenes. Si allá hicieran como por acá, para
cada mil reses un globo de tierra de muchas
estancias, ¿cuántas
cabezas podrían
contar?
Apenas criarían algunos conejos.
Antes de volver a tomar el hilo, advertiré que
para el caso, lo mismo es que el pasto se cultive
-en una sola éra o en diferentes calles. Se puede
poner debajo de las arboledas silvestres; a las
úrillas de arroyos y barsales, y mucho mejor en
bandas
atravesadas
contra el Oriente, ya de
monte y ya de sabana:, o dehesa, pues así se
consigue mayor humedad y fresco, que tanto
.convienen. De cualquiera manera que se tengan
900 matas de sibalá, el pasto ha de ser el mismo, y la cuenta y la ganancia no puede discrepar, si no es que se les aplique al otro destino
de esta especie de sementeras.
Cuando el rebaño es de cría, y no se trata de
-cebar, entonces, como hay chico y grande, y el
,alimento no ha de ser tan abundante, bien se
puede suponer que' la cuadra alcanza para 80
-cabezas en un mes, que con doce de igual o semejante cultivo, hay para todo el año.
La cría .sin labranza no sirve de nada. Demos
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SEMANARIO
que el hacendado ocupe otras doce cuadras en
asiento de casas, corrales, ete., y en sementeras
de turma o papa, maíz, trígo y otros granos. Es
evidente, que la hoja verde, el heno, rastrojos
y desperdicios, ayudan a la manutención del
rebaño, y que el dueño, después de surtir abundantemente sus trojas y graneros, enviará muchas partidas al mercado: es decir, tenemos un
vecino útdl, .y un labrador que si no fuere rico
no estará desacomodado, y con todo no ocupa
ni la mitad de un cuarto de estancia según las
.medidas usadas.
. La legua de última ordenanza se regula por
la de una hora de camino, y de 8.000 varas de
rastro o cuerda. Contiene pues 64 millones de
varas cuadradas, y en ella caben 266 suertes o
hcrcdQ.dc3 de le.
extensión
dich2S,
~7
sobran.
16.000varas para vallados y cercas, para caminos} arroyos y plan,es de vivicnda~ que nadie
dudará ser más que suficiente.
Menos se puede disputar que la llanura o sabana de Bogotá, abrazando desde Soacha y Tequendama, hasta Suesca y Guatavita, no contei1ga siquiera
SO leguas
cuadra.d.as.
SegÚ.ncs-
t.o, podía contar 21.280suertes, o haciendas, y
dando a cada una no más que cinco hijos Y
cinco sirvientes, sumaría la población 255.360
almas, y el ganado 1.702.400cabezas, de las que
sin desmedro se sacarían anualmente las
170.240para el cuchíllo o la labor. En el considerable sobrante que no se calcula, y lo más
se pondrían mantener algunos míllones de ovejas, y no pocas yeguadas.
Cuando la sabana tenga este aumento de población y cultivo, ella sola valdrá tanto como
la mitad del Reino en el estado actual. Revestida de copiosas mieses, variada con arboledas
y praderías, animada de un gentío numeroso
y acomodado, dejará de ser una pampa medio
yerma, y se transformará en lo que exigen su
temperamento, su feracidad y el espacioso canal que la baña, y ofrece infinitos recursos para la agricultura, tráfico y recreo: esto es, será.
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SEMANARIO
,221
el cuadro más soberbio de belleza y abundancia a que en ninguna parte han llegado ni. la
naturaleza ni el arte.
Nada' digo del cacao, café y otros árboles en
lugar de olivos y manzanos, porque la sibalá no
pega en las tierras cálidas de aquellos. Para
esas hay variedad de gramíneas, a cual mejor,
como los gramalotes, que cr,ecen hasta un estado, y pertenecen al género paspalum: otras del
panicum que se, conocen por chusques y carrizos y se acomodan bien debajo de arboledas y
barsales; el coix, el cenecris, etc., sin que falten
en la misma clase muchas que por las raspas
y filos cortantes convLenen para resguardo de
las cercas y vallados. Celebraré que algún aficioIlado y de mejores proporciones quiera tomarse este trabajo.~Noviemb~e
12 de 1808.
Noticia de la caña solera
La caña solera es una de aquellas plantas que
de pocos años a esta parte han .entrado en el
Reino por casualidad, y por la mano de quien
menos se pudiera esperar; pero que se han recibido con anhelo, y se han propagado con pro-,
digiosa rapidez. Su primer asiento fue en Puertocabello y cercanías de Coro, y es sin duda que
allí la recibieron de los extranjeros de las Antillas, que la trasplantaron
de Otaiti, isla del
Mar del Sur muy frecuentada por los viajeros.
Algunos trajinantes de 1i,enzo y manta la traspusieron tierra adentro, al mismo tiempo que
también la asemilIaban en Cúcuta. Ultimamente la han conducido a San Gil, en donde ya se
cultiva y se aplica a los trapiches. Los de mejor memoria han retenido el nombre con que
la recibieron de caña de Otaiti; otros, y son los
más, no alcanzando a distinguir entre los navegantes que la comunicaron, se atienen a conjeturas, y la nombran ya inglesa y ya francesa.
Por aquí se le conoce con el nombre de solera,
y esto significa algo más; porque ningún estanciero o labrador deja de distinguir, entre
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222
las varas de su casa, las vigas y la armazón;
con lo que ya se ve que se da idea del desmedi~
do tamaño Y largo que hace el principal mérito
y distintivo de esta apreciable caña.
A los ojos del trapichero y del que no es botánico, la caña solera no eS más que una variedad de la común Y conocida. En la nacencia,
en el tajo (1), hojas y arisa, en la tiradera y el
mismo penacho de flósculos no es fácil distinguir otra diferencia que la de un color más o
menos subido, y aún se observa que la soca, o
segundo corte, y aquellas que se enveranan, que
están al rayo del sol o en terreno seco Y de poca miga, éstas se desmedran.en
términos de
quedar más ruines Y delgadas que las de casta
común.
El (;it.rá(;tei~ distiiiti'V·v qu.e tic~c c:;k:, ,caña entre los labradores únicamente nace del interés
proviene de la corpulencia y estatura gigantesca que guarda en todas proporciones. Sus tajos
llegan hasta una cuarta, y t1enen tres pulgadas
de gru~so:. ~a~ c~ñas qu~ darl, cu~tro y cinco
varas de ú.'t~.:. s::.ncnr:1, e algo. mas, !le que se 82.can 6 estacas para la siembra y casi una ración
de pesebre, o potrero, pues llevan más de 20 hojas, que, sobre tres pulgadas de ancho, no dejan de tener seis cuartas de largo. La mata
echa de una vez Y por sola una molienda de 8
a 12 cañas, sin otras que les van al alcance, Y
algunas más chicas para el año siguiente; Y asi
no es de admirar que de cada tres matas se benefice una arroba de azúcar Y triplicado número de miel, o panela, la que sale más blanca, más
compacta y de mejor grano que en la caña común.
La mayor parte de estos datos son tomados
de la que he cultivado en esta parroquia de Bucaramanga, cuyo temperamento es de 149 a 229
de Reaumur en la sombra, y cuyo suelo como
(1) Por tajo entiende el autor el cañón o distancia de nudo a nudo.
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SEMANARIO
223
de fogón es una greda sumamente contraria a
la vegetación. Cuidé de abonarla con estiércol
y yerba seca; que tuviese alguna sombra y riego casi continuo. A los 14 meses ya estuvo en
sazón, con banderilla y renuevos, y con las cañas del número y tamaño dichos. En países más
cálidos hijea más y con mayor vicio, y viene y
-está para moler a los diez meses.
De paso haré una observación por lo que pueda
importar. Todas las plantas titmen su estación
y período en que sus productos están más a
propósito para los usos del hombre. ¿Por qué
nuestros labrador-es muelen en todos tiempos
sin más consideración que la de estar aperados
o no? Porque nuestra agricultura está en manos de peones que no salen del paso que heredaron. La caña tiene efectivamente su tiempo favorable para rendir más género y' de mejor calidad, y éste no ,es otro que el junio o julio hasta agosto o septiembre. La que se muele
antes de junio tiene el jugo crudo, cargado de
linfa y -empobrecido de sales. La que se muele
por octubre y en adelante, ya tiene las yemas,
o botones retoñando, y aun algunos hijos bien
crecidos; sus mostos se hallan en movimiento
y trasmutación; el flúido más generoso se expende en la nueva cría, y solamente restan las
heces y superfluidades. De cualquiera manera
el resultado es uno mismo: se gasta más leña y
más caña, se saca menos miel, y esa, requemada y defectuosa.
El que tiene alguna tintura de botánica no.
se atendrá ni al juicio ni a la nomenclatura de
los campesinos, porque éstos confunden, con el
mismo o con diferentes nombres, plantas que
discrepan mucho o que. apenas difieren accidentalmente. Con un poco de atención se convencerá fácilmente que la caña soLera es especie diferente de la otra, y aun de la que dicen
de Castilla, que igualmente da miel y azúcar y
es tan oficinal como aquéllas.
Para dar a conocer estas tres especies, es preciso fijar antes el carácter genérico, y por
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224
SEMANARIO
cuanto este capítulo solamente puede interesar
a los inteligentes, lo pondré, aunque de mala
gana, en el añejo lenguaje de que no se quiel'en
desasir. "Sa'ccharum:-Cal.
cum involucellum
villosum, receptaculare flosculi longius; partialis, gluma bivalvis, ovato compl1essa, aequalis,
glaberrima. merbranulacea.-Corol:
bivalvis; altera tenuissima; exteriore concava, amplexante, apice oonvoluta.-Filamenta:
tria capillaria; corolla longiora Uongitudine corollae); antherae lineares, arnbifidae, seu utrinque furcatae.-Germen:
ovatum; stili duo recti, distantes longitudine corollae.-Stigmata,
bilongiora,
barbata,
renexa.-Pel1icarpium:
nullum.-Semen: minimum, tel'es, nudul11, glumis involutum, involucello expanso.-Radiato
avolans.Quantum hoc distat a charactere Linnei! Sed
illi siccum tantum exemplar videre licuit: inde
styli cirroBi stigmata simplicia, defectus c·D.licis~
¿Si yo no hubiera repetido las observaciones
en plantas vivas cuyo jugo podía gustar, la debería haber reducido a la familia del saccharum? Claro está que no, ::¡i tomaba por autoridad irrcfragnblc la. del siste!n3. de las Yeget~les. No sería de extrañar que la hubiera emparen tado con alguna grama de las calles. Y a
vista de esto y de muchos ejemplares que podía citar, ¿creeré yo que la botánica ya es ciencia? ¿Me preciaré de que con cuatro o cinco tomitos de Lineo ya puedO determinar a punto
fijo cualquiera vegetal que se presente? Guárdense los jóvenes de semejante presunción. Los
sistemas inventados más bien sirven para colocar, distribuir y haber a la mano un gran cúmulo de conocimientos, de láminas, descripciones y esqueletos, que para determinar los que
se ignoran. Esto no es fácil ni seguro sin otros
autores, sin diseños y sin herbarios: el trabajo
es mucho, y siempre hay riesgo de equivocarse.
En el carácter sobredicho con'vienen perfectamente las tres cañas. La inflorescencia es la
misma: a saber, panoja, garzota, o penaCho alto, tupido, flotante, lustroso Y solitario en las
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SEMANARIO
225
otras, ac,pmpañado de dos laterales en la solera. Tiradera, o astil rollizo en el pie, 'surcado,
o acanalado para arriba, y velloso solamente
en la de Castilla, con la que ya tenemos una segunda diferencia. Espigas palmares; abajo están agolpadas en rodajuela; las restantes dislocadas. Se componen de espiguillas dísticas, o
que alternan en dos filas, y todas son lacias, o
flojas, cabizbajas, articuladas con tallos y nudillos. En éstos se injertan las espiguillas secundarias, y tienen opuesto un mechón, o Como
pincel de pelo blando. Aquí también se acomodan los flósculos, con la diferencia que en la
común y de Castilla son de a cuatro y todos sesiles: en la solera están de a dos, y el, uno pedkelado, o con cavillo. Junto esto con el mucho pelo que tiene en su tajo la de Castilla,
completamos tres caracteres específicos figurados en esta forma:
Saccharum
officinarum
.
1
Solera: tajo lampii'lo; flóscu!os de a dos,
e! uno pedicelado.
Común: tajo lampiño;, fl6sculos de a
cuatro, todos seslles.
Castilla. tajo peludo; fósculos de a cuatro, todos sesiles.
Los maestros sabrán cómo se avienen ahora
, con el sobrenombre de oficinal, que ya viene a
ser impropio, pues ha de servir a sola una, y
hay tres a quienes corresponde.
Observación
El lQ de mayo de este año, introdUje en miel
clara de trapiche, un pedazo de carne de novilla flaca que acababa de matarse en la carnicería. Fue preciso para que no flotara y se descubriera sobrepcinerle unas piedrecitas. El vaso
era de vidrio, y cuando mermaba la m~el se
añadía otro poco con el mismo tiu de evitar el
contacto del aire. Al cabo de seis meses, es decir, el 6 de noviembre, se sacó esta carne, que
apareCió dura, algo oscura por fuera, y roja en
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SEMANARIO
lo interior. Lavada con agua fría, se tuvo en remOJo esa noche, y guisada al día siguiente, se
halló de un gusto algo ácido que participaba de
vinoso, muy agradable al paladar y al olfato, y
sin el menor indicio de corrupción ni de tanta
edad .
. ¿Cuántos habrá que se reirán de semejante
artículo? Para que sean más cautos conviene
advertirles que ojalá ¡hasta los botilleros y cocineros puedan comuni~ar sus observaciones,
como tengan algo de interés para la salud, conveniencia o economía de los hombres! El talento, y mucho menos los descubrimientos fortuitos, no están vinculados a los que cursan facultades. En los ínfimos oficios puede haber una
ocurrencia feliz (las hay en efecto entre la plebe, y ¿cuántas habrán abortado por falta de
papeles públicos?) que, ilustrada y aplicada,
terlga consecuencias muy útiles. Para que se
vean las de esta observación, preguntaré: ¿qué
carne habrá que a los seis meses de compuesta
no hubiera sido preciso resecarla y resalarla
muchas veces? Y aún así, conservaria el sabor
indeleble a mono y i.iena de que no se libmil
los mejores jamones, especialmente cuando son
conducidos a temperamentos húmedos o muy
cálidos.
La sal en muchas partes del Reino es sumamente cara, pues nunca baja de 12 reales la
arroba, y sube a 24, a 32 y hasta a 48. Para conservar un poco de carn~, eS necesario gastar la
nona parte de su importe en sal, y ésta se desperdicia enteramente en las lavaduras, y por sí
sola no resguarda de las queresas y gusanos. Al
contrario, la miel es muy asequible y barata en
los mismos lugares en que escasea la sal. Cada
estancia tiene sus cañas y trapiche de mano en
que diariamente se provee de este renglón.
Uno de los grandes inconvenientes para las
navegaciones largas, es la mucha sal con que es
.preciso recargar las carnes, quesos, mantecas
y p~scado, para que no se inutilicen. Esta dieta engendra el escorbuto, las toses y otras en-
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SEMANARIO
227
fermedades que acaban con las tripulaciones.
La carne preparada con miel, no tiene el gusto
austero y pajoso de la salada, y lejos de ocasionar el escorbuto, antes lo cura y lo evita. ¿Y
qué cuesta esta preparación? menos que la de
sal, porque no hay puerto en América en qu~
no sea muy común la miel. Con poca cantidad
hay para rellenar los barriles o tinas en que sé
ha .puesto la carne fresca, la que, para mayor
seguridad, ha de ir en cecina, o tasajo delgado; se sujeta con una bala o rodete de hierro,
y se ~apa con un paño par:a evitar la efusión,
o con un poco del barro arcilloso con que cubren las hormas para cristalizar el azúcar; y
en todo caso será conveniente llevar alguna
miel embotijada para rellenar los barriles cuando Se advierta la merma. He aquí si será importante esta observación para uno<;ie los más
grandes recursos d'e la riqueza y prosperidad
de los pueblos como lo es la navegación.
Segunda observación.-El
18 de junio introduje en un tarro medio vidriado una 'cabeza
fresca del pescado que en otras partes nombran
pataló, y por aquí hocicón, a causa de sus labios corpulentos y explayados: le rellené con
miel, y sujeté con piedra. Todos saben la pron.;.
ta y completa corrupción de estos acuátiles, si
no se curan con sal o al humo, y que ésta debe
ser mayor en la cabeza por la pequeñez, vadedad y delicadeza de las partes que la componen. El 5 de novi,embre fui a desengañarme: la
cabeza estaba encogida y muy mermada, sin
otro olor que el fuerte de la miel; se lavó con
agua tibia, se tuvo esa noche en agua-sal, y,
guisada al otro día, pareció muy bien y como
adobada en vino a los de gusto más delicado.
Los costados y lomos que se despreciaron para
la observación, nos habrían sabido mejor.
Este pescado, que es el más regalado de los
ríos no muy' cálidos, casi no le logran sino los
que habitan sus riberas. El salado se rancia, se
empioja y pierde el mérito. El frito solamente
sabe a manteca, y en rigor no es más que un
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SEMANARIO
chicharrón con espinas. Abiertos, embarrilados,
y con un poco de miel, se podrán conducir a
grandes distancias, y al cabo de un mes estarán casi lo mismo que recién sacados.
Tercera observación.-Los
huevos sumergidos
en miel por tres o cuatro meses, no se corrompen, pero saben a dulce.
Cuarta observación.-Brevas,
uvas y pimientos, se enjutan, se resecan, pierden la carnosidad y el jugo.
Quinta observación.-Una
especie de guayabitas amarillas con hojas de arrayán, de que
gusta mucho la gente, y son comunes en tierras
secas y cálidas, también desmedran, pero a.claran y adelgazan la miel, le' comunican cierto
austero aromático, y mezclada con agua y algo
de clavo o canela. hace una cid;:a especialísima,; qu~ podrá .. seJ~ Útn en B..1gunOS periodos de
la disenteria, escorbuto, inapetencia y debilidad.
Reflexiones.-Es
cosa bien particular que un
líquido reputado por muy laxante, tenga la propi~dHd de fjj8.T, ronden.sal" y reu!lir. ¿No seria.
muy útil para los aChaques en que hay debilidad de intestinos y otros canales? En efecto, no
faltan algunas personas que, teniendo un vientre muy blando y fácil, se les arregla y endurece con el uso de la miel.
Para las disenterías, o pujos, en que las vísceras inferiores están irritadas, ulceradas y casi gangrenadas, ¿no podria aprovechar, así en
bebida como en lavativa? Hay experiencias que
lo persuaden, y mucho más si se añade un puñado de carbón en polvo, 10 que es conforme a
lo que enseña la química, y a las felices tentativas
que se han repetido para desinficionar las carnes yaguas muy corrompidas, hirviéndolas con
carbón molido. Si hay fiebre, entonces un poco
de pólvora con la miel satisface todas las indicaciones.
¿Las célebres momias, o cadáveres curados de
los Egipcios y Canarios, deberán a la miel su
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dUfflción? De los últimos no se sabe que cultivasen las cañas. Los otros pOdían conseguir la
miel de las regiones de la India, en donde es
antiquísimo su beneficio. Añadiendo polvos aromáticos y desecantes, no hay duda se conseguiría el mejor éxito.
¿Y si' a la miel se junta polvo de alumbre o
quina, qué tal uso tendría para curtir pieles
fres~as y delicadas?
Estas y otras muchas resoluciones nos debemos prometer de los jóvenes aplicados a los estudios físicos, y particularmente
de los que con
tanto empeño cultivan la medicina, y de quienes no espera menos la ilustración general que
la salud pública.
Bucaramanga,
noviembre
10 de 1808.
Resumen de las quinas que se han extraído del
puerto de Cartagena para otros de América y
Europa en el discurso de los seis últimos años.
remitido por el Dr. D. Eloy Valenzuela.
Años
Arrobas
1802 ..
1803 ..
1804 ..
6,281
10,275
34,878
~! J'1-:~1
L!bras
7
O
4
12
TOTAL ...•....
Año común ....•
"
Onzas
Años
Arrobas
Libras
6
6
1805 ..
1806 ..
1807 ..
18,400
48,338
15,484
1'1
4
1.2
82,223
!1
6
6
133,657
23,276
arr.
24 lib. 6 onzas.
8
4
Nota del Sr. administrad'lr
D. Ignacio Gavero:
que las primeras quina'3 que llegaron a España se pagaron de cinco a seis pesos
libra. y en el día y año se quieren por nada por la excesiva abundancia y mal estado en que mucha ha saliJo. Con que se hubiera
observado mas prolij idad y a~eO en los acopios, la concurrencia
habría sido menor. y se sostendría
la estimación del género por su
bondad.
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230
Balanza del comercio de Cartagena en los tres años útiles
que antecedieron a esta guerra, a saber:
Importaci6n
Años
lib. rs.
2
1
7
O
2,859,392
Frutos .•....••........•
7,105,783
2,353 ,551
2
Metal .........••...•..
Como tot. por c.uenta del Rey •..
4,752,232
1 ,639 ,6'lO
983,885
971 ,863
903,644
Total. ••
O
O
O
Total.
Año común.
., ..
6,391,622
metálico
2,130.640
año como
3,321,725.
La. Eiií10nedaciúfl
i:.ttlUi11 de Si;lni.a Fé
no c.ubre ni
aquella partida: ayuda Popayán con Or()oy Maracaybo
Balanza del comercio de Veracruz en ins
Ps.
1801 ..
1803 ..
1804 ..
Impar. de Am~rica .•••.•••
Imp .•...
Exportación
Importación
de España
Años
Tot.
a España
p
lib. rs.
3,082,811),
1 ,554,385
2,468,578
1802 .•....
1803 ....••
1804 ...•..
4,246,391
Exportaci6n
de España
p
mi.<l11n .• "P..< nñfl.<·
Importación
de América
Ps.
Fs.
33 ,866,21<)
12,017,072
18,033 ,371
1 ,607 ,72'l
1 ,373 ,428
1,619,682
53 ,7'lO ,208
63,916,662
4,600,839
4,600,83<)
Exportaci6n
Fs.
10,3<)0,85<)
18,4<)3,28'l
14,906,060
58,391,047
con mucho
con duros.
4,581,148
2,465,846
3,424,511
10,471,505
Exp. de España.
63,916,662
Tot~ Exprt ....
74.388,107
RESUMEN
58 ,NI ,047
74,388,167
132,779,214
Exportación
Comerc.
tot. de un trien.
para España en año común de los tres De Cartagena,
id. id ••........
Casi como 10 8 1.
21 ,305,554
2,915,157
ps.
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SEMANARIO
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Las noticias que publicamos sobre el curso y
producciones del río de Prado, nos las ha comunicado el doctor -don Jose Manuel Campos y Coto, cura de Pr.ado. Acompaña a su relación una
carta geográfica de todo su curato, levantada
con inteligencia por el mismo autor. Sentimos
no poderla publicar por falta de grabado, ella
perfecciona nuestra geografía, y el público le
debe estar reconocido.
MEMORIA SOBRE EL RIO DE PRADO
El río de este nombre baña una corta población que se encuentra en medio de 'las dos antiguas ciudades Neiva y Tocaima. Esta era una
parroquia de poco más de veinte años de antigu'edad, que se trasladó en año de 1787a la banda meridional del río, y'lleva el nombre de Nuevo Prado. El río (que sin duda tomó su denominación de la belleza del país que dega, o fue
del antiguo pueblo de los Prados, cuyos vestigios se reconocen a la parte septentrional de
él, entre unas malezas que los naturales llaman
Pueblo Vejo) , se compone de dos copiosos arroyos y varias quebradas. El uno viene del septentrión, y el otro del oriente y mediodía; aquel
se llama Río-Cunday, porqqe nace cerCa de una
parroquia de este nombre; éste se llama RíoNegro, porque sus aguas son oscuras, semejantes al color de la lejía. Se unen los dos en un
paraje llamado Churumbel a, y bajando juntos
r.inr.n lp.gllH~ dp.~H,gml;!1 en el Ril]-M~,ed~¡Je!!!'.
por
su costa oriental.
Todas las aguas que acopian el uno y otro
río pueden ser ensayadas y reconocidas por el
viaj'ero curioso en ocho o diez días, si se resuelve a pernoctar en esas selvas desconocidas escuchando el bramido de los tigres; porque toda
el área que baña, comprendidos los sitios a donde recoge sus aguas, hará un plano de 63 leguas cuadradas. No obstante no es tan pequeño su caudal que no se pueda navegar, aunque
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SEMANARIO
su extensión y profundidad es varia como es de
recio el invierno o el verano. En medio del verano tiene su boca sobre el Magdalena 40 varas de superficie y dos de profundidad: disminúyense uno y otro 1uégo que sus aguas pasan
el nivel del Magdalena hasta la convergencia
de Cunday y Rio-Negro por espacio de cinco
leguas, en todo el cual a doce de superficie tiene una y media de profundidad. Pero en tiempo de lluvias, principalmente en fines de octubre y todo el noviembre, es temible en el mismo espacio: su anchura llega a 100, sobre ocho
de profundo, y en los sitios donde lo estrechan
las rocas, forma remolinos por donde nadie se
aventura a pasar: desde el paraje de reunión
para arriba no se puede echar senda con seguridad. La sup'erficie de uno y otro riachón es
en verano de doce a diez y ocho varas; la mayor parte de su suelo, pedregoso, sus corrientes
precipitadas, y la naveg,ación peligrosa. Mas,
para formar idea cabal del uno y del otro, comencemos a describirlos desde su origen.
El Cunday comienza (según afirman) en )1nos
parajes sabanosos en la inmediación de una
parroquia de este nombre situada al nordeste
de la embocadura del río de Magdalena a distancia de unas 8 leguas. Deja la población a su
banda derecha, y torciendo algo su dirección
al sudoeste acopia las aguas de dos quebradas
que se precipitan de los montes occidentales.
La primera se llama Revés, acaso porque corta
la corriente del río en un sentido oblicuo contra su corriente. La segunda lleva el nombre de
Derecho y entra poco más abajo a aumentar el
caudal del principal arroyo. Andado un trecho
corto, se aumenta notablemente con las aguas
de la quebrada de Kuinde, que es copiosa y cristalina, y viene de las serranías orientales, llevándose los manantiales de los llanos de San
Bernardo y de las mesas de Don Jerónimo Díaz.
En este punto se oculta el río a los rayos del
sol y se esconde en una oscura selva de robustos caracolíes chicalaes, palmas, entretejidos de
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SEMANARIO
233
guaduas y maleza. Su curso es· apresurado y
trabajoso para navegar por las muchas palizadas y árboles enredados en las enormes piedras
de sli centro, despojos de grandes avenidas. No
obstante este peligro, en Kuinde se debe fijar
el supremo punto desde donde se navega nuestro río; esto es bajando en maderos de balzo,
o barbacoas de guadua; porque subiendo en
barquitas apenas al principio del verano puede subir barca pequeña hasta. Baja. Esta es la
boca de una quebrada bastante copiosa que sale por detrás de los peñascos de los Corrales y
está una legua más abajo de la Kuinde. Dije
que a principios del verano se puede navegar
hasta aqui subiendo, porque si el río crece, sus
orillas están inmediatas hasta mitad de los árboles; y' si está demasiado seco, la barca se
sienta sobr·e los pedregales y no anda.
En Baja vuelve a tomar el río su rumbo al S.
O. que había perdido desde Kuinde, inclinándose al oriente, y por espacio de 5 leg,uas hasta
Yucupi no recibe aguas por su costa oriental;
todo este terreno está des~erto y abandonado,
allí no se oye la voz del hombre, no se hallan
casas, ni ruinas, ni aun vestigios de que haya
sido sojuzgado del racional: a lo más aparecen
a distancias, fogones apagados, horquillas para
secar redes y alguna barbacoa donde el pescador asó el fruto de su conquista y encendió hogueras para ahuyentar los tigres de noche. La
.vegetación en todo este horrible y espantoso
desierto, es muy verde y frondosa, pero no variada. Unas mismas especies de árboles, a saber ca.r¡tcoll, utro llamado p(¡ta de vaca, eleyado y recto, amesales, pequeños arbustos de una
flor como flueco carmesí, chicalá, altísimo árbol y la madera de fibra más recia de estos
contornos, muchos bejucos: algunas palmas,
guaduas, madroño s y payacales inmensos; palmita que usan para cubrir las barracas, helecho menudo, y en una u otra parte casas silvestres de desconocida antigiiedad, todas las
plantas están enroscadas unas con otras, y en-
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SEMANARIO
tretejidas a veces hasta por encima del río.
Aquí viven los tigres cuyas huellas encuentra
el viajero impresas sobre las arenas de la costa. Aquí los cerdos bravos, o manaos, en sociedades de dos mil o más individuos, espantan
con el gruñido semejante al trueno, o inficionan de intolerable hedor los vestidos y piel del
pasajero. Aquí viven los micos y monos: aquél
roba los huevos que encuentra de los nidos de
las aves, e impide su multiplicación. A pesar de
esta astucia se ven aquí los paujiles, los pavos,
los cuervos pescadores, los yátaros y otros pajarillas de climas calientes.
La costa occidental es espaciosa, y su plano
se va elevando poco a poco hasta los nlontes
que tenemos al oriente de Purificación elevados hasta la primera región de la quina. La
costa oriental es más estrecha y remata al pie
de unos peñascos altísL>no~ y desnudas de 500
varas sobre el nivel del río. Sus puntas imitan
de lejos la perspectiva de grandes edificios, medias naranjas y muros con baluartes;
todos
ellos colocados en media luna, cuyos extremos
miran al Oriente, encierran en su diámetro,
que será de 3 leguas, un millón de peñas de figura cónica desnudos de plantas. Horrible paraje muy propio para abrigo de las fieras y animales carnívoros que allí abundan. Estos son
los peñascos de los corrales, y es un prodigio
que este avispero de aguas para la quebrada de
Yucupi, que parte todos esos abismos y su impenetrable media luna, para juntar con el río
sus aguas, que son copiosas, claras y bastante
frescas. En la gran boca del Yucupi existen algunos vivientes, principalmente· los que por sus
delitos huyen de la justicia, o por su egoísmo
gustan de vivir independítent¡es colocados a
largas distancias
de poblado, y, defendidos
por la aspereza de unas sendas incógnitas, viven para sí mismos, y como si ellos únicos fuesen los dueños del mundo.
Después de Yucupi, el río vuelve un poco al
Sur hasta hallar el término último de los co-
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SEMANARIO
235
rrales que están sobre el río, y en donde se mezclan los dos arroyos Cunday y Río-Negro. En
este punto todo varía de semblante: ya se halla poblacíón en número CQnsiderable, frondosos plátanos, cacaos y arroz, maíz en abundancia, yuca, cañas de dulc·e, etc. Tal vez con un
poco de más industria prosperara la cebada en
algún paraje de estos, y el anís, si eSOScolonos
quisieran apartarse de la estr·echa senda de sus
mayores.
Nota: entre Baja y Yucupi recibe el río por
su orilla occidental algunas aguas. Aquí, cerca
de Baja, la quebrada del Chaparro, y poco más
abajo el Guaimal, abajo el Guayacán, y después
Tomogó, bastante copiosa, diferente de otra del
mismo nombre de que hablaremos después.
No olvidemos este punto en que se mezclan
los dos arroyos, y comencemos por la cabeza de
Río-Negro. Al sudeste de este punto, como unas
cinco leguas, pasadas tres faldas de la serranía y cordón principal de montes, se encuentra
un valle todo vestido de árboles frondosos, extraordinariamente
elevados y cubiertos de barba. En esta soledad no entran los hombres sino
cuando la rápida carrera de un tigre a quien
dan caza los hace llegar sin advertencia. Alguna vez el holgazán busca por allí la1miel y cera
de las abejas en cuya miserable ocupación gasta diez o veinte días. Allí nace Río:'Negro, y
hasta en su origen son sus aguas casi' negras,
frescas y delgadas, de excelente calidad. Recoge cortas porciones de aguas por detrás de esa
alta cordillera (que me parece ser la misma que
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la Mesa), ya de oriente, ya de occidente, según
se percibe por 10 hendido de la serranía.
Sigue al sur por espacio como de 2· leguas,
en cuyo paso recibe las aguas de dos copiosas
quebradas orientales que vienen de una región
tan fría como Santa Fé: 19 La quebrada de la
Lejía, llamada así por el color oscuro de sus
aguas; 2Q del Carbón, más oscura que la otra.
Con este caudal vuelve al S. O. y recoge una
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SEMANARIO
gran cantidad de aguas de la quebrada del Pescado, la cual viene del sur por unos llanos detrás del principal cordón de que hemos hablado. No se puede describir la belleza del campo
que ella baña. ¡Qué tierras para el cultivo de
los trigos! qué dehesas para los ganados! qué
prados coranados de grupas de árboles que crecen cerca de clarísimas arroyos! qué cielo y qué
aires tan sanos! Pero este país está casi desierto, apenas habitan
algunas familias de Dolores.
Para recibír esta quebrada, o al mismo tiempo que la recibe, parte el río la alta cordillera
y baja a regar
otro valle bastante espacioso
de montañas y malezas llamado Potreros de
Río-Negro. Atraviesa estos países, habitados de
pocos vecinos de Prado, de sur a norte con un
curso de tres leguas por un clima bastante
cálida. Se ven en sus riberas algunos plátanos, cacaos, maíces, arroz y ajanjaií, en cortísimas porcianes aunque todo praspera Y abunda. Las ¡¡nantañas son claras, elevadas y de
maderas finísimas: hay diversidad de palmas
y de guaduas:
entre aquéllas se halla una
chonta negra, 'blanda para trabajar en fresco,
y de extraÚa dureza cuando está seca. De
ella hacía el Indio gentil su dardo para la flecha. Hay también un árbol colosal, de una madera fibrosa, recia y pesada casi como la palma, que aquí los naturales llaman coco, y en
otros lugares Almendrón. Cría unas nueces
dentro de una caja cónica de indecible dureza. Estando hecho el fruto y seca la caja, deja
caer un tapón pareCido a la tapa de corcho de
una botija, caen las frutas y después con el
aire cae también aquel calabazo. Suele un árbol solo criar, esparcidos en sus ramas, 60, y
cada una abriga diez a doce y a veces veinte
almendras.
Andado este valle, recibe el río le quebrada,
pequeña del Caliche; un cuarto de legua más
abajo la copiosa del Limón, y allí cerca, al volver el río al O., recibe la gran quebrada de
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237
Aco; todas caen del oriente, pero la última es
abundante, sus aguas son castañas o doradas,
frescas, muy· delgadas; toma origen muy adentro de la espesa y solitaria selva, y después· de
unos cuantos giros se precipita por una cascada de 60 varas que se alcanza con el anteojo desde la plaza del Nuevo Prado; se vuelve
a ver después al sur, y en esta dirección entra
en el río. Aquí parte esta otra cordillera de
peñascos y sale al llano de Tafur, de poca extensión, en donde recibe la quebrada del Caymám por el norte; y siguiendo a N, O., se junta a Cunday.
Es más dificultosa la navegación de Río-Negro que la de Cunday. Apenas desde algunos
puntos del Potrero embarcan balzos y maderas. La corriente recia, las frecuentes cascadas, el lecho del río cubierto de grandes piedras, lo hacen horrible y peligroso. Estos naturales creen que por esta causa no suben los
caimanes hasta muy arriba de Río-Negro; pero en mi sentir, no habitan aquí estas bestias
porque las aguas son frías y muy claras. Ca. si lo mismo es el lecho de Cunday, y con todo
eso se hallan hasta Baja.
Desde las juntas de estos dos arroyos hasta
el Magdalena, se navega con facilidad subiendo o bajando. El curso del río es más apacible;
abundan los peces y cocodrilos en los charcos
profundos: a una y otra banda deja puntas de
montes que parece dividieron las corrientes:
Llega por fin a correr la última basa de la
cordillera para dejarse ver. en el llano, y aquí
hace su corriente fuerza en todos sentidos contra las rocas que avanzan oblicuamente, y
entra toda el agua por un canal de 16 varas
de .ancho, y 200 de altura arriba del agua. En
esta altura h8jY enormes piedras, y dentellones avanzados sobre el río. En este sitio he notado a diez o doce varas de altura sobre el nivel del agua, canales y hoyos lamidos de la
corriente, semejantes a los que se ven hoy en
su superficie. Ello es que hasta allí alcanzan
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238
las avenidas fuertes; pero se me hace duro
creer que seis o siete días cada año en que
crece el río, hayan podido carcomer y alisar
aquellas. rocas. ¿Acaso algún día corrió el río
por un suelo diez varas más alto que hoy?
¿Cuántos siglos habrá trabajado contra el peñón del salto de Rojas para bajar éste su nivel? ¿Acaso bajará más y por fin se pondrá
al nivel del Magdalena?
¿Hará entonces un
lago desde su boca hasta este sitio? ¿Hará entonces . arriba de este sitio una cascada de 20
toesas que deje impedida la navegación? Yo
no lo adivino.
Pocas brazas antes de llegar aquí se hallan
tres arroyos, a saber: por el N., una quebradita llamada el lVIadroñal; por el sur, la de
Tomogó, algo copiosa que trae las aguas de
Escudero, de Malta, de Aco (sitio diferente del
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un arroyo de agua caliente, que recibe a 80
brazas antes de unirse al río, y más arriba la
quebrada de Pena. En la angostura
recibe
aguas que 'está.n cayendo de las perJ.as corno
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a 459 de R. Esta agua depositada en frascos
largo tiempo, precipita copos amarillos hebrosos, y queda potable y delgada. Yo no tengo
re activos para analizarla y dar otra noticia.
Media legua más abajo por el S., entra una
quebrada llamada Sarabia, y allí cerca el AtilIo, que eS un arroyo que viene por la falda
del cerro de S. a N., pasa al oriente de nuestro Prado, y se junta 1.000 varas adelante con
el río.
Aquí es el puesto y muelle de la nueva fundación; aquí se compran vituallas que traen
por el río los vecinos que viven en sus orillas;
aquí amontonan multitud de maderos de balzo para fabricar después una casa encima de
las aguas y llenarla de carnes, dulces, cacao,
cerdos, arroz, sebo y otras drogas que venden
en Honda. Desde el Atillo se vuelve el río al
N. E., Y después de un caracol de media legua,
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SEMANARIO
239
pasa por Prado Viejo que deja sobre la mano
derecha. Desde aquí da innumerables vueltas,
y después de recibir unas gotas de agua, a excepción del Papaya) que es considerable, baja
del oriente y entra cerca de Viejo Prado; por
fin, se une a un brazo del Magdalena, y juntos cortan al gran río de sur a norte, porque
el Magdalena en aquel paraje va a N. E.
Todo el trozo de rio desde Prado· hasta su
embocadura está expuesto a variar de madre.
Sus orillas de tierra y arena no oponen resistencia a las avenidas. Yo mismo he navegado
por un sitio donde un año antes no había
agua, y he visto cegados los caños· antiguos
como si de intento se hubiesen llenado de palos y fajina. Esta experiencia me condujo a
creer que el río corrió anteriormente a dos mil
varas más al occidente. Se observan lagos angostos y dilatados que imitan lás torturas y
vueltas del río. Acaso entonces corría derecho
al paraje llamado Río-Viejo, que hoyes el .desague de esas lagunas. En fin, el declive de las
corrientes
desde Prado
hasta
Magadalena,
puede estimarse de 4 toesas.
NOTICIA METEREOLOGICA
Desde el día 11 de diciembre del año último,
se comenzó a observar el disco del sol desnudo de irradiación, y de aquella fuerza de luz
que impide mirarlo con tranquilidad y sin dolor. El colul" U~ fuego que re es natural se ha.
cambiado en el de plata, hasta el punto de
equivocarlo muchos con la luna. Este fenómeno es muy notable al nacer, y principalmente al ponerse este astro. Cuando corre la mitad del cielo, su luz es más viva y no permite
mirársele a ojo desnudo. En las cercanías del
horizonte, se ha visto teñido de un color de
rosa muy ligero, de un verde muy claro, o de
un azulado gris que se acerca al del acero. Se
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SEMANARIO
ha sentido generalmente por las mañanas un
frío pungente y m~y superior al que exigen la
altura y poSición geográfica de esta capital.
Muchos dias ha amanecido el campo cubierto de hielo, y todos hemos visto quemados los
árboles y demás vegetales que por su organización son demasiado sensibles a este meteoro. Toda la bóveda del cielo se ha visto cubierta de una nube muy ligera igualmente extendida y transparente.
El azul del cielo ha
tocado en los primeros gradas del cianómetro,
y algunos días se ha visto de un verdadero
blanco. Han faltado las coronas enfáticas que
se observan con tánta frecuencia al rededor
del sol y de la luna cuando existen aquellas
nubes que los meteorologistas conocen con el
nombre de Velo. Las estrellas de primera, de
segunda y aun de tercera magnitud, se han
visto algo oscurecidas. y absolutamente
han
desaparecido las de cuarta y quinta, a la simple vista del observador. Este velo ha sido
constante tanto de día como de noche, el tiempo ha sido seco, y han reinado los vientos del
Sur por intervalos, sucediéndoles calmas muy
considerabies.
Este fenómeno se ha observado en Pasto, en
Popayán, en Neiva, en Santa Marta, en Tunja, y seguramente en toda la extensión del Virreinato. Nada tendría de extraño a los ojos
del físico que se observase igualmente en todos los países situados dentro de los trópicos.
Algunos han creído que este fenómeno es
único, extraordinario y casi fuéra de las leyes
comunes de la naturaleza, y el vulgo sencillo
lo ha tomado como indicio seguro de grandes
calamidades. j Cuántos me han consultado, y
a cuántos he tenido que serenar! La tranquilidad de todos sobre un objeto que nada tiene
de extraordinario, y que en todas sus partes
está conforme con los principios más sanos
de la verdadera física, me han obligado a llenar dos páginas de nuestro Semanario, diciendo
que todo el misterio consiste en una nube extendi-
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SEMANARIO
2.1
da igualmente en la región superior de nuestra
atmósfera, en alg1:lDOSvapores del horizonte,
y en las refracciones que sufre la luz al entrar
en la masa del aire. De aquí el sol lánguido y
de color de plata; de aquí el rojo, el azul, el
verde; ·de aquí el frío, los hielos y todo lo que
constituye el. fenómeno que ha alarmado a los
espíritus débiles. Mil veces he observado la
misma disposición en el cielo, y mil veces he tenido que desnudar los anteojos de los cuartos
de círculo y el telescopio .mismo de los vidrios
opacos o de color que templan la vivacidad de
la luz, para poder observar el disco del sol con
claridad. Por otra parte, la historia nos conserva la memoria de semejantes meteoros. En
el reinado de Felipe IV, en todo el año de 1673,
el sol se vio en Colonia, en Ulma, en Heidelberg y en toda Europa, oscurecido y de color
de ceniza. Los astrólogos de aquella edad, es
decir, los profetas fanáticos de la suerte del
género humano, anunciaron grandes cosas;
el vulgo y los ignorantes temier.on; los años
pasaron; las cosas naturales y polítIcas se
mantuvieron en el estado que exigían las circunstancias; el tiempo desengañó a los preocupados y manifestó que la oscuridad del sol
no era otra. cosa que un meteoro que no tenía
más de extraordinario que el ser raro. ¿Por qué
pues hemos de temer? ¿Por qué nos hemos de
afligir por unas apariencias producidas por
vapores, por ilusiones de nuestros sentidos,
por inflexiones de la luz y por otras mil circunstancias que se combinan, que varían, que
suceden y desaparecen como el humo, sin que
jamás hayan tenido funestas consecuencias?
NOTA
La historia de la 1'fsica está llena de fenómenos extraordinarios y que al primer aspecto llevan consigo todos los caracteres de asombrosos y casi S9brenaturales; pero, sujetos al
examen detenido y pr.ofundo· del verdadero
físico, no son otra cosa que fenómenos regu-
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SEMANARIO
lares y de causas conocidas. La aurora boreal,
ese océano de fuego nadando sobre nuestras
cabezas, barras, plumas, ziczaes, fuentes, ejércitos y todas las fantasmas que puede suministrar la imaginación más viva, ¿no tienen
más de grande y de raro que una nube trasparen te que le quita sus resplandores al sol?
¿Las nubes especulares, las lluvia:s de san~re.
de piedr.a, los parhelios y las paraselenas en
quienes parece se ha obrado una nueva creación de los cuerpos más brillantes del universo, las coronas enfáticas, el ojo del buey que
llena de espanto y de terror a los Hotentotes,
el flujo y reflujo terrible de las embocaduras
del Amazonas, la bomba marina, los vórtices,
etc., no son más terribles, más extraordinarios,
más seductores que el fenómeno que ha dos
meses observamos? A proporción que hacen
progresos nuestros conocimientos, al paso que
la física y las otras ciencias dilatan sus limites, y a properción que los pueblos se ilustran,
desaparece 10 maravilloso, y las apariencias
que antes los llenaban de terror y de miedo.
vienen a serIes familiares y comunes. Abramos
los anales de la historia: en cada página leeremos que unos pueblos hacían penitencias extraordinarias y crueles, que otros se sumergían
en el agua, que aquéllos lloraban, que éstos temían la ruina del astro del día, cuando su disco se ocultaba por el cuerpo opaco de la luna.
Los Griegos mismos, este pueblo sabio y original, no estuvo exento de este temor pueril. Sabemos que el gran Pericles habría perdido una
batalla naval, si no hubiera explicado al piloto
de su nave, la causa natural y sencilla de la oscuridad del sol. Gracias a los astrónomos, el
género humano ha sacudido esta preocupación
y este temor. Cuando estemos tan ilustrados
sobre los demás fenómenos como lo estamos
sobre los eclipses, entonces miraremos las opacidades del sol y la pérdida de sus rayos con la
misma tranquilidad que vemos el iris después
de una tormenta.
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ENSAYO
SOBRE
LA
GEOGRAFIA
(1)
Producciones, industria y población de la provincia' de Antioquia en el Nuevo Reino de Granada, por el Dr. D. José Manuel Restrepo, abogado de la real audiencia de Santa Fé de
Bogotá.
La provincia de Antioqui.a, una de las más
fértiles y ricas del Nuevo Reino de Granada, ha
(1) El autor de esta interesante memoria, que
hasta hoyes la mejor descripción de Antioquia que
tenemos, es también el único que sobrevive de los
colaboradores de Caldas, que formaron una cons·
telación tan brillante a principios de este siglo en la
Nueva Granada.
El joven ardiente e ilustrado patriota popayanés,
don Miguel Pamba, que prometía ser uno de los
más profundos estadistas de América, pereció por
la bárbara cuchilla de don Pablo Morillo, y con él,
el venerabLe jurisconsulto y botánico don Joaquín
Camacho, a cuya memoria sobre Pamplona también hemos dado lugar en esta reimpresión del
Semanario.-Bogotá
estaba representada por el zoologista dístinguido y elocuente orador don Jorge
Tadeo Lozano; el Cauca, por J. M. Cabal, el único
químico Granadino que ha añadido un hecho ímportante a la ciencia; Cartagena, por el 'ilustrado
prior del consulado, J. I. Pamba; y por el dulce
y sensible poeta J. F. Madt'id.-La
mem"ri~_ seb¡-e
Bogotá es del dactor ,T. M. Saiazar, que logró escapar en los desiertos de la rabia bandálica de
nuestro devastador.
SUR restos reposan en Pa"
rís, en el cementerio del P. Lachaise.-EI
sepulcro de este benemérito patriota estaría enteramente
borrado, si uno de sus compatriotas
no hubieRe
cr·eído que era de su deber consagrar a su restauración el cuidado y la pequeña suma necesarios,
más bien que empleados en bailes de máscaras y
otros pasatiempos de que poco provecho sacan de
ordinario el entendimiento ni el cuerpo de los que
visitan esta moderna Babilonia.-A.
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SEMANARIO
sido hasta el presente desconocida de todos los
geógrafos: su posición geográfica, sus principales ciudades, sus ríos navegables, sus bosques
y montañas no existen en los mapas, o están
situadas con mil equivocaciones. El célebre
Humboldt, en su b€lla carta del Magdalena,
aventuró algunas conjeturas sobre el curso -del
Nare, sobre el Cauca y Nechí, pero le salieron
falsas, sin dud¡¡.por la inexactitud· de las relaciones que le dieron. Antes de 1807,no se habían hecho en este país observaciones astronómicas, y si acaso algún viajero desconocido las
había, realizado, quedaron sepultadas en el silencio y oscuridad. Viendo la ignorancia en que
yacíamos sobre una provincia tan interesante,
sabiendo que sin las noticias topográficas de
un país, sin el curso de los ríos, dirección de las
montañas, longitud y latitud de los lugares, encalla todo proyecto eC0110m1CO, y los pueblos
dan pasos muy lentos hacia la prosperidad, viajé por la provincia de Antioquia con los instrumentos necesarios, levanté su carta (1), hice
(1) La primera carta de la provinei •• de A!lH"o
quia que se ha formado con observaciones astronómicas, ha sido la que yo levanté en 1807. Para
observar las alturas meridianas del sol y de las
estrellas, usaba de un grafómetro de anteojo, que
sirve lo mismo que un cuadrante, y cuyo error me
era conocido. También para el primero me valí
de grandes gnomones de 15 a 20 pies de altura
medida proli,jamente. De este modo he determinado
con exactitud las latjtudes de los principales puntos de esta provincia, como lo manifestaré al fin dil
este ensayo, donde en una tabla se presentarán las
longitudes y latitudes dc todas sus poblaciones,
cordilleras, nacimientos y embocaduras de sus mayores ríos. Las longitudes me han sido más difíciles. Tuve la felicidad de que el barón de Humboldt
determinó astronómicamente
la de Nare. Así, en
esta población, comenzaron mis trahajos:
desde
aquí llevé con la brÚjula hasta Medellin una cadena de rumbos, compuesta de muchos triángulos,
después la continué en todos mis viajes, cono.
ciendo la declinación de la aguja por observado-
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SEMANARIO
245
cuidadosamente
varias investigaciones sobre
sus frutos, industria y población. Ahora me
atrevo a ofrecerlas al público. ¡Ojalá ellas algún día puedan ser útiles a mis compatriotas!
. La provincia de Antioquia fue descubierta en
1536. El capitán Francisco César, entró el primero en ella: habiendo partido de la ciudad de
San Sebastián en la costa de Urabá, escaló con
inmensos trabajos la formidable cadena de
montañas que los\ conquistadores nombraron de
Abibe, y llegó hasta el valle de Guaca. 20.000
Indios le acometieron en este lugar, los que derrotó con pérdida de casi todos los 100 hombres
que había conducido consigo. Viéndose rodeado de enemigos, y muertos sus más ,valientes
compañeros, tuvo que regresar al lugar de donde había salido, sin llevar más consuelo que
treinta mil castellanos de oro que extrajo de
un sepulcro.
Las noticias de la numerosa población y riquezas que tenia la provincia de Antioquia, encendieron la ambición del licenciado Juan de
Badillo, que gobernaba en Cartagena. Juntó un
ejército lucido y numeroso en la ciudad de San
Sebastián, tomó la misma ruta que Francisco
Cesar, y montando, con grande pérdida, la cordillera de Abibe, entró en el valle de Buriticá:
J
nes del azimut del sol Los lados de los triángulos
l.s hallaba por medio de operaciones geodésicas,
donde el terreno lo permitía, o por observación
del tiempo que tardaba 'en caminar uno de ellos,
haciendo siempre la rebaja que exigía la desigualdad del país. Resolví esta multitud de pequeños
triangulos, los cuales me dieron las longituu,",s
casi toda la provincía de Antioquia. Habiéndose
hecho tales operaciones con suma escrupulosidad,
será muy pequeño el error que incluyan, el que no
podremos conocer hasta que haya instrumentos con
qué observar las inmersiones de los satélites de Júpiter. Tampoco se ha descuidado en el mapa lo
físico del país. Se han puesto las minas, las canteras, los bosques, los prados, los ríos que son navegables y los peligros que retardan o impiden su
navegación.
u..,
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SEMANARIO
sus soldados sólo hallaron indios que los devorasen, los combates y la muerte, hasta que ca.nsados de sufrir se dirigieron al Sur, y llegaron
a la ciudad de Cali sin haber conquistado un
palmo.
Semejantes obstáculos no hicieron más que
incitar los deseos de gloria del mariscal Jorge
Robledo: este valeroso español, que en compañía de Sebastián Benalcázar había sujetado
la provincia de Popayán, salió de Anserma en
1541 con 130 hombres para la conquista de Antioquia. Sus habitantes tomaron las armas, pero el valor triunfó del número. Las naciones
meridionales de Carrapa, de Picará, de Arma y
de Pozo quedaron sujetas en breve tiempo. Pasada la cordillera, entró Robledo en el delicioso valle de Aburrá, hoy de Medellín, famoso en
aquellos días .por los tesoros de sus sepulcros.
De aquí se dirigió a la provincia de Hebéjico y
de Arví, donde, fundada la capital de Antioquia en 1542, desamparó este país, dejando tenientes que lo gobernasen. Mas no pudo la naciente colonia lihertarse de las disenciones civiles que llaMa t:L!tn: los conquistadores. Sucesivamente se apoderaron de ella don Pedro Beredia, gobernador de San Sebastián, y Benalcázar, por medio de sus capitanes y fuerza de
armas. De este modo fue gobernada, ya por
unos, ya por otros, hasta que en 1546, habiendo
vuelto Robledo de España, regresó a la provincia de Antioquia. Pero el deseo de la independencia y los envejecidos celos que tenía de Benalcázar, le arrastraron a su perdición. Entró
con ejército en los límites del gObierno de este
conquistador. Sebastián Benalcázar
le opuso
mayor fuerza y un prOfundo fingimiento; en
fin, habiéndolo sorprendido en la loma de Pozo, cerca de la antigua ciudad de Arma, le quitó
la vida en el mismo lugar que cinco años antes
había sido testigo de sus triunfos. Este fin desgraciado tuvo el conquistador de Antioquia, el
valeroso Jorge Robledo, digno de mejor suerte.
Si hemos de creer a los historiadores de aque-
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llos ti.empos, esta provincia se hallaba muy poblada cuando entraron en ella los españoles.
Sólo en el valle de Guaca pelearon con Francisco César 20.000 Indios: cada nación de las muchas que poblaban este país, opuso a Robledo
seis u ocho mil hombres, tropas que de ningún
modo pOdría levantar al presente con toda sú
población. Sobre todo hay una prueba clara de
la muchedumbre de Indios que habitaban la
provincia de Antioquia. No existe mina alguna
de oro, aun en las selvas más remotas, que los
antiguos indígenas no hayan trabajado:
teniendo instrumentos
tan imperfectos, y no
ahondando las minas, necesitaron muchos brazos para ejecutar los trabajos difíciles de que
se encuentran vestigios. Todavía hay resto de
los caminos dilatados por donde transitaban.
Amaban el oro, no para moneda, sino para su
adorno; de él hacían braceletes, collares, clnturones y argollaS, con todo lo cual los sepultaban después de su muerte. De aquí la riqueza
de esos sepulcros, que en tanto número se hallan en las eminencias de los montes. Todos los
antiguos moradores de Antioquia andaban desnudos, eran antropófagos,-- y sacrificaban hombres a sus dioses; tenían poca o ninguna agricultura, alimentándose de la caza, de la pesca,
y de la guerra que mutuamente se hacían, y
donde devoraban a sus mismos semejantes. Sin
duda de aquí vino su total exterminio: de tantos Indios, como había en los primeros tiempos, sólo han quedado 4.769, tristes reliquias de
unos padres crueles y sanguinarios.
La provincia de Antioquia se halla al occidente de la capital del Virreinato de Santa Fé. Se
extiende desde los 59 hasta los 89 y 34' de latitud boreal, y desde los 6' de longitud hasta los
29 18' (1). De norte a sur, desde la boca de Ne(1) Todas las latitudes de la provincia de Antioquia son boreales, y las longitudes las comienzo a
contar del Observatorio .astronómico de Santa Fé de
Bogotá. Este se halla al occidente del Observato-
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chí hasta el paso de Guacaica en el Cauca, tiene 71 leguas, y 43 de oriente a poniente, desde
San Bartolomé hasta el nuevo pueblo de Ocadó.
Por el sur confina con la provincia de Popayán,
de quien la divide una línea tirada de los nacimientos del Río San Juan, hasta la cascada
de Caramanta en el Cauca. El curso de este río
caudaloso, sigue al mediodía separando las dos
provincias hasta el paso de Guacaica. De aquí
la separa otra línea dirigida al oriente hacia
la cima de la cordillera de los Andes de Quindía. Desde este punto, una línea tirada al N. E.
Y que finaliza en la angostura del Río-Nare, la
deslinda del corregimiento de Mariquita. Sus
límites siguen la orilla septentrional del Nara,
hasta que concluye con el Magdalena, y no dejan su margen occidental hasta San Bartolomé. En esta poblaCión comienza la provincia
de Antioquia a C011finar por el norte con la de
Cartagena. Al principio, caminando a occidente, las dividen los límites boreales de las ciudades de Remedios y Zaragoza hasta la boca del
Río-Nechí en Cauca: éste sigue separando a
Antioquia de lfl mi.<:ml'l provincia de Cartagena
hasta los confines de la moribunda ciudad de
Cáceres. Una línea tirada al S. O. desde esta
ciudad hasta las fuentes del Río-Sinú, San Jorge y el de León, finaliza la separación de estas
dos provincias por la parte del norte. Otra recta, en fin, dirigida al sur, y que principia en
este punto siguiendo por los límites de Cañasgordas y de Ocaidó hasta los nacimientos del
Río-Bebará, divide por el occidente las provincias de Antioquia y del Chocó.
La extensión comprendida dentro de semejantes límites, de una figura oblonga muy irregular, tiene 2.200 leguas cuadradas de superficie. De ésta, si exceptuamos la parte plana y
río real de la isla de León 4 horas 32' 10", que en
en este 'ensayo de las leguas de 20 al grado, o de
partes del círculo son 68n 2' 30". Usaré siempre
6620, 8 varas castellanas.
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despoblada del Magdalena, en lo interior de la
provincia, contando el valle igual de Río-Negro, el de Medellín, las pequeñas vegas del Cauca, y el páramo de Cuibá en los nacimientos del
Río-Grande y Nechí, apenas habrá 40 leguas
de superficie igual: lo demás del terreno está
cortado en sentidos diversos por torrentes, valles, colinas, mil montes, y hermosas cordilleras. Entre éstas son tres las principales que
ocupan la extensión de la provincia de Antioquia, y que en todas direcciones arrojan infinitos ramos que llenan los intrmedios que las
separan. La primera es la de Quindío, que, dividiendo las aguas del Cauca y Magdalena, sigue en esta provincia la dirección del N. E., dominando a Río-Negro, a Medellín, Copacabana
y Barbosa, expira finalmente en los cerros de
Barco, cerca de Mompóx. De ésta nacen el río
de la Miel, el de Nare, el de San Bartolomé y
otros muchos que corren al oriente y desembocan en el Magdalena fuéra de los límites de
Antioquia.
La segunda es un ramo de Quindío, que, separándose de la principal donde mwe el RíoParee, sigue al N. E. el curso del Cauca .. y desaparece (89 10') antes que éste reciba al Nechí.
En sus heladas cimas nacen el Río-Grande, y
el Guadalupe en el rico valle de Osos, con el
Nechí, el de Espíritu Santo y otros riachuelos
sin nombre.
\
La última, sin contradicción la más elevada,
corre al 'norte (19 55' de longitud) dividiendo
la~ R·gURS de! Canca :/ del . .L~truto. De los inmensos depósitos que las lluvias colocan en sus cavernas, brotan, con dirección al E., el Río-SanJuan, y hacia poniente corren el Bebará, el Arquía, el Penderisco, o Murrí, uno de los mayor,es del Chocó, y el Río-Sucio, todos los cuales
enriquecen al caudaloso Atrato; pero en el alto del viento (79 15' latitud y 29 de longitud),
muda esta cordillera absolutamente de aspecto: aquí, en un pequeño espacio, nacen el RíoSan-Jorge, que desagua en Cauca, el Sínú y el
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de León, que se precipitan en el mar del Norte,
éste en el golfa de Urabá (según algunos con
el nombre de Río-Grande), Y aquél en Cispatá
(199 23' de latitud).
Dividida, pues, en cuatro ramos, el principal
se dirige al N. O. y va a morir en la costa del
Darién. Esta es la cordillera que los conquistadores nombraron de Abibe, en cuyo tránsito
perecieron tantos desgraciados. Tal es la suerte
infeliz del hombre: con ansía busca las riquezas en países desconocidos, Y las más veces no
halla más que la muerte, desolación Y miseria.
La cima de las cadenas de montañas
que
abrazan la provincia de Antioquia, la mayor
parte es plana o hace una cresta igual: ellas
carecen de esos soberbios conos, figura que la
naturaleza tanto amó en la formación de los
Andes. Dos o tres puntas que hay en esta provincia, apenas llegan a la región de la.s g~'arnineas (1.500 toesas). Por lo general, la elevación
de estas montañas no pasa de las 1.400. toesas
sobre el nivel del mar (1). Con poca reflexión
se conoce que van a tocar a ;:¡u .i:iu, p;¡;:'o cuanto mas se avaIlLia.ii 0.:1 ~~~; ~z; =encr s!.! ~Jt.nra_
Toda su superficie, hasta donde se han hecho
excavaciones, se compone de tierra arcilla, arenas Y muchas piedras sueltas. Los Andes de Antioquia no tienen grupos inmensos de rocas
amontonadas sobre rocas, y de hielos tan antiguos como nuestro planeta.· Así el filósofo ca(1) Para calcular con el barómetro la elevación
de las montañas de Antioquia sobre el nivel del
mar, y también la de sus poblaciones, cuyos temperamentos y alturas presentaré al fin de este ensayo, he adoptado la fórmula de Mr.Bouguer,
corregida por Trembley Y perfeccionada por Tralles.
Supongo con Schucburg el barómetro al nivel del
mar en 338,9 lín., y reducido a la temperatura de
11,5 de Reaumur. Mi barómetro era hervido, y
está igual con el ex<--elentedel Observatorio de
Santa Fé de Bogotá: el termómetro es del famoso
artista Dollond.
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rece del formidable, pero sublime espectáculo,
que presentan a su vista los volcanes del ecuador; pero en recompensa de estas profundas
sensaciones observa tranquilamente la naturaleza, sin que turben su reposo los estremecimientos de nuestro globo.
La misma dirección al N. E. que tienen las
cordilleras que los separan, siguen los princi.J'
pales ríos de la provincia de 4\,ntioquia. Por la
parte oriental la baña el Magdalena: en éste
Idesemboca el Nare, que corre al oriente dejando cuatro leguas navegables, aunque llenas de
mil peligros. Después se halla el Porce: desde
los 79 de latitud, reúne aguas suficientes para
la navegación; con todo, ésta no se verifica
sino es por el espacio de diez leguas, desde su
boca hasta el puerto del Palo, por las muchas
cataratas, raudales y angosturas que tiene en
su curso. Acaso no sucedería 10 mismo con el
Nechí, que por el poniente confluye con el Porce en la parte que es navegable. Las apacibles
y profundas vegas que tiene desde la boca de
la quebrada del Rosario cerca de Yarumal, la
marcha lenta y sosegada que llevan las aguas
de este río, todo indica que acaso podría navegarse hasta doce leguas más arriba de su confluencia' con el porce; mas, por desgracia, esta
parte de su curso es desconocida. Un gobernador ilustrado de Antioquia debe hacerla reconocer, pues fáéilmente lo pueden ejecutar el capitán Aguerra y vecinos de Zaragoza. Y si se realizan mis conjeturas, si el Nechí es navegable
hasta el mencionado lugar, lbs habitantes de
las poblaciones septentrionales de AntiOQuia.
descubrirán minas ricas y tierras fértiles y
j:tbundantes. A más de esto, con un comercio
fácil, y con una pronta navegación, caminarán
rápidamente hacia la prosperidad.
El río más caudaloso de la provincia de Antioquia es el Cauca, que baña su parte occidental. Desde que entra en sus límites, parece que
la naturaleza empleó todo su poder para im-
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pedir las inmensas ventajas que su navegación
produciría a estos países. Dos cordilleras siguen
constantemente su curso, no dejándole más que
un angosto lecho (de 100 a 200 varas). De aquí
las horribles cataratas, vórtices y angosturas
que hay desde la boca del río Apía, cerca de
Anserma hasta Caramanta, por el dilatado espacio de siete jornadas; de aquí los remolinos,
las enormes piedras y el curso precipitado que
tiene desde este puerto (59 48' de latitud) hasta Juan García (69 46'); de aquí en fin los naufragios 'y las pocas ventajas que proporciona
esta breve y difícil navegación. Pero donde se
redoblan los horrores del Cauca, es de este último paso hasta la boca de! Río-Espíritu-Santo
(79 11'): aquí se encuentra la catarata de Juan
García, formada por infinitas y enormes piedras esparcidas en medio de las aguas, contra
cuyas moles se estrellan s~uscorrientes con un
ruido que atruena a todos los contornos; ya las
de Tesorero, Fortuna, Sabanalarga y Espíritu
Santo; ya la espantosa angostura de Orobajo
00 a 20 varas de ancho); ya en fin el famoso
remolino de Remango, donde subsiste en un
vórtice contInuo todo cuanto cae. Estus peli.gros, y otros muchos que omitu por no hacer
una fastidiosa nomenclatura, esparcidos acá y
allá en el espacio de 60 leguas, oponen sin duda grandes obstáculos a la navegación del Cauca; pero no son insuperables. Son muchos los
progresos que ha hecho la hidráulica, y los mílagros que diariamente obra con los ríos. Siendo de muy pequeña elevación las cataratas del
Cauca (1), consistiendo casi todos sus peligros
(1) Según las observaciones barométricas de don
Juan del Corral, vecino de Antioquia, que con
sólo su estudio privado ha adquirido buenos conocimientos de física y de geografía, desde el paso
real de Cauca (214,7 toesas sobre el mar) hasta
Tesorero, en el espacio de más de 4 leguas, baja
este rio 34 toesas (79 varas): existiendo en este medio la catarata de Juan García, se infiere que no
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en piedras sueltas esparcidas en 'medio de las
aguas, no dudo que si hubiera fondos para los
gastos, si se hallara un hombre sabio que dirigiese la obra, este rio se podría 'hacer navegable desde Tacaloa hasta Gelima. Entonces las
provincias de Antioquia y de Popayán serían
ricas, comerciantes, y en breve las más opulentas del Reino, pues dejaban de estar aisladas.
Tales ideas son demasiado halagiieñas. No nos
lisonjeemos de verlas realizadas en nuestros
días.
Aunque desde la confluencia del río EspírituSanto es navegable el Cauca hasta que desemboca en el Magdalena, con todo, aún tiene la
formidable angostura de Cáceres, y por lo general una corriente precipitada muy opuesta
a la navegación. Estos han sido los motivos
porque los antioqueños abandonaron esta ruta
más breve para su comercio, y han tomado la
del Nare y Magdalena.
Los demás ríos que nacen en la provincia de
Antioquia, tales como Bebará, Murrí, el Sucio
y el de León, corren a poniente a unirse con el
Atrato; pero éstos no son navegables hasta que
salen de sus confines, y entonces ya han atravesado muchas leguas (15 o 20) de los bosques
impenetrables del Chocó.
Las selvas cubren la mayor parte de la superficie de la provincia de Antioquia. De las
2.200 leguas cuadradas que tiene de área, apenas habrá 250 pobladas de gramíneas, y sesenta cultivadas perpetuamente. Lo demás está lleno de bosques antiguos, árboles corpulentos, pocas palmas y espesas matas. Por todas partes
la más rica vegetación anuncia la fertilidad de
un suélo digno de ser recorrido por algún sabío
naturalista, En efecto, si la zoología, la botánica y mineralogía negasen a esos,lugares solitarios donde jamás han penetrado las ciencias,
llega a 16 toesas de altura perpendicular. Lo mismo se hallarán los demás peligros, si se midiesen
con exactitud,
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hallarían mil preciosos géneros y especies hasta el presente desconocidas (1).
De las plantas que nacen espontáneamente
en esta provincia, las más útiles son las quinas
roja y amarilla que se han hallado excelentes,
y el laurel, u olivo (mirica cerifera), del cual
se extrae en las tierras frías una gran cantidad de cera todos los años (2). Hay también
algunos tintes con que los naturales dan de color amarillo, verde, encarnado y negro (3). Se
encuentra él ánime, el estoraque, el bálsamo,
con algunas otras resinas y gomas olorosas. Las
finas y bellas maderas de cedro, laurel amarillo, biomate, huesito y granadillo, pueblan los
valles ardientes y templados, suministrando
materiales para las obras más primorosas y exquisitas'. Finalmente, en las selvas hay con
abundancia, la zarza, la raíz de china, la aristoloquia, el árbol nombrado fresno, cuyo acci(1) En 1807 y 1808, formé en Antioquia un herbario con sus correspondientes diseños y descripciones, selecto aunque poco numeroso: aún no se han
clasificado todas las plantas de que se compone,
pero hay algunos géneros que par-ecen nuevos, lo
que anuncia que la vegetación de este país es muy
rica, y diversa de la de otras provincias del Nuevo
, Reino de Granada.
(2) En Río-Negro se extraen cada año 2.000 arrobas que se venden por 12.000 pesos, y en los demás
países fríos sacarán otras mil. Blanqueada al sol
como lo ejecutan en Antioquia, es tan hermosa como la cera Manca, y podria ser un ramo útil de comercio externo.
(3) Regularmente tiñen con el cocimiento de la
planta: de este modo dan de color amarillo con la
raíz de brujita (gaIlium); de encarnado lo que ya
está amarillo, con la hoja de salvia amarga (eupatorium); de verde con las hojas de chilca (molina), y de negro con la corteza del noro (malpigia).
Se encuentra el añil silvestre, pero ni lo saben
cultivar, ni han podido extraer su almidón. Hay
también ,el azafrán, que vulgarmente llaman rumf
(carthamus tinctoreus).
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te aplican últimamente para diversos remedios,
con otras muchas plantas cuyas virtudes aún
no están verificadas.
Enumeradas las plantas, demos una ligera
noticia de las fieras. De éstas, hay en los valles
ardientes crueles tigres que devoran los ganados, osos feroces, leones tímidos y pequeños; se
hallan dantas, venados, zainos y tatabros; osos
hormigueros, zorras, perezosos, conejos, armadillos y erizos; hay muchas especies de monos
y el perro de monte parecido a éstos; en fin, de
los anfibios, existen el que nombran guagua, la
nutria y el ratón de finas y manchadas pieles.
De las' aves, se encuentran la paba, la guacharaca, el gurrí, la tórtola y el pato; garzas, yátaras, soledades y toches de hermosos plumajes; de las de rapiña, hay águilas con otras muchas aves cuyos nombres omito por no molestar a mis lectores.
Los individuos raros de todas estas especies de
aves y cuadrúpedos esparcidos en un vasto país,
dejan sin ocupar dilatados espacios. Se caminan muchas leguas de montes sin encontrar un
cuadrúpedo, sin hallar una avecilla, especialmente de esas que en la zona tórrida hermosean los bosques con lo vario y rico de sus plumajes. Sobre todo en las tierras frías no reina
más que una soledad profunda:
apenas de
cuando en cuando, de entre las hojas melancólicas de los robles, se oye el triste canto de algún pájaro, el cual, unido al silencio de las selvas, introduce en el corazón el recogimiento y
una dulce melancolía. Y ¿cuál será la 'causa de
que haya en e:sLe país ta11 pocas aY'es ~icun.drúpedos? ¿Acaso el que en los terrenos generalmente secos y elevados de la provincia de Antioquia no se encuentran esas lagunas y ríos
cenagosos que atraen tanta volatería? o más
bien, el que no teniendo bosques a donde no
penetren los moradores, las aves y los cuadrúpedos se han refugiado a las soledades donde
el hombre jamás ha llevado su existencia, enemiga perpetua de todos los demás seres?
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En los climas cálidos existen muchas culebras, alacranes, cienpiés venenosos, lagartos y
escuerzos; mosquitos de agudas picadas, con
otra infinidad de insectos, entre los cuales brilla en las praderas la mariposa, ostentando sus
matizados colores. Los principales peces son el
capitán o anguila, la zabaleta, el pataló, bocachico, pocos bagres y algunos otros que se hallan en el Cauca, aunque en poco número, bien
sea porque hay raros pescadores, bien sea porque los espantosos raudales del Cauca y de los
otros ríos impiden que éntren a lo interior de
Antioquia esos cardúmenes inmensos que pueblan el Magdalena; pero tampoco sube el caimán a ejercitar su despotismo en este país.
Aunque la superficie de la provincia de Antioquia brota espontáneamente
útiles y bellas
producciones, son más preciosas las que oeulta
en sus ent.raiias. <'roda Su extensión está llena
de minas de oro corrido (l). La cordillera de
Quindío, que forma la zona oriental, tiene muchos minerales. Las arenas del Porce, del Cauca y del Nechí, son verdaderamente de oro. Del
los años grandes sumas. En una palabra, apenas hay arroyo, quebrada o río donde no se encuentre el más precioso de los metales. Mas no
por esto se debe juzgar que serán muy ricos los
mineros de Antioquia. Ya no existen, o jamás
han existido aquellas minas que producían tan
crecidas cantidades de oro. Las que ahora se
trabajan son pobres; los mineros se alimentan
(1) Las minas que hay al presente en labor, y
todas las de la provincia de Antioquia, son muy
diversas de las de la costa, que pinta Caldas (Semanario, pág. 12). Aquí se encuentran en los valles
más ardientes y en las más altas cordilleras (1.450
tocsas). Existen en los montes y ~n las vegas de
los rios, arroyos y quebradas. No son una línea paralela al horizonte y que llegando a la cordillera
se introduce bajo de ellas. En el suelo de Antioquia
están esparcidas acá y allá, en diferentes puntos.
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con halagiieñas esperanzas, y sacan algún fruto que les arrebata el cultivador (1).
Las minas de oro corrido no son las únicas
que existen en esta provincia: hay vetas de oro
en las Cruces, en San Vicente y en el Guasimal.
Hay la de Buriticá, que en otro tiempo dio muchos tesoros, pero en el día está perdida; sobre
todas es rica la de Quiuná (cerca de Ansá) cuya piedra tiene por lo menos una tercera parte de oro finísimo (22 a 23 quilates), no obstante que en las demás vetas es de baja ley (17 a
18 quilates). Fuera de las dichas hay otras muchas que existen en los montes; pero nuestros
conocimientos de minería, en dos siglos que hace las trabajamos, son ningunos; así ni sabemos distinguir las vetas de oro, ni seguir sus
veneros, ni dar Tos zocabones, y al fin todas se
pierden lastimosamente, siendo sepulcro de muchos infelices.
Por la misma ignorancia no se aprovechan
otros minerales. La plata se halla en este país:
ya se han examinado algunas piedras en la vega de Supía (del Abejorral cerca de Arma), y
se les ha extraído este bello metal. Del oro de
Urráo, de Osos, de Porce y del peñol, se ha separado en la Casa de Moneda de Popayán alguna platina; pero no habiéndola hallado en
Santa Fé, es dudoso si este duro metal existe
en la provincia de Antioquia. Cerca del Guarzo se lava el cinabrio nativo en todas las arenas de la quebrada de la Guija y al pie del cerro de Penpenado, aunque hasta el presente no
ha habido un minero que descubra la veta
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(1) Las minas ricas dan todos los días cuatro
tomines de jornal (8. reales) por cada esclavo,
aunque son muy raras las de esta clase; las comunes producen uno o dos tomines. Los mineros
dueños de esclavos son pocos, y el que más tiene
cien negros; de modo que los esclavos no explotan la sexta parte del oro que sale de Antioquia;
las otras cinco partes son extraídas por los individuos libres que nombran masamorreros.
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tán con igual abandono dos ricas minas de cobre finísimo mezclado con granos de oro, y cuyo color se equivoca con el de la tumbaga más
hermosa; pero no hay un facultativo que la
ponga en labor y verifique las grandes utilidades que promete: ella libertaría a esta provincia de la introducción del cobre de otros países
del Virreinato, y aumentaría considerablemente
sus riquezas.
El hierro se encuentra con abundancia en
Riochico, Claras y Río-Negro, donde existen copiosas vetas de este metal, el más útil de los
conocidos. En varios lugares de la cordillera de
las Palmas, y en el río de San Andrés, hay muchas minas de amianto. En las minas de oro se
encuentran algunos hermosos granates,
aunque raros y de poco valor. Los diamantes y d~más piedras preciosas que el señor Piedrahita
extinguieron, o es una de las muchas fábulas
que escriben los que hablan de países que no
han recorrido. Hay cristal de roca, jaspe verde
(en la Estrella) hermoso; pero de poca consistp.ncil'l.:
pip.ol'l'I.
1'l.7:111vp.tp.adl'l.
(p.n
Mp.o p.1lin ):
mi-
nas de cal, de yeso y otras muchas canteras
que no tienen alguna particularidad. En fin,
las salinas de Guaca, Retiro y Puebloblanco
(1); las de Sopetrán, Noque, Río-Grande y otras
muchas menos copiosas, suministran a los antioqueños la sal que necesitan.
Tales son las producciones espontáneas que
cubren las entrañas y la faz de esta provincia.
Hasta el presente las hemos considerado en su
estado natural sin relación alguna con la sociedad civil. Veamos ahora lo que influyen en
(1) La mejor de las salinas es la de Guaca;
ella da anualmente 12.000 arrobas de buena sal.
Mayor cantidad produciría la de Pueblohlanco si
no estuviese en un clima tan mal sano. Según un
cálculo prudente, las salinas de esta provincia dan
38 a 40.000 arrobas todos los años, que, vendidas.
al precio de 10 reales, valen 45 a 50.000 pesos.
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el comercio, industria y prosperidad de la provincia de Antioquia; pero como sobre materia
tan importante no podemos dar un paso sin conocer el' gobierno, la población y carácter de
sus habitantes, lo bosquejaremos primero antes de. entrar en aquellOS pormenores ..
La provincia de Antioquia, cuyo Jefe es el
gobernador que reside en la ciudad de este
nombre, con un teniente asesor, se halla dividida en ocho departamentos, que son los cuatro cabildos de Antioquia, Medellin, Río-Negro
y Marinilla; y las cuatro capitanías Aguerra de
Yolombó, Remedios, Cáceres y Zaragoza. En estos hay cinco c1udades, dos villas, veinte y siete parroquias, ocho pueblos de Indios y seis caseríos, o pequeñas poblaciones. Todas éstas se
hallan habitadas por ciento y cuatro eclesiásticos seculares y regulares, 27.340 españoles
criollos, 61.806 de diversas castas y colores,
12.931 esclavos descendientes de los africanos,
y 4.769 indios civilizados, los que unidos componen el total de 106.950; de los cuales 53.110
son hombres, y 53.240, mujeres (1), Comparando este número con la extensión de la provincia, a primera vista se conoce que es muy corta
la pOblación: 49 moradores son los que tocan
a cada legua cuadrada de superficie.
Aunque sea tan pequeño este número, con todo, si los moradores fueran industriosos, si calcularan sus verdaderos intereses, esta provincia caminaria rápidamente hacia la prosperidad. Pero el antioqueño, con un cuerpo sano y
robusto, con un carácter bondadoso, con unas
(1) En el departamento de Antioquia, sin el valle de Osos, hay 30.060 habitantes; en Osos, 10.799;
en el de Medellin, 30.958; en el de Río-Negro,
22.171; el departamento de Marinilla tiene 6.655;
la capitanía de Zaragoza, 2.051; la de Remedios,
con San Bartolomé, 1.778; la de Cáceres, 766;
finalmente, la de Yolombó, 1.708. Esta población, y
el pormenor que presentaré en la última tabla,.
está conforme a los estados remitidos al gobernador de Antioquia en 1806 y 1807.
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costumbres sencillas, con una moral ajustada,
con aptitud para las ciencias, para las artes y
para la cultura, yace en la ignorancia y en la
inacción. Sus modales, sus antiguos usos y su
lenguaje poco limado, manifiestan a primera
vista que es de una provincia interna: sus artes son muy imperfectas, la industria está en
la cuna. Es cierto que ama el trabajo, pues ya
rompe las duras piedras, corta las colinas, ahonda los ríos y saca el más precioso de los metales; ya con la ·cortante hacha, la azada y el
arado,derriba
los bosques, limpia las malezas
y abre el seno feraz de la tierra que le brinda
mil verdaderos tesoros y riquezas: pero, tenazmente asido a las costumbres de sus mayores
poco ilustrados, y lleno de envejecidas preocupaciones, no atiende a los brillantes ejemplos
que le dan otros pueblos más civilizados.
Conozco que tales expresiones parecerán demasiado duras a los delicados espíritus de muchos antioqueños. Ellos hacen consistir el amor
de su patria en hablar siempre de ella, y en la
ridícula disputa de si Antioquia es mejor ciudad Que Medellín. v si esta villa P.S más hermosa que Río-Negro; pero yo sigo muy diversa ruta. El verdadero patriotismo no consiste en tributar a su país vanos y pomposos elogios,
sino en inculcar verdades útiles, en manifestar
a sus compatriotas las preocupaciones que los
ciegan, la inacción de sus labradores, y todas
las faltas de su industria y su agricultura. Estas fuentes de la prosperidad y riqueza de los
pueblos piden hombres activos e inteligentes
que las regeneren en la provincia de Antioquia:
de otro modo caminan diariamente a su total
exterminio. En efecto, una provinCia que hace
consistir su princ~pal agricultura únicamente
en el cultivo del maíz, la caña y el plátano;
que sólo siembra de las legumbres el frísol y la
alberja; de las raices la yuca, la papa y la arracacha; y de las hortalizas la col, cebolla y leChuga; una provincia que necesita introducir
cerdos y mulas del valle de Buga, cuyas vaca-
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SEMANARIO
das apenas bastan para su consumo (1), y que
no ama la cría de ovejas y de cabras; una provincia, en fin, donde los campos se cultivan
ahora dos siglos del mismo modo que al presente, y que carece de frutos para extraer a otros
paises, no hay duda que exige muchas reformas
en su industria y su agricultura: tal es la situación de Antioquia: es preciso introducir nuevos f¡:utos, mejorar ei cultivo y perfeccionar
muchas obras de SU industria (2).
Si a las mencionadas producciones de Antioquia añadimos los generosos y lindos caballos,
los asnos, los cerdos, los pavos y gallinas que
en ella se crían, tendremos los productos de los
ganados y agricultura de este país. Para calcular su valor total, hay datos bien seguros. Los
diezmos anualmente se rematan en 26 o 27.000
pesos (3), Si damos de ganancia a los asentistas un veinte por ciento, y aumentamos un cinco más por lo que deja de pagár'seles, resulta
que todos sus frutos valen cada año de 325 a
(1) Con el aumento de ,población, cada día se
disminuyen los ganados, especialmente el vacuno.
Jamás puede haber abundancia por las muchas
selvas que tiene el suelo' de Antioquia. Apenas
habrá en toda esta provincia (según un cálculo prudente) 15 a '18.000 vacas; las yeguas, caballos,
asnos y mulas, ascenderán a 20.000; las cabras y
ovejas, no negan a 2.000.
(2) Sólo en MedelIín usan del arado, y son
buenos labradores. En los demás lugares, la hacha,
la azada (vulgo azadón) y el fuego lo hacen todo.
Pocos
terrenos •.hay
perpetuamente
cultivados:
el
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11lCll¿, yuoc
UC:UUU.LJ.
_ 1-
u~a,
mañana está cubierto de pastos y malezas, Si en
todos los departamentos de esta provincia adoptasen el arado, siempre que lo permitiese la disposición del terreno, y si perfeccionasen los instrumentos campestres, en breve los frutos se duplicarían.
(3) Para dar una idea exacta, pondremos lo que
producen los diezmos de esta provincia en un quinquenio, sin incluír los diezmos de Yolombó, Can can,
Remedios, San Bartolomé y Zaragoza, que pertenecen al Arzobispado de Santa Fé; ni los de Cá-
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262
358.000pesos. De aquí se infiere una consecuencia bien notable, aunque difícil de explicarse:
teniendo como se ha visto la provincia de Antioquia poco más de 100.000habitantes, calculando unos con otros, los víveres que consume
cada uno de ellos, a excepción de la sal y el cacao, valen menos de cuatro pesos: hé aquí una
suma demasiado pequeña; sólo una vida frugal y el que los víveres sean de poco valor, pueden hacerla suficiente.
otro de los ramos de su industria es 10 que
producen las salinas: hay algunas de excelente
sal; pero son poco abundantes. Con todo, este
país no tiene que introducir este género de primera
necesidad;
pero tampoco
le sobra para
hacer algún comercio.
Todas las dichas producciones se consumen
dentro de la misma provincia de Antioquia:
ella carece enteramente de comercio activo de
írutos con los países limítrofes, pues su cultivo
no produce género alguno que poder extraer
(1). El nervio de su agricultura es el comercio
interno. Las pobls,ciones cultivadoras, como son
Antioquia, Medellín y Río-Negro, proveen a las
mineras
}.IV.L
ca.rácter
(Saiita
Rosa,
YOiÚIllUÓ,
Cancán, ete,) con todos los víveres que consu(1) La quina de sus montes era la Única producción que se exportaba; pero la guerra destruyó este ramo de comercio lo mismo que en el resto del
Virreinato.
ceres y la Boca de Nechi, que son del obispado de
Cartagena:
Años
1800
1801
1802
1803
1804
Productos en pesos
31,064 3
28,412 6
24,250 1 } 26,463 med.
28,693 3
o'
25,954 7
138,375 4
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283
men. En, cambio reciben el oro con que-el labrador remedia sus nece&idades así de, lujo como
de naturaleza. Mas. S¡Í¡ 'por. casualidad vienen
tres o cuatro cosechas abuPdantes,; si el maíz,
la caña y los, gan¡ldos, se enquentr;an en todas
partes, entonces cesa, este c.o:tpercio, el mísero
labrador pierde sus fr.ut.o::l.la hamb;r,e y la desnJldez se apoderan de. &u.fa~ma, y. el aiio siguiente car.ece de med,io~ Para cultivar sus
campos: de aquí nlloc_e~tde.&fallE\cimien1;q
de la
agricultura; y lo PlloI: es qJle. en Antioquia, lo
mismo que en tod~ p.l!í~.qu.e no pueda. extraer
lo superfluo de sul!. P!~Jl!l~9nesJ cinco o seis
años de a!mndanci;:t p}:;epar8,11una terrible escasez. En esta prov.in~il! se PQqt:.íansef!l:!-htrmucnos y tr,istes ejemplal:es qe una, vercti.t4.tan
desconsoladora (1).
(1) El año. de 18G~ sel'á pal'a siempre memorable en esta provincia. El. maíz, el plátano y la: panela, que son los frl!tq~ de mayor. consumo, faltaron
en todos sus departame_l}tp~,y. IW. h~Qiendo q!le. sustítuírles, ni de dónde iI).!;!,oducirlos,-el hambre quitó
la vida a ,muchos infelices. Sus cabildos, sin nóciones de la economía civil, juzgaron que el mejor remedio -en esta -escasez, era poner tasa al valor de
los frutos; pero al instante desaparecieron éstos,
cOimasiempre acontece: Algunos, viendo perecer al
pueblo, ínfeliz, ]evantar.olj.expresa o tácitamente una
tasa tan p,erjudicial; otros. encaprichados, aunque
de b~~na fe, 'en sostener su/>, prohibi«ione.s, padecieron la hambre más t~rrible q!le habían conocido.
Si subsistiera la tasa de' los frutqs, ~rael último
golpe que se había dado a la agricultura de Antioquia. El labrador, viendo que jamás podrían va¡el' ¡as producciones de su cultivo, ni recompensar
en un año las pérdidas de los anteriores, abandonaría una profesión que se procuraba oprimir con
trabas tan odiosas. Pero no hay que temarIo: existe
la famosa pragmátíca de 11 de julio de 1765, en
que e] inmortal Carlos In prohibe poner tasa·, a los
frutos, y fundado en ella el primer tribunal del
Reino, ha improbado la que se fijó en 1,11, proVincia,
de Antioquia-. El labrador industrioso no volverá
a gemir con una tasa que, según los mejores políticos, es injusta y opresiva.
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Si la industria de Antioquia sólo consistiera
en los frutos mencionados y careciese absolutamente de comercio activo, seria la más pobre
del Virreinato de Santa l"é: ella no tendría con
qué pagar las manufacturas
europeas, ni las
de Quito y del Socorro, ni los cacaos, harinas,
tabaco, mulas y cerdos, importaciones
que
anualmente le cuestan grandes sumas. Pero aún
tiene un ramo de industria que sufraga a todas sus necesidades, un género apetecido que
contribuye infinito a la felicidad del Nuevo
Reino. El oro de sus minas, he aqui la fuente de
las riquezas y mediana prosperidad de la provincia de Antioquia. Por este precioso metal,
las antiguas selvas se transforman en rIsueñas
campiñas; bellas ciudades se levantan donde
sólo había fieras y bosques melancólicos; alegres quinta.s, edificios costosos, nuevos eaniinos,
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resultados del trabajo de las minas de oro en
este pais. El metal que de ellas se extrae circula rápidamente dando vida y movimiento a su
comercio y agricultura. El minero lo vende al
mp.rcadp.r. !l0r ma.yor
° por
mp.nnr prf'cio
ilp.gÍ1n
los quilates que tenga (1); éste lo introduce en
la casa de moneda, y aumenta la masa de nuestro numerario. Este ramo de industria, el único
de exportación, y que se puede llamar comercio
activo, asciende anualmente de quinientos a
seiscientos mil castellanos (1.200.000 pesos), según los cálculos más exactos. Unida esta cantidad a los 388.500 pesos que valen sus cosechas,
ganados y sales, tenemos la suma total de su
industria y agricultura. Un millón quinientos
ochenta y ocho mil quinientos pesos, es el va-
(1) El oro de Antioquia generalmente es de baja
mel10S de diez y siete
quilates. y
sólo el de Santa Rosa pasa algunas veces de 22.
La ley más constante es d~ 18 a 21. En no bajando ni subiendo de ella, vale a 16 reales el castellano.
1\'y: tiene po('o
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lor de las producciones y riquezas de esta bella
porción del Nuevo Reino de Granada.
Hay pocas provincias en el Virreinato de Santa Fé que sean más interesantes. Sus exporta.piones, como se ha visto, son cuantiosas, y en
un género que contribuye infinito a -la prosperidad del Nuevo Reino. Si no fuera por el millón de pesos que anualmente sale de Antioquia
para acrecentar la masa total de nuestra moneda, teniendo ésta tantos canales para desaparecer, el numerario escasearia considerablemente. Aún hay otra prueba de su importancia. De las provincias dependientes de Santa
Fé, Antioquia es la que deja más utilidades al
estado: todos los años quedan al erario más de
doscientos cincuenta y seis mil pesos líquidos
(1): la renta de tabacos producía a la real hacienda 100.00(}pesos libres.
Con tales datos se podrían deducir consecuencias bien notables acerca de las riquezas
de la provincia de Antioquia. Mas, para calcular con toda seguridad si las importaciones son
mayores o menores que las exportaciones, y si
la balanza de ¡¡U comercio es o no favorable,
nos falta conocer la suma total de las mercaderias y frutos que introduce. Los aritioqueños
verGl.aderamente patriotas debian adquirir estos números, y hacer a su patria tan impOltan(1) Estas cantidades son tomadas de datos bien
seguros. En el tribunal mayor de cuentas, se me
han franqueado los productos líquidos de un quinquenio, y son los siguientes:
Años
1803
1804
1805
1806
1807
Produetosen
pesos
261,23i
245,481
254,217
265,367
258,007
7
3
7
3
4
1,284,308 4
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S.EMANARIO
te servicio. Entonces se podrían proponer con
seguridad los medios para inclinar a su favor
la balanza mercantil, y aumentar anualmente
sus riquezas (1) •.
Las que producen las minas no deslumbran
al ciudadano juicioso. Ningún puebla ha conseguido con la explotación de los metales si no
es una efímera prosperidad. Las ricas venas de
plata de Méjico y del Perú, el oro y la platina
del Nuevo Reino de Granada, de ningún modQ
han hecho más opulenta a la España, cuando
antes de que las poseyese estaba al frente de
las potencias europeas. Por el contrario, la Inglaterra y la Holanda han sido las naciones
más ricas de la Europa, sostenidas únicamente
por su agricultura, sus artes y su comercio: éstos son los verdaderos manantiales de la prosperidad; y éstos los que deben cultivar las naciones que pretenden figurar en el sistema político del mundo.
El mismo método que siguen las naciones sabias para ser felices y gozar inmensas ri':).uezas,
deben adoptar proporcionalmente
las provincias de este Reino que apetezcan engrandecerse. Cuitiveíi sus fértiles caillpiñas, exporten sus
bellas producciones, perfeccionen sus artes, regeneren su comercio, y se les puede vaticinar
que ellas serán ricas y poderosas. Aventuremos
algunas reflexiones sobre los medios de mejorar estos ramos de industria en la provinc¡a de
Antioquia.
Aunque a primera vista parezca que su incremento viene de las minas, no ha sido así.
(1) Ninguno lo puede hacer con tánta facilidad
como los que administran las aduanas. Ellos saben, en los lugares de su distrito, la suma total
de manufacturas europeas que se introducen, de las
de Quito y de Santa Fé, de cacaos, harinas, etc.
iOjalá! estos empleados, no sólo de Antioquia,
sino de todo el Reino, formasen tales cálculos y
los remitiesen al editor del Semanario t En breve conoceríamos perfectamente el comercio y las riq uezas del Nuevo Reino.
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Mejores y más ricas son .las del Chocó y Barbacoas, y con todo estas provincias no tienen
población, y sus riquezas van a parar a manos
de los cultivadores de Buga y de los Pastos. La
prosperidad de Antioquia ha venido de la agricultura unida con las minas .. Estas han hecho
las veces del comercio externo, y aquélla ha suministrado al minero viveres abundantes y a
buen precIo. Sin embargo, si los moradores de
este país conocen sus verdaderos intereses, diariamente irán abandonando el trabajo de las
minas y entregándose al cultivo de los campos.
Aquellas se han retirado ya mucho de las poblaciones; y las abundantes -de metal existen
en las selvas más remotas, y en climas enemigos de la salud del hombre: el que se dedica a
explotarlas tiene que abandonar a una esposa
querida, a unos hijos que ama tiernamente, y
retirarse a los bosques y a paises malsanos: al
fin, cuando piensa enriquecerse, sus halgiieñas
esperanzas salen fallidas, y el agricultor es el
que saca utilidad de todos sus padecimientos.
¡Cuánto mejor es pasar una vida deliciosa entregado a la agricultura en el seno de su familia!
Ya se sabe, y es principio indudable entre los
economistas, que un pueblo es más rico cuanto
más exceden sus exportaciones a las introducciones, y que es pobre cuando las entradas son
mayores que las salidas. Este principio ha de
ser la base sobre la cual ha de cimentar la provincia de Antioquia las reformas de su agricultura: aumentar las extracciones y disminuir
las introducciones, tales deben ser los designios
de todos los ciudadanos verdaderamente patriotas. Discurramos algunos medios para realizar este proyecto.
Una de las causas que más empobrecían a la
provincia de Antioquia ha cesado 'al presente.
El excesivo precio a que se vendía el tabaco le
quitaba todos los años crecidas sumas de su numerario, las que perdía para siempre. Cansada
de sufrir, elevó sus quejas al trono, y en 5 de
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SEMANARIO
enero de 1808 consiguió una real orden para.
que se uniformase con las demás provincias del
Reino: ya goza de semejante beneficio, y este
género se le vende a la mitad del precio anterior (1). Siempre bendecirá la memoria del augusto Soberano que expidió orden tan benéfica; por ella ha aumentado su circulación y riquezas con cincuenta mil pesos anuales; por
ella ha dejado Antioquia de contarse en el miserable rango de tierra de oro, débil fundamento por que se le exigían más contribuciones que al indígena de las llanuras de Bogotá
y de las abrasadas márgenes del Magdalena:
por ella en fin su agricultura, sus artes y su
comercio van a tomar un fuer,te impulso.
Conseguida una reforma tan ventajosa, debe
hacer otras muchas en su agricultura. Conforme a un cálculo prudente, los habitantes de esta provi:ncia COnSlli'"'l1.en todos los años 20200 car-
gas de cacao: compradas éstas a los activos labradores de Buga, Neiva y Timaná, les cuestan
100.000pesos (2). He aquí una crecida cantidad
capaz por sí sola de enriquecer la provincia de
Al1t.i(lfJ.lIil'l; !)p.ro también es la prueba más sensible de la inacción y descuido con que sus moradores han mirado la agricultura. En las fértiles riberas del Cauca, del Nechí, del Porce,
del Buey, y en otros climas ardientes, podían
haber cultivado plantíos inmensos de cacao. En
dos siglos descuidaron este manantial de la
prosperidad de otros pueblos: al presente los
vecinos de Antioquia han comenzado a practi(1) El tabaco se vendía a 8 reales cada libra,
precio a que ninguna provincia del Virreinato lo
compra ni ha comprado. Ahora se vende a 4 reales, uniformándose con los otros departamentos,
que se proveen de la misma factoría de AmbaIema.
El consumo de 'cste género es inmenso: cada año
se venden 140 Ó 150.000pesos.
(2) Las cargó a 45 pesos, que es Sll pl'ecio en las
bodegas de Juntas: los demás costes es moneda
que circula dentro de la misma provincia.
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SEMANARIO
269
car las primeras experiencias, y el cacao va
prosperando rápidamente .en sus 'campos; pero
siendo corta la población del Cauca, aunque
todos sus habitantes se dedicasen al cultivo de
este árbol precioso, no bastarían para proner- ae cacao a toda la provincia de Antioqulh..
Es necesario que otros departamentos sigan
este ejemplo de verdadero patriotismo. Luego
que no introduzcan el cacao de otros países,
y les basten sus cosechas; cuando no pierdan
todos los años mucha parte de su moneda para la importación de este género, y vean aumentada su circulación en más de 100.000pesos, entonces podrán decir: somos verdaderamente ricos.
El trigo tampoco se cultiva en Antioquia.
Esta grama preciosa que engrandeció a la Sicilia, hizo rico y poderoso al Egipto, y formidable a la Inglaterra, origen de nuestros mejores y más sanos alimentos, se ha descuidado
enteramente. Es cierto que abundantes cosechas de maíz suplen su falta; pero este pan
es insipido, y no tan agradable como el primero. Hay tierras muy a propósito para sembrar
el trigo, y llená de sentimiento el que no se
aprovechen; así todas las veces que mi acalorada fantasía recorre las fértiles llanuras de
Río-Negro, las deliciosas campiñas de Medellín, y los fríos y ricos montes del valle de
Osos, no puedo menos de exclamar: "Compatriotas, estos campos os 'convidan con su feracidad; salid de la inacción en que os halláis,
y no cultivéis solamente los frutos que cultivaron vuestros ml:l,yun~:s puco ilustrados. Arad
vuestros campos, sembrad el trigo en vuestro
suelo, y bien pronto doradas mieses llenarán
vuestros graneros de abundantes cosechas. Ya
van a duplicarse vuestras riquezas. Sí: huya
para siempre de vuestra patria la hambre Y
la escasez que tántas veces han devastado
vuestras pacíficas moradas".
Tales son mis votos y los de todos los· ciudadanos verdaderamente patriotas: ellos se
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SEMANARIO
repiten Y se inculcan diariamente; mas, no
obstante los motivos poderosos que manifiestan con evidencia al cultivador de Antioquia
que debe sembrar el trigo, yo dudo mucho que
salga del letargo en que se halla sumergido
acerca de este grano. Los vecinos ricos deben
tomar a su cargo tal empresa, poner molinos,
y estimular al pobre: en vez de perder en este
proyecto, aumentarán sus caudales vendiendo
las harinas a peso de oro (1). Mejorar la
agricultura y hacer opulento a su país, es lo
que constituye al verdadero patriotismo: él no
consiste en disputar sobre objetos que nada
influyen en la prosperidad común.
Con que se cultivase. el trigo y el cacao en
la provincia de Antioquia, de modo que no se
introdujese de otros países, se duplicarían sus
riquezas; pero ella necesita de otras muchas
producci-onesp.a.rª- cimentar su comercio ex....
terno. Deben dedicarse sus labradores a la fabricación de azúcares con las muchas y abundantes cañas que poseen; sobre todo al presente que han connaturalizado en sus campos
la de Otaiti. Abandonen alguna vez la preocupación de que el azúcar no les deja utilidad
alguna (2). Deben plantar y extraer el añil,
(1) La carga de harina floreada vale cincuenta
pesos. Por esta razón se consume poca, y acaso
no pasarán de 500 cargas: éstas cuestan 12.000 pesos en las bodegas de Juntas.
(2) Es muy poco el azúcar que se heneficia en
Antioquia. Todas sus cañas se convierten en miel
y panel a, dulce que generalmente se usa, y que
es uno de los principales alimentos del pueblo.
La miel se vende al Rey para la fábrica de aguardiente. En ninguna parte de este pais se hace la
chicha, habida tan apetecida por el pueblo del N.
R. Los habitantes de Aniioquia, a excepción del
aguardiente de caña, de que no abusan, carecen de
una habida fermentada que sea común: detestan la
embriaguez, y por casualidad se encuentra un borracho.
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SEMANARIO
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cuyo beneficio ignoran absolutamente. Deben
cultivar el café, bebida tan usada en la Europa, que ha enriquecido a las Antillas, y que
tan felizmente prospera en el valle de Medellín. Deben finalmente
hacer innumerables
plantíQs de algodón para comenzar a tejer las
manufacturas ba'Stas que tánto necesitan.
Uniendo a todos estos ramos de comercio externo el que las ovejas se multipliquen numerosamente en las llanuras y fértiles colinas,
tendremos el complemento de la agricultura y
felicidad de la provincia de Antioquia. Entonces podría disminuir en gran parte las crecidas sumas que emplea todos los años en comprar tejidos ordinarios de lana y algodón, con
las que fomenta la industria de Quito, Santa
Fé y el Socorro. Poseyendo las primeras materias, las fabricaria en Medellín y otros lugares
de bastante población, donde haytántos
miserables sin propiedades que cultivar (1), los
que hallarían una ocupación útil y provechosa.
Ya parece que me transporto a tan felices
tiempos, y que veo realizados estos sueños lisonjeros. Entro en las ciudades populosas: el
gusto de la arquitectura se ha introducido en
ellas; por todas partes encuentro fábricas, copiosas manufacturas,
y todas las producciones de las artes. Salgo a los campos: allá donde se termina un bello horizonte, veo los montes dorados con abundantes cosechas de trigo;
en este valle a la par del café crece el algodón,
y no muy distante se levanta con lozanía la
caña junto al añil. Corro a los valles ardientes: las :márgene/S del Cauca están' cubiertas
de cacao: allí el rico propietario, tendido en
su hamaca, espera pacíficamente las riquezas
(1) Las tierras en Antioquia 'están bien distribuidas: no hay esas grandes haciendas tan perjudiciales a la población. Por lo menos los dos tercios de sus moradores son propietarios, lo que
hace' que no haya "ecinos muy ricos, pero tampoco
muy miserables.
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SEMANARIO
que producen sus numerosos plantíos. Rebaños inmensos cubren las colinas: aquí se preparan los frutos para conducidos a los puertos; allá se ven cubiertos hermosos caminos
con infinitas caballerías;
edificios públicos,
vasto comercio, navegable el Cauca ... Pero
mis deseos me arrebatan fuéra de mi asunto:
sigámoslo.
Me parece que ya oigo decir a esos espíritus
melancólicos que miran siempre las cosas por
el aspecto menos favorable: "La provincia de
.Antioquia jamás tendrá comercio activo, ni
frutos qué exportar. Colocada entre dos ríos
caudalosos (Atrato y Magdalena), teniendo toda su población en el centro, se halla cercada
por todas partes de 15 Ó 20 leguas de bosques
antiguos e impenetrables: los grandes ríos, los
caminos fragosos, las elevadas montañas
se
oponen a que sus moradores algÚn dia puedan
contarse entre los pueblOS comerciantes
del
Nuevo Reino de Granada". Confieso que tales
objeciones tienen sólidos fundamentos. Mientras que la provinCia de Antioquia no abra y
cornpunga. p~rfc~tQ.mcL.tc S~~ pri~cipales caminos; mientras no multiplique los brazos y las
bestias de carga; mientras los transportes sean
tan caros como al presente, jamás podrán salir sus frutos, ni sufrir el concurso con los de
otros países mejor situados. Pero hay medios
bien sencillos para remediar tales inconvenientes: discurramos cómo se deben realizar.
La primera operación de todo pueblo que
pretenda comerciar con la mayor economía y
dar fomento a su industria y a su agricultura,
es perfeccionar sus caminos. Los de Antioquia
se hallan enteramente
abandonados.
Es increíble: dos siglos han corrido y todavía no
tiene un buen camino que lige sus poblaciones con el Magdalena. Los años y las generaciones se han amontonado unas sobre otras,
unos gobernadores han sucedido a otros, y no
Se ha pensadO más que en pleitos y riquezas,
descuidando enteramente la felicidad de los
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SEMANARIO
273
pueblos. Para conseguir la de este país, Se deben componer con la mayor perfección los dos
caminos que de sus principales ciudades siguen
al Este y llegan hasta el Nare: éstos son el de
Juntas y el de Muñoz. Por el primero no se
evitan los peligros de este río, y sí por el segundo; pero en ,recompensa, el de Juntas se
halla más poblado, y el viajero encuentra mayores comodidades (1). Ambos son igualmente
buenos y faciles para componerlos. Su fragosidad presente es obra de la inacción y del descuido. Los jefes de la provincia de Antioquia,
y especialmente los cabildos que representan
a los pueblos, deben reunirse y discurrir seriamente los medios para la completa apertura
al menos del uno de estos caminos. Si no hay
fondos, impongan con la autoridad del gobierno una módica contribución que no grave a·
los pueblos, y en breve los tendrán (2). La
(1) El camino de Juntas es corto, por un terreno
muy firme y que no tiene despeñadero alguno.
Abandonado como se halla, lo pasan los peones
cargados con cinco arrobas o con un pasajero en
cuatro pequeñas jornadas. Cuando lo pasé, llevé
cuenta escrupulosa del verdadero tiempo que se
gastó en 'Clcamino quitando las demoras, y sólo fueron 26 horas 40 minutos; y según mis cálculos,
del monte al puerto de Juntas hay poco más de
15 leguas. El Río-Nare lo he bajado en 4 horas y
media, y para subirlo en barcas ligeras se tarda
un día. Por el camino de Muñoz se gastan 5 días
para llegar al Nare, y presenta la misma facilidad
para componerlo.
(2) Ahora que se ha disminuido el precio del ta,haco, ¿ no sería muy útil imponer sobre esta producción de lujo un pequeño gravamen por determinado tiempo, para la composición de los caminos?
En breve existirían fondos para los cuales no se
habría vejado al miserable, ni tampoco al rico
propietario: Insensiblemente todos los habitantes
de Antioquia habrian contribuí do a perfeccionar
sus comunicaciones y a poner las basas de su prosperidad. Esta empresa es digna de que se piense 'en ella profundamente.
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SEMANARIO
composlClOn de estos caminos, dará vida y movimiento al comercio y a la agricultura de Antioquia. Sus frutos podrán extraerse con facilidad, y el labrador cambiará los suyos con los
de otros países, ganando siempre en tales permutas. Entonces dejarán esa destructora ocupación tántos habitantes de Río-Negro y Marinilla: ellos pasan miserablemente y abrevian
sus días conduciendo en sus espaldas por el
camino de Juntas, al viajero, a los frutos y
manufacturas del comercio. Todo hombre sensible no puede menos que enternecerse cuando
se ve conducido por un pobre semejante suyo
cubierto las más de las veces de sangre y de
sudor, y esto por un corto prerrlÍo. Pónganse
los medios para que estos desgraciados abandonen semejante profesión.
Vuelvan a los
Cai11posque los llaman para su cultivo, y abran
el seno feraz de la tierra que los COTIllida. con
más dulces y verdaderas riquezas.
Digan otros lo que qUieran: la comunicación natural de las dos terceras partes de la
provincia de Antioquia con las ciudades marítirrraz
;;7 pr~vi~~!2,~ a-r!e!lt9.!esd~!
~li!"rf?i.nRt.o~
debe ser por el Magdalena. Los caminos que
conducen a este río caudaloso, son los que
más se deben cuidar. Apenas se hallará medio
más sólido para la perfección de los dos indicados, que el establec.'imiento de poblaciones.
Un gobernador amante de la felicidad de Antoquia debía fundar una o dos colonias en el
de Juntas, y otras en el de Muñoz. Las tierras
fértiles del Nare, Guatapé y Samaná; las minas y fecundas selvas que riega el Nus convidan para ello. Del valle de Medellín y de otras
grandes poblaciones se podrían extraer colonos: estos hombres inútiles y aún perjudiciales al presente, en breve serían útiles a la patria. Los beneficios que resultarían de la ejecución de tal proyecto son tan notorios, que
no pasaré a detallarlos.
Hay otroi dos caminos que se dirigen al sur
de la provIncia de Antioquia: el primero es el
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SEMANARIO
275
que sigue desde Río-Negro hasta Anserma y
Popayán. Por aquí se introducen mulas, cacaos y cerdos del valle de Buga, con las manufacturas ordinarias de Quito. Ríos peligros<;>spara vadearse, altas cordilleras, desiertos
y fangal es inmensos hacen a esta comunicación la peor y acaso la más dilatada que tiene
la provincia de Antioquia. Entre tanto que pertenezca al obispado de Popayán siempre que
sus moradores consuman las producciones de
Buga y los tejidos ordinarios de Quito, es absolutamente necesario; pero no se piensa en
mejorar este camino. Sus peligros subsistirán
muchos años, hasta que una mano creadora
regenere la industria y actividad de los Antioqueños.
~
El otro camino es la vereda que hay desde
la nueva parroquia de Sansón por toda la cordillera occidental del Magdalena hasta la ciudad de Mariquita. Si se consigue su apertura,
no hay duda que será ventajoso: en nueve días
se transportará
cualquiera desde Río-Negro
hasta Mariquita, evitando los peligros del Nare y las incomodidades del Magdalena; se descubrirán muchas minas y las tierras fértiles
que hay en la cordillera por donde debe gi_
rar (1). Por aquí se podría introducir del valle de Neiva, ganado vacuno de que tánto va
careciendo la provincia de Antioquia, mulas y
otras prodUCCiones de los países meridionales.
Pero los muchos costes y desiertos impedirán
el que por ahora sea útil para el comercio de
los cacaos de Timaná, harinas y ranas de Santa Fé: siempre faltarán transportes.
Desde la ciudad de Antioquia siguiendo al
nordeste, hay otro camino llamado de Espíritu Santo. Este llega hasta las bOdegas de tal
nombre en el Cauca, y fue por donde antigu~-
I
(1) Estando la parroquia de Sonsón a los 52 42',
Y Mariquita por los 52 12', teniendo por otra parte
la misma longitud, este camino apenas tiene 10 leguas de extensión verdadera, la que es muy pequeña y fácil de vencer.
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276
SEMANARIO
.
mente se hizo todo el comercio de aquella capital. Al presente se halla abandonado: la angostura de Cáceres y los demás peligros de su
navegación, los despoblados, su· distancia (de
20 leguas) Y otras mil incomodidades, han
obligado a los Antioqueños a dirigir todo su
comercio por el de Juntas al Magdalena.
Hace poco tiempo que por la parte de poniente se hallaba la provincia de Antioquia
cercada por bosques impenetrables Y sin alguna comunicación para el Chocó. Repetidas
veces se había pensado en abrir un camino
desde Urrao, la población más occidental de
Antioquia, hasta el caudaloso Atrato, pero
siempre este gran proyecto h:11iía encanado.
Finalmente, don Francisco de Ayala, actual e
ilustrado gobernador, lo ha puesto en ejecución. Ya este camino se halla muy avanzado~
gracias a su infatigable celo, a su:s ,ardientes
deseos del bién público, y a las gratuitas contribuciones de los moradores de su provincia.
El viajero que sale de la ciudad de Antioquia
se dirige al occidente, pasa por Urrao, atrael pequeño río Chaquenendo; de aquí sale al
Bebará, y en pocas horas está en el manso Y
delicioso Atrato. Dejándose arrastrar
por la
apaCible corriente de este rio, puede en breve
tiempo ir a Cartagena, a Santa Marta y a
otros puertos del mar del Norte. Pero, si ideas
más grandes arrebatan su imaginación, si tiene atrevidas especulaciones, subiendo el Napipi (en 36 horas), que confluye con el Atrato,
llega al pie de la cordillera que forma el istmo
de Panamá, la pasa en cuatro horas, Y se halla en el puerto de cupica sobre el Océano Pacífico (1), el que le presenta las bellas producciones de sus costas para hacer un vasto comercio.
(1) Según la hermosa carta de las costll5 del
Océano Pacífico, levantada por orden de S. M., y
publicada en 1800, la ensenada y pueblo de Cupica
o Tupica, está a los 72 15' de latitud boreal y a
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SEMANARIO
277
De esta sencilla narración se deducen las
grandes utilidades que proporciona a los Antioqueños el camino para el Chocó y mar del
Sur, siempre que se le dé la perfección de que
es susceptible. En efecto, un camino breve por
donde se pueden exportar y vender con mucha
.ganancia en el Chocó los frutos de las poblaciones occidentales de Antioquia; un camino
que le da nuevas y cómodas relaciones con la
ciudad de Cartagena y los demás puertos del
mar del Norte; un camino que al mismo tiempo liga a la provincia de Antioquia con el
Océano Pacífico, y por donde fácilmente puede hacer un comercio directo con Quito por
el puerto de Carondelet y el camino de Malbucho, sin necesitar de las manos intermedias
del habitante de Popayán, es sin duda uno de
los más ventajosos que jamás se han proyectado. Los moradores de Antioquia se deben
reunir y llevar al cabo esta empresa. Al principio les servirá únicamente para el comercio
del Chocó, de Cartagena, y acaso para el de
Quito; pero su industria y su agricultura, van
a recibir un golpe eléctrico de perfección. Veo
que el Antioqueño no limita su comercio en el
mar del Norte a sólo Cartagena: él penetra al
.golfo Mejicano, corre las Antillas y los puertos de la Europa. En el Pacífico visita las costas del Perú recogiendo la plata de sus minas,
y trae a su patria los frutos de la zona templada austral. Enriquecida con tales especulaciones, eleva su comercio un vueJo atrevido:
atraviesa las vastas llanuras del Sur, y haee
directamente
el comercio oriental, origen de
la riqueza de las naciones. La. especería de las
los 712 29' al occidente de Cádiz, la ciudad de
Antioquia está a los 692 52' de longitud contada
del mismo meridiano: así Cupica sólo se halla 12 37' más occidental que dicha ciudad: hay
pues de uno a otro punto 45 leguas por elevación.
De éstas las '20 son camino de tierra, y el resto,.
por ríos navegables. De Urrao al puerto, hay 9
leguas de verdadera distancia.
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SEMANARIO
Molucas, los bellos tejidos del Indostán, las
estofas de la China, todo viene al suelo de Antioquia. El comercio ha levantado del polvo
soberbias ciudades, creado las artes ... Mas el
amor de la patria me extravía. Yo deliro con
proyectos deliciosos que acaso jamás se realizarán.
Tales son los prinCipales caminos de la provincia de Antioquia, los prOdUCtos y reformas
de su agricultura, el número y carácter de sus
habitantes, sus producciones, sus rios navegables, su extensión y más altas cordilleras. Ahora para completar la descripción de este país,
trazaremos un ligero bosquejo de sus poblaciones y del aspecto y fertilidad de los campos que
las rodean.
Las parroquias más occidentales de esta provincia, son las de Urrao, Cañasgordas jl la peQueña reducción de OC(ljdó~ Situadas allá en las
faldas de la alta cordillera que separa las aguas
del Cauca y del Atrato, están cercadas por todas partes las selvas antiguas. Urrao es la más
bella e interesante:
puesta en las deliciosas
márgenes del Penderisco. rodeada de fértiles
campos que ya se pueblan de ganados, y pasando por ella el camino para el Chocó, vendrá
a ser con el tiempo el depósito de las riquezas
de estas dos provincias. También contribuirán
a su prosperidad el oro y la platina de sus ríos.
De la agradable temperatura de este valle, se
eleva el viaj ero poco a poco a la cima de la
gran cordillera que domina al Cauca (1.500 toesas). j Qué espectáculo tan soberbio el que se presenta a su vista! Sentado sobre los Andes, él
divisa al poniente cubiertos de niebla los valles
por donde van a desembocar en el Atrato el Bebará, el Penderisco, el Sucio y otra multitud de
ríos: de cuando en cuando la niebla se disipa,
y aparecen las puntas de los montes que muestran sus frentes majestuosas
elevadas hasta
las nubes. La vista se cansa en vano para encontrar hacia esta parte campos extensos en
donde la naturaleza haya sido cultivada por la
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SEMANARIO
279
mano del hombre. Selvas tan antiguas como
nuestro planeta, árboles corpulentos, ríos precipitados por entre rocas y peñascos, son los únícos objetos que la rodean. Es cierto que llevan
consigo el sello de la maj estad sublime de la
naturaleza; pero también lo es que producen
mil sensaciones melancólicas.
Todo varía de aspecto hacia el oriente: un
corte profundo separa de repente las cordilleras, dejando por medio un pequeño espacio (6
a 8 leguas) que sirve de lecho al Cauca, y forma el ardiente valle (214 toesas) donde existe
la capital de Antioquia. Este río caudaloso corre de sur a norte dominado en todos sus puntos por dos altas cordilleras. Cubren sus faldas
algunas selvas, muchas gramíneas, precipicios,
torrentes profundos y terrenos áridos y estériles. Las vegas del Cauca son muy pocas; pero
de una admirable feracidad. Esta sin duda es
la causa porque sus moradores son generalmente desidiosos:' ellos trabajan sólo para adquirir
lo necesario, y no para gozar las comodidades.
En el profundo valle del Cauca (214 toesas) y
en sus alrededores, se encuentran al sur de Antioquia, las pequeñas poblaciones de Amagá,
Titiribi y Ansá; pero si seguimos al norte el
curso del río ,hallaremos la parroquia de Sacaojal, cerca de las formidables cataratas de Juan
García; a Buriticá, pueblo inmediato a la colina de Hugumé, de donde se extrajeron tantos
tesoros; en fin, a Sabanalarga y San Andrés,
lugares pobres que tienen poca índustria y ningún comercio.
.l:!:nmedio de taies pobiaciones y cerca de los
pueblos de Sopetrán y de San Gerónimo, se halla la ciudad de Antioquia. Está situada en el
antiguo valle de Nori, en un terreno igual, muy
seco, a las márgenes del Tonuzco, y tres cuartos de legua distante de la orilla occidental del
Cauca: aquí mora ei gobernador de la provincia, y están las caj as reales de toda ella; tiene
dos buenos templos, varias capillas, muchas casas, algunas bien edificadas, y bastante pobla-
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SEMANARIO
280
Clon. Sus habitantes son festivos, obsequiosos
y tienen talentos decididos para las artes (1).
Antioquia está rodeada de fértiles campos cubiertos de maíz, de caña y de plátano, que son
las producciones predilectas del valle del Caucaí pero en su lugar va sucediendo el cacao.
Este fruto, el azúcar y el algodón, si los cultivan como deben, harán a esta ciudad la más
opulenta de su provincia. El temperamento de
Antioquia ·es cálido, pero muy seco y sano. No
hay mosquitos, ni abundan los demás insectos
y sabandijas, que tanto molestan al hombre en
los países ardientes de la :rona tórrida.
Cansado de sufrir este clima abrasador, me
dirijo al este, y en seis horas de camino respiro
el aire fresco y agradable del valle de Osos: mil
colinas enlazadas unas con otras, de una misma altura (1.300 toesas) cortadas por varios
ríos (Río-Chico, Río-Grande, Guadalupe) y por
infinitos al'royos, fúrman este valle estéril. Su
pobre y triste vegetación sólo se compone' de
robles melancólicos, belillos (spermacoce spinosa), chites (brathis), canelos (drimis granatensis), carrumios (terstromia), mortiños (anñ'rI'U'V\iOño
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rradas. Su principal riqueza consiste en las minas de oro muy fino; por ellas han prosperado
Santa Rosa, San Pedro, Don Matías y sus mejores poblaciones; por ellas también se han penetrado las selvas dilatadas que se extienden
al norte de este valle desde los 69 55' de latitud
boreal hasta el Cauca por los 8<>y 30'. En medio de tales bosques se levanta la parroquia de
Yarumal, y en pocos días es lugar de muchos
vecinos. Los árboles se han abatido, los campos
se han cultivado, y 1M bellas producciones de
la agricultura y la industria aparecen hoy donde sólo reinaba el silencio y la soledad. Claras,
(1) No obstante que han carecido de maestros
los Correas y Caballero, en la platería; Correa,
Flórez y Zerna, en la carpinteria; Agudello, Lora y
Zamora, en la herrería, pueden ponerse al lado de
los mejores artesanos del Virreinato.
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281
o la Carolina, sigue también los mismos pasos,
fomentada por los ricos minerales de Norí y las
fecundas vegas del Porce. En este río desemboca el Guadalupe formando una cascada que sin
duda es de las más prodigiosas que hay en el
Virreinato de Santa Fé (1).
Dejemos estos desiertos, avanzémonos un po:::'
co hacia el oriente, y recorramos el valle de
Medellín. Este se extiende de sur al' nordeste
por espacio de 20 leguas. Lo más alto de sus
cordilleras está cubierto de bosques, el medio
de gramas, y en las vegas del Porce, liay fértiles campiñas, risueñas praderas, frutos y poblaciones. Este valle es el más lindo, 'el más poblado (2), acaso el más fértil y de temperatura
(1) Aunque dos veces pretendí medir esta cascada, las lluvias me lo impidieron. Según las noticias
adquiridas está dividida en tres, una en pos de
otra. Aseguran que las dos primeras tendrán cada
una cien varl\s de altura perpendicular, y la última
una elevación asombrosa: si creyésemos a los que
habitan sus alrededores, diríamos que pasa de seiscientas varas. Aunque no sea tan alta, es indudable que es una de las más elevadas del Reino.
Yo estuve con el barómetro muy cerca del lugar
en que la forma el Guadalupe: aquel instrumento,
señaló 273 líneas: supongo que en d pequeño espacio que corre hasta que se precipita, baja 110
varas y que el barómetro se sostenga a las 280 líneas. Entonces, desde esta elevación cae al profundo valle del Porce, que lo menos está por las
300. Suponiéndolo a este nivel, tiene la cascada del
Guadalupe 289,63 toesas (542 varas 5 -lín.). Pero
el valle donde se finaliza, está más bajo de 10 que
he supuesto. En Barbosa, 12 leguas más arriba,
indicó el barómetro 292 líneas: después se precipita
el Porce continuamente, así en tan dilatado espacio
no sólo baja las 117 varas supuestas, sino más de
200.
(2) La superficie de este departamento, no pasa
de 30 leguas cuadradas, y tiene 30.258 moradores:
así a cada legua corresponden 1.031. Si toda la
provincia se hallara igualmente poblada, tendría
2.268.200 habitantes, los que puede sostener muy
bien.
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282
SEMANARIO
más benigna (de 15Qa 19Qde Reaumur) de toda la provincia de Antioquia. Sus habitantes
son laboriosos, ocupándose en el comercio, en
la agricultura y en la cría de ganados: aquí es
la única parte de este país donde se usa el arado y mejor se cultivan las tierras. Medellín ocupa el centro, y rivaliza a la capital de Antioquia en edificios y en moradores; pero le excede en una situación pintoresca y en la dulzura
de su clima (1). La Estrella, Envigado y San
Cristóbal ocupan los campos meridionales de
este departamento; y Hatoviejo, Copacabana y
Barbosa completan el número de sus poblaciones.
E~ la parte oriental de esta provincia, existe
el valle de Río-Negro. Sus lugares principales
son esta ciudad y la villa de Marinilla, muy inmediata la una de la otra {tres cuartos de leguaL Tampoco están distRntes las parroquias
del Carmen, San Vice,nte, Concepción y Santo
Domingo, a las que se unen los pueblos de San
Antonio y el Peño!. Las riquezas de ·estos moradores consisten en las minas, en la agricultura y en los ganados. Que ocupan la mayor parLe de las alegres y feraces campifias que baña
el Nare. ¡Cuánto mejor fuera que estuviesen
cubiertas de trigo y ·embellecídas por las doradas espigas de este grano preciooo! Muchos ricos propietarios vivirían entonces en el seno de
la opuLencia, y ocupados únícamente en el dulce cultivo de sus campos.
A excepción de los alrededores del valle de
Rio-Negro, toda la zona oriental de la provincia de Antioquia, desde la cordillera de Quin-
(1) La temperatura media de diez días de observaciones hechas en Medellín del 6 al 16 de junio,
durante mi permanencia en aquella ciudad en 1341
es de 20!!centígrados, Ó 16!! Reaumur. MI'. Bous~
singault halló 30!!5' centígrados por la temperatura
media de un pozo. Véase la memoria sobre la capa
de temperatura invariable entre los trópicos.
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SEMANARIO
283
,día (19 10' de longitud) hasta el Magdalena, se
halla cubierta de bosques y malezas. Si ¡:ne
transporto a los confines de la provincia de Popayán, hallo en medio de las selvas a la parroquia de Arma, las de Santa Bárbara, Sabaletas
y Sansón, todas ellas aisladas, con poca agricultura y casi ningún comercio. Aquí se precipitan de la cordillera los ríos del Buey, de Arma, de Aubres y otros muchos, que, corriendo
a poniente, van a enriquecer al Cauca, después
de oponer en su curso mil dificultádes al viajero. Mas al este, si miro las inmediaciones del
Magdalena, encuentro de igual modo a la de
San Carlos y el caserío de Canoas. Estas montañas, que tienen más de 600 leguas cuadradas
de superficie, convidan con su feracidad y feliz
situación al establecimiento de colonias: colocadas en las inmediaciones de ríos navegables,
en breve prosperarían, teniendo vecinos ricos'
y facilitando el comercio de toda esta provincia. Mientras no haya en Antioquia un jefe pensador que funde nuevas poblaciones y llene de
habitantes los caminos que giran al Magdalena no hay que pensar que este bello país tenga
comercio y agricultura.
Hecha la descripción de los cuatro primeros
,departamentos de Antioquia, ya no hay objetos
interesantes sobre que fijar nuestras miradas .
.Es cierto que nos resta describir la parte más
septentrional donde existen las antiguas ciudades de Remedios, Zaragoza y Cáceres, con las
parroquias de Cancán, Yolombó y San BartoJomé,
y es cierto que esta faja de país encierra
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c.:.
,el que sus moradores, alucinados con su engañoso atractivo, han descuidado la agricultura
y entregádose únicamente a la explotación del
.oro. De aquí sin duda viene la falta de población, la ninguna industria (1), y la miseria en
(1) En una ,extensión de más de 50 leguas de área,
.apenas hay 6.303 habitantes, que carecen de agricultura. Los diezmos de sus frutos sólo valen
.2.100 pesos anuales, de donde se manifiesta claramente su pobreza.
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284
que se hallan sumergidos los indígenas de tales
ciudades. Esta es la prueba más convincente de
la importancia del cultivo de los campos: todo
pueblo que lo abandona vive ignorado en su
abatimiento, cuando la agricultura levanta de
la nada y mantiene en la prosperidad a todos
aquellos que aman sus dulces ocupaciones.
He aquí ya enumeradas las poblaciones de la
provincia de Antioquia, el aspecto y fertilidad
de sus campos. He procurado formar su nomenclatura con la mayor rapidez para evitar el fastidio que traen consigo tales materias. De este
modo se ha completado el cuadro que me propuse trazar. Conozco que no es perfecto, y que
alÍn tiene muchos vacíos que exigen mayores
investigaciones; pero el campo queda abierto
para otro aficiOliado que puede perfeccionar
_mis primeros ensayos. Si aconteciera esto en
Antioqu..ia,
¡¡r
si otros individuos igualmente
pa.-
triotas destinasen en las demás provincias del
Virreinato algunos momentos de ocio para formar semejantes apuntamientos, en breve conoceríamos profundamente cada uno de los países que encierran los vastos límites del Nuevo
Reino de Granada.
Santa Fé, 19 de febrero de 1809.
JOSE MANUEL RESTREPO
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SEMANARIO
285-
TABLA
en que se manifiesta la población de la provincia de Antioquia,
las longitudes y latitudes de
sus princiPales puntos, su altura barométrica
y elevación sobre el mar; finalmente, su calor,
tomando un medio entre los extremos, y usando de la escala de Reaumur.
Los lugares que
tengan esta señal * han sido determinados por
observaciones astronómicas de latitud, y los que
tengan esta ** lo han sido por las mismas de
longitud, hechas por el Barón de Humboldt,
POBLACIOHfS
Rabilanles
Lallllitud
G. M.
*Antioquia (ciudad) ..
18680
Sopetran
(pueblo) .• ~
2059
*San Ger6nimo ......
1262
Sacaojal. ., .........
1228
Sabanalarga (pueblo).
1201
Buriticá (pueblo) ...•
1184
Valle de San Andrés.
897
Cañasgordas (pueblo).
309
U"rao .... , .....
, ...
620
Acaid6 (pueblo) ....•
99
Ansá •..............
1120
*Amagá .••.. , .......
1064
Titiribí (cas<río) .....
336
*Santa Rosa., , ..••.•
3123
San Pedro ....••..••
2847
Don Matlas ...•....
1445
Carolina, o Claras ...
1572
*Yarumal."
... · .....
1712
*Medcllín (villa) •....
14182
*Envigado ....•...•..
9556
*EstrcJla (pueblo) ....
628
San' Crist6bal. ......
1165
*Hatoviejo ...........
1446
Copacabana ..•..
, ...
2468
Barbosa ....•.....••
1493
*Rio-Negro (ciudad) ..
12144
*S"n Antonio (pueblo)
519
1,49
1,43
1,42
1,48
1,44
1,48
1,17
1,57
2,03
2,16
1,53
1,32
1,37
1,16
1,26
1,12
1,06
1,18
1,26
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1,30
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1,16
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Latitud
AlIara
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6,36
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289,3
6,05
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Gradas
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730,5
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SEMANARIO
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Los puntos que siguen no son poblaciones
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Id. de Arquia
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Id. del Murrí o Penderisco ..
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Id. de Sucio .........••....
Nacimiento del Sinú
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84,5
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EstadO' de la GeO'grafía del Virreinato de
Santa Fé de Bogotá, con relación a la
economía y al comércio, por don Francisca Jasé de Caldas, individuo meritorio de la Expasición Botánica del Reina, y encargado del Observatorio Astronómico de esta capital "
15
Descripción del ObservatoriO'AstronómicO'
de Santa Fé de Bogatá, situada en el
jardín de la Real Expedición BO'tánica,
par don Francisco JO'sé de Caldas ... ;
55-
Discurso sobre la EducacÍón. ¿Quid leges
sine moribus?
69
MEMORIA SOBRE LAS SERPIENTES Y
plan de observaciO'nes para aclarar la
histO'ria natural de las que habitan el
NuevO'ReinO' de Granada, y para cerciorarse de los verdaderos remedios capaces de favorecer a los que han sidO'
mordidos por las venenosas; por don
JO'rge Tadeo Lozano Maldonado de
Mendoza, individuO' de la Real Expedición Botánica de Santa Fé de Bogotií,
y encargada, con real aprabación, de su
parte zaalógica
107
Observación del Eclipse total de luna del
9 de maya de 1808,hecha en el ObservatoriO' AstrO'hómico de Santa Fé de
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lNDIOE
290
Págs.
Bogotá, por don Francisco
das
o
José de Cal134
•••••••••••••••
EL INFLUJO DEL CLIMA SOBRE LOS
SERES ORGANIZADOS, por !ion Francisco José de Caldas, individuo meritorio de la Expedición Botánica de Santa
Fé de Bogotá, y encargado del Observatorio Astronómico de esta capital ..
136
Noticia del número de personas que se
han vacunado en esta capital desde el
19 de marzo de 1805, en que por efecto
de la bondad del Soberano se dió prin-
cipio a las primeras vacunaciones, hasta 29 de mayo de 1808. en que se continúan, observándose en el flúido la mis=
roa frescura, vigor y actividad que manifestó entonces. La publica el D. D. Miguel de Pombo, abogado de esta Real
Audiencia y secretario de la Junta principal de Vacuna, con un breve elogio
del Di". Edu~u-du J~rl!ler ....
o
•••••••
l~:n
Resumen de las quinas que se han extraído del puerto de Cartagena por otras
de América y Europa eJ;.lel discurso de
los seis últimos años, remitido por el
Dr. D. Eloy Valenzuela
229
ENSAYO SOBRE LA GEOGRAFIA.-Producciones, industria y población de la
provincia de Antioquia en el Nuevo Reino de Granada, por el Dr. D. José Manuel Restrepo, abogado de la Real Audiencia de Santa Fé de Bogotá
243
TABLA en que se manifiesta la población de la provincia de Antioquia, las
longitudes y latitudes de sus principales puntos, su altura barométricl:t y ele-
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· INDICE
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Págs.
vación sobre el mar; finalmente,
su
calor, tomando un medio entre los extremos, y usando de la Escala de Reaumur. Los lugares que tengan esta señal ~, han sido determinados por observaciones astronómicas ae latitud, y
los que tengan esta ~,* lo han sido por
las mismas de longitud, hechas por el
Barón de Humboldt
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BIBLIOTECA
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LUIS ANGEL ARANGO - B OE LA R
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