La importancia del seguimiento de las Leyes No Reglamentadas

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La importancia del seguimiento de las Leyes No Reglamentadas
El tema de las leyes no reglamentadas adquiere creciente interés en razón de la
necesidad de asegurar que la producción legislativa se haga operativa y cumpla con
su objetivo principal, cual es, la de normar los aspectos de la realidad sobre los que
pretende incidir; esto, en virtud a que una norma sin su debida y oportuna
reglamentación se vería impedida de lograr su cometido.
En esta sección se exponen los criterios utilizados para seleccionar las normas no
reglamentadas, se incorpora una breve discusión sobre la importancia de
reglamentarlas y luego se adjuntan cuadros anuales que contienen las leyes no
reglamentadas desde el año 1990 hasta la fecha. Cada cuadro incorpora cuatro
variables: el número de ley en orden correlativo, la sumilla correspondiente, la fecha
de publicación, el plazo que el poder Legislativo definió para reglamentar la norma,
y finalmente, la fecha en la que aquél se cumplió.
1. Criterios de selección.
a) Se determinó la revisión de las leyes promulgadas desde enero de
1990 hasta el 26 de octubre del 2005.
b) Se trabajó con la información disponible en el Sistema Peruano de
Información Jurídica – SPIJ (el cual distingue en sus formatos de
presentación, el estado de las leyes ). Se debe precisar que este sistema
tiene su base de datos actualizada al mes de agosto del 2005. Para las
leyes promulgadas entre agosto y octubre del 2005, se trabajó con las
separatas de Normas Legales del Diario Oficial El Peruano.
c) Se consideró como disposiciones reglamentarias a una norma, a los
Decretos Supremos o disposiciones equivalentes que se refieran
taxativamente a la reglamentación de la norma correspondiente. Esta
precisión es importante, ya que existen casos en los cuales se emiten
disposiciones que abordan diferentes aspectos de una ley, pero no
cumplen con el requisito de su reglamentación propiamente dicho.
d) Se consignaron las leyes que contienen mandato para su
reglamentación, incluyendo aquellas que no señalen un plazo definido
para ello y aquellas cuya responsabilidad de reglamentación
corresponda a diversas entidades del Estado y no únicamente al Poder
Ejecutivo.
Asimismo, debe tomarse en consideración que cuando una ley señala
mandato para su reglamentación aunque sin indicar un plazo definido
para ello, no puede considerarse que la reglamentación es potestativa,
más aún cuando en la fórmula legal existe mandato imperativo de ello.
2. Efectos de la existencia de leyes no reglamentadas
Muchas leyes, por la materia sobre la que legislan, requieren de un conjunto de
dispositivos reglamentarios que les transfieren operatividad; sin esta reglamentación,
se verían neutralizadas y entrampadas, lo que, al final, para efectos prácticos, es
como si la ley no existiese
Entre los efectos de la situación por la cual muchas leyes de la República continúan
sin reglamentarse, cabe distinguir los efectos jurídicos, los que se hallan registrados
en la propia carta constitucional vigente: corresponde al Presidente de la República
“ejercer la potestad de reglamentar las leyes sin transgredirlas ni desnaturalizarlas; y,
dentro de tales límites, dictar decretos y resoluciones” (art. Nº 118).
Esto ha dado lugar a la práctica legislativa según la cual, en muchos casos, las leyes
tienen carácter enunciativo, dejándose al reglamento ingresar a los niveles de detalle
y a las normas de procedimiento y otras, necesarias para su aplicación. Inclusive es
costumbre llamar peyorativamente a las leyes que ingresan mucho al detalles como
“leyes reglamentaristas”.
Así las cosas, la reglamentación de las leyes alcanza ribetes de singular importancia,
al extremo que algunas veces la vigencia de la ley se supedita a la expedición del
reglamento, aunque en la mayoría se limita a disponer que se la reglamente en un
plazo determinado, no afectándose su entrada en vigor.
Frente a los riesgos que implica aprobar una ley que no podrá entrar en total
vigencia, dada la posibilidad de que el reglamento no se apruebe a tiempo, se ha
propuesto fórmulas suspensivas con las que se logra que cuando la ley entra en
vigencia, éste ya se encuentre debidamente reglamentada, y por lo tanto completa.
Las fórmulas permisivas, en cambio, admiten que la ley empiece a regir en forma
parcial, dificultando su aplicación y ocasionando inseguridad jurídica1. Sin embargo,
existe el criterio contrario por el cual la norma suspensiva implica dejar en manos
del Ejecutivo la vigencia de la ley. Esto hace necesario encontrar una fórmula
intermedia que permita lograr que las leyes que deben reglamentarse a partir de un
mandato no suspensivo, sean efectivamente reglamentadas y, lo que sería mejor,
dentro del plazo señalado.
Para afrontar esta tarea se requiere llevar un vademécum de las leyes a reglamentar y
hacer el seguimiento respectivo. Esto para las leyes que se dicten de ahora en
adelante. Pero como el problema grueso está en las leyes ya dictadas, será menester
revisarlas una a una por períodos trimestrales y cursar sendos oficios a los ministros
del sector al cual corresponden, a efectos de conocer si los reglamentos están en
1
Una ley sin reglamentar puede originar situaciones de inseguridad jurídica, generando la
percepción de que las normas no se cumplen ni se respetan; estos problemas comienzan desde los
aspectos más elementales, como es el caso de que las propias normas establecen plazos para su
reglamentación, mandato que no es cumplido por el Poder Ejecutivo.
proceso de confección. La respuesta permitirá, de un lado, conocer las normas
reglamentarias e incorporarlas al Registro de Leyes Vigentes, que es la culminación
del proceso “Hacia el ordenamiento de la Legislación Peruana”.
Pero así como existen efectos legales a tomar en cuenta, la existencia de dispositivos
sin reglamentos supone costes económicos e incertidumbre para las inversiones,
pues ocasiona inseguridad y dudas en la toma de decisiones económicas de los
sectores productivos. Estos, al desconocer los términos operativos bajo los cuales
determinada ley se materializará, se inhibirán o pospondrán sus decisiones de
inversión, lo que constituye un alto costo de oportunidad para el crecimiento
económico.
Igualmente, existe el riesgo de que aquellas leyes que intentan responder a
determinadas reivindicaciones y demandas sociales, regionales y sectoriales, al verse
entrampadas por la ausencia de reglamento, pudieran impedir el oportuno acceso a
los beneficios que su vigencia efectiva tendría en las actividades, poblaciones o
sectores a los que se dirige. Ante este entrampamiento, la paz y tranquilidad social
podrían verse alteradas, generándose y agudizándose situaciones de conflicto social
que pudieron haberse evitado con una oportuna reglamentación.
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