La gran transformación; Karl Polanyi

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Karl Polanyi
La Gran Transformación
El extenso ensayo de Polanyi, sobre algo tan contradictorio −en el sentido marxista− como el liberalismo
económico y el advenimiento de la sociedad de mercado resulta, asímismo, contradictorio. Desde el punto de
vista formal, sus más de 400 páginas hacen que la denominación ensayo se le quede pequeña. Pero tampoco
podemos considerarlo un tratado porque a nivel analítico resulta impreciso y vago: no llega a un nivel de
profundidad ni aporta conclusiones definidas o consistentes. Sobre este punto volveremos al hacer balance y
conclusión. Llama también la atención por lo inusual, el lenguaje, estilo y tono empleados por el autor,
impropios de una obra de esta índole, especialmente en capítulos puntuales en los que la hipérbole y las
descripciones nos recuerdan a los ensayos literarios propiamente dichos. Otro punto destacable es su
posicionamiento ideopolítico: comparte con el marxismo su crítica radical del liberalismo económico, de la
sociedad industrial, pero lo hace desde una óptica diferente, opuesta también a la de los ideólogos liberales:
para él el mercado y la sociedad industrial no hubieran podido surgir ni sostenerse sin unas estructuras
institucionales provistas desde la esfera política. Es precisamente este punto el que más me interesa comentar.
Pero antes de ello considero conveniente hacer un recorrido por todos los aspectos e ideas que recoge el libro.
A lo largo de toda la obra, capítulo tras capítulo, nos encontramos con un esquema: economía−política. Este
eje articula todos los argumentos y las ideas desarrolladas por Polanyi. Ese eje es el que separa el
Materialismo Histórico marxista del Liberalismo económico clásico. Polanyi se sitúa a ambos lados de ese
eje, y de ese modo obtiene la perspectiva que busca.
El primer ejemplo de las ideas de Polanyi es el capítulo que habla de la Paz de los Cien Años, jugando con el
nombre de aquélla guerra. Una paz más que discutible, pues el periodo que discurre entre 1815 y 1914 está
jalonado de conflictos, tal vez de menor importancia que las guerras napoleónicas o las guerras mundiales del
siglo XX, pero no por ello "pacíficas". La Santa Alianza europea se caracterizó por sus fracasos a partir de
1830; España vivió un siglo de guerras coloniales, iniciando en la materia a sus colegas europeos, en las
cuales tenían cierta importancia los ejércitos europeos en ambos bandos. Guerras como la de Crimea,
franco−prusiana, guerras de unificación italianas y alemanas, guerras chino−ruso−japonesas No es un buen
ejemplo por parte de Polanyi. Lo que él pretende es demostrar cómo la paz respondía a los intereses
económicos de las respectivas clases burguesas de las potencias europeas, es decir, que algo tan precario como
la paz se mantenía solo gracias a un equilibrio de naciones sustentado por el sistema económico y articulado
por las altas finanzas internacionales. En este punto, Polanyi ofrece un argumento materialista, y sitúa la
política al servicio de la economía.
Otro punto básico a la hora de comprender la línea discursiva del autor es el fascismo del siglo XX. La Gran
Transformación se publicó por primera vez en 1944, en plena Guerra Mundial; como tantos otros autores,
Polanyi investigará a su vez las causas del origen del fascismo en su obra. A su modo de ver, fenómenos como
el comunismo de Rusia y el nazismo alemán, así como el New Deal norteamericano, son respuestas evolutivas
en el plano institucional de naciones que han sabido leer la historia. El sistema internacional basado en el
patrón−oro suponía una tiranía económica en favor de la economía de mercado que esclavizaba las políticas
de todos los países. A partir de la crisis de 1929 algunas naciones abandonan ese sistema. Polanyi, que ha
realizado trabajos cercanos a la Antropología, entiende los cambios de este periodo en clave de evolución y
supervivencia. Habla de una civilización que se desmorona −la del siglo XIX− porque ceden sus pilares
básicos: patrón−oro, estado liberal y mercado autorregulador, sistema institucional utópico y contradictorio de
la economía liberal. Y habla de naciones que aprovechan los vientos de la historia, sirven a sus intereses
destruyendo las últimas ruinas de lo que se disuelve y creando nuevas instituciones que les sean útiles. Esto es
lo que hizo la Alemania de los años 30, y la Rusia comunista. Esta es la explicación del cambio social según
Polanyi, según su teoría del cambio institucional. Las instituciones heredadas del siglo XIX resultaban
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opresivas y tiránicas respecto a las nuevas condiciones reales económicas y sociales. Alemania y Rusia
supieron verlo y adaptaron sus instituciones para obtener una ventaja respecto al resto de naciones atascadas
en su empeño de conservar el sacrosanto liberalismo económico y sus instituciones. Esta ventaja fue llevada
más allá de sus propios límites, empujada por otras fuerzas, y de ahí el triunfo de los movimientos totalitarios.
Otra vez nos encontramos el eje economía−política, sobre el cual giran los argumentos de Polanyi.
Al investigar el origen de los cambios que condujeron a la nueva situación social y al sistema industrial de
producción, Polanyi choca frontalmente con las ideas liberales. Para ellos los cambios eran resultados de
macroprocesos a gran escala y largo plazo, fenómenos puramente económicos, que llevaron a la economía de
mercado y las nuevas condiciones sociales. La interpretación que hace Polanyi es que el origen de los cambios
económicos está en los nuevos derechos de propiedad, las enclosures acontecimientos puramente políticos que
tenían claros efectos económicos y que desataron un torbellino de cambios conocido como Revolución
Industrial. La interpretación liberal de las terribles consecuencias sociales que conllevó, como efecto de las
medidas políticas constrictoras que impidieron el libre funcionamiento de la economía, choca frontalmente
con la de Polanyi, que niega la posibilidad de que surgiese una industria ni un mercado de no ser por una serie
de disposiciones legales y políticas, que permitieron que tal sistema sobreviviese a través de disposiciones que
atenuaban la intensidad y violencia de las transformaciones. A juicio de Polanyi, estas disposiciones tomadas
desde la esfera política sirvieron, más que a boicotear el proceso, a salvaguardarlo de su propia energía
destructora. La idea central de Polanyi es que las leyes del mercado de que hablan los liberales no pueden
funcionar fuera de una economía de mercado, y que ésta es un sistema institucional creado deliberadamente y
sostenido artificialmente a través de un mercado autorregulador cuyo funcionamiento autónomo exige la
transformación de la sociedad y la naturaleza en mercancías.
Por tanto, el mercado es una institución nueva que prácticamente no ha existido en ninguna sociedad anterior,
en contra de lo que afirma la economía liberal. Un recorrido antropológico nos muestra que el móvil
maximizador no ha existido más que en la sociedad actual, por lo que no había la necesidad de un mercado.
Otros principios, como la reciprocidad y la redistribución, configuraban las líneas del sistema económico:
"modelos institucionales y principios de comportamiento se ajustan mutuamente" (Polanyi, 1997:Pg.92). El
sistema económico responde a las necesidades sociales. Cuando se instituye el mercado, la relación se
invierte. Los mercados tienen mucho que ver con el comercio exterior, es decir, ajenos a un sistema
económico y a cualquier tipo de reglamentación. Este tipo comercio exterior no desarrolló, por su parte, un
comercio hacia el interior, sino que permaneció periférico a lo largo de los siglos, sin prácticamente
alteraciones. Las ciudades surgidas como consecuencia del comercio eran defensas tanto hacia dentro, como
hacia fuera (preservando el sistema económico establecido). Para que el comercio saltase los muros de las
ciudades y se desarrollase el mercado a nivel territorial hubo que recurrir a la intervención de los poderes
estatales. La reglamentación de la actividad económica propició, no sólo la extensión del mercado a todo el
territorio, sino que además lo protegió de dos peligros como son el monopolio y la concurrencia.
La teoría de la urbanización, por tanto, refuerza la tesis de Polanyi: fue la reglamentación e
institucionalización de los mercados lo que permitió su desarrollo. Esta intervención de los poderes políticos
en la economía se inscribe en la expansión del Estado moderno, significando un paso más en la imbricación
de la economía en las relaciones sociales.
Tal vez el análisis más riguroso y por el que más se conoce a Polanyi sea el de la ficción de la mercancía.
Según demuestra Polanyi, el trabajo, la tierra y el capital no pueden ser mercancías, de no ser que se cree un
mecanismo institucional por el que se supedite totalmente la sociedad (naturaleza y seres humanos) a la
economía. Ese mecanismo es la economía de mercado. Polanyi las denomina "ficticias" porque no funcionan
como mercancías, es decir, no han sido producidas para la venta. Para que ello sea así, es precisa la acción de
un mercado autorregulador, y su funcionamiento requiere separar la economía de la sociedad, hecho insólito
que supone la destrucción de la propia sociedad. El argumento de Polanyi viene a ser otra vez opuesto al que
propone la teoría liberal: en el mundo feudal y antiguo tanto el trabajo como la tierra y el capital han estado
sujetos a leyes y reglamentaciones, además de normas de tipo moral. Es decir, economía y sociedad eran
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concéntricas. Hizo falta una revolución política pera poder desarrollar un nuevo sistema institucional que
separase ambas esferas, convirtiese la sociedad en apéndice de la economía y la sometiese a sus exigencias y a
sus leyes. Esto significaba la pura destrucción de la sociedad.
La doble paradoja planteada por Polanyi es que, para crear una economía de mercado hubo que instituir un
mercado autorregulador y garantizar la provisión de las tres mercancías básicas sin las que éste no puede
funcionar −tierra, trabajo y capital− las cuales, no son mercancías.
De esos tres elementos, el humano −el trabajo− es el que más atención le merece al autor del libro. A su
juicio, la ficción de la mercancía era más grave, no ya solo en términos económicos, sino por lo que ello
supone de cara a las consecuencias sociales. Siguiendo el curso del libro, Polanyi investiga y analiza la
creación de un mercado de trabajo a partir de las Leyes de Pobres, y las consecuencias sociales que ello tuvo,
deteniéndose en aspectos culturales o psicológicos, que en su discurso tienen mucho peso especialmente a la
hora de entender los totalitarismos. Pese a ser éste un ensayo en clave sociológica, no es este el punto que más
nos interesa, sino los aspectos de cambio institucional. En este sentido, las leyes de pobres allanaron el camino
para transformar la sociedad en materia prima; los trabajadores en mano de obra.
Una parte importante del libro está dedicada a estudiar las raíces teóricas y filosóficas de la doctrina liberal, a
través de las figuras más importantes de la economía clásica, y ponerlo todo en relación con el tema principal:
el origen del sistema de mercado. A partir del esbozo de las principales ideas de esos teóricos, Polanyi plantea
el punto central de su crítica al liberalismo económico.
En las páginas precedentes ya hemos visto cómo la nueva economía de mercado se sustenta de la propia
sociedad para sostenerse y desarrollarse, pero a su vez ésta requiere unos mecanismos de supervivencia y
reproducción. Polanyi lo plantea en términos de un doble movimiento: la expansión del mercado
autorregulador por un lado, y por otro, la autoprotección del la sociedad. Este último puede ser entendido
como un mecanismo de respuesta de la sociedad ante la perspectiva desintegradora, pero que al mismo tiempo
permitió que la ficción de la mercancía y el sistema económico de mercado pudieran sostenerse. Este
argumento en defensa de la protección social se opone a la versión liberal que lo interpreta de forma inversa,
es decir, ve en esas intervenciones políticas frenos y trabas al libre desenvolvimiento de los factores y
elementos del mercado, que hicieron que éste funcionase mal, lo cual sirvió de excusa a los adversarios de la
libre economía.
Dos principios destilan de este doble movimiento descrito por Polanyi: el principio del liberalismo económico
que actúa a través del libre cambio y el de la protección social, que actúa a través de la legislación social.
En este punto Polanyi introduce un nuevo elemento de fuerza, que le abre una nueva perspactiva de análisis:
la lucha de clases. El la interpreta como la institucionalización de ese doble movimiento. Este elemento es de
gran importancia pues supone una toma de posiciones a nivel social, respecto de la política y la economía. De
esa lucha surgiría, según la interpretación de Polanyi, el movimiento fascista del siglo XX.
Gran parte del libro está dedicada a la crítica del liberalismo económico, de ahí el subtítulo de la obra. Polanyi
plantea tal filosofía como un "credo" y ello en base a lo que él considera un prejuicio dogmático de sus
partidarios, culpable en parte de la ceguera ante las graves formaciones sociales que se producirían
posteriormente. Polanyi desenmascara la gran contradicción en que caen los argumentos propuestos por los
defensores del liberalismo económico al acusar a las fuerzas que actuaron en defensa de la sociedad en peligro
de impedir el libre funcionamiento de la economía y no dejar que ésta alcanzase los resultados prometidos.
Esta postura acusa a fuerzas colectivistas, en clave de complot, de boicotear el proyecto liberal, de no tener
paciencia, de egoísmo y de estrechez de miras. Polanyi analiza uno por uno sus argumentos y muestra sus
contradicciones y deficiencias. Sin embargo, pese a demostrar lo que a su modo de ver son pseudoargumentos
basados en prejuicios y dogmas utópicos, lo más interesante es lo que él denomina la "protección de la
sociedad", ya mencionada, y que de un modo difuso aparece como las respuestas de los diferentes cuerpos
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sociales al ver amenazada su misma esencia. Lo que los liberales llaman "movimiento" no es más que la suma
de reacciones espontáneas, puntuales, a todos los niveles, debido no a su acción organizada y conjunta (esa
sería otra utopía), sino a que los efectos disolventes de la economía de mercado se dejaban sentir en todos los
ámbitos de la realidad social. En concreto, hay capítulos del libro específicamente dedicados a tratar la
autodefensa de tres elementos de especial relevancia. Se trata de las tres mercancías ficticias de que hemos
hablado: el trabajo, la tierra y el capital. Hombres, naturaleza y producción son las mismas bases de la
sociedad, en palabras de Polanyi, y su mantenimiento no solo es necesario para la supervivencia de la
sociedad en cuanto tal, sino que sin ellas no puede funcionar el sistema de mercado que las consume.
Estamos de nuevo ante el doble movimiento que articula el discurso. Pero la crítica más radical a las ideas
liberales consiste en demostrar que ni el mercado autorregulador ni la economía que toma su nombre,
hubieran podido funcionar sin determinadas intervenciones que lo "protegieran": las leyes sindicales y las
leyes anti−monopolio son los ejemplos más claros de disposiciones legales orientadas a proteger el mercado y
su libre funcionamiento a costa de la constricción de los factores intervinientes. En general los cuerpos legales
de las modernas democracias se tupieron especialmente en este periodo; las intervenciones policiales y
militares para controlar, reprimir y eliminar los movimientos obreros fueron solicitadas y dirigidas por los
partidarios de la supuesta autorregulación.
El argumento sigue siendo el mismo: tanto el mercado autorregulador como la economía de mercado como el
ideal del laissez−faire no son algo natural, sino instituciones nuevas que hubo que "traer", y crear las
condiciones en que pudieran desenvolverse: "el liberalismo económico, hablando con propiedad, es el
principio director de una sociedad en la cual la industria está fundada sobre la institución de un mercado
autorregulador" (Polanyi, 1997: 243).
Hay un aspecto que merece la pena resaltar y comentar, aunque se aparte de los objetivos de este ensayo, y es
la defensa que se hace de la cultura. Podemos considerar la cultura una institución, sin entrar en definiciones
epistemológicas, e introducirla en el eje del discurso, a ver qué pasa. La defensa de la sociedad, de que habla
Polanyi, muchas veces consiste en la defensa de la cultura, o defensa en términos culturales. Es más,
normalmente, los efectos deletéreos del nuevo sistema económico comienzan por manifestarse a nivel
cultural. Es lógico que la primera reacción de defensa surja en ese campo. Polanyi plantea la degradación
cultural con los más negros tonos de que dispone, y al hablarnos de desintegración de la sociedad, muchas
veces parece resonar el eco de un trasfondo cultural. Es lógico si pensamos en los trabajos realizados en el
campo de la Antropología.
Sin embargo, pese a concederle a Polanyi la razón en que la mayor cota de degradación y desposeimiento se
produce cuando se priva al hombre de sus cimientos culturales, y es precisamente donde se hizo sentir con
más fuerza y antes el efecto del mercado, no fueron esos los primeros elementos a proteger, sino más bien los
últimos. Tras lograr los derechos políticos, la siguiente defensa se planteó en términos económicos. En
nuestros días aún estamos empezando a vislumbrar los efectos culturales del sistema de mercado y el
capitalismo; es hoy, satisfechos por nuestro bienestar y nuestra democracia, cuando empezamos a
preocuparnos por nuestras raíces culturales, en muchos casos secas e irrecuperables a no ser como fósiles de
museo.
Pero el mérito de Polanyi no es solamente reivindicar la defensa de la cultura, sino plantear nuevos términos
en los que basar la crítica al liberalismo, apartándose así del análisis economicista en el cual coinciden tanto
liberales como marxistas. Al analizar los efectos de las leyes de pobres y ahora, al considerar los efectos del
campante mercado autorregulador, se ha insistido mucho en el desastre cultural más que en las condiciones
materiales o en la explotación, y ello se debe sobre todo a que la gran transformación de la que estamos
hablando es sobre todo cultural.
La última parte del libro trata de los movimientos sociales, desencadenados a raíz de las transformaciones
producidas, y las implicaciones con la esfera política. Nuevas tensiones, materializadas en la lucha de clases
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que ahora se institucionaliza políticamente en los parlamentos, lucha con un transfondo económico pero cuyos
efectos conmocionan la política La extensión de la economía de mercado hizo surgir fuerzas sociales y
políticas nuevas. El movimiento obrero, sindical y socialista, como defensor del cuerpo social, y los
totalitarismos de izquierdas o de derechas, soluciones políticas a las que desembocó el torbellino de fuerzas.
Polanyi concede atención al socialismo, del que propone una definición que me gusta: "socialismo es ante
todo la tendencia inherente a una civilización industrial para trascender el mercado autorregulador
subordinándolo conscientemente a una sociedad democrática". Por tanto, una solución que acepta el
capitalismo y el mercado, pero en un segundo plano, en una sociedad libre. (Polanyi, 1997:367).
El ultimo capítulo del libro plantea el tema de la libertad desde un punto de vista filosófico, es decir, como
dilema básico de la sociedad actual. Los términos del dilema son los dos polos que hemos venido
configurando: por un lado una libertad sin restricciones ni cortapisas, y por otro la convicción de que para
alcanzar la verdadera libertad es preciso crear instituciones que permitan su desarrollo y su auténtico disfrute
por todo el cuerpo social. Una vez más, El autor se muestra escéptico y crítico con esa falsa libertad basada en
el interés personal, cuyos efectos son la disolución de las bases constitutivas de la sociedad y que solo
beneficia a los mejor situados. La auténtica libertad requiere instituciones y garantías, igual que cualquier
sistema social exige un mínimo de poder y organización. Y es precisamente este hecho, el descubrimiento de
la sociedad, lo que otorga a la libertad su auténtico y completo significado.
De este largo recorrido por el libro de Polanyi, del cual no he referido todos los aspectos que en él aparecen ,
pretendo ahora rescatar dos puntos de apoyo para plantear una discusión. Uno es empírico y el otro es teórico.
El primero es el doble movimiento representado por el principio liberal y su economía de mercado, y por la
respuesta de autoprotección de la sociedad dada por los representantes del socialismo. El punto teórico es el
que ha animado y orientado el recorrido anterior: el aspecto institucional de la gran transformación.
Douglas North hace referencia a Polanyi en su libro Estructura y cambio en la historia económica (North,
1984: 205), y en concreto le interesa el aspecto autodestructivo de la sociedad de mercado cuando a éste se le
deja actuar libremente. A juicio de este autor, Polanyi no profundiza suficientemente en su análisis, no así en
sus cuadros descriptivos. Este autor habla de una Segunda Revolución Económica, que en parte coincide con
la Gran Transformación de Polanyi. El cambio en el modelo económico se debe, para North, en cambios a
pequeña escala, cambios en la percepción de la realidad, y en concreto, la sustitución de los intercambios
informales por acuerdos formales, que exigían una extensa reglamentación pero que permitían resquicios por
los cuales algunos podían beneficiarse a costa de otros (explotación) y no cumplir dichas normas. Esta
diferente percepción de la realidad y la diferente posición ante el intercambio introdujo la competencia, el
antagonismo y el conflicto. Rechaza la interpretación institucional de Polanyi según la cual el nuevo modelo
se implantó a partir de reformas desde la política, y la institucionalización de un mercado autorregulador. Sin
embargo, Polanyi niega que los mercados y sistemas económicos surjan de la nada, y mucho menos que
puedan funcionar sin instituirse como sistemas económicos. En su artículo "El sistema económico como
proceso institucionalizado" (Polanyi, Arensberg, Pearson, eds., 1957) expone esta afirmación, analizando
economías estables en base a sus formas de integración: reciprocidad, redistribución e intercambio. Ninguna
de estas tres pautas por sí sola llega a constituir una estructura estable a partir de agregados de
comportamientos personales. Insiste en la importancia del aspecto "institucional" de la economía, que es lo
que la dota de esencia, unidad, coherencia, estabilidad Sin ese aspecto institucional el proceso económico
carecería de significado, puesto que "la economía humana está incrustada y enredada en instituciones
económicas y no económicas. La inclusión de lo no económico es vital. [] En este artículo, cuyo objetivo es
antropológico, Polanyi define el mercado a partir de sus elementos, y hace un recorrido desde su institución
que trasciende la idea que de ello tenemos en relación con el contexto occidental e industrial.
Volviendo a North el cual, pese a discrepar con Polanyi en algunos detalles, comparte con él el planteamiento
básico, también nos ofrece una teoría del cambio institucional. North no es tan optimista como Polanyi
−hecho que critica de éste− pero en cambio su análisis es más riguroso y a la vez menos ambicioso. Concibe
la historia económica como "evolución de las restricciones", y se aparta también del materialismo para
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estudiar la realidad económica y social.
North considera que Polanyi no ha sabido comprender la Revolución Industrial y que las soluciones que
propone son erróneas. Lo mismo afirma de otro autor, J.A. Schumpeter, el cual también habla de los efectos
deletéreos del capitalismo para consigo mismo. Este autor se plantea en serio la supervivencia del capitalismo,
también en términos de instituciones. Ahora ya hablamos de capitalismo en general y no solo de economía o
mercado. "El proceso capitalista −afirma− del mismo modo que ha minado el cuadro institucional de la
sociedad feudal, está minando el suyo propio" (Schumpeter, 1983:(I)190). La desintegración de los cimientos
del capitalismo afecta a instituciones como la propiedad, la libre competencia (monopolios) y la libertad de
contratación. Por fin, la feroz crítica de Schumpeter anuncia su desintegración por la suma de hostilidades a la
tiranía del sistema del capital.
Por último, un apunte sobre el tema de la libertad. Como muchos autores de posguerra (Fromm), el tema del
fascismo y la libertad está muy presente. En algún momento del libro habla de las soluciones aportadas desde
la política para contrarrestar los efectos demoledores de la economía. Polanyi llegó a conocer los Estados del
Bienestar, antes de su cuestionamiento como modelos válidos con garantías de futuro. La contundencia y
facilidad con que se están implantando en nuestras sociedades los modelos neoliberales está justificada, de
nuevo, con el viejo argumento liberal que recurre al mercado como oráculo y templo. Y sus efectos
devastadores otra vez se dejan notar y exigen una nueva toma de posiciones. Hoy día el conflicto cultural está
en primer plano y el peligro se llama globalización. Ya existen movimientos que la plantan cara. Pero de lo
que se trata es de la libertad. En una sociedad que ha nacido en la economía de mercado, más o menos cruda,
fundada en los ideales de libertad e igualdad(?), que ha sido capaz de crear instituciones que ponen al alcance
de todos la salud y la cultura, no deben permitirse cesiones de parcelas de libertad en favor de una supuesta
"mayor eficiencia económica". Ahora es un buen momento para revisar los argumentos de Polanyi en contra
del mercado y a favor de los movimientos que defienden las bases esenciales de la sociedad.
BIBLIOGRAFIA:
FROMM, E (1997): El miedo a la libertad, Barcelona, Paidós
NORTH, D.C. (1984): Estructura y cambio en la historia económica, Madrid, Alianza
POLANYI, K (1997): La gran transformación, Madrid, La Piqueta
POLANYI, K ( ): "El sistema económico como proceso institucionalizado" en POLANYI,K.,
ARENSBERG,C.W. y PEARSON,H.W., eds.: Comercio y mercado en los imperios antiguos, Buenos Aires,
Paidós.
SCHUMPETER, J.A. (1983): Capitalismo, socialismo y democracia, Barcelona, Orbis
SCHUMPETER, J.A. (1990): 10 grandes economistas: de Marx a Keynes, Madrid, Alianza
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