La gnosis taoista de Lao Tsé

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EL
TAO
TE
CHING
DE
LAO TSE
Comentario e interpretación a partir del libro de CARMELO ELORDUY
LA GNOSIS TAOISTA DE LAO TSE
y de los textos de HERÁCLITO
reunidos en el libro RAZÓN COMÚN de
AGUSTÍN GARCÍA CALVO
TRABAJO REALIZADO POR
DE 4º DE FILOSOFÍA
INTRODUCCIÓN
Este trabajo lo construiré a partir de una lectura conjunta de la interpretación que del Tao Te Ching hace
Carmelo Elorduy y la que Agustín García Calvo hace del libro perdido de Heráclito. Se trata de hacer una
interpretación desde presupuestos más cercanos a García Calvo, así desde sus fuentes más evidentes :
Heidegger y sobre todo Nietzsche. Partiendo de Heidegger, no se comprende la alteridad sino traduciéndola,
interpretándola, apropiándose de ella desde nuestras propias categorías (no se trata de reducir lo extraño a
planteamientos estrechos, sino de desarrollar las propias concepciones hasta donde potencialmente podían,
dentro de la esencia del propio lenguaje, concebido ontológicamente : ésta es la perspectiva). Así mismo
trataremos de ver cómo concuerdan los planteamientos de Lao Tse y Heráclito defendiendo la intuición previa
de su paralelismo (no de su concordancia en las conclusiones pero sí en lo cercano de los caminos) y de su
paradigmática concordancia con los planteamientos a los que está obligando la evidente crisis de la
modernidad, entendiendo así como un Nietzsche que intuyó la muerte del sentido encontrase en Heráclito un
planteamiento primerizo, previo al desarrollo de la metafísica en que la tradición occidental debería quedar
embarrada hasta ahora.
El planteamiento general sería el siguiente. Lao Tse, como sabemos, parte de la unidad al fondo de la
diversidad, como sustento de esta. Elorduy lo traduce como Logos buscando paralelismos con la filosofía
griega, paralelismo quizás un tanto forzado (pues desde luego no es el logos lógico−lingüístico o racional, en
el estrecho sentido con el que lo concibió la tradición metafísica), sin embargo la identidad con el Logos
establecida por Elorduy no nos vendrá nada mal para relacionarlo y diferenciarlo del logos−fuego
heracliteano, como A. G. Calvo dice, su Razón Común. El taoista negará credibilidad a los sentidos
discriminantes, y a nuestro propio lenguaje que sólo es capaz de analizar y por tanto de discernir y separar la
unidad básica a la que debemos llegar para ser fieles a la realidad y salvarnos...es la renuncia a la palabra de
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donde emergen las diferencias irreductibles (si se dice bueno se dice a la vez malo...) ...el que habla no sabe, y
el que sabe calla... Desde esta renuncia el acceso al Tao vendrá vía intuitiva, por la experiencia mística que en
teoría nos saca del lenguaje (ya hablaremos durante el trabajo de la cuestión del silencio lingüístico) y como
en el salto de Kierkegaard el sinsentido se vuelve sentido y la soberbia se torna humildad.
En lo anterior quedaría resumida la tesis del trabajo, que inserta el pensamiento de Lao Tse al lado de todos
aquellos que destacan la vertiente destinada frente a la voluntaria y libre del hombre, que tratan de devolverlo
a su copertenencia a la ley cósmica en harmonía con la naturaleza, así la fusión del sujeto y el objeto como
criaturas ambas de un principio anterior y superior. Estas ideas son muy típicas de las sociedades agrícolas
que se sienten a merced de los cambios de la naturaleza, por tanto (o a la vez, no quiero reducir principios
trascendentales a mecanismos de defensa psicológico, sino mostrar su sincronía y coincidencia, no decido por
ahora si fue antes el huevo o la gallina, la infraestructura económica o la superestructura ideológica), se activa
un sentimiento de criatureidad así como un sentimiento de pecado, de mancha nunca mejor simbolizado que
en el mito del árbol de la vida y el árbol de la ciencia, el hombre que se siente en su consciencia y libertad
despegado de la naturaleza por propia decisión rebelde (el pecado de comer del árbol prohibido), ve a la vez
su incapacidad para alcanzar una libertad absoluta que le haga como Dios, el inevitable fracaso del hombre
dada su finitud lleva a la desesperación de la que sólo se sale, como dijo Kierkegaard, crucificándose a sí
mismo : la cruz se hace luz y la luz cruz, es la vía de la redención, la que ajusta el propio ritmo al del destino,
o en el caso de Lao Tse al de la naturaleza, que sigue fiel la virtud del Tao (el Te) dado su inconsciencia e
ingenuidad, que es la bondad originaria.
A la vez de todas estas ideas que por ahora sólo presento sin explicarlas con detalle y en su alcance y
coherencia, me gustaría repescar a Heidegger en una de sus intuiciones primeras y básicas que es la de la
localidad del conocimiento, ese apego a la tierra fundante (que el concepto de tierra se llame tierra no creo que
sea mera arbitrariedad, sino que esconde cierta concepción del hombre paralela (hasta cierto punto) al vegetal
enraizado, es el hombre con sus limitaciones, aun con los estigmas de aquello a lo que sus antepasados de
especie estaban condenados : a la dependencia del medio, así en el hombre insertado en la historia, la
dependencia del paisaje que configura sus modos de pensar y se apegan al lado sentimental de su cerebro), es
el apego a la tierra fundante que es condición de posibilidad del nacimiento de un mundo, que sólo es
actualización de aquella primera intuición poiética. Quiero remarcar con esta noción lo mismo que parecía
echar en falta Scheler en la ontología moderna, y es esa materia que nos conforma al igual que lo hace la
formalidad o logos, ese apriori sentimental en el que insistía, sólo que desde nuestra perspectiva no será para
instaurar un platónico mundo de valores sino unas categorías culturales profundamente arraigadas y que
constituyen una parte esencial de nuestra psique emocional, sobre la que se monta y que dirige todo el aparato
lógico−técnico del que disponemos.
ANÁLISIS DEL TAO TE CHING
El primer capítulo del Tao es titulado por Elorduy El Tao en su trascendencia y en sus seres. Se parte de la
unidad innombrable del cosmos, de la realidad. Esta es la premisa de que parte en su libro Lao Tse, sin
embargo nosotros la pensaremos como consecuencia del segundo capítulo, tal como he previsto en la
introducción partiendo de la caída y la el absurdo del mundo en sí mismo, se da el salto hacia el sentido sólo
inculcable heterónomamente.
1. La escisión de la unidad primigenia
El segundo capítulo se resume en Los contrarios se suceden. Elorduy dice lo bello es feo, no se si ésta
traducción es la exacta y aunque lo fuera, a la luz del resto del libro, prefiero interpretar lo bello engendra lo
feo (más parecido a como traduce Preciado, el traductor de la otra edición del Tao Te Ching manejada en
clase). De aquí leo que el análisis, la partición, el nombramiento de la realidad (el intento de dominación a
través del logos−lenguaje) engendra el dolor y el lado oscuro (la maldad, la negatividad, pues el lenguaje
cobija en su entraña la dualización no mediable desde el lenguaje mismo según Lao Tse), es una llamada de
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atención respecto a la acción diferenciadora y artificial del hombre que al tratar de imponer a la naturaleza una
jerarquía para comprenderla y dominarla se le filtra su finitud, la revelación de su impotencia al intento de ser
como Dios. Este es el final del mito prometeico, su inevitable frustración : la naturaleza siempre se acaba
imponiendo así leído desde el Heráclito de Agustín García Calvo, la mayoría de los hombres que no tienen en
cuenta que están en el logos, que todo e incluso ellos mismos obedecen a la ley de la razón común, creen
conocer la realidad y creen tener ideas propias y originales sobre ella, creen tener la razón en las contiendas
con otros que actuando del mismo estúpido modo creen ser dueños de ella y así entran como cosas entre cosas
en el proceso lógico de la naturaleza, que es el de la guerra, el de la mutua definición desde la oposición (el
juego de alteridad e identidad, la identidad sólo es definible desde la demarcación del límite con el otro, el
bárbaro), esta es la ley principal del logos, la de la contradicción ; el hombre que sabe sin embargo que
obedece a razón se dará cuenta de que todo lo que puede saber es nada, pues quien lo sabe es razón (pensemos
esto, como hace A. G. Calvo desde las claves interpretativas de la hermeneútica surgida a partir de De camino
al Habla de Heidegger, así el lenguaje nos Habla, Habla con sigo mismo a través de nosotros), de este modo
se entra también en la ley de razón, pero ahora conscientemente, sin engañarnos por mitos que nos prometen
la dominación y comprensión del cosmos, de este modo es de nuevo, como en Lao Tse, crucificar al hombre
(al hombre creador−dominador que se cree con la razón) para llegar al Tao o a la Razón Común. Cabría tener
en cuenta hasta que punto son equiparables Tao y Razón común pues el Tao, como hemos visto, se trata de
instalar en un lugar antepredicativo, el logos heracliteano por su partes lingüístico, trataremos sobre la marcha
del trabajo de arrojar más luz sobre este problema.
La cuestión general tratada en el segundo capítulo se repite en el dedicado a los 10.000 seres, en el apartado
del mundo hecho de números se encuentra clara esta cuestión : primero fue el 1, es decir la unidad del Tao
indisoluble, el hombre en el paraíso animal, en la inconsciencia, a partir de aquí comienza la alienación de la
identidad originaria de todo con todo en el Tao, así primero el 2 cielo y tierra, el 3 que es la suma de estos más
la oquedad entre ellos, y así hasta llegar a los 10.000 seres que completan el universo. (pág. 48).
2.La cuestión del tiempo
El capítulo seis de su estudio sobre lo que Elorduy llama la gnosis taoista lo titula (incorrectamente como
trataré de demostrar) AIÓN, y se centra en otra de las cuestiones básicas de esta unidad primordial que es la
que busca el hombre arrojado a su propia consciencia, tratando de superar la pluralidad y trata de superar el
tiempo (recordemos el horror del tiempo insistentemente relatado por Mircea Eliade en el Mito del Eterno
Retorno ). Este es el tema del Cháng de Lao Tse que Elorduy traduce como equivalente al Aión griego,
término que designa al tiempo como totalidad (eternidad), contrapunto del Cronos como momento. Ambos
términos se instalan en una metafísica no pensada aún, pero ya potencialmente en las propias estructuras
inconscientes de la cultura helena que parte de un absurdo no pensado (Heráclito dice en su libro que el
tiempo todo es un niño jugando al tres en raya, desde la interpretación y la deconstrucción del concepto de
tiempo en su doble vertiente Aión y cronos que hace A. G. Calvo con motivo de este aforismo de Heráclito,
criticaremos a Elorduy en su reducción a categorías metafísicas del pensamiento de Lao Tse y seguiremos
tejiendo nuestra propia interpretación). Dice Lao Tse Conocer la perpetuidad (Cháng) es iluminación ; no
conocerla es obrar insensatamente su mal. Conocer su perpetuidad es cabida Jung (amplitud), y la cabida es
comunidad Kung y comunidad es grandeza (principado) Wang y la grandeza es cielo, y el cielo es Tao, y el
Tao dura. Aun sumergido en el agua no muere(Cap. 16), Elorduy comenta esto diciendo que Lao Tse
identifica la eternidad Cháng con la capacidad o espacio Jung(Pág. 33), así interpretamos, frente a la
helenización de los términos de Lao Tse por Elorduy, su concepción del tiempo primigenio como
espacio−tiempo en unidad vivencial previa a la abstracción metafísica tanto del Aión como del Cronos que
piensa el tiempo como accidente del espacio (tematizado por Aristóteles, pero haciendo caso a la doctrina de
Heidegger, si esta tematización fue posible es por que en la esencia misma del lenguaje de fondo que soporta
el idioma clásico griego (como la idéntica intuición que descansa sobre todo occidente, en maduración y
decadencia permanente hasta hoy) se daba esta posibilidad). Esta accidentalización es condición de
posibilidad de la elaboración de un lenguaje científico−técnico−metafísico dominador que está montado
igualmente sobre la alienación del sujeto y el objeto (olvidando su copertenencia). No se puede forzar el
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paralelismo que trata de hacer Elorduy entre el tiempo del Tao y el Aión, nosotros interpretamos el tiempo del
Tao como un tiempo de la no diferenciación, preconsciente, prelingüístico, el tiempo del paraíso perdido, de la
inmanencia vivencial, un tipo de tiempo que no es accesible desde un lenguaje cargado de categorías
abstractas, discriminante, por ello sólo accesible desde el silencio.
3. El silencio
Este tema del silencio está advertido ya en la diferenciación entre el Tao que puede ser dicho y el que no
puede ser nombrado, siendo el verdadero Tao padre de todas las cosas el innombrable pues como anuncia
Elorduy Dios no tiene nombre alguno, pues quien tiene un nombre es criatura de otro(Pág. 21) ; en el lenguaje
más primitivo lo nombrado y la palabra que lo nombra tienen una unión primordial, casi no se distinguen (esta
función primitiva de todo el lenguaje queda reservado a parcelas especiales con el desarrollo de éste, como el
la del lenguaje mágico), todo aquel que nombra algo lo está concreando, sin embargo nosotros no podemos
crear al Tao pues estamos en él, seguimos su ley, somos sus criaturas. Dice Elorduy : tiene todos los nombres
porque sólo él es el padre y por eso no tiene ningún nombre, porque es padre de todos(Pág. 21), es anónimo y
pantónimo pues todo es él y el nombre de todo es nombre suyo, pero no lo agota sino que es todo y más,
incluso más que el lenguaje. Nuestra vía de acceso tiene que ser pues la total fusión con él sólo posible a
través del silencio, de la minimalización de nuestras percepciones, evadiendo cualquier impulso analítico o
dominador para quedarnos a un nivel vivencial prelógico, que elimine la alienación sujeto−objeto que nuestro
lenguaje nos impone y nos haga sentirnos uno con el todo que se vuelve a la vez : esencialmente diferente, no
captamos más que diferencias pues es el lenguaje quien organiza en géneros y especies y por ello raíz de
igualaciones abstractas, sólo posible
matematizando y disolviendo las diferencias cualitativas en diferentes cantidades, pero a la vez, de esta
diferencia total nace la indiferenciación radical de todas las cosas en la unidad vivenciada, pues es el lenguaje
el que al jerarquizar lo dado establece al igual que las correspondencias, y las reducciones de los particulares a
la idea, los diferentes grados de perfección, de racionalidad, de este modo la negatividad accidental, el mal a
superar, es un pensamiento tendente a la reducción de la realidad en categorías racionales, a dominar y
transformar la realidad en aras de la idea. Nos cabe sin embargo la duda de si en silencio del taoista es en
verdad un silencio total o no será más bien como todo lo humano simbólico y por tanto lingüístico, creo que la
respuesta es más bien sencilla pues en tanto en cuanto el taoista no olvida definitivamente el lenguaje y
regresa a un estadio animal, sino que estos ejercicios místicos son meros ejercicios de los que se vuelve para
seguir viviendo como hombres, es decir, simbólicamente, el silencio se incorpora al mundo del sentido, que es
el mundo del lenguaje. El lenguaje tiene incluso la capacidad de mostrar, de señalar hacia afuera de sí mismo
otorgándose el sentido heterónomamente, pero siempre mediado por sí mismo.
4. Vía oppositionis
El modo que tiene el lenguaje para señalar fuera de sí es el doble juego de ocultar y enseñar que se realiza en
el símbolo (entendido como religioso o poético). Así se define el Tao como cuadrado inmenso sin
ángulos(Cap. 41) como forma sin forma(Cap. 14), figura sin figura(Cap. 21) y dice Elorduy para abarcarlo
hay que afirmar y negar de él lo mismo(Pág. 23), es la vía oppositionis que rompe el lenguaje o lo muestra en
su límite. Esto sin duda nos recuerda a los famosos opuestos de Heráclito, de este modo podemos rememorar
el fragmento básico en el que dice El Dios, Día/Noche, Invierno/Verano, Guerra/Paz, Hartura/Hambre : todos
los contrarios juntos, ése es el pensamiento(Frag. 48), sin embargo la diferencia es total, mientras que Lao Tse
señala hacia afuera del lenguaje, reventando éste para que de la imposibilidad de concebir las contradicciones
brote lo que está más allá de lo expresable, Heráclito por el contrario señala en éste y en otros muchos
fragmentos hacia la contradicción misma, no para dar el salto y salir de ella sino para instalarse en ella, ella
misma como el Dios, como la ley universal, esta cuestión es el verdadero móvil de mi planteamiento, pero
antes traigo alguna otra cuestión que pueda traer más luz o al menos mostrar la inevitable complejidad de
tratar de elevar puentes entre estos dos pensadores, Heráclito y Lao Tse, sólo unidos por la distancia que les
separa de nosotros. Nunca mejor momento para traer a colación la doctrina del Te, El Tao, pues, los
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engendra ; el Te los cría, los hace crecer, los nutre, los perfecciona, los madura, los sustenta, los cubre. Los
engendra y no se adueña de ellos, los hace y no se apoya en ellos, los hace crecer y no los domina. Es la virtud
encarnada(Cap. 38), es el demiurgo actuando con el cielo y la tierra(Pág. 29) como dice Elorduy, esta es una
virtud tanto para los hombres como para las cosas, es la misma para lo biológico que para lo moral lo mismo
que la lógica del logos heracliteano, y no es por casualidad por lo que hacemos esta comparación, y es que
aunque no es del todo identificable la razón común de Heráclito con el Te de Lao Tse (al igual que no lo es,
como hemos señalado, con el Tao) sí que es interesante mostrar la necesidad de nombrar un órgano ejecutivo
mandado por el Tao pero al margen de éste para salvaguardar su trascendencia, mientras que el logos
heracliteano es él mismo legislador y ejecutor de su ley. No nos atrevemos a decir más de este punto, pues
nuestros conocimientos son ya bastante insuficientes para arriesgar las hipótesis que hasta ahora hemos dejado
caer (siempre apoyándome en otros autores y depositando mi confianza más en su conocimiento del tema que
en mi capacidad intuitiva) y más si tomamos en cuenta otros elementos más complejos que hasta ahora no
hemos tenido en cuenta como es la doble vertiente del Tao en Yin y Yang.
5. Guerra y harmonía
A este último respecto nos centraremos únicamente en el capítulo que Elorduy dedica a comparar los autores
que nosotros trabajamos ahora. Lo que en Heráclito era ley de la contradicción y principio de la guerra como
padre de todas las cosas que se identificaba con el propio logos (así en su inmanencia y trascendencia
concordando, no identificándose como es la relación de habla y lengua en Saussure), en Lao Tse es ley de la
harmonía que rige el cosmos desde su remarcada trascendencia con la mediación de su órgano ejecutivo o
demiurgo, el Te. Heráclito y Démocles atribuyen a la discordia y a la guerra el origen de los seres. Lao Tse
por el contrario, con los pitagóricos, lo atribuye a la paz y unión armónica de los dos principios antagónicos
del cosmos(Pág. 43), Carmelo Elorduy establece primeramente esta absoluta diferenciación entre los dos
autores, así frente al dios belicoso de Heráclito, Lao Tse propone una ley universal de la harmonía definida
por el propio Elorduy como ...el resultado de la adecuada combinación de los contrarios(Pág. 44), sin embargo
acaba concluyendo que la diferencia más que de fondo, en la configuración bipolar de la realidad, vendría
dada en la sensibilidad con que se describe, pues ni la harmonía de Lao implica una quietud, ni la
confrontación de Heráclito es equivalente al caos, pues es indicado por la ley que es la de la contradicción : La
armonía oculta, dice el mismo Heráclito, es superior a la patente. Dios oculta en ella las diferencias y
diversidades mezclándolas entre sí(Pág. 49). Sin embargo la conclusión a la que llega Elorduy después es
contraria a nuestra tesis y por ello trataremos de criticarla Lo que el Tao es para Lao Tse, es el fuego para
Heráclito −todo se convierte en fuego y el fuego se convierte en todas las cosas−(Pág. 50), Lao Tse dice
paralelamente (paralelamente según Elorduy) en el capítulo 16 Hay que llegar al vacío extremo para lograr
una quietud sólida, así del Tao como unidad y Vacuidad ha engendrado todas las cosas y de estas se debe
volver a la perfecta vacuidad originaria. En el Tao se puede hablar hasta cierto punto de creación, cuando se
piensa en el Tao sin nombre que es madre de todas las cosas, sin embargo en la doctrina de Heráclito no hay
creación por ninguna parte, no se parte del logos y luego aparecen las cosas sino que la ley y los que la
obedecen son simultáneos y correlativos, impensable una al margen de los otros. La metáfora del fuego sin ser
forzada (por una mentalidad que busca la preconfiguración del dios cristiano por todas partes) y leída con el
resto del libro ilustra muy bien esta relación, que como compara Agustín García Calvo puede se iluminada
desde la correlatividad sistema de la lengua, abstracto, intemporal....el habla de los usuarios, temporal,
concreto..., de este modo el fuego hace a las cosas y las cosas vuelven al fuego como la lengua permite el
habla y el habla regresa a la lengua para buscar nuevas posibilidades, pero no se trata de regresar
definitivamente al fuego−logos, sino de ser consciente que nos constituye y no proyectar lo imposible (superar
los contrarios, conocer la realidad en sí...), es como ya hemos dicho alguna vez, la máxima nietzscheana de
darnos cuenta de que soñamos, pero no para despertarnos y morir nuestra vida en un silencio total o en la
espera de éste, sino que fiel a la vida humana predicará al amor a este destino al que estamos arrojados, así
darnos cuenta de que soñamos y seguir soñando (creo que es el mismo amor a la vida que predicaba Unamuno
con su cristianismo limpio de platonismo, la religión que promete la resurrección de los muertos, la
devolución de lo más apreciable, nuestra propia vida como verdadera y única vivencia humana del reino de
Dios). Quizás llevar hasta estos extremos al propio Heráclito sea tan forzado como llamar a su logos Dios
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(como hace Elorduy), pero lo que no creo que sea forzar los términos es mostrar la diferente relación entre el
Tao y sus criaturas, y el logos y las cosas que rige pero nunca se dice que cree (como en el resto de la filosofía
griega, en Heráclito está ausente la idea de creación).
CONCLUSIÓN
No va a ser necesaria esta conclusión en la que pretendía verter por primera vez la tesis del paralelo
planteamiento y a la vez de las distintas conclusiones a las que llegan Heráclito y Lao Tse, pues a lo largo del
trabajo y sobre todo en las partes finales ya lo he hecho. De todos modos quiero rematar el trabajo con una
última idea, dejando ahora de lado el tema de Heráclito, para traer a colación estas palabras iluminadas e
iluminadoras que Lao en su capítulo 71 nos proporciona : Ser sabio y no conocerlo es la perfección, esto se
completa con frases referentes a la política La ilustración es la ruina para el pueblo, su grandeza la humildad y
El buen soberano sin voluntad propia, la voluntad del pueblo es la suya, su regla : dejar que la cosas sigan su
curso natural(del Cap. 57). Aunque una vez más pueda parecer que fuerzo los términos, la intuición que Lao
Tse trata de expresar en estas sentencias no me deja de recordar a la del primer Wittgenstein que ante la
paradoja de las clases de clases y los metalenguajes (que es la paradoja misma de la conciencia reflexiva,
esencia de todo el pensamiento occidental desde sus raíces helenas y razón de su hundimiento según
Nietzsche : Dios muere por puritanismo, por reflexionar sobre sí desde su imperativo de verdad). Wittgenstein
definió por ello el lenguaje como un todo estructurado, haciéndole perder su dinamicidad (pues era su ruina) y
definiendo estrictamente los campos de que se podía hablar, y de lo que no se puede hablar mejor es callar,
así : el ojo no se puede mirar a sí mismo, la metafísica sería una enfermedad que trata de encontrar la ley del
propio sujeto que la busca (creo que es llevar las antinomias de Kant hasta su raíz más profunda). Lao Tse por
su parte en su repudia por la artificialidad de lo humano nos invita a volver al orden natural, parece oler al
igual que Wittgenstein, al igual que el mito bíblico del pecado original que el camino del hombre dejado a su
propio albedrío, siguiendo su tentación de saberlo todo, sólo puede llevar a su propio fin, al nihilismo, pues
las palabras del hombre no acaban sino por enfriar el misterio más profundo que sólo en el pleno silencio, en
el rapto por la naturaleza que es la encarnación perfecta de la ley común (a ella y a mí) puedo descubrir mi
última esencia que es razón de mi salvación, y que es darme cuenta de que no estoy en mi mano.
BIBILIOGRAFÍA
Los libros básicos utilizados para este trabajo y de los que son fuente de todas las citas son :
−LAO TSE, LA GNOSIS TAOISTA del TAO TE CHING de Carmelo Elorduy. Edita la facultad de teología
del colegio máximo S. I. de Oña, año 1961. Censor : Dr. Felipe López.
−RAZÓN COMÚN : Edición crítica, ordenación, traducción y comentario de los restos del libro de Heráclito,
de Agustín García Calvo. Editorial Lucina, Madrid 1985.
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