"Variaciones sobre el habla (Un viaje neurobiológico al interior del

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VARIACIONES SOBRE EL HABLA
(Un viaje neurobiológico al interior del lenguaje)
¿Neuro-filosofía?
La vida cognitiva de los seres humanos orbita alrededor del lenguaje. Para Descartes el
lenguaje era una capacidad humana distintiva que indicaba que estábamos parcialmente
constituidos por una sustancia inmaterial, la mente. Su razonamiento se centraba en el
poder creativo del lenguaje, en el hecho de que cualquier humano podía construir nuevas
oraciones constantemente. Al comprobar que una máquina no podía hacer la misma
operación, Descartes optó por el dualismo.
En las tres últimas décadas se han comenzado a aplicar conceptos neurocientíficos a
preguntas filosóficas tradicionales (Bechtel y col., 2001). Esta aplicación ha sido de gran
importancia en la comprensión de las implicancias de ciertos síndromes neurológicos
(como por ejemplo diferentes agnosias) y en el intento conceptual de un Yo unificado, que
dejara atrás el dualismo semántico.
¿Por qué esta interacción ha tardado tanto tiempo en aparecer?
Un hecho importante ha sido que las Filosofías Materialistas de la Mente han producido
una sistemática abstracción de los mecanismos neurobiológicos subyacentes a las
funciones mentales superiores, mientras se mostraban poco interesadas por los avances
científicos recientes.
Esta “abstracción” no ha sido sólo pasiva, sino que en ciertas oportunidades se han
comportado como verdaderos “piquetes” obstruyendo en forma activa la llegada de datos
neurobiológicos a sus campos de estudio.
Otra causa es la pesada herencia cartesiana que arrastra el hiato entre el Cerebro y la
Mente, un verdadero predador de los enfoques tanto psicológicos como filosóficos de las
funciones cognitivas, que ha llevado a la pregunta de cómo un hombre “neuronal” puede
ser a la vez un sujeto moral.
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Pero estos obstáculos no pueden ocultar que existe la posibilidad de crear un puente entre
la Filosofía y la Neurobiología, sin la necesidad de groseros reduccionismos biológicos.
Un ejemplo de la congruencia y complementación entre ambas ciencias lo da la aparición
en 1986 de una obra de Patricia Churchland (Churchland, 1986) que contiene cinco
capítulos de neurobiología, entre varios capítulos dedicados a diversos temas de filosofía.
Este libro es en realidad una introducción a la filosofía para los neurobiólogos, y a la
neurociencia para los Filósofos, ya quese intenta demostrar que un neurobiólogo puede
interesarse legítimamente en los fundamentos de la filosofía y que el filósofo puede
también encontrar temas de interés en las neurociencias.
Esta obra pionera ha sido el disparador de la aparición de diferentes programas P.N.P.
(Philosophy, Neurobiology and Psychology) en distintas universidades de los Estados
Unidos en un intento por analizar en forma transdisciplinaria las funciones cognitivas.
Variaciones sobre la neurobiología del lenguaje
Desde una ignorancia casi total hasta una confusión bien informada
Franz Gall, anatomista alemán de finales del siglo XVIII, fue el primero en sugerir que el
cerebro no era una masa uniforme y que en sus distintas partes podían localizarse
diversas facultades mentales. Gall creía que la facultad de hablar estaba emplazada en los
lóbulos frontales.
¡Por desgracia Gall también sostenía que la forma del cráneo era reflejo del tejido cerebral
subyacente y que se podían determinar las características mentales y emocionales de un
individuo mediante un estudio minucioso de las protuberancias óseas craneanas!
Al no haber pruebas de que con la forma del cráneo pudiera predecirse de manera
confiable ningún rasgo de la persona objeto de estudio, en muchos círculos científicos se
consideró a Gall un charlatán. A pesar de esto, la idea básica de que diferentes regiones
del cerebro controlan distintas funciones sí tuvo muchos partidarios.
Durante muchos años, la mayoría de los científicos se alinearon de un lado o del otro. Un
grupo creía firmemente que los lóbulos frontales controlaban el habla, el otro sostenía que
en regiones específicas del cerebro no podían localizarse funciones concretas.
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El estancamiento duró hasta 1861 cuando Paul Broca, un joven cirujano, hizo un examen
postmortem del cerebro de un paciente que había presentado una pérdida del habla de
muchos años de evolución. En dicho examen observó una lesión en una región del lóbulo
frontal izquierdo.
En 1874, Karl Wernicke, un neurólogo alemán, demostró que la lesión de la porción
posterior del lóbulo temporal izquierdo generaba trastornos en la comprensión del
lenguaje.
Hasta hace pocos años nuestros conocimientos anatomo-funcionales (o mejor dicho
nuestra ignorancia) sobre los mecanismos del lenguaje no distaban mucho de los
descubrimientos de P. Broca y K. Wernicke acerca de los circuitos responsables de la
comprensión y expresión del lenguaje.
En la última década, con la aparición de los métodos de avanzada de diagnóstico por
imágenes, como la tomografía por emisión de positrones y la resonancia magnética
funcional, que han permitido estudiar en forma no invasiva los circuitos neuronales que se
activan durante los diferentes procesos del lenguaje (¡una especie de voyeurismo de las
funciones cerebrales!), se ha obtenido una gran cantidad de información (Blank y col.,
2002, Binder, 2000, Wise y col., 2000). Pero, por el momento, en esta especie de período
de digestión de los nuevos datos, non solum no encajan con nuestros conocimientos
previos (el modelo Broca – Wernicke), sed etiam no nos permiten aún construir un nuevo
modelo biológico de los mecanismos cerebrales del lenguaje, lo cual nos ha sumergido en
un estado de profunda confusión.
¿Hay componentes innatos en el lenguaje?
En general existe la suposición de que las formas complejas de comunicación (como por
ejemplo el lenguaje) son sinónimo de aprendizaje, o para decirlo de otra manera, no
tienen componentes innatos.
Sin embargo, se ha observado que las conductas complejas no siempre son aprendidas y
un ejemplo de esto son ciertas capacidades complejas (como por ejemplo la construcción
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del nido en ciertas aves) que son innatas, ya que tales especies no tienen un período de
vida lo suficientemente largo como para poder aprenderlo (Zigmond y col, 1999).
Esta última observación es un ejercicio útil de calibración antes de concluir que una
conducta tan compleja como el lenguaje humano es enteramente aprendida, y nos ayuda
a aceptar que los conceptos de función compleja y función instintiva no son
necesariamente antagónicos.
La forma de comunicación innata más compleja entre los animales es la danza de las
abejas de la miel. Dicha danza, una figura en forma de ocho, a través de patrones de
movimiento con meneos del cuerpo y zumbidos, indica la dirección y distancia de las
fuentes de comida y agua, y el sol. Se puede establecer, por ejemplo, una precisa
conversión entre la duración del meneo de las abejas y la cantidad de metros de la
distancia señalada (Dyer, 2002). ¡Esta danza de las abejas es sólo superada en
complejidad por el lenguaje humano!
Pero la gran complejidad en la comunicación de las abejas de la miel está limitada por su
inflexibilidad. Las abejas son incapaces de modificar o aumentar su comunicación
mediante el aprendizaje.
Los grupos de primates sociales (como por ejemplo ciertos tipos de monos del viejo
continente) tienen un interesante repertorio de llamados innatos para comunicarse. Este
repertorio es una forma de comunicación más simple que la de las abejas, pero es flexible
ya que los monos son capaces de modificarlo a través del aprendizaje.
En su repertorio de comunicación tienen llamados específicos de alarma (para predadores
alados, leopardos y serpientes), cada uno de los cuales desencadena un tipo de respuesta
específica en el grupo (el llamado de alarma ante predadores alados hace que todo el
grupo corra a esconderse bajo la copa de los árboles, el de leopardos a subirse a las
ramas más altas y delgadas , etc.).
Los primates jóvenes comprenden las clases de animales que corresponden a cada tipo de
llamado en forma innata, pero no saben cuáles son peligrosos. De modo que emitirán un
llamado de alarma ante cualquier ave, y no sólo frente a un halcón. A medida que van
creciendo, los primates aprenden a aplicar un vocabulario innato de categorías y sólo
emiten los llamados ante los animales correctos.
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Vemos entonces que las abejas tienen una comunicación compleja pero inflexible,
mientras que los primates sociales tienen una comunicación simple pero flexible.
Sólo el ser humano ha logrado una forma de comunicación compleja y flexible,
características que tampoco son antagónicas entre sí.
Ahora bien, cabe preguntarse si el lenguaje humano, complejo y flexible (aprendido),
puede tener un componente innato ya que según los conceptos tradicionales (o populares,
o ideas a priori) de la biología y la psicología, existiría un conflicto latente entre lo innato y
lo aprendido, según el cual es innato o es aprendido.
Desde fines del siglo XIX se han utilizado metáforas evolutivas que dividieron en forma
inflexible las funciones corporales en dos grupos.
Uno corresponde a las funciones instintivas o innatas (no aprendidas) cuya origen se
localiza en el organismo. Si la conducta no es instintiva es porque ha sido originada por
factores externos al organismo. La noción de ideas innatas ya fue analizada por Platón y
Leibniz, entre otros.
Las conductas no instintivas son aprendidas y han sido provocadas por factores externos
al organismo.
Pero recientes hallazgos (y un prolijo análisis retrospectivo de las teorías darwinianas)
obligan a reconciliar estas dos metáforas teóricamente “dicotómicas” con las realidades
biológicas.
Es
preciso
modificar
estas
metáforas
que
no tienen lugar en la
ontogénesis.Reconciliar el concepto de instinto con la realidad biológica requiere una
especie de “relanzamiento” de las metáforas evolutivas (Scholz, 2002).
¿La ideas innato-instintivas forman parte de un concepto coherente o aparecen en la
literatura psicológica y biológica contemporánea como fosilizadas etiquetas populares?
Si analizamos detenidamente los textos de Darwin observamos que para él la conducta
instintiva era una variación cerebral inconsciente en cada generación sucesiva, debida a la
selección natural, pero como resultado de las presiones ambientales. ¡Esto implica que
una conducta instintiva es el resultado de lo que inicialmente fue un aprendizaje!
Por lo tanto, la metáfora sugerida por el prefijo in debe ser atenuada.
Podemos concluir entonces que esos conceptos endémicos y predadores, presentes en la
psicología y la biología popular (instintivo-innato igual a genético y todo lo restante es
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aprendido) han llevado a que las metáforas dicotómicas externo–interno deban ser
disueltas.
El lenguaje humano es un ejemplo de la necesidad de dicha disolución.
Además si acordamos con Darwin, es probable que múltiples conductas que actualmente
son aprendidas puedan ser en un futuro lejano y como resultado de las presiones
ambientales ¿In?-natas.
Antes de seguir avanzando en el terreno del lenguaje humano hay dos preguntas que
contestar. ¿Es la comunicación en animales un lenguaje? Y ¿puede haber emergido el
lenguaje humano de las señales animales?
A la primera pregunta se debe contestar negativamente. Por impresionantes que resulten
los recientes intentos de “alfabetizar” a los grandes primates, éstos nunca logran una
forma de “lenguaje” de una complejidad superior a la de un niño de tres años (Bear y col.,
1998).
La segunda pregunta puede ser contestada afirmativamente, aunque aún restan ciertos
datos para poder sustentarla con total solidez.
Fuentes del Lenguaje Humano
Estas fuentes se pueden dividir en lo que se llama la fuente de preparación biológica (o
innata) y la fuente de ingeniería cultural (o aprendida).
Como ejemplos de la fuente biológica del lenguaje están:
-
La capacidad de reconocer fonemas, vocales, consonantes y estructuras
gramaticales en los bebés recién nacidos.
-
La presencia de períodos críticos de aprendizaje del lenguaje, durante los cuales
deben estar presentes los estímulos adecuados y debe generarse el aprendizaje del
lenguaje (Mayberry y col., 2002). De no ser así el lenguaje no es correctamente
aprendido. Un ejemplo notable sobre estos períodos críticos de aprendizaje ha sido
el estudio sobre la adquisición de fluidez lingüística del inglés en los hispanoparlantes que viven en los Estados Unidos. En dicho estudio se observó que sólo si
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el inglés es aprendido hasta los 7 años de edad se obtiene la fluidez lingüística de
un nativo, y que esta fluidez decae abruptamente hasta los 17 años, edad a partir
de la cual el aprendizaje del idioma logra el mínimo de fluidez.
-
Las características universales del lenguaje. El lingüista Noam Chomsky dijo que si
un extraterrestre descendiera sobre nuestro planeta y escuchara hablar a todos los
pueblos que lo habitan diría que hablan un único idioma debido a sus grandes
similitudes. Esto se basa en su afirmación de que todas las lenguas que pueden ser
aprendidas por una persona comparten ciertos rasgos sintácticos fundamentales
(los “universales lingüísticos”, Chomsky, 1988) cuyo conocimiento es innato en
todos los seres humanos. Esto explicaría que todos los niños son capaces de
aprender, como primera lengua, cualquiera de las miles de lenguas humanas que
se hablan en el planeta, mientras que ninguna otra criatura de otra especie podría
nunca hacerlo. Además todos los niños aprenden a un ritmo muy parecido,
desarrollando su capacidad de un modo también muy similar, con total
independencia de su nivel de inteligencia.
-
Las preferencias innatas para la comprensión (audición) y la expresión (sistema
articulatorio facio-lingual) del lenguaje.
-
Los sordos congénitos utilizan desde su nacimiento gestos manuales para
comunicarse (Petito y col., 2001).
Todo lo anterior apunta a que el cerebro humano está biológicamente preparado para
adquirir y expresar el lenguaje. La adquisición humana del lenguaje está profunda y
universalmente arraigada en su cerebro. Por lo que podemos concluir que el lenguaje
no es reinventado por cada generación, sino reexpresado.
También podemos concluir que los “formatos” lingüísticos biológicamente preparados
—que no requieren instrucción para su adquisición— son el habla y los signos
manuales en los sordos congénitos.
Por otra parte, los formatos lingüísticos culturalmente generados —que sí requieren de
una instrucción supervisada para su adquisición— son la lectura y la escritura.
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Diferencias intersexuales en el procesamiento del lenguaje
Así como ya se puede hablar de un hígado “femenino” y un hígado “masculino”,
debido a las diferencias estructurales y funcionales que existen entre los sexos, así
también se puede hablar de un cerebro “femenino” y de uno “masculino”, en virtud de
las diferencias morfológicas (dimorfismos sexuales cerebrales) y de procesamiento
hallados en los circuitos neuronales en ambos sexos.
Un ejemplo claro de estos dimorfismos sexuales cerebrales es el procesamiento del
lenguaje. Ambos sexos utilizan diferentes estrategias para procesar el lenguaje.
Los hombres activan en forma selectiva su hemisferio cerebral izquierdo, mientras que
las mujeres activan los dos hemisferios.
En los hombres, las palabras actúan como claves recuperadoras simbólicas para las
representaciones fonológicas en la memoria, en el hemisferio izquierdo, mientras que
en las mujeres actúan como sonidos o como claves auditivas en ambos hemisferios.
Vía auditiva
Previamente a su procesamiento cortical, el lenguaje debe ser transmitido desde el
oído hasta las áreas cerebrales específicas del lóbulo temporal, por la vía auditiva.
En este momento es importante destacar que la percepción no es una copia sino una
abstracción de la realidad.
Esto se debe a que entre la sensación (o detección de un estímulo ambiental) y la
percepción (o procesamiento cortical de dicho estímulo ambiental) existen una serie de
procesamientos cortico-subcorticales que modifican la sensación.
Entre esos mecanismos podemos nombrar:
-
Adaptación: Es la propiedad por la cual algunos receptores sensoriales (auditivos,
táctiles, gustativos, olfatorios) disminuyen su descarga ante un estímulo constante.
Lo que implica que el estímulo existe pero nosotros no lo percibimos.
-
Plasticidad: Las neuronas están conectadas entre sí por estructuras denominadas
sinapsis, las cuales transfieren información de una célula a otra gracias a un grupo
de sustancias químicas denominadas neurotransmisores. Las sinapsis tienen, a lo
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largo de toda la vida, la capacidad de aumentar su eficacia (“aprender”), realizar
nuevas conexiones, reorganizar los flujos de información, etc. Esta flexibilidad
sináptica posibilita que a lo largo de la vida el “cableado” del sistema nervioso se
vaya modificando, por lo cual un mismo tipo de estímulo puede generar distintos
tipos de percepciones, según la cualidad y cantidad de experiencias registradas
frente al mismo tipo de estímulo.
-
Control central: La corteza cerebral no es un receptor pasivo de la información que
recibe del medio ambiente. A través de vías descendentes, especialmente
relacionadas con el control atencional, pueden discriminar la información sensorial
irrelevante para no gastar nuestros escasos recursos atencionales en información
de poca importancia (Kandel y col., 2000).
Como conclusión, podemos decir que las vías sensoriales, incluida la auditiva, no
reconstruyen fielmente los eventos externos.
La percepción es un verdadero make up o versión editada del estímulo ambiental que la
genera. La presunción naif de una reconstrucción fiel del medio externo es totalmente
descartada por los hallazgos neurobiológicos. La vía sensorial es narcisista y no Verídica,
ya que lo que le importa no es hacer una “copia” del medio ambiente para el sistema
nervioso Central, sino analizarlo en función de la pregunta: ¿cómo se relaciona esto
conmigo?
Procesamiento cortical del lenguaje
Lectura: La información visual llega a la corteza occipital, desde allí se transmite hacia una
región cortical denominada circunvolución angular que funciona como pre-procesador
ortográfico. La circunvolución angular se conecta con el área de Wernicke que se encarga
de la comprensión del lenguaje.
El área de Wernicke manda su información hacia un área eferente que es una zona del
lóbulo frontal denominada área de Broca que se encarga de la programación de la
expresión del lenguaje.
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Dichos programas son transmitidos a las áreas corticales motoras frontales que son las
encargadas de ejecutarlos a través de sus conexiones con las neuronas que gobiernan los
músculos articulatorios y fonatorios (lengua, labios, cuerdas vocales, etc).
Lenguaje oral: La información auditiva llega a la corteza temporal auditiva primaria que
registra los sonidos.
Adyacente a esta área cortical se encuentra la corteza asociativa auditiva que “transforma”
los sonidos en unidades reconocibles. Solamente algunos sonidos son reconocidos como
sonidos de lenguaje y éstos son llamados fonemas (Solms y col., 2002 ). Todo el lenguaje
está estructurado en fonemas, pero diferentes idiomas reconocen diferentes fonemas (por
ejemplo en inglés se distingue entre los sonidos l y r, pero esta distinción no es reconocida
en el japonés). Por esto, el nivel de análisis de la información audioverbal llevado a cabo
en esta corteza se denomina fonológico.
La lesión de esta corteza asociativa auditiva en el hemisferio izquierdo impide la función
de reconocimiento de fonemas, generando un trastorno en la comprensión del lenguaje
denominado afasia de Wernicke (que describiremos más adelante).
Para decodificar la información audioverbal no sólo los fonemas, sino también las palabras
y oraciones deben ser estabilizadas, o recordadas, durante un corto período de tiempo
que se denomina la memoria de corto plazo.
Las palabras son conjuntos de fonemas que evocan imágenes concretas en la mente del
que escucha, dándole así un sentido a los sonidos. Éste es el nivel de análisis léxico. Las
lesiones que afectan este sistema causan un desorden llamado anomia, en el cual el
paciente conoce el sentido de la palabra que intenta usar pero no puede hallar su
fonología.
La estabilización de una frase completa “recluta” los mecanismos audioverbales de la
porción medial de la circunvolución temporal superior. A menudo es necesario “depositar”
una cantidad importante de palabras en la memoria de corto plazo antes que el sentido de
una oración hablada sea claro (consideremos el ejemplo del alemán en el cual el verbo
frecuentemente está al final de la oración).
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Lesiones en la región temporal medial producen un síndrome conocido como afasia de
conducción. Estos pacientes registran lo que es dicho en los niveles fonológicos y léxicos,
pero no pueden estabilizar una oración completa el tiempo suficiente como para
decodificar su sentido o poder repetir en forma adecuada su secuencia.
A continuación hay un nivel más abstracto de análisis de la estructura del lenguaje, que es
el sintáctico y que se produce en la corteza parietal (encargada del procesamiento de alta
jerarquía en la información visuoespacial). Este nivel de análisis es espacial. Lesiones en
esta área dificultan al paciente la codificación del sentido de la estructura espacial de la
secuencia de palabras. Por ejemplo, los pacientes tendrán dificultades en distinguir entre
“el gato persigue al ratón” y “el ratón persigue al gato” ya que el sentido de estas
oraciones depende totalmente de la localización relativa de las palabras clave. Este tipo de
desórdenes se conocen como afasias sensoriales transcorticales.
El cerebro “analfabetizado” y la plasticidad neuronal
El aprendizaje de una habilidad específica durante la niñez puede determinar parcialmente
la organización funcional del cerebro adulto. Veremos que el aprendizaje de la lectura y la
escritura durante la infancia influye profundamente los circuitos neuronales (Castro-Caldas
y col., 1998).
El aprendizaje de la lectoescritura agrega una dimensión visuográfica basada en la
comparación de fonemas y grafemas dentro de los sistemas internos de representación
para el lenguaje hablado. En dicho proceso los sistemas de lenguaje oral y escrito
interactúan.
El lenguaje oral, a nivel conductual, es similar en personas alfabetizadas y analfabetas. Sin
embargo, varios trabajos han demostrado que entre ambos grupos existen diferencias en
ciertos aspectos del procesamiento fonológico del lenguaje.
En personas alfabetizadas el procesamiento de información simbólica implica la activación
de múltiples áreas cerebrales (corteza singular anterior izquierda, ganglios basales, tálamo
anterior, etc). Este patrón de activación no se observa en personas analfabetas que, por el
contrario, activan otras redes neurales (región frontopolar).
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O sea que las personas alfabetizadas reclutan un sistema de soporte específico de
procesamiento simbólico-fonológico que los analfabetos no poseen, por lo que deben
recurrir a la activación de regiones cerebrales relacionadas con la memoria de corto plazo.
Por lo tanto el aprendizaje de la lectoescritura, o sea el aprendizaje de la representación
visual de lenguaje y de las reglas para comparar fonemas y grafemas, desarrolla nuevas
posibilidades
de
procesamiento
del
lenguaje.
Estas
posibilidades
adquiridas
de
procesamiento explican las diferencias en el reclutamiento de redes cerebrales para el
procesamiento simbólico observado entre personas alfabetizadas y analfabetas.
Se puede concluir entonces que la experiencia a través del aprendizaje determina en parte
el desarrollo y la organización del cerebro humano.
El “inconsciente cognitivo” y el lenguaje
La representación mental de los objetos físicos que percibimos concientemente está
creada por un proceso mental inconsciente. El contenido conciente procede del
procesamiento, y nunca somos conscientes de este procesamiento sino sólo de su
resultado (Le Doux, 1999).
Se debe aclarar que el inconsciente cognitivo no es el mismo que el inconsciente
freudiano. El concepto de inconsciente cognitivo sólo implica que mucho de lo que la
mente hace continúa existiendo fuera de la conciencia.
El primer nivel de análisis que hace el sistema nervioso central de cualquier estímulo
externo abarca las propiedades físicas del estímulo. Estos procesos de nivel inferior
ocurren sin que nos demos cuenta. El cerebro tiene mecanismos para procesar la forma,
el color, la ubicación y los movimientos de los objetos que vemos, así como el volumen, el
tono y la procedencia de los sonidos que oímos. Podemos decir cuál de dos objetos está
más cerca o cuál de dos sonidos tiene mayor volumen, pero no podemos explicar qué
operaciones ha realizado el cerebro para llegar a esa conclusión. Conocemos
conscientemente el resultado del procesamiento, pero no el proceso en sí.
El habla, el instrumento conductista preferido de la conciencia, también es producto de
procesos inconscientes. No planeamos conscientemente la estructura gramatical de las
frases que decimos. Simplemente no hay tiempo para eso. No todos somos grandes
oradores, pero solemos decir cosas que tienen sentido lingüísticamente. Hablar con cierta
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corrección gramatical es una de las numerosas tareas que el inconsciente cognitivo hace
por nosotros.
Más allá de la comunicación
Freud afirmó que la unión de las palabras con los pensamientos hace posible traer esos
pensamientos hacia la conciencia y ésta es la base racional de su “cura por la palabra”. La
represión involucra el alejamiento de las asociaciones verbales de los programas de
motivación, la “cura por la palabra” los reconecta. Los deseos reprimidos son, entonces,
literalmente impensables porque son indecibles.
Freud pensaba que solamente algo que ha sido percibido puede volverse conciente. Esto
es porque la conciencia freudiana es una función perceptual.
Los procesos mentales inconscientes que están lejos de la “periferia” perceptual (como por
ejemplo, los procesos de motivación hipotálamicos de sexo, hambre y sed) no pueden
volverse concientes hasta que se asocian a algo perceptible.
Puesto que la memoria de las palabras deriva de las sensaciones concientes auditivas,
posee el requisito de propiedad perceptual. Por todo esto los pensamientos inconscientes
pueden volverse concientes al representarlos en palabras. Para Freud el lenguaje provee
la forma más eficiente y flexible de que nos representemos nuestros pensamientos.
Trastornos del lenguaje
A través del papiro de Edwin Smith sabemos que hace más de 5000 años que se
reconocen los trastornos del lenguaje.
Uno de dichos trastornos es la afasia que es la incapacidad, por lesión cerebral, de
comprender y/o expresar el lenguaje en ausencia de lesiones de las vías auditivas,
visuales o motoras.
Básicamente, las afasias se pueden dividir en fasias de comprensión (por lesión del área
de Wernicke) y de expresión (por lesión del área de Broca) (Purves y col. 2001).
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En las afasias de Wernicke, el paciente pierde la capacidad de comprender el lenguaje.
Está caracterizada por un lenguaje de tipo fluido (¡habla mucho!) pero que está
“contaminado” por una gran cantidad de palabras inventadas o deformadas, lo que
transforma su discurso en algo incomprensible (jergafasia).
En las afasias puras de Broca, el paciente pierde la capacidad de expresarse, pero
comprende perfectamente lo que se le dice. Estos pacientes tienen un lenguaje
“telegráfico”, esto quiere decir que no es fluido (hablan poco), pero cada palabra tiene un
contenido importante (Baker, 2001).
Hay un grupo importante de pacientes que pueden tener una combinación de ambas
afasias (denominada afasia global) o un tipo de afasia a predominio, por ejemplo, de
expresión con algunos componentes de la de comprensión y viceversa.
Debido a que los japoneses tienen dos sistemas ortográficos (Kana con silabo- gramas y
Kanji con morfo-gramas) con áreas corticales específicas para cada uno de ellos, puede
existir una afasia en la cual se produzca un trastorno en un sistema ortográfico,
respetando el otro (Nakamura y col., 2000).
En los pacientes políglotas con afasia, el primer idioma que se recupera es el nativo (a
pesar que haga mucho tiempo que lo haya aprendido), ya que el primer lenguaje es el
más preservado porque es el más “sobre” aprendido.
La música también tiene una gramática, un vocabulario y una notación.
Por esto no es sorprendente que exista una red neural específica de lectura y comprensión
musical que está en paralelo a la red de circuitos neuronales verbales.
La lesión específica de esta red neuronal produce una amusia, que es la incapacidad de
comprender o expresarse musicalmente. Según la disposición de la lesión, la amusia y la
Afasia pueden presentarse en forma disociada o asociada. Un ejemplo de Amusia
específica fue el caso de Ravel, quien nunca pudo volver a expresarse musicalmente.
Un ejemplo de afasia específica fue el de B. Britten quien a pesar de su afasia pudo seguir
dirigiendo (Warren, 1999).
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Lateralidad (El “desconcierto” del Zurdo)
Aproximadamente un 65% de la población es diestra, un 30% es ambidiestra y un 5% es
zurda.
Si sumamos los diestros con los ambidiestros da un 95% de personas que usan
preferencialmente la mano derecha, y este porcentaje se mantiene desde épocas
prehistóricas según se ha observado luego del análisis de imágenes en cuevas y tumbas
egipcias, en herramientas y armas del Paleolítico, en fracturas de cráneos fosilizados de
monos babuinos (cazados por homo sapiens que empuñaban sus garrotes con la mano
derecha, según la dirección de las fracturas craneanas).
En los calcos de las manos observados en los Cromagnon, la mano calcada es la izquierda
en el 80% de los casos.
En un análisis de 1.280 obras de arte (desde 3000 A.C. hasta 1950), sólo en un 5% se
utilizó la mano izquierda para su creación (Springer y col, 2001).
Dominancia hemisférica
El 96% de las personas diestras tienen los centros corticales del lenguaje en su hemisferio
izquierdo y el 70% de las personas zurdas también lo tienen del mismo lado.
Es interesante destacar que en los animales existe el mismo porcentaje de diestros que de
zurdos.
¿Hay algo sSiniestro en ser zurdo?
Si buscamos en el Diccionario Webster el significado de la palabra zurdo en inglés veremos
que sus acepciones más frecuentes son:
a. Torpe e inepto.
b. Que exhibe desviación.
c. Proclive a tretas malévolas: siniestro, turbio.
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Pero no sólo en inglés la palabra zurdo tiene un significado peyorativo.
Gauche (francés): Torpe.
Mancino (italiano): engañoso.
No ser zurdo (español): ser muy listo.
Sinister (latín): Cuando las aves iban hacia la izquierda el futuro de la batalla era siniestro.
El análisis antropológico también encuentra trans-culturalmente los mismos resultados.
En Marruecos el parpadeo izquierdo tiene un significado ominoso.
Entre los maoríes el movimiento hacia la izquierda o con los miembros izquierdos, durante
el sueño, implica infortunio y muerte.
También en la Biblia encontramos que la izquierda tiene una asociación negativa
Visión del Juicio Final (San Mateo, 25):
•
•
“Colocará a las ovejas a su derecha y a los chivos a su izquierda.”
“Entonces el Rey dirá a los que están a su derecha: ‘Venid, benditos de mi Padre y
tomad posesión del reino que ha sido preparado para vosotros desde el principio
del mundo’.”
•
“Dirá después a los que están a su izquierda: ’¡Malditos, alejaos de mí e id al fuego
eterno, que ha sido preparado para el diablo y para sus ángeles!’.
•
“Y éstos irán a un suplicio eterno...”
¿Cuál puede ser la explicación de la asociación entre zurdo y siniestro?
Sociedades Pre-Industriales: actividades excretoras y la mano izquierda.
En este tipo de sociedades, la mano izquierda (en los diestros) se utilizaba para la higiene
luego de la defecación, por lo cual esta mano tenía una connotación negativa.
Los efectos nocivos sobre la higiene se reducían si se utilizaba la mano derecha sólo para
comer y saludar.
Adquisición del lenguaje
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La selección natural no es un proceso creativo, sino que es “oportunista”, o sea que sólo
capitaliza lo ya existente.
La base de las innovaciones biológicas son los cambios genéticos al azar que generan
“novedades” que la selección natural promueve o elimina en función de las presiones
ambientales.
Dentro de los conceptos evolutivos ha aparecido la noción de “exaptaciones”, que son
ciertas características que aparecen en un contexto evolutivo mucho antes de ser
aplicadas o “explotadas” en otro (Tattersall, 2001).
Un ejemplo serían las plumas de las aves que surgieron en ellas antes de que fueran
utilizadas para volar.
Aunque parezca “contra” intuitivo, la aparición de un nuevo homínido (el homo sapiens)
no generó automáticamente la aparición de una nueva conducta (comunicación simbólica).
La aparición del homo sapiens “neuro-anatómicamente” moderno (1.400.000 años) es
muy anterior a la aparición del homo sapiens “conductualmente” moderno (los primeros
signos de comunicación simbólica sólo aparecen hace 60.000 años).
O sea que el recorrido desde la aparición del homo sapiens con un cerebro estructural y
funcionalmente igual al nuestro, hasta el homo sapiens con comunicación simbólica fue
dolorosamente lento.
Pero una vez aparecida la comunicación simbólica, su difusión a través del continente
africano y europeo fue rapidísima, lo que habla en contra de un proceso de selección
“darwiniano” clásico que es mucho más lento.
Todo esto habla a favor de una innovación cultural que actuó sobre una estructura
cerebral ya existente, o sea que los procesos cognitivos simbólicos serían el resultado de
“exaptaciones”. Esto también explica su rapidísima difusión por transmisión cultural.
Filosofía y neurobiología del lenguaje
En los debates acerca de la naturaleza y la evolución del lenguaje se genera más calor que
luz porque se confunden tres temas lógicamente separables: instinto, localización y
especificidad de dominio.
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Los que están a favor del factor instintivo afirman que la capacidad de adquirir el lenguaje
está determinada por factores genéticos y está mediada por una forma de organización
neuronal que es única de nuestra especie.
Los que analizan el factor de localización dicen que nuestra capacidad de procesar el
lenguaje está localizada en regiones específicas del cerebro.
Aquellos que apoyan la Especificidad de Dominio se basan en los factores anteriores pero
agregan una especificación: nuestras capacidades localizadas de lenguaje están
“discontinuadas” del resto de la mente, separadas y son especiales, constituyendo lo que
Chomsky ha denominado un “órgano mental”.
El factor instintivo está fundado en el hecho de que somos la única especie que puede
adquirir un lenguaje en su forma completa. El factor de localización se basa en los
hallazgos que demuestran que lesiones en regiones específicas del hemisferio izquierdo
generan trastornos del lenguaje (afasias).
El verdadero debate se centra en torno al tema del “órgano mental”.
¿Son las estructuras mentales del lenguaje “modulares”, discontinuas y disociables de los
otros sistemas perceptuales y cognitivos?
¿Contiene el cerebro del recién nacido estructuras neurales que están destinadas a mediar
solamente el lenguaje?
La visión de la especificidad de dominio puede ser contrastada con otra en la cual el
lenguaje es visto como un sistema innato pero que involucra una reconfiguración de
sistemas neurales y mentales que ya existen en otras especies y que continúan sirviendo,
también, al menos para algunas funciones no lingüísticas, en el humano.
Ciertos resultados en las investigaciones de las afasias en adultos y del desarrollo normal y
anormal del lenguaje en niños proveen argumentos en contra de la especificidad de
dominio y a favor de una visión diferente: “El lenguaje es una máquina nueva construida
con partes viejas” (Bates, 1998).
Sistemas neurales antiguos fueron reconfigurados para resolver el problema que plantea
el procesamiento del lenguaje. El conocimiento lingüístico es adquirido por procesadores
innatos y localizados, pero que no son de dominio específico (ya que también pueden
procesar información de otros dominios).
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Un módulo es un órgano mental encapsulado y especializado que ha evolucionado para
manejar un tipo de información específica de enorme relevancia para la especie. Para
Chomsky el lenguaje humano cumple con esta definición de módulo.
El lenguaje representa una respuesta especial a un problema especial, el problema de
mapear pensamientos y conceptos que son inherentemente atemporales en un canal con
altas restricciones temporales. Esto implica que los símbolos deben ser producidos uno a
uno a una velocidad suficiente como para respetar las restricciones de la memoria, pero
deben ser lo suficientemente claros y eficientes para una producción y comprensión
exitosa.
Pero la pregunta es: ¿Para resolver un problema especial como el del lenguaje
necesitamos realmente un procesador de información especial? ¿Ha evolucionado un
nuevo tejido neuronal, una nueva región o una forma especial de computación para
manejar el lenguaje (y nada más que el lenguaje)?
Existen múltiples argumentos contra la especificidad de dominio en el lenguaje:
•
Filogenético: Las diferentes especies terrestres han tenido una gran cantidad de
tiempo para evolucionar y lograr formas de manejar la luz, la gravedad, el
movimiento, la organización espacial, causa-efecto, etc. En contraste, el lenguaje
es un recién llegado (30.000 años según estimaciones recientes). Es difícil imaginar
cómo pudimos desarrollar mecanismos de dominio específico innatos para el
lenguaje en tan corto periodo de tiempo
•
Plasticidad conductual: Si bien las lenguas están basadas en una serie de principios
universales, existe una sorprendente variabilidad en la estructura y la función de
las diferentes lenguas. Esta variabilidad es excesiva para un sistema de dominio
específico. Como ejemplos podemos pensar en el Chino que no tiene ningún tipo
de inflexión en nombres y verbos, y el Esquimal, en el cual una oración puede
consistir en una palabra con ocho a doce prefijos y sufijos. Un ejemplo tal vez más
sorprendente es el lenguaje por señas de los sordos que ha desarrollado un
sistema lingüístico completo de comunicación en una modalidad visuo-manual. ¿Si
los murciélagos se vieran privados súbitamente de su sistema de localización por
eco podrían desarrollar un sistema igualmente complejo y eficiente en alguna otra
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modalidad en dos generaciones? Probablemente no. La existencia del lenguaje
manual para sordos es un argumento sólido en contra del dominio específico.
•
Plasticidad neuronal: Al contrario de los mejor conocidos ejemplos de sistemas
cerebrales de dominio específico, los sistemas del lenguaje también muestran un
extraordinario grado de plasticidad neuronal. Niños con grandes lesiones en las
áreas cerebrales del lenguaje pueden alcanzar capacidades de lenguaje normales.
Esta recuperación puede lograrse a través de múltiples formas: reorganización del
hemisferio dañado, compensación por el hemisferio contralateral, o ambas
estrategias. O sea que la recuperación del lenguaje observada en niños con
lesiones cerebrales focales representa una verdadera reorganización neuronal. El
mismo grado de plasticidad no es observado en otros dominios cognitivos
filogenéticamente más antiguos (reconocimiento emocional facial, cognición
espacial, etc).
•
Observaciones en afasias en adultos: El conocimiento lingüístico está ampliamente
representado en el cerebro adulto. ¿Entonces qué es lo que está “localizado”
cerebralmente con respecto al lenguaje? La visión clásica sensitivomotora de las
afasias de Wernicke y Broca ha sido dejada de lado. Como así también la visión de
estas afasias como compromiso gramático/semántico. Actualmente algunos
investigadores proponen que las regiones frontales izquierdas están especializadas
para el procesamiento rápido requerido para el uso fluido de la gramática, mientras
que las regiones posteriores juegan un rol más importante en controlar la elección
estratégica de palabras y oraciones. Estas ideas son aún vagas pero permiten
apuntar en una nueva dirección. Desde una perspectiva ontogénica el patrón por
default de la organización cerebral del lenguaje observado en adultos, puede ser
visto como el producto final de diferencias regionales en computación y
procesamiento neuronal que “atraen” o “reclutan” los procesos del lenguaje bajo
situaciones de default. Las áreas perisilvianas del hemisferio izquierdo no son
tejido innato del lenguaje, así como tampoco un chico alto constituye un
basquetbolista innato. Sin embargo, ante una situación de equilibrio las áreas
persilvianas izquierdas tomarán posesión del problema del lenguaje, así como un
niño alto tiene muchas posibilidades de terminar en un equipo de básquetbol.
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•
Desarrollo normal del lenguaje: Es bien sabido que los niños atraviesan una serie
de estadios universales durante el aprendizaje del lenguaje. ¿Puede uno concluir
que estos estadios reflejan el desarrollo de un módulo de dominio específico?
Probablemente no, al menos no sobre la base de la evidencia existente. Primero
existe una enorme variabilidad de un niño a otro en el comienzo y en el transcurso
de estos estadios. Segundo, hay importantes variaciones en estos patrones de un
lenguaje a otro. Uno no puede concluir que las tablas temporales de maduración
universal del lenguaje son realmente universales o que son específicas para el
lenguaje.
•
Desarrollo anormal del lenguaje: Las disociaciones observadas entre lenguaje y
cognición en el trastorno específico del lenguaje (donde existe un trastorno del
lenguaje con funciones cognitivas relativamente intactas) y en el síndrome de
Williams (donde el lenguaje está intacto y las funciones cognitivas están
severamente deterioradas) no pueden utilizadas como soporte de la visión del
órgano mental. Por el contrario estos perfiles inusuales ofrecen evidencia sobre la
plasticidad neuronal y conductual del lenguaje.
Es difícil encontrar evidencia de un “órgano mental” de dominio específico. Por el
contrario, el aprendizaje del lenguaje parece estar basado en una mezcla de sistemas
neuronales relativamente plásticos que también sirven para otras funciones.
Conclusiones
Creo que es obvia la importancia que tiene el conocimiento filosófico en todos aquellos
que se ocupan del campo de la neurobiología.
Será así necesario expandir el proceso de filosofar en las neurociencias para que éstas
tengan un faro que guíe sus estudios y evitar que encallen en las difíciles costas de las
funciones cognitivas.
De esta manera, el difícil laberinto de las funciones mentales superiores podrá ser
recorrido con mayor rapidez y seguridad por unas neurociencias iluminadas por la filosofía.
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