BENEFICIOS DE ADMINISTRAR VITAMINA “A” A LOS RECIEN NACIDOS. Matías Martínez Darío Rubén*, Martínez Alcázar Mario Alberto*, Rodríguez Suárez Romeo Sergio** * Pediatra-Neonatólogo Centro Nacional Para la Salud de la Infancia y la Adolescencia. ** Director General Centro Nacional Para la Salud de la Infancia y la Adolescencia . Revista Mexicana de Puericultura y Pediatría. Vacunación Hoy. 2006;13 (75):93-96 Resumen: La vitamina A ha mostrado una gama de beneficios, cuando se administra en los primeros días de vida, razón por la cual la Secretaría de Salud acordó su administración a todos los recién nacidos en México, en dosis oral única de 50,000 UI. Abstract Vitamin A has shown a wide range of benefical effects when it is administered during the first days of life. Accordingly, the Health Department has ordered its administration to all newborns in México, in single oral dose of 50,000 UI. Introducción. La vitamina “A” (VA) estimula la maduración del epitelio gastrointestinal y respiratorio, y mejora la respuesta del sistema inmunológico. Esto favorece que el organismo tenga mayor capacidad para defenderse de los procesos infecciosos que pueden afectarlo desde los primeros días de vida. De igual manera, está bien demostrado el beneficio de la suplementación con VA como 1 terapia adyuvante en el tratamiento del sarampión y la prevención de infecciones de vías respiratorias altas y enfermedades diarreicas agudas 1-6. La deficiencia de VA, es un problema de Salud Pública principalmente en las personas que viven en países en desarrollo. Se estima que de 5 a 10 millones de niños en el mundo presentan patología ocular por esta causa y otros 100 millones no presentan signos clínicos pero tienen alguna deficiencia 1,7. La VA es uno de los micro nutrientes que ha demostrado tener mayores beneficios en la salud de los niños. En los países en desarrollo, los programas de suplementación con VA han comprobado su eficacia para reducir significativamente la mortalidad infantil así como la incidencia de xeroftalmia, infecciones respiratorias y enfermedades diarreicas 1-3. Al mejorar los niveles de VA, la sobreviva en niños de 6 meses a 6 años de edad se incrementa dramáticamente. Se puede reducir el riesgo de mortalidad por sarampión hasta en un 50% y el riesgo de mortalidad por diarrea en cerca de 40%. Esto contribuye a disminuir la mortalidad infantil en un 25-30%4,5. La restitución de niveles normales de VA en niños con deficiencia de éste micro nutriente, reduce la gravedad de los procesos infecciosos, particularmente por sarampión, diarrea crónica, e infecciones de vías aéreas superiores. Se asocia con una disminución de las admisiones hospitalarias que se refleja en un menor costo de los servicios de salud4,5. Un estudio controlado realizado en el Sur de la India que incluyó 11,619 recién nacidos a los que se administraron dos dosis de 24,000 UI de VA en las primeras 48 horas de vida; demostró que se puede reducir un 23% la mortalidad 2 infantil. Los mayores beneficios fueron observados en los recién nacidos con bajo peso al nacer 6. Otro estudio realizado en Indonesia que incluyó 2067 recién nacidos sanos a los que se les administró una sola dosis de 50,000 UI de VA en su primer día de vida, reportó una reducción del 64% en la mortalidad infantil, así como una reducción en el número de consultas médicas por infecciones de vías respiratorias en los primeros 4 meses de vida. En el grupo no suplementado hubo más consultas por tos y fiebre (73% y 51% respectivamente) que en el grupo suplementado. Los mayores beneficios se observaron en los recién nacidos con peso adecuado para su edad gestacional7. Un meta análisis acerca del beneficio de la suplementación con VA para disminuir la morbi-mortalidad en neonatos de muy bajo peso al nacer, sugiere que se reduce la mortalidad y la necesidad de oxígeno al mes de edad en los niños que fueron suplementados 8. Existen diversos estudios clínicos controlados que concluyen que la suplementación con VA en forma temprana a recién nacidos de muy bajo peso al nacer, disminuye el riesgo de desarrollar bronco displasia pulmonar hasta en un 25%9-13. Coles CL, Rahmathullah L y colaboradores, encontraron que la suplementación con VA al nacimiento, favorece el retraso de la colonización por neumococo hasta en un 74%14. El abombamiento de fontanela es uno de los efectos secundarios que pueden presentarse después de la administración de una megadosis de VA. Sin 3 embargo los estudios que se han realizado con búsqueda intencionada de fontanela abombada, demuestran que aunque su incidencia después de una dosis de 50,000 UI de VA puede ser de 0.5% a 7.4%, éste efecto es transitorio y desaparece espontáneamente por lo general en las 72 horas siguientes a su presentación, sin necesidad de tratamiento específico7,15. Otros estudios no reportaron presencia de abombamiento fontanelar6,16. A los pacientes que habían recibido 50,000 UI de VA en el periodo perinatal y que presentaron abombamiento fontanelar, se les realizó un estudio de seguimiento durante tres años para evaluar si había repercusiones a futuro en su crecimiento y desarrollo, y no se encontraron alteraciones17. Según el informe global de la OMS publicado en 1995, la población mexicana presentaba deficiencia subclínica de VA 1. A partir de 1993, el país adoptó, como política de salud pública, la suplementación con una megadosis de VA durante las Semanas Nacionales de Salud; teniendo como población blanco el grupo de niños de 6 meses a 4 años de edad que habitan en áreas con tasas de mortalidad elevadas por enfermedades diarreicas y respiratorias agudas 12. Esta estrategia ha demostrado ser una de las intervenciones de salud con mejor costo beneficio 13-16 , por lo que a partir del 2005, la Secretaria del Salud a través del Consejo Nacional de Vacunación (CONAVA) acordó la suplementación con una dosis de 50,000 UI de VA vía oral a todos los recién nacidos como una estrategia más, con el objetivo de disminuir la mortalidad infantil en nuestro país. BIBLIOGRAFIA: 1. Sommer Alfred. La carencia de VA y sus consecuencias: guía práctica para la detección y el tratamiento. WHO 1995, 73 (5):609-19. 4 2. Darlow BA, Graham PJ. 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