Libros MATERIA. XIII COLLOQUIO INTERNAZIONALE ROMA 7-8-9 GENNAIO 2010. Actas dirigidas por Delfina Giovannozzi y Mario Veneziani. Leo S. Olschki Editore, Florencia, 2011. Física prenewtoniana El concepto de materia hasta la Revolución Científica E l xiii Colloquio Internazionale del Lessico Intellettuale Europeo dedicado a Materia se celebró del 7 al 9 de enero de 2010 en la Universidad de Roma. De acuerdo con una tradición que se remonta a 1976, el instituto organiza con cadencia trienal encuentros internacionales en torno a una palabra clave de la tradición filosófica y científica occidental (Experientia, Ratio, Machina, Natura, etcétera). En esta ocasión se ha indagado la polisemia del término materia, concepto clave en la ciencia y la filosofía occidental hasta el advenimiento de la Revolución Científica. Se va repasando con mirada crítica el desarrollo de esa idea desde el pensamiento griego hasta Newton, pasando por el helenismo, el gnosticismo, la filosofía cristiana, el mundo medieval y el Renacimiento. No solo. El lector se hallará con valiosas aportaciones de Galileo, Descartes, Gassendi, Spinoza, Leibniz o el propio Newton, con ramalazos finales en la ilustración francesa, kantismo y filosofía de la naturaleza de Schelling y Hegel. El término procede del latín materia, cuya raíz difiere de la del término filosófico griego hyle, que se supone traduce. Por su etimología remite a la sustancia de la que está hecha la mater, es decir, el tronco de árbol, considerado matriz generadora de retoños y, además, material de construcción. Platón, que emplea la palabra khora, solo utiliza el término hyle en su sentido de madera de construcción. Es Aristóteles quien impone el uso de 94 INVESTIGACIÓN Y CIENCIA, enero 2013 hyle en el sentido filosófico que se vertebrará en el hilemorfismo. Para Platón existe un mundo de realidades inmutables y universales que el intelecto solo puede conocer y de las cuales participan las cosas sensibles, que son su copia. La hipótesis de la existencia de formas inteligibles entraña un doble problema, formulados en el diálogo Parménides: el de la participación de formas inteligibles entre sí y el de su participación por objetos sensibles. A la solución del primero se dedica El Sofista. Y para resolver el segundo, Platón introduce en el Timeo el demiurgo y la khora. Compete al demiurgo establecer un orden matemático en la khora. En este último diálogo se dice que la khora es un principio y posee existencia en sí misma. Aquí reconoce que las cosas sensibles son visibles y perceptibles por los sentidos; pertenecen, pues, al ámbito de la opinión; en cambio, las formas inteligibles son invisibles e inaccesibles a los sentidos; son aprehendidas por el intelecto al término de un acto de intelección; pueden constituir objeto de una enseñanza. Materia y khora son una y la misma cosa. Aristóteles critica la khora en el marco de un estudio consagrado al lugar (töpos) en el capítulo primero del libro iv de la Física. Una crítica que resultó decisiva, pues a partir de entonces ya solo se hablará de hyle. Se trata de algo más que una mera sustitución terminológica. Con ella nacerá una nueva concepción filosófica que impregnará la ciencia antigua y medieval. Hyle indica para Aristóteles un conjunto de cosas diversas en número, especie y género. Sus significados principales son sustrato del cambio (en especial, del cambio sustancial), realidad indeterminada; potencia de contrarios; causa material, materia sensible, materia inteligible, materia generable y corruptible, materia susceptible de solo movimiento local y principio de multiplicación. La escuela peripatética elaborará su física en torno a la distinción entre materia prima y materia secunda. La materia prima era el sustrato a partir del cual se generaban los cuerpos naturales; no existía por sí sola. Se trataba de mera potencia para convertirse en cuerpo natural cuando recibiera una forma sustancial, produciéndose así las propiedades y cualidades de sustancias corpóreas. Por materia secunda entendían los cuerpos sensibles, compuestos y empíricamente accesibles. Constituidos a partir de los elementos y sus propiedades, sus últimos componentes eran la materia prima y la forma sustancial. Para adentrarse en la importancia concedida a la cuestión y a su grado de desarrollo, los léxicos y diccionarios ofrecen un riquísimo arsenal. O las enciclopedias de Arnold de Sajonia, Bartolomeo y Vincent de Beauvais, que se proponen ofrecer una descripción y una explicación del mundo tomando en consideración las nuevas fuentes filosóficas y científicas disponibles. Los tres viven en una época en que circulan las traducciones latinas de textos científicos árabes, así como la Física de Aristóteles y los cuatro primeros libros de su Metafísica. Arnold de Sajonia maneja muchas obras científicas árabes; mezcla extractos del Timeo con obras traducidas de Aristóteles. Aunque a veces confunde la fuente (el Liber de quinque substantiis, de Aristóteles, con el Liber de quinque essentiis, de Al-Kindi). Su enciclopedia se divide en cinco libros; el capítulo 7 del primer libro, que trata De caelo et mundo, lleva por título De hyle. También en la primera mitad del siglo xiii, el franciscano Bartolomeo Anglico realizó sus estudios en París, antes de ser enviado a Magdeburg en 1231, donde compuso, hacia 1240, De proprietatibus rerum. Inglés de nacimiento, formado en París y ejerciente en Alemania, dispuso de numerosos contactos, fuentes y textos nuevos que consultó para redactar su enciclopedia. Consagra entero el libro 10 de esta a la materia y a los elementos. Reco- ge la corriente agustiniana (De genesi ad litteram y De genesi contra Manicheos), donde encuentra la descripción del caos formado por mezcla de los cuatro elementos. Apoyado en el Timeo, concebirá así la materia como una privatio. Se inspira, además, en los atomistas. Bartolomeo adopta una postura ecléctica. Más proclive al aristotelismo que al platonismo, considera la materia como una mezcla de los cuatro elementos (agua, tierra, fuego y aire). En buena medida, la ciencia aristotélica venía mediatizada por el pensamiento árabe. Pero también en el mundo hebreo el tema de la materia fue debatido entre autores procedentes de España, Provenza e Italia. Para todos ellos, la materia formaba parte de la creación. Sabido es que la naturaleza de la materia del firmamento y de los cuerpos celestes fue determinante para el asentamiento de la ciencia moderna. En la primera mitad del siglo xiv, Jean Buridan se planteó ya «si el cielo tenía materia», en su comentario al De caelo de Aristóteles. Pregunta singular a primera vista, por cuanto las estrellas y los planetas son cuerpos naturales, objetos de percepción y, por tanto, dotados de materia. En el lenguaje aristotélico eran ousiai, sustancias. Apoyándose en su «principio de economía», según el cual en la naturaleza no se pone nada inútilmente, Buridan afirma que la materia celeste es materia simple. Galileo retomará la cuestión. Y el problema cesará de ser tal cuando la nueva astronomía y la nueva física hayan reunificado la división del universo en región celeste y región terrestre y abran el camino a una nueva concepción de la materia. En la segunda mitad de 1500, la física aristotélica adquiere un alto grado de sistematización en los escritos de catedráticos eminentes de universidades europeas, que quieren liberarla de cierto escolasticismo decadente. En 1590 aparece la publicación póstuma de los De rebus naturalibus libri de Jacopo Zabarella, titular desde 1563 de lógica en la Universidad de Padua y desde 1568 hasta su muerte de filosofía natural. De 1596 son los Libri ad scientiam de natura attinentibus de Francesco Piccolomini, profesor también de Padua. En 1596 se editan los De principiis rerum naturalium de Francesco Vimercati, médico de la mujer de Francisco I y profesor de La Sorbona. A 1553 se remonta el De rerum naturalium principiis de Simone Porzio. Aunque no pueda considerarse un aristotélico orto- doxo, a ese elenco puede agregarse Girolamo Cardano, quien al abordar en su De subtilitate (1550) los principios de la sustancia corpórea, se demuestra deudor de la física escolástica. Hasta la primera mitad de los años treinta del siglo xvii, Marin Mersenne se adscribe a la visión aristotélico-escolástica del término materia. Pero da un cambio brusco, que será característico de un tiempo, en la segunda mitad de ese decenio. Asume la doctrina cartesiana. Materia es extensión y cuerpo físico. Spinoza proclama su materialismo ateo en el que Dios coincide con una naturaleza entendida como mera extensión. Spinoza afirma, tras los pasos de Descartes, que la sustancia corpórea no consiste en las cualidades secundarias o sensibles (dureza, blandura, etcétera), sino en la mera extensión: la materia es indefinidamente extensa, no es múltiple, sino en todas partes una y la misma. También la noción de materia aparece a menudo en los escritos de Leibniz, con diferentes sentidos. Al final de su vida, Leibniz utiliza la noción de materia vinculándola con su metafísica monadológica, pero antes, en su juventud, se esforzó por cohonestar el aristotelismo escolástico con su dinámica, la nueva ciencia de la fuerza, el movimiento y la sustancia corpórea. La filosofía mecánica que le había atraído en un comienzo era la de Thomas Hobbes, expuesta en De corpore (1655), en particular su concepto de fuerza. Para cualquier filósofo que sostuviera que la esencia del cuerpo era la extensión, o la extensión y la impenetrabilidad, la idea maestra era la de fuerza. En el verano de 1676 descubre Leibniz el principio de igualdad de causa y efecto, una suerte de principio de conservación que declara que la capacidad de realizar un trabajo se conserva y no aumenta en la naturaleza. Podemos explicarlo todo en términos de tamaño, forma y movimiento; detrás de esas nociones geométricas se esconde la verdadera concepción de materia como fuerza pasiva. En sus Questiones Philosphicae, Isaac Newton aborda una serie de cuestiones sobre los átomos y el vacío. El primer grupo de cuestiones se agrupa bajo el epígrafe «sobre la materia prima», y el segundo grupo bajo el epígrafe «sobre los átomos». Aquí la expresión materia prima emplea los términos peripatéticos, pero les otorga un sentido distinto. Materia será extensión y resistencia. —Luis Alonso ¿Buscas empleo en el sector de la ciencia y la tecnología? 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