Monitoreo del control estricto de la glucemia en el periodo perioperatorio. Dr. Fausto Leonel Rodríguez Salgueiro Especialista de Segundo Grado en Anestesiología y Reanimación Profesor e Investigador Auxiliar Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular El periodo perioperatorio es una fuente potencial de estrés, desde la sospecha de la necesidad de cirugía por los síntomas y signos presentes, el momento de su confirmación, el tiempo de espera durante el cuál pueden empeorar los síntomas, hasta la hospitalización previa a la cirugía y todo el periodo intra y postoperatorio. Ocurren cambios psíquicos y físicos para tratar de recuperar la homeostasis y condicionan la aparición de alteraciones metabólicas, endocrinas e inmunológicas. La respuesta a la agresión quirúrgica incluye hiperglucemia, como consecuencia, fundamentalmente, de una disminución de la sensibilidad a la insulina. Además ocurren alteraciones en los valores plasmáticos de lípidos, ácidos grasos, aminoácidos, proteínas y de las moléculas involucradas en la respuesta inflamatoria como las interleucinas y calicreina. La resistencia a la insulina se desarrolla prácticamente en respuesta a cualquier tipo de agresión quirúrgica y existe evidencia creciente de que no es beneficiosa para la evolución postoperatoria. Aunque se utilice un esquema de medicación pre-anestésica, durante la inducción anestésica y potenciada por la manipulación de la vía aérea, se produce una moderada liberación de glucosa, con incremento de la producción de insulina, cortisol y vasopresina. La técnica anestésica puede influir en el grado de resistencia a la insulina. La anestesia epidural disminuye la respuesta metabólica, en relación con el bloqueo de la liberación de catecolaminas y cortisol. La anestesia combinada general / epidural también puede disminuir el grado de esta resistencia. El dolor afecta el metabolismo oxidativo de la glucosa, al suprimir la secreción endógena de glucosa mediada por insulina y aumentar los niveles plasmáticos de cortisol, ácidos grasos libres, glucagón y hormona del crecimiento. El diagnóstico de hiperglucemia de estrés (HE) se hace cuando se detectan valores de glucemia plasmática > 6.8mmol/l en ayuno o > 10.8mmol/l en cualquier momento en pacientes críticos u hospitalizados por enfermedad no crítica, sin antecedentes de Diabetes Mellitus (DM). Se define por la existencia de hiperglucemia, hiperinsulinemia con resistencia periférica a la acción de la insulina e hiperproducción de glucosa. La HE se debe al incremento de la gluconeogénesis hepática a partir de sustratos no glucídicos (piruvato, alanina, lactato, glutamina y glicerol) por aumento de las hormonas contrarreguladoras de la insulina (glucagón, cortisol, catecolaminas y hormona del crecimiento) y al aumento de la resistencia periférica a la acción de la insulina por inhibición del transportador de glucosa GLUT-4 en el tejido adiposo, músculo estriado esquelético y cardiaco. El grado de la HE tiene correlación positiva con la gravedad de la respuesta inflamatoria sistémica debido a la respuesta neuroendocrina con hipersecreción de las hormonas contrarreguladoras de la insulina y a la liberación de citoquinas proinflamatorias, FNT-α y las IL 1 y 6, lo que provoca aumento de la glucogenólisis y de la gluconeogenia hepática. La HE se asocia con un aumento importante de complicaciones infecciosas, con aumento de la morbilidad, mortalidad y estadía en la UCIQ y hospitalaria. Los niveles elevados de glucemia afectan la inmunidad celular al provocar reducción de la activación de los neutrófilos, disminución del quimiotactismo y de la fagocitosis, de la actividad bactericida intracelular e hiperproducción de radicales libres. Sobre la inmunidad humoral provoca inactivación de las inmunoglobulinas por glucosilación y el estímulo de la síntesis de IL-6 y FNT-α por los monocitos periféricos. La circulación extracorpórea (CEC) en la cirugía cardiovascular disminuye la producción de insulina por el uso de la hipotermia, aumenta la actividad simpática por la hemodilución, la caída de la presión arterial media y el empleo de flujo lineal, todo lo cual aumenta la circulación de ácidos grasos libres y la resistencia a la insulina, unido al incremento de la producción de glucosa a partir del glucógeno hepático y muscular. El contacto de la insulina con las superficies no endotelizadas de los circuitos de la máquina de CEC provoca su adhesión y destrucción, así como su paso por los microporos de los capilares del oxigenador, que también contribuye a su destrucción. La administración de heparina también aumenta los niveles de ácidos grasos libres que inducen resistencia a la insulina. La aparición de hipoglucemia como complicación de la terapia de control de la glucemia, oscila entre 2 y 30 %, según el criterio empleado, con una mortalidad cercana al 50 %. Se considera la hipoglucemia (< 2.1mmol/l) durante la evolución de un paciente crítico, como un predictor independiente de mortalidad. El control de la HE en el paciente crítico (quirúrgico o médico) es uno de los aspectos mas estudiados y controvertidos en medicina crítica en los últimos años. Existe amplia evidencia que relaciona la HE con las complicaciones postoperatorias. La mayoría de las estrategias desarrolladas para mantener la normoglucemia en el paciente crítico, se apoya en el uso de la insulina en infusión continua, y la exigencia de una monitorización estricta de la glucemia para lograr su control. El desarrollo tecnológico ha permitido desarrollar y perfeccionar las técnicas de monitorización de la glucosa. A las tiras para el análisis en orina, le siguieron las tiras para su medición en sangre, los glucómetros, las mediciones de hemoglobina glucosilada y los sistemas de monitorización continua en sangre. La hemoglobina glucosilada es una heteroproteina de la sangre que resulta de la unión de la hemoglobina con carbohidratos libres unidos a cadenas carbonadas con funciones ácidas en el carbono 3 y 4. Es una prueba de laboratorio muy confiable en pacientes diabéticos, para saber como ha sido el control de la glucemia en los 34 últimos meses, con más valor en las últimas 4-6 semanas. El método más frecuente de control de la glucemia es mediante el uso de glucómetros. Desde los primeros modelos, hasta las versiones mas recientes, pequeñas y precisas, capaces de controlar bombas externas de insulina, estos dispositivos han mejorado su precisión. Existe correlación entre los valores de glucosa en sangre capilar y venosa registrados por un glucómetro y la medida en suero o plasma en el laboratorio de bioquímica con las técnicas convencionales. Esta correlación puede disminuir por la influencia de algunas condiciones sobre la medición del glucómetro, como las concentraciones extremas de glucosa, variaciones en el hematocrito, altitud, temperatura ambiente, humedad, hipotensión, hipoxia, niveles de triglicéridos, algunos medicamentos, o mas comúnmente con la mala aplicación de la técnica. En las condiciones habituales y con buena técnica, son muy confiables y de gran utilidad en la práctica clínica diaria. Si el valor de su medición no se corresponde con los elementos clínicos, se aconseja repetir la muestra en otro sitio de punción o extraer sangre y comprobarlo en el laboratorio convencional. Los sensores subcutáneos de glucosa se comenzaron a desarrollar en la década del 90 y su fundamento consiste en un electrodo enzimático que mide la concentración intersticial de glucosa. Estos dispositivos son microsensores que se colocan de forma subcutánea y se cambian cada 3-7 días, según el modelo, miden los niveles de la glucosa intersticial de forma continua y pueden almacenar la información. El equipo se acopla a un radiotransmisor que permite recoger los datos por un receptor de radio multicanal y almacenarlos en un ordenador. Un sistema ideal de monitorización continua debe permitir la medición por periodos prolongados de tiempo, hacer mediciones precisas sin necesidad de recalibraciones frecuentes, ofrecer información sobre la tendencia de los niveles de glucosa durante algunas horas y mantener protección cutánea. Mientras no se desarrollen equipos que cumplan estos requisitos, la posibilidad de extender su uso, será limitada. Conocer cuál debería ser la actitud terapéutica en función del perfil del paciente, qué objetivos se deberían plantear y la forma de hacerlo, es todavía un tema controvertido y poco implantado en la práctica clínica habitual; por ello, el desarrollo y la implementación de protocolos específicos con la finalidad de monitorizar y controlar las cifras de glucemia durante el perioperatorio, se considera una necesidad y un gran reto. Bibliografía consultada: 1- Manzanares W, Aramendi I. Hiperglucemia de estrés y su control con insulina en el paciente crítico: evidencia actual. 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