La metáfora de la vida en el pensamiento de Edmundo Granda Beatriz Elena Arias López, Noviembre de 2009 Introducción A continuación presento los aportes más relevantes en el pensamiento de Edmundo Granda a partir de la revisión de algunas de sus producciones escritas, producto de eventos académicos y publicaciones en revistas especializadas, desde 1985 hasta el año 2007. Los 15 trabajos revisados muestran la marcha de su pensamiento, y aunque no agotan la producción total del autor, permiten recorrer su propuesta de transformación de la salud pública tradicional, denominada por Granda enfermología pública, hacia una salud pública alternativa. Es interesante encontrar en la revisión cronológica como se va transformando el pensamiento del autor. Sus primeros escritos (incluidos los de los primeros años de la década del 90), presentan una fuerte influencia de la corriente de pensamiento marxista y una fuerte convicción en el poder de la ciencia, como posibilidad de conocimiento y predicción para la planificación en salud. En 1990 en La Habana (2) llamaba la atención por lo inadecuado del uso de términos como el de actor social (y no clase social), movimientos sociales (y no poder y partido) y el peligro de que la fenomenología “que tanto peso ha adquirido en estos últimos tiempos impregne (sic) la teoría, el método, los movimientos sociales y aun el plato de sopa que nos servimos”. En este sentido planteaba que la medicina social latinoamericana, pretendidamente marxista-leninista, se hallaba colocada “en un desfiladero entre el Escila del empiropositivismo y estructural funcionalismo y el Caribdis del movimiento fenomenológico-seudogramsciano” Esta postura presenta un giro importante, y desde mediados de la década de los 90 hasta el momento de su muerte en el año 2008, se constituye en una preocupación reiterada en sus escritos y alocuciones. Se plantea desde entonces la necesidad de cambiar la mirada del quehacer en salud así como la construcción de un nuevo vitral comprensivo de la salud pública en su triple dimensión epistemológica, metodologica y práctica, incorporando incluso aquellas categorías que considero “peligrosas” (ideológicamente) en otro momento. Las metáforas de Granda Para comprender el giro en la mirada del autor es necesario puntualizar, como lo hacia él mismo en sus escritos, el carácter histórico de la salud publica (y otros movimientos de pensamiento-acción próximos a este campo como la medicina social y la salud colectiva). Simplificando, la salud pública emerge del desarrollo de la clínica y se dirige con sus mismas lógicas de pensamiento y practica hacia la salud de las poblaciones. Esta derivación esta atravesada por las lógicas del positivismo científico, tales como el poder explicativo de la ciencia, el afán de dominación sobre la maquina corporal y la total sujeción de dicha maquina a los procedimientos y dictámenes de los especialistas que detentan el poder del conocimiento. “El éxito de la medicina clínica se debe a su positividad y su objetividad a través de la enfermedad y la muerte: maquina corporal, estructura y función. Este éxito sobre el individuo pretende trasladarse a una enfermologìa social, enfermedad colectiva como sumatoria de enfermedades personales. Se trasladan lentes, métodos y técnicas de la clínica a ese terreno extracorporal productor de enfermedades, en un afuera y en un antes, que ocupa el ámbito del riego. En la clínica el medico se encarga de curar, su eje es la enfermedad y la muerte. En la Enfermologia publica el papel lo asume el Estado, es quien previene el riesgo” (8, 10). Este legado perfila el trípode que le da sustento a la Salud pública durante el siglo XX: en su dimensión epistemológica/teòrico/filosófica asume como objeto de conocimiento y transformación la enfermedad y la muerte, en su dimensión metodologica privilegia el positivismo científico como la vía de conocimiento/explicación de la verdad del riesgo y por último en su dimensión práctica pone en el Estado el papel principal de la prevención/acción (8, 10,15). La ligazón de la salud publica con el Estado es coincidente con el momento histórico del desarrollo del Estado benefactor (5). En la consolidación de este trípode hay una contribución importante de la epidemiología clásica en su propósito de explicar la distribución de los aspectos relacionados con la distribución poblacional de los procesos de saludenfermedad. Las categorías explicativas de tiempo – lineal, persona - población y espacio- ahistórico se anexan a la lógica de sustento del trípode descrito anteriormente, negando la cultura local, las diversidades humanas y la historia. Sin embargo, este modelo entra en crisis, no solo porque en términos pragmáticos no logra controlar en forma contundente la enfermedad y el riesgo (empeoramiento de los datos epidemiológicos de morbimortalidad), sino ademas porque aparecen nuevas discusiones relacionadas con la orientación del mercado en los servicios de salud sobre todo a partir de la década de los 80, con todas sus implicaciones sociales, éticas y políticas, tales como la flexibilización laboral, el debilitamiento del Estado benefactor y la ruptura de la solidaridad. El momento actual presenta la paradoja entre un pensamiento posmoderno que pone su foco en las limitaciones de la razón instrumental para hacer frente a lo plural, a lo diverso, a lo complejo, pero simultáneamente posiciona la razón economicista como orientadora hegemónica del pensamiento y la practica (9). Es este el nicho para la propuesta de Granda, que el mismo se niega en llamar paradigmática por las connotaciones que conlleva este concepto, y que desarrolla a partir de la categoría de metáforas alternativas en salud pública (10), cuyos ejes fundamentales son el poder de la vida y lo ético en la política (9). La metáfora del poder de la vida: giro epistemológico/teórico/filosófico desde la enfermedad y la muerte hacia la salud y la vida. Las premisas que acoge para este cambio implican reconocer que los seres vivos son autopoieticos, es decir, producen sus propias normas y estructuras de auto producción. En este sentido la salud pública se relaciona con sujetos, no con objetos, que no tienen por qué actuar de acuerdo al lugar que les asigna la sociedad, sino que siempre tienen el derecho y la capacidad de criticar y modificar el entorno natural y social (7). La salud, por tanto, deja de ser el resultado de restar enfermedad y se constituye en “una forma de vivir autónoma y solidaria, consustancial con la cultura humana, dependiente y condicionante de las relaciones que se establecen con la naturaleza, la sociedad y el Estado” (15). La salud comporta la capacidad de autonormatizar el buen funcionamiento corporal y psíquico y ocurriría en la medida en que el organismo social y el cuerpo humano conservan su capacidad de instituir nuevas normas (13). La metáfora del poder del conocimiento : giro metodológico desde el metodo positivista/explicativo hacia el metodo hermenéutico/comprensivo. En este lugar se pone en escena la limitación de la racionalidad instrumental, con su lógica dicotomica de pensamiento, que ha impedido y negado el reconocimiento de las lógicas de conocimiento de las poblaciones (expresado en saberes tradicionales y experiencias ancestrales, señalados como saberes atrasados y asincronicos): “se silencia la voz de la naturaleza, la voz de las culturas no científicas, la voz de las culturas atrasadas, la voz de las culturas particulares” (15). Para su argumento toma a Boaventura de Sousa Santos quien interpreta estas expresiones bajo la lógica de la negación y las ausencias expresada en la monocultura del saber y del rigor del saber representado en la ciencia, la monocultura del tiempo lineal y la lógica dominante de lo universal sobre lo local. Bajo estas lógicas hay una fe ciega en que la ciencia y la tecnología por si mismas logran resolver los problemas. La propuesta alternativa se alimenta de los desarrollos del pensamiento de la complejidad (Prigogine, Illia, Maturana, Varela), que han integrado a su repertorio la variabilidad y la incertidumbre en oposición a la certeza de leyes inmutables; ademas de otros autores como Habermas y Giddens. Aboga por una interpretación hermenéutica que tome en consideración los saberes, el sentido común y las lógicas de producción de la salud, la existencia de verdades particulares y diversas, en oposición a una sola verdad. En este sentido el autor propone un cambio en la racionalidad: cambiar el eje de la razón hacia la acción como productora de conocimiento, afirmando que el accionar es racional aun antes que el pensamiento se haga presente (8). Citando a Mario Testa, propone “Una primera hermenéutica a través de la inmersión directa del cientista social con la población y en su mundo de la vida, con lo cual se defiende el carácter siempre calificado que detenta todo miembro poblacional para forjar sus propias verdades, eticidades, veracidades, prácticas y estrategias de organización de su poder. Pero, además, las ciencias sociales defienden la necesidad de una segunda hermenéutica, con miras a enriquecer aquella vida social con el aporte de las posibilidades explicativas de la ciencia” (13, 15). La metáfora del buen poder político: giro práctico desde el protagonismo del Estado al coprotagonismo de los individuos, los grupos y los movimientos sociales. Si en el diario deambular, las poblaciones producen su salud, la fuerza o poder fundamental para alcanzarla o sostenerla se encuentra en las poblaciones mismas. No es posible confiar únicamente en el poder del Estado y en el poder de la ciencia positiva para alcanzar la salud. Esta metáfora es ampliamente estimulada por Touraine de quien retoma: “Los nuevos movimientos sociales buscan construir sujetos que puedan integrar en su vida su yo con todo su recuerdo cultural, pero también puedan ver al otro, construir un nosotros y luchar contra la opresión” (9). En este sentido se incorpora la integración de lo subjetivo con lo objetivo, la cultura y la ciencia , y lo local se posiciona como espacio privilegiado para el pensamiento y la acción. El rol del salubrista : giro desde un profesional técnico interventor normativo hacia un profesional interprete mediador cuidador. La planificación de los servicios de salud, ocupaba y sigue ocupando un lugar importante en las preocupaciones de este actor social, en intima relación con la posibilidad de fijar leyes explicativas de fuerte cuño determinista. Esta perspectiva opera bajo premisas semejantes a la lógica positivista de determinación y previsibilidad: “cuanto más completa la descripción del fenómeno y más abarcativa la explicación de sus relaciones y determinaciones regidas por leyes, más factible es, para el planificador, predecir su comportamiento futuro y formular políticas más coherentes” (1) El giro de carácter del salubrista como intérprete mediador se correlaciona con la doble hermenéutica anteriormente señalada. Su papel de intérprete se dirige a las maneras como los actores individuales y sociales, en su diario vivir, construyen sus saberes, desarrollan las acciones relacionadas con la promoción de su salud y cuidan su enfermedad; y su papel de mediador estratégico se dirige a los poderes científico, político y económico para apoyar la elevación de los niveles de salud y vida (13). En síntesis, la salud publica alternativa que propone Granda se construye desde lo local, respeta lo temporal histórico, intenta comprender lo complejo, no desecha lo diverso, da un gran valor a lo autopoietico, reconoce la presencia de varias racionalidades, entre ellas la científica, tiene un eje ético muy fuerte y apoya el fortalecimiento de los movimientos sociales. Estos se convierten en contrapoder para presionar con más fuerza al Estado intermediador estratégico y enfrentar las presiones de los poderes supra y subnacionales, para vivir un mundo más humano y no necesariamente para tomar el poder del Estado (8). Textos revisados 1. Ciencia, Estado y servicios de salud (Ponencia presentada en el Centro de Estudios y Asesoría en Salud - CEAS, en Quito, 1985). 2. Algunos elementos sobre el desarrollo de la salud pública en América Latina (La Habana, 1990) 3. Escuela de Salud Pública: un espacio para la lucha en salud (Quito, 1991) 4. Práctica en salud y socialismo (Quito, 1992) 5. Perspectivas de la salud pública para el siglo XXI (Tegucigalpa, 1996) 6. Algunas ideas sobre la organización de redes en salud (Quito, 1996) 7. El sujeto, la ética y la salud (Buenos Aires, 1997) 8. Salud pública e identidad (Bogotá, 1999) 9. Salud: globalización de la vida y de la solidaridad (La Habana, 2000) 10. La salud publica y las metáforas sobre la vida (Revista Facultad Nacional de Salud Publica, Vol. 18, No. 02, Jul.-Dic. 2000) 11. Integralidad y vida (Porto Alegre, 2001) 12. A que cosa llamamos Salud Colectiva Hoy? (Brasilia, 2003) 13. ALAMES: veinte años. Balance y perspectiva de la medicina social en América Latina (Lima, 2004) 14. Quo vadis Salud pública? (Lima, 2004) 15. El saber en salud pública en un ámbito de pérdida de antropocentrismo y ante una visión de equilibrio ecológico (Quito, 2007) Todos los artículos, excepto los identificados con los números 10, 12 y 14, fueron recopilados después de la muerte de Edmundo Granda en la siguiente publicación: Granda Ugalde, E. (2009) La salud y la vida Vol 1. Quito: Alames, Univ. De Cuenca, OPS/OMS, CONASA .