CONSULTORIO LA DEDUCCIÓN DE LOS GASTOS DEL DESPACHO UBICADO EN LA PROPIA VIVIENDA según sentencia reciente >> EN NUESTRO ARTÍCULO DEL NÚMERO 76 DE ESTA REVISTA ABORDAMOS EL CRITERIO DE LA DIRECCIÓN GENERAL DE TRIBUTOS SOBRE LOS GASTOS DE CONSUMO DEL DESPACHO UBICADO EN LA PROPIA VIVIENDA. GONZALO DE LUIS OTERO Asesor fiscal del Consejo General de Procuradores C onforme el criterio de Hacienda (Consulta V0801-07), si un procurador, por ejemplo, instala el despacho en su vivienda, podrá deducirse los gastos derivados de la titularidad de la misma tal como el IBI o la comunidad de propietarios en la misma proporción que representa el despacho respecto al total de la casa. Sin embargo, los consumos como el teléfono, la luz o el agua solo los podrá deducir si están total y exclusivamente destinados a la actividad; es decir, no se puede considerar como deducible un tanto por ciento de los consumos. Se trata de una interpretación, que no una lectura literal de la norma, y como tal interpretación puede ser discutida y contraargumentada. A nuestro entender, los gastos de consumo y suministro del despacho serán deducibles en la medida en que se demuestre que están correlacionados con los ingresos, y para Hacienda el mero hecho de deducirse solo un tanto por ciento de la luz, el agua o el teléfono, en proporción al uso de la superficie, no es en sí mismo un argumento o prueba que establezca inexorablemente que están destinados a la actividad. Entendemos la cautela de Hacienda, pues siempre hay que analizar el punto de vista contrario, que en última instancia lo que pretende es evitar que se declaren como gastos deducibles consumos de los que no se puede demostrar su destino concreto. Sin embargo, lo que preconiza, establecer que solo son deducibles si se destinan exclusivamente a la actividad, no es sino un exceso inde­ mostrable. En definitiva, como no se puede demostrar el destino del uso no son deducibles, lo que supone “deslegalizar” la norma puesto que exige una condición no establecida en la misma. Si aplicamos con rigor el criterio de la Administración para poder deducirse el consumo de teléfono, agua y luz de un despacho ubicado en la vivienda, se nos ocurre que habría que tener instaladas acometidas específicas para estos suministros: dos líneas de teléfono, dos acometidas de luz y dos entradas de agua; en fin, unas para uso particular y otras para el despacho y, aun así, dada su innata rigidez, la Administración podría no aceptarlo, pues siempre planearía la duda, de nuevo incontestable, de qué acometidas se usan para qué usos. Los gastos de suministro entendemos que no son inherentes a la titularidad de los bienes afectos. Un gasto que se genera por la titularidad de un bien afecto es el IBI o la comunidad de propietarios, cierto, y si destinamos una parte del bien a despacho solo podremos destinar una parte de estos gastos como deducible de la actividad; pero el teléfono o la luz no son gastos que deriven de la titularidad del bien, sino del consumo que de estos servicios se haga. Por lo tanto, si el conProcuradores • Nº 113 51 CONSULTORIO tribuyente se deduce de los gastos de consumo una parte o el todo, bastará con que demuestre su relación con los ingresos por cualquier medio de prueba. El problema radica, claro, en cómo se demuestra. Tradicionalmente, como única solución lo que se ha venido haciendo es deducir los consumos en la misma proporción que la superficie del despacho respecto al total de la vivienda. Recientemente se ha publicado la sentencia 1937/2015 del Tribunal Superior de Justicia de Madrid que versa sobre cuestiones como los gastos de suministro en la vivienda/despacho, los gastos por uso del vehículo y la irregularidad de determinados ingresos. Traemos a colación lo referido al primer asunto, reservándonos para futuros trabajos monográficos los otros. El recurrente argumenta que se dedujo una parte proporcional de los gastos por suministro de la vivienda usada parcialmente como despacho. Alega, asimismo, la falta de toda lógica en la postura de Hacienda al no admitir la deducción, pues contraviene el espíritu de la norma. El abogado del Estado, por su parte, se acoge al criterio de la DGT. El Tribunal establece que nada impide que pueda destinarse parcialmente la vivienda para el desarrollo de la actividad, y estima parcialmente la pretensión del recurrente en lo relativo a la deducción de una parte proporcional del gasto por ­consumos. Transcribimos, por su importancia, el fundamento de derecho sexto: “La Administración, con apoyo en la consulta de la DGT V0801-07, considera que esa afectación parcial faculta al contribuyente para deducir en la parte proporcional los gastos derivados de la titularidad de la vivienda, como son los de amortización, IBI, tasa de basuras, comunidad de propietarios, etc. Sin embargo, conforme a esa misma consulta, solo considera deducibles los gastos derivados de los suministros (agua, luz, teléfono, etc.) cuando los mismos se destinen exclusivamente al ejercicio de la actividad, no pudiendo aplicarse, en este caso, la misma regla de prorrateo que se aplica a los gastos correspondientes a la titularidad de la vivienda. Sin embargo, la Sala no ­comparte este criterio. En efecto, no se discute que la normativa admite la ­afectación 52 Procuradores • Nº 113 parcial de la vivienda a la actividad económica, por lo que no es lógico negar la deducción de aquellos suministros sin los cuales no es factible esa utilización. Así, al no ser posible determinar el consumo que corresponde a cada uno de los fines a los que se destina el piso, debe admitirse la deducción de tales gastos en la parte correspondiente al porcentaje de afectación a la actividad económica, al igual que ocurre con los gastos inherentes a la titularidad del inmueble, no siendo admisible supeditar la deducción fiscal a la vinculación exclusiva del suministro a la actividad, pues esa exigencia supone introducir condiciones no contempladas en la Ley para la afectación parcial de inmuebles”. En definitiva, de la lectura de la resolución se desprenden las siguientes premisas: Cabe la afectación parcial de la vivienda como despacho; por lo tanto, la norma permite la deducción parcial de gastos. Hay dos tipos de gastos: los inherentes a la propiedad (IBI, comunidad, tasa basuras, etc.) y los de consumo (agua, teléfono, luz, etc.). No es posible determinar qué parte de los consumos está destinado a la actividad y qué parte a un fin privado, pero no por ello dejan de ser parcialmente deducibles. A falta de prueba, si son deducibles los gastos inherentes a la propiedad en la misma proporción que la superficie que se usa para la actividad, también son deducibles en la misma proporción los consumos, pues la norma no establece ninguna condición especial para limitar estos segundos gastos. La Administración, al no aceptar como deducibles los consumos por no demostrarse su destino a la actividad, está imponiendo unas condiciones que no exige la norma. Por nuestra parte, recordamos que quien está llamado a aplicar la norma no puede interpretar más allá de lo que el legislador ha establecido. Esta resolución nos permite no solo defendernos frente al criterio de Hacienda en caso de inspección o revisión, sino que nos ayudará, llegado el caso, a defender que nuestras declaraciones no son sancionables por estar respaldadas en una lectura razonable de la norma ¿Qué efecto tendrá esta sentencia? Pues el inmediato será que la Administración tendrá que rehacer la liquidación que emitió al contribuyente. Pero, ¿cambiará el criterio de Hacienda para el resto de los contribuyentes? Desde luego que no, por lo menos no de una manera inmediata. Hay muchas cuestiones tributarias discutidas y discutibles por los tribunales económico-administrativos, los contenciosos, la doctrina administrativa y la académica, y para que un criterio se consolide hace falta una más larga trayectoria. Sin embargo, esta resolución es muy oportuna porque nos permite no solo defendernos frente al criterio de Hacienda en caso de inspección o revisión, sino porque nos ayudará, llegado el caso, a defender que nuestras declaraciones no son sancionables por estar respaldadas en una lectura razonable de la norma.