1 Vigor presente de una cofradía medieval JOSÉ MANUEL ABAD ASENSIO Desde su creación medieval y la superación del convulso siglo XIX –a finales del cual pasará a denominarse “Hermandad de Nuestra Señora de la Villa Vieja y de la Sangre de Cristo” –, hasta la guerra civil del pasado siglo, la cofradía ha demostrado una obstinada resistencia a los avatares de la Historia, convirtiéndose de hecho en una de las más longevas instituciones turolenses. Después de 1939, la Hermandad vivió un lento y dificultoso renacimiento que, no obstante, se vio beneficiado por el propicio ambiente político del momento, al que no se mostró ajena, dadas sus frecuentes y fecundas relaciones con el Gobierno Civil, el Gobierno Militar y el episcopado turolense. Evidentemente, la documentación se multiplica desde la década de los años cuarenta, por lo que únicamente reseñaremos unos pocos acontecimientos que nos ayuden a comprender el devenir histórico de la hermandad desde entonces hasta la actualidad. Años 20. Panorámica del convento de los Carmelitas, próximo al de Capuchinos, desaparecido tras la Guerra de la Independencia. La huella de sus gentes 247 Lo primero y más importante es que la cofradía no desapareció como consecuencia de la Guerra Civil. Sí que se produjo un lógico periodo de inactividad, en el que, no obstante, Felipe Morata, sacristán y avisador de la hermandad, continuó desempeñando su labor; lo que se constata gracias a un recibí del 21 de agosto de 1940, en el que dice haber cobrado la cantidad de 20 pesetas por sus haberes atrasados correspondientes al año 1935, quedando pendientes de cobro los años 1936 y 1937. Por esta y por otras razones, lo que tiene lugar el 15 de agosto de 1943, reunida la Junta General en el claustro de la iglesia de San Pedro, es la reorganización de la hermandad, una vez estabilizada la caótica situación que caracterizó a la inmediata posguerra. Un poco más adelante, la hermandad redactará la que será su tercera normativa. Se trata del Reglamento de 1950, que adapta muchos de los capítulos y artículos de las Ordinaciones de 1475-1496 y de los Estatutos de 1899. En su primer artículo recalca que “se restablece en la Iglesia parroquial de San Andrés Apóstol de la Ciudad de Teruel, por Decreto del Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de la Diócesis, de 9 de marzo de 1948, en el altar de San Francisco de Paula, esta tradicional hermandad.” Sin embargo, antes de que esto se produjera, la hermandad todavía tendría tiempo de visitar otro establecimiento religioso de la ciudad, pues dado el estado ruinoso del Hospital de la Asunción, las dos imágenes –Ecce Homo y Virgen de la Asunción– se depositarán en el convento de las Carmelitas Descalzas, hasta su definitiva entronización en la parroquial. El Ecce Homo en procesión, junto a la torre de San Martín Ritos e imaginería Entre los actos religiosos de la hermandad destacan las procesiones a las que acude: “las procesiones de Jueves y Viernes Santo, la procesión de Santa Emerenciana, Patrona de Teruel, a la que ha asistido esta Hermandad desde la celebración de esta fiesta y la solemne procesión del Corpus Christi a la que concurre desde remota antigüedad”. Sin embargo, la procesión por antonomasia de la hermandad es aquella por la que se traslada la imagen de la Virgen de la Asun248 Comunidad de Teruel ción –cuya cronología puede retrasarse hasta el siglo XVIII– hasta el templo catedralicio, por tratarse tanto de su advocación titular como de la hermandad. En 1963, coincidiendo con el despertar económico del país y la consecuente búsqueda de alternativas para el periodo vacacional –aunque parece, según algunos testigos presenciales, que también influyó la falta de entendimiento con las autoridades eclesiásticas– dicha procesión se suprimió, recuperándose felizmente en agosto de 2001. Tras un periodo de incertidumbre que abarcó la década de los 70 y buena parte de los 80, la hermandad recibe un nuevo impulso y diversifica sus actividades, al tiempo que intenta recuperar otras. Como principales hitos, destaca la puesta al día de su normativa con la aprobación de unos nuevos Estatutos el año 2000, así como la incorporación a las procesiones de Semana Santa de una nueva imagen desde 2001. Se trata de la Virgen de los Dolores, entronizada en la parroquia del Salvador, que hasta su destrucción durante la Guerra Civil, presidía el altar mayor de la iglesia del antiguo Seminario, lo que nos permite datarla en la segunda mitad del siglo XVIII. Todas las imágenes que hemos considerado son de las llamadas de vestir, pues únicamente tienen talladas la cabeza, las manos y los pies, cubriéndose el resto con sus respectivas túnicas, vestidos y mantos. Cada una de ellas, además, es llevada sobre su correspondiente peana, entre las que destaca la del Ecce Homo, realizada en 1991 en madera y pan de oro por la empresa zaragozana Arte Cristiano, de los hermanos Albareda. Con un peso aproximado de 1.700 kilos, es portada por 50 peaneros. Mientras, 45 peaneras cargan con 1.400 kilos y hacen posible que la Dolorosa salga a la calle, que camine y que baile Ecce Homo. Hábito de peanero de la Hermandad en el que se aprecian tercerol, medalla y escudo. La huella de sus gentes 249 gracias al paso de costero a costero, siguiendo permanentemente el compás de la música, sin levantar los pies del suelo. Cofrades, pasos y música, todos al unísono, desfilan el Lunes Santo (en la procesión particular llamada de la Condena) y en las procesiones generales del Jueves y Viernes Santo. Amén de la Virgen de la Asunción que lo hace el 15 de agosto. El número actual de cofrades se aproxima a los 350, repartidos en diversas secciones, mientras que la Junta de cargos está compuesta por un presidente, un vicepresidente, secretario, tesorero, camarera mayor y vocales (estos últimos, trasunto de los seises de las Ordinaciones medievales). El hábito es de color negro, como el cinturón y el tercerol, acompañados de una medalla con cinta morada. Sorprende la antigüedad de ciertos hábitos y medallas –algunos de la década de los años veinte del pasado siglo– cuyos propietarios todavía utilizan. Estandarte de la Cofradía de la Villa Vieja Asimismo, destaca el óleo que realizó inspirado en el Ecce Homo del pintor Agustín el pintor turolense Agustín Alegre de Alegre la imagen del Ecce Homo, incorporado como motivo principal al estandarte homónimo. Por último, queremos destacar la concesión de la Medalla de Oro de la Ciudad de Teruel a la hermandad en 1998, lo que se consiguió gracias al apoyo de los propios cofrades, unido al de la Junta de Hermandades y Cofradías de Semana Santa de Teruel y al de numerosos turolenses. Pero tan prolija enumeración de datos históricos y merecimientos no tiene que ocultar lo verdaderamente importante: la Compañía, Cofradía o Hermandad de Nuestra Señora de la Villa Vieja y de la Sangre de Cristo es una asociación viva, una comunión de personas con unos objetivos claros, que desea servir tanto a la Iglesia como a la sociedad turolense del siglo XXI. Sus miembros son conscientes de la responsabilidad histórica que les ha tocado en suerte, pues son muchas las generaciones de turolenses que han dejado su impresión en ella a lo largo de su dilatada existencia. Hagamos, pues, de esta institución un valor común para toda la ciudad. 250 Comunidad de Teruel