DICTAMEN Nº 21

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DICTAMEN Nº 21
# Nº. 21/1999, de 16 de marzo.*
Expediente relativo a reclamación de responsabilidad patrimonial de la Administración Pública
formulada por M.R.S., en representación de M., Mutualidad de Seguros, por daños causados en el
vehículo de su asegurado J.G.W., como consecuencia de accidente de circulación ocurrido el 1 de
enero de 1998 en Guadalajara.
ANTECEDENTES
Con fecha 22 de junio de 1998, M.R.S., en representación de la compañía M., Mutualidad de
Seguros, efectuó reclamación de responsabilidad patrimonial de la Administración como
consecuencia de la producción de un accidente de tráfico por irrupción del vehículo matrícula Xxxxx-X en un bache o socavón existente en la calle F.A. de la localidad de Guadalajara, travesía
de la antigua carretera nacional II; hechos acaecidos, según el testimonio de la peticionaria a las
21 horas del día 1 de enero de 1998, cuando conducía el citado automóvil su propietario, J.G.W.
Se interesaba en dicha reclamación la indemnización por los desperfectos sufridos en el referido
automóvil, valorados en 84.522 pts., según factura aportada al efecto.
Previamente a dicha reclamación, ya habían sido emitidos por el Jefe de Sección de Carreteras de
la Delegación Provincial de Obras Públicas de Guadalajara, sendos informes, con fecha 12 y 20
de enero de 1998, en los que se dejaba constancia de la existencia de varios baches en la
mencionada vía, de anchura similar y 15 centímetros de profundidad. Se reflejaba en dichos
informes que la inspección realizada el día 2 de enero tuvo su causa en la información recibida de
la Policía Local de Guadalajara, que los baches detectados fueron reparados inmediatamente
aquel mismo día y que su aparición estuvo justificada por el envejecimiento que padece el firme de
la citada calle, las intensas lluvias caídas en los días previos, las vacaciones del personal
encargado del mantenimiento y la gran intensidad de tráfico que soporta dicha vía (más de 3.000
vehículos diarios). Se concluyen dichos informes indicando que sería necesario con carácter de
emergencia el refuerzo del firme en diversos tramos de dicha vía.
El 11 de noviembre de 1998, el órgano instructor del procedimiento se dirigió a la Alcaldía del
Ayuntamiento de Guadalajara, interesando información sobre accidentes de tráfico acaecidos en
la calle F.A. de dicha capital el día 1 de enero de 1998, obteniendo como respuesta la remisión de
un informe, emitido el día 7 de enero de 1998 por el Oficial-Jefe de la Policía Local, en el que se
contenía una relación de los vehículos siniestrados en la citada vía como consecuencia de los
baches aparecidos en la misma entre los días 1 y 2 de enero de 1998. Examinada dicha relación,
se constató que no figuraba en la misma vehículo alguno cuya matrícula, modelo o titularidad
coincida con el que era objeto de la reclamación.
Pone fin a la documentación integrante del procedimiento la propuesta de resolución elaborada a
5 de febrero de 1999 por el Secretario General Técnico de la Consejería de Obras Públicas, en
sentido desestimatorio, fundamentada en que "no existe ninguna certeza [...] de que las
circunstancias del accidente [...] coincidan con las relatadas en la reclamación. En efecto,
únicamente consta la sucinta manifestación de los hechos realizada por la representante de la que
se dice Compañía aseguradora, ya que no se ha aportado la póliza de seguro. No contamos con el
testimonio del perjudicado, ni con sus datos identificativos, ni tampoco la Policía Local de
Guadalajara ha registrado este accidente. Ninguna prueba, pues, que permita aceptar la presencia
de la responsabilidad pretendida".
EXTRACTO DE LA DOCTRINA
La posible participación de compañías de seguros en procedimientos de responsabilidad
patrimonial de la Administración, mediante subrogación, ya fue objeto de estudio por este
Consejo, en su dictamen 43/1997. En dicho pronunciamiento, se admitía tal participación con
base en lo dispuesto en el artículo 1.212 del Código Civil, ("la subrogación transfiere al
subrogado el crédito con los derechos a él anexos, ya contra el deudor, ya contra los terceros") y
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en el artículo 43, párrafo primero de la Ley 50/1980, de Contrato de Seguro, que establece: "El
asegurador, una vez pagada la indemnización, podrá ejercitar los derechos y las acciones que por
razón del siniestro correspondieran al asegurado frente a las personas responsables del mismo,
hasta el límite de la indemnización" Igualmente, el Consejo de Estado se ha pronunciado en este
sentido en los dictámenes 55.504/1991 y 1.283/1994 reconociéndose que el asegurador, una vez
pagada la indemnización, tiene acción frente a la persona o personas responsables del daño hasta
el límite de la indemnización. A la misma conclusión se llega analizando el contenido de la
Sentencia del Tribunal Supremo de 26 de febrero de 1991 (RJ Aranzadi 1087) en la que se alude a
la posibilidad reconocida a las compañías de seguro de ejercitar derechos y acciones que por
razón del siniestro correspondiesen al asegurado frente a las personas culpables del mismo, hasta
el límite de la indemnización.
En el supuesto ahora planteado es claro que la intervención de la entidad aseguradora pretende
tener su fundamento en la existencia de una relación de aseguramiento con el damnificado, en el
pago de una indemnización a aquél como consecuencia del contrato de seguro existente y en la
renuncia de acciones operada como consecuencia de dicho pago. La demostración de estos
factores surge aquí como un requisito previo necesario para aceptar la legitimación aducida por
el sujeto actuante, la compañía aseguradora, que, como se ha indicado, intervendría por
subrogación en los derechos y acciones correspondientes inicialmente a su asegurado. No puede
reprocharse el órgano instructor que no haya tomado las medidas oportunas para esclarecer
dicha cuestión, pues al menos en dos ocasiones (12 de febrero y 2 de abril de 1998) se ha dirigido
a la referida entidad requiriéndole la acreditación de su legitimación y, posteriormente (9 de
septiembre de 1998), le ha solicitado la presentación de la póliza del contrato de seguro existente,
del que se deduciría el fundamento de dicha legitimación.
Pues bien, aunque la aportación de tal documentación no debía revestir ninguna dificultad para
la compañía reclamante, dicho requerimiento no fue atendido, de modo que los únicos
documentos obrantes en el expediente indicativos de la relación de aseguramiento mencionada
son dos recibos de indemnización o finiquito, en los que se consigna que el propietario del
vehículo ha recibido ciertas cantidades de la referida sociedad mercantil, con renuncia a cuantos
derechos y acciones pudieran corresponder derivados del siniestro. No obstante, esta
documentación, que aporta meros indicios de la existencia del contrato de seguro referido, no
puede considerarse sustitutiva del contrato mismo, pues no hay motivos para aceptar una prueba
de carácter indiciario, cuando al alcance del actor está aportar la prueba documental esencial y
ésta le ha sido requerida formalmente en el curso del procedimiento.
Debe tenerse en cuenta especialmente, que entre el material probatorio obtenido por la
Administración, obra un informe recabado de la Policía Local de Guadalajara en el que se recoge
la relación de vehículos accidentados en la calle, fechas y horas citadas en antecedentes, entre los
que no se encuentra el automóvil del presunto asegurado. Este documento ha quedado a
disposición de la entidad reclamante, en el trámite de audiencia substanciado, sin que se haya
efectuado argumentación alguna al respecto, lo que conlleva implícitamente una aceptación de su
contenido. Además, no se cuenta ni siquiera con la declaración del conductor del vehículo en la
que se determine el lugar y demás circunstancias del accidente, a pesar de que el órgano
instructor ha intentado su obtención. En definitiva, el resultado de las pruebas verificadas en el
procedimiento no permite llegar a la conclusión de que el accidente referido aconteciera
realmente en el lugar indicado por la peticionaria.
Todas las argumentaciones precedentes inducen a la conclusión de que la entidad reclamante,
que, como se ha dicho, es sobre quien recae la carga de la prueba respecto al nexo de causalidad
alegado, no ha llevado a cabo la actividad necesaria para acreditar suficientemente la producción
de los hechos de los que se deriva la reclamación examinada y, si bien este principio debe ser
interpretado con criterios de adecuación al hecho que se pretende probar, ello no supone que para
el reconocimiento de responsabilidad baste la simple afirmación del interesado de su efectiva
producción, ya que para que sea atendible por la Administración una exigencia de daños y
perjuicios es necesario que el interesado demuestre de forma fehaciente que fue el
funcionamiento del servicio público quien produjo el daño.
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Faltando el presupuesto fáctico esencial (la acreditación efectiva del hecho denunciado en el
lugar indicado) en que ha de asentarse el análisis del nexo de causalidad sobre el que debe
pronunciarse este Consejo, no existe razón para un estudio más pormenorizado de los aspectos
determinadores de dicho vínculo causal, pues no cabe plantearse si la vía publica citada es o no de
titularidad autonómica (dato admitido por el Secretario Provincial de la Delegación), si existieron
en ella baches en las fechas mencionadas (hecho reconocido por el Servicio de Carreteras
afectado), si éstos eran de tal magnitud que pudieron provocar daños como los afirmados por el
reclamante o si pudo mediar imprudencia u otros factores relacionados con la conducta del
accidentado o las condiciones de seguridad del vehículo que pudieran incidir sobre la presunta
relación de causalidad; pues estas cuestiones sólo deberían ser objeto de un análisis posterior y
más detallado en caso de haberse acreditado suficientemente que los daños producidos tuvieron
lugar en la vía mencionada.
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