TEMA 6. PSICOLOGÍA. Introducción. La vida psíquica El

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TEMA 6.
PSICOLOGÍA.
Introducción. La vida psíquica
El comportamiento es la respuesta, la reación del individuo frente a la realidad.
Tiene una doble vertiente que es necesario diferenciar. El comportamiento
humano tiene una dimensión externa y observable, puesto que la constituye todo
aquello que decimos, hacemos o producimos como consecuencia de lo que
vemos, sentimos, olemos... La otra forma de responder es interna e inobservable,
la vida psíquica. Los sentimientos, las emociones, los recuerdos, los deseos... son
algunos de los estados y fenómenos mentales que la realidad despierta en
nosotros.
Estas actividades o fenómenos constituyen la vida psíquica de cada individuo,
la cual puede ser más rica, compleja y gratificante que la vida pública o externa.
Naturaleza de la mente
Muchos autores consideran la mente como el conjunto de los fenómenos
mentales. Si fuese posible que en estado consciente no tuviese lugar ningún
proceso mental, y no estuviésemos imaginando, ni sintiendo, ni recordando (cosa
poco probable según estos autores), entonces la mente se desvanecería,
desaparecería, ya que no es más que estos fenómenos. Además, considerar la
mente de este modo no comporta negar la identidad y continuidad que tenemos
como personas. Los recuerdos (un tipo de fenómeno mental) son lo que nos
permite reconocernos como personas con continuidad e identidad en el tiempo.
Sin embargo, a muchos autores identificar la mente con los fenómenos
psíquicos (recuerdos, creencias, deseos, ideas...) los deja un poco insatisfechos.
Se resisten a aceptar que sea únicamente un conjunto de fenómenos mentales,
porque eso implicaría que, cuando no pensamos en nada, cuando no tenemos
ninguna creencia, ningún deseo o recuerdo... entonces, la mente desaparece.
Para estos autores, la mente es algo que permanece, el soporte de los estados
mentales, y que se mantiene aunque asbestos desaparezcan, de manera similar a
como el aparato de televisión constituye el soporte de películas, anuncios y
documentales, y continúa existiendo aunque lo apaguemos y nos vayamos a
dormir. La mente, por lo tanto, sería una entidad que nos daría continuidad e
identidad como personas.
Consciente e inconsciente
Nuestros estados mentales son íntimos porque somos conscientes de ellos,
porque podemos acceder a ellos directa e inmediatamente a ellos en exclusividad.
Así, cuando pienso, recuerdo, siento... me percato de lo que pienso, recuerdo o
siento. Este percatarme, este darme cuenta de lo que me sucede es lo que
tradicionalmente se ha llamado conciencia.
Muchos pensadores han destacado el hecho de que al percatarme de lo que
me sucede, al ser consciente de mis estados mentales, también soy consciente de
mí mismo. Así, convenimos que la conciencia no es tan sólo percatamos de
nuestros estados y procesos mentales, sino también tomar conciencia de nosotros
mismos, teniéndolos. Por este motivo, muchos pensadores coinciden en señalar
que la conciencia siempre es autoconciencia; es decir, conciencia de uno mismo
como ser que piensa, recuerda o desea."
La conciencia y la intimidad han sido valoradas como lo específico y
característico del psiquismo humano. En este sentido, tradicionalmente se han
identificado mente y conciencia. No obstante, si mente y conciencia son lo mismo,
eso significa que todo cuanto forma parte del psiquismo humano es
obligatoriamente consciente. Por lo tanto, el sujeto (cada uno de nosotros) sería un
observador privilegiado de sus pensamientos y sentimientos.
A partir de Freud, se cuestiona y se pone en tela de juicio que realmente
tengamos un conocimiento tan privilegiado de nosotros mismos. Aunque es cierto
que los fenómenos que llamamos psíquicos o mentales son íntimos y, por lo tanto,
asequibles para nosotros, pero no para los demás; también es cierto que ni
siquiera nosotros poseemos un conocimiento completo de nuestra vida psíquica.
Algunos aspectos y fenómenos mentales permanecen ocultos incluso para el
propio sujeto.
Freud, que había estudiado Medicina, pronto se interesó por las enfermedades
nerviosas. Mientras trataba la histeria intuyó que había algo de lo que los
pacientes no eran conscientes, pero que influía poderosamente en su estado de
ánimo. En una de sus primeras obras, Estudios sobre la histeria (1895), escrita en
colaboración con uno de sus colegas, dio a conocer las bases de la teoría que
más tarde lo haría famoso, el psicoanálisis.
El psicoanálisis es tanto una terapia para tratar trastornos mentales como una
teoría sobre el ser humano y su mente. Como teoría destaca por la defensa de la
existencia de estados mentales inconscientes y porque reivindica su importancia
en la determinación de la conducta humana.
Según la concepción psicoanalítica, no todos los fenómenos mentales son
conscientes. De hecho, la mayoría no lo es y los que lo son tienen poca fuerza.
Para Freud, el verdadero motor de nuestra conducta no son nuestros deseos y
creencias conscientes, sino los impulsos primarios (instintos o pulsiones), los
cuales, a pesar de ser inconscientes, tienen fuertes repercusiones en nuestro
comportamiento.
Estos impulsos o instintos se ponen a las convenciones y normas sociales que
la conciencia ha interiorizado. Precisamente, por ello conviene que se mantengan
ocultos. La represión es el mecanismo psíquico que asegura que los contenidos
mentales peligrosos permanezcan escondidos. Sin embargo, dado que la fuerza
de estos instintos para aflorar a la superficie e imponerse a la conciencia es muy
grande, existe una serie de mecanismos para satisfacerlos de forma socialmente
aceptable. Uno de estos mecanismos es la sublimación.
Según el psicoanálisis, la sublimación es la canalización inconsciente de un
deseo inaceptable en una actividad cultural aceptada y considerada superior. Por
ejemplo, para Freud, la amistad es una sublimación del deseo sexual. Como la
sublimación es un mecanismo inconsciente, el individuo mismo a menudo
desconoce la causa real de muchas de sus acciones: satisfacer estos instintos
inconscientes. Conductas como la dedicación al trabajo, la creación de obras de
arte, la amistad pueden ser formas de satisfacer estos deseos.
Aunque muchas ideas del psicoanálisis han sido revisadas, se le reconoce el
descubrimiento del inconsciente. Hemos de aceptar que de nuestra vida psíquica
sólo somos conscientes en parte y que existen procesos psíquicos bastante
influyentes, pero de los que no nos percatamos. Por ejemplo, seguro que más de
una vez has actuado sin saber por qué lo hacías o te has engañado a ti mismo
sobre las razones que te han empujado a actuar de una manera determinada, y
hasta más tarde no has sido consciente de cuáles eran los motivos de tu conducta.
Estados y procesos mentales
En lo que hemos catalogado como fenómenos mentales, existe una gran
variedad y complejidad. Sin embargo, es posible simplificarlo clasificándolos en
dos grandes grupos, según sean fruto de facultades cognitivas o, más bien,
constituyan estados afectivos.
3.1. Facultades cognitivas. Son aquellas facultades relacionadas con el proceso
de conocimiento y que nos ayudan a formarnos una idea de cómo es y cómo
funciona la realidad.
- La percepción. Es una facultad que compartimos de manera similar con el resto
de los animales. Nos pone en contacto y nos permite construir representaciones
de ésta a partir de los datos proporcionados por los sentidos. La percepción
organiza e interpreta los datos sensoriales, configurando así una imagen unitaria y
coherente del supuesto objeto externo. Esto es así porque no percibimos
sensaciones aisladas, sino que construimos una imagen total que agrupa y
combina lo que serían datos simples, como olores, colores...
- La memoria. Es, como la percepción, una facultad que compartimos con la
mayoría de los animales. Si la primera nos permite formarnos imágenes más o
menos fieles de la realidad, la memoria nos posibilita retenerlas recordarlas en el
futuro. Esta capacidad para retener experiencias del pasado permite tanto el
aprendizaje como nuestra continuidad e identidad como personas. No obstante,
con el tiempo, la huella que dejan nuestras experiencias se puede ir diluyendo, de
manera que se hace imposible el recuerdo. Entonces se produce el olvido, o
incapacidad para recuperar información almacenada en la memoria.
Clases
memoria
de
la
Según
Inmediata
duración
recuerdo
del
A corto plazo
Según
calidad
la
A largo plazo
Mecánica
Significativa
Las
El recuerdo es
La información
No se
Se comprende
percepciones se
retienen por
débil y poco
duradero.
se retiene
durante largo
comprende lo
memorizado
lo memorizado.
unos instantes.
tiempo.
Cerrados los
La lista de
El idioma
Memorización de
Al estudiar un
ojos un
momento, aún
compra o de
teléfonos.
materno se
recuerda aún
una canción en
un idioma ajeno.
tema
trabajándolo y
vemos lo mismo.
tras largo tiempo
comprendiéndol
sin utilizarlo.
o
Mecanismos de memorización:
• Comprender los datos. Entender el material facilita el estudio.
• Racionalizar el material. Recordar datos que no tienen sentido resulta
bastante complicado.
• Organizar la información. Una información caótica y desordenada es más
difícil de retener.
• Memorizar paso a paso. No podemos asimilar toda la información de una
vez.
• Descansar de vez en cuando es una práctica que favorece el recuerdo.
La imaginación. En tanto que la percepción y la memoria son facultades humanas
que nos acercan al resto de los animales (compartimos con ellos la posibilidad
de recibir información del exterior y de almacenarla), la fantasía, en cambio, esun, rasgo humano diferencial. Es la capacidad de reproducir imágenes (en este
sentido, esta muy relacionada con la percepción y la memoria), pero sobre todo
de modificar y crear otras nuevas con mayor libertad y espontaneidad. Por ello,
afirmamos que hay dos tipos o funciones de la imaginación: Reproductora y
creadora o fantástica.
Las características de la última son:
• Crea, inventa o anticipa nuevas imágenes.
• Recrea un mundo fantástico diferente del real.
• Utiliza datos reales pero los altera por combinación, aumento, disminución...
• Produce imágenes parecidas a las de los sueños pero en estado de vigilia.
La inteligencia. Se trata de la facultad cognitiva que más diferencia al ser humano
del resto de los animales. Sin embargo, resulta tan complicado expresar qué
entendemos por inteligencia, que suelen emplearse definiciones tan poco
explicativas como ésta: «La inteligencia es aquello que miden las pruebas de
inteligencia».
A partir de investigaciones recientes, se ha ido abandonando este concepto
tradicional de inteligencia se asociaba básicamente al «cociente intelectual» (CI),
en favor de teorías que consideran la inteligencia una facultad en la que
intervienen múltiples factores, no sólo intelectuales.
Según Gardner, hay siete tipos de inteligencia que nos permiten relacionarnos
con el mundo, resolver problemas y adaptar nuestra conducta a diferentes
situaciones. Son éstos:
Lingüística: Relacionada con nuestra capacidad verbal, con el lenguaje y las
palabras.
Lógico-matemática: Tiene que, ver con el desarrollo abstracto, con la precisión y la
organización a través de pautas o secuencias.
Espacial: Capacidad para integrar elementos, percibirlos y ordenarlos en el
espacio.
Musical: Relacionada con las habilidades musicales y ritmos.
Kinestésica: Abarca todo lo relacionado con el movimiento corporal y los reflejos.
Interpersonal: Capacidad de relacionarse y comunicarse con otras personas.
Intrapersonal: Se refiere al conocimiento de uno mismo, y a procesos relacionados
como la autoconfianza y la motivación.
Si te fijas, entre estos tipos de inteligencia se encuentran la interpersonal y la
intrapersonal, precedentes de la revolucionaria teoría de la inteligencia emocional.
Este término, difundido por David Goleman, se refiere a la capacidad humana de
sentir, entender, controlar y modificar estados emocionales en uno mismo y en los
demás.
3.2. Estados afectivos
La vida psíquica no se limita a los fenómenos cognitivos que nos acercan a la
realidad y nos ayudan a conocerla, sino que también se relaciona con una
vertiente muy importante de nuestro psiquismo: la afectividad.
El ser humano se encuentra inmerso en un entorno que no le resulta
indiferente. Lo que le rodea le afecta de manera positiva o negativa, pero siempre
le afecta de alguna manera. Esta afectación es lo que muchas veces le empuja a
implicarse en las cosas. Así, por ejemplo, presenciar actos de injusticia o crueldad
nos puede afectar profundamente y hacernos sentir rechazo, pero también puede
comportar que nos impliquemos en esta situación y que nos solidaricemos con
quienes la sufren.
Los estados afectivos más básicos son el dolor y el placer. Desde siempre, el
ser humano ha intentado potenciar los estados agradables, tratando al mismo
tiempo de evitar las situaciones que le resultaban desagradables y dolorosas. Sin
embargo, la afectividad es mucho más rica y compleja. Compruébalo:
Sentimientos:
Tipos: Envidia, amor, amistad, odio.
Características: Son bastante estables y pueden persistir durante largo
tiempo. Son muy subjetivos, dependen de la experiencia personal de cada
cual. Además, la propia cultura determina el valor, la forma de expresión...
Emociones:
Tipos: Vergüenza, alegría, miedo, tristeza.
Características: Son más puntuales e intensas que los sentimientos, y
a d e má s va n a co mp a ñ a d a s d e re a cci o n e s fi si o l ó g i ca s (su d o r,
palpitaciones...). Pueden disminuir con la costumbre y ser aniquiladas al
sustituirlas por una nueva emoción.
Pasiones:
Tipos: Cualquier sentimiento o emoción demasiado intenso.
Características: Son sentimientos y emociones tan intensos que
descontrolan y perturban a quien las sufre. Se caracterizan por su carácter
excesivo e involuntario. No decidimos tener una pasión, la padecemos.
Bases biológicas del psiquismo humano
Las recientes investigaciones científicas, aunque todavía no pueden dar una
explicación definitiva del funcionamiento de un mecanismo tan complejo como el
cerebro, han proporcionado datos que parecen confirmar que los fenómenos
mentales (sean conscientes o inconscientes, cognitivos o afectivos) están
relacionados con fenómenos físicos, como estados neuronales u hormonales. Esto
abre el camino a nuevos estudios que intenten desvelar los secretos del
comportamiento humano mediante el análisis del sistema nervioso y del cerebro.
4.1. Las neuronas
La neurona es la unidad básica y fundamental de! sistema nervioso. Las hay de
muchos tipos, pero todas tienen una constitución y función parecida. Constan de
unas dendritas (encargadas de la recepción); de un centro neuronal especializado
en la transmisión (axon); y de un cuerpo, que efectúa las reacciones metabólicas.
La información viaja en forma de impulso nervioso (es como una pequeña
corriente eléctrica.) La neurona transmisora libera en el extremo del axón los
neurotransmisores que viajan a través del espacio sináptico hasta la dendrita de la
neurona receptora.
4.2. El sistema nervioso central
En el sistema nervioso central se encuentran los principales centros nerviosos,
es decir, los máximos responsables del análisis de la información y la toma de
decisiones. Serían los siguientes:
* Encéfalo. Se halla en el interior de la cavidad craneal y está constituido por:
• Cerebro. Es el órgano más importante del sistema nervioso. En su seno se
analiza prácticamente toda la información que recibe el organismo y se procesa la
respuesta que se considera más conveniente. En el ser humano constituye la base
del pensamiento y del lenguaje.
• Cerebelo. Principalmente, coordina los movimientos que permiten mantener el
equilibrio del cuerpo.
• Tronco del encéfalo. Su tarea fundamental es controlar funciones fisiológicas
como la respiración o el latido del corazón.
Médula espinal. Es similar a un filamento localizado en el interior de la columna
vertebral que une el encéfalo con el resto del cuerpo. Constituye un canal por
donde fluye la información que procede de los sentidos hasta el encéfalo o, al
revés, por donde se distribuye la respuesta motora procedente del encéfalo hacia
los músculos.
También es cierto que la médula espinal tiene, en algunos
casos, capacidad para dar respuesta a los estímulos sin que intervenga el cerebro.
Se trata de los reflejos involuntarios. Cuando se capta un estímulo que requiere
una respuesta extraordinariamente rápida, la información no se transmite hasta el
cerebro, sino que la médula reacciona automáticamente. Eso es lo que ocurre, por
ejemplo, cuando retiramos de manera rápida e involuntaria la mano de un objeto
que quema. Es la respuesta inmediata de la médula frente al dolor.
4.3. El cerebro
Una de las características que contribuyó de manera más decisiva a la
evolución y constitución de la especie humana fue el desarrollo cerebral.
El cerebro es el órgano más importante del sistema nervioso y, seguramente,
también de todo el organismo. El cerebro humano pesa aproximadamente unos
1200 gramos y se divide en dos hemisferios simétricos, el derecho y el izquierdo.
Está formado por:
- Neocortex o corteza cerebral. Es una capa delgada pero extensa de materia
gris que rodea toda la superficie del cerebro (los centros neuronales, a diferencia
de los axones, son de color gris). Es la parte que procesa la información y elabora
las respuestas, y se encarga también del razonamiento. Se puede subdividir en
cuatro lóbulos con funciones diversas, aunque el cerebro tiene una cierta
capacidad para autorregenerarse y hacer que una parte se encargue de la función
de otra que ha sido lesionada.
- Mesocórtex o sistema límbico. Es un sistema muy complejo, pero importante
por el papel que desempeña en la vida psíquica, ya que regula las funciones
afectivas y la vida emocional en general.
- Paleocórtex. Se considera el área más-antigua del cerebro, y rige el
funcionamiento de aspectos muy primarios (el sueño, el apetito).
Como centro de decisiones, el cerebro no sólo es responsable de las reacciones
motoras ante los estímulos; por ejemplo, levantar el brazo para llamar al taxi que
vemos acercarse. También es el responsable de las reacciones hormonales del
organismo. El hipotálamo, situado en la parte central del encéfalo, controla el
sistema endocrino.
4.4. El sistema endocrino
El sistema endocrino está formado por las glándulas y los tejidos que
intervienen en la secreción de hormonas. Está directamente controlado poi el
sistema nervioso, ya que es el hipotálamo el que, en función de los estímulos,
ordena a las glándulas endocrinas responder hormonalmente.
Este sistema es muy importante para que exista un equilibrio químico en el
organismo, es el responsable de muchos de los cambios que pa decemos para
adaptarnos a nuevas situaciones: crecimiento, embarazo... Además, tiene una
importante repercusión en la vida mental, en el comportamiento del ser humano.
La neurología actual investiga las reacciones químicas y su relación con nuestra
vida psíquica. Por ejemplo, se estudia hasta qué punto las alteraciones físicas y
psicológicas que se producen durante la adolescencia (cambios de humor,
irritabilidad, sensibilidad...) responden a las transformaciones hormonales
involucradas en el proceso de crecimiento y maduración.
Mente y cerebro
La relación que todas las investigaciones científicas coinciden en destacar
entre procesos físicos (neuronales) y procesos mentales (sentimientos, creencias)
ha reabierto una cuestión tan antigua como la relación entre el cuerpo y la mente.
Las principales teorías respecto a esta cuestión se dividen en tres grupos: el
dualismo, que tiende a diferenciar cerebro y mente; el monismo, que los identifica,
y las teorías que van más allá de las explicaciones monistas y dualistas, las cuales
plantean nuevas perspectivas sobre este asunto.
5.1. El dualismo
El dualismo tradicional se caracteriza por postular la existencia de dos
realidades de naturaleza y consistencia diferentes: el cuerpo y la mente.
Generalmente, el dualismo enfatiza la naturaleza contraria de estas dos
realidades para defender la posibilidad de que se separen y puedan vivir
independientes.
Platón y Descartes son representantes del dualismo tradicional .
* Dualismo platónico. Según Platón, el ser humano está formado por un alma
inmortal y divina, y por un cuerpo imperfecto y mortal, que es la cárcel de la
primera. Considera que el estado natural del alma es estar separada del cuerpo,
pues éste sólo consigue perturbarla y estorbarla en su anhelo de verdad y de
conocimiento, hasta el punto de afirmar que «el hombre es su alma».
Dualismo cartesiano. Para Descartes, el hombre es un compuesto de sustancia
pensante (mente) y de sustancia extensa (cuerpo), cuya comunicación, a través de
la glándula pineal, resulta difícil de explicar. La mente tiene como atributo esencial
el pensamiento, que es inmaterial y libre, mientras que el cuerpo se caracteriza
por la extensión y por estar sujeto a las leyes de la materia. Estas sustancias son
realidades diferentes e independientes (ninguna de las dos necesita a la otra para
existir). Para Descartes, ésta es la base para demostrar no sólo la independencia
mental, sino también la inmortalidad del alma.
El dualismo permanece aún muy arraigado en nuestro modo de pensar. No
obstante, se han planteado algunos problemas, entre los que destaca la cuestión
de cómo es posible que exista una relación mente-cuerpo (o cerebro-mente) si se
trata de realidades tan diferentes.
5.2. El monismo
Considera que el ser humano es un ser unitario y niega la existencia de la
mente como una realidad distinta del cerebro. Aunque hay un monismo
espiritualista, nos centraremos en el monismo materialista por la influencia y
relevancia que ha tenido.
* Monismo materialista. El ser humano es un ser físico y material y la mente no
tiene una naturaleza esencialmente diferente de los fenómenos físicos. Dentro del
monismo materialista, destacamos el Conductismo: Teoría psicológica que surge
de la propuesta de John Watson (1878-1958), según la cual la conducta humana
no tiene causas mentales. Uno de los pioneros fue B. Skinner (1904-1990), afirmó
que cualquier acción podía explicarse según un esquema estímulo-respuesta.
Ignora la existencia de la mente y de los procesos mentales. Los defensores de
esta postura entienden la conducta como el conjunto de respuestas dadas por un
organismo frente a determinados estímulos del medio, es decir, las acciones y
conductas pueden explicarse sin recurrir a causas mentales: toda acción humana
es la respuesta a un estímulo externo. Así, el conductismo evita la controvertida
cuestión de la causalidad mental, pues evita postular la existencia de una mente.
Sin embargo, la creencia en el poder causal de los estados mentales está tan
arraigada en nosotros que, aunque una acción esté muy condicionada por
estímulos externos, necesitamos apelar a procesos mentales.
5.3. Más allá del dualismo y el monismo
A raíz de las insuficiencias que presentan el dualismo y el monismo, han
surgido explicaciones sobre la relación mente-cuerpo que pretenden la
armonización. Algunas de las más relevantes son el funcionalismo y el dualismo
de propiedades.
El funcionalismo. Un fenómeno o proceso mental no se define por la materia
de la que está hecho, sino por la función que desempeña. No se pueden reducir
los estados mentales a procesos físicos neurofisiológicos, porque es pensable que
sustancias fisicoquímicas diferentes (extraterrestres, computadoras...) ejecuten
procesos mentales (calcular, resolver problemas...) similares a los de los
humanos.
El dualismo de propiedades. Esta teoría toma las ideas que resultan más
atractivas del monismo y del dualismo. Del primero que el ser humano está
formado por una única sustancia o realidad (que sería física). Sin embargo, esta
única realidad produce o causa propiedades de dos tipos: físicas y mentales. En
otras palabras, los estados mentales surgen o emergen de estados físicos, pero no
se pueden identificar porque tienen propiedades diferentes. Es monista porque
postula la existencia de una sola realidad, y es dualista porque defiende la
existencia de dos tipos de propiedades (los estados físicos y los mentales) con
características distintas aunque una emerja de la otra.
La conducta humana
6.1. Conducta heredada o conducta aprendida
Entendemos por conducta precisamente eso: la reacción ( R ) observable que
un individuo tiene ante un estímulo ( E ), ya sea interno (por ejemplo, un fuerte
dolor de cabeza), o externo (un aumento de la temperatura ambiental). Lo que
diferencia la conducta de otras reacciones es que puede ser observada,
comprobada y analizada por cualquier espectador externo. En cambio, ningún
observador privilegiado, excepto yo mismo, puede conocer lo que pienso o lo que
siento cuando contemplo una obra de arte. Ésta es la principal diferencia entre las
dos vertientes del comportamiento.
6.2. La conducta puede ser instintiva o abierta.
Es instintiva cuando la reacción ante un estímulo es idéntica en todos los
miembros de la especie, ya que está determinada por una pauta genética común y
característica. Es una pauta de respuesta biológicamente determinada y rígida.
En cambio, hablamos de respuesta abierta cuando la reacción no está
biológicamente prefijada. Por este motivo, el mismo estímulo puede desencadenar
reacciones diferentes, incluso en un mismo individuo. Estas varían entre los
individuos debido a las diferencias culturales y sociales que originan el
aprendizaje.
La motivación
Si en el ser humano la regulación instintiva no puede explicar todas las
conductas, ¿qué es aquello que nos puede dar una respuesta? Básicamente, lo
que llamamos motivos de la acción.
Muy a menudo, cuando una acción nos resulta incomprensible, cuando no
entendemos por qué alguien se ha comportado de la forma en que lo ha hecho,
nos preguntamos por los motivos de su acción: «¿Por qué motivo has regañado a
Pedro, si no había hecho nada?», «No tengo ni idea de por qué ha hecho eso».
Como vemos, los motivos son aquello que da sentido y hace comprensible la
conducta de los demás. Podríamos definirlos como cualquier factor que mueve o
empuja a un individuo a comportarse y actuar de la forma en que lo hace.
Los motivos (creer que Pedro ha hecho novillos o querer mostrar
agradecimiento a alguien por su ayuda) acostumbran a ser estados o procesos
mentales del individuo que actúa. Por ello, son inobservables y pueden constituir
un misterio para el espectador externo que ve lo que hace el otro, pero desconoce
por qué lo hace.
Muchos autores han intentado clasificar los principales motivos que empujan al
ser humano a actuar. Esta tarea es bastante complicada, precisamente debido al
carácter abierto e indefinido del ser humano: cada persona es un mundo y actúa
por razones en ocasiones incomprensibles para los demás.
Para algunos autores, el motivo principal por el que reaccionamos es la
necesidad de conservar el equilibrio del organismo. Según la teoría homeostática
de-la motivación, el ser humano busca fundamentalmente su equilibrio
(homeostasis). Por ello, cuando una necesidad (falta de agua) o una molestia
(picor en el pie) perturba al individuo, se produce un desequilibrio que hace
reaccionar al organismo para restablecer el orden perdido.
Esta teoría de la motivación como restablecimiento del equilibrio orgánico
funciona en lo que concierne a los impulsos fisiológicos como el apetito, la sed...
Sin embargo, lo que mueve al ser humano no siempre son necesidades
biológicas, pues en muchas ocasiones actuamos en detrimento de ellas. Por
ejemplo, cuando tenemos apetito pero nos resistimos a comer porque estamos
siguiendo un régimen para adelgazar, o cuando nos bronceamos en exceso y sin
utilizar productos protectores. Eso nos lleva, a pesar de la dificultad para fijar una
lista de motivos, vamos a hacer una clasificación que distingue dos grandes
grupos: primarios y secundarios. Lo veremos en la tabla de la página siguiente.
7.1. Clasificación de los motivos
Primarios:
• Tienen una base biológica.
• Son innatos.
• Se corresponden con las necesidades fisiológicas más elementales.
• Son comunes a todos los seres humanos.
• Los compartimos con los animales.
Ejemplos: Factores que intervienen en la conservación del individuo y de la
especie: respirar, beber, comer...
Secundarios:
• Tienen una base cultural y social.
• Se transmiten por medio de la educación.
• Pueden ser exclusivos de una cultura o sociedad, incluso de un solo individuo.
• Son específicos de los humanos. Ejemplos: Factores relacionados con el
bienestar básico, seguridad laboral, riqueza, amor, pertenencia a un grupo,
prestigio.
7.2. La desmotivación.
Es uno de los elementos más perturbadores del comportamiento. Cuando, por
las razones que sea, no tenemos motivos o bien éstos son débiles, la
consecuencia más inmediata que se desprende de ello es la desgana o inacción,
ya que no hay nada suficientemente fuerte que nos mueva á actuar. Eso aún se
hace más patente cuando la acción que nos convendría llevar a cabo requiere un
esfuerzo y un sacrificio por parte del individuo. En estos casos, si no hay nada que
empuje al sujeto para que se entregue a una tarea poco gratificante, el resultado
es la pasividad o la falta de compromiso y de implicación con lo que hace.
Acciones como estudiar, trabajar o ahorrar son mucho más llevaderas si detrás
hay una motivación que las incentive e impulse.
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