TEMA 6. PSICOLOGÍA. Introducción. La vida psíquica El comportamiento es la respuesta, la reación del individuo frente a la realidad. Tiene una doble vertiente que es necesario diferenciar. El comportamiento humano tiene una dimensión externa y observable, puesto que la constituye todo aquello que decimos, hacemos o producimos como consecuencia de lo que vemos, sentimos, olemos... La otra forma de responder es interna e inobservable, la vida psíquica. Los sentimientos, las emociones, los recuerdos, los deseos... son algunos de los estados y fenómenos mentales que la realidad despierta en nosotros. Estas actividades o fenómenos constituyen la vida psíquica de cada individuo, la cual puede ser más rica, compleja y gratificante que la vida pública o externa. Naturaleza de la mente Muchos autores consideran la mente como el conjunto de los fenómenos mentales. Si fuese posible que en estado consciente no tuviese lugar ningún proceso mental, y no estuviésemos imaginando, ni sintiendo, ni recordando (cosa poco probable según estos autores), entonces la mente se desvanecería, desaparecería, ya que no es más que estos fenómenos. Además, considerar la mente de este modo no comporta negar la identidad y continuidad que tenemos como personas. Los recuerdos (un tipo de fenómeno mental) son lo que nos permite reconocernos como personas con continuidad e identidad en el tiempo. Sin embargo, a muchos autores identificar la mente con los fenómenos psíquicos (recuerdos, creencias, deseos, ideas...) los deja un poco insatisfechos. Se resisten a aceptar que sea únicamente un conjunto de fenómenos mentales, porque eso implicaría que, cuando no pensamos en nada, cuando no tenemos ninguna creencia, ningún deseo o recuerdo... entonces, la mente desaparece. Para estos autores, la mente es algo que permanece, el soporte de los estados mentales, y que se mantiene aunque asbestos desaparezcan, de manera similar a como el aparato de televisión constituye el soporte de películas, anuncios y documentales, y continúa existiendo aunque lo apaguemos y nos vayamos a dormir. La mente, por lo tanto, sería una entidad que nos daría continuidad e identidad como personas. Consciente e inconsciente Nuestros estados mentales son íntimos porque somos conscientes de ellos, porque podemos acceder a ellos directa e inmediatamente a ellos en exclusividad. Así, cuando pienso, recuerdo, siento... me percato de lo que pienso, recuerdo o siento. Este percatarme, este darme cuenta de lo que me sucede es lo que tradicionalmente se ha llamado conciencia. Muchos pensadores han destacado el hecho de que al percatarme de lo que me sucede, al ser consciente de mis estados mentales, también soy consciente de mí mismo. Así, convenimos que la conciencia no es tan sólo percatamos de nuestros estados y procesos mentales, sino también tomar conciencia de nosotros mismos, teniéndolos. Por este motivo, muchos pensadores coinciden en señalar que la conciencia siempre es autoconciencia; es decir, conciencia de uno mismo como ser que piensa, recuerda o desea." La conciencia y la intimidad han sido valoradas como lo específico y característico del psiquismo humano. En este sentido, tradicionalmente se han identificado mente y conciencia. No obstante, si mente y conciencia son lo mismo, eso significa que todo cuanto forma parte del psiquismo humano es obligatoriamente consciente. Por lo tanto, el sujeto (cada uno de nosotros) sería un observador privilegiado de sus pensamientos y sentimientos. A partir de Freud, se cuestiona y se pone en tela de juicio que realmente tengamos un conocimiento tan privilegiado de nosotros mismos. Aunque es cierto que los fenómenos que llamamos psíquicos o mentales son íntimos y, por lo tanto, asequibles para nosotros, pero no para los demás; también es cierto que ni siquiera nosotros poseemos un conocimiento completo de nuestra vida psíquica. Algunos aspectos y fenómenos mentales permanecen ocultos incluso para el propio sujeto. Freud, que había estudiado Medicina, pronto se interesó por las enfermedades nerviosas. Mientras trataba la histeria intuyó que había algo de lo que los pacientes no eran conscientes, pero que influía poderosamente en su estado de ánimo. En una de sus primeras obras, Estudios sobre la histeria (1895), escrita en colaboración con uno de sus colegas, dio a conocer las bases de la teoría que más tarde lo haría famoso, el psicoanálisis. El psicoanálisis es tanto una terapia para tratar trastornos mentales como una teoría sobre el ser humano y su mente. Como teoría destaca por la defensa de la existencia de estados mentales inconscientes y porque reivindica su importancia en la determinación de la conducta humana. Según la concepción psicoanalítica, no todos los fenómenos mentales son conscientes. De hecho, la mayoría no lo es y los que lo son tienen poca fuerza. Para Freud, el verdadero motor de nuestra conducta no son nuestros deseos y creencias conscientes, sino los impulsos primarios (instintos o pulsiones), los cuales, a pesar de ser inconscientes, tienen fuertes repercusiones en nuestro comportamiento. Estos impulsos o instintos se ponen a las convenciones y normas sociales que la conciencia ha interiorizado. Precisamente, por ello conviene que se mantengan ocultos. La represión es el mecanismo psíquico que asegura que los contenidos mentales peligrosos permanezcan escondidos. Sin embargo, dado que la fuerza de estos instintos para aflorar a la superficie e imponerse a la conciencia es muy grande, existe una serie de mecanismos para satisfacerlos de forma socialmente aceptable. Uno de estos mecanismos es la sublimación. Según el psicoanálisis, la sublimación es la canalización inconsciente de un deseo inaceptable en una actividad cultural aceptada y considerada superior. Por ejemplo, para Freud, la amistad es una sublimación del deseo sexual. Como la sublimación es un mecanismo inconsciente, el individuo mismo a menudo desconoce la causa real de muchas de sus acciones: satisfacer estos instintos inconscientes. Conductas como la dedicación al trabajo, la creación de obras de arte, la amistad pueden ser formas de satisfacer estos deseos. Aunque muchas ideas del psicoanálisis han sido revisadas, se le reconoce el descubrimiento del inconsciente. Hemos de aceptar que de nuestra vida psíquica sólo somos conscientes en parte y que existen procesos psíquicos bastante influyentes, pero de los que no nos percatamos. Por ejemplo, seguro que más de una vez has actuado sin saber por qué lo hacías o te has engañado a ti mismo sobre las razones que te han empujado a actuar de una manera determinada, y hasta más tarde no has sido consciente de cuáles eran los motivos de tu conducta. Estados y procesos mentales En lo que hemos catalogado como fenómenos mentales, existe una gran variedad y complejidad. Sin embargo, es posible simplificarlo clasificándolos en dos grandes grupos, según sean fruto de facultades cognitivas o, más bien, constituyan estados afectivos. 3.1. Facultades cognitivas. Son aquellas facultades relacionadas con el proceso de conocimiento y que nos ayudan a formarnos una idea de cómo es y cómo funciona la realidad. - La percepción. Es una facultad que compartimos de manera similar con el resto de los animales. Nos pone en contacto y nos permite construir representaciones de ésta a partir de los datos proporcionados por los sentidos. La percepción organiza e interpreta los datos sensoriales, configurando así una imagen unitaria y coherente del supuesto objeto externo. Esto es así porque no percibimos sensaciones aisladas, sino que construimos una imagen total que agrupa y combina lo que serían datos simples, como olores, colores... - La memoria. Es, como la percepción, una facultad que compartimos con la mayoría de los animales. Si la primera nos permite formarnos imágenes más o menos fieles de la realidad, la memoria nos posibilita retenerlas recordarlas en el futuro. Esta capacidad para retener experiencias del pasado permite tanto el aprendizaje como nuestra continuidad e identidad como personas. No obstante, con el tiempo, la huella que dejan nuestras experiencias se puede ir diluyendo, de manera que se hace imposible el recuerdo. Entonces se produce el olvido, o incapacidad para recuperar información almacenada en la memoria. Clases memoria de la Según Inmediata duración recuerdo del A corto plazo Según calidad la A largo plazo Mecánica Significativa Las El recuerdo es La información No se Se comprende percepciones se retienen por débil y poco duradero. se retiene durante largo comprende lo memorizado lo memorizado. unos instantes. tiempo. Cerrados los La lista de El idioma Memorización de Al estudiar un ojos un momento, aún compra o de teléfonos. materno se recuerda aún una canción en un idioma ajeno. tema trabajándolo y vemos lo mismo. tras largo tiempo comprendiéndol sin utilizarlo. o Mecanismos de memorización: • Comprender los datos. Entender el material facilita el estudio. • Racionalizar el material. Recordar datos que no tienen sentido resulta bastante complicado. • Organizar la información. Una información caótica y desordenada es más difícil de retener. • Memorizar paso a paso. No podemos asimilar toda la información de una vez. • Descansar de vez en cuando es una práctica que favorece el recuerdo. La imaginación. En tanto que la percepción y la memoria son facultades humanas que nos acercan al resto de los animales (compartimos con ellos la posibilidad de recibir información del exterior y de almacenarla), la fantasía, en cambio, esun, rasgo humano diferencial. Es la capacidad de reproducir imágenes (en este sentido, esta muy relacionada con la percepción y la memoria), pero sobre todo de modificar y crear otras nuevas con mayor libertad y espontaneidad. Por ello, afirmamos que hay dos tipos o funciones de la imaginación: Reproductora y creadora o fantástica. Las características de la última son: • Crea, inventa o anticipa nuevas imágenes. • Recrea un mundo fantástico diferente del real. • Utiliza datos reales pero los altera por combinación, aumento, disminución... • Produce imágenes parecidas a las de los sueños pero en estado de vigilia. La inteligencia. Se trata de la facultad cognitiva que más diferencia al ser humano del resto de los animales. Sin embargo, resulta tan complicado expresar qué entendemos por inteligencia, que suelen emplearse definiciones tan poco explicativas como ésta: «La inteligencia es aquello que miden las pruebas de inteligencia». A partir de investigaciones recientes, se ha ido abandonando este concepto tradicional de inteligencia se asociaba básicamente al «cociente intelectual» (CI), en favor de teorías que consideran la inteligencia una facultad en la que intervienen múltiples factores, no sólo intelectuales. Según Gardner, hay siete tipos de inteligencia que nos permiten relacionarnos con el mundo, resolver problemas y adaptar nuestra conducta a diferentes situaciones. Son éstos: Lingüística: Relacionada con nuestra capacidad verbal, con el lenguaje y las palabras. Lógico-matemática: Tiene que, ver con el desarrollo abstracto, con la precisión y la organización a través de pautas o secuencias. Espacial: Capacidad para integrar elementos, percibirlos y ordenarlos en el espacio. Musical: Relacionada con las habilidades musicales y ritmos. Kinestésica: Abarca todo lo relacionado con el movimiento corporal y los reflejos. Interpersonal: Capacidad de relacionarse y comunicarse con otras personas. Intrapersonal: Se refiere al conocimiento de uno mismo, y a procesos relacionados como la autoconfianza y la motivación. Si te fijas, entre estos tipos de inteligencia se encuentran la interpersonal y la intrapersonal, precedentes de la revolucionaria teoría de la inteligencia emocional. Este término, difundido por David Goleman, se refiere a la capacidad humana de sentir, entender, controlar y modificar estados emocionales en uno mismo y en los demás. 3.2. Estados afectivos La vida psíquica no se limita a los fenómenos cognitivos que nos acercan a la realidad y nos ayudan a conocerla, sino que también se relaciona con una vertiente muy importante de nuestro psiquismo: la afectividad. El ser humano se encuentra inmerso en un entorno que no le resulta indiferente. Lo que le rodea le afecta de manera positiva o negativa, pero siempre le afecta de alguna manera. Esta afectación es lo que muchas veces le empuja a implicarse en las cosas. Así, por ejemplo, presenciar actos de injusticia o crueldad nos puede afectar profundamente y hacernos sentir rechazo, pero también puede comportar que nos impliquemos en esta situación y que nos solidaricemos con quienes la sufren. Los estados afectivos más básicos son el dolor y el placer. Desde siempre, el ser humano ha intentado potenciar los estados agradables, tratando al mismo tiempo de evitar las situaciones que le resultaban desagradables y dolorosas. Sin embargo, la afectividad es mucho más rica y compleja. Compruébalo: Sentimientos: Tipos: Envidia, amor, amistad, odio. Características: Son bastante estables y pueden persistir durante largo tiempo. Son muy subjetivos, dependen de la experiencia personal de cada cual. Además, la propia cultura determina el valor, la forma de expresión... Emociones: Tipos: Vergüenza, alegría, miedo, tristeza. Características: Son más puntuales e intensas que los sentimientos, y a d e má s va n a co mp a ñ a d a s d e re a cci o n e s fi si o l ó g i ca s (su d o r, palpitaciones...). Pueden disminuir con la costumbre y ser aniquiladas al sustituirlas por una nueva emoción. Pasiones: Tipos: Cualquier sentimiento o emoción demasiado intenso. Características: Son sentimientos y emociones tan intensos que descontrolan y perturban a quien las sufre. Se caracterizan por su carácter excesivo e involuntario. No decidimos tener una pasión, la padecemos. Bases biológicas del psiquismo humano Las recientes investigaciones científicas, aunque todavía no pueden dar una explicación definitiva del funcionamiento de un mecanismo tan complejo como el cerebro, han proporcionado datos que parecen confirmar que los fenómenos mentales (sean conscientes o inconscientes, cognitivos o afectivos) están relacionados con fenómenos físicos, como estados neuronales u hormonales. Esto abre el camino a nuevos estudios que intenten desvelar los secretos del comportamiento humano mediante el análisis del sistema nervioso y del cerebro. 4.1. Las neuronas La neurona es la unidad básica y fundamental de! sistema nervioso. Las hay de muchos tipos, pero todas tienen una constitución y función parecida. Constan de unas dendritas (encargadas de la recepción); de un centro neuronal especializado en la transmisión (axon); y de un cuerpo, que efectúa las reacciones metabólicas. La información viaja en forma de impulso nervioso (es como una pequeña corriente eléctrica.) La neurona transmisora libera en el extremo del axón los neurotransmisores que viajan a través del espacio sináptico hasta la dendrita de la neurona receptora. 4.2. El sistema nervioso central En el sistema nervioso central se encuentran los principales centros nerviosos, es decir, los máximos responsables del análisis de la información y la toma de decisiones. Serían los siguientes: * Encéfalo. Se halla en el interior de la cavidad craneal y está constituido por: • Cerebro. Es el órgano más importante del sistema nervioso. En su seno se analiza prácticamente toda la información que recibe el organismo y se procesa la respuesta que se considera más conveniente. En el ser humano constituye la base del pensamiento y del lenguaje. • Cerebelo. Principalmente, coordina los movimientos que permiten mantener el equilibrio del cuerpo. • Tronco del encéfalo. Su tarea fundamental es controlar funciones fisiológicas como la respiración o el latido del corazón. Médula espinal. Es similar a un filamento localizado en el interior de la columna vertebral que une el encéfalo con el resto del cuerpo. Constituye un canal por donde fluye la información que procede de los sentidos hasta el encéfalo o, al revés, por donde se distribuye la respuesta motora procedente del encéfalo hacia los músculos. También es cierto que la médula espinal tiene, en algunos casos, capacidad para dar respuesta a los estímulos sin que intervenga el cerebro. Se trata de los reflejos involuntarios. Cuando se capta un estímulo que requiere una respuesta extraordinariamente rápida, la información no se transmite hasta el cerebro, sino que la médula reacciona automáticamente. Eso es lo que ocurre, por ejemplo, cuando retiramos de manera rápida e involuntaria la mano de un objeto que quema. Es la respuesta inmediata de la médula frente al dolor. 4.3. El cerebro Una de las características que contribuyó de manera más decisiva a la evolución y constitución de la especie humana fue el desarrollo cerebral. El cerebro es el órgano más importante del sistema nervioso y, seguramente, también de todo el organismo. El cerebro humano pesa aproximadamente unos 1200 gramos y se divide en dos hemisferios simétricos, el derecho y el izquierdo. Está formado por: - Neocortex o corteza cerebral. Es una capa delgada pero extensa de materia gris que rodea toda la superficie del cerebro (los centros neuronales, a diferencia de los axones, son de color gris). Es la parte que procesa la información y elabora las respuestas, y se encarga también del razonamiento. Se puede subdividir en cuatro lóbulos con funciones diversas, aunque el cerebro tiene una cierta capacidad para autorregenerarse y hacer que una parte se encargue de la función de otra que ha sido lesionada. - Mesocórtex o sistema límbico. Es un sistema muy complejo, pero importante por el papel que desempeña en la vida psíquica, ya que regula las funciones afectivas y la vida emocional en general. - Paleocórtex. Se considera el área más-antigua del cerebro, y rige el funcionamiento de aspectos muy primarios (el sueño, el apetito). Como centro de decisiones, el cerebro no sólo es responsable de las reacciones motoras ante los estímulos; por ejemplo, levantar el brazo para llamar al taxi que vemos acercarse. También es el responsable de las reacciones hormonales del organismo. El hipotálamo, situado en la parte central del encéfalo, controla el sistema endocrino. 4.4. El sistema endocrino El sistema endocrino está formado por las glándulas y los tejidos que intervienen en la secreción de hormonas. Está directamente controlado poi el sistema nervioso, ya que es el hipotálamo el que, en función de los estímulos, ordena a las glándulas endocrinas responder hormonalmente. Este sistema es muy importante para que exista un equilibrio químico en el organismo, es el responsable de muchos de los cambios que pa decemos para adaptarnos a nuevas situaciones: crecimiento, embarazo... Además, tiene una importante repercusión en la vida mental, en el comportamiento del ser humano. La neurología actual investiga las reacciones químicas y su relación con nuestra vida psíquica. Por ejemplo, se estudia hasta qué punto las alteraciones físicas y psicológicas que se producen durante la adolescencia (cambios de humor, irritabilidad, sensibilidad...) responden a las transformaciones hormonales involucradas en el proceso de crecimiento y maduración. Mente y cerebro La relación que todas las investigaciones científicas coinciden en destacar entre procesos físicos (neuronales) y procesos mentales (sentimientos, creencias) ha reabierto una cuestión tan antigua como la relación entre el cuerpo y la mente. Las principales teorías respecto a esta cuestión se dividen en tres grupos: el dualismo, que tiende a diferenciar cerebro y mente; el monismo, que los identifica, y las teorías que van más allá de las explicaciones monistas y dualistas, las cuales plantean nuevas perspectivas sobre este asunto. 5.1. El dualismo El dualismo tradicional se caracteriza por postular la existencia de dos realidades de naturaleza y consistencia diferentes: el cuerpo y la mente. Generalmente, el dualismo enfatiza la naturaleza contraria de estas dos realidades para defender la posibilidad de que se separen y puedan vivir independientes. Platón y Descartes son representantes del dualismo tradicional . * Dualismo platónico. Según Platón, el ser humano está formado por un alma inmortal y divina, y por un cuerpo imperfecto y mortal, que es la cárcel de la primera. Considera que el estado natural del alma es estar separada del cuerpo, pues éste sólo consigue perturbarla y estorbarla en su anhelo de verdad y de conocimiento, hasta el punto de afirmar que «el hombre es su alma». Dualismo cartesiano. Para Descartes, el hombre es un compuesto de sustancia pensante (mente) y de sustancia extensa (cuerpo), cuya comunicación, a través de la glándula pineal, resulta difícil de explicar. La mente tiene como atributo esencial el pensamiento, que es inmaterial y libre, mientras que el cuerpo se caracteriza por la extensión y por estar sujeto a las leyes de la materia. Estas sustancias son realidades diferentes e independientes (ninguna de las dos necesita a la otra para existir). Para Descartes, ésta es la base para demostrar no sólo la independencia mental, sino también la inmortalidad del alma. El dualismo permanece aún muy arraigado en nuestro modo de pensar. No obstante, se han planteado algunos problemas, entre los que destaca la cuestión de cómo es posible que exista una relación mente-cuerpo (o cerebro-mente) si se trata de realidades tan diferentes. 5.2. El monismo Considera que el ser humano es un ser unitario y niega la existencia de la mente como una realidad distinta del cerebro. Aunque hay un monismo espiritualista, nos centraremos en el monismo materialista por la influencia y relevancia que ha tenido. * Monismo materialista. El ser humano es un ser físico y material y la mente no tiene una naturaleza esencialmente diferente de los fenómenos físicos. Dentro del monismo materialista, destacamos el Conductismo: Teoría psicológica que surge de la propuesta de John Watson (1878-1958), según la cual la conducta humana no tiene causas mentales. Uno de los pioneros fue B. Skinner (1904-1990), afirmó que cualquier acción podía explicarse según un esquema estímulo-respuesta. Ignora la existencia de la mente y de los procesos mentales. Los defensores de esta postura entienden la conducta como el conjunto de respuestas dadas por un organismo frente a determinados estímulos del medio, es decir, las acciones y conductas pueden explicarse sin recurrir a causas mentales: toda acción humana es la respuesta a un estímulo externo. Así, el conductismo evita la controvertida cuestión de la causalidad mental, pues evita postular la existencia de una mente. Sin embargo, la creencia en el poder causal de los estados mentales está tan arraigada en nosotros que, aunque una acción esté muy condicionada por estímulos externos, necesitamos apelar a procesos mentales. 5.3. Más allá del dualismo y el monismo A raíz de las insuficiencias que presentan el dualismo y el monismo, han surgido explicaciones sobre la relación mente-cuerpo que pretenden la armonización. Algunas de las más relevantes son el funcionalismo y el dualismo de propiedades. El funcionalismo. Un fenómeno o proceso mental no se define por la materia de la que está hecho, sino por la función que desempeña. No se pueden reducir los estados mentales a procesos físicos neurofisiológicos, porque es pensable que sustancias fisicoquímicas diferentes (extraterrestres, computadoras...) ejecuten procesos mentales (calcular, resolver problemas...) similares a los de los humanos. El dualismo de propiedades. Esta teoría toma las ideas que resultan más atractivas del monismo y del dualismo. Del primero que el ser humano está formado por una única sustancia o realidad (que sería física). Sin embargo, esta única realidad produce o causa propiedades de dos tipos: físicas y mentales. En otras palabras, los estados mentales surgen o emergen de estados físicos, pero no se pueden identificar porque tienen propiedades diferentes. Es monista porque postula la existencia de una sola realidad, y es dualista porque defiende la existencia de dos tipos de propiedades (los estados físicos y los mentales) con características distintas aunque una emerja de la otra. La conducta humana 6.1. Conducta heredada o conducta aprendida Entendemos por conducta precisamente eso: la reacción ( R ) observable que un individuo tiene ante un estímulo ( E ), ya sea interno (por ejemplo, un fuerte dolor de cabeza), o externo (un aumento de la temperatura ambiental). Lo que diferencia la conducta de otras reacciones es que puede ser observada, comprobada y analizada por cualquier espectador externo. En cambio, ningún observador privilegiado, excepto yo mismo, puede conocer lo que pienso o lo que siento cuando contemplo una obra de arte. Ésta es la principal diferencia entre las dos vertientes del comportamiento. 6.2. La conducta puede ser instintiva o abierta. Es instintiva cuando la reacción ante un estímulo es idéntica en todos los miembros de la especie, ya que está determinada por una pauta genética común y característica. Es una pauta de respuesta biológicamente determinada y rígida. En cambio, hablamos de respuesta abierta cuando la reacción no está biológicamente prefijada. Por este motivo, el mismo estímulo puede desencadenar reacciones diferentes, incluso en un mismo individuo. Estas varían entre los individuos debido a las diferencias culturales y sociales que originan el aprendizaje. La motivación Si en el ser humano la regulación instintiva no puede explicar todas las conductas, ¿qué es aquello que nos puede dar una respuesta? Básicamente, lo que llamamos motivos de la acción. Muy a menudo, cuando una acción nos resulta incomprensible, cuando no entendemos por qué alguien se ha comportado de la forma en que lo ha hecho, nos preguntamos por los motivos de su acción: «¿Por qué motivo has regañado a Pedro, si no había hecho nada?», «No tengo ni idea de por qué ha hecho eso». Como vemos, los motivos son aquello que da sentido y hace comprensible la conducta de los demás. Podríamos definirlos como cualquier factor que mueve o empuja a un individuo a comportarse y actuar de la forma en que lo hace. Los motivos (creer que Pedro ha hecho novillos o querer mostrar agradecimiento a alguien por su ayuda) acostumbran a ser estados o procesos mentales del individuo que actúa. Por ello, son inobservables y pueden constituir un misterio para el espectador externo que ve lo que hace el otro, pero desconoce por qué lo hace. Muchos autores han intentado clasificar los principales motivos que empujan al ser humano a actuar. Esta tarea es bastante complicada, precisamente debido al carácter abierto e indefinido del ser humano: cada persona es un mundo y actúa por razones en ocasiones incomprensibles para los demás. Para algunos autores, el motivo principal por el que reaccionamos es la necesidad de conservar el equilibrio del organismo. Según la teoría homeostática de-la motivación, el ser humano busca fundamentalmente su equilibrio (homeostasis). Por ello, cuando una necesidad (falta de agua) o una molestia (picor en el pie) perturba al individuo, se produce un desequilibrio que hace reaccionar al organismo para restablecer el orden perdido. Esta teoría de la motivación como restablecimiento del equilibrio orgánico funciona en lo que concierne a los impulsos fisiológicos como el apetito, la sed... Sin embargo, lo que mueve al ser humano no siempre son necesidades biológicas, pues en muchas ocasiones actuamos en detrimento de ellas. Por ejemplo, cuando tenemos apetito pero nos resistimos a comer porque estamos siguiendo un régimen para adelgazar, o cuando nos bronceamos en exceso y sin utilizar productos protectores. Eso nos lleva, a pesar de la dificultad para fijar una lista de motivos, vamos a hacer una clasificación que distingue dos grandes grupos: primarios y secundarios. Lo veremos en la tabla de la página siguiente. 7.1. Clasificación de los motivos Primarios: • Tienen una base biológica. • Son innatos. • Se corresponden con las necesidades fisiológicas más elementales. • Son comunes a todos los seres humanos. • Los compartimos con los animales. Ejemplos: Factores que intervienen en la conservación del individuo y de la especie: respirar, beber, comer... Secundarios: • Tienen una base cultural y social. • Se transmiten por medio de la educación. • Pueden ser exclusivos de una cultura o sociedad, incluso de un solo individuo. • Son específicos de los humanos. Ejemplos: Factores relacionados con el bienestar básico, seguridad laboral, riqueza, amor, pertenencia a un grupo, prestigio. 7.2. La desmotivación. Es uno de los elementos más perturbadores del comportamiento. Cuando, por las razones que sea, no tenemos motivos o bien éstos son débiles, la consecuencia más inmediata que se desprende de ello es la desgana o inacción, ya que no hay nada suficientemente fuerte que nos mueva á actuar. Eso aún se hace más patente cuando la acción que nos convendría llevar a cabo requiere un esfuerzo y un sacrificio por parte del individuo. En estos casos, si no hay nada que empuje al sujeto para que se entregue a una tarea poco gratificante, el resultado es la pasividad o la falta de compromiso y de implicación con lo que hace. Acciones como estudiar, trabajar o ahorrar son mucho más llevaderas si detrás hay una motivación que las incentive e impulse.