Iguana roja Entrevista a Javier Martin Autor de la novela Morir en

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Iguana roja
Encuentros
Entrevista a Javier Martin
Autor de la novela Morir en agosto
¿Qué significa escribir para Javier Martín?
Lo significa todo, ya que es mi forma de expresión. Es el modo a través del cual
puedo hacer visibles las preguntas que todos tenemos dentro.
¿Cuáles son los problemas que se te plantean ante el papel en blanco?
¿Cuáles fueron a la hora de emprender Morir en Agosto?
Normalmente empiezo a escribir a partir de una idea mínima, a veces, ni siquiera se
trata de una idea; es sólo una sensación, un detalle nimio que me hace reaccionar y
que pone en marcha la maquinaria de la escritura.
A partir de ese momento comienza la lucha contra el papel en blanco. Pero no es
un enfrentamiento angustioso, es más bien una espera, un ejercicio de paciencia y
de memoria, porque es en la memoria donde se encuentra casi todo lo que después
se escribe.
Morir en agosto no es una excepción a esta forma de escritura. La estructura
elegida para esta novela tiene mucho que ver con la forma en que fue escrita y con
el propio planteamiento de la narración: Son los personajes de la novela los que la
van escribiendo, y al hacerlo van haciendo saber al escritor qué es lo que éste quiere
contar y cómo.
Morir en agosto busca, al igual que tu anterior colección de relatos,
Paraguay no tiene mar, poner a prueba los límites de la ficción, el sistema,
ciertas técnicas narrativas. ¿Esta voluntad ha sido consciente a lo largo del
proceso de creación de ambas obras?
La realidad y la ficción mantienen entre sí un juego mucho más rico de lo que
habitualmente pensamos. Se mezclan, se confunden, y ambos mundos influyen el
uno en el otro de un modo que a muchos escritores nos parece fascinante.
Yo soy uno de esos escritores, no cabe duda; y he disfrutado girando la tuerca hasta
el límite en Morir en agosto. Llega un momento en la novela en que el autor
desaparece hasta el punto de que nadie sabe quién ha escrito la novela: ¿Santos
Puebla, el protagonista; Javier Martín, el presunto autor; Julián Rios, un personaje
enigmático y esencial; o bien todos los personajes puestos en pie y hablando cada
uno con su propia voz?
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Este deseo de confundir es absolutamente deliberado, y constituye la verdadera
intriga de Morir en agosto.
¿Quién es Santos Puebla, el protagonista de Morir en agosto, y quién es
Javier Martín?
Los lectores tendemos a identificar al autor con sus personajes. Esto suele ser un
error, aunque también es cierto que en todo lo que escribimos hay algo de
autobiográfico.
Santos Puebla es sobre todo un escritor. Un raro especimen de la fauna de los
Bartleby; es el escritor que no se atreve a escribir su novela y encomienda a otros
que lo hagan por él. También es un ser errante, en cierto modo un inadaptado,
alguien que hace de la huída una forma de búsqueda o que justifica su desarraigo a
través de la literatura.
Yo me identifico sólo parcialmente con Santos Puebla. También soy escritor, y
como para él, escribir es para mí lo más importante, tal vez lo único que puedo
hacer de un modo voluntario.
¿Consideras que el escritor cumple una función social?
Todos ocupamos un lugar en la sociedad. Al escritor se le exigen a menudo
funciones que no puede asumir. A lo único que puede aspirar el escritor es a
plantear preguntas y a conseguir que los lectores se hagan esas mismas preguntas o
encuentren otras agazapadas entre líneas.
Las únicas respuestas válidas son las que cada uno se da a sí mismo. La literatura es
un medio para hacer salir a la superficie esas preguntas, y lo es tanto para el escritor
como para el lector.
Hay libros que cambian la vida de algunas personas. Creo que no está mal como
función social.
¿Qué papel juega la editorial en lo literario? ¿Y el autor?
Un libro no es nada sin lectores. La editorial tiene una misión esencial en la cadena
que une a escritores y lectores. Esa misión es la de desencantar ese montón de
papel emborronado que es un libro antes de que pase por sus manos.
El autor se limita a escribir. Y así debe ser, ese es su trabajo. Una vez terminado el
libro, queda en un segundo plano. A lo sumo, está presente en la promoción de su
obra, se hace visible para darle verosimilitud, para que los lectores le pongan cara y
ojos al libro.
Candaya es una editorial con mayúsculas a pesar de su tamaño, porque
precisamente cumple con ese propósito de desencantar libros, y lo hace convencida
de que esa y sólo esa es su misión.
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¿Y qué papel juega la agencia literaria?
El mundo editorial es cada vez más complejo, y entablar relaciones en él no es una
tarea fácil. Como decía, el autor debe limitarse a escribir y todo lo demás no hace
sino distraerle de su tarea principal. Por ese motivo, las agencias literarias son cada
vez más necesarias. Son un intermediario extremadamente útil tanto para los
autores como para las editoriales.
En mi caso, estoy muy satisfecho de contar con la ayuda de Silvia Sánchez, mi
agente. Para mí sería muy difícil convertir en libros lo que escribo, si no fuera por
esa colaboración imprescindible.
Aunque Morir en agsoto acaba de aparecer, los lectores de la novela piden
más de Javier Martín ¿Hay ya una nueva novela en mente?
Sí, por supuesto. Siempre hay algo nuevo entre manos.
En estos momentos, vivo lejos de España, en la República de Kazajstán, un lugar
remoto y muy poco conocido en Europa.
Esta experiencia influye sin duda en lo que estoy escribiendo ahora mismo. Es algo
que no está todavía bien definido, pero que tiene mucho de novela y bastante de
libro de viajes. Creo que la novela admite perfectamente la mezcla de géneros, y
que ese mestizaje le da una vitalidad que le permite seguir siendo el género
narrativo por excelencia.
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