Los fuegos de campamento del Viejo Mundo han albergado desde hace mucho siniestros rumores acerca de una legión de No Muertos cuyas letales espadas ligan a sus víctimas a la esclavitud eterna. Anthony Reynolds nos explica la historia de este Regimiento de Renombre y de su terrible maldición sin fin. LA COMPAÑÍA MALDITA L adentrándose aún más en el bosque, con lo que no pudo disponer del tiempo necesario para reforzar sus fuerzas no muertas. Richter se fijó en sus propios miembros esqueléticos y empezó a comprender el verdadero horror que implicaba el hechizo del Nigromante. Al percatarse del error del Nigromante, el calculador Richter aceptó el soborno de un agente imperial al pensar que podía conseguir dinero fácil y tener la oportunidad de pasarse al bando ganador. Cuando la titánica batalla pendía de un hilo, Richter hizo su jugada y atravesó al Nigromante con la espada. No obstante, el impío hechicero logró pronunciar con su último aliento una maldición que significaría la condenación eterna del codicioso mercenario. Así fue como Richter empezó a vagar por el Viejo Mundo y más allá. Han pasado cientos de años desde su muerte y aún sigue buscando la paz y el olvido, aunque nunca ha sido capaz de conseguir el reposo eterno. Innumerables veces ha sido abatido, solo para despertar de nuevo a la noche siguiente en ese interminable tormento infernal. Cada vez que acaba con un enemigo, una parte terrible de la maldición surte su efecto; y es que los enemigos a los que derrota se levantan inmediatamente para servirle como esclavos de su voluntad. Deambula por el mundo viviendo como una trágica parodia de su propia carrera de mercenario, luchando allí donde encuentra una batalla. Su rabia y su desesperación se diluyen momentáneamente en el fragor del combate y prosigue con su desgraciada existencia con la desesperada esperanza de que, alguna vez, cuando destruyan su cuerpo esquelético, hallará finalmente el alivio de la muerte verdadera. a oscura leyenda de Richter Kreugar el Condenado y su Compañía Maldita ha sido contada durante innumerables años por todo el Imperio. La suya es una historia trágica de traición, codicia y venganza cuya verdad y cuyos detalles hace mucho que se han vuelto inciertos, tras generaciones y generaciones de explicar los hechos. La leyenda más común acerca de la trágica maldición de Richter Kreugar nos habla de un joven capitán mercenario, orgulloso, duro y con talento. Alquilaba sus servicios muy libremente, sin preocuparse por quién luchaba, siempre que el precio fuese bueno. Siglos atrás en la historia del Viejo Mundo, se dice que Richter se alió con un poderoso Nigromante y lo ayudó en una diabólica campaña contra el Imperio aterrorizando a los habitantes de la densa zona boscosa que rodea Wolfenburgo. En los tomos encuadernados en cuero de los anales del Historiata Imperiatus se narra cómo el ejército imperial de Wolfenburgo estaba sufriendo terribles bajas en una guerra de desgaste que no podía aspirar a ganar. No obstante, siguieron luchando contra toda lógica, hasta que el Nigromante perdió la paciencia y pasó a la ofensiva DE RICHTER KREUGAR EL CONDENADO Una historia trágica de traición, codicia y venganza Ante sus aterrorizados ojos, a Richter se le empezó a ajar la piel y, en cuestión de segundos, cayó al suelo convertido en un montón de huesos y piezas de armadura. Las fuerzas del Imperio ganaron la batalla y la narración de la traición de Richter hubiera caído en el olvido de no ser porque su muerte fue acompañada por una trágica ironía del destino. A la noche siguiente, Richter se levantó del suelo y contempló el mundo con las cuencas vacías de sus ojos. Todo lo que veía se le aparecía en tonos grises. Lleno de angustia y desesperación, Richter Kreugar dirige a la Compañía Maldita contra una rabiosa banda de Orcos y Goblins. EL REGIMIENTO Capitán: Richter Kreugar el Condenado. REGLAS ESPECIALES Grito de Batalla: el grito de batalla de Richter Kreugar hace mucho tiempo que fue olvidado por los habitantes del Viejo Mundo. El silencio de la cripta planea sobre la Compañía Maldita a su paso por la tierra. La Compañía marcha a la guerra acompañada tan solo por el ruido del roce del crujiente cuero y el raspar del metal oxidado. “Bienvenido a la maldición…” Como parte de la maldición de Kreugar, cualquier adversario abatido por él o por un miembro de la Compañía empieza a envejecer por culpa de la magia oscura y su carne se marchita como si pasaran décadas en un abrir y cerrar de ojos. La víctima sin vida queda instantáneamente esclavizada por la voluntad de Richter y se levanta de nuevo para acompañarlo en su eterna maldición. Patrones: cualquier ejército de Warhammer, a excepción de los Bretonianos, los Condes Vampiro y los Reyes Funerarios de Khemri, puede reclutar a la Compañía Maldita como unidad singular (Richter siente un odio eterno hacia aquellos que lo encadenaron a su destino, así que no luchará por los No Muertos). Los ejércitos de Mercenarios pueden escoger a la Compañía Maldita, en cuyo caso se considerará una unidad especial. Puntos: Richter Kreugar y nueve Esqueletos de la Compañía Maldita, incluidos el Músico y el Portaestandarte, tienen un coste total de 305 puntos. Esta es la unidad mínima que puedes reclutar. El tamaño de la unidad puede incrementarse hasta un máximo de 30 miniaturas por un coste de 10 puntos por cada miniatura adicional. Richter Kreugar Esqueletos de la Compañía Maldita M 10 10 HA HP 5 3 2 2 F 4 R 4 H 2 I 4 A 3 L 9 3 3 1 2 1 3 Equipo: Richter Kreugar está equipado con escudo, armadura pesada, la Gema Oscura de los Condenados y su impía espada, Aflicción. Los Esqueletos de la Compañía Maldita están equipados con escudo, armadura ligera y arma de mano. El portaestandarte lleva el Estandarte de los Malditos (nota: a pesar del tipo de armadura que pueda llevar una miniatura determinada, para mayor comodidad se asume que todos llevan armadura ligera). Salvación: los Esqueletos de la Compañía Maldita disponen de una tirada de salvación por armadura de 5+, 4+ para Richter Kreugar. OBJETOS MÁGICOS Aflicción Arma mágica Aflicción es una espada de oscuro poder que tiene siglos de antigüedad y está saturada de magia impía. Aflicción proporciona a Richter un +1 a la Fuerza en todos sus ataques cuerpo a cuerpo. Además, el arma le permite aplicar la regla especial golpe letal (consulta la pág. 112 del reglamento de Warhammer). Gema Oscura de los Condenados Talismán La Gema Oscura de los Condenados brilla con un latido de color rojo sangre que se intensifica cuando un golpe va dirigido contra Richter y lo protege de cualquier daño. Proporciona una tirada de salvación especial de 4+. Estandarte de los Malditos Estandarte mágico El siniestro estandarte de la Compañía Maldita ha sido portado durante siglos por diversos guerreros esclavizados por Richter. Es una oscura parodia de su desgraciada bandera mercenaria original. La Compañía Maldita sufre una herida menos de la que sufriría normalmente al ser derrotada en combate. Por ejemplo, si la Compañía Maldita pierde un combate por 3 puntos, debería perder 3 miniaturas, pero, gracias al Estandarte de los Malditos, pierde tan solo 2. Si cualquier guerrero de la Compañía Maldita (incluido Kreugar) abate a un guerrero con una sola herida en su perfil de atributos inicial, se crea, en su lugar, un Esqueleto, que se añade a la Compañía Maldita y va equipado igual que el resto de la Compañía. Los puntos de victoria de la unidad no se ven afectados. Esta regla solo se aplica a las miniaturas muertas en combate cuerpo a cuerpo, no a las miniaturas muertas de otro modo (como, por ejemplo, en el caso de una unidad aniquilada al ser atrapada mientras huía). Independientes La Compañía Maldita es una unidad que actúa de manera totalmente independiente; por tanto, Richter y la Compañía Maldita nunca utilizan el Liderazgo del General, aunque sea mejor que el suyo. Además, ningún personaje puede unirse a la Compañía Maldita. Odio a los No Muertos Richter Kreugar odia al resto de No Muertos. Esto solo se aplica a Richter. No Muertos La Compañía Maldita está formada por No Muertos, así que se le aplican las siguientes reglas: Capitán Si Richter muere, la Compañía Maldita comenzará a desintegrarse y se convertirá en polvo. Al término de la fase en que el Capitán haya sido eliminado y al comienzo de cada turno posterior de la Compañía Maldita, esta deberá efectuar un chequeo de liderazgo. Si no lo supera, la compañía sufrirá un número de heridas igual a la diferencia entre el resultado obtenido en esta tirada y el valor de su atributo de Liderazgo, heridas que no podrán evitarse mediante ninguna tirada de salvación (ni siquiera mediante tiradas de salvación especiales). Chequeos de desmoralización La Compañía Maldita no puede desmoralizarse, pero, si resulta derrotada en combate cuerpo a cuerpo, sufre una herida adicional por cada punto de diferencia entre los resultados del combate (estas heridas no pueden evitarse mediante ninguna tirada de salvación, ni siquiera por regeneración ni por tiradas de salvación especiales). Ten en cuenta que el Estandarte de los Condenados reduce en uno el número de heridas sufridas. Inmunidad a la psicología La Compañía Maldita es inmune a la psicología, salvo Richter Kreugar, que odia a los No Muertos. Reacciones a la carga La Compañía Maldita solo puede mantener la posición como reacción a una carga. Movimientos de marcha La Compañía Maldita puede efectuar movimientos de marcha siempre y cuando Richter siga con (no) vida. Si Richter muere, la Compañía Maldita no podrá efectuar movimientos de marcha. Causan miedo La Compañía Maldita y Richter causan miedo. os semidesnudos y brutalmente pinL tarrajeados guerreros avanzaron corriendo por el suelo helado con sus armas firmemente agarradas. Tenían el pelo erizado y los ojos les brillaban con la furia de la batalla. Un redoble de tambor llenó el aire como en una pesadilla y este se le unió el estridente sonido de los cuernos de guerra anunciando su desafío. La legión no muerta seguía inmóvil, como si estuviera formada por estatuas, mientras el salvaje rugido que surgía de los cientos de gargantas se acercaba a ellos. La antigua figura de Richter Kreugar siguió quieta al frente de la legión no muerta y las vacías cuencas de su calavera se iluminaron con un amenazador brillo pálido ante la carga de los bárbaros del Caos. Las brutales armas de los feroces guerreros atravesaron a la legión esquelética. Esquirlas de hueso saltaron por los aires cuando las calaveras y las costillas fueron machacadas con una fuerza salvaje antes que los No Muertos empezaran a reaccionar. Richter siguió inmóvil, blandiendo su antigua espada, Aflicción, para despedazar a los merodeadores que se le acercaban. Brillando con un impío resplandor rojizo, la siniestra espada empaló el pecho pintarrajeado de un guerrero, del que brotó un chorro de sangre carmesí. Con un revés de su espada mágica, Richter trazó un arco brutal que cercenó la cabeza de otro bárbaro. Mientras los cadáveres caían al suelo, su piel empezaba a marchitarse dejando adivinar su constitución ósea. Los cabellos se les caían de la cabeza y los ojos se pudrían en sus cuencas. Los gritos morían en gargantas que se convertían en polvo. Apenas un segundo después, el primer bárbaro caído ya estaba de nuevo en pie, ahora con una completa ausencia de carne sobre su cuerpo esquelético; un instante después le acompañaba su compañero decapitado. Asiendo sus armas con dedos sin carne, los recién alzados guerreros no muertos se volvieron contra sus antiguos camaradas. El Maestro Ingeniero Siegfrid observó, horrorizado y fascinado a la vez, cómo crecían las filas de los No Muertos. La poderosa carga de los odiosos bárbaros del Caos flaqueó al haber sido frenada por los imperturbables esqueletos. Los Alabarderos, que luchaban junto a los No Muertos, lo estaban pasando peor, pues el salvaje ataque de los bárbaros los había obligado a retroceder. Siegfrid levantó su rifle largo de Hochland y apuntó por el visor. Localizó a un bárbaro de aspecto demoníaco, cubierto de tatuajes en espiral hechos con sangre y que gritaba incoherencias mientras corría hacia la batalla. Siegfried apretó el gatillo y quedó bastante satisfecho al verlo caer tendido cuan largo era al ser alcanzado por la bala de plomo. Volvió la mirada hacia la batalla en la llanura: las filas no muertas seguían aumentando mientras Richter se abría paso a espadazos entre los guerreros sin armadura sedientos de sangre. Había oído historias sobre Richter Kreugar el Condenado -¿y quién no en el Imperio?-, pero nunca las había creído realmente. “Historias para asustar a los niños -se decía-. Fantasías exageradas hasta el punto de perder cualquier vestigio de verdad”. Pero allí estaba, ante sus ojos: un cuento de hadas de pesadilla que había cobrado vida. “Aunque tal vez sería más adecuado decir que ha cobrado no vida”, se corrigió. ********************* Los exploradores de Ostermark habían avistado a los incursores del Norte y el Barón Duchenoff decidió que aquel era el mejor punto para enfrentarse a ellos. Mientras el ejército del Imperio preparaba sus defensas para enfrentarse a la fuerza del Caos que se aproximaba, la legión no muerta había salido del bosque provocando el pánico. Los Caballeros Sigmaritas de Ostermark se dieron la vuelta para enfrentarse a la nueva amenaza y se disponían a cargar cuando los detuvo una orden del Barón, pues los No Muertos no habían hecho amago alguno de atacarles. La figura que iba al frente de los esqueletos lucía una antigua armadura de estilo imperial llena de abolladuras. Cuando la legión esquelética avanzó hasta situarse al lado de las formaciones ostermarquenses, se propagó rápidamente entre los hombres la noticia de que aquella era la legendaria Compañía Maldita de Richter Kreugar, condenada en una edad lejana a vagar por el mundo durante toda la eternidad. Un estruendo sordo resonó en el campo de batalla y Siegfrid se giró para ver a una línea de caballeros con infernales armaduras negras que aparecía sobre las colinas del Este. Sus monturas, negras como la medianoche, bufaban y sacudían sus cabezas blindadas y sus pezuñas levantaban grandes nubes de tierra helada. Los Caballeros del Caos descendieron por la colina en medio de un ruido atronador y la fría mano del terror atenazó el corazón de Siegfrid. Al frente de los caballeros oscuros cabalgaba una figura que rezumaba poder en bruto y que blandía una enorme hacha de batalla con una sola de sus manos cubiertas por la malla. Del arma surgían nubecillas de vapor en el frío aire. Los caballeros cargaron contra el flanco de la Compañía Maldita, aplastando cráneos y resquebrajando huesos con sus inmensas hachas y sus mazas con pinchos, mientras sus terribles monturas reducían a polvo al resto de esqueletos con sus negras pezuñas. El general del Caos rugió un desafío que resonó en el interior de su yelmo cerrado. Sus impuros ojos rojos eran iguales a los de su corcel y ardían desde la profunda negrura de su yelmo. Richter, que rebanaba despreocupadamente el hombro de un bárbaro, salpicándolo todo de sangre antes de que la carne del cuerpo del salvaje empezara a pudrirse, se giró para responder al desafío del Caballero del Caos. Sus secuaces malditos abrieron un pasillo entre los dos poderosos guerreros. El infernal corcel del Caos piafó impaciente mientras Richter caminaba hacia la enorme figura en armadura. Sin dilación, el Señor del Caos hizo descender su humeante hacha de batalla con un poderoso sesgo hacia el cráneo de Richter. El golpe fue detenido por la espada de este con un crujido que Siegfrid pudo oír a pesar de la distancia, pues las energías oscuras de las dos armas hechizadas competían entre sí. Sobre el guerrero no muerto llovió una serie de golpes letales de hacha y de pezuñas oscuras. El Paladín de los Dioses Oscuros hizo una finta hacia la izquierda y detuvo su hacha a media altura para lanzar un sesgo lateral hacia la sien derecha del cráneo de Ritcher. La gema rubiácea colgada del cuello del No Muerto brilló por un instante y el hacha rebotó a escasos centímetros de su objetivo, como si hubiese golpedo un muro de piedra. El Caballero del Caos se inclinó hacia atrás perdiendo el equilibrio por la inesperada resistencia. Ritcher dio un paso hacia la caótica montura y descargó su arma sobre la bestia oscura cuando esta se encabritó. Su espada perforó el pecho de la criatura, que relinchó espantosamente de dolor mientras su piel de color medianoche se pudría para dejar a la vista el pálido hueso. Los músculos y la carne del corcel envejecieron hasta transformarse en polvo y la bestia cayó al suelo convertida en un montón de huesos cubiertos por una barda negra. El Paladín del Caos intentó ponerse en pie como pudo y levantó instintivamente su hacha para defenderse. El primer golpe arrancó de su mano el hacha, que cayó a un lado mientras seguía intentando incorporarse. El segundo golpe acertó de pleno en su yelmo con un ángulo descendente. Con un chirrido estremecedor, el yelmo se partió en dos. En un instante, la carne pálida visible desapareció para dejar tan solo una calavera vacía y una armadura negra sin vida allí donde había habido un poderoso campeón escasos momentos antes. Una chispa de conciencia brilló brevemente en las cuencas Ritcher; el profundo dolor anhelante de un alma atrapada por toda la eternidad. ********************* Siegfrid permaneció al borde de los árboles contemplando la carnicería resultante de la batalla. El campo estaba plagado de incontables cadáveres y las siniestras siluetas negras de los cuervos ya estaban peleando por los despojos. Los incursores del Caos habían huido de regreso a sus desiertos de hielo. Alzó sus anteojos de visión telescópica para contemplar cómo las últimas filas de la esquelética Compañía Maldita desaparecían entre los árboles. El regimiento había quedado inmóvil durante horas después de que terminara la batalla hasta que, a una señal silenciosa, giró hacia el Sur. Al volver al campamento de Ostermark, Siegfrid encontró los ánimos extrañamente calmados. El Imperio acababa de lograr una gran victoria y, aun así, no lo celebraba. Siegfrid reflexionó sobre Richter Kreugar el Condenado. Entre las filas imperiales no se había pronunciado ni una palabra sobre el terrorífico guerrero no muerto. Era un hecho que no hacía falta comentar: el Imperio habría sido masacrado de no ser por la oportuna llegada de la Compañía Maldita de Kreugar.