Comentario de texto. Marx ¿En qué consiste, entonces, la enajenación del trabajo? Primeramente en que el trabajo es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; en que en su trabajo, el trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente feliz, sino desgraciado; no desarrolla una libre energía física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su espíritu. Por eso el trabajador sólo se siente en sí fuera del trabajo, y en el trabajo fuera de sí. Está en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no está en lo suyo. Su trabajo no es, así, voluntario, sino forzado, trabajo forzado. Por eso no es la satisfacción de una necesidad, sino solamente un medio para satisfacer las necesidades fuera del trabajo. Su carácter extraño se evidencia claramente en el hecho de que tan pronto como no existe una coacción física o de cualquier otro tipo se huye del trabajo como de la peste. El trabajo externo, el trabajo en que el hombre se enajena, es un trabajo de autosacrificio, de ascetismo. En último término, para el trabajador se muestra la exterioridad del trabajo en que éste no es suyo, sino de otro, en que no le pertenece; en que cuando está en él no se pertenece a sí mismo, sino a otro. Así como en la religión la actividad propia de la fantasía humana, de la mente y del corazón humanos, actúa sobre el individuo independientemente de él, es decir, como una actividad extraña, divina o diabólica, así también la actividad del trabajador no es su propia actividad. Pertenece a otro, es la pérdida de sí mismo Marx, Karl, Manuscritos: Economía y filosofía. Trad. de F. Rubio. Alianza, Madrid, 1986, p. 108. Situar al autor: Karl Marx (1818-1883) fue un filósofo, economista y revolucionario alemán nacido en Tréveris, de familia judía. Estuvo profundamente influido por la filosofía de Hegel, vivió en Paris, Bruselas y Londres y fundó con su amigo Friedrich Engels la Asociación Internacional de Trabajadores en 1864. También fue autor de El Manifiesto Comunista y de El capital, libro en el que analiza de modo extenso y profundo el modo de producción capitalista contemporáneo. Su filosofía y, sobre todo, su teoría política han tenido una gran influencia en el siglo XX ya que ha inspirado a los movimientos obreros y los partidos comunistas y socialistas. Tema central: La idea central del texto comentado es la del trabajo enajenado o alienado. En el modo capitalista de producción el hombre no se realiza como tal cuando trabaja, y más que un trabajo voluntario, es un trabajo obligado, forzado, inauténtico, porque no le pertenece a sí sino a otro. Ideas principales: Primera idea: La alienación o enajenación del trabajador consiste, en primer lugar, en que su trabajo es externo a él y, en consecuencia, su trabajo no es voluntario sino forzado. Segunda idea: Por ello, el trabajo no es la satisfacción de una necesidad, sino un medio para satisfacer las necesidades externas. Su carácter enajenado se pone de manifiesto en que, sin no existe coacción física, el trabajador tiende a huir de él. Tercera idea: En el trabajo, el trabajador no se pertenece a sí mismo sino a otro, como ocurre en la religión, que siendo creación del hombre, se presenta como una realidad que le domina y esclaviza. Relaciones de ideas: El texto de Marx tiene como propósito explicar en qué consiste la alienación económica, es decir, la que se produce en el trabajo dentro del sistema capitalista de producción. La razón principal que nos ofrece es que el trabajador es un ser alienado porque se le despoja del producto de su propio trabajo y se le deshumaniza. Para aclarar la idea, Marx recurre a una analogía o comparación con la religión con la que cierra el texto: la alienación económica es como la religiosa: al hombre le domina lo que es su propio producto o creación. Explicación de las ideas: En el texto comentado Marx explica los motivos o causas materiales de la alienación económica, una de sus ideas fundamentales en el análisis del modo capitalista de producción, que considera el fundamento del resto de las alienaciones que padece el hombre: la religiosa, la social, la política o la ideológica. La idea central es que en el sistema productivo capitalista, el sujeto productivo, el trabajador, en su proceso de trabajo “sale de sí mismo” y entra en contacto con la naturaleza. A eso lo llama Marx “exteriorización”. Además, en el trabajo el sujeto productivo realiza un esfuerzo, desgasta su fuerza de trabajo en la elaboración del producto. A eso lo denomina “enajenación de sí mismo”. Lo que sucede en el modo capitalista de producción es que, como Marx nos dice en el texto, el objeto producido no le pertenece al trabajador, sino que es de otro, del empresario, el que le “expropia” del producto de su trabajo. El trabajador es utilizado como un medio de producción más dentro de la cadena productiva, transformándose a sí mismo en una “mercancía” similar a los productos que salen de su trabajo. Una mercancía más que se compra y se vende. En definitiva, se trata al trabajador como un objeto más, como una cosa, lo que trae como consecuencia su “cosificación”, su “reificación” (del latín res, cosa), y, en resumen, su deshumanización. El resultado es que el trabajador se encuentra explotado física y vitalmente, y, al no pertenecerse a sí mismo, se encuentra desmoralizado y sólo es feliz, como Marx afirma en el texto, cuando se encuentra fuera del trabajo. En el último párrafo Marx lleva a cabo una analogía entre la situación enajenada del trabajador frente al trabajo, y su situación ante la religión. La religión, creación humana, proyecta un más allá imaginario donde el hombre podrá resolver sus males, de modo que, de ser producto del hombre, pasa a dominarlo, a adueñarse de su conciencia. Por eso Marx habla de la religión como “opio del pueblo”, instrumento adormecedor de su conciencia de clase. Y precisamente esa conciencia de clase es la que habría que alentar en el trabajador para transformar revolucionariamente el sistema capitalista y convertirlo en un sistema comunista de producción comunal, colectiva, y controlada desde principio a fin por los propios trabajadores. Concluiremos afirmando que toda la obra filosófica y científica de Marx no son fines en sí mismos, sino que tienen una finalidad revolucionaria última como el propio Marx expresó en la undécima tesis sobre Feuerbach: hasta ahora la filosofía ha interpretado el mundo – decía-, sin embargo, de lo que se trata es de transformarlo.