Los jurados populares en la administraci6n de justicia en Mexico en

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Secuencia (2000), 47, mayo-agosto, 137-170
ISSN: 0186-0348, ISSN electrónico: 2395-8464
DOI: http://dx.doi.org/10.18234/secuencia.v0i47.692
SECOENClfi
Revistadehistorjaycienciassociales
Los juradospopulares en la administraci6n
de justiciaen Mexico en el siglo XIX
Antonio Padilla Arroyo*
UNIVERSIDAD AUT6NOMA
DEL ESTADO DE MORELOS
El presente texto examina una instituci6n judicial, el juicio
por jurados, Esta instituci6n tuvo una vida azarosa y llena
de vicisitudes durante el siglo XIX. Asimismo, se revisan
sus efectos dentro del sistema de administracion de justicia
en Mexico, asi como los mecanismos de funcionamiento,
las distintas reformas por las que atraveso y se evahian
los debates e ideas' que en torno a ella se realizaron.
siglo xx, se abri6 un intenso, prolonga­
do y, en ocasiones, aspero debate en
torno de la convenienciade instituir los
jurados populares y, ·en consecuencia,
sobre las limitacionesy los obstaculos
que su practica conllevaba, y de su
trascendencia como instrumento para
impartirjusticiadentro del sistemajudi­
cial del moderno Estado mexicano.
INTRODUCCION
Practicamenteno hubo etapa de la vtda
politicay judicial de Mexicoen el siglo
esde los primeros afios de vi­ XIX en la que no se hiciera referencia a
da independiente hasta finales su utilidady su conveniencia.2
de la decada de los veinte del
"La ley no toma en cuenta a los
jurados los medios por los cuales
han formado su convicci6n. S6lo
les manda interrogarse conforme a
su conciencia sobre si el acusado es
culpable o no del delito que se le
irnputa." Admonici6n escrita que se
ponia a la vista de los jurados.1
D
1
Sodi, Memorias, 1961, p. 29.
2
En termlnos formates se puede definir al
jurado popular como un juez lego o tribunal
137
Secuencia, nueva epoca
num, 47, mayo-agosto 2000
SECOENClfi
Revistadehistorjaycienciassociales
Tanto sus apologistas como sus im­
pugnadores esgrirnieron un conjunto
de argumentos alrededor de las posi­
bles ventajas o petjuicios que su estable­
cimiento tendria para el pals. Uno de
ellos, tal vez el de mayor importancia
porque estimul6 multiples reflexiones
en uno u otro sentido, fue el influjo
que podrfa tener el juicio de jurados
en la formaci6n de los ciudadanos y
del Estado al ser considerada una de
las instituciones centrales para educar
al pueblo en las practicas y los ejerci­
compuesto por personas ignorantes del dere­
cho y poco penetrados acerca del sentido de las
obligaciones y derechos de impartir justicia. Es
un tribunal que se integra por personas convo­
cadas ex profeso y cuyos miembros son resulta­
do de un sorteo para resolver sobre cuestiones
de hecho. En rnateria penal su veredicto se
reduce a declarar "Inocente o culpable". Vease
Dfaz de Le6n, Diccionario, 1986, t. 1, p. 1002.
138
cios de la democracia. Esta idea se ins­
piro en gran medida en el pensamien­
to ilustrado, el cual sostenia que esa
instituci6n representaba una fonna de
soberania popular, era una garanrla de
participaci6n del pueblo y un mecanis­
mo para asegurar la plena Igualdad de
los ciudadanos ante la ley y recibir,
por tanto, una pronta e imparcial ad­
ministracion de justicia, 3
El marco en que se abri6 la polemi­
ca en torno a esta instituci6n judicial
fue el periodo de transicion de la colo­
nia a la independencia. Como lo ha do­
cumentado Linda Arnold, dicho transl­
to fue complejo, lleno de tropiezos y
dificultades propias de la formaci6n del
nuevo Estado, entre ellas las relativas a
cuales sedan las caracterfsticas del regi­
men politico y el lugar que habrfa de
tener el poder judicial como parte del
mismo, las resistencias de las elites po­
Iittcas para establecer un poder judicial
independiente, nacidas de la descon­
fianza que les inspiraba la enorme con­
centraci6n de funciones y atribuciones
del aparato judicial colonial y la inter­
3 En particular dos de los principales expo­
nentes de este pensamiento, Cesare Beccaria y
Montesquieu, demandaban una reforrna pro­
funda, tanto en la legislaci6n penal coma en las
instituciones y las practicas judiciales, quc
incluia la creaci6n de jurados populares. Becca­
ria fue en especial uno de los mas entuslastas
defensores de los jurados populares. En SU ce­
lebre libro De los delitos y las penas hizo una
apologia de la instituci6n, mientras que Mon­
tesquieu en su no menos influyente texto El es­
piritu de las leyes destac6 sus virtudes para
preparar al pueblo en el ejercicio de sus dere­
chos ciudadanos y de escuela para la dernocra­
cia, aunque se mantuvo cauto al guardar ciertas
reservas por los posibles errores en que pudie­
ran incurrir sus integrantes.
ANTONIO PADILLA ARROYO
venci6n de los Estados en la adminis­
traci6n de justicia, 4
Parad6jicamente, esos factores no
hicieron sino acentuar la herencia y el
peso del aparato colonial, que exten­
di6 su influencla a lo largo del sigloXIX
y que con sus inercias entorpeci6 la
creaci6n y organizaci6n de institucio­
nes judicialesmas apropiadasa las reali­
dades politicasy judicialesde la naci6n,
dejando sus secuelas en las formas y
las percepciones sobre la aplicaci6n
de la justicia. Ello no quiere decir que
todo hubiese permanecido igual, sino
mas bien que hubo una convivencia
entre antiguosy nuevos modos de con­
cebir e impartir justicia. Para Beatriz
Urias Horcasitas, el proceso de transl­
ci6n comprendi6 los afios que van de
1821 a 1871, y se caracteriz6, entre
otros cosas, por la desintegraci6n del
antiguo orden juridico y la configu­
raci6n de uno nuevo, provocando una
situaci6n intermedia en la que por
igual se utilizaban las viejas practicas
de administrar justicia, se aplicaba la
legislaci6n penal novohispana y los
decretos promulgados por los diferen­
tes congresos, nacionales o estatales,y
por la escasez de funcionarios judicia­
les menores para integrar un sistema
de juzgados en toda la republica y las
dificultadespara profesionalizaren los
niveles inferiores a los jueces, quienes
durance el regimen colonial habian
sido legos y no letrados, asl como por
la combinaci6n de nuevos y viejos va­
lores sobre el significadoy la natura­
leza de la ley, la definici6n del papel
de los funcionarios judiciales y, final­
. mente, por la definici6n de los crite­
4
Arnold, Burocracia, 1991, pp. 95­126.
rios utilizados por los jueces para erni­
tir sentencias. De ahf que el tema de la
administraci6n de la justicia ocupara
un lugar central en los debates en el
Congreso nacional, en los congresos
estatalesy en influyentessectores de la
opinion publica. 5
UNA INSTITUCION MODERNA
La obra de Santiago Jonama, De la
prueba por Jurado o sea consejo de
hombres, se public6 justo en el mo­
mento en que los estados de la federa­
ci6n se ocupaban de formar las leyes
que regularian el nacimiento y el de­
sarrollo del poder judicial y con ello
garantizar que la igualdad ante la ley
fuera efectivay no solo formal, segun
lo estipulaba "nuestro sagrado c6di­
s Urias, "Individuo", 1997, pp. 643­644.
Los JURADOS POPULAAESEN LA ADMINISTRACl6NDE JUSTICIAEN MEXICO
139
SECOENClfi
Revistadehistorjaycienciassociales
go". En ella, el autor destac6 la necesi­
dad de forjar nuevas instituciones que
sentaran las bases para un nuevo Sis­
tema de justicia. En este sentido, pre­
se n t6 varias consideraciones para
alcanzar tal prop6sito, las cuales serian
fuente de controversias a lo largo del
siglo XIX.
La primera se referia a "la gran cues­
tion" de si convenfa o no para "la mas
recta e imparcial administraci6n de jus­
ticia" la implantaci6n de esa Institucion,
La segunda hacfa referenda al ambtto
de SUS competencias, es decir, Si estos
debfan reducirse a conocer y pronun­
ciarse solo en las causas criminales o
tambien en causas civiles,"como se ve­
rifica en Francia", y la tercera, si era
deseable que solo se establecieran en
los lugares de mayor ilustracion, como
era la pretension de la Comisi6n de
Legislaciondel Soberano Congreso del
Estado de Mexico.6 ) onama respondlo
en forma afirmativa al ser un partida­
rio de los jurados populares, asi como
de que estos conocieran y resolvieran
canto en el caso de juicios en materia
criminal como de civiles. Alegaba que
esa instituci6n, en una severa critica a
los modos y las practicas de impartir
[usticia y a las concepciones consus­
tanciales a la administraci6n de [usticia
colonial, limitaria la facultad de los
jueces de juzgar e impartir justicia en
forma discrecional, esto es, interpretar
la ley de acuerdo con las circunstancias
· en que se habia cometido la infrac­
ci6n, las caracteristicas sociales del in­
fractor y, con base en unas y otras, juz­
gar cada caso en particular, apoyado
en el enfoque casuista, antes que en el
6
Jonama, Prueba, 1824, pp.
140
III·V.
apego formal al texto de la ley, pero,
sobre todo, pondria fin a lo que estima­
ba cormin encontrar, al magistrado
"capaz de condenar a un hombre a
muerte por complacer al que mantle",
en tanto que era habitual que los jueces
"cargaran mis o menos la mano a un
pobre acusado para dar gusto a un po­
deroso".7
En este mismo orden de ideas, agre­
gaba otros dos factores legados de las
anteriores ideas y modos de adminis­
trar justicia. El primero, el caracter per­
manente de los jueces, lo que provoca­
ba situaciones adversas para el ejercl­
cio de una recta e imparcial aplicaci6n
de la justicia. El autor describla con
gran agudeza el ambience social y po­
litico que originaba tal situacion de
este modo:
Estos jueces son permanentes, por con­
siguiente muy conocidos, tienen mil
relaciones en la sociedad, la seducci6n
7 El sistema penal castellano, que Inspire la
pracuca del sistema judicial en el Mexico colo­
nial, segun Francisco Tomas y Valiente, en su
obra El derecho penal de la monarquia absolu­
ta, se caractertzo por la falta de imparcialidad
del juez, la orientaci6n de pruebas hacia la con·
dena, la inferioridad procesal del reo, la reduc­
ci6n de las garantias procesales probatorias de
la culpabilidad y el excesivo margen de arbitrio
judicial. Tomas y Valiente citado en Urias, "In·
dividuo", 1997, p. 635. Urias apunta que la criti­
ca a las practicas de impartir la justicia se origi­
n6 en las corrientes humanistas y racionalistas
de fines del siglo XVIII y principios del XIX con el
objetivo de poner fin, por un lado, al arbitrio y
discrecionalidad de los [ueces, estableciendo
margenes de acci6n muy acotados, los cuales
deberian sujetarse estrictamente a la Icy y, por
el otro, garantizando ciertos derechos a los acu­
sados como la presunci6n de Inocencia y el
derecho de defensa.
ANTONIO PADILLA ARROYO
gaci6n de las garantias que todo acusa­
do deberia de tener.'?
Para Jonama no habia duda de que
la naci6n estaba preparada para asu­
mir esa responsabilidad porque las vir­
El segundo era relativo a que si bien
tudes y cualidades que demandaba esa
los jueces podfan oponer resistencias a instituci6n judicial, tales como "raz6n
ese ambiente, no sucedia lo mismo con
natural, madurez e independencia per­
la practica frecuente de impartir justi­ sonal", estaban presentes en una gran
cia sobre todo en materia criminal,
franja de la poblaci6n, esto es, entre
porque su continua ejercicio los hacia
los propietarios. De este modo, el autor
propensos a endurecer su coraz6n, "ha­ sefialaba que era un error interprerar
ciendolos orgullos, crueles e insensi­
en forma literal la idea de quienes de­
bles" y, por tanto, a desviarse de su rec­ bian integrar los jurados populaces, es
ta actuaci6n. De hecho, era un asunto
decir, los pares, porque "imaginar que
incontrovertible que los habitos arrai­ el crimen de un jornalero ha de ser
gados en el ejercicio judicial habian
juzgado por otro jomalero" no corres­
propiciado abusos y arbitrariedades en pondia exactamente a su sentido legal,
los procesos civiles y, especialmente,
pues el par "quiere decir iguales ante
en los crimtnales. 9
la ley". Asi, la practica de los jurados
Por todos estos factores, los [urados
debia circunscribirse al sector de pro­
populares contribuirian a resolver esos
pietarios porque, segun explicaba, sus
problemas al representar un poderoso
miembros eran los mas interesados en
recurso para mejorar la administraci6n
mantener el orden "no solo por el de­
de justicia, evitando que los encarga­
seo de conservar sus propiedades", sino
dos de aplicarla recurrieran a mecanis­
porque estas eran la base de "todos los
mos inhumanos que inducian a los acu­ dernas derechos civiles". En suma, Jo­
sados a rendirse ante ellos, como por
nama estimaba que no eran validos los
ejemplo, admitir la confesi6n del acu­ alegatos que se esgrimian para opo­
sado sin mas consideraciones
que
nerse a esta institucion, como la falta
haberla obtenido en condiciones des­ de ilustraci6n entre las clases bajas o su
favorables para el, tales como la insa­ falta de firmeza de anlmo para resistir
lubridad del calabozo, la melancolfa y los ruegos, las amenazas y "todos aque­
el abatimiento por la incomunicaci6n, · llos medios de seducci6n que se em­
conduciendo
al hombre "al suicidio
plearan", Por eso no era indispensable
legal que adrede preparan", que servia
poseer "el estudio de las leyes", cuya
de base para decidir sobre la culpabili­
falta no debia "causarnos temor". 11
dad <lei acusado y la imposici6n de la
No se sabe con exactitud si las ob­
pena, en lugar de conseguir la "prueba
servaciones y las recomendaciones de
legal", lo queen la practica era una ne­ Jonama en tomo al jurado popular tu­
los cercara por todas partes, lo que no
logre el oro, lo conseguira tal vez el
llanto, lo que resista el poder nose re­
sistira tal vez a la amistad.8
8
jonama, Prueba, 1824, pp. 5­6.
p. 7.
9 Ibid.,
LOS JURADOS POPULARES EN LA ADMINISTRACl6N
10 Ibid.,
11
pp. 9-10.
Ibid., pp. 27­34.
DE JUSTICIA EN MEXICO
141
vieron alguna influencia en las autori­
dades politicas y judiciales, pero sf que
se instalaron y que funcionaron los
juicios por jurados para conocer de di­
versos delitos durante el siglo XIX y las
primeras decadas del xx. La historia de
los jurados populares en el pals da
cuenta de su funcionamiento en mate­
rias tan dtsimbolas como delitos de
imprenta, delitos comunes y delitos
oficiales. Los primeros jurados se orien­
taron a juzgar los delitos de imprenta.
La aclimataclon de los jurados po­
pulares en el pais tamblen molde6 par­
te de las preocupaciones de precepto­
res y filantropos, quienes pensaban que
su instauracion contribuiria a forjar
buenos ciudadanos. Al menos esta fue
la idea que expres6 el frances Estevan
Guenot, avecindado en la ciudad de
Toluca, en su Plan de educacion ele­
mental y de varios establecimientos
de utilidad publica y de beneficencia.
Tras solicitar el auxilio del Congreso
de la Union, expuso que en su proyecto
estaba considerado poner en marcha,
dentro de los planteles escolares que
fundaria, un sistema de premios y cas­
tigos, incluyendo el juicio por jurados
para castigar los delitos graves. Guenot
explicaba de la siguiente manera su
propuesta:
Para las delitos graves instituyo un jury
que se compone de dace discipulos
escogidos entre las que estan reconoci­
dos par mas fieles a SUS deberes clast­
COS y religiosos.El director no hace mas
que exponer el delito: el acusado se
defiende despues ya par si mismo, o
por el 6rgano de uno de las rnonitores
generates, y terminados las debates, las
jurados se retiran para deliberar con
entera libertad. Confirmado su juicio
142
por el inspector de la escuela, es ejecu­
tado puntualmente. El nifio declarado
culpable es castigado conforme a las
disposiciones del c6digo penal de la
escuela.
Segun Guenot, la experiencia en es­
tas practicas judiciales y de aplicaci6n
de la justicia habia demostrado que
" [en los nirios] la raz6n es mas precoz
de lo que corminmente se cree'', lo que
modificaba la percepci6n generalizada
de que los infantes eran incapaces de
discernimiento. En suma, sostenia el
preceptor, en esta modalidad de jura­
do los nifios se familiarizaban "desde
sus mas tiemos afios con los principios
eternos de la justicia", y su continua
aplicaci6n los inducia "a respetarla y a
arreglar a ella su conducta". 12
Por su parte, el polernico escritor y
polittco Lorenzo de Zavala tarnbien
compartia la opinion de Guenot en el
sentido de que la creacion de los jura­
dos populares podia estimular la edu­
caci6n popular y, por afiadidura, la
formaci6n de los ciudadanos. Zavala
consideraba que tanto la libertad de
imprenta como los juicios por jurados
en las materias de imprenta, la asisten­
cia a los debates de las camaras y asam­
bleas legislativas, las juntas electorates
"y otros actos igualmente originados
en los cambios hechos despues de la
independencia", eran elementos que
permitirian la formaci6n entre los me­
xicanos de un "nuevo espfritu publi­
co", e Insistia en que mediante ellos se
aprenderian nuevos habitos y costum­
bres de convivencia social que, a su
vez, tendrian efectos favorables en la
12
Guenot, Plan, 1826, pp. 19­20.
ANTONIO PADILLA ARROYO
SECOENClfi
Revistadehistorjaycienciassociales
administraci6n, al exigir de los jueces y
magistrados nuevas formas de cornpor­
tamiento en la imparticion de justicia.
Particularmente,
recomendaba su
adopci6n inmediata con el prop6sito
de mejorar la imagen que de los jueces
y de los tribunales tenfa el pueblo, acos­
tumbrado a ver en ellos "instrumentos
de la tirania''. Segun Zavala, la situa­
ci6n de la procuracion y la administra­
ci6n de justicia tanto en materia crimi­
nal como civil era tal que se habian
"casi extinguido los efectos que deben
producir sobre su moralidad los ejem­
plos saludables de la justicia". El cuadro
que dibuj6 era desconsolador:
Presentado el mexicano delante de una
aucoridad que no era responsable de
sus acciones, que no estaba sometida a
ninguna ley, y entre las que no era raro
contar algunos que no conocian ni aun
las del honor, se crela rodeado a todas
horas de delatores, espias o agentes
provocadores. No pudiendo encontrar
una garantia suficiente en el testimonio
de su conciencia, se veian obligados los
habitantes a tomar habitos de disimulo,
de adulaci6n y de bajeza. Ya no se con­
sideraba el castigo como consecuencia
de los delitos, y los suplicios vinieron a
sec a sus ojos como las enfermedades,
una calamidad inherente a la naturaleza,
de manera que el temor de sufrirlos no
los detenia en la carrera del crimen. •3
Zavala se expresaba en terrnlnos
muy similares a los de Jonama en re­
laci6n con las practicas con las que
actuaban los jueces y los tribunales, es
decir, la discrecionalidad y las amplias
facultades que la ley les otorgaba, en­
13
Los
Zavala, Ensayo, 1985, pp. 294­295.
tre ellas la formaci6n del proceso, el
interrogatorio a los testigos y la Imposibilidad de la defensa oral de los
acusados y el ternido procedimiento
de "el secreto del gabinete". Por ello,
el pueblo se habia acostumbrado a ver
en la [usticia, en particular la criminal,
"un poder perseguidor y odioso" y, en
contraste, despertaba en el una reac­
ci6n natural de enorme simpatfa y pro­
tecci6n que los delincuentes e infrac­
tores disfrutaban, lo que originaba que
se sustrajeran a la acci6n de las leyes,
librando, "como ellos se explican, a los
pobres de las garras de la justicia".
Segun sostenia Zavala, la situaci6n
de la justicia era lamentable debido en
gran medida a la conducta equfvoca
de los 6rganos responsables de su apll­
caci6n, al percibirse en los jueces una
"nota de infamia". El diagn6stico era
concluyente:
Esta liga contra la justicia criminal esta
formada en muchos lugares de la re­
publica, y tiene su origen en las pasadas
injusticias, en la confusion con quc han
sido juzgados los criminales y los des­
graciados que han pertenecido a un
partido vencido, en la manera secreta
de formar los procesos, y en la cscan­
dalosa detenci6n de las sentencias de
reos de las mas feroces crimenes.
Agregaba que si en algun lugar de la
republica era posible tener un cuadro
completo en materia de justicia como
el descrito, ese lugar era la ciudad de
Mexico, donde se "habfa desplegado
toda la chicana judicial", es decir, don­
de se acentuaban los males de una le­
gislaci6n criminal y civil llena de con­
tradicciones y recovecos que habian
acabado por levantar "una barrera a la
JURADOS POPULARES EN LA ADMINISTRACl6N
DE JUSTICIA EN MEXICO
143
SECOENClfi
Revistadehistorjaycienciassociales
sencilla acci6n de las leyes, en donde
el oro, el favor, la intriga y el poder",
se empleaban alternativamente, "o a la
vez, en oscurecer la justicia y elevar el
imperio de la fuerza sobre la ruina de
las leyes". 14
Para subsanar en lo posible esta si­
tuaci6n y enmendar los errores mas
evidentes de esas practicas, Zavala pre­
sent6 en 1826 un proyecto de ley so­
bre el establecimiento de los jurados
populares, aunque reconoda que este
habia encontrado serias resistencias
por parte de "aquellos legistas que en­
cuentran, en los vicios de las leyes, ele­
mentos de existencia, su reputacion y
sus clientelas". En su alegato sostenia
que no podia haber una correcta admi­
nistraci6n de la justicia mientras no se
reformaran las legislaciones tanto en
materia criminal como civil que garan­
tizaran poner a salvo la integridad de
los ciudadanos y sus bienes, asi como
imponer castigos ejemplares a los crl­
minales.
Segun Zavala, los juicios por jurados
eran "una grande escuela de moral para
los asistentes", tenian un efecto peda­
g6gico entre el pueblo porque su prac­
tica cotidiana le brindaria los ejemplos
y los auxilios necesarios para evitar
que los individuos cayeran en "las ten­
taciones violentas" que los rodeaban,
inhibiendo los estimulos que los con­
dudan a la comisi6n de delitos, recibi­
rian lecciones de buen comportamien­
to al ser testigos de los debates, los
veredictos y la exposici6n de la destre­
za, de las habilidades y de los conoci­
mientos de los [ueces para descubrir
los crimenes mediante "una serie de
14
144
Ibid.
circunstancias imprevistas", exhibien­
do "la conciencia perturbada del cul­
pable [ que] es su primer acusador, y
que ningun goce han proporcionado
estos crimenes que parecian llenar los
deseos de sus tristes ejecutores" y, fl­
nalmente, coronar con exito la labor
de la justicia al aplicar la pena.
De igual modo, otro efecto benefi­
co de la institucion judicial serla que
los jueces estarian obligados a actuar
con absoluta imparcialidad en la medl­
da en que estos se asumirian como
autenticos representantes
del orden
social, de su conservaci6n, con un cri­
terio ilustrado al imponer una pena
despues de haber demostrado plena­
mente el crimen. De esta manera, tan­
to los integrantes del jurado, el cora­
z6n, como los tribunales, el juicio, se
unirfan de forma natural convencidos
mutuamente de la justicia y la Integri­
dad con la que habrfan actuado, aban­
donando, "sin pesadumbre, al culpa­
ble al rigor de las leyes" .15
Por su lado, en marzo de 1827 Jose
Marfa Luis Mora tambien formu16 un
conjunto de reflexiones en torno a las
ventajas de instituir el juicio por [ura­
dos como parte de las instituciones del
sistema de administraci6n de justicia
en materia criminal. Al igual que Zava­
la y J onama, Mora sefialaba que sin
esta instituci6n no era factible tener
un mecanismo que limitara la enorme
autonomia de los jueces, pero, a dife­
rencia de aquellos, presentaba una si­
tuacion inversa, la posibilidad de que
los intereses del delincuente coincidie­
ran con los del juez encargado de en­
juiciarlo y, por anadidura, no actuara
15
Ibid.
ANTONIO PADILLA ARROYO
SECOENClfi
Revistadehistorjaycienciassociales
en defensa de los intereses legitimos de
la sociedad. En efecto, a la luz de las
experiencias que habian arroiado los
juicios de Iibertad de imprenta, no de­
j aba de expresar un moderado opti­
mismo sobre los jurados populaces,
pero consideraba que aun y cuando la
experiencia hubiera demostrado in­
convenientes, destacaba que presenta­
ba mas virtudes que defectos.
Para Mora, los problemas que habia
presentado su practica se debian sobre
todo a la falta de claridad en la legis­
laci6n que los reglamentaba, e insistia
en que lo que el pals requeria era
una reforma verdadera, simplificando
las leyes de procedimientos y poniendo
a cargo de diversas autoridades Ja deci­
sion de las cuestiones de hecho y de
derecho o, lo que es lo mismo, la decla­
racion de los hechos y la aplicacion de
las leyes. 16
Reconoda que el defecto principal
del juicio por jurados habia sido su
organizad6n inrerna, en tanto que los
que hasta ese momento se habian en­
cargado de juzgar los casos de la vio­
laci6n al reglamento de imprenta no
habian cumplido con los requisitos de
honestidad, rectitud e imparcialidad
inherentes a la instituci6n, alterando
su propia naturaleza, pues "si a seme­
jante reunion de hombres se hubiera
de confiar la decision de los puntos de
hecho en el orden judicial", la perse­
cuci6n se desataria de un modo legal
en contra del padfico habitante, "con­
tra el virtuoso ciudadano que, lejos de
las intrigas y enredos de los partidos,
16
Los
los desprectase a todos y no secundase
las miras torcidas de ninguno; mas no
es este el jurado del que yo hablo" .17
En tal testtura se preguntaba: "lY
d6nde podra hallarse con mas seguri­
dad [la imparcialidad en la aplicaci6n
de justicia] que en el jurado?" La res­
puesta era evidence: en la union de
hombres cuyo (mico prop6sito era ha­
cer cumplir la ley sin estar atados a
orro tipo de circunstancias e inrereses,
haciendolos compartir Intereses co­
munes y girando alrededor de impar­
tir una justicia imparcial porque ellos
mismos podfan encontrarse, por cual­
quler eventualidad, en el papel de acu­
sados, coda vez que "al dia siguiente"
podian "convertirse de jueces en reos
y verse en la necesidad de dar cuenta
de su conducta a sus conciudadanos".
La cuesti6n estaba, segun su exposi­
cion y con argumentos muy analogos
a los de ) onama, en asegurar una se­
lecci6n adecuada de los jurados, quie­
nes no necesariamente requerian tener
conocimientos de derecho, es decir,
bastaba con poseer
un entendimiento libre y despreocupa­
do, ajeno a toda prevencion en favor de
doctrinas o sisternas, independencia ab­
soluta de las agentes del gobierno y de
todo genero de partidos, interes gran­
de en el castigo a los crimenes y en el
sosten del orden y tranquthdad publica.
Asimismo, Mora consideraba esen­
cial la concurrencia de otras condicio­
nes a fin de que el juicio por jurados
cumpliera en fonna cabal con sus fun­
ciones: absoluta .rutidez en los proce­
Mora, Disertacion, 1986,p. 246.
JURADOS POPULARES EN LA ADMINISTRACION
17
Ibid.
DE JUSTICIA EN MEXICO
145
dimientos, correcta elecci6n e inte­
graci6n de los jurados, junco con la ca­
pacidad de exposici6n de los fiscales y
la contundencia de los hechos y de las
pruebas presentadas por las autorida­
des. Estaba persuadido de que siestas
se satisfacian, entonces era posible pen­
sar que esta institucion fuera la mejor
contribuci6n para la formaci6n de los
ciudadanos.18
Entre las reformas que consideraba
pertinences para fijar con exactitud los
procedimientos estaban la de rnante­
ner en el anonimato el nombrarnien­
to de los jurados hasta momentos an­
tes de su integraci6n, evit~do que pu­
dieran ser sobomados, a lo que se su­
maba la presi6n moral y social de ser
P~?pietarios y padres de familia, impi­
diendoles la posibilidad de corrorn­
perse. En este sentldo y segun su con­
cepto de democracia censataria, no
todos los habitantes reunian las cua­
lidades para integrar los jurados popu­
lares. Solo los propietarios conjugaban
virtud y honorabilidad, pues esta clase
era "verdaderamente independiente",
componiendose de ciudadanos que de
manera natural inspiraban "confianza
asi al leglslador como a la masa de la
~aci6n", mientras que el indigente, el
jornalero y el deudor "no pueden me­
nos de ser accesibles al soborno cuan­
do su subsistencia, que es la primera
necesidad del hombre, depende de
aquellos que pueden tener interes en
corromperlo".19
Y si estos argumentos no bastaban
para inclinarse por su instauraci6n
existia la circunstancia de que:
'
IH
19
146
Ibid., pp. 249­250.
Ibid., p. 252.
el, c':1nocimientode las personas, de sus ·
h.abttos y costumbres, de sus vicios y
virtudes Y de SU caracter individual, no
pueden estar al akance de un juez, a
quien tratan poco y de quien necesaria­
rnenre se ocultan, como lo estan del de
la masa de sus conciudadanos, con
quienes necesariamente contraen rela­
ciones que los dan a conocer y mani­
fiestan el grado de probabilidad y cer­
tidumbre que debe darse a su testimo­
nio y los motivos que hay para temer
que sean actores o c6mplices de los
crimenes y desordenes de que son acu­
sados.20
Este proceder, segun Mora, era el
unico establecido por la naturaleza y
por las leyes humanas para evitar que
los delincuentes quedaran impunes.
Asi, los jueces, peritos en derecho, de­
sempefiarfan el "tmportantfsimo" pa­
pel de imponer la pena correspon­
diente que prescribia la ley y, por en­
de, se estarfa en el camino de arraigar
una correcta administraci6n de justi­
cia. El autor aclaraba en su extensa y
convincente disertacion que con ello
se lograrfa el equilibria imprescindible
que habria de existir entre ambas ins­
tancias de [ustlcia: "El jurado debe ser
un freno para el juez y este debe serlo
para el jurado, en terminos de que de
la reunion y equilibria de uno y otro
resulte la mas perfecta armonia".21
Para concluir, Mora presentaba un
hecho contundente: la practica de los
jurados habia dernostrado rectitud y
certeza en su actuacion, aunque no
habian estado exentos de resoluciones
erroneas, descartando los temores de
20
21
Ibid., p. 250.
Ibid., pp. 250­251.
ANTONIO PADILLA ARROYO
quienes se oponian al jurado popular,
entre ellos "hombres respetables por
sus luces, talentos y pclctica constante
en los negocios de judicatura", con el
argumento "de que aun no estamos
en estado de adoptar esta benefica
institucion" (cursivas en el original).
Sin embargo, recomendaba que los
nombramientos de los jurados fueran
hechos por mandato expreso de la ley
y no por eleccion, ya que de esta ma­
nera se aseguraba no someterse a nin­
gun tipo de intereses, fueran estos cor­
porativos o personales. Precisamente,
gran parte de estas formulaciones se­
rian expuestas por aquellos que defen­
derian la instituci6n del jurado popu­
lar, al precisar la idea exacta del signifi­
cado de los "pares" en funciones de
juzgadores. 22
Las criticas que se lanzaban contra
la administraci6n de justicia no pasa­
ron inavertidas para los magistrados y
jueces, De hecho, la incipience forma­
ci6n de instituciones judiciales que re­
querian de las nuevas condiciones po­
lincas del pals era motivo de cavilacio­
nes para la Suprema Corte de Justicia.
Asi, en un detallado informe que esta
rindi6 al poder ejecutivo, reconocia
los problemas que se presentaban para
una expedita e imparcial procuraci6n
de justicia pero, al mismo tiempo, po­
nian en claro que gran parte de ellos
no podian ser atribuidos exclusivamen­
te a incapacidad o negligencia, sobre
todo cuando no se habia elaborado el
nuevo marco juridico que debia regir
en correspondencia con las circuns­
tancias de la nacion, y que a pesar de
22
Los
esa carencia "jamas se habla dejado de
administrar justicia". La Suprema
Corte resumia las principales dificul­
tades por las que atravesaba la justicia
en Mexico:
En conclusion, la nula o mala admi­
nistracion de justicia, tanto en nego­
cios de federacion, como en los comu­
nes del Distrito y territories, de que se
habla con tanta generalidad, no reco­
noce otro origen mas que la f alt a de
leyes que arreglen radicalmente este
ramo, con la filosofia que corresponde,
y conforme al sistema de gobierno de
la republica (cursivas en el original).
Asimismo destacaba que mientras
no hubiera una ley que delimitara el
ambtto de competencias entre el poder
ejecutivo y el poder judicial, se man­
tendria este bajo "el influjo y la autori­
dad de aquel", sujetandose a sus de­
seos y recomendaciones. De igual ma­
nera, la maxima instituci6n judicial
hada notar que tanto la falta de dis­
posiciones relativas a los tribunales y
juzgados como la formaci6n de los
c6digos en materia civil y criminal, en
especial este ultimo, que definiera y
clasificaralos delitos de los funciona­
rios y los delitos comunes, hacia irnpo­
sible modificarlas pclcticas, los valores
y los habitos y, por tanto, instituir un
nuevo sistema de administracion de
justicia. Es decir, para los magistrados
que integraban la Suprema Corte ha­
bia problemas estructurales, dentro de
la administracion de justicia, que habia
que remover si se deseaba reformar el
antiguo sistema de justicia.23
Ibid, pp. 252­253.
JURADOS POPULARES EN LA ADMINISTRAC16N
23
"lnforme", 1986, pp. 141­142.
DE JUSTICIA EN MEXICO
147
SECOENClfi
Revistadehistorjaycienciassociales
Durante los debates del Congreso
Constituyente de 1856 _se delibero en
torno a la conveniencia de establecer
los juicios por jurados para conocer
de causas en materia civil y penal. Este
tema fue uno de los mis candentes y
polemicos no solo entre los integran­
tes de la comision encargada de redac­
tar el proyecto de Constituci6n, sino
entre todos los representantes populares ante el Congreso al momenta de
presentarse para su aprobacion. En
particular para sus partidarios era tal
su importancia, que inicialmente inclu­
yeron esta instituci6n como parte de
las garantias individuales. De igual mo­
do, sus adversarios presentaron serias
dudas sabre su utilidad. La Comisi6n
de Constituci6n propuso que se insti­
tuyeran los juicios por jurados para los
delitos del orden comun, La presen­
taci6n del artfculo 24, fracci6n 4a. y su
posterior debate, fueron una oportuni­
dad propicia para esbozar la situaci6n
de la procuracion y administraci6n de
justicia a mediados del siglo XIX, la
cual, por otro lado, poco se habia mo­
dificado segun las testimonios
que
habian elaborado tanto Jonama como
Moray Zavala, y aun la propia Supre­
ma Corte de Justicia. Desde la redac­
ci6n del articulo se suscitaron diferen­
cias notables entre los miembros de la
comision. Estas se hicieron aun mas
evidences en el momenta de su pre­
sentaci6n formal ante el pleno del
Congreso. Como en otras ocasiones,
la simple propuesta desperto polerni­
cas arduas entre quienes consideraban
fundamental su implantacion como
garantia constitucional y como institu­
ci6n y practica dentro de la adrninis­
traci6n de justicia y de la legislaclon
148
judicial penal, y sus fervientes oposl­
tores.
Por ejemplo, uno de estos ultimas,
Isidoro Olvera, sostuvo que la institu­
ci6n del juicio por jurados en materia
criminal era "enteramente
nueva en
nuestro pais", lo que se demostraba
con el hecho de que apenas "uno o
dos estados" lo habian introducido en
sus practlcas judiciales y s61o "por
algun tternpo", dando resultados que
no correspondfan "a sus esperanzas".
Para Olvera, eran varias las razones que
ayudaban a comprender por que no se
habian obtenido los frutos que se es­
peraban de los jurados populares: la
inexistencia de una conciencia publi­
ca, "que como se sabe, resulta de la
identidad o siqulera analogfa de las
conciencias individuates"; la carencia
de moralidad que rigiera las concien­
cias de sus habitantes y, finalmente, la
insuficiencia de ilustraci6n publica,
sobre todo porque se desconodan
ciertos derechos naturales que funda­
ban la equidad, asf como obligaciones
y deberes sociales en que se fundamen­
taba la justicia. En resumen, para Olve­
ra los habitantes del territorio no reu­
nian ni la instruction ni las costumbres,
asi como tampoco las "habitudes [sic]
republlcanas que hicieran respetar el
fallo publico". Mis aun, existia una rea­
lidad social irrefutable: la poblaci6n era
heterogenea por raza, clima e intereses,
lo que tenia como consecuencia que no
se presentaran dos poblaciones con un
mismo grado de moralidad. Asi pues,
era "demasiado dificil trasplantar al
pals esta clase de juicio". 24
24
Zarco, Historia, 1857, pp. 487­484.
ANTONIO PADILLA ARROYO
SECOENClfi
Revistadehistorjaycienciassociales
Bajo esta llnea de argumentaci6n,
Ignacio Vallarta secund6 la posici6n
de Olvera. El primero centr6 su post­
ci6n en dos argumentos. Uno de ellos
era de naturaleza politica, es decir, de­
mostrar que el juicio por jurados no
necesariamente era una institucion in­
herente a la democracia y, por tanto,
invalidar el alegato que presentaban
sus defensores acerca de que esta fue­
se producto de la sociedad civil, esto
es, que representara la soberania po­
pular, por lo que su incorporaci6n al
c6digo fundamental era una grave in­
tromisi6n en las formas de organizar
la justicia en los estados y una viola­
ci6n inaceptable al pacto federal. El
segundo era una postura legal y judi­
cial. Ponia en duda sus bondades co­
mo mecanismo para mejorar las prac­
ticas judiciales. En efecto, reconocia
que el estado de la justicia, sobre todo
en materia criminal, era pesimo, pero
lo atribufa en lo fundamental a que el
fora estaba todavfa empapado tanto
de la legislaci6ncomo de las practicas
judiciales espafiolas, y mientras una y
otras siguieran rigiendo, era imposible
introducir las jurados populares, por­
que esa legislacion no despertaba "ni
de lejos" la menor simpatiapor esa ins­
tituci6n, a lo cual se agregaba que mu­
chos abogados y jueces se resistian no
solo a su adopcion sino a su ejercicio,
Para Vallartala mejor soluci6n a la si­
tuaci6n por la que atravesabala admi­
nistraci6n de la justicia era la elecci6n
popular de los jueces por el pueblo. 25
En contraste, los adeptos sostenfan
argurnentos en sentido inverso, es de­
cir, que los juicios por jurados sf eran
25
Los
una personificaci6n de la soberania
popular, y adudan que aun si este no
fuera el caso, los jurados eran una ex­
presi6n del Estado moderno, "nacida
de ideas y doctrinas, de reformas rea­
lizadasen la ciencia del derecho penal
y en la legislaci6nprocesal criminal en
los ultimos tiempos", por lo que SU
establecimiento era una exigenciapara
la administraci6n de justicia. Uno de
los defensores mas tenaces, Jose Marfa
Mata,opinaba que los jurados popula­
ces precisamente podian enmendar las
leyes lnjustas o sus defectos, pues "al
pasar por el crisol del jurado", este fallaba en nombre de la justicia y de la
conciencia, lo cual no sucedia con los
jueces, en tanto que no podian salirse
del texto de la ley y procedian segun
las pruebas presentadas, obllgandolos
a "fallar contra su conciencia". Y en
alusion directa a la tesis de Vallartade
la violaci6n del pacto federal, alegaba
que entonces todos los derechos y ga­
rantias consagrados en la Constitucion
serian un ataque al sistemafederal.26
En este sentido, Zarco, tras de pre­
senciar y participar en los debates, no
dej6 de apuntar, en un tono de ironfa
y desaliento, que los reparos a la insti­
tuci6n revelaban un desconocimiento
de la historia de los jurados, y que pa­
ra suplir esa falta habian "recurrido a
dar el nombre de jurados a lo que me­
jor les ha parecido". Sin embargo, es­
tos argumentos no lograron persuadir
a la mayoda de los consttruyentes,
quienes se pronunciaron, por 42 vo­
tos, en contra de su fijaci6npara cono­
cer de delitos comunes, en tanto que
40 votaron a favor.Para quienes creian
Zarco, Cr6nica, 1957, pp. 499­508.
JURADOS POPULARES EN LA ADMINISTRACION
26 Ibid., p. 509.
DE JUSTICIA EN MEXICO
149
en las ventajas de los juicios por jura­
dos no era una batalla menor la reso­
luci6n que habia tomado el pleno del
Congreso. De nueva cuenta fue Zarco
quien ofreci6 una estampa del estado
de animo que rodeaba a los sirnpati­
zantes de esta instituci6n:
iOtra batalla perdida! iOtra refonna frus­
trada! El juicio por jurados fracas6 ayer
en la Asamblea Constituyente porque
no es tiempo de que nuestro pueblo
goce de esta garantia. Tai vez lo sera
cuando todos los ciudadanos sean juris­
consultos. 27
No obstante, el simple hecho de ha­
ber logrado que fuera un punto en las
deliberaciones del Constituyente tuvo
un valor fundamental, y fue una serial
sobre el lugar que podria ocupar den­
tro de las instituciones judiciales. Mas
aun, aunque en ese momento no se eva­
lu6 como un resultado positivo, se pu­
so en el centro de las reflexiones un
emplazamiento a las elites politicas
para situar en los primeros lugares de
su agenda de innovaciones politicas y
judiciales el estado del sistema de ad­
mirustracionde justiciay la urgencia de
reformarlocasi en su totalidad.Mientras
tanto, se habian dibujado apenas en
Iineas tenues varios elementos que
poco tiempo despues marcarian el fu­
turo de los jurados populaces al orde­
narse su establecimiento en el Distrito
y territorios federates.
Parad6jicamente, fue Mariano Arizcorreta, critico de los juicios por jura­
dos, quien traz6 algunos aspectos que
27
Ibid., pp. 499 y 511; Legislacion, 1855,
pp. 649­650.
150
serfan en el futuro el eje de nuevos de­
bates y reformas en su practica. Entre
ellos las calidades morales, pollticas y
sociales de sus miembros, asf como su
funcionamiento. Con respecto a esto
ultimo se pregunt6 si los veredictospro­
nunciados por los jurados sedan ina­
pelables o habria una segunda instancia
con funciones de revisora, si habria
uno o dos jurados y, si este fuera el
caso, que sucederia en el lance de que
sus sentencias fueran contradictorias, y
entonces cual de los dos representaba
la concienciapublica.Asimismo, adelan­
tandose a las dificultades que la prac­
tica misma haria resaltar y que tambien
fueron motivo de examen, adelantaba
que el jurado tendria que hacer tres ca­
lificaciones:la de culpabilidad, que equi­
valdria a la declaraci6n de haber lugar a
la formaci6n de la causa, la del hecho, y
la de la ley, lo cual era preciso diluci­
dar, porque todo proceso criminal con­
lleva distintas fases y grados en su de­
sarrollo.
De igual modo, Arizcorreta sugiri6
que en cuanto a las calidades morales
era posible esperar que los integrantes
de los jurados actuaran en sus delibe­
raciones con base en un elevado y agu­
do sentido corrnin, pero en el caso de
los veredictos necesariamente se re­
queria contar con un mayor conoct­
miento de la ciencia y la practica, mas
alla del conocimiento del derecho y,
por ultimo, sostenia que las habilida­
des y destrezas para la aplicaci6n de la
legislaci6n penal no podia reducirse
simplemente a saber leer los c6digos,
aun cuando estos fueran sencillos.28
28
Zarco, Cronica, 1957, p. 510.
ANTONIO PADILLA ARROYO
SECOENClfi
Revistadehistorjaycienciassociales
IDEAS Y DEBATES
Como se ha apuntado, la polemica que
se suscito en el Congreso Constituyen­
te con respecto a los jurados populares
en materia penal cre6 un ambience que
favoreceria distintas iniciativas para su
instauraci6n. La discusi6n, aunque se
atempero por mas de una decada, no
desapareci6 del anlmo ni de la volun­
tad de sus simpatizantes. En la practica,
la polemica se pospuso por razones
urgentes, debido a la inestabilidad so­
cial y politica en que se vio envuelto el
pais entero, hasta que se logr6 la tran­
quilidad, la cual llegaria con la restau­
raci6n de la repiiblica. Los liberates se
propusieron de nueva cuenta intro­
ducir el debate sobre los jurados popu­
lares. El ejecutivo federal promovi6
una ley que introduda esta institucion
con atribuciones para conocer y [uzgar
los delitos comunes, aunque se cuidaba
de darle un caracter de obligatoriedad
para todos los estados de la republica.
Es decir, el ambito de SU aplicaci6n
serfa exclusivamente el Dlstrito Federal,
lo cual reconocfa implicitamente las re­
sistencias que se mantenian en el inte­
rior del 6rgano legislativo.
Ya desde 1850 se habia presentado y
dlscundo en el Congreso la pertinencia
de establecer el juicio por jurados a
proposito de la ley para juzgar a los la­
drones en el Distrito Federal, por parte
de la comisi6n encargada de elaborar
dicha ley, bajo el argumento de "pare­
cerle el unico y el mas adecuado para
atender esta necesidad", porque ello
aseguraria acabar con la impunidad de
que gozaban los ladrones debido "al
vicioso sistema de administraci6n cri­
minal recibido entre nosotros". En esta
linea de ideas, la comisi6n alegaba que
era indispensable que no cayera la res­
ponsabilidad de procesar y castlgar a
los autores de este delito en un solo in­
dividuo, pues: "El que averigua el autor
de un delito no debe ser el mismo que
diga a su vez si esta o no averiguado,
ni, en caso afirmativo, que pena le co­
rresponda", no solo porque en el se
reunian las figuras de fiscal y de juez, lo
que en ambos casos lo obligaba a cali­
ficar su trabajo, y en estas condiciones
nadie debe esperar que califique y deci­
da en su misma obra con la imparcia­
lidad debida, sino porque la legislaci6n
penal lo obligaba a tomar medidas su­
mamente severas, y ante tal eventualidad
no tenia otra alternativa que, o alargar el
curso de la causa, o imponer una pena
suave, lo que en la practica equivalfa a la
total impunidad de los criminales.
En cambio, el juicio por jurados te­
nia la virtud de que, al ser integrado
por personas de difererites origenes
sociales y formaciones morales, estas
podian tener mayores elementos para
decidir sabre la culpabilidad de un acu­
sado. En este sentido, la comisi6n re­
dactora estaba conscience de los repa­
ros que se lanzaban a la institucion,
sobre todo el que hada referenda a la
falta de ilustraci6n en la mayor parte de
los estados de la republica. Sin embar­
go, sostenfa que tratandose del Distrito
Federal no existia tal objeci6n, pues en
este se encontraba "la parte mas selecta
de ciudadanos mexicanos, y por tal cir­
cunstancia en el debe ensayarse un sis­
tema adoptado por codas las naciones
civilizadasde Europa y America".29
29
El Siglo XIX, 1, 2, 3 y 4 de febrero de 1850.
Los JURADO$ POPULARESEN LA ADMINISTRACl6N DE JUSTICIA EN MEXICO
151
SECOENClfi
Revistadehistorjaycienciassociales
La iniciativa de ley motiv6 diversos
comentarios de El Siglo XIX, el cual,
en extensos articulos, expres6 su con­
formidad por el hecho en si mismo de
haber mostrado su interes para repri­
mir cierto tipo de delitos, pero no com­
partio los puntos de vista de los res­
ponsables del proyecto ni tampoco
mostr6 simpatias por la creaci6n del
juiciopor jurados. Recordabaque mien­
tras no se reforrnara la legislaci6n cri­
minal era impensable que se alcanzara
una mayor eficaciaen la persecuci6n y
el castigo de los crimenes. En cambio,
sefial6 que era necesario avanzar en la
reforma criminal en tres sentidos:
perseguir eficazmente a los homicidas
y ladrones, abreviar los juicios crimi­
nales y establecer con toda claridad la
penalidad para cada delito. Estas me­
didas tendrian que venir acompafiadas
de una reorganizaci6npoliciaca,la cual
incluirfa la creaci6n de la policia pre­
ventiva. En suma, para los redactores
del peri6dico la iniciativano considera­
ba ninguna de estas innovaciones,por
lo que estimaba imitil que se discutiera
en el Congreso. De igual manera, con­
sideraban, los [uicios por [urados en
nada cambiarian la actitud de benevo­
lencia con la que procedian los jueces,
porque una asamblea era mas suscepti­
ble de conmiseraci6n y generosidad, y
al menos los jueces se encontraban
sujetos a la censura de la opinion pu­
blicay a responsabilidad legal.30
El 19 de febrero se discutio la Ini­
ciativa,la cual fue atacada con dureza,
sobre todo por parte del diputado Je­
sus Agraz, quien la rechaz6 en todos
30 El Siglo XIX, 7, 11, 13 y 20 de febrero de
1850.
152
sus terminos, y no porque se opusiera
a la instauraci6n de los juicios por
jurado, sino porque estimaba que no
habia condiciones suficienres para
lograr sus objetivos. Entre sus obje­
ciones estaba que no eran ni la epoca
ni la situaci6n del pais en general ni
del Distrito en particular, las mas favo­
rables, por lo que de aprobarse, lejos
de extinguir o disminuir el mal no "ha­
rfa mas que aurnentarlo". Para Agraz,
el principal factor que explicaba el in­
cremento de la criminalidad radicaba
no en el proceder y la conducta de los
[ueces, sino en la falta de una policfa
preventiva que se encargara de apre­
hender, asf como en la incapacidad
para suministrar datos suficientes para
demostrar la responsabilidad de los
criminales. Asf, sin estos elementos
fundamentales para garantizar la mejo­
ra en la administraci6n de justicia, ique
podian hacer no solo los jueces Sino
los jurados?,y
si los medios de aprehensi6n y avert­
guaci6n han de seguir faltando, iseri
posible que el jurado, solo por scr jura­
do, pueda conseguir la prisi6n de los
delincuentes, y que sin datos pueda faUarcon acierto distinguiendo al Inocen­
te del culpable?
Para Agraz primero era necesario
reformar la legislaci6n penal y estable­
cer una polida preventiva activay labo­
riosa que lograra la seguridad del pats,
desapareciendo de esta manera "los
motivos de antipatia con que hoy obra­
rfa el jurado'', evitando veredictos que
se inclinarian por los acusados. Bajo
estos argumentos, el Congreso desech6
la iniciativade ley y con ello la posiblli­
ANTONIO PADILLA ARROYO
SECOENClfi
Revistadehistorjaycienciassociales
dad de establecer los juicios por jura­
dos para delitos del orden comun.31
Casi dos decadas despues la cues·
ti6n de los jurados populares para el
Distrito Federal fue materia de aten­
ci6n y debate en el Congreso de la
Union. El 28 de diciembre de 1868, el
ministro de Justicia e Instrucci6n Pu­
blica envi6 a ese 6rgano legislativo un
"Proyecto de ley para el establecer en
el Distrito el jurado en materia crimi­
nal para el Distrito Federal", el cual
fue rernitido a la primera Comisi6n de
Justicia. El 13 de abril de 1869 se anun­
ci6 por parte de la secretarfa del Con­
greso que en su sesi6n del 14 se discu­
tiria dicha iniciativa ante el pleno. La
discusi6n, las enmiendas y correccio­
nes, asi como su aprobaci6n final, se
efectu6 durante el resto de ese mes y
gran parte del de mayo, aunque en
realidad fue el 29 de abril cuando se
pudo constatar que dicha iniciativase­
ria aprobada por el pleno, sin que fal­
taran los argumentos en contra, pero
no del establecimiento de los jurados
populares, sino de algunos de los ar­
tfculos que se prestaban a confusion o
bien que eran cuestionados por lo que
pretendlan normar. De esta manera,
las crfticas que se hicieron fueron me­
nos profundas y severas, lo cual se ma­
31 El Siglo XIX, 28 de febrero de 1850. Con­
viene sefialar que en octubre de 1850 el Con­
greso del Estado de Mexico dio entrada y discu­
ti6 una iniciativa de ley para establecer las [ura­
dos populares para juzgar a las ladrones. Esta
no prosper6, pero en cambio sf una que [uzga­
ba a las vagos, entre cuyos apartados se encon­
traba el jurado popular para conocer de causas
par el delito de vagancia. El Monitor Republi­
cano, 25 de octubre de 1850; Colin, Legisla­
cion, 1975, pp. 59­70.
Los
nifestaria en la aprobaci6n casi unanl­
me que alcanz6 la iniciativa en lo ge­
neral y varios articulos en particular.32
Por su parte, el ministro de Justicia
explic6 que la instituci6n de los jura­
dos populares era motive de profun­
das controversias entre quienes exage­
raban "sus ventajas con verdadero fanatismo" y quienes "la deprimen con
apasionado encono". Para Mariscal, el
proyecto no tenia la pretension de
ahondar en los pros y en los contras,
sino la intenci6n de "ensayar los jura­
dos en el Distrito Federal" y a partir de
sus resultados valorar y apreciar, sobre
la base de "datos mas precisos las ob­
jeciones". Asf, los jurados en el Distri­
to Federal ofredan la oportunidad de
conjuntar condiciones especiales que
a su vez serian experiencias valiosas
para otras enndades que se propusie­
ran establecer este tipo de institucio­
nes, tanto porque el grado de Ilustra­
ci6n de su poblaci6n era mayor que
en otras regiones del pals como por­
que podian darse a conocer a la publi­
cidad los debates, despertando el inte­
res "en la masa del pueblo, acostum­
brandolo a mirar los fallos como obra
suya, porque los dictan individuos sa­
cados de su seno sin requisitos espe­
ciales de profesi6n o ciencia".33
De este modo, seria posible desper­
tar el Interes del conjunto de la socte­
dad mexicana por la cosa pubhca y
desterrar la idea equfvoca de que el
rnejor ciudadano era aquel que s61o
atendia a su familiay que para nada se
mezclaba "en lo que afecta a su comu­
32
Diario Oficial de/ Gobierno Supremo de
la Republica, 1 de enero y 16 de abril de 1869.
33 Diario Oficial, 16 de abril de 1869.
JURADOS POPULARES EN LA ADMINISTRACION
DE JUSTICIA EN MEXICO
153
SECOENClfi
Revistadehistorjaycienciassociales
nidad entera, como si nuestros propios
intereses pudieran salvarse en medio
de la inseguridad y los peligros univer­
sales". Y si esta circunstancia era un
aspecto muy positivo, no lo era menos
que, en terminos de la estricta justicia,
los jurados asegurarian que los proce­
sos judiciales fueran mas breves, pues
el proyecto de ley consideraba que los
veredictos de los jurados no tendrian
que ser revisados, y aun cuando esto
sucediera, el juez estarfa en la obliga­
ci6n de revisarlos casi inmediatamente
al tratarse de una cuestion de derecho
y no de hecho, competencia esta rilti­
ma de los jurados, lo que a su vez esta­
ria garantizado por la division que se
hada entre el jurado de hecho y el
jurado de derecho. Mariscal estimaba,
asimisrno, que esta medida modiflcaria
enonnemente la practica y el ejercicio
penal y judicial porque, dentro de las
154
facultades que se pensaban Introducir
en la ley de jurados, estaba que con la
presentacion de indicios, y no nece­
sariamente con pruebas contundentes
­a no ser la confesion de cargos, lo
cual llevaba a admitir la aplicaci6n de
la tortura para obtenerla, pues era el
unico instrumento juridico que tenian
en sus manos los jueces­, era posible
inferir la responsabilidad de los acusa­
dos, modificando en sus cimientos el
aparato de justicia. Asi, los · habitos ju­
diciales que reprodudan los jueces se
verian afectados debido a que estos no
estaban acostumbrados a destacar la
importancia de los indicios como posi­
bilidad de claridad y convicci6n moral
sobre determinados hechos que po­
dian configurarse como delictivos. Es
decir, con estas atribuciones era post­
ble recuperar las pruebas indiciales o
circunstanciales, las que evidentemen­
te tendrfan efecto enorme en las prac­
ticas judiciales al convertirse en ele­
mentos de conviccion moral, tal y co­
mo sucedia con los testimonios de los
testigos, "cuya fuerza probatoria se
deriva tarnbien de presunciones".34
El 29 de abril, el Congreso de la
Union retomo el asunto y aprobo la ley
que establecia los juicios por jurados
para conocer de delitos comunes. Para
su puesta en practica se dio un plazo
de un mes, y no de tres meses como lo
proponia el ejecutivo federal, a fin de
que adoptaran "todas las providencias
necesarias para que quede planteado
el juicio por jurados", Finalmente, el 7
de mayo se introdujeron las ultimas
34
Ibid.
ANTONIO PADILLA ARROYO
SECOENClfi
Revistadehistorjaycienciassociales
modificaciones a la ley, la cual qued6
Iista para su promulgaci6n final. 35
El 15 de junio de 1869 se expidi6 la
Ley sobre jurados en Materia Criminal
para el Distrito Federal y los Territo·
rios, e inmediatamente despues varios
estados de la republica adoptaron esta
instituci6n. El ministro de Justicia e Ins­
truccion Publica, Ignacio Mariscal, prin­
cipal patrocinador de la iniciativa, no
dej6 de admitir que dicha forma de ad­
rninistrar justicia era una novedad en
Mexico,puntualizando que esta Instiru­
ci6n escasamente se conoda en el pais,
"donde apenas se conocen los jurados
de imprenta, los cuales, por su sencillez
y especialidad, se asemejan muy poco a
los que ahora se establecen".36
Segun Mariscal, la ley de jurados te­
nia el prop6sito de garantizar una im­
parcial aplicaci6n de la justicia y evi­
tar la arbitrariedad o discrecionalidad
con la que habian actuado los jueces,
tal vez no por mala fe, sino por los
vacios juridicos que existian en la pro·
pia administraci6n de justicia. De igual
manera, hada notar que se habian fija­
do distintas providencias para poner a
salvo el prestigio y la imagen del apa­
rato judicial.No obstante, las explicacio­
nes ofrecidas por el ministro de Jus­
ticia no fueron suficientes para disipar
las dudas y las objeciones que habrian
de manifestar algunos sectores de la
opinion publica. Acaso, advirtiendo las
3s Diario Oficial, 17 y 22 de mayo de 1869;
''..Junio15 de 1869­Ministerio de Justicia­Ley del
Congreso estableciendo el jurado en el Distrito
Federal. Ley de Jurados en Materia Criminal
para el Distrito Federal" en Dublin y Lozano,
Legislacion, 1878, t. x, pp. 658­664.
36 Memoria, 1873, p. 72.
observaciones que se harian al funcio­
namiento del jurado popular, el ejecu­
tivo federal, en el discurso de clausura
del periodo ordinario de sesiones del
Congreso, recordo que:
El gobierno ha usado la facultad que le
concedi6 la ley, dictando las reglas que
ha creido mis oportunas, con objero de
procurar la eficacia de sus disposicio­
nes, a la vez que evitar el abuso de ellas.
Ha procurado tambien que se pongan
en acci6n todos los medias posibles, a
fin de que haga menos necesaria la re­
presi6n severa de los delitos, con el
celo mas empenoso para prevenirlos.
Sabre una iniciativa del gobierno el
Congreso ha discutido y decretado
el establecimiento de [urados en el Dis­
trito Federal.
Y manifestaba su deseo de que. "Es­
ta importante mejora [sirva] mucho
LOS JURADOS POPULARES EN LA ADMINISTRACl6N
DE JUSTICIA EN MEXICO
155
SECOENClfi
Revistadehistorjaycienciassociales
para la buena y pronta administracion
de justicia." Por su parre, el presidente
del Congreso, Francisco Gomez Pala­
cio, en relaci6n con la aprobaci6n de
esta ley, senalo que dentro de los lo­
gros de esa legislatura destacaba el
nivel de consenso que habia alcanzado
la instituci6n judicial del juicio por ju­
rados, la cual habfa sido "ardienternen­
te deseada", pero que has ta ese mo­
mento no habla podido ensayarse "en
la porci6n mas importante de la repu­
blica". 37
Asi, el ejecutivo federal estaba cons­
ciente de las enormes dificultades, tan­
to juridicas como politicas, que venian
aparejadas con la aprobaci6n y apli­
caci6n de los jurados populaces, pero
dispuesto a enfrentarlas y convencido
de que seria un aliciente para la socle­
dad en general y para la administraci6n
de justicia en particular. Por lo mismo,
el Congreso federal habia autorizado
que se diera un plazo de tres meses
para que entrara en vigor, y el propio
ejecutivo tomara una serie de providen­
cias para que los responsables directos
de su ejecuci6n, tanto las autoridades
politlcas municipales de la ciudad de
Mexico como los jueces de lo criminal
en el Distrito Federal, tuvieran el tiern­
po necesario para compenetrarse
de
los alcances y de las facultades que ten­
drian los jurados populaces.
En este sentido, Mariscal era el prin­
cipal interesado en lograr que la incer­
tidumbre que rodeaba a la nueva insti­
tuci6n judicial se dislpara, y con este
objetivo expidto, poco tiempo despues
de haberse aprobado esta ley, una ex­
37 Diario Oficial, 31 de mayo de 1869; La
Opinion Nactonal, 21 de agosto de 1869.
156
tensa y detallada circular en donde
explicaba la manera en que debian
proceder los diferentes actores involu­
crados en la profunda reforma en la
administracion de justicia. En si mis­
ma, la ley contenia lineamientos auda­
ces al Intentar un equilibrio entre los
jueces y los jurados, contrarrestando
mutuamente las posibilidades de erro­
res en las determinaciones que adop­
taran. Mariscal aclaraba una serie de
puntos que podrian generar graves
confusiones en las tareas encomenda­
das a los jueces y magistrados, al mismo
tiempo que creaba figuras jurfdicas
fundamentales en la procuraci6n y la
administraci6n de justicia.
Entre otros aspectos, puntualizaba
que habia una modtficacion en el sen­
tido juridico de la diligencia conocida
como "confesi6n con cargos" o "la
prueba legal", que en realidad operaba
como el reconocimiento explicito de
culpabilidad del procesado, pero obli­
gaba al juez a levantar una declaraclon
preparatoria, se creaba la figura de los
promotores fiscales, quienes se encar­
garian de presentar las pruebas nece­
sarias para fundamentar su acusaci6n,
quitandole al juez esta tarea, evitando­
le ser parte acusadora y enjuiciadora a
la vez. La presencia de testigos se re­
servaba al debate ante el jurado, salvo
cuando se temiera la desaparici6n de
estos,
De esta manera, una vez concluida
y cerrada la averiguacion, el juez de lo
Criminal tenia la obligaci6n de convo­
car y reunir al jurado, concluyendo con
su funci6n de juez de instrucci6n de la
causa, es decir, en su papel de respon­
sable de realizar la averiguaci6n previa,
lnmediatamente despues de haber con­
ANTONIO PADILLA ARROYO
SECOENClfi
Revistadehistorjaycienciassociales
vocado a los miembros del jurado, asu­
mia la funci6n de presidente de deba­
tes, "ordenador de la discusi6n de los
testigos con el procesado". Tambien ·le
correspondfa formular las preguntas
que considerara pertinentes y "sabre
las cuales han de votar los miembros
del jurado". A su vez, el jurado se limi­
taba a escuchar el debate y los alegatos
de las partes. En este sentido, la tarea
del juez era fundamental, porque de el
dependia la claridad del juicio, ya que
"una pregunta oscura o contradictoria
podria viciar el veredicto", y con ello se
podia adolecer de "una injusticia irre­
mediable".
En la circular, ademas, se recomen­
daba a los jueces y abogados, sin "agra­
viar la ilustraci6n" de unos y otros, que
hicieran explicito el prop6sito de las
preguntas a las cuales tenian que res·
ponder los integrantes del jurado po­
pular a fin de determinar si el hecho
criminal se habia cometido, si el acusa­
do era responsable del mismo y la in·
tencionalidad del acto. En caso afirmati­
vo, entonces podia decirse "con segura
conciencia que un procesado es culpa·
ble de cualquier hecho criminoso". Aun
en el caso en que un procesado fuera
declarado culpable por el jurado, el
juez tenia que confrontar la resoluci6n
del [urado de hecho con el contenido
de la Ley y determinar si en realidad se
trataba de una conducta punible, segun
las circunstancias agravantes o atenuan­
tes del acto y de acuerdo con las normas
penales vigentes, lo que era materia de
analisis exclusivamente del juez en SU
caracter de jurado de derecho. 3B
3x
Diario Oficia/, pp. 679­684. "Julio 13 de
1869­Ministerio de Justicia­Circular aclaratoria
Los JURADOS
De este modo puede apreciarse la
importancia y la magnitud de las trans·
formaciones que se intentaban introdu­
cir en las pcicticas de la administraci6n
de justicia. Al menos esa era la impre­
si6n que dejaba traslucir el ministro
Mariscal, quien hacia notar que:
Como se advierte, si son muy irnpor­
tantes las funciones encomendadas al
jurado, no son menos las que quedan
reservadas a los jueces de lo criminal, y
ellas requieren a mas de una aha [ustifi­
caci6n, las dotes del talento y la cicncia.
Asi, ante las objeciones que se levan­
taron tanto en el Congreso como en
una franja importante de la prensa ca·
pitalina, el propio ministro de justicia
e Instruccion Publica recordaba las Ii·
mitaclones de los jurados en las reso­
luciones judiclales: el juez mantenfa
las facultades para ordenar la apertura
y el desarrollo de las investigaciones,
conduda las discusiones y garantizaba
el orden de los mismos, sometiendo a
los jurados a los procedimientos que
consideraba adecuados, negandoles el
uso de la palabra, reduciendo su inter·
venci6n a escuchar y prepararse a dis­
cu tir entre ellos la averiguaci6n, asi
como a votar sobre preguntas especifi­
cas que les propusiera el juez, quien
tenia "la facultad Importantisima de ft.
jar las cuestiones sabre las que ha de
votar el jurado". 39
Por su parte, la prensa mexicana de­
dic6 gran parte de sus materiales a erni­
de la ley de jurados" en Dublan y Lozano, Le­
gislacion, 1878, pp. 679­684.
39 Memoria, 1873, pp. 82­83.
POPULARES EN LA ADMINISTRACl6N
DE JUSTICIA EN MEXICO
157
SECOENClfi
Revistadehistorjaycienciassociales
tir sus opiniones en torno al funcio­
namiento de esta Institucion judicial,
En noviembre de 1869, en un largo tex­
to dedicado al analisis de la ley de ju­
rados y publicado en El Monitor Repu­
blicano, el abogado Eduardo F. de Arteaga sostuvo, acaso en una conclusion
apresurada por el poco tiempo que te­
nia su aplicacion y en contra de "los
temores de los pesimistas", que su prac­
tica se habia distinguido por el "nota­
ble acierto de los ciudadanos que desem­
penaban las funciones de jueces de
hecho", ademas de que la simple exis­
tencia de ella representaba una "con­
quista democratica". Para el no habia
duda de que los veredictos dictados
por los jurados populares eran "la expresion genuina de la conciencia y de
la justlcia", cuyos resultados eran una
prueba de un ejercicio democratico del
pueblo mexicano, pese a las tergiversa­
ciones que habian querido hacer de
ellos "algunos Ietrados constituidos en
au tori dad". Arteaga sostenia que los
ataques a los juicios por jurados tenfan
la pretension de introducir varias mo­
dificaciones en su funcionamiento y en
sus facultades con el prop6sito de for­
talecer a los jueces de derecho, sobre
todo en lo relativo a las objeciones que
poruan estos para dejar inmediatamen­
te en libertad a quienes el jurado habfa
declarado inocentes. Para el jurista,
aceptar tales demandas significaba alte­
rar la esencia misma del jurado, pues:
Si necesitara el veredicto absolutorio
algo mas que su propia resoluci6n, ven­
dria por tierra la base del jurado: la con­
ciencia publica, que es la que alli decide
y que no necesita de seguro el apoyo de
otro tribunal superior.
·
158
Sin embargo, el propio Arteaga ma­
tizo sus juicios al aclarar que sin duda
era legitimo el temor de la autoridad
ante una sentencia absolutoria que esti­
mara erronea, pero esto no podla ser
motivo suficiente para "conculcar las
disposiciones expresadas en la ley ni
para desconocer las justas razones en
que se apoyan". Finalmente, ratificaba
"el buen sentido del pueblo" y la "es­
celencia [sic) del criterio publico".40
Por su parte, en un balance realiza­
do por el periodlco El Derecbo, en ene­
ro de 1870, se aseguraba que "en me­
dio de la agitaci6n e inquietud por que
ha atravesado la republica", la adminis­
traci6n de justicia en nuestro pals ha­
bia presentado notables progresos en
el afio reclen concluido: se habfan es­
tablecido los juicios por jurados en el
Distrito Federal, asi como en varies es­
tados de la republica; estaba por flna­
lizar la redacci6n del C6digo Civil y, en
fin, se habfa mejorado "gradualmente
la legislaci6n del pals".41
Conviene destacar que "la agitaci6n
e inquietud" que se habia vivido en el
pals habia provocado disposiciones pe­
nales muy graves, las cuales tarnbien
dieron paso a una polernica bastante
acalorada. Una de esas disposiciones
fue la ley contra los plagiarios y saltea­
dores que, entre otras cosas, suspendia
los derechos y garantias individuales
de quienes hubieran incurrido en la co­
40
El Monitor Republicano, 26 de noviembre
de 1869.
41
El Derecho, 1 de enero de 1870. Los esta­
dos que adoptaron esta instituci6n judicial fue­
ron, despues de! Distrito Federal, Sonora, Sina­
loa, Jalisco, Guerrero, Campeche, Veracruz,
Puebla y San Luis Potosi.
ANTONIO PADILLA ARROYO
SECOENClfi
Revistadehistorjaycienciassociales
misi6n de esos delitos, imponia la pena
de muerte contra aquellos que fueran
aprehendidos in fraganti, autorizaba a
los particulares a organizar partldas
armadas para perseguir a los crimina­
les, asi como la obligaci6n de los ciu­
dadanos de denunciar a los bandidos a
riesgo de ser acusados de complicidad.
La vigencia de la suspension de las
garantias individuates se extendio has­
ta el 10 de abril de 1871.
En este sentido, Jose Ma. Castillo
Velasco expuso las razones que expli­
caban el fen6meno del bandidaje y sus
graves consecuencias para la sociedad,
espedficamente para un sector de ella:
la guerra civil y la inacci6n, cuyos efec­
tos habian sido que muchos hombres
se hubiesen acostumbrado a la vida co­
moda y facil, pues era mas agradable
vagar por los campos, esquilmar a los
hacendados y a los pueblos, arnparan­
dose en una "aureola politica", antes
"que resignarse a ganar laboriosamen­
te la subsistencia con los instrumentos
de la industria a mano". De igual mo­
do, para justificar y ubicar los alcances
que podia tener la ley, Castillo Velasco
se preguntaba
iQuien ha dicho que una ley par su
solo influjo y en el corto espacio de dos
meses pueda restablecer la moralidad
donde tanto cebo y seducci6n encuen­
tran los vicios,aun por parte de aquellos
llamados a procurar su correcci6n?42
En terminos semejantes se expres6
el periodico Le Messager Franco­Ame­
ricain, al sostener que la ley contra los
42
La Opinion
junio de 1869.
Los
Nacional,
plagiarios y los salteadores habla per­
mi tido imponer el orden y formaba
parte de varias reformas en materia ju­
dicial ­incluyendo entre ellas el juicio
por jurados­ en el Distrito Federal y el
estado de Veracruz, el cual, por otra
parte, se nego a aplicar la citada ley.
Frente a estas voces y opiniones se
alzaron algunos periodtcos como El
Monitor Republicano, y diversos go­
biernos estatales, como el de San Luis
Potosi. que expreso su total desacuer­
do con la ley por considerar que con­
tenia "actos verdaderamente inconsti­
tucionales y demasiado opresivos para
sufrirse", ademas de representar una
violacion a la soberania de los estados.
En contraste, uno de los estados que
asumio y practice de inmediato la ley
contra los plagiarios y salteadores fue
el Estado de Mexico, en donde se eje­
cut6 la pena de muerte contra varios
de ellos, adernas de crearse fuerzas ru­
rales armadas por los hacendados para
combatir el bandolerismo y la vagancia
que asolaban diversas regiones de la
entidad. Segun las autoridades, estas
medidas habian permitido la disminu­
cion de los robos y de los actos crimi­
nales en general. 43
En esta atrnosfera social y politica,
las autoridades politicas pretendieron,
con el establecimiento de la Instltucion
judicial de los jurados populares, invo­
lucrar a la sociedad en un proyecto am­
bicioso de represion de la delincuencia,
a la que perclbian como una amenaza
real contra la fragil estabilidad del pais.
Tres afios mas tarde, desde las paginas
de El Poro, se recapitulaba la trayecto­
14, 16, y 18 de
JURADOS POPULARES EN LA ADMINISTRACION
43
Ibid., 30 de abril y 4 de mayo de 1870.
DE JUSTICIA EN MEXICO
159
SECOENClfi
Revistadehistorjaycienciassociales
En opinion de El Derecho, el juicio
por jurados habia caido en descredi­
to por la organizaci6n que le habia
dado la ley, la cual era a todas luces in­
completa, como afios despues habrfan
de reconocerlo sus defensores. Entre
otras cosas, criticabaque se hubiera de­
jado el veredictoal voto exclusivode los
miembros del jurado, pero se habia
abandonado la importancia del debate
como medio para conformar la optni6n de estos. Ademas,la idea original
de ser un instrumento para la admlnis­
tracion de justicia expedita habia sido
adulterada, pues muchos de los acusa­
dos habian pasado varios meses en la
carcel sin que su causa fuera conocida.
Losredactores se preguntaban: "lQuien
tiene la culpa?" En primer lugar, pun­
tualizaban,el C6digo Penal, por sujetar
a [uicio "a esos delitos casi metafisi­
~­:_.~.:~ ­­=­­
cos"; en segundo, el juez, por demorar
la instrucci6n del caso y, finalmente, el
jurado, "por casualidad, que es aquf
ria que habia seguido el juicio por jura­ como se reunen los jurados", Era tan
dos en nuestro pais, dentro de un mar­ deplorable el estado de la justicia que
co de severa critica al sistema de justi­ ocurria con frecuenciaque las averigua­
cia. Segun los redactores, esta "bella ciones previas se presentaban incorn­
institucion, la del jurado", era produc­ pletas y con tal debilidad en las acusa­
to "de las viejas costumbres" sajonas, ciones que no pocas veces el represen­
pero las naciones democciticas la ha­ ranre del MinisterioPublico reconoda
bian adoptado en forma natural por­ que no habia delito que perseguir y,
que representaba que "la conciencia por afiadidura, "los jurados se ven las
[fuera] el arbitro supremo de la tie­ caras y absuelven cabisbajos". Asl, era
rra", Para los redactores del diario, el cornun que en los juzgadosse repirieran
que nuestro pals la hubiera recupera­ escenas de esta naturaleza: despues de
do no significabanecesariamente que
diera un salto "a las varoniles costum­
tanto tiempo perdido para un artesano.
bres de la libre patria del juicio por
la alegria de la libertad desaparecfa en
jurados".44
el corazon de aquel muchacho con cl
4~
160
El Derecbo, 17 de junio de 1873.
recuerdo de la carcel, de la que salla
con el insttnto maleado quiza por el
espectaculo de la vida de nuesrras pri­
ANTONIO PADILLA ARROYO
SECOENClfi
Revistadehistorjaycienciassociales
siones, y con un amargo sentimienro de
aversion a la justicia soctal."
En contraste con la instituci6n de
los jurados populares, las formas mas
arraigadas de la administraci6n de jus­
ticia, que recaia en los tribunales, ma­
gistrados y jueces y que tanto se de­
fendfa por su supuesta rigurosidad,
imparcialidad,objetividad, sentido del
deber, responsabilidad e independen­
cia, asi como por su conocimiento pro­
fundo del derecho, no habian resuelto
el problema de la procuracion de justi­
cia. Por ejemplo, en 1876, en una cir­
cular expedida por la Secci6n de justi­
cia de la SecretarfaGeneral del gobier­
no del Estado de Mexico, se hacia refe­
rencia no s6lo a "la excesiva benigni­
dad en los jueces"para aplicarlas penas
a los reos, sino a su afan por buscar los
medios para absolverlos "sin ser muy
solicitosen inquirir las pruebas convin­
centes", con el consiguiente descredtto
en la aplicaci6n de la justicia y la im­
punidad de los delincuentes, "dejando
herida la vindictapublica y alarma en la
sociedad, que mira salir impune de las
manos del juez al reo que la vindicta
publlca designa acaso como el mas
criminalde los de su comarca".46
Algunasde las resistenciasa la adop­
ci6n del jurado popular provinieron
no s6lo de la prensa, sino tambien de
varios estados. Por ejemplo, el Tribu­
nal Superior de Justicia de San Luis
Potosi argument6 en contra del jurado
4s
Ibid., 18 de [unio y 4 de [ulio de 1873.
Arhivo Hist6rio deI Estado de Mexico (en
adeiante AHEM), c. 25, exp. 7, 1876. "Cuaderno
de circulares expedidas por Ia Secci6n de Jus­
ticia de Ia Secretaria General de 1878­1876".
46
Los
popular porque, segun sostenfa, no
tenfa antecedentes "ni en nuestras cos­
tumbres ni en nuestras instituciones
juridicas", tal y como lo reconoda la
circular del 13 de julio que precisaba
las funciones y las formas de su Inte­
gracion. Para el Tribunal no se trataba
de ninguna coriqutsta del derecho
moderno, "sino mas bien, uno de los
grandes errores, que hay siempre en
los extremos a que empuja la revolu­
ci6n producida por el choque de las
nuevas contra las antiguas ideas".Agre­
gaba que los jurados populares no eran
tampoco producto de las instituciones
republicanas, porque
JURADOS POPULARES EN LA ADMINISTRAC16N
en una democracia donde el poder de
juzgar, como de legislar y gobernar, no
DE JUSTICIA EN MEXICO
161
SECUENClfi
Revista
de histo~a
y ciencias
sociales
se tienen sino en virtud de elecciones
populares, y todos y cada uno de los
que ejercen el poder no reciben su
investidura de las manos del pueblo, ya
de una manera o de otra.
Aunque se cuidaba de Indicar que
los jueces y magistrados eran nombra­
dos por los ejecutivos estatales, asf co­
mo del enonne descredlto que rodea­
ba el ejercicio de la administraci6n de
justicia. 47
Entre 1868 y 1872 se culminaron
los trabajos para la elaboraci6n de un
C6digo Penal, que delimit6 con clarl­
dad los delitos que debfan ser castiga­
dos y la penalidad que correspondia a
cada uno de ellos. La aprobaci6n y
puesta en marcha del C6digo Penal se
estim6 como la sfntesis de una "legis­
laci6n sabia" porque recogia "todos los
[ codigos] existentes en ambos hernisfe­
rios", habiendolos ajustado "a las ne­
cesidades, costumbres, caracter y for.
ma de gobiemo del pueblo mexicano".
Asi, en medio de la prolongada cri­
sis social y de administraci6n de justi­
cia en Mexico, la practica de los juicios
por jurados estaria sujeta a una me­
ticulosa evaluaci6n de su utilidad e im­
portancia como un mecanismo de edu­
caci6n para la democracia, asi como
de los beneficios que arrojaba su fun­
cionamiento como contrapeso de las
facultades otorgadas a las otras instan­
cias judiciales. Precisamente con base
en esa evaluaci6n, formulada desde
los circulos judiciales y politicos cerca­
nos a las autoridades, se introdujeron
importantes modificaciones no solo a
su funcionamiento. interno, sino al
tipo de delitos sobre los que debia pro­
nunciarse.
En 1880, el ministro de Justicia e
Instrucci6n Publica, Ezequiel Montes,
despues de admitir que no habfa stdo
suficiente "la refonna en codificaci6n
ni las distintas organizaciones que se
han dado a los tribunales", se habia
dado a la tarea de proponer refonnas
sustanciales a la administraci6n de jus­
ticia, "ante el clamor publico, y sobre
todo las frecuentes quejas de la pren­
sa". Sin duda alguna, el Inforrne que
present6 el ministro de justicia al titu­
lar del ejecutivo federal sobre el estado
que guardaba la organizaci6n y funcio­
namiento de los tribunales, de acuerdo
con las facultades que le habia conferi­
do el Congreso de la Union, fue bas­
tante severo, a tal grado que denunci6
las resistencias de los integrantes de los
tribunales e insinu6 que "esto podrla
interpretarse en el publico como un
pretexto para ganar tiempo, en cuyo
espacio se pudieran reparar los defec­
tos y lagunas que hubiera en los archi­
vos", y agreg6 que confundia "de una
manera lastimosa la independencia de
los tribunales, con la impunidad de
los jueces omisos, torpes o prevari­
cadores", en especial el del Tribunal
Superior de Justicia del Distrito Fede­
ral, que se neg6 inicialmente a aceptar
una revision de su actuaci6n alegando,
con justificaci6n, que ello era una intro­
misi6n de un poder ajeno al judicial.48
De igual manera, acaso aprovechan­
do la oportunidad que se presento para
48
47
162
Sodi,Jurado, 1909, pp. 46­47.
Montes, Memoria, 1881, Apendlce 3, pp.
9­14
ANTONIO PADILLA ARROYO
introducir modificaciones al sistema
de admtnistracion de justicia, se hizo
referenda al funcionamiento de los ju­
rados populares. Precisamente, el Tri­
bunal Superior de Justicia del Distrito
Federal propuso una serie de cambios
que afectaban directamente
la inte­
graci6n y el funcionamiento de los ju·
rados, atendiendo "la voz de la prensa
y la del _gublico en SUS clases mas Ilus­
tradas", 9 Entre las voces que se alza­
ron estaba la del propio Ignacio Maris­
cal, quien aseguraba estar convencido
"mas que nadie de la urgencia de re­
formar la Ley de jurados, aprovechan­
do las lecciones de la experiencia" y
"antes de llegar a la rriste conclusion
de que el pueblo de esta capital no tie­
ne por ahora el grado de cultura o de
morales indispensables para el jurado".
No obstante, Mariscal sostenia, en con­
tra de quienes opinaban que era nece­
sario suspender los juicios por jurados
y aun eliminarlos en forma definitiva
como una mecanismo de impartir justi­
cia, entre los que se incluian "no solo
personas de juicio y buena fe, sino tam­
bien enemigos sisternaticos", la incon­
veniencia de suspenderlos, porque en
la practica signiflcaba su desaparici6n.
Ademas, el ex ministro de Justicia agre­
gaba que mientras no se aprobara el
C6digo de Procedimientos Penales se
seguirian presentado errores y practi­
cas indeseables no solo en los juicios
por jurados, sino en toda la adrninis­
traci6n de justlcia. 50
El alegato central del Tribunal del
Distrito Federal fue muy similar al uti­
lizado por la Secretaria de J usticia para
49
50
vigilar las labores de los tribunales, es
decir,que
muchos de los veredictos pronundados
ulnmarnenre, absolviendo a reos convic­
tos y aun confesos de los delitos por que
fueron procesados, ha causado grande
alarma en la sociedad, y que esta alarma
es justisima, porque tales veredictos
alientan a los criminales con el ejcmplo
de la impunidad, propagan y desarro­
llan en el pueblo el sentimiento de in­
moralidad y dan lugar a apreciaciones
erroneas, cuyo resultado pudiera ser el
de destruir la instituci6n jurado que es
tan importante, porque da al pueblo
parte en el gobiemo de sf mismo.
Aunque admitfa cierta responsabili­
dad de los funcionarios judiciales en
las practicas viciosas que se habfan ori­
ginado en esa instituci6n. De hecho,
los miembros del Tribunal Superior de
Justicia del Distrito Federal recomen­
daban la suspension de los juicios por
jurados hasta en tanto no se aprobaran
las reformas que creian necesarias, par­
ticularmente en la forma de integrar
las listas de los jurados y la manera de
seleccionarlos,
citando a un numero de ciudadanos, de
entre los cuales se elijanen el acto a los
que hayan de formar el jurado, para evi­
tar en lo posible el abuso de las inlluen­
cias y las seducciones de todo genera
que suelen ponerse en juego por quie­
nes se empefian, sin consideraci6n nin­
guna a la sociedad, en salvar a los crirni­
nales.51
Entre las reformas que se hicieron al
juicio por jurados, mediante la cxpe­
dici6n del Codigo de Procedimientos
Ibid., Documento 42, pp. 37­38.
Ibid., Docurnento 43, pp. 38­40.
LOS JURADOS POPULARES EN LA ADMINISTRACJ6N
51
lbid., Documento 42, p. 38.
DE JUSTICIA EN MEXICO
163
Penales, estaba la posibilidad de selec­
cionar a un "mayor mimero y mejor
clase de personas" al permitir que los
empleados publlcos pudieran formar
parte de las listas, pues representaban
"un grupo considerable de individuos
a proposito para esas funciones"; exiglr que quienes las componfan conta­
ran con un peso diario "ganado de
cualquiera ocupaci6n honesta", garan­
tizando con ello la inclusion de las
clases trabajadoras "dotadas de la apti­
tud indispensable"; fljar reglas claras a
fin de evitar que las personas acomo­
dadas evadieran esa responsabilidad
ciudadana, y realizar las insaculaciones
hasta el inicio de la audiencia para los
debates para conocer quienes eran los
jurados definitivos, "alejandose la po­
sibilidad de seduccion o sobomo".
Asimismo, se facultaba a los jueces
para presentar un resumen imparcial
de los alegatos ofrecidos por la parte
acusadora y la acusada a fin de que no
fueran "los argumentos tal vez aluci­
nadores de una de ellas, sino la enun­
ciaci6n, por una voz desapasionada,
del pro y contra de la cuesti6n que va
a resolverse", Finalmente, el veredicto
rendido por el jurado, para tener vali­
dez, tenia que contar con el voto de al
menos nueve de los once jurados. En
caso contrario, el juez estaba faculta­
do para enviarlo a la Sala de Casaciones
para su revision y sentencia. Al mismo
tiempo, se establecio un jurado de res­
ponsabilidades con la encomienda de
juzgar a aquellos magistrados del Tri­
bunal Superior del Distrito que hubie­
ran incurrido en delitos oficiales y con
ello garantizar la imparcial aplicacion
de la justicia, pues hasta ese momento
no habla ninguna instancia que cono­
164
ciera de los delitos estos, lo cual repre­
sentaba una "monstruosa anomalfa", 52
Una decada despues, el Congreso
de la Union autorizo al ejecutivo a re­
formar el C6digo de Procedimientos
Penales del Distrito Federal y rerrito­
rios de la Baja California y de Tepic. La
peticion hecha por el ejecutivo tenia el
proposito de modificar la· parte corres­
pondiente al funcionamiento y la inte­
graclon del juicio por jurado, y para
tal efecto nornbro una comisi6n de
tres miembros, Rafael Rebollar, F. G.
Puente y P. Miranda. El 24 de junio de
1891, dicha comision presento ante el
secretario de Justicia, Joaquin Baranda,
la parte expositiva de las reformas que
se proponfan al codigo y a la Ley de
Jurados, de las razones que las funda­
mentaban, del sentido de cada una de
ellas y de la necesidad de introducirlas
en la legislaci6n penal, atendiendo a
"las necesidades sociales y a llenar las
exigencias general y publicamente ma­
nifestadas". Admitia que se trataba de
reformas "audaces", sobre todo porque
habfa quienes criticaban el poco tiern­
po que habia transcurrido entre las in­
novaciones introducidas y las que se
proyectaban y "so pretexto de que la
practica, por media de los encargados
de hacerlas efectivas, puede ir hacien­
da que se disminuyan o desaparezcan",
es decir, los funcionarios judiciales. En
contra de esta opinion, la cornlslon
sefialaba que no era posible que el "vi­
cio, la arbitrariedad y el criteria des­
igual" de esos funcionarios pudieran
resarcir los vacios que se iban presen­
tando en la practica de la administra­
cion de justicia, y menos aun pensar
52
Ibid., Documento 48, pp. 61­63.
ANTONIO PADILLA ARROYO
SECOENClfi
Revistadehistorjaycienciassociales
que "son buenas las leyes defectuosas
y que no deben corregirse". En suma,
los comisionados estaban persuadidos,
tras diez afios de estar interpretando y
aplicando sus disposiciones, asf como
el Ministerio Publico, la judicatura y la
magistratura, "ora de la necesidad, ora
de la conveniencia de las reformas que
el gobierno desea, a que el publico
aspira".53
Mas adelante puntualizaban cada
una de las reformas que proponian y
que al final fueron aprobadas aunque
entraron en vigencia hasta 1894. Entre
ellas estaba reducir el mimero de miem­
bros del "tribunal popular" de once a
nueve, con el fin de garantizar "las call­
dades necesarias para desempeftar el
cargo de jurado", tales coma Ilustra­
ci6n e independencia, las cuales eran
indispensables para mantener el pres­
tigio de la instituci6n y el acierto de
las decisiones. Ello, segun la comisi6n,
se aseguraba con el requisito de que
los jurados fueran profesores titulados
o tuvieran un sueldo, renta o utilidad
"de cualquiera procedencia honrada"
cuando menos de cien pesos, que a su
vez exclufa"cierto tipo de notoria Inep­
titud o que se perjudica considerable­
mente, y a hacer que se ensanche por
otro lado el drculo de las que pueden
escogerse para que figuren en las Its­
tas", e inclufaa los hombres de 21 aftos,
cuando la anterior ley exigfa haber
cumplido 25. Asimismo, hada mas ex­
pedito el mecanismo para decidtr sobre
las peticiones de aquellos que alega­
ban no poder cumplir con la enco­
mienda ciudadana al otorgarle al juez
de lo criminal la facultad de calificary
H
resolver las solicitudes en tal senti­
do, restandole al gobernador del Dis­
trito esa obligaci6n.54
Al mismo tiempo, se introdujeron
distintas medidas para tener un mayor
control sobre el proceso mismo de la
averiguaci6n penal, obligando a las
partes, tanto a la defensa como a la acu­
sadora, a presentar en un menor tiem­
po el resultado de sus indagatorias, asi
como sus conclusiones, las cuales una
vez hechas publicas no podian retirarse
o aftadirle otras y cuyo objetivo era Im­
pedir el alargamiento innecesario de
los juicios, ya fuera una estrategia de la
defensa <lei presunto delincuente o
una petici6n del Ministerio Publico, lo
que propiciaba que los juicios fueran
practtcamente Interminables. Como
puede apreciarse, estos cambios pro­
curaban corregir las deficiencias no de
las "calidades" de ilustraci6n e inde­
pendencia de los jurados, sino del pro­
cedimiento general del juicio por jura­
dos. Es decir, contra la opinion de una
gran cantidad de magistrados y jueces
y aun de la prensa que atacaban esta
instituci6n por los veredictos "escan­
dalosos" de los jurados, el problema
residia en gran medida en las formas
poco claras de proceder de los fun­
cionarios judiciales y de las confusio­
nes que la misma Ley de jurados pro­
piciaba. De este modo se facultaba
tanto al Ministerio Publico coma a la
defensa para que dasificaran y npl­
ficaran, en el momenta mismo del jui­
cio, los hechos presentados, de tal ma­
nera que se pudiera configurar un
delito diverso al presentado original­
mente. Esto podfa hacerse mediante la
Memorla, 1892, Documento 46, pp. 62­63.
Los JURADOS
POPULARES EN LA ADMINISTRACl6N
14 Ibid., Documento
46, pp. 63­64.
DE JUSTICIA EN MEXICO
165
de dos interrogatorios,
uno presentado por el Ministerio Pu­
blico y otro por la defensa, entre los
que decidfa el jurado cual de ellos de­
bia someterse a votacion. Para la coml­
sion, est.aprevision evitaria el "absurdo
de que el jurado votase la absolucion
cuando estaba convencido de la culpa­
bilidad".
Otro punto de interes especial fue
el relativo a la importancia de induir a
los peritos cientificos como una figura
auxiliar dentro de la forrnacion del
proceso, evitando que el jurado cono­
ciera de preguntas de naturaleza cien­
tffica, en especial los relacionados con
cuestiones psiquiatricas tales como la
responsabilidad de los delincuentes
que eran victimas de la demencia o
"grandes neurosis", "dada su incompe­
tencia de improvisar una opinion deei­
siva en una audiencia, en la que no es
posible el recogimiento ni la aprecia­
forrnulacion
166
cion del valor de los elementos pura­
mente cientfficosy fuera de su alcance".
En el mismo sentido y por las mismas
razones, se prohibio que en la presen­
taci6n de la requisitoria y la defensa se
citaran leyes, doctrina y autores para
evitar que se influyera en los jurados,
"en vez de hacedo conforme a su con­
ciencia, que es como esta establecido
en todas las legislaciones". En cambio,
se facilitaba la labor de las partes al ad­
mitir que ambas podian destacar cier­
tos hechos y circunstancias de acuerdo
con los intereses que representaban y
dar a conocer los efectos legales que
podian acompafiar el veredicto de los
jurados, precaviendolos contra el ho­
rror de una sentencia mal dictada.
De ahf que los miembros de la co­
misi6n hubieran atendido las voces
"de personas de diversas condiciones
sociales" para que la primera pregunta
que se pusiera en el cuestionario, el
cual servia de base para decretar el ve­
redicto, no fuera la relativa a la culpa­
bilidad del acusado, sino que hiciera
referenda a los elementos materiales
del hecho y asl tener mayor claridad
en la decision que fueran a adoptar.
Sin embargo, no estimaron oportuna
esta petici6n, pero dio ocasi6n para
exponer su vision sobre lo que signifi­
caba la esencia de la instituci6n, canto
en terminos filos6.ficoscuanto de dere­
cho penal, al argumentar que esa me­
dida atentaba contra su sustancia, en
canto que:
El principio democratico en que el jura­
do se funda consiste en que los miem­
bros de la sociedad que se han aparta­
do o han quebrantado las leyes penales
establecidas para la seguridad comun,
ANTONIO PADILLA ARROYO
sean juzgados por sus iguales como
mas id6neos para decidir si la acci6n
infractora es puriible, si el elemento
moral, psiquico y voluntario intervino y
debe ser objeto de represi6n. Pues
bien, ique quedaria de todo eso si al
jurado se le preguntasen unicamente
hechos materiales? Nada absolutarnen­
te, supuesto que el delito consiste en la
infraccion voluntaria de la ley penal. El
elernento, pues, de la voluntad o de
que el acto se ejecute a sabiendas, es el
que da la moralidad, la imputabilidad
de la acci6n bumana, que es la que se
somete al [urado, y esta es la que esta
comprendida en la palabra culpabili­
dad. No todo hecho que causa perjuicio
o con el que se infringe la ley penal
implica responsabilidad en el agente.55
Estas reformas no fueron las unicas
en la historia del juicio por jurados. El
17 de diciembre de 1902,. mediante la
expedici6n de la Ley de Organizaci6n
Judicial, se instituyeron tres jueces pre­
sidentes de debates, a quienes corres­
ponderfa llevar a jurado las causas por
delitos cometidos en el Distrito Federal
y cuyas penas excedieran de dos aiios
de prisi6n. Esta ley resto un gran nu­
mero de facultades al [urado, "mas no
fue el ultimo golpe que sufri6 la institu­
cion", pues en diciembre de 1907 se
estipul6 que estos s6lo conocerian de
los delitos del fuero comun con penas
superiores a seis afios de prisi6n por
termino medio. Para Demetrio Sodi,
era claro el sentido de las reformas:
"cercenarle al jurado sus atribuciones,
hasta dejarlo reducido a su minima ex­
presi6n". En la practica se trat6 de im­
pedir que la sociedad quedara sin post­
55 Ibid.,
Los
bilidad de intervenir directamente en la
administraci6n de justicia.56
En este marco, los enormes desa­
fios que representaba la propuesta de
establecer los jurados populares, asi
como los obstaculos para su funcio­
namiento regular, los cuales provinie­
ron de diferentes sectores de la so­
ctedad, eran evidentes.
UN JUICIO FINAL
Vale la pena destacar la opini6n de
uno de los mas firmes defensores de la
instituci6n judicial de los juicios por
jurados, Federico Sodi, quien despues
de varios aiios de estar involucrado en
las practicas de los jurados populares,
hizo un recuento de las virtudes y los
defectos que la acompaiiaban y reba­
Documento 46, pp. 65­69.
JURADOS POPULARES EN LA ADMINISTRACl6N
56
Sodi,Jurado, 1909, pp. 43­45.
DE JUSTICIA EN MEXICO
167
sociales a las que hacia referenda Pa­
llares, se hadan manifiestas en los ju­
rados populares, y la observaci6n me­
ticulosa de Sodi representa un testl­
conversion en una "maquina absolve­ monio fundamental para comprender
dora" de criminales. De la primera acu­ la importancia y el significado que te­
saci6n, admitfa que era posible que se nfan los jurados populares:
hubieran presentado casos en que los
jurados populares hubieran puesto "a
Un caso se ganaba o se perdia a traves
de las pruebas que ponian a la vista de
remate su voto", pero esa conducta te­
los jueces del pueblo a traves de los
nia un limite, que era precisamente los
interrogatorios al procesado, a los testi­
defensores que no osaban arriesgar
gos, a los peritos del caso. El instinto
todo · su prestigio por un exito fugaz,
del jurado le hada distinguir la verdad
prestandose a corromper a los jueces
de la mentira con una precision mate­
populares con dadrvas, sobre todo por­
matica, una respuesta sencilla y clara,
que los jurados tomaban "muy en se­
una mirada serena del testigo, un gesto,
rio y muy honestamente su funci6n de
un temblor de manos, una actitud agre­
jueces", Por lo que respecta a la segun­
siva contra alguna de las partes conten­
da, tambien reconocia que bubo casos
dientes, operaban sobre la mente del
juez popular para descubrir quien esta­
en que aun estando convencidos de la
ba diciendo la verdad o quien estaba
culpabilidad del acusado, este fue ab­
mintiendo; todo por un maravillosofe­
suelto por los jurados al considerar que
n6meno intuitivo. 58
el delito cometido no guardaba pro­
porci6n con la pena a la que era acreeDe esta manera, la instauraci6n y la
dor, pues les pareda excesiva. De ahi
que el juicio por jurados era "un termo- vigencia de la instituci6n judicial del
juicio por jurados, en particular la que
metro de la moral social del rnomense estableci6 en 1869 para conocer de
to".57
En esta direcci6n, Sodi puntualizaba delitos comunes en el Distrito Federal,
que el juicio ante el tribunal tenia un form6 parte de un proceso de transl­
efecto pedag6gico, no s6lo por la se­ ci6n, quiza todavia inconcluso, mas
ducci6n que provocaba entre los asis­ amplio, multiple y diverso, y que en­
tentes, testigos y protagonistas, presen­ volvi6 al sistema de administraci6n, he­
ciar "un espectaculo atractivo", sino redado del antiguo regimen colonial,
por el despliegue de recursos para po­ con su penalidad y sus modos y pracn­
ner al descubierto las pasiones, las cas judiciales, hacia uno moderno,
creencias, los habitos, las costumbres racional y doctrinario, que se inaugur6
arraigadas, los motivos y las razones, con la promulgaci6n del c6digo penal
en suma, el "coraz6n humano", crean­ de 1871. El largo y nunca resuelto de­
dose una atm6sfera que hada brotar bate acerca del juicio por jurados, asi
lentamente la verdad. Esas voliciones como las experiencias derivadas de su
ti6 los argumentos con que se justific6
SU virtual desaparici6n. De estos ulti­
mos, seftal6 que eran falsas las· imputa­
ciones acerca de su venalidad y su
57
168
Sodi,Jurado, 1961, pp. 27­28.
58
Ibid., p. 24.
ANTONIO PADILLA ARROYO
SECOENClfi
Revistadehistorjaycienciassociales
ejercicio y aplicaci6n, ilustran fragmen­ ­Diario Oficial del Gobierno Supremo de
tos de estas transformaciones en las la Republica, Mexico.
instituciones judiciales y penales de ­Bl Monitor Republicano, Mexico, 0. F.
nuestro pals. En cualquier caso, es ne­ ­La Opinion Nacional, Mexico, D. F.
cesario profundizar en el conocimlen­ ­ElSigloXIX, Mexico, D. F.
to de hasta d6nde lleg6 esta instituci6n,
de c6mo influyo en la jurisprudencia BIBLIOGRAFIA
judicial y penal, de la doctrina y de las
normas de los 6rganos encargados de ­Arnold, Linda, Burocracia y burocratas
impartlr la justicia, de c6mo y bajo que en Mexico, 1742­1835, Consejo Nacional
circunstancias los tribunales y los [ue- para la Cultura y las Arres/Editorial Grijal­
ces modificaron sus habitos, practicas, bo, Mexico, 1991.
valores, creencias y maneras de ejerci­
­Colin Sanchez, Guillermo, Legislacion
tar Ia justicia. De igual modo, esta pen­ penal de/ Estado de Mexico, Biblioteca
diente la respuesta a la pregunta que Enctclope dica del Estado de Mexico,
lanz6 Federico Sodi al momenta de de­ Mexico, 1975, t. I.
­Diaz de Leon, Marco Antonio, Diccio­
clararse virtualmente extinta esta insti­
de derecbo procesal penal, Editorial
tuci6n: "lEs mejor (la justicia docta, Se­ nario
Porrua, Mexico, 1986, tomo 1.
rena, fria y ponderada de los jueces de
­Guenot, Estevan, Plan de educacion
derecho) que la justicia del jurado po­ elemental y de varios establecimientos de
pular, o no es mejor que aquella justi­ utilidad publica y de beneficencia, que
cia?" El propio Sodi cedi6 a su impulso somete a la aprobacion de las Camaras
esbozando una posible respuesta:
de la republica mexicana, Imprenta del
Digamos que es tan mala o que es tan
buena. Las mismas absoluciones escan­
dalosas y las mismas condenaciones de
las que el publico no se entera, y cuan­
do se enrera no cree en que sean defint­
tivas, sino que se ahogaran en la co­
rriente de los recursos judiciales,59
ARCHNOS
·AHEM
Archivo Hist6rico del Estado de
Mexico.
HEMEROGRAFIA
­ElDerecho, Mexico, D. F.
­Bl Faro, Mexico, D. F.
59 Ibid.,
Los
p, 311.
ciudadano Alejandro Valdes, Mexico, abril
de 1826.
­"Informe de la Suprema Corte de jus­
ticia de los Estados Unidos Mexicanos, en
que se proponen varias medidas para el
arreglo de la admirusrracion de Justicia.
Mexico 6 de abril de 1833" en Lucio Ca­
brera Acevedo y Linda Arnold, La Suprema
Corte de ]usticia. Sus origenes y primeros
atios, 1808­1847 (Apendice documental),
Suprema Corte de Justicia de la Nacion,
Mexico, 1986.
­Jonama, Santiago, De la prueba de las
jurados o sea consejo de hombres, reim­
preso en la oficina a cargo de Rivera, Me­
xico, 1824.
­Legislacion mexicana o sea Colecci6n
comp/eta de las leyes, decretos y circu­
lares que se ban expedido desde la con­
sumacion de la independencia, tomo que
comprende de enero a diciembre de 1855,
Imprenta de Juan Navarro, Mexico, 1855.
JURADOS POPULAAES EN LA ADMlNISTAACl6N
DE JUSTlCIA EN MEXICO
169
SECOENClfi
Revistadehistorjaycienciassociales
­Legislacion mexicana o Colecci6n
comp/eta de las disposiciones legislatiuas
expedidas desde la independencia de la
republica ordenada por los licenciados
Manuel Dub/any Jose Maria Lozano, edi­
cion oficial, Imprenta del Comercio de
Dublin y Chavez a cargo de M. Lara (hi]o),
Mexico, 1878, tomo x.
­Memoria que el encargado de la Se­
cretaria de fusticia e Instruccion Publica
presenta al Congreso de la Union en 15 de
septiembre de 1873, cumpliendo con lo
prevenido en el articulo 89 de la Constitu­
cion, Imprenta del Gobierno, Mexico, 1873.
­Memoria que present6 el secretario de
Estado y Despacbo de justicia e Instruc­
cion Publica, Joaquin Baranda. Diciem­
bre de 1888­diciembre de 1892, Imprenta
del Gobierno, Mexico, 1892.
-Montes, Ezequiel, Mernoria que pre­
senta el secretario de justicia e Instruc­
cion Publica al Congreso de la Union y
comprende del 1 de enero de 1878 al 15
de septiembre de 1881, Tipograffa Literaria
de F. Mata, Mexico, 1881.
­Mora, Jose Ma. Luis, "Disertacion for­
mada y leida par don ... ante el Supremo
Tribunal de Justicia del Estado de Mexico
para examinarse de abogado, sabre las
cuestiones siguientes: iCuales son las ven­
tajas que han resultado al Estado de Mexico
de las variaciones hechas en su Coristi­
tuci6n, asi sabre el orden de los juicios
coma el de los tribunales?" en Obras com­
p/etas, Jose Maria Luis Mora, vol. n, Obra
politica (investigaci6n, recopilaci6n, selec­
ci6n y notas Lilian Briseno Senosiain, Laura
Solares Robles y Laura Suarez de la Torre),
170
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ANTONIO PADILLA ARROYO
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