Secuencia (2000), 47, mayo-agosto, 137-170 ISSN: 0186-0348, ISSN electrónico: 2395-8464 DOI: http://dx.doi.org/10.18234/secuencia.v0i47.692 SECOENClfi Revistadehistorjaycienciassociales Los juradospopulares en la administraci6n de justiciaen Mexico en el siglo XIX Antonio Padilla Arroyo* UNIVERSIDAD AUT6NOMA DEL ESTADO DE MORELOS El presente texto examina una instituci6n judicial, el juicio por jurados, Esta instituci6n tuvo una vida azarosa y llena de vicisitudes durante el siglo XIX. Asimismo, se revisan sus efectos dentro del sistema de administracion de justicia en Mexico, asi como los mecanismos de funcionamiento, las distintas reformas por las que atraveso y se evahian los debates e ideas' que en torno a ella se realizaron. siglo xx, se abri6 un intenso, prolonga­ do y, en ocasiones, aspero debate en torno de la convenienciade instituir los jurados populares y, ·en consecuencia, sobre las limitacionesy los obstaculos que su practica conllevaba, y de su trascendencia como instrumento para impartirjusticiadentro del sistemajudi­ cial del moderno Estado mexicano. INTRODUCCION Practicamenteno hubo etapa de la vtda politicay judicial de Mexicoen el siglo esde los primeros afios de vi­ XIX en la que no se hiciera referencia a da independiente hasta finales su utilidady su conveniencia.2 de la decada de los veinte del "La ley no toma en cuenta a los jurados los medios por los cuales han formado su convicci6n. S6lo les manda interrogarse conforme a su conciencia sobre si el acusado es culpable o no del delito que se le irnputa." Admonici6n escrita que se ponia a la vista de los jurados.1 D 1 Sodi, Memorias, 1961, p. 29. 2 En termlnos formates se puede definir al jurado popular como un juez lego o tribunal 137 Secuencia, nueva epoca num, 47, mayo-agosto 2000 SECOENClfi Revistadehistorjaycienciassociales Tanto sus apologistas como sus im­ pugnadores esgrirnieron un conjunto de argumentos alrededor de las posi­ bles ventajas o petjuicios que su estable­ cimiento tendria para el pals. Uno de ellos, tal vez el de mayor importancia porque estimul6 multiples reflexiones en uno u otro sentido, fue el influjo que podrfa tener el juicio de jurados en la formaci6n de los ciudadanos y del Estado al ser considerada una de las instituciones centrales para educar al pueblo en las practicas y los ejerci­ compuesto por personas ignorantes del dere­ cho y poco penetrados acerca del sentido de las obligaciones y derechos de impartir justicia. Es un tribunal que se integra por personas convo­ cadas ex profeso y cuyos miembros son resulta­ do de un sorteo para resolver sobre cuestiones de hecho. En rnateria penal su veredicto se reduce a declarar "Inocente o culpable". Vease Dfaz de Le6n, Diccionario, 1986, t. 1, p. 1002. 138 cios de la democracia. Esta idea se ins­ piro en gran medida en el pensamien­ to ilustrado, el cual sostenia que esa instituci6n representaba una fonna de soberania popular, era una garanrla de participaci6n del pueblo y un mecanis­ mo para asegurar la plena Igualdad de los ciudadanos ante la ley y recibir, por tanto, una pronta e imparcial ad­ ministracion de justicia, 3 El marco en que se abri6 la polemi­ ca en torno a esta instituci6n judicial fue el periodo de transicion de la colo­ nia a la independencia. Como lo ha do­ cumentado Linda Arnold, dicho transl­ to fue complejo, lleno de tropiezos y dificultades propias de la formaci6n del nuevo Estado, entre ellas las relativas a cuales sedan las caracterfsticas del regi­ men politico y el lugar que habrfa de tener el poder judicial como parte del mismo, las resistencias de las elites po­ Iittcas para establecer un poder judicial independiente, nacidas de la descon­ fianza que les inspiraba la enorme con­ centraci6n de funciones y atribuciones del aparato judicial colonial y la inter­ 3 En particular dos de los principales expo­ nentes de este pensamiento, Cesare Beccaria y Montesquieu, demandaban una reforrna pro­ funda, tanto en la legislaci6n penal coma en las instituciones y las practicas judiciales, quc incluia la creaci6n de jurados populares. Becca­ ria fue en especial uno de los mas entuslastas defensores de los jurados populares. En SU ce­ lebre libro De los delitos y las penas hizo una apologia de la instituci6n, mientras que Mon­ tesquieu en su no menos influyente texto El es­ piritu de las leyes destac6 sus virtudes para preparar al pueblo en el ejercicio de sus dere­ chos ciudadanos y de escuela para la dernocra­ cia, aunque se mantuvo cauto al guardar ciertas reservas por los posibles errores en que pudie­ ran incurrir sus integrantes. ANTONIO PADILLA ARROYO venci6n de los Estados en la adminis­ traci6n de justicia, 4 Parad6jicamente, esos factores no hicieron sino acentuar la herencia y el peso del aparato colonial, que exten­ di6 su influencla a lo largo del sigloXIX y que con sus inercias entorpeci6 la creaci6n y organizaci6n de institucio­ nes judicialesmas apropiadasa las reali­ dades politicasy judicialesde la naci6n, dejando sus secuelas en las formas y las percepciones sobre la aplicaci6n de la justicia. Ello no quiere decir que todo hubiese permanecido igual, sino mas bien que hubo una convivencia entre antiguosy nuevos modos de con­ cebir e impartir justicia. Para Beatriz Urias Horcasitas, el proceso de transl­ ci6n comprendi6 los afios que van de 1821 a 1871, y se caracteriz6, entre otros cosas, por la desintegraci6n del antiguo orden juridico y la configu­ raci6n de uno nuevo, provocando una situaci6n intermedia en la que por igual se utilizaban las viejas practicas de administrar justicia, se aplicaba la legislaci6n penal novohispana y los decretos promulgados por los diferen­ tes congresos, nacionales o estatales,y por la escasez de funcionarios judicia­ les menores para integrar un sistema de juzgados en toda la republica y las dificultadespara profesionalizaren los niveles inferiores a los jueces, quienes durance el regimen colonial habian sido legos y no letrados, asl como por la combinaci6n de nuevos y viejos va­ lores sobre el significadoy la natura­ leza de la ley, la definici6n del papel de los funcionarios judiciales y, final­ . mente, por la definici6n de los crite­ 4 Arnold, Burocracia, 1991, pp. 95­126. rios utilizados por los jueces para erni­ tir sentencias. De ahf que el tema de la administraci6n de la justicia ocupara un lugar central en los debates en el Congreso nacional, en los congresos estatalesy en influyentessectores de la opinion publica. 5 UNA INSTITUCION MODERNA La obra de Santiago Jonama, De la prueba por Jurado o sea consejo de hombres, se public6 justo en el mo­ mento en que los estados de la federa­ ci6n se ocupaban de formar las leyes que regularian el nacimiento y el de­ sarrollo del poder judicial y con ello garantizar que la igualdad ante la ley fuera efectivay no solo formal, segun lo estipulaba "nuestro sagrado c6di­ s Urias, "Individuo", 1997, pp. 643­644. Los JURADOS POPULAAESEN LA ADMINISTRACl6NDE JUSTICIAEN MEXICO 139 SECOENClfi Revistadehistorjaycienciassociales go". En ella, el autor destac6 la necesi­ dad de forjar nuevas instituciones que sentaran las bases para un nuevo Sis­ tema de justicia. En este sentido, pre­ se n t6 varias consideraciones para alcanzar tal prop6sito, las cuales serian fuente de controversias a lo largo del siglo XIX. La primera se referia a "la gran cues­ tion" de si convenfa o no para "la mas recta e imparcial administraci6n de jus­ ticia" la implantaci6n de esa Institucion, La segunda hacfa referenda al ambtto de SUS competencias, es decir, Si estos debfan reducirse a conocer y pronun­ ciarse solo en las causas criminales o tambien en causas civiles,"como se ve­ rifica en Francia", y la tercera, si era deseable que solo se establecieran en los lugares de mayor ilustracion, como era la pretension de la Comisi6n de Legislaciondel Soberano Congreso del Estado de Mexico.6 ) onama respondlo en forma afirmativa al ser un partida­ rio de los jurados populares, asi como de que estos conocieran y resolvieran canto en el caso de juicios en materia criminal como de civiles. Alegaba que esa instituci6n, en una severa critica a los modos y las practicas de impartir [usticia y a las concepciones consus­ tanciales a la administraci6n de [usticia colonial, limitaria la facultad de los jueces de juzgar e impartir justicia en forma discrecional, esto es, interpretar la ley de acuerdo con las circunstancias · en que se habia cometido la infrac­ ci6n, las caracteristicas sociales del in­ fractor y, con base en unas y otras, juz­ gar cada caso en particular, apoyado en el enfoque casuista, antes que en el 6 Jonama, Prueba, 1824, pp. 140 III·V. apego formal al texto de la ley, pero, sobre todo, pondria fin a lo que estima­ ba cormin encontrar, al magistrado "capaz de condenar a un hombre a muerte por complacer al que mantle", en tanto que era habitual que los jueces "cargaran mis o menos la mano a un pobre acusado para dar gusto a un po­ deroso".7 En este mismo orden de ideas, agre­ gaba otros dos factores legados de las anteriores ideas y modos de adminis­ trar justicia. El primero, el caracter per­ manente de los jueces, lo que provoca­ ba situaciones adversas para el ejercl­ cio de una recta e imparcial aplicaci6n de la justicia. El autor describla con gran agudeza el ambience social y po­ litico que originaba tal situacion de este modo: Estos jueces son permanentes, por con­ siguiente muy conocidos, tienen mil relaciones en la sociedad, la seducci6n 7 El sistema penal castellano, que Inspire la pracuca del sistema judicial en el Mexico colo­ nial, segun Francisco Tomas y Valiente, en su obra El derecho penal de la monarquia absolu­ ta, se caractertzo por la falta de imparcialidad del juez, la orientaci6n de pruebas hacia la con· dena, la inferioridad procesal del reo, la reduc­ ci6n de las garantias procesales probatorias de la culpabilidad y el excesivo margen de arbitrio judicial. Tomas y Valiente citado en Urias, "In· dividuo", 1997, p. 635. Urias apunta que la criti­ ca a las practicas de impartir la justicia se origi­ n6 en las corrientes humanistas y racionalistas de fines del siglo XVIII y principios del XIX con el objetivo de poner fin, por un lado, al arbitrio y discrecionalidad de los [ueces, estableciendo margenes de acci6n muy acotados, los cuales deberian sujetarse estrictamente a la Icy y, por el otro, garantizando ciertos derechos a los acu­ sados como la presunci6n de Inocencia y el derecho de defensa. ANTONIO PADILLA ARROYO gaci6n de las garantias que todo acusa­ do deberia de tener.'? Para Jonama no habia duda de que la naci6n estaba preparada para asu­ mir esa responsabilidad porque las vir­ El segundo era relativo a que si bien tudes y cualidades que demandaba esa los jueces podfan oponer resistencias a instituci6n judicial, tales como "raz6n ese ambiente, no sucedia lo mismo con natural, madurez e independencia per­ la practica frecuente de impartir justi­ sonal", estaban presentes en una gran cia sobre todo en materia criminal, franja de la poblaci6n, esto es, entre porque su continua ejercicio los hacia los propietarios. De este modo, el autor propensos a endurecer su coraz6n, "ha­ sefialaba que era un error interprerar ciendolos orgullos, crueles e insensi­ en forma literal la idea de quienes de­ bles" y, por tanto, a desviarse de su rec­ bian integrar los jurados populaces, es ta actuaci6n. De hecho, era un asunto decir, los pares, porque "imaginar que incontrovertible que los habitos arrai­ el crimen de un jornalero ha de ser gados en el ejercicio judicial habian juzgado por otro jomalero" no corres­ propiciado abusos y arbitrariedades en pondia exactamente a su sentido legal, los procesos civiles y, especialmente, pues el par "quiere decir iguales ante en los crimtnales. 9 la ley". Asi, la practica de los jurados Por todos estos factores, los [urados debia circunscribirse al sector de pro­ populares contribuirian a resolver esos pietarios porque, segun explicaba, sus problemas al representar un poderoso miembros eran los mas interesados en recurso para mejorar la administraci6n mantener el orden "no solo por el de­ de justicia, evitando que los encarga­ seo de conservar sus propiedades", sino dos de aplicarla recurrieran a mecanis­ porque estas eran la base de "todos los mos inhumanos que inducian a los acu­ dernas derechos civiles". En suma, Jo­ sados a rendirse ante ellos, como por nama estimaba que no eran validos los ejemplo, admitir la confesi6n del acu­ alegatos que se esgrimian para opo­ sado sin mas consideraciones que nerse a esta institucion, como la falta haberla obtenido en condiciones des­ de ilustraci6n entre las clases bajas o su favorables para el, tales como la insa­ falta de firmeza de anlmo para resistir lubridad del calabozo, la melancolfa y los ruegos, las amenazas y "todos aque­ el abatimiento por la incomunicaci6n, · llos medios de seducci6n que se em­ conduciendo al hombre "al suicidio plearan", Por eso no era indispensable legal que adrede preparan", que servia poseer "el estudio de las leyes", cuya de base para decidir sobre la culpabili­ falta no debia "causarnos temor". 11 dad <lei acusado y la imposici6n de la No se sabe con exactitud si las ob­ pena, en lugar de conseguir la "prueba servaciones y las recomendaciones de legal", lo queen la practica era una ne­ Jonama en tomo al jurado popular tu­ los cercara por todas partes, lo que no logre el oro, lo conseguira tal vez el llanto, lo que resista el poder nose re­ sistira tal vez a la amistad.8 8 jonama, Prueba, 1824, pp. 5­6. p. 7. 9 Ibid., LOS JURADOS POPULARES EN LA ADMINISTRACl6N 10 Ibid., 11 pp. 9-10. Ibid., pp. 27­34. DE JUSTICIA EN MEXICO 141 vieron alguna influencia en las autori­ dades politicas y judiciales, pero sf que se instalaron y que funcionaron los juicios por jurados para conocer de di­ versos delitos durante el siglo XIX y las primeras decadas del xx. La historia de los jurados populares en el pals da cuenta de su funcionamiento en mate­ rias tan dtsimbolas como delitos de imprenta, delitos comunes y delitos oficiales. Los primeros jurados se orien­ taron a juzgar los delitos de imprenta. La aclimataclon de los jurados po­ pulares en el pais tamblen molde6 par­ te de las preocupaciones de precepto­ res y filantropos, quienes pensaban que su instauracion contribuiria a forjar buenos ciudadanos. Al menos esta fue la idea que expres6 el frances Estevan Guenot, avecindado en la ciudad de Toluca, en su Plan de educacion ele­ mental y de varios establecimientos de utilidad publica y de beneficencia. Tras solicitar el auxilio del Congreso de la Union, expuso que en su proyecto estaba considerado poner en marcha, dentro de los planteles escolares que fundaria, un sistema de premios y cas­ tigos, incluyendo el juicio por jurados para castigar los delitos graves. Guenot explicaba de la siguiente manera su propuesta: Para las delitos graves instituyo un jury que se compone de dace discipulos escogidos entre las que estan reconoci­ dos par mas fieles a SUS deberes clast­ COS y religiosos.El director no hace mas que exponer el delito: el acusado se defiende despues ya par si mismo, o por el 6rgano de uno de las rnonitores generates, y terminados las debates, las jurados se retiran para deliberar con entera libertad. Confirmado su juicio 142 por el inspector de la escuela, es ejecu­ tado puntualmente. El nifio declarado culpable es castigado conforme a las disposiciones del c6digo penal de la escuela. Segun Guenot, la experiencia en es­ tas practicas judiciales y de aplicaci6n de la justicia habia demostrado que " [en los nirios] la raz6n es mas precoz de lo que corminmente se cree'', lo que modificaba la percepci6n generalizada de que los infantes eran incapaces de discernimiento. En suma, sostenia el preceptor, en esta modalidad de jura­ do los nifios se familiarizaban "desde sus mas tiemos afios con los principios eternos de la justicia", y su continua aplicaci6n los inducia "a respetarla y a arreglar a ella su conducta". 12 Por su parte, el polernico escritor y polittco Lorenzo de Zavala tarnbien compartia la opinion de Guenot en el sentido de que la creacion de los jura­ dos populares podia estimular la edu­ caci6n popular y, por afiadidura, la formaci6n de los ciudadanos. Zavala consideraba que tanto la libertad de imprenta como los juicios por jurados en las materias de imprenta, la asisten­ cia a los debates de las camaras y asam­ bleas legislativas, las juntas electorates "y otros actos igualmente originados en los cambios hechos despues de la independencia", eran elementos que permitirian la formaci6n entre los me­ xicanos de un "nuevo espfritu publi­ co", e Insistia en que mediante ellos se aprenderian nuevos habitos y costum­ bres de convivencia social que, a su vez, tendrian efectos favorables en la 12 Guenot, Plan, 1826, pp. 19­20. ANTONIO PADILLA ARROYO SECOENClfi Revistadehistorjaycienciassociales administraci6n, al exigir de los jueces y magistrados nuevas formas de cornpor­ tamiento en la imparticion de justicia. Particularmente, recomendaba su adopci6n inmediata con el prop6sito de mejorar la imagen que de los jueces y de los tribunales tenfa el pueblo, acos­ tumbrado a ver en ellos "instrumentos de la tirania''. Segun Zavala, la situa­ ci6n de la procuracion y la administra­ ci6n de justicia tanto en materia crimi­ nal como civil era tal que se habian "casi extinguido los efectos que deben producir sobre su moralidad los ejem­ plos saludables de la justicia". El cuadro que dibuj6 era desconsolador: Presentado el mexicano delante de una aucoridad que no era responsable de sus acciones, que no estaba sometida a ninguna ley, y entre las que no era raro contar algunos que no conocian ni aun las del honor, se crela rodeado a todas horas de delatores, espias o agentes provocadores. No pudiendo encontrar una garantia suficiente en el testimonio de su conciencia, se veian obligados los habitantes a tomar habitos de disimulo, de adulaci6n y de bajeza. Ya no se con­ sideraba el castigo como consecuencia de los delitos, y los suplicios vinieron a sec a sus ojos como las enfermedades, una calamidad inherente a la naturaleza, de manera que el temor de sufrirlos no los detenia en la carrera del crimen. •3 Zavala se expresaba en terrnlnos muy similares a los de Jonama en re­ laci6n con las practicas con las que actuaban los jueces y los tribunales, es decir, la discrecionalidad y las amplias facultades que la ley les otorgaba, en­ 13 Los Zavala, Ensayo, 1985, pp. 294­295. tre ellas la formaci6n del proceso, el interrogatorio a los testigos y la Imposibilidad de la defensa oral de los acusados y el ternido procedimiento de "el secreto del gabinete". Por ello, el pueblo se habia acostumbrado a ver en la [usticia, en particular la criminal, "un poder perseguidor y odioso" y, en contraste, despertaba en el una reac­ ci6n natural de enorme simpatfa y pro­ tecci6n que los delincuentes e infrac­ tores disfrutaban, lo que originaba que se sustrajeran a la acci6n de las leyes, librando, "como ellos se explican, a los pobres de las garras de la justicia". Segun sostenia Zavala, la situaci6n de la justicia era lamentable debido en gran medida a la conducta equfvoca de los 6rganos responsables de su apll­ caci6n, al percibirse en los jueces una "nota de infamia". El diagn6stico era concluyente: Esta liga contra la justicia criminal esta formada en muchos lugares de la re­ publica, y tiene su origen en las pasadas injusticias, en la confusion con quc han sido juzgados los criminales y los des­ graciados que han pertenecido a un partido vencido, en la manera secreta de formar los procesos, y en la cscan­ dalosa detenci6n de las sentencias de reos de las mas feroces crimenes. Agregaba que si en algun lugar de la republica era posible tener un cuadro completo en materia de justicia como el descrito, ese lugar era la ciudad de Mexico, donde se "habfa desplegado toda la chicana judicial", es decir, don­ de se acentuaban los males de una le­ gislaci6n criminal y civil llena de con­ tradicciones y recovecos que habian acabado por levantar "una barrera a la JURADOS POPULARES EN LA ADMINISTRACl6N DE JUSTICIA EN MEXICO 143 SECOENClfi Revistadehistorjaycienciassociales sencilla acci6n de las leyes, en donde el oro, el favor, la intriga y el poder", se empleaban alternativamente, "o a la vez, en oscurecer la justicia y elevar el imperio de la fuerza sobre la ruina de las leyes". 14 Para subsanar en lo posible esta si­ tuaci6n y enmendar los errores mas evidentes de esas practicas, Zavala pre­ sent6 en 1826 un proyecto de ley so­ bre el establecimiento de los jurados populares, aunque reconoda que este habia encontrado serias resistencias por parte de "aquellos legistas que en­ cuentran, en los vicios de las leyes, ele­ mentos de existencia, su reputacion y sus clientelas". En su alegato sostenia que no podia haber una correcta admi­ nistraci6n de la justicia mientras no se reformaran las legislaciones tanto en materia criminal como civil que garan­ tizaran poner a salvo la integridad de los ciudadanos y sus bienes, asi como imponer castigos ejemplares a los crl­ minales. Segun Zavala, los juicios por jurados eran "una grande escuela de moral para los asistentes", tenian un efecto peda­ g6gico entre el pueblo porque su prac­ tica cotidiana le brindaria los ejemplos y los auxilios necesarios para evitar que los individuos cayeran en "las ten­ taciones violentas" que los rodeaban, inhibiendo los estimulos que los con­ dudan a la comisi6n de delitos, recibi­ rian lecciones de buen comportamien­ to al ser testigos de los debates, los veredictos y la exposici6n de la destre­ za, de las habilidades y de los conoci­ mientos de los [ueces para descubrir los crimenes mediante "una serie de 14 144 Ibid. circunstancias imprevistas", exhibien­ do "la conciencia perturbada del cul­ pable [ que] es su primer acusador, y que ningun goce han proporcionado estos crimenes que parecian llenar los deseos de sus tristes ejecutores" y, fl­ nalmente, coronar con exito la labor de la justicia al aplicar la pena. De igual modo, otro efecto benefi­ co de la institucion judicial serla que los jueces estarian obligados a actuar con absoluta imparcialidad en la medl­ da en que estos se asumirian como autenticos representantes del orden social, de su conservaci6n, con un cri­ terio ilustrado al imponer una pena despues de haber demostrado plena­ mente el crimen. De esta manera, tan­ to los integrantes del jurado, el cora­ z6n, como los tribunales, el juicio, se unirfan de forma natural convencidos mutuamente de la justicia y la Integri­ dad con la que habrfan actuado, aban­ donando, "sin pesadumbre, al culpa­ ble al rigor de las leyes" .15 Por su lado, en marzo de 1827 Jose Marfa Luis Mora tambien formu16 un conjunto de reflexiones en torno a las ventajas de instituir el juicio por [ura­ dos como parte de las instituciones del sistema de administraci6n de justicia en materia criminal. Al igual que Zava­ la y J onama, Mora sefialaba que sin esta instituci6n no era factible tener un mecanismo que limitara la enorme autonomia de los jueces, pero, a dife­ rencia de aquellos, presentaba una si­ tuacion inversa, la posibilidad de que los intereses del delincuente coincidie­ ran con los del juez encargado de en­ juiciarlo y, por anadidura, no actuara 15 Ibid. ANTONIO PADILLA ARROYO SECOENClfi Revistadehistorjaycienciassociales en defensa de los intereses legitimos de la sociedad. En efecto, a la luz de las experiencias que habian arroiado los juicios de Iibertad de imprenta, no de­ j aba de expresar un moderado opti­ mismo sobre los jurados populaces, pero consideraba que aun y cuando la experiencia hubiera demostrado in­ convenientes, destacaba que presenta­ ba mas virtudes que defectos. Para Mora, los problemas que habia presentado su practica se debian sobre todo a la falta de claridad en la legis­ laci6n que los reglamentaba, e insistia en que lo que el pals requeria era una reforma verdadera, simplificando las leyes de procedimientos y poniendo a cargo de diversas autoridades Ja deci­ sion de las cuestiones de hecho y de derecho o, lo que es lo mismo, la decla­ racion de los hechos y la aplicacion de las leyes. 16 Reconoda que el defecto principal del juicio por jurados habia sido su organizad6n inrerna, en tanto que los que hasta ese momento se habian en­ cargado de juzgar los casos de la vio­ laci6n al reglamento de imprenta no habian cumplido con los requisitos de honestidad, rectitud e imparcialidad inherentes a la instituci6n, alterando su propia naturaleza, pues "si a seme­ jante reunion de hombres se hubiera de confiar la decision de los puntos de hecho en el orden judicial", la perse­ cuci6n se desataria de un modo legal en contra del padfico habitante, "con­ tra el virtuoso ciudadano que, lejos de las intrigas y enredos de los partidos, 16 Los los desprectase a todos y no secundase las miras torcidas de ninguno; mas no es este el jurado del que yo hablo" .17 En tal testtura se preguntaba: "lY d6nde podra hallarse con mas seguri­ dad [la imparcialidad en la aplicaci6n de justicia] que en el jurado?" La res­ puesta era evidence: en la union de hombres cuyo (mico prop6sito era ha­ cer cumplir la ley sin estar atados a orro tipo de circunstancias e inrereses, haciendolos compartir Intereses co­ munes y girando alrededor de impar­ tir una justicia imparcial porque ellos mismos podfan encontrarse, por cual­ quler eventualidad, en el papel de acu­ sados, coda vez que "al dia siguiente" podian "convertirse de jueces en reos y verse en la necesidad de dar cuenta de su conducta a sus conciudadanos". La cuesti6n estaba, segun su exposi­ cion y con argumentos muy analogos a los de ) onama, en asegurar una se­ lecci6n adecuada de los jurados, quie­ nes no necesariamente requerian tener conocimientos de derecho, es decir, bastaba con poseer un entendimiento libre y despreocupa­ do, ajeno a toda prevencion en favor de doctrinas o sisternas, independencia ab­ soluta de las agentes del gobierno y de todo genero de partidos, interes gran­ de en el castigo a los crimenes y en el sosten del orden y tranquthdad publica. Asimismo, Mora consideraba esen­ cial la concurrencia de otras condicio­ nes a fin de que el juicio por jurados cumpliera en fonna cabal con sus fun­ ciones: absoluta .rutidez en los proce­ Mora, Disertacion, 1986,p. 246. JURADOS POPULARES EN LA ADMINISTRACION 17 Ibid. DE JUSTICIA EN MEXICO 145 dimientos, correcta elecci6n e inte­ graci6n de los jurados, junco con la ca­ pacidad de exposici6n de los fiscales y la contundencia de los hechos y de las pruebas presentadas por las autorida­ des. Estaba persuadido de que siestas se satisfacian, entonces era posible pen­ sar que esta institucion fuera la mejor contribuci6n para la formaci6n de los ciudadanos.18 Entre las reformas que consideraba pertinences para fijar con exactitud los procedimientos estaban la de rnante­ ner en el anonimato el nombrarnien­ to de los jurados hasta momentos an­ tes de su integraci6n, evit~do que pu­ dieran ser sobomados, a lo que se su­ maba la presi6n moral y social de ser P~?pietarios y padres de familia, impi­ diendoles la posibilidad de corrorn­ perse. En este sentldo y segun su con­ cepto de democracia censataria, no todos los habitantes reunian las cua­ lidades para integrar los jurados popu­ lares. Solo los propietarios conjugaban virtud y honorabilidad, pues esta clase era "verdaderamente independiente", componiendose de ciudadanos que de manera natural inspiraban "confianza asi al leglslador como a la masa de la ~aci6n", mientras que el indigente, el jornalero y el deudor "no pueden me­ nos de ser accesibles al soborno cuan­ do su subsistencia, que es la primera necesidad del hombre, depende de aquellos que pueden tener interes en corromperlo".19 Y si estos argumentos no bastaban para inclinarse por su instauraci6n existia la circunstancia de que: ' IH 19 146 Ibid., pp. 249­250. Ibid., p. 252. el, c':1nocimientode las personas, de sus · h.abttos y costumbres, de sus vicios y virtudes Y de SU caracter individual, no pueden estar al akance de un juez, a quien tratan poco y de quien necesaria­ rnenre se ocultan, como lo estan del de la masa de sus conciudadanos, con quienes necesariamente contraen rela­ ciones que los dan a conocer y mani­ fiestan el grado de probabilidad y cer­ tidumbre que debe darse a su testimo­ nio y los motivos que hay para temer que sean actores o c6mplices de los crimenes y desordenes de que son acu­ sados.20 Este proceder, segun Mora, era el unico establecido por la naturaleza y por las leyes humanas para evitar que los delincuentes quedaran impunes. Asi, los jueces, peritos en derecho, de­ sempefiarfan el "tmportantfsimo" pa­ pel de imponer la pena correspon­ diente que prescribia la ley y, por en­ de, se estarfa en el camino de arraigar una correcta administraci6n de justi­ cia. El autor aclaraba en su extensa y convincente disertacion que con ello se lograrfa el equilibria imprescindible que habria de existir entre ambas ins­ tancias de [ustlcia: "El jurado debe ser un freno para el juez y este debe serlo para el jurado, en terminos de que de la reunion y equilibria de uno y otro resulte la mas perfecta armonia".21 Para concluir, Mora presentaba un hecho contundente: la practica de los jurados habia dernostrado rectitud y certeza en su actuacion, aunque no habian estado exentos de resoluciones erroneas, descartando los temores de 20 21 Ibid., p. 250. Ibid., pp. 250­251. ANTONIO PADILLA ARROYO quienes se oponian al jurado popular, entre ellos "hombres respetables por sus luces, talentos y pclctica constante en los negocios de judicatura", con el argumento "de que aun no estamos en estado de adoptar esta benefica institucion" (cursivas en el original). Sin embargo, recomendaba que los nombramientos de los jurados fueran hechos por mandato expreso de la ley y no por eleccion, ya que de esta ma­ nera se aseguraba no someterse a nin­ gun tipo de intereses, fueran estos cor­ porativos o personales. Precisamente, gran parte de estas formulaciones se­ rian expuestas por aquellos que defen­ derian la instituci6n del jurado popu­ lar, al precisar la idea exacta del signifi­ cado de los "pares" en funciones de juzgadores. 22 Las criticas que se lanzaban contra la administraci6n de justicia no pasa­ ron inavertidas para los magistrados y jueces, De hecho, la incipience forma­ ci6n de instituciones judiciales que re­ querian de las nuevas condiciones po­ lincas del pals era motivo de cavilacio­ nes para la Suprema Corte de Justicia. Asi, en un detallado informe que esta rindi6 al poder ejecutivo, reconocia los problemas que se presentaban para una expedita e imparcial procuraci6n de justicia pero, al mismo tiempo, po­ nian en claro que gran parte de ellos no podian ser atribuidos exclusivamen­ te a incapacidad o negligencia, sobre todo cuando no se habia elaborado el nuevo marco juridico que debia regir en correspondencia con las circuns­ tancias de la nacion, y que a pesar de 22 Los esa carencia "jamas se habla dejado de administrar justicia". La Suprema Corte resumia las principales dificul­ tades por las que atravesaba la justicia en Mexico: En conclusion, la nula o mala admi­ nistracion de justicia, tanto en nego­ cios de federacion, como en los comu­ nes del Distrito y territories, de que se habla con tanta generalidad, no reco­ noce otro origen mas que la f alt a de leyes que arreglen radicalmente este ramo, con la filosofia que corresponde, y conforme al sistema de gobierno de la republica (cursivas en el original). Asimismo destacaba que mientras no hubiera una ley que delimitara el ambtto de competencias entre el poder ejecutivo y el poder judicial, se man­ tendria este bajo "el influjo y la autori­ dad de aquel", sujetandose a sus de­ seos y recomendaciones. De igual ma­ nera, la maxima instituci6n judicial hada notar que tanto la falta de dis­ posiciones relativas a los tribunales y juzgados como la formaci6n de los c6digos en materia civil y criminal, en especial este ultimo, que definiera y clasificaralos delitos de los funciona­ rios y los delitos comunes, hacia irnpo­ sible modificarlas pclcticas, los valores y los habitos y, por tanto, instituir un nuevo sistema de administracion de justicia. Es decir, para los magistrados que integraban la Suprema Corte ha­ bia problemas estructurales, dentro de la administracion de justicia, que habia que remover si se deseaba reformar el antiguo sistema de justicia.23 Ibid, pp. 252­253. JURADOS POPULARES EN LA ADMINISTRAC16N 23 "lnforme", 1986, pp. 141­142. DE JUSTICIA EN MEXICO 147 SECOENClfi Revistadehistorjaycienciassociales Durante los debates del Congreso Constituyente de 1856 _se delibero en torno a la conveniencia de establecer los juicios por jurados para conocer de causas en materia civil y penal. Este tema fue uno de los mis candentes y polemicos no solo entre los integran­ tes de la comision encargada de redac­ tar el proyecto de Constituci6n, sino entre todos los representantes populares ante el Congreso al momenta de presentarse para su aprobacion. En particular para sus partidarios era tal su importancia, que inicialmente inclu­ yeron esta instituci6n como parte de las garantias individuales. De igual mo­ do, sus adversarios presentaron serias dudas sabre su utilidad. La Comisi6n de Constituci6n propuso que se insti­ tuyeran los juicios por jurados para los delitos del orden comun, La presen­ taci6n del artfculo 24, fracci6n 4a. y su posterior debate, fueron una oportuni­ dad propicia para esbozar la situaci6n de la procuracion y administraci6n de justicia a mediados del siglo XIX, la cual, por otro lado, poco se habia mo­ dificado segun las testimonios que habian elaborado tanto Jonama como Moray Zavala, y aun la propia Supre­ ma Corte de Justicia. Desde la redac­ ci6n del articulo se suscitaron diferen­ cias notables entre los miembros de la comision. Estas se hicieron aun mas evidences en el momenta de su pre­ sentaci6n formal ante el pleno del Congreso. Como en otras ocasiones, la simple propuesta desperto polerni­ cas arduas entre quienes consideraban fundamental su implantacion como garantia constitucional y como institu­ ci6n y practica dentro de la adrninis­ traci6n de justicia y de la legislaclon 148 judicial penal, y sus fervientes oposl­ tores. Por ejemplo, uno de estos ultimas, Isidoro Olvera, sostuvo que la institu­ ci6n del juicio por jurados en materia criminal era "enteramente nueva en nuestro pais", lo que se demostraba con el hecho de que apenas "uno o dos estados" lo habian introducido en sus practlcas judiciales y s61o "por algun tternpo", dando resultados que no correspondfan "a sus esperanzas". Para Olvera, eran varias las razones que ayudaban a comprender por que no se habian obtenido los frutos que se es­ peraban de los jurados populares: la inexistencia de una conciencia publi­ ca, "que como se sabe, resulta de la identidad o siqulera analogfa de las conciencias individuates"; la carencia de moralidad que rigiera las concien­ cias de sus habitantes y, finalmente, la insuficiencia de ilustraci6n publica, sobre todo porque se desconodan ciertos derechos naturales que funda­ ban la equidad, asf como obligaciones y deberes sociales en que se fundamen­ taba la justicia. En resumen, para Olve­ ra los habitantes del territorio no reu­ nian ni la instruction ni las costumbres, asi como tampoco las "habitudes [sic] republlcanas que hicieran respetar el fallo publico". Mis aun, existia una rea­ lidad social irrefutable: la poblaci6n era heterogenea por raza, clima e intereses, lo que tenia como consecuencia que no se presentaran dos poblaciones con un mismo grado de moralidad. Asi pues, era "demasiado dificil trasplantar al pals esta clase de juicio". 24 24 Zarco, Historia, 1857, pp. 487­484. ANTONIO PADILLA ARROYO SECOENClfi Revistadehistorjaycienciassociales Bajo esta llnea de argumentaci6n, Ignacio Vallarta secund6 la posici6n de Olvera. El primero centr6 su post­ ci6n en dos argumentos. Uno de ellos era de naturaleza politica, es decir, de­ mostrar que el juicio por jurados no necesariamente era una institucion in­ herente a la democracia y, por tanto, invalidar el alegato que presentaban sus defensores acerca de que esta fue­ se producto de la sociedad civil, esto es, que representara la soberania po­ pular, por lo que su incorporaci6n al c6digo fundamental era una grave in­ tromisi6n en las formas de organizar la justicia en los estados y una viola­ ci6n inaceptable al pacto federal. El segundo era una postura legal y judi­ cial. Ponia en duda sus bondades co­ mo mecanismo para mejorar las prac­ ticas judiciales. En efecto, reconocia que el estado de la justicia, sobre todo en materia criminal, era pesimo, pero lo atribufa en lo fundamental a que el fora estaba todavfa empapado tanto de la legislaci6ncomo de las practicas judiciales espafiolas, y mientras una y otras siguieran rigiendo, era imposible introducir las jurados populares, por­ que esa legislacion no despertaba "ni de lejos" la menor simpatiapor esa ins­ tituci6n, a lo cual se agregaba que mu­ chos abogados y jueces se resistian no solo a su adopcion sino a su ejercicio, Para Vallartala mejor soluci6n a la si­ tuaci6n por la que atravesabala admi­ nistraci6n de la justicia era la elecci6n popular de los jueces por el pueblo. 25 En contraste, los adeptos sostenfan argurnentos en sentido inverso, es de­ cir, que los juicios por jurados sf eran 25 Los una personificaci6n de la soberania popular, y adudan que aun si este no fuera el caso, los jurados eran una ex­ presi6n del Estado moderno, "nacida de ideas y doctrinas, de reformas rea­ lizadasen la ciencia del derecho penal y en la legislaci6nprocesal criminal en los ultimos tiempos", por lo que SU establecimiento era una exigenciapara la administraci6n de justicia. Uno de los defensores mas tenaces, Jose Marfa Mata,opinaba que los jurados popula­ ces precisamente podian enmendar las leyes lnjustas o sus defectos, pues "al pasar por el crisol del jurado", este fallaba en nombre de la justicia y de la conciencia, lo cual no sucedia con los jueces, en tanto que no podian salirse del texto de la ley y procedian segun las pruebas presentadas, obllgandolos a "fallar contra su conciencia". Y en alusion directa a la tesis de Vallartade la violaci6n del pacto federal, alegaba que entonces todos los derechos y ga­ rantias consagrados en la Constitucion serian un ataque al sistemafederal.26 En este sentido, Zarco, tras de pre­ senciar y participar en los debates, no dej6 de apuntar, en un tono de ironfa y desaliento, que los reparos a la insti­ tuci6n revelaban un desconocimiento de la historia de los jurados, y que pa­ ra suplir esa falta habian "recurrido a dar el nombre de jurados a lo que me­ jor les ha parecido". Sin embargo, es­ tos argumentos no lograron persuadir a la mayoda de los consttruyentes, quienes se pronunciaron, por 42 vo­ tos, en contra de su fijaci6npara cono­ cer de delitos comunes, en tanto que 40 votaron a favor.Para quienes creian Zarco, Cr6nica, 1957, pp. 499­508. JURADOS POPULARES EN LA ADMINISTRACION 26 Ibid., p. 509. DE JUSTICIA EN MEXICO 149 en las ventajas de los juicios por jura­ dos no era una batalla menor la reso­ luci6n que habia tomado el pleno del Congreso. De nueva cuenta fue Zarco quien ofreci6 una estampa del estado de animo que rodeaba a los sirnpati­ zantes de esta instituci6n: iOtra batalla perdida! iOtra refonna frus­ trada! El juicio por jurados fracas6 ayer en la Asamblea Constituyente porque no es tiempo de que nuestro pueblo goce de esta garantia. Tai vez lo sera cuando todos los ciudadanos sean juris­ consultos. 27 No obstante, el simple hecho de ha­ ber logrado que fuera un punto en las deliberaciones del Constituyente tuvo un valor fundamental, y fue una serial sobre el lugar que podria ocupar den­ tro de las instituciones judiciales. Mas aun, aunque en ese momento no se eva­ lu6 como un resultado positivo, se pu­ so en el centro de las reflexiones un emplazamiento a las elites politicas para situar en los primeros lugares de su agenda de innovaciones politicas y judiciales el estado del sistema de ad­ mirustracionde justiciay la urgencia de reformarlocasi en su totalidad.Mientras tanto, se habian dibujado apenas en Iineas tenues varios elementos que poco tiempo despues marcarian el fu­ turo de los jurados populaces al orde­ narse su establecimiento en el Distrito y territorios federates. Parad6jicamente, fue Mariano Arizcorreta, critico de los juicios por jura­ dos, quien traz6 algunos aspectos que 27 Ibid., pp. 499 y 511; Legislacion, 1855, pp. 649­650. 150 serfan en el futuro el eje de nuevos de­ bates y reformas en su practica. Entre ellos las calidades morales, pollticas y sociales de sus miembros, asf como su funcionamiento. Con respecto a esto ultimo se pregunt6 si los veredictospro­ nunciados por los jurados sedan ina­ pelables o habria una segunda instancia con funciones de revisora, si habria uno o dos jurados y, si este fuera el caso, que sucederia en el lance de que sus sentencias fueran contradictorias, y entonces cual de los dos representaba la concienciapublica.Asimismo, adelan­ tandose a las dificultades que la prac­ tica misma haria resaltar y que tambien fueron motivo de examen, adelantaba que el jurado tendria que hacer tres ca­ lificaciones:la de culpabilidad, que equi­ valdria a la declaraci6n de haber lugar a la formaci6n de la causa, la del hecho, y la de la ley, lo cual era preciso diluci­ dar, porque todo proceso criminal con­ lleva distintas fases y grados en su de­ sarrollo. De igual modo, Arizcorreta sugiri6 que en cuanto a las calidades morales era posible esperar que los integrantes de los jurados actuaran en sus delibe­ raciones con base en un elevado y agu­ do sentido corrnin, pero en el caso de los veredictos necesariamente se re­ queria contar con un mayor conoct­ miento de la ciencia y la practica, mas alla del conocimiento del derecho y, por ultimo, sostenia que las habilida­ des y destrezas para la aplicaci6n de la legislaci6n penal no podia reducirse simplemente a saber leer los c6digos, aun cuando estos fueran sencillos.28 28 Zarco, Cronica, 1957, p. 510. ANTONIO PADILLA ARROYO SECOENClfi Revistadehistorjaycienciassociales IDEAS Y DEBATES Como se ha apuntado, la polemica que se suscito en el Congreso Constituyen­ te con respecto a los jurados populares en materia penal cre6 un ambience que favoreceria distintas iniciativas para su instauraci6n. La discusi6n, aunque se atempero por mas de una decada, no desapareci6 del anlmo ni de la volun­ tad de sus simpatizantes. En la practica, la polemica se pospuso por razones urgentes, debido a la inestabilidad so­ cial y politica en que se vio envuelto el pais entero, hasta que se logr6 la tran­ quilidad, la cual llegaria con la restau­ raci6n de la repiiblica. Los liberates se propusieron de nueva cuenta intro­ ducir el debate sobre los jurados popu­ lares. El ejecutivo federal promovi6 una ley que introduda esta institucion con atribuciones para conocer y [uzgar los delitos comunes, aunque se cuidaba de darle un caracter de obligatoriedad para todos los estados de la republica. Es decir, el ambito de SU aplicaci6n serfa exclusivamente el Dlstrito Federal, lo cual reconocfa implicitamente las re­ sistencias que se mantenian en el inte­ rior del 6rgano legislativo. Ya desde 1850 se habia presentado y dlscundo en el Congreso la pertinencia de establecer el juicio por jurados a proposito de la ley para juzgar a los la­ drones en el Distrito Federal, por parte de la comisi6n encargada de elaborar dicha ley, bajo el argumento de "pare­ cerle el unico y el mas adecuado para atender esta necesidad", porque ello aseguraria acabar con la impunidad de que gozaban los ladrones debido "al vicioso sistema de administraci6n cri­ minal recibido entre nosotros". En esta linea de ideas, la comisi6n alegaba que era indispensable que no cayera la res­ ponsabilidad de procesar y castlgar a los autores de este delito en un solo in­ dividuo, pues: "El que averigua el autor de un delito no debe ser el mismo que diga a su vez si esta o no averiguado, ni, en caso afirmativo, que pena le co­ rresponda", no solo porque en el se reunian las figuras de fiscal y de juez, lo que en ambos casos lo obligaba a cali­ ficar su trabajo, y en estas condiciones nadie debe esperar que califique y deci­ da en su misma obra con la imparcia­ lidad debida, sino porque la legislaci6n penal lo obligaba a tomar medidas su­ mamente severas, y ante tal eventualidad no tenia otra alternativa que, o alargar el curso de la causa, o imponer una pena suave, lo que en la practica equivalfa a la total impunidad de los criminales. En cambio, el juicio por jurados te­ nia la virtud de que, al ser integrado por personas de difererites origenes sociales y formaciones morales, estas podian tener mayores elementos para decidir sabre la culpabilidad de un acu­ sado. En este sentido, la comisi6n re­ dactora estaba conscience de los repa­ ros que se lanzaban a la institucion, sobre todo el que hada referenda a la falta de ilustraci6n en la mayor parte de los estados de la republica. Sin embar­ go, sostenfa que tratandose del Distrito Federal no existia tal objeci6n, pues en este se encontraba "la parte mas selecta de ciudadanos mexicanos, y por tal cir­ cunstancia en el debe ensayarse un sis­ tema adoptado por codas las naciones civilizadasde Europa y America".29 29 El Siglo XIX, 1, 2, 3 y 4 de febrero de 1850. Los JURADO$ POPULARESEN LA ADMINISTRACl6N DE JUSTICIA EN MEXICO 151 SECOENClfi Revistadehistorjaycienciassociales La iniciativa de ley motiv6 diversos comentarios de El Siglo XIX, el cual, en extensos articulos, expres6 su con­ formidad por el hecho en si mismo de haber mostrado su interes para repri­ mir cierto tipo de delitos, pero no com­ partio los puntos de vista de los res­ ponsables del proyecto ni tampoco mostr6 simpatias por la creaci6n del juiciopor jurados. Recordabaque mien­ tras no se reforrnara la legislaci6n cri­ minal era impensable que se alcanzara una mayor eficaciaen la persecuci6n y el castigo de los crimenes. En cambio, sefial6 que era necesario avanzar en la reforma criminal en tres sentidos: perseguir eficazmente a los homicidas y ladrones, abreviar los juicios crimi­ nales y establecer con toda claridad la penalidad para cada delito. Estas me­ didas tendrian que venir acompafiadas de una reorganizaci6npoliciaca,la cual incluirfa la creaci6n de la policia pre­ ventiva. En suma, para los redactores del peri6dico la iniciativano considera­ ba ninguna de estas innovaciones,por lo que estimaba imitil que se discutiera en el Congreso. De igual manera, con­ sideraban, los [uicios por [urados en nada cambiarian la actitud de benevo­ lencia con la que procedian los jueces, porque una asamblea era mas suscepti­ ble de conmiseraci6n y generosidad, y al menos los jueces se encontraban sujetos a la censura de la opinion pu­ blicay a responsabilidad legal.30 El 19 de febrero se discutio la Ini­ ciativa,la cual fue atacada con dureza, sobre todo por parte del diputado Je­ sus Agraz, quien la rechaz6 en todos 30 El Siglo XIX, 7, 11, 13 y 20 de febrero de 1850. 152 sus terminos, y no porque se opusiera a la instauraci6n de los juicios por jurado, sino porque estimaba que no habia condiciones suficienres para lograr sus objetivos. Entre sus obje­ ciones estaba que no eran ni la epoca ni la situaci6n del pais en general ni del Distrito en particular, las mas favo­ rables, por lo que de aprobarse, lejos de extinguir o disminuir el mal no "ha­ rfa mas que aurnentarlo". Para Agraz, el principal factor que explicaba el in­ cremento de la criminalidad radicaba no en el proceder y la conducta de los [ueces, sino en la falta de una policfa preventiva que se encargara de apre­ hender, asf como en la incapacidad para suministrar datos suficientes para demostrar la responsabilidad de los criminales. Asf, sin estos elementos fundamentales para garantizar la mejo­ ra en la administraci6n de justicia, ique podian hacer no solo los jueces Sino los jurados?,y si los medios de aprehensi6n y avert­ guaci6n han de seguir faltando, iseri posible que el jurado, solo por scr jura­ do, pueda conseguir la prisi6n de los delincuentes, y que sin datos pueda faUarcon acierto distinguiendo al Inocen­ te del culpable? Para Agraz primero era necesario reformar la legislaci6n penal y estable­ cer una polida preventiva activay labo­ riosa que lograra la seguridad del pats, desapareciendo de esta manera "los motivos de antipatia con que hoy obra­ rfa el jurado'', evitando veredictos que se inclinarian por los acusados. Bajo estos argumentos, el Congreso desech6 la iniciativade ley y con ello la posiblli­ ANTONIO PADILLA ARROYO SECOENClfi Revistadehistorjaycienciassociales dad de establecer los juicios por jura­ dos para delitos del orden comun.31 Casi dos decadas despues la cues· ti6n de los jurados populares para el Distrito Federal fue materia de aten­ ci6n y debate en el Congreso de la Union. El 28 de diciembre de 1868, el ministro de Justicia e Instrucci6n Pu­ blica envi6 a ese 6rgano legislativo un "Proyecto de ley para el establecer en el Distrito el jurado en materia crimi­ nal para el Distrito Federal", el cual fue rernitido a la primera Comisi6n de Justicia. El 13 de abril de 1869 se anun­ ci6 por parte de la secretarfa del Con­ greso que en su sesi6n del 14 se discu­ tiria dicha iniciativa ante el pleno. La discusi6n, las enmiendas y correccio­ nes, asi como su aprobaci6n final, se efectu6 durante el resto de ese mes y gran parte del de mayo, aunque en realidad fue el 29 de abril cuando se pudo constatar que dicha iniciativase­ ria aprobada por el pleno, sin que fal­ taran los argumentos en contra, pero no del establecimiento de los jurados populares, sino de algunos de los ar­ tfculos que se prestaban a confusion o bien que eran cuestionados por lo que pretendlan normar. De esta manera, las crfticas que se hicieron fueron me­ nos profundas y severas, lo cual se ma­ 31 El Siglo XIX, 28 de febrero de 1850. Con­ viene sefialar que en octubre de 1850 el Con­ greso del Estado de Mexico dio entrada y discu­ ti6 una iniciativa de ley para establecer las [ura­ dos populares para juzgar a las ladrones. Esta no prosper6, pero en cambio sf una que [uzga­ ba a las vagos, entre cuyos apartados se encon­ traba el jurado popular para conocer de causas par el delito de vagancia. El Monitor Republi­ cano, 25 de octubre de 1850; Colin, Legisla­ cion, 1975, pp. 59­70. Los nifestaria en la aprobaci6n casi unanl­ me que alcanz6 la iniciativa en lo ge­ neral y varios articulos en particular.32 Por su parte, el ministro de Justicia explic6 que la instituci6n de los jura­ dos populares era motive de profun­ das controversias entre quienes exage­ raban "sus ventajas con verdadero fanatismo" y quienes "la deprimen con apasionado encono". Para Mariscal, el proyecto no tenia la pretension de ahondar en los pros y en los contras, sino la intenci6n de "ensayar los jura­ dos en el Distrito Federal" y a partir de sus resultados valorar y apreciar, sobre la base de "datos mas precisos las ob­ jeciones". Asf, los jurados en el Distri­ to Federal ofredan la oportunidad de conjuntar condiciones especiales que a su vez serian experiencias valiosas para otras enndades que se propusie­ ran establecer este tipo de institucio­ nes, tanto porque el grado de Ilustra­ ci6n de su poblaci6n era mayor que en otras regiones del pals como por­ que podian darse a conocer a la publi­ cidad los debates, despertando el inte­ res "en la masa del pueblo, acostum­ brandolo a mirar los fallos como obra suya, porque los dictan individuos sa­ cados de su seno sin requisitos espe­ ciales de profesi6n o ciencia".33 De este modo, seria posible desper­ tar el Interes del conjunto de la socte­ dad mexicana por la cosa pubhca y desterrar la idea equfvoca de que el rnejor ciudadano era aquel que s61o atendia a su familiay que para nada se mezclaba "en lo que afecta a su comu­ 32 Diario Oficial de/ Gobierno Supremo de la Republica, 1 de enero y 16 de abril de 1869. 33 Diario Oficial, 16 de abril de 1869. JURADOS POPULARES EN LA ADMINISTRACION DE JUSTICIA EN MEXICO 153 SECOENClfi Revistadehistorjaycienciassociales nidad entera, como si nuestros propios intereses pudieran salvarse en medio de la inseguridad y los peligros univer­ sales". Y si esta circunstancia era un aspecto muy positivo, no lo era menos que, en terminos de la estricta justicia, los jurados asegurarian que los proce­ sos judiciales fueran mas breves, pues el proyecto de ley consideraba que los veredictos de los jurados no tendrian que ser revisados, y aun cuando esto sucediera, el juez estarfa en la obliga­ ci6n de revisarlos casi inmediatamente al tratarse de una cuestion de derecho y no de hecho, competencia esta rilti­ ma de los jurados, lo que a su vez esta­ ria garantizado por la division que se hada entre el jurado de hecho y el jurado de derecho. Mariscal estimaba, asimisrno, que esta medida modiflcaria enonnemente la practica y el ejercicio penal y judicial porque, dentro de las 154 facultades que se pensaban Introducir en la ley de jurados, estaba que con la presentacion de indicios, y no nece­ sariamente con pruebas contundentes ­a no ser la confesion de cargos, lo cual llevaba a admitir la aplicaci6n de la tortura para obtenerla, pues era el unico instrumento juridico que tenian en sus manos los jueces­, era posible inferir la responsabilidad de los acusa­ dos, modificando en sus cimientos el aparato de justicia. Asi, los · habitos ju­ diciales que reprodudan los jueces se verian afectados debido a que estos no estaban acostumbrados a destacar la importancia de los indicios como posi­ bilidad de claridad y convicci6n moral sobre determinados hechos que po­ dian configurarse como delictivos. Es decir, con estas atribuciones era post­ ble recuperar las pruebas indiciales o circunstanciales, las que evidentemen­ te tendrfan efecto enorme en las prac­ ticas judiciales al convertirse en ele­ mentos de conviccion moral, tal y co­ mo sucedia con los testimonios de los testigos, "cuya fuerza probatoria se deriva tarnbien de presunciones".34 El 29 de abril, el Congreso de la Union retomo el asunto y aprobo la ley que establecia los juicios por jurados para conocer de delitos comunes. Para su puesta en practica se dio un plazo de un mes, y no de tres meses como lo proponia el ejecutivo federal, a fin de que adoptaran "todas las providencias necesarias para que quede planteado el juicio por jurados", Finalmente, el 7 de mayo se introdujeron las ultimas 34 Ibid. ANTONIO PADILLA ARROYO SECOENClfi Revistadehistorjaycienciassociales modificaciones a la ley, la cual qued6 Iista para su promulgaci6n final. 35 El 15 de junio de 1869 se expidi6 la Ley sobre jurados en Materia Criminal para el Distrito Federal y los Territo· rios, e inmediatamente despues varios estados de la republica adoptaron esta instituci6n. El ministro de Justicia e Ins­ truccion Publica, Ignacio Mariscal, prin­ cipal patrocinador de la iniciativa, no dej6 de admitir que dicha forma de ad­ rninistrar justicia era una novedad en Mexico,puntualizando que esta Instiru­ ci6n escasamente se conoda en el pais, "donde apenas se conocen los jurados de imprenta, los cuales, por su sencillez y especialidad, se asemejan muy poco a los que ahora se establecen".36 Segun Mariscal, la ley de jurados te­ nia el prop6sito de garantizar una im­ parcial aplicaci6n de la justicia y evi­ tar la arbitrariedad o discrecionalidad con la que habian actuado los jueces, tal vez no por mala fe, sino por los vacios juridicos que existian en la pro· pia administraci6n de justicia. De igual manera, hada notar que se habian fija­ do distintas providencias para poner a salvo el prestigio y la imagen del apa­ rato judicial.No obstante, las explicacio­ nes ofrecidas por el ministro de Jus­ ticia no fueron suficientes para disipar las dudas y las objeciones que habrian de manifestar algunos sectores de la opinion publica. Acaso, advirtiendo las 3s Diario Oficial, 17 y 22 de mayo de 1869; ''..Junio15 de 1869­Ministerio de Justicia­Ley del Congreso estableciendo el jurado en el Distrito Federal. Ley de Jurados en Materia Criminal para el Distrito Federal" en Dublin y Lozano, Legislacion, 1878, t. x, pp. 658­664. 36 Memoria, 1873, p. 72. observaciones que se harian al funcio­ namiento del jurado popular, el ejecu­ tivo federal, en el discurso de clausura del periodo ordinario de sesiones del Congreso, recordo que: El gobierno ha usado la facultad que le concedi6 la ley, dictando las reglas que ha creido mis oportunas, con objero de procurar la eficacia de sus disposicio­ nes, a la vez que evitar el abuso de ellas. Ha procurado tambien que se pongan en acci6n todos los medias posibles, a fin de que haga menos necesaria la re­ presi6n severa de los delitos, con el celo mas empenoso para prevenirlos. Sabre una iniciativa del gobierno el Congreso ha discutido y decretado el establecimiento de [urados en el Dis­ trito Federal. Y manifestaba su deseo de que. "Es­ ta importante mejora [sirva] mucho LOS JURADOS POPULARES EN LA ADMINISTRACl6N DE JUSTICIA EN MEXICO 155 SECOENClfi Revistadehistorjaycienciassociales para la buena y pronta administracion de justicia." Por su parre, el presidente del Congreso, Francisco Gomez Pala­ cio, en relaci6n con la aprobaci6n de esta ley, senalo que dentro de los lo­ gros de esa legislatura destacaba el nivel de consenso que habia alcanzado la instituci6n judicial del juicio por ju­ rados, la cual habfa sido "ardienternen­ te deseada", pero que has ta ese mo­ mento no habla podido ensayarse "en la porci6n mas importante de la repu­ blica". 37 Asi, el ejecutivo federal estaba cons­ ciente de las enormes dificultades, tan­ to juridicas como politicas, que venian aparejadas con la aprobaci6n y apli­ caci6n de los jurados populaces, pero dispuesto a enfrentarlas y convencido de que seria un aliciente para la socle­ dad en general y para la administraci6n de justicia en particular. Por lo mismo, el Congreso federal habia autorizado que se diera un plazo de tres meses para que entrara en vigor, y el propio ejecutivo tomara una serie de providen­ cias para que los responsables directos de su ejecuci6n, tanto las autoridades politlcas municipales de la ciudad de Mexico como los jueces de lo criminal en el Distrito Federal, tuvieran el tiern­ po necesario para compenetrarse de los alcances y de las facultades que ten­ drian los jurados populaces. En este sentido, Mariscal era el prin­ cipal interesado en lograr que la incer­ tidumbre que rodeaba a la nueva insti­ tuci6n judicial se dislpara, y con este objetivo expidto, poco tiempo despues de haberse aprobado esta ley, una ex­ 37 Diario Oficial, 31 de mayo de 1869; La Opinion Nactonal, 21 de agosto de 1869. 156 tensa y detallada circular en donde explicaba la manera en que debian proceder los diferentes actores involu­ crados en la profunda reforma en la administracion de justicia. En si mis­ ma, la ley contenia lineamientos auda­ ces al Intentar un equilibrio entre los jueces y los jurados, contrarrestando mutuamente las posibilidades de erro­ res en las determinaciones que adop­ taran. Mariscal aclaraba una serie de puntos que podrian generar graves confusiones en las tareas encomenda­ das a los jueces y magistrados, al mismo tiempo que creaba figuras jurfdicas fundamentales en la procuraci6n y la administraci6n de justicia. Entre otros aspectos, puntualizaba que habia una modtficacion en el sen­ tido juridico de la diligencia conocida como "confesi6n con cargos" o "la prueba legal", que en realidad operaba como el reconocimiento explicito de culpabilidad del procesado, pero obli­ gaba al juez a levantar una declaraclon preparatoria, se creaba la figura de los promotores fiscales, quienes se encar­ garian de presentar las pruebas nece­ sarias para fundamentar su acusaci6n, quitandole al juez esta tarea, evitando­ le ser parte acusadora y enjuiciadora a la vez. La presencia de testigos se re­ servaba al debate ante el jurado, salvo cuando se temiera la desaparici6n de estos, De esta manera, una vez concluida y cerrada la averiguacion, el juez de lo Criminal tenia la obligaci6n de convo­ car y reunir al jurado, concluyendo con su funci6n de juez de instrucci6n de la causa, es decir, en su papel de respon­ sable de realizar la averiguaci6n previa, lnmediatamente despues de haber con­ ANTONIO PADILLA ARROYO SECOENClfi Revistadehistorjaycienciassociales vocado a los miembros del jurado, asu­ mia la funci6n de presidente de deba­ tes, "ordenador de la discusi6n de los testigos con el procesado". Tambien ·le correspondfa formular las preguntas que considerara pertinentes y "sabre las cuales han de votar los miembros del jurado". A su vez, el jurado se limi­ taba a escuchar el debate y los alegatos de las partes. En este sentido, la tarea del juez era fundamental, porque de el dependia la claridad del juicio, ya que "una pregunta oscura o contradictoria podria viciar el veredicto", y con ello se podia adolecer de "una injusticia irre­ mediable". En la circular, ademas, se recomen­ daba a los jueces y abogados, sin "agra­ viar la ilustraci6n" de unos y otros, que hicieran explicito el prop6sito de las preguntas a las cuales tenian que res· ponder los integrantes del jurado po­ pular a fin de determinar si el hecho criminal se habia cometido, si el acusa­ do era responsable del mismo y la in· tencionalidad del acto. En caso afirmati­ vo, entonces podia decirse "con segura conciencia que un procesado es culpa· ble de cualquier hecho criminoso". Aun en el caso en que un procesado fuera declarado culpable por el jurado, el juez tenia que confrontar la resoluci6n del [urado de hecho con el contenido de la Ley y determinar si en realidad se trataba de una conducta punible, segun las circunstancias agravantes o atenuan­ tes del acto y de acuerdo con las normas penales vigentes, lo que era materia de analisis exclusivamente del juez en SU caracter de jurado de derecho. 3B 3x Diario Oficia/, pp. 679­684. "Julio 13 de 1869­Ministerio de Justicia­Circular aclaratoria Los JURADOS De este modo puede apreciarse la importancia y la magnitud de las trans· formaciones que se intentaban introdu­ cir en las pcicticas de la administraci6n de justicia. Al menos esa era la impre­ si6n que dejaba traslucir el ministro Mariscal, quien hacia notar que: Como se advierte, si son muy irnpor­ tantes las funciones encomendadas al jurado, no son menos las que quedan reservadas a los jueces de lo criminal, y ellas requieren a mas de una aha [ustifi­ caci6n, las dotes del talento y la cicncia. Asi, ante las objeciones que se levan­ taron tanto en el Congreso como en una franja importante de la prensa ca· pitalina, el propio ministro de justicia e Instruccion Publica recordaba las Ii· mitaclones de los jurados en las reso­ luciones judiclales: el juez mantenfa las facultades para ordenar la apertura y el desarrollo de las investigaciones, conduda las discusiones y garantizaba el orden de los mismos, sometiendo a los jurados a los procedimientos que consideraba adecuados, negandoles el uso de la palabra, reduciendo su inter· venci6n a escuchar y prepararse a dis­ cu tir entre ellos la averiguaci6n, asi como a votar sobre preguntas especifi­ cas que les propusiera el juez, quien tenia "la facultad Importantisima de ft. jar las cuestiones sabre las que ha de votar el jurado". 39 Por su parte, la prensa mexicana de­ dic6 gran parte de sus materiales a erni­ de la ley de jurados" en Dublan y Lozano, Le­ gislacion, 1878, pp. 679­684. 39 Memoria, 1873, pp. 82­83. POPULARES EN LA ADMINISTRACl6N DE JUSTICIA EN MEXICO 157 SECOENClfi Revistadehistorjaycienciassociales tir sus opiniones en torno al funcio­ namiento de esta Institucion judicial, En noviembre de 1869, en un largo tex­ to dedicado al analisis de la ley de ju­ rados y publicado en El Monitor Repu­ blicano, el abogado Eduardo F. de Arteaga sostuvo, acaso en una conclusion apresurada por el poco tiempo que te­ nia su aplicacion y en contra de "los temores de los pesimistas", que su prac­ tica se habia distinguido por el "nota­ ble acierto de los ciudadanos que desem­ penaban las funciones de jueces de hecho", ademas de que la simple exis­ tencia de ella representaba una "con­ quista democratica". Para el no habia duda de que los veredictos dictados por los jurados populares eran "la expresion genuina de la conciencia y de la justlcia", cuyos resultados eran una prueba de un ejercicio democratico del pueblo mexicano, pese a las tergiversa­ ciones que habian querido hacer de ellos "algunos Ietrados constituidos en au tori dad". Arteaga sostenia que los ataques a los juicios por jurados tenfan la pretension de introducir varias mo­ dificaciones en su funcionamiento y en sus facultades con el prop6sito de for­ talecer a los jueces de derecho, sobre todo en lo relativo a las objeciones que poruan estos para dejar inmediatamen­ te en libertad a quienes el jurado habfa declarado inocentes. Para el jurista, aceptar tales demandas significaba alte­ rar la esencia misma del jurado, pues: Si necesitara el veredicto absolutorio algo mas que su propia resoluci6n, ven­ dria por tierra la base del jurado: la con­ ciencia publica, que es la que alli decide y que no necesita de seguro el apoyo de otro tribunal superior. · 158 Sin embargo, el propio Arteaga ma­ tizo sus juicios al aclarar que sin duda era legitimo el temor de la autoridad ante una sentencia absolutoria que esti­ mara erronea, pero esto no podla ser motivo suficiente para "conculcar las disposiciones expresadas en la ley ni para desconocer las justas razones en que se apoyan". Finalmente, ratificaba "el buen sentido del pueblo" y la "es­ celencia [sic) del criterio publico".40 Por su parte, en un balance realiza­ do por el periodlco El Derecbo, en ene­ ro de 1870, se aseguraba que "en me­ dio de la agitaci6n e inquietud por que ha atravesado la republica", la adminis­ traci6n de justicia en nuestro pals ha­ bia presentado notables progresos en el afio reclen concluido: se habfan es­ tablecido los juicios por jurados en el Distrito Federal, asi como en varies es­ tados de la republica; estaba por flna­ lizar la redacci6n del C6digo Civil y, en fin, se habfa mejorado "gradualmente la legislaci6n del pals".41 Conviene destacar que "la agitaci6n e inquietud" que se habia vivido en el pals habia provocado disposiciones pe­ nales muy graves, las cuales tarnbien dieron paso a una polernica bastante acalorada. Una de esas disposiciones fue la ley contra los plagiarios y saltea­ dores que, entre otras cosas, suspendia los derechos y garantias individuales de quienes hubieran incurrido en la co­ 40 El Monitor Republicano, 26 de noviembre de 1869. 41 El Derecho, 1 de enero de 1870. Los esta­ dos que adoptaron esta instituci6n judicial fue­ ron, despues de! Distrito Federal, Sonora, Sina­ loa, Jalisco, Guerrero, Campeche, Veracruz, Puebla y San Luis Potosi. ANTONIO PADILLA ARROYO SECOENClfi Revistadehistorjaycienciassociales misi6n de esos delitos, imponia la pena de muerte contra aquellos que fueran aprehendidos in fraganti, autorizaba a los particulares a organizar partldas armadas para perseguir a los crimina­ les, asi como la obligaci6n de los ciu­ dadanos de denunciar a los bandidos a riesgo de ser acusados de complicidad. La vigencia de la suspension de las garantias individuates se extendio has­ ta el 10 de abril de 1871. En este sentido, Jose Ma. Castillo Velasco expuso las razones que expli­ caban el fen6meno del bandidaje y sus graves consecuencias para la sociedad, espedficamente para un sector de ella: la guerra civil y la inacci6n, cuyos efec­ tos habian sido que muchos hombres se hubiesen acostumbrado a la vida co­ moda y facil, pues era mas agradable vagar por los campos, esquilmar a los hacendados y a los pueblos, arnparan­ dose en una "aureola politica", antes "que resignarse a ganar laboriosamen­ te la subsistencia con los instrumentos de la industria a mano". De igual mo­ do, para justificar y ubicar los alcances que podia tener la ley, Castillo Velasco se preguntaba iQuien ha dicho que una ley par su solo influjo y en el corto espacio de dos meses pueda restablecer la moralidad donde tanto cebo y seducci6n encuen­ tran los vicios,aun por parte de aquellos llamados a procurar su correcci6n?42 En terminos semejantes se expres6 el periodico Le Messager Franco­Ame­ ricain, al sostener que la ley contra los 42 La Opinion junio de 1869. Los Nacional, plagiarios y los salteadores habla per­ mi tido imponer el orden y formaba parte de varias reformas en materia ju­ dicial ­incluyendo entre ellas el juicio por jurados­ en el Distrito Federal y el estado de Veracruz, el cual, por otra parte, se nego a aplicar la citada ley. Frente a estas voces y opiniones se alzaron algunos periodtcos como El Monitor Republicano, y diversos go­ biernos estatales, como el de San Luis Potosi. que expreso su total desacuer­ do con la ley por considerar que con­ tenia "actos verdaderamente inconsti­ tucionales y demasiado opresivos para sufrirse", ademas de representar una violacion a la soberania de los estados. En contraste, uno de los estados que asumio y practice de inmediato la ley contra los plagiarios y salteadores fue el Estado de Mexico, en donde se eje­ cut6 la pena de muerte contra varios de ellos, adernas de crearse fuerzas ru­ rales armadas por los hacendados para combatir el bandolerismo y la vagancia que asolaban diversas regiones de la entidad. Segun las autoridades, estas medidas habian permitido la disminu­ cion de los robos y de los actos crimi­ nales en general. 43 En esta atrnosfera social y politica, las autoridades politicas pretendieron, con el establecimiento de la Instltucion judicial de los jurados populares, invo­ lucrar a la sociedad en un proyecto am­ bicioso de represion de la delincuencia, a la que perclbian como una amenaza real contra la fragil estabilidad del pais. Tres afios mas tarde, desde las paginas de El Poro, se recapitulaba la trayecto­ 14, 16, y 18 de JURADOS POPULARES EN LA ADMINISTRACION 43 Ibid., 30 de abril y 4 de mayo de 1870. DE JUSTICIA EN MEXICO 159 SECOENClfi Revistadehistorjaycienciassociales En opinion de El Derecho, el juicio por jurados habia caido en descredi­ to por la organizaci6n que le habia dado la ley, la cual era a todas luces in­ completa, como afios despues habrfan de reconocerlo sus defensores. Entre otras cosas, criticabaque se hubiera de­ jado el veredictoal voto exclusivode los miembros del jurado, pero se habia abandonado la importancia del debate como medio para conformar la optni6n de estos. Ademas,la idea original de ser un instrumento para la admlnis­ tracion de justicia expedita habia sido adulterada, pues muchos de los acusa­ dos habian pasado varios meses en la carcel sin que su causa fuera conocida. Losredactores se preguntaban: "lQuien tiene la culpa?" En primer lugar, pun­ tualizaban,el C6digo Penal, por sujetar a [uicio "a esos delitos casi metafisi­ ~­:_.~.:~ ­­=­­ cos"; en segundo, el juez, por demorar la instrucci6n del caso y, finalmente, el jurado, "por casualidad, que es aquf ria que habia seguido el juicio por jura­ como se reunen los jurados", Era tan dos en nuestro pais, dentro de un mar­ deplorable el estado de la justicia que co de severa critica al sistema de justi­ ocurria con frecuenciaque las averigua­ cia. Segun los redactores, esta "bella ciones previas se presentaban incorn­ institucion, la del jurado", era produc­ pletas y con tal debilidad en las acusa­ to "de las viejas costumbres" sajonas, ciones que no pocas veces el represen­ pero las naciones democciticas la ha­ ranre del MinisterioPublico reconoda bian adoptado en forma natural por­ que no habia delito que perseguir y, que representaba que "la conciencia por afiadidura, "los jurados se ven las [fuera] el arbitro supremo de la tie­ caras y absuelven cabisbajos". Asl, era rra", Para los redactores del diario, el cornun que en los juzgadosse repirieran que nuestro pals la hubiera recupera­ escenas de esta naturaleza: despues de do no significabanecesariamente que diera un salto "a las varoniles costum­ tanto tiempo perdido para un artesano. bres de la libre patria del juicio por la alegria de la libertad desaparecfa en jurados".44 el corazon de aquel muchacho con cl 4~ 160 El Derecbo, 17 de junio de 1873. recuerdo de la carcel, de la que salla con el insttnto maleado quiza por el espectaculo de la vida de nuesrras pri­ ANTONIO PADILLA ARROYO SECOENClfi Revistadehistorjaycienciassociales siones, y con un amargo sentimienro de aversion a la justicia soctal." En contraste con la instituci6n de los jurados populares, las formas mas arraigadas de la administraci6n de jus­ ticia, que recaia en los tribunales, ma­ gistrados y jueces y que tanto se de­ fendfa por su supuesta rigurosidad, imparcialidad,objetividad, sentido del deber, responsabilidad e independen­ cia, asi como por su conocimiento pro­ fundo del derecho, no habian resuelto el problema de la procuracion de justi­ cia. Por ejemplo, en 1876, en una cir­ cular expedida por la Secci6n de justi­ cia de la SecretarfaGeneral del gobier­ no del Estado de Mexico, se hacia refe­ rencia no s6lo a "la excesiva benigni­ dad en los jueces"para aplicarlas penas a los reos, sino a su afan por buscar los medios para absolverlos "sin ser muy solicitosen inquirir las pruebas convin­ centes", con el consiguiente descredtto en la aplicaci6n de la justicia y la im­ punidad de los delincuentes, "dejando herida la vindictapublica y alarma en la sociedad, que mira salir impune de las manos del juez al reo que la vindicta publlca designa acaso como el mas criminalde los de su comarca".46 Algunasde las resistenciasa la adop­ ci6n del jurado popular provinieron no s6lo de la prensa, sino tambien de varios estados. Por ejemplo, el Tribu­ nal Superior de Justicia de San Luis Potosi argument6 en contra del jurado 4s Ibid., 18 de [unio y 4 de [ulio de 1873. Arhivo Hist6rio deI Estado de Mexico (en adeiante AHEM), c. 25, exp. 7, 1876. "Cuaderno de circulares expedidas por Ia Secci6n de Jus­ ticia de Ia Secretaria General de 1878­1876". 46 Los popular porque, segun sostenfa, no tenfa antecedentes "ni en nuestras cos­ tumbres ni en nuestras instituciones juridicas", tal y como lo reconoda la circular del 13 de julio que precisaba las funciones y las formas de su Inte­ gracion. Para el Tribunal no se trataba de ninguna coriqutsta del derecho moderno, "sino mas bien, uno de los grandes errores, que hay siempre en los extremos a que empuja la revolu­ ci6n producida por el choque de las nuevas contra las antiguas ideas".Agre­ gaba que los jurados populares no eran tampoco producto de las instituciones republicanas, porque JURADOS POPULARES EN LA ADMINISTRAC16N en una democracia donde el poder de juzgar, como de legislar y gobernar, no DE JUSTICIA EN MEXICO 161 SECUENClfi Revista de histo~a y ciencias sociales se tienen sino en virtud de elecciones populares, y todos y cada uno de los que ejercen el poder no reciben su investidura de las manos del pueblo, ya de una manera o de otra. Aunque se cuidaba de Indicar que los jueces y magistrados eran nombra­ dos por los ejecutivos estatales, asf co­ mo del enonne descredlto que rodea­ ba el ejercicio de la administraci6n de justicia. 47 Entre 1868 y 1872 se culminaron los trabajos para la elaboraci6n de un C6digo Penal, que delimit6 con clarl­ dad los delitos que debfan ser castiga­ dos y la penalidad que correspondia a cada uno de ellos. La aprobaci6n y puesta en marcha del C6digo Penal se estim6 como la sfntesis de una "legis­ laci6n sabia" porque recogia "todos los [ codigos] existentes en ambos hernisfe­ rios", habiendolos ajustado "a las ne­ cesidades, costumbres, caracter y for. ma de gobiemo del pueblo mexicano". Asi, en medio de la prolongada cri­ sis social y de administraci6n de justi­ cia en Mexico, la practica de los juicios por jurados estaria sujeta a una me­ ticulosa evaluaci6n de su utilidad e im­ portancia como un mecanismo de edu­ caci6n para la democracia, asi como de los beneficios que arrojaba su fun­ cionamiento como contrapeso de las facultades otorgadas a las otras instan­ cias judiciales. Precisamente con base en esa evaluaci6n, formulada desde los circulos judiciales y politicos cerca­ nos a las autoridades, se introdujeron importantes modificaciones no solo a su funcionamiento. interno, sino al tipo de delitos sobre los que debia pro­ nunciarse. En 1880, el ministro de Justicia e Instrucci6n Publica, Ezequiel Montes, despues de admitir que no habfa stdo suficiente "la refonna en codificaci6n ni las distintas organizaciones que se han dado a los tribunales", se habia dado a la tarea de proponer refonnas sustanciales a la administraci6n de jus­ ticia, "ante el clamor publico, y sobre todo las frecuentes quejas de la pren­ sa". Sin duda alguna, el Inforrne que present6 el ministro de justicia al titu­ lar del ejecutivo federal sobre el estado que guardaba la organizaci6n y funcio­ namiento de los tribunales, de acuerdo con las facultades que le habia conferi­ do el Congreso de la Union, fue bas­ tante severo, a tal grado que denunci6 las resistencias de los integrantes de los tribunales e insinu6 que "esto podrla interpretarse en el publico como un pretexto para ganar tiempo, en cuyo espacio se pudieran reparar los defec­ tos y lagunas que hubiera en los archi­ vos", y agreg6 que confundia "de una manera lastimosa la independencia de los tribunales, con la impunidad de los jueces omisos, torpes o prevari­ cadores", en especial el del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Fede­ ral, que se neg6 inicialmente a aceptar una revision de su actuaci6n alegando, con justificaci6n, que ello era una intro­ misi6n de un poder ajeno al judicial.48 De igual manera, acaso aprovechan­ do la oportunidad que se presento para 48 47 162 Sodi,Jurado, 1909, pp. 46­47. Montes, Memoria, 1881, Apendlce 3, pp. 9­14 ANTONIO PADILLA ARROYO introducir modificaciones al sistema de admtnistracion de justicia, se hizo referenda al funcionamiento de los ju­ rados populares. Precisamente, el Tri­ bunal Superior de Justicia del Distrito Federal propuso una serie de cambios que afectaban directamente la inte­ graci6n y el funcionamiento de los ju· rados, atendiendo "la voz de la prensa y la del _gublico en SUS clases mas Ilus­ tradas", 9 Entre las voces que se alza­ ron estaba la del propio Ignacio Maris­ cal, quien aseguraba estar convencido "mas que nadie de la urgencia de re­ formar la Ley de jurados, aprovechan­ do las lecciones de la experiencia" y "antes de llegar a la rriste conclusion de que el pueblo de esta capital no tie­ ne por ahora el grado de cultura o de morales indispensables para el jurado". No obstante, Mariscal sostenia, en con­ tra de quienes opinaban que era nece­ sario suspender los juicios por jurados y aun eliminarlos en forma definitiva como una mecanismo de impartir justi­ cia, entre los que se incluian "no solo personas de juicio y buena fe, sino tam­ bien enemigos sisternaticos", la incon­ veniencia de suspenderlos, porque en la practica signiflcaba su desaparici6n. Ademas, el ex ministro de Justicia agre­ gaba que mientras no se aprobara el C6digo de Procedimientos Penales se seguirian presentado errores y practi­ cas indeseables no solo en los juicios por jurados, sino en toda la adrninis­ traci6n de justlcia. 50 El alegato central del Tribunal del Distrito Federal fue muy similar al uti­ lizado por la Secretaria de J usticia para 49 50 vigilar las labores de los tribunales, es decir,que muchos de los veredictos pronundados ulnmarnenre, absolviendo a reos convic­ tos y aun confesos de los delitos por que fueron procesados, ha causado grande alarma en la sociedad, y que esta alarma es justisima, porque tales veredictos alientan a los criminales con el ejcmplo de la impunidad, propagan y desarro­ llan en el pueblo el sentimiento de in­ moralidad y dan lugar a apreciaciones erroneas, cuyo resultado pudiera ser el de destruir la instituci6n jurado que es tan importante, porque da al pueblo parte en el gobiemo de sf mismo. Aunque admitfa cierta responsabili­ dad de los funcionarios judiciales en las practicas viciosas que se habfan ori­ ginado en esa instituci6n. De hecho, los miembros del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal recomen­ daban la suspension de los juicios por jurados hasta en tanto no se aprobaran las reformas que creian necesarias, par­ ticularmente en la forma de integrar las listas de los jurados y la manera de seleccionarlos, citando a un numero de ciudadanos, de entre los cuales se elijanen el acto a los que hayan de formar el jurado, para evi­ tar en lo posible el abuso de las inlluen­ cias y las seducciones de todo genera que suelen ponerse en juego por quie­ nes se empefian, sin consideraci6n nin­ guna a la sociedad, en salvar a los crirni­ nales.51 Entre las reformas que se hicieron al juicio por jurados, mediante la cxpe­ dici6n del Codigo de Procedimientos Ibid., Documento 42, pp. 37­38. Ibid., Docurnento 43, pp. 38­40. LOS JURADOS POPULARES EN LA ADMINISTRACJ6N 51 lbid., Documento 42, p. 38. DE JUSTICIA EN MEXICO 163 Penales, estaba la posibilidad de selec­ cionar a un "mayor mimero y mejor clase de personas" al permitir que los empleados publlcos pudieran formar parte de las listas, pues representaban "un grupo considerable de individuos a proposito para esas funciones"; exiglr que quienes las componfan conta­ ran con un peso diario "ganado de cualquiera ocupaci6n honesta", garan­ tizando con ello la inclusion de las clases trabajadoras "dotadas de la apti­ tud indispensable"; fljar reglas claras a fin de evitar que las personas acomo­ dadas evadieran esa responsabilidad ciudadana, y realizar las insaculaciones hasta el inicio de la audiencia para los debates para conocer quienes eran los jurados definitivos, "alejandose la po­ sibilidad de seduccion o sobomo". Asimismo, se facultaba a los jueces para presentar un resumen imparcial de los alegatos ofrecidos por la parte acusadora y la acusada a fin de que no fueran "los argumentos tal vez aluci­ nadores de una de ellas, sino la enun­ ciaci6n, por una voz desapasionada, del pro y contra de la cuesti6n que va a resolverse", Finalmente, el veredicto rendido por el jurado, para tener vali­ dez, tenia que contar con el voto de al menos nueve de los once jurados. En caso contrario, el juez estaba faculta­ do para enviarlo a la Sala de Casaciones para su revision y sentencia. Al mismo tiempo, se establecio un jurado de res­ ponsabilidades con la encomienda de juzgar a aquellos magistrados del Tri­ bunal Superior del Distrito que hubie­ ran incurrido en delitos oficiales y con ello garantizar la imparcial aplicacion de la justicia, pues hasta ese momento no habla ninguna instancia que cono­ 164 ciera de los delitos estos, lo cual repre­ sentaba una "monstruosa anomalfa", 52 Una decada despues, el Congreso de la Union autorizo al ejecutivo a re­ formar el C6digo de Procedimientos Penales del Distrito Federal y rerrito­ rios de la Baja California y de Tepic. La peticion hecha por el ejecutivo tenia el proposito de modificar la· parte corres­ pondiente al funcionamiento y la inte­ graclon del juicio por jurado, y para tal efecto nornbro una comisi6n de tres miembros, Rafael Rebollar, F. G. Puente y P. Miranda. El 24 de junio de 1891, dicha comision presento ante el secretario de Justicia, Joaquin Baranda, la parte expositiva de las reformas que se proponfan al codigo y a la Ley de Jurados, de las razones que las funda­ mentaban, del sentido de cada una de ellas y de la necesidad de introducirlas en la legislaci6n penal, atendiendo a "las necesidades sociales y a llenar las exigencias general y publicamente ma­ nifestadas". Admitia que se trataba de reformas "audaces", sobre todo porque habfa quienes criticaban el poco tiern­ po que habia transcurrido entre las in­ novaciones introducidas y las que se proyectaban y "so pretexto de que la practica, por media de los encargados de hacerlas efectivas, puede ir hacien­ da que se disminuyan o desaparezcan", es decir, los funcionarios judiciales. En contra de esta opinion, la cornlslon sefialaba que no era posible que el "vi­ cio, la arbitrariedad y el criteria des­ igual" de esos funcionarios pudieran resarcir los vacios que se iban presen­ tando en la practica de la administra­ cion de justicia, y menos aun pensar 52 Ibid., Documento 48, pp. 61­63. ANTONIO PADILLA ARROYO SECOENClfi Revistadehistorjaycienciassociales que "son buenas las leyes defectuosas y que no deben corregirse". En suma, los comisionados estaban persuadidos, tras diez afios de estar interpretando y aplicando sus disposiciones, asf como el Ministerio Publico, la judicatura y la magistratura, "ora de la necesidad, ora de la conveniencia de las reformas que el gobierno desea, a que el publico aspira".53 Mas adelante puntualizaban cada una de las reformas que proponian y que al final fueron aprobadas aunque entraron en vigencia hasta 1894. Entre ellas estaba reducir el mimero de miem­ bros del "tribunal popular" de once a nueve, con el fin de garantizar "las call­ dades necesarias para desempeftar el cargo de jurado", tales coma Ilustra­ ci6n e independencia, las cuales eran indispensables para mantener el pres­ tigio de la instituci6n y el acierto de las decisiones. Ello, segun la comisi6n, se aseguraba con el requisito de que los jurados fueran profesores titulados o tuvieran un sueldo, renta o utilidad "de cualquiera procedencia honrada" cuando menos de cien pesos, que a su vez exclufa"cierto tipo de notoria Inep­ titud o que se perjudica considerable­ mente, y a hacer que se ensanche por otro lado el drculo de las que pueden escogerse para que figuren en las Its­ tas", e inclufaa los hombres de 21 aftos, cuando la anterior ley exigfa haber cumplido 25. Asimismo, hada mas ex­ pedito el mecanismo para decidtr sobre las peticiones de aquellos que alega­ ban no poder cumplir con la enco­ mienda ciudadana al otorgarle al juez de lo criminal la facultad de calificary H resolver las solicitudes en tal senti­ do, restandole al gobernador del Dis­ trito esa obligaci6n.54 Al mismo tiempo, se introdujeron distintas medidas para tener un mayor control sobre el proceso mismo de la averiguaci6n penal, obligando a las partes, tanto a la defensa como a la acu­ sadora, a presentar en un menor tiem­ po el resultado de sus indagatorias, asi como sus conclusiones, las cuales una vez hechas publicas no podian retirarse o aftadirle otras y cuyo objetivo era Im­ pedir el alargamiento innecesario de los juicios, ya fuera una estrategia de la defensa <lei presunto delincuente o una petici6n del Ministerio Publico, lo que propiciaba que los juicios fueran practtcamente Interminables. Como puede apreciarse, estos cambios pro­ curaban corregir las deficiencias no de las "calidades" de ilustraci6n e inde­ pendencia de los jurados, sino del pro­ cedimiento general del juicio por jura­ dos. Es decir, contra la opinion de una gran cantidad de magistrados y jueces y aun de la prensa que atacaban esta instituci6n por los veredictos "escan­ dalosos" de los jurados, el problema residia en gran medida en las formas poco claras de proceder de los fun­ cionarios judiciales y de las confusio­ nes que la misma Ley de jurados pro­ piciaba. De este modo se facultaba tanto al Ministerio Publico coma a la defensa para que dasificaran y npl­ ficaran, en el momenta mismo del jui­ cio, los hechos presentados, de tal ma­ nera que se pudiera configurar un delito diverso al presentado original­ mente. Esto podfa hacerse mediante la Memorla, 1892, Documento 46, pp. 62­63. Los JURADOS POPULARES EN LA ADMINISTRACl6N 14 Ibid., Documento 46, pp. 63­64. DE JUSTICIA EN MEXICO 165 de dos interrogatorios, uno presentado por el Ministerio Pu­ blico y otro por la defensa, entre los que decidfa el jurado cual de ellos de­ bia someterse a votacion. Para la coml­ sion, est.aprevision evitaria el "absurdo de que el jurado votase la absolucion cuando estaba convencido de la culpa­ bilidad". Otro punto de interes especial fue el relativo a la importancia de induir a los peritos cientificos como una figura auxiliar dentro de la forrnacion del proceso, evitando que el jurado cono­ ciera de preguntas de naturaleza cien­ tffica, en especial los relacionados con cuestiones psiquiatricas tales como la responsabilidad de los delincuentes que eran victimas de la demencia o "grandes neurosis", "dada su incompe­ tencia de improvisar una opinion deei­ siva en una audiencia, en la que no es posible el recogimiento ni la aprecia­ forrnulacion 166 cion del valor de los elementos pura­ mente cientfficosy fuera de su alcance". En el mismo sentido y por las mismas razones, se prohibio que en la presen­ taci6n de la requisitoria y la defensa se citaran leyes, doctrina y autores para evitar que se influyera en los jurados, "en vez de hacedo conforme a su con­ ciencia, que es como esta establecido en todas las legislaciones". En cambio, se facilitaba la labor de las partes al ad­ mitir que ambas podian destacar cier­ tos hechos y circunstancias de acuerdo con los intereses que representaban y dar a conocer los efectos legales que podian acompafiar el veredicto de los jurados, precaviendolos contra el ho­ rror de una sentencia mal dictada. De ahf que los miembros de la co­ misi6n hubieran atendido las voces "de personas de diversas condiciones sociales" para que la primera pregunta que se pusiera en el cuestionario, el cual servia de base para decretar el ve­ redicto, no fuera la relativa a la culpa­ bilidad del acusado, sino que hiciera referenda a los elementos materiales del hecho y asl tener mayor claridad en la decision que fueran a adoptar. Sin embargo, no estimaron oportuna esta petici6n, pero dio ocasi6n para exponer su vision sobre lo que signifi­ caba la esencia de la instituci6n, canto en terminos filos6.ficoscuanto de dere­ cho penal, al argumentar que esa me­ dida atentaba contra su sustancia, en canto que: El principio democratico en que el jura­ do se funda consiste en que los miem­ bros de la sociedad que se han aparta­ do o han quebrantado las leyes penales establecidas para la seguridad comun, ANTONIO PADILLA ARROYO sean juzgados por sus iguales como mas id6neos para decidir si la acci6n infractora es puriible, si el elemento moral, psiquico y voluntario intervino y debe ser objeto de represi6n. Pues bien, ique quedaria de todo eso si al jurado se le preguntasen unicamente hechos materiales? Nada absolutarnen­ te, supuesto que el delito consiste en la infraccion voluntaria de la ley penal. El elernento, pues, de la voluntad o de que el acto se ejecute a sabiendas, es el que da la moralidad, la imputabilidad de la acci6n bumana, que es la que se somete al [urado, y esta es la que esta comprendida en la palabra culpabili­ dad. No todo hecho que causa perjuicio o con el que se infringe la ley penal implica responsabilidad en el agente.55 Estas reformas no fueron las unicas en la historia del juicio por jurados. El 17 de diciembre de 1902,. mediante la expedici6n de la Ley de Organizaci6n Judicial, se instituyeron tres jueces pre­ sidentes de debates, a quienes corres­ ponderfa llevar a jurado las causas por delitos cometidos en el Distrito Federal y cuyas penas excedieran de dos aiios de prisi6n. Esta ley resto un gran nu­ mero de facultades al [urado, "mas no fue el ultimo golpe que sufri6 la institu­ cion", pues en diciembre de 1907 se estipul6 que estos s6lo conocerian de los delitos del fuero comun con penas superiores a seis afios de prisi6n por termino medio. Para Demetrio Sodi, era claro el sentido de las reformas: "cercenarle al jurado sus atribuciones, hasta dejarlo reducido a su minima ex­ presi6n". En la practica se trat6 de im­ pedir que la sociedad quedara sin post­ 55 Ibid., Los bilidad de intervenir directamente en la administraci6n de justicia.56 En este marco, los enormes desa­ fios que representaba la propuesta de establecer los jurados populares, asi como los obstaculos para su funcio­ namiento regular, los cuales provinie­ ron de diferentes sectores de la so­ ctedad, eran evidentes. UN JUICIO FINAL Vale la pena destacar la opini6n de uno de los mas firmes defensores de la instituci6n judicial de los juicios por jurados, Federico Sodi, quien despues de varios aiios de estar involucrado en las practicas de los jurados populares, hizo un recuento de las virtudes y los defectos que la acompaiiaban y reba­ Documento 46, pp. 65­69. JURADOS POPULARES EN LA ADMINISTRACl6N 56 Sodi,Jurado, 1909, pp. 43­45. DE JUSTICIA EN MEXICO 167 sociales a las que hacia referenda Pa­ llares, se hadan manifiestas en los ju­ rados populares, y la observaci6n me­ ticulosa de Sodi representa un testl­ conversion en una "maquina absolve­ monio fundamental para comprender dora" de criminales. De la primera acu­ la importancia y el significado que te­ saci6n, admitfa que era posible que se nfan los jurados populares: hubieran presentado casos en que los jurados populares hubieran puesto "a Un caso se ganaba o se perdia a traves de las pruebas que ponian a la vista de remate su voto", pero esa conducta te­ los jueces del pueblo a traves de los nia un limite, que era precisamente los interrogatorios al procesado, a los testi­ defensores que no osaban arriesgar gos, a los peritos del caso. El instinto todo · su prestigio por un exito fugaz, del jurado le hada distinguir la verdad prestandose a corromper a los jueces de la mentira con una precision mate­ populares con dadrvas, sobre todo por­ matica, una respuesta sencilla y clara, que los jurados tomaban "muy en se­ una mirada serena del testigo, un gesto, rio y muy honestamente su funci6n de un temblor de manos, una actitud agre­ jueces", Por lo que respecta a la segun­ siva contra alguna de las partes conten­ da, tambien reconocia que bubo casos dientes, operaban sobre la mente del juez popular para descubrir quien esta­ en que aun estando convencidos de la ba diciendo la verdad o quien estaba culpabilidad del acusado, este fue ab­ mintiendo; todo por un maravillosofe­ suelto por los jurados al considerar que n6meno intuitivo. 58 el delito cometido no guardaba pro­ porci6n con la pena a la que era acreeDe esta manera, la instauraci6n y la dor, pues les pareda excesiva. De ahi que el juicio por jurados era "un termo- vigencia de la instituci6n judicial del juicio por jurados, en particular la que metro de la moral social del rnomense estableci6 en 1869 para conocer de to".57 En esta direcci6n, Sodi puntualizaba delitos comunes en el Distrito Federal, que el juicio ante el tribunal tenia un form6 parte de un proceso de transl­ efecto pedag6gico, no s6lo por la se­ ci6n, quiza todavia inconcluso, mas ducci6n que provocaba entre los asis­ amplio, multiple y diverso, y que en­ tentes, testigos y protagonistas, presen­ volvi6 al sistema de administraci6n, he­ ciar "un espectaculo atractivo", sino redado del antiguo regimen colonial, por el despliegue de recursos para po­ con su penalidad y sus modos y pracn­ ner al descubierto las pasiones, las cas judiciales, hacia uno moderno, creencias, los habitos, las costumbres racional y doctrinario, que se inaugur6 arraigadas, los motivos y las razones, con la promulgaci6n del c6digo penal en suma, el "coraz6n humano", crean­ de 1871. El largo y nunca resuelto de­ dose una atm6sfera que hada brotar bate acerca del juicio por jurados, asi lentamente la verdad. Esas voliciones como las experiencias derivadas de su ti6 los argumentos con que se justific6 SU virtual desaparici6n. De estos ulti­ mos, seftal6 que eran falsas las· imputa­ ciones acerca de su venalidad y su 57 168 Sodi,Jurado, 1961, pp. 27­28. 58 Ibid., p. 24. ANTONIO PADILLA ARROYO SECOENClfi Revistadehistorjaycienciassociales ejercicio y aplicaci6n, ilustran fragmen­ ­Diario Oficial del Gobierno Supremo de tos de estas transformaciones en las la Republica, Mexico. instituciones judiciales y penales de ­Bl Monitor Republicano, Mexico, 0. F. nuestro pals. En cualquier caso, es ne­ ­La Opinion Nacional, Mexico, D. F. cesario profundizar en el conocimlen­ ­ElSigloXIX, Mexico, D. F. to de hasta d6nde lleg6 esta instituci6n, de c6mo influyo en la jurisprudencia BIBLIOGRAFIA judicial y penal, de la doctrina y de las normas de los 6rganos encargados de ­Arnold, Linda, Burocracia y burocratas impartlr la justicia, de c6mo y bajo que en Mexico, 1742­1835, Consejo Nacional circunstancias los tribunales y los [ue- para la Cultura y las Arres/Editorial Grijal­ ces modificaron sus habitos, practicas, bo, Mexico, 1991. valores, creencias y maneras de ejerci­ ­Colin Sanchez, Guillermo, Legislacion tar Ia justicia. De igual modo, esta pen­ penal de/ Estado de Mexico, Biblioteca diente la respuesta a la pregunta que Enctclope dica del Estado de Mexico, lanz6 Federico Sodi al momenta de de­ Mexico, 1975, t. I. ­Diaz de Leon, Marco Antonio, Diccio­ clararse virtualmente extinta esta insti­ de derecbo procesal penal, Editorial tuci6n: "lEs mejor (la justicia docta, Se­ nario Porrua, Mexico, 1986, tomo 1. rena, fria y ponderada de los jueces de ­Guenot, Estevan, Plan de educacion derecho) que la justicia del jurado po­ elemental y de varios establecimientos de pular, o no es mejor que aquella justi­ utilidad publica y de beneficencia, que cia?" El propio Sodi cedi6 a su impulso somete a la aprobacion de las Camaras esbozando una posible respuesta: de la republica mexicana, Imprenta del Digamos que es tan mala o que es tan buena. Las mismas absoluciones escan­ dalosas y las mismas condenaciones de las que el publico no se entera, y cuan­ do se enrera no cree en que sean defint­ tivas, sino que se ahogaran en la co­ rriente de los recursos judiciales,59 ARCHNOS ·AHEM Archivo Hist6rico del Estado de Mexico. HEMEROGRAFIA ­ElDerecho, Mexico, D. F. ­Bl Faro, Mexico, D. F. 59 Ibid., Los p, 311. ciudadano Alejandro Valdes, Mexico, abril de 1826. ­"Informe de la Suprema Corte de jus­ ticia de los Estados Unidos Mexicanos, en que se proponen varias medidas para el arreglo de la admirusrracion de Justicia. Mexico 6 de abril de 1833" en Lucio Ca­ brera Acevedo y Linda Arnold, La Suprema Corte de ]usticia. Sus origenes y primeros atios, 1808­1847 (Apendice documental), Suprema Corte de Justicia de la Nacion, Mexico, 1986. ­Jonama, Santiago, De la prueba de las jurados o sea consejo de hombres, reim­ preso en la oficina a cargo de Rivera, Me­ xico, 1824. ­Legislacion mexicana o sea Colecci6n comp/eta de las leyes, decretos y circu­ lares que se ban expedido desde la con­ sumacion de la independencia, tomo que comprende de enero a diciembre de 1855, Imprenta de Juan Navarro, Mexico, 1855. JURADOS POPULAAES EN LA ADMlNISTAACl6N DE JUSTlCIA EN MEXICO 169 SECOENClfi Revistadehistorjaycienciassociales ­Legislacion mexicana o Colecci6n comp/eta de las disposiciones legislatiuas expedidas desde la independencia de la republica ordenada por los licenciados Manuel Dub/any Jose Maria Lozano, edi­ cion oficial, Imprenta del Comercio de Dublin y Chavez a cargo de M. Lara (hi]o), Mexico, 1878, tomo x. ­Memoria que el encargado de la Se­ cretaria de fusticia e Instruccion Publica presenta al Congreso de la Union en 15 de septiembre de 1873, cumpliendo con lo prevenido en el articulo 89 de la Constitu­ cion, Imprenta del Gobierno, Mexico, 1873. ­Memoria que present6 el secretario de Estado y Despacbo de justicia e Instruc­ cion Publica, Joaquin Baranda. Diciem­ bre de 1888­diciembre de 1892, Imprenta del Gobierno, Mexico, 1892. -Montes, Ezequiel, Mernoria que pre­ senta el secretario de justicia e Instruc­ cion Publica al Congreso de la Union y comprende del 1 de enero de 1878 al 15 de septiembre de 1881, Tipograffa Literaria de F. Mata, Mexico, 1881. ­Mora, Jose Ma. 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