El descabezamiento de la Argentina EL EXILIO DE LA CIENCIALa fuga de cerebros argentinos no se detiene y pone en peligro el futuro del paÃ-s, al tiempo que alimenta el desarrollo de los paÃ-ses centrales. ¿Qué hacer para repatriar a nuestros cientÃ-ficos? Héctor Pavón. DE LA REDACCION DE CLARIN. Ezeiza se ha convertido en la rampa por la que parece esfumarse el futuro argentino. DÃ-a a dÃ-a, en un agónico e interminable drenaje, jóvenes con un tÃ-tulo bajo el brazo salen rumbo al Primer Mundo llevando sus sueños, proyectos y el bagaje académico adquirido en universidades argentinas. Parten, voluntariamente o no, a contribuir con el desarrollo cientÃ-fico, tecnológico y social de paÃ-ses donde el futuro ya llegó y que no sufren los problemas que tiene la Argentina. Investigadores todavÃ-a residentes en el paÃ-s y con diversos métodos concluyen que en los últimos 30 años se fueron hacia el exterior unos 50 mil graduados universitarios, y entre ellos, 20 mil cientÃ-ficos con nivel de doctorado. A un costo promedio de 25 mil dólares por alumno graduado y entre 60 y 80 mil por doctorado, han salido del paÃ-s para no volver, por lo menos, entre 1.000 y 1.250 millones de dólares en formación académica. Tan sólo en las universidades estadounidenses traba jan 831 académicos argentinos. Y, según la base de datos SESTAT de la National Science Foundation, en 1999 habÃ-a 4.377 argentinos activos en Ciencia y Técnica de EE.UU., mientras que 6.218 se desempeñaban en actividades de apoyo a esta área con distintos grados de formación. Todos los consultados coinciden en que la cifra de personas y dinero exiliado es, en realidad, mucho mayor, pero imposible de conocer con exactitud. A este cálculo provisorio hay que sumarle la capacidad potencial de desarrollo cientÃ-fico y tecnológico que estos migrantes se llevan consigo y que hubieran podido volcar en la Argentina. Y por otra parte, también salen de nuestro paÃ-s fondos familiares para pagar estudios de posgrado en España o EE.UU. que oscilan entre los 20 y los 40 mil dólares. Se trata de una fuga de capitales, diferente a la del dinero que sale hacia los paraÃ-sos fiscales. Es una transferencia de inversión, no sólo por divisas perdidas, sino también por el capital social y cultural que cruza la frontera con pasaje de ida. Pero las consecuencias de esta sangrÃ-a permanente aún no están a la vista. El informe El talento que se pierde, del Centro de Estudios sobre Ciencia Desarrollo y Estudio Superior, dirigido por Mario Albornoz enciende una luz roja: "El impacto sobre el sistema cientÃ-fico nacional se producirá en el mediano plazo; no tanto por la pérdida directa de su planta estable de investigadores, sino por una pérdida muy importante de los mejores graduados jóvenes, que deberÃ-an estar formándose en los grupos de investigación para convertirse en la generación de recambio". Las últimas mediciones del INDEC de desocupación explican también por qué muchos cientÃ-ficos deciden irse. De la medición de octubre de 2002 surgió que la tasa de desocupación de quienes cuentan con estudios superiores completos se ubica en el 8,3 por ciento de los desocupados y en los que tienen estudios universitarios incompletos alcanza el 14,4. La psicoanalista Silvia Bleichmar advierte: "No se puede producir intelectuales si lo que rige su formación es sólo la subsistencia económica; es necesario que el conocimiento tenga un destino, que esté incripto en metas que trasciendan lo inmediato para que pueda producirse algo del orden de la ciencia". Para el director del Instituto de Investigaciones de BioquÃ-mica de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, Luis Quesada Allué el fenómeno de la partida está relacionado no sólo con la inestabilidad polÃ-tica y la situación económica, sino también con el no tener fondos para investigar. Esto provoca que la tarea cientÃ-fica se convierta en algo "inaceptable". Desde la década del sesenta la Argentina sufre la fuga de cerebros, pero esta etapa tiene caracterÃ-sticas diferentes respecto de las anteriores migraciones. Según la investigación de Albornoz, hoy son los graduados recientes y los investigadores jóvenes quienes encabezan la partida sin retorno, cuando en décadas pasadas eran investigadores formados con nivel de doctorado los que buscaban nuevos horizontes para sus creaciones. "Lo terrorÃ-fico es que los chicos que se forman en nuestro paÃ-s, en la universidad pública sobre todo, tan pronto como se reciben tienen la fantasÃ-a de irse," señala la filósofa Esther DÃ-az. Una pregunta alarmante recorre los circuitos académicos y tecnológicos: ¿qué modelo de paÃ-s se proyecta a futuro si no se va a contar con aquellas personas que puedan generar el desarrollo cientÃ-fico y tecnológico y tampoco con quienes puedan pensarlo y analizarlo? La partida de la materia gris genera temor e incertidumbre entre los que se quedan y los que desean irse pero no pueden. "El drenaje hacia el exterior es la culminación de este proceso de destrucción del capital cientÃ-fico acumulado, los jóvenes sienten que está en juego no sólo su supervivencia económica, sino la posibilidad misma de conservar el campo de investigación, de preservar su identidad cientÃ-fica, de acceder a los modos con los cuales se requiere hoy trabajar en ciencia," dice Bleichmar. Para el investigador Enrique Oteiza, un pionero en los estudios de fuga de cerebros: "Esto tiene una dimensión no sólo cuantitativa sino sustantiva de la manera como se construye el conocimiento en los campos del saber. Una buena escuela cientÃ-fica tiene lo mejor de todas las generaciones: los jóvenes; los intermedios, que forman a los jóvenes y son los más productivos y la gente más experimentada, que asesora y da cursos básicos", explica el actual director del INADI. Hoy la continuidad de esa escuela se quebró y originó peligrosos agujeros negros. http://www.fernandolema.com.ar - www.FernandoLema.com.ar Powered by Mambo Generated: 17 November, 2016, 04:06 Un regalo de exportación El secretario de Ciencia, TecnologÃ-a e Innovación Productiva, Julio Luna cree que el recambio generacional está asegurado más allá de la partida de jóvenes graduados. Según el funcionario, el número de investigadores del CONICET creció de 2.586 en 1991 a 3.955 el año pasado. "No se puede hablar de repatriación de cientÃ-ficos, primero hay que cambiar el modelo económico y orientarlo hacia uno productivo de base tecnológica, entonces sÃvamos a repatriarlos. Si lo hacemos ahora, en un año se están yendo de nuevo". La UNESCO recomienda que la inversión en ciencia no puede estar por debajo del 1 por ciento del PBI, requisito que sÃ- cumple Brasil, donde Ciencia y Técnica es un ministerio y el presidente Lula prometió duplicar la inversión. En la Argentina es sólo del 0,41 por ciento. Luna señala que aquÃ-, el Estado participa del 74,3 por ciento de esa inversión, el resto son aportes privados. Pero en el mundo desarrollado esa cifra es exactamente a la inversa: en Francia, el Estado invierte el 38 por ciento, en Alemania, el 31,6; en Estados Unidos, el 27; y en Finlandia el 26. El resto lo aportan empresas, fundaciones y laboratorios. Desde los centros de alta tecnologÃ-a europeos y norteamericanos se practica una polÃ-tica de seducción a cientÃ-ficos de paÃ-ses asiáticos, africanos y latinoamericanos, ofreciéndoles sueldos y condiciones de trabajo que sus paÃ-ses de origen jamás podrÃ-an otorgarles. El gobierno de EE.UU. abrió en 2002 un programa de 200 mil visas H-1B para los paÃ-ses emergentes. Esas visas presentan el siguiente requisito: "Demostrar que usted ocupará un cargo especializado que requiere un alto nivel de conocimiento y especialización, el cual normalmente se obtiene a través de educación superior". AsÃ- se abre el camino para la inmigración con determinados tÃ-tulos universitarios. Pero esto no implica que esos migrantes obtengan un puesto de trabajo afÃ-n a su formación. De acuerdo con las cifras del censo de 1990 de EE.UU. , se encontraban ese año 35.200 argentinos con algún grado de formación universitaria. Muy pocos cumplen con su vocación. Fernando Lema es un investigador uruguayo que reside en ParÃ-s, trabaja en el Instituto Pasteur y se dedica a estudiar la migraciones cientÃ-ficas. Como tal participó de un estudio que contó con el apoyo de Naciones Unidas, el ministerio de Asuntos Exteriores de Francia, la Organización Internacional de Migraciones y la Unión Europea. AllÃ- se detectó que el censo de EE.UU. de 1990 identificaba a un millón de inmigrantes con formación terciaria proveniente de América latina y el Caribe. El estudio concluye que, a un promedio de 25 mil dólares por universitario, en los últimos 35 años que coinciden con la hegemonÃ-a estadounidense de posguerra, la región contribuyó con 25 mil millones de dólares en recursos humanos al desarrollo cientÃ-fico, tecnológico y cultural de los Estados Unidos. En 1999, habÃ-a 372.800 investigadores e ingenieros trabajando en EE.UU. provenientes del Sur (el mundo sin Europa, Canadá y Japón), lo que representa un 18 por ciento de la planta total de EE.UU.. Este porcentaje seguramente aumente ya que se estima que para 2050 EE.UU. carecerá del 10 por ciento de su planta cientÃ-fica. Algo parecido sucede en la Unión Europea: para 2005 tendrÃ-an un déficit de cientÃ-ficos y técnicos en el orden del millón de personas. Y para cubrir esta "necesidad" se ofrecen los universitarios argentinos. Según el estudio que dirigió Albornoz, el 61 por ciento de los argentinos que realizan estudios de posgrado en EE.UU. quiere quedarse en ese paÃ-s. En realidad, el 72 por ciento de los académicos inmigrantes de todo el mundo desea quedarse en ese paÃ-s. Actualmente muchos de los jóvenes que cursan sus carreras en Ciencias Exactas, BiologÃ-a, Medicina, BioquÃ-mica, y también Ciencias Sociales, estudian pensando en soluciones para problemas del Primer Mundo, no para la Argentina. Y un ingrediente pesa sobre esta proyección. La investigación universitaria suele necesitar fondos extranjeros: "Esos financiamientos externos muy pocas veces están orientados a apoyar temáticas de interés estratégico para los paÃ-ses en desarrollo", señala Lema. Estas "migraciones temáticas" se incrementaron en los últimos años con los escasos apoyos al desarrollo de los sistemas de innovación tecnológica de los paÃ-ses del Sur. Son polÃ-ticas que, aun sin expulsarlos del paÃ-s, orienta a los estudiantes a trabajar en temáticas más cercanas a las del interés de los paÃ-ses desarrollados. Pero también están los que se quedan y todavÃ-a creen en la reconstrucción. "Por supuesto que hay quienes siguen produciendo y es casi milagroso el modo con el cual los argentinos seguimos buscando, pese a todo, formas de creación en un marco tan adverso," señala Silvia Bleichmar. La Argentina, se sabe, es un paÃ-s de contrastes. Una prueba de ello ocurre en el departamento de GeologÃ-a de la universidad de BahÃ-a Blanca. AllÃ- también se teme por el futuro ante la escasez de cientÃ-ficos. Pero en este caso no porque se hayan fugado hacia el exterior, sino porque la mayorÃ-a de sus técnicos fueron contratados por las empresas mineras privadas que reactivaron su trabajo en el sur argentino. Una cosa es segura: la Argentina podrá tener una cabeza que mire al futuro cuando se piense nuevamente en un modelo de paÃ-s basado en la producción de bienes y de tecnologÃ-a. En tanto, siempre habrá quienes escarben entre las cenizas buscando el mapa del futuro argentino. http://www.fernandolema.com.ar - www.FernandoLema.com.ar Powered by Mambo Generated: 17 November, 2016, 04:06