EXP. N.º 2798-04-HC/TC LIMA GABRIEL ORLANDO VERA

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EXP. N.º 2798-04-HC/TC
LIMA
GABRIEL ORLANDO
VERA NAVARRETE
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
En Lima, a los 9 días del mes de diciembre de 2004, la Sala Primera del Tribunal
Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen, Gonzales
Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia
ASUNTO
Recurso Extraordinario interpuesto por don Gabriel Orlando Vera Navarrete
contra el Auto de la Segunda Sala Especializada Penal para Procesos con Reos
Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 190, su fecha 10 de
mayo de 2004, que declara infundada la acción de hábeas corpus de autos.
ANTECEDENTES
El accionante, con fecha 15 de abril de 2004, interpone acción de hábeas corpus
contra las magistradas que despachan el Primer, Segundo y Quinto Juzgados
Especiales de Lima, por considerar que sufre una detención arbitraria. Alega
que se encuentra internado en el Penal para Procesados Primarios de Lima Ex
“San Jorge” desde el 14 de abril de 2001, y que a la fecha se encuentra con más
de 36 meses de detención efectiva sin que haya sido objeto de sentencia
condenatoria en ninguno de los procesos que se le sigue. En consecuencia,
solicita se ordene su inmediata libertad.
Las magistradas accionadas niegan y rechazan la presente acción de garantía,
alegando que los procesos bajo su conocimiento en los que está comprendido el
accionante se encuentran sujetos a los plazos de detención determinados por
Ley, no existiendo detención irregular.
El 42° Juzgado Penal de Lima, con fecha 27 de abril de 2004, declaró
improcedente la demanda, por considerar que se ha dado la prolongación del
plazo de detención dentro los términos fijados por el artículo 137° del Código
Procesal Penal, modificado por Ley N.° 27553 y posteriormente por Ley N.°
28105, no materializándose el presupuesto de viabilidad previsto en el artículo
Segundo de la Ley N.° 23506.
La recurrida revocó la apelada, y reformándola la declaró infundada por
considerar que el plazo máximo se ha duplicado automáticamente, por ser el
proceso de naturaleza compleja, dado que es seguido contra más de diez
imputados y que el plazo máximo de detención previsto en el artículo 137° del
Código Procesal Penal no ha vencido, por cuanto no se ha vulnerado algún
derecho constitucional del accionante.
FUNDAMENTOS
1.
En el presente caso, el recurrente solicita que se ordene su inmediata
excarcelación alegando que se ha vencido el plazo máximo de detensión,
previsto en el artículo 137º del Código Procesal Penal.
2.
A fin de determinar si lo alegado por el recurrente resulta amparable, es
preciso describir de manera suscinta los procesos que se le siguen ante los
órganos jurisdiccionales emplazados.
a)
Por ante el Primer Juzgado Penal Especial, se tramita el proceso N.° 032003, por los hechos delictivos acaecidos en la Universidad Nacional de
Educación Enrique Guzmán y Valle “La Cantuta”, habiéndose abierto
instrucción con mandato de detención, con fecha 24 de enero de 2003, en los
seguidos contra el accionante y otros en su calidad de miembros del
denominado “Grupo Colina”, por delito contra la vida, el cuerpo y la salud Homicidio Calificado-, Violación de la Libertad Personal -Secuestro Agravado y
Desaparición Forzada de Personas-, en agravio de Hugo Muñoz Sánchez,
Bertila Lozano Torres, Dora Oyague Fierro, Luis Enrique Ortíz Perea, Richard
Armando Amaro Cóndor, Robert Edgar Teodoro Espinoza, Heraclides Pablo
Meza, Felipe Flores Chipana, Marcelino Rosales Cárdenas y Juan Gabriel
Mariños Figueroa, proceso en el cual se le dictó mandato de detención,
habiéndose declarado proceso complejo. La causa actualmente se encuentra en
la Sala Penal con los informes de ley, y el plazo de la detención vencerá el 24 de
enero de 2006.
b)
Por ante el Segundo Juzgado Penal Especializado Penal de Lima, el
accionante se encuentra comprendido en dos causas penales, los procesos N.os
44-2002 y 01-2003, por delitos de Secuestro y Homicidio Agravado. que a
continuación se procede a detallar:
i) En cuanto al mandato de detencion preventiva dictado en el proceso N.°442002, por auto de fecha 4 de octubre de 2002, debido a su presunta participación
como miembro del denominado Grupo Colina, en calidad de coautor de los
delitos contra la vida el cuerpo y la salud -Homicidio Calificado- y contra la
libertad -violación de la libertad en la modalidad de Secuestro- , en agravio del
periodista don Pedro Herminio Yauri, hechos ocurridos en la ciudad de
Huacho, proceso que fue declarado complejo y que aun continúa vigente el
plazo de 36 meses de detención provisional, plazo que vencerá recién el 4 de
octubre de 2005.
ii) Asimismo, en el Proceso N.° 01-2003 se decretó mandato de detención por
auto de fecha 14 de febrero de 2003, por su presunta participación en hechos
delictivos cometidos por el denominado Grupo Colina en la localidad de El
Santa-Chimbote, habiéndosele encausado como presunto coautor de los delitos
contra la vida el cuerpo y la salud -Homicidio Calificado- y la violación de la
libertad personal -Secuestro Agravado- en agravio de Carlos Alberto Barrientos
Velázquez, Roberto Barrientos Velázquez, Denis Atilio Castillo Chavez,
Federico Coquis Vázquez, Gilmer Ramiro León Velázquez, Pedro Pablo López
González, Jesús Manfredo Noriega Ríos, Carlos Martín Tarazona More y Jorge
Luis Tarazona More; se deduce de los instrumentales en autos que el plazo de
36 meses de detención preventiva aun no ha vencido y que, en todo caso,
vencerá el día 14 de febrero del 2006.
c)
Por ante el Quinto Juzgado Penal Especial, el accionante es procesado por
su participación como miembro del Grupo Colina en la llamada “Matanza de
Barrios Altos” y que corre en el Expediente N.° 32-2001, por los delitos de Homicidio Calificado- y otros, en agravio de Placentina Marcela Chumbipuma
Aguirre, Luis Alberto Díaz Astoivilca, Octavio Benigno Huamanyuri Nolasco,
Luis Antonio León Borja, Filomeno León León, Máximo León León, Lucio
Quispe Huanaco, Tito Ricardo Ramírez Alberto, Teobaldo Ríos Lira, Manuel
Isaías Ríos Pérez, Javier Manuel Ríos Rojas, Alejandro Rosales Alejandro, Nelly
María Rubina Arquiñigo, Odar Mender Sifuentes Nuñez y Benedicta Yanque
Churo, y por delito contra la vida, el cuerpo y la salud -Lesiones Graves- en
agravio de Natividad Condorcahuna Chicana, Felipe León, Tomas Livias
Ortega y Alfonso Rodas Alvitez y por delito contra la tranquilidad pública Agrupación Ilícita- en agravio de la Sociedad, dictándosele mandato de
detención preventiva el 14 de abril de 2001, proceso que fue declarado de
naturaleza compleja, disponiéndose la prolongación de la medida con fecha 24
de julio de 2002 por el plazo máximo, según él articulo 137° del Código Procesal
Penal.
Es de observarse que en varios de los procesos que se siguen contra el
recurrente, la detención aún no ha llegado a su plazo máximo previsto por ley,
y que ello es de su conocimiento, tal como consta en su propia declaración
indagatoria a fojas 14 y 15. Al tener mandatos de detención todavía vigentes, en
caso de decretarse la libertad en algún otro proceso, ésta no podría hacerse
efectiva.
3.
Sin embargo, es preciso señalar que mediante Oficio N.° 06-2004-2°
JPE/AMR/mpm, proveniente del Segundo Juzgado Penal Especial, este
colegiado ha tomado conocimiento de que por resolución de fecha 18 de julio de
2003 se decretó la acumulación de los Procesos N.os 01-2003 y 03-2003 al
Expediente N.° 044-2002 y que, mediante resolución de fecha 21 de diciembre
de 2004, el proceso N.º 044-2002 fue acumulado al proceso N.º 32-2001 que se
tramita ante el Quinto Juzgado Penal Especial. En consecuencia, todos los
procesos que se siguen contra el recurrente, por su presunta participación en los
hechos delictivos cometidos por el Grupo Colina, han quedado acumulados en
un único proceso, el cual actualmente se tramita ante el Quinto Juzgado Penal
Especial.
4.
Dada la trascendencia de los procesos penales que actualmente se siguen
por los hechos atribuidos al Grupo Colina, este Tribunal considera necesario
efectuar algunas consideraciones sobre la necesidad de investigar y sancionar
los hechos que son materia de dichos procesos penales.
Las obligaciones del Perú en materia de derechos humanos y la función
interpretativa del Derecho Internacional.
5.
Los hechos que son materia de los procesos penales seguidos contra el
recurrente forman parte de un conjunto atribuido al autodenominado Grupo
Colina, todos ellos cometidos bajo una modalidad delictiva que ha motivado el
rechazo y la condena de la Comunidad Nacional e Internacional. El Estado
Peruano no debe tolerar la impunidad de éstos y otros graves crímenes y
violaciones a los derechos humanos, tanto por una obligación ética fundamental
derivada del Estado de Derecho, como por el debido cumplimiento de
compromisos expresos adquiridos por el Perú ante la Comunidad
Internacional.
6.
En efecto, la comunidad internacional reconoce la existencia de un núcleo
inderogable de derechos, establecidos en normas imperativas del Derecho
Internacional. Estas normas se derivan del Derecho Internacional de los
Derechos Humanos, del Derecho Internacional Humanitario y del Derecho
Penal Internacional.
7.
El Perú ha recogido esta obligación jurídica al disponer, de conformidad
con la Cuarta Disposición Final de la Constitución, que las normas relativas a
los derechos y libertades, que la Constitución reconoce, se interpretan de
conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y con los
tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por el
Perú.
8.
Así, las obligaciones, en materia de derechos humanos, no sólo encuentran
un asidero claramente constitucional, sino su explicación y desarrollo en el
Derecho Internacional. El mandato imperativo derivado de la interpretación en
derechos humanos implica, entonces, que toda la actividad pública debe
considerar la aplicación directa de normas consagradas en tratados
internacionales de derechos humanos, así como en la jurisprudencia de las
instancias internacionales a las que el Perú se encuentra suscrito.
En este sentido, es un principio general del derecho internacional el que un
Estado no puede invocar las disposiciones de su derecho interno como
justificación para el incumplimiento de un tratado o de normas imperativas de
Derecho Internacional. Este principio ha quedado establecido en los artículos
27° y 53° de la Convención de Viena sobre el derecho de los tratados de 1969,
ratificado por el Perú mediante el Decreto Supremo N.° 029-2000-RE de fecha 14
de septiembre de 2000.
9.
Las obligaciones del Estado, en materia de derechos humanos, implican el
respeto y garantía de los derechos fundamentales de las personas sometidas a
su jurisdicción. Estas obligaciones han quedado enunciadas expresamente por
el artículo 2 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y los
artículos 1° y 2° de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Estas
normas internacionales constituyen, por ende, pauta interpretativa mandatoria
de lo dispuesto en el artículo 44 de la Constitución, vale decir, la obligación que
tiene el Estado de garantizar la plena vigencia de los derechos humanos.
10. La obligación de garantía ha sido desarrollada en la jurisprudencia de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos. Así, en la sentencia sobre el caso
Velásquez Rodríguez, del 29 de julio de 1988 (párrafo 164), la Corte indica que
el deber de garantía implica que el Estado debe prevenir, investigar y sancionar
toda violación de los derechos reconocidos, y procurar, además, el
restablecimiento, si es posible, del derecho conculcado y, en su caso, la
reparación de los daños producidos por la violación de los derechos humanos.
La obligación del Estado consiste en el ejercicio de la acción penal
correspondiente contra aquellos funcionarios públicos, o cualquier individuo,
que sea presuntamente responsable de la violación alegada. El Derecho
Internacional de los Derechos Humanos, de esta manera vela por la protección
de los derechos de las personas, pero simultáneamente exige la intervención del
Derecho Penal contra aquellos que resulten responsables de la infracción.
El derecho a la tutela o protección judicial
11. La Corte Interamericana de Derechos Humanos, el Comité de Derechos
Humanos de la Organización de las Naciones Unidas y otros órganos de control
internacional, se han manifestado uniformemente respecto de las graves
implicancias que tiene la falta de sanción de graves violaciones a los derechos
humanos. Esta omisión implica, además, una violación adicional del derecho a
la tutela judicial que tiene cualquier ciudadano que se sienta violado en sus
derechos.
12. En efecto, el artículo 8 de la Declaración Universal de Derechos Humanos
señala que toda persona tiene derecho a un recurso efectivo ante los tribunales
nacionales competentes, y que la ampare contra actos que violen sus derechos
fundamentales reconocidos por la Constitución o por la ley. De igual manera, el
artículo 25 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, establece
que toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro
recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes, y que la ampare
contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la
Constitución, la ley o la Convención, aun cuando tal violación sea cometida por
personas que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales.
13. La protección judicial, así entendida, implica una doble dimensión. Por un
lado, es consecuencia del derecho de las víctimas de violaciones a sus derechos
humanos a alcanzar verdad, justicia y reparación como consecuencia de los
hechos sufridos. Por otro lado, conlleva explícitamente la obligación de las
autoridades jurisdiccionales de desarrollar los procesos judiciales a su cargo,
bajo las estrictas medidas de seguridad, y determinando las figuras delictivas
aplicables a tenor de las disposiciones del Derecho Internacional que resulten
aplicables.
El Derecho Internacional Humanitario
14. Cabe mencionar, además, que el Derecho Internacional Humanitario
expresa obligaciones relevantes para el presente caso. En efecto, los
instrumentos de esta rama internacional aplicables a conflictos armados
internos se encuentran en el artículo 3° común de los cuatro Convenios de
Ginebra y el Protocolo II adicional de dichos Convenios. El Perú ha ratificado
estos instrumentos centrales, mediante las resoluciones legislativas N.os 12412
(1956) y 25029 (1989), respectivamente.
15. Las normas señaladas en el punto anterior se aplican en tanto exista un
conflicto armado interno entre fuerzas del Estado y grupos armados
particulares. La jurisprudencia internacional ha indicado que las normas
mínimas del Derecho Internacional Humanitario no sólo se establecen con fines
de mero reconocimiento, sino que su violación constituye una grave infracción
humanitaria y, eventualmente, un crimen de guerra (Corte Internacional de
Justicia, sentencia de fondo en el caso del estrecho de Corfú - 1949; de igual
manera en la sentencia sobre actividades militares y paramilitares en y contra
Nicaragua - 1986). Las normas imperativas que se derivan de este cuerpo
jurídico obligan no sólo a los Estados sino que comprometen directamente la
responsabilidad de los individuos. Debe tenerse presente, en este sentido, que
las normas del Derecho Internacional Humanitario prohíben de manera
absoluta los atentados contra la vida de personas civiles y desarmadas en
cualquier tiempo y lugar.
16. Tanto en el artículo 3° común como en el artículo 4.2 del Protocolo
Adicional II existen normas expresas que prohíben conducir actos que
configuren la desaparición de una persona. El artículo 3° común prohibe,
además, los atentados contra la vida y la integridad personal, especialmente el
homicidio en todas sus formas, las mutilaciones, los tratos crueles, la tortura y
los suplicios. Privar a una persona de la garantía de la ley y ordenar o ejecutar
actos deliberados que buscan desaparecerlo, implica pues una grave infracción
del Derecho Internacional Humanitario que el Estado debe sancionar.
17. Finalmente, cabe precisar que la aplicación de las disposiciones del Derecho
Internacional Humanitario no requieren validación formal alguna, siendo
aplicables automáticamente en tanto se produzca un hecho contrario a las
normas mínimas de humanidad. Así lo ha señalado, por ejemplo, el comentario
autorizado del Comité Internacional de la Cruz Roja.
La improcedencia de los obstáculos procesales para sancionar graves
crímenes contra el derecho internacional humanitario y violaciones a los
derechos humanos y su relación con la tutela judicial
18. La gravedad de estas conductas ha llevado a la comunidad internacional a
plantear expresamente que no pueden oponerse obstáculos procesales que
tengan por propósito eximir a una persona de sus responsabilidades en graves
crímenes y violaciones del derecho internacional humanitario y los derechos
humanos. Esta afirmación se deriva, como ha sido señalado, de la obligación del
Estado de investigar y sancionar las violaciones producidas.
19. La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha señalado que la
obligación de investigar debe cumplirse con seriedad y no como una simple
formalidad condenada de antemano a ser infructuosa. La investigación que
desarrolle el Estado, por medio de sus autoridades jurisdiccionales, debe ser
asumida como un deber jurídico propio y no como una gestión procesal
cualquiera. El derecho a la tutela judicial, tal cual queda establecido en la
presente sentencia, exige que los jueces dirijan el proceso de modo de evitar
dilaciones y entorpecimientos indebidos que provoquen situaciones de
impunidad, frustrando así la debida protección judicial de los derechos
humanos (caso Bulacio versus Argentina, Sentencia del 18 de septiembre del
2003).
20. El artículo I del título preliminar de nuestro Código Penal establece que la
finalidad de la legislación penal es la prevención de delitos y faltas como medio
protector de la persona humana y la sociedad. Esta disposición orienta al
conjunto de las normas sustantivas y procesales, y deben ser interpretadas a la
luz de las consideraciones hasta aquí anotadas. Sería un contrasentido si una
sociedad democrática tolera la impunidad en nombre de disposiciones adjetivas
que tienen otra finalidad.
El delito de desaparición forzada de personas
21. Uno de los delitos que son materia de imputación en los referidos procesos
penales es el de desaparición forzada. El Código Penal promulgado en 1991,
mediante el Decreto Legislativo N.° 635, en su capítulo II del título XIV del libro
segundo, relativo al delito de terrorismo, artículo 323°, tipificó con precisión el
delito de desaparición forzada de personas. Este capítulo fue posteriormente
derogado mediante el Decreto Ley N.° 25474, promulgado el 6 de mayo de
1992. La figura típica de desaparición forzada de persona fue reintroducida
mediante el Decreto Ley N.° 25592, publicado en el diario oficial El Peruano el 2
de julio de 1992, descripción que fue finalmente regulada mediante el artículo 6
de la Ley N.° 26926, del 21 de febrero de 1998, ubicando la figura dentro del
capítulo de delitos contra la humanidad.
22. Esto quiere decir que entre el 7 de mayo y el 1 de julio de 1992 no existió,
taxativamente, en el Código Penal la figura típica correspondiente a la
desaparición forzada de personas. Sin embargo, este Tribunal se ha
pronunciado con anterioridad respecto a la naturaleza permanente del delito de
desaparición forzada de personas. En efecto, en la sentencia recaída en el
Expediente N.° 2488-2002-HC/TC [Genaro Villegas Namuche], éste Tribunal
señaló expresamente que no se vulnera la garantía de la lex previa derivada del
Principio de Legalidad Penal, en caso se aplique a un delito permanente una
norma penal que no haya entrado en vigencia antes del comienzo de su
ejecución, pero que resulta aplicable mientras el mismo sigue ejecutándose. En
tal sentido, el hecho de que la figura típica de desaparición forzada de personas
no haya estado siempre vigente, no resulta impedimento, para que se lleve a
cabo el correspondiente proceso penal por dicho delito y se sancione a los
responsables. Esta apreciación se fundamenta, además, en lo dispuesto en el
artículo III de la Convención Interamericana sobre desaparición forzada de
personas, aprobada en Belem do Pará, el 9 de junio de 1994, la que indica
expresamente que los Estados Partes se comprometen a adoptar, con arreglo a
sus procedimientos constitucionales, las medidas legislativas que fueren
necesarias para tipificar como delito la desaparición forzada de personas, y a
imponerle una pena apropiada que tenga en cuenta su extrema gravedad.
23. La desaparición forzada de personas es un delito pluriofensivo, por cuanto
afecta la libertad física, el debido proceso, el derecho a la integridad personal, el
reconocimiento de la personalidad jurídica y, como ya se ha señalado, el
derecho a la tutela judicial efectiva. La vigencia de estos derechos es absoluta,
por lo que su protección se encuentra regulada en el Derecho Internacional de
los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario.
24. En efecto, la desaparición forzada de personas supone generar una cruel
sensación de incertidumbre tanto para la persona desaparecida como para sus
familiares, los mismos que pasan a ser víctimas directas de este grave hecho.
Por ello, el Derecho Internacional reconoce a la desaparición forzada como una
de las modalidades más graves de violaciones de los derechos humanos.
25. Ahora bien, cuando este hecho es cometido como parte de una estrategia
general o representa sólo un ejemplo de un conjunto de conductas ilícitas
similares, estamos frente a la existencia de un patrón de violaciones, lo que las
convierte en crimen de lesa humanidad. Al respecto, el informe final de la
Comisión de la Verdad y Reconciliación constató que los hechos atribuibles al
autodenominado grupo Colina representaron un patrón sistemático y
generalizado de violaciones a los derechos humanos, expresado en hechos
como las desapariciones de La Cantuta, la del periodista Pedro Yauri, los
asesinatos de estudiantes en la Universidad Nacional del Centro y la masacre
de Barrios Altos. Tal como lo expresa la juez del Segundo Juzgado Penal
Especial en el auto apertorio de instrucción del proceso signado con el número
01-2003, la organización de la desaparición de los campesinos del Santa hubiera
sido imposible sin la consecución de recursos logísticos significativos, razón por
la cual han sido considerados como responsables los altos mandos a cargo de
las labores de inteligencia de esos años, incluyendo el procesamiento del expresidente de la República.
26. El delito de desaparición forzada ha sido desde siempre considerado como
un delito de lesa humanidad, situación que ha venido a ser corroborada por el
artículo 7º del Estatuto de la Corte Penal Internacional, que la define como “la
aprehensión, la detención o el secuestro de personas por un Estado o una
organización política, o con su autorización, apoyo o aquiescencia, seguido de
la negativa a informar sobre la privación de libertad o dar información sobre la
suerte o el paradero de esas personas, con la intención de dejarlas fuera del
amparo de la ley por un período prolongado”.
27. Se trata, sin duda, de un delito de lesa humanidad cuya necesidad social de
esclarecimiento e investigación no pueden ser equiparadas a las de un mero
delito común, dada su extrema gravedad. En este sentido, la Resolución N.° 666
(XIII-083) de la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos,
estableció en el artículo 4, "Declarar que la práctica de la desaparición forzada
de personas en América es una afrenta a la conciencia del hemisferio y
constituye un crimen de lesa humanidad”. La Convención Interamericana sobre
Desaparición Forzada de Personas reafirma en su preámbulo que la práctica
sistemática de desapariciones forzadas constituye un delito de lesa humanidad.
La necesidad social del esclarecimiento e investigación de estos delitos no
puede ser equiparada a la de un mero delito común. (Convención
Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, Resolución adoptada
en la séptima sesión plenaria, 9 de junio de 1994.OEA/Ser.P AG/doc.3114/94
rev.).
El derecho a ser juzgado en un plazo razonable y el derecho a la tutela
judicial
28. La determinación de plazo máximo de la detención en el caso deberá
realizarse de conformidad con el derecho a la razonabilidad del plazo de la
detención. Asimismo, como ya lo ha señalado este tribunal, no es posible que en
abstracto se establezca un único plazo a partir del cual la prisión provisional
pueda reputarse como irrazonable. Ello implicaría asignar a los procesos
penales una uniformidad objetiva e incontrovertida, supuesto que es
precisamente ajeno a la grave y delicada tarea que conlleva merituar la eventual
responsabilidad penal de cada uno de los individuos acusados de la comisión
de un ilícito. [Expediente N.º 2915-2004-HC/TC].
29. Asimismo, la determinación del plazo razonable de la detención no puede
dejar de tomar en cuenta la especial obligación estatal de investigar y sancionar
los hechos denunciados, conforme a lo expuesto en los parágrafos precedentes,
a fin de no convalidar estrategias de impunidad respecto a graves crímenes y
violaciones a los derechos humanos.
30. Es necesario tomar en cuenta que cada uno de los procesos abiertos contra
el recurrente reviste complejidad, dado el número de procesados y de víctimas,
por lo que el plazo de detención en cada uno de ellos por separado, de
conformidad con lo señalado en el artículo 137 del Código procesal Penal, es el
máximo previsto en la ley.
31. De otro lado, las normas procesales, entre las que se encuentra la que señala
el plazo límite de la detención sin sentencia, no sólo implican una garantía para
el imputado, sino que constituyen también un parámetro objetivo que informa
al órgano jurisdiccional sobre la forma y modo en que debe llevarse a cabo la
sustanciación del proceso. Si existe peligro procesal, requisito indispensable
para imponer una medida de detención, el órgano jurisdiccional deberá llevar a
término el proceso antes de que dicho plazo límite haya vencido, a fin de no
poner en peligro el éxito del proceso. Caso contrario, se verá obligado a revocar
el mandato de detención que pesa sobre el imputado, y en caso subsista el
peligro de fuga o entorpecimiento de la actividad probatoria, ello podrá en
peligro la culminación del proceso, y, con ello, la especial obligación de
esclarecimiento que este tipo de crímenes conlleva.
32. Por lo tanto, este Tribunal considera que la acumulación de procesos
decretada no puede tener como consecuencia que, para efectos de contabilizar
el cumplimiento del plazo máximo de la detención, se tome en cuenta
únicamente el mandato de detención dictado en el proceso más antiguo, sino
más bien que deben ser tomados en cuenta los mandatos de detención dictados
en cada no de los procesos que se siguen en su contra.
33. Es necesario recalcar que, tal como ya lo señaló este Tribunal [Expediente
N.º 2915-2004-HC/TC], una vez vencido el plazo máximo de la detención, éste
podrá ser prolongado en caso la demora en el proceso sea atribuible al
imputado, a través de una defensa obstruccionista, atentatoria de la celeridad y
éxito judicial.
34.
De conformidad con el artículo VI in fine del Código Procesal
Constitucional, los criterios de interpretación contenidos en los fundamentos
jurídicos N.ºs 13, 17, 31, 32 y 38, son vinculantes para todos los operadores
jurídicos.
Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad
que le confiere la Constitución Política del Perú
HA RESUELTO
1.
Declarar INFUNDADA la acción de hábeas corpus de autos.
2.
Declarar que los fundamentos jurídicos N.ºs 13, 17, 27 y 32, son de
observancia obligatoria para todos los operadores jurídicos
Publíquese y notifíquese.
SS.
BARDELLI LATIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
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