SI TU HIJO MOJA TODAVÍA LA CAMA EL PROBLEMA. En bastantes familias ocurren situaciones similares a ésta. Uno o varios de los hijos mojan la cama por la noche, aunque ya tienen más de tres años, incluso más de diez. Cuando un niño después de los 3-4 años no retiene la orina durante la noche o no se despierta cuando la necesidad de orinar es muy urgente, decimos que tiene ENURESIS. La importancia de este problema será distinta en un niño de mayor edad que en uno más pequeño, en uno que moja todas las noches (ENURESIS REGULAR) que en otro que moja una o dos veces por semana o alguna que otra vez al mes (ENURESIS ESPORÁDICA), en uno que moja desde siempre (ENURESIS PRIMARIA) que en otro que, después de hacer dejado de hacérselo, vuelve a presentar el problema en una edad posterior (ENURESIS SECUNDARIA). La actitud ante la enuresis es distinta según las familias y los ambientes sociales. En algunas familias constituye una verdadera tragedia. Otras lo toman con resignación, incluso con indiferencia. En cualquier caso, la enuresis puede tener consecuencias importantes en la vida de un niño y vale la pena tratar de resolverla. SUS CONSECUENCIAS. Gran parte de las familias con este problema han recurrido a "casi todo" con el deseo de encontrar una solución. Muchos de los procedimientos empleados han sido totalmente ineficaces. La falta de éxito les ha decepcionado y han perdido el interés por seguir buscando. Como consecuencia, el problema sigue sin solución e, incluso, puede agravarse. Las consecuencias del problema afectan al propio niño. Suele recibir castigos que le ocasionan ansiedad y le hacen más difícil conseguir el control. Se da cuenta de que a su edad ya no está bien mojar la cama y ello le hace pensar que es distinto de los demás y que tiene un defecto al que, hasta ahora, nadie le ha dado solución. Esta situación le produce malestar, se siente inseguro y desarrolla una idea negativa de sí mismo. Evidentemente, una imagen negativa de su propia persona va a repercutir en otras áreas de su vida y en el desarrollo de su futuro comportamiento. La enuresis suele tener también consecuencias desagradables en la vida familiar. Por una parte, supone un trastorno tener que lavar mucha más ropa de lo habitual, acondicionar una cama, secar el colchón Por otra parte, hay que limitar actividades que suponen noches fuera de casa: vacaciones, campamentos, etc. Estas y otras consecuencias producen tensión en la vida familiar, se hacen frecuentes reproches, amenazas, burlas... Los familiares se centran mucho en este problema, le prestan mucha atención. La insistencia, los reproches, las burlas y la atención que se dan al tema, unido a la falta de alternativas de solución, contribuyen a mantener y agravar el problema. El empeoramiento de las relaciones familiares, la reducción de contactos positivos hacia el hijo enurético, el aislamiento, la baja autoestima, se acompañan con cierta frecuencia de la aparición de otras conductas no deseadas: falta de motivación escolar, timidez, dificultades en el contacto social con los demás, falta de autonomía en otros aspectos de su vida (aseo personal), problemas con las comidas. Si ayudamos a nuestro hijo a resolver el problema de la enuresis, con mucha probabilidad mejorará la imagen que tiene de sí mismo, y esto tendrá efectos positivos en el resto de su comportamiento y sus otros problemas. ELEMENTOS QUE INTERVIENEN EN EL CONTROL DE LA ORINA. 1. Elementos fisiológicos y de maduración. . Todos los niños nacen con una serie de reflejos automáticos e involuntarios sin los cuales no podrían vivir: reflejo de respiración, de succión. Uno de éstos es el reflejo de micción (orinar). Este reflejo permite que la vejiga se vacíe automáticamente cuando está ocupada por una determinada cantidad de orina. Es la razón por la cual un bebé se hace pis. Si esto no ocurriera así, la vejiga se iría llenando más y más e incluso estallaría, puesto que el bebé no es capaz de orinar todavía a voluntad. . En el control de este reflejo intervienen la vejiga de la orina y el sistema nervioso: cerebro y médula espinal. La vejiga es como una bolsa elástica rodeada de un músculo (músculo detrusor), que le permite dilatarse cuando está ocupada por la orina y encogerse cuando tiene que expulsarla. A la salida de la vejiga existen otros pequeños músculos llamados esfínteres que se encargan de mantenerla cerrada o abrirla, según los casos. . La orina se forma en los riñones y pasa a la vejiga a través de unos tubos llamados uréteres. La vejiga se va llenando poco a poco y se va dilatando. Cuando la cantidad de orina que se va almacenando hace suficiente presión sobre las paredes de la vejiga, la médula espinal, a través de unos nervios especiales hace que el músculo detrusor se empiece a contraer rítmicamente y exprima la orina hacia el exterior a través de la uretra. Esos nervios hacen también que los esfínteres se relajen automáticamente y dejen paso a la orina. . Con el tiempo, el sistema nervioso del niño y su aparato urinario (vejiga, esfínteres, etc.) irán madurando. Así, el cerebro será capaz de ejercer una función de freno y de control sobre el reflejo de micción y de establecer una relación adecuada con el músculo detrusor y los esfínteres de la vejiga. Todo esto permitirá que el niño adquiera importantes aprendizajes. Poco a poco, tendrá que ir aprendiendo ciertas habilidades más o menos complejas para llegar a controlar la orina durante el día y durante la noche. En un primer momento, el niño tendrá que aprender a frenar voluntariamente durante el día el reflejo automático de vaciamiento, es decir, ser capaz de "aguantarse" las ganas de orinar. La adquisición de esta habilidad dependerá, por una parte, del ritmo de maduración del sistema nervioso (cerebro y médula), variable de unos niños a otros. Parece ser que sobre los tres años el sistema nervioso está ya en condiciones de ejercer un control voluntario sobre el reflejo automático. Por otra parte, va a influir también el desarrollo de la capacidad de la vejiga para contener en su interior un volumen cada vez mayor de orina y mantenerse cerrada a voluntad durante un cierto tiempo. Paralelamente, el niño irá desarrollando la habilidad de frenar el reflejo también durante la noche sin necesidad de despertarse para hacer pis, o de despertarse en caso de que la vejiga esté demasiado llena. 2. Factores de entrenamiento. Otro aspecto muy importante, en éste como en otros aprendizajes que el niño realizará a lo largo de su vida, es el sistema de entrenamiento empleado por los padres. Un sistema de entrenamiento adecuado debe reunir una serie de condiciones: • No conviene precipitar el momento de comienzo del entrenamiento. • Debe procurarse que el niño se siente en el orinal, a ser posible, a las mismas horas, en el mismo lugar... • El clima de entrenamiento (las palabras utilizadas para inducirle a hacerlo, etc.) ha de ser relajado y agradable. • En ocasiones será muy útil recurrir a situaciones de juego (enseñar a las muñecas a hacer uso del orinal, darle instrucciones de cómo tiene que hacerlo). • En todos los casos en que se vayan consiguiendo progresos concretos (aceptar sentarse en el orinal, pedir pis), debe utilizarse el elogio, la aprobación, la atención. • En la medida en que el niño vaya siendo capaz de tener habilidades para controlar la orina (bajarse los pantalones o las bragas, sentarse en el orinal, ir él solo al cuarto de baño, vaciar el orinal en el water, tirar de la cadena), debemos mostrar nuestro entusiasmo por ello y dejar de intervenir nosotros. ¿CÓMO HA EMPEZADO EL PROBLEMA? Las razones por las cuales un niño, pasada cierta edad (3-4 años), moja todavía la cama, debemos buscarlas en el fallo de uno o varios de los mecanismos que intervienen en el control y, a veces, en otros aspectos del comportamiento del niño y de las relaciones familiares. La capacidad de la vejiga para contener durante largo tiempo un volumen determinado de orina suele ser menor en los niños enuréticos que en los no enuréticos. Esto ocasiona que el niño enurético tenga urgente necesidad de orinar ante cantidades menores de orina en la vejiga y que tenga que hacer pis con más frecuencia. La vejiga de estos niños no está "acostumbrada" a soportar ciertos niveles de presión de orina y, por esta razón, una pequeña cantidad de ésta es suficiente para desencadenar la micción. En otros casos, por lo demás muy poco frecuentes, la ausencia de control de la orina podría ser debida a determinados problemas orgánicos (renales, lesiones en la médula espinal, infecciones), que se acompañan de otros síntomas bien evidentes. En un amplio porcentaje de casos el sistema de entrenamiento empleado por los padres para el aprendizaje del control de los esfínteres no ha sido adecuado y ha podido retrasar su adquisición. Existen padres que, por múltiples razones, están excesivamente preocupados y obsesionados porque sus hijos adquieran el control de la orina y de la caca cuanto antes. A veces, incluso con métodos violentos, les exigen demasiado pronto el control y el uso del orinal, cuando todavía el sistema nervioso no ha adquirido una madurez suficiente. Por esta razón todo lo que se relaciona con el control de la orina (ir al water, pedir pis) se convierte en algo desagradable para el niño y trata de evitarlo. Los sucesivos intentos e insistencias de los padres resultan cada vez más improductivos. El niño se alarma, experimenta ansiedad y nerviosismo, y esto le hace fallar. Sus fallos incrementan el rigor de los padres, con lo cual el aprendizaje del control de esfínteres se retrasa indefinidamente. La ansiedad hace que el sistema nervioso se descontrole y no ejerza su función de gobierno adecuadamente. Así, cuando la vejiga está excesivamente llena, no es capaz de frenar su vaciamiento: el niño incluso "se lo hace" en los pantalones. Por el contrario, cuando la vejiga contiene muy poca cantidad de orina, el sistema nervioso "se precipita" y desencadena la urgente necesidad de orinar. Por la noche, cuando el sistema nervioso está menos "vigilante", el descontrol puede ser mucho mayor. Como existen diferencias en el ritmo de maduración, es normal que unos niños tarden más que otros en el control de la orina. Sin embargo, algunos padres comienzan a impacientarse e irritarse por el hecho de que alguno de sus hijos desarrolle este control algo más tarde que sus hermanos. Comienzan así a prestar atención de forma inadecuada y sin dar alternativas al hecho de mojar la cama y, por tanto, contribuyen a que el problema continúe. Otros padres fuerzan continuamente al niño a visitar el baño ante el menor indicio de querer hacer pis. De este modo, no se permite al niño que vaya "acostumbrando" su vejiga a tolerar ciertos niveles de presión cada vez mayores. No le damos así la ocasión de aprender a frenar los músculos de la vejiga que intervienen en la micción. El niño aprende, por el contrario, con el tiempo, a sentir las señales de vaciamiento tan pronto como la vejiga está ligeramente ocupada. En otros casos, el niño puede estar poco motivado a practicar el control de la orina porque los pequeños pasos que va dando en este proceso de aprendizaje pasan, generalmente, desapercibidos para los padres. Estos piensan, erróneamente, que este control es algo que todo niño tiene el "deber" de conseguir y se olvidan de que es un aprendizaje complejo. Por esta razón, no prestan atención ni elogian al niño cuando pide hacer pis, va al water voluntariamente y comienza a levantarse alguna mañana con la cama seca. Existen sucesos y situaciones en el ambiente (nacimiento de un hermano, ingreso en el colegio) que pueden ser críticos en la vida de un niño. Estos sucesos pueden ocasionarle ansiedad y, en consecuencia, dificultar la adquisición del control de esfínteres o, a veces, hacerle perder este control cuando ya empezaba a conseguirlo. En otras ocasiones, el niño, que ha dejado de hacerse pis y vuelve a mojar la cama cuando nace un hermano, puede haber descubierto que haciendo lo mismo que éste (mojando pañales y cama) puede recobrar la misma atención y cuidados que se le daban cuando era pequeño. Esto suele ocurrir sobre todo en niños que reciben poca atención y aprobación por los comportamientos más propios de su edad. Los padres suelen reaccionar con desagrado ante este retroceso del niño llegando incluso a castigarles. En definitiva, volviendo a limpiarle como a un bebé y castigándole, prestan la atención que el niño estaba buscando. A veces la enuresis forma parte, como un problema más, de un conjunto de conductas que indican FALTA DE AUTONOMIA. Es decir, estos niños no sólo mojan la cama, además lo padres les dan todavía de comer, les visten, les lavan, les dictan todas y cada una de las cosas que tienen que hacer, les resuelven pequeños problemas que ellos podrían solucionar por sí mismos. Hay familias que no se preocupan excesivamente e, incluso, se resignan cuando alguno de sus hijos moja todavía la cama. Esta actitud "despreocupada" puede ser debida a varias razones poco convincentes. Piensan que el problema es de herencia y que, por tanto, "no hay nada que hacer". Otros dejan pasar el tiempo basándose en que uno de los padres y otros hermanos también tardaron mucho en dejar de mojar la cama. En otras ocasiones los padres actúan así porque se les ha dicho "con el tiempo se le pasará". En el caso de nuestro hijo, la explicación de que moje todavía la cama podemos encontrarla en una o en varias de las causas aquí expuestas. Incluso cabe la posibilidad de que el problema haya empezado por unos motivos y se mantenga por otros diferentes, habiendo, incluso, desaparecido los primeros. PARA SOLUCIONAR EL PROBLEMA. Aprender a orinar a voluntad, a frenar la micción durante la noche y a despertase en caso de necesidad no es una tarea fácil. No ha de extrañamos que a algunos niños, por los motivos que hemos señalado, les resulte algo complicado. Sin embargo, si tenemos muy claro lo que no conviene hacer y lo que conviene hacer, y obramos en consecuencia, podremos ayudar a nuestro hijo a superar el problema. Pasos a seguir: 1. Adoptar una actitud serena. Ante este problema lo mejor es adoptar una actitud serena y relajada, conversar tranquilamente con el niño y pensar entre todos en las posibles soluciones y en los pasos a seguir. 2. Ir al especialista. Iremos al médico para descartar cualquier enfermedad. Además, solicitaremos orientación psicológica sobre las conductas y procedimientos adecuados para resolver este problema. El especialista en estos temas nos ayudará a desarrollar un plan de tratamiento. Para este plan se utilizarán algunos de los procedimientos que se indican a continuación, de acuerdo con las características específicas que tenga el problema de nuestro hijo. Es conveniente contar con asesoramiento para aplicar estos procedimientos. LO QUE NO CONVIENE HACER. 1. Etiquetas. Muchos padres de niños enuréticos suelen decir "eres un bebé", "es un vago", "es un cochino". Piensan que esto suele ser la causa del problema y no dudan en poner a sus hijos esta etiqueta. Generalmente, este modo de proceder, como muchos padres saben, no resuelve nada. Es más, a veces agrava el problema y genera otros nuevos: inseguridad, complejos. 2. Castigos: Otros padres recurren a las regañinas y los castigos para conseguir que el niño deje de mojar la cama. Este sistema no es eficaz. El castigo, además, se acompaña, con mucha frecuencia, de efectos secundarios que dificultan el proceso de aprendizaje. Suele producir agresividad en el niño, resentimiento, ansiedad, inseguridad, pesimismo acerca de la solución, distanciamiento de los padres. 3. Gasas. Es frecuente la utilización de bragas de plástico, gasas y toallas a fin de evitar que el niño se enfríe por la noche. Si vamos a empezar un plan de entrenamiento, convendrá prescindir de todo esto. Con las gasas, el niño y la familia se confían, el niño no se esfuerza y "se da permiso" para orinar sin levantarse de la cama. Por otra parte, el contacto continuado con pañales húmedos facilita el que el niño se vaya acostumbrando a la humedad. Así, esta deja de ser algo molesto y el niño no se esfuerza en despertarse o controlar la micción. Podemos proteger el colchón con sábanas adecuadas disponibles en el mercado. 4. Restricción de líquidos. Una costumbre bastante habitual es prohibir al niño que tome líquidos al final del día y, concretamente, a la hora de cenar. Este procedimiento no suele dar resultado. Al contrario, se impide así que la vejiga se acostumbre a soportar durante varias horas niveles de orina cada vez mayores sin necesidad de vaciarse. Por otra parte, a lo largo de la noche la vejiga sigue recibiendo orina desde los riñones aunque no se haya tomado mucho líquido. Y ya sabemos que la vejiga de muchos niños enuréticos se vacía con cantidades pequeñas de orina. LO QUE CONVIENE HACER. 1. Analizar el problema. Lo primero que hay que hacer es tratar de analizar y evaluar el problema. Esta evaluación incluye varios aspectos. Uno primero es definir lo más exactamente posible el problema: ¿cuándo empezó?, ¿cuántas veces ocurre a la semana?, ¿cuántas veces hace pis durante el día? Esta información nos es útil porque nos permite conocer si es una enuresis primaria o secundaria, regular o esporádica, qué capacidad tiene la vejiga del niño. Otro segundo aspecto son los sucesos, situaciones y estados de ánimo del niño y de la familia que preceden o acompañan a la enuresis: ¿Lo hace sólo en los días de colegio?, ¿empezó el problema con el nacimiento de un hermano?, ¿lo hace más cuando está nervioso o irritado? Esta información nos es útil para introducir cambios en aquellas situaciones que, con bastante probabilidad, hacen que el niño moje la cama. Un tercer aspecto muy importante son las consecuencias que este problema tiene en el ambiente y en la vida familiar: ¿reaccionamos con indiferencia o con castigos?, ¿se percata el niño de que el mojar la cama le proporciona ventajas? El conocimiento de estas consecuencias nos va a ser muy útil en el plan de tratamiento. Efectuando este tipo de análisis cuidadoso nos acercamos más a nuestro hijo y desarrollamos una buena capacidad de observación, necesaria para ayudarles de un modo efectivo. 2. Sobre todo cuando se trata de enuresis secundaria, tendremos que ver qué es lo que ha determinado la recaída. Si el niño ha querido recuperar nuestra atención con el procedimiento de mojar la cama, no deberemos prestar atención a este hecho y, por el contrario, prestaremos atención y elogiaremos todas aquellas conductas más propias de su edad y el hecho de no mojar la cama. En caso de que existan situaciones de especial tensión para el niño que pudieran haber contribuido a la recaída, tendremos que ayudarle a superar esas situaciones. 3. Aumentar la capacidad de la vejiga y fortalecer los esfínteres. Recordemos que la vejiga de algunos niños enuréticos es "poco capaz" de aguantar ciertas cantidades de orina durante un tiempo. Muchos de estos niños muestran también dificultad para hacer funcionar de una manera adecuada los mecanismos (esfínteres) de apertura y cierre de la vejiga, y para establecer las debidas relaciones de control entre el sistema nervioso y el aparato urinario. Para superar estos inconvenientes es útil realizar ciertos ejercicios: • Cada vez que el niño sienta ganas de hacer pis, deberá retrasar durante unos minutos el momento de hacerlo. El objetivo de aumentar la capacidad de la vejiga se obtendrá mucho mejor si el niño realiza el ejercicio con la vejiga bastante llena. Para ello, debemos animarle a beber en abundancia durante la mañana y la tarde, ofreciéndole, si es necesario, bebidas muy apetecibles (zumos). Si el niño tiene gran dificultad en conseguir ir retrasando progresivamente durante más tiempo las ganas de orinar, podemos recurrir a distraerle con juegos, conversaciones, tan pronto como diga que tiene ganas de hacer pis o lo indique con sus gestos. En ningún momento conviene que los padres estén preguntando si tiene ganas de orinar. Tampoco conviene exigir al principio retrasos de mucha duración, conformándose, quizás, en algunos casos, con unos pocos segundos. • Para fortalecer los esfínteres de la vejiga y retener así mejor la orina, el niño deberá cortar el chorro durante unos segundos, dos o tres veces, cada vez que vaya a hacer pis. La realización de este ejercicio resulta más fácil cuando el niño está terminando de orinar, pero progresivamente deberá tratar de hacerlo al comienzo. 4. Aparatos. Algunos niños enuréticos tienen dificultad en despertarse cuando tienen la vejiga llena. Por esta razón, se han venido utilizando, desde hace muchos años, unos sencillos aparatos que ayudan al niño a despertarse en el momento preciso. Estos actúan como un despertador molesto que entra en función al mínimo escape de orina y que el niño tratará de evitar controlando la micción. No hacen ningún tipo de daño al niño y su eficacia está bastante probada. Sin embargo, conviene utilizarlo bajo supervisión del especialista. 5. Ejercicios para realizar antes de ir a dormir en los primeros días de entrenamiento. Además de estar realizando ya durante el día los ejercicios de beber en abundancia, retrasar la micción e interrumpir el chorro, conviene realizar otro tipo de ejercicios una hora antes de irse a la cama. Con estos ejercicios el niño ensayará y aprenderá conductas que tendrá que realizar a lo largo del programa de tratamiento durante la noche. El número de veces y días que tengan que durar estos ejercicios lo determinaréis conjuntamente con el especialista. Entrenamiento en autonomía. El niño deberá aprender a poner y quitarse su propio pijama, cambiar las sábanas, hacer la cama, etc., puesto que él tendrá que colaborar en todas estas tareas siempre que moje la cama. Los padres deberán estar muy atentos y elogiar la realización de todos estos ejercicios. El juego de despertarse, levantarse e ir a hacer pis. El juego consiste en echarse en la cama con la luz apagada simulando que duerme, permanecer así durante un minuto, levantarse e ir al cuarto de baño. En este momento los padres elogiarán al niño por realizar estos ejercicios y le animarán a retrasar la micción. Este juego deberá realizar varias veces. El aprendizaje de las conductas de este juego (echarse, levantarse, ir al cuarto de baño) va a facilitar al niño el poder realizarlas mejor cuando le despertemos durante la noche o cuando él se despierte con ganas de orinar. 6. Ejercicios para realizar durante la primera noche de entrenamiento: • Despertar al niño una hora después de acostarse e ir después despertándole cada hora en dos o tres ocasiones. • Si la cama está mojada cuando le despertamos, le hacemos ver con buenos modos que eso no está bien, le indicamos que vaya al cuarto de baño, que haga pis y que realice los ejercicios de autonomía y el juego de "despertarse, levantarse y hacer pis" que ensayó antes de acostarse. También, para evitar el desánimo en el niño, los padres le dicen cosas tales como: "estamos seguros de que lo vas a conseguir", "trata de poner un poco más de interés"."¡ya verás cómo lo consigues!". • Si la cama está seca, le despertaremos haciendo el menor ruido posible. Le elogiaremos por tener la cama seca. Si el niño nos dice que puede aguantar una hora más sin hacer pis, le elogiamos también por esto y se vuelve a meter en la cama. Si quiere orinar, irá al cuarto de baño y se le alaba por orinar en él. Le damos agua si lo desea y le animamos a aguantar hasta la próxima vez que le despertemos. • Se le despierta media hora antes de la mañana siguiente y seguimos el mismo procedimiento según esté seco o mojado. 7. ¿Qué hacer los días sucesivos? Lo que hay que hacer en los días sucesivos y el tiempo que han de durar estos ejercicios dependerá de los resultados iniciales y lo determinéis, conjuntamente, con el especialista. 8. Motivación. Para que nuestro hijo aprenda las habilidades necesarias para el control nocturno de la orina, debe tener interés por aprender. Para que desarrolle este interés deberá descubrir que dejar de mojar la cama es más agradable y le traerá muchas más ventajas que el mojarla. Son varias las circunstancias que pueden despertar el interés de nuestro hijo: • Registros. Cada mañana que se despierte con la cama seca deberá hacer en el calendario un círculo alrededor del día correspondiente. Además, en una hoja aparte que os proporcionará el orientador irá anotando los minutos que ha sido capaz de retener la orina, el número de veces que ha interrumpido el chorro de orina, etc. Estos registros que animarán al niño a comprobar sus progresos los revisaréis cada día en casa y periódicamente con el especialista. • Autoinstrucciones. Durante el día, el niño (cuando esté en el colegio, cuando esté jugando, viendo la televisión, haciendo las tareas, etc.) deberá decirse a sí mismo frases como éstas: "soy capaz de dejar de mojar la cama", "lo estoy consiguiendo", "soy muy valiente", "¡qué bien se está así!". Los padres deberán estimular este ejercicio sirviendo de modelos. • Aprobación social. La psicología nos enseña que aprendemos aquellas conductas que tienen para nosotros consecuencias agradables. Por esta razón, los progresos que nuestro hijo vaya haciendo en el control de la orina, tanto por el día como por la noche, deben ir inmediatamente seguidos del elogio, de la aprobación, de las muestras de satisfacción por parte de los padres y otros familiares. La cooperación y el interés que los padres muestren es de gran importancia. Al principio, este reforzamiento social debe ser muy frecuente (por la mañana, a la hora de comer, cuando llega del colegio, por la noche, a lo largo del día). Más tarde, cuando haya obtenido éxitos repetidos (una semana sin mojar), haremos estos elogios sólo de vez en cuando. • Cambios en otras áreas. Con mucha frecuencia, cuando el niño va haciendo progresos, gana confianza y se hace de sí mismo una idea más positiva. Por esto, no es de extrañar que también mejore en otras áreas de su conducta (colegio, amigos). Además, obtiene otras ventajas: ir a un campamento, un nuevo colchón, la comodidad de una cama seca. Esa mejoría y estas ventajas refuerzan claramente el aprendizaje del control de la orina. En esta situación, son muy difíciles ya, por no decir imposibles, las recaídas. CUANDO TERMINAR EL PROGRAMA DE TRATAMIENTO. Los criterios de éxito y, por tanto, la terminación del programa lo decidiréis conjuntamente con el especialista. PARA RECORDAR. 1. El controlar la orina durante la noche es un aprendizaje complejo que algunos niños tardan en adquirir. Si éste es el caso de nuestro hijo, no debemos impacientamos, sino tratar de buscar una solución. 2. Debemos tener muy claro lo que no conviene hacer: • No debemos etiquetar a nuestros hijos. • No debemos utilizar castigos. • No debemos utilizar gasas. • No debemos prohibir que el niño tome líquidos. • No debemos prestar atención, exceso de cuidados y conceder "ventajas" por el hecho de mojar la cama. 3. También conviene saber lo que conviene hacer: • Motivar al niño a mantener la cama seca. • Animarle a beber en abundancia, retener la orina y hacer los ejercicios de interrupción del chorro. • Reforzar sistemáticamente mediante el elogio, los premios y la atención, los logros que vaya consiguiendo por pequeños que sean. • Comentar el aprendizaje y desarrollo de conductas de autonomía, en el niño. Selecciona: Vicente Elustondo. Orientador. COSTA, Miguel y LÓPEZ, Ernesto: Si tu hijo todavía moja la cama. Centros de Promoción de la Salud.