Las maravillas del espacio interno

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CAPITULO
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Las maravillas del espacio interno
Desde que el Sputnik entró en órbita y los seres humanos
pusieron el pie sobre la luna más tarde, el espacio exterior ha
cautivado nuestra imaginación. Cada año surgen nuevos lo. gros en este campo y se abren nuevas perspectivas a la exploración espacial. Los astronautas americanos y los cosmonautas
soviéticos son, en verdad, los héroes y heroínas de nuestra
época.
Aunque hemos logrado notables progresos y alcanzado
distantes planetas, tristemente, no estamos más cercn del corazón de nuestro prójimo. En verdad, hoy nos encontramos
al borde de un precipicio; un paso en falso y este bello planeta
nuestro, con sus miríadas de formas de vida, será destruido.
Sólo hay un camino para lograr la paz y felicidad perdurables:
Debemos hacer nuestro el reto de lo que he llamado "espacio
interior".
Para viajar al espacio interior tenemos que aprender
cómo elevarnos sobre la conciencia del cuerpo. Este cuerpo
humano es la plataforma de lanzamiento; el Naam, Shabd o
Verbo es el vehículo espacial; el Satgurú o Maestro es el piloto
y sistema de guía y el amor es el combustible que necesitamos
para este viaje interno. Dados estos cuatro requisitos, no hay
razón para que no podamos regresar a nuestra Fuente, el
Creador, durante este mismo período de vida. Este es el mensaje eterno de los místicos.
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LAS MARAVILL AS DEL ESPACIO INTERNO
Desde tiempos inmemori ales, los santos y profetas nos
han Jidw que así como tenemos mundos y universos externos. también tenemos mundos y universos internos. Nos han
hablado del viaje a estos mundos internos y en las escrituras
de las grandes religiones encontram os referencia s de tales
viajes místicos, cuyo fin último es la comunión del alma con
su Creador. Por unos pocos siglos, en aras de la ciencia, la
humanida d, particular mente en el Occidente , ha ignorado la
realidad interna. Pero la misma ciencia está redescubr iendo
esta antigua sabiduría. Empezan do con el libro del Dr. Raymond Moody, Vida desp11és de la Vida, investigad ores médicos
han registrado las experienc ias "después de la muerte" de
muchas personas declarada s clínicame nte muertas pero que
revivieron . Con esta evidencia , los médicos están comenzan do
a tomar conciencia acerca de la existencia de una vida después
de la muerte o de una vida antes de esta vida. Se están dando
ú1e1Ha de que hay una conciencia individua l que 110 perece
al morir el L"llerpo y que mientras está en él, se identifica con
éste pero no es él. Es una concienci a que es capaz de separarse
del cuerpo y de ver y oír sin la ayuda de los órganos corporale s,
cuando se presenta una crisis inesperad a.
En efecto, esta verdad es el fundamen to de las tradicione s
esotéricas y religiosas legadas a nosotros desde los tiempos
más remotos. Tales tradicione s no sólo manifiest an que el .ser
humano es una entidad espiritual , una entidad que sobrevive
a la muerte física, sino que también afirman que es posible
para dicha entidad o alma, elevarse sobre el cuerpo mientras
todavía vive y entrar, a voluntad, en los reinos que existen
má'>, allá de lüs mundos físicos. Viajar .por el espacio externo
puede ser un nuevo concepto para la ciencia, pero viajar hacia
el espacio interno ha sido parte integral del misticism o desde
los albores de la historia.
Si deseamos explorar las maravilla s del espacio interior,
debemos experimen tarlo por nosotros mismos. Nuestro
cuerpo físico es la plataform a de lanzamien to para ir hacia el
espacio interior. Los santos, los profetas y las escrituras nos
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dicen que el nacimiento humano es la única forma de vida en
la que podemos lograr la realización de Dios. El cuerpo humano es el templo que el Señor Dios ha construido con sus
propias manos. El no reside en los templos levantados por
'l~s manos humanas. Reside en el templo que El mismo ha
h~cho. Todos los santos y las escrituras dicen que el nacimiento humano es la cima y corona de la creación, porque de
las 8.4 millones de especies de vida, sólo en la forma humana
tenemos la dorada oportunidad de realizar la unión de nuestra
alma con el Creador. Los musulmanes se refieren al nacimiento humano como Ashraf-ul-makhlugat y los hindués lo
llaman nar-naraini-deh. Las escrituras cristianas dicen que Dios
hizo al hombre a su propia imagen. Se dice que cuando los
seres humanos fueron creados, aún a los ángeles se les pidió
inclinarse ante ellos, porque si desean fundirse con el Creador,
primero tienen que asumir la forma humana.
Entonces, el cuerpo humano es la plataforma de lanzamiento para remontarnos al espacio interior. Por eso, tenemos
que invertir la atención del mundo externo y entrar al interno.
La atención o surat es el atributo del alma. Actualmente, nuestra atención va hacia afuera a través de los sentidos. Tenemos
nueve aberturas: dos ojos, dos oídos, dos fosas nasales, la
boca y las dos aberturas inferiores. Nuestra atención está atrapada en los placeres sensuales. Idealmente, nuestra alma debería estar controlando a la mente y ésta a los sentidos. Pero
la situación es al contrario. Somos almas encarnadas y ambas,
el alma y la mente, viven juntas dentro del cuerpo humano.
Los sentidos arrastran a la mente y como alma y mente están
unidas, también nuestra alma es arrastrada por los placeres
sensuales. Así, somos incapaces de escapar a los atractivos
del mundo externo y de invertir nuestra atención hacia los
mundos internos. ¿No es extraño que por una parte Dios nos
haya ordenado llevar una vida ética y espiritual, mientras que
por la otra, haya llenado de tentaciones cada paso del sendero?
Nuestra condición ha sido descrita apropiadamente por el
gran sufí persa, .Khwaja Hafiz: "El hombre ha sido atado a
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una balsa y abandonado en medio de los altos mares con la
advertencia: ¡Ten cuidado, no sea que tus ropas se mojen!"
Es en este aprieto que el hombre se da cuenta de su desamparo.
Entonces grita desde el fondo de su corazón y le ora a Dios
para que venga en su rescate. Gurú Gobind Singh, el décimo
Gurú de los sikhs, ha dicho que Dios escucha más rápido el
llanto de una hormiga que el trompeteo de un elefante. Uno
de mis versos, en urdú, dice:
S11n11e ga rooh parwaaz
dey kc dck/1 zaraa,
Qan:c/1 lwi 11sey aaw:: dey ke dekh zarna.
El está dispuesto a esrncliaril'
si sola111c11te c/crns t11 espíritu.
El está 11111 cerca de tí,
L/á11111/o, con seguridad rcspo11derá.
Dios escucha el llanto que sale de los corazones y almas
de los buscadores sinceros. El envía, desde los más elevados
cielos, a los santos o Maestros para que nos rescaten de las
garras de los deseos y enredos mundanos. Nos enseñan a
invertir la atención, del mundo externo al interno y nos llevan
de regreso al Hogar, a través del contacto directo, de primera
mano, con el Verbo o Sagrado Naam.
Así como tenemos una nave para ir al espacio externo,
utilizamos el vehículo del Sagrado Naam o Verbo para viajar
a través del espacio interior. Gurú Nanak, dice:
El Naam creó todos los m1111dos
y 1111iversos
El Naam sostie11e toda vida y creación.
La 'Luz de Dios y la Música de las Esferas son las manifestaciones primarias del Poder Creador que dieron lugar a la
existencia de las regiones interiores, a todos los universos, a
la humanidad y a todas las demás especies de vida. Desde el
comienzo del tiempo, ha sido Ley de Dios que quien desee
obtener la comunión de su alma con el Creador, lo hará a
través del cpntacto directo con la Luz de Dios y la Música de
las Esferas.
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Dado que necesitamos el vehículo del Naam o Verbo
para viajar por el espacio interior, surge la pregunta: "¿Cómo
podremos abordar este vehículo?" Según el Surat Shabda
Yoga, el método más natural es conectando la atención o surat
con el Poder del Naam n Verbo. Uniendo la atención con el
Shabd podemos reunirla con su Fuente. El proceso de la meditación empieza cuando nos concentramos en el más elevado
asiento del alma dentro del cuerpo, conocido como tercer ojo
u ojo único. Cuando nuestra atención es concentrada en el
centro del ojo, la oscuridad que i11icialmente vemos, es disipaJ<.1 y percibimos Jireclc1111enle l.:i Luz Je Dios.
Junto con la visión interna, comenzamos a escuchar el
Verbo de Dios, el no interpretado Shabd o Música Celestial.
Esta práctica es conocida como bhajan o escuchar la Corriente
de Sonido. A medida que la conciencia se concentra en el foco
del ojo, sentimos que el cuerpo se adormece. Las corrientes
motoras que sostienen las diferentes funciones corporales quedan intactas, pero las corrientes sensorias comienzan a retirarse hacia arriba. Este proceso de retiro es similar al que se
experimenta en el momento de la muerte. Sin embargo,
cuando es practicado bajo la guía de un Adepto, es un proceso
sin dolor y lleno de felicidad. Comienza con el Simran o visión
interna y es grandemente acelerado, durante el Bhajan o audición interna, cuando nos concentramos en la Música interna.
Al trascender completamente el cuerpo, contemplarnos
la forma radiante interna de nuestro Maestro. Ahora, nos
damos cuenta de que, a diferencia de cualquierr otro profesor
o amigo, el Maestro está siempre con nosotros y, en cierto
sentido, más cerca de nosotros que nosotros mismos. Al comprender que el nos está guiando y protegiendo constantemente, nos colocamos bajo su dirección y él nos guía etapa tras
etapa, durante el resto de nuestra jornada sin reposar hasta
que seamos uno con el Creador.
Además de una plataforma de lanzamiento y de un vehículo para viajar por el espacio, necesitamos también un piloto
y un sistema de guía. En el caso del espacio externo, miles
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de técnicos y científicos recolectan y proveen de datos al computador para capacitar a quienes están en la nave espacial con
el fin de que viajen en forma segura. Pero pílra viajar hacia
el espacio interior sólo necesitamos la ayuda del Adepto espiritual. Es el Maestro viviente quien nos da la guía necesaria
y nos lleva en el vehículo del Sagrado Verbo o Naam hasta
nuestro destino final. Nos enseña cómo elevarnos sobre la
conciencia del cuerpo y nos concede una experiencia directa
de la Luz de Dios y de la Música de las Esferas.
Con frecuencia, me han cuestionado el porqué la necesidad del Maestro viviente o Gurú si deseamos seguir el sendero
espiritual. La gente dice: "Hemos tenido grandes maestros
tales como Budha, Mahavira, Cristo, el Profeta Mahoma, Gurú
Nanak y otros. ¿Por qué entonces necesitamos un Maestro
viviente?" Es sorprendente que ésto nos preocupe sólo en el
campo de la espiritualidad. En casi todos los demás quehaceres
humanos, claramente aceptamos la necesidad de un profesor
viviente.
En el campo de los estudios académicos, sabemos que
no hay substituto para el profesor viviente, para aprender
cualquiera de las ciencias de la humanidad. Así, enviamos
nuestros hijos a la escuela y cuando han crecido, Jos colegios
y universidades. Si deseamos hacer un experimento en el área
de la física, con seguridad buscamos un profesor que sea
competente en esta materia. No nos importa si él o ella vienen
de alguna nación en particular o si pertenecen a alguna tradición religiosa específica. Lo que nos importa es su competencia
en la respectiva disciplina. Igual sucede con cualquiera de las
artes. Si es nuestro deseo aprender un arte, tenemos que
estudiarlo a los pies de un artista. Yo soy poeta y tuve que ir
a donde uno de los principales poetas de la lengua urdú, de
la época, Janan Shamim Karhani, quien me enseñó todo lo
referente a la prosodia y demás refinamientos de la poesía.
Si no hay substituto para un profesor viviente en las
actividades profanas ¿por qué no aceptamos el mismo principio en el campo de la espiritualidad? En verdad, en el caso
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del sendero místico, hay dos razones adicionales especiales
por las que debemos tener un guía o Maestro viviente. Cristo
dijo que cuando le hablaba a las multitudes, lo hacía en parábolas, pero que a sus discípulos se dirigía en términos directos.
Las escrituras describen las experiencia s y revelacione s internas legadas a nosotros por los santos, sabios y profetas. Ellos,
con frecuencia, se refieren a regiones más allá del alcance de
nuestro intelecto y entonces, recurren a la parábola, a la alegoría o al símbolo. Si no tenemos la guía de un Hombre-Di os,
que haya recorrido por sí mismo los planos internos, que viaje
internamen te cada día, en realidad, muchas veces al día, tomaremos como figurativo lo que tiene un significado literal y
viceversa.
Las escrituras son invaluables como registros de las revelaciones pasadas, pero si queremos entender su verdadera
importancia , necesitamo s la ayuda de un Adepto viviente.
Ellas, son como la Bella Durmiente que regresó a la vida sólo
cuando recibió el beso de un príncipe viviente. En verdad, el
Maestro, el Hombre-Di os, el profesor viviente, con su toque
mágico da vida a los libros sagrados del pasado y los hace
hablar con tal exactitud, que al principio puede tomarnos casi
por sorpresa.
El conocimien to, sin embargo, es sólo una parte del dominio de la espiritualid ad y además, la más pequeña. El misticismo se apoya en última instancia, en la experiencia directa
de primera mano. No es un sendero de dogma o creencia
ciega. Un santo ha dicho: "A menos que vea con mis propios
ojos, no creeré ni siquiera en lo que mi Maestro diga". Nosotros mismos necesitamo s experiment ar la realidad interna.
Necesitamo s viajar al espacio interno. La ayuda del Maestro
viviente es crucial si queremos lograr el correcto entendimiento de nuestras escrituras. Es aún más indispensab le
cuando vamos a emprender la tarea de ir internamen te. Necesitamos a alguien que haya recorrido el espacio interior, que
haya viajado a través de las muchas regiones internas y se
haya fundido con Dios. En verdad, si queremos tener éxito,
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es tan definitivo el papel del Adepto viviente, que su importancia difícilmente puede ser enfatizada. Es él quien primero
nos trae a Sus pies, porque como dice un dicho sufí: "El amor
primero emana del corazón del Amado". Todos somos ovejas
extraviadas. No podemos encontrar el camino sin la ayuda
del pastor. Ni siquiera estamos capacitados para reconocer
nuestro pastor. Es el Hombre-Dios, quien por su profunda
compasión, se apiada de nosotros y nos atrae con su radiación.
Trae consigo los inexplicables tesoros del Señor Mismo, ocupándose solamente de su distribución. El no mira nuestros
fracasos, nuestras limitaciones, nuestros pecados. Si lo hiciera,
¿quién podría ser digno de este don divino? El gran regalo
que nos concede es la iniciación o contacto con el Poder del
sagrado Verbo o Naam.
El Maestro no es un mortal corriente, sujeto a las limitaciones de la existencia individual. Siendo uno con el Señor,
comparte sus atributos. Aunque nos guía a cada paso, en
cada vuelta, somos inconscientes de su cuidado permanente.
Sin embargo, una vez nos elevamos, le vemos llevándonos
bajo sus alas protectoras y ayudándonos, etapa tras etapa, a
recorrer los planos espirituales interiores.
La tremenda complejidad y los peligros potenciales del
viaje ai espacio exterior hacen necesaria la utilización desistemas de guía especiales, dirigidos por científicos, en centros
de control desde la tierra. El Maestro viviente realiza una
función similar. Aunque esté a miles de millas de distancia,
provee guía y asistencia al discípulo en todo momento, a
través del poder de la transferencia de pensamiento. Entonces,
de nuevo, viajar al espacio interior conlleva aún mayores riesgos que viajar al espacio exterior. El sendero se encuentra
obstaculizado por distracciones y tentaciones. No es fácil ir
más allá del alcance de. la mente, la cual, es un adversario
sumamente sutil y encuentra millones de formas para retener
al alma dentro de su ámbito. Si llegamos con éxito a nuestro
destino final, se debe al omniabarcante amor y gracia del
Maestro. Somos incapaces de impulsarnos por nosotros mis54
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mos. Sin su guía, dirección y protección constantes, nos perderíamos miles de veces antes de pasar siquiera por los niveles
preliminare s de Ja jornada.
Mi propio Maestro, Hazur Baba· Sawan Singh Ji, solía
decir: "Trátame como si fuera tu hermano mayor o tu padre.
Trátame como a un viejo amigo o a tu profesor. Escucha lo
que te digo y practica Jo que te he enseñado. Una vez que
vayas internamen te, podras llamarme con el nombre que gustes".
Cuando viajamos al espacio exterior, necesitamo s un
combustible especial para nuestra nave. El combustible corriente no puede servirnos para recorrer el camino que tenemos por delante. Para el viaje al espacio interior también necesitamos un combustible especial, el combustible del amor
divino. Si queremos lograr la meta final de ser uno con Dios,
sólo podremos hacerlo desarrollan do amor por El y por toda
Su creación. La palabra "amor" aflora fácilmente a nuestros
labios y hablamos muchísimo de la hermandad del hombre
y de la necesidad de la comprensió n y la compasión, pero
esto sólo lo hacemos desde un nivel intelectual. No es más
que una declaración verbal. No creemos en el amor en lo más
profundo de nuestro corazón, en lo más profundo de nuestra
alma.
Los santos hablan del amor que permea cada átomo,
cada célula de nuestro ser. Es un amor que mira hacia Dios
y hacia todo ser humano; es un amor que no desatiende esta
vida o e:>te mundo por la vida del más allá o el mundo del
más allá. Es un amor que contempla toda la creación como
obra de Dios, haciéndono s ver que si fracasamos en el amor
hacia las criaturas de Dios, ya sea un ser humano, un ave o
una bestia, fracasaremo s en amar al Creador. Es un amor que
nos inspira de la forma como lo hizo con San Francisco de
Asís, quien consideraba a un simple burro como a su propio
hermano.
La ciencia espiritual nos invita a ser íntegros o seres
humanos cabales. Estamos constituido s de tres partes: cuerpo,
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mente y alma. Tenemos un cuerpo físico y es apenas natural
que nos desarrollemos físicamente y aseguremos la salud de
nuestro cuerpo. Del mismo modo, tenemos un intelecto y
hacemos todo el progreso posible en el campo intelectual. En
verdad, en los últimos años, los logros en el campo de la
ciencia y de la tecnología han sido tan espectaculares que ya
nos han comunicado con el universo que nos rodea. Pero
junto con el cuerpo y el intelecto tenemos el alrna, la cual
anima a estos dos y hasta ahora, la hemos menospreciado.
Los santos y los sabios nos dicen que también debemos desarrollarnos espiritualmente. Es sólo haciendo ésto que podemos
esperar convertirnos en seres completamente integrados y
darnos cuenta del potencial oculto que yace dentro de nosotros.
En una de mis giras, conocí a un astronauta que había
ido a la luna y hablamos del viaje a través del espacio interior
y exterior. Existen paralelos entre los dos, expliqué, los cuales
están relacionados el uno con el otro. Dijo que cuando la nave
despegó de la tierra, no era más que un científico cuya mente
estaba ocupada por completo en la difícil misión a la que había
sido enviado. Sin embargo, cuando completó está misión e
iba de regreso a casa, su mente comenzó a expandirse hasta
los planetas y cuerpos celestes ante él. Este planeta madre,
rodeado de un halo azul, lucía tan exquisitamente hermoso
que se llenó de amor por todo lo que abarca, por todas las
formas de vida que sustenta. Había abandonad.o esta tierra
como científico y ahora regresaba casi como un místico.
El día que salimos de nuestro planeta, nuestra personalidad adquirió una dimensión interplanetaria. Si viajando al
espacio exterior podemos transformar así nuestra forma de
percepción, imagínense lo que podría lograrse viajando al
espacio interior. Es significativo que los más grandes exponentes del amor universal que el mundo ha conocido, hayan sido
los santos y los místicos, los Maestros del espacio interior.
Son ellos quienes nos han hecho comprender la Paternidad
de Dios y la hermandad del hombre. El amor, según ellos,
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no es algo abstracto sino una realidad viviente. Ellos son encarnaciones del servicio y del sacrificio. Los anales del misticismo y de la espiritualidad están llenos de mártires que voluntariamente dieron sus vidas por amor a la humanidad. Para
nosotros, en el mundo exterior, Ja unidad de toda vida es una
suposición mental o un concepto intelectual, pero cuando
vamos internamente, nuestra visión se hace más sutil. Al avanzar en el sendero interior, percibimos cada vez más la Luz de
Dios que irradia cada objeto a nuestro alrededor. Sólo cuando
vemos que toda Ja creación es sustentada por Ja misma vida,
la misma Luz, podemos finalmente amar a nuestro prójimo
como a nosotros mismos. Entonces, adquirimos la humildad
infinita de los santos, porque a los ojos de quien puede ir al
espacio interior a voluntad, tanto Ja más insignificante como
Ja más elevada de las criaturas, son bendecidas con la divinidad.
Si amamos a cada criatura no puede haber enemigo ni
extranjero, tampoco habrá lugar para el odio ni la desconfianza, la violencia o la guerra. Viviríamos en perfecta armonía y
paz como hijos del mismo Padre. Esta es la meta hacia la cual
los místicos y los santos han estado siempre dirigiendo nuestros pasos. Ellos vienen a nosotros diciéndonos: "No somos
el cuerpo sino espíritu. ¿Por qué sacrificarlo todo por él?
Aprende a elevarte sobre la conciencia del cuerpo y explora
las maravillas del espacio interior. Descubre por tí mismo tu
propia divinidad y Ja de toda la creación".
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