Crisis de una sociedad colonial. Identidades colectivas y representación política en la ciudad de Charcas (Siglo XVIII) Author(s): Sergio Serulnikov Source: Desarrollo Económico, Vol. 48, No. 192 (Jan. - Mar., 2009), pp. 439-469 Published by: Instituto de Desarrollo Económico y Social Stable URL: http://www.jstor.org/stable/20627850 . Accessed: 01/04/2014 11:03 Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at . http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp . JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. . Instituto de Desarrollo Económico y Social is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Desarrollo Económico. http://www.jstor.org This content downloaded from 136.167.3.36 on Tue, 1 Apr 2014 11:03:05 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions Desarrollo Econ?mico, vol. 48, NQ 192 (enero-marzo 2009) CRISIS DE UNA SOCIEDAD COLONIAL. IDENTIDADESCOLECTIVAS Y REPRESENTACI?N POLITICA EN LA CIUDAD DE CHARCAS (SIGLOXVIII)* SERGIO SERULNIKOV** Existe considerable consenso en la historiografla latinoamericana actual sobre los aspectos profundamente tradicionales que moldearon las identidades colectivas y las pr?cticas representativas durante la transici?n de la colonia a la rep?blica. Recientes de los imaginarios politicos y las estructuras estudios jundico institucionales de la monarquia hisp?nica muestran que tras el vacio de poder dejado por la caida de la dinastia espahola en 1808, el nuevo sujeto de la soberanla no recay? en el pueblo en el sentido contractualista, individualista y universal de la ilustraci?n francesa, sino en los pueblos como concebidos las antiguas comunidades y corporaciones que componian laestructura plural del imperio. Fueron las ciudades -las unidades politicas de base del mundo hispanoamericanoy los ayuntamientos -la m?s emblem?tica instituci?nde autogobierno proveniente de la tradici?n medieval castellanalas que terminan prevaleciendo como forma primaria de organizaci?n politica1. Los trabajos sobre movimientos sociales andinos durante el siglo XVIII, centr?ndonos ya en el ?rea especffica de nuestra investigaci?n, refuerzan esta imagen. En su cl?sico librosobre la revoluci?n de los comuneros en Nueva Granada de 1781, la m?s importante rebeli?n criolla de la ?poca, John Leddy Phelan argument? que las elites americanas respondieron a los avances del estado absolutista borb?nico mediante la apelaci?n ateorias mon?rquicas pactistas. El constitucionalismo hist?rico.constituy? un intentode volver al modelo habsburgo * La investigaci?n Nacional de para este estudio conto con la ayuda financiera del Consejo de la Argentina (Conicet), la John Simon Guggenheim Foundation, Investigaciones Cientificas y Tecnicas Escuela de Estudios Hispano-Americanos de Sevilla, la Fundaci?n Antorchas y la John Carter Brown Library. ** Universidad de San Andres/Conicet. Vito Dumas 284, Victoria, Buenos Aires (B1644BID). Tel. (54-11) 4725-7067. Email: [email protected]. 1Vease en particular Frangois-Xavier Guerra, Modernidad e independencias. Ensayos sobre las revoluciones (Mexico: MAPFRE, 1992); Antonio Annino, L. Castroleiva y F. X. Guerra, De los Imperios a las hisp?nicas Naciones: Iberoamerica (Zaragoza: Ibercaja, 1994); y Jose Carlos Chiaramonte, Naci?n y Estado en Iberoamerica. El lenguaje politico en tiempos de las independencias (Buenos Aires Editorial Sudamericana, 2004). This content downloaded from 136.167.3.36 on Tue, 1 Apr 2014 11:03:05 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions 440 SERGIOSERULNIKOV de gobierno, no un anuncio de los tiempos por venir2. Los m?ltiples motines contra el aumento de los impuestos en La Paz, Arequipa y otras ciudades del Alto y Bajo Per?, han tendido a ser vistos como revueltas tfpicas de Antiguo Regimen y, en no han alterado de manera sustantiva este paradigma3. consecuencia, El presente ensayo se propone repensar algunas de las premisas de este modelo interpretativo. Nuestro trabajo se centra en la ciudad altoperuana de La Plata, la sede de la audiencia de Charcas, a fines del siglo XVIII. Como es bien a la peninsula Iberica, la ciudad de La Plata sabido, tras la invasi?n napole?nica Sucre en la actualidad) fue el escenario de (conocida tambien como Chuquisaca, los primeros ensayos de ruptura abierta con los virreyes y de sustituci?n de las autoridades vigentes por nuevos organismos de gobierno. En mayo de 1809, una coalici?n de oidores de la audiencia, oficiales del cabildo y abogados, respaldados por lamovilizaci?n de sectores plebeyos que protagonizaron cruentos enfrentamientos con la guarnici?n militar, asumieron el poder luego de destituir al intendente de Charcas a abandonar la ciudad. El y de forzar al arzobispo movimiento se expandi? pronto a La Paz, en donde adquiri? tonos m?s radicales4. Mientras los estudios sobre el alzamiento tupamarista nos ayudan a entender tendieron a evitar la movilizaci?n por qu? las elites altoperuanas indfgena y a rechazar el tipo de revoluci?n de sesgo liberal propugnada por los primeros sabemos ejercitos criollos provenientes del Rio de la Plata y Nueva Granada, mucho menos acerca de la genesis de las transformaciones sociales detr?s de tempranos estallidos urbanos de rechazo al orden establecido5. aquellos 2 John 1781 (Madison, Leddy Phelan: The People and the King: The Comunero Revolution inColombia, University ofWisconsin Press, 1978). 3 Sobre revueltas urbanas en los Andes, vease Rossana BarragAn: "Espanoles patricios y espanoles europeos: conflictos intra-elitese identidades en laciudad de La Paz en visperas de la independencia 1770-1809", en Charles Walker (Ed.): Entre la ret?rica y la insurgencia: las ideas y los movimientos sociales en los Andes, Siglo XVIII (Cusco: Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolome de las Casas, 1995), pp. 113-171; David Cahill: 'Riot': The Arequipa Disturbances of 1780", en John Fisher, Allan Kuethe y "Taxonomy of a Colonial (Eds.): Reform and Insurrection inBourbon New Granada and Peru (Baton Rouge: Louisiana Anthony McFarlane University Press 1990), pp. 255-291; Fernando CajIas de la Vega, Oruro 1781: Sublevaci?n de indios y rebeli?n criolla (2 vol?menes), (La Paz, CEPA, 2005); Oscar Cornblit: Powerand Violence in theColonial City. Oruro from theMining Renaissance to the Rebellion of Tupac Amaru (1740-1782) (New York, Cambridge University Press, "The Rebellion of the 'Barrios': Urban Insurrection inBourbon Quito", en Fisher, 1995); Anthony McFarlane: Kuethe yMcFarlane (Eds.): Reform and Insurrection,pp. 197-254; Scarlett O'Phelan Godoy: Un siglo de rebeliones anticoioniales. Peru y Bolivia 1700-1783(Cusco: Centro de Estudios Bartolome de las Casas, 1988), pp. 175-222. en Silvia Marina Arrom, "Introduction: Rethinking Un balance de losmovimientos urbanos en Hispanoamerica Urban Politics inLatin America before the Populist Era", en Silvia Marina Arrom y Servando Ortoll: Riots in the Cities. Popular Politics and theUrban Poor inLatin America, 7765-7970(Wilmington, SR Books, 1996). 4 Jorge Siles Salinas: La independencia de Bolivia (Madrid, MAPFRE, 1992); Danilo Arze Aguirre: Participacion popul?ren la independencia de Bolivia (La Paz, OEA, 1979); Estanisiao Just: Comienzo de la independencia en el Alto Peru: los sucesos de Chuquisaca, 1809(Sucre, Editorial Judicial, 1994). 5 Los estudios regionales de mediano y largo plazo sobre las pr?cticas politicas de los pueblos andinos incluyen,entre otros, Cecilia Mendez: The Plebeian Republic: The Huanta Rebellion and theMaking of thePeruvian iVila: Y se arrno el tole tole. Tributos State, 1820-1850 (Durham, Duke University Press, 2005); Nuria Sala indigenas y movimientos sociales en el virreinato del Peru, 1784-1814 (Cusco, IER, 1996); Sergio Serulnikov: toSpanish Rule inEighteenth-Century Southern Andes (Durham, Duke Subverting Colonial Authority Challenges University Press, 2003); Sinclair Thomson: We Alone Will Rule. Native Andean Politics in theAge of Insurgency (Madison, The University ofWisconsin Press, 2002); Mark Thurner: From TwoRepublics toOne Divided: Contradicting Postcolonial Nation Making inAndean Peru (Durham, Duke University Press, 1997); Charles Walker: Smoldering Ashes. Cuzco and theCreation of Republican Peru, 1780-1840 (Durham, Duke University Press, 1999). This content downloaded from 136.167.3.36 on Tue, 1 Apr 2014 11:03:05 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions Y REPRESENTACI?N POLITICA ENLACIUDADDE CHARCAS IDENTIDADES COLECTIVAS 441 Para responder a este interrogante es preciso adoptar un enfoque diferente en este campo de la indagaci?n hist?rica. Nos al que ha sido prevaleciente del sistema colonial a partir de una historia la crisis proponemos pensar -no un estudio de sus causas s?lo estructurales o de las propiamente politica ideas e imaginarios- y de una historia que apunte a tomar como punto de llegada, no de partida, como ha sido generalmente el caso, los procesos abiertos por los traum?ticos eventos de 18086. En el caso de La Plata, aquel punto de partida debe situarse en la decada de 1780, cuando al calor de un intenso proceso de formas de identidad colectiva y mecanismos de agitaci?n social emergieron tanto las tradicionales relaciones del representaci?n politica que cuestionaron patriciado con la plebe urbana como el estatuto de la relation entre lamonarquia Es mi hip?tesis que este acontecimiento fue provocado y la ciudad. por la a dos de fuerzas los extremos hist?ricas conjunci?n poderosas originadas rebeliones andinas de 1780-1782 y las opuestos del orden colonial: las masivas Ambos fenomenos tuvieron un impacto muy borb?nicas. politicas absolutistas particular en la vida de la ciudad. Charcas, como es conocido, constituy? uno de los tres principales epicentros de insurgencia durante la era de la revolution tupamarista. Sin embargo, en contraste con las regiones de Cuzco y La Paz, donde las milicias rurales y los en la supresi?n de los ejercitos regul?res jugaron un rol preponderante levantamientos, la lucha contra las fuerzas indlgenas recay? aqui exclusivamente en los vecinos de la ciudad. en Fueron las milicias urbanas, organizadas las que cargaron con el esfuerzo belico, en companias de patricios y plebeyos, de varias especial durante el asedio a La Plata por parte de miles de campesinos provincias en febrero de 1781. Pero aunque el vecindario asurnio todo el peso de la guerra, no podria disfrutar por mucho de los frutos de la victoria. En los meses a estacionar la Corona de soldados posteriores, procedena companias en las urbes andinas. La Plata no fue la exception. Por peninsulares grandes primera vez desde el siglo XVI, la ciudad vena la instalaci?n de una guarnicion militar permanente a unos metros de la Plaza Mayor. Igualmente significative las milicias de Charcas, un gasto innecesario para el erario y sobre consideradas todo poco confiables politicamente, serian con el tiempo disueltas -en particular una de las companias de mestizos que fue mantenida en pie despues de la insurrection7. No es necesario insistiraqui en que la concentration de la fuerza en el ejercito regular espanol formaba parte de un amplio conjunto de medidas, como las reformas borb?nica, orientadas a establecer conocidas genericamente la plena sujeei?n de los territorios americanos a la metr?poli. Para los fines de este trabajo, baste mencionar la sistematica exclusion de las elites criollas de 6 Estudios como los de Rossana Barrag?n o Sarah Chambers para La Paz y Arequipa son sin duda un importante paso en esta direcci?n. Vease, Barrag?n: "Espanoles patricios y espanoles europeos"; Sarah C. Chambers: From Subjects toCitizens. Honor, Gender and Politics inArequipa, Peru, 1780-1854 (University Park, The Pennsylvania State University Press, 1999). 7 Las milicias urbanas habian por ejemplo tenido una activa participaci?n en los levantamientos popul?res de Arequipa en 1780 y de Nueva Granada en 1781. Vease, Cahill: 'Riot'"; y Juan "Taxonomy of a Colonial Marchena Fern?ndez: Ejercito ymilicias en el mundo colonial americano(Madrid, Editorial MAFRE, 1992), pp. 204 210. Sobre las reformas militares en el Peru durante laepoca de Carlos III,vease asimismo Leon Campbell: The Military and Society inColonial Peru, 1750- ?8tO(Philadelphia, The American Philosophical Society, 1978). This content downloaded from 136.167.3.36 on Tue, 1 Apr 2014 11:03:05 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions SERGIOSERULNIKOV 442 los altos cargos p?blicos, el aumento general de la carga fiscal y los ataques a la autonomia de las corporaciones locales. Estamos en presencia y comunidades a colisionar: el nuevo proyecto imperial de los pues de dos fuerzas destinadas sentimiento de orgullo y derechos Borbones de la y el arraigado adquiridos poblaci?n charquena emanado de su decisivo rol en la defensa o, en palabras de en la epoca, la "reconquista" del reino. Los soldados peninsulares estacionados la ciudad se convirtieron en el catalizador de estos antagonismos. Su convivencia con losmoradores, tanto la "gente decente" como la plebe, estuvo signada desde un principio por el resentimiento y la violencia. Ello iba a suscitar dos violentos en 1782 y 1785, asf como enfrentamientos abiertos de la motines popul?res, institucionalmente en el cabildo, con las principales local, poblaci?n representada de Charcas del Rio de la Plata, la audiencia autoridades y el (el virrey regias ejercito regular)8. La reconstruction en profundidad de estos eventos, los cuales o nula atenci?n por parte de los historiadores, han merecido hasta aqui escasa via una de aproximaci?n a procesos de transformation social con proporciona vastas y duraderas derivaciones. En efecto, postularemos en primer lugar que la lucha contra el levantamiento ideol?gico tupamarista no solo dej? su impronta en el acendrado conservadurismo de las elites altoperuanas respecto de la inherente inferioridad de los pueblos urbana nativos: tambien sirvi? para afirmar las prerrogativas de la poblaci?n El desempeno del vecindario de las politicas borb?nicas. frente a los avances antes durante la rebeli?n indigena cre? las condiciones para que tres decadas la ciudad comenzara a ser percibida no de la crisis general del dominio espanol solo como un sujeto abstracto de derechos, sino como un actor politico colectivo. iniciativas del ayuntamiento de La Se sostendr?, por otro lado, que las agresivas no a su deben ser entendidas como una nociones Plata, y pactistas, apelaci?n mera reaction tradicionalista frente a la implantation del modelo absolutista, como una "nostalgia de las antiguas instituciones representativas", una b?squeda del cabildo de amparo en "las viejas libertades"9. Antes bien, las actividades comportaron una perceptible ruptura con el pasado. Aunque el movimiento puso en juego antiguas de legitimidad mon?rquica y establecidos concepciones de participation en los asuntos p?blicos, seria un error inferirsu mecanismos significado por referenda al contendido abstracto de las primeras y al lejano Es preciso recordar que los ayuntamientos origen hist?rico de los segundos. desde el siglo XVI como organismos de funcionando habian venido americanos administration municipal monopolizados por un grupo de familias notables en relation simbiotica con la burocracia regia. Por el contrario, durante estos anos el cabildo de La Plata empez? a servir como ?rgano de representation politica del instancias de poder vecindario, se erigi? en abierta oposici?n a las principales espanol y sus partidarios y los sectores sociales a los que proclamo representar 8Como hemos analizado en otra parte, estas tensiones tambien se pusieron de manifiesto en el piano de la ceremonia publica y el simbolismo politico. Estos revelan el repentino valor asumido por laopinion del p?blico de legitimidad mon?rquica antag?nicas al absolutismo borb?nico. Vease Sergio y laexistencia de concepciones Serulnikov: '"Las proezas de laCiudad y su llustreAyuntamiento': Simbolismo politico y politica urbana en Charcas a fines del siglo XVIII", Latin American Research Review, vol. 43, N2 3, 2008. 9Guerra: Modernidad e independencias, p. 28. This content downloaded from 136.167.3.36 on Tue, 1 Apr 2014 11:03:05 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions Y REPRESENTACI?N ENLACIUDADDE CHARCAS IDENTIDADES COLECTIVAS POLl'TICA 443 de manera muy activa y tangible, no s?lo a las elites sino tambi?n a abarcaban, la plebe urbana10. Todo ello nos conduce a una ?ltima observaci?n de car?cter m?s general. Para el caso de la Francia del Antiguo Regimen, se ha sefialado que la teoria del derecho de resistencia a la tirania, en la cual se inscribi? la crftica del poder absoluto a la idea de restauraci?n de la sociedad de del rey, estuvo en principio asociada a un rechazo aristocr?tico de la nivelaci?n de las distinciones de rango ?rdenes, la consolidaci?n del absolutismo en el siglo XVII11. que habia tenido lugar desde Un argumento an?logo ha sido postulado para el caso latinoamericano. Frangois Xavier Guerra, entre otros, ha sefialado que las luchas de las elites criollas para afirmar la igualdad de America y Espana tras las abdicaciones de Bayona se con una la estamentaria de sociedad corte de muy tradicional12. conjugaron imagen La experiencia de La Plata nos permite acaso atisbar otro tipo de din?mica hist?rica. Sugeriremos que las politicas absolutistas borb?nicas, por un lado, y lamovilizaci?n conjunta de toda la poblaci?n urbana en la guerra contra los indigenas, por otro, propiciaron una relajaci?n de las fronteras entre el patriciado y la plebe, vale decir, un resquebrajamiento de losmodos de estratificaci?n social propios de la sociedad hidalga de Indias. Como cabria esperar, la inclusi?n de los grupos popul?res urbanos en la polltica se da en la practica, de hecho, sin que nada cambie en las reglas que rigen las instituciones, y no significa de manera alguna igualaci?n. Expresa, con todo, el creciente sentimiento de pertenencia de ambos sectores a una misma entidad social, a una misma sociedad. Y, para tomar prestadas palabras de Octavio Paz en su ensayo sobre Mexico colonial, "toda sociedad al definirse a sf misma, define a las otras. Y esta definici?n asume casi siempre la forma de una condenaci?n"13. La doble condenaci?n de la alteridad radical de la vasta mayona de la poblaci?n indigena suscitada por la revoluci?n tupamarista y de la colonialidad de las estructuras de gobierno suscitada por las politicas borb?nicas, es lamarca de nacimiento de la conciencia polltica criolla. Es una marca que en gran parte informana las peculiares, en apariencia parad?jicas, reacciones de la sociedad frente a las abdicaciones de Bayona, primero, y al movimiento charquena independentista, poco despues. El ejercito y el vecindario: la politizaci?n del honor La Plata ocup? se destacaba ni por de importancia- ni contaba con 15.387 un lugar clave en la vida polltica del Alto Per?. Ciertamente, no su actividad econ?mica -no era un centro comercial o agricola por el tamano de su poblaci?n. Seg?n un padr?n de 1778, habitantes, clasificados de la siguiente forma: 3.325 blancos 10John Lynch sostiene, para todo el arnbito del virreinato del Rio de laPlata hasta los Ultimos afios del siglo de autoridades superiores estimul? un servilismo y una inercia, que pueden leerse en XVIII, que "[la] dependencia cada llnea de las actas de los cabildos". John Lynch: Administration colonial espanola 1782-1810. Elsistema de intendencias en el Virreinato del Rio de la Plata (Buenos Aires, Eudeba, 1962), p. 192. 11Pierre Rosanvallon: La consagraci?n del ciudadano. Historia del sufragio universal en Francia (Mexico, InstituteMora, 1999), pp. 24-26. 12Guerra: Modernidade independencias, p. 162. 13Octavio Paz: SorJuana Ines de la Cruz o las trampas de la fe (Mexico, FCE, 1995), p. 47. This content downloaded from 136.167.3.36 on Tue, 1 Apr 2014 11:03:05 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions 444 SERGIO SERULNIKOV (21%), 6.159 mestizos (40%), 2.132 negros (15%) y 3.771 indios (24%)14. Aunque m?s pequena de la region, La Plata tue sede de las tres que otras ciudades instituciones coloniales en el sur andino: la audiencia, el arzobispado principals y la universidad. Ello le otorg? peculiares caractensticas. Por un lado, ciudades como La Plata, capitales hist?ricas de virreinatos y audiencias, fueron las que fijaron la norma de la ciudad barroca latinoamericana: comunidades fundadas en la asunci?n de modelos senoriales de comportamiento que pretendian remedar el modo de vida cortesano de las urbes ibericas15. En particular, los jueces de la real audiencia de Charcas, el m?s poderoso tribunal en la region, ocupaban el escal?n m?s alto de la pir?mide social. M?s alia de sus amplias atribuciones judiciales, el presidente, los oidores la fundaci?n de la ciudad desde de y fiscales habian gozado formas de cortesfa y el uso de la toga y preeminencias ceremoniales, elaboradas otros slmbolos de distinci?n social16. Estas ciudades se caracterizaban tambien dualismo social. Se concebfa que la sociedad urbana estaba por un acendrado escindida entre la "gente decente" (personas de origen hispano, tanto peninsulares como criollos, elegibles para ocupar los principales cargos concejiles) y la plebe (individuos identificados como mestizos, mulatos, cholos y otras "castas" que desarrollaban oficios manuales y comercio al menudeo). Aunque lapureza de sangre se establecia de manera holistica m?s bien que genetica o conforme a estrictos rasgos fenotipicos (para fines del siglo XVIII, pocos criollos podian ser considerados blancos en sentido estricto), y las fronteras entre ambos grupos estaban en la pr?ctica lejos de ser infranqueables, la literaturahist?rica ha coincidido en destacar la centralidad de esta imagen binaria del mundo urbano17. 14El padr?n fue realizado por el Arzobispo Francisco Ram?n de Herboso. Citado en Edberto Oscar Acevedo: Las intendencias altoperuanas en el Virreinato del Rio de laPlata (Buenos Aires, Academia Nacional de laHistoria, 1992), p. 409. Para fines del siglo XVIII, Lima tenia 52.000 [Alberto Flores Galindo: Aristocracia y plebe: Lima 1760-1830 (estructura de clases y sociedad colonial) (Lima, Mosca Azul Editores, 1984), p.15]; La Paz, 40.000 and Ayllus (Stanford, Stanford University Press, 1993), p. 9]; y Cochabamba 22.000 [Herbert Klein: Haciendas 1550-1900 (Durham, Duke [Brooke Larson: Colonialism and Agrarian Transformation inBolivia. Cochabamba, University Press, 1997), p. 175]. 15 Angel Rama: La ciudad letrada (Montevideo, Area, 1995), p. 32; Jose Luis Romero: Latinoamerica, las ciudades y las ideas (Buenos Aires, Siglo Veintiuno Editores, 1976), pp. 85-91. 16 Eugenia Bridikhina: "Los honores en disputa. La identidad corporativa de laelite administrative colonial Internacional de Etnohistoria, Buenos Aires, 22 al 25 de noviembre de charquena (siglos XVII-XVIII)", VI Congreso 2005. An?lisis de distintos aspectos de la historia de la ciudad de La Plata a fines del siglo XVI11en Roberto Calvo: Chuquisaca Querejazu 1539-1825(Sucre: ImprentaUniversitaria, 1987); Eugenia Bridikhina: Sin temora a fines del siglo XVIII (La Paz, Instituto de Estudios Dios ni a la justicia real: control social en Charcas Bolivianos, 2000). Estudios sobre la sociedad charquena en los siglos XVI y XVII, incluyen Josep M. Barnadas: Charcas, origenes hist?ricos de una sociedad colonial (La Paz, Centra de Investigaci?n y Promoci?n del Campesinado, de La Plata, familia y negocios en Charcas colonial. Los encomenderos 1973); Ana Maria Presta: Encomienda, 1550- 1600(L\ma, Institutode Estudios Peruanos-BCRP, 2000); Clara Lopez Beltr?n: Estructura econ?mica de una sociedad colonial: Charcas en el siglo XVII (La Paz, CERES, 1988). 17Los estudios de sintesis sobre las relaciones sociales en la ciudades coloniales durante el siglo XVI11 Cities and society in incluyen, Romero: Latinoamerica; Louisa Schell HOBERMANy Susan Migden SocOLOW(Eds.): colonial Latin America (Albuquerque, University of New Mexico Press, 1986); Jorge Enrique Hardoy: Cartografia urbana colonial de America Latina y el Caribe Buenos Aires (Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1991); Richard Morse: "El desarrollo urbano de laHispanoamerica colonial", en Leslie Bethell (Ed.): Historia de America Latina, vol. 3 (Barcelona, Editorial Critica, 1990); yChristine Hunefeld: "El crecimiento de las ciudades: culturas urbanas en el siglo XVI11 latinoamericano", en Historia General de America Latina, vol. IV,(Madrid, y sociedades Ediciones UNESCO/Editorial Trota, 2000). Para el caso del Peru, vease Flores Galindo: Aristocracia y plebe; y Chambers: From Subjects toCitizens. This content downloaded from 136.167.3.36 on Tue, 1 Apr 2014 11:03:05 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions Y REPRESENTACI?N IDENTIDADES COLECTIVAS PO?TICAENLACIUDADDE CHARCAS 445 se combino sin La fisonomia aristocr?tica de la vida p?blica charquena embargo con elementos mucho m?s modemos y din?micos. La ciudad, en efecto, funcion? como la cuna de la elite juridico-administrativa de la region y su principal centro de actividad intelectual. Se estima que para fines del siglo XVIII residian unos quinientos estudiantes for?neos, cien chuquisaquefios y unos setenta abogados18. A la Universidad de San Francisco Xavier (o Universidad de Charcas), lam?s antigua casa de altos estudios en los Andes, se sum? en 1778 la apertura a la formaci?n de abogados de la Academia Carolina, una instituci?n dedicada que atraia hijos de familias criollas de todo el ?mbito del virreinato del Rio de la Plata y del Peril Fuertemente influenciada por las nuevas ideas de la llustraci?n, la academia fue el lugar de formaci?n de varios de los futuros lideres de los movimientos Su impacto en la vida de la ciudad no fue de independentistas. menor significaci?n. De acuerdo a Clement Thibaud, la instituci?ngener? un espacio moderno de sociabilidad que, a semejanza de las academias provinciales o las sociedades literarias en Francia, rompi? con las rigidas jerarquias sociales del democr?ticas Antiguo Regimen al funcionar como un "crisol de sociabilidades liberadas en parte de los valores jer?rquicos y corporativos de la sociedad de ?rdenes"19. Habha que anadir que tambi?n laUniversidad de Charcas experiment? para esta ?poca un proceso de democratizaci?n. Tras la expulsion de los jesuitas en 1767, ei cuerpo docente pas? a ser integrado por personas seculares y de c?tedras se rigi? por concursos religiosas de origen local, la adjudicaci?n de rectores lo y se instituy? un sistema electivo de designaci?n p?blicos suficientemente competitivo para convertirse, por motivos que se har?n evidentes hacia el final del articulo, en uno de los focos fundamentales de conflicto politico entre vecinos y autoridades peninsulares20. Esta intensa actividad intelectual y administrativa pudo en definitiva haber contribuido a atenuar las barreras entre diferentes sectores sociales. En su pionero estudio de la sociedad tardo colonial, el historiador Gabriel Ren? charquena Moreno habia ya apuntado los criollos distinguidos, los que principalmente "fraternizaban con los mestizos". M?s a?n, la presencia de universitarios, estudiantes y doctores en la ciudad sin "explica que el cholo chuquisaqueho saber leer ni escribir, fuese por aquel entonces, como ning?n cholo en otra parte, El propio origen social de los opinante sobre los asuntos del procom?n..."21. estudiantes distaba en muchos casos de la "pureza de sangre" exigida para el ingreso a la universidad, al punto que un fiscal de la audiencia se lament? hacia 18Gabriel Rene-Moreno: Biblioteca Peruana. Notas Bibliogr?ficas ineditas, tomo III,Rene Danilo Arze Aguirrey Alberto M. Vazquez, Editores (La Paz, Fundaci?n Humberto V?zquez-Machicado, 1996), pp. 126-127. 19Clement Thibaud: "La Academia Carolina de Charcas: una 'escuela de dirigentes' para la Independencia", en Rossana Dora CajIas Barrag?n, y Seemin Qayum (comp.): El siglo XIX. Bolivia y America Latina (La Paz, Muela del Diablo Editores, 1997), p. 40. Subrayado en el original. Sobre el rolde los abogados y letrados en la creaci?n de una esfera publica durante el periodo colonial tardio, vease Victor M. Uribe-Uran: "The Birth of a Public Sphere inLatin America during the Age of Revolution", Comparative Studies of Society and History (42:2) 2000, pp. 425-457. 20 Sobre el rol del claustro de doctores a partir de la expulsion de los jesuitas, vease, Joseph M. Barnadas, Es muy sencillo: llamenle Charcas (La Paz, Libreria Editorial "Juventud", 1989), p. 94; yQuerejazu Calvo, Chuquisaca, p. 357. 21 RenE-Moreno: Biblioteca Peruana, p. 126. This content downloaded from 136.167.3.36 on Tue, 1 Apr 2014 11:03:05 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions SERGIOSERULNIKOV 446 estos anos que era com?n que se admitiera "a individuos que por su bajo y nacimiento debian emplearse mejor en actividades correspondientes desechado a sus humildes calidades y circunstancias"22 Los letrados, en suma, no parecieron constituir un grupo cerrado sobre si mismo. Los conflictos politicos de comienzos de la d?cada de 1780 arrojan nueva luz sobre los estrechos vfnculos que se estaban forjando entre la "gente decente" y la plebe. En primer lugar, parece claro que lamilitarizaci?n de la poblaci?n civil como en circunstancias lo fue la guerra contra la insurgencia extremas, a socavar tendi? las tradicionales sociales. Fen?menos tupamarista, jerarqufas a prop?sito de la movilizaci?n de los residentes similares han sido observados de Buenos Aires durante las invasiones inglesas de 1806 y 1807, la integraci?n de los grupos popul?res de Oaxaca en los ej?rcitos que se levantaron para combatir la rebeli?n de Miguel de Hidalgo o la participaci?n de los pardos en los ej?rcitos La relaci?n entre las companfas de patricios y emancipadores novogranadinos23. es un La claro de Plata reflejo de esta din?mica. Como en todas las plebeyos las la organizaci?n de las milicias ciudades reprodujo hispanoamericanas, se crearon dos unidades de caballeria conformadas divisiones estamentarias: y por artesanos y letrados y dos de infanterfa compuestas por abogados en el ceremonial p?blico, el m?s No obstante, su participaci?n comerciantes. revela el debilitamiento prominente sfmbolo de estatus social en esta sociedad, a ambos grupos: tras reclamar sitios de privilegio de las vallas que separaban de caballeria las companfas por tratarse de "sujetos de personal nobleza", con las de a actos los entremezclados asistir p?blicos plebeyos24. aceptaron la disoluci?n de la Veremos enseguida que cuando en 1785 el virrey ordenara todavfa en pie, las elites patricias apoyarfan los ultima companfa de mestizos reclamos de los plebeyos en contra de esta medida25. 22 Calvo: Chuquisaca, Querejazu p. 362. Vease tambien Thibaud, "La Academia Carolina", pp. 42-47. residencial que se observa en otras ciudades Asimismo, parecia no existir en La Plata el grado de segregaci?n coloniales puesto que los artesanos y comerciantes vivian y tenfan sus talleres y tiendas en en las Calles centricas y alrededor de la Plaza Mayor, lugar de residencia de lagente decente. Los indios en cambio habitaban dos barrios m?s alejados del centro. Estudios sobre las pr?cticas sociales y culturales de la plebe urbana en el siglo XVIII en Juan Carlos Estenssoro Fuchs: "La plebe ilustrada: El pueblo en las fronterasde la raz?n", en Charles Walker (Ed.): Entre la ret?rica y la insurgencia: las ideas y los movimientos sociales en los Andes, Siglo XVIII 1995); y Pamela Voekel: "Peeing the (Cusco, Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolome de las Casas, Palace: Bodily Resistance to Bourbon Reforms inMexico City", Journal ofHistorical Society 5 (1992), pp. 183-208. 23 Vease, Tulio HalperIn Donghi: Revoluci?n y guerra. Formaci?n de una elite dirigente en laArgentina criolla (Mexico, Siglo Veintiuno Editores, 1972), pp. 142-168; Peter Guardino: "Postcolonialism as Self-Fulfilled Prophesy? Electoral Politics inOaxaca, 1814-1828", en Mark THURNERyAndres Guerrero (Eds.), AfterSpanish Rule. Postcolonial Predicaments of theAmericas {Durham, Duke University Press, 2003), p. 255; Marixa Lasso: "Race War and Nation inCaribbean Gran Colombia, Cartagena, 1810-1832", American Historical Review, (111:2) 2006, pp. 336-361. 24 Calvo: Chuquisaca, Querejazu p. 384. Sobre el efecto de lasmilicias coloniales en la consolidation de identidades de casta, vease Chrinston I.Archer: The Army inBourbon Mexico, 1760- 7S70(Albuquerque, University of New Mexico Press, 1977); Ben Vinson Ml:Bearing Arms forhis Majesty: The Free-Colored Militia inColonial Mexico (Standford, Standford University Press, 2001). 25 La actitud de las elites criollas por ejemplo, con lade sus pares charquenas contrasta marcadamente, en Cartagena. Marixa Lasso ha observado que lamilitarizaci?n de los pardos, vigorosamente promovida por los criollos colombianos y venezolanos durante las guerras de la independencia, habla sido repudiada con igual vigor a lasmilicias de pardos. Las elites durante ladecada de 1790 cuando laCorona resolvi? otorgar fueros especiales de control lamedida como una flagrante muestra de desprecio a su estatus y capacidad locales consideraron social ("Race War and Nation", pp. 341-343). This content downloaded from 136.167.3.36 on Tue, 1 Apr 2014 11:03:05 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions Y REPRESENTACI?N IDENTIDADES COLECTIVAS POUTICAENLACIUDADDECHARCAS 447 La mencionada decisi?n de la Corona de establecer, por primera vez desde la fundaci?n de la ciudad, una guarnici?n permanente de soldados espanoles profundiz? esta tendencia a la vez que la articul? a duros enfrentamientos p?blicos con las autoridades coloniales. Adem?s de vulnerar las preeminencias que la ciudad habia creido adquirir en la guerra contra los insurgentes, la presencia de la tropa for?nea afect? la vida de sus residentes en un nivel m?s b?sico: las normas de convivencia social. Los testimonios de la 6poca demuestran que el de las tropas llegadas de Buenos Aires (pertenecientes al comportamiento Regimiento de Saboya, conocidos como Blanquillos) mancill? el sentido del honor de vecinos de diferentes estratos sociales por igual. Como es bien sabido, el una doble connotaci?n: precedencia honor tenla en estas sociedades social o o de m?rito conducta virtuosa Mientras pureza sangre (la nobleza) y (la honra). los sectores de esta cultura del honor, la jerarqula plebeyos participaban estamentaria presuponia una desigual distribuci?n la virtud personal puesto que, como ha resumido Steve J. Stern, "la precedencia la superioridad en social, relaci?n a otros derivada de la pertenencia a un determinado grupo, conllevaba individual y familiar de generalmente una virtud superior, una mayor capacidad sostener las apariencias de masculinidad y feminidad respetable"26. La interacci?n de los soldados for?neos con el vecindario conllev? una dr?stica redistribuci?n de estas formas de capital simb?lico, una democratizaci?n relativa del honor (y del deshonor). En un piano tan fundamental de la vida social como el de las reglas que debian regir las relaciones cotidianas entre los individuos, la distancia entre criollos y peninsulares comenz? a parecer mayor que la que separaba a los criollos de la plebe, al menos de las capas altas de 6sta. Los agravios suscitados por las tropas regul?res ofrecen importantes claves para entender los fundamentos morales e ideol?gicos de este fen?meno. Para empezar, es fundamental notar que los agravios fueron recogidos, a modo de Nevada a cabo en 1782 por el cabildo de La Plata, un denuncia, en una pesquisa organismo que reflejaba los puntos de vista de la aristocracia urbana. El m?s recurrente motivo de encono fue sin duda la conducta sexual de los soldados. Un vecino sintetiz? bien este generalizado sentimiento de indignaci?n, cuando sostuvo que para los soldados peninsulares "no hay mujer casada segura"27. El dominio sobre la conducta sexual de las mujeres era un componente esencial del honor en la sociedad una Se diria, parafraseando hispanoamericana. observation respecto a las relaciones de genero en la Inglaterra del siglo XIX, que los hombres "demostraban su probidad p?blica por las virtudes privadas de sus esposas e hijas"28. Las concepciones de respetabilidad masculina, por otro lado, estaban estrechamente vinculadas al estatus social, puesto que el control sobre la sexualidad de las mujeres, en palabras de Patricia Seed, "creaba un 26 Steve J. Stern: The Secret History of Gender. Women, Men, and Power inLate Colonial Mexico (Chapel Hill, The University of North Carolina Press, 1995), p. 14. Un incisivo an?lisis del doble significado del honor en esta sociedad en Lyman L. Jonhson y Sonya Lipsett-Rivera (Eds.): The Faces ofHonor. Sex, Shame, and Violence inColonial Latin America (Albuquerque, University of New Mexico Press, 1998), pp. 3-6. 27Declaraci?n de Rafael Mena, Archivo General de Indias [AGI], Charcas 535. 28Anna Clark: "Manhood, Womanhood, and the Politics of Class inBritain, 1790-1845", en Laura L. Frader y Sonya O. Rose (Eds.): Gender and Class inModern Europe (Ithaca: Cornell University Press, 1996), p. 274. This content downloaded from 136.167.3.36 on Tue, 1 Apr 2014 11:03:05 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions SERGIOSERULNIKOV 448 al otorgarles para los hombres espanoles privilegio social y sexual b?sico a las mujeres de otros grupos raciales y reservarles el simult?neamente acceso acceso exclusivo a las mujeres de su propio grupo"29. El efecto pr?ctico de las fue enquistar en el coraz?n de la ciudad una compania polfticas borb?nicas for?neos indiferentes a aquellos arraigados c?digos de permanente de soldados autoridad patriarcal que fijaban la reputaci?n p?blica de los individuos y su y hermanas posici?n en la jerarqufa de privilegios. El avance sobre las esposas otros de actos violencia de hombres de toda condici?n que enseguida (como veremos) tuvo asl una doble connotaci?n: plantear la cuesti?n de si peninsulares de baja condici?n social podian tener preeminencia sobre criollos de noble origen en un mismo de patricios y plebeyos y situar la defensa de la masculinidad a en sus la la honorabilidad del vecindario dos Los sentidos, ataques piano. de la nobleza y la honra, contribuy? a precipitar el finde la autorrepresentaci?n urbana como una sociedad sociedad hidalga, cortesana, dividida en sectores no sin perder sus distintivas identidades Los vecinos, y hispanos. hispanos a como una comenzaron de misma miembros entidad concebirse grupales; como colectiva definida en oposici?n a los europeos, comenzaron a concebirse colonial. integrantes de una sociedad Asf pues, en los testimonios recogidos por el ayuntamiento se sostuvo que "escandalizado el pueblo estaba y oprimido de las violencias que ejecutan a cada paso (...) pues a fuerza de las armas llegan a violar las casas de hombres honrados y de pobres, quit?ndoles sus mujeres y practicando otros excesos"30. llamado Manuel Lozada habfa mantenido primero una Por ejemplo, un soldado de "en una tienda p?blica" con la esposa ilicita y luego amancebado amistad le quit? lamujer Casimiro Torricos31. A un tal Don Ignacio Valdivieso un soldado con sable en mano y de su "de su presencia infamante a?n, la sac? y, m?s de la ante el Comandante Pese a que se habla quejado misma morada"32. compania "acerca de su honor y credito vulnerado", nada se hizo para castigar al culpable. A raiz de esta afrenta, su mujer estuvo luego recogida por varios dias en un convento de la ciudad33. El hijo de un tal Don Lorenzo pill? a su mujer con un Blanquillo en su misma casa dos o tres veces, "por cuyo motivo vivieron una "ilicita amistad" con mantuvo soldado Otro por alg?n tiempo"34. separados la hermana de un maestro mayor de tejeduria llamado Blas Gonzalez. Con motivo de una discusi?n entre ambos hermanos, el Blanquillo, ignorando la autoridad casa a la de Gonzalez la fuerza y, como no patriarcal del jefe de hogar, entr? por con amenaz? a su lo encontr?, golpe? prender fuego a esposa y, presuntamente, del maestro mayor y la tienda. Los oficiales del taller salieron en defensa 29 Patricia Seed: To Love, Honor, and Obey inColonial Mexico. Conflicts over Marriage Choice, 1574-1821 (Stanford, Stanford University Press, 1988), p. 150. Vease asimismo Asuncion Lavrin: Sexuality and Marriage in Colonial Latin America (Lincoln, University of Nebraska Press, 1989); and Chambers: From Subjects toCitizens, pp. 161-180. 30Declaration de Ignacio Baldivieso, AGI, Charcas 535. 31Declaraci?n de Nicolas Larraz?bal, AGI, Charcas 535. 32 Declaraci?n de Don Lorenzo, AGI, Charcas 535. 33Declaraci?n 34 Declaraci?n Ignacio Valdivieso y Domingo Revollo, AGI, Charcas de Don Lorenzo, AGI, Charcas 535. de 535. This content downloaded from 136.167.3.36 on Tue, 1 Apr 2014 11:03:05 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions Y REPRESENTACI?N COLECTIVAS IDENTIDADES PO?TICAENLACIUDADDE CHARCAS 449 al soldado a pedradas. A la noche, fueron los soldados quienes se a la tienda para atacar a los artesanos y as! vengar la afrenta a su dirigieron camarada. Los Blanquillos no s?lo tenian la fuerza de las armas sino tambi?n el poder de hacer pasar un conflicto entre particulares por un acto sedlcioso: a la manana siguiente de la reyerta un piquete de soldados se present? en el lugar del Comandante Crist?bal L?pez y del Procurador General de la acompanado ciudad aduciendo que los artesanos hablan protagonizado un motln. Pese a que se demostr? que no habia habido motln alguno, la agresi?n contra el maestro de tejeduna y su familia no tue penalizada35. La estrecha vinculaci?n entre relaciones de g?nero y relaciones de poder iba a quedar vMdamente expuesta durante la revuelta popular de 1785: el ?nico edificio apedreado por lamultitud, adem?s del cuartel, tue una tienda de bebida propiedad de una mujer mestiza que se habia casado con uno de los soldados de Saboya36. rechazaron El desafio a lamasculinidad de los residentes de la ciudad no se limit?a su control sobre la virtud de sus mujeres. Los abusos sexuales fueron acompanados de otros hechos de violencia que tambi?n mancillaron su reputaci?n y sentido del honor. Un vecino patricio llamado Domingo Revollo fue golpeado y apunalado por soldados cuando se encontraba en una tienda. La tropelia qued? sin castigo alguno. Mas a?n, por denunciar el hecho, Revollo fue arrestado en el cuartel37. Algo similar sucedi? con un mestizo que fue gravemente herido en una reyerta con un Blanquillo, y luego puesto en el cepo de la guarnici?n. Los testimonios reiteraron que los soldados no tenian escr?pulos en realizar estos y otros actos de provocaci?n a plena luz del dla y en presencia de vecinos patricios. Subrayaron asimismo que los habitantes de la ciudad se veian imposibilitados de vindicar su reputaci?n por sf mismos debido a que aquellos poseian un privilegio hasta entonces monopolizado las militias y los oficiales del por las elites urbanas, la portaci?n de armas. Uno de los lamentos m?s reiterados fue que cabildo: a salir a la calle con sus sables. De alli que tan. agraviante como acostumbraban la conducta de la tropa fuera su impunidad, la nula sanci?n a sus excesos por lo han parte de los oficiales. Como resumi? uno de los vecinos, "estos hechos acostumbrado practicar porque jam?s han tenido la menor correcci?n de sus han propendido a hacer superiores, por cuyo motivo y el de no ser castigados, las infamias que quieren"38. La posici?n de poder de los soldados espanoles (su monopolio de la fuerza y protection legal) y el estatus social de sus victimas hizo que las relaciones entre los individuos aparecieran fntimamente ligadas a las politicas p?blicas, que lo personal fuera politico. 35 Declaraci?n de Don Calisto Balda y Blas Gonzalez, AGI, Charcas 535. 36Sobre este incidente, vease por ejemplo declaraci?n del alcalde ordinario de primer voto Antonio Serrano ante el oidor Cicer?n 18/8/85,AGI, Buenos Aires 72. 37Declaraci?n de Domingo Revollo, AGI, Charcas 535. 38Declaraci?n de Nicolas Larraz?bal, AGI, Charcas 535. Un an?lisis de la importancia de vindicar el honor en Lyman L. Jonhson: "Dangerous Words, Provocative Gestures, and Violent Acts. ultrajado en estas sociedades The Disputed Hierarchies of Plebeian Life inColonial Buenos Aires", en Johnson y Lipsett-Rivera (Eds.): The Faces ofHonor, p. 148. Sobre los c?digos de conducta de los soldados en las ciudades coloniales y lavida de guarnici?n, vease Marchena Fernandez: Ejercitoy milicias, pp. 211-272. This content downloaded from 136.167.3.36 on Tue, 1 Apr 2014 11:03:05 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions SERGIOSERULNIKOV 450 de Cabe la trasgresi?n de reglas aceptadas que apuntar, asimismo, convivencia se extendfa tambten al trato con las indias e indios que abastecfan de came, lena, carb?n y otros articulos de consumo masivo el mercado urbano. Hay que recordar al respecto que las dos funciones primordiales del cabildo eran mantener el orden p?blico y asegurar el regular abastecimiento de la ciudad. Un vecino relat? indignado, "[qjue las extorsiones y maltratamientos que hacen de las Regatonas es p?blico y notorio, pues han llegado no s?lo a quitarles por fuerza de valentias lo que venden, sino que al comprar came y arrebatarles han llegado a cortarles lasmanos y darles de golpes. Que como son tan osados, muchas personas con quienes tienen los Blanquillos correspondence, se han valido para arrebatar comestibles en los campos de los Indios que traen a vender"39. Los mercaderes indlgenas eran tambi?n llevados por la fuerza al cuartel para hacer limpieza y servir a la tropa, "con el nombre de que es servicio al Rey"40. Aunque esta actitud en ocasiones escasez de bastimentos en la ciudad, los oficiales del provocaba ayuntamiento nada podlan hacer para remediar la situaci?n. La percepci?n de la tropa como un ejercito de ocupaci?n, regido por sus a partir de tres termin? de afianzarse propias normas y fueros especiales, homicidios cometidos por soldados. El primero ocurri? a mediados de 1781 cuando un mozo criollo result? muerto en una reyerta con un Blanquillo en una pulperia del barrio de San Juan. Para sorpresa del vecindario, el crimen qued? impune ya de inmediato a la expedici?n que se dirigla a La que el soldado fue despachado de T?pac Katari. El incidente no trajo Paz para sofocar el levantamiento Pero cuando en 1782, y luego en 1785, se produjeran nuevos consecuencias. a la autoridad no se habia homicidios, La Plata, una ciudad cuya aquiescencia vista conmovida, a diferencia de otras urbes andinas, ni por el aumento general de los impuestos ni por el movimiento tupamarista, seria sacudida por dos grandes motines popul?res. Los motines Los motines contra la guarnici?n militar de 1782 y 1785 constituyeron acontecimientos de singular relevancia. Se trat? de las primeras revueltas urbanas ocurridas en La Plata desde el siglo XVI. No fueron, por lo dem?s, estallidos aislados sino dos emergentes de un mismo proceso politico: tuvieron motivaciones expusieron similares modos de acci?n colectiva y contaron ambos semejantes, con la abierta simpatla, sino la complicidad, de los sectores patricios. A pesar de su importancia, y de la copiosa reciente sobre producci?n historiogr?fica hasta lo que sabemos alzamientos urbanos y rurales de la epoca, no es mucho ahora de los mismos. John Lynch, en su cl?sico estudio sobre las intendencias del virreinato del Rio de la Plata, y Roberto Querejazu Calvo, en su historia general ofrecen apenas una escueta descripci?n del motfn de 178541. Su de Chuquisaca, 39 Declaraci?n de Don Calisto Balda, AGI, Charcas 535. de Manuel Oropeza, AGI, Charcas 535. Para un estudio de los indigenas urbanos en La Plata, vease Ana Maria Presta: "Devoci?n cristiana, uniones consagradas y elecciones materiales en laconstrucci?n de identidades indigenas urbanas. Charcas, 1550-1659", RevistaAndinaM, segundo semestre (2005). 41 Lynch: Administration colonial Calvo: Chuquisaca, pp. 438-440. espanola, pp. 226-229; yQuerejazu 40 Declaraci?n This content downloaded from 136.167.3.36 on Tue, 1 Apr 2014 11:03:05 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions ENLACIUDADDE CHARCAS Y REPRESENTACI?N COLECTIVAS IDENTIDADES POLlTICA 451 El fen?meno precedente directo, la revuelta de 1782, no es siquiera mencionada. amerita por tanto una detallada reconstruccl?n que excede el espacio de este nos centraremos en algunos de sus rasgos articulo42. A continuaci?n, sobresalientes. Como hemos ya apuntado, el m?vil de ambos alzamientos fue lamuerte de paisanos -un patricio y un mestizo, respectivamente- a manos de los soldados en reyertas comunes ocurridas en pulperfas. El primer estallido tuvo espanoles la del 18 de septiembre de 1782 con motivo de la muerte de Don noche lugar de un sablazo en el cuello Juan Antonio Le?n, un mozo patricio, a consecuencia un llamado el Josef Peti43; propinado por blanquillo segundo, que se extendi? por dos dias, entre la noche del 22 y la tarde del 23 de julio de 1785, tras el fallecimiento de un cholo, Josef de Oropesa, en una pelea con el soldado Alonso P6rez. En ambos casos, una multitud se congreg? en la Plaza Mayor y apedre? por largas horas los portones de la guarnici?n. El principal clamor consisti? en fueran trasladados del cuartel a la prisi?n municipal para ser que los culpables juzgados por la justicia ordinaria y no por el fueromilitar (se dijo que la guarnici?n "no era la c?rcel"44). Esta misma demanda, por otros medios, fue insistentemente exigida tambi?n por los alcaldes y el resto de las autoridades del ayuntamiento. Los soldados abrieron fuego contra los tumultuantes causando numerosos heridos y, en el caso de la revuelta de 1785, varios muertos. Los amotinados, por su parte, no se limitarona atacar la guarnici?n. Entre otras acciones, rompieron las canerias maestras de la ciudad cortando el suministro de agua; emplazaron un a los homicidas de sus patibulo en la plaza para mostrar lo que le esperaba liberaron a milicianos que estaban sirviendo penas de trabajo forzoso paisanos; por faltas menores de disciplina; y ocuparon el edificio del ayuntamiento dejando en libertad a los presos comunes quienes con gran algarabia salieron a la calle armados de sables, palos y cuchillos (se habia escuchado antes que los soldados cometian todo tipo de atropellos sin recibir castigo alguno, "cuando a los cholos no se les disimulaba defecto"45). Si bien el disparador inmediato de la revuelta de 1785 fue el mismo que la de 1782, el resentimiento contra las tropas espanolas se vio en esta ocasi?n fuertemente exacerbado la disoluci?n de la ultima por compania de paisanos en pie desde los tiempos de la sublevaci?n que habia quedado indigena, una milicia compuesta por mestizos y cholos y comandada por un oficial criollo. Esta medida, que el virrey Marques de Loreto hizo coincidir con el arribo a la ciudad de una compania de granaderos del Segundo Batall?n del Regimiento de Extremadura que reemplaz? a la compania de saboyanos, estaba fundada en un "Es punto decidido el que s?lo debe haber tropa de Espana"46. simple postulado: 42 "Motines popul?res contra el ejercito regular espaftol. La Plata 1782 y 1785" Vease, Sergio Serulnikov: (mimeo). 43 El fiscal del Consejo de Indias describi? a Le?n como un "Patricio de La Plata". El Procurador General de La Plata defini? a Le?n como "un criollo de esta ciudad". Le?n recibi? el trato de "Don". AGI, Charcas 535. 44Declaraci?n del Maestre de Campo Francisco Xavier de Arana, AGI, Charcas 535. 45 Relaci?n de Juan Antonio Fernandez, AGI, Buenos Aires 72. 46 El Fiscal de laaudiencia de Charcas Domingo Arnaiz de las Revillas al VirreyMarques de Loreto, 2/8/85, AGI, Buenos Aires 70, N9 1. This content downloaded from 136.167.3.36 on Tue, 1 Apr 2014 11:03:05 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions 452 SERGIO SERULNIKOV Como cabria esperar, la novedad fue recibida como una afrenta a los paisanos y un flagrante desconocimiento de sus servicios al Rey. La abolici?n de la milicia un a sus miembros de salario mensual privaba importante medio de vida ?el y un derecho, un slmbolo de prestigio social, que perciblan por sus servicios? record? un subteniente de la compania de que crelan haber adquirido. Seg?n hacia la nueva tropa se dej? sentir desde la animadversi?n el Extremadura, momento en que pusieron sus pies en La Plata: "En la misma noche que entr? con su compania en esta ciudad se vio cercado de cholos que le impedlan el la Plaza para su alojamiento trat?ndole mal de palabra y paso al retirarse desde el que antes de la noche del alboroto [del 22 de silb?ndole, a que se agregaba julio.de 1785] habla oldo que con pocos motivos que se dieran por la tropa se alzarlan algunos de los cholos reformados [desarmados] y harlan que saliese para otra parte"47. Hay tres fenomenos clave que se desprenden de estos estallidos sociales: la complicidad de la aristocracia urbana con sectores plebeyos; el rechazo a los la rivalidad entre estas ?ltimas y las fueros especiales de las tropas espanolas; la investigation posterior realizada por el cabildo disueltas milicias. Aunque sostuvo que s?lo el "populacho" particip? de los actos de violencia, no hay dudas de que plebeyos y patricios estuvieron presentes en gran n?mero en la plaza. Las autoridades concejiles y la gente decente deambularon entre la multitud sin los moradores de la ciudad, sufrir agresiones. Como hemos ya apuntado, cualquiera fuera su estatus social, tenian una experiencia com?n de enfrentamiento a los privileges de la contra los insurgentes indlgenas, una similar oposici?n sentimientos de los mismos for?nea y indignaci?n por su agraviante tropa comportamiento. Se dijo por ejemplo que la noche del 18 de septiembre de 1782, ojal? no fueramos tan tlmidos y obedientes "[se] oy? decir a unos Gualaichos... a la Justicia"; "[los Blanquillos] no respetan ni miran con respeto a los vecinos nobles, ni con caridad a los plebeyos, pues a los primeros le han inferido ultrajes y el y mal tratamientos..."48. Un di?logo que tuvo lugar entre los amotinados alcalde de segundo voto, Francisco Xavier de Canas, durante uno de los choques armados nos permite apreciar cual era la percepci?n sobre el ejercito regular, as! contra los como el distintivo conjunta impacto que tuvo la movilizacion con en sectores la la los decente relaci?n de popul?res: gente tupamaristas "SenorAlcalde, ^ve Vuesamerced como han herido losBlanquillos a este hombre?Sehor porque lo queremos y respetamos a Vuesmerced no haremos alguna cosa con estos Ladrones. A cuyas palabras les hizo dicho Alcalde una insinuaci?nmuy amorosa en los terminossiguientes: Hijos Mios, no hagan ningunoAlborotos,ya han visto ustedes como toda la tardeentera anduve trabajandoen solicituddel Reo. Yo locastigare a este para que quedeis contentos, bien reconocen ustedes lomucho que los estimo,yasimismo vieron que tula laPunilla [elsitiodonde habian acampado las fuerzas indfgenas]en compania de ustedes arriesgando mi vida, y asi hijosmfos contenganse por Dios, no den que decir49. 47 Declaraci?n del Subteniente Andres N?nez Guardabrazo, 31/1/86, Archivo General Buenos Aires [AGN}, rX, Interior, legajo 22, expediente 4. 48Declaraci?n de Don Calisto Balda, AGI, Charcas 535. 49Declaraci?n de Nicolas Larraz?bal, AGI, Charcas 535. Subrayado en el original. This content downloaded from 136.167.3.36 on Tue, 1 Apr 2014 11:03:05 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions de la Naci?n de Y REPRESENTACI?N POLITICA ENLACIUDADDE CHARCAS IDENTIDADES COLECTiVAS 453 Del mismo modo, la mencionada liberation de los milicianos castigados con conto el aval las de autoridades concejiles. Los amotinados por indisciplina le habnan dicho en la Plaza Mayor a un alcalde, "que tuviese compasi?n de una portion de mozos que estaban en prisi?n [...] que todos, o los m?s de ellos, eran criollos [...] que solo a los Blanquillos no se les hacfa nada y se les perdonaban A que respondi? el Senor Alcalde que el haria los excesos que ejecutaban. a la plaza y Justicia..."50. Y, en efecto, una vez liberados fueron conducidos de la guarnici?n entregados al alcalde para que fuese este, no el Comandante espanola Crist?bal Lopez, quien dispusiera de ellos51. Si bien es cierto que los vecinos de honor procuraron apaciguar a lamultitud, es igualmente evidente que los dos motivos ide?l?gicos primarios del alzamiento, el discurso del honor y el discurso del derecho, apelaban a ambos grupos por igual. La animosidad de las disueltas militias popul?res hacia el ejercito regular fundamental de la revuelta de 1785 y esta animosidad espanol fue una causa estuvo asimismo signada por el crucial desempeno de la poblaci?n local en la del Batall?n de Extremadura, Gregorio defensa del reino. Seg?n el Comandante "El tema de sus gritos era que les entregasen al Granadero preso de la Cuesta, y que saliesen de la ciudad todos los dem?s pues ellos habfan sabido guardarla en otro tiempo y la guardarlan tambien en adelante"52. El intendente de Charcas Ignacio Flores report? que la noche del 22 de julio los amotinados se quejaron "de haberseles reformado [desarmado] despu?s de haberpasado muchos peligros y trabajos en las campanas que hicieron conmigo para subyugar a los Indios"33. Tambien los oficiales del cabildo notaron que la plebe se lamentaba de que las agresiones a los paisanos y el desmantelamiento de las militias "es el pago que La hemos sacado de haber servido al Rey en las expediciones"54. despues manifestation m?s dram?tica de este descontento ocurri? cuando, al calor de las un gran n?mero de tumultuantes ocup? batallas el edificio del campales, intent? copar la sala ayuntamiento y, adem?s de liberar a los presos comunes, de armas. Para evitar lo peor, un piquete debi? atravesar la Plaza Mayor un canon sus e la el instalo fuerza fusiles, por disparando desaloj? ayuntamiento de infanteria en sus portales. Solo tras repetidos disparos de can?n y fusileria la multitud comenzo a dispersarse. Es probable que la iniciativa representara un intentodirecto de rearmar a lamilicia pues se dijo que muchos de los que intentaron tomar la armeria eran los propios de mestizos integrantes de la compahia recientemente disuelta55. El fiscal de la audiencia, Domingo Arnaiz de las Revillas, indic? que "los seductores querfan cuanto menos apoderarse de las armas que se les habian quitado a la llegada de los Granaderos Veteranos para echar estos fuera de la ciudad y quedarse ellos viviendo de la holgazaneria y pasando plaza al Rey. Esto casi lo consiguieron..."56. de hombres necesarios 50 Declaration de Josef Mariano de Leon, AG I,Charcas 535. de Don Juan Jose Segovia, AG I,Charcas 535. 52 Gregorio de laCuesta al VirreyMarques de Loreto, 1/8/85,AGI, Buenos Aires 70, Ng 1. Subrayado original. 53 Ignacio Flores al Virrey Marques de Loreto, 15/10/85, AGI, Buenos Aires 72. 54 Declaraci?n del escribano del cabildo Martin Jose de Terrazas, 13/8/85,AGI, Buenos Aires 72. 55Arnaiz al Virrey Marques de Loreto, 2/8/85, AGI, Buenos Aires 70 NQ1. 56 Ibid. 51 Declaraci?n This content downloaded from 136.167.3.36 on Tue, 1 Apr 2014 11:03:05 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions en el SERGIOSERULNIKOV 454 Que el generalizado repudio a los soldados reflejaba una conciencia, aunque m?s no fuera difusa, de la condici?n colonial qued? de manifiesto en que, a diferencia de las autoridades municipales y las elites patricias en general, algunos de los chapetones residentes en la ciudad parecen haber sido (o temido ser) el Un oriundo de Santander llamado Gavino de Quevedo objeto de ataques. dijo que la noche del 22 de julio de 1785 mucha gente gritaba "que habian de morir todos los chapetones del aquella noche"57. AI dia siguiente, en las cercanias contra el de hecho de fue Quevedo cabildo, piso y despojado agredido, arrojado su trabuco. El Teniente Asesor de la Intendencia Francisco Cano de la Puerta, tambien nacido en Santander, report? que la noche del 23 "le acometio todo el tumulto llen?ndolo de dicterios, diciendo unos: a ese pfcaro que es chapet?n..."58. Un comerciante peninsular busc? refugio en la casa de su suegro, "de puro miedo de que por ser chapet?n sucediese aqul lomismo que en Oruro"59. Se dijo que varios vecinos peninsulares, creyendo estar en peligro, buscaron amparo en las iglesias de la ciudad60. Es interesante notar que esta hostilidad hacia los por el flamante Arzobispo de Charcas, europeos habla sido ya anunciada fray Antonio de San Alberto, a prop?sito de su ingreso formal a La Plata el 17 de julio de 1785, apenas cinco dlas antes del motin. Escribi? al Rey que "fui recibido con las senales del mayor regocijo por el pueblo, pero muchos de los principales de el est?n poco satisfechos conmigo o porque se habian prometido otro o porque lo querian criollo y oriundo de estos paises como m?s propio a sus ideas, todas siempre de libertad"61. se hizo Sena equivocado pensar que este sentimiento antipeninsular extensivo a todos los oriundos de Espaha. En rigor,por peninsular se designaba a una facci?n o partido: aquellos identificados como enemigos gen?ricamente del vecindario. Hay que recordar que en Hispanoamerica el acceso a la vecindad no estaba regido por requisitos preestablecidos tales como el sitio de nacimiento del individuo o sus antepasados, los anos de residencia en la ciudad o la posesi?n la tanto desde de bienes inmuebles. Ser considerado parte del vecindario, perspectiva legal (por ejemplo ser elegible para cargos concejiles) como simb?lica, las redes la reputaci?n, del grado de inserci?n a la comunidad, dependia 57 Declaraci?n 58 Declaraci?n de Gavino de Quevedo del Teniente Asesor de Hoyos 5/10/86, AGN, IX, Interior, legajo 22, expediente 4. la Intendencia Francisco Cano de la Puerta, 6/8/85, AGI, Buenos Aires 72. 59 Declaraci?n de Juan Ventura Avila, 30/10/86, AGN, IX, Interior, legajo 22, expediente 4. Oruro fue, a comienzos de 1781, el escenario de lamayor revuelta criolla asociada a la rebeli?n tupamarista. Vease, CajIas de la Vega: Oruro 178; y Cornblit: Power and Violence. 60Arnaiz sostuvo que algunos chapetones buscaron refugio durante lanoche del 22 de juliodiciendo" vaya que los criollos son unos indignos, Yo habia padecido mucho engano, esto est? muy malo!".E\ Fiscal de la audiencia Arnaiz al VirreyMarques de Loreto, 2/8/85, AGI, Buenos Aires 70, Ng 1. Subrayado en el original. 61Querejazu record? que ya durante Calvo: Chuquisaca, p. 456. El Presidente Regente de la audiencia las politicas de la condenando la rebeli?n indlgena misma, a raiz de la aparici?n en la ciudad de pasquines audiencia y los corregidores provinciates, "[p]ara impresionar bien a lagente plebe que integraba las companlas [de milicias], llamaba a sus oficiales y soldados y salla con ellos a rondar la ciudad. Hacia elogios al Cabildo la maligna semilla de la discordia entre criollos y Secular y todo el vecindario. De este modo fuiapagando Calvo: Chuquisaca, p. 385). Subrayado nuestro. (Amenos que se indique lo europeos". (Citado en Querejazu Lewin: La rebeli?n de T?pac los subrayados son nuestros). Vease asimismo, Boleslao contrario, en adelante (Buenos Aires, Sociedad Editora Latino Americana, Amaruy los origenes de la independencia de Hispanoamerica 1967), pp. 538-540. This content downloaded from 136.167.3.36 on Tue, 1 Apr 2014 11:03:05 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions Y REPRESENTACI?N IDENTIDADES COLECTIVAS PO?TICAENLACIUDADDE CHARCAS 455 como peninsular o Vocablos y otros factores de sociabilidad62. personales un no de denotaban necesariamente lugar chapet?n origen sino determinadas de integraci?n social y, en este caso particular, de adscripci?n modalidades politica63. De hecho, varios peninsulares de nota jugaron un papel prominente en el movimiento urbano. Es posible que la cristalizaci?n de antagonismos sociales en funci?n del origen geogr?fico de las personas se produjera mas tarde, al calor Pero aun asl, que los eventos fueran de las guerras de la independencia. es desde el como un enfrentamiento entre vecinos y chapetones caracterizados punto de vista ideol?gico tan significativo como el que no existiera una estricta correlation entre procedencia y alineamiento politico. tras los motines no dejan dudas sobre lamanifiesta Las medidas adoptadas las de elites complicidad patricias (aquellos "principales" del pueblo aludidos con nuevo de la plebe. En 1782, el Comandante el los reclamos por Arzobispo) de los saboyanos Crist?bal L?pez tuvo que ceder a la presi?n de la poblaci?n y de las autoridades civiles y entregar al soldado Peti. Significativamente, quienes lo trasladaron del cuartel a la c?rcel del cabildo fueron "soldados chuquisaquenos", vale decir, los integrantes de las milicias urbanas64. Para mayor humillacion, el cortejo debi? atravesar la plaza por entre medio de la multitud: gritos, silbidos, burlas y algunas pedradas al reo hasta el presidio municipal65. acompanaron Tres anos m?s tarde, el intendente Flores, con el resuelto aval de los oficiales del de los ministros de la audiencia, y la resignada aceptaci?n ayuntamiento la inmediata decidieron dar lugar a la principal reivindicaci?n de los amotinados: restituci?n de la compania de mestizos. El 23 de julio a la tarde, una vez que la situaci?n pareci? serenarse, el alguacil del cabildo distribuy? fusiles a los ochenta y seis soldados, dos cabos y dos sargentos de la disuelta milicia. Se les asign? un salario diario de 4 reales y se los acuartel? en el edificio de la universidad de San Francisco Xavier66. Los fundamentos de una resoluci?n que, como los funcionarios regios no se cansarian de remarcar, premiaba a los protagonistas a "las Armas del Rey", traducen bien las tensiones de violentos asaltos a que su Se sostuvo que el rearmamento de la milicia obedecia subyacentes. disoluci?n "habla dado en mucha parte m6rito al sentimiento que tenian concebido los Naturales de haberselos privado de este honor y ejercicio de que subsistian muchos de ellos"67. Mientras el prop?sito explfcito de la orden virreina! no habia 62 Tamar Herzog: "La vecindad: entre condici?n formal y negociaci?n continua. Reflexiones en torno a las categorias sociales y las redes personales", Anuario del IEHS15 (2000), pp. 123-131. 63Rossana Barrag?n muestra, para el caso de los conflictos en la ciudad de La Paz durante el siglo XVIII, local ("Espafioles que el grupo identificado como "chapet?n" incluia a criollos carentes de lazos con la sociedad patricios y espafioles europeos", pp. 113-171). En su an?lisis del creciente antagonismo entre lametr?poli y las elites americanas durante el siglo XVIII, Brian Hamnett nota que, "The resident elites included Spaniards and Americans: provenance did not necessarily implyeither difference ofmaterial interestor any political polarity. The predominance ofAmerican interestsand familyconnections provided thedefining element which distinguished this group fromthe 'peninsular' elite, whose Spanish peninsular interestsand orientation predominated." ["Process and Pattern: A Re-examination of the Ibero-American Independence Movements, 1808-1826", Journal of Latin American Studies, (29:2) 1997, p. 284]. 64 Declaraci?n de Don Calisto Balda, AG I,Charcas 66 Ibid. 535. 66 AGN, Sala IX,Tribunales, leg. 132, exp. 13. 67 Acta del Acuerdo Extraordinario de la audiencia, 24/7/85, AGI, Buenos Aires 70, N9 1. This content downloaded from 136.167.3.36 on Tue, 1 Apr 2014 11:03:05 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions SERGIOSERULNIKOV 456 sido otro que el "no tener armado este Paisanaje"68, de explicaron al Marques Loreto, con evidente ironfa,que la medida serviria para disuadir a los mestizos en que parece han estado de que por desprecio "de la errada persuasion y estas nuevas tropas..."69. desconfianza suya se han establecido La representation del "cuerpo politico" de la ciudad Para comprender las connotaciones ideol?gicas de las protestas urbanas conviene recordar una aseveraci?n hecha en 1779 por el Ministro de Indias Jose de G?lvez, la figura central del reformismo borb?nico en America. Reflexionando sobre la imposibilidad del ejercito regular de proteger por si mismo los inmensos dominios reales, G?lvez llam? la atenci?n acerca del indispensable papel de las locales. El destino de milicias y, por extension, del consenso de las poblaciones en definitiva en que "los que mandan de ultramar, dijo, descansaba las posesiones (...) les hagan conocer que la defensa de los derechos del rey est? unida a la de sus blenes, su familia, su patria y su felicidadT10. Apenas un ano pasaria luego de este vaticinio para que el desempeno de los habitantes de La Plata en la guerra contra las fuerzas tupamaristas probara con creces el irremplazable rol de Pero entonces serfan las propias polfticas borb?nicas las milicias americanas. a dificultar la al gobierno espanol, las que contribuirfan a minar la adhesion identificaci?n de los derechos del rey con los de las familias y la patria de sus uno de !os rasgos distintivos de este En ello radica precisamente s?bditos. La Paz o En contraste con otras protestas en Quito, Arequipa, alzamiento. el conflicto no giro aquf en torno a cuestiones de polftica economica Cochabamba, estatales de aguardiente y tabaco o el incremento de la carga (los monopolios o de la de polftica a secas incluso (el rechazo de la potestad impositiva) en torno sentido al administration regia para tomar decisiones inconsultas): giro de los El disparador de los residentes urbanos. de pertenencia especifico de de una guarnici?n permanente alzamientos (el establecimiento popul?res al honor de los recurrentes la condonation soldados y la ataques espanoles, de de las milicias la la de La disoluci?n masculina de Plata, poblaci?n reputation los rodearon (la hist?ricas que circunstancias y las extraordinarias mestizos) contra las fuerza tupamaristas) militar de los moradores exitosa movilizaci?n llevaron a que la confrontaci?n remitiera menos a las prerrogativas de la ciudad que al estatuto de su relation con laCorona. La retribution al esfuerzo de patricios y plebeyos en defensa de los dominios reales (como dijo un vecino, "el pago que hemos sacado de haber servido al Rey en las expediciones") plante? despues como el siguiente sin ambages interrogante: ^podia ser la ciudad concebida como una sociedad miembro pleno de la naci?n espanola tanto, por hidalga y, debia serlo como una sociedad dividida en sectores hispanos y no hispanos? local y colonial, carente de derechos polfticos propios, escindida en poblaci?n a producir rentas a la Corona y controlada colonos europeos, destinada por ejercitos metropolitanos? 68 Arnaiz al Virrey Marques de Loreto, 2/8/85, AGI. Buenos Aires 70, N91. 69 La audiencia al Virrey Loreto, 24/7/85, AGI, Buenos Aires 70, N9 1. 70Citadoen Marchena Fernandez: Ejercitoymilicias, p. 143. This content downloaded from 136.167.3.36 on Tue, 1 Apr 2014 11:03:05 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions ENLACIUDADDE CHARCAS Y REPRESENTACI?N POLITICA IDENTIDADES COLECTIVAS 457 en este contexto que el ayuntamiento, el m?s No es de sorprender en la sociedad de autogobierno hispanoamericana, importante organismo emergiera como el principal vehlculo de representation del descontento71. Como ha sostenido respecto de los motines ocurridos en Quito en Anthony McFarlane 1765, los disturbios representaron "la rebeli?n de una comunidad m?s bien que de una clase"72. Todas las partes involucradas comprendieron bien que el sonido y la furiade la violencia callejera no eran la ?nica ni lam?s trascendente dimensi?n en la plaza del conflicto. La politica plebeya, aunque expuesta dram?ticamente indisolublemente p?blica, estaba ligada a la politica patricia, la politica que tenla lugar en las casas y tertulias de los vecinos de honor y en las salas del ayuntamiento. Durante estos ahos, en efecto, el cabildo funcion? como un correlato En 1782, emergio como la voz del institucional de las revueltas. popul?res. vecindario frente al ejercito. Apenas horas despues de los enfrentamientos del 18 de septiembre, las autoridades urbanas decidieron convocar a un Cabildo una instituci?n Abierto, que evocaba, como ninguna otra, nociones de autonomla del cabildo, y representation corporativa municipal73. Sin embargo, el desempeno a antiguas concepciones as! como la apelaci?n inducirnos pactistas, no debiera a pensar que el movimiento signified una mera vuelta al pasado. Hasta donde recordemos una vez m?s, la instituci?n habla servido hasta entonces sabemos, como un organismo de administraei?n municipal dominado por unas pocas familias de notables en relaci?n funcional con la burocracia regia y no como instrumento de representation politica de patricios y plebeyos en oposiei?n a los poderes coloniales74. As! pues, al justificar el llamado a un Cabildo Abierto, las autoridades de de la compahla sostuvieron, en clara alusi?n a los soldados municipales se pretenda que "ocurren justlsimos recelos de que a esta Ciudad Saboya, conmover mediante los influjos y sugestiones de algunos malevolos forasteros los que desean tiznar la lealtad y nobleza que en todos tiempos se ha granjeado, llevados de una conocida envidia"75. Es m?s, para poner fin a los y maliciosa de la tropa, exhortaron a la audiencia abusos que ordenara al Comandante Cristobal Lopez que "no permita salir a los soldados con armas del Cuartel y que al toque de Lista se recojan en el". El 21 de septiembre, dla en que se reuni? el Cabildo Abierto, entraron primero a la sala capitular "todos los vecinos principales, as! Criollos como Europeos" y, tras tomar asiento, se hizo comparecer a un gran 71 Ejemplos del rolde los cabildos durantes estos anos en Gustavo L. Paz: "La hora del Cabildo: Jujuy y su defensa de los derechos del pueblo en 1811", en Fabian Herrero (Comp.): Revoluci?n. Politica e ideas en el Rio de laPlata durante la d?cada de 7870(Buenos Aires, Ediciones Cooperativas, 2004), pp. 149-165; McFarlane: "The Rebellion of the 'Barrios'", pp. 204-210; y Lynch: Administration colonial espanola, pp. 211-216. Vease asimismo Hamnett: "Process and Pattern", p. 293. 72 "The Rebellion of the 'Barrios': Urban Insurrection inBourbon Quito", en John Anthony McFarlane: Fisher, Allan Kuethe y Anthony McFarlane (Eds.): Reform and Insurrection inBourbon New Granada and Peru (Baton Rouge, Louisiana University Press 1990), p. 250. 73Sobre las connotaciones de la instituci?n del cabildo abierto, vease McFarlane: "The Rebellion of the 'Barrios'", p. 214. 74En su historia general de laciudad de La Plata durante el periodo colonial, Querejazu Calvo (Chuquisaca) no registra disputas institucionales o politicas abiertas entre el ayuntamiento y las autoridades la regias desde consolidaci?n del regimen colonial a fines del siglo XVI hasta los conflictos analizados en este trabajo. 75Auto del Cabildo del 20/9/82, AGI, Charcas 535. This content downloaded from 136.167.3.36 on Tue, 1 Apr 2014 11:03:05 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions SERGIOSERULNIKOV 458 n?mero de miembros de la plebe: "Todos los Inferiores y Artesanos de esta Capital, Gremio por Gremio, compuesto cada uno del Maestro Mayor, menores El alcalde de primer voto abri? la oficiales, aprendices y dem?s dependientes". reunion recordando los derechos adquiridos por "esta noble y valerosa Rep?blica" como resultado de antiguos y recientes servicios a los monarcas AI espanoles. en otras ceremonias la fueron de hitos dos epoca, que igual p?blicas subrayados: el alineamiento de la ciudad con las fuerzas realistas durante las guerras civiles del siglo XVI y la resonante victoria sobre los insurgentes tupamaristas76. Advirti? y dependientes que luego a los "incautos e inadvertidos" oficiales, aprendices no debfan dejar "manchar" esta reputaci?n "promoviendo inquietud alguna inconsiderada que ocasione perjudiciales y sensibles resultas". Pero la advertencia era puramente ret?rica. Seg?n consta en las actas de la reunion, los miembros de la plebe respondieron, que en aquella noche laGente que se present? a formarel alboroto que se ha notado fue solamente compuesta de unos muchachos inconsiderados que rompianen gritosy silbos a efecto de pedir Justiciapara que el soldado Blanquillo Josef Peti fuese castigado como correspondia por el grave delito que cometi? [...] habiendo nacido esta demostracion tantopor haber estado ellos acostumbrados a ver que losJueces de esta ciudad castigan con rigor a los Delincuentes aun de menor enormidad, porque como su exceso, y asi cuanto a inadvertidos jovenes, nada impuestosen lasordenanzas Reales Militares, lesparecia que el destino del Cuartel asegurase para el referido en la C?rcel reo no era prisi?n adecuada de esta Corte.. 77. para solo pedian se Publica La asamblea de los vecinos de la ciudad consider? que estos descargos las gracias eran ciertos e irrefutables. Se dio pues a los artesanos y comerciantes en su conducta". lealtad se encomend? les y "arreglada que perseveraran y la tom? a su cargo En el curso de las semanas siguientes, el cabildo su esfera una excedia tarea ostensiblemente de los incidentes, que investigaci?n normal de acci?n puesto que los ayuntamientos, de manera especial en ciudades Esto fue posible solo atendian causas sede de audiencia, judiciales menores. debido a la disrupci?n de las tradicionales estructuras de autoridad en la sociedad de en particular la decadencia de la audiencia. Una combinaci?n charquena, la m?s antigua factores institucionales y politicos hizo que para esta epoca instituci?n altoperuana perdiera mucha de su prominencia y prestigio. Como es la creaci?n del virreinato del Rio de la Plata en 1776 cercen? sabido, su acostumbrada autonomia y la creaci?n de intendencias, considerablemente seis anos m?s tarde, recort? su jurisdicci?n sobre vastas regiones como La Paz, Potosi y Cochabamba78. Asimismo, sus desastrosas polfticas frente a la creciente de la gran rebeli?n uno de los social principales disparadores indigena, agitaci?n surandina de 1780, llevaron a que el virrey del Rio de la Plata Juan Jose de Vertiz (1778-1783) confiriese toda la autoridad sobre estos asuntos a una persona ajena 76Sobre la relaci?n entre memoria, identidad y politica, vease Serulnikov, '"Las proezas de laCiudad'". 77Acta del Cabildo Abierto del 21/9/82 AGI, Charcas 535. 78 buena parte de Hay que recordar que los Intendentes (incluyendo el Intendente de Charcas) absorbieron las antiguas atribuciones de la audiencia y reportaban directamente al Virrey. Una sintesis de las tensiones en Barnadas: Es muy sencillo, pp. 78-79. provocadas en Charcas por estas reformas administrativas This content downloaded from 136.167.3.36 on Tue, 1 Apr 2014 11:03:05 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions Y REPRESENTACI?N IDENTIDADES COLECTIVAS POUTICAENLACIUDADDE CHARCAS 459 de al tribunal, el quiteno Ignacio Flores. Este tue designado primero Comandante Armas, luego presidente de la audiencia y, en 1782, primer intendente de Charcas. A la disrupci?n causada por el establecimiento de una magistratura superior a la audiencia, se sum? el hecho de que Flores mantuvo desde su arribo a la ciudad en torno a feroces disputas con todos sus ministros, a la saz?n peninsulares, como su de el tales criollo clave la condici?n de ocupando ?poca, problem?ticas con m?s alto cargo en la administraci?n regional y su actitud contemporizadora el los indlgenas rebeldes y con los sectores patricios que habian encabezado levantamiento en Oruro79. Su resuelto apoyo al vecindario de La Plata en sus las tropas espanolas enfrentamientos con lamisma audiencia, y el virreyMarques terminarian de radicalizar estos conflictos ideol?gicos. de Loreto (1783-1789), En efecto, tras el moth de 1782, aprovechando la debilidad de la audiencia, del virrey Juan Jose de Vertiz, se la complicidad de Flores y la condescendencia a un personaje clave de la epoca, un abogado oriundo la pesquisa encomend? Este era el relator m?s antiguo de la de Tacna llamado Juan Jose Segovia. durante el alzamiento de las companias de abogados comandante audiencia, un de de Xavier estrecho aliado de Vicerrector la Universidad San y indigena, Flores, quien lo eligi? como asesor de la intendencia en desmedro del c?ntabro Francisco Cano, el asesor oficial designado por el Ministerio de Indias. Etnicamente mestizo o mulato, principal vocero de los vecinos y el cabildo, Segovia puede tal vez ser considerado una figura politica moderna, en el sentido de que su posici?n de liderazgo no provino de su posici?n en la administraci?n colonial sino de su reputaci?n personal y su imagen publica. Por ejemplo, se dijo que en ocasi?n de en honor de la designation dar un discurso en la Universidad de Charcas de no dieron abasto los empleados Ignacio Flores como Presidente de la audiencia, a la sala mayor de los numerosos artesanos y jornaleros para impedir el acceso que concurrieron por propia voluntad a la ceremonia. AI punto que un oidor de la audiencia reprendi? formalmente a las autoridades universitarias por la presencia de tantos plebeyos en un evento de semejante naturaleza. El incidente ocurri? en febrero de 1782, siete meses antes de los ataques a la guamicion80. la guarnici?n, en su calidad de juez de comisi?n, Segovia Tras los ataques tom? un gran n?mero de testimonios que, lejos de indagar sobre el motln, expusieron en gran detalle la impunidad de los soldados peninsulares para cometer sus esposas, los plebeyos, graves injurias a los patricios, hijas y hermanas. Como el recientemente arribado fiscal de la audiencia Domingo Arnaiz de las Revillas not? con consternacion, la investigaci?n del cabildo sobre los responsables de la revuelta no se habfa en verdad dirigido contra los revoltosos sino contra sus victimas, los soldados. Sugiri? que ello obedetia a que muchos 79 Sobre Ignacio Flores, vease Lynch: Administration colonial espanola, pp. 76-77, 226-229 y 245-246; "Un quitefio en el virreinato del Rio de la Plata. Ignacio Flores, Presidente de la Manuel de GuzmAn y Polanco: Audiencia de Charcas", Boletfn de laAcademia Nacionalde laHistoria, vol. 53,1980, pp. 159-183; Jorge Carrera Andrade: Galeria de mlsticos e insurgentes. La vida intelectual del Ecuador durante cuatro siglos (1555-1955) Jerusalen (Quito, Casa de laCultura Ecuatoriana, 1959), pp. 69-77; Marie-Danielle Demelas e Yves Saint-Geours: yBabilonia: religion y politica en el Ecuador, 1780-1880 (Quito, Corporaci?n Editora Nacional, 1988), pp. 70-71. La crisis politico-institucional de la audiencia se reflej? en que para mediados de ladecada del ochenta contaba con solo dos oidores (uno de ellos de edad muy avanzada) y un fiscal. 80 Joaquin Gantier Valda: Juan Jose de Segovia (Sucre, Banco Nacional de Bolivia, 1989). This content downloaded from 136.167.3.36 on Tue, 1 Apr 2014 11:03:05 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions 460 SERGIO SERULNIKOV los criollos habian estado directamente involucrados en el alzamiento y en su posterior encubrimiento81. En cualquier caso, dado que se concluy? que los ?nicos del tumulto habian sido muchachos responsables y forasteros (o "gualaychos") -personas inimputables o inhallables-, nadie fue arrestado por los seri?s actos de violencia popular82. de La confluencia de intereses de plebeyos y patricios, y el papel del cabildo como instrumento de representaci?n politica de estos intereses, volvenan a aflorar tras los incidentes de julio de 1785. A la extraordinaria decisi?n de restablecer la compania de paisanos por parte del intendente Ignacio Flores (el d(a mismo de los ataques al cuartel y la toma del edificio del ayuntamiento), se sumo el llamado a un Cabildo Abierto que, como tres anos antes, conden? la reaction de la plebe pero justific? sus motivos, culp? de los enfrentamientos a los soldados espanoles y exigi? quedar a cargo del juzgamiento de los hechos. Esta vez, empero, el vecindario encontraria una oposici?n mucho m?s formidable por parte del nuevo virrey del Rio de la Plata, el Marques de Loreto. Apoyado en los magistrados de la audiencia, el Teniente Asesor de la Intendencia Francisco Cano y los oficiales del Regimiento de Extremadura, Loreto se propuso poner fina la politizaci?n de la ciudad y restablecer de una vez por todas la autoridad de los magistrados regios83. El virrey dictamino la inmediata disoluci?n de la rearmada milicia y, con la position del ejercito en la ciudad, dispuso que una el objeto de apuntalar en Potosi se trasladara a La Plata de inmediato compania de veteranos estacionada aun antes de recibir esta orden, el mismo Flores se vio Pero sin aviso y previo84. las censuras, a "sabiendo de mestizos la desmantelar compania obligado cavilaciones y malicias que losmismos ministros [de la audiencia] que accedieron a la restauraci?n de la Compania de Patricios han pronunciado cautelosamente contra ella... [y] no esperarse y de jam?s buen servicio de una tropa sospechada Loreto resolvi? mismo Del unos oficiales desatendidos desairados..."85. modo, y la investigation de los incidentes a la audiencia, excluyendo esta vez encargar informes dirigidos a no solo al cabildo sino tambien al intendente86. En extensos a los vecinos sindicaron funcionarios los Aires Buenos peninsulares y Madrid, se trasladara a Loreto alzamiento. Se del de pedir que lleg? complices patricios a La Plata para hacerse personalmente cargo del gobierno puesto que de lo sus verdaderos motores y complices87. contrario nunca se descubrinan 81 Informedel fiscal Arnaiz, 20/8/82, AGI, Charcas 535. 82Testimonio del Primer y Segundo expediente sobre los incidentes ocurridos en La Plata, AGI, Charcas 535. 83Sobre las de Loreto, vease Viviana L. Grieco, Politics and Public Credit: The Limits ofAbsolutism politicas inLate Colonial Buenos Aires. Ph.D. dissertation, Emory University, 2005. 84 El Virrey Marques de Loreto a Ignacio Flores, 29/8/85, AGI, Charcas 433. 85 de Ignacio Flores al Virrey Marques de Loreto, 15/9/85, AGI, Charcas 433. N?tese que "Compania Patricios" era una de las formas de designar a la compania de mestizos o naturales. Como se ha notado, la ?nica persona patricia en esta compania era su Capit?n, Manuel Allende. 86 AGI, Charcas 433. Merece senalarse nuevamente que el antecesor de Loreto, el criollo Vertiz, habia en cambio inhibido a la audiencia primero en favorde Flores para atender lacausa de la rebeli?n indigena de 1780 y luego en favordel cabildo para investigar el motln popular de 1782. 87Arnaiz al n. 1.Vease asimismo, Declaraci?n de VirreyMarques de Loreto, 2/8/85,AGI, Buenos Aires 70, Francisco Cano de laPuerta ante el oidor Cicer?n, 6/8/85 (AGI, Buenos Aires 72) yGregorio de laCuesta al Virrey Marques de Loreto, 1/8/85,AGI, Buenos Aires 70, n. 1. This content downloaded from 136.167.3.36 on Tue, 1 Apr 2014 11:03:05 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions POLITICA ENLACIUDADDE CHARCAS Y REPRESENTAC1?N COLECTIVAS IDENTIDADES 461 Los habitantes de la ciudad desafiaron p?blicamente esta forma de concebir el ejercicio de la dominaci?n colonial. En un oficio dirigido a Loreto por todos los los informes de los oficiales del cabildo, se tild? de Tigeros y denigrativos" funcionarios regios88. Juan Jos? Segovia sostuvo que aquellos que lo acusaban a 61 y a otros criollos de sedicioso "son los verdaderos sediciosos, pues con sus son las polillas de las rep?blicas, destrucci?n de intrigas, c?balas y apariencias los Pueblos y perturbadores de la paz por las discordias que causan"89. "Toda esta ciudad -advirti? al virrey- se halla sumergida en lam?s notable confusi?n"90. Flores alab? la conducta de los mestizos por no haber opuesto resistencia alguna a entregar las armas que se les habian recientemente distribuido, asi como la de la gente decente por haberse esmerado en mantener el orden p?blico. Asumiendo el rol de vocero de los vecinos, observ? que ?stos "se han constemado mucho al ver que inopinada y misteriosamente se ha presentado la compania que guarnecia no conffa en su fidelidad o que no ha dado Potosi, juzgando que Vuexcelencia ascenso a sus estimables servicios"^. En un involuntario eco de la afirmaci?n de Jos? de G?lvez citada arriba, sostuvo que la discriminacion contra criollos y mestizos solo podria traer consecuencias funestas: "<^Qui6n afirmar? que serviria un ejercito de enfermos, o que la rep?blica prosperar? con bien a su Majestad unos vasallos que no impelidos del honor y la confianza sena menester pagarles de contado las menores fatigas, los m?s in?tiles amagos?"92. Cuando recibi? a fines de por toda respuesta a sus escritos, el cabildo septiembre de 1785 un oficio de Loreto advirtiendo que confiaba que la ciudad "procurar? borrar la nota que pudiera causar el pasado acaecimlento a la fidelidad entre la poblaci?n local y las m?ximas las desavenencias que tiene tan acreditada", autoridades coloniales se tornaron en un conflicto politico abierto93. El 6 de octubre, una vez recibido el oficio de Loreto, se elev? a la audiencia un petitorio de inauditas caracteristicas. Conforme a un poder firmado por ciento ochenta y dos personas de honor, el tribunal recibi? una extensa representaci?n a nombre de una putativa entidad colectiva: el vecindario. Tras recordar que este "fue el primero que en los cerros de la Punilla por sf solo destruy? y derrot? [a los indios insurgentes]", acusaron a los soldados directamente a por los incidentes y responsabilizaron Loreto de las tribulaciones en las que se hallaba sumido "el cuerpo politico de la ciudad" por haber dado credito, a diferencia de su predecesor Juan Jos? de Vertiz, a sus enemigos94. Calificaron la solicitud de que Loreto se trasladara a La Plata para restablecer el orden como "una maquinacion desenfrenada... que notablemente lastima la conducta de unos honrados vecinos". Su presencia no era aconsejable, a menos que fuera para promover laagricultura y otras actividades, 88 Antonio Serrano, Juan Antonio Fernandez, Diego Ortega y Barr?n, Doctor Josef Eustaquio Ponce de Leon y Cerdeno, Francisco Xavier de Arana, Juan de Mallavia, Francisco de Sandoval y Joaquin de Artachu al VirreyMarques de Loreto, 14/9/85,AGI, Buenos Aires 72. 89 Juan Jose Segovia al Intendente de Charcas Ignacio Flores, AGI, Buenos Aires 72. 90 Juan Jose Segovia al Virrey Marques de Loreto, 14/9/85,AGI, Buenos Aires 72. 91 Ignacio Flores al Virrey Marques de Loreto, 15/10/85, AGI, Buenos Aires 72. 92 Ibid. 93 El Virrey Marques de Loreto al cabildo de La Plata, 29/8/85, AGI, Buenos Aires 72. 94 Escrito del Jose de Arias a la audiencia, 6/10/85, AGI, Buenos Aires 72. apoderado This content downloaded from 136.167.3.36 on Tue, 1 Apr 2014 11:03:05 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions SERGIOSERULNIKOV 462 su apreciable "pero en manera alguna es necesaria para contener presencia alteraciones, motines y tumultos porque no los hay, y cuando alguno sucediera, tiene de sobra esfuerzo y que Dios no lo permita, los vecinos de Chuquisaca mucha lealtad para extinguirlos"95. Un dia despu?s de la presentation de este petitorio, se convoc? a un nuevo Cabildo Abierto al que volvieron a asistir "lo noble de la ciudad y no distantes los artesanos y mec?nicos"96. El pretexto fue cumplir una orden virreinal para que, al en el resto de ciudades americanas, La Plata fuera dividida en cuatro igual que cuarteles y se eligieran alcaldes de barrio a cargo de su seguridad. Se ha senalado que la creaci?n de este cargo de politia sirvi? para reactivar aquel principio fundamental de la vida p?blica del Antiguo Regimen: el car?cter elective y de servicio p?blico de las autoridades Pero en este contexto, la municipals97. tanto en sus procedimientos formales como en su contenido politico, elecci?n, dist? de ser un mero retorno a pr?eticas pret?ritas. Quienes tradicionalmente a no eran los los alcaldes -cuando detentados y cargos por elegian regidores eran los capitulares salientes; para el caso de La Plata, compra o herenciatenemos informaei?n que ya desde fines del siglo XVI los electores eran veinte ex capitulares98. de barrio fue en cambio por La designaei?n de los alcaldes "elecci?n" y "aclamaci?n" de todos los presentes en el Cabildo Abierto. Y, m?s de votaei?n, el acto represent? una nueva y ostensible all? de los mecanismos manifestaei?n p?blica de desafio a los poderes coloniales -el ej?rcito, la audiencia, el virrey y la corte de Buenos Aires. La elecci?n del primer alcalde de barrio, en efecto, recay? en Juan Jos? Segovia, el principal imputado de fomentar la agitaei?n de los vecinos. La elecci?n, por otro lado, fue s?lo una excusa para tratarasuntos de mayor urgencia. Luego de nombrar a los otros tres alcaldes de barrio, se pas? a! principal tema de la reunion: la repulsa del oficio de Loreto. La clausula en la que el virrey detia que esperaba que la ciudad "borrase la nota" que pudiera resultar del motin fue lelda tres veces para que no quedaran dudas sobre sus ominosas implicaciones. Juan Jose Segovia habria abierto la discusi?n sosteniendo que el oficio demostraba que Loreto "no estaba satisfecho de la fidelidad y buen proceder del Vecindario, y de la habia sido informado contra este". El Subdelegado que sin duda Vuecelencia 95 Escrito del apoderado Jose de Arias a la audiencia, 6/10/85, AGI, Buenos Aires 72. Es interesante que en julio de 1781 habla sido el cabildo quien habia pedido al virreyque "pasara a vivir"en La Plata [Edberto Oscar AcevedO: "Politica, religion e ilustraci?n en las intendencias altoperuanas: regionalismo frente a unidad en el virreinato rioplatense", en Inge Buisson (Ed.): Problemas de la formationdel Estado y de la nation en Hispanoamerica (Bonn, InterNationes, 1984), pp. 47-48]. Sin embargo, se trataba de un contexto politico diametralmente opuesto. Mientras en 1781 el ayuntamiento y el virreyVertiz compartian la oposici?n a las politicas de la audiencia frente a la agitaci?n indigena, en 1785 la audiencia y el virrey Loreto compartian la condena de las politicas del ayuntamiento frente a losmotines urbanos. 96 El Doctor Francisco Moscoso al Fiscal Domingo Arnaiz, 8/10/85, AGI, Buenos Aires 72. 97Annick Lemperiere: "Rep?blica y publicidad a finales del Antiguo Regimen (Nueva Espana)", en Francois en Iberoamerica. Ambig?edadesyproblemas. Xavier Guerray Annick Lemperiere (et al.): Los espaciospublicos Siglos XVIIl-XIX(Mexico, D. F.: F.C.E., 1998), p. 58. Lacreaci?n de este cargo fue parte de una sehe de reformas impulsadas por Carlos III.Un an?lisis de estas reformas, centrado en el caso de Lima, en Charles F. municipales Walker: "Civilize or Control? The Lingering Impact of the Bourbon Reforms", en Nils Jacobsen y Cristobal Aljovin de Losada (Eds.): Political Cultures in theAndes, 1750-1950 (Durham, Duke University Press, 2005), pp. 74-95. 98Querejazu Calvo: p. 250. Chuquisaca, This content downloaded from 136.167.3.36 on Tue, 1 Apr 2014 11:03:05 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions Y REPRESENTACI?N IDENTIDADES PO?TICAENLACIUDADDE CHARCAS COLECTIVAS 463 "la necesidad Bonifacio Vizcarra expuso que tenia el provincia de Yampar?ez vecindario de ponerse a cubierto de reunirse contra cualquiera persona que intentase o hubiese intentado obscurecer su acreditada lealtad, en com?n y con respecto a cada uno de los particulares que se espartian voces de chapetones a criollos... y finalmente principi? a criticar las expresiones de la carta de Vuecelencia [el virrey], procurando persuadir le eran indecorosas al vecindarios, y que ellas denotaban habia sido mal informado". Cuando el Teniente Asesor Francisco que Vuecelencia Cano fustig? esas expresiones por "sediciosas y capaces de causar un alboroto popular", Ignacio Flores le replic? que el oficio del virrey era una prueba irrefutable de que habia recibido informes "contrarios al honor del Pueblo"99. El "Pueblo", rubricada por setenta firmas, exigi? a seg?n consta en el acta de la asamblea Loreto que "en el caso de que haya habido persona alguna de cualesquier car?cter y estado que sea que haya representado o informado lom?s minimo contra el honor del com?n de vecinos, o de alg?n otro particular, dar audiencia para que se los vindique, obligando al delator a que pruebe, como es de justicia y merecen esfuerzos que se vieron p?blicamente". Apelando a un antiguo principio del sistema politico hisp?nico que John H. Elliot defini? como "autogobierno a las ?rdenes del rey", se advirti? que la ciudad, "por medio del cuerpo que representa todo este vecindario [el ayuntamiento]", se reservaba el derecho de apelar a tribunales superiores, esto es, a Madrid100. Por ?ltimo, el cabildo se cerr? con una nota de alabanza al comportamiento del intendente Flores durante el motfn de no menor simbolismo que la election de Segovia como alcalde de barrio con el que se habfa abierto. Todos los concurrentes, en efecto, "[a]cordaron un?nimemente darle gracias a su Senona [Ignacio Flores] de parte del vecindario, y que a su nombre se eleve su conocido merito por medio del cabildo con igual testimonio a los pies de su Majestad [el Rey] y a la superior noticia de su Excelencia [el virrey Loreto]101. Era bien sabido por entonces que los dfas de Flores como intendente de Charcas estaban contados102. A nadie pudo haber escapado el significado de la movilizaci?n de los vecinos, su abierto desafio a la premisa b?sica de la administration colonial: la incondicional obediencia p?blica, aunque no necesariamente implementation, de las providencias reales (la conocida maxima, "se obedece pero no se cumple"). No por nada al finaldel Cabildo Abierto, "se hizo alii un protexta (sic) de defenderse mutuamente de cualquiera acusaci?n que resultase contra el com?n de la ciudad o contra el particular" 3. La respuesta de las autoridades regias no se hizo esperar. 99Todas las intervenciones en el cabildo abierto son tomadas del informede Francisco Cano de La Puerta al VirreyMarques de Loreto, 15/10/85, AGI, Buenos Aires 72. 100Acta del cabildo del 7/10/85, AGI, Buenos Aires 72. La cita de Elliot es extraida de Paz, "La hora del Cabildo". 101Acta del cabildo del 7/10/85, AGI, Buenos Aires 72. 102Por ejemplo, una semana despues del Cabildo Abierto, Flores comento que no cambiaria su actitud "aunque me cueste laremoci?n que tanpublicamente se anuncia". Ignacio Flores al VirreyMarques de Loreto, 15/ 10/85, AGI, Buenos Aires 72. 103El Doctor Francisco Moscoso al fiscal Arnaiz, 8/10/85, AGI, Buenos Aires 72. Los temores no eran en absoluto infundados. Cabe recordar que unos pocos anos antes, en respuesta a una petici?n del cabildo de Buenos Aires para que se prolongara el mandato del virrey Pedro de Ceballos cuando ya habia un sucesor designado, el Ministro de Indias termin?ordenando el exilio de dos regidores en las Isias Malvinas y la inhabilitaci?n anos a nueve siete otros cabildantes por (Lynch: Administration colonial esparlola, pp. 196-198). This content downloaded from 136.167.3.36 on Tue, 1 Apr 2014 11:03:05 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions SERGIOSERULNIKOV 464 La audiencia de Charcas y la corte virreinal portena condenaron de inmediato el contenido del petitorio colectivo de los vecinos; se dijo que daba "sobrada idea contiene sobre los Ultimos excesos de la defensa que sustancialmente de la Plebe"104. M?s significativo a?n, se vieron obligados a establecer un principio de car?cter general: rechazaron de piano que el vecindario pudiera hablar en nombre del "com?n de la ciudad", constituirse una entidad colectiva, en un actor politico, que actuase como "parte formal" en los procesos abiertos a ralz de las revueltas del Cabildo Abierto, se sostuvo, no injustificadamente, popul?res105. Respecto implic? ofrecer "a la crftica del Pueblo todo, una carta que s?lo que la asamblea al cuerpo capitular se dirigi?"106; y que el acto no signific? otra cosa que "[exponer] a la censura de un Pueblo rudo, ignorante, la sabia carta dirigida solo al Cabildo Persona del representa en estos Reinos la Sagrada por el que dignlsimamente a Loreto Ei abierto reiterado cuestionamiento Nuestro Senor y [el virrey]"107. Rey fue descrito como un "crimen horrendo de sedici?n", "[una] conspiracies [que] ha llevado solo el finde imprimir ideas detestables contra el Gobierno en los ?nimos de estos incautos e ignorantes vecinos"108. El fiscal de la recientemente creada audiencia de Buenos Aires se mostr? azorado de que el ayuntamiento "se hubiese propuesto sin cordura, pulso ni acuerdo, a celebrar uno abierto, y lo que es m?s, exponer a la censura del p?blico y peor inteligencia de algunos el expresado tild? de "horrores" lo acontecido oficio de Vuecelencia"; y concluy? que "es consiguiente forzoso que privadamente se reprenda a sus capitulares". Contempl? incluso la posibilidad de deponer de oficio a los alcaldes de barrio, pero desisti? de la idea "para que no cause novedad al Pueblo su remocion, por lomismo que las circunstancias cnticas del tiempo prestan el cabildo abierto fue desarreglado, subsidiaries"109. A instancias de la lugar a echar mano a estas precauciones a los oficiales del cabildo y circulares envi? Loreto audiencia pretorial, entonces, al la formal "desaprobacion" a Ignacio Flores exponiendo por la convocatoria Cabildo Abierto y el subsiguiente debate p?blico de su oficio110. Podrla La virulenta reaeei?n de los funcionarios regios no era caprichosa. de la la politica habia pasado decirse que si durante los motines popul?res administracion colonial al espacio p?blico de la plaza, fue ahora la politica callejera la que irrumpio en la fortaleza de las instituciones de gobierno. Lo hizo mediante la deliberaei?n p?blica, en presencia del "pueblo rudo", de resoluciones virreinales la cuya publicacion (mucho menos debate) carecia de autorizaei?n; mediante vindicaei?n ostensible por parte de los patricios como grupo social y del ayuntamiento como organismo de gobierno municipal de las reivindicaciones de 104 Informedel fiscal Arnaiz, 10/10/85, AGI, Buenos Aires 72. 105 Informedel oidor que servia de fiscal de la audiencia de Buenos Aires, Palomeque del Cespedes, 14/12/85 y resoluci?n del Acuerdo Extraordinario de Buenos Aires del 16/12/85, AGI, Buenos Aires 72. 106 El Doctor Francisco Moscoso al Fiscal Domingo Arnaiz, 8/10/85, AGI, Buenos Aires 72. 107Francisco Cano de La Puerta al Virrey Marques de Loreto, 15/10/85, AGI, Buenos Aires 72. 108Francisco Cano de La Puerta al Virrey Marques de Loreto, 15/10/85, AGI, Buenos Aires 72. del 109 Informedel oidor 14/12/ que hace de fiscal de la audiencia de Buenos Aires, Palomeque del Cespedes, 85, AGI, Buenos Aires 72. 110Resoluci?n del Acuerdo Extraordinario de Buenos Aires y oficios del VirreyMarques de Loreto al cabildo de La Plata y a Ignacio Flores, 16/12/85, AGI, Buenos Aires 72. This content downloaded from 136.167.3.36 on Tue, 1 Apr 2014 11:03:05 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions ENLACIUDADDE CHARCAS POLITICA Y REPRESENTACI?N IDENTIDADES COLECTIVAS 465 la construcci?n de una putativa Identidad colectiva, los amotinados; y mediante la ciudad, con el fin de confrontar a los poderes establecidos. Los efectos de esta irrupci?n eran m?s alarmantes que las demostraciones callejeras. Despu6s de todo, los disturbios de la plebe, y la participaci?n en ellos de miembros de la modos de negociaci?n y gente decente, constituian por entonces establecidos conflicto. Las m?ltiples revueltas urbanas antifiscales de la ?poca dan testimonio de las de ello. La intrusi?n del espacio p?blico de la plaza en las operaciones la integration de la politica plebeya a la politica instituciones gubernamentales, general a traves del cabildo, era m?s corrosiva, anunciaba algo nuevo y no podia ser tolerada111. iban a pagar caro por su Las figuras m?s visibles de estos movimientos la poblaci?n osadia. Para cuando local daba su enf?tico respaldo a la gesti?n del intendente Ignacio Flores, su remoci?n estaba ya decidida. Dos meses despues del Cabildo Abierto de octubre de 1785, su sucesor, Vicente de G?lvez (un protegido del virrey Loreto y de su pariente, el Ministro de Indias Jos? de G?lvez), arrib? a La Plata con una orden para que fuera escoltado por un piquete de soldados a Buenos Aires -como un peligroso criminal se lament? luego Flores. Permaneci? en una suerte de arresto domiciliario, sin lograr ser recibido siquiera una vez por Loreto, hasta su muerte a mediados de 1786. Poco despues, Juan Jos6 Segovia seguiria su misma suerte: forzado a marchar a la capital virreinal para responder por su rolen los alzamientos de 1782 y 1785, estuvo incomunicado en un calabozo por once meses. Su juicio se extenderfa por anos. Su candidatura a Rector de la Universidad de San Francisco Xavier para el ano 1786, propuesta por Flores y votada por 68 de los 75 doctores asistentes, habia terminado de la desatar la ira de la audiencia y algunos sectores de la Iglesia112. Reflejando doble amenaza presentada por la movilizacion colectiva de la poblaci?n urbana -la amenaza a las antiguas identidades sociales de la ciudad hidalga y la amenaza a las nuevas formas de centralization politica del orden borb?nico?, se dijo que el abogado "se jactaba de ser el defensor de los criollos sin distinci?n de de tribuno del pueblo calidades, y el consul de aquellas y se reputaba en El de la sociedad Flores y Segovia expuesto charquenafue lugar provincial.us. por el propio Vicente de G?lvez, quren pese a su alineamiento politico se sinti? precisado a reconocer que mientras el fiscal de la audiencia Domingo de Arnaiz, el principal instigador de la caida en desgracia de ambos, atraia "el odio universal, 111Para dos recientes estudios de caso sobre la importancia de la participaci?n politica de la plebe y su relaci?n con los cabildos durante la epoca de las revoluciones de la independencia, vease Gabriel Di Meglio: jViva el bajo pueblo! La plebe urbana de Buenos Aires y la politica entre la Revolution de Mayo y el rosismo (1810-1829) (Prometeo, Buenos Aires, 2007), pp. 77-122; y Jordana Dym: "*Our Pueblos, Fractions with No Central Unity': Municipal Sovereignty inCentral America, 1808-1821", Hispanic American Historical Review, Eric Van Young atribuye la ausencia de movimientos insurgentes (86:3) 2006, pp. 432-466. Coincidentemente, en las ciudades de Nueva Espana (en contraste con la extraordinaria agitaci?n rural) y el hecho de que el avance del absolutismo borb?nico sobre las autonomfas municipales no generara protestas colectivas a que, entre otros motivos, "the popular urban classes were leftout of the charmed circle of urban political power". Eric Van Young: "Islands inthe Storm: Quiet Cities and Violent Countrysides intheMexican Independence Era", Past and Present, 118:1 (1988), p. 145. 112Querejazu Calvo: p. 445. Chuquisaca, 113Rene-Moreno: Biblioteca Peruana, p. 118. This content downloaded from 136.167.3.36 on Tue, 1 Apr 2014 11:03:05 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions SERGIOSERULNIKOV 466 por lo que hace a los mencionados especialmente de 1785]", aquellos "eran sujetos de aceptaci?n Consideraciones asuntos [los disturbios de julio en estas gentes"114. finales Sugerir que existe una vinculaci?n directa entre los eventos que hemos revisado y el hecho de que la ciudad de La Plata se convertiiia en mayo de 1809 en el escenario de los primeros ensayos de ruptura abierta con los virreyes y la junta central de Sevilla requerirla un trabajo de reconstrucci?n hist?rica que excede los fines de este ensayo. No se trata, por lo dem?s, de sugerir que la crisis de la fue el producto de conflictos y din?micas sociales internas. No independencia hay duda que sin la invasi?n napole?nica a la peninsula ib?rica la historia hubiera sido muy diferente. Pero es evidente que si los enfrentamientos de fines del siglo XVIII no explican por si mismos los enfrentamientos de comienzos del siglo XIX, la calda de la monarqula hisp?nica no explica por si misma las reacciones que se suscitaron a partir de ella. Las l?gicas prevenciones contra visiones teleol?gicas no debieran prevenirnos contra visiones de largo plazo. Las respuestas de los de Bayona no surgieron ex nihilo, ni resultaron grupos urbanos a las abdicaciones a anejas concepciones de la mera apelaci?n de legitimidad mon?rquica de la de los de concretas. Fueron el producto ?poca experiencias pollticas Habsburgos. Esperamos haber mostrado que fue en la coyuntura hist?rica aqul analizada que a experiencias comunes acunadas la "gente decente" y las castas, apelando a reconocerse su defensa comenzaron durante de la ciudad, conjunta como una en relaci?n a los de comunidad distintiva p?blicamente parte politica a las pollticas del estado colonial, crecientemente percibido sectores asociados como un agente directo de los intereses metropolitanos. Es posible atisbar, pues, en su cl?sico aquella dinamica social que Jose Luis Romero habla apuntado estudio sobre las ciudades latinoamericanas: La de lasvlsperas de la Independencia era, etnica y culturalmente,una sociedad mezclada y de rasgos confusos y participaba en lamisma vida de que participaban los que conservaban la tez blanca. La burguesla criolla no miraba a los de tez parda como el vencedor al vencido, como se mira algo distante y separado. Quiz? losmiraba como el y,a veces, como el explotador al explotado; pero losmiraba como superior al inferior miembros de un conjuntoen el que ella misma estaba integrada,que constitufasu contorno necesario, del que aspiraba a ser lacabeza y sin el cual no podia ser cabeza de nada115. los sucesos de 1782 y 1785 ofrecen importantes claves para los orlgenes hist?ricos de esta comunidad de intereses entre los de dos y los de "tez parda", cabrla hacer, a modo de conclusion, es en la conciencia La los acotaciones. Andes politica que importantes primera criolla se defini? tanto en oposici?n al estado colonial como a los indios, cuya de la indeleble en la conciencia de manera alteridad radical qued? marcada Mientras comprender "tez blanca" 114Vicente de G?lvez al Virrey Loreto, 15/11/86 y 15/2/87, respectivamente. AGN, expediente4. 115Romero: Latinoamerica, p. 160. This content downloaded from 136.167.3.36 on Tue, 1 Apr 2014 11:03:05 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions IX, Interior, legajo 22, Y REPRESENT AC I?NPO?TICAENLACIUDADDE CHARCAS IDENTIDADES COLECTIVAS 467 urbana a partir de los masivos levantamientos de 1780-1782. Una poblaci?n reflexi?n de qulen se jactaba de ser "el defensor de los criollos sin distinci?n de calidades" sugiere hasta qu6 punto los pueblos andinos, en contraste con los sectores popul?res urbanos, continuaron siendo mirados, parafraseando a Romero, "como el vencedor al vencido", "como se mira algo distinto y separado"'. AI refutar de complicidad de los criollos con el movimiento tupamarista, Juan acusaciones Jos? Segovia aleg? que, Los que fraguan semejantes calumnias deben estar persuadidos que en saliendo de Europa, todoes barbarie, y que en America tansolo se encuentran unas congregaciones de satyros (sic), o hombres medios brutos... Solamente en los espacios imaginarios podr? tener cabimiento que unos hombres de muy viva comprehensi?n (sic), de sobresaliente instructiony demasiadamente politicos, hubiesen de sonar de tenerpor reyes unas feroces y b?rbaras gentes. Esto fuera cargar con toda la ignominia, degrad?ndose a sfmismos. Ni por lotemporalnipor loespiritualpueden tener loscriollos peruanos niaun aparente motivo para semejante entusiasmo: porque ^qu6 fuerade ellos si el indio llegara a dominar? jHaymi Dios! jY con qu6 horroruno se lo imagina! Se convirtieran losespanoles indianos en indios,y buscando la libertadse encontraran en horrible cautiverio...116. La segunda acotaci?n, insistiremos una vez m?s, es que la emergencia de esta identidad colectiva no constituy? el natural corolario de mutaciones culturales y socioecon?micas progresivas. Fue m?s bien el producto de procesos puntuales de confrontaci?n. En un sugerente ensayo sobre la toma de la Bastilla titulado Historical events as transformations of structures,.William H. Sewell escribi? que la culminaci?n de procesos "mientras los acontecimientos constituyen a veces de larga duraci?n, ?stos no se limitanpor lo general a plasmar un reordenamiento de pr?cticas sociales Los producto de cambios y acumulativos. graduales acontecimientos hist?ricos tienden a transformar las relaciones sociales en formas que no pueden ser completamente anticipadas a partir de los cambios graduales que los hicieron posibles"117. Los eventos ocurridos en Charcas a comienzo de los anos ochenta pueden ser clasificados, al menos en un sentido acotado, como un punto de inflexi?nde este tipo. Podrla postularse que si la rebeli?n tupamarista de enfrentamientos entre las comunidades represent? la culminaci?n de decadas indigenas y los poderes coloniales, la victoria de los residentes de La Plata sobre las fuerzas insurgentes marc? el comienzo de algo nuevo, el iniciode antagonismos p?blicos y abiertos entre la ciudad y la metr?poli. Diriamos, simplificando desde luego, que para captar el significado hist?rico de la revoluci?n tupamarista necesitamos dirigir nuestra mirada hacia atr?s; para captar el de los motines urbanos, hacia adelante. 116Rene-Moreno: Biblioteca Peruana, p. 137. Subrayado en el original. Segovia agreg? que, "Si en m?s de dos siglos que nan pasado desde sus costumbres, y la Conquista no se han podido civilizar, abandonando perdiendo su natural idioma, no obstante las santas y eficaces providencias que para ello se han expedido; es forzoso creer que colocados en ladominacion, a fuego y sangre cuidar?n de la puntual observancia de aquellas costumbres". Merece subrayarse que la lealtad de Segovia a laCorona, como lade! resto de los criollos durante esta epoca, no estuvo en cuesti?n. Pero la expresi?n "buscando la libertad", para definir lamotivaci?n de una hipotetica alianza con las fuerzas tupamaristas, no deja de ser sugestiva. 117William H. Sewell, Jr.: "Historical events as transformations of structures: Inventing revolution at the Bastille", Theory and Society 25 (1996), p. 843. Traducci?n nuestra. This content downloaded from 136.167.3.36 on Tue, 1 Apr 2014 11:03:05 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions 468 SERGIO SERULNIKOV As! por cierto fue percibido en su ?poca. La escandalosa destituci?n y arresto del primer intendente de Charcas, a la saz?n el ?nico americano designado para esta posici?n, se convirti? en una causa celebre en los clrculos criollos118. Por su del siglo XIX Gabriel Ren?-Moreno observaba que los parte, hacia mediados ancianos de la ciudad todavia entonces hablaban de un "antes" y un "despues" ahora que seguramente menos de Juan del "pleito de Segovia"119. Agreganamos como Jose Segovia individuo, que de todos los sucesos que rodearon su enjuiciamiento. Lo cierto es que asistimos a la aparici?n de una identidad criolla inicialmente en la patria chica, en ultima instancia en la ciudad, la ?nica anclada comunidad org?nica legada por los siglos de dominaci?n espanola. Comprendla a patricios y plebeyos en un "cuerpo politico" unificado (aunque signado todavia por las formas de estratificaci?n racial tan propias de la ?poca). Estaba construida en oposici?n a la sujeci?n europea, no por rechazar sus instituciones, sino por reclamar un tipo de participaci?n en ellas que el absolutismo borb?nico habla a desalentar. Y estaba sistematicamente comenzado tambien definida por a la vasta mayorla de poblaci?n b?rbara, oposici?n indlgena, considerada irredimible, el Otro. Esta identidad tendrla un largo, muy largo, derrotero hist?rico por delante. 118Por ejemplo, en su an?lisis de la sociedad colonial en vlsperas de la emancipacion, Gregorio Funes dedic? varias p?ginas a los hechos de Chuquisaca y, en particular, "a los vaivenes de la fortuna de este benemerito y honrado militar [Ignacio Flores]". Gregorio Funes: Ensayo de la historia civil de Buenos Aires, 1856), pp. 287-290. Tucuma'ny Paraguay (Buenos Aires, Imprenta Bonaerense, 119Rene-Moreno: Biblioteca Peruana, pp. 113-114. This content downloaded from 136.167.3.36 on Tue, 1 Apr 2014 11:03:05 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions Y REPRESENTACI?N POUTICAENLACIUDADDE CHARCAS IDENTIDADES COLECTIVAS 469 RESUMEN mos una serie de conflictos El artfculo explora de La Plata, ocurridos en la ciudad altoperuana a fines del de Charcas, sede de la audiencia siglo XVIII. La Plata experiment? durante los anos a los grandes que siguieron levantamientQS un conjunto de acontecimientos tupamaristas en escena formas de identidad que pusieron que las elites urbanas y la plebe, quienes comunes habfan forjado importantes experiencias durante la defensa de la ciudad frente a la a reconocerse insurgencia indfgena, comenzaron como parte de una comunidad polftica distintiva colectiva de representaci?n y mecanismos tanto las jerarquias que cuestionaron politica sociales vigentes como el estatuto de la relation entre la ciudad Dos y la monarquia hisp?nica. motines popul?res, reiterados Cabildos Abiertos, numerosos del patriciado y petitorios colectivos en el seno la plebe urbana y virulentas disputas de fueron algunas de las las elites gobernantes de este clima de agitaci?n con transformaciones sociales y de politica manifestaciones profundas y duraderas derivaciones. Argumenta en relation a otras dos entidades: los sectores a las politicas asociados del estado colonial, un agente como crecientemente percibido directo de los intereses metropolitanos, y los su andinos, cuya condition de salvajes, pueblos alteridad indeleble marcada de manera radical, quedana en la conciencia no de la poblaci?n a partir de la insurrecci?n general. indfgena Mientras la genesis de las tempranas expresiones de patriotismo criollo ha sido por lo general abordada desde la optica de la historia de las hacerlo aquf a trayes del ideas, nos proponemos estudio de pr?cticas y acciones colectivas. SUMMARY a series The article explores of political in the Upper Peruvian conflicts that took place city of La Plata (present-day Sucre) in the aftermath of the tupamarista insurrections of the early 1780s. These conflicts put into play forms of collective identity and political representation that called into social hierarchies and the question established the city and the Spanish relationship between monarchy. Two popular revolts, recurring cabildos numerous abiertos (town council meetings), and popular groups, petitions of both patrician and virulent disputes within the ranks of the ruling elites were some of the manifestations of this climate of political upheaval and social change. This process would have profound and enduring in the years to come. This essay reverberations argues that the urban patriciate and piebe, which had forged strong bonds of solidarity during the resistance to the rebel forces, began to recognize as part of distinctive themselves political to community. This community stood in opposition two other entities: those sectors linked to the colonial government, viewed as a increasingly direct agent of metropolitan interests, and the Andean peoples, whose savegry and utter alterity would be indelibly marked in the consciousness of ever the hispanic since the great groups the origin of the indigenous rebellions. Whereas of Creole patriotism has been early expressions from the standpoint of the history mostly analyzed of ideas, this study seeks to do it through the reconstruction of collective actions and practices. REGISTRO B1BLIOGRAFICO SERULNIKOV, Sergio "Crisis de una sociedad colonial. Identidades colectivas y representaci?n Charcas (Siglo XVIII)". DESARROLLOECON?MICO-REVISTADECIENCIASSOCIALES vol. 48, NQ 192, enero-marzo 2009 (pp. 439-469). colonial> <Sociedad Descriptores: politica> <Historia colonial>. <Audiencia de Charcas> <ldentidad politica en colectiva This content downloaded from 136.167.3.36 on Tue, 1 Apr 2014 11:03:05 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions la Ciudad de (Buenos Aires), y representaci?n