Velazco, Héctor Domingo c/Celulosa Jujuy SA s/Despido Sentencia

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CORREGIR APARTADO IV DEL VOTO DE CAPON FILAS
“Velazco, Héctor Domingo c/Celulosa Jujuy S.A. s/Despido
Sentencia 49959 – Sala VI
Buenos Aires, 14 de octubre de 1998
El Doctor Rodolfo Ernesto Capon Filas dijo:
I.- La apelación de la parte demandada debe resolverse:
a.- El lugar de trabajo es un elemento estructural de la relación laboral como ha tenido oportunidad esta Sala
de afirmar en numerosos precedentes. Al respecto cabe citar, entro otros, a “Petersen c/ Bonafide S.A.”.
Sentado ello, por las probanzas de autos se advierte la enorme dificultad del actor para trasladarse al nuevo
lugar de trabajo, lo que torna antijurídico el ejercicio del ius variandi.
Por ello, la queja no se sostiene.
b.- La queja respecto de la tasa de interés se basa en la ley 24283 y en el caso “Bolaños”. Como en este caso
no se trata de actualización de deudas, los argumentos son ineficientes.
II.- La apelación del actor debe resolverse:
1. Hasta 1978, el apelanto era conductor de máquina contínua. El establecimiento en que trabajaba en la
planta de Ciudadela comienza a operar como depósito, dentro del cual el actor para a desempeñarse en tareas
generales y de carga/descarga, con una remuneración menor, situación que dura desde 1978 hasta 1995.
Como se aprecia, existe rebaja de categoría y de salario.
Pretende la diferencia remuneratoria entre la categoría desempeñada en 1978 y la posterior (desde 1978 a
1995). Acota el reclamo al período que se extiende desde julio de 1993 a diciembre 1994. Pretende, además,
la incidencia del salario de la primera categoría sobre las indemnizaciones del caso.
2. La solución se halla reglada por el convenio colectivo 72/89, art. 6. Esa norma establece que en caso de
rebaja de categoría no existe rebaja salarial.
Ante ello, cabe revocar la sentencia haciendo lugar al reclamo del actor por $ 13.299 de acuerdo a la pericia
de fs. 66/67. En esa suma se incluyen las diferencias de haberes reclamadas y la incidencia en las
indemnizaciones del caso.
Cabe imponer las costas de alzada al demandado.
III. Los honorarios regulados al perito contador y al perito médico deben confirmarse por ser razonables.
IV. Por ello, corresponde:
1.- Modificar la sentencia apelada estableciendo la condena en $ 13.299. Dicha suma devengará intereses al
15% anual desde la mora al pago.
2.- Imponer las costas de alzada al demandado.
3.- ..regular los honorarios de los letrados firmantes de fs. .... y 115 en un 35% y un 25% de los regulados en
primera instancia.
El doctor Horacio Héctor DE LA FUENTE, dijo:
I. Comparto el voto que antecede en lo que respecta al rechazo de la apelación del demandado y adhiero a la
solución propuesta en relación con el recurso interpuesto por la parte actora, fundado en las consideraciones
que a continuación paso a expresar.
Refiere el actor que ingresó a trabajar en el año 1966 y que, después de cumplir con diversas tareas, pasó a
desempeñarse durante varios años como maquinista, operando máquinas continuas de fabricación de papel.
En el año 1978 –continúa- la demandada dispuso unilateralmente que a partir de entonces pasara a
desempeñarse en tareas generales de carga y descarga, rebajando así su categoría (de maquinista a operario
general) y su remuneración, que descendió sustancialmente de $ 0,9898 por hora a $ 0,6468 (a valores
actuales). Reclama las diferencias salariales por la rebaja injustificada por el período no prescripto (julio de
1993 a marzo de 1995), correspondiente al último tramo de la relación (el vínculo laboral concluyó en marzo
de 1995).
La sentenciante de grado rechazó este reclamo en base a que, si bien tuvo por acreditada la rebaja de categoría
y salarial sufrida por el actor en el año 1978, considero que éste convalidó la modificación contractual al no
haber efectuado reclamo alguno, lo que “equivale a una aceptación tácita de la situación” (fs. 104),
produciéndose así una novación objetiva del contrato de trabajo por mutuo consentimiento (por parte de
Velazco, de un modo tácito, por no reclamar en su momento por la modificación contractual que lo
perjudicaba).
Contra esta decisión apela el actor, y a mi juicio con razón.
Ha quedado debidamente acreditado y a esta altura ya no se discute –la a quo lo aceptó en decisión no
impugnada- que durante el año 1978 el actor, que hasta entonces se desempeñaba como maquinista, fue
disminuído de categoría por decisión unilateral de la demandada (pasó de maquinista a operario general) lo
que acarreó una reducción sustancial de su remuneración de cerca de un 40% (de $ 0,9898 por hora a $
0,6468, medido a valores actuales). Tampoco se discute que el actor no impugnó esa decisión y que de un
modo tácito aceptó tanto la rebaja de categoría como de remuneración, y que recién pidió la revisión de la
medida patronal 17 años después, una vez concluída la relación laboral, en marzo de 1995.
Para resolver la cuestión planteada debemos ahondar uno de los temas que hace a la esencia misma del
Derecho del Trabajo, cual es el valor que cabe acordarle a la voluntad del trabajador ante acuerdos que lo
perjudican injustificadamente, teniendo en cuenta el estado de necesidad y la evidente situación de
desigualdad. Como dijimos en otra oportunidad “la desigualdad que se da en la relación impide acordarle
pleno efecto a la voluntad del trabajador salvo, por cierto, que se trate de acordar modificaciones que no lo
perjudiquen, o bien que lo beneficien. Realmente no se concibe que el trabajador, o cualquier otra persona en
su sano juicio, acepte alteraciones contractuales que lo perjudiquen, renunciando así, voluntariamente, a
derechos adquiridos o que tiene la expectativa legítima de adquirir en el futuro. Y si acepta el cambio que lo
perjudica, será evidente que lo hace por necesidad, forzado por su situación de inferioridad jurídica y
económica que lo obliga a optar por el mal menor, frente a otros que se le ocasionarían en caso de no acceder
a la imposición patronal (represalias, despido, etc.). Y el derecho del trabajo, no puede ignorar esta realidad”.
(Renuncia de derechos y modificaciones del contrato de trabajo, LT t. XXXIV, pág. 1).
En el caso concreto que nos toca resolver, el acuerdo novatorio de las condiciones de trabajo resulta nulo de
nulidad absoluta en razón de que en violación de la normativa vigente, el mismo perjudica grave y
notoriamente a Velazco, sin que este obtenga ningún beneficio o ventaja a cambio de la modificación
contractual que, en solo provecho del empleador, lo priva sin causa o razón alguna de derechos adquiridos y
legítimamente incorporados a su patrimonio.
En esas condiciones, el referido acuerdo novatorio resulta violatorio, por un lado, del principio de
irrenunciabilidad de derechos (art. 12 LCT), en cuanto Velazco a través de dicho acuerdo está renunciando a
derechos que le son indisponibles, y el empleador no ha arrimado ningún elemento de prueba que acredite que
el actor ha obtenido a cambio contraprestaciones o ventajas que descargan la existencia de una renuncia
prohibida (me remito a mi trabajo cit. “Renuncia”; pág. 8/9).
Por otro lado, en el caso particular del personal de la industria papelera, la rebaja salarial contenida en el
acuerdo peyorativo resulta también inválida por ser violatoria del art. 8 de la convención colectiva Nro.
349/75 entonces vigente (año 1978), que expresamente disponía que en caso de descenso de categoría de una
máquina continua, no podrán rebajarse los salarios de los obreros...” (el art. 6 del convenio vigente Nro.
72/89, establece idéntico texto). En otros términos, la rebaja salarial convenida, por resultar violatoria del
principio de imperatividad de las normas laborales, será nula y “se considerará sustituída de pleno derecho”
por la norma imperativa violada, en el caso el convenio colectivo Nro. 349/75 (art. 7, 13 y 44, LCT) –(para
evitar confusiones adviértase que no aludo al concepto equívoco de irrenunciabilidad de normas o de leyes,
que se usa habitualmente, sino al más jurídico y preciso de imperatividad de las normas, reservando el
término irrenunciabilidad para aludir exclusivamente a la renuncia de derechos)-.
Por ambas razones, tanto porque genera una renuncia de derechos prohibida como porque viola una norma
imperativa expresa, el acuerdo novatorio en cuestión, celebrado en el año 1978, resulta inválido, por lo que
procede declarar su nulidad a pesar del tiempo transcurrido (17 años), ya que por tratarse de una invalidez
absoluta la acción respectiva es imprescriptible (art. 7, 12, 13 y 44, LCT y arts. 872 y 1047 del Código Civil,
me remito a mi trabajo citado, “Renuncia ...”, pág. 9).
Pero además hay otra razón fundamental para negarle validez a la rebaja injustificada de categoría y de
remuneración dispuesta unilateralmente por el empleador. Esta decisión resulta también nula de nulidad
absoluta en cuanto viola lo dispuesto por una norma imperativa (art. 66 LCT), que impone límites al ius
variandi al prohibir que se alteren “modificaciones esenciales del contrato”. Y por tratarse de una nulidad
absoluta la misma resulta inconfirmable, e irrenunciable la respectiva acción de nulidad, por lo que la decisión
patronal no puede ser convalidada por la conformidad posterior del trabajador, en nuestro caso expresado de
un modo tácito en razón de su comportamiento posterior al no objetar la alteración que lo perjudica.
Dicho en otros términos, el consentimiento posterior del trabajador sea expreso o tácito, no produce efectos
jurídicos, en tanto no se puede sanear o confirmar un acto pasible de nulidad absoluta. Y en tanto la decisión
patronal es nula de nulidad absoluta la acción respectiva resulta imprescriptible, por lo que a pesar del tiempo
transcurrido procede también declarar la nulidad de la disminución de categoría y de remuneración dispuesta
unilateralmente por el empleador en violación de la ley imperativa.
Pronunciada la invalidez de la decisión unilateral del empleador, o en su caso del acuerdo modificatorio, se
tendrá por no realizada la rebaja de categoría y de remuneración (efectos ex tunc), y por lo tanto quedarán
plenamente vigentes las condiciones de trabajo anteriores, esto es las que regían hasta el momento de su
sustitución ilegal. De ahí que en nuestro caso, conforme a lo peticionado por el actor, corresponda también
hacer lugar a las diferencias de haberes devengadas hasta el momento en que se ha producido la alteración
contractual que lo perjudica (año 1978), pero en el caso subexamine debe limitarse al período no prescripto
(julio 1993-diciembre 1994), por haber así reclamado en la demanda (veáse fs. 9 vta. / 10). Según la pericia
contable, las diferencias salariales correspondientes a ese lapso alcanzan a la suma de $ 2.673,16 incluído el
aguinaldo proporcional (veáse fs. 65 vta.).
La demanda también prosperará por los conceptos correspondientes a la liquidación final, calculados ahora en
base al nuevo volumen remuneratorio, que según la pericia pasa a ser de $ 323,84 en vez de los $ 211,62
fijados por el a quo (a fs. 66 y fs. 67). De este modo, el monto total del reclamo, y por el cual prosperará la
demanda, alcanza a la suma de $ 13.299, incluídos ya en esta cantidad los $ 2.673,16 correspondiente a las
diferencias de haberes antes mencionada (pericia fs. 66).
Finalmente, diremos a través de esta sentencia el actor obtiene una pequeña reparación por los inmensos
daños que le ha ocasionado el empleador a través de su proceder abusivo y arbitrario, aprovechándose de su
situación de supremacía y mayor poder negocia. Obsérvese que Velazco recupera solo un año y medio del
salario reducido ilegítimamente (julio 1993-diciembre 1994) mientras que, a causa de la prescripción el
empleador se benefició indebidamente durante quince años y medio de una parte sustancial de su salario, no
abonado como consecuencia de su proceder ilícito y de mala fe (años 1978/1993). Justicia sí, pero en muy
pequeña dosis.
Para estas situaciones en las cuales el empleador actúa con dolo y mala fe, aprovechándose incluso de su
propio proceder ilícito, hemos propiciado que el trabajador pueda reclamar todas las diferencias salariales
adeudadas, sin límite alguno, ya que si aquél invoca la prescripción el trabajador quedaría autorizado, por
aplicación de los principios generales, para oponer la replicatio doli, que conducirá al rechazo de la defensa
opuesta, en cuanto el excepcionante no ha procedido con lealtad contractual o buena fe sino con abuso del
derecho, evitando así también que el mismo se aproveche de su propia torpeza y pueda llegar a enriquecerse
sin causa, a expensas del trabajador, como fruto de su proceder antijurídico, inmoral y antisocial (art. 21, 502,
953, 959 y 1198 y conc. Código Civil y art. 62, 63, 68 y conc. LCT, Comp. Nuestro trabajo publicado en
Tratado de Derecho del Trabajo dirigido por Vazquez Vialard, t.5, pág. 689/695, esp. Nota 58).
Incluso, de acuerdo también a los principios generales, el trabajador se encuentra habilitado para reclamar el
pago de todos los daños morales y materiales que le pudiera haber ocasionado la decisión patronal o en su
caso, el acuerdo modificatorio, siempre teniendo en cuenta que la demandada es la única responsable de dicho
acto ilegal, ya que las prohibiciones están siempre dirigidas al empleador (art. 40 LCT) y las nulidades son
inoponibles al trabajador (título art. 42, LCT comp. Art. 1056 del Código Civil. Veáse también nuestro trabajo
citado “Renuncia ...”, pág. 9).
II.- Costas de origen a cargo de la parte demandada. Teniendo en cuenta el mérito y eficacia de la labor
realizada, valor económico del litigio y pautas arancelarias de aplicación considero que los porcentajes de los
honorarios regulados en primera instancia resultan equitativos por lo que propicio sean mantenidos.
III. Costas de alzada a cargo de la parte demandada. Regulénse los honorarios de los letrados firmantes a fs.
112 y fs. 115 respectivamente, en un 35% y 25% de lo que a cada uno le corresponde percibir por su labor en
la anterior etapa.
El Doctor Juan Carlos Fernández Madrid dijo:
Que adhiere a la solución propuesta por los fundamentos expuestos en el voto del Doctor Horacio Héctor de
la Fuente.
En atención al resultado del presente acuerdo, EL TRIUNAL RESUELVE: I) Modificar la sentencia apelada,
elevando el monto de condena a la suma de $ 13.299.-, dicha suma llevará una tasa de interés del 15% anual
desde la exigibilidad del crédito hasta su efectivo cumplimiento. II) Confirmar en lo restante. III) Imponer las
costas de alzada a cargo de la parte demandada. IV) Regular los honorarios de los letrados firmantes a fs. 112
y fs. 115 en un 35% y 25% de lo que a cada uno le corresponde por su labor en la anterior etapa.
Copiése, regístrese, notifíquese y vuelvan.
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