OBJETO: INICIAR ACCION AUTÓNOMA DE

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OBJETO: INICIAR ACCION AUTÓNOMA DE INCONSTITUCIONALIDAD LEY 2130.
Excmo. Tribunal Superior
de Justicia de la Provincia del Neuquén:
EDUARDO DEL RIO, DNI 8.422.364,
argentino, con domicilio en Elena de la Vega esq. Cháneton de Zapala y GASTON
RAMBEAUD, DNI 18.430.118, argentino, con domicilio en Blvd. Nueve de Julio n°
43, piso 6° A de la ciudad de Neuquén, ambos por nuestro propio derecho y con
nuestro recíproco patrocinio letrado (Gastón Rambeaud inscripto en la matrícula
1173 del Colegio de Abogados y Procuradores de Neuquén y Eduardo del Río en la
N° 6 del Colegio de Abogados y Procuradores de Zapala), constituyendo domicilio
procesal en Blvd. Nueve de Julio n° 43, 6° A y B de la ciudad de Neuquén, domicilio
electrónico unificado en la casilla ‘nq1173’, ante V.E. muy respetuosamente, nos
presentamos y decimos:
I- OBJETO: Venimos ante V.E. a plantear la acción instituída por los arts. 16 y
241
inciso
a’
de
la
constitución
provincial
de
Neuquén,
acusando
la
INCONSTITUCIONALIDAD de la ley provincial N° 2333 en su artículo 11 bis
incorporado por ley 2885 que dispone: “Los Juzgados provinciales no pueden
disponer pagos a la parte vencedora en un juicio, u honorarios profesionales, sin
requerirle previamente el Certificado de Libre Deuda Alimentaria”.
Como ciudadanos neuquinos afirmamos que tal imposición legislativa no se
ajusta a los principios constitucionales que aseguran al individuo que su propiedad y
el fruto de su trabajo serán respetados (artículo 24), que será tratado por la ley en
términos de igualdad con sus semejantes (artículo 22), que no existirán más
inhabilitaciones que las dispuestas por el órgano judicial competente con sentencia
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firme (artículo 23) y que hasta no ser demostrado lo contrario se lo presume inocente
de todo delito (artículo 58 y 63 de la constitución, artículo 26 de la Declaración
Americana de los Deberes y los Derechos del Hombre, artículo 8 inciso 2 de la
Convención Americana sobre los Derechos Humanos y artículo 14 inciso 2 del Pacto
Internacional de los Derechos Civiles y Políticos incorporados todos ellos a nuestra
constitución provincial según texto del artículo 21).
Además, la legislación dictada carece de toda razonabilidad (exigencia que
surge del artículo 18 en consonancia con el artículo 189 inciso 1’ de la constitución
provincial), erigiéndose en un primer paso de consecuencias insospechadas en lo
que hace al ejercicio del derecho de propiedad, las tramitaciones forales y el regular
tráfico comercial, „alterando y contradiciendo el espíritu‟ de las disposiciones
constitucionales.
Como consecuencia de lo dicho, la presente demanda se dirige contra la
PROVINCIA DEL NEUQUEN emisora de la norma impugnada, peticionando del
Tribunal Superior de Justicia que declare, bajo la modalidad y con los efectos
previstos por el art. 16 de la constitución provincial, la inconstitucionalidad de la
norma legal impugnada y que ya hemos individualizado arriba.
Se piden costas para el caso de oposición.-
II- ADMISIBILIDAD DE LA ACCION: A continuación enumeramos el
cumplimiento de los requisitos de admisibilidad exigidos por la ley 2130 y por la
constitución provincial para la recepción y trámite de la presente acción.
II-A) COMPETENCIA: El artículo 241 inciso a’ de la constitución de la
Provincia del Neuquén establece la competencia originaria y exclusiva de V.E. para
entender en causas como las que aquí nos ocupa, donde se debate en abstracto la
inconstitucionalidad de una norma jurídica de carácter general.
En este caso esa norma se individualiza como artículo 11 bis incorporado a la
ley 2333 por la ley provincial 2885 en el texto que ya hemos transcripto.
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Corresponde, consecuentemente, que se declare la competencia del Tribunal
Superior de Justicia y la admisibilidad de la acción por este aspecto.
II-B) LEGITIMACION ACTIVA: Los peticionarios somos habitantes de la
Provincia del Neuquén, tal como surge de los domicilios denunciados como reales en
el inicio de este escrito.
Tal legitimación activa se hace más especifica en el caso porque también
ambos presentantes somos abogados en el ejercicio libre de la profesión, grupo
profesional para el cual la ley impugnada tiene una particularísima y deliberada
aplicación, al punto de ser mencionados de modo expreso nuestros emolumentos en
la inhabilitación contenida en el texto que cuestionamos.
Nuestro interés en la declaración de inconstitucionalidad peticionada se
asienta entonces en la defensa simple -pero firme- del orden jurídico-constitucional,
en la defensa de los derechos ciudadanos y en la protección del único medio de vida
con que contamos los abogados que nos dedicamos al ejercicio profesional libre.
Más allá de lo dicho, la postura histórica del Tribunal Superior de Justicia de
la Provincia del Neuquén ha sido amplia para quienes se presentan demandando la
inconstitucionalidad de normas bajo un mero interés simple (casos ‘Aromando’,
‘Gutiérrez’, ‘Crocco’, ‘ATEN’, ‘Diputados UCR - FREPASO’, ‘Gutiérrez Colantuono Rambeaud’, etc.).
Más aún pues corresponde recepcionar la legitimación activa de los
suscriptos que como hemos dicho, detentamos en paralelo a nuestro interés
ciudadano, una afectación especial por pertenecer específicamente al universo
alcanzado por la inhabilitación presunta de la ley 2333.
Por ello, también en este aspecto corresponde que se declare la admisibilidad
de la acción iniciada.
II-C) TEMPORANEIDAD: Si bien el derecho a gozar del fruto de nuestro
trabajo puede considerarse de contenido patrimonial, los derechos y garantías que
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resultan afectados por el contenido de la ley 2333 exceden sobremanera tales
aspectos patrimoniales al modo en que más abajo resulta acreditado.
En concreto, no sólo está en juego nuestro derecho de propiedad (artículo
24), sino también nuestro derecho a ser tratados por la ley de modo igualitario con el
resto de los habitantes (artículo 22 CP), a no considerársenos inhabilitados sin
sentencia firme que así lo determine (artículo 23 CP) y a no presumírsenos culpables
de una omisión que constituye un delito criminal.
La irrazonabilidad acusada sobre la ley se agrega a tales afectaciones y
demuestra que no sólo es el derecho de propiedad el que se afecta.
Por ello, el límite temporal de la ley resulta inaplicable al caso y también aquí
corresponde se declare la admisibilidad de la acción.-
II-D) INDIVIDUALIZACION DE NORMAS: Hemos hecho ya mención a las
normas constitucionales afectadas por la Legislatura Provincial en su actividad
legislativa.
De acuerdo a los derechos en juego, se trata de los artículos siguientes:
-Derecho de propiedad - artículo 24.
-Derecho a la igualdad de trato por la ley - artículo 22.
-Garantía de que no regirán más inhabilitaciones que las originadas en
sentencia judicial firme - artículo 23.
-Garantías del debido proceso que contiene la presunción de inocencia artículos 58, 63 y 64 de la constitución y artículo 21 que incorpora al texto
constitucional los derechos y garantías de la constitución nacional.
-Principio de razonabilidad de la ley - artículos 18 y 189 inciso 1’ de la
constitución neuquina.
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A su vez, hemos individualizado también cuál es la norma que consideramos
violatoria de los textos constitucionales.
Se trata de la ley provincial N° 2333 en su artículo 11 bis, incorporado por ley
2885, que dispone: “Los Juzgados provinciales no pueden disponer pagos a la parte
vencedora en un juicio, u honorarios profesionales, sin requerirle previamente el
Certificado de Libre Deuda Alimentaria”.-
III- FUNDAMENTO DE LA INCONSTITUCIONALIDAD: Hemos transcripto la
norma legal que motiva nuestra queja y del mecanismo de liberación de fondos en
ella implementado surge lo siguiente:
(i) que sobre todo litigante de los tribunales provinciales pesa una indisponibilidad
patrimonial genérica dispuesta por la ley; tal indisponibilidad genérica se agrava en el
caso de los abogados porque ya no se trata de un litigante ocasional, sino de quien
hace de la profesión en los tribunales su medio de vida.
(ii) que esa indisponibilidad parte de una presunción legal por la cual todo ciudadano
que tiene fondos a percibir en un trámite judicial es deudor alimentario moroso de
persona indeterminada; en nuestro caso, se presume que por el solo hecho de ser
abogados que percibimos honorarios en juicio, resultamos incumplidores perpetuos
de los deberes de asistencia familiar.
(iii) que para que esa inhabilitación se levante, es necesario destruir la presunción
legal a través de la acreditación negativa de no ser incumplidor de los deberes de
asistencia familiar respecto de ninguna persona.
(iv) que la prueba negativa consiste en obtener una certificación emitida por el
Registro Provincial de Deudores Alimentarios de la cual surja que el presunto
incumplidor no se encuentra inscripto.
(v) que esa misma presunción e inhabilitación para percibir no pesa sobre otros
ciudadanos que perciben cualquier tipo de remuneración a través de otra vía que no
sea la judicial, sea privada (como el pago mensual a trabajadores privados) o pública
(como el pago mensual a trabajadores estatales).
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Analizaremos en primer término si es válido establecer por ley y en términos
abiertos una indisponibilidad genérica de bienes como aquí acontece.
Pareciera innecesario decirlo, pero el nivel de avasallamiento de los derechos
al que ha llegado el sistema jurídico argentino -con proliferación de normativa de
todo tipo-, lo justifica: El derecho a gozar libremente del producto del trabajo personal
lícito es un derecho humano fundamental.
La protección a la propiedad privada reconocida en nuestra constitución es la
concreción normativa de ese derecho del que gozamos los seres humanos.
Al respecto la constitución provincial establece en su artículo 24 que nadie
puede ser privado de la propiedad sin intervención judicial, que se expide a través de
una sentencia firme fundada en ley.
El principio constitucional exige pues un ‘caso’ y que sea un juez de la
constitución quien, en virtud de ese ‘caso’ y para ese ‘caso’, ordene medidas de
restricción a la disponibilidad de bienes de un individuo.
La indisponibilidad genérica establecida por el artículo 11 bis de la ley 2333
contraría esa regla, porque aquí es el legislador y no un juez quien ha dispuesto para
un universo indeterminado y múltiple de ciudadanos -aquellos que litigan ante la
justicia provincial y en particular los abogados que ejercemos la profesión- que
nuestra propiedad queda inhibida provisionalmente hasta tanto demostremos no ser
deudores alimentarios morosos.
En efecto, a partir de la ley dictada, nuestra propiedad que fuera garantizada
constitucionalmente y que sólo podía ser restringida mediante sentencia fundada en
ley, ahora resulta afectada bajo el siguiente fundamento:
(i) Por un lado porque nuestra propiedad ha surgido de nuestra actividad profesional
lícita llevada a cabo en los tribunales provinciales.
(ii) Por el otro, porque se nos presume incursos en incumplimiento a los deberes de
asistencia familiar hasta que no demostremos lo contrario.
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El esquema constitucional de habilitación de las medidas cautelares no
soporta tal funcionamiento de una medida patrimonial inhibitoria como la
implementada por la ley.
La cautelar que indispone la propiedad inhabilitando para percibir dinero,
debe ser ordenada por un juez y no por el legislador en términos generales.
Además, debe ser dispuesta a través de un auto judicial particular para un
caso concreto y nunca en términos genéricos dirigidos a personas indeterminadas.
Es que el legislador ha partido de un error esencial sobre el dinero depositado
en causas judiciales, suponiendo que el mismo pertenece al estado y por ello puede
ser dispuesto de diversas formas según la voluntad estatal; al contrario de tal
supuesto erróneo, ese dinero no pertenece a otro que no sea la parte que resulta
acreedora en el juicio o el profesional cuyos honorarios han sido regulados.
Se trata de fondos que están sólo ‘a la orden’ del juez, pero que no le
pertenecen ni a nivel personal, ni como órgano estatal; la libranza judicial no es
asimilable a un pago que efectúa el estado por una deuda propia como si se tratase
de un certificado de obra, de una orden de suministro o del salario a un agente
público.
El juez libera los fondos porque ese dinero es propiedad de quien titulariza el
derecho que ha sido reconocido en juicio; y no puede ser retenido salvo que exista
una medida cautelar concreta, dispuesta en particular sobre esa persona.
Medida que no es difícil de obtener en caso de que el destinatario sea deudor
alimentario moroso; así como esa situación infamante se inscribe en el registro
público, el mismo juez que dispone tal inscripción, puede ordenar perfectamente el
embargo sobre los bienes que tenga esa persona a percibir en juicio y puede
decretar su inhibición general.
Esa es la forma de operar una cautelar y nunca de modo genérico inhibiendo
preventivamente la totalidad de los créditos que surgen de la totalidad de los juicios
que tramitan en la jurisdicción neuquina hasta tanto, cada acreedor, individualmente
demuestre que no ha incumplido los deberes de asistencia familiar.
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Está claro entonces que una cautelar genérica de indisponibilidad por
presunción de incumplimiento a esos deberes que no es ordenada por ningún juez,
sino inserta en términos generales en una ley, no puede constituir el modo válido de
privación de la propiedad que habilita la constitución provincial en su artículo 24.
Por eso decimos que tal inhibición general de bienes en juicio -emergente del
artículo 11 bis de la ley 2333- opera de modo contrario al funcionamiento de las
medidas cautelares adecuadas a la protección del artículo 24 de la constitución local.
Pero por si quedase alguna duda de la ilegitimidad acusada, la inhabilitación
resulta inválida no sólo desde el punto de vista del derecho de propiedad, sino
también desde la protección genérica a la persona asegurada por el constituyente
neuquino en el párrafo final del artículo 23 de la carta fundamental.
En efecto, de acuerdo a ese dispositivo, no pueden pesar sobre los
habitantes de la provincia inhabilitación genéricas o particulares de ninguna especie,
que no sean aquellas impuestas y derivadas de una decisión jurisdiccional firme.
Entonces, la inhabilitación para percibir podrá proceder contra quienes sean
declarados
judicialmente
deudores
alimentarios
morosos
a
través
de
un
pronunciamiento judicial firme; pero nunca en inversión del principio constitucional,
contra todos los que tienen dinero por percibir, salvo aquellos que demuestren no
haber incumplido los deberes de asistencia familiar.
La garantía del artículo 23 así lo asegura.
Veremos ahora el universo de destinatarios abarcado por la ley.
Ese universo, como dijimos, resulta indeterminado porque alcanza en forma
genérica a todo litigante vencedor (con deficiente técnica legislativa la norma se
acota a la parte ‘vencedora’ del juicio cuando puede haber una parte que no sea
vencedora y tenga derecho a percibir1) que tiene dinero a percibir a través de la
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Por ejemplo quien es demandado por consignación y resulta perdedor o quien resulta acreedor
producto de una transacción judicial, etc.-
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justicia provincial; es decir, todo aquel cuya propiedad ha sido puesta en juego en un
juicio, ha vencido y cuenta con derecho a percibir dinero.
Sin dejar de ser indeterminado, ese universo se concentra más todavía
respecto de quienes tienen honorarios a percibir en juicio.
El problema que surge con esa inhibición genérica derivada de la ley 2333 es
que efectúa una discriminación injustificada y grave entre quienes tuvieron que
recurrir a la justicia para obtener el reconocimiento de su derecho y aquellos otros
cuyo derecho a la percepción dineraria se canaliza a través de ámbitos diferentes.
La situación empeora para quienes no somos litigantes ocasionales en un
juicio, sino profesionales del derecho que hacemos del trámite tribunalicio nuestro
medio de vida. Contra nosotros la presunción se descarga con todas sus fuerzas y
nos coloca en una situación diferencial infamante respecto del resto de las
actividades humanas a cuyos actores no se los inhabilita para percibir
presumiéndoselos incumplidores de los deberes de asistencia familiar.
Concretamente, la presunción de incumplimiento de los deberes de asistencia
familiar y la consecuente medida inhibitoria que pesa sobre los suscriptos por ser
abogados y desplegar su profesión en la justicia, no pesa en absoluto sobre otros
profesionales que perciben el fruto de su trabajo a través de distinta vía; sobre ellos
no hay presunción ni inhibición alguna.
Así por ejemplo, un médico que percibe honorarios a través del Instituto de
Seguridad Social del Neuquén u otra obra social; un contador público que percibe a
través del colegio de ciencias económicas o de particulares; o el caso de un mismo
colega nuestro cuyos honorarios son percibidos por medio de la empresa para la que
trabaja o del propio estado provincial del que es dependiente.
Este último caso, lo mismo que el del Instituto de Seguridad Social del
Neuquén respecto de los médicos o en definitiva del pago por el estado provincial a
cualquier contratista de obra pública o dependiente (incluídos los legisladores que
sancionaron la ley) es paradigmático: porque allí sí que se trata de fondos del propio
estado que se abonan a quien tiene derecho a percibirlos. Recordando que en
nuestro caso los fondos no pertenecen al estado sino que están a la orden de un
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juez, observamos que sin embargo para aquella percepción no hay presunción de
incumplimiento ni inhibición sobre el crédito, mientras que para la nuestra sí.
¿Por qué?, sólo porque somos abogados que percibimos honorarios en juicio
o porque somos parte vencedora de una contienda judicial.
Ese es el único fundamento de tan grave distinción.
La medida de inhabilitación para percibir pesa entonces sobre los suscriptos
únicamente porque al legislador se le ocurrió, sin fundamento alguno, efectuar esta
discriminación entre personas.
Ella ni siquiera tiene que ver con el ámbito de los incumplidores de los
deberes de asistencia familiar, porque la verdad es que si bien tales incumplidores
pueden detectarse en el universo de quienes litigamos ante la justicia, también
existen entre quienes llevan cotidianamente actos de comercio y perciben dinero en
el ámbito particular, también entre quienes son subsidiados por el poder estatal o
finalmente entre quienes perciben mes a mes un salario proveniente de privados o
del estado provincial.
En tal sentido la ley no sienta la misma presunción, ni tampoco requiere
acreditación de inocencia alguna a quienes perciben todos los meses un salario de
su empleador; libera también hacerlo a aquellos que perciben emolumentos de la
obra social provincial o de otras obras sociales privadas, de la caja jubilatoria local y
de tantos ámbitos en que la asistencia familiar pudo quedar de lado.
Como dijimos arriba, los legisladores mismos perciben cada mes por su
actividad una dieta que abona el estado -y aquí no se trata de dinero ajeno como
ocurre con las libranzas judiciales, sino de dinero del mismo estado que dictó la ley
2333-; pero sin embargo, también ese ámbito de pago ha quedado libre de la
presunción de incumplimiento y de toda inhibición.
La discriminación se agrava para quienes ejercemos de profesión habitual la
abogacía y percibimos nuestros honorarios por la actividad desplegada en juicio,
porque todos nuestros ingresos -que son de carácter alimentario- quedan inhibidos
de percepción hasta destruir la presunción.
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Así, al contrario de lo que nos promete el artículo 58 del código procesal
según el cual en el desempeño de nuestra profesión seríamos asimilados a los
magistrados en respeto y consideración, aquí directamente se nos presume
incumplidores de los deberes de asistencia familiar y se inmoviliza el grueso de
nuestros ingresos hasta tanto seamos nosotros mismos quienes probemos que no
estamos incursos en tales situaciones.
En la percepción de nuestros emolumentos entonces no hay asimilación
ninguna a los magistrados, no hay respeto ni consideración para con nosotros
porque se nos presume deudores alimentarios morosos y se nos inhibe el ingreso;
incluso, se nos coloca en peor situación de quien ha sido condenado por el delito de
incumplimiento a los deberes de asistencia familiar e inscripto en el registro, pero
que tiene la fortuna de no ser abogado y no percibir sus ingresos a través de la
justicia.
Así como no sería admisible para la dignidad y el respeto de los magistrados
que se condicionara la percepción de sus ingresos ingresos mensuales a la
acreditación de no resultar incumplidores de los deberes de asistencia familiar, para
nuestra dignidad como abogados e incluso como simples ciudadanos respetuosos
de la ley, tampoco se condice con el debido respeto que nos deben nuestros
gobernantes, ser presumidos en términos generales como deudores morosos de los
deberes de asistencia familiar mientras no demostremos lo contrario.
No hay razón alguna pues como para apuntar con exclusividad a este
universo indeterminado de personas que integramos los presentantes, presumiendo
que en este ámbito somos incumplidores y que como consecuencia de ello nuestra
propiedad debe ser inhibida e indispuesta hasta que demostremos lo contrario.
Insistimos, no hay razón ninguna, ni siquiera esbozada en la ley 2333, que
justifique tan gravosa diferenciación.
Y sabido es que cuando se acusa un trato desigual, resulta la emisora
de la norma quien debe justificar de algún modo que existe razón valedera para
la presencia de la desigualdad ante la ley.
La igualdad ante la ley emergente del artículo 22 CP resulta quebrada con
semejante discriminación, en la que un grupo genérico e indeterminado de
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ciudadanos resulta inhibido en su propiedad hasta tanto no demuestre su inocencia,
mientras que el resto disfruta libremente de ella sin presunción alguna en su contra.
Diremos ahora que el hecho de que un sector de la ciudadanía -el más
numeroso- haya sido eximido de la presunción de incumplimiento emergente de la
ley, no significa que estemos propiciando a modo orwelliano que la sombra de la
sospecha y la indisponibilidad de bienes se extienda también a ellos y a toda la
sociedad.
Por el contrario, pensamos que la eximición que el legislador se reservó para
sí y para tantos otros sectores de la sociedad neuquina es la correcta; ello, porque el
incumplimiento de los deberes de asistencia familiar no es un simple incumplimiento
de una obligación, sino que en nuestro sistema jurídico constituye un delito criminal.
Así lo establece la tipificación del artículo 1° y siguientes de la ley 13.944,
según texto incorporado por ley 23.479, incorporada al código penal.
En tal sentido, consideramos que el anoticiamiento público implementado a
través de los registros de deudores alimentarios morosos puede resultar una
excelente iniciativa; pero debe tenerse en cuenta que no se trata de una información
neutra desde el punto de vista delictual, como sucede con las bases de datos
comunes de deudores bancarios o comerciales.
Aquí estamos ante una registración que de existir hace conocer que la
persona inscripta está cometiendo un delito (independientemente de la eficacia de la
justicia en sancionarlo).
Por ende, si presumimos que un universo indeterminado de personas -ya
indicamos cual- está incursa en esa situación hasta tanto no demuestre lo contrario y
por ello los inhabilitamos en el derecho a percibir sus créditos, estamos presumiendo
que esas personas han cometido el delito previsto en el artículo 1° de la ley 13.944
incorporada al código penal argentino.
No aceptamos para nosotros cargar con semejante presunción en cada juicio
que tramitamos y por el que resulte un crédito dinerario a percibir por honorarios.
Esa presunción, dirigida a un universo indeterminado y amplio de personas, contraría
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el principio de inocencia emergente de las reglas del debido proceso que garantizan
los artículos 58, 63 y 64 de la constitución provincial, así como las garantías de la
constitución nacional, incorporadas al texto local por su artículo 21.
Por último, hemos dicho que el mecanismo implementado resulta
absolutamente irrazonable.
La razonabilidad es un requisito de la limitación a los derechos, exigido por
los artículos 14 y 28 de la constitución
nacional y 18 y 189 inciso 1’ de la
constitución provincial.
La razonabilidad se ha definido como la adecuada proporción entre los
medios utilizados y la finalidad perseguida.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha recurrido frecuentemente al
concepto de razonabilidad, muchas veces en el cauce de análisis de la arbitrariedad.
Y en ese sentido ha dicho que las leyes son susceptibles de ser cuestionadas en su
constitucionalidad cuando resultan irrazonables, entendiendo que la irrazonabilidad
se configura cuando los medios no se adecuan a los fines cuya realización procura la
ley o cuando consagran una manifiesta inequidad.
En nuestro caso, además de las acusaciones anteriores, decimos también
que la disposición del artículo 11 bis de la ley 2333, resulta irrazonable por sus
acotadísimos efectos positivos en relación con su finalidad y sus inconmensurables
efectos nocivos.
Se trata de un medio desmesurado para un fin acotado.
Realmente si se quisiese hallar en la teoría constitucional un ejemplo perfecto
de inadecuación de medio a fin, podría invocarse la norma que aquí cuestionamos.
En términos figurados, diríamos que es como si para atrapar un único
francotirador apostado en un edificio se decide bombardear un barrio entero.
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Por un lado esa es la proporción numérica de las pocas personas registradas
en nuestra provincial como incumplidoras morosas de alimentos, respecto de la
multitud de quienes serán afectados por la ley en vigencia.
Por otro lado, los efectos colaterales del mecanismo utilizado resultan de
fuerte impacto: porque como hemos visto se legisla sobre la presunción de un delito,
se violenta el principio de igualdad, se inhibe la propiedad que todo ciudadano posee
bajo resguardo judicial y se inhabilitan los actos de percepción de créditos sin
sentencia firme.
Bajo tamaños efectos, la finalidad perseguida que sería inhibir definitivamente
la propiedad de quienes han incumplido sus deberes de asistencia familiar, apenas
resultará cumplida en tanto:
-El incumplidor de los deberes de asistencia familiar queda a resguardo si su
percepción dineraria procede de ámbito diverso al órgano judicial.
-El incumplidor también queda a resguardo si su percepción dineraria procede de un
ámbito judicial que no sea el neuquino.
-El incumplidor queda a resguardo si no está inscripto en el registro local o bien si
está inscripto en un registro de otra provincia.
-El incumplidor queda a resguardo si a pesar de estar inscripto en el registro local, no
es ‘vencedor’ en la causa judicial con disponibilidad de fondos.
-Por último, en los hechos fácilmente se puede eludir la inhabilitación de fondos
mediante acuerdos y pagos extrajudiciales.
Es decir que para que la ley alcance su finalidad específica -afectar
patrimonialmente a los incumplidores de los deberes familiares- deberán darse una
serie de coincidencias azarosas: que el incumplidor de los deberes de asistencia
familiar esté inscripto en el registro provincial, que la percepción de dinero provenga
de un juicio, que ese juicio haya tramitado en la justicia provincial, que sea vencedor
en el mismo y que no logre llevar a cabo un acuerdo extrajudicial de pago.
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En el camino de esa finalidad, quedamos multitud de ciudadanos
cumplidores de la ley y quedamos todos los abogados que ejercemos la
profesión, sobre los que se nos hace pesar una presunción negativa y
delictual, que nos inhabilita a percibir nuestros créditos hasta demostrar ser
inocentes.
Estamos seguros V.E. de que si al cabo de cuatro o cinco años se audita el
cumplimiento de la finalidad de la ley -auditoría de escasa práctica en nuestro paísse verá que de todos los incumplidores de los deberes de asistencia familiar, sólo
unos pocos habrán sufrido efectivamente la inhibición que persigue como finalidad la
ley (aquellos a los que haya sorprendido sin un acuerdo extrajudicial de pago) y
miles de personas habrán padecido en balde la presunción delictual que surge del
texto controvertido.
Finalmente, dentro de los efectos colaterales de la medida implementada,
diremos que ella sirve de puntapié inicial para que la presunción de deuda y la
consiguiente inhibición de bienes, se instale como cautelar genérica de máxima
comodidad para todo acreedor con suficiente peso corporativo o poder de lobby
sobre el órgano legislativo.
Y entonces, en el ámbito judicial ya no sólo se nos presumirá incumplidores
de los deberes de asistencia familiar, sino también deudores fiscales del estado
federal, de la provincia y hasta de los municipios; deudores de expensas aunque no
vivamos en edificios de propiedad horizontal; deudores de agua, luz y otros servicios;
y si la habilitación que controvertimos se entiende constitucional, hasta la presunción
de ser deudores bancarios morosos podría ser implementada, si es que se mantiene
la tendencia a considerar esa actividad como un servicio público.
El sistema cautelar se trastocaría definitivamente en el camino emprendido,
por el simple expediente de insertar en la ley procesal presunciones de
incumplimiento sobre la ciudadanía, inhibiendo en forma genérica la disposición de
bienes en juicio hasta tanto se acredite haber cumplido mediante el consecuente
acarreo de certificaciones de inocencia a las actuaciones cada vez que pidamos una
libranza.
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Y ello, por el solo hecho de que el legislador, para proteger a quien tiene
otras medidas para protegerse -simplemente un pedido de inhibición o embargo
sobre el deudor-, ha tendido un manto extenso de sospecha y culpabilidad sobre
quienes en gran mayoría resultamos inocentes.
No es razonable pues disponer la presunción legal y la inhabilitación
consecuente, si estos medios utilizados resultan desproporcionados y nocivos en
relación con la finalidad que pueda alcanzar la ley.
La irrazonabilidad pues resulta demostrada y por ello la norma es contraria a
la constitución provincial en este aspecto.
En resumen:
-El artículo 11 bis de la ley 2333 establece una presunción de incumplimiento que
resulta discriminatoria para el universo de personas alcanzado y en particular para
los profesionales del derecho que hacen del ejercicio libre de su profesión el modo
de vida; ello es contrario al artículo 22 del texto fundante.
-La inhabilitación para percibir dinero en juicio derivada de aquella presunción hasta
que se demuestre lo contrario, quebranta la garantía del artículo 23 in fine de la
constitución provincial por la cual en la provincia no rigen más inhabilitaciones que
las dispuestas por los tribunales mediante sentencia firme.
-El artículo 11 bis de la ley 2333 implementa un sistema presuntivo de
incumplimiento e inhibición de bienes en juicio que resulta contrario a la mecánica
protectiva de la propiedad emergente del artículo 24 de la constitución provincial.
-El artículo 11 bis de la ley 2333 dispone la presunción de un comportamiento que
configura delito según tipificación de la ley 13.944, texto incorporado por ley 23.479,
incorporada ella al código penal.
-El mecanismo de presunciones e inhabilitación implementado resulta un medio o
herramienta dañosa en su aplicación y débil en la consecución de su finalidad; es por
tanto irrazonable por la falta de adecuación de medio a fin.
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Estamos convencidos de que perseguir con esta herramienta a quienes
dejan de lado sus deberes de asistencia familiar y son inscriptos en el registro,
arrasando al paso con los principios y garantías invocados de mucha mayor
cantidad de personas, no sólo importa un agravio constitucional a la multitud
de alcanzados por la ley -en especial a los abogados-, sino también una
medida casi inocua para aquellos que de verdad se han colocado por fuera del
marco jurídico eludiendo sus obligaciones familiares.
La inversión de los principios e instituciones constitucionales en juego,
presumiendo culpabilidad de modo discriminatorio, inhibiendo bienes,
inhabilitando actos de percepción de créditos y obligando a probar inocencia,
resultan evidentes en la implementación del texto legal cuestionado.
En consecuencia y resultando demostrada la contradicción constitucional que
denunciamos, solicitamos que se abrogue el artículo 11 bis de la ley provincial 2333
en los términos del artículo 12 de la constitución provincial.-
V- PETITORIO: Por todo lo hasta aquí expuesto, del Tribunal Superior de
Justicia solicitamos:
-Nos tenga por presentados, parte, con patrocinio letrado y domicilio constituído.
-Por interpuesta acción de inconstitucionalidad en contra de la PROVINCIA DEL
NEUQUEN en los términos del art. 12 de la constitución provincial y ley 2.130.
-Se declare la admisibilidad de la acción.
-Finalmente,
se
resuelva
de
conformidad
a
lo
requerido,
declarando
la
inconstitucionalidad y abrogando el artículo 11 bis de la ley 2333 por contrariar la
misma el texto de los arts. 18, 21, 22, 23, 24, 58, 63, 64 y 189 inc. 1’ de la
constitución provincial.
17
-Con costas para el caso de oposición.-
PROVEER DE CONFORMIDAD
SERA JUSTICIA.-
18
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