do~ n muerte al principio. Pero el dictador español, de 82 años de edad, se negó a t:rndnr In vida de los otros cinco. L<~s ejecuciones representaban un tajante esfuerzo por pólrte del gobierno de Franco para detener la ola de terrorismo que ha segado las vlclns d 12 policias espaiioles durante este aiio. Pero la ETA, el movimiento separatista vnsco, avisó que las muertes de sus dos miembros serlan rápidamente seguidas por severas represalias. El Partido Nacionalista Vasco convocó una huelga general en todo el País Vasco español. E inmediatamente después de las ejecuciones, 30.000 trabajadores en los nlrededores de S<~n Sebastián abandonaron su trabajo y se manifestaron indignados por las calles. Aunque los tres terroristas fusilados en Madrid rnn miembros del Frente Revolucion<~rio Antifascista y Patriota {FRAP), un grupo m:trxlsta que no goza del apoyo popular que halla ETA, las alegaciones difundidas l'obre torturas y sobre el carácter de farsa de los juicios indujeron también a muchos <'spañoles preocupados a poner en tela de juicio sus muertes . Aunque portavoces del xohluno lo han desmentido públicamente. se dice que la decisión de proceder a las Jrcudones, pese a las protestas, creó una seria división en el gabinete español. El 'Í<'cto manifiesto de esta decisión ha sido deshacer las esperanzas reformistas del Presid ntc Carlos Arias Navarro, que había intentado discretamente conseguir apoyo a una campaña para conseguir que Franco se marchara. ,Franco vuelve a dirigir el •Obi •rno, adoptnndo decisiones", apuntaba un periodistn español la semana passada. \" t'sto parecía ser exactamente el mensaje que el viejo dictador trataba de imponer • .. Franco asesino, Franco asesino" (.. Franco, Morder; Franco, Morder") .. Time", 6. 10. 1975 {Nueva York) .. ¡Franco, asesino; Franco, asesino!", gritaban muchedumbres de manifestantes, que por las calles de París, en el tumulto más violento que se producía en la t'ap ital fran esa desde 1968. En Roma, millares de manifestantes protestaban, invact¡ nclo las partes bajas de la ciudad, gritando: ,¡Libertad para España! ¡Libertad P<~ra España!". En Bruselas, multitudes enfurecidas arrojaron cócteles molotof contra la C'tnhajnda spañola. En Gran Bretafia, el partido laborista dC'l primer mini stro llarold Wilson anunciaba una resolución de ,total condena". En Amsterdam, el GobiC't·no holandés declaraba un ,día de manifestación nacional" y ministros del gobierno se sumaron a marchas de protesta. Desde un extremo al otro de Europa st:-tll::tron manifestaciones ,antiespañolns". lla sido la mayor y más amplia explosión d(' lndiJ{naclón que ha sacudido a las democracias de Europa Occidental desde hace hluchor-~ at1os. Resu ltó ser inútil. La causa del furor era la determinación del régimen del general Francisco Franco a ejecutnr la setencia de muerte que había dictado en los cnsos de cinco terroristas, que habían sido hallados culpables de matar a policías: Dos d los condenados, Angel Otaegui Eche\'arría, (33), y Juan Paredes :\lanot (::!1), ran miembros de una organización separatista vasca; los otros tres, Ramón Garda Sanz, (27), José Jlumberto Baena Alonso, {23), y José Luis Sánchcz-Bravo Solla, (21), crnn miembros de una pequeña organización guerrillera urbana marxista, llamada Fr •nt Revolucionario Antifascista y Patriota (FERAP). {... ) El !;{lbado pa sado, Jos Cinco fuC'ron ejectutados por pelotones de fusilamiento. Según lo consideraba la hla~· oría de Europa, las condenas a muerte sugerían un r torno a los días en que el t<'glmen de Franco virtualmente gobernaba por el fusil y el garrote. {... ) m:~rchabnn 3