En la moral marxista-leninista, el ... fraude, el parricidio, la traición a la patria y

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Año: 23, Junio 1981 No. 487
El Marxismo es la Moral de la
Violencia
Por Luis Pazos
¿Por qué en El Salvador luchan hermanos
contra
hermanos
y
se
matan
despiadadamente? ¿Cuáles fueron las causas
por las que en Vietnam murieron 50,000
norteamericanos y más de medio millón de
vietnamitas? ¿Por qué en Camboya han
desaparecido más de un millón de seres
humanos desde la instauración del régimen
comunista en 1975? ¿Cuál es la justificación
para que en Laos se estén exterminando con
armas químicas y gases a cientos de miles de
miembros de la tribu Hmong? ¿Por qué
monjas y obispos han sido inmolados para
mantener vivo un ambiente de violencia?
¿Qué es lo que da origen a toda esta
violencia y represión?
A mediados del siglo pasado, un filósofo
alemán dio las bases para justificar
plenamentela moral de la violencia.
La lucha de clases, tesis básica del
marxismo
y
los
planteamientos
revolucionarios de Lenin, son el principal
fundamento de la moral de la violencia
contemporánea.
En la moral marxista-leninista, el robo, el
fraude, el parricidio, la traición a la patria y
la tortura están justificados siempre y
cuando se hagan en aras del triunfo de la
revolución socialista.
El marxismo, complementado con las ideas
leninistas, institucionaliza la violencia
contemporánea. Es en el dogmatismo
marxista-leninista y no en la miseria o las
injusticias, donde encontramos los
principales resortes de la violencia.
contemporánea.
La violencia y los derechos humanos
El ser humano, por naturaleza, tiene derecho
a la vida, a la libertad y a la propiedad. Todo
aquel grupo, gobierno o individuo que atenta
contra la vida, la propiedad o la libertad de
los miembros de una sociedad, está violando
los derechos humanos.
Los gobiernos de Guatemala, El Salvador y
Argentina, entre otros, han privado de la
vida y la libertad a muchos guerrilleros
marxistas. Y es por ello que han sido
acusados de violar los derechos humanos.
Es verdad, esos gobiernos han violado los
derechos humanos, pero como consecuencia
de las previas violaciones a los derechos
humanos efectuadas por grupos de
seguidores de la moral de la violencia
marxista-leninista.
Estos
grupos
desencadenaron un clima de arbitrariedades,
torturas, secuestros y asesinatos en esos
países para llegar al poder y muchos de ellos
han sido víctimas de las reglas de su propia
moral.
de violencia y terror utilizadas por los
dogmáticos marxistas.
Reprobamos las violaciones a los derechos
humanos de cualquier gobierno, pero
acusamos de hipocresía a todos aquellos
grupos que se rasgan las vestiduras por la
actitud de los gobiernos ante los terroristas y
santifican y bendicen a quienes en realidad
han dado origen a ese clima de violencia.
Barron cita a un experto en asuntos
camboyanos, Kenneth M. Quinn, quien dice
sobre el proceso de terror desatado en
Camboya:
Es falso que sea la miseria la que originó la
violencia en Guatemala, El Salvador o
Argentina, sino pequeños grupos, gran parte
de ellos educados en escuelas católicas y
pertenecientes a familias adineradas, los
que, atrapados par la moral marxista, han
sido utilizados, tanto por el imperialismo
ruso como por el yanqui, para crear un
ambiente de violencia en los países
iberoamericanos.
De la violencia que no se habla
Es patente la hipocresía de periodistas y
escritores que se autonombran defensores de
los derechos humanos y acusan de genocidio
a Somoza o a la junta salvadoreña mientras
callan los genocidios que cometen los
líderes socialistas, como Castro o el actual
gobierno comunista camboyano.
Cuando los norteamericanos bombardearon
Vietnam, salieron muchos defensores de los
derechos humanos, pero ¿quién ha
protestado porque el gobierno comunista de
Camboya asesinó a más de un millón de
personas y en Laos estén exterminando con
gases venenosos a cientos de miles de seres
humanos?
En el libro de John Barron «El Exterminio
de un País Noble», lo que no se ha dicho del
genocidio de Camboya, (Diana, México,
1979), se describen crudamente las tácticas
«...Este proceso implica eliminar, por el
terror y otros medios, las bases, estructuras y
fuerzas tradicionales que han modelado y
guiado la vida de un individuo hasta dejarlo
como unidad atomizada y aislada; y después
reconstruirlo de acuerdo con la doctrina del
partido, substituyendo por una serie de
nuevos valores, organizaciones y normas
éticas, los que le fueron arrancados. La
primera mitad de este proceso puede ser
hallada en el ataque comunista a la religión,
la destrucción de vestigios del régimen de
Sihanouk (se refiere al régimen anterior al
comunista), ataques a la autoridad paterna y
monástica, prohibición de cantos y danzas
tradicionales y la utilización del terror.
Puede verse que la atomización sicológica,
que puede ser resultado de estas prácticas y
que causa que los individuos se sientan
aislados efectivamente del resto de la
colectividad, ha ocurrido en realidad.
Refugiados de las provincias de Kampot y
Kandal han dicho que temían tanto el arresto
y la ejecución, que ni siquiera en sus
hogares se atrevían a emitir una palabra de
crítica y cumplían obedientemente con toda
directiva comunista».
Además del genocidio de Camboya, que
empezó en 1975, en Laos, aviones rusos
exterminan con gases a cientos de miles de
miembros de la tribu Hmong, que habita en
las montañas de ese país, porque fueron
aliados de los norteamericanos.
En 1960 se estimaba en medio millón los
miembros de esas tribus (hombres, mujeres
y niños), actualmente se calcula que sólo
quedan 155,000 vivos, 70,000 de los cuales
siguen en las montañas huyendo de los
bombardeos
de
productos
químicos
venenosos que les lanzan aviones con
tripulación soviética y que los van matando
en medio de vómitos de sangre y horribles
dolores. Otros 50,000 se encuentran en
campos de refugiados en Tailandia, 35,000
en diversos países occidentales y 345,000 ya
han sido asesinados por los socialistas.
sociales a través de la destrucción y el terror,
sin darse cuenta que están siendo utilizados
por grupos políticos que lo único que buscan
es formar el poder y establecer regímenes en
donde las injusticias son mayores a las
existentes.
¿Quién ha protestado por esas muertes?
¿Que esos seres humanos no tenían derecho
a vivir? ¿Qué dicen de esos crímenes las
organizaciones en pro de los derechos
humanos?
Es necesario demostrar a nuestras
generaciones jóvenes la serie de falacias,
errores y peligros que implica caer bajo la
influencia de estas doctrinas y hacerles ver
que existen otros medios mediante los cuales
sí se puede combatir verdaderamente la
miseria y la injusticia, y el marxismo es una
droga que únicamente sirve para destruir y
que crea más miseria e injusticia que aquella
que dice combatir.
Conclusiones
La moral marxista ha institucionalizado la
violencia y es la causa principal de que se
genere más violencia.
La violencia en El Salvador, Guatemala,
Argentina, España, Italia, etc., es
consecuencia
de
pequeños
grupos
dogmatizados por esa moral.
El marxismo-leninismo no es una doctrina
para resolver los problemas sociales, sino
para llegar al poder. Su objetivo es sembrar
el odio, la división y el terror para que, al
amparo de ese clima, pequeños grupos
tomen el poder.
Los políticos sedientos de poder han
descubierto en el marxismo la mejor droga
para dársela a sus seguidores y lograr que
luchen como fieras para entregarles el
mando.
En concreto, la violencia actual no es
originada básicamente por la miseria,
diferencia de clases o injusticia social, sino
por dogmáticos marxistas, muchos de ellos
de buena fe, que piensan remediar los males
La única forma de erradicar la violencia es
atacando sus verdaderas causas:las teorías
marxistas-leninistas.
«La moral marxista ha institucionalizado la
violencia y es la causa principal de que se
genera más violencia. Los políticos
sedientos de poder han descubierto en el
marxismo la mejor droga para dársela a sus
seguidores y lograr que luchen como fieras
para entregarles el mando».
LUIS PAZOS
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