Conflict, distribution and finance in alternative macroeconomic traditions Thomas I. Palley Construcciones alternativas acerca del proceso macroeconómico Desde La Teoría General (Keynes, 1936), los sistemas de ecuaciones simultáneas han constituido el lenguaje histórico de la macroeconomía. Detrás de estos sistemas de ecuaciones se encuentran descripciones implícitas del proceso económico, y algunos aspectos de este proceso se expresan en argumentos en forma de funciones, de las pautas de interdependencia por medio de ecuaciones y las condiciones de equilibrio. El nuevo enfoque de fundamentos microeconómicos de la macroeconomía pretende proporcionar una base microeconómica para las ecuaciones de conducta en esos sistemas de ecuaciones simultáneas. En principio, la metodología de los fundamentos microeconómicos es coherente con la macroeconomía marxiana, keynesiana y clásica. No es la voluntad de incorporar fundamentos microeconómicos lo que distingue a los paradigmas, sino más bien las diferencias en la representación de los procesos económicos causales que están contenidos en los diferentes sistemas de ecuaciones. Esta sección describe brevemente los perfiles analíticos de cuatro tradiciones de la macroeconomía. El proceso Macro Clásico El Gráfico 1 describe el proceso económico comprendido en el nuevo enfoque clásico de la macroeconomía (ver Sargent, 1979, Cáp. 1). El Cuadro 1 define las variables. El proceso clásico está marcado por una línea causal unidireccional que va desde los mercados de trabajo a los mercados de productos, y de ahí al sector financiero. La lógica económica del modelo clásico es la siguiente: el mercado de trabajo determina el empleo y los salarios reales, estando los resultados del mercado de trabajo determinados en un mercado perfectamente competitivo a través de la interacción de las fuerzas de la oferta y la demanda de trabajo. La demanda de trabajo depende del stock de capital existente y de la productividad del trabajo, que a su vez depende de la tecnología de producción. La oferta de trabajo depende de la riqueza de las familias y de sus preferencias respecto al ocio y el consumo. Dado el nivel de empleo determinado en los mercados de trabajo, es la tecnología productiva de las empresas la que determina el output. Es en este sentido que la actividad económica depende de la triada –gustos, tecnología y capacidades. El dinero es irrelevante, y ésta es la base de la dicotomía clásica. N, w, y Mercado de ――――――――→ Sector Trabajo productos i Mercado de ――――――――→ financiero Gráfico 1. El Enfoque Clásico del Proceso Macroeconómico 1 Dado este nivel de output, el mercado de productos se vacía por ajustes de los tipos de interés. Este proceso de vaciado se basa en la teoría de los fondos prestables de los tipos de interés, que mantiene que los tipos de interés se ajustan de forma que la demanda real de préstamos para el consumo y la inversión iguala a la renta ahorrada. Así, el ajuste de los tipos de interés vacía el mercado de productos, y es este ajuste de los tipos de interés el que valida la Ley de Say1. Finalmente, con un nivel dado de tipos de interés, el sector financiero determina el nivel de los precios. El equilibrio del mercado financiero se consigue a través del ajuste del nivel de los precios, que asegura que la demanda de balances monetarios reales iguala a la oferta de balances monetarios reales. La demanda de balances monetarios reales depende del nivel de renta y de los tipos de interés, que ya han sido determinados en el mercado de trabajo y de fondos prestables. El ajuste del nivel de precios asegura unos balances monetarios reales suficientes, dado el stock de dinero nominal existente. Esto concluye el proceso macro clásico. La característica importante es que no existen retroacciones entre mercados, y es en este sentido que el flujo de la causalidad es unidireccional2. N Y w i m P K AD I C D E = = = = = = = = = = = = empleo output salario real tipo de interés nominal margen sobre costes beneficios stock de capital demanda agregada inversión consumo deuda de las empresas activos (en valores) de las empresas Cuadro 1. Definición de las variables Dentro del proceso macroeconómico clásico, el poder y la distribución de la renta están ausentes. Los mercados de trabajo se caracterizan por la competencia perfecta, lo que significa que ni los trabajadores ni las empresas tienen «poder». Económicamente, esto significa que los dos son tomadores de precios: lo que es distinto del supuesto de la «igualdad de poder». En el mercado de fondos prestables, que asegura el equilibrio entre la demanda y la 1 En modelos más complicados que incorporan el efecto riqueza, el valor real de la riqueza financiera puede afectar a la asignación del mercado de productos y de los tipos de interés, lo que introduce un circuito de retroacción entre el mercado de productos y el mercado financiero (Metzler, 1951). 2 Los nuevos modelos clásicos modernos sí permiten una cierta retroacción entre los mercados financieros y el proceso de producción y los mercados de trabajo. Estos efectos operan a través del racionamiento del crédito (Stiglitz y Weiss, 1981). Las imperfecciones en la información generan restricciones en la disponibilidad del crédito a las empresas por parte de los mercados financieros, lo que restringe el volumen de empleo y producción que las empresas pueden realizar. La característica importante de esta retroacción es que opera desde los mercados financieros al lado de la oferta. Esto lo diferencia de la tradición keynesiana, que enfatiza los efectos de la demanda de los mercados financieros. Ambos son importantes. 2 oferta de productos, la distribución de la renta también está ausente. La teoría de la renta permanente asegura que todas las familias tienen la misma propensión marginal a consumir, independientemente de su nivel de renta. La fungibilidad de la renta monetaria significa que la distribución de la renta entre beneficios y salarios no tiene importancia. ¿Pueden introducirse el poder y la distribución de la renta? La respuesta es sí. Si los trabajadores obtienen poder a través de los sindicatos, entonces las preferencias de los sindicatos sobre los salarios y el empleo, en combinación con las curvas de demanda de trabajo de las empresas, determinarán el nivel de empleo y de output. A partir de aquí, el proceso económico en el mercado de productos y el sector financiero sigue como antes. Dada una curva de demanda de trabajo de pendiente decreciente, los trabajadores sólo podrán conseguir mayores salarios a costa de un menor empleo3. Así, la introducción de los sindicatos da lugar a una reducción del output y del empleo. Los efectos de la distribución de la renta también pueden ser introducidos abandonando la teoría de la renta permanente. Si el gasto familiar se rige por la teoría del consumo keynesiano tradicional, y la renta por beneficios se concentra en las familias de rentas más altas, entonces la propensión marginal al ahorro será mayor por parte de aquellos que reciben beneficios que la de los que perciben salarios. Por lo tanto, la distribución de la renta afectará al ahorro, lo que a su vez afectará a los tipos de interés en el mercado de fondos prestables. Sin embargo, no tendrá ningún efecto sobre el nivel de empleo. Una mayor participación de los salarios aumenta el consumo, y esto aumenta los tipos de interés y reduce el gasto en inversión. En consecuencia, una mejor distribución de la renta es mala para la acumulación de capital y el crecimiento. Esta es la lógica que se esconde detrás de la teoría del «goteo». En resumen, la adopción del modelo macroeconómico clásico lleva a una caracterización del proceso económico por la cual un mayor poder de los trabajadores reduce el output y el empleo. Una mejor distribución de la renta aumenta los tipos de interés, reduce la inversión y reduce la acumulación de capital y el crecimiento. El proceso Macro Neokeynesiano El Gráfico 2 ilustra el proceso macro neokeynesiano, tal como aparece tipificado en el modelo ISLM (Hicks, 1937). Aquí existe una interdependencia entre el mercado de productos y el sector financiero, y juntos determinan el nivel del output y el de los tipos de interés. Esta interdependencia se refleja en la flecha causal más baja que va del mercado de productos al sector financiero, y por la flecha causal más alta que va del sector financiero al mercado de productos. El nivel de AD determina el nivel de renta, que a su vez influye sobre la demanda de activos financieros. Esta última influye sobre los tipos de interés, que retroaccionan e influyen sobre la AD. 3 En los modelos de negociación sindical de Nash (McDonald y Solow, 1981), el resultado salario-empleo se basa en la curva del contrato que tiene pendiente positiva. Así, un aumento del poder sindical puede provocar un aumento tanto de los salarios como del empleo. Sin embargo, el modelo de negociación de Nash exige que los sindicatos controlen directamente la decisión sobre el empleo. Esto es contra-factual, lo que convierte el modelo en problemático. 3 Una vez que el mercado de productos y el sector financiero han determinado conjuntamente el nivel de output, la tecnología de producción de las empresas determina el nivel del empleo y de los salarios reales (el producto marginal del trabajo) que corresponde a este nivel de output. Por lo tanto, en el proceso macroeconómico neokeynesiano, la dirección de causalidad es exactamente la opuesta a la del proceso macroeconómico clásico, y va del mercado de productos al mercado de trabajo. i Mercado de trabajo N, w Mercado de productos Sector financiero y Gráfico 2. El Enfoque Neokeynesiano del proceso Macroeconómico En la construcción neokeynesiana del proceso macro, las condiciones del mercado de productos determinan los salarios reales y el empleo. AD determina el empleo, lo que a su vez determina los costes marginales, y los cambios en el coste marginal se transmiten en forma de cambios en los precios. Dados unos salarios nominales exógenos, el salario real es determinado por el nivel de los precios, que es a su vez determinado por el coste marginal del output. Este proceso neokeynesiano es el opuesto al proceso clásico en el que el empleo y los salarios reales están determinados en los mercados de trabajo independientemente de las condiciones del mercado de productos. Una implicación importante de la descripción neokeynesiana del proceso macro es que las acciones de los trabajadores en los mercados de trabajo son económicamente irrelevantes para la determinación de los salarios reales y del empleo. Esto se debe a que la existencia del desempleo significa que los resultados del empleo se encuentran fuera de la curva de la oferta de trabajo, cuando es esta curva de la oferta de trabajo la que describe las acciones de los trabajadores. En su lugar, la tecnología de producción de las empresas y las decisiones sobre el nivel de producción son lo único que cuenta para el empleo y los salarios reales. Las acciones y decisiones de los trabajadores, tal como aparecen en la función de la oferta de trabajo, no tienen ninguna consecuencia. Esto contrasta con el proceso clásico, en el que los trabajadores participan activamente en la determinación del empleo y de los salarios reales a través de sus decisiones sobre la oferta de trabajo. Paradójicamente, el modelo clásico da un papel más fuerte a los trabajadores que el modelo neokeynesiano. A pesar de que el modelo neokeynesiano es débil en lo que se refiere al tratamiento del poder de los trabajadores, trata mucho mejor lo relacionado con los efectos de la distribución de la renta. Estos pueden incorporarse fácilmente al modelo neokeynesiano, vinculándolo así a la tradición kaleckiana en macroeconomía. Si la tendencia a consumir a partir de las rentas salariales excede a la tendencia a consumir a partir de las rentas de beneficios, un desplazamiento de la distribución hacia las rentas salariales hará aumentar la demanda agregada, el output, el empleo y los tipos de interés. En el modelo 4 ISLM, esto correspondería a un desplazamiento hacia la derecha de la curva IS4. La incorporación de los efectos en la AD de la distribución de la renta en el modelo macro neokeynesiano plantea algunas preguntas sobre la determinación de la distribución de la renta. El modelo neokeynesiano, igual que hizo Keynes (1936), se basa en la teoría de la productividad marginal perfectamente competitiva para resolver el problema de la distribución de la renta. Los salarios reales están determinados en referencia al producto marginal exógenamente dado de la curva de trabajo, y esto excluye las consideraciones sociales del poder. La apertura de la distribución de la renta a las influencias sociales exige, consecuentemente, una desviación de la teoría del producto marginal perfectamente competitivo. Una vía para conseguir esto es la introducción de la competencia imperfecta en los mercados de productos y la fijación al alza de los precios (Palley, 1991-2). Entonces, los precios se determinan de la siguiente forma: P =… [1] Dónde P = precio, m = margen sobre costes, W = salario nominal, y fN = producto marginal del trabajo (MPL). El efecto de introducir la competencia imperfecta es la sustitución de la curva MPL por una curva MPL ajustada con el margen. Los aumentos del margen desplazan esta curva hacia abajo y reducen los salarios reales para todos los niveles de empleo. Ahora las variaciones en el margen afectan a los salarios reales, y el margen se convierte en un punto de entrada para influir sobre la distribución de la renta. En las construcciones neoclásicas de la competencia imperfecta, el margen viene determinado por referencia a la elasticidad de la demanda de productos, que a su vez depende de las preferencias de los consumidores. En la construcción keynesiana de izquierdas del proceso macroeconómico (ver más abajo), es el resultado del conflicto capital-trabajo. Un segundo canal para permitir que las consideraciones sociales influyan sobre el empleo y los salarios reales es la teoría de los salarios de eficiencia (Palley, 1996b). En este caso, la productividad de los trabajadores depende de su esfuerzo. Para un nivel dado de demanda agregada real, el nivel de esfuerzo determina el nivel de empleo necesario. Las empresas tienen así también un incentivo para pagar salarios de eficiencia con el objetivo de conseguir una óptima cantidad de esfuerzo. Si la cantidad de esfuerzo proporcionado depende de la valoración que el trabajador hace del salario, esto proporciona una vía para que las consideraciones sociales influyan sobre los salarios y el empleo, ya que estas percepciones están influidas socialmente. 4 Existen varias formas posibles de incluir el efecto de la distribución de la renta sobre la AD. La primera es a través de las restricciones a la liquidez: si las familias asalariadas tuvieran su liquidez restringida, éstas tendrían una tendencia marginal de consumir igual a uno, y los desplazamientos de la distribución hacia las rentas salariales harían aumentar la demanda de consumo. La segunda es la teoría del consumo del ciclo de la vida: si los jóvenes son asalariados y tienen una tendencia marginal a consumir mayor que la de los mayores, entonces una mayor participación salarial también hará aumentar la manda de consumo. La propensión aleatoria al ahorro es un tercer canal: en esta instancia, las familias pueden ahorrar todas las rentas de beneficios y de intereses, y consumir sólo a partir de las rentas salariales. La suspensión de la súper-racionalidad de las familias es un cuarto canal: en este caso, las familias pueden no reducir el ahorro personal para compensar el ahorro realizado por los fondos de pensiones a su favor a través de dividendos retenidos y de intereses abonados al fondo de pensiones. 5 Un tercer canal por el que las influencias sociales pueden afectar a la distribución de la renta es endogeneizando la tecnología. Este canal ha sido destacado por Bowles y Gintis (1990) en su paradigma del «intercambio controvertido», y por David Gordon en su libro Fat and Mean (1996). Las empresas eligen la tecnología con el objetivo de maximizar los beneficios. Esto tiene dos consecuencias importantes. En primer lugar, existe un conflicto potencial entre la eficiencia productiva (definida como el mayor output por una cantidad dada de input) y la distribución de la renta. Esto es debido a que las empresas pueden escoger tecnologías productivamente ineficientes que reduzcan el tamaño del pastel, si estas tecnologías hacen aumentar la dimensión absoluta de la porción de la tarta que va a los beneficios. En segundo lugar, la asignación del control respecto a la elección de la tecnología ahora sí tiene consecuencias sobre la distribución de la renta, y como el control está socialmente determinado, esto significa que, una vez más, las influencias sociales sí tienen importancia. Finalmente, vale la pena destacar que la construcción neokeynesiana del proceso macro es incompatible con el modelo neoclásico tradicional de los sindicatos. Según el modelo sindical neoclásico, los sindicatos maximizan una función objetiva estrictamente cóncava definida a partir del empleo y de los salarios reales, y eligen un único nivel óptimo de empleo. Esta construcción encaja con el proceso macro clásico, en el que el mercado de trabajo determina el empleo, los salarios reales y el nivel de output. Sin embargo, es inconsistente con el proceso macro neokeynesiano, en el que el output y el empleo están determinados en el mercado de productos por las fuerzas de la demanda agregada. Los sindicatos no tienen ningún control directo sobre el nivel de la demanda agregada, y, según la teoría keynesiana, por tanto no pueden determinar el nivel de empleo. Esta observación destaca la necesidad de una nueva teoría keynesiana de los sindicatos. La incorporación de los sindicatos en el proceso macro neokeynesiano exige el abandono del supuesto de que éstos pueden determinar directamente el nivel de empleo. En cambio, los sindicatos pueden determinar una curva real de salario-empleo (p.ej., una curva salarial como la estimada empíricamente por Blanchflower y Oswald, 1990, 1994) que reemplaza la curva del producto marginal del trabajo. Esta curva salarial serviría como curva de la demanda de trabajo subrogada, y el lugar en el que la economía fija esta curva de demanda subrogada depende del estado de la demanda agregada. Así, la determinación específica de esta curva salarial permitiría que algunas consideraciones sobre el poder del mercado de trabajo entraran en el modelo neokeynesiano5. El proceso Marxista Clásico El Gráfico 3 proporciona una representación «esquemática» del proceso marxista clásico. Los resultados del mercado de trabajo, que incluyen la tasa salarial, el nivel de intensidad laboral y el tamaño del ejército de reserva, determinan la tasa de beneficios. Estos resultados del mercado de trabajo dependen de condiciones estructurales que incluyen la conciencia política de la clase trabajadora y la naturaleza de la tecnología. La tasa de beneficio 5 Ver Palley, 1998. 6 determina entonces el gasto en inversión y la tasa de acumulación de capital. La tasa de beneficio también determina el tipo de interés. El nivel de gasto en inversión retroacciona y afecta a la tasa de beneficio a través de su impacto en el nivel de stock de capital. Este es el círculo en que se basan las teorías marxistas de las crisis fundamentadas en la caída de la tasa de beneficios como consecuencia del aumento de la intensidad de capital en la producción. Finalmente, el gasto en inversión y la acumulación de capital pueden también afectar a la naturaleza de la tecnología, influyendo así sobre los resultados del mercado de trabajo. Tecnología Stock de capital Mercado De trabajo Tasa de beneficio Inversión Tipo de interés Gráfico 3. El proceso Macroeconómico Marxista Clásico El proceso macro marxista clásico inspiró gran parte de la obra de David Gordon en lo años 70, y también inspiró su concepto de la estructura social de acumulación, ESA (Gordon, 1978). El enfoque ESA pretende situar histórica y sociológicamente los arreglos institucionales que rigen los pormenores de los mercados de producción y de trabajo, y su efecto sobre las tasas de beneficio. El paradigma del intercambio controvertido de Bowles y Gintis (1990) fue también desarrollado en un principio vinculado a la perspectiva marxista clásica. A pesar de utilizar métodos microeconómicos neoclásicos, proporciona una explicación económica del papel de la propiedad y del control sobre la selección de tecnología en la determinación de la distribución de la renta y la rentabilidad. Hay varias características destacables en la presentación que acabamos de hacer del proceso marxista clásico. En primer lugar, el proceso marxista clásico comprende un horizonte temporal más largo dado que su centro de atención es la acumulación de capital. Esto contrasta con los enfoques nuevo clásico y neokeynesiano, que son estrictamente a corto plazo en su centro de atención y toman el stock de capital como algo dado. En segundo lugar, el proceso marxista clásico tiene algunas similitudes con el proceso nuevo clásico en el sentido de que en cualquier momento del tiempo, con una tecnología dada, los resultados en el mercado de trabajo son primitivos. Es decir, la causación fluye desde el mercado de trabajo y el lado de la oferta en la economía hacia el resto de la economía. Esto contrasta con el proceso neokeynesiano, en el que la demanda agregada determina la actividad económica y los resultados en el mercado de trabajo son residuales. Una tercera característica del proceso marxista clásico es que las tasas de beneficio, que se determinan en la economía real, determinan el tipo de interés. Así, las finanzas son en gran parte súperestructurales, lo que puede explicar porqué los defensores de la ESA han prestado tan poca atención a los temas financieros. 7 Finalmente, las consideraciones sobre la demanda agregada están ausentes en el proceso marxista clásico. Esta es una afirmación discutible, ya que las teorías del subconsumo forman también parte de la economía heterodoxa. Sin embargo, estas teorías incorporan una fuerte dimensión keynesiana. La idea marxista de la sobreacumulación no es un fenómeno de demanda agregada, sino un fenómeno del lado de la oferta que se basa en una excesiva profundización de capital6. La evolución de la tasa de beneficios es un tema central en las explicaciones marxistas clásicas de la economía. La tasa de beneficios es la proporción entre el nivel de los beneficios y el stock de capital, P/K. los marxistas clásicos tienden a centrarse en el denominador, K. Un enfoque alternativo es fijarse en el numerador, P. Este es el espíritu del enfoque kaleckiano, en el que el gasto en inversión de los capitalistas determina el nivel de beneficios. La identificación de una relación entre el gasto en inversión y los beneficios vuelve a introducir la demanda agregada en el modelo, abriendo así la posibilidad de establecer un vínculo entre la economía de Keynes y las dinámicas de acumulación marxistas. Este vínculo es el que exploraremos en la próxima sección. El proceso Kaleckiano El Gráfico 4 muestra la construcción kaleckiana del proceso macro. Esta descripción del proceso económico fue desarrollada en gran parte por la escuela postkeynesiana de Cambridge de pensamiento económico, asociada a Robinson, Kaldor, Kalecki y Goodwin. En sus primeros trabajos sobre macroeconomía, David Gordon (1978) se centró más en cuestiones planteadas por el enfoque marxista clásico descrito anteriormente. Sin embargo, su obra posterior se concentró en temas más a corto plazo (Gordon, 1995a, 1995b) y adoptó efectivamente un proceso kaleckiano. W Mercado de trabajo Mercado de productos i Sector financiero N, y Gráfico 4. El enfoque Kaleckiano del proceso Macroeconómico La característica principal del marco kaleckiano es el proceso circular que vincula los mercados de productos con los mercados del trabajo. Los mercados de productos son keynesianos en su construcción, ya que el nivel de output depende del nivel de AD. Sin embargo, el nivel de AD depende de la distribución funcional de la renta debida a las distintas propensiones a consumir de las rentas salariales y de los beneficios. Ésta es la contribución kaleckiana al 6 La obra de Anwar Shaikh (1989, 1992) incluye dimensiones significativas de la demanda, y trata los aspectos del proceso económico tanto a corto como a largo plazo. La obra de Shaikh ilustra las contradicciones del esquema de clasificación actual. Se sitúa dentro de la síntesis Marx-Keynes-Kalecki que describiremos más adelante, 8 modelo keynesiano a corto plazo, y sirve para integrar la distribución de la renta en el modelo. El nivel de output, en conjunción con la tecnología productiva, afecta al nivel de empleo en los mercados de trabajo. El nivel de empleo afecta entonces positivamente al nivel de salarios, que a su vez afectan a la AD y los mercados de productos. Un mecanismo teórico para esta vía del mercado de trabajo es la curva Phillips de los salarios reales, que se remonta al clásico estudio de Goodwin (1967) del proceso cíclico de acumulación. Otro mecanismo alternativo incorpora la negociación en el mercado de trabajo, y ha sido explorado en un modelo macro a corto plazo por Palley (1998). El mecanismo kaleckiano destaca el efecto de los mercados de trabajo sobre los salarios reales y las demandas de consumo. Sin embargo, el nivel de los salarios reales afecta también a la rentabilidad, ya que existe un isomorfismo entre los cambios en los salarios reales y los cambios en la tasa de beneficios si se mantienen constantes el stock de capital y el nivel de empleo. Este isomorfismo abre un segundo canal por el cual los resultados del mercado de trabajo afectan a la rentabilidad, afectando por tanto al gasto en inversión, a la demanda agregada y a los mercados de productos. Este canal ha sido explorado por Bhaduri y Marglin (1990), y enlaza con el postkeynesianismo de Cambridge, que durante mucho tiempo ha señalado que las tasas de beneficios afectan al gasto en inversión. De esta forma, podemos definir una variable que es la relación entre la tasa de beneficios y el tipo de interés dado por q=… [2] La inversión tiene una relación positiva con q7. En consecuencia, los cambios en la negociación salarial que hagan subir los salarios reales tenderán a reducir P y q, provocando un menor gasto en inversión. La expansión del output depende de si el efecto salario-consumo domina al efecto beneficio-inversión. El vínculo entre salarios y tasas de beneficios también vuelve a remitirnos a la cuestión de los márgenes y de la competencia imperfecta en macroeconomía. Los tratamientos neoclásicos de la competencia imperfecta tratan los márgenes en términos de la elasticidad de la demanda de productos y el grado de poder monopolístico. Este es un tema del que se hace eco la tradición kaleckiana, pero el margen kaleckiano también puede entenderse como siendo determinado por los resultados del mercado de trabajo, que determinan las participaciones de salarios y de beneficios. Suponiendo una productividad marginal del trabajo constante, y utilizando la ecuación [1], llegamos a expresiones para el beneficio, la participación y el margen dados por sP = … sW = … m=… [3a] [3b] [3c] 7 Esta presentación de q difiere de la teoría neoclásica de q (Yací, 1982), en que la tasa de beneficios se identifica con el producto marginal del capital. También difiere de la q de Brainard y Tobin (1968, 1977), en la que la tasa de beneficios se identifica con el coste del capital social (por acciones), que a su vez depende de los precios de los valores. 9 Por lo tanto, el margen es igual a la relación de las participaciones de los beneficios y de los salarios, cuando estas participaciones están influidas por condiciones de poder del mercado de trabajo. Los canales (gasto en consumo e inversión) por lo cuales los salarios reales y los beneficios afectan a la AD están claros. Menos clara es la lógica microeconómica por la cual la actividad del mercado de productos afecta a los resultados del mercado de trabajo. El paradigma del «intercambio controvertido», que David Gordon adoptó y que es la base de gran parte de Fat and Mean (1996), se centra en el problema de la extracción de esfuerzo de los trabajadores. En los estudios macroeconómicos formales de Gordon (1995a, 1995b), este problema de la extracción de esfuerzo genera la relación entre la tasa de beneficios y el nivel de empleo. A medida que los mercados de trabajo se estrechan, la extracción del esfuerzo se hace más difícil, induciendo así a las empresas a pagar mayores salarios de eficiencia, lo que limita la expansión económica. Gordon intentó identificar políticas económicas que pudieran relajar este límite. Reconoció que el problema de extracción de esfuerzo dependía de la naturaleza de la organización de las empresas, y argumentaba que el hacer más democráticas a las empresas podría generar una respuesta cooperativa por parte de los trabajadores que facilitara el problema de la extracción8. Una construcción alternativa del nexo entre el mercado de trabajo y el salario real se expresa en términos de la teoría no-cooperativa de la negociación. Las condiciones del mercado de trabajo influyen sobre el relativo poder de negociación de los trabajadores y de las empresas, ya que un menor desempleo aumenta el poder de negociación de los trabajadores, permitiéndoles así conseguir salarios reales más altos. De la misma forma que la selección de la tecnología productiva es importante para el tema de la extracción del esfuerzo, también lo es para el tema del poder de negociación. En el marco de la negociación (Skillman, 1988, 1991; Skillman y Ryder, 1993), las empresas eligen tecnologías que aumentan su poder de negociación en relación al de los trabajadores, a través de medidas como facilitar el reemplazo de trabajadores «de dentro» por trabajadores «de fuera»9. El esfuerzo de extracción y los mecanismos de negociación no son mutuamente excluyentes, pero son diferentes. David Gordon (1994b, 1996) tendió a centrarse en la problemática de la organización empresarial y de extracción de esfuerzo. Los postkeynesianos de Cambridge han tendido a destacar las consideraciones sobre la fuerza negociadora. Una síntesis Marxista-Kaleckiana Anteriormente me referí a la posibilidad de realizar una síntesis de los enfoques marxista clásico y kaleckiano. Esta síntesis se describe en el Gráfico 5. La mitad superior del gráfico se identifica con el proceso marxista mostrado en el 8 Además, podría llevar también a una mayor productividad ya que las empresas se liberarían de la preocupación de tener que escoger tecnologías «eficientes en la extracción». En su lugar, podrían elegir aquellas tecnologías que fueran más «eficientes en la producción». 9 Esto es sutilmente diferente a la historia del intercambio controvertido. En ésta, la empresas eligen la tecnología productiva comparando la «eficiencia en la extracción» con la «eficiencia en la producción». En la negociación, la tecnología es elegida comparando la «eficiencia en la producción» con la «fuerza negociadora». 10 Gráfico 3, mientras que la mitad inferior del cuadro se identifica con el proceso kaleckiano mostrado en el Gráfico 4. Por lo tanto, este gráfico incluye las preocupaciones tanto a medio como a largo plazo, y tiene fuertes afinidades con el trabajo de Anwar Shaikh (1989, 1992). Tecnología m Poder de negociación w N Relación Capital/Producto Tasa de beneficios P/K Inversión I Consumo Demanda Agregada AD Mercado de trabajo y Mercado de productos Cuadro 5. Una Síntesis de los modelos Kaleckiano y Marxista Clásico Empezando con la mitad inferior, la demanda agregada (AD) determina el nivel del output (y) en los mercados de productos, lo que a su vez determina el nivel de empleo (N) en los mercados de trabajo. Esta parte es keynesiana. Los resultados del mercado de trabajo determinan entonces la relativa fuerza negociadora de los trabajadores y las empresas, que determina los salarios reales (w) y el margen (m)10. Los salarios y el empleo determinan entonces el gasto en consumo que alimenta a la demanda agregada. El margen determina la tasa de beneficios, que determina el gasto en inversión, que a su vez alimenta la demanda agregada. Esta construcción kaleckiana a corto plazo está relacionada con el proceso marxista de largo plazo a través del gasto en inversión y de su efecto sobre el stock de capital y la tecnología. La expresión formal de la tasa de beneficios es P/K=… [3] Donde P = nivel de beneficios, K = stock de capital, y = nivel de output, k = relación capital /producto. La adición de una flecha superior desde la inversión hasta la relación capital /producto y a la tasa de beneficios permite que la dinámica del stock de capital encaje. La profundización del capital puede entonces llevar a una tasa de beneficios decreciente y a una crisis de acumulación marxista. Adicionalmente, la inversión puede afectar a la tecnología, afectando así al poder de negociación, los salarios reales y la rentabilidad. 10 Palley (1998) detalla este proceso. 11