El proceso Macro Clásico

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Conflict, distribution and finance in alternative macroeconomic traditions
Thomas I. Palley
Construcciones alternativas acerca del proceso
macroeconómico
Desde La Teoría General (Keynes, 1936), los sistemas de ecuaciones
simultáneas han constituido el lenguaje histórico de la macroeconomía. Detrás
de estos sistemas de ecuaciones se encuentran descripciones implícitas del
proceso económico, y algunos aspectos de este proceso se expresan en
argumentos en forma de funciones, de las pautas de interdependencia por
medio de ecuaciones y las condiciones de equilibrio.
El nuevo enfoque de fundamentos microeconómicos de la
macroeconomía pretende proporcionar una base microeconómica para las
ecuaciones de conducta en esos sistemas de ecuaciones simultáneas. En
principio, la metodología de los fundamentos microeconómicos es coherente
con la macroeconomía marxiana, keynesiana y clásica. No es la voluntad de
incorporar fundamentos microeconómicos lo que distingue a los paradigmas,
sino más bien las diferencias en la representación de los procesos económicos
causales que están contenidos en los diferentes sistemas de ecuaciones. Esta
sección describe brevemente los perfiles analíticos de cuatro tradiciones de la
macroeconomía.
El proceso Macro Clásico
El Gráfico 1 describe el proceso económico comprendido en el nuevo enfoque
clásico de la macroeconomía (ver Sargent, 1979, Cáp. 1). El Cuadro 1 define
las variables. El proceso clásico está marcado por una línea causal
unidireccional que va desde los mercados de trabajo a los mercados de
productos, y de ahí al sector financiero. La lógica económica del modelo clásico
es la siguiente: el mercado de trabajo determina el empleo y los salarios reales,
estando los resultados del mercado de trabajo determinados en un mercado
perfectamente competitivo a través de la interacción de las fuerzas de la oferta
y la demanda de trabajo. La demanda de trabajo depende del stock de capital
existente y de la productividad del trabajo, que a su vez depende de la
tecnología de producción. La oferta de trabajo depende de la riqueza de las
familias y de sus preferencias respecto al ocio y el consumo. Dado el nivel de
empleo determinado en los mercados de trabajo, es la tecnología productiva de
las empresas la que determina el output. Es en este sentido que la actividad
económica depende de la triada –gustos, tecnología y capacidades. El dinero
es irrelevante, y ésta es la base de la dicotomía clásica.
N, w, y
Mercado de ――――――――→
Sector
Trabajo
productos
i
Mercado de ――――――――→
financiero
Gráfico 1. El Enfoque Clásico del Proceso Macroeconómico
1
Dado este nivel de output, el mercado de productos se vacía por ajustes
de los tipos de interés. Este proceso de vaciado se basa en la teoría de los
fondos prestables de los tipos de interés, que mantiene que los tipos de interés
se ajustan de forma que la demanda real de préstamos para el consumo y la
inversión iguala a la renta ahorrada. Así, el ajuste de los tipos de interés vacía
el mercado de productos, y es este ajuste de los tipos de interés el que valida
la Ley de Say1.
Finalmente, con un nivel dado de tipos de interés, el sector financiero
determina el nivel de los precios. El equilibrio del mercado financiero se
consigue a través del ajuste del nivel de los precios, que asegura que la
demanda de balances monetarios reales iguala a la oferta de balances
monetarios reales. La demanda de balances monetarios reales depende del
nivel de renta y de los tipos de interés, que ya han sido determinados en el
mercado de trabajo y de fondos prestables. El ajuste del nivel de precios
asegura unos balances monetarios reales suficientes, dado el stock de dinero
nominal existente. Esto concluye el proceso macro clásico. La característica
importante es que no existen retroacciones entre mercados, y es en este
sentido que el flujo de la causalidad es unidireccional2.
N
Y
w
i
m
P
K
AD
I
C
D
E
=
=
=
=
=
=
=
=
=
=
=
=
empleo
output
salario real
tipo de interés nominal
margen sobre costes
beneficios
stock de capital
demanda agregada
inversión
consumo
deuda de las empresas
activos (en valores) de las empresas
Cuadro 1. Definición de las variables
Dentro del proceso macroeconómico clásico, el poder y la distribución de
la renta están ausentes. Los mercados de trabajo se caracterizan por la
competencia perfecta, lo que significa que ni los trabajadores ni las empresas
tienen «poder». Económicamente, esto significa que los dos son tomadores de
precios: lo que es distinto del supuesto de la «igualdad de poder». En el
mercado de fondos prestables, que asegura el equilibrio entre la demanda y la
1
En modelos más complicados que incorporan el efecto riqueza, el valor real de la riqueza financiera
puede afectar a la asignación del mercado de productos y de los tipos de interés, lo que introduce un
circuito de retroacción entre el mercado de productos y el mercado financiero (Metzler, 1951).
2
Los nuevos modelos clásicos modernos sí permiten una cierta retroacción entre los mercados financieros
y el proceso de producción y los mercados de trabajo. Estos efectos operan a través del racionamiento del
crédito (Stiglitz y Weiss, 1981). Las imperfecciones en la información generan restricciones en la
disponibilidad del crédito a las empresas por parte de los mercados financieros, lo que restringe el
volumen de empleo y producción que las empresas pueden realizar. La característica importante de esta
retroacción es que opera desde los mercados financieros al lado de la oferta. Esto lo diferencia de la
tradición keynesiana, que enfatiza los efectos de la demanda de los mercados financieros. Ambos son
importantes.
2
oferta de productos, la distribución de la renta también está ausente. La teoría
de la renta permanente asegura que todas las familias tienen la misma
propensión marginal a consumir, independientemente de su nivel de renta. La
fungibilidad de la renta monetaria significa que la distribución de la renta entre
beneficios y salarios no tiene importancia.
¿Pueden introducirse el poder y la distribución de la renta? La respuesta
es sí. Si los trabajadores obtienen poder a través de los sindicatos, entonces
las preferencias de los sindicatos sobre los salarios y el empleo, en
combinación con las curvas de demanda de trabajo de las empresas,
determinarán el nivel de empleo y de output. A partir de aquí, el proceso
económico en el mercado de productos y el sector financiero sigue como antes.
Dada una curva de demanda de trabajo de pendiente decreciente, los
trabajadores sólo podrán conseguir mayores salarios a costa de un menor
empleo3. Así, la introducción de los sindicatos da lugar a una reducción del
output y del empleo.
Los efectos de la distribución de la renta también pueden ser
introducidos abandonando la teoría de la renta permanente. Si el gasto familiar
se rige por la teoría del consumo keynesiano tradicional, y la renta por
beneficios se concentra en las familias de rentas más altas, entonces la
propensión marginal al ahorro será mayor por parte de aquellos que reciben
beneficios que la de los que perciben salarios. Por lo tanto, la distribución de la
renta afectará al ahorro, lo que a su vez afectará a los tipos de interés en el
mercado de fondos prestables. Sin embargo, no tendrá ningún efecto sobre el
nivel de empleo. Una mayor participación de los salarios aumenta el consumo,
y esto aumenta los tipos de interés y reduce el gasto en inversión. En
consecuencia, una mejor distribución de la renta es mala para la acumulación
de capital y el crecimiento. Esta es la lógica que se esconde detrás de la teoría
del «goteo».
En resumen, la adopción del modelo macroeconómico clásico lleva a
una caracterización del proceso económico por la cual un mayor poder de los
trabajadores reduce el output y el empleo. Una mejor distribución de la renta
aumenta los tipos de interés, reduce la inversión y reduce la acumulación de
capital y el crecimiento.
El proceso Macro Neokeynesiano
El Gráfico 2 ilustra el proceso macro neokeynesiano, tal como aparece
tipificado en el modelo ISLM (Hicks, 1937). Aquí existe una interdependencia
entre el mercado de productos y el sector financiero, y juntos determinan el
nivel del output y el de los tipos de interés. Esta interdependencia se refleja en
la flecha causal más baja que va del mercado de productos al sector financiero,
y por la flecha causal más alta que va del sector financiero al mercado de
productos. El nivel de AD determina el nivel de renta, que a su vez influye
sobre la demanda de activos financieros. Esta última influye sobre los tipos de
interés, que retroaccionan e influyen sobre la AD.
3
En los modelos de negociación sindical de Nash (McDonald y Solow, 1981), el resultado salario-empleo
se basa en la curva del contrato que tiene pendiente positiva. Así, un aumento del poder sindical puede
provocar un aumento tanto de los salarios como del empleo. Sin embargo, el modelo de negociación de
Nash exige que los sindicatos controlen directamente la decisión sobre el empleo. Esto es contra-factual,
lo que convierte el modelo en problemático.
3
Una vez que el mercado de productos y el sector financiero han
determinado conjuntamente el nivel de output, la tecnología de producción de
las empresas determina el nivel del empleo y de los salarios reales (el producto
marginal del trabajo) que corresponde a este nivel de output. Por lo tanto, en el
proceso macroeconómico neokeynesiano, la dirección de causalidad es
exactamente la opuesta a la del proceso macroeconómico clásico, y va del
mercado de productos al mercado de trabajo.
i
Mercado de
trabajo
N, w
Mercado de
productos
Sector
financiero
y
Gráfico 2. El Enfoque Neokeynesiano del proceso Macroeconómico
En la construcción neokeynesiana del proceso macro, las condiciones
del mercado de productos determinan los salarios reales y el empleo. AD
determina el empleo, lo que a su vez determina los costes marginales, y los
cambios en el coste marginal se transmiten en forma de cambios en los
precios. Dados unos salarios nominales exógenos, el salario real es
determinado por el nivel de los precios, que es a su vez determinado por el
coste marginal del output. Este proceso neokeynesiano es el opuesto al
proceso clásico en el que el empleo y los salarios reales están determinados en
los mercados de trabajo independientemente de las condiciones del mercado
de productos.
Una implicación importante de la descripción neokeynesiana del proceso
macro es que las acciones de los trabajadores en los mercados de trabajo son
económicamente irrelevantes para la determinación de los salarios reales y del
empleo. Esto se debe a que la existencia del desempleo significa que los
resultados del empleo se encuentran fuera de la curva de la oferta de trabajo,
cuando es esta curva de la oferta de trabajo la que describe las acciones de los
trabajadores. En su lugar, la tecnología de producción de las empresas y las
decisiones sobre el nivel de producción son lo único que cuenta para el empleo
y los salarios reales. Las acciones y decisiones de los trabajadores, tal como
aparecen en la función de la oferta de trabajo, no tienen ninguna consecuencia.
Esto contrasta con el proceso clásico, en el que los trabajadores participan
activamente en la determinación del empleo y de los salarios reales a través de
sus decisiones sobre la oferta de trabajo. Paradójicamente, el modelo clásico
da un papel más fuerte a los trabajadores que el modelo neokeynesiano.
A pesar de que el modelo neokeynesiano es débil en lo que se refiere al
tratamiento del poder de los trabajadores, trata mucho mejor lo relacionado con
los efectos de la distribución de la renta. Estos pueden incorporarse fácilmente
al modelo neokeynesiano, vinculándolo así a la tradición kaleckiana en
macroeconomía. Si la tendencia a consumir a partir de las rentas salariales
excede a la tendencia a consumir a partir de las rentas de beneficios, un
desplazamiento de la distribución hacia las rentas salariales hará aumentar la
demanda agregada, el output, el empleo y los tipos de interés. En el modelo
4
ISLM, esto correspondería a un desplazamiento hacia la derecha de la curva
IS4.
La incorporación de los efectos en la AD de la distribución de la renta en
el modelo macro neokeynesiano plantea algunas preguntas sobre la
determinación de la distribución de la renta. El modelo neokeynesiano, igual
que hizo Keynes (1936), se basa en la teoría de la productividad marginal
perfectamente competitiva para resolver el problema de la distribución de la
renta. Los salarios reales están determinados en referencia al producto
marginal exógenamente dado de la curva de trabajo, y esto excluye las
consideraciones sociales del poder. La apertura de la distribución de la renta a
las influencias sociales exige, consecuentemente, una desviación de la teoría
del producto marginal perfectamente competitivo.
Una vía para conseguir esto es la introducción de la competencia
imperfecta en los mercados de productos y la fijación al alza de los precios
(Palley, 1991-2). Entonces, los precios se determinan de la siguiente forma:
P
=…
[1]
Dónde P = precio, m = margen sobre costes, W = salario nominal, y fN =
producto marginal del trabajo (MPL). El efecto de introducir la competencia
imperfecta es la sustitución de la curva MPL por una curva MPL ajustada con el
margen. Los aumentos del margen desplazan esta curva hacia abajo y reducen
los salarios reales para todos los niveles de empleo. Ahora las variaciones en
el margen afectan a los salarios reales, y el margen se convierte en un punto
de entrada para influir sobre la distribución de la renta. En las construcciones
neoclásicas de la competencia imperfecta, el margen viene determinado por
referencia a la elasticidad de la demanda de productos, que a su vez depende
de las preferencias de los consumidores. En la construcción keynesiana de
izquierdas del proceso macroeconómico (ver más abajo), es el resultado del
conflicto capital-trabajo.
Un segundo canal para permitir que las consideraciones sociales
influyan sobre el empleo y los salarios reales es la teoría de los salarios de
eficiencia (Palley, 1996b). En este caso, la productividad de los trabajadores
depende de su esfuerzo. Para un nivel dado de demanda agregada real, el
nivel de esfuerzo determina el nivel de empleo necesario. Las empresas tienen
así también un incentivo para pagar salarios de eficiencia con el objetivo de
conseguir una óptima cantidad de esfuerzo. Si la cantidad de esfuerzo
proporcionado depende de la valoración que el trabajador hace del salario, esto
proporciona una vía para que las consideraciones sociales influyan sobre los
salarios y el empleo, ya que estas percepciones están influidas socialmente.
4
Existen varias formas posibles de incluir el efecto de la distribución de la renta sobre la AD. La primera
es a través de las restricciones a la liquidez: si las familias asalariadas tuvieran su liquidez restringida,
éstas tendrían una tendencia marginal de consumir igual a uno, y los desplazamientos de la distribución
hacia las rentas salariales harían aumentar la demanda de consumo. La segunda es la teoría del consumo
del ciclo de la vida: si los jóvenes son asalariados y tienen una tendencia marginal a consumir mayor que
la de los mayores, entonces una mayor participación salarial también hará aumentar la manda de
consumo. La propensión aleatoria al ahorro es un tercer canal: en esta instancia, las familias pueden
ahorrar todas las rentas de beneficios y de intereses, y consumir sólo a partir de las rentas salariales. La
suspensión de la súper-racionalidad de las familias es un cuarto canal: en este caso, las familias pueden no
reducir el ahorro personal para compensar el ahorro realizado por los fondos de pensiones a su favor a
través de dividendos retenidos y de intereses abonados al fondo de pensiones.
5
Un tercer canal por el que las influencias sociales pueden afectar a la
distribución de la renta es endogeneizando la tecnología. Este canal ha sido
destacado por Bowles y Gintis (1990) en su paradigma del «intercambio
controvertido», y por David Gordon en su libro Fat and Mean (1996). Las
empresas eligen la tecnología con el objetivo de maximizar los beneficios. Esto
tiene dos consecuencias importantes. En primer lugar, existe un conflicto
potencial entre la eficiencia productiva (definida como el mayor output por una
cantidad dada de input) y la distribución de la renta. Esto es debido a que las
empresas pueden escoger tecnologías productivamente ineficientes que
reduzcan el tamaño del pastel, si estas tecnologías hacen aumentar la
dimensión absoluta de la porción de la tarta que va a los beneficios. En
segundo lugar, la asignación del control respecto a la elección de la tecnología
ahora sí tiene consecuencias sobre la distribución de la renta, y como el control
está socialmente determinado, esto significa que, una vez más, las influencias
sociales sí tienen importancia.
Finalmente, vale la pena destacar que la construcción neokeynesiana
del proceso macro es incompatible con el modelo neoclásico tradicional de los
sindicatos. Según el modelo sindical neoclásico, los sindicatos maximizan una
función objetiva estrictamente cóncava definida a partir del empleo y de los
salarios reales, y eligen un único nivel óptimo de empleo. Esta construcción
encaja con el proceso macro clásico, en el que el mercado de trabajo
determina el empleo, los salarios reales y el nivel de output. Sin embargo, es
inconsistente con el proceso macro neokeynesiano, en el que el output y el
empleo están determinados en el mercado de productos por las fuerzas de la
demanda agregada. Los sindicatos no tienen ningún control directo sobre el
nivel de la demanda agregada, y, según la teoría keynesiana, por tanto no
pueden determinar el nivel de empleo.
Esta observación destaca la necesidad de una nueva teoría keynesiana
de los sindicatos. La incorporación de los sindicatos en el proceso macro
neokeynesiano exige el abandono del supuesto de que éstos pueden
determinar directamente el nivel de empleo. En cambio, los sindicatos pueden
determinar una curva real de salario-empleo (p.ej., una curva salarial como la
estimada empíricamente por Blanchflower y Oswald, 1990, 1994) que
reemplaza la curva del producto marginal del trabajo. Esta curva salarial
serviría como curva de la demanda de trabajo subrogada, y el lugar en el que la
economía fija esta curva de demanda subrogada depende del estado de la
demanda agregada. Así, la determinación específica de esta curva salarial
permitiría que algunas consideraciones sobre el poder del mercado de trabajo
entraran en el modelo neokeynesiano5.
El proceso Marxista Clásico
El Gráfico 3 proporciona una representación «esquemática» del proceso
marxista clásico. Los resultados del mercado de trabajo, que incluyen la tasa
salarial, el nivel de intensidad laboral y el tamaño del ejército de reserva,
determinan la tasa de beneficios. Estos resultados del mercado de trabajo
dependen de condiciones estructurales que incluyen la conciencia política de la
clase trabajadora y la naturaleza de la tecnología. La tasa de beneficio
5
Ver Palley, 1998.
6
determina entonces el gasto en inversión y la tasa de acumulación de capital.
La tasa de beneficio también determina el tipo de interés. El nivel de gasto en
inversión retroacciona y afecta a la tasa de beneficio a través de su impacto en
el nivel de stock de capital. Este es el círculo en que se basan las teorías
marxistas de las crisis fundamentadas en la caída de la tasa de beneficios
como consecuencia del aumento de la intensidad de capital en la producción.
Finalmente, el gasto en inversión y la acumulación de capital pueden también
afectar a la naturaleza de la tecnología, influyendo así sobre los resultados del
mercado de trabajo.
Tecnología
Stock de capital
Mercado
De trabajo
Tasa de beneficio
Inversión
Tipo de interés
Gráfico 3. El proceso Macroeconómico Marxista Clásico
El proceso macro marxista clásico inspiró gran parte de la obra de David
Gordon en lo años 70, y también inspiró su concepto de la estructura social de
acumulación, ESA (Gordon, 1978). El enfoque ESA pretende situar histórica y
sociológicamente los arreglos institucionales que rigen los pormenores de los
mercados de producción y de trabajo, y su efecto sobre las tasas de beneficio.
El paradigma del intercambio controvertido de Bowles y Gintis (1990) fue
también desarrollado en un principio vinculado a la perspectiva marxista
clásica. A pesar de utilizar métodos microeconómicos neoclásicos, proporciona
una explicación económica del papel de la propiedad y del control sobre la
selección de tecnología en la determinación de la distribución de la renta y la
rentabilidad.
Hay varias características destacables en la presentación que acabamos
de hacer del proceso marxista clásico. En primer lugar, el proceso marxista
clásico comprende un horizonte temporal más largo dado que su centro de
atención es la acumulación de capital. Esto contrasta con los enfoques nuevo
clásico y neokeynesiano, que son estrictamente a corto plazo en su centro de
atención y toman el stock de capital como algo dado.
En segundo lugar, el proceso marxista clásico tiene algunas similitudes
con el proceso nuevo clásico en el sentido de que en cualquier momento del
tiempo, con una tecnología dada, los resultados en el mercado de trabajo son
primitivos. Es decir, la causación fluye desde el mercado de trabajo y el lado de
la oferta en la economía hacia el resto de la economía. Esto contrasta con el
proceso neokeynesiano, en el que la demanda agregada determina la actividad
económica y los resultados en el mercado de trabajo son residuales.
Una tercera característica del proceso marxista clásico es que las tasas
de beneficio, que se determinan en la economía real, determinan el tipo de
interés. Así, las finanzas son en gran parte súperestructurales, lo que puede
explicar porqué los defensores de la ESA han prestado tan poca atención a los
temas financieros.
7
Finalmente, las consideraciones sobre la demanda agregada están
ausentes en el proceso marxista clásico. Esta es una afirmación discutible, ya
que las teorías del subconsumo forman también parte de la economía
heterodoxa. Sin embargo, estas teorías incorporan una fuerte dimensión
keynesiana. La idea marxista de la sobreacumulación no es un fenómeno de
demanda agregada, sino un fenómeno del lado de la oferta que se basa en una
excesiva profundización de capital6.
La evolución de la tasa de beneficios es un tema central en las
explicaciones marxistas clásicas de la economía. La tasa de beneficios es la
proporción entre el nivel de los beneficios y el stock de capital, P/K. los
marxistas clásicos tienden a centrarse en el denominador, K. Un enfoque
alternativo es fijarse en el numerador, P. Este es el espíritu del enfoque
kaleckiano, en el que el gasto en inversión de los capitalistas determina el nivel
de beneficios. La identificación de una relación entre el gasto en inversión y los
beneficios vuelve a introducir la demanda agregada en el modelo, abriendo así
la posibilidad de establecer un vínculo entre la economía de Keynes y las
dinámicas de acumulación marxistas. Este vínculo es el que exploraremos en
la próxima sección.
El proceso Kaleckiano
El Gráfico 4 muestra la construcción kaleckiana del proceso macro. Esta
descripción del proceso económico fue desarrollada en gran parte por la
escuela postkeynesiana de Cambridge de pensamiento económico, asociada a
Robinson, Kaldor, Kalecki y Goodwin. En sus primeros trabajos sobre
macroeconomía, David Gordon (1978) se centró más en cuestiones planteadas
por el enfoque marxista clásico descrito anteriormente. Sin embargo, su obra
posterior se concentró en temas más a corto plazo (Gordon, 1995a, 1995b) y
adoptó efectivamente un proceso kaleckiano.
W
Mercado de
trabajo
Mercado de
productos
i
Sector
financiero
N, y
Gráfico 4. El enfoque Kaleckiano del proceso Macroeconómico
La característica principal del marco kaleckiano es el proceso circular
que vincula los mercados de productos con los mercados del trabajo. Los
mercados de productos son keynesianos en su construcción, ya que el nivel de
output depende del nivel de AD. Sin embargo, el nivel de AD depende de la
distribución funcional de la renta debida a las distintas propensiones a consumir
de las rentas salariales y de los beneficios. Ésta es la contribución kaleckiana al
6
La obra de Anwar Shaikh (1989, 1992) incluye dimensiones significativas de la demanda, y trata los
aspectos del proceso económico tanto a corto como a largo plazo. La obra de Shaikh ilustra las
contradicciones del esquema de clasificación actual. Se sitúa dentro de la síntesis Marx-Keynes-Kalecki
que describiremos más adelante,
8
modelo keynesiano a corto plazo, y sirve para integrar la distribución de la renta
en el modelo.
El nivel de output, en conjunción con la tecnología productiva, afecta al
nivel de empleo en los mercados de trabajo. El nivel de empleo afecta entonces
positivamente al nivel de salarios, que a su vez afectan a la AD y los mercados
de productos. Un mecanismo teórico para esta vía del mercado de trabajo es la
curva Phillips de los salarios reales, que se remonta al clásico estudio de
Goodwin (1967) del proceso cíclico de acumulación. Otro mecanismo
alternativo incorpora la negociación en el mercado de trabajo, y ha sido
explorado en un modelo macro a corto plazo por Palley (1998).
El mecanismo kaleckiano destaca el efecto de los mercados de trabajo
sobre los salarios reales y las demandas de consumo. Sin embargo, el nivel de
los salarios reales afecta también a la rentabilidad, ya que existe un
isomorfismo entre los cambios en los salarios reales y los cambios en la tasa
de beneficios si se mantienen constantes el stock de capital y el nivel de
empleo. Este isomorfismo abre un segundo canal por el cual los resultados del
mercado de trabajo afectan a la rentabilidad, afectando por tanto al gasto en
inversión, a la demanda agregada y a los mercados de productos. Este canal
ha sido explorado por Bhaduri y Marglin (1990), y enlaza con el
postkeynesianismo de Cambridge, que durante mucho tiempo ha señalado que
las tasas de beneficios afectan al gasto en inversión. De esta forma, podemos
definir una variable que es la relación entre la tasa de beneficios y el tipo de
interés dado por
q=…
[2]
La inversión tiene una relación positiva con q7. En consecuencia, los cambios
en la negociación salarial que hagan subir los salarios reales tenderán a reducir
P y q, provocando un menor gasto en inversión. La expansión del output
depende de si el efecto salario-consumo domina al efecto beneficio-inversión.
El vínculo entre salarios y tasas de beneficios también vuelve a
remitirnos a la cuestión de los márgenes y de la competencia imperfecta en
macroeconomía. Los tratamientos neoclásicos de la competencia imperfecta
tratan los márgenes en términos de la elasticidad de la demanda de productos
y el grado de poder monopolístico. Este es un tema del que se hace eco la
tradición kaleckiana, pero el margen kaleckiano también puede entenderse
como siendo determinado por los resultados del mercado de trabajo, que
determinan las participaciones de salarios y de beneficios. Suponiendo una
productividad marginal del trabajo constante, y utilizando la ecuación [1],
llegamos a expresiones para el beneficio, la participación y el margen dados
por
sP = …
sW = …
m=…
[3a]
[3b]
[3c]
7
Esta presentación de q difiere de la teoría neoclásica de q (Yací, 1982), en que la tasa de beneficios se
identifica con el producto marginal del capital. También difiere de la q de Brainard y Tobin (1968, 1977),
en la que la tasa de beneficios se identifica con el coste del capital social (por acciones), que a su vez
depende de los precios de los valores.
9
Por lo tanto, el margen es igual a la relación de las participaciones de los
beneficios y de los salarios, cuando estas participaciones están influidas por
condiciones de poder del mercado de trabajo.
Los canales (gasto en consumo e inversión) por lo cuales los salarios
reales y los beneficios afectan a la AD están claros. Menos clara es la lógica
microeconómica por la cual la actividad del mercado de productos afecta a los
resultados del mercado de trabajo. El paradigma del «intercambio
controvertido», que David Gordon adoptó y que es la base de gran parte de Fat
and Mean (1996), se centra en el problema de la extracción de esfuerzo de los
trabajadores. En los estudios macroeconómicos formales de Gordon (1995a,
1995b), este problema de la extracción de esfuerzo genera la relación entre la
tasa de beneficios y el nivel de empleo. A medida que los mercados de trabajo
se estrechan, la extracción del esfuerzo se hace más difícil, induciendo así a
las empresas a pagar mayores salarios de eficiencia, lo que limita la expansión
económica. Gordon intentó identificar políticas económicas que pudieran relajar
este límite. Reconoció que el problema de extracción de esfuerzo dependía de
la naturaleza de la organización de las empresas, y argumentaba que el hacer
más democráticas a las empresas podría generar una respuesta cooperativa
por parte de los trabajadores que facilitara el problema de la extracción8.
Una construcción alternativa del nexo entre el mercado de trabajo y el
salario real se expresa en términos de la teoría no-cooperativa de la
negociación. Las condiciones del mercado de trabajo influyen sobre el relativo
poder de negociación de los trabajadores y de las empresas, ya que un menor
desempleo aumenta el poder de negociación de los trabajadores,
permitiéndoles así conseguir salarios reales más altos. De la misma forma que
la selección de la tecnología productiva es importante para el tema de la
extracción del esfuerzo, también lo es para el tema del poder de negociación.
En el marco de la negociación (Skillman, 1988, 1991; Skillman y Ryder, 1993),
las empresas eligen tecnologías que aumentan su poder de negociación en
relación al de los trabajadores, a través de medidas como facilitar el reemplazo
de trabajadores «de dentro» por trabajadores «de fuera»9.
El esfuerzo de extracción y los mecanismos de negociación no son
mutuamente excluyentes, pero son diferentes. David Gordon (1994b, 1996)
tendió a centrarse en la problemática de la organización empresarial y de
extracción de esfuerzo. Los postkeynesianos de Cambridge han tendido a
destacar las consideraciones sobre la fuerza negociadora.
Una síntesis Marxista-Kaleckiana
Anteriormente me referí a la posibilidad de realizar una síntesis de los enfoques
marxista clásico y kaleckiano. Esta síntesis se describe en el Gráfico 5. La
mitad superior del gráfico se identifica con el proceso marxista mostrado en el
8
Además, podría llevar también a una mayor productividad ya que las empresas se liberarían de la
preocupación de tener que escoger tecnologías «eficientes en la extracción». En su lugar, podrían elegir
aquellas tecnologías que fueran más «eficientes en la producción».
9
Esto es sutilmente diferente a la historia del intercambio controvertido. En ésta, la empresas eligen la
tecnología productiva comparando la «eficiencia en la extracción» con la «eficiencia en la producción».
En la negociación, la tecnología es elegida comparando la «eficiencia en la producción» con la «fuerza
negociadora».
10
Gráfico 3, mientras que la mitad inferior del cuadro se identifica con el proceso
kaleckiano mostrado en el Gráfico 4. Por lo tanto, este gráfico incluye las
preocupaciones tanto a medio como a largo plazo, y tiene fuertes afinidades
con el trabajo de Anwar Shaikh (1989, 1992).
Tecnología
m
Poder
de negociación
w
N
Relación
Capital/Producto
Tasa de beneficios P/K
Inversión
I
Consumo
Demanda
Agregada
AD
Mercado
de trabajo
y
Mercado
de productos
Cuadro 5. Una Síntesis de los modelos Kaleckiano y Marxista Clásico
Empezando con la mitad inferior, la demanda agregada (AD) determina
el nivel del output (y) en los mercados de productos, lo que a su vez determina
el nivel de empleo (N) en los mercados de trabajo. Esta parte es keynesiana.
Los resultados del mercado de trabajo determinan entonces la relativa fuerza
negociadora de los trabajadores y las empresas, que determina los salarios
reales (w) y el margen (m)10. Los salarios y el empleo determinan entonces el
gasto en consumo que alimenta a la demanda agregada. El margen determina
la tasa de beneficios, que determina el gasto en inversión, que a su vez
alimenta la demanda agregada.
Esta construcción kaleckiana a corto plazo está relacionada con el
proceso marxista de largo plazo a través del gasto en inversión y de su efecto
sobre el stock de capital y la tecnología. La expresión formal de la tasa de
beneficios es
P/K=…
[3]
Donde P = nivel de beneficios, K = stock de capital, y = nivel de output, k =
relación capital /producto. La adición de una flecha superior desde la inversión
hasta la relación capital /producto y a la tasa de beneficios permite que la
dinámica del stock de capital encaje. La profundización del capital puede
entonces llevar a una tasa de beneficios decreciente y a una crisis de
acumulación marxista. Adicionalmente, la inversión puede afectar a la
tecnología, afectando así al poder de negociación, los salarios reales y la
rentabilidad.
10
Palley (1998) detalla este proceso.
11
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