INTRODUCCIÓN GENERAL: TIEMPO Y VIDA DE VIRGILIO

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INTRODUCCIÓN GENERAL: TIEMPO Y VIDA DE VIRGILIO
Al estudiar la obra de un autor es costumbre empezar explicando las fuentes de la obra. Entre esas fuentes, las
más evidentes son la época en que el autor vive, la propia vida del autor y la obra.
la obra de arte es un mundo con sus propias leyes, que hay que investigar en el seno de la obra misma.
Por tanto, la obra de Virgilio no se identifica ni se explica como fruto de las circunstancias políticas,
económicas, sociales, espirituales o religiosas entre las que emergió. Tampoco como producto de la obra y
psicología de su autor. Y es que la verdadera definición de una obra de arte, en este caso la Eneida, reside en
sus elementos intrínsecos; porque una obra de arte no es sino una estructura lingüística singular que actualiza
con un fin estético una entre las ilimitadas posibilidades de sistema lingüístico.
El tiempo de Virgilio
Virgilio vivió en una época de guerras, armas brutalidad y opresión. En estos momentos se estaba cerrando la
primera parte de la Historia grecorromana, de la Historia de Occidente. Grecia había transmitido su sabiduría
y el testimonio de su fe en la razón y en la libertad humana, pero el mundo antiguo no había logrado una
organización de la vida a la medida de las conquistas del pensamiento filosófico y de la realidad
político−militar. Todos sabían que estaba muriendo un mundo viejo y presentían la llegada de uno nuevo,
pero el proceso se desarrolla en medio de una espantosa y larguísima agonía.
Esquema generacional en que se desarrolla la vida y obra de Virgilio:
90 a.C. La guerra social
88−82 a.C. El régimen de Mario
82−78 a.C. La dictadura de Sila
70 a.C. Consulado de Pompeyo y Craso. Nacimiento de Virgilio
63 a.C. Consulado de Cicerón y conspiración Catilina.
53 a.C. Batalla de Carras. Los Partos se apoderan de las enseñas romanas
48 a.C. Batalla de Farsalia
48−44 a.C. Dictadura y asesinato de César
42 a.C. Batalla de Philippos
38 a.C. Aparición de las Eglogas
31 a.C. Batalla de Actium
29 a.C. Aparición de las Geórgicas
27 a.C. Octavio toma el título de Augusto
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25 a.C. Propercio publica su colección lírica Cynthia
23 a.C. Aparición de los tres primeros libros de Odas de Horacio
20 a.C. Los partos devuelven los estándares de la batalla de Carras
19 a.C. Muerte de Virgilio. Horacio publica su primer libro de Epístolas
8 a.C. Muerte de Horacio
14 d.C. Muerte de Augusto
... en este año 30 a.C. el mundo respiraba después de un largo período de angustia. Toda la juventud de
Virgilio se había pasado en medio de guerras civiles y el estruendo de las armas. Hacía ocho años que Catilina
se había hecho matar heroicamente en Pistoia a la cabeza de los campesinos de Etruria, que había puesto en
pie contra Roma. A los veintiún años, Virgilio había visto a César cruzar el Rubicón y desencadenarse en
guerra feroz: guerra de la que el Estado Romano, la sociedad romana, el mundo sometido a Roma salieron al
cabo de cinco años, profundamente transformados. Pero esto no era aún el fin de la gestación dolorosa de la
que debía salir un orden nuevo: después del asesinato de César, las guerras civiles volvieron a empezar y todo
volvió a caer en el caos. Por un instante, durante el otoño del año 40, a la hora de la paz de Brindis, se había
creído que las guerras civiles estaban terminadas, que una era de paz y de prosperidad se iba a abrir; y Virgilio
había hecho una convocatoria a las esperanzas de los hombres al escribir la égloga IV. Pero la calma duró
poco. Sexto Pompeyo era el dueño del mar y amenazaba con doblegar por hambre a Italia. Virgilio, mientras
se preparaba para escribir las Geórgicas, podía seguir, desde lo alto de las rocas de Cumas la batalla que
Octavio libraba contra la flota de Sexto Pompeyo; o podía ver, en la misma bahía de Nápoles, entrenarse a los
marinos de Agripa. (L.A. Constans: La Eneida de Virgilio).
Al acercarse a Virgilio, tenemos que percatarnos no sólo de que era un soberano artista, sino de que él se
presenta en una muy especial relación con el significado total de una época que fue uno de los ejes
fundamentales de la historia. Fue entonces cuando se creó la organización política y civil bajo la cual el
mundo europeo vivió durante más de un millar de años y sobre cuyos subsiguientes desarrollos
principalmente se han establecido sus cimientos (J. W. Mackail, The Aeneid).
La vida de Virgilio
La causa más inmediata de una obra de arte es su autor; por tanto, parece a primera vista que, si conocemos
bien la biografía, tendremos mucho andado en el conocimiento de la obra.
La biografía de Virgilio está en una situación privilegiada en comparación con la de la mayoría de los
escritores antiguos. Virgilio fue uno de esos pocos artistas que gozaron en vida de la admiración de sus
contemporáneos; más aún, todo el mundo vio en él al genio de la poesía, al elegido de las Musas, al Homero
romano.
La primera edición de la Eneida, que fue póstuma, llevada a cabo por sus amigos Vario y Tucca siguiendo
órdenes de Augusto, tenía al frente la biografía del poeta, redactada por Vario. Es seguro que numerosas
biografías, leyendas y anécdotas reales, como para ser conocidas por los que le conocieron, recorrieron toda
Italia y entraron en las escuelas de Retórica junto a sus obras. Pero casi nada nos queda de todos esos
testimonios contemporáneos. Las vidas de Virgilio que poseemos datan del siglo IV, tiempo ya más que
suficiente para que la leyenda operase sobre este poeta legendario en vida, pero insuficiente para que su
verdadera biografía quedase sumida en el olvido o eclipsada tras la leyenda.
Nació en una aldea cercana a Padua en el año 70 a. de J.C. y perteneció a una familia de clase media. Virgilio
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no era romano sino italiano, de la ribera del Po, y que, por elección propia pasó gran parte de su vida en la
ribera del golfo de Nápoles; por este motivo algunos estudiosos del poeta señalan que en su persona, como en
su obra, se realiza la unidad de Italia. Fue educado en Cremona y Mediolanum (Milán), estudiando con
posterioridad filosofía y retórica en Roma. Murió en Brindis, el 19 a. de J.C., al regreso de un viaje a Grecia
que había realizado para conocer "in situ" los lugares en los que se desarrollaba la Eneida. Fue llevado a
Nápoles y enterrado en las afueras de esta ciudad.
Vivió una época de profunda crisis en el mundo romano y asistió a los cambios que supuso el gobierno de
Augusto, colaborando activamente y de buen grado en ellos. Aunque era persona de carácter tímido y poco
comunicativo, sin embargo estaba muy relacionado con los grupos cercanos a Augusto y con el propio
emperador; se sabe que, habiéndose visto afectadas sus tierras familiares por las expropiaciones llevadas a
cabo por Augusto para asentar a los veteranos de las guerras contra los asesinos de césar, les fueron devueltas
o cambiadas por otras gracias a la intervención de Galo y Asinio Polión. Perteneció en un primer momento al
circulo de Polión, trasladándose después al de Mecenas, el gran amigo de Augusto y protector de artistas que
colaboró con él en el intento de renovación de las costumbres y tradiciones romanas antiguas. Virgilio,
profundamente identificado con los proyectos de Augusto, es el máximo representante de una poesía al
servicio de los valores tradicionales de patriotismo y religiosidad que propugnaba el emperador. Aunque
Virgilio es conocido gracias a la Eneida, ésta es su última obra. En su juventud estuvo relacionado con el
grupo de poetas conocidos como neotéricos y publicó una serie de poemas de gusto alejandrino recogidos en
una libro titulado Appendix Vergiliana. Entre los años 42 y el 39 a. de C. escribe la Bucólicas, que son la
primera manifestación de la poesía augústea. Son diez composiciones de tema pastoril. Desde le 36 al 29 a. de
C. trabajó Virgilio en las Geórgicas. Con este poema pretende apoyar la política de Augusto tendente a
restablecer, una vez acabadas las guerras civiles, los modos de vida vinculados a la labor agrícola y a la vida
campesina; su intención es proponer como ideal la vida en armonía con la naturaleza, que proporciona paz y
contento, aunque no esté exenta de dureza y contratiempos.
Virgilio fue un poeta admirado y reconocido ya en vida; son muchas las anécdotas sobre las manifestaciones
espontáneas de cariño y reconocimiento que provocaba su presencia en lugares públicos; gozó de un
reconocimiento importante en todas las épocas, y es uno de los autores más influyentes en todos los
momentos de la civilización occidental. Su fama se basó en un primer momento en su carácter de poeta épico
que había puesto de manifiesto la grandeza de Roma, pero su enorme importancia y su influencia posterior se
debe a la perfección técnica de sus versos así como a su profunda humanidad y amor a la naturaleza.
Lengua y estilo de la Eneida.
Desde el punto de vista de la evolución del género épico, la Eneida se distancia de todos los poemas
anteriores: por primera vez en un poema épico se insertan en la narración recursos y tonos literarios
dramáticos y líricos. El estilo de la Eneida es nuevo; Virgilio varia el tono del poema según los momentos y
alterna con gran naturalidad la solemnidad épica con el lirismo más puro y con momentos de fuerte
dramatismo. Probablemente no alcanza la grandeza de Homero, pero construye una obra de gran humanidad;
este es el rasgo más característico de Virgilio: el poeta canta al hombre que sufre para obedecer su destino y
no al guerrero que combate. En este carácter lírico de la Eneida, que tan bien se adecua al propio carácter del
poeta, se observa la influencia del epilio alejandrino. Aunque Virgilio imita a Homero y se inspira en él, su
concepción de la poesía es ya muy distinta. Homero es el representante paradigmático de una épica primitiva,
pensada para ser recitada generalmente con acompañamiento musical; su intención era exclusivamente
cautivar y entretener. Virgilio, por su parte, es un poeta erudito: su obra es producto de un intenso estudio de
la fuentes y de los modelos tanto griegos como latinos.
Uno de los aspectos más criticados del poema virgiliano es el tratamiento de los personajes, en concreto el de
Eneas. Se acusa a Virgilio de crear un personaje excesivamente frío, atento solamente a la voluntad de los
dioses y con poca vida. El rasgo más característico de Eneas es la "pietas" y es más un héroe humano que un
héroe guerrero como los homéricos. El segundo personaje en importancia es Dido, cuyos amores con Eneas
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son el centro del libro IV; este personaje está tomado de la tradición épica latina: Nevio ya la había
introducido en su poema. Virgilio nos la presenta como una víctima de los dioses. La figura de Dido
desmiente a quienes consideran que Virgilio era demasiado blando como para crear caracteres fuertes; es
Dido, quizá la figura más lograda de la Eneida y está llena de fuerza y pasión humana.
La Eneida es una obra de extraordinaria perfección estilística y métrica, aunque su autor pidió en su
testamento que se destruyera por considerarla inacabada. A pesar de los deseos del poeta, Augusto dio orden
de que se publicara sin añadir nada, por ese motivo encontramos versos incompletos. Virgilio es el creador de
un lenguaje poético clásico de extraordinaria perfección formal. Su estilo se caracteriza por la ya comentada
variedad de tonos y por la cuidada selección de términos: alterna la utilización de neologismos (términos
nuevos) y de arcaísmos que dan solemnidad al texto. Logró además una perfecta adaptación del hexámetro a
la lengua latina.
Contenido
E1 poema se desarrolla desde la caída de Troya hasta la ocupación y pacificación de Italia. La primera parte
de la acción del poe-ma es presentada en forma retrospectiva, bajo la forma de narración hecha por Eneas ante
Dido. El procedimiento, que está adoptado de la Odisea, le permite a Virgilio comenzar la acción con el
episodio emocionante de la tormenta que arroja a los troyanos desde Sicilia a las costas de Cartago, adonde
llegan cuando se está fundando la nueva ciudad. Es de un gran simbolismo, sin duda intencionado, este
encuentro de los destinos de Roma y Cartago, con un desenlace trágico en el suicidio de Dido, en el momento
mismo en que la historia de ambos Estados se inicia. El episodio de la tormenta ocupa el libro I, que termina
con el banquete que la reina ofrece a Eneas y a los suyos y los comienzos de la pasión de Dido.
El libro II está ocupado con la historia del último día y noche de Troya; pero está narrado en primera persona
por un testigo y actor prin-cipal del desastre, el propio Eneas, lo que confiere a la narración una tensión
dramática intensísima.
El libro III se ocupa de las aventuras que los troyanos padecen en bus-ca de su nueva patria desde que escapan
de Troya hasta su llegada a Cartago. Es Eneas mismo el que sigue contando las peripecias, como Uli-ses en la
Odisea (IX−XII). El libro es por su estructura endeble y no es du-doso que Virgilio lo tenía destinado a una
seria revisión. Sin embargo, tie-ne un alto valor simbólico, las peri-pecias de Eneas en busca de su destino por
voluntad de los dioses son las etapas de una progresiva revelación de ese destino en las que el héroe se
madura. De todas formas el libro III, situado entre el segundo, de una in-tensidad dramática poderosa, y el
cuarto, de una intensidad emocional nunca superada ni en la poesía antigua ni en la moderna, necesariamente
tenía que representar un momento de distensión psíquica en el que la sol-tura narrativa campeara como alivio
para el espíritu.
El libro IV, en el que se narra la historia de la pasión de Dido y su trágico desenlace, ha sido considerado
siempre como la pieza maestra de la Eneida con toda justicia: en él se funden la simpatía humana, la pasión
abrasadora y el más trascendente simbolismo; sin embargo, esta perfec-ción del libro lo es considerando
solamente los aspectos humanos antes dichos, pero no el conjunto del poema, del que es tan sólo un episodio,
pues la Eneida converge unitaria hacia la segunda parte, desde el li-bro VII; la grandeza épica de la obra está
desplazada, como es natural, hacia su segunda parte, y el libro IV no tiene majestad épica, aunque la tenga
trágica.
El libro V nos vuelve a situar en Sicilia, después de la segunda huida de Eneas y los suyos de Cartago: es
huida, en tanto en cuanto el destino de Troya corrió el riesgo de quebrarse en los brazos de Dido. Gran parte
del libro lo ocupan los funerales en el aniversario de la muerte de Anchises, el padre de Eneas. El proceso de
maduración de Eneas, que es ya el héroe nuevo con todo su sentido de la responsabilidad, se consuma
humanamente.
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En el libro VI Eneas, humanamente maduro, va a recibir la visión di-recta de su destino: el pasado y el futuro
van a entregársele en el mundo de las almas. Eneas, guiado por la Sibila y con el pasaporte de la rama de oro,
desciende por la gruta del Averno a la región de los muertos. Cruza el Río del Olvido, luego los Campos del
Llanto, en donde están aquellos que no colmaron su destino en la vida, entre ellos Dido, que responde a Eneas
con un abrumador silencio; luego llegan al Tártaro, donde Eneas no entra pero conoce por la Sibila los
castigos a los malvados; por último, la ter-cera región, la de los bienaventurados, los Campos Elíseos, donde
el espí-ritu de su padre lo recibe, le explica el ciclo del destino y la doctrina de la inmortalidad y le presenta
las almas da los que van a ir a la vida terrena, desarrollando ante sus ojos toda la Historia de Roma con sus
figuras he-roicas y culminantes y, como epílogo, la visión del imperio universal. A partir de aquí comienza el
tema fundamental de la Eneida: la conquista, pacificación y establecimiento en Italia. Todo lo anterior es
preparación: Eneas y los suyos han encontrado firmemente su destino y, sobre todo, a través de las anteriores
peripecias, se han hecho dignos de él y capaces de realizarlo; su destino no les ha venido de fuera, sino que se
identifica con un proceso interior y libre.
El libro VII comienza la segunda parte de la Eneida, que Virgilio abre con toda solemnidad con una
invocación a la Musa y con una afirmación rotunda de que es ahora cuando para él empieza una serie de
aconteci-mientos más grandiosos, una obra de más envergadura. Nos describe la desembocadura del Tiber, las
negociaciones con el rey Latino, la interferen-cia de Juno, y la guerra. Y termina con el pintoresco y grandioso
desfile de los ejércitos de los diversos pueblos itálicos.
El libro VIII lo ocupa la embajada a Evandro en el pequeño territorio donde se asentará la futura Roma, la
alianza establecida con él y la preparación para la guerra que va a ser inevitable. Venus solicita la ayuda de
Vulcano, quien prepara armas para Eneas, y posteriormente se presenta ante él para entregárselas. En este
capítulo es importante la descripción del escudo de Eneas.
El libro IX describe el ataque de los itálicos, capitaneados por Turno, contra el campamento troyano
establecido en Ostia, y el episodio de Niso y Eurialo, que resultan muertos al tratar de romper el cerco para
avisar a su rey de lo mal que se encuentra el campo troyano con la correspondiente caída en la moral de los
troyanos que aprovecha Turno en su ataque.
En el libro X Eneas llega, aliado a los etruscos, bor-deando la costa, en ayuda de los suyos, resolviéndose la
batalla en una gran victoria para los troyanos. Muero Palante a manos de Turno y Eneas venga su muerte
dando fin a Lauso (hijo de Mecencio) y posteriormente al propio Mecencio en un duelo.
El libro XI se desarrolla entre rápidos y variados incidentes, destacándose por su belleza el episodio de la
virgen guerrera Camila, que muere en el combate contra Arrunte. El ejército latino se dispersa y tiene que ir
Turno para solucionarlo. Su llegada al campo de batalla es junto con la de Eneas y ambos esperan a la mañana
siguiente.
El libro XII es el cierre per-fecto de la Eneida. Se concierta una paz y un combate individual entre Eneas y
Turno. Pero la paz se rompe ya que la hermana de Turno hace que Tolumnio dispare sus dardos contra los
troyanos. La obra termina con el combate de Eneas (herido y curado milagrosamente con unas hierbas) y
Turno. Muere éste a manos de Eneas. El destino se ha consumado.
Estructura
La Eneida presenta un plan bipartito formal e intencional-mente. Formalmente, porque el poema, que, como
toda obra de arte, es el último de una serie, tiene como fondo la Odisea y la Ilíada de Homero: la primera
parte del poema, libros I−VI, hacen eco formal a la Odisea, y la segunda parte, libros VII−XII, se lo hacen a la
Ilíada. Se trata de una pauta formal, no de un guión: Virgilio luego crea sobre esa base tradicional libremente
e imita pasajes y expresiones sin sujeción a nin-gún esquema servil. Sólo en este sentido y con esta reserva
fundamental se puede aceptar esta deficiente y muy tradicional apreciación estruc-tural de una obra tan
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compleja como la Eneida.
A su vez, la primera mitad del poema se desarrolla fuera de Italia y son sus motivos las leyendas extraitálicas
de los orígenes troyanos de Roma; la segunda mitad se desarrolla en el suelo de Italia y no es dudosa la
idea-lización del presente de Roma mediante su proyección sobre un remoto pasado en el umbral de la historia
romana.
En otro orden de cosas este plan aparece sutilmente como una inten-ción de una parte está Roma, como
realidad histórica, como presente de Virgilio; de otra, la leyenda protohistórica: exaltar ese presente por su
inserción en un pasado glorioso es, sin duda, el problema que Virgilio se propuso resolver. Unir un episodio
contemporáneo con un fragmento de leyenda era un procedimiento épico de larga tradición. Pero la dificultad
consistía en la reducción a unidad de las dos piezas, y en esa di-ficultad naufragaron todos los intentos
romanos anteriores y posteriores a Virgilio. El milagro de la Eneida es que aporta una solución a este
pro-blema insoluble y sin desdeñar los datos: exaltación de la obra de Augus-to, narración legendaria,
evocación de los caracteres más sobresalientes de la historia romana; pero en lugar de tratar estos motivos
yuxtapuestos, Virgilio a lo largo de su poema los ha tratado simultáneamente. ¿Cómo la historia pasada y
presente de Roma pueden ser evocadas a tra-vés de una acción legendaria?. Gracias al poder sugestivo de un
sutil sim-bolismo. Pero si la Eneida puede ser aceptada en conjunto como un tra-sunto simbólico de la imagen
virgiliana de Roma, la interpretación simbó-lica concreta de cada pasaje no puede ser aceptada si no es con
grandes reservas y precauciones.
Pero es en cuanto creación literaria, en cuanto mundo de arte organi-zado lingüísticamente con leyes propias,
como el plan bipartito de la Eneida se hace manifiesto. Y es bajo este aspecto como hay que entender la
ex-plícita declaración de Virgilio, que ha proporcionado no pocos dolores de cabeza a la crítica en todos los
sentidos.
La Eneida consta de 9.896 versos. Pero la primera parte es sensible-mente igual a la segunda (unos
cuatrocientos menos).
A la luz de las Caracterizaciones estilísticas este problema adquiere nueva perspectiva: la primera parte de la
Eneida está dedicada a la emergencia de la nueva personalidad de Eneas desde el mo-mento mismo de sus
génesis en el libro II a lo largo de su proceso de ma-duración. En esa primera parte el libro II es el capital en
el sentido gené-tico: en él nace Eneas, consumándose el despegue de su pasado his-tórico. El libro IV es el de
la gran prueba de Eneas, en la que está a punto de su-cumbir ante la seducción de la belleza, del amor, de todo
lo que sujeta al hombre a la tierra y a la Historia. Su nueva personalidad ha emergido dolorosamente a través
de crueles experiencias y renuncias a lo largo de los cuatro primeros libros, y, ya depurada en esa vía
purgativa, en el libro VI, entra en la vía unitiva con la visión directa de su ser, del cen-tro de su personalidad
total, con la experiencia directa del arquetipo roma-no que va a encarnar y con la revelación de su propio
destino. Del libro VI , sale el Eneas arquetipo, que incorpora el ideal romano. Por eso la primera parte en su
conjunto es más humana los momentos más humanos están en los libros I−IV y el más humano de todos, el
IV, es el logro poético más emotivo en el sentido trágico, no el más grandioso en el épico. En conjunto, las
grandes escenas épicas se dan en la segunda parte; esta segunda parte es más espectacular y, en cuanto a
espectáculo, más grandiosa. La primera parte es un exponente del poderío trágico − lírico de un poeta que
vive en su arte los misterios de la psicología humana; la segunda parte lo es de la fantasía de un poderoso
juglar capaz de transmitir el grandioso espectáculo de un arquetipo en acción.
OPINIÓN PERSONAL
La Eneida es un libro interesante pero duro de leer. El argumento es sumamente interesante pero debido al
lenguaje que utiliza y la manera de redactar los hechos, en ocasiones, es muy difícil lograr comprenderlo, por
lo que hay que recurrir a una nueva lectura del mismo; lo que llega a ser exasperante.
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A mi opinión, la Eneida, es un libro que tiene un gran trasfondo difícilmente comprensible para un estudiante
de Empresariales que no está familiarizado con los textos clásicos, por lo que en mi caso he tenido que
recurrir a diversas obras de consulta para lograr sacar un mayor provecho a la obra y aún así considero que me
han quedado muchas cosas sin descubrir.
Considero que para este tipo de lecturas hay que tener una gran base en cuanto a mitología y una experiencia
previa en otros títulos del genero más comprensibles, que en mi caso reconozco es nulo.
No obstante considero la experiencia ampliamente positiva y tanto el objetivo del curso, como el de este
trabajo lo considero alcanzado al haber obtenido un primer acercamiento a la cultura clásica que a mi parecer,
de eso se trataba.
BIBLIOGRAFÍA
• La Eneida, Virgilio, Clásicos de Grecia y Roma, Alianza Editorial, 1.999.
• Figuras y situaciones de la Eneida. V.E. Hernández Vista. Editorial G. Del Toro, 1.969.
• Enciclopedia Universal, Salvat.
• Literatura Universal II . Argos, Enciclopedia temática, 1.970
• http//members.es.tripod.de.htm
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