Travesías Fragmentadas ¿Por qué participar? El debate sobre la acción colectiva. primera parte Mario Alberto Velázquez García* Dedicado a los miembros, todos, de las reuniones cívicas en la plaza Emiliana de Zubeldía La serie de protestas y movilizaciones sociales que existen en México nos lleva a repensar uno de los problemas clásicos de la sociología: ¿Qué es lo que lleva a una persona a decidirse por participar en una protesta pública? Las posturas tradicionales sostenían que la participación estaba condicionada por circunstancias estructurales de la sociedad, como la economía (los pobres protestan por el hambre) y las concepciones ideológicas (políticas, religiosas o de otro tipo). Uno de los trabajos que transformó este debate es el de Olson. Este autor deriva sus postulados principales de la teoría de Elección Racional y de la microeconomía. Olson analiza la decisión individual de involucrarse en una acción colectiva. Su trabajo transformó totalmente la manera de ver este problema, de centrarse en las circunstancias generales que existen en una sociedad y producen protestas, a concentrarse en las razones individuales para involucrarse. Olson parte de la pregunta: ¿Cómo es posible la cooperación entre individuos? El trabajo de Olson contradice la idea tradicional que sostiene que el hombre es un ser esencialmente social, que necesita de otros sujetos y de sus relaciones con ellos para poder sobrevivir. El sujeto de estos estudios es esencialmente homo económicus, que en su devenir forma grupos de cooperación, pero cuyo fin último es servir a sus propios intereses; los sujetos buscan que cualquier decisión que tomen les produzca el máximo beneficio pagando el menor costo. Desde su perspectiva, el problema principal es que la racionalidad de un grupo que persigue un bien colectivo es una racionalidad diferente o no coincidente punto por punto, con la racionalidad de los individuos; es decir, como parte de un grupo podemos tener intereses contrarios a lo que nos conviene como individuos. Para Olson, la decisión de involucrarse en una acción colectiva únicamente tiene una respuesta desde un punto de vista racional: no participar. ¿Cómo es esto? Si las acciones colectivas buscan producir bienes público, (mismos que por definición serán accesibles para todos los sujetos, hayan o no tomado parte de la acción), los sujetos que no participan recibirán los beneficios de una protesta sin tener que “pagar” los costos de involucrarse en las acciones colectivas (tiempo, ganancias, prestigio etcétera). Es decir, es mejor esperar que otros hagan todo el trabajo y esperar los beneficios. A esta propuesta se le conoce como el free rider (gorrón) en la participación pública. Si esto es así, ¿cómo se puede explicar la participación de una multitud de personas en organizaciones grandes, y cómo pueden seguir existiendo los sindicatos? Para responder, Olson plantea la cuestión de los incentivos selectivos. Esto es, beneficios particulares (como prestigio, trabajos, dinero u otros), los cuales pueden ser positivos o negativos (premios o castigos), que los miembros de un grupo reciben al participar. Estos incentivos deben tener un valor mayor que aquel que le correspondería normalmente a un determinado sujeto que no participe en ninguna acción. En próximas entregas seguiremos analizando este problema de la participación. *Profesor-investigador del Programa de Estudios Políticos y Gestión Pública de El Colegio de Sonora, [email protected]