EROSIÓN EÓLICA

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EROSIÓN EÓLICA
Efectos de la erosión eólica en varios países
En la antigüedad, se produjeron daños de tanta magnitud que provocaron la desaparición de
poblaciones y ciudades enteras, incluso de organizaciones políticas y sociales de relevancia.
Tal es el caso de la Mesopotamia, en donde se encuentran los restos de Samara y Tel Asmar,
antes florecientes ciudades, hoy cubiertas por la arena. Todo el imperio babilónico está hoy cubierto por superficies desnudas, improductivas, barridas por tormentas de polvo. También en Persia y
Turquestán, en donde la agricultura nómade dejaba abandonadas las tierras de cultivo, hicieron que
aumentaran las tormentas de polvo. En Gran Bretaña, sobre todo en Escocia, en el 1694 se había
formado un pequeño Sahara.
En Estados Unidos el problema adquirió características espectaculares, más notables al ser
más recientes. En 1934 se produjo una famosa tormenta de arena en la zona de las Grandes Llanuras
Centrales, que arrastró 450.000.000 tn de suelo cultivable. En 1937 otra tormenta originada en
Texas llegó hasta el Canadá con sus efectos devastadores.
Estas tormentas no solo han afectado a las zonas áridas y semiáridas, sino que también se
han dejado sentir en otros estados de la Unión que poseen zonas arenosas, debido al mal manejo de
la tierra.
Las consecuencias económicas y sociales son tremendas. Este fenómeno es causante del
avance de los desiertos y ha causado más daños que la erosión hídrica. Es de acción más lenta, pero
continua.
Clases
Hay dos clases de erosión tanto eólica como hídrica y son: a) geológica o normal y b) acelerada o subnormal.
a) Erosión geológica: es el proceso lento y continuo que por efecto de los factores climáticos contribuye a modelar la superficie del planeta. Por la acción normal del viento, el
agua, las temperaturas, etc., se forma el relieve terrestre, apareciendo los valles, las
llanuras, los deltas, etc.
b) Erosión acelerada: (o edáfica para algunos autores) es el proceso rápido de modelación
y pérdida de suelo que se producen por la acción del clima y la intervención del hombre.
Aparece como un efecto de romper el equilibrio ecológico en alguna de sus formas o
expresiones. Es el proceso inducido por el hombre, interfiriendo en el proceso normal
entre la formación del suelo y su traslado.
Erosión acelerada
El agua y el viento son las fuerzas más activas de este proceso y ambos producen efectos
similares: remoción y traslado del suelo superficial. El mecanismo de la erosión hídrica y eólica es
similar y se basa en los principios de la dinámica de fluidos. Los métodos de control en ambas son
similares. La diferencia fundamental reside en que la erosión hídrica necesita que el suelo esté en
pendiente y la eólica no, pues se produce más bien en terrenos llanos.
Erosión hídrica – Tipos
Puede ser de dos formas:
A- Desprendimiento de partículas de suelo y su arrastre, debido a las precipitaciones y
escorrentía.
B- Movimiento del suelo en masa. Es el ataque del suelo por el agua sobre un cierto espesor de
su perfil, debido al desequilibrio del suelo y a la acción de la gravedad.
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A.a.- Erosión laminar:
Es el arranque de las partículas del suelo por escorrentía, uniforme en el espacio,
llevando el agua en suspensión los elementos arrancados. Es superficial y solo afecta los primeros
cm. del suelo.
A.b.- Erosión en surcos:
Se produce cuando la escorrentía no es uniforme. Se forman filetes líquidos de
caudal y velocidad variables que abren pequeños canalículos que se van uniendo, agrandando y
profundizando. Aparece en suelos rugosos y en pendiente y puede mejorarse o eliminarse con las
labores normales del suelo.
A.c.- Erosión en cárcavas:
En estos casos el agua forma canales de desagüe, continuos o intermitentes de mayor
desarrollo y profundidad que los surcos. Forma perfiles en U o en V según la naturaleza del
subsuelo; si es poco resistente se forma la U y si es de roca resistente, se forma la V.
B.a.- Corrientes de lodo:
Se producen cuando el horizonte superior se satura de agua y si no existe cohesión
por la vegetación, la masa en forma de fluido viscoso se desliza por la pendiente lentamente. Es más
común en climas fríos.
B.b.- Deslizamientos:
Aparecen cuando hay una capa impermeable que impide la percolación del agua
hacia los estratos inferiores. Se forma una película de agua que actúa como un lubricante, que
provoca el desplazamiento, generalmente violento, de la masa terrosa por la ladera. No es necesario
que todo el perfil esté saturado, sino sólo la capa de abajo que está en contacto directo con la zona
impermeable.
B.c.- Reptación:
Es el movimiento del suelo en avances bruscos e irregulares, lentos e imperceptibles,
de una capa superficial delgada.
B.d.- Erosión en túnel:
Se forman corrientes subterráneas que llevan materiales terrosos en suspensión, en el
interior del suelo. No es imprescindible que se formen verdaderas corrientes, basta con que sean
materiales altamente solubles en agua, que son arrastrados en solución.
B.e.- Desmoronamientos:
Consiste en la caída violenta, en masa, de las laderas y márgenes de un curso, por la
socavación del agua al pie de las mismas.
Diferencias y analogías entre la erosión hídrica y eólica.
A-a- En los dos casos se producen en terrenos sueltos y sin protección vegetal; pero en la
eólica sólo cuando el suelo está seco. El suelo que es transportado por la erosión hídrica no
puede volver a su lugar, en cambio por la erosión eólica si puede ser retransportado a su
origen.
A-b- En la erosión eólica los surcos que se forman son alargados, en la dirección de los
vientos dominantes, tallados en materiales relativamente débiles. Es el caso de los “yardans”
en Turquestán (aquí no tienen traducción)
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A-c- En la eólica también pueden producirse pérdidas de suelo en forma de canales largos y
estrechos, cuando el viento se encajona entre dos obstáculos y se producen los
“ventisqueros”. Estos son similares a los conos de deyección en la hídrica, donde el viento
pierde velocidad y se acumulan los materiales transportados. En la eólica el fenómeno puede
ser reversible, en la hídrica no.
B-e- Los desmoronamientos en la erosión hídrica son similares a las avalanchas de
ventisqueros y dunas que se producen en la eólica.
La erosión hídrica tiene una relación directa con la pluviometría y en función de ella,
produce los daños más graves, mientras que la erosión eólica está en función directa de la
falta de lluvias.
La erosión hídrica es mayor cuanto mayor sea la pendiente del terreno, en cambio la
eólica es más grave en terrenos llanos o levemente ondulados, ya que no ofrecen resistencia
al desplazamiento de la masa de aire.
En ambos casos, la intensidad del fenómeno erosivo depende de las características
físicas y químicas del suelo (estructura, textura, humedad, porcentaje de materia orgánica,
presencia de carbonatos, etc.) y de la presencia o no de la vegetación.
Cuando el suelo está casi o totalmente saturado, el viento no lo arrastra, pero sí puede
arrastrarlo el agua.
El viento termina por formar una granulometría negativa, porque se lleva las
partículas más finas y nutritivas transportándolas en suspensión y provoca el rodamiento de
las más gruesas y de menor valor nutritivo. También arrastra a la materia orgánica y con ella
al N y P.
Clasificación americana de suelos según la intensidad de la erosión eólica.
Los grados de arrastre son:
Clase
O- Erosión no discernible
P- Erosión ligera
R- Erosión moderada
S- Erosión severa
T- Erosión muy severa
Z- Erosión extraordinariamente severa
% de tierra vegetal arrastrada
--0 – 25
25 – 75
75 – 100
Toda la capa vegetal
y el 25 – 75% del subsuelo
Más del 75% del subsuelo
Los grados de sedimentación indefinida son:
Clase
Espesor de la acumulación – pulg.
F- Acumulación somera
0–6
H- Acumulación moderada
uniformemente repartida
6 – 12
K- Acumulación moderada
con distribución desigual
6 – 12
L- Acumulación gruesa
12 – 36
M- Acumulación en duna (pequeña)
36 – 72
N- Acumulación en duna (grande)
> 72
Nota: la adición de un número 1, 2 o 3 al símbolo de la clase, indica el porcentaje de la superficie
afectada por la acumulación: 1- indica 1/3 o menos del área afectada
2- indica de 1/3 a 2/3 “
“ “
3- indica 2/3 o más
“
“ “
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Proceso erosivo por el viento.
El viento ejerce, contra la superficie de la tierra, fuerzas que originan el movimiento de las
partículas del suelo.
La velocidad del viento es mínima cerca de la superficie del suelo y va aumentando a
medida que se aleja de ella. Se considera que a una altura de hasta 2,5 mm, en un terreno liso,
desnudo, la velocidad es nula. Un poco más arriba, las corrientes de aire son laminares y más arriba
de éstas, las corrientes son turbulentas. Las partículas que sobresalen de la superficie y llegan hasta
la capa de aire turbulento absorben la mayor parte de la fuerza del viento. Si son pesadas o están
formando agregados o con humedad suficiente, la corriente no logrará arrancarlas, pero si son finas
y livianas, podrá levantarlas y transportarlas. O sea que además de la fuerza del viento en sí, es
importante el tamaño y la densidad de las partículas.
Las fuerzas que actúan sobre una partícula, cuando hay viento son:
Ev = empuje vertical (tiende a elevarla)
Fu = velocidad de arrastre
r = densidad de las partículas
La velocidad 0 es aquella en la que todas las fuerzas se equilibran y no producen
movimiento.
Para una situación dada, la altura de la velocidad 0 es constante para todos los vientos
turbulentos. Todos los vientos de velocidad comprendida entre 1,5 y 3 km/h provocan corrientes
turbulentas.
FUERZAS QUE ACTÚAN SOBRE EL GRANO
La altura de la velocidad 0 depende de las irregularidades del terreno. Cuando éstas
aumentan, ya sea, por la presencia de terrones, vegetación, caballones, etc., también la altura de la
velocidad 0 asciende. Los obstáculos absorben las fuerzas y las partículas menores quedan
protegidas siendo más difícil desprenderlas.
Las partículas más erosionables son las que tienen un diámetro aproximado de 0,1 mm
porque la relación tamaño-peso es la más favorable para iniciar el movimiento.
En la práctica, se considera que la velocidad mínima para iniciar el movimiento en un suelo
formado por mezcla de partículas, de materiales y tamaños diversos, es de 20 km/h a 30 cm sobre el
suelo.
Las partículas menores de 0,1 mm presentan una gran cohesión y a la vez no llegan a la
altura de la capa turbulenta, por eso son menos movibles; y las mayores de 0,1 mm necesitan
vientos más fuertes que los indicados, para ser movilizadas.
No hay en realidad partículas “no erosionables” ya que la fuerza ejercida por el viento
aumenta con su velocidad.
Tipos de movimiento de las partículas
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Saltación: en este caso las partículas se elevan, describen una trayectoria y vuelven a caer
golpeando y desprendiendo a otras. Afecta principalmente a las de tamaño comprendido entre 0,05
y 0,5 mm. Es la forma más frecuente.
Arrastre superficial: las partículas más grandes son demasiado pesadas para que las eleve el viento,
entonces éste las empuja y ruedan sobre la superficie. También actúan sobre ellas las partículas que
se mueven por saltación (quizás más que el viento mismo) Su tamaño oscila entre 0,5 y 2 mm,
aunque depende de su densidad y de la velocidad del viento.
Suspensión: las partículas más pequeñas quedan flotando en el aire. El movimiento de estas
partículas tan finas se debe al choque provocado por las que están en saltación, ya que ellas no
sobresalen lo suficiente como para alcanzar los filetes de turbulencia. Suelen quedar en el aire por
mucho tiempo y son llevadas a grandes alturas y distancias como nubes de polvo. Las corrientes
ascendentes tienen de 3 a 5 km/hora y esta velocidad es suficiente para elevar la arena muy fina, el
limo, la arcilla y la materia orgánica.
Efecto sobre el suelo
El choque de las partículas en saltación provoca el desgaste del suelo: destruye los terrones y
las costras estables desmenuzándolos y haciéndolos más erosionables y produce un efecto abrasivo
sobre la vegetación y los residuos vegetales disminuyendo su acción protectora.
Mientras más extenso sea el terreno, más veces golpearán contra su superficie las partículas
en saltación y mayor será el número de ellas que se incorporen al proceso. O sea que el número de
partículas será tanto mayor cuanto más se avance en la dirección del viento. A esto se lo llama
“incremento de la carga”. En el límite de un campo, a barlovento la carga será nula y aumenta a
medida que nos alejamos a sotavento hasta llegar a la carga máxima de transporte.
Estado del suelo
La textura, la estructura y la estabilidad de los agregados del suelo son los factores
determinantes de su facilidad erosiva.
En casi todos los suelos agrícolas predominan las partículas menores de 1 mm.
Los de textura más gruesa, franco-arenosos y arenosos son más erosionables. También las
arcillas granuladas en algunas regiones (Dakota del Sur) durante el invierno se disgregan en
partículas menores y se hacen más susceptibles.
Las más afectadas por la saltación son las arenas de diámetros o fracciones inferiores a
1mm. Además, en ese tipo de suelos, no es abundante la presencia de arcillas ni materia orgánica
que podrían formar agregados más estables.
Sobre la consolidación y la estabilidad de las partículas, influyen la humedad, el grado de
compacidad (% de poros), la materia orgánica, el contenido de arcilla, y cal, la actividad de los
microorganismos y los materiales de cementación.
La alternancia del hielo y deshielo, de humedad y sequía tienden a desestabilizar el suelo. La
labranza del suelo puede favorecer o perjudicar esta estabilidad según el tipo de herramienta y el
tipo de labor (profundidad, velocidad, etc.) Las rastras de discos o de dientes pasando en forma
repetida o en suelos sin suficiente humedad, son desintegradoras de los terrones. Los neumáticos de
los tractores pulverizan el suelo.
Los animales, especialmente las cabras y ovejas son muy nocivos para el suelo por el tipo de
pezuñas. El pastoreo excesivo y sobre todo el pisoteo cerca de los abrevaderos los constituyen en
verdaderos focos erosivos.
Además de las características del suelo en sí, es importante considerar el estado de la
superficie del mismo.
Las irregularidades del terreno, los lomos y depresiones formados por las labranzas
modifican la velocidad del viento y contribuyen a detener las partículas en saltación. La cresta de
los lomos debe ser terrosa y estable para resistir el impacto del viento.
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La presencia de vegetales vivos o muertos brindan una gran protección reduciendo la
velocidad del viento, fijando el suelo, impidiendo la saltación de las partículas, etc.
MEDIDAS PARA COMBATIR LA EROSIÓN EÓLICA
Resumiendo, podemos decir entonces que las condiciones favorables para que se produzca
la erosión eólica en un suelo dado son:
a) suelo suelto, seco y finamente dividido (hasta arenas más o menos finas)
b) superficie del mismo, más bien lisa con poca o ninguna cubierta vegetal
c) superficie extensa
d) viento lo suficientemente fuerte como para iniciar el movimiento del suelo.
Teniendo en cuenta estas condiciones predisponentes, las medidas utilizadas para evitar o
combatir la erosión buscarán:
a) alterar las condiciones del suelo haciéndolo más resistente;
b) reducir, por debajo del valor crítico, la velocidad del viento
Los procedimientos fundamentales del método a) son:
1) producir o hacer llegar a la superficie del suelo agregados o terrones que sean lo
suficientemente grandes para resistir las fuerzas ejercidas por el viento.
2) crear una rugosidad superficial adecuada para reducir la velocidad del viento muy junto al
suelo y capturar las partículas transportadas.
3) establecer y mantener una vegetación o una cubierta de residuos vegetales que protejan el
suelo.
El método b) sólo tiene un procedimiento:
1) establecer barreras o rompevientos mecánicos o forestales, para reducir la velocidad del
viento por debajo del valor crítico.
Hay un tercer método c) que consiste en romper el mecanismo de la erosión en un momento
de su ciclo, sin impedir que ésta se inicie. Esto se logra:
1) estableciendo fajas a determinados intervalos que sean capaces de atrapar las partículas
que por saltación provengan de la interfaja a barlovento, rompiendo así la continuidad y
progresión del proceso.
La elección de cualquiera de éstas alternativas de trabajo dependerá de las
condiciones del medio, tanto económicas como sociales y del costo de los trabajos.
Generalmente se debe recurrir a una combinación entre ellos.
Un terreno forestal bien cubierto con cualquier tipo de monte: alto, medio o bajo,
está protegido contra la erosión.
LUCHA EN LAS TIERRAS CULTIVADAS
1- Vegetación cultivada
Las plantas cultivadas presentan distinta resistencia a la erosión. Las que se cultivan en
hileras densas, juntas, tales como los cereales de grano pequeño, al poco tiempo cubren el suelo lo
suficiente como para protegerlo, en cambio otros como el algodón, o el sorgo que se ponen en
hileras más separadas, dejan superficies limpias fácilmente erosionables. En estos casos se deberán
orientar los surcos en dirección perpendicular a los vientos.
2- Cultivos de cobertura
Este tipo de cultivo tiene como fin sólo proteger el suelo en los períodos en que podría
quedar desnudo, que se producen entre dos cultivos principales. En una rotación normal, en vez de
dejar el suelo en barbecho, se siembra con esta vegetación protectora. Esto puede hacerse en zonas
de secano si hay humedad suficiente, pero en las zonas áridas y semiáridas, no es posible pues
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ambos cultivos (principal y de cobertura) compiten por el agua almacenada en el suelo. Si hay
regadío artificial, sí puede llevarse a cabo con riegos adicionales. Siempre dependerá de la provisión
de agua del suelo.
Es interesante y contribuye a abaratar los costos, poner como cultivo de cobertura forrajes
para el ganado.
3- Cultivo en fajas
Consiste en cultivar franjas de terreno con especies susceptibles y resistentes a la erosión, en
forma sistemática y alternada, orientadas en sentido perpendicular a los vientos dominantes. Las
franjas con vegetación resistente tienen por objeto reducir la velocidad del viento y atrapar las
partículas desprendidas por saltación. Mientras más estrechas sean las franjas, mayor será su
eficacia. Este ancho depende mucho de la textura del suelo. En U.S.A., Chepil y otros determinaron
el ancho máximo según el tipo de suelo y la dirección del viento.
Anchura de la franja – m
CLASE DE SUELO
Arena
Arena-limoso
Arcilloso-granulado
Franco-arenoso
Arcillo-limoso
Franco
Franco-limoso
Franco-arcilloso
Viento
Perpendicular
6,0 m
7,5
24,0
30,3
45,5
76,0
85,0
106,5
Viento desviado
20° del ángulo recto
Viento a 45°
del ángulo recto
5,5 m
6,5
22,5
27,5
42,5
71,5
79,0
99,0
4,0 m
5,5
16,5
21,0
33,5
51,5
56,0
76.0
G.S. Pág. 449
Estos datos son válidos para un viento de 65 km/hora, a una altura de 15m.
La anchura se aumenta a medida que la textura del suelo es más fina, excepto cuando son
arcillas granuladas porque se comportan igual que la arena.
Mientras menos perpendiculares sean los vientos, más estrechas deben ser las franjas.
Este tipo de lucha tiene sus inconvenientes, que son: a) cuando el ancho debe ser pequeño,
no se puede trabajar con máquinas grandes, lo que encarece el trabajo y complica las tareas
culturales, b) no se puede hacer pastoreo directo, c) hay acumulación de suelo (lomos) en los bordes
de las franjas, d) las variaciones de la textura del suelo en campos grandes que obliga a hacer
distintas franjas complicando todas las labores.
El mérito principal, es que combate el incremento de carga transportada por el viento. En
general no se aplica cuando las franjas deban ser de un ancho menor de 25 m
4- Rotación de cultivos
Consiste en establecer cultivos “mejoradores o conservadores del suelo” durante un período
de 1 o más años alternándolo con los cultivos principales. Es decir que después de un cereal, se
siembran gramíneas o leguminosas o una mezcla de ambos y se mantienen durante un tiempo como
pradera permanente. Estos cultivos mejoran la estructura y la fertilidad del suelo, haciéndolo más
resistente a la erosión para el momento en que se vuelve a cultivar el cereal. Tiene la ventaja que en
ese tiempo puede explotarse como pastura para el ganado.
En Australia ha dado resultado el trébol subterráneo (Trifolium subterraneum); y en zonas
secas o en suelos salinos o sódicos, se utilizan las alfalfas (Medicago tribuloides y M. sativum)
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5- Rastrojos o residuos vegetales
Consiste en dejar sobre el terreno, después de la cosecha, la mayor cantidad posible de
rastrojos. Estos actúan a través de sus raíces que sujetan el suelo y de la parte aérea que disminuye
la velocidad del viento y atrapa a las partículas desprendidas.
La protección es máxima cuando permanecen erguidos y mínima cuando quedan aplastados
sobre el suelo. El rastrojo largo de cereales de grano pequeño es mejor que el corto, y los de textura
fina son más eficaces que los más gruesos (Ej: cereales más que sorgo o maíz)
El problema se presenta en aquellos lugares en que se pastorea el rastrojo, lo que lo destruye
y aplasta, eliminando su acción protectora. Hay que mantener un equilibrio armónico entre los
factores productivos y regular el pastoreo con otras medidas complementarias de protección.
6- Máquinas y prácticas de labranza
Las labores culturales tienen como objetivo fundamental: eliminar las malezas y preparar el
terreno para la siembra. Se le habían atribuido beneficios tales como aumentar la infiltración y
disminuir la evaporación al romper la capilaridad, pero esto no es siempre así y sus beneficios en
este aspecto son muy relativos, sobre todo con respecto a la erosión eólica.
Incluso el beneficio de eliminar la competencia de las malezas, se puede conseguir con
herbicidas, evitando así el laboreo con máquinas (labranza mínima y labranza cero)
Se trata de evitar el exceso de labores que pueden desmenuzar y revolver demasiado el suelo
haciéndolo más susceptible a la erosión. Hay labores que tienden a formar agregados secundarios,
es decir, gránulos gruesos y terrones, que le dan más estabilidad al suelo. Su efecto es temporal y
depende de la intensidad y frecuencia de los aguaceros.
Cuando los residuos vegetales escasean, se evitarán las labores frecuentes, aún a costa de
perder humedad por las malezas. Estas se dejan para protección del suelo; debe evitarse sin
embargo, que éstas semillen.
Arado de vertedera y de discos: en general no se adaptan a zonas áridas sin riego, pues eliminan los
residuos vegetales, los entierran y eliminan la protección. También provocan una desecación rápida
de las capas profundas que se invierten. En algunos casos pueden ser beneficiosos por ej: cuando
hay pocos residuos vegetales puede producir una superficie terrosa al elevar capas más profundas y
compactas hacia la superficie del terreno. (Es muy notable en suelos arenosos y secos)
Arado zanjeador: sirve para formar caballones con terrones en su cresta cuando encuentra abajo un
suelo compacto. Se hacen perpendiculares al viento y son muy resistentes a la erosión. Son útiles
sobre todo para hacer labores de urgencia en campos sujetos a erosión, ya sea haciendo un laboreo
continuo o en fajas; también para detener la escorrentía o para canalizar el agua de riego. No se
recomienda en climas fríos, porque se forma un surco muy profundo en donde se coloca la semilla y
ese lugar es aún más frío que arriba, lo que retrasa la germinación y el desarrollo.
Rastra de discos y arado-rastra: estos instrumentos trituran los residuos vegetales en forma
apreciable, sobre todo el primero y alrededor de la mitad quedan enterrados o incorporados al suelo.
Por eso sólo se utilizan cuando los rastrojos son abundantes (3200 kg/ha o más). Las rastras dejan
una superficie muy lisa y pulverizada.
Cultivadores de rejas o pie de pato: producen una gran remoción del suelo y las malezas se
destruyen, si son más o menos pequeñas. Los residuos no se trituran sino que quedan mezclados con
la capa superficial del suelo. Como el arado de rejas hace subir a la superficie terrones grandes,
creando una superficie irregular. Es útil cuando la erosión eólica no es demasiado violenta.
Subsolador: su acción principal consiste en cortar las raíces de la maleza y mullir el suelo, sin
modificar la superficie del mismo, ya que la cuchilla horizontal se introduce en el suelo y corta en
sentido paralelo a la superficie. Hay distintos modelos. Tiene algunos inconvenientes que son: no
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destruye algunas malas hierbas sobre todo gramíneas en condiciones húmedas y no eleva terrones a
la superficie. Es útil cuando se deben conservar los rastrojos sobre la superficie.
Como resumen podemos indicar que en la actualidad los sistemas de labranza mínima y de
labranza cero constituyen en la mayoría de los casos, el medio más eficaz para combatir la erosión
tanto hídrica como eólica.
DEFENSA EN LAS TIERRAS DE PASTOREO
En estos casos la medida principal consiste en mantener intacta la cubierta vegetal, evitando
el pastoreo excesivo. Es importante regular los cortes de forrajes o el pastoreo directo, sobre todo en
las zonas de los bebederos que por el exceso de pisoteo, constituyen importantes focos de erosión
tanto hídrica como eólica.
En estos casos las medidas que se recomiendan son las siguientes:
a) elección adecuada del lugar para los bebederos y si es posible cambiarlos rotándolos de vez
en cuando
b) cerrar las porciones más erosionadas para permitir la recuperación
c) establecer rompevientos que protejan los pasos permanentes, abrevaderos, etc.
d) usar alambre electrificado para cambiar los lugares de paso de hacienda
e) la división en potreros que permitan una buena rotación de la hacienda.
ROMPEVIENTOS
Definición
Alineación de árboles y/o arbustos, de 1 a 10 filas, formando una barrera de suficiente altura
y densidad, para constituir un obstáculo al paso del viento.
Algunos autores (Goor) reservan este término para las plantaciones defensivas en torno a
pequeñas superficies y dan el de Cortina protectora a las barreras de árboles que resguardan
campos extensos.
García Salmerón denomina además como Barreras contra-vientos a las filas de otras plantas
cultivadas (sorgo, maíz, etc.) en hileras poco espaciadas, tablestacas, muros de piedras o tierra, etc.
Barlovento: lugar desde donde sopla el viento
Sotavento: lugar hacia donde se dirige el viento
Objeto
El objeto de un rompevientos es el de disminuir la velocidad del viento que sopla a
sotavento por debajo de la velocidad umbral que es necesaria para que se inicie el arrastre del suelo.
Influencia sobre los cultivos
El efecto benéfico de las cortinas sobre los cultivos es más notable en las zonas áridas o
secas o en épocas de sequía, que en las húmedas. La cortina mejora en general el microclima a
sotavento, aumentando la producción de los cultivos, pero en las zonas húmedas, la mejoría es
mucho menor o a veces nula, en consecuencia aparece la desventaja de las cortinas que es la
competencia por el suelo y el agua con respecto al cultivo.
Hay una zona estrecha, pegada a la barrera, que sufre el sombreado y donde compiten las
raíces, que representa una pérdida en el rendimiento, pero por otra parte, la zona abrigada, que es
mucho más extensa, representa una ganancia que compensa sobradamente dicha pérdida. El
rendimiento total de la zona protegida es mayor que al abierto. Ej. : en Rusia, en la estepa de
Kamennaya se obtuvo un aumento del 200% en alfalfa y del 100% en gramíneas.
A sotavento disminuyen la evaporación y la transpiración favoreciendo la conservación de la
humedad. También se favorece la acumulación de nieve a ambos lados, lo que aumenta las reservas
de agua.
Se reduce la dispersión del CO2 expirado por el suelo, que queda como elemento nutriente a
disposición de las plantas en concentraciones mayores que al abierto. Además al reducir la
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sequedad del ambiente, favorece la apertura de los estomas por lo que se supone que aumenta la
asimilación de ese CO2.
En lugares protegidos por abrigos vivos, algunos cultivos, como patatas y fresas
(Dinamarca), adelantan su ciclo, acelerando la cosecha. Permiten obtener primicias. Esto es válido
en zonas húmedas, en cambio en las zonas secas retrasan la cosecha con respecto al abierto, porque
las plantas se desarrollan y mantienen verdes más tiempo, al disponer de más humedad. Esto se
debe en general a un aumento de la temperatura a sotavento.
Las barreras protegen a los cultivos de los daños mecánicos causados por el viento sobre
ramas, flores y frutos. Se considera que una velocidad del viento de hasta 11 km/hora, favorece la
polinización de las flores y la diseminación de las semillas; más que eso comienza a resultar
negativo y producir daños.
Influencia sobre el ganado y las pasturas
En la zona protegida los pastos vegetan más temprano en la primavera, lo que permite
cultivar pastos de mejor calidad y también adelantar el pastoreo, aumentando la producción.
Protegen a los animales de las inclemencias del tiempo, favoreciendo un aumento de peso o
evitando las pérdidas del mismo en los grandes temporales invernales.
Hay ciertas especies forestales cuyas ramas y hojas tienen valor forrajero, o sea que pueden
suministrar un suplemento alimenticio en épocas críticas. Ej. : Castanea, en invierno para las ovejas;
o Fraxinus, etc.
La única desventaja suele aparecer en el verano, pues debido a la menor circulación del aire,
los insectos se estacionan y molestan más a los animales (moscas, mosquitos, etc.)
Acción sobre el viento
Una barrera disminuye la velocidad del viento a barlovento y a sotavento.
La masa de aire que se desplaza a una velocidad dada, al llegar a unas 10 veces la altura de
la cortina, a barlovento, comienza a recibir su influencia disminuyendo su velocidad. Cuando pasa
la barrera y a una muy corta distancia de ella a sotavento, alcanza la máxima disminución. A
medida que se aleja de la barrera recupera en forma progresiva su fuerza hasta alcanzar la que traía
originalmente cuando se ha alejado hasta una distancia que oscila entre 20 y 30 veces la altura de la
barrera. Estas distancias dependen de las características de la barrera.
Un rompeviento de una característica dada siempre produce el mismo porcentaje de
reducción en la velocidad del viento, cualquiera sea su valor absoluto. El coeficiente de reducción
no varía. Es decir que si una barrera a una distancia de 20 veces h produce una reducción del 60%
de la velocidad de un viento de 20 km/hora también reducirá en un 60% la velocidad de un viento
de 30 km/hora.
Esto es cierto en barreras rígidas, pero en las forestales que son elásticas y permeables,
cuando aumenta la velocidad del viento, aumenta la eficacia porque reduce la velocidad en una
proporción mayor que a velocidades inferiores.
Cuadro 1
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Se ha podido comprobar que, en general la extensión de la zona protegida depende de la
altura de la barrera, de la densidad, de la dirección del viento, etc.
Densidad o permeabilidad
La permeabilidad influye no solo en los valores máximos de la reducción sino también en
los valores de ésta a diferentes distancias a sotavento de la barrera.
Cuando las barreras son muy densas, en la zona inmediata, a sotavento, se reduce mucho
más la velocidad que en una semidensa, pero también se produce allí mayor turbulencia que
provoca arrastres por elevación casi vertical, del suelo, aunque el viento no sea muy fuerte. Por ese
motivo se ha encontrado que la erosión es mayor al lado de una cortina densa, debido a la
turbulencia, a pesar de que la velocidad del viento era la mínima respecto al abierto.
En las barreras semidensas, la velocidad no disminuye tanto como en las densas, pero como
dejan pasar algo de aire no se forman turbulencias y el viento tarda más en recuperar su velocidad
original, o sea que protegen hasta una distancia mucho mayor que en las densas. (ver cuadro 1)
Las barreras en general pueden ser impermeables, permeables y porosas (con huecos) Las
mejores son las permeables, con aberturas pequeñas y uniformemente distribuidas. Si los vientos
son muy fuertes se puede poner una hilera densa como primera línea.
Se debe permitir el paso de por lo menos un 20% del viento para obtener la mayor
protección general en porcentaje de reducción y en distancia. La permeabilidad óptima para grandes
superficies es la que deja pasar entre un 25 y 30% de aire y para pequeñas superficies entre un 40 y
50%.
Como la eficacia de cada barrera disminuye en forma individual, se procede entonces a
colocarlas a menor distancia unas de otras, de tal manera que se superponen sus efectos. Cada
barrera se coloca a una distancia tal que no le permite al viento recuperar su velocidad inicial.
La permeabilidad deseada se consigue variando las especies, aumentando o disminuyendo el
número de hileras, alternando frondosas y coníferas o perennifolias con caducifolias, troncos
vestidos con troncos desnudos, arbustos, etc.
La mínima erosión se obtuvo con una permeabilidad del 70% hasta una distancia de 30
veces h; con una de 50% hasta 25 veces h; con una de 40% hasta 20 veces h y con una del 30 a 20%
hasta 16 veces h.
En árboles de hoja caduca el efecto estacional es muy notable. En otoño el % de reducción
de la velocidad del viento era menor en la zona ubicada inmediatamente detrás de la barrera densa,
pero a mayor distancia, esos porcentajes habían aumentado, es decir que al caer las hojas, la barrera
densa pasó a comportarse como una semidensa. En una barrera de Picea, la permeabilidad relativa
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disminuía al aumentar la velocidad del viento. Se supone que esto se debe a que las hojitas planas
actúan como los listones de una persiana, colocándose más cerca unas de otras a medida que
aumenta el viento.
La edad influye en la densidad, porque en árboles maduros, las ramas inferiores se
desprenden y quedan los troncos desnudos en la base. En estos casos, los filetes de aire se encauzan
por los espacios huecos, adquiriendo más velocidad que al abierto. Ej. : álamos y eucaliptos, que
deben complementarse con arbustos bajos que cubran los troncos.
La edad también influye sobre el alto y el ancho de la barrera.
Perfil de la barrera
Un perfil aerodinámico beneficia mucho a los árboles y arbustos que componen una barrera,
pero no constituye el medio más eficaz para reducir el viento, ya que mientras más aerodinámico
sea el objeto que se opone al viento menor será la alteración que sufra éste. Bates que proponía los
perfiles de este tipo, criticó luego su propia teoría y dijo que no eran convenientes los perfiles
triangulares aerodinámicos.
En un estudio hecho por Shah en Holanda con distintos perfiles llegó a las siguientes
conclusiones:
Perfiles
Ensayados
A
B
C
D
Todos estos perfiles brindan un 90 % de la protección hasta 16 veces h de distancia. Los del
tipo A, B y D dieron la mejor protección hasta una distancia de 20 veces h y más lejos, hasta 30
veces h, sólo el A brindó alguna protección (35% de protección)
En general para proteger de la erosión se acepta para pequeñas superficies, a corta distancia,
barreras con el perfil A y para grandes extensiones el mejor esquema es un modelo A en la primera
fila a barlovento seguido por barreras con perfil D paralelas a la primera.
Para protección general, ya sea de la erosión o de los efectos del viento en sí sobre cultivos,
etc., se acepta como más conveniente el perfil rectangular para abrigos de 2 a 4 hileras de ancho,
siempre que el follaje de una de ellas llegue hasta el suelo.
Para conseguir perfiles aerodinámicos se necesita mucho espacio, 10 hileras o más, lo cual
es una desventaja porque distrae mucho terreno del cultivo o actividad principal.
Anchura y altura de las barreras
Las barreras muy anchas, es decir de muchas hileras (más de 10) no son convenientes,
porque si bien mejoran la protección general de la zona, no multiplican sus beneficios en la misma
proporción por cada hilera agregada. Por eso, es mejor poner 2 o 3 hileras de barrera, o sea
estrechas y más seguidas que no unas pocas más anchas.
Cuando se trata de evitar la erosión eólica, se trabaja con un cierto margen de seguridad, no
sobrepasando la distancia de 20 veces h entre cada cortina.
Mientras más alta es la cortina mayor será la distancia protegida. En líneas generales se
considera como zona protegida a la comprendida entre la barrera y una distancia igual a 20 a 30
veces la altura de la misma.
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Sistema de rompevientos
La distancia entre las barreras depende de la fuerza del viento, del tipo de barrera y de lo que
se quiere proteger. La zona protegida por cada barrera es limitada, por ello hay que establecer un
sistema combinado para que los efectos entre ellas se superpongan y el viento no recupere su fuerza
original.
Las distancias utilizadas varían entre 4 y 30 veces h. En general se recomienda que con
vientos de más de 100 km/h para proteger frutales, las barreras se coloquen cada 100m y con
vientos de 40 a 60 km/h, para proteger praderas, que se ubiquen a 500 m y hasta 1 km entre
barreras.
Las distancias cortas si bien son más efectivas, no pueden aplicarse a cultivos extensivos que
utilizan grandes maquinarias. En los terrenos ondulados, se colocarán en las crestas de las
elevaciones.
Espaciamientos adoptados en Rusia
Distancia entre
Barreras
Barreras
Ancho
longitudinales
transversales
barrera
Estepa forestal
200-300m
500-700m
10-15m
Estepa
150-200m
400-500m
15-20m
Semidesierto
100-150m
300-400m
20-25m
Las cortinas producen sus mayores beneficios en las zonas áridas y semiáridas, pero es allí
donde se encuentran con las mayores limitaciones en cuanto a las especies aptas y resistentes a
condiciones extremas. Generalmente las especies autóctonas son de bajo porte y crecimiento lento,
lo que obliga a acortar las distancias entre ellas.
Dirección del viento
La barrera influye no solo sobre la velocidad del viento, sino sobre su dirección,
produciendo su propio “campo eólico”. El grado de protección depende del ángulo que se forma
entre el viento y la barrera. La mejor es cuando la barrera se ubica en forma perpendicular a la
dirección del viento dominante, es decir formando un ángulo de 90°. Este efecto no se modifica
mucho hasta un ángulo de 45° a 50°. Pero si ese ángulo se hace más agudo, el efecto disminuye
rápidamente hasta anularse.
Como en una zona soplan vientos normalmente desde 2 o más ángulos diferentes, debe
establecerse un sistema de cortinas perpendiculares a los vientos más fuertes y frecuentes y
perpendiculares además entre sí para cubrir varios ángulos.
A pesar de que la mayor reducción de velocidad se consigue como dijimos con barreras
perpendiculares al viento, no se aconseja hacer todas barreras perpendiculares, sino un sistema
combinado de barreras transversales entre sí pero no exactamente perpendiculares al viento
dominante. Esta última recomendación se basa en el hecho de que la cortina cambia la dirección y
distribución del viento en las zonas próximas a ella tanto a barlovento como a sotavento ampliando
el campo eólico y aumentando la dispersión de los vientos hacia otras direcciones.
Como conclusión podemos decir que el ángulo entre la cortina y el viento dependerá de los
efectos secundarios que queramos obtener teniendo en cuenta siempre que en un sistema simple de
barreras, las perpendiculares brindan la mejor protección.
INFLUENCIAS DE LAS BARRERAS FORESTALES
Temperatura
Los abrigos vivos, en general, regulan las temperaturas extremas y provocan un aumento de
la misma, durante gran parte del día. En las zonas templadas, este aumento favorece a las plantas y
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al ganado sobre todo en otoño y primavera. En el verano, en cambio, favorece a algunos como el
girasol, maíz, etc. y resulta nocivo para los cereales en general.
Es necesario evitar temperaturas demasiado altas junto a la barrera. Esto se consigue
regulando la densidad y distancia entre ellas. Los espacios libres bien distribuidos evitan una
excesiva reflexión de la energía solar contra el rompevientos que eleva mucho la temperatura.
Humedad del aire
Durante las horas de la mañana, cuando el equilibrio calórico es positivo, (o sea que
aumenta la temperatura respecto al abierto), las cortinas producen un efecto desecante del aire. La
humedad se reduce y el déficit puede ser de un 20% hasta una distancia de 1 km. A mediodía,
cuando el equilibrio calórico es indiferente, la cortina comienza a producir efectos favorables
(efecto de sombra que disminuye la temperatura y evaporación). En términos generales, se supone
que la humedad absoluta del aire es mayor en una zona protegida que al abierto, pero, cuando en
una zona protegida la temperatura es temporalmente superior, la humedad relativa es menor que al
abierto, a pesar de que la absoluta sigue siendo mayor.
Evaporación
Las barreras vivas disminuyen la evaporación. La influencia de las masas sobre la
evaporación se corresponde con la influencia sobre el viento, sigue su misma curva.
La velocidad de la evaporación depende de la velocidad del viento, de la temperatura y de la
humedad relativa del aire. Cuando aumenta la temperatura, también aumenta la evaporación,
aunque en pequeña escala. La influencia de las masas en este aspecto puede llegar a una distancia
entre 60 y 100 veces h (altura de la barrera)
Humedad del suelo
Las barreras vivas ejercen una enérgica acción conservadora de la humedad del suelo, esta
influencia es más notable en épocas o climas secos.
La zona más cercana a los árboles registra menos humedad por el consumo de éstos, pero
esta humedad aumenta hasta una distancia aproximada de 12 a 15 veces h en que llega a un 25-30%
más que al abierto. A una distancia de 20 veces h, la influencia es nula.
Lluvia y nieve
La precipitación tanto de agua como de nieve es mayor a sotavento que al abierto. Este
efecto es mayor en invierno con la nieve, que en el verano.
Inmediatamente atrás de la barrera existe “una sombra de lluvia” donde se registra un
máximo que disminuye a medida que nos alejamos en la dirección del viento. Este aumento en la
precipitación se supone debido a: 1) que parte de la precipitación encima de la barrera es arrastrada
por el viento desde barlovento a sotavento o 2) a que detrás de la barrera se producen corrientes
verticales del aire a grandes alturas que favorecen las oportunidades de precipitación. Müller
considera que más que un aumento en la cantidad total de lluvias en la zona, se produce una
distribución diferente de las mismas, concentrándose al lado de la barrera, pero a expensas de otra
zona del campo eólico de la barrera.
Rocío
Las experiencias han mostrado que se forma más rocío en total en la zona protegida que al
abierto, alrededor de un 20-30 % en más. La zona inmediata a la barrera mostró menos rocío que al
abierto.
La formación de rocío guarda una estrecha asociación con la temperatura mínima; mientras
más baja sea la mínima, mayor será la cantidad de rocío, por eso adonde se forma más rocío es en la
parte media entre 2 barreras consecutivas.
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Precipitación horizontal
Las nieblas se condensan, del lado del viento, en bosques y cortinas protectoras. Las ramas y
hojas apresan las gotas de agua que luego resbalan hacia el suelo. En Japón se interceptaron hasta 1
mm/hora en una cortina de abeto y Picea.
En la misma forma que capturan la niebla, reducen el contenido salino del viento marítimo.
Especies aptas
Las especies elegidas dependerán de las condiciones ambientales. Se prefieren las indígenas
por su mejor adaptación. Pero deben tenerse en cuenta las siguientes reglas generales:
-adaptación al tipo de suelo
-sistema radicular profundo
-resistencia al viento, calor, frío, plagas y enfermedades
-crecimiento rápido
-no dar muchos chupones o renuevos (raíces adventicias)
-no reproducirse fácilmente por semillas (para que no invadan los cultivos protegidos)
-deben conservar el follaje la mayor parte del año
-dar productos secundarios (leña, forraje, frutas, etc.)
Árboles para cortinas
Populus sp.
Prunus virginiana
Quercus robur
Robinia
Salix alba y Salix humboldtiana
Ulmus parviflora y Ulmus americana
Pinus halepensis, Pinus brutia
Pinus canariensis
Cupressus arizónica
Cupressus sempervirens
Cupressus macrocarpa, Cupressus torulosa
Juníperus virginiana
Tamarix articulata
Gleditsia triacanthos
Casuarina
Eleagnus
Rompevientos densos se consiguen con:
Carpinus (carpe) - Pyracantha
Taxus
- Parkinsonia
Fagus (haya)
Crataegus oxyacantha
Semidensos con:
Populus sp.
Eucalyptus sp.
Ligustrum sp.
Myoporum laetum
Plantas para cortinas temporales
Crotalaria juncea
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Pennisetum purpureum
Ricinus communis
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PROTECTORES SUPERFICIALES
Son elementos de diferente naturaleza que se distribuyen sobre el suelo con el objeto de
proteger su superficie, evitando que el viento actúe directamente sobre las partículas sueltas o
formando una costra superficial sobre el mismo. Esta protección puede ser temporal o permanente.
En algunos casos sólo se busca sujetar el suelo hasta su uso permanente con siembras o bien
protegerlo definitivamente para evitar daños en caminos, establecimientos, instalaciones de riego,
etc.
Se clasifican en:
1) Protectores vegetales producidos “in situ”
2) Protectores vegetales esparcidos formando colchón
3) Protectores no vegetales
1-Protectores vegetales producidos in situ
El terreno se estabiliza haciendo primero una preparación física mediante araduras que lo
dejen ni muy liso ni muy rugoso, con aterronamientos de hasta 10 cm de altura y segundo
sembrando sorgo, centeno u otra planta que es la que hará las veces de colchón. Luego, este cultivo
se puede cortar o dejar completo sobre el terreno para que lo proteja hasta que se desarrollen las
gramíneas, árboles o arbustos que serán los definitivos. Si queda, la plantación principal se hace
entre hileras y luego el cultivo que sirve de colchón, se corta.
2-Protectores vegetales esparcidos
Este método consiste en proteger el suelo con heno o paja de vegetales producidos en otro
lugar, que se traen y esparcen para formar un colchón protector que evite la voladura del suelo. Los
pasos a seguir son:
a) se prepara el suelo para sembrar, dejándolo con una cierta rugosidad, no más de 10 cm,
ya sea para hacer siembra en surcos o al voleo;
b) se siembran gramíneas o leguminosas, en la época más propicia por las lluvias y/o la
menor intensidad del viento;
c) luego se esparcen sobre la siembra, heno o paja, con el objeto de protegerla. Es mejor el
heno, porque al ser más fino, presenta una mayor superficie protectora para el mismo
volumen, además, se distribuye mejor que la paja o los restos de sorgo y maíz (estos son
muy gruesos)
d) luego hay que, de inmediato, anclar o fijar este material (heno o paja) al suelo para que
no se vuele. Esto se consigue en 2 formas: mecánicamente, con herramientas que lo
entierran en parte, hasta una profundidad de 5 a 7 cm. Los mejores son rastras de discos
de bordes lisos o dentados, de bordes romos para que no corten la paja, o también
usando fijadores que se mezclan con la paja al esparcirla. Se emplean emulsiones de
asfalto diluido con destilados de petróleo de precipitación rápida que se le agregan al
heno a medida que éste se va desparramando, ya sea en el mismo momento de salir de la
máquina o inmediatamente después que esté en el suelo. Este recubrimiento debe ser lo
suficientemente fino como para no impedir que salgan las semillas sembradas
previamente. El objeto de esta emulsión es pegar al heno o la paja entre sí y no al suelo,
para que formen como una red o malla protectora que deja miles de orificios por donde
emergen las semillas.
3- Protectores no vegetales
En este sector se agrupan varias sustancias que se usan en forma relativa, es decir no como
elementos exclusivos de protección, sino como protectores temporales que permitan a cierto plazo
que se pueda establecer una vegetación permanente. Esta es lo más efectivo, duradero y barato en el
control de la erosión.
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a) fibra celulósica de madera
Se utilizan fibras, igual que las obtenidas para tableros de fibras, que se suspenden en
una solución acuosa y se esparcen sobre el terreno quedando una masa afieltrada y
esponjosa, por sistema de aspersión. Previamente se agregan semillas de especies
definitivas, en la suspensión, que luego quedan en la masa esponjosa en contacto con el
suelo, en condiciones de germinar. Para ello también se suele agregar fertilizantes en la
aspersión. Cuando se trata de erosión eólica no hacen falta fijadores encima de las fibras,
pero si es hídrica sí. En este caso se agrega una emulsión de asfalto o resina para impedir
el arrastre.
b) líquidos orgánicos e inorgánicos
Tienen por objeto formar una película delgada y resistente sobre el suelo, que
permita a las semillas sembradas dentro del suelo, germinar sin problemas y luego
emerger rompiendo la película formada. La película ideal es la que protege a la semilla
ayudando a conservar la humedad del suelo y a su vez es lo suficientemente porosa para
permitir la entrada de agua y aire. No debe ser soluble en agua y resistir hasta que se
establezca la vegetación permanente.
Las sustancias utilizadas son:
- Emulsión acuosa de resina de petróleo:
anda bien para suelos arenosos y de textura media. Protege contra la erosión hídrica y
eólica entre 6 meses o varios años; dura más si tiene más arena. En los suelos
arcillosos se desintegra en pocas semanas. Las semillas deben sembrarse antes y
después se aplica la emulsión.
- Emulsión de asfalto y asfalto disuelto en destilados de petróleo:
las películas superficiales deben ser de curado y precipitación lenta, porque permiten
a las plántulas perforarlas con mayor facilidad. La emulsión de asfalto es algo menos
efectiva que el asfalto disuelto en derivados de petróleo, éste pasa mejor el invierno
sin agrietarse ni resquebrajarse. Se conservan intactas entre 6 meses y 1 año, lo que
depende de la textura del suelo (siempre en arenosos mejor). Estas películas son casi
impermeables, así que la siembra previa debe contener suficiente humedad en el
suelo para asegurar una buena germinación.
- Emulsión de látex en agua:
produce también una película impermeable o sea que hay que asegurar buena
humedad anterior del suelo, para la germinación de la semilla. Da resultados
similares a los anteriores.
- VAMA (compuesto de ácido maleico y acetato de vinilo):
no forma película, sino que aumenta la formación de agregados estables en el suelo.
Eficaz en erosión hídrica.
- Regonit (derivado de la bentonita):
usado en Argentina con resultados contradictorios.
- Grava, piedra y piedra machacada:
son de carácter permanente. No hay que cubrir todo el suelo, sino solo el 80%. La
grava fina es la más ventajosa pues permite instalar una vegetación de gramíneas y
leguminosas. Es más barata.
- Otros productos comerciales derivados del petróleo:
especialmente son utilizados en la fijación de dunas y médanos: en Argentina el
AWS – 436 (ESSO) es aceptable.
- Productos cauchíferos:
son una mezcla de látex y petróleo. No forman una película rígida y se adaptan mejor
a las irregularidades del terreno y permiten la germinación y desarrollo de las plantas
herbáceas sujetadoras del suelo.
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FORMACIONES EÓLICAS ARENOSAS
Dunas
Son acumuladores de arena a lo largo de las costas marítimas. La erosión de las rocas
submarinas libera partículas de arena que son llevadas por el oleaje y las mareas, hasta la costa y
depositadas en las playas. Los vientos normales a las costas provocan esos movimientos del mar.
Cuando el mar se retira y las arenas quedan descubiertas, éstas se secan y el viento las traslada hacia
el interior. Allí se acumulan junto a cualquier obstáculo que encuentran.
Médanos
Este nombre se reserva para las acumulaciones de arena que se producen en el continente.
Las dilataciones y contracciones bruscas provocan la fractura y desmenuzado del material rocoso
formando partículas de diferente tamaño. Estas pueden ser arrastradas por el viento, esmerilando y
desagregando otras superficies y produciendo más materiales de arrastre que se mueven por
saltación o rodamiento. Este efecto es más notable en zonas con períodos de sequía y de grandes
amplitudes térmicas diarias y estacionales.
Cuando aparecen junto a corrientes de agua se denominan fluviales y en este caso las arenas
tienen su origen en procesos de erosión hídrica en la cuenca, pero su posterior acumulación y
traslación se deben a la erosión eólica.
Proceso de formación de dunas y médanos
Sobre un terreno arenoso, un viento que sople en forma constante y durante un cierto
tiempo, tendrá una cierta capacidad para arrastrar las partículas superficiales del mismo, desde las
más finas hasta las de mayor tamaño, lo que dependerá de su velocidad. Por ej. : un viento de 7,5
m/seg, sobre un terreno horizontal puede desplazar por rodamiento partículas de 1 mm de diámetro.
Cuando la masa de aire y partículas avanza y golpea sobre otras superficies con obstáculos,
pierde parte de su energía provocando la deposición de las partículas más pesadas, a las que ya no
pueden transportar; las más finas continúan su marcha hasta que las sucesivas pérdidas de energía
del viento las depositen más adelante, en un punto más alejado. Las partículas se acumulan junto a
los obstáculos que hacen perder energía al viento, formando fajas o montículos normales a la
dirección del mismo.
Forma y avance de las arenas
Generalmente se forman cadenas entrecortadas, montículos o elevaciones contiguas, que
presentan pendientes suaves hacia el lado de donde sopla el viento (10° a 15°) y mucho más
pronunciadas a sotavento (50°- 60°). Entre las cadenas de dunas se forman depresiones o valles más
o menos continuos.
Las arenas llevadas por el viento ruedan y ascienden por la pendiente suave llegando a veces
hasta la cumbre y descendiendo luego a sotavento, lo que provoca el desplazamiento de todo el
conjunto en la dirección del viento. Si el aporte de arena es constante, la acumulación puede llegar a
grandes alturas, 80 a 100 m. Tanto la altura alcanzada como el avance son muy variables y
generalmente inversos, es decir a mayor altura, menor avance y viceversa. Esto explica que las
formaciones más altas son las que se encuentran más cerca del lugar de origen. (En Las Landas
recorren en promedio 20m por año, aunque se han registrado años con valores de 1m por día)
Cuando los médanos en su avance obstruyen corrientes de agua, actúan como diques, que
obligan al agua a embalsarse formando lagunas (sur de San Luis, Argentina)
El tamaño de los materiales varía entre 0.25 y 3-4 mm de diámetro. El color es siempre
claro, entre gris blanquecino a amarillo rojizo, lo que dependerá del tipo de minerales que los
componen.
Cuando se trata de dunas litorales en donde la humedad relativa es grande, al ponerse el sol,
la arena se enfría rápidamente y se producen condensaciones sobre ella que fácilmente pasan al
interior de la duna, lo que explica que se encuentre agua dulce en el interior de ellas.
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En general, en el caso de las dunas, el clima se caracteriza por una gran humedad relativa,
temperaturas sin grandes oscilaciones y precipitaciones variables; en el caso de los médanos, en
especial en los desiertos, la humedad y las precipitaciones son muy escasas, las temperaturas sufren
grandes variaciones y el viento sopla durante largos períodos en forma constante.
TÉCNICAS DE FIJACIÓN
En las tareas de fijación de las arenas, deben tenerse en cuenta ciertas normas generales:
1- Detención de las arenas
2- Estabilización del suelo
3- Utilización del suelo
1- Detención de las arenas
Se deben detener las arenas en la iniciación del arrastre, lo más cerca posible de su origen,
pues la saltación de las partículas tiene efectos progresivos y acumulativos. Esta etapa es temporal y
no ofrece una protección continuada.
2- Estabilización del suelo
Después de detener el movimiento de las arenas se debe fijar el suelo, lo que se consigue en
etapas sucesivas y por distintos medios.
Puede haber una estabilización preliminar, lograda con vegetación viva o con medios
mecánicos. Cuando se utiliza vegetación viva, las especies deben cumplir ciertos requisitos:
a. sistema radical superficial y bien desarrollado
b. enraizar inmediatamente después de plantadas
c. tener la parte aérea fuerte y flexible
d. resistente a las acumulaciones de arena
e. deberá proporcionar una cubierta homogénea.
Son pocas las plantas que cumplen estos requisitos. La más característica y universalmente
empleada es la Ammophila arenaria. Existen otras probables pero ésta es la más utilizada por su
eficacia.
En las dunas, la napa freática es relativamente alta y la vegetación que se coloca en forma
temporal compite en el uso del agua, con la que quedará luego en forma permanente, por eso,
cuando las lluvias no son suficientes se puede recurrir a otros medios.
Los medios mecánicos consisten en cubrir las arenas con capas de matorral muerto o ramas
o en construir empalizadas de madera o cañas o barreras bajas con ramas y matorrales formando
filas normales a los vientos haciendo reticulados sobre el terreno, o regando la superficie con
productos bituminosos, derivados del petróleo, etc.
A esta estabilización temporal, con vegetación herbácea, ramas u otros elementos, sigue la
definitiva o permanente. En esta fase se utiliza vegetación arbustiva y arbórea, de mayor porte, que
tiene por objeto fijar el suelo en forma definitiva a través de sistemas radiculares extensos y
profundos.
3- Utilización del suelo
En esta fase, que no siempre puede llegar a cumplirse, se trata de establecer un tipo de
vegetación arbórea que rinda el máximo beneficio bioeconómico, es decir que de la etapa de
protección se pasa a la de producción.
Dentro de éstos lineamientos generales se han utilizado distintos procedimientos y especies,
según las zonas o países, tanto en la fijación de dunas como de médanos.
Fijación de dunas
En las dunas hay que tener en cuenta que el ambiente es salino, no tanto por el suelo, sino
por el aire, cuando se elegirán las especies para repoblación. Se llaman dunas vivas las que se
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mueven porque no tienen vegetación natural que las fije, y muertas a las que están estables gracias
a la existencia de vegetación espontánea sobre ellas.
El procedimiento clásico es el de construir una duna artificial o antiduna a una cierta
distancia de la línea superior de la máxima marea, de manera tal que una vez que se logra la altura
total de la antiduna, los nuevos aportes de arena sean nuevamente arrastrados mar adentro.
La antiduna es una barrera artificial de estacas, tablas, etc., semipermeable, a través de la
cual parte de la arena que choca contra ella cae al lado y se va acumulando en el frente, y otra pasa
al otro lado y se acumula en menor proporción a sotavento, calzando las estacas por los dos lados.
Esta empalizada tiene entre 1,50 y 2 m de altura y se clava a 100-200 m de la línea de las mareas
altas. Cuando ésta se cubre de arena puede agregarse otra empalizada, en la cresta de la duna
formada y así sucesivamente hasta lograr la altura deseada. Presenta el inconveniente, que se forma
un perfil triangular, cuya cúspide es fácilmente erosionable. Para evitarlo se planta delante de la
empalizada una barrera de ramas o cañas, de gran permeabilidad, que prolonga a sotavento la zona
de calma. Como consecuencia de esta disminución de velocidad se produce un depósito de arena
que da a la duna un perfil trapezoidal bastante regular. Se considera como una duna-tipo o ideal la
que presenta una pendiente de 20° a barlovento y de 45° a sotavento. La cara a barlovento debe ser
protegida mediante la siembra o plantación de especies resistentes como Ammophilla arenaria,
Tamarix gallica, Atriplex halimus, etc. De todas maneras hay que vigilarlas en forma permanente
para evitar que se formen depresiones en las crestas y por ellas se encajone el aire que puede
socavar la duna.
La duna litoral no es una solución totalmente satisfactoria y en algunas técnicas nuevas no se
la construye.
Inmediatamente detrás de la duna litoral se encuentra una zona de anchura variable que es la
zona litoral. En ella se practica una protección con vegetación herbácea y arbustiva, pero conviene
también colocar árboles. Si hay sólo vegetación baja, la arena termina por taparla. Los árboles en
cambio, cuando adquieren cierta altura hacen el mismo efecto que una barrera ancha muy poco
permeable (-20%), es decir que prolongan la zona protegida a sotavento (cosa que no ocurre con las
barreras permeables en donde la anchura no tiene mayor influencia)
También conviene repoblar con árboles la zona litoral para proteger más eficazmente las
forestaciones de la zona repoblada que son de tipo productivo; en caso contrario, las primeras
hileras sufrirán el impacto de las brisas saladas marinas.
TÉCNICAS EMPLEADAS
El que estableció el primer sistema de fijación fue Bremontier en Francia. Los trabajos
consistían en fijar las arenas y repoblarlas. Para ello, junto con las semillas de Pinus pinaster se
sembraba retama (Sarothammus scoparius) y tojo (Ulex europaeus) que tenían por objeto mejorar el
contenido de nitrógeno del suelo (son leguminosas). La fijación de las arenas se lograba con fajas
de remas normales al viento que ofrecían resistencia al mismo. Las ramas de pino, retama y tojo dan
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buen resultado, en cambio otros materiales como juncos y gramíneas se aplastaban contra el suelo y
entorpecían la germinación de la semilla. Las ramas se disponen en forma de tejado, es decir
imbricadas cubriendo el suelo después de la siembra. Los plantines emergen por los huecos dejados
por las ramas. Estas, con el tiempo, se pudren y se incorporan al suelo aumentando la materia
orgánica y la fertilidad.
Esta técnica no impedía el avance de las arenas y los jóvenes plantines se veían siempre muy
dañados. Para solucionar este problema surgió la idea de formar la antiduna o duna artificial, ya
descripta, que fue obra de Goury. El sistema de la antiduna se ha extendido en todos los países y ha
sido a su vez modificado en muchos de ellos.
Argentina
La clásica antiduna de tablas y estacas ya no se emplea más. En su lugar se construye un
“quinchado” formado con postes, enlazados con alambres. Entre ellos se cruzan y entrelazan ramas
de pinos, cipreses, eucaliptos, etc. Si son de eucaliptos y llevan frutos, suelen dispersar las semillas
y formar un repoblado junto al quinchado, que lo hace más denso y eficiente. Se prefieren además
las ramas de eucaliptos porque las hojas permanecen más tiempo adheridas a las ramas.
Este tipo de cerco se instala a unos 100 m de la línea de las mareas y tiene entre 1 y 1,50 m
de altura. Cuando se tapa se coloca otro similar arriba. Se alcanzan como máximo aquí, cerca de 17
a 18 m de altura total de la antiduna.
Actualmente el quinchado, en algunas zonas de la costa atlántica, se ha reemplazado por
bolsas llenas de arena que se apilan formando un cerco y llegan hasta unos 3 m de altura.
En otros lados, se usan los quinchados vivos, que están hechos también con postes y
alambrados, pero a los que se agregan por detrás estacas enraizadas de Tamarix o estacones de
álamos de 1,50 a 2 m de largo enterrados 1 a 1,50 m (mejor es con I-214)
Terminada esta primera etapa de detención de las arenas, se procede a ejecutar la segunda o
sea la de fijación del suelo.
Para la fijación se siembran Leguminosas, especialmente alfalfa y los tréboles de olor
(Melilotus albus). Las siembras se tapan con paja de juncos o de lino o de gramíneas. En las zonas
más críticas por el viento, se plantan matas de arundo (Ammophila arenaria) y de esparto (spartina
ciliata) en hileras a 0,70 m x 0,15 m, colocando 2 o 3 matas por hoyo.
Si hay problemas de sequía, no se utiliza la alfalfa pues compite por el agua con los
forestales a implantar después.
Las matas de arundo también pueden plantarse en líneas distanciadas a 2 m formando un
“damero”. En este caso las leguminosas se siembran en el medio de los dameros, al año siguiente
después que las matas arraigaron bien.
Cuando las laderas tienen mucha pendiente se suele utilizar matas de garra de león
(Mesembryanthemum edule)
Después de esta fijación temporaria por praderización se procede a la definitiva por
forestación. Una vez fijada la duna y la zona adyacente se plantan los árboles.
Al principio se utilizan especies leñosas arbóreas o arbustivas que son colonizadoras y
actúan como primera barrera de choque. Las especies más utilizadas son: el transparente
(Myoporum laetum), el tamarisco (Tamarx gallica) y las acacias australianas (Acacia longifolia, A.
Saligna, etc.) y el Pinus thumbergii. En la segunda línea, más lejos del mar se colocan Pinus
pinaster y Pinus halepensis (a partir de los 300 a 500 m del mar). El Pinus radiata, que es sensible a
los vientos marinos puede ponerse a partir de los 800 a 1000 m de la costa; y a 2-3 km se pone el
Eucalyptus globulus que se regenera espontáneamente.
Las especies elegidas dependerán, además de su resistencia a la sal, de las precipitaciones
locales.
La época de plantación más apropiada es desde abril a setiembre en nuestra costa atlántica
en general. Las plantas pueden llevarse a raíz desnuda.
Si la duna está fijada o sea que ya tiene vegetación, los forestales deberán ser más altos (4060 cm) pues se tendrán que enterrar más al plantarlos, para evitar la competencia de las raíces de las
22
otras plantas. Este enterramiento profundo tiene como desventaja que la planta crece poco en los 2
primeros años, pero luego se recupera.
Para la etapa de fijación también se han utilizado otros sistemas, basados en emulsiones
asfálticas que cementan las partículas de arena, sin impedir la germinación de las semillas ni la
penetración del agua. YPF produjo el Mulch EBL2 que se aplicaba sobre paja de rastrojo distribuída
sobre la siembra, que mejoraba el grado de adherencia del producto asfáltico sin molestar al
semillado. La siembra se hacía con una mezcla de trébol blanco (2 kg/ha), centeno (25kg/ha), pasto
llorón (1kg/ha) y alfalfa (2 kg/ha)
Chile
Se hacen quinchos con ramas, abriendo simples trincheras, de 1,20 a 1,50 m de altura. Las
líneas de quinchos forman un damero, separadas entre sí 9 a 14 m. En el interior del damero se
plantan directamente entre 100-150 árboles. Se utiliza Pinus radiata (a 1 x 1 m) y Acacia dealbata,
Acacia melanoxilon y Robinia pseudo-acacia. No se realiza praderización, el suelo se recubre con
los renuevos de estas especies.
Francia y Australia
La característica es que aquí se construye artificialmente la antiduna con maquinaria pesada
(bulldozer) sin esperar que se tapen los cercos de tablestacas. Se le da directamente la altura y forma
deseada, luego se fija con Arundo y se planta con Pinus pinaster y P. radiata.
Especies colonizadoras
Se plantan en la zona protegida por el “quinchado” y su misión es proteger a las especies
definitivas. Deben ser resistentes a la brisa salada del mar y al golpeteo de las partículas de arena
arrastradas por el viento. Además de estas cualidades generales, debe tenerse en cuenta en la
elección las temperaturas y precipitaciones.
Acacia longifolia:
Árbol pequeño, compacto, achaparrado, de crecimiento rápido. Plantación: de 1 año en
envase.
Tamarix gallica:
Árbol pequeño, compacto, rebrota de cepa. Para primera línea. Plantación: por estacas semileñosas o barbados de 1 año.
Myoporun laetum: (transparente)
Árbol compacto, de crecimiento más lento y sensible al frío. Plantación: por estacas semileñosas o como barbados.
Acacia saligna:
De buena altura y follaje compacto. Plantación: con envase plantas de 1 año.
Especies definitivas
Pinus pinaster:
Desarrolla muy bien en la arena. De raíz profunda y rápido crecimiento. Especie de primera
línea. Tiene pocas plagas. Buen resinero.
Pinus radiata:
Muy bueno en las arenas; de crecimiento muy rápido. Es atacado por la mariposita del pino
(Evetria buoliana) Sensible a la brisa marina. Es especie de 2° línea o en las hondonadas.
Pinus thumbergii (pino negro del Japón):
De porte mediano, muy resistente a la brisa marina. Especie de 1° línea como protectora.
Pinus pinea:
Es más exigente en suelos que los anteriores. Lo usan en España, pero en Argentina tiene un
crecimiento muy pobre sobre las dunas. No desrama bien.
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Pinus halepensis:
Es para zonas más protegidas. No resiste la brisa salina. Para líneas internas.
En esta misma situación se encuentran: Pinus canariensis, Cupressus arizónica, Cupressus
lusitánica, E. glóbulus, Acacia melanoxylon, etc.
Fijación de médanos
Los médanos generalmente son secos en la superficie, pero mantienen un buen contenido de
humedad a sólo 1 o 2 m de profundidad.
Hay médanos “vivos”, que son siempre removidos y cambian de lugar y “fijos o muertos”
que poseen una vegetación que los compacta, aunque en períodos de sequía pueden llegar
nuevamente a ser removidos.
En los médanos “fijos” se abren hoyos bien profundos, con el fondo por debajo del nivel de
las raíces de las plantas ya existentes para evitar la competencia por el agua. Se tapa con tierra hasta
unos 20 a 30 cm por debajo de la superficie, se apisona y se riega y luego se tapa el hoyo con paja
seca. Anda bien con Eucalyptus viminalis y E. camaldulensis. También se utilizan con éxito P.
Halepensis, P. pinea y Ulmus pumila que son muy resistentes a la sequía.
En los “móviles” se realiza primero un cultivo herbáceo, que al final de su ciclo vegetativo
se entierra. Aporta materia orgánica al suelo y las semillas vuelven a brotar, permitiendo un nuevo
ciclo, en el cual se realiza la plantación de los árboles. En nuestro país se utiliza el centeno (Secale
cereale) que es muy rústico y no necesita muchas labores previas, a razón de 60 kg/ha luego se
riega con un aglutinante asfáltico EBL-2 (muy caro) Esto se hace en el otoño. En la primavera se
siembra pasto llorón (Eragrostis curvula), que al ser perenne fija mejor las arenas.
Después se procede a forestar con pinos, eucaliptos y cipreses, aunque estos últimos son
algo sensibles al efecto abrasivo de la arena.
En la etapa de praderización se suele utilizar como alternativas: en la siembra de primavera,
maíz, sorgo, mijo o pasto llorón y en la de otoño centeno, agropiro o pasto llorón. En vez de
emulsión asfáltica puede cubrirse con paja de cereales, la cual se entierra un poco para anclarla al
suelo, pasando una rastra de discos.
En los médanos vivos, si el clima es templado y con buenas precipitaciones, andan muy bien
los álamos. Prego en la provincia de Buenos Aires plantó estacones de álamo I-214 a diferentes
profundidades. Logró muy buen enraizamiento a 1,50 m de profundidad y un 90% de prendimiento.
Lo mejor es utilizar estacones de 3 cm de diámetro y enterrarlos hasta 1m y con un espaciamiento
de 5x5 m. Los sauces son más sensibles a la sequía y deben ponerse a 1,50-2m de profundidad
(Bueno el 131/27)
Los álamos andan mejor en médanos vivos que en los fijos, porque tienen menos
competencia radicular.
Otras especies utilizadas para forestar son Eucalyptus viminalis, Eucalyptus macarthuri, E.
cinerea y E. sideroxylon y entre las coníferas: Pinus radiata, P. pinaster, P. halepensis, etc.
Método Argerich
Se abren hoyos en el médano y dentro de cada uno de ellos irá una planta. El fondo del hoyo
debe estar a un nivel más bajo que la profundidad a que llegan las raíces de las plantas silvestres del
lugar.
Se coloca la planta y se tapa con arena hasta más arriba del cuello. Luego se riega la arena.
Se le pone encima una capita de arena seca que llega hasta las primeras hojitas. Finalmente se
agrega paja, dejando sólo el ápice de la planta afuera.
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PLANTACIÓN EN ZONAS ÁRIDAS Y SEMIÁRIDAS
Para forestar en estas zonas hay que tener en cuenta ciertos factores que son: la conservación
al máximo de la poca humedad disponible, la protección contra la erosión eólica, el manejo de los
riegos y la presencia de altas concentraciones salinas.
Conservación de la humedad
En general se consideran como “zonas semiáridas” a las que tienen menos de 400 mm de
precipitación anual y períodos de sequía de hasta 6 meses. Son tierras marginales destinadas a
agricultura de secano o ganadería y donde aparecen los tipos de vegetación de monte o chaparral
(bosques espinosos bajos)
Aunque a veces las lluvias sean mayores, los períodos largos de sequía obligan a tomar
medidas especiales. El suelo se rotura sin darlo vuelta para mantener en la superficie la poca
materia orgánica que poseen; a veces se deja la cubierta vegetal existente, siempre que no resulte
mucha competencia, para evitar un recalentamiento del suelo y disminuir la evaporación. En suelos
arenosos, los surcos se hacen superficiales y sólo en el lugar en que se colocarán las plantas.
Se hacen hoyos de 30 a 50 cm de profundidad y 20-30 cm de diámetro y se coloca en el
fondo una capa de restos vegetales o de musgo de unos 5-10 cm de alto, con el objeto de mejorar la
estructura y absorber agua.
Cuando es necesario eliminar la vegetación natural, por su competencia, se suele recurrir a
labores mecánicas o rozados por fuego. Este último caso es limitado según el tipo de suelos y exige
grandes precauciones para que no se extienda fuera del área marcada. Si el terreno presenta mucha
pendiente conviene dejar franjas con la vegetación natural intacta y trabajar los hoyos a mano.
Protección contra el viento
Es muy común en las zonas secas la formación de dunas y médanos. Es necesario nivelar las
formaciones arenosas y luego fijar el suelo, primero con vegetación herbácea y luego con árboles y
arbustos que actúen como rompevientos. Se utiliza un gran número de plantas por ha y
preferentemente especies de la misma zona.
Han tenido éxito en Méjico con Atriplex semibacata en suelos estériles residuales de minas
de oro y plata. En Perú con Tillansia straminea; en suelos salinos del norte de Chile con Distichlis
spicata, Ambrosia artemisiefolia, Hierochloe utriculata y Rumex cuneifolius.
Otras especies interesantes son:
Cortadeira rudiuscula – Baccharis – Sporobulus poiretii – Pennisetum purpureum
(Ecuador)
Genista hispanica, Cytisus y Mesembryanthemum acinaciforme (Chile)
Ammophila arenaria, Ipomea biloba y Mesembryanthemum cassifoliam, de rápido
crecimiento
25
Calligonum poligonoides: arbusto del oeste de Pakistán, soporta heladas y sequías;
crece rápido y hasta 2500m s/n/m, se planta por estacas en invierno (aún sí ya están
brotadas)
Cynodon dactylon: en todos los suelos, climas, alturas, resiste heladas, es agresiva
Cenchrus ciliaris: pasto perenne de raíces profundas 300-400 mm; tolera suelos
alcalinos, se adapta a varios climas; es buen forraje.
Panicum antidotale: buen forraje, arraiga fácil, resiste sequía
Chloris gayana: adaptación fácil, resiste sequía, se adapta a suelos alcalinos, buen
forraje.
En zonas bajo riego: las tierras son más caras y el trabajo intensivo, por eso deben cuidarse
mucho del viento y de la erosión mediante cortinas de árboles y arbustos y labores adecuadas. Las
mejores tierras se dedican a la agricultura, rara vez a los forestales. Estos sólo cumplen funciones de
protección y de complementación (leña, madera, etc.)
Zonas salinas-alcalinas
En las zonas áridas con y sin riego es común encontrar suelos salinos y/o alcalinos. Montes
de Prosopis, en Méjico viven sobre pH = 8,9.
Las sales se acumulan generalmente por lluvias estacionales y falta de drenaje o por riegos
mal ejecutados.
Algunos suelos alcalinos pueden ser mejorados por lavados, buenas prácticas de cultivo y
agregado de sulfatos o ácido sulfúrico al 2 %.
La presencia de algunas sales, en pequeña cantidad, aún alcalinas (CaCO3) en dunas y
suelos arenosos en general puede favorecer las plantaciones, ayudando a retener la humedad por
más tiempo.
Algunas plantas tienen gran capacidad para absorber sales y mejorar el suelo. Atriplex
muelleri en Sudán, absorbe ClNa en 1280 kg/ha. Se plantan antes o junto con el cultivo principal y
luego que cumplen un ciclo, se arrancan. También Agropyrom elongatum es mejorador de terrenos
con pH alto.
Prosopis tamarugo en el norte de Chile también concentra sales en la superficie.
Métodos de plantación
Casillas
Son cavidades de 30 x 30 x 30 cm, aunque su profundidad es más variable. En zonas de 600
mm o más de lluvia al abrir el hoyo se deja la tierra a un lado, permitiendo que el agua moje las
paredes y llene el agujero, antes de plantar. En zonas secas, se abre el hoyo al plantar y se rellena
con la misma tierra para evitar que las paredes y el relleno se sequen demasiado. Si hay piedras de
color claro se ponen alrededor del arbolito para reducir la evaporación (no permite que se caliente la
zona, pues refleja más la luz, en cambio las piedras oscuras aumentan la temperatura y la
evaporación)
En zonas llanas se colocan en líneas para facilitar las labores, pero en zonas en pendiente se
colocan al tresbolillo para captar mejor el agua que escurre por las laderas, sin formar cárcavas. En
zonas muy secas y rocosas las casillas pueden hacerse más grandes para que junten más agua.
Terrazas o bancales
Son verdaderos escalones abiertos en las laderas en pendiente que modifican su inclinación
y permiten contener toda el agua de las lluvias. Se cava la ladera y la tierra se amontona hacia
abajo. La superficie horizontal del escalón generalmente se hace inclinado hacia la montaña (contrapendiente) Mientras más inclinado es el terreno, menor es el ancho de la terraza y la distancia entre
ellas. Debe cuidarse que la capa superficial, más fértil del suelo quede sobre el escalón y el talud,
para que se cubran más rápido con vegetación. La del talud se deja, la del escalón se elimina si
compite con los arbolitos.
26
A veces se hacen los taludes con piedra en seco, en ese caso, el talud tendrá 1 m de altura
por cada 0.5 m de desplazamiento horizontal. Estos muros nunca son verticales.
El largo puede ser de 2 o 3 m a varios cientos; en tramos o siguiendo las curvas de nivel. Si
son muy largas, cada tanto se abren fosos para contener y frenar el flujo de agua cuando se
producen lluvias torrenciales. Estos fosos se aseguran con muros de piedra y se conectan entre sí
para que el agua pase fácilmente de unos a otros.
También se usan las trincheras de media luna que son terrazas con esa forma en vez de
rectas. Además son cortas, de 2 a 3 m y se construyen con las puntas hacia arriba de la pendiente y
se ubican al tresbolillo entre sí. Se usan mucho en las zonas con cárcavas que no permiten terrazas
largas. Mientras menos agua se tenga, se pondrán a mayor distancia entre ellas. Se aprovechas las
mismas cavidades talladas por la erosión y si sus bordes son muy empinados, se rebajan y suavizan.
Luego, dentro de estas “trincheras” se cavan los hoyos o casillas donde se colocarán los plantines.
Las distancias verticales y horizontales entre las terrazas dependen de la pendiente. Ej.:
Pendiente %
Distancia
Vertical
Horizontal
2,0 m
67,0 m
3,0 “
30,0 “
4,0 “
16,0 “
5,0 “
10,0 “
3
10
25
50
Mientras mayor sea la pendiente, mayor será la distancia vertical y menor la horizontal.
Las terrazas se construyen siguiendo las curvas de nivel y con una pendiente, a lo largo de su
recorrido, del 0,5 – 1 %, con el objeto de dejar escurrir los excesos de agua de las laderas y juntarlos
en puntos especialmente protegidos de la erosión por muros de piedra, vegetación, etc.
Fajas a curvas de nivel
Cuando la pendiente del terreno no es muy grande, permite realizar el cultivo en fajas que
siguen las curvas de nivel y que tienen un ancho de 2 a 2,5 m y van alternadas entre fajas de 5 m de
ancho que se dejan sin cultivar.
Estas fajas se trabajan en toda su superficie y no modifican la pendiente natural del terreno,
en cambio en las terrazas se trabaja sólo el lugar donde irán las plantas y además, modifican la
pendiente.
En zonas semiáridas, los arbolitos se desarrollan mejor en terrenos desmalezados y
escardados, que en casillas o terrazas; en cambio en zonas lluviosas anduvieron mejor los cultivados
en terrazas que en fajas desmalezadas y escardadas.
Método estepario
En este método se realiza la preparación del suelo para la plantación mediante una aradura
de toda la superficie, luego, con la parte más superficial de las capas removidas se arman caballones
altos con sus terraplenes. La profundidad de la aradura no debe ser muy grande para evitar que las
capas que quedan abajo y que no tienen acceso a las raíces al principio, se agoten de su contenido
de humedad, antes que termine el período de sequía. Por ello es que para activar la vegetación sin
consumir las reservas de agua, se combina la aradura con un alomado del suelo. Estos caballones
crean un microclima para las plantitas, favoreciendo la formación de raíces y la formación de
humus por la acumulación de hojas. Los arbolitos se plantan sobre el caballón.
27
Cuando la zona es muy seca, se hacen verdaderos canales entre los terraplenes con el fin de
acumular humedad. Aún no se conocen bien sus resultados.
Especies aptas
Achinus molle, Tamarix, Pinus halepensis, P. brutia, P. eldárica para menos de 400 mm
anuales de lluvias. Entre 400 y 600 mm: P. pinea, P. pinaster, E. camaldulensis, E. sideroxylon, P.
canariensis, Ulmus pumila, Cupressus sempervirens, etc. De 600 a 800 mm: P. radiata, Cupressus
macrocarpa, Robinia pseudo-acacia, P. pinaster, etc.
Técnica usada en Israel
Para implantar P. halepensis se riegan los recipientes y los hoyos antes de plantar, con unos
3 litros de agua. Se planta y se cubre el suelo alrededor de la plantita con una hoja de polietileno
que se afirma con una capita de tierra que se le coloca encima. Este proceso evita la desecación y
amplía el período de plantación.
Técnica usada en La Pampa (Argentina)
Se hacen hoyos a mayor profundidad, (10-20 cm por debajo del nivel del suelo) y se cubren
con paja. También se planta en el fondo de surcos profundos. En algunos casos se aconseja una
labor de desfonde y laboreo superficial con rastras cada 15-20 días. Se aconseja la plantación no
muy densa, (a 4 x 4), distancia definitiva, pues no hay respuesta al raleo por el escaso desarrollo que
tienen las plantitas.
FORESTACIÓN EN ZONAS ANEGADAS
Los suelos que quedan bajo el agua en forma temporal o permanente experimentan cambios
progresivos en su estructura pues sufren por falta de aireación, por baja fertilidad y por la presencia
de sales tóxicas.
En las zonas áridas, sin buen drenaje, los pantanos o zonas inundables suelen ser salinos, lo
que limita el número de especies aptas.
Lo importante es que la topografía del terreno permita tener a las aguas en movimiento y no
estancadas. Para ello se recurre a la construcción de un buen sistema de drenaje. El sistema de
drenes depende de la cantidad de agua, del tipo de vegetación, de las pendientes de desagües, etc.
En el Delta se emplean dos tipos de sistematización:
a) Drenaje libre: que consiste en abrir un sistema de zanjas que llevan sus aguas al río, en
terrenos no más adentro de 800m desde la costa. Se construyen zanjas perpendiculares
al río principal, que tienen +2 m de ancho y se colocan a unos 200m entre sí.
Perpendiculares a éstas, se construyen otras menores de 0,80 a 1 m, llamadas sangrías.
28
La distancia entre sangrías es de 30 m. La profundidad de todo el sistema depende del
volumen de agua y del nivel del río con respecto a la plantación. En la salida de las
zanjas principales hacia el río, se suele colocar un caño con una tapa. Esta tapa se abre
cuando el agua sale al río y se cierra cuando el río sube e intenta entrar.
b) Drenaje cerrado: en estos casos el agua se saca por medio de bombas y compuertas. Para
ello se levanta en todo el perímetro un dique de tierra (como un albardón alto) En el
interior se cavan zanjas y sangrías que permiten acumular agua junto al endicamiento y
desde allí se extrae con bombas y se vuelca al río. Esto se complementa con un buen
sistema de compuertas.
Cualquiera sea el sistema de drenaje elegido, la preparación y abertura de las zanjas y drenes
debe realizarse 1 año antes de la plantación, para desagotar el campo y comprobar el
funcionamiento del sistema. Luego se procede a eliminar el pajonal, generalmente se quema en
invierno, o mejor aún si se corta o aplasta con un rodillo; esto último es lo mejor porque así se
demora el rebrote.
Una vez dominado el pajonal se procede a levantar montículos, caballones o albitanas, lo
que dependerá de las condiciones del terreno. Si el grado de humedad o la presencia de agua
impiden el trabajo con máquinas, se hacen montículos con herramientas de mano; si pueden entrar
máquinas se hacen los otros dos.
En la parte alta se cultivan álamos y en las bajas (fondo de los albardones) se ponen sauces.
También pueden plantarse Eucalyptus camaldulensis o E. robusta y Taxodium distichum y
Casuarina equisetifolia.
En lugares salinos sin desagüe se da bien el Tamarix gallica. También los E.
gomphocephala, E. occidentalis y E. cormuta que toleran hasta 5000 p/p/millón de sales.
En el Delta se forman los suelos de pantano o del bañado que tienen restos orgánicos
descompuestos y sin descomponer que forman una turba fibrosa y suele estar mezclada con arena
fina, limo y arcilla y tiene unos 80 cm de espesor, seguido por otro horizonte de arena fina, limo y
arcilla de unos 50 cm.
El suelo del albardón también presenta la capa de materia orgánica pero mucho más fina, 15
a 20 cm. Ambos tipos son pobres en P y Ca y tienen un pH entre 4,5 y 6,5 aunque en manchas
salinas puede llegar a 8,5.
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Terrenos salinos
Tamarix sp.
Eleagnus angustifolia
Eucalyptus camaldulensis, robusta, globulus
Casuarina cunninghamiena
Cupressus sempervirens
Prosopis alba
Pinus halepensis, brutia
Ulmus pumila
Robinia pseudoacacia
Populus alba
Catalpa speciosa
BIBLIOGRAFÍA
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