LOS CUASI ESTADOS NACIONES

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Los cuasi Estados Naciones
OSWALDO DE RIVERO
Desde el surgimiento del Estado Nación moderno en Europa
y los Estados Unidos, han proliferado en América Latina, Asia, el
Medio Oriente y África unos 140 nuevos Estados. Una suerte de ley
histórica del rendimiento decreciente de las posibilidades de
viabilidad nacional ha acompañado esta proliferación. En efecto, la
mayoría de los Estados nacidos en el siglo XIX —como los
latinoamericanos— y casi todos los nuevos Estados surgidos en el
siglo XX —como los asiáticos y africanos— son, después de más de
un siglo y muchos decenios de independencia, proyectos nacionales
incompletos, que no se han desarrollado. Son cuasi Estados
Naciones.
Comenzando el siglo XXI, los cuasi Estados Naciones
latinoamericanos, a pesar de ser fundadores en el siglo XIX de una
nueva comunidad republicana de Estados originada bajo la
influencia de las revoluciones americana y francesa, no han logrado
incorporarse
al
exclusivo
club
de
los Estados
capitalistas
desarrollados. Se dice que los países latinoamericanos perdieron
una década con la crisis de la deuda: la verdad es que han perdido
más de quince décadas sin poder convertirse en modernas y
prósperas democracias capitalistas. Hoy estos cuasi Estados
Naciones han sido superados en niveles de vida y modernización
tecnológica por el Japón, Taiwán, Corea del Sur, Malasia, Hong
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Embajador del Perú ante la ONU. Este es el primero de tres artículos que
tratan sobre los grandes desafíos que tienen los países subdesarrollados en el
siglo XXI.
Kong, Singapur, Australia, Nueva Zelandia y Canadá, que eran en el
siglo XIX, cuando América Latina irrumpía en la historia como una
entidad republicana rica en recursos naturales, países semifeudales
muy pobres o colonias británicas no muy florecientes.
Durante todo el siglo XX, las clases políticas de los cuasi
Estados Naciones no desarrollados han querido replicar el Estado
Nación moderno europeo o norteamericano, y en algunos casos
hasta intentaron replicar el disfuncional modelo estatal soviético.
Todos estos intentos de imitación terminaron en fracasos
estruendosos. Por la versión socialista se pagó con libertad y
escasez, y por la variante capitalista neoliberal hoy se paga con
desempleo y exclusión social.
Como consecuencia del fracaso del desarrollo nacional, la
comunidad internacional está hoy integrada, en su mayor parte, por
proyectos nacionales no logrados, por cuasi Estados Naciones
estabilizados en el no desarrollo. Esta realidad mundial devalúa las
innumerables teorías sobre el desarrollo que estuvieron muy de
moda durante la segunda mitad del siglo XX, y además, demuestra
que
replicar
el
Estado
Nación
democrático,
capitalista
e
industrializado es extremadamente difícil.
La aparición de estos leviatanes truncados plantea además
un hecho novedoso para la teoría de las relaciones internacionales.
En efecto, desde que surgió el Estado moderno siempre han
existido países poderosos y débiles, grandes y pequeños. Sin
embargo, en los siglos XIX y XX los Estados pequeños y no
poderosos como Bélgica, Suiza, Holanda, Dinamarca, Japón,
Noruega, Finlandia, Irlanda, España, Corea del Sur y Taiwán
lograron desarrollarse haciendo un esfuerzo científico-tecnológico.
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En cambio, los cuasi Estados Naciones de América Latina, África y
parte de Asia siguen entrampados en un colosal atraso científicotecnológico. Sin investigación, sin invención ni innovación, estos
países se marginan cada vez más de la economía global al
producir siempre lo mismo. Sus exportaciones de minerales,
azúcar, café, algodón, granos, carnes, lanas, textiles, bebidas,
conservas, material de transporte y otras manufacturas con poca
intensidad tecnológica tienen precios inestables y poca demanda.
Los cuasi Estados Naciones de América Latina, África,
Medio Oriente y de parte de Asia son como especies no aptas en
una economía global darwinista que desecha cada vez más las
materias primas y los productos poco transformados y demanda
cada día con mayor intensidad bienes y servicios de alto contenido
tecnológico que ellos no producen. El hecho de ser países
incapaces de investigar, inventar e innovar y cambiar su
producción es un problema más cultural que económico, que
prueba el decisivo impacto que tienen en el no desarrollo la falta
de vocación nacional por las ciencias naturales, físicas, biológicas,
químicas y matemáticas.
Durante la Guerra Fría, los cuasi Estados Naciones no
desarrollados adquirieron valor estratégico al aprovechar de una
manera u otra el conflicto Este-Oeste, logrando un espacio de
maniobra que les permitió obtener considerable ayuda económica y
créditos de uno o de ambos bloques para financiar su inviabilidad
económica. Terminada la Guerra Fría, los cuasi Estados Naciones
no proyectan ningún valor estratégico ni influyen en ningún
acontecimiento internacional importante. La actividad central de su
política exterior consiste ahora en pedir ayuda, reestructurar a cada
momento su deuda externa para no caer en la insolvencia, y sufrir
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constantemente programas de ajuste del FMI y del Banco Mundial.
Irónicamente, hoy lo único que está dando una renta estratégica a
los cuasi Estados Naciones es el peligro de su descomposición
nacional: muchos países ricos se ven obligados a estabilizar
económicamente a cuasi Estados Naciones de África y América
Latina para que no colapsen en entidades violentas e ingobernables
y así evitar olas de inmigrantes clandestinos y refugiados.
¿Cómo
hacer
viables
cuasi
Estados
Naciones
con
sociedades acientíficas que no innovan ni inventan nada, cuyas
poblaciones urbanas crecen en forma explosiva y sus exportaciones
de productos primarios y poco transformados tienen poca demanda
mundial? ¿Cómo reproducir una economía de mercado en países
latinoamericanos, asiáticos y africanos que tienen a más del 40% de
su población en la pobreza, viviendo con menos de dos dólares
diarios? ¿Cómo integrar al consumo capitalista global a los casi 5
mil millones de personas que viven en estos cuasi Estados
Naciones sin dañar seriamente la ecología planetaria?
Cerrar la brecha entre los cuasi Estados Naciones mal
llamados en desarrollo y los Estados Naciones desarrollados es
como buscar «El Dorado»: un mito inalcanzable. Más de medio siglo
de teorías y políticas para el desarrollo han terminado en un
verdadero apartheid socioeconómico mundial: un planeta donde
existe un pequeño archipiélago de 1 800 millones de personas con
capacidad de consumo global, rodeado por un océano de 4 200
millones de personas que viven con apenas dos dólares diarios y se
dedican a mirar vitrinas.
En el año 2020 la población de los cuasi Estados Naciones
alcanzará los 6 600 millones y será urbana. Actualmente están
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surgiendo en el mundo subdesarrollado, por nacimientos y
migración rural, decenas de grandes metrópolis pobres que
superan con facilidad los seis y diez millones de habitantes, como
Kinshasa, El Cairo, Lagos, Calcuta, Bombay, Karachi, Manila,
Dacca, Jakarta, México, Sao Paulo, Río, Buenos Aires, Bogotá,
Lima, entre otras. Paralelamente a estas megalópolis están
surgiendo también unas quinientas ciudades que sobrepasan los 2
millones de habitantes. Todos estos asentamientos humanos se
extienden caóticamente sobre tierras agrícolas, contaminando
aire, ríos, lagos y mares. Muchas de estas ciudades sufren ya
escasez de agua y de energía y están repletas de gente que gana
dos dólares diarios. Son grandes ciudades pobres, preñadas de
desempleo, informalidad, delincuencia y en muchos casos de
fundamentalismo. ¿Cuál será la situación cuando en el año 2020
la población de estas ciudades casi se haya doblado y las
condiciones climáticas del planeta agudicen la escasez de agua,
energía y alimentos?
Recientemente, un Informe del Pentágono sobre seguridad
mundial concluyó que el desafío global más tremendo de la
humanidad es ecológico. El informe coincide con lo que advertí en
la última edición en inglés de mi libro El mito del desarrollo, en el
sentido de que el gran desafío para la mayoría de la humanidad,
es decir, para los 6 mil millones de pobladores de los cuasi
Estados Naciones en el año 2020, será la lucha por la
supervivencia debido a que la disponibilidad de los tres factores
determinantes de la vida en la Tierra —el agua, los alimentos y la
energía— se están volviendo escasos y caros como consecuencia
de la expansión urbana y del recalentamiento de la atmósfera.
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A causa de la urbanización planetaria y el recalentamiento
global, la escasez mundial de agua es ya una certitud, y su precio
está aumentando. Los alimentos también serán cada vez más
caros en razón del mayor costo del agua y el desvío del uso de
esta de la agricultura hacia la expansión urbana. Asimismo, la
energía será más costosa por el incremento de la demanda
mundial debido a la voracidad de la urbanización planetaria, en
particular de China e India, y también por la utilización de costosas
tecnologías anticontaminantes en los combustibles para evitar el
aumento del recalentamiento de la atmósfera.
En cuanto al Perú, sostengo una vez más que nuestro país
está entre los 40 cuasi Estados Naciones con los más bajos
consumos per cápita de agua, alimentos y energía y con uno de
los más altos crecimientos urbanos del mundo. Si no contamos
con un plan nacional estratégico de largo plazo para estabilizar la
población urbana y al mismo tiempo lograr seguridad hídrica,
alimentaría y energética, el cuasi Estado Nación peruano, hoy con
más de la mitad de su población en la pobreza e insertado con
sesgos de inviabilidad en la economía global por su atraso
tecnológico y su producción poco transformada, podrá volverse
ingobernable como consecuencia de la falta de acceso de su gran
población urbana a cantidades de agua, alimentos y energía
indispensables para llevar una vida saludable y productiva.
El gran desafío para los cuasi Estados Naciones a comienzos
del siglo XXI no será lograr el desarrollo nacional, como lo fue en el
siglo XX, sino, más bien, la supervivencia nacional. Es decir, evitar
que el cuasi Estado Nación se convierta en una economía nacional
inviable o en una entidad caótica ingobernable.
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Nueva York, abril de 2004
desco / Revista Quehacer Nro. 147 / Mar. – Abr. 2004
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