EUROPA CENTRAL Y ORIENTAL Y LOS ESTADOS DE RECIENTE INDEPENDENCIA ESTRATEGIA DEL FIDA PARA LA REDUCCIÓN DE LA POBREZA EN EUROPA CENTRAL Y ORIENTAL Y LOS ESTADOS DE RECIENTE INDEPENDENCIA INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 PANORAMA DE LA REGIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 LAS DIMENSIONES DE LA POBREZA RURAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6 LA EXPERIENCIA DEL FIDA EN LOS ESTADOS DE RECIENTE INDEPENDENCIA Y LECCIONES IMPORTANTES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 ESTRATEGIA SUBREGIONAL PARA LA REDUCCIÓN DE LA POBREZA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8 División del Cercano Oriente y África del Norte – Departamento de Administración de Programas – Marzo de 2002 INTRODUCCIÓN En el presente documento se expone el programa estratégico plurianual del FIDA para los países de Europa central y oriental y los Estados de reciente independencia a los que el Fondo concede actualmente préstamos: Albania, Armenia, Azerbaiyán, Bosnia y Herzegovina, Georgia, la República de Moldova, Rumania y la ex República Yugoslava de Macedonia. Se basa en el marco estratégico del FIDA para 2002-2006 y su análisis se funda en una evaluación pormenorizada de la pobreza en la subregión y en un documento sobre posibilidades estratégicas presentado en un seminario sobre convalidación destinado a interesados oficiales clave que tuvo lugar en Bucarest en diciembre de 2001. Se pretende que sea un documento “vivo” que vaya evolucionando con el paso del tiempo. En su presente versión, incorpora las observaciones de los participantes en las mesas redondas organizadas por el Consejo de Gobernadores el 20 de febrero de 2002, en las que se presentó y debatió la estrategia actual. En lo que hace a la pobreza, la situación de la región de los Estados de reciente independencia es excepcional y constituye un desafío singular para el FIDA, pues, por un lado, los pobres de estos países, al igual que los del resto del mundo, carecen de activos y no tienen acceso a servicios básicos; su nivel de vida es bajo y se sienten impotentes e inseguros. Ahora bien, a diferencia de lo que sucede en otras muchas partes del mundo, la generalización de la pobreza es un fenómeno relativamente nuevo en la región. En la actualidad, la mayoría de los habitantes de los países en transición están alfabetizados; muchos tienen un alto nivel de instrucción y, hasta hace poco, gozaban de seguridad en el empleo y tenían garantizadas las pensiones de jubilación. Desde el derrumbamiento del anterior régimen comunista, la pobreza ha ido aumentando en los últimos tiempos a un ritmo sin parangón en ningún otro lugar. Según datos recientes, casi una de cada cinco personas de la región vive actualmente con menos de USD 2,15 al día. Hace justo un decenio, al inicio de la transición hacia una economía de libre mercado, menos de una de cada 25 personas vivía en semejante pobreza absoluta. Un hecho importante es que los campesinos de la región de los Estados de reciente independencia 2 corren a menudo un riesgo más elevado de caer en la pobreza que los residentes en las ciudades. Desde los inicios de la transición, la situación se ha deteriorado en el campo de toda la región y en la mayoría de los países han aumentado enormemente las desigualdades entre las zonas rurales y urbanas. En Albania, por ejemplo, casi el 90% de los pobres viven en zonas rurales y el 60% de los cabezas de familia pobres son trabajadores agrícolas autónomos. De igual modo, en la República de Moldova más del 21% de los campesinos se encuentra en la actualidad por debajo del umbral oficial de pobreza, mientras que en la capital del país ese porcentaje no supera el 7%. Aunque los campesinos producen gran parte de sus alimentos, lo que los mantiene fuera de la pobreza extrema, la gravedad de la pobreza y la amplitud de las desigualdades entre los pobres son considerablemente mayores en la mayoría de las zonas rurales. Si bien la pobreza rural en la región de los Estados de reciente independencia presenta múltiples facetas de gran complejidad, un factor desencadenante común a todos ellos es el vacío institucional provocado por el derrumbamiento de la planificación centralizada y el socialismo estatal. Muchos cabezas de familia rurales son nuevos campesinos que se han dedicado a la producción agropecuaria para compensar la pérdida de un empleo a raíz del derrumbamiento del anterior régimen económico. A pesar de la amplia reforma agraria y de otros importantes cambios políticos que han tenido lugar, las rentas rurales han permanecido estancadas, fundamentalmente a causa del acceso limitado a insumos y tecnologías esenciales, de los obstáculos a la concentración parcelaria, del deficiente acceso a los mercados, de la escasez de crédito rural y de las escasas posibilidades de obtener ingresos con actividades no agrícolas. Como han llegado a advertir los campesinos de la región, para tener éxito es esencial poder acceder a los mercados y disponer de créditos, fertilizantes, tecnologías apropiadas y otros activos productivos. Estos servicios, que antaño prestaba el Estado, sencillamente han dejado de existir o no se adecuan a las necesidades de la agricultura de pequeñas explotaciones recién privatizada. Así pues, una tarea fundamental del proceso de reducción de la pobreza consiste en crear nuevas instituciones adaptadas a la nueva realidad. PANORAMA DE LA REGIÓN Los ocho países que constituyen la región de los Estados de reciente independencia son un elemento relativamente nuevo en la cartera de proyectos del FIDA. En conjunto, forman una región diversificada con una población de 53,3 millones de personas, de las que se calcula que 23,2 millones viven en el campo y obtienen sus medios de subsistencia de la agricultura. Aunque la situación varía enormemente de un país a otro, las economías en transición están inmersas en un contexto marcado por la abrupta conclusión de la planificación centralizada y de los servicios estatales, lo que comporta, entre otras cosas, la reducción del gasto público y la disolución de los canales de producción, comercialización y distribución en los planos regional, nacional y local. Consideraciones macroeconómicas La amplitud del derrumbamiento económico caracteriza por sí sola la experiencia de la región de los Estados de reciente independencia frente a la de otras partes del mundo, pues la disminución de la producción y la caída de los niveles de vida rivaliza con la situación provocada por la Gran Depresión del decenio de 1930. Como puede verse en el cuadro que figura a continuación, en la mayoría de los países el producto interno bruto (PIB) y las rentas per cápita se encuentran en la actualidad muy por debajo de los niveles registrados al principio de la transición, cuyas consecuencias han sido especialmente graves en los Estados de reciente independencia de la ex Unión Soviética (Armenia, Azerbaiyán, Georgia y la República de Moldova), que dependían relativamente más de los mercados garantizados del anterior régimen estatal. Las rentas personales han disminuido en más del 60% en algunos países y la producción actual es inferior a los niveles anteriores a la transición en todos los países, salvo en Albania y la ex República Yugoslava de Macedonia. En el gráfico que figura a continuación se analiza la evolución de los resultados económicos. De él se desprende que los Estados de reciente independencia normalmente experimentaron una enorme caída de PIB al principio de la transición y que la recuperación ha sido lenta y de difícil sostenimiento. Las únicas excepciones a esta pauta son Albania, donde últimamente el crecimiento ha sido impresionante, debido sobre todo a que el país ha salido de la autarquía virtual existente en el antiguo régimen, y Rumania, que ha crecido de manera constante desde 1992. En la ex República Yugoslava de Macedonia, el aumento considerable del PIB en 1999 dependió fundamentalmente del aumento de los gastos en construcción y servicios relacionados con la guerra del Kosovo y de la llegada de refugiados. Una consecuencia importantísima del derrumbamiento económico es que todos los Estados de reciente independencia de la región experimentaron una fuerte disminución de la demanda de mano de obra. Los puestos de trabajo que antaño garantizaba el Estado dejaron simplemente de existir y han tardado en aparecer nuevas actividades del sector privado que pudieran absorber a esos trabajadores. Ante la falta de alternativas, muchas familias se han orientado a la agricultura de subsistencia y otras formas de trabajo autónomo a pequeña escala para obtener un sustento mínimo. Así pues, uno de los principales retos que tendrán en el futuro estos Estados, será, en el sector de la agricultura, ayudar a los campesinos a considerar las actividades agrícolas como una forma de salir de la pobreza y no sólo de hacerle frente. Producto Interno Bruto y renta per cápita de las economías en transición PIB a precios de mercado (miles de millones de USD) Renta per cápita, Método Atlas (USD) 1990 1999 1990 1999 Albania 2,11 3,11 845 870 Armenia 3,97 1,90 2 168 490 Azerbaiyán 9,84 3,70 1 351 460 10,60 4,52 1 980 1 147 8,82 3,41 1 967 620 Bosnia y Herzegovina Georgia República de Moldova 10,58 1,50 1 056 410 Rumania 38,46 34,14 1 585 1 520 2,56 3,30 1 195 1 690 Ex RepúblicaYugoslava de Macedonia Nota: Los datos correspondientes a 1999 son estimaciones preliminares; las cifras en bastardillas corresponden a años distintos de los especificados. Fuente: Los datos de 1990, salvo los de Bosnia y Herzegovina, proceden de World Development Indicators 2000, Development Data Group, Development Economics, Banco Mundial, Washington, D.C. Los datos de Bosnia y Herzegovina han sido tomados de EIU 2000 Country Report, Economist Intelligence Unit, Londres. Los datos de 1999 proceden de: Banco Mundial, 2000, Country at a Glance Data Sheet. 3 Índice de los resultados económicos medido por el PIB a precios de mercado 200 180 160 140 120 100 80 60 40 20 0 1990 1991 Albania 1992 1993 1994 1997 1998 1999 Nota: 1990 = 100 en todos los países salvo Georgia (1991 = 100) y la ex República Yugoslava de Macedonia (1992 = 100). No se dispone de datos de Bosnia y Herzegovina. Rumania Fuente: cálculos basados en los indicadores del desarrollo mundial 2000, Development Data Group, Development Economics, Banco Mundial, Washington, D.C. No se dispone de datos sobre Bosnia y Herzegovina. Azerbaiyán Ex-República Yugoslava de Macedonia El contexto histórico Por impresionante que sea el desplome de la producción económica y de los niveles de vida, lo que verdaderamente constituye la singularidad de la pobreza reinante en la región de los Estados de reciente independencia es que ha surgido en el contexto de cambios sistemáticos, profundos y de largo alcance habidos en la vida política, económica y social. Desde el punto de vista político, los habitantes de la mayoría de estos países viven ahora dentro de nuevas fronteras estatales, en naciones que están replanteando fundamentalmente sus entidades y en regímenes políticos que han abierto nuevas vías a la libertad de expresión y ampliado otros derechos civiles. En el ámbito económico, si bien la transición a una economía de mercado ha creado nuevas posibilidades de crecimiento y fomentado las inversiones privadas, también ha pro4 1996 República de Moldova Armenia Georgia 1995 vocado cierto grado de dificultades materiales e inseguridad desconocido anteriormente. Sucesivas crisis económicas, que han acarreado la pérdida de puestos de trabajo, el impago prolongado de los salarios, la hiperinflación y una drástica erosión de los mecanismos compensatorios habituales (como el bajo costo o la gratuidad de los servicios sociales, las subvenciones y los descuentos del precio de los bienes y servicios) han hecho que la gente se sienta vulnerable, impotente e incapaz de planear el futuro. Desde la perspectiva social, la transición no sólo ha entrañado problemas materiales antes desconocidos, sino también la destrucción de las pautas sociales normales. A diferencia de la mayoría de los pobres de los países en desarrollo, en general los de los países en transición son instruidos (a menudo mucho); antes de la transición, tenían un empleo seguro y preveían reci- bir pensiones y prestaciones del Estado cuando se jubilaran. Conforme se pierden puestos de trabajo y aumenta el desempleo, se quiebra la cohesión social. En algunos países las tasas de suicidio de los varones se han incrementado en más del 50%; está aumentando la trata de mujeres jóvenes y cada vez hay más jóvenes de las zonas rurales pobres que se dedican al narcotráfico. Estas pautas presagian la aparición de graves problemas sociales que amenazan con complicar las futuras actividades encaminadas a reducir la pobreza. La agricultura en transición Desde el principio de la transición, en todos los Estados de reciente independencia se han alcanzado progresos importantes en lo que se refiere a la liberalización de los mercados y el comercio, la privatización de las pequeñas y medianas empresas, la restructuración de las empresas, la comercialización de la infraestructura y la promulgación de medidas legislativas que permitan la difusión de servicios financieros privados. Se han efectuado numerosas reformas del ordenamiento jurídico, entre ellas los nuevos códigos civiles y de impuestos, las leyes sobre bancos comerciales, sobre propiedad de tierras agrícolas y sobre privatización. Los programas de privatización de las tierras han reasignado a pequeños campesinos privados un porcentaje importante de tierras antes propiedad de granjas estatales y colectivas. A pesar de los notables avances alcanzados en lo que se refiere a echar los cimientos de un crecimiento económico impulsado por el mercado, a la privatización agrícola le urge el respaldo de una reforma institucional que aliente las inversiones y permita a los campesinos aumentar su capacidad de acceso a los mercados, a suministros de insumos, a financiación y a asistencia técnica. Por lo general, las instituciones públicas no se han ajustado a las necesidades de los pequeños agricultores privados y, además, carecen de los recursos y del personal capacitado necesarios para desarrollar políticas sectoriales adecuadas o para prestar servicios y facilitar bienes públicos en todo el país. Como ya se ha dicho, muchos de los nuevos pobres se han dedicado a la agricultura para compensar la pérdida de empleo a raíz del derrumbamiento de las industrias estatales. Estos nuevos campesinos suelen tener escasez de efectivo y, al no existir o ser insuficiente el apoyo institucional, tienen pocas posibilidades de obtener crédito, lo que les permitiría dedicarse a cultivos más rentables. Es necesario asimismo avanzar considerablemente en el establecimiento de un suministro eficaz de insumos y mercados para los productos, más los servicios de apoyo conexos, entre ellos, de extensión, veterinaria y elaboración de productos agropecuarios. La reforma agraria. En principio, la privatización de las tierras agrícolas ha concluido o está a punto de hacerlo en todos los países examinados en este documento, pero se han dividido las tierras en parcelas sumamente pequeñas y fragmentadas, propiedad de ancianos u otras personas poco interesadas en la agricultura, por lo que sus consecuencias en la mitigación de la pobreza no han sido tan grandes como se esperaba. Antes bien, en lo relativo al crecimiento y a la mejora de las rentas rurales, han sido muy distintas, dependiendo en gran medida de la calidad de los procesos de reforma agraria en cada país. Aunque la metodología concreta de la reforma agraria ha variado de un país a otro, por lo general el proceso de distribución inicial se ha basado en consideraciones de justicia, lo cual ha provocado en la región otro problema, pues la distribución equitativa de las tierras no es forzosamente la más eficiente. Por todo lo dicho, es esencial que se establezca un mercado de tierras que funcione adecuadamente para promover las inversiones futuras en agricultura. Los edificios y las máquinas. La privatización de los edificios y las máquinas agrícolas planteó otro tipo de problemas, ya que esos activos eran en buena medida indivisibles y estaban pensados para ser utilizados en actividades a gran escala. Prescindiendo de cómo se dividieron esos activos fijos, por lo general los edificios y las máquinas proyectados para grandes explotaciones agrícolas estatales no se ajustan a las necesidades de los pequeños productores independientes. Así pues, los Estados de reciente independencia tendrán que hacer esfuerzos considerables para recapitalizar el sector agrícola con maquinaria e infraestructura más adecuadas a las necesidades de los actuales nuevos campesinos. Por sus graves problemas de liquidez y su escaso acceso a servicios financieros, la mayoría de los productores independientes no han podido asumir esas inversiones. La producción agrícola y ganadera. En toda la región ha habido un desplazamiento radical de los cultivos en rotación a gran escala a los cultivos de subsistencia con miras a alcanzar la seguridad alimentaria de las familias. En la actualidad, sólo se cultivan en mayor cantidad que antes cereales básicos y patatas, mientras que ha disminuido enormemente la producción de cultivos de valor superior, como cítricos, té, verduras, vino y tabaco, que exigen mayor especialización y equipos de elaboración específicos. Sencillamente lo que sucede es que, al tener una pequeña superficie para cultivar, a la mayoría de los campesinos que cultivan fincas familiares no les queda otro remedio que dedicarlas enteramente a alimentos básicos para satisfacer sus necesidades de subsistencia. Luego, una vez atendida su seguridad ali5 mentaria, apenas tienen incentivos para intensificar la producción a causa del escaso y deficiente acceso a los mercados. La producción ganadera también ha tenido que ajustarse a las nuevas condiciones de los mercados y el tamaño de los rebaños ha disminuido considerablemente a causa de la carencia de forraje importado y de las ventas de reses que los pequeños ganaderos se han visto obligados a realizar porque necesitaban dinero en efectivo para subsistir. Los mercados de insumos. Desde el comienzo de la transición, en general se han realizado grandes progresos en la privatización de los mercados de insumos. Así, por ejemplo, según estudios efectuados recientemente por el FIDA en Azerbaiyán y Georgia, los proveedores privados predominan en la actualidad en esos mercados, en particular en los de forraje, semillas, abonos y productos agroquímicos, aunque muchos comerciantes de insumos recién privatizados siguen orientados a atender las necesidades de los grandes productores agrícolas (comprendidas algunas explotaciones agrícolas estatales que aún subsisten y otras grandes actividades) y sólo ahora están empezando a asumir los tipos de servicios y líneas de productos adecuados a los pequeños productores actuales. En todos los países, estas consideraciones relativas a la oferta y los costos se ven agravadas por la inexistencia de orientaciones sobre la aplicación y utilización de productos químicos (comprendida la gestión integrada de plaguicidas) ajustadas a las necesidades de los pequeños agricultores. Por estos y otros motivos, a muchos agricultores privados les resulta sumamente difícil obtener los insumos que necesitan y los rendimientos de los cultivos son muy inferiores a lo que cabría esperar realistamente con una gestión más intensiva. Los mercados de productos. Desde el derrumbamiento del régimen anterior, la inexistencia de mercados seguros para los productos está siendo un obstáculo mayor para el desarrollo de la actividad agrícola que el acceso a los insumos. Los problemas que plantea la comercialización de las cosechas empiezan en las mismas explotaciones agrícolas, donde la redistribución de la tierra en pequeñas parcelas ha creado unidades de producción aisladas, en drástico contraste con la situación anterior a la transición, en la que se producían grandes volúmenes que se conservaban en almacenes centralizados. A consecuencia de ello, hoy día muchos pequeños agricultores tienen que recorrer largas distancias, con los consiguientes gastos e inconvenientes, para comercializar pequeñas cantidades de productos. Sólo ahora están empezando a desarrollarse nuevas salidas comerciales y el poder monopsónico de las escasas empresas al por mayor existentes (entre ellas, algunas estatales que han sobrevivido) 6 apenas deja a los campesinos margen de maniobra para negociar precios favorables. Además, se ha generalizado la desconfianza respecto de nuevas modalidades de acción colectiva, como asociaciones de productores y cooperativas, que se podrían utilizar para negociar condiciones más favorables, pues a muchas personas les recuerdan demasiado la época comunista. La financiación rural. En general, la experiencia de la región de los Estados de reciente independencia en materia de reestructuración de los servicios bancarios ha sido mala, sobre todo por la persistente injerencia de los gobiernos y su apoyo a las empresas públicas, la insuficiente regulación y los problemas que ha planteado la liquidación de las deudas de las anteriores granjas colectivas. Todavía no existen verdaderas instituciones de servicios financieros rurales y muchos bancos son reacios a conceder préstamos a campesinos, a los que consideran clientes de riesgo elevado y escaso rendimiento. Además, como todavía no se han desarrollado salidas comerciales seguras para los productos, los campesinos no saben qué precios obtendrán y prefieren no contraer préstamos. Es evidente que la inexistencia de instituciones que faciliten créditos de funcionamiento (a campesinos y comerciantes privados) y que financien inversiones en infraestructura y maquinaria agrícolas coarta el crecimiento de la agricultura. LAS DIMENSIONES DE LA POBREZA RURAL Para calcular el número de personas que viven en pobreza absoluta, un estudio reciente del Banco Mundial recurre al umbral de pobreza de dos dólares al día, que es realmente de USD 2,15 por persona y día en paridad del poder adquisitivo (PPA). Aunque el umbral de un dólar al día se utiliza para calcular la privación absoluta en otras muchas partes del mundo, el de dos dólares por día es más adecuado para esta región, en la que las bajísimas temperaturas comportan más gastos en calefacción, ropa de abrigo y alimentos. Este umbral se halla además en el extremo inferior de los umbrales nacionales de pobreza, expresados en PPA, de los países más pobres de la región. Por lo que se refiere al grupo-objetivo de las actividades del FIDA, según cálculos sencillos basados en los índices de cómputo de la pobreza y en datos demográficos de los diferentes países, cerca de 4 millones de campesinos de la región de los Estados de reciente independencia (excluida Bosnia y Herzegovina, de la que no se tienen datos) viven con menos de USD 2,15 al día. Si se aplica un umbral de pobreza algo superior, de USD 4,30 al día (más apropiado para países de renta media como Rumania y la ex República Yugoslava de Macedonia), el número de campesinos pobres aumenta hasta rondar los 12,3 millones, es decir, más o menos la mitad de las personas que viven en el campo. Aunque estas estimaciones no son precisas, la enorme diferencia entre el número de personas que viven con USD 2,15 y las que viven con USD 4,30 al día indica claramente que si bien puede que mucha gente todavía no se encuentre en situación de pobreza absoluta, muchísimas personas viven al borde de ella y carecen de medios de subsistencia seguros. En estas estimaciones también se pasan por alto las considerables diferencias que suelen existir en cuanto a la gravedad y difusión de la pobreza entre las zonas rurales y las urbanas. A decir verdad, no se puede medir la pobreza aplicando únicamente los indicadores de la renta, ya que en las zonas rurales de todos los países están empezando a surgir síntomas alarmantes de aumento de la malnutrición, de la morbilidad y de disminución de los niveles de instrucción. Agrava la situación el hecho de que las vías de comunicación, los centros de salud, las escuelas y el abastecimiento de agua potable de las zonas rurales se desarrollaron fundamentalmente conforme a las necesidades de las anteriores explotaciones agrícolas estatales y colectivas y ya no se adecuan a la población actual, más desperdigada. A este respecto, es posible que incluso la cifra de 12,3 millones de campesinos pobres no refleje en toda su magnitud la incidencia de la pobreza. La pobreza rural es más grave y difundida entre los grupos siguientes: • Los campesinos de tierras altas y zonas montañosas. Sucede con frecuencia que hay enteras comunidades de manteña que viven en situación de pobreza extrema y carecen de alimentos suficientes para satisfacer sus necesidades biológicas. Los campesinos de esas zonas tienen pocas posibilidades de generar ingresos a partir de actividades no agrícolas y tropiezan con graves limitaciones en lo que se refiere a la comercialización de lo que producen a causa de su aislamiento. • Asalariados rurales. A causa de la reducida superficie de las explotaciones agrícolas, la mayoría de los campesinos debe obtener gran parte de sus ingresos de actividades no agrícolas. Según los activos que posean, las familias que viven gracias a actividades asalariadas a menudo son más pobres que los campesinos porque no producen sus propios alimentos. • Las campesinas. Las transición ha tenido importantes consecuencias negativas en la igualdad entre los sexos y actualmente las mujeres son una buena parte de los campesinos pobres. Con frecuencia los hombres emigran a las ciudades en busca de empleo y las mujeres se quedan en el campo para atender a los hijos en la explotación agrícola y quedan atrapadas en una producción de subsistencia. • Los ancianos. Los ancianos y los jubilados también constituyen un gran porcentaje de la población rural de la mayoría de los países. Aunque los ancianos fueron a menudo los principales beneficiarios de los programas de devolución de tierras, muchos de ellos ya no son capaces de trabajarlas y se encuentran en situaciones particularmente trágicas. • Las minorías étnicas. Las nuevas fronteras estatales, la creación de nuevas relaciones entre mayorías y minorías y la exacerbada competencia por controlar recursos menores, se han aunado para dividir a las sociedades conforme a sus etnias. Las minorías que trabajaban en la agricultura colectiva, con el proceso de reforma agraria perdieron en muchas ocasiones el acceso a las tierras. LA EXPERIENCIA DEL FIDA EN LOS ESTADOS DE RECIENTE INDEPENDENCIA Y LECCIONES IMPORTANTES A finales de 2001, el FIDA había apoyado en la región de los Estados de reciente independencia un total de 17 proyectos de inversión, 14 de los cuales estaban todavía en curso. El total de préstamos del Fondo ascendía a USD 177,6 millones y el valor total de todos los proyectos, comprendidas las contribuciones por concepto de cofinanciación y las de los gobiernos y beneficiarios, ascendían a USD 379,5 millones. Dicho de otro modo, por cada dólar que el FIDA ha invertido, se ha movilizado USD 1,14 más en financiación total de proyectos. En cuanto a los gastos de los proyectos per cápita, el FIDA ha invertido USD 3,33 por cada persona de los países de la región a los que concede préstamos y USD 7,65 por cada habitante del campo. Respecto de los campesinos pobres, las inversiones ascienden en total, per cápita, a USD 14,48 (basándose en un umbral de pobreza de USD 4,30 al día), es decir, únicamente USD 1,61 por persona y año en los nueve años transcurridos desde que se aprobó el primer préstamo a la región. Aunque determinados proyectos todavía pueden tener un impacto directo e importante en grupos-objetivo concretos, según estos cálculos no es probable que los proyectos del FIDA tengan por sí solos consecuencias importantes en la incidencia general de la pobreza rural; antes bien, por tratarse de una institución de financiación relativamente pequeña, la ventaja comparativa del FIDA en la región radica en su capacidad de hallar nuevos enfoques y de demostrar medidas que den buenos resultados con vistas a una aplicación más amplia. 7 De la experiencia del FIDA en los Estados de reciente independencia se desprenden varias lecciones que tienen consecuencias importantes en la estrategia subregional: • El vacío institucional provocado por el derrumbamiento de la planificación centralizada es un factor importantísimo del problema de la pobreza rural y, por consiguiente, para dar buenos resultados, los proyectos deben basarse en una estrategia a largo plazo de creación y reforzamiento de instituciones y deben estar diseñados con flexibilidad suficiente para subsanar las carencias actuales. • Para hacer frente al desafío del desarrollo de las zonas de montaña, el Fondo considera esencial un planteamiento sistemático, basado en el conocimiento de cómo se relacionan las comunidades de montaña con otros sectores de la economía nacional. Este planteamiento requiere cooperar estrechamente con otros donantes para ayudar a financiar inversiones en vías de comunicación, escuelas y centros de salud rurales, necesarios para que el crecimiento sea sostenido y esté impulsado por los mercados. • El desarrollo de los servicios financieros rurales necesita una focalización a largo plazo en las instituciones y una separación neta de los organismos públicos en su condición de proveedores de servicios. También es necesario desplegar esfuerzos considerables para reforzar las capacidades locales de evaluación de las solicitudes de préstamos personales. Los empleados de banca de la región casi no tienen experiencia en evaluación de préstamos para pequeñas inversiones, lo cual puede limitar notablemente la difusión de los créditos y su utilización eficaz por los beneficiarios de los proyectos. • La inexistencia de mercados seguros para los productos está representando una limitación para el desarrollo de la agricultura todavía mayor que la falta de insumos para los cultivos. Es necesario un reconocimiento explícito de las ventajas que supone hacer participar a los comerciantes privados y otros inversores comerciales en las estrategias de los proyectos del FIDA para respaldar el proceso de transición. • Muchos de los campesinos pobres de los Estados de reciente independencia no tienen en la agricultura su fuente principal de subsistencia. Es esencial apoyar los servicios agrícolas, la elaboración de productos agrícolas y otros aspectos de la economía rural no agrícola con miras a una disminución sostenible de la pobreza rural. • Los habitantes de la región en ocasiones se muestran escépticos a propósito de los posibles beneficios de la formación de agrupaciones, porque les resulta difícil diferenciar la acción colectiva, con las múltiples 8 ventajas que comporta, del legado del comunismo. En este contexto, la experiencia del FIDA demuestra que a menudo los grupos que más éxito tienen son los formados con un objetivo financiero claro y/o para administrar un recurso compartido. • La mayoría de los gobiernos de la región, en particular los que conciertan empréstitos en condiciones intermedias, son reacios a utilizar el dinero de los préstamos del FIDA para crear capacidades y capacitar a los agricultores. Como estos servicios suelen ser esenciales para focalizar las actividades en los grupos sociales más pobres, se debe dar la prioridad a la movilización de la cofinanciación mediante donaciones de los componentes de capacitación y extensión agrarias de los proyectos. • Como las capacidades necesarias para respaldar el desarrollo rural y la comercialización en el sector agrícola son muy distintas de las necesarias en el anterior régimen centralizado, se debe prestar la debida atención al perfeccionamiento de los recursos humanos en el plano institucional. • Habida cuenta de las necesidades de las poblaciones, hoy día más desperdigadas, con frecuencia el escaso desarrollo de la infraestructura (vías de comunicación, centros escolares, centros de salud, suministro eléctrico y telecomunicaciones) es un factor limitativo capital del crecimiento en las zonas remotas en las que actúa el Fondo. ESTRATEGIA SUBREGIONAL PARA LA REDUCCIÓN DE LA POBREZA El marco estratégico del FIDA Los principales objetivos. El objetivo estratégico general del FIDA en la región de los Estados de reciente independencia consiste en apoyar el proceso de transición con programas agrícolas sostenibles que contribuyan a disminuir la pobreza rural. Los progresos alcanzados a este respecto se pueden verificar en el plano macroeconómico averiguando las tasas de crecimiento agrícola, las pautas de los gastos de las familias, la disminución de la desigualdad de los ingresos y otros indicadores de los niveles de vida rurales y del desarrollo humano. Ahora bien, en este contexto es importante reconocer que no es probable que las inversiones del FIDA basten por sí solas para influir de manera considerable en los resultados generales del sector y en la incidencia de la pobreza rural. Como ya se ha dicho, hasta la fecha el total de préstamos del FIDA en la región es en promedio algo inferior a USD 14,50 por habitante del campo que vive por debajo del umbral de la pobreza y, por consiguiente, la estrategia del Fondo debe basarse en crear asociaciones eficaces con otros organismos para alcanzar un crecimiento significativo de la economía rural. En su condición de miembro de la comunidad internacional del desarrollo, el FIDA se guía también por la necesidad de contribuir a los objetivos de desarrollo del Milenio, suscritos en la Asamblea General del Milenio de las Naciones Unidas celebrada en septiembre de 2000. Los objetivos de desarrollo del Milenio fijaron metas a las actividades de reducción de la pobreza, mejora de la salud y la educación y protección del medio ambiente y constituyen una formidable tarea para el FIDA y la comunidad internacional del desarrollo, sobre todo en la región de los Estados de reciente independencia, en la que la pobreza ha aumentado enormemente desde que se inició la transición, con el correspondiente deterioro de la situación de la salud, la educación y la igualdad entre los sexos. Por ser una institución de financiación pequeña y especializada, el Fondo tiene que abordar la realización de los objetivos de desarrollo del Milenio concentrando sus recursos en unas cuantas áreas de importancia estratégica. Aunque no es probable que las inversiones del FIDA basten por sí solas para influir de manera importante en el objetivo de reducir a la mitad el número de campesinos pobres en los Estados de reciente independencia, los distintos proyectos pueden tener repercusiones importantes y demostrar enfoques que puedan reproducirse a mayor escala. Así pues, la principal contribución del Fondo a dichos objetivos consistirá en poner en práctica su capacidad de concebir y ensayar métodos innovadores de reducción de la pobreza rural y de promover el diálogo en los planos nacional, regional e internacional sobre estrategias de desarrollo eficaces. Los proyectos del FIDA en la región también pueden constituir una contribución importante para la igualdad entre los sexos y la ordenación de los recursos naturales, aunque no apliquen directamente los criterios concretos especificados en los objetivos de desarrollo del Milenio. Enfoque operativo. Para alcanzar estos objetivos generales de desarrollo, el Fondo se centrará en unos cuantos ámbitos en cada país, en los que, al poseer una ventaja comparativa clara, puede multiplicar el impacto conseguido por sus recursos. A este respecto, el éxito se medirá más por las consecuencias que tengan proyectos específicos en los beneficiarios que por los cambios macroeconómicos y la reducción general del número de campesinos pobres. En este plano, se puede calcular el impacto de los proyectos del FIDA a tenor de los cambios de la productividad en las agrupaciones agrícolas y las pautas de los cultivos, mediante los volúmenes de productos vendidos a cambio de efectivo y por el crecimiento de la economía rural no agrícola (comprendidos los servicios agrícolas y el comercio de bienes esenciales de los pobres rurales). El éxito se puede medir también por el grado de asunción de las estrategias de los proyectos por los gobiernos y otros donantes, lo que aumenta el impacto y permite ampliar la cobertura. Al aplicar esta estrategia, el FIDA seguirá utilizando distintos instrumentos: préstamos tradicionales para la financiación de proyectos, donaciones de asistencia técnica para investigaciones agrícolas y económicas, donaciones del Programa Ampliado de Cooperación FIDA/ONG (PAC) para fomentar nuevas asociaciones y la consolidación de la sociedad civil, y donaciones del Servicio de Operaciones Especiales encaminadas a acelerar la ejecución y mejorar el impacto de los proyectos. El programa de asistencia técnica del FIDA, por ejemplo, no es un instrumento aislado, sino que refleja las estrategias generales de desarrollo del Fondo y ha sido concebido para prestar apoyo al programa regional de préstamos promoviendo las investigaciones y la transferencia de conocimientos pertinentes. La experiencia del FIDA también demuestra la necesidad de flexibilidad y de apoyo técnico y administrativo al diseño y ejecución de los proyectos, los cuales requieren a menudo un seguimiento intensivo de los administradores de las carteras de los países y/o los consultores, lo cual significa que se debe prestar especial atención a las necesidades de asistencia técnica en la fase de diseño de los proyectos. Las actividades futuras del Programa tratarán además de basarse en los buenos resultados obtenidos anteriormente y de seguir focalizándose en zonas descuidadas en las que el FIDA puede obtener una visibilidad máxima y establecer una plataforma para el diálogo con los gobiernos que reciben los préstamos, otros donantes y la sociedad civil sobre temas de importancia crucial para los campesinos pobres. A este respecto, las zonas de montaña ofrecen posibilidades especiales, ya que a menudo son ignoradas por otros donantes aunque en ellas vivan algunas de las personas más pobres y vulnerables de la región. El FIDA ha acumulado asimismo una considerable experiencia en el desarrollo de servicios financieros rurales y está ayudando a promover nuevos enfoques institucionales que aseguren un mejor acceso de los campesinos pobres a capitales de explotación y recursos para inversiones que necesitan para aumentar la productividad y la participación en los mercados. De igual modo, el Fondo ha colaborado positivamente con asociaciones de regantes y otros grupos de beneficiarios formados con la finalidad manifiesta de mejorar el acceso local a los recursos de desarrollo. Aunque el eje concreto de las operaciones del FIDA variará de un país a otro, cada programa procurará abordar las causas subyacentes de la pobreza de los 9 grupos rurales más pobres y vulnerables de la región. En el caso de las comunidades de montaña, por ejemplo, la experiencia de los proyectos demuestra que para ello hará falta reconocer el reto único que plantea trabajar en esas zonas y tener particularmente en cuenta las posibilidades de interacción con otros sectores de la economía nacional y las posibles limitaciones. A causa del aislamiento físico de esas zonas, es probable que sea necesario colaborar estrechamente con los gobiernos y otros donantes para establecer la infraestructura material y social necesaria para respaldar la participación económica en los planos regional, nacional e internacional. Las actividades del FIDA deben estar guiadas además por el reconocimiento de que para muchos de los campesinos pobres de los Estados de reciente independencia la agricultura no es la fuente principal de subsistencia. Así pues, será esencial apoyar los servicios agrícolas, la elaboración de productos agrícolas y otros aspectos de la economía rural no agrícola con miras a una reducción sostenible de la pobreza rural. Por último, en cuanto a la función singular que desempeñan las mujeres en los hogares rurales, y en un entorno en el que la migración de los varones en busca de trabajo es un mecanismo importante de las familias para hacer frente a la situación, las actividades del FIDA también deben tratar de lograr que las mujeres tengan acceso a las inversiones que se proponen y que estén adecuadamente representadas en todas las asociaciones e instituciones rurales pertinentes. Oportunidades para las inversiones del FIDA En cuanto a terrenos concretos de intervención de los proyectos, el análisis anterior demuestra que centrarse en el desarrollo institucional a largo plazo y en el apoyo a nuevos enlaces con los mercados ofrece algunas de las mejores oportunidades de aprovechar los recursos del FIDA de manera que tengan el máximo impacto. Una vez más, las estrategias de los proyectos variarán según el país de que se trate, pero ambas cuestiones tienen importancia prácticamente general en toda la región, ya que el insuficiente apoyo institucional y el escaso acceso a los mercados limitan las oportunidades de la inmensa mayoría de los pobres rurales de salir de la pobreza. Otros ámbitos estratégicos de intervención del Fondo pueden ser el apoyo a la mejora de la productividad de las explotaciones agrícolas, el desarrollo de la economía rural no agrícola y la creación de sistemas sostenibles de ordenación de los recursos naturales, aspectos que el Fondo abordará en parte mediante el desarrollo de servicios financieros rurales que encaucen los recursos directamente a actividades que beneficien a los campesinos pobres o respalden actividades pertinentes de comercio e inversión. 10 El desarrollo institucional. Aunque las prioridades específicas que se procurará aplicar dependerán de las circunstancias propias de cada país, un elemento fundamental de la estrategia del FIDA en toda la región de los Estados de reciente independencia será reforzar la capacidad institucional de los ministerios estatales, las instituciones financieras privadas y la sociedad civil para atender las necesidades de los campesinos pobres. En este contexto, el Fondo hará especial hincapié en ayudar a los grupos beneficiarios a crear sus propias instituciones para satisfacer las necesidades locales y aprovechar los recursos de desarrollo esenciales. Esta manera de actuar exige un empeño a largo plazo y un planteamiento programático, tanto para dotar a las instituciones existentes de una focalización mayor en favor de los pobres como para crear las nuevas instituciones que se precisen. Así pues, una parte importante de la estrategia del FIDA consiste en suscitar en los planos nacional e internacional conciencia de la importancia de la agricultura para el crecimiento económico y la reducción de la pobreza. Según las circunstancias de cada país, es probable que para ello sea necesario reforzar las capacidades de los ministerios de agricultura para ejercer presión: a) en otras ramas del ejecutivo en favor de reformas de las leyes que beneficien a los campesinos pobres; y b) en la comunidad de donantes para que alleguen más recursos destinados al desarrollo. Como ha dejado suficientemente claro la experiencia de la transición, la reforma del ordenamiento jurídico es sólo el punto de partida del desarrollo de las instituciones. Ahora es preciso desplegar una labor considerable para establecer servicios y capacidades esenciales que sirvan de apoyo a los nuevos agricultores de la región y creen oportunidades comerciales. Los vínculos con el mercado. En el marco general del desarrollo institucional, los préstamos futuros del FIDA se dedicarán fundamentalmente a fomentar los nuevos vínculos con el mercado necesarios para respaldar el proceso de transición y ayudar a los campesinos a utilizar la agricultura para algo más que su mera subsistencia. Para ello, se prestará apoyo a redes privadas de extensión, servicios financieros rurales, acuerdos en materia de suministro de insumos, actividades agrícolas por contrata y asociaciones de productores que mejoren la capacidad de negociación de los pequeños campesinos aislados y de otros productores rurales. Conforme madura la cartera de proyectos en los Estados de reciente independencia, va resultando cada vez más evidente que se debe reconocer más explícitamente la necesidad de que los comerciantes privados y otros inversores comerciales tengan posibilidades de participar en las estrategias de los proyectos del FIDA. Es evidente que corresponde al sector privado desempeñar una importante función en el desarrollo de los mercados que son cruciales para reducir la pobreza, pero es improbable que colabore con los campesinos pobres a menos que éstos representen una inversión segura. A este respecto, la estrategia del Fondo servirá de catalizador del cambio ayudando a crear los vínculos y los servicios financieros necesarios para fomentar el desarrollo de nuevas relaciones entre el sector privado y los pequeños productores. El FIDA también puede ayudar a establecer acuerdos institucionales oportunos que faciliten la creación de mercados de cultivos y ganado más eficaces, transparentes y mejor regulados. La creación de asociaciones es otro elemento fundamental de la estrategia del FIDA en materia de desarrollo de los mercados y tiene especial importancia en las zonas de montaña aisladas en las que los recursos de que dispone el Fondo no bastan para efectuar inversiones en grandes infraestructuras (por ejemplo, vías de comunicación rurales, telecomunicaciones, centros escolares y de salud) necesarias para respaldar a largo plazo el crecimiento económico y la participación en los mercados. Ahora bien, los proyectos del FIDA facilitarán una plataforma para determinar las necesidades concretas de las comunidades-objetivo y demostrar enfoques que se puedan reproducir. El FIDA, sobre todo centrándose en zonas descuidadas, ha podido aumentar su visibilidad y desempeñar una función ayudando a coordinar la política de desarrollo en asociación con gobiernos, otros donantes y la sociedad civil. La productividad de las explotaciones agrícolas. Como condición previa del crecimiento económico y de la participación en los mercados, el FIDA seguirá apoyando también determinadas inversiones en mejora de la productividad de las explotaciones agrícolas. Aunque muchos agricultores ya satisfacen sus necesidades básicas de subsistencia, las familias a cargo de mujeres y otros nuevos campesinos siguen necesitando acceso a mejores semillas, servicios veterinarios y asesoramiento de extensión. Como ya se ha analizado anteriormente, la experiencia de la transición pone de manifiesto la necesidad de establecer nuevos canales de suministro para que los campesinos tengan acceso a insumos estacionales y otros servicios institucionales. Por ejemplo, las inversiones para ayudar a desarrollar servicios privados de arada y empacado de heno pueden contribuir a mejorar la eficacia de la agricultura de pequeñas explotaciones y a crear puestos de trabajo para trabajadores del campo. Además, el fomento de las pequeñas redes de regadío gestionadas comunitariamente, otro ámbito en el que el FIDA ha cosechado grandes éxitos, puede ayudar a aumentar la producción de cultivos de productos alimentarios para el consumo doméstico y de nuevos bienes esenciales con miras a su venta. La economía rural no agrícola. Las inversiones del FIDA se centrarán no sólo en la producción agrícola primaria, sino también en otros aspectos de la economía rural. Esta manera de actuar se justifica por el gran número de campesinos cuya fuente principal de subsistencia son actividades no agrícolas. De hecho, el apoyo a los pequeños y medianos elaboradores de productos agrícolas, proveedores de servicios agrícolas y otros tipos de empresas rurales ofrece algunas de las mejores oportunidades de estimular el crecimiento y crear los nuevos mercados necesarios para reducir la pobreza. El FIDA focalizará sus iniciativas en esas empresas mediante disposiciones para prestar servicios financieros adecuados y asistencia técnica con objeto de desarrollar planes comerciales y hallar nuevas oportunidades de mercado. También serán un importante elemento práctico de esta estrategia las asociaciones con organizaciones no gubernamentales (ONG) locales e internacionales capaces de prestar esos servicios. La ordenación de los recursos naturales. Proteger la frágil base de recursos naturales de la región es otro importante tema transversal que deberán asumir los futuros proyectos del FIDA. El descuido general y la falta de respeto por el medio ambiente durante la época de la planificación centralizada han provocado una grave contaminación de las tierras agrícolas. La explotación descontrolada de los bosques para obtener leña y de los ejidos para pastoreo, junto con la inexistencia de medidas de preservación de las tierras, ha erosionado y degradado enormemente los suelos, amenazando gravemente la producción agrícola y ganadera. Por todo ello, los futuros proyectos se esforzarán en incentivar a las comunidades para que protejan su entorno local y apliquen medidas correctivas que impidan el aumento de la contaminación de las aguas y las tierras y la erosión de los suelos. Una vez más, estas inversiones estarán impulsadas por el mercado y tendrán por eje los beneficios financieros que las comunidades locales puedan esperar obtener gracias a una mejora de la ordenación de los recursos naturales. Los servicios financieros rurales. Para apoyar sus programas en los ámbitos mencionados, el FIDA seguirá otorgando gran prioridad al desarrollo de los servicios financieros rurales como condición previa fundamental del crecimiento económico sostenible. Esta focalización es asimismo una parte importante de la estrategia del FIDA en materia de creación de instituciones. Así pues, en los proyectos futuros se colaborará con bancos privados y otros prestatarios 11 de servicios en el fomento de servicios de créditos estacionales e inversiones a corto plazo y para establecer el apoyo necesario a las reformas del ordenamiento jurídico. El FIDA tiene una experiencia considerable en distintos enfoques de crédito rural y seguirá utilizando diversos mecanismos para centrarse en grupos-objetivo concretos. Según las circunstancia de cada país, podrá tratarse de asociaciones de crédito de aldea para los nuevos productores rurales que ayuden a garantizar la devolución de los préstamos gracias a la responsabilización conjunta, o de otras disposiciones más formales destinadas a pequeñas y medianas empresas (PYME) de mayores dimensiones y que apoyen nuevos vínculos comerciales y el crecimiento en las esferas pertinentes de la economía rural no agrícola. En este contexto, el Fondo hará hincapié en los nuevos cauces de distribución de créditos orientados no sólo a campesinos que trabajan explotaciones familiares, sino también a comerciantes de bienes esenciales, prestatarios de servicios agrícolas, elaboradores de productos agrícolas y otros empresarios rurales. Actividades no consistentes en préstamos Además del programa de préstamos del FIDA, en el futuro las intervenciones se centrarán en la creación de asociaciones, en el diálogo sobre políticas y en la gestión del conocimiento como elementos de la estrategia subregional del FIDA que se refuerzan mutuamente. Para alcanzar su objetivo general de una reducción sostenible de la pobreza rural, el Fondo debe centrarse en determinados aspectos para alcanzar un impacto máximo, lo cual dependerá a su vez de una gestión correcta del conocimiento de las estrategias ya ensayadas, del diálogo con los gobiernos prestatarios y otros interesados en la reforma de las políticas, y de la creación de asociaciones que aumenten la cobertura que el FIDA puede alcanzar por sí mismo. Estos ámbitos corresponden al plan de acción institucional del Fondo. La creación de asociaciones. Hasta ahora, el FIDA ha obtenido grandes éxitos en la creación de nuevas asociaciones con donantes bilaterales y regionales en los Estados de reciente independencia. Así pues, una tarea primordial será consolidar esas relaciones e introducir un enfoque más programático. Hasta la fecha, la mayoría de las asociaciones han tenido por eje la cofinanciación tradicional de proyectos concretos; ahora, el FIDA tiene que explorar nuevas vías de cooperación que se basen en prioridades a largo plazo y en los intereses estratégicos de cada donante. El Fondo tratará además de mejorar y reforzar sus relaciones con donantes bilaterales y multilaterales en la región, comprendidos el Banco Europeo de 12 Reconstrucción y Desarrollo, el Banco de Desarrollo del Consejo de Europa, la Unión Europea, el Banco Mundial y el Fondo de la OPEP. Además, el FIDA seguirá apoyando distintas donaciones del PAC para potenciar el impacto de los proyectos en áreas estratégicas y crear asociaciones con la sociedad civil. En la medida de lo posible, estas iniciativas seguirán siendo cofinanciadas por las ONG participantes y otros donantes y por los propios beneficiarios de los proyectos, para garantizar su identificación con ellos y su sostenibilidad a largo plazo. Este enfoque favorable a la creación de asociaciones contribuye a la sostenibilidad general de las inversiones del Fondo y constituye una oportunidad de obtener recursos adicionales para cofinanciar proyectos futuros. El diálogo sobre políticas. La estrategia del FIDA en materia de diálogo sobre políticas en la región de los Estados de reciente independencia se aplicará, por ejemplo, por conducto de los proyectos a los que presta apoyo. A partir de ello, las operaciones futuras tendrán por objeto llegar a un consenso sobre cuestiones de política aprovechando en común las lecciones extraídas de las asociaciones con interesados locales e internacionales. El FIDA ya está ayudando a influir en la política de desarrollo de las zonas montañosas de varios países y ha avanzado considerablemente en lo tocante al diálogo sobre las disposiciones jurídicas en materia de privatización de las tierras y los enfoques institucionales para el desarrollo de servicios financieros rurales. El Fondo, además, seguirá dialogando con otros donantes para hacerles comprender la importancia del desarrollo rural, encontrar posibles sinergias y ponerse de acuerdo sobre los distintos aspectos de la responsabilidad operativa. Ese diálogo es especialmente oportuno en la región, ya que la mayoría de los programas de otros donantes se han centrado hasta ahora mucho más en la reestructuración de empresas, el desarrollo industrial, la democratización y los servicios urbanos que en la agricultura e, incluso cuando han tenido por objeto la agricultura, se ha prestado mayor atención a las zonas agrícolas de elevado potencial, sin tener en cuenta a los grupos más pobres y vulnerables. Focalizándose concretamente en esos grupos y en las causas de su pobreza, el FIDA está en una posición excelente para establecer una plataforma con miras al diálogo sobre las estrategias gracias a las cuales la transición pueda funcionar realmente en beneficio de todos, comprendidos los campesinos pobres. La gestión del conocimiento. El objetivo principal de la estrategia del FIDA en materia de gestión del conocimiento en los Estados de reciente independencia es documentar estrategias ya ensayadas que puedan ser adaptadas a una aplicación más amplia y extraer las cuestiones esenciales de los proyectos en curso y los nuevos enfoques que ayuden a potenciar al máximo el impacto. Además de los informes detallados de terminación de los proyectos, de las evaluaciones a mitad de período y de otros cauces normales de presentación de informes, un elemento clave de la estrategia del FIDA para la mejora de la gestión del conocimiento consiste en establecer sistemas de seguimiento y evaluación orientados al impacto aplicados a los proyectos que financia. En el plano nacional, los documentos sobre oportunidades estratégicas en los países seguirán siendo una de las herramientas más importantes de gestión del conocimiento. Además se utilizarán donaciones de asistencia técnica para generar nuevos conocimientos sobre las oportunidades de desarrollo de los mercados y ayudar a encauzar el conocimiento existente en beneficio de los proyectos en curso o futuros. La gestión del impacto. Para potenciar el impacto, el Fondo: a) explorará nuevas vías que le permitan participar más en las fases de ejecución y supervisión; b) pondrá en marcha donaciones en apoyo de la ejecución de los proyectos y reforzará los aspectos de los proyectos en los que los gobiernos se muestran reti- centes a invertir (por ejemplo, la colocación en primer plano de las consideraciones sociosexuales y el apoyo al desarrollo de la sociedad civil); c) intervendrá en mayor medida en el diálogo sobre políticas y las negociaciones a largo plazo con los gobiernos en torno a las prácticas idóneas de ayuda a los campesinos pobres; y d) se centrará en proyectos de desarrollo participativo que ofrezcan más posibilidades de sostenibilidad a largo plazo y de identificación con ellos de los beneficiarios. Aunque hasta ahora ha sido difícil determinar el impacto del FIDA, en los programas futuros se desplegarán más esfuerzos para evaluar el impacto de los proyectos de desarrollo en sus beneficiarios y extraer lecciones de la experiencia. Se podrá alcanzar estos objetivos: a) llevando a cabo evaluaciones basadas en las informaciones comunicadas por los participantes y beneficiarios; b) supervisando los cambios de política y la evolución de las instituciones locales y su capacidad de asumir el proceso de desarrollo; y c) colaborando estrechamente con otros interesados de la comunidad del desarrollo en la concepción de instrumentos e indicadores más aptos para medir y gestionar el impacto. 13 Via del Serafico, 107 00142 Roma, Italia Tel +39-06-54591 Fax +39-06-5043463 Télex 620330 IFAD-I Correo electrónico [email protected] Página web: www.ifad.org Impreso por: U. Quintily S.p.A. Roma, Italia, Marzo de 2002