Con la crisis económica se empieza a hablar de posibles vías de flexibilización empresarial para aumentar la productividad de las organizaciones y sus trabajadores. Una de las posibilidades para esta flexibilización es la implantación del teletrabajo. El teletrabajo aun en la actualidad provoca grandes debates, existiendo grandes defensores y grandes detractores. No es el objeto de este artículo defender ni una posición ni la otra, sino realizar una aproximación desde el punto de vista de la prevención de riesgos laborales, estableciendo tanto sus ventajas como sus desventajas preventivas y los posibles medios de control para minimizar las problemáticas y los riesgos que se derivan. No existe una definición exacta de qué es el teletrabajo, ya que sus características pueden ser muy variables, dependiendo del grado de implantación (trabajar desde el domicilio particular, acudir a centros compartidos, comerciales sin oficina estable, etc.). En lo que sí hay consenso es que el teletrabajo consiste en una actividad profesional remunerada, existe una descentralización del lugar de trabajo puesto a disposición por la empresa y se utilizan medios y tecnologías de la comunicación para poder realizar las tareas. Respecto a la regulación legal, hasta el año 2012 la única referencia clara consistía en el Acuerdo Marco Europeo sobre Teletrabajo que se publicó en el BOE el 24 de febrero de 2003. El apartado octavo se refería a aspectos preventivos de forma que “el empresario es responsable de la protección de la salud y de la seguridad profesional del trabajador conforme a la Directiva 89/391, así como a las directivas particulares, legislaciones nacionales y convenios colectivos pertinentes”. Además responsabiliza “al empresario de informar al teletrabajador de la política de la empresa en materia de salud y seguridad en el trabajo, en especial sobre las exigencias relativas a las pantallas de visualización de datos”. Sin embargo no dejaba de ser un Acuerdo Marco Europeo sin aprobación expresa en un reglamento interno. 1 Con el Real Decreto-Ley de 10 de febrero, de medidas urgentes para la reforma del mercado laboral, cambia el marco referencial normativo del teletrabajo. Y es que con el objetivo de favorecer la flexibilización laboral, la reforma establece criterios claros en su artículo 6 para dar mayor seguridad a quien opte por implantar este tipo de trabajo. Así, se especifica la obligatoriedad de formalizar por escrito en contrato el trabajo a distancia. Respecto a la prevención de riesgos laborales queda claro la obligación por parte del empresario de aplicar todos los principios recogidos en la Ley 31/1995 de prevención de riesgos laborales y sus reglamentos. Y específicamente trata de solucionar algunos aspectos problemáticos en la implantación del teletrabajo como son las posibilidades de formación, promoción y comunicación. De forma que se establece que “el empresario deberá establecer los medios necesarios para asegurar el acceso efectivo de estos trabajadores a la formación profesional continua, a fin de favorecer su promoción profesional. Asimismo, a fin de posibilitar la movilidad y promoción, deberá informar a los trabajadores a distancia de la existencia de puestos de trabajo vacantes para su desarrollo presencial en sus centros de trabajo”. Tomando como referencia la regulación legal y los criterios técnicos establecidos, para asegurarse el éxito, lo primero que hay que tener claro es que la implantación del teletrabajo debe ser un proceso secuencial de forma que en todo momento se mantenga el control de la situación, minimizando las posibles desviaciones que pudieran ocasionarse. Otro aspecto importante es que ni todas las empresas, ni todos los trabajadores están preparados para la implantación del teletrabajo. Por último destacar que en el proceso de implantación convendrá hacer pruebas pilotos para corregir posibles deficiencias en el sistema. Posteriormente tras estas correcciones se podrá implantar formalmente el programa. Entre los riesgos más comunes que hay que tener en cuenta en la modalidad del teletrabajo se encuentran: trastornos musculo esqueléticos, fatiga visual, estrés, aspectos organizacionales, y aquellos derivados de la transformación de la vivienda habitual en un centro de trabajo (en el caso en que se dé esta modalidad). 2 Pero ¿cómo puede controlar estos riesgos la empresa? De hecho, cuando el centro de trabajo es la casa del trabajador ni los sindicatos, ni el empresario, ni la inspección de trabajo tiene acceso al domicilio sin su consentimiento. Por tanto, el establecer el acuerdo contractual o un procedimiento previo a la implantación del teletrabajo es la clave. En este procedimiento entre otros aspectos se incluirán los mecanismos de control de trabajo y de seguimiento preventivo. Evaluación de Riesgos. El propio trabajador si ha recibido una formación suficiente (curso básico de prevención de riesgos laborales) puede realizar una evaluación de riesgos de su puesto de trabajo con la ayuda de los técnicos de prevención de la empresa. Plan de Prevención. El trabajador debe disponer de la información suficiente sobre los aspectos del Plan de Prevención que le son de aplicación (Política de empresa, funciones y responsabilidades, estructura organizativa y preventiva, medios para poder participar en asuntos preventivos). Aspectos Ergonómicos. Son quizás las situaciones de riesgos más probables. El mobiliario debe cumplir unos requisitos mínimos: silla ergonómica con respaldar y altura reclinable, sillón almohadillado, etc.; mesa con suficiente espacio de material claro preferentemente, cortinillas regulables para la entrada de luz, iluminación suficiente, etc. ¿Quién tiene que poner a disposición todos estos aspectos? Salvo previo acuerdo que indique otra cosa será la empresa quien debe facilitar los equipos y el posible acondicionamiento del espacio de trabajo. Aspectos Psicosociales. El otro gran problema a controlar. El telemarketing según los expertos aumenta la productividad del trabajador, la implicación en la tarea, la eficiencia. Sin embargo pueden aparecer problemas psicosociales que si no se controlan pueden minimizar todos los beneficios esperables, con lo que a la postre el telemarketing se convierte en una mala solución. El primer aspecto que puede aparecer es la pérdida de integración del teletrabajador con el resto de la empresa, pudiéndose desatar sentimientos de ser olvidado, disminución de posibilidades de promoción, ausencia de relaciones sociales, etc. La falta de comunicación y de respuesta rápida por parte de la empresa también puede conllevar la aparición de riesgos. 3 Si se trabaja desde casa hay que distinguir y establecer muy claramente los horarios de trabajo, ya que puede existir dificultad a la hora de separar el trabajo de la familia (puede aparecer tensión laboral, estrés, tensión familiar, etc.). Por último destacaremos que las tecnologías de la comunicación pueden permitir la disponibilidad de 24 horas/día del trabajador lo que puede conllevar autoexplotación, adicción al trabajo, estrés, etc. Recalcaremos la necesidad de establecer un horario fijo. Como conclusión podemos argumentar que establecer el teletrabajo no es la panacea laboral, ni mucho menos la solución a todos los problemas (productividad, eficiencia, disminución de costes, conciliación familiar, etc.). Debe ser un proceso secuenciado con una selección pormenorizada de los trabajos y los trabajadores que pudieran ser objeto de esta modalidad y establecer un procedimiento por escrito claro sobre horarios de trabajo, medios de comunicación, medios de control, etc. Esto junto con la formación e información de los trabajadores objetos asegurarán el éxito. 4