1990 - Hacia un nuevo modelo sindical

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I) A MODO DE INTRODUCCION
La sociedad argentina se encuentra inmersa en la más profunda crisis económica, política e
ideológica de la última mitad de siglo. La contundencia de los hechos cotidianos nos releva de
mayores análisis sobre las características de esta etapa.
Ciertamente, las organizaciones sindicales no escapan a las generales de la ley. En este sentido
específico, al igual que el conjunto de la trama institucional argentina, los aparatos sindicales
deberán comenzar a diseñar su nuevo perfil tras el agotamiento definitivo del modelo de
organización gremial dominante en la escena política nacional desde mediados de siglo. Como
contribución a la discusión y a la construcción necesaria se propone intervenir en el debate
explicitando las ideas fuerza de la propuesta gremial desarrollada desde ATE y su expresión jurídica
plasmada en el nuevo Estatuto del sindicato. Este, aprobado en diciembre de 1988 durante el
XXVIII Congreso Extraordinario del gremio legalizado por el Ministerio de Trabajo y Seguridad
Social a través de la Resolución Nº 242/89 y puesto en vigencia en nuestra organización, se postula
hoy como paradigma de construcción a profundizar a partir de las elecciones para renovación de
autoridades del 23 de mayo de 1991.
II) EL MODELO SINDICAL DE MEDIADOS DE SIGLO
La coyuntura económico-social del segundo cuarto del siglo XX se caracterizó por la fractura
al interior de los sectores dominantes (la emergencia de una facción burguesa industrialista) y la
incorporación al mercado de trabajo de un nuevo proletariado producto de la migración interna
campo-ciudad. Estos fenómenos, objetivables ya a partir de 1930, desarrollaron su impacto político
a posteriori tras la emergencia del peronismo y su protagonismo estatal de mediados de siglo. No
abundaremos en el análisis de esta etapa ya que ésta excedería el marco del presente trabajo. Sólo
diremos que el Estado peronista habrá de ocupar el espacio común a la articulación de prácticas de
clases divergentes aunque no antagónicas (facción burguesa industrialista - proletariado
urbano/rural) cuya resultante fue el desarrollo de políticas estatales dirigidas a la ampliación del
mercado interno y la expansión del consumo popular.
En este contexto se diseñó el perfil institucional (su modelo organizacional y discursivo) de
los aparatos sindicales típicos del peronismo inaugural. Surgieron claramente vinculados al aparato
estatal y en una etapa de gran sindicalización y escasa práctica gremial anterior.
Como dijéramos, su base social mayoritaria, fruto de la migración, era de reciente
proletarización. Así las cosas, el modelo sindical resultante fue fuertemente centralizado, de escasa
autonomía en los niveles de decisión, con fuertes predominios de los consejos directivos centrales
por sobre los organismos regionales y una férrea vinculación global de la estructura con el Estado.
Si en etapas de expansión simultánea de salarios y beneficios industriales mediante la captación
estatal de gran parte de la renta agraria, la vinculación estado/sindicato fue posible e incluso eficaz
políticamente, frente al nuevo modelo de acumulación desarrollado por el aparato estatal de los
ochenta (claramente subordinado a los intereses de la banca acreedora y los grupos empresarios más
concentrados) el vínculo estado/ sindicato es regresivo.
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Del mismo modo, si en etapas de gran sindicalización y escasa práctica gremial anterior, la
centralidad organizativa puede comprenderse, tras el desarrollo de las profundas experiencias
sindicales de casi medio siglo y fuerte depresión en los niveles de agremiación debe desarticularse
definitivamente. En este preciso sentido, queremos señalar que el actual empobrecimiento de las
prácticas sindicales argentinas es, a juicio de este Instituto, producto privilegiado de la centralidad
organizativa y la férrea vinculación estatal de las organizaciones gremiales. En estos dos precisos
núcleos sintomáticos es donde debe descargarse todo el peso de la crítica y autocrítica.
III) UN MODELO AGOTADO: ESTATALISMO Y CENTRALIDAD
Hemos señalado los dos principales factores que obturan hoy el desarrollo de nuevas prácticas
sindicales capaces de hacerse cargo de las profundas modificaciones sufridas por la sociedad y el
estado argentino tras la implantación del nuevo modelo de acumulación de los ochenta.
Desarrollemos estos dos puntos más detenidamente:
a) Vinculación Estado/Sindicato:
Es una evidencia incontrastable que un importante número de organizaciones sindicales se han
transformado en un "despacho más", ni siquiera correas de transmisión de las políticas del Estado
ante los trabajadores. Han constituido, en sus niveles de conducción, una densa trama burocrática
cuyos efectos políticos resultan hoy desoladores. Se ha quebrado la capacidad de politización social
con que contó históricamente el espacio sindical, reforzándose como nunca antes la paralizante tarea
de transformar los aparatos sindicales en difusores y ejecutores de las políticas regresivas del estado
liberal/menemista. En este sentido preciso, la estatalización de las prácticas sindicales no es más que
la modalidad de aparición específica en el terreno sindical de la estrategia de despolitización global
de la sociedad argentina que se iniciara con la dictadura militar y fuera continuada sin oposición por
la gestión estatal vinculada al radicalismo y al peronismo. Es el efecto de subversión de la práctica
política y sindical que indujera el terrorismo de Estado. Si la función política supone
expresar/instalar las demandas sociales en el escenario de las decisiones (el Estado), hoy ésta
significa (de manera dominante) expresar/instalar las demandas del Estado ante la gente. Un Estado
que, luego de 1976, reproduce y amplía los intereses de los sectores dominantes. Por ende, quebrar
la vinculación estado/sindicato constituye el único camino capaz de restituir a las organizaciones
sindicales su negada capacidad de politización social para la construcción de un poder alternativo al
de las facciones dominantes en la Argentina.
b) Centralidad organizativa:
Así como la vieja estructura sindical está globalmente ligada a las demandas estatales, al
interior de las organizaciones sujetas al modelo de mediados de siglo, los consejos directivos
centrales ocupan un lugar excluyente en los mecanismos de decisión. La escasa autonomía regional
de estas organizaciones son prueba incontrastable de este carácter. La ausencia de organismos
colegiados en los niveles ejecutivos silencian el debate al interior de la organización, empobreciendo
su práctica. En el límite de este modelo centralizado se encuentra el apartamiento, de hecho, de la
estructura gremial respecto a Juntas o Comisiones Internas de delegados. La verticalización propia
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del viejo modelo sindical debe ser reemplazada por una horizontalización del debate al conjunto de
la organización, así como por la democratización de los espacios de decisión y ejecución.
Hasta este punto hemos intentado señalar los problemas principales a resolver en la búsqueda
de un nuevo modelo sindical que acompañe la construcción de una nueva práctica política capaz de
dar cuenta de las nuevas realidades de la Argentina post dictatorial.
IV) DESDE ATE HACIA
UN NUEVO MODELO SINDICAL DE FIN DE SIGLO
En este punto queremos brevemente referirnos al tipo de práctica sindical desarrollada desde
la ATE a fin de hacer realidad la necesaria desvinculación estado/sindicato y la descentralización
organizativa.
a) Independencia del Estado:
Son innumerables las muestras dadas por ATE respecto a la primicia otorgada a las demandas
de los trabajadores por sobre las del aparato estatal. Las prácticas de confrontación explícita de
nuestra organización con el estado liberal/menemista son múltiples. La participación activa de
nuestro sindicato en los diferentes conflictos provinciales que conmovieron a nuestro país (desde
Tierra del Fuego a Jujuy o desde Catamarca a Corrientes), el papel de nuestra organización como
sostén permanente de la CGT Azopardo (desde el Congreso de ruptura efectuado en el Teatro San
Martín hasta la movilización del 15 de noviembre pasado) y la diferenciada actitud de nuestro
sindicato respecto al otro gremio del sector (UPCN), que canjeó la obtención de espacios
institucionales para sus dirigentes por la más absoluta desvinculación del interés de sus
representados, son prueba elocuente de lo señalado.
El modelo sindical desarrollado desde ATE no concibe tutorías de ningún tipo. Al igual que la
mayoría del movimiento sindical internacional de los ochenta, nuestra propuesta organizativa sólo se
concibe con independencia del Estado y de todas aquellas estructuras vinculadas al mismo. Esto
supone también la independencia de las prácticas sindicales respecto a los partidos tradicionales, en
tanto estos son apéndices de las políticas estatales. Baste observar el comportamiento del sistema
político-partidario nacional frente a las gestiones estatales abiertas a partir de 1983. Desde ATE
concebimos el poder como construcción cotidiana vinculada a las prácticas sociales de los
trabajadores y no como concesión de su graciosa majestad: "El aparato estatal y su funcionariado de
turno".
b) Democratización organizativa:
Como ya se señalara en este trabajo, la centralidad organizativa es incompatible con una nueva
práctica sindical. En este sentido, la Asociación Trabajadores del Estado ha dado un importante salto
cualitativo en dirección a espacios de mayor democracia sindical con la aprobación del nuevo
estatuto. No nos detendremos en un análisis pormenorizado del mismo. Señalaremos sí, aquellos
elementos considerados centrales para la democratización de nuestro gremio y que están
contemplados en la nueva normal legal.
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En primer lugar, será el voto directo y secreto de los afiliados el que defina todos los niveles
de conducción. Cada trabajador votará entonces a su Junta de Delegados Interna, el Secretariado de
su Seccional, de Provincia y a nivel Nacional. También el voto directo define la nómina de
congresales nacionales y provinciales, e incluso, en caso de pertenecer a una Rama Nacional de
Actividad, se votan directamente las autoridades de dicha Rama. Esta ausencia absoluta de
mediaciones entre dirigentes y trabajadores, garantiza en principio la existencia de una implícita
estructura de control de gestión; el conjunto de la dirigencia se articula en la base de la organización
y no, como frecuentemente ocurre en otros modelos sindicales, donde la dirigencia a través de
diferentes mediaciones se autocontrola o controla mutuamente.
En este sentido, ATE desarrolla un modelo donde la estructura de gestión no se superpone con
la estructura de control, lo que supone una fuerte traba a los mecanismos de burocratización, donde
gestión y control siempre se superponen.
Un segundo elemento a tener en cuenta es la descentralización y democratización del gremio,
es la profunda transformación de la estructura de nuestra organización que contempla el nuevo
estatuto. El Secretario General de cada nivel de conducción, se integra ahora al nivel superior
conformando órganos colegiales. Este mecanismo de colegiatura reformula globalmente el perfil
institucional de ATE en un movimiento horizontal. De este modo los Secretarios Generales de las
Juntas Internas formarán parte del Consejo de Seccional, los de las Seccionales de los Consejos
Provinciales y éstos del Consejo Directivo Nacional que reemplaza al viejo Consejo Directivo
Central. La conducción nacional del gremio quedará integrada entonces por un Secretariado
Ejecutivo de siete miembros más los veintitrés Secretarios Generales de cada provincia y el de
Capital Federal.
Una somera descripción de las características más generales que adopta la estructura orgánica
del Sindicato a partir del nuevo estatuto y las modificaciones relativas a la cuestión patrimonial
(sistema de recaudación y distribución de fondos) explicitan lo hasta aquí señalado.
En lo orgánico:
– Consejo Directivo Nacional
La participación, por derecho propio, de los Secretarios Generales de los Consejos Directivos
Provinciales, no sólo evidencia mayor "federalización" sino que instala los intereses de las distintas
regiones en toda su potencialidad. Esto es así, dado que los compañeros de las provincias concurren
a la reunión del Consejo Directivo Nacional (cada 45 días) pero luego retornan a sus lugares
habituales debiendo responder ante sus representados. Esta definición, evita situaciones de
desarraigo o desvinculación de los compañeros del interior que al quedar a cargo de funciones
nacionales (en Capital Federal) pierden relación concreta y cotidiana con sus lugares de origen.
– Consejo Federal
Este organismo, compuesto por el Secretario General del Consejo Directivo Nacional, los
Secretarios Generales de las Provincias y Seccionales, aumenta la participación del interior a través
de la presencia de los secretarios generales de las seccionales. Por otra parte, además de las
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funciones y competencias concretas que se le atribuyen, este organismo ejerce un control directo
sobre el Consejo Directivo Nacional en tanto posee facultades para autoconvocarse (art. 70, inc. c).
– Consejos por Rama de Actividad (art. 50)
Este organismo permite compatibilizar la unidad sindical con la verdadera y efectiva
representación de intereses diversos. Permite especificar aún más la actividad gremial. Las
funciones de los secretarios de Rama son análogas a las del Consejo Directivo Nacional (art. 5 del
Reglamento, pág. 85 del Estatuto).
Los Congresos Nacionales por Ramas de Actividad (con participación plenaria de los
delegados) constituyen el ámbito donde la Rama resuelve su política. Dichas resoluciones referidas
a cuestiones gremiales y organizativas, son obligatorias para el Consejo Directivo Nacional, los
Consejos Directivos Provinciales, los Consejos Nacionales por Rama, las Comisiones
Administrativas de Seccionales y las Juntas Internas de delegados.
El funcionamiento por Rama de Actividad que plantea el Estatuto potencia el papel del
delegado, quien encuentra en este ámbito un canal directo de participación y decisión. Es importante
destacar también que la nueva norma legal mejora la representatividad (en lo relativo a número de
delegados por sector) respecto a lo establecido por la propia ley sindical.
– Plenario de Secretarios Generales (art. 51)
Es el ámbito donde coordinan y determinan acciones gremiales en común los Secretarios
Generales de las Ramas, las Provincias, Capital Federal y Tierra del Fuego.
– Consejos Directivos Provinciales
Este nuevo cuerpo orgánico otorga mayor autonomía al ámbito provincial, al tiempo que
estructura mejor la participación de las provincias en el Consejo Directivo Nacional. El tipo de
unidad que supone este organismo implica superar la fragmentada estructura de seccionales a los
efectos de lograr no sólo mayor influencia de las regiones al interior de la organización, sino
también potenciar en su capacidad de negociación y lucha a los trabajadores estatales de las distintas
regiones del país.
En lo patrimonial:
–
Según el viejo Estatuto, el Consejo Directivo Central recaudaba la totalidad de los recursos que
luego distribuía del siguiente modo: 50% para el Consejo Directivo Central y 50% para la
respectiva Seccional.
–
El sistema actual define que la cuota sindical se deposita en una sola cuenta recaudadora
nacional. Luego, su distribución es la siguiente: 60% para los Consejos Directivos Provinciales,
15% para Acción Social y 25% para el Consejo Directivo Nacional.
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La nueva distribución así como la definición de una "cuenta única nacional" independiente del
propio Consejo Directivo Nacional traduce, en el terreno económico, el criterio de democratización
y regionalización que ya señaláramos en términos políticos.
Un tercer elemento importante en la construcción de un gremio democrático es la reducción
estatutaria del número de afiliados que deben avalar la constitución de listas en cada seccional.
Como es obvio, destrabar los mecanismos de emergencia de nuevas dirigencias siempre es deseable.
Finalmente, acotaremos que el nuevo modelo sindical diseñado desde ATE otorga gran
autonomía a los distintos niveles de organización, integrándolos en espacios colegiados de debate y
toma de decisiones. La unidad en la decisión y en la acción no surge como producto de imposiciones
verticales, sin que por esto se apelen a fórmulas que nieguen la posibilidad de una construcción
unitaria y que, de hecho, atomizan la construcción social de los trabajadores.
En la propuesta sindical de ATE, la unidad requiere un nuevo tipo de construcción. Es la
resultante de la horizontalización del debate y de la toma de decisiones democráticas.
V) CONCLUSIONES
Las elecciones del 23 de mayo próximo someten al veredicto de las urnas esta propuesta
sindical. Legitimar este modelo constituye un paso indispensable en su consolidación y en la tarea
de aportar a la construcción de una opción política y sindical para el conjunto de los trabajadores.
Nuestra propuesta se afirma como alternativa ante los dos paradigmas sindicales con organización y
discurso existente: el oficial estatalista y el de izquierda contraestatalista.
En el modelo oficial, el sindicato se afirma como aparato de Estado destinado a controlar y
cooptar el conflicto. Su función, como ya dijéramos, es reproducir las políticas estatales al interior
de los sujetos sindicalizados (representar al Estado ante los trabajadores). Por otra parte, en el
modelo sindical de una cierta izquierda autodenominada trotzquista (el que aquí señaláramos como
"contraestatalistas") aparecen los siguientes problemas:
– Sólo puede hacerse cargo del conflicto instalado por el Estado. Es incapaz de construir las
condiciones y características del conflicto. Por este motivo, es que ambos modelos (estatal y
contraestatalista) se necesitan y complementan mutuamente.
– Este modelo sindical autodenominado de izquierda, es eminentemente pasivo, excluyentemente
resistente y escasamente imaginativo.
– Es bueno señalar también que el modelo contraestatalista, comparte con el modelo oficial su
mecanismo central. Ambos contribuyen a despolitizar el espacio sindical.
Si en el modelo estatalista (oficial) la política reside en el Estado, en el modelo de esta
supuesta "izquierda" la política está en "el Partido" o en los "cuadros dirigentes". Los ausentes, en
ambos modelos, son "casualmente" los trabajadores y sus demandas. En ambos casos, "la política"
está afuera, en el Estado o en el Partido. El modelo sindical que ATE plantea como construcción, no
tiene nada en común con los anteriormente citados. Supone justamente politizar la práctica de
"organización social" de los trabajadores. Supone asumirse como correa de transmisión de las
demandas sociales, promoviéndolas, potenciándolas e instalándolas en el aparato estatal.
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Estas definiciones tienen también, en perspectiva, el objeto de vincular el espacio sindical con
otros espacios sociales organizativos no sindicales. Implican una apertura del esquema organizativo
del movimiento obrero hacia aquellos sectores que hoy han sido marginados de la estructura
productiva.
En nuestra perspectiva, la consolidación de un paradigma sindical de estas características se
inscribe en la tarea más global de construir un poder alternativo al existente como condición de
posibilidad para democratizar al Estado y hacer posible una Argentina diferente.
El 23 de mayo, con su voto, los trabajadores tendrán la palabra.
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