AQUELLOS REYES MAGOS Aquel sábado de 1977, hacía un frió que pelaba. El Aznaitín lucía maravilloso al abrir el postigo, y el ruido de almireces y panderetas se mezclaba con el de las bestias que volvían del campo. Acababa de dejar mi colchón de lana, y bajé que me las pelaba buscando el calor de la lumbre, y el olor a almendra y canela. Por las escaleras se escuchaba el tocadiscos de mi tío, y abajo en la radio de la abuela Boney m daba un toque de modernidad a aquella estancia. - Acércate a la lumbre primor que hace frió- dijo la abuela. - Abuela quiero tortas, de aceite." Aún hoy busco el olor perdido aquél" Noté a la abuela triste, afanosa, y como siempre pegada al "hogariz", sujetando la negra sartén sobre las trébedes. - Abuelita siempre fue alegre la Navidad,¿ verdad?. - Bueno primor casi siempre fue Navidad. Desayuné mis tortas, y a regañadientes la amarga leche de cabra, y subí las escaleras camino de la cámara: La cámara era el lugar más maravilloso y destartalado de la casa,todo estaba en un perfecto desorden y el pasado anidaba allí. Una artesa, una aljofaina, serones, calabazas huecas, libros, papeles, muchos papeles..., papeles amarillos. Y allí sobre un reclinatorio viejo me senté y ojeé todos. Pero entre ellos me llamo la atención unos de aquellos envuelto en trapos amarillos. Lo estiré y empecé a leer... Queridos Reyes Magos: me ha dicho madre que no escribiera, que mientras ha durado esta guerra os era imposible venir, pues no podíais cruzar el frente, y que ahora estaréis muy ocupados con otros niños que están peor que yo. Dicen que ya ha llegado la paz, pero no sé, el miedo no se va. No piensen vuestras majestades que soy egoísta, y que echo de menos aquel duro de plata que siempre se quedaba padre, ni siquiera quiero pedir la naranja que siempre dejabais en mi zapato. No, sólo un poco de sesos-cordura lo llama el maestro-, en esta España que hace tiempo que enloqueció. No sé lo que sucede, antes era la guerra, ahora desde abril llegó la paz, pero... !"jorobas", el miedo como os dije no se va!. Madre insiste en que deje el plumín y mis patochadas, y que rece. Ya no en silencio como cuando detrás de la ventana, el "Pere", nos dijo: " rezad, rezad que os vamos a dar el paseíllo". Todavía no he entendido que era aquel paseo, pero algo malo majestades, muy malo, pues todas lloraban mucho. Este año hemos ido a misa del Gallo por fin, la iglesia parecía una cuadra, o un" hospital robao" como ha dicho el abuelo Juan, que a regañadientes ha tenido que ir a la misa, pues la abuelita le decía que iban a llamarle rojo si no lo hacia. Yo, no entiendo nada, el color no lo veo, y además...,o no se puede rezar,o hay que rezar aunque no se quiera. ¿En qué quedamos?. Sólo os voy a pedir una cosa material e imposible para nosotros , pues por más que mi hermana va con su cartilla de racionamiento, y... ! hasta se deja pellizcar el culo por los guardias!, la harina es negra como la pez. Sueño con una "mijita"de harina blanca. Quiero tortas con sabor a anis, a canela, y blancas . Desde que madre y las hermanas escondieron en el baúl, junto al ajuar, aquel saco de harina para que no se lo llevaran, las tortas de Navidad saben a alcanfor. Me temo que no os podré dejar mucho para reponer fuerzas, con eso que pasamos unos años en que "lo que había en España era de todos los españoles", todo se lo llevaron. Ahora el hambre también es de todos. Bueno..., de casi todos, la señora Blanca tenía unas tortas el otro día, blancas, muy blancas, y esas no olían a alcanfor. También os pido que vuelva el padre de mi amiga Isabelita, se lo llevaron a la capital cuando vino la paz, algunos dicen que está en la cárcel, y la pobre no para de llorar. Yo he oído a la tía algo de juicios y "sumas" que no entiendo. Encima a su madre le han rapado el pelo, y le dan un aceite que llaman de ricino. Ellas lloran mucho, y yo a escondidas me voy a jugar a la era con ella. Dice madre que no la "ajunte" ! Y otra vez con el dichoso color rojo! .¿ Acaso la gente tiene colores majestades?. Hace años mi hermana Carmen me enseñó que los reyes lo pueden todo, Madre decía que el señor también lo puede todo y más en Navidad; pero el abuelo, el único hombre de la casa en estos años, remataba: tu Dios se ha ido a echar la siesta. Lo único que nos ha quedado es el "calla", antes y ahora. Madre me dijo que esto era una guerra . Yo le pregunté, que quién era el enemigo, a lo que ella me contesto que "esto había sido una guerra civil y el enemigo era desconocido". Pues bien majestades y por no alargarme, os quiero pedir de nuevo, y para que no lo olvidéis, una "miajica" de harina blanca muy blanca, y una arroba de paz, pero de la buena, no de esa que dicen que tenemos. Y por favor no os olvidéis: coged sacos y sacos, y llevaos el miedo de aquí. Envolví de nuevo la carta y bajé las escaleras de tres en tres. Me acerqué al brasero con la abuela, ella seguía afanosa con sus quehaceres y le enseñé aquella carta. La sonrisa se mezcló con unas lagrimitas . Otra vez más me dijo aquello:"! Ojalá nunca tengas que vivir eso primor!". Y seguimos con nuestro comienzo de Navidad, con las bolas de cristal, con las tortas de anís, con el alfanjor, y el calor de la lumbre esperando a los que llegarían. En la radio de la cocinilla sonaba el "madre en la puerta hay un niño". En el tocadiscos del tito sonaba " Libertad sin ira". Y en mi mente de niña crecía el desconcierto. Candela López.