¿RECIBO DE FINIQUITO INFALIBLE? ¿PUEDE UNA EMPRESA

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CONSULTORIO LABORAL
MIGUEL ÁNGEL MORCILLO, Abogado y Consejero de Lex, Centro de Asesores Técnico-Jurídicos, S.A.
¿RECIBO DE FINIQUITO
INFALIBLE?
L
a empresa quiere saber si un modelo de recibo de finiquito que está empleando es suficiente para
asegurarse de que, en caso de un cese de un trabajador, va a poder enervar cualquier tipo de reclamación si ha
sido firmado el finiquito.
La evolución del llamado recibo de finiquito ha evidenciado una tendencia
clara hacia la consideración cautelosa
de este documento en el sentido de
que, contrariamente a lo que ha venido ocurriendo hasta fechas relativamente próximas, un recibo de finiquito no es por sí mismo un documento
que anule toda capacidad de reacción
del trabajador.
En general, se entiende que el documento de finiquito ha de contener dos
declaraciones inequívocas: la primera,
aquélla en la que el trabajador manifiesta su conformidad con la extinción
de la relación laboral, declarando su
intención de dar por terminada dicha
relación en la fecha de la firma (o en
la de efectos del cese) y renunciando
al ejercicio de todas las acciones legales que pudieran derivarse de la relación laboral; la segunda, aquélla en
la que el trabajador declara que ha sido reintegrado de cuantas cantidades
tenía devengadas en el momento de
la firma del documento, con lo cual
no tiene nada más que reclamar a la
empresa por ningún otro concepto.
Cuando la relación laboral ha podido
generar obligaciones no sólo para la
empresa, sino también para el propio
trabajador, el recibo de finiquito puede hacerse con carácter muto, de tal
manera que la empresa también de-
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clara que no tiene nada que reclamar
al trabajador como consecuencia de
la relación laboral que se extingue.
Es muy ilustrativa a este respecto al
Sentencia el Tribunal Superior de Justicia de Madrid del 15 de junio de
2004 en la que, analizando la validez
y efectos de un recibo de finiquito, se
señala que, de conformidad con la
constante doctrina del Tribunal Supremo sobre este particular, “para que
a los denominados recibos de finiquito se les pueda reconocer valor liberatorio pleno, comprensivo por tanto
de todas las obligaciones derivadas de
la relación laboral, es preciso que ello
se deduzca con evidente claridad de
los términos en que así se exprese o
en caso de que de su texto se deduzca que la fue la voluntad firme y decidida de las partes, a cuyo fin la intención de las partes... podrá inquirirse
de su actuación tanto coetánea y posterior al contrato a que alude el precepto citado, como a la anterior a la
firma del documento a interpretar y
de donde deducir la realidad efectivamente querida” Y añade que “ para que le finiquito suponga aceptación
de la extinción del contrato debería
incorporar una voluntad unilateral del
trabajador de extinguir la relación, un
mutuo acuerdo sobre la extinción o
una transacción en la que acepte el
cese acordado por el empresario”.
El razonamiento que lleva a cabo la
sentencia citada conduce a entender
que no basta con que el trabajador
declare su satisfacción por el cobro de
determinadas cantidades, sino que es
preciso de todo punto que en el documento se evidencie el mutuo acuerdo de extinguir el contrato de trabajo o, en su caso, la conformidad del
trabajador con el despido, así como la
renuncia a la acción de despido.
En suma pues, para que el recibo sea
seguro es preciso que incorpore la declaración del trabajador en el sentido
de admitir la extinción de la relación
laboral (o su conformidad con el despido), así como su conformidad asimismo con el importe que la empresa le hace efectivo y se hace constar
en el documento. Cumpliendo tales
requisitos el documento debe ser
suficiente para enervar cualquier reclamación del trabajador referida a
emolumentos devengados antes del
término de la relación laboral.
No obstante, todavía quedarán por resolver aquellos conceptos que derivan
de las actualizaciones de los convenios
colectivos que pueden obligar a revisar el importe abonado.
¿PUEDE UNA EMPRESA
RESARCIRSE
DE LOS GASTOS
PROCESALES
SI LA SENTENCIA
ES A SU FAVOR?
U
na empresa ha sido reiteradamente demandada por trabajadores que alegan su supuesta
pertenencia a un grupo de empresas.
Las sentencias que se han dictado en
esos pleitos han sido siempre favorables a la empresa, al considerar que las
alegaciones de los trabajadores no son
atendibles porque la empresa no forma parte del grupo.
Sin embargo, como es natural, el hecho de demandarla ha dado lugar a
que la empresa haya incurrido en gastos importantes como consecuencia
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del desplazamiento necesario de sus
directivos, los testigos de la propia empresa y el pago de los honorarios de
los abogados que la han defendido.
No existe en la legislación ninguna norma que imponga
La empresa pregunta si existe en la legislación laboral algún medio o procedimiento para resarcirse de los gastos efectuados.
para la parte ganadora su participación en el juicio
Las demandas que formulan los trabajadores como consecuencia de la relación laboral se tramitan siempre en los
Juzgados y Tribunales de lo Social (Juzgados y Salas de lo Social de los Tribunales Superiores de Justicia y del Tribunal Supremo). En todas las instancias,
la jurisdicción social es gratuita para las
dos partes, demandantes y demandados, porque se parte de la base de que
no es necesario que los litigantes utilicen los servicios de los profesionales del
derecho. Por tanto, si un trabajador acude al Juzgado para defender sus derechos acompañado de abogado el coste de los honorarios de éste será por su
cuenta y, sólo en determinados y muy
contados casos, el Tribunal impondrá a
la otra parte, si ha sido vencida en el juicio, el pago de los honorarios de ese
profesional.
abogado. Normalmente, la sentencia
que pone fin al recurso señala el importe de esos honorarios (que no tiene nada que ver, por lo general, con
el importe que corresponde según las
normas de los Colegios de Abogados).
Lo mismo ocurre con respecto de las
empresas, las cuales pueden acudir al
juicio sin ser defendidas por abogados, es decir, defendiéndose a sí mismas por medio de sus representantes
legales. Es obvio que el desconocimiento del procedimiento judicial hará que el juicio se desarrolle en forma
menos técnica y que quien acuda sin
defensor se encuentre en situaciones
que rozan la indefensión. No obstante, esta situación es voluntariamente
creada por quien decide no hacer uso
del asesoramiento profesional por lo
que, evidentemente, debe también
aceptar las dificultades que el procedimiento puede crearle.
Las empresas pueden ser condenadas
en los recursos al pago de los honorarios de los abogados de las otras partes, porque en esa instancia que se
tramita en los Tribunales Superiores
de Justicia y en el Tribunal Supremo sí
que es necesaria la intervención de
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a las partes, ni siquiera en esa segunda instancia
de los recursos, el pago de los costes que haya representado
No existe en la legislación ninguna norma que imponga a las partes, ni siquiera en esa segunda instancia de los
recursos, el pago de los costes que haya representado para la parte ganadora su participación en el juicio. Solamente, como queda dicho, existe la
posibilidad de que, en la vía de los recursos, se imponga a la parte vencida
el pago de los honorarios del abogado de la parte vencedora. Y eso, sólo
si la parte vencida es una empresa,
porque los trabajadores nunca son
condenados en costas (salvo casos de
manifiesta temeridad o mala fe).
Este podría ser el caso de los trabajadores que han demandado a la consultante, pues lo han hecho reiteradamente incluso cuando había ya
sentencias que habían absuelto a la
empresa, es decir, posiblemente con
manifiesta temeridad. Sin embargo,
los tribunales son muy reacios a condenar a los trabajadores en estas situaciones.
Por tanto, en la práctica, los costes de
esas reclamaciones que soportan las
empresas son totalmente a su cargo sin
que exista habilitado ningún procedimiento específico para reclamarlos.
Ahora bien, es obvio que, en muchos
casos, los costes se han producido sin
ninguna razón que legalmente los justifique porque, como ocurre en el caso de la empresa consultante, los demandantes han actuado, si no con
mala fe, al menos de forma negligente, al no haberse preocupado míni-
mamente de evitar que la empresa demandada incurriera en gastos innecesarios que habrían podido evitarse si
no la hubieran demandado.
Sin embargo, la única formula para recuperar esos costes sería que la empresa
que los ha sufrido, a su vez, demandase a los que, según ella, son los culpables de la situación. El problema es que
por una parte, de entrada, una reclamación de este tipo no se ve con agrado por los tribunales de lo social y, por
otra, que la empresa ha de probar, no
sólo que los culpables de los gastos son
los trabajadores demandantes, sino también que el importe de los gastos está
plenamente justificado.
La primera parte ya tiene una gran dificultad porque, como la jurisdicción
social no exige la intervención de Letrado, siempre se podrá argumentar
que el gasto realizado por la empresa
para el pago de los honorarios de su
abogado lo ha sufrido porque voluntariamente ha decidido utilizar los servicios de un abogado cuando la ley no
le obligaba a ello. Y, además, puede
discutir incluso el importe de esos honorarios que se fijan a prudente arbitrio del letrado que dirige la defensa
de su cliente.
Además, cada uno de los gastos efectuados puede ser discutido. Piénsese,
por ejemplo, en los gastos de viajes
de los directivos de la empresa y de
los testigos no citados judicialmente.
Todos esos gastos pueden ser discutidos con posibilidades de que el resultado sea que no se encuentren plenamente justificados.
En suma, la reclamación es muy problemática y haría bien la empresa en
pensárselo dos veces antes de iniciar
una reclamación de esta naturaleza.\
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