la oración que prevalece

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LA ORACIÓN QUE PREVALECE: LA NECESIDAD
DE LA IGLESIA
Por: Wesley Duewel.
LA GRAN NECESIDAD de
nuestro mundo, de nuestra
nación y de nuestras iglesias,
es gente que sepa cómo
prevalecer en oración. Los
momentos de piadosos deseos
expresados
a
Dios
insípidamente una o dos veces
al día, habrán de producir
pocos cambios sobre la tierra
o entre la gente. Los
pensamientos
bondadosos,
dirigidos a Dios por medio de
cinco o seis oraciones,
después de haber leído uno o
dos párrafos
con algún
contenido religioso, una vez al
día,
en
algún
escrito
devocional, no traerá el reino
de Dios a esta tierra, ni
sacudirá las puertas del
infierno para rechazar los
ataques de maldad dirigidos a
nuestra cultura y a nuestra
civilización.
Los resultados, no las
bellas palabras, son la prueba
de la oración que prevalece.
Los resultados, no solo
momentos de devoción beata,
son el sello de un verdadero
intercesor.
Necesitamos
grandes respuestas a la
oración, vidas y situaciones
cambiadas, respuestas que
lleven el sello de lo divino.
Nos hacen falta poderosas
demostraciones de la realidad
y la preocupación de Dios y
de su actividad y su poder, los
cuales obligarán al mundo a
reconocer que Dios es
verdaderamente Dios, que Él
es soberano y que está
participando en su mundo en
el presente. Nos hacen falta
poderosas respuestas a la
oración, que traigan nueva
vida a la iglesia, nueva
fortaleza, fe y valor a los
creyentes
desfallecidos;
respuestas que hagan callar,
que dejen estupefactos y que
traigan convicción a hombres
malvados; respuestas que
frustren, que derroten y que
hagan retroceder los ataques
de Satanás.
La gran mayoría de los
cristianos saben muy poco
acerca
de
la
oración
prevaleciente, de la lucha en
la oración, o la guerra en la
oración. Hemos sido testigos
de muy pocas demostraciones
de la oración que prevalece.
Hemos conocido a muy pocos
guerreros en la oración que
han tenido poder intercesorio
con Dios y con la gente.
Hemos conocido a muy pocos
intercesores
como
Elías,
quienes
fueron
como
nosotros, mas sus vidas de
oración fueron poderosas y
eficaces (Ver Santiago 5:1618).
La intercesión es más que
el cálido, esporádico y
emocional amor a Dios, y más
que la expresión de buena
1
voluntad hecha de rodillas,
cuando pensamos en nuestros
amigos enfermos y que
sufren. La oración es más que
un gemido de intenso deseo
cuando repentinamente nos
hallamos frente a una
necesidad producto de una
crisis.
LA OBRA PRIORIZADA
DE DIOS PARA TI
La oración que prevalece
es trabajo santo, ferviente
labor. Epafras, quien estaba
“siempre
rogando
encarecidamente... en sus
oraciones”
por
su
congregación
(Colosenses
4:12), prevaleció en oración.
Los apóstoles a propósito
optaron por ocuparse en la
oración (Ver Hechos 6:4). Y
tres versículos más adelante
leemos: “Y crecía la palabra
del Señor, y el número de los
discípulos se multiplicaba
grandemente en Jerusalén”.
Aun un numeroso grupo de
entre los sacerdotes, quizás
los más difíciles de ganar,
“obedecían a la fe”.
Murray
escribió:
“Tenemos
un
concepto
demasiado pequeño del lugar
que
debe
ocupar
la
intercesión, a diferencia de la
oración que hacemos por
nosotros mismos, en la iglesia
y en la vida cristiana. En la
intercesión nuestro rey sobre
el trono encuentra su excelsa
gloria también. Mediante la
intercesión
Él
sigue
realizando su obra salvadora,
y sin ella nada puede hacer.
Sólo mediante la misma
podemos nosotros realizar
nuestra labor, y sin ella nada
aprovecha”. Y luego añade:
“Si... trabajamos más que lo
que oramos, la presencia y el
poder de Dios no se ven en
nuestra
labor
como
quisiéramos verlos”.
La oración jamás debía ser
algo incidental en la obra de
Dios. La oración es la misma
labor... en toda la obra que
para Dios se hace, la oración
es el poder que actúa en todo
lo que Dios ha de hacer
mediante su pueblo. Arthur
Mathews afirma: “La historia
espiritual de una misión o de
una iglesia está escrita en su
vida de oración”. Lo que
cuenta para Dios no son las
estadísticas
sino
la
profundidad en la oración y la
presencia y el poder de Dios
en las citas, en los servicios de
las iglesias y en el mayor
alcance que obtengamos.
Todas las metas que nos
tracemos, nuestros métodos
administrativos eficaces y
nuestra
administración
computarizada poca cosa
podrán lograr a no ser que
estén habilitados por la
poderosa
oración
que
prevalece.
Cualquier cosa que lo
haga estar demasiado ocupado
para tiempo en oración,
cualquier cosa que lo aparte
del santo prevalecer, cualquier
cosa que le quite el hambre
por Dios, por las almas y por
el tiempo dedicado a batallar
en oración, constituye un
obstáculo para Dios y para su
reino. No podemos darnos
este lujo.
Los grandes y piadosos en
la iglesia siempre han sido
aquellos que han sabido
prevalecer en oración. No
existe nada más elevado ni
más santo en la vida y en el
servicio cristiano. En la
oración que prevalece usted se
eleva hasta alcanzar el
máximo de su potencial como
ser creado a la imagen de Dios
y como exaltado hasta los
lugares
celestiales
para
compartir con Cristo su trono
de intercesión (Ver Efesios
1:20-21; 2:6).
Piense en esto: El mismo
Dios que elevó a Jesús hasta
los cielos, después de su
muerte
y
resurrección,
colocándolo a la diestra del
trono
del
universo:
“juntamente con él nos
resucitó, y asimismo nos
hizo sentar en los lugares
celestiales
con
Cristo
Jesús” (Efesios 2:6). En
potencia usted se sienta donde
Cristo está sentado: ¡sobre el
trono, para compartir su
reinado! ¿Cuándo? ¡Ahora!
¿De qué manera? ¡Mediante la
intercesión!
Usted no tiene ministerio
más grandioso ni liderazgo de
mayor influencia que la
2
intercesión. No se puede jugar
mayor papel, ni existe honor
más
grande
ni
mayor
autoridad que ésta. Usted ha
sido salvo para que reine por
medio de la oración. Usted ha
sido lleno del Espíritu para
que pueda reinar mediante la
oración. Usted reina en la
medida en que prevalece en
oración.
DIOS ESTÁ BUSCANDO A
PERSONAS PARA QUE
PREVALEZCAN
La mayor necesidad de
Dios en el presente es
encontrar hombres y mujeres
que sepan prevalecer en la
oración:
intercesores
poderosos,
incansables
prevalecedores, gente que
habrá de perseverar en la
batalla y en la conquista en la
oración hasta que los poderes
celestiales sean desatados y se
haga la voluntad de Dios en
las situaciones prácticas de la
vida.
La causa de Dios se
arrastra hacia delante tímida y
lentamente cuando existen
más
organizadores
que
agonizantes, cuando hay más
obreros que guerreros que
prevalecen en la oración. Nos
hacen falta guerreros en la
oración que hayan visto el
corazón de Dios, que hayan
experimentado el poder y la
gloria de la cruz, que
conozcan
el
significado
bíblico del día del juicio, del
cielo y del infierno. Nos hacen
falta guerreros en la oración
que sientan la esclavitud, la
falta del menor indicio de
esperanza
eterna
y
la
perdición de los que no son
salvos; que sienten el poder, el
gozo
y
la
gloria
transformadores que vienen
de Cristo, en los que son
salvos. Nos hacen falta
guerreros en la oración que
oren como si Dios fuera Dios
y como si Satanás fuera
Satanás.
Dios busca personas para
que prevalezcan en la oración.
Este es el medio que Él ha
determinado para que el
mundo avance hacia la justicia
y sus habitantes hacia la
salvación. Dios busca a gente
para que prevalezca, porque él
ve los millones de habitantes
de la tierra en sus pecados y
necesidades,
los
ama
infinitamente
y
anhela
salvarlos del pecado, de
Satanás y del infierno. El
precio por la expiación de
ellos ya se ha pagado. La
obra del Calvario ha sido
acabada triunfalmente y para
siempre. Todo está preparado,
mas el hombre está ciego,
afectado y endurecido por el
pecado.
La única esperanza que
ofrece Dios a los millones que
habitan esta tierra es la
oración que prevalece. Por
este motivo Jesús está
prevaleciendo día y noche y
necesita nuestra prevaleciente
colaboración.
Dios
ha
determinado que las naciones
sean salvas mediante la
oración (Ver Salmo 2:8). Esto
es parte de su eterno decreto.
Por eso, Jesús ora; y por eso,
nosotros debemos orar.
LE ESTAMOS FALLANDO
A DIOS
Hay millones de cristianos
débiles y descuidados que le
están fallando al grandioso
corazón de amor de Dios; que
le están fallando a su
crucificado, resucitado y
entronizado Señor; fallándole
al sensible y gimiente Espíritu
intercesor.
Dios
anhela
demostrar su gracia (Ver
Isaías 30:18), mas se ve
impedido porque nosotros no
hemos cumplido el papel para
el cual Él nos creó, nos salvó
y para el que nos mantiene
vivos hoy.
Las iglesias, las agencias
misioneras y las instituciones
cristianas
están
extremadamente organizadas,
tienen personal adecuado, y
en términos generales, están
ocupadas realizando labores
significativas. Mas; ¿Dónde
están los resultados? Aún no
hemos orado para que
ocurran. No le hemos
enseñado a nuestra gente el
papel que desempeña la
oración prevaleciente. No
hemos sido capaces de
servirles de modelo de lo que
debe ser una vida poderosa de
oración que prevalece, para
así poderles guiar en la
misma.
Sólo un tonto no ora, mas
existen millones de cristianos
que parecen ser aún más
tontos. Creen en la oración.
3
Oran con cierta indiferencia y
a menudo ineficazmente, pero
jamás se han dado a la tarea
de la conquista espiritual por
medio de la oración que
prevalece. Y a sabiendas de
que el inmenso poder de Dios
se desata siempre por medio
de la oración, sin embargo, no
oran, hasta haber prevalecido.
“¿Dónde están los líderes
cristianos que pueden enseñar
a los santos modernos a orar y
que los pongan a hacerlo?...
¿Dónde están los líderes
apóstoles que pueden poner a
orar al pueblo de Dios?” Sólo
aquellos que prevalecen en la
oración son capaces de
producir una multitud de
seguidores que saben cómo
prevalecer. Los apóstoles que
prevalecen
producen
guerreros en la oración. Los
púlpitos donde no se ora
producirán
congregaciones
que no oran, ni tienen poder.
¿Quién llamará a la presente
generación a la oración y
quién les enseñará a orar?
¿Dónde
están
nuestros
gigantes en la oración?
SE BUSCAN: GIGANTES EN
LA ORACIÓN
Hace muchos años, E.M.
Bounds escribió lo siguiente:
“Nos hace falta este liderazgo
inmerso en la oración; es
necesario que lo tengamos,
por la perfección y la belleza
de su santidad, por la fortaleza
y la elevación de su fe, por la
potencia y el empuje de su
oración, por la autoridad y la
pureza de su ejemplo, por el
fuego y lo contagioso de su
celo, por la singularidad, la
sublimidad y la humildad de
su piedad, que sea capaz de
influir en Dios y sostener y
moldear a la iglesia de
acuerdo con su patrón
celestial.
¡Cuán poderosamente se
sienten a estos líderes! ¡De
qué manera el fuego que
poseen levanta a la iglesia!
¡De qué manera batallan y dan
victoria
mediante
los
conflictos y triunfos de su
propia fe! ¡De qué forma lo
presentan por medio de la
insistencia y la importunidad
de sus oraciones! ¡De qué
manera inoculan mediante el
contagio y el fuego de su
santidad! ¡De qué forma
dirigen la marcha en las
grandes
revoluciones
espirituales! ¡De qué manera
la iglesia es resucitada de la
muerte, mediante el llamado a
la resurrección de sus
sermones! La santidad brota a
su paso, como brotan las
flores con la voz de la
primavera, y donde pisan el
desierto florece como un
jardín del Señor. La causa de
Dios exige líderes como estos.
Dios anhela revelar su
inmenso poder y su amor
redentor de manera más
extraordinaria
y
más
constante. ¿Qué se lo impide?
La falta de la necesaria
oración que prevalece. De la
misma manera en que el
dueño de la viña que Jesús
describe vino en busca de
fruto (Ver Lucas 13:6-7), así
también Dios anda en busca
de veteranos en la oración que
prevalece entre su pueblo.
Prestemos
atención
nuevamente a lo que nos dice
Andrew Murray:
“Él se fija si la iglesia está
capacitando al gran ejército de
hombres y mujeres ancianos,
cuya época de labor externa
ha llegado a su fin, pero que
pueden fortalecer al ejército
de “los elegidos que claman
a Él día y noche.”... Él se
fija en los miles de hombres y
mujeres jóvenes que se
capacitan para la obra del
ministerio y de misiones, y
echa una mirada anhelante
para ver si la iglesia les está
enseñando que el poder de
intercesión con Dios debe ser
su primera preocupación, y si
proceden a entrenarlos y a
ayudarlos a ponerla en
práctica. Él se fija para ver si
los ministros y los misioneros
están comprendiendo las
oportunidades que se les
presentan, y si están llevando
a cabo la labor de capacitar a
los
creyentes
en
su
congregación, para que se
conviertan en aquellos que
“colaboren juntamente con
ellos”,
mediante
sus
oraciones, y que puedan
“combatir con ellos contra el
mal en sus oraciones”.
Mientras que Cristo busca a
las ovejas perdidas hasta
haberlas encontrado, Dios
busca intercesores”.
Nos hace falta un nuevo
intenso y radical compromiso
con la oración, los líderes que
conozcan y demuestren el
4
poder
de
la
oración,
congregaciones que se hacen
cada vez más poderosas en la
oración. Necesitamos un
liderazgo prevaleciente que
moldee
a
una
nueva
generación de guerreros en la
oración.
DIOS HA DETERMINADO
QUE NOSOTROS
PREVALEZCAMOS
Dios ha determinado un
desempeño glorioso para su
Hijo y para nosotros en
santa, aunque inmerecida
asociación con su Hijo. ¡Oh,
que Dios nos ayude a percibir
lo maravilloso de estas
realidades!
Dios ha determinado
que Cristo sea el Gran
Intercesor.
1. El
Hijo es la
revelación de Dios el
Padre. Todo lo que usted
aprende de Dios lo aprende
por medio del Hijo. Nadie ha
visto jamás a Dios el Padre
(Ver
Juan
1:18),
más
cualquiera que ve al Hijo, ve
al Padre (Ver Juan 14:9). De
manera que, cada vez que
Dios se ha aparecido como un
ser visible, ha sido el Hijo el
que se ha aparecido. De
manera que, cada vez que
Dios ha hablado lo ha hecho
por medio de Dios el Hijo.
2. El
Hijo es el
representante determinado
por Dios. Dios nos creó por
medio del Hijo (Ver Juan 1:3,
10). Toda la vida que
poseemos vino de Dios
mediante el Hijo (Ver Juan
1:4; 6:33; 11:25). El Hijo fue
el mediador de Dios con
nosotros, aun cuando vino
como Jehová antes de su
encarnación. Fue él sin duda
alguna quien caminó con
Adán y Eva en el huerto; con
Enoc durante años, y con su
amigo Abraham; Él habló cara
a cara con Moisés y se
manifestó en forma visible a
Isaías (Ver Juan 12:41); a
Daniel y al apóstol Juan en
Patmos.
A través de los
siglos, desde la creación,
Cristo ha venido a nosotros de
continuo (Ver Miqueas 5:2).
El vino a nosotros en su
encarnación; ahora viene a
nosotros
constantemente
como Emmanuel, Dios con
nosotros.
el sumo, constante y perfecto
intercesor prevaleciente.
nombre en oración (Juan
14:13-14; 15:16; 16:23-24).
Dios ha determinado
que nosotros intercedamos
con Cristo.
3. Se ha determinado
Además, hemos sido
creados, salvos y llamados
para interceder y que así
prevalezcamos hasta que la
respuesta
de
Dios
se
manifieste. Y puesto que la
intercesión que prevalece
constituye
la
grandiosa
prioridad de Cristo en el
presente, ésta debe convertirse
también en nuestra prioridad,
como representantes suyos
aquí. Él nos ha dado el
Espíritu Santo para que
podamos ver a la gente y las
necesidades
desde
la
perspectiva suya. Él ha
determinado que el Espíritu
Santo nos capacite en nuestra
debilidad al orar (Ver
Romanos 8:26). Él nos ha
dado permiso para que
utilicemos la autoridad de su
Él nos ha creado para que
seamos sacerdotes para Dios,
lo cual incluye el papel
intercesor de todos los
sacerdotes (Ver Apocalipsis
1:6). No sólo debemos ser
sacerdotes santos (Ver 1ª. de
Pedro 2:5), sino también
sacerdotes reales (v. 9),
designados para servir a
nuestro Rey. A la luz de otras
Escrituras,
esta
responsabilidad
claramente
incluye el que se nos otorgue
un papel real en
nuestra
intercesión. Nos convertimos
en realeza que intercede.
Nosotros, al igual que Jesús,
reinamos y extendemos el
reinado de Cristo mediante
nuestra
prevaleciente
intercesión. Nosotros hemos
de compartir la soberanía de
Cristo por medio de nuestra
oración que prevalece. Él nos
delega autoridad real.
que el Hijo tenga a su
cargo a la humanidad (Ver
Isaías 53:4; 63:9). Él tenía a
su cargo el hacer expiación
por la humanidad (Ver Isaías
53:6). Desde la creación Él ha
sido el que ha intercedido por
la humanidad y ahora,
habiendo entrado en el
santuario celestial en nuestro
favor, Él es y habrá de ser
nuestro
Sumo
Sacerdote
eternamente (Ver Hebreos
6:19-20). El sacrificio de Sí
mismo como Sumo Sacerdote
ocurrió una vez y para
siempre, mas su papel de
intercesor continuará para
siempre (Ver Hebreos 7:25).
De modo que Dios el Hijo,
nuestro Señor y Salvador, es
Dios nos ha creado a su
imagen para que seamos como
él en personalidad y en
carácter. Dios nos ha creado
para que tengamos comunión
con el trino Dios. Él ha
determinado que de toda la
creación, nosotros tengamos
una relación especial con Dios
el Hijo. Hemos sido creados
espiritualmente para tener
comunión con el Hijo (Ver 1ª.
de Corintios 1:9), y para que
seamos la esposa del Hijo
(Ver Isaías 62:5; Juan 3:29;
Efesios 5:25-26; Apocalipsis
21:9).
5
“Dios ha querido depender
voluntariamente también de
nuestra oración... En la
oración la iglesia ha recibido
poder para gobernar al
mundo”. Por medio de
nuestras oraciones Dios actúa.
Y a pesar de que Dios es
completamente libre y actúa
en libertad soberana, Él
parece que se ha atado, al
menos
a
un
grado
considerable,
a
nuestra
intercesión. Hallesby le llama
a la oración “el conducto
mediante el cual el poder
del cielo es traído a la
tierra”.
Y agrega que
nuestra oración de fe, es sin
lugar a dudas el medio por el
cual Dios, en la forma más
rápida, podrá darle al mundo
su poder salvador por medio
de Cristo. Calvino también
enseñó que la oración era el
medio por el cual el poder de
Satanás podía ser derrocado y
adelantado el reino de Dios.
LA GLORIA DE LA
ORACIÓN QUE PREVALECE
La mayor gloria de Cristo
sobre su trono soberano en el
presente es la gloria de su
intercesión prevaleciente. No
existe papel que nos asemeje
más a Cristo que el de ser
cointercesor con Cristo, en
favor de las prioridades de Su
corazón. No existe otra
manera en que un cristiano
pueda ser una mayor fortaleza
y una mayor bendición para la
iglesia de Cristo. No hay otra
manera en que usted pueda
aportar más para el avance del
reino de Cristo y traer gloria
al nombre de Jesús. La
intercesión que prevalece
constituye el servicio por
excelencia que usted puede
aportar mientras que esté en
esta tierra.
La oración que prevalece
es gloriosa, porque lo une a
usted con el mismo latir del
corazón de Cristo. Es gloriosa
porque en la oración que
prevalece, se comparte la
visión de Cristo, su propósito
y su santa determinación y a
menudo la costosa agonía de
espíritu y la carga de Cristo.
La intercesión que prevalece
es la labor que más nos
asemeja a Cristo de todas las
labores, además de ser la más
controlada por el Espíritu. El
Espíritu comparte con usted la
pasión de Cristo hasta que
estemos agitados con el
mismo llanto del corazón del
Hijo y con los mismos
gemidos del Espíritu (Ver
Romanos 8:26).
Es
glorioso
poder
derramar lágrimas con Cristo,
amar con Cristo y arder con
los apasionados anhelos de
Cristo. Es glorioso compartir
con
Cristo
la
batalla
intercesora y el triunfo. A
veces usted comienza a
percibir el poder y el gozo de
la era venidera (Ver Hebreos
6:5) a medida que su
prevalecer se abre paso hacia
la victoria. La gloria comienza
cuando usted percibe la
seguridad del Espíritu de que
su oración ha sido escuchada
y contestada. Los resultados
visibles no siempre se
evidencian de inmediato, mas
usted sabrá que ha prevalecido
de acuerdo a la voluntad de
Dios, y sabrá también que la
respuesta de Dios es segura.
Toda
oración
que
prevalece habrá de recibir su
final y suprema gloria, cuando
usted llegue al mundo de la
gloria, con la revelación de las
recompensas de las oraciones
contestadas. ¡Qué honor les
espera a los guerreros de Dios
que prevalecieron en la
oración ante el tribunal de
Cristo, cuando los honores y
las recompensas de la
6
eternidad sean anunciadas y
otorgadas! (Ver 1ª. de
Corintios 3:11-15; 4:5; 9:25)
Entonces
usted
se
maravillará al ver cómo su
prevalecer se unió al de otros
guerreros de Dios en la
oración, y con la misma
intercesión de Cristo, el Hijo
de Dios. Entonces usted
descubrirá quiénes fueron los
que prevalecieron en lo
oculto, quienes a lo largo de
las edades constituyeron el
secreto del obrar poderoso de
Dios.
Entonces
usted
descubrirá
que
toda
intercesión se inicia en el
corazón de Dios, es trasmitida
a usted mediante el Espíritu
Santo, y recibe el amén y la
presentación del Hijo ante el
Padre, y recibe la ayuda de los
santos ángeles de Dios.
Entonces usted descubrirá que
no hubo oración prevaleciente
que se elevara en vano. ¡Se
inclinará
ante
Dios
sorprendido, en amor y
maravillado de pensar que
usted, que no es digno, haya
tenido una asociación con
Cristo tan estratégica, en Su
ministerio desde el trono y en
las victorias eternas!
¡Señor, enséñanos lo que
es
el
privilegio,
la
responsabilidad y la gloria de
la oración que prevalece!
Tomado del libro LA
ORACIÓN
PODEROSA
QUE
PREVALECE
por
Wesley Duewel. 1990.
7
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