DINAMISMO EN LA CARGA PROBATORIA COMO UN REQUERIMIENTO DE JUSTICIA. Millecer Bravo Zamora* Isabel González Vergara* Este trabajo ha sido desarrollado con el afán de analizar de manera objetiva y seria el rol del juez y lo que respecta a su imparcialidad en lo relacionado con las nuevas normativas probatorias que proyecta la reforma procesal civil. Para ello consideramos las posturas y opiniones que se han ido desenvolviendo respecto al tema en cuestión. Consideramos que es importante dialogar y debatir sobre la legislación actual y futura, puesto que el derecho en sí es dinámico, el que nos mantiene en constante estudio y dedicación, una muestra de lo que se expresa es precisamente este trabajo. Gracias el avance histórico en el derecho procesal, hemos podido apreciar una evolución del principio dispositivo; en efecto hoy podemos considerar la diferencia entre este principio dispositivo de lo que se denomina, principio de aportación de parte; entendiendo al primero como aquel que permite distinguir entre un conjunto de disposiciones que miran al desarrollo netamente procesal y no a la actuación propia ni racional del juzgador, mientras que al segundo como el conjunto de normas que están destinadas a permitir la intervención del juez en la actuación de los derechos materiales en el proceso. A partir de esta diferencia, se ha sostenido que el principio dispositivo, en cuanto a informador del proceso civil, carece de reconocimiento constitucional directo, esto es, que no existe norma que imponga al legislador establecer un proceso que ampare este principio y sus máximas de expresión, no ha sido preciso el constituyente al respecto y en este sentido sostiene el profesor Iván Hunter, “¿cómo hacer, entonces, que este principio se atribuya como un imperativo de necesidad en la configuración del proceso y no como una simple opción de política legislativa?”1 Ello solo resta responderlo con la legislación vigente basándose en el art. 19 n° 24 Constitución políticas de la República en adelante CPR en cuanto asegura el derecho de propiedad, en sus diversas especies sobre toda clase de bienes corporales e incorporales, extendiéndose a las facultades, en la medida de poder usar, gozar y disponer del derecho. * Estudiantes carrera de Derecho, Campus Santiago Centro, Universidad de Las Américas. Ayudantes del Departamento de Derecho Procesal, UDLA. 1 HUNTER AMPUER O, IVÁN, “El Principio Dispositivo y los Poderes del Juez”, en Revista de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, vol. XXXV, 2010, N° 2, pp. 152 y ss. 1 Pues se entendería incorporado de manera implícita, en relación a la disponibilidad o indisponibilidad del derecho aun en el ámbito procesal y los criterios de oportunidad que el actor definirá, si desea o no tutelar jurisdiccionalmente ese derecho. Pero no es dable profundizar en este trabajo sobre el asiento normativo del principio expuesto. Recogiendo el carácter privado del derecho sustantivo que es objeto de la tutela jurisdiccional y el principio dispositivo, surge el Proyecto del Código Procesal Civil en adelante PCPC, este último toma los elementos necesarios para el pleno desarrollo de dicho principio, así la actividad jurisdiccional sólo puede iniciarse ante la petición del interesado, cumpliendo con los presupuestos procesales de la triple identidad y los límites del objeto del juicio marcado por las partes al juez, la congruencia del órgano jurisdiccional y res in iudicium deductae en relación al término. Este principio dispositivo se conecta con aquel derecho sustantivo, reconociendo la asimetría existente en cuanto a las facultades del juez con el respeto de éste por la libertad de disposición legítima, considerándose compatibles. Esta compatibilidad no ha sido compartida por parte de la jurisprudencia nacional pues toma posición de control formal en consideración a la asignación de poderes al juez y, un proceso guiado por impulso procesal siendo diferentes la distribución de roles procesales, si se miraran como compatibles no permitirían el desarrollo normal de la actividad jurisdiccional, por ende el principio dispositivo y el derecho sustantivo solo se complementan entre sí pero no son lo mismo por el carácter de adjetivo que encuadra dicho principio. En lo que respecta a la negativa en el desarrollo normal de la actividad jurisdiccional No lo vemos de esa manera, puesto que al otorgarle “fuertes” poderes al juez en orden al control de la legalidad de los actos procesales y de su andar, es compatible y perfectamente posible en un Estado Democrático de Derecho pues este no tiene el monopolio de control de todos los aspectos formales de la relación procesal, todo esto como consecuencia de la naturaleza o esencia del principio dispositivo. Debiendo precisarse cuál es la medida de compatibilidad entre las potestades del juez en orden a los hechos, la prueba y la aplicación del derecho en un proceso donde su objeto versa sobre materias esencialmente disponibles. Esto se justifica de alguna manera ya que en el PCPC no se otorgan criterios para dirigir la interpretación de la norma procesal y la condición privada del derecho o interés objeto de tutela. Asumida esta postura compatible, entiendo que en esta búsqueda de la verdad, la actividad del juez no podría lesionar el principio dispositivo interviniendo como órgano jurisdiccional en el objeto de la tutela, puesto que no afecta la subjetividad del derecho, es decir el derecho indisolublemente ligado al 2 individuo mantiene la fisionomía privada en cuanto a la disposición de su derecho subordinando el ejercicio de la jurisdicción a su impulso procesal, en relación a esto y según parte de la doctrina, la aportación de los hechos y la actividad probatoria forman parte del principio dispositivo quedando en manos de los litigantes dicha actividad, desde esta perspectiva el órgano jurisdiccional no podría proponer medios de prueba sin entrometerse gravemente en la naturaleza privada de los intereses objeto del litigio. Esto parece una obviedad, pero si ampliamos un poco más la visión podemos observar que no todas las normas procesales tienen una idéntica naturaleza, esto es, no todas van dirigidas a permitir la actuación del carácter privado y disponible del derecho sustantivo, lo que se quiere decir es que hay normas procesales que miran al desarrollo técnico – procesal de la jurisdicción como una herramienta de la tutela, dichas normas se agrupan sistemáticamente denominadas como el principio de aportación de parte. Al comienzo de este trabajo señalamos que hemos aprendido la diferencia que este tiene con el principio dispositivo, de esta manera entonces un proceso guiado por el principio de aportación de parte es al mismo tiempo un proceso que asigna a los litigantes la carga de acreditar los fundamentos de hecho de la pretensión o resistencia. Es por esto que, cuando el ordenamiento permite una actividad probatoria al juez, lo que hace es generar una excepción a este principio pero no afecta de modo alguno al principio dispositivo, pues la iniciativa probatoria ex officio funcionaría como un correctivo al principio de aportación de parte, con el objeto de acercar los resultados al valor verdad, presupuesto necesario de la justicia de la decisión, verdad que no dice relación con el mito de la verdad absoluta o la verdad material, sino que una célebre aproximación a dicha verdad para una aplicación más correcta de la norma jurídica; mientras que el derecho controvertido no dejará de estar en el patrimonio del actor, quien podrá disponer libremente del mismo. Así las cosas, se hace notoria la diferencia entre principios, pues el principio dispositivo es necesario, mientras que la excepción al principio de aportación de parte es eminentemente eventual, pues tratándose la prueba de un acto de información es un instrumento de conocimiento y no una declaración de voluntad, por lo tanto se proporcionan al juez elementos de juicio para alcanzar el conocimiento de los hechos, más no elementos de persuasión; es por ello que brindarle excepcionalmente una actividad probatoria al órgano jurisdiccional va en busca de un modelo ideal de justicia donde las decisiones judiciales se adopten sobre hechos verdaderos. Todo sin perjuicio de mantener y jamás excluir a las partes de dicha actividad probatoria pues si así fuese se lesionaría el derecho de prueba en su esencia, 3 por lo mismo ese excepcionalísimo poder probatorio del juez no puede lesionar ni aquel ni otros derechos constitucionales. Así lo ha entendido el anteproyecto y el PCPC, materializando en cierta medida la corriente llamada “activismo o solidarismo procesal” que rechaza la pasividad del juez, y que su rol sólo sea de un espectador, en tal sentido Sergio José Barberio señala que “la figura de un juez activo no se relaciona únicamente con aquel que hace uso con las facultades referidas a disponer pruebas de oficio. Su actuación, se ubica comprometida con la celeridad y efectividad del proceso, reencausando el procedimiento, recalificando postulaciones, utilizando el poder de rechazo in limine, evitando desgastes innecesarios, proscribiendo el abuso del proceso, manteniendo una real igualdad de las partes y, en fin, buscando soluciones pretorianas hacia la ‘tutela efectiva’ cuando la orfandad legislativa no brinda la solución adecuada”2. Este juez más activo ya no mirado como un mero aplicador de la norma, ha de ser siempre Imparcial y como sus actos no dicen relación con manifestaciones de voluntad favorables intencionalmente a uno u otro de los litigantes, creo que su Imparcialidad y la complejidad de ella, no se ven afectadas pues los roles que asume no están enfocado a más que heterocomponer el litigio en pleno respeto de un debido proceso progresivo, más rápido pero no por ello de menor calidad y desapego a los derechos fundamentales de toda persona; atendido a un principio de economía procesal haciendo la tarea más eficiente con el menor desgaste jurisdiccional posible. Todo lo hemos analizado en base a dicho PCPC del año 2010, lo que hace menester señalar que el posterior estudio y perfeccionamiento del PCPC del año 2012 toma forma en el mensaje presidencial el día 12 de marzo de dicho año, sosteniendo éste que el nuevo código consagra un cambio de paradigma en la concepción del juez respecto del proceso y el sentido tradicional en que se ha entendido el principio dispositivo o de justicia rogada que inspira nuestro actual proceso civil, sin por ello derogarlo, sino al contrario manteniendo su plena vigencia. Es por ello que en cuanto el impulso y dirección del proceso, el nuevo código otorga un rol protagónico y activo al juez, pudiendo adoptar de oficio las medidas necesarias para su válido, eficaz y pronto desarrollo, de modo de conducirlo sin dilaciones indebidas, a la justa decisión del conflicto. De esta manera también se le confiere un mayor protagonismo en el conocimiento de los asuntos, dotándolo de la facultad de decretar, hasta la audiencia 2 BARBERIO, SERGIO JOSÉ, “Principios y reglas técnicas del proceso en el ante proyecto del código procesal civil chileno, ¿hacia dónde vamos?”. En Revista Entheos, vol. Único, pp.25 y ss. 4 preliminar, diligencias de prueba para el esclarecimiento de la verdad de los hechos controvertidos, respetando siempre el derecho de defensa de las partes; recordemos que este parecer gira sobre la base de la búsqueda de la verdad; así mismo y con el fin de poder corregir eventuales desigualdades entre las partes, se consagra el principio de facilidad de la prueba o la institución de la carga dinámica de la prueba como un principio que otorga al juez, con los debidos resguardos legales, la posibilidad excepcional de distribuir la carga de la prueba conforme a la disponibilidad y facilidad probatoria de las partes, asegurando de este modo la vigencia de los principios de justicia, cooperación y buena fe procesal. Así las cosas a este parecer, las facultades o roles asignados al juez tiene como piedra angular el pleno respeto de los derechos fundamentales reconocidos por nuestra carta política y los tratados internacionales, encaminando el debido proceso a la realidad social actual. En este entendido entonces, comprendemos que la imparcialidad del juez no se “ensucia” ni se compromete de ninguna forma con la carga dinámica de la prueba, es más bien un presupuesto que viene a complementar las tareas del juez enfrentando derechamente al not liquet pues ya sabemos que en esas circunstancias el juez podía elegir no conocer de la o las causas que estimara convenientes precisamente por carecer de medios probatorios, en cambio hoy rige, en base al artículo 76 de la Constitución Política de la República el denominado principio de inexcusabilidad, lo que lleva consigo y como objetivo principal obtener la paz social, a traves de la justicia impartida, lograr la satisfacción de las necesidades de la comunidad a fin de erradicar la utilización de la autotutela. Lo anteriormente señalado avala la adopción del criterio de distribución de las responsabilidades en la producción de prueba, ya que obtener una sentencia que se pronuncia sobre la base de insuficiencia probatoria, privilegiar la seguridad jurídica o aplicar los criterios de justicia, eficacia versus eficiencia, pero es ese el verdadero sentido de nuestra justicia y lo que con ella se quiere lograr, obtener sentencias que resuelvan conflictos, más, no es el fin último, sino lograr acuerdos justos, la búsqueda de la verdad, garantizando a los ciudadanos que confían en ella, el verdadero resguardo de sus derechos, de lo contrario con sentencias equivocas o deficientes se podría implantar la desconfianza, insatisfacción, disconformidad, dejando siempre latente la vía de la autotutela. Por tanto la inexcusabilidad y la facilitación de la prueba o la carga dinámica robustecen dicha obligación que tiene el juez de conocer de mejor manera. Ahora bien la profesora Carmen Domínguez Hidalgo señala que “en materia civil esto altera el resguardo anticipado con el que se celebran los contratos, haciendo mención a la teoría del riesgo, como 5 una dimensión civil de la teoría de la carga dinámica de la prueba, y en consideración a ello esta reforma es innecesaria pues tal pareciera faltar un amplio debate antes de poner en marcha un proyecto con fundamentos poco claros en consideración con la incidencia del cambio que implica esto. Es por ello que el Art. 294 del proyecto código procesal civil (PCPC) que Reforma a las normas probatorias por carga probatoria dinámica, no es una norma clara en lo literal”3Art. 294.- Carga de la prueba. Corresponde la carga de probar los fundamentos de hecho contenidos en la norma jurídica a la parte cuya aplicación le beneficie, salvo que qua disposición legal expresa distribuya con criterios diferentes o de una manera diversa la carga de probar los hechos relevantes entre las partes. El tribunal podrá distribuir la carga de la prueba conforme a la disponibilidad y facilidad probatoria que posea cada una de las partes en el litigio lo que comunicará a ellas, con la debida antelación, para que asuma las consecuencias que les pueda generar la ausencia o insuficiencia de material probatorio que hayan debido aportar o no rendir la prueba correspondiente de que dispongan en su poder. Ello porque en el inc. 1° tal pareciera hacer una remisión al art. 1698 del Código Civil en adelante CC, cuestión que no queda realmente clara por ende incierta, que el inciso 2° es por excepción, pero se pregunta ¿realmente tiene un carácter de excepcional? NO, Pues este no lo faculta expresamente en ese carácter, no lo señala ni aun el como “podrá”. De manera que según la profesora no habría necesidad de reformar el art. 1698 CC ello porque es una regla de contenido cierto y conocido en materia civil nos permite anticipar los riesgos en la contratación mediante el cálculo de riesgos. También porque la norma no plantea problemas prácticos, además otorga certeza y no contiene un contenido rígido. Todo lo que le ha permitido ser base de jurisprudencia de la Corte Suprema desde 1921, sosteniendo que “el estado de la prueba es asunto de derecho sustantivo y no adjetivo” debiendo existir una colaboración entre las partes cuestión que no sucede por lo absoluto de la carga dinámica. En relación a esta crítica desde un comienzo hemos sostenido que no pertenece al derecho sustantivo sino que se conecta con aquel, reconociendo la asimetría existente en cuanto a las facultades del juez con el respeto de éste por la libertad de disposición legítima que compete a las partes, así las cosas no afecta la subjetividad del derecho, de manera que el derecho indisolublemente ligado al individuo mantiene la fisionomía privada en cuanto a la disposición de su derecho, por lo que no habría una agresión a la seguridad jurídica, ya que conocido es desde Goldschmidt ”la carga de la prueba importa 3 Seminario “Teoría de las cargas dinámicas probatorias”, organizado por Departamento de Derecho Procesal, Universidad de las Américas, Campus Providencia, Santiago 27 de junio 2013. 6 una actividad referida a los hechos del pleito y no a las obligaciones que nacen de los contratos u otra situación jurídica, a pesar de lo expuesto no es nuestra intención atribuirle la hegemonía, ni menos la propiedad de la institución probatoria a un sector u otro, sólo queremos dejar en claro que las mayores atribuciones que se le brindan al juez busca la incorporación de un estado de justicia en virtud de una carga objetiva que gravita sobre el tribunal”4 Por su parte Devis Echandía a sostenido “englobados en una noción procesal, de este modo comprendemos que La carga de la prueba es una noción procesal que contiene la regla de juicio, por medio de la cual se le indica al juez como debe fallar cuando no encuentre en el proceso pruebas que le den certeza sobre los hechos que deben fundamentar su decisión, e indirectamente establece a cuál de las parte le interesa la prueba de tales hechos, para evitarse las consecuencias desfavorables”5. En efecto y apoyando la opinión de Montero “la carga de la prueba debe repartirse de modo que se estimule la actividad probatoria de aquella de las partes a quien, en cada caso, la prueba resulte más fácil”. Encontrándonos con el denominado principio de Facilidad de la prueba en virtud del cual se debe colocar la carga respectiva en cabeza de la parte que se encuentre en mejores condiciones para producirla y todo ello en un afán justiciero que para algunos puede ser difuso, en otras palabras “cambiar las reglas del juego después que el juego terminó, convirtiendo en ganador al claro perdedor según las normas tenidas en cuenta por los jugadores durante todo el desarrollo del certamen, no sólo es actitud desleal sino que, en el proceso, viola la garantía de la defensa en juicio. ¡Por mucho empeño justiciero que ostente el juez actuante!”6 Exactamente, pero el empeño justiciero del juez actuante no se realiza en un tumulto desleal, puesto que no se trata de un cambio de paradigmas o el cambio en la certeza jurídica que el juez desarrolló dentro del procedimiento propiamente tal, es precisamente la eventualidad de dicha norma (art.294 PCPC) y en el inter tanto en el que se llevara a cabo, puesto que no estamos en una etapa de termino resolutivo, que los sujetos controvertidos están en un plano de igualdad puesto que la probanza sigue siendo un derecho indisolublemente ligado al individuo por el solo hecho de ser tal, razonamiento que creemos es plenamente coherente con la evolución del pensamiento jurídico 4 ROSENBERG Leo, “la carga de la prueba”, trad. Por Krotoschin, editorial E.J.E.A., Buenos Aires, 1956, pp. 3 DEVIS ECHANDIA Hernando, “Teoría General de la Prueba Judicial”, Zavalía Ed., Buenos Aires., 1988, pp. 421-494 6 ALVARADO VELLOSO Adolfo, “El debido proceso de la garantía constitucional”, editorial Zeus, 2003, 1°tomo, pp.199. 5 7 occidental actual, y consecuencialmente la prueba respalda el derecho de carácter al proceso y respalda el derecho subjetivo de las partes. Por su parte el profesor Raúl Tavolari señala que “el tema debe enfocarse con altura de miras; establecido que la controversia es entre justicia y seguridad, y que la ley se ha demostrado incapaz de pergeñar una solución adecuada, las miradas se vuelcan al juez a quien hay que dota de las atribuciones suficientes, bajo un régimen que asegure el oportuno conocimiento de las partes, a fin de evitar sorpresas y someterlo a un adecuado control recursivo”7. Recordemos que la carga dinámica de la prueba es una tesis que se impulsa como consecuencia de un complejo caso de responsabilidad médica en Argentina, y de las construcciones teóricas en torno a este tema consolidadas por Peyrano, quien en su obra “Cargas Probatorias Dinámicas”, la que comparte con otros autores, elabora toda una sistematización al respecto. Esta tesis sustenta que “más allá del carácter de actor o demandado, en determinados supuestos la carga de la prueba recae sobre ambas partes, en especial sobre aquella que se encuentre en mejores condiciones para producirla.”8 De la misma forma, en la obra de Peyrano se sostiene: “Así pues, esta nueva teoría no desconoce las reglas clásicas de la carga de la prueba, sino que trata de complementarla o perfeccionarla, flexibilizando su aplicación en todos aquellos supuestos en que quien debía probar según la regla tradicional se veía imposibilitado de hacerlo por motivos completamente ajenos a su voluntad.”9 Finalmente –salvo para aquellos cuya desconfianza en los jueces es insuperable y en esa postura olvidan que, como enseñara Cappelletti, “el proceso civil es un instrumento de derecho público, aunque su objeto sean derechos privados, por lo que a las partes corresponde la iniciativa del proceso y la delimitación de su objeto, pero la dirección y conducción del proceso, compete al juez”10 ¿cómo desconocer que la modalidad propuesta satisface de mejor forma los requerimientos de la justicia? Creemos que esto es lo que contestamos en el presente trabajo, de hecho como se ha sostenido no pretendemos crear doctrina alguna ni mucho menos desobedecer al criterio imperativo actual, sólo nos TAVOLARI OLIVEROS, RAÚL,”¿Confianza o desconfianza en los jueces?: Un alegato a favor de conferir mayores oportunidades a la justicia, a propósito de la polémica por las cargas probatorias dinámicas o principio de facilidad de la prueba”. Santiago de Chile, 2012, pp 6 y ss. 8 PEYRANO, JORGE WALTER, “Nuevos lineamientos de las cargas probatorias dinámicas” en “Cargas probatorias dinámicas”, obra colectiva del Ateneo de Estudios del Proceso Civil de Rosario, Santa Fe 2004, Editorial Rubinzal Culzoni, p 60. 9 PEYRANO, JORGE WALTER, ob.cit. p.60. 10 TAVOLARI OLIVEROS, RAÚL, ob. Cit.pp 6 y ss. 7 8 acotamos a un análisis serio que parece eficiente con las adecuadas modificaciones o más bien precisiones de excepcionalidad. En este sentido no sólo debemos tener en cuenta al juez sino que también es un buen instrumento agilizador dentro del proceso para los abogados puesto que esto los incentiva para ser más diligentes tanto a la hora de ejercer extrajudicialmente como al actuar en un procedimiento y su oportunidad probatoria, ya que el ánimo de justicia no es propia de la ley sino de quienes ejercen el derecho reflexionando siempre entorno al equilibrio entre realidad jurídica y realidad práctica. 9