1 ALGUNOS APUNTES SOBRE LOS ORÍGENES DE LOS ESTUDIOS TEÓRICOS SOBRE EL DESARROLLO. MSc. Rosa García Chediak Encontrar las fuentes teóricas que han alimentado el caudal de las modernas teorías del desarrollo –como le llaman Blomström y Hettne a la polémica que se inicia con las teorías del crecimiento en los 50´s1- es un proceder crítico de suma importancia. Si se da por sentado que las nociones teóricas no surgen ni se desarrollan por generación espontánea sino que estas expresan problemas de una sociedad concreta, o en otras palabras, son el modo (contradictorio) en que una sociedad se piensa a sí misma, entonces escarbar y organizar un cúmulo de proposiciones actuales vinculándolas a sus matrices teóricas deja de ser un mero ejercicio lógico para arrojar luz sobre la realidad social, sobre el conjunto de fenómenos históricos que siguen concediéndole relevancia a ciertos debates, sobre los conflictos sin resolver de una civilización determinada. En otras palabras, el conjunto de teorías agrupadas en torno al concepto de desarrollo no deben considerarse un punto de partida, sino una de las derivaciones de los planteamientos elaborados mucho antes por los teóricos de la modernidad, esto es, por aquellos pensadores que primero advirtieron la cualidad esencialmente nueva de un sistema social que organiza la vida no con fines de reproducir lo existente como una repetición idéntica sino como una complejidad creciente. El surgimiento, afianzamiento y expansión de la sociedad capitalista está por tanto gravitando sobre los autores aquí tratados, los cuales además asumen posiciones diferentes que transitan entre la legitimación y la crítica de estas dinámicas sociales. Con fines metodológicos se organizará el análisis de estos autores en dos planos. Uno de corte más económico centrado en el sistema de producción y otro más sociológico atento a las instituciones y procesos sociales, en su sentido más amplio. Es preciso insistir –y es un presupuesto del presente trabajo- que la distinción sólo obedece a fines expositivos, pues en todos los casos se trata de pensadores que más allá de los énfasis particulares y los tópicos que los han encasillados como economistas, sociólogos o filósofos, están teorizando sobre una sociedad existente y a la vez potencial, o sea sobre 1 Citado por: Mario Gonzáles Arencibia. De la teoría del crecimiento al desarrollo humano sostenible. En: Sociedad y Desarrollo Sostenible. Univ. Santiago 2000, p.31 2 lo que la sociedad que es y a la vez la sociedad que puede llegar a ser, y por ello es frecuente que intercalen tesis sobre moral o política. 1.1 Afluente económico. Según Carlos del Valle el origen del fenómeno del desarrollo podría situarse en la revolución industrial alrededor del 17502, aunque señala que ya en el siglo XIV los mercantilistas hablaban de un desarrollo de las fuerzas productivas acentuando en el excedente monetario resultante de la balanza comercial. Sin embargo parece existir un consenso en que es la economía clásica de Adam Smith (1723 –1790) donde la teoría del desarrollo tiene sus raíces fundamentales3 Para Smith el crecimiento y el progreso tienen sus raíces en la división del trabajofuente de productividad creciente y por tanto de aumento de capital, gracias al intercambio que se producía en el mercado- y son conducidos por una mano invisible apoyándose en el supuesto de que en el sistema económico la búsqueda del interés individual necesariamente redundaría en bienestar colectivo si se reforzaba con la acumulación de capital, la expansión del mercado y la división del trabajo. De aquí se deriva la apreciación del crecimiento como algo orgánico, inmanente, irreversible y por tanto del desarrollo como proceso unilateral y propio del sistema, que automáticamente emerge de la actuación racional de los individuos cuando buscan optimizar sus propios beneficios. La acumulación creciente y la consiguiente inversión de capital –que solo podía emprender la clase social de los capitalistas industriales- son considerados por Smith las claves del crecimiento económico, idea que junto al papel que le otorga al mercado como “mano invisible” ha dejado un fuerte impacto en las discusiones acerca de las causas del crecimiento a largo plazo4 . Es significativo también que Smith reconoce a la nación como la organización social donde se definían los intereses 2 Carlos del Valle. La Deuda Externa de América Latina. Relaciones Norte-Sur. Perspectiva ética.Ed. Verbo Divino, España 1992. pp.113 3 Ver: Carlos del Valle. La Deuda Externa de América Latina. Relaciones Norte-Sur. Perspectiva ética.Ed. Verbo Divino, España 1992; Mario Gonzáles Arencibia. De la teoría del crecimiento al desarrollo humano sostenible. En: Sociedad y Desarrollo Sostenible. Univ. Santiago 2000;J, Martinussen . Society, State and Market. Eds Zed Books Ltd & Frenwood Publishing, Canada,1997 . 4 J, Martinussen. o.c .p. 20 3 económicos y por tanto otorgaba al Estado-nación un carácter prominente sobre cualquier otra forma de organización social.5 Sumamente interesante para el debate posterior sobre el desarrollo será el aporte de David Ricardo, también ubicado en el paradigma clásico dentro de la economía. Con su obra “Principios de Economía Política y Tributación” de 1817 se centra en el análisis de la distribución de la producción- tocando cuestiones como la renta y la tierra- encontrando en ello el problema primordial de la Economía Política. Ricardo planteaba que la creación de riquezas debe asociarse a la eficiencia con que una nación utiliza sus recursos en comparación con el resto del mundo. De esta sugerente especialización en el mercado mundial se desprende la tesis de las ventajas comparativas: participar en el mercado con aquellas producciones de menores costos y mayores ventajas relativas, asignando un papel determinante en este nexo al desarrollo del capital industrial. El último autor a tratar dentro de la teoría clásica será John S. Mill quién en 1848 publica su obra “Principios de Economía Política” donde indaga sobre el papel que desempeña el progreso técnico dentro del proceso económico, situando así desde la economía el primer antecedente a la idea de desarrollo, exponiendo la noción de progreso como los cambios sujetos a la introducción de nuevas tecnologías.6 Podría resumirse el aporte de la economía clásica no en términos de la definición del desarrollo como fenómeno, pues no era este el objetivo de los clásicos de la Economía Política, sin embargo implícitamente puede extraerse la identificación que operaron entre crecimiento económico y el sentido de progreso como tendencia ascendente de la historia hacia etapas mejores. Ellos se consagraron a explicar la acumulación de capital y la distribución del ingreso como realidades medibles, lo cual establecieron como base a la concepción moderna de progreso. Dicho en otros términos, sentaron las bases para una concepción de la historia y de la sociedad explicada en términos de la interacción trabajo humano-naturaleza, observando el fabuloso poder creador de las fuerzas inmanentes, cognoscibles y controlables. Se convirtieron así en los primeros materialistas de la nueva época. 5 Mario Gonzáles Arencibia. o.c. p.31 Mario Gonzáles Arencibia. o.c. p. 32 66 4 Carlos Marx será siempre un autor polémico a la hora de afiliar su pensamiento a algún paradigma o a una disciplina científica determinada. Analizando su perspectiva económica algunos autores lo incluyen dentro del paradigma clásico en tanto estudió los dos problemas fundamentales del mismo: la acumulación de capital y la distribución del ingreso, aunque el estudio de Marx traza una comprensión más compleja del proceso productivo como núcleo determinante de un sistema social y su desenvolvimiento histórico, dando lugar a una perspectiva más sociológica que se ha llamado concepción materialista de la historia: “...en la producción social de su existencia, los hombres entran en relaciones determinadas, necesarias, independientes de su voluntad, estas relaciones de producción corresponden a un grado determinado de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción constituyen la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la cual se eleva las superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de vida social, política, intelectual en general. No es la conciencia de los hombres lo que determina su ser, por el contrario, su ser social es quine determina su conciencia. En una fase determinada de su desarrollo, las fuerzas productivas de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes...De estas formas evolutivas de las fuerzas productivas que eran, estas relaciones se convierten en trabas a estas fuerzas. Entonces se abre una época de revolución social 7 Nos centraremos en el aporte de Marx a la explicación del proceso productivo. Para este autor existe una estructura económica conformada por las fuerzas productivas y las relaciones de producción, la cual denomina modo de producción, como aparece en el fragmento citado arriba. El origen de los cambios históricos se sitúa por tanto en los conflictos que se dan al interior del modo de producción. Aquí reside el rasgo distintivo del pensamiento marxiano respecto a los economistas clásicos. Marx postula la conflictividad del proceso de acumulación, fin del proceso productivo capitalista. Afirma que la tendencia a la valorización y acumulación se ha acelerado de un modo imperecedero pero que ello descansa en la explotación de la fuerza de trabajo y la enajenación de las relaciones sociales, aportando en su explicación el concepto de 7 Carlos Marx. Contribución a la crítica de la economía política. Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 1966, p.10 5 plusvalía, el cual enuncia el carácter conflictivo al que se hace referencia. 8 Por lo tanto, el legado de Marx sobre la economía capitalista, desemboca en un posicionamiento político a favor de una revolución que libere a los hombres del yugo impuesto por la propiedad privada y el imperio de las relaciones monetario-mercantiles. Es por tanto un progresista pero en sentido integral y no unilateral-económico, su propuesta es obviamente política, auténticamente histórica y por ello coherentemente humanista. El otro gran paradigma para la comprensión del desarrollo desde el punto de vista económico es propuesto por la escuela neoclásica que según Carlos del Valle no es una más que una readaptación de la teoría económica clásica a nuevas circunstancias9: el crecimiento a largo plazo se daba por conseguido y en consecuencia se mudó la atención hacia cómo alcanzar la mejor utilización (efectividad y eficiencia) de los recursos dados. Puede situarse históricamente la corriente neoclásica dentro de un cuadro de crisis del comercio exterior originado por la superproducción resultante de la revolución industrial y por ende como expresión de la fuerte competencia entre las potencias industriales del momento en su búsqueda de mercados exteriores. A diferencia de los economistas clásicos, enfrascados en la formación de un sólido mercado interior para los factores fundamentales de la producción, los neoclásicos se plantean el problema de las relaciones económicas internacionales y en concreto del comercio exterior. Es preciso decir que los aportes neoclásicos son el último reflejo de un patrón acumulativo basado en la producción industrial y el comercio como motores económicos para dar paso a otro que apuesta en primer lugar por la especulación financiera y la inversión internacional directa de capitales, que se impondrá decisivamente con la segunda postguerra. A nivel teórico-ideológico, varios autores dentro de esta corriente buscan desconstruir la teoría clásica del valor, en parte como reacción a la incendiaria elaboración marxista de la misma. Se enfrascan por tanto en una teoría subjetivista y ahistórica del valor, la teoría marginal, de marcado carácter reaccionario. Una de las teorías marginales que más popularidad alcanzó fue la del italiano Wilfredo Pareto. Al igual que sus antecesores, los neoclásicos defienden con entusiasmo el papel del mercado y del comercio exterior – retoman la teoría de las ventajas comparativas de 8 9 J, Martinussen . Society, State and Market. Eds Zed Books Ltd & Frenwood Publishing, Canada,1997 Carlos del Valle, o.c , p.137 . 6 David Ricardo- como motor de crecimiento, se preocupan por tanto de cómo el mercado puede asignar óptimamente los recursos en la sociedad. Asimismo, se apoyan en el supuesto de que el desarrollo de una parte del mundo originaría el desarrollo del resto por un efecto de difusión. Mantienen además la identificación de desarrollo con crecimiento económico, en cuya obtención juzgan determinante la actividad inversora resultante de los ahorros o de la ayuda exterior. Uno de los primeros teóricos dentro de este paradigma fue Alfred Marshall que con sus “Principios de economía” (1890) vino a sustituir la obra de Mills “Principios de Economía Política”10. Por otra parte, es importante resaltar que el paradigma originado a partir del replanteamiento de los clásicos de la Economía Política domina una proporción significativa de la investigación económica porque supuso un impulso importante a la estandarización y el cálculo económico, desarrollando numerosos modelos matemáticos a estos propósitos. Este proceso de estandarización encuentra sus presupuestos en la teoría marginal, y en su decidida abstracción del sujeto que ya no es pensado como ente histórico inmerso en relaciones concretas, sino como homo oeconomicus de comportamientos universales y atemporales, como un permanente optimizador de beneficios. Dicha concepción del sujeto optimizador, por una parte es la hipótesis sobre la que descansan los modelos matemáticos construidos para el cálculo económico, y constituye una de las ideas económicas preconcebidas más arraigadas. Por la otra, ha sido la expresión sublimada del efecto uniformador que acompaña a la penetración de las relaciones capitalistas de producción en sociedades organizadas de un modo más primitivo. Por último resulta significativa para los estudios sobre el desarrollo las aportaciones que realizó John Maynard Keynes (1883-1946) a raíz de la crisis económica mundial de 1929. En este contexto, el interés primordial no fue tanto el crecimiento económico sino, dicho con más precisión, la reorganización del sistema capitalista en las condiciones de producción marcada por una economía monopolista, en la que el Estado debía asumir un rol económico explícito, y en este sentido una fuerte actividad interventiva en la regulación tanto en la esfera productiva regulando los mercados de trabajo y los mercados financieros así como en la redistribución de la 10 J, Martinussen, o.c, p.24. 7 riqueza. Esto en Keynes se expresa respectivamente como una preocupación por la economía planificada, que viene a inspirar modelos como el Harrod-Domar11; en su importante indagación acerca de las causas del desempleo y por último en sus proposiciones de las bases para instituciones encargadas del control internacional del comercio y las finazas. Se hace necesario un comentario breve, antes de finalizar, acerca de la curiosa interacción entre las propuestas neoclásicas y las keynesianas que está en el origen de las teorías y políticas neoliberales, emprendidas desde finales del siglo XX por algunos Estados y entidades internacionales como el Banco Mundial o el Fondo Monetario internacional. Dichas medidas son similares en cuanto al impulso de la actividad inversora privada, en especial del capital trasnacional y al repliegue de las funciones redistributivas del Estado, cuya manifestación más evidente resulta el recorte del gasto público en servicios o prestaciones sociales. Cabe destacar que de ellas parte una serie de estudios sobre el desarrollo que ponen de moda el concepto de lo local. Hasta aquí los autores que en lenguaje económico se consideran de mayor trascendencia para las teorías del desarrollo. Es importante acotar que dichos pensadores y las teorías por ellos elaboradas solo conforman las bases y en cierto modo disponen el posterior debate que sobre el desarrollo aparecerá más adelante, especialmente en lo referente a : - La identificación de desarrollo con crecimiento económico y sus indicadores propios - El debate en Estado - mercado en cuanto actores del desarrollo. - El carácter natural y progresivo del desarrollo v.s el carácter conflictual y dialéctico del mismo. Derivado de esto, la prevalencia de la eficiencia económica o del compromiso social. - La tendencia que en el futuro tendrán las teorías del desarrollo de incluir un fuerte correlato estratégico, es decir de inspirar modelos y estrategias de desarrollo. 11 J, Martinussen, o.c, p.25 En este modelo se analizan los factores que afectan la velocidad del crecimiento, entendiendo por ellos no sólo el volumen del empelo o del capital, sino la productividad de uno y otro. 8 1.2 Afluente sociológico. Resulta imprescindible para analizar la influencia de la sociología en las teorías del desarrollo hacer una breve mención de la Ilustración como matriz filosófica en la que la idea de progreso adquiere unos tintes especiales. La Ilustración impregna todo el pensamiento sociológico que interesa en este estudio, con su visión optimista de la historia, su fe en el progreso y en el crecimiento indefinido de la sociedad 12. La idea de progreso surge en los escritores ilustrados, en especial Voltaire, Turgot y Condorcet, como una filosofía de la historia que identifica las leyes de la historia con las leyes del progreso, entendido este como avance de las ciencia y de la técnica, como desarrollo social, bienestar y triunfo de la tolerancia. Subyace por tanto en la idea de progreso la noción de mejora, de avance que en al ilustración francesa es motivada por la fe en la razón, la ciencia y la educación13, en sentido general por un despliegue de la racionalidad enfrentado a las ideas religiosas y la inmovilidad de los privilegios aristocráticos o monárquicos. De esta manera, el lenguaje de la Ilustración está expresando el desarrollo de las relaciones capitalistas de producción y de la clase burguesa en el contexto de una Francia organizada por la Monarquía Absoluta, en alianza con el poder de la Iglesia Católica y la aristocracia. En Fracia por tanto el lenguaje de la nueva época es más político que económico. El vínculo entre la Ilustración francesa y la sociología se hace evidente ya en Comte con su Sociología Positiva donde puede distinguirse la herencia ilustrada en cuanto a su concepción del progreso de la sociedad mediante su famosa ley de los tres estadíos14. No obstante, resulta más relevante para el estudio de las teorías del desarrollo la posterior obra de Durkheim, “La división del trabajo social” en la que curiosamente coincidió con los economistas clásicos en el estudio de la división social del trabajo pero ya no desde su importancia para el proceso de crecimiento económico sino en sus implicaciones sociales, es decir como la fuente de cohesión social en las sociedades modernas. La nueva sociedad se diferenciaba de la sociedad tradicional – 12 J.E ,Rodríguez Ibáñez. La Perspectiva sociológica. Historia, Teoría y método. Taurus Humanidades, Madrid 1989.pp 27. 13 Diccionario de filosofía en CD-ROM. Copyright © 1996. Empresa Editorial Herder S.A., Barcelona. Autores: Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez Riu 14 Ver: A.Comte. Curso de Filosofía positiva. 9 según terminología de Durkheim- al articularse gracias a la especialización estructural y diferenciación funcional (tareas), inherentes a la división social del trabajo que requerían un modelo asociativo basado en la adscripción voluntaria o solidaridad orgánica que uniera a las personas debido al hecho de que tienen diferentes tareas y responsabilidades.15 La asociación marcada por la solidaridad orgánica requería de una fuerte densidad moral, garantía de la institucionalización de las relaciones sociales y de la integración social. Esta solidaridad orgánica da cuenta de la secularización experimentada por la sociedad francesa a raíz de todo el proceso de la Revolución. En realidad, Durkheim se está preguntando como puede integrarse una sociedad no religiosa, cual puede ser la garantía de un orden moral que no se base en la religión. Le preocupa el debilitamiento de la dimensión moral que denomina anomia, y la describe como la incapacidad del orden colectivo de regular mediante normas la vida moral de los individuos y sus aspiraciones, que en su obra “El Suicidio” vincula a la tasas que alcanza este fenómeno en una sociedad.16 En Durkheim aparece un esfuerzo considerable por plantear el problema de la sociedad moderna como un problema de repercusiones morales, y por vincular este a la estructura de la sociedad, pero desentendiéndose de su correlato económico, en el empeño de crear una ciencia de lo social en sí. Como ya fue anunciado, la obra de Karl Marx también tiene relevancia sociológica, en primer lugar por su perspectiva globalizadora que logra a partir de su concepción materialista de la historia –cuyo núcleo presentamos con palabras del propio Marx en el epígrafe anterior, y que en esencia se basa en la dinámica entre fuerzas productivas y relaciones de producción como estructura profunda del cambio social. La expresión de las contradicciones al interior de dicho sistema son los enfrentamientos clasistas, otro aspecto importante de la teoría de Marx y que precisamente se torna en el motor del cambio o de la revolución social, a lo largo de la historia. En esto Marx se diferencia de la traducción positivista de la idea de progreso. Para él, el progreso no es algo que acontece mecánicamente como una ley natural, sino el resultado de las fuerzas vivas de la historia, de los sujetos concretos que mediante la actividad práctica logran superar un conjunto de condiciones e imprimir otra dirección a los procesos sociales, J.E ,Rodríguez Ibáñez. o.c pp. 87-93; George Ritzer. Teoría Sociológica clásica. Ed. MacGraw –Hill, Madrid 1996 p.210 16 H.E Barnes; H.Becker. Historia del pensamiento social. Corrientes sociológicas en los diversos países. FCE, T II, México D.1984 p.42 15 10 afectando el modo de vida de toda la sociedad. El determinismo económico que se le endilga a Marx no es más que una interpretación reduccionista de sus teorías, que no toma en cuenta su original apropiación de la dialéctica hegeliana ni tampoco el profundo interés que suscitaron en él las revoluciones burguesas europeas, especialmente la francesa donde la importancia de la lucha política se puso de manifiesto con una nitidez especial. Marx por tanto asume que la nueva sociedad no producirá por si misma una forma de vida superior, más justa o humana, sino que es preciso conocer las relaciones que dan permanencia a su organización e intervenir activamente en ellas. De estimable influencia parecen también las contribuciones de Max Weber a las teorías del desarrollo, esta vez desde el ángulo del idealismo alemán cuyas influencia se deja sentir en el pensamiento weberiano por su propensión hermenéutica. Para Weber, la Sociología basaba su conocimiento en la comprensión del sentido que le otorgaban a sus acciones los ejecutores, es decir la finalidad o la intención de la misma. Distingue entonces a partir de este presupuesto diversos tipos de racionalidad que han marcado la historia de las sociedades. Este novedoso enfoque se hace presente en todas las obras del autor. Desde el punto de vista de su influencia en las teorías que en este caso nos ocupan resulta muy significativo su libro “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”, la cual muchas veces se ha interpretado como una polémica abierta con la propuesta marxiana17 sin embargo en el presente trabajo se considera complementaria y cómo aclara el propio Weber: “...Así pues nuestra primera incumbencia es determinar y explicar genéticamente la peculiaridad especial del racionalismo occidental y, dentro de este campo, la de la forma occidental moderna. Reconociendo la fundamental importancia del factor económico, todo intento de explicación tiene sobre todo que tomar en cuenta las condiciones económicas. Pero al mismo tiempo no debe dejarse a un lado la correlación opuesta. Pues aunque el desarrollo del racionalismo económico depende en parte de la técnica y derecho racionales, está determinado al mismo tiempo por la capacidad y disposición de esos de los hombres para adoptar ciertos tipos de conducta racional práctica. Cuando esos tipos han sido obstruidos por obstáculos espirituales, el desarrollo de la conducta económica racional ha 17 J.E ,Rodríguez Ibáñez, o.c pp 87-93 11 encontrado una seria resistencia interior. Las fuerzas mágicas y religiosas y las ideas éticas del deber fundadas en ellas siempre figuraron en el pasado entre las influencias formativas más importantes de la conducta. En los estudios aquí seleccionados examinaremos esas fuerzas. ... (el problema que tratamos de percibir es) la influencia de ciertas ideas religiosas sobre el desarrollo de un espíritu económico, o del ethos de un sistema económico. En este caso trataremos de la conexión de la vida económica moderna con la ética racional del protestantismo ascético”18 Como declara el propio Weber su interés investigativo es indagar el papel de ciertas ideas y normas religiosas en la conformación del sistema capitalista moderno, sin menospreciar el análisis en un sentido opuesto, resaltando la importancia de las “condiciones económicas”. Sin embargo es en “Economía y Sociedad” donde Weber se plantea la disyuntiva de mayor importancia para el porvenir de la cultura moderna. En esta obra asume la esencia de la nueva sociedad como un proceso de racionalización, esto es de organización de toda la vida social de acuerdo a un tipo específico de racionalidad: la instrumental. Para este pensador alemán, todas las formas de vida moderna están sujetas a un criterio de eficiencia que se hace más evidente en la economía bajo la forma de la empresa pero que debe permear también al Estado y con él a la burocracia. Sabe Weber que los valores asociados a la racionalidad instrumental marginan a otras consideraciones de carácter sustantivo provenientes de la religión o la moral, y percibe que sin ellas la propia existencia humana puede quedar en el absurdo. Surge en este marco la solución del liderazgo carismático: si la sociedad y el Estado debe abandonarse a la consecución de la máxima eficiencia ¿cómo es posible establecer a qué fines debe consagrarse todo ese esfuerzo de organización? ¿qué sentido tiene? Un líder carismático, de gran magnetismo, que sepa conseguir la legitimidad por resortes emotivos será la única solución para unificar a la sociedad masificada y dirigirla. Es inevitable por tanto vincular el pensamiento de Max Weber a los procesos que condicionaron la aparición del fascismo en Alemania. Además de sus consistentes propuestas teóricas, las contribuciones de Weber son especiales en el campo de la metodología en cuanto a la construcción de los tipos 18 55 Amitai y Eva Etzioni,. Los cambios sociales. Fuentes tipos y consecuencias. FCE, México, 1968, pp. 12 ideales y la cuestión de la relevancia valorativa 19 , propuestas que tuvieron amplia acogida en la teoría de la modernización bien de modo directo o por la apropiación parsoniana de las mismas, en la cual se combinan con la herencia de Durkheim.20 Los derroteros que siguen las propuestas de los clásicos aquí enunciadas son en buena medida inescrutables dada la riqueza del nuevo horizonte de estudio que han abierto las teorías del desarrollo. No obstante en el riesgo de una síntesis se pudiera afirmar que los estudios sobre el desarrollo aparecidos en los 50´s reciben la herencia fundamental de los tres importantes clásicos de la Sociología mencionados que marcan en ellos un sentido progresivo de la historia, la necesidad de una comprensión holística de la sociedad y la atención sobre los valores y la cultura en los procesos de desarrollo. 19 Según Ritzer, relevancia valorativa significa revindicar el papel de los valores en el investigador como criterio de selección del objeto a investigar, pero una vez comenzados los procederes investigativos esforzarse por mantener clara la distinción entre el ser y el deber ser. George Ritzer, o.c, pp. 259 20 J, Martinussen, o.c, p.50