NUEVA Serie popular 16.indd - Real Acadèmia de Cultura Valenciana

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REAL ACADEMIA DE CULTURA VALENCIANA
SEAP
Nueva
VALENCIA
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A modo de explicación
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La Serie Popular, cuyo Director-Fundador fue quien suscribe, nació el año 1982 con la publicación del número 1, dedicado a divulgar la reciente creación del Instituto Valenciano para el Estudio y Protección del
Patrimonio Histórico-Artístico y Arqueológico (IVEPPHA) por el Consell de la Generalitat Valenciana, cuya dirección se nos encomendó, aunque tuvo una vida muy corta, puesto que realizadas las elecciones autonómicas los nuevos políticos al frente del Consell disolvieron el Instituto.
Durante los cuatro primeros números, la Serie añadía a Popular el apelativo
“Conozca el Patrimonio Histórico-Artístico y Arqueológico”, que ahora recuperamos.
Los números 1 y 2 fueron patrocinados por el Instituto, el 3 lo fue por la Asociación Cultural Valencia 2000 y, el número 4, por la Sección de Arqueología y
Prehistoria de la Real Academia de Cultura Valenciana y, desde el 5 al 15, por la
Sección de Estudios Arqueológicos Valencianos de la Diputación de Valencia.
El año 2013 la SEAV de la Diputación de Valencia fue disuelta por la Corporación Provincial, decidiendo mantener en reserva la Serie Popular como tal.
La que ofrecemos a continuación es una nueva Serie Popular, que comienza, pues con el número 1, bajo la titularidad de la Sección de Arqueología y Prehistoria “Julián San Valero Aparisi” de la Real Academia de Cultura
Valenciana, para la que recuperamos el viejo apelativo como hemos dicho.
Puesto que lo consideramos un nuevo nacimiento, aunque conservando su estructura inicial como propiedad intelectual de su fundador, hemos creido conveniente reproducir parte de los Fundamentos que encabezaron, hace treinta y dos años, aquel ya lejano número 1.
A lo largo de 500.000 años, fecha a que nos retrotraen los últimos descubrimientos, el Pueblo Valenciano, secularmente asentado entre el Cenia
y el Segura, ha desarrollado formas culturales propias y genuinas, de tal
manera que hoy podemos hablar con total propiedad de Cultura Valenciana, denominación aplicable al conjunto global de dichas formas culturales
creadas a través de tan dilatado período de tiempo y en las que ha sabido
plasmar los rasgos propios de su intensa y característica personalidad.
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El conjunto de los elementos materiales y espirituales de toda cultura forma
lo que se conoce como Patrimonio Histórico-Artístico y Arqueológico del pueblo que desarrolló aquella, que es su auténtico propietario, y el encargado de su
recuperación, conservación y estudio a través de los organismos e instituciones
que debe crear al efecto, de ahí que la categoría moral e intelectual de toda sociedad se pueda medir por el cuidado y dedicación que a este cometido aplique.
Es lógico suponer que, con el paso del tiempo, muchos de los elementos que forman parte de toda cultura puedan desaparecer y, de hecho, así
ocurre, de tal manera que a mayor antigüedad mayor escasez de los mismos.
Definida la Cultura como el conjunto de elementos con los que toda sociedad resuelve sus necesidades vitales, es evidente que aquella es el resultado final de múltiples aportaciones, tantas como individuos la han conformado
a través de todo su devenir histórico y, que dichos elementos, sean diversos
y multivariados, es decir, en una palabra, la totalidad de los conjuntos materiales (ergología) y espirituales que integran toda cultura, derivando unos
de otros insensible pero ininterrumpidamente, sin saltos bruscos salvo contadas excepciones, que conducen desde el punto de partida hasta la actualidad.
Debido a la manifiesta antigüedad de las raíces del pueblo valenciano, podemos afirmar que sus tierras son un inmenso depósito donde se han
conservado los restos no perecederos de su Patrimonio Histórico-Artístico. «Bajo el polvo de los siglos», frase ya tópica, o sobre la superficie se encuentran los múltiples y venerables restos de un pasado heroico y singular, que solamente una sabia política coherente y enérgica puede recuperar.
Si consideramos que, aproximadamente, el 99% de las cavidades han sido
utilizadas por nuestros antepasados como lugar de habitación, enterramiento o
con finalidad artística y ritual, que en una alta proporción las lomas, cabezos o
puntales rocosos con fáciles defensas naturales han sido utilizados para ubicar
aldeas y ciudades, muchas de las cuales se encuentran también en el llano y, que
unas y otras, son gigantescos archivos donde se conserva no escrita la Historia
del Pueblo Valenciano; que todavía en pie hay numerosísimas iglesias, catedrales y palacios, casonas, castillos, torres y un etcétera muy extenso; que diseminados por doquier hay numerosas obras de arte o simples objetos de la vida
cotidiana y que también integran dicho patrimonio, consideraremos la necesidad urgente de comenzar inmediatamente su recuperación a todos los niveles.
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Urgencia que viene motivada, fundamentalmente, por el deterioro y
depredación constante a que se ve sometido, lo que es también casi secular en
nuestro país como consecuencia de las permanentes modificaciones y remociones del subsuelo y de las construcciones motivadas por una economía casi
en constante expansión y transformación, pero que actúa ciega y arbitrariamente, necesitando una ordenación y un control firme, efectivo y riguroso.
Las transformaciones agrícolas, las grandes obras públicas, las
ocupaciones industriales, las construcciones urbanas, constantemente
efectuan destrozos irreparables por inadvertencia la mayor parte de las
veces, aunque en otras ocasiones con conocimiento de causa y por simples motivos lucrativos, lo que es preciso cortar e impedir a toda costa.
Por otra parte, la existencia creciente y alarmante de numerosos
coleccionistas y aficionados ha permitido el establecimiento, cada vez
más afianzado y regular, de un floreciente comercio de obras de arte o
decorativas procedentes de la depredación de nuestro Patrimonio Histórico-Artístico y Arqueológico entre las que ocupan un lugar destacado las obtenidas en los fondos marinos de zonas costeras, donde encallaron y se hundieron numerosos navíos. La extensión del comercio
y las pingües ganancias que se obtienen han decidido a sus explotadores incluso a intentar realizar excavaciones arqueológicas por su cuenta y riesgo, lo que se puede agravar en el futuro. Lo cual es un peligro
que se puede y debe atajar mediante un estricto control territorial.
Por otra parte, junto a la defensa y protección de nuestro Patrimonio Histórico-Artístico y Arqueológico, se impone con necesidad
cada vez más acuciante la ordenación e intensificación de su investigación y estudio, así como la publicación de los resultados, todo lo cual
justifica sobradamente la creación de una institución con esta finalidad.
J . A . P .
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Portada: Cova Moseguellos (Vallada-Valencia) Paleolítico superior a
ibérico
Contraportada: Domus romana
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REAL ACADEMIA DE CULTURA VALENCIANA
SECCION DE ARQUEOLOGIA Y PREHISTORIA
SEAP
Nueva Serie Popular
Conozca su patrimonio histórico - artístico y arqueológico
Número 1
Director fundador: J. Aparicio Pérez
Colaboradores:
J. G. Morote Barberá
N. Jiménez Jiménez
M. Herrero Cortell
L. Egido Alcaide
F. Cisneros Fraile
La Nueva Serie Popular
se intercambia con publicaciones
de su misma especialidad
Pedidos e intercambios:
J. Aparicio Pérez
Apdo. Correos (P.O.BOX) 2260 en 46080 Valencia
Móvil: 670 002749
E-mail: [email protected]
Dirección Postal: c/Avellanas, 26 en 46003-Valencia
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ISSN:
Depósito Legal:
Maquetación: Andrea Morote Jareño, Laura Egido Alcaide y Miguel Herrero Cortell
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REAL ACADEMIA DE CULTURA VALENCIANA
SECCIÓN DE ARQUEOLOGÍA Y PREHISTORIA
SEAP
Nueva Serie Popular
Conozca su patrimonio histórico- artístico y arqueológico
Núm. 1
DE LA LOBREGA CUEVA A LA
LUJOSA MANSION
(La casa en Valencia)
por
JOSE APARICIO PEREZ
Con la colaboración de
José Guillermo Morote Barberá
Nemesio Jiménez Jiménez
Valencia
2014
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Cova del Parpalló, interior
NUEVA SERIE POPULAR
Conozca su patrimonio histórico- artístico y arqueológico
Núm. 1
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DEDICATORIA
El número 1 de la Nueva Serie Popular lo dedicamos a todos aquellos que, como
albañiles, peones, mestres d’obres, arquitectos, delineantes, aparejadores, herreros, carpinteros, yeseros, canteros, encofradores, fontaneros, electricistas, escultores, cristaleros, etc, han hecho posible la construcción y evolución de los distintos hábitats humanos hasta alcanzar la perfección y confort de los actuales.
A partir de las cuevas, durante cientos miles de años el mejor hábitat, la casa actual,
a la cual tenemos derecho todos los españoles según la Constitución Española, es el
producto de un largo recorrido de invención y estudios para mejorarla incesantemente.
Ofrecemos aquí parte del mismo, hasta las lujosas mansiones de la época romana.
La Dirección
Poblado ibérico del Puig de la Nao (Benicarló. Castellón)
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Cova Foradá (Oliva-Valencia)
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DE LA LOBREGA CUEVA A LA
LUJOSA MANSION
(LA CASA EN VALENCIA)
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I
INTRODUCCIÓN
Cualquier atributo, manifestación,
obra o producto cultural, social, económico o tecnológico del ser humano, incluso su propia naturaleza física, mental
e intelectual, están sujetos a un proceso
evolutivo constante y permanente, de la
misma manera que lo está el mundo conocido y del cual formamos parte.
Todo comenzó hace quince mil millones de años con el BIG-BAN y al aparecer, hace tres mil ochocientos millones
de años, las primeras formas de vida,
animales unicelulares en las aguas marinas cargadas de oxígeno.
Desde estas formas simples de
vida hasta la complejidad de la actual como animales pluricelulares con
millones de ellas, un larguísimo proceso evolutivo ha ido desentrañando la investigación científica actual,
en progresión creciente y constante.
Todos los seres vivos, tanto los del
Reino Vegetal como los del Animal, se
adaptan a un hábitat o lugar donde vivir
de acuerdo con las posibilidades que le
ofrecen sus características anatómicas,
morfológicas y fisiológicas.
Solamente los seres humanos somos
los únicos que, independientemente de
nuestra morfología, anatomía y fisiología,
somos capaces de adaptarnos, construir
un hábitat y, desde él, explotar un territorio de subsistencia en cualquier lugar y
circunstancia. Ello ha sido posible a través del desarrollo cultural, tecnológico y
científico.
Pero este desarrollo, como es bien sabido, está en evolución y perfección constante desde el primer momento en que
los seres humanos abandonamos la pura
animalidad e iniciamos el proceso, como
culminación, desde nuestro punto de vista cristiano, de la aventura de la vida que
comenzó hace 3.800 millones de años en
el profundo océano.
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II
LOS PRIMEROS HABITATS
Hábitat, en ecología, hace referencia al
espacio donde se desarrolla una especie
animal o vegetal, comprendiendo el territorio y el medio ambiente del mismo,
cuyas circunstancias permiten residencia
y reproducción de manera continuada,
aunque si se modifican dichas circunstancias hay que adaptarse o desaparecer,
y aunque hoy día, como hemos dicho, las
condiciones del hábitat no pueden impedir la presencia y vida humana, no ha
ocurrido siempre así y en los primeros
momentos, cuando menos hace seis millones de años, con incipiente tecnología
y desarrollo cultural, todavía determinados ambientes imposibilitaban la vida de
la especie humana.
Si hemos de partir de esta fecha, seis
millones de años, como el inicio del proceso, hemos de ver a los seres humanos
en plena bipedación, es decir caminando sobre los miembros traseros, piernas
ahora, puestos de pie, erguidos, al culminar el tránsito de la vida arborícola a la
vida en las sabanas y llanuras, al decir de
los especialistas que formularon la teoría
o explicación que ha hecho fortuna.
Anteriormente su hábitat circunstancial se debió limitar a un simple nido
vegetal en lo alto de los árboles para
pasar la noche, caso similar a la de los
monos antropoides, nuestros “primos
hermanos”. La seguridad lo exigía. A
partir de ahora, lejos del árbol, alguna
forma de hábitat, perecedero sin duda,
se debió utilizar, desconocido no obstante.
Hace 4 millones de años ya encontramos a los australopitecus en cuevas,
hábitat que no se abandonará ya y que
aún se utiliza.
La cueva ha sido la primera vivienda
del ser humano y con total propiedad
podemos afirmar que durante la casi totalidad de nuestra existencia, baste considerar que la vida urbana la hacemos
comenzar en nuestra tierra valenciana
hace 3.000 años y los primeros restos en
cuevas hace 300.000, sin que sea preciso
insistir en ello.
La cueva es un hábitat excelente,
temperatura estable, protección extrema, recursos hídricos frecuentes.
Aunque en todas partes no las hay y
la ocupación del territorio en zonas alejadas de las montañas exige algún tipo
de hábitat como ya hemos señalado.
En tierras valencianas el proceso del
habitar humano se inicia y se desarrolla
de la manera siguiente.
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Reconstrucción ideal del paisaje y la fauna de la Cova de les Cendres durante
el tardiglaciar. Dibujo de Dídac Román y Valentín Villaverde Bonilla
(Moraira. Alicante)
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III
LA CASA EN VALENCIA
A. Los primeros tiempos
Aún para el que no conozca el proceso evolutivo que ha sufrido el hábitat,
es decir lo que habitualmente llamamos
vivienda y más familiarmente casa, no
les pasará desapercibido que ha sufrido
sensible evolución desde sus primeros
años, mucho más acelerada incluso en
los últimos, tanto la propia casa como lo
que llamamos el urbanismo o vida urbana, es decir la organización de las mismas
cuando se sitúan juntas o próximas y la
estructuración racional y no caótica del
espacio y trama urbana. Lo cual obedece
a una tendencia natural del ser humano,
como animal gregario que es, a vivir en
comunidad, en aglomeraciones crecientes.
En nuestra Comunidad o Reino de
Valencia el hábitat más antiguo conocido
lo es en Tavernes de la Valldigna, la Cova
del Bolomor, yacimiento en el que nos fijamos ya a principios de los años ochenta del siglo pasado y en el que iniciamos
los primeros trabajos arqueológicos. Si
los niveles superficiales que excavamos
entonces nos trasladaron al Musteriense o Paleolítico Medio, trabajos posteriores han permitido situar el comienzo
de la ocupación de la cavidad entre los
años 300.000 y 500.000. Encontrando incluso restos de hogares hacia el 150.000.
Podemos, pues, ver a un reducido
grupo humano ocupando la cavidad,
instalados en ella como vivienda habitual podríamos decir con jerga moderna, y en desplazamientos estacionales
para la explotación de otros recursos
dentro de su territorio de subsistencia,
recursos variados y variables si consideramos la situación en ladera de un complejo montañoso pero con llanura al pie,
con el mar próximo o lejano según el
periodo, glacial o interglacial, fluctuaciones climáticas que influían en la fauna, que proporcionaba los principales
recursos alimenticios y, la vegetación,
que los complementaba.
El hábitat en esta época y para este
grupo lo constituía un espacio de extensión desconocida que incorporaba zona
marítima durante las transgresiones y
que las perdía durante las regresiones
incorporando, por el contrario, nuevos
territorios antes sumergidos. Como lugar de habitación, con seguridad estacional, la propia cueva, para el descanso,
consumo de los alimentos aportados,
cohesión social y familiar, construcción
de artefactos líticos, intercambio de
experiencias. Otra u otras residencias,
para explotación de otros nichos ecológicos estacionalmente, son posibles,
aunque desconocidos por el momento.
Dado el tiempo transcurrido estos
yacimientos, por su antigüedad, son difíciles de detectar, muchos de ellos por
haber desaparecido, tanto por la acción
meteorológica como por la humana,
otros por encontrarse sepultados por
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aluviones, colmatación de cavidades,
movimientos mecánicos de sedimentos,
etc. Aún así se han señalado leves indicios de su existencia en otros lugares,
por lo que esperamos que en el futuro
puedan aparecer tantos que nos permitan afirmar, y no sospechar, que la Comunidad estaba ocupada totalmente.
Yacimiento paleolítico de la Cova Bolomor
(Tavernes de Valldigna. Valencia)
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Yacimiento musteriense en la orilla de una laguna.
Las Fuentes(Navarrés.Valencia)
B. Durante el Paleolítico Medio (200.000 – 30.000)
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Ahora sí que podemos decir que la
Comunidad estaba totalmente parcelada y distribuida entre grupos humanos
que poseían y explotaban un territorio,
su territorio de subsistencia, colindante
con los territorios que ocupaban otros
grupos vecinos, considerando a los seres
humanos como animales territoriales
sujetos a las mismas leyes etológicas que
rigen en el propio Reino Animal, lejos
de la propagada idea de hordas errantes
sin origen ni destino, concepto antiguo,
extendido e, inexplicablemente, vigente.
con especial concentración en la Vall de
Bayrén y en la Hoya de Buñol por el motivo
indicado. La cueva se ocupa permanentemente aunque con ausencias estacionales que posibilitan su uso por depredadores diversos, hienas especialmente. El
hogar en la misma se generaliza. Se vive
en ella, cónsumiendo allí los productos
cárnicos obtenidos mediante la caza o el
carroñeo, y los vegetales recolectados. Se
tallan los útiles necesarios para la caza,
se despiezan los animales aportados y se
preparan las pieles para abrigo, cama, etc.
Ahora encontramos hábitats en cueva
y al aire libre, en llano o en montaña, en
barrancos o en laderas, a la orilla de ríos
o de lagos, lagunas o albuferas, cerca o
lejos del mar. Se explotan todos los medios. Las estancias eran prolongadas, a
veces miles de años en el mismo lugar, o
de corta duración, por grupos numerosos o reducidos.
En la Hoya de Buñol, en las orillas
del lago Terciario todavía existente, encontramos varios hábitats, tanto al aire
libre como bajo simple abrigo calcáreo,
sin mayores detalles, que sí conocemos
en el situado a la orilla de una laguna en
zona endorreica alimentada por varias
surgencias inmediatas al hábitat humano
localizado en este paraje, (Las Fuentes,
ahora Playamonte) del término de Navarrés. Los pies derechos y el gran tronco
de pino laricio, manipulados aquellos
sin duda, permiten suponer la instalación en la orilla arenosa palustre de una
plataforma sobre la que situarse bajo cubierta forestal. Tanto en un caso como
en otro los recursos alimenticios acuáticos debieron ser explotados, así como
el aprovechamiento de las necesidades
hídricas de la fauna circundante. La
abundante agua era otra ventaja añadida.
La cueva es el hábitat más abundante,
quizás por ser el más fácil de localizar y
porque las posibilidades de destrucción
han sido menores.
Hay zonas de la Comunidad con
mayor concentración de yacimientos,
coincidente, sin embargo, con la mayor
intensidad de la investigación. Desde
Oliva hasta Villena y desde Castellón
hasta Alcoy conocemos la existencia
de diversos yacimientos musterienses,
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C. Paleolítico Superior (30.000 – 10.000)
Ahora, sin duda alguna, la ocupación fue total, los hallazgos de hábitats
se multiplican, tanto en cuevas como al
aire libre, predominando los primeros
por las causas expuestas y siendo la Vall
de Bayrén, por lo dicho, donde son más
numerosos. La cueva casa acoge actividades artesanales más variadas, junto a la
construcción o elaboración de artefactos
líticos, ahora diversificados como raspadores y microraspadores sustituyendo a
las raederas, puntas de formas variadas
y de perfección creciente hasta la propia
punta de flecha de pedúnculo y aletas,
geométricas para ensamblar en útiles
compuestos, etc., aparecen los útiles
óseos en creciente perfección y diversificación. Algunas cuevas, incluso,
han llegado a ser consideradas, aparte
de la habitación humana, como especie de “santuarios” que congregaban
a grupos vecinos para actividades de
tipo “chamánico”, deducido por interpretación de la abundante presencia de
arte mueble paleolítico durante todo el
periodo de ocupación, superior a los
10.000 años, arte con representaciones
formales, animales de la fauna local, e
informales en representación simbólica y esquemática de ideas y conceptos.
Acceso actual a la Cova del Parpalló (Gandía. Valencia)
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D. El Mesolítico (10.000 – 5.000)
Hacia el 10.000 ha cesado el intensísimo frío del Pleistoceno final y entramos
en el Holoceno o neotermal, periodo que
se prolonga hasta la actualidad. Se alcanza el óptimo climático pero hay cambios
medioambientales profundos. Se enrarece la gran fauna, quizá motivadas por la
mayor eficacia de los nuevos instrumentos de caza, el arco y las flechas, generalizados desde el Solutrense final, entre el
15.000 y el 14.000.
con las actividades que hemos señalado
para los hábitats anteriores. La falta de
excavaciones con la suficiente extensión
impide conocer distribuciones más detalladas.
Cuevas y abrigos rocosos son los hábitats propios de las zonas montañosas,
instalaciones desconocidas en territorios
desprovistos de ellas, en zonas llanas o
costeras. Los hábitats en cuevas ocupan
el espacio y lo distribuyen de acuerdo
En algunos lugares, caso de la Cueva
de la Araña, Corrales de Silla, yacimientos del Barranco Moreno de Bicorp, y algún otro más, relacionando yacimientos
con pinturas hemos de considerar a éstas
en el interior del propio hábitat.
Como novedad extraordinaria señalemos la utilización del propio hábitat
para realizar enterramientos, hecho no
señalado con anterioridad en ningún yacimiento conocido.
Yacimiento mesolítico en ladera de montaña. El Collado (Oliva. Valencia)
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E. Neolítico (5.000 – 3.000)
El Neolítico nos permite conocer que
el hábitat en cuevas supone espacio para
el hogar, enterramientos, excavación de
fosos como silos o para equilibrar vasos cerámicos de cierto tamaño, espacio
para el ganado y para almacenar pro-
ductos agrícolas, decoración de las paredes con representaciones esquemáticas.
Instalaciones al aire libre, en llano, en
amplias construcciones de materia vegetal generalmente que deja pocas huellas
estructurales.
Entrada a la Cova Fosca (Ares del Maestre. Castellón)
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F. Eneolítico (3.000 – 2.000 a. de C.)
Periodo caracterizado precisamente
por la aparición de la vida urbana, simples chozas circulares u ovales con zócalo de apenas medio metro de altura,
postes espaciados en el perímetro para
consolidar paredes de vegetales y barro
con techo vegetal aguantado mediante
poste central de madera (tronco) generalmente.
Al principio del periodo en cabañas
circulares dispuestas irregularmente sin
estructuración reglada, con silos entre
ellas, fosos y fosas de tamaños diferentes,
algunos, en el interior de las propias cabañas. A veces en grupos reducidos y, en
ocasiones, extendidos por amplias zonas
llanas.
Paulatinamente se abandonan las cuevas, que se reservan para usos funerarios.
Al final del periodo las poblaciones
se “encastillan”, situándose en lo alto de
cerros con defensas naturales por acantilados que circundan la cima total o parcialmente.
En las zonas accesibles se construyen
muros o murallas de piedra en seco y, al
parecer, con especie de pequeñas torres
circulares, o bien contrafuertes exteriores para facilitar su estabilidad.
Excavación en el poblado fortificado del
Puntal de La Rambla Castellarda (Casinos.Valencia)
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La disposición interna se desconoce por falta de amplias excavaciones en los yacimientos conocidos,
es decir la trama urbana si es que
la hubo, aunque la adaptación al lugar, por la disposición del mismo,
exigiría algún tipo de organización
interna, por ahora desconocida.
El poblado de la Ereta del Pedregal,
en Navarrés, ofrece características
especiales, por situarse en el interior de una zona húmeda, laguna
quizás, sobre plataforma sólida artificial de piedras y tierras; probable perímetro circular u oval con
empalizada circunvalar, cabañas
internas con material vegetal y disposición estructura desconocida.
Excavación en el interior de la Cova Ampla del Cap Gros(Xávea.Alicante)
G. Edad del Bronce (2.000 – 1.000 a. de C.)
La habitación troglodítica se ha abandonado definitivamente y solo en contadas ocasiones se señala la existencia de
hábitat en alguna, aunque generalmente
de poca entidad y duración.
Se ha impuesto la vida al aire libre, especialmente en alturas, cimas de cerros
de dimensiones variables, sin plataforma
superior generalmente y con laderas en
pronunciada pendiente; también totalmente en laderas desde la propia base
del cerro o colina. La altura suele ser variable sin que, al parecer, sea condicionante, haciéndolos hasta sobre pequeños
altozanos en zonas más llanas.
Predominan los de pequeñas dimensiones y la proximidad de unos a otros,
a veces a un tiro de piedra, la hemos interpretado por la atomización de las poblaciones y sus frecuentes traslados por
agotamiento de tierras y pastos tras su
continuada explotación bajo circunstancias climáticas adversas. Pasan de mil los
conocidos en toda la Comunidad, lo que
determinados grupos han interpretado
como producto del aumento demográfico y la consiguiente explotación de nuevas tierras y pastos, lo que no se sostiene
si consideramos la poca entidad de los
asentamientos y el corto periodo de ocupación que supone, salvo casos aislados.
La primera parte del periodo es la
mejor conocida por haberse realizado
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más trabajos de excavación en ellos.
Su situación en alturas o en laderas
ya ofrecía cierta protección, máxime si
existían acantilados (singles), siempre se
señalan muros o murallas perimetrales.
Las casas o hábitats de planta cuadrangular con zócalo de piedra en seco, paredes
y techumbres vegetales, sus dimensiones
son desconocidas por no saber cuántas
habitaciones de esta naturaleza pudieron
formar parte de una casa. Las dimensiones de las mismas son variables y dependen de la situación del yacimiento.
El Cabezo Redondo de Villena, situado en las proximidades de esta población
alicantina, es el mejor conocido hoy día.
Se excavaron más de 1.000 metros cuadrados del mismo, distinguiéndose 18
departamentos o recintos murados, casas si se quiere, lo que da una media de
56 metros cuadrados para cada uno de
ellos, extensión ciertamente elevada por
las dificultades que pudo provocar la cubrición total o parcial de los mismos.
No se localizó la muralla, si es que la
hubo como tal, o bien que su papel pudieron desempeñarlo los muros traseros
de los recintos, voluntariamente engrosados y sólidamente construidos como
se señaló en su día, sin observarse preocupaciones defensivas puesto que algunas de las casas o recintos se encuentran
26
a pocos metros por encima del llano circundante, extendiéndose el poblado por
la ladera.
Las casas o viviendas se sitúan escalonadas por la ladera del cerro, de tal
manera que las medianeras o medianiles
de las inferiores servían como muros de
contención de las terrazas que apoyaban
y nivelaban las superiores.
Resulta extraño no haberse diferenciado calle alguna en tan amplia superficie.
En Paterna, en La Cañada, se localizó
y estudiaron los restos de un yacimiento, La Lloma de Betxí, datada su habitación entre el 1.800 y el 1.300 a. de C.
Consistían en una construcción alargada
de 50 metros de longitud por 20 de ancha, con zócalo de piedras y paredes y
techumbre de troncos y ramajes enlucidos con barro, techo sostenido por postes verticales, destacando su proximidad
al llano inmediato, apenas 30 m. de desnivel, terrazas laterales y dos supuestos aljibes exteriores. En el interior se
distinguieron tres divisiones, compartimentos o habitaciones, bancos corridos (vasares), hogar, etc. recogiéndose
abundantes restos de la vida cotidiana,
cerámicas, útiles líticos, semillas, restos
metálicos. Lo destruyó un incendio. A
destacar sus grandes dimensiones.
El llamado Bronce Final no presenta
otras novedades, los asentamientos son
idénticos, aunque hay modificación en
el utillaje metálico y en las formas cerámicas. Los pocos yacimientos conocidos no permiten otras consideraciones.
El yacimiento que ha proporcionado
más datos, hoy día, es el Pic del Corbs
en Sagunto.
27
Poblado de la Edad del Bronce en el interior
de un marjal-albufera (Pego.Alicante)
Poblado de la Edad del Bronce en la Peña de San Diego (Xátiva.Valencia)
28
H. Primera Edad del Hierro: Cultura de los Campos de Urnas.
Durante muchos años prevaleció la
teoría de que en nuestra Comunidad este
periodo, también conocido como Hallstatt por el nombre de un famoso yacimiento centroeuropeo, no había existido,
y de la Edad del Bronce se pasaba directamente a la Segunda Edad del Hierro o
de La Tène. El que, en numerosas ocasiones, en la base de los yacimientos de este
periodo, aparecieran restos más o menos
consistentes de la propia Edad del Bronce
así lo justificaba. El hallazgo de restos dispersos inicialmente, se interpretó como
producto de incursiones esporádicas sin
mayor trascendencia. En el mismo Pic
dels Corbs ocurrió así al principio de su
investigación.
Poco a poco, a medida que ha han
ido aumentando los hallazgos y tras la
excavación de la Peña Negra en Crevillente hay que considerar la existencia
de esta Primera Edad del Hierro entre el
Bronce Final y la Segunda Edad del Hierro.
La explicación de aquella primera interpretación es clara, diversos yacimientos de este segundo periodo se instalaron
exnovo y lo hicieron sobre yacimientos
antiguamente ocupados en la Edad del
Bronce. La conclusión no pudo ser otra
en aquellos momentos iniciales, lo que
hoy debemos rectificar.
Aunque hay yacimientos en zonas llanas, predominan en alturas por lo conocido y la casa en estos yacimientos sigue
la pauta de la Edad del Bronce, sin más
detalles.
Poblado del Pic dels Corbs (Sagunto.Valencia)
29
I. Segunda Edad del Hierro o Cultura Ibérica.
Es un momento de esplendor tecnológico, económico, social y cultural en
nuestra Comunidad. La Cultura Ibérica,
que se identifica territorialmente desde
el Midi francés hasta el río Segura en
Alicante y muy tierra adentro por Murcia y Albacete, manteniendo límites con
Cuenca y extendiéndose muy al interior
por la cuenca del Ebro, mantiene su mayor identidad entre el Ebro y el Segura.
El hábitat y el urbanismo conoce un desarrollo extraordinario.
A. Las ciudades.
Son unos 500 los núcleos de población de época ibérica localizados en la
Comunidad Valenciana, muchos de ellos
son simples caseríos para la explotación
agro-pastoril de una zona, a veces, incluso, estacionalmente; otros, pequeños poblados, aldeas podríamos decir y, según
la escala descrita, subían de categoría
hasta alcanzar la de ciudad, la máxima
pues.
Conocemos muy pocas y, la mayor
parte de las conocidas, lo son parcialmente, el resto intuido por la extensión
de las ruinas, la potencia de sus sedimentos, etc.
Los recientes estudios del territorio, aplicando el método de análisis de
la arqueología espacial, nos han venido a situar en un momento interesante del mundo de las ciudades ibéricas.
Determinar la tipología de las ciudades ibéricas ha sido una constante en los
últimos congresos que sobre esta materia
se han realizado. Fue Martín Almagro el
primero en establecer una base de estudio
para determinar el rango de las ciudades
ibéricas.
Las conclusiones a las que se puede llegar son:
Las ciudades ibéricas no alcanzan una
gran dimensión, no sobrepasando las más
grandes las 50 Ha.
El 57,39% de las ciudades ibéricas se
sitúan entre las 0.01 y 5 Ha.
El Rango establecido por Almagro es:
- asentamientos entre 0.01 y 1 Ha.
- asentamientos entre 1 y 5 Ha.
- asentamientos entre 5 y 10 Ha.
- asentamientos entre 10 y 20 Ha.
- asentamientos entre 20 y 30 Ha.
- asentamientos entre 30 y 40 Ha.
- asentamientos entre 40 y 50 Ha.
- asentamientos de mas de 50 Ha.
Tarradell distingue tres grupos de poblados ibéricos valencianos según su cronología:
1) Poblados habitados durante la mayor parte de la época ibérica: Saguntum,
Játiva, Lliria, Serreta de Alcoy, Alcudia
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de Elche, Tossal de Manises (Alicante),
Carmoxén y Cerro de Lucena .
2) Poblados, al sur del país, con una
vida corta, cien años, y que fueron, al
parecer, violentamente destruidos a mediados del siglo IV a. C.: Bastida de les
Alcuses, Puig de Alcoy, Puntal de Salinas,
Cabezo Lucero y Covalta.
3) Poblados fundados a partir del siglo III a. C., ya en el momento de la penetración romana. Son más escasos, pues
la población, con la obra pacificadora de
Roma, comenzó a asentarse en el llano,
en donde sus vestigios han sido fácilmente borrados por las reiteradas labores
agrícolas: Rochina, Plà de l’Arc y Tosal de
la Cala, entre otros.
No obstante, queremos dejar constancia de que se advierte la existencia de
núcleos de población extensos que pudieron ejercer una especie de capitalidad
comarcal, hacia los que parecen dirigirse
los caminos de la época que establecían
la necesaria conexión entre unos núcleos
y otros. Por ejemplo, Saiti para el Valle
del Cáñoles, Enguera y Canal de Navarrés, Valle de Albaida.
Vista aérea de La Bastida de Les Alcuses(Moixent. Valencia)
B. La casa ibérica.
Es difícil o imposible establecer el
modelo estándar de casa ibérica, seguramente porque nunca lo hubo, las diferencias económicas (no excesivas pero
existentes sin duda), las dificultades topográficas por la necesidad de adaptarse
al terreno, las diferentes necesidades de
unas familias y otras, las posibles alteraciones regionales y las adaptaciones
climáticas, entre otras circunstancias,
introdujeron diferencias.
El doctor Uroz, ya en 1981, al hablar
de la arquitectura ibérica, opinó acertadamente que no se conocía arquitectura ibérica de cierta entidad y que, en
cuanto a la casa ibérica, se había puesto
poco cuidado en su construcción y, en
general, eran pobres y de escasa relevancia, llegando a citar la existencia de dos
estancias, androceo y gineceo, de difícil
demostración bajo nuestro criterio.
La dificultad, estriba, sin embargo,
en el escaso conocimiento que tenemos
de la vivienda ibérica por falta de excavaciones en extensión, recordemos que
salvo en Bastida, San Miguel de Lliria, La
Serreta, el Puig de Benicarló y en algún
yacimiento más, pocas áreas de habitación disponemos para poder determinar
lo que constituyó una o varias unidades
de habitación, es decir lo que hoy llamamos casa.
Tampoco lo conservado, o las circuns-
31
tancias de la excavación o la aplicación
puesta en averiguarlo permiten ir muy
lejos actualmente.
Tras las excavaciones que realizamos
en el poblado ibérico del Cerro de Lucena durante los años 1971 y 1972, hicimos una “incursión” en este asunto y
establecimos el alzado de una parte de
una vivienda, la correspondiente a la posible estancia o lugar de habitación en sí.
Desde entonces no hemos vuelto sobre la
cuestión, aunque cuando comenzamos,
pocos años después, en 1975, la recuperación (lo que después se ha llamado
la puesta en valor) y rehabilitación del
poblado ibérico de La Bastida, lo que dirigimos de acuerdo con nuestro programa o plan de trabajo hasta 1990 en que,
“manu militari”, se nos despojó del mismo, la cuarta fase del programa incluía
la restauración completa de una unidad de habitación (casa, repetimos) “in
situ”, lo que posteriormente se ha hecho
con poca fortuna bajo nuestro criterio.
Sin embargo, la ocasión es oportuna para completar aquel trabajo inicial, ya que, por entonces, pudimos
excavar una unidad de habitación
completa, hecha salvedad de las posibles partes altas que, como en el caso
del Puig de Benicarló, pudieran existir.
En este caso se había construido un potente muro de contención-nivelación que
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discurría con la misma orientación-disposición que la curva de nivel correspondiente, en la ladera N-O del cerro
donde se ubica todo el poblado, extensa
dada su configuración alargada en dicha
dirección; la fuerte pendiente de la ladera obligaba, también, a dicha disposición y nivelación, de ahí el grueso muro.
Sobre dicho muro y entre el mismo y
la ladera o zona próxima a la cumbre por
comenzar aquí las principales edificaciones, se disponía la casa en cuestión, con
orientación al mediodía aproximadamente como se deduce de la explicación
dada hasta el momento. Sucesivamente y
hacia el O se disponían las otras casas de
esta fila pudiéramos decir.
La delimitación lateral, por el Este y
Oeste, más o menos, venía determinada por sendos “carrerones” (nombre de
estas calles estrechísimas, en la lengua
comarcal) en dirección perpendicular al
muro de contención, aproximadamente
S-N, en inclinada pendiente y que, al llegar al gran muro se estrechaban convirtiéndose en vertederos sobre la supuesta
calle paralela al muro y en la cota inmediata inferior, claramente desagües para
las aguas pluviales que, así, iban pasando
de una calle a otra hasta las afueras del
poblado en la zona baja.
La primera estancia que nos apareció
empezando desde el “carrerón” del E fue
una delimitada por cuatro muros ciegos
totalmente, sin ninguna ventana o vano-puerta de entrada. Apareció tal
como se puede ver en el alzado y en la
planta, completamente llena de vasos
cerámicos, “in situ”, completos aunque
aplastados por los escombros que rellenaban el interior; lo consideramos
como el sótano-bodega-despensa, a la
que se debía descender por una desaparecida escalera de madera desde la
estancia superior, que hemos creído
que era la habitación al nivel de la calle que discurría por la parte S en dirección E-O tal como hemos explicado. El espacio señalado en el plano con
la letra E, sería la parte delantera de la
casa, ya en la calle, con relleno simple.
La estancia contigua, la C, resultó
disponer de un banco de piedras sobre
el cual reposaba una plancha de plomo
y, sobre ella, masa de carbones y cenizas; al pie del banco recipiente de plomo
con reborde de hierro y asa en arco con
palomilla central, indudablemente para
colgar con probable cadena o pieza metálica encima del fogón; también al pie
del banco y en posición lateral masa de
carbones y cenizas, configurando un antiguo haz de leña y, junto a él, un hacha
de hierro.
Lo interpretamos como una cocina-fogón con finalidad culinaria, probablemente abierta al mediodía. Entre esta
estancia y el muro de contención otro
recinto también ciego, sin vanos, ventanas o puerta de entrada, con relleno
poco significativo sobre capa delgada de
humus o estiercol, que interpretamos
como cuadra para cerdos o cabras. Ambas estancias con cubierta tipo porche a
una vertiente pronunciada en dirección
a la calle de abajo; techo de troncos con
cañizo y, sobre él, ramajes y enlucido de
barro.
La cuarta estancia, entre esas dos y
el “carrerón” del O con entrada por esta
misma callejuela estrecha, materialmente cubierta por piezas de molinos circulares, de rotación, interpretada como el
lugar familiar de la molienda del grano,
cereales, actividad primordial y, quizá,
diaria.
Hasta donde se nos han conservado
los muros, siempre de piedras simplemente caradas, es decir de lo que ahora
se llama “mampostería labrada”, con mucha probabilidad recibida con barro, podemos aventurar certezas o conjeturas, a
partir de ellos podemos aventurar estas
últimas con mayor o menos acierto. Es
evidente que el alzado hasta la techumbre se realizó con adobes, de los que se
suelen encontrar evidencias más o menos claras, pero, naturalmente, si no hay
escaleras, como en el caso del Puig de
Benicarló, u otros detalles, es arriesgado
hablar de un segundo piso. También es
difícil determinar la dirección de la vertiente, que suponemos única, de los tejados; personalmente creemos que hacia
la calle de abajo, orientando la vivienda
hacia el mediodía.
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También consideramos que la vertiente fue pronunciada, rechazando las planas. La tradición de la vivienda popular
conocida en la zona así lo aconsejaba y,
también, el régimen pluviométrico, tanto
el actual como el de la época. Asimismo
podemos aportar otro argumento y es el
siguiente: la teja, de importación tecnológica romana, aquí se adopta de inmediato y, la teja, es obvio que únicamente
sirve para tejados en vertiente con inclinación significativa, del 30% es la actual.
Cuando por ser originales o apartarse
de otras propuestas, se han construido
modelos con techos planos, el fracaso ha
sido evidente y estrepitoso.
¿Se pudo generalizar este prototipo
o modelo?, es probable que sí en parte,
por lo menos en aquellos situado en laderas como en el caso del Cerro de Lucena; aunque en otros, situado en lo alto
de cerros con amplias superficies planas,
caso de Bastida por ejemplo, se debieron
buscar otras soluciones, aunque el recurso al sótano-bodega-despensa debió
estar generalizado y, en el caso de Bastida, debieron disponer de ellas las casas
situadas al N-O de la que hemos dado en
llamar Calle Mayor.
Si consideramos extendido también
el modelo del Puig de Benicarló, algunas
casas, en mayor o menor número, pudieron tener un segundo piso, cambra,
granero o pajar, andana, etc., necesario
para almacenar paja (comida o cama
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para el ganado), forrajes, granos, a la
que se pudo acceder por escalera de
mampostería como en el caso de Beni-
carló, bien exterior o interior, o de madera fija o móvil, interior o exterior.
Poblado ibérico de Carmoxén (Castellaret de Baix. Moixent. Valencia)
reconstrucción ideal por Miguel Herrero Cortell
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Sección en una casa ibérica del Cerro de Lucena (Enguera. Valencia)
36
Poblado ibérico de la Serreta (Alcoy. Alicante)
SERIE POPULAR
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NÚMEROS PUBLICADOS
Núm. 1.- Aparicio Pérez, J.: “Instituto Valenciano para el Estudio y Protección del Patrimonio Histórico – Artístico y Arqueológico”. Valencia, 1982.
Núm. 2.- Aparicio Pérez, J.; Meseguer Folch, V. y Rubio Gomis, F.: “El Primer Arte Valenciano. II”. “El Arte Rupestre Levantino”. 80 págs. I.S.S.N.-84-500-7900-4. Valencia,
1982.
Núm. 3.- Aparicio Pérez, J. y San Valero Aparisi, J.: “El Primer Arte Valenciano I. El
Arte Parpallonés”. 90 págs. I.S.S.N.-84-500-7900-4. Valencia, 1983.
Núm. 4.- González Prats, A. y Ruiz Segura, E.: “El yacimiento fenicio de La Fonteta
(Guardamar del Segura. Alicante. Comunidad Valenciana)”. 87 págs. ISSN:
84-500-7900-4. Valencia, 2000.
Núm. 5.- Aparicio Pérez, J.; Morote Barberá, J.G., Silgo Gauche, L. y CisnerosFraile, F.:
“La Cultura Ibérica. Síntesis Histórica”. 261 págs. ISSN: 84-500-7900-4. Valencia, 2005.
Núm. 6.- Pérez Mínguez, R.: “Los trabajos y los días de un ciudadano romano”. 55 págs.
ISSN: 84-500-7900-4. Valencia, 2008.
Núm. 7.- Gómez Bayarri, J.V.: “La civilización islámica en la Valencia Musulmana”. 176
págs. ISSN: 84-500-7900-4. Valencia, 2009.
Núm. 8.- Pérez Mínguez, R.: “Los trabajos y los días de Julia, ciudadana romana”. 70
págs. ISSN: 84-500-7900-4. Valencia, 2010.
Núm. 9.- Fletcher Valls, D.: ( ): “Acueductos romanos en término de Ribarroja del Turia
(Valencia)”. Edición facsímil. 25 págs. ISSN: 1889-5921. Valencia, 2010.
Núm. 10.- Aparicio Pérez, J.: “Relatos breves de arqueología valenciana. Enigmas de
38
nuestro pasado”. 172 págs. ISSN: 1889-5921. Valencia, 2010.
Núm. 11.- Pérez Mínguez, R.: “Los trabajos y los días de Emiliano, legionario de Saetabis”. 68 págs. ISSN: 1889-5921. Valencia, 2012.
Núm. 12.- Aparicio Pérez, J.: “Patrimonio histórico artístico y arqueológico”. 108 págs.
ISSN: 1889-5921, Valencia, 2012.
Núm. 13.- Roselló Mesquida, M. D.: “El yacimiento de Valencia la Vella (Ribarroja del
Turia, Valencia). Algunas consideraciones para su atribución cronológica y cultural”. Edición facsímil. 32 págs. ISSN: 1889-5921. ISBN: 978-84-7795-548-1. Valencia,
2012.
Núm. 14- Hortelano Uceda, I.: “La red de acueductos de la Valentia romana. Canales
de abastecimiento rural al sur del Turia”. Edición Facsímil. 32 págs. ISSN: 1889-5921.
Valencia, 2012.
Núm. 15- Aparicio Pérez, J.: “La mujer en la prehistoria y protohistoria”. 32 págs.
ISSN: 1889-5921. Valencia, 2012.
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Edificaciones superpuestas en Carmoxén (Mogente. Valencia)
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El número 1 de la
Nueva Serie Popular se publicó
el mes de febrero del Año del Señor de 2014
cuando continuaba la crisis económica
cuya causa primera se atribuía
al exceso de construcción de “casas”
“crisis del ladrillo”
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