Leches funcionales: aliadas de la salud Por la licenciada en nutrición VIVIANA VIVIANT. Miembro titular de la Asociación Argentina de Nutricionistas. E-mail: [email protected] Cuando se trata de lácteos, no se puede dejar de mencionar los múltiples beneficios que brindan el calcio y otros nutrientes que contiene la leche para la salud de grandes y chicos. La leche posee nutrientes esenciales para el buen funcionamiento del organismo. En principio es la fuente principal de calcio, debido a que el calcio lácteo es de óptima asimilación, en parte por el contenido en vitamina D y lactosa propio de la leche, que ayudan a que se aproveche en gran proporción. El calcio es un mineral esencial para prevenir la osteoporosis (enfermedad caracterizada por la pérdida de masa ósea: los huesos se vuelven más porosos, delgados y susceptibles a fracturas); también colabora en la prevención de la hipertensión arterial y, últimamente, se ha descubierto que cumple un rol importante en el descenso de peso, en especial en la obesidad de tipo abdominal, disminuyendo la resistencia a la insulina y contribuyendo a un descenso de hasta un 20% del peso corporal cuando se lo ingiere a diario en las cantidades necesarias. Requerimientos diarios de calcio según grupo etáreo Edad Cantidad (mg) Como cubrirlo (con tazas de leche extra calcio, de 200 cm3) 1-3 años 500 2 4-8 años 800 3 9-13 años 1300 5 14-18 años 1300 5 19-30 años 1000 3 y 1/2 31-50 años 1000 3 y 1/2 51-70 años 1200 4 y 1/2 > 70 años 1200 4 y 1/2 Embarazo (promedio) 1100 4 Lactancia 1100 4 Fuente: Ingesta Dietaria de Referencia, Academia Nacional de Ciencias de los EEUU (2001). Además del calcio, la leche contiene proteínas de excelente calidad, con todos los aminoácidos esenciales, vitaminas A, B2, B12 y D, fósforo y potasio. Posee, a su vez, grasas (saturadas) y colesterol, por eso, lo ideal es consumirla descremada. Por otra parte, la industria láctea ha avanzado a pasos agigantados, debido al boom de productos funcionales. ¿Qué es un alimento funcional? Se define como aquel que contiene un componente, sea o no nutriente, que afecta una o varias funciones del organismo en forma específica y positiva, y promueve un efecto fisiológico que va más allá de su valor nutritivo tradicional. Estos alimentos tienen la función de mantener o mejorar el estado de salud y bienestar de los individuos y reducir el riesgo de padecer enfermedades. La leche, por todo lo mencionado, es naturalmente “funcional” y mediante diferentes técnicas puede transformarse en un alimento con beneficios extra para la salud. La industria láctea tiene varias estrategias para lograr alimentos funcionales a partir de la leche. Aumento de componentes naturales Una manera es aumentando la concentración de un componente que se encuentra presente en forma natural, por ej. leche con más calcio y leche adicionada con ácido linoleico conjugado o CLA (siglas en inglés). Para las personas que no toman la cantidad de leche aconsejada y tampoco consumen yogur o queso, estas leches enriquecidas son una buena opción para llegar a cubrir el requerimiento diario de calcio (por ej. en la menopausia) con menos cantidad. Otra manera es enriqueciendo la leche fluida con leche en polvo, siempre fortificada. Leches con más calcio. En el mercado se pueden encontrar leches “Extra Calcio”, que tienen 140 mg% de calcio versus los 120 mg% de la leche común, es decir con un poco más de lo que contienen habitualmente. También se ofrecen leches “Fortificadas”, las cuales aportan 185 mg%, en este caso el porcentaje de mineral asciende en forma significativa. Leche con ácido linoleico conjugado. El ácido linoleico conjugado (CLA) es un ácido graso que se encuentra, aunque en baja concentración, primariamente en la leche y derivados y en la carne. El CLA puede producirse en laboratorios donde se convierte el ácido linoleico del aceite de alazor en ácido linoleico conjugado. Este no puede ser producido por el ser humano ni por otros mamíferos, ya que carecen de la enzima necesaria para llevar a cabo su síntesis. En numerosos estudios se afirma que este ácido graso ayudaría a reducir la grasa y a aumentar la masa muscular -es decir contribuiría a modificar la composición corporal- siempre en el marco de una alimentación saludable y de actividad física regular. Esta leche aporta 0.2 gramos de CLA cada 100 cc, pero por el momento no hay recomendaciones de ingesta de este nutriente. De todos modos, se sabe que la ingesta diaria de CLA es muy baja; los argentinos consumen apenas entre 0.05g y 0.10g, aproximadamente. Las personas que realizan ejercicio físico en forma regular y comen sano (por ejemplo los deportistas), como así también las personas con sobrepeso, pueden elegir esta leche que se presenta descremada, ya que colabora junto a la actividad física y la alimentación a tener menor tejido adiposo y más tejido muscular magro, esencial en ambos casos. Sustitución de componentes La segunda estrategia es sustituir un componente que provoca efectos no deseables por otro que tiene efecto neutro o beneficioso. Por ej. leche con prebióticos (fibra activa) y leche deslactosada (en este caso no se sustituyen componentes sino que, solamente, se le quita un nutriente) Leche con prebióticos. Se define como prebiótico a un ingrediente alimentario (hidrato de carbono no digerible - fibra soluble) que posee un efecto favorable sobre la flora intestinal por estimular selectivamente el crecimiento de bacterias benéficas. La inulina y la oligofructosa, comúnmente denominados FOS (fructo oligo sacáridos), son los prebióticos más experimentados hasta el momento. Los prebióticos son fermentados selectivamente por la microflora del colon humano, situación que origina una composición bacteriana específica donde predominan las bifidobacterias, género que promueve la salud intestinal. La leche con fibra activa aporta 1 gramo cada 100 cc. Las fuentes naturales de inulina son cebolla, ajo, puerro, cereales integrales y raíz de achicoria (un pocillo de café aporta 3 gramos). La ingesta total diaria de fibra recomendada es de alrededor de 25 g, es decir que medio litro de esta leche (5 gramos de fibra activa) provee un 20% de cobertura. Los prebióticos tienen beneficios comprobados para la salud: - Poseen efecto “bifidogénico”, es decir promueven la formación de probióticos. - Estimulan la absorción de minerales como el calcio y magnesio. - Regulan el nivel de azúcar en sangre (glucemia). - Modulan el metabolismo de las grasas, reduciendo los niveles de colesterol y triglicéridos en sangre. - Mejoran la función intestinal y reducen el riesgo de cáncer de colon. Estos ingredientes son utilizados en varios productos alimenticios, como sustituto de grasas y azúcares. Este tipo de leche es aconsejable en casos específicos, como problemas intestinales, diabetes, colesterol y triglicéridos altos y osteoporosis. También para aquellas personas que consumen muy poca fibra a través de alimentos vegetales. Leche deslactosada. El proceso de deslactosado consiste en quitar la mayor parte de la lactosa (azúcar de la leche). El método utilizado es de tipo enzimático; esto lleva a que la reducción de la lactosa alcance los niveles deseados de 75-80%. Por otro lado, se considera un producto libre o sin lactosa cuando presenta un 95% de reducción. Ambas alternativas son una respuesta eficiente al problema de intolerancia a la lactosa ya que, en general, un alto porcentaje de la población en esta situación responde muy bien a la reducción del 75%, ya que sólo una proporción muy pequeña de personas son intolerantes estrictos. Este tipo de leche está indicado en personas con diagnóstico de intolerancia a la lactosa, especialmente en adultos mayores donde la enzima responsable de la digestión de este hidrato de carbono (lactasa) se encuentra en muy baja proporción y no alcanza para llevar a cabo el proceso. Los síntomas típicos de intolerancia a la lactosa son distensión abdominal, flatulencia y cólicos. También pueden optar por ella las personas con síndrome de intestino irritable (en su fase de diarrea) y aquellas con litiasis biliar (cálculos en la vesícula). Adición de componentes La tercera estrategia que implementa la industria alimentaria para obtener leches “funcionales” es la adición de un componente que produce efectos beneficiosos y que no se encuentra normalmente presente. Por ejemplo la leche con hierro, próbióticos, ácidos grasos omega-3 y fitoesteroles. Leches con hierro. La leche fortificada con hierro (1,5 mg cada 100cc) fue creada para ayudar a combatir la deficiencia de este mineral, debido a que esta carencia es la de mayor prevalencia en el mundo. El 25% de la población mundial presenta algún grado de carencia de hierro y, la mitad de ese porcentaje padece anemia. La suplementación con hierro reduce su incidencia al 4%. Por otro lado, el hierro de mejor absorción es el sulfato ferroso y el de mejor biodisponibilidad es el microencapsulado. Para que los niños pequeños, especialmente de 9 a 24 meses de edad (los más susceptibles) no sufran carencia de este mineral, se promueve intensamente la lactancia materna por lo menos hasta el sexto mes de vida y tratar de extenderla lo máximo posible. La introducción temprana de leche de vaca puede aumentar el riesgo de anemia. Por su parte, la mujer embarazada tiene que consumir la cantidad de hierro necesaria (27 mg/d., según los últimos valores de referencia, 2001), para que el bebé no consuma sus reservas. Esto se logra a través de la alimentación y además con un suplemento medicamentoso, junto al ácido fólico, que indicará el profesional a cargo. Criterios de anemia según la Organización Mundial de la Salud (OMS) Edad Hemoglobina (g/dl) 11 < 5 años* 6-14 años 12 Mujer 11 12 Embarazada* Hombre 13 * Son los grupos de alto riesgo. Leches fermentadas con probióticos. Los probióticos son microorganismos vivos (bifidobacterias y lactobacilos) que, al ser ingeridos, potencian las propiedades de la flora intestinal y contribuyen a mejorar la salud. Entre sus posibles mecanismos de acción se destaca la formación de una barrera de defensa intestinal que incluye la normalización de la permeabilidad y de la microflora protectora. Las bacterias probióticas suelen encontrarse en los lácteos, específicamente en las leches fermentadas con Lactobacillus casei, defensis y shirota y en los yogures rotulados con “Probio”, “GG” y “Biopuritas”, por ejemplo. Los probióticos ofrecen beneficios comprobados para la salud: - Reducen los síntomas de intolerancia a la lactosa. - Disminuyen el riesgo de diarrea inducida por rotavirus, especialmente en niños. - Mejoran el estado inmunológico del tubo digestivo. - Disminuyen el riesgo de cáncer de colon. Las leches fermentadas son sumamente útiles para personas con problemas del aparato digestivo bajo, como estreñimiento y diverticulosis, también en casos de diarrea específica y para aquellos que tienen intolerancia a la lactosa. Leches con ácidos grasos Omega-3. Es sabido que los ácidos grasos Omega-3 son esenciales para proteger el aparato cardiovascular y el sistema nervioso, entre sus múltiples funciones. Sus fuentes naturales son los pescados de mar, la soja, las semillas de lino, los aceites vegetales y las frutas secas, especialmente, las nueces. En el mercado, hay dos marcas líderes, que aportan entre 0,05 a 0,08 gramos cada 100 cc, mientras que el requerimiento diario promedio es de 1,1 gramos. En la embarazada y período de lactancia los requerimientos ascienden a 1,4 y 1,3 gramos, respectivamente. Estas leches, a su vez, son adicionadas con algunas vitaminas como la C, E y B6. La sugerencia es que se utilice en aquellos casos donde se presentan problemas de colesterol alto, hipertensión arterial o procesos inflamatorios, en especial si no se ingieren las fuentes naturales de Omega-3 descriptas más arriba. Leche con fitoesteroles. Entre los beneficios científicamente demostrados de los fitoesteroles se encuentra el efecto hipocolesterolémico, que reduce el colesterol LDL o “malo” y hace que permanezca inalterable el colesterol HDL o “bueno” (protector). Por ejemplo, en pacientes medicados con estatinas (droga de primera elección para la reducción del colesterol sanguíneo), un vaso diario de 250 cm3 (dosis recomendada) aporta 1,75 gramos de fitoesteroles, lo cual ayuda a reducir el colesterol en un promedio del 10% a partir de la tercera semana de ingesta. Un mayor consumo no implica mayor reducción y hay que tener en claro que no reemplaza a la medicación, es sólo un complemento. Los estudios clínicos y las recomendaciones internacionales indican que no es conveniente que los niños menores de cuatro años y las mujeres embarazadas la tomen, debido a que en estas etapas biológicas no es recomendable actuar sobre el nivel de colesterol, a excepción que sea prescripto por el médico. El rango de ingesta promedio es de 160-500 mg diarios, mientras que la recomendación es de 1,5 a 2,2 gramos día. Las fuentes naturales son los aceites vegetales, especialmente los extra virgen, las frutas secas y semillas, las legumbres, los cereales integrales y algunas hortalizas y frutas. Esta leche puede incluirse en personas con niveles altos de colesterol en sangre, en conjunto con una alimentación rica en fibras (alimentos vegetales) y baja en grasas, especialmente de origen animal e hidrogenadas. Es recomendable en particular si no se consumen alimentos fuente de fitoesteroles. No suplanta a la medicación, si la hubiere, y hay que respetar la cantidad recomendada. Consideraciones finales El consejo final acerca de las leches es que a partir de los 3 ó 4 años de edad ya se pueden elegir las versiones parcial o totalmente descremadas. De esta manera se hace prevención de la obesidad y de las enfermedades cardiovasculares desde la niñez. Es sumamente importante focalizarse en el tipo de leche más conveniente para la afección que presente cada persona, porque no todos necesitan una leche especial. Estos productos cuando se los indica y consume adecuadamente son muy valiosos desde el punto de vista terapéutico pero también son más caros que los tradicionales. Es necesario, entonces, poner sobre la balanza costo-beneficio y evaluar la utilidad y beneficios para la salud que se obtendrán con su consumo. Siempre, ante cualquier duda, se debe consultar al nutricionista.