Lección 9 - El Arte en la Edad del Hierro

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El arte prehistórico en la Edad del Hierro
Arte Céltico, de las Colonizaciones e Ibérico
Lección 10
Arte Prehistórico
1
Sumario
1.
2.
3.
La Edad del Hierro: generalidades.
1. 1. La Edad del Hierro I: Hallstatt
1. 2. La Edad del Hierro II: La Ténè.
1. 3. Factores de la transformación en la Edad del Hierro.
Principales grupos artísticos de la Edad del Hierro.
2. 1. Hallstatt (Edad del Hierro I).
2. 2. El arte céltico lateniense (La Ténè) (Edad del Hierro II).
2. 3. Otros grupos artísticos: Vilanova y Tracia (Edad del Hierro I y II)
El arte en la Edad del Hierro en la Península Ibérica.
3. 1. Encuadre histórico-etnográfico: influencias.
3. 2. El influjo colonizador griego y fenicio.
3. 3. Las culturas autóctonas resultantes:
a) Tartessos (Bronce Final y Edad del Hierro I).
b) La plástica ibérica (Edad del Hierro II).
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La Edad del Hierro: Generalidades
La Edad del Hierro I (Hallstatt)
Las transformaciones que se venían produciendo en Europa desde la etapa del Bronce Final culminan en la transición
entre el II y el I milenio a. C., en que, el uso del hierro parece imponerse en todo Occidente y, en relación a él, se
. producen una serie de transformaciones culturales que abren una nueva época en la que, además, se empieza a dejar
notar una más amplia multiculturalidad acentuada por el influjo de un nuevo elemento en el Mediterráneo: los
grupos colonizadores.
LA EDAD DEL HIERRO I: PARÁMETROS GENERALES
• La metalurgia del hierro. Ciertamente, el origen del hierro –que, seguramente, está documentado
desde casi el IV milenio a. C. para el Próximo Oriente y que desde Hatii pasaría hacia Occidente,
donde sería impulsado por los pueblos colonizadores– es el hecho que hace de bisagra entre la Edad
del Bronce y la Edad del Hierro, sin embargo éste ya parece aparecer en el Bronce Final y su
incidencia cultural no es tan decisiva como la que habría tenido el cobre en el Calcolítico o el
Bronce en los albores del Bronce Antiguo. Las principales novedades de la metalurgia del hierro
están ligadas a su calidad (es un material más duro y más flexible) y a su acesibilidad (hay más
vetas férricas que de otros minerales).
• La transformación del orden mundial. Efectivamente, como acentuación de lo que había
sucedido a partir del 1200 a. C. con el colapso generado por los “pueblos del mar”, la Edad del
Hierro supone el traslado del centro de gravedad desde Oriente –donde se debilitan los grandes
Imperios– hasta Occidente, donde aparecen dos nuevos elementos que unifican el espacio
Mediterráneo: fenicios y griegos.
Cerámica de Hallstatt
Lección 10
• La continuidad en la diversificación cultural regional. La Edad del Hierro I, que generalmente
se venía asociando a Hallstat, muestra en realidad una gran variedad cultural. Esa variedad
cultural, ya anticipada en el Bronce Final, prácticamente va prefigurando las distintas culturas que
entrarán en contacto con Roma siglos más tarde y que conservaron sus rasgos bien con una gran
pureza autóctona (culturas de la Europa Nórdica, de las Islas Británica) o bien influidos por los
nuevos centros de poder (Tartessos es, quizás, el ejemplo más característico de una sociedad del
Bronce Final que evoluciona recibiendo el contacto con los pueblos colonizadores).
Arte Prehistórico
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• Respecto de las formas de vida y del desarrollo económico, asistimos a la especialización de
algunas sociedades que se enriquecen con actividades económicas puntuales (la cultura de Hallstat
por la explotación de la sal gema del entorno), con el control de explotaciones mineras (la Cultura
de Vilanova, en Italia o de Tartessos en la Península Ibérica) y que, en cualquier caso, desarrollan
un activo comercio bien de estos productos o de otros en cuyas rutas comerciales prestan gran
atención (ámbar, vidrio…) o bien de algunos sobre los que actúan como redistribuidores (los bienes
de prestigio derivados del contacto con los griegos y los fenicios).
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La Edad del Hierro: Generalidades
La Edad del Hierro II (La Ténè)
Diversos elementos producen, a partir del siglo V a. C., la desintegración de las sociedades de la Edad del Hierro I
(fundamentalmente hallstáticas) y, como consecuencia de ello, la generalización de nuevos tipos de sociedades en los que se
. perciben algunos rasgos novedosos y una serie de formas de vida totalmente nuevas que configuran lo que llamamos la Edad del
Hierro II. Esta etapa se convierte en decisiva para el conocimiento de nuestra Historia pues muchas poblaciones están en la Edad
del Hierro II cuando entran en la Historia a través del contacto con los grandes pueblos conquistadores del Mediterráneo, de modo
especial Roma. Es, sin duda, la época Protohistórica por excelencia.
LA EDAD DEL HIERRO II: FACTORES DEL CAMBIO
• El primer factor del cambio, y, a la vez, consecuencia directa del mismo es la desintegración del
mundo hallstático. Dicha desintegración pudo venir motivada por diversos elementos, que son
también factores de la transformación cultural que supone la Edad del Hierro II:
1. Agotamiento del flujo económico basado en el intercambio de “bienes de prestigio”. Parece que
la especialización de algunas sociedades de la Edad del Hierro I en la redistribución de los productos
que recibían de los pueblos colonizadores sufrió un duro revés en este momento.
2. Gran crecimiento demográfico (revelado en el número y en la cantidad de las necrópolis), que
originaría, sin duda, una progresiva conflictividad social.
• Durante la Edad del Hierro I, los grandes centros de poder –a excepción de Hallstat– se habían
concentrado en torno de pueblos que mantenían contactos con el Mediterráneo. Culturas como
Tartesos o Vilanova eran exponentes de pueblos que, hundiendo sus raíces en el Bronce Final, se
habían especializado en el contacto con fenicios, primero, y con griegos, después, sobre todo tras la
fundación de Massalia en el siglo VI a. C. A partir del siglo V a. C., sin embargo, se va a percibir un
tremendo cambio cultural por toda Europa Central y del Norte, fruto sin duda de la presión de
grandes movimientos migratorios.
Espadas Latenienses
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• Acentuación de la diversidad cultural. En este momento, se produce una auténtica
compartimentación entre la Europa Central –organizada en torno a la denominada Cultura de La
Tène– y la Europa Oriental –en la que empiezan a aparecer pueblos de conocido futuro histórico
como los Escitas, los Saces, los Tracios...– con un elemento migratorio que se extiende por ambas
zonas y que aporta un elemento de unidad al entorno: la cultura Céltica.
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Europa en la II Edad del Hierro
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Grupos artísticos de la Edad del Hierro
1. Hallstatt
ELEMENTOS CULTURALES
OBJETOS Y TEMÁTICAS ARTÍSTICAS
• Hallstatt es un complejo cultural que se
. extiende desde el Alto Danubio, a través de
migraciones progresivas, hacia toda la Europa
Central y aun del Sur de Francia. Por tanto, su
difusión ilustra muy bien el carácter de
inestabilidad y migración de esta época.
Carrito de ajuar
• En su asentamiento por distintas zonas
europeas, Hallstatt configura dos grupos
seguidores de dos grandes tradiciones, la
Oriental, abierta a influjos autóctonos tracios,
escitas…, y la Ocidental, abierta a la colonización.
• Recuperación del rito funerario de la
inhumación, al modo como se había manifestado
en las áreas pónticas. Se trata de enterramientos
“de prestigio” bajo túmulo y con abundantes
ajuares al modo de las tumbas principescas, que
convive, eso sí, con la incineración.
Crátera de Vix
• Rica y diversa actividad económica que va
desde la explotación y comercio de la sal gema
hasta la industria de curtidos y pieles, la
siderurgia, la orfebrería, el comercio del ámbar,
del
estaño,
los
intercambios
con
los
colonizadores…
• Hábitat en poblados fortificados, con un
urbanismo a la manera del que hemos conocido en
la Edad del Bronce.
Caldero y tumba de Hochdorf
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Grupos artísticos de la Edad del Hierro
2. El arte céltico de La Ténè
ELEMENTOS CULTURALES
OBJETOS Y TEMÁTICAS ARTÍSTICAS
• La Ténè es un complejo cultural que parece
. surgir en el Marne y la zona septentrional de
Alemania y Polonia así como en la fachada
atlántica europea y que, por medio de
migraciones progresivas que difunden un ritual
funerario y un ajuar característicos, abarcará un
territorio mayor.
• El mundo funerario lateniense presenta una
compleja evolución cronológica pero generalmente,
es
de
inhumación
con
unos
ajuares
característicos
propios
del
estilo
artístico
lateniense: existen enterramientos con ajuares
siguiendo la tradición del Bronce Final:
carruajes de dos ruedas y vasos cerámicos de
procedencia griega y estrusca y hay otros grupos
en los que abundan las armas: espadas de hierro
cortas o puntas de lanza y jabalina así como los
elementos de adorno (torques, brazaletes, anillos,
cadenas, fíbulas, espejos, cuentas de collar…).
• La cerámica y la metalurgia alcanzan un
notable desarrollo como parte de la vida de los
oppida: la artesanía adopta ahora una clara
especialización también estética, que genera el
arte lateniense. Las fíbulas, los brazaletes, las
jarras, los cuencos, aparecen como las obras
maestras de este periodo, con una decoración de
filigrana característica del ambiente lateniense.
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Torques y Brazalete
Fíbulas
Filigranas
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Grupos artísticos de la Edad del Hierro
3. Otros grupos culturales
ARTE “VILANOVIANO”
ARTE “TRACIO”
.
Vilanova es una cultura de la Edad del Hierro I en la
Península Itálica, que se extiende por las zonas de
Emilia, Etruria y parte de Campania coincidiendo con lo
que será luego el área de presencia etrusca. Desde el
punto de vista económico, se trata de poblaciones que
tienen su base de subsistencia en la agricultura y en la
ganadería, que complementan además con una activa
explotación de los recursos minerales y con el
comercio,
tanto
de
productos
propios
como
redistribuidos. El mundo funerario es de incineración,
al modo de la Cultura de los Campos de Urnas, si bien
las formas con las que se forman las cistas que cubren
las vasijas funerarias alcanzan ahora parámetros de
complejidad y decorativos muy característicos.
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En la periferia del mundo griego, el pueblo indoeuropeo
tracio desarrolló, en la Península Balcánica, un notable
conjunto de manifestaciones artísticas entre las que
destacó, especialmente, el trabajo de ofrebrería del oro.
La posición estratégica de este pueblo, próximo –pero
diferente– al mundo griego y, además, sometido al
contacto con los pueblos escitas de las estepas asiáticas
y con los celtas de Occidente es parte de la explicación
del notable desarrollo artístico de su cultura.
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La Edad del Hierro: Península Ibérica
Elementos generales histórico-culturales
A partir del siglo V a. C. y coincidiendo con la II Edad del Hierro se van configurando en la Península Ibérica una
serie de unidades culturales y étnicas que conocemos no sólo por los datos arqueológicos sino también por las
. fuentes escritas de los primeros historiadores griegos y romanos (en especial Estrabón) y que, en la mayoría de los
casos, mantendrán su organización interna y su estructura peculiar hasta su contacto con Roma, como la
mantuvieron durante el periodo que va entre el s. V a. C. y el s. III a. C., fechas en las que muchos de ellos –sobre
todo los de áreas costeras o abiertas a influjos costeros– establecieron contacto con los pueblos colonizadores griegos y
fenicios –primero– y cartaginenses –después–.
CUADRO ETNOGRÁFICO PENINSULAR
El cuadro etnográfico de la Península Ibérica durante este periodo está formado a partir de varias
unidades en las que se juntan los elementos autóctonos con los elementos que nacen del aporte
cultural de pueblos migrantes. Además, dentro del grupo de pueblos autóctonos nos encontramos con
los que se mantuvieron ajenos al contacto con los colonizadores y con los que, en cambio, sí
interiorizaron notablemente dicho influjo:
A) Pueblos autóctonos: Aunque en todos los pueblos peninsulares debió contar en cierta medida el
elemento autóctono, se puede hacer la siguiente distinción:
1. Abiertos al influjo colonizador. El ejemplo clásico son los iberos que engloba a toda una serie de
pueblos con raíces en el Bronce Final y que se modificaron mucho por el contacto con los fenicios y los
griegos. Son los Bastetanos (zona de Almería), los Turdetanos (valle del Guadalquivir), los Oretanos
(zona de Jaén), los Edetanos (zona norte del País Valenciano), los Ilercavones (zona sur de Tarragona),
los Cessetanos (zona central de Tarragona y Sur de Barcelona), los Laietanos y Lacetanos (área de
Barcelona), los Indiketes (área del entorno de Ampurias), los Cerretanos (área pirenaica central en
Cataluña), los Ilergetes (en el área de Lérida), y los Sedetanos (área central del Valle del Ebro).
2. Cerrados a la influencia externa: Fundamentalmente los Vascones (Navarra) y los Cántabros (área de
Cantabria).
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B) Pueblos migrantes: Son fundamentalmente pueblos afectados por el influjo céltico y hallstático, y
que cuentan con varios ambientes:
1. Valle del Ebro: Celtíberos Orientales (Titos, Belos, Lusones –provincia de Zaragoza–, y Berones –La
Rioja–).
2. Meseta: Celtíberos Orientales (Turmogos –área de Burgos–, Vacceos –área de Palencia–, Autrigones
–área de Burgos y Rioja Alavesa–, Vettones –áreas de Ávila y parte de Salamanca– y Lusitanos –área de
Portugal–).
3. Noroeste: los Pueblos Atlánticos, sobre todo Astures –área de Asturias– y Galaicos –área de Galicia–.
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CdUrnas Tardíos
Cultura de Cogotas
Cultura Castreña
ÁMBITO
INDOEUROPEO
Cultura Ibérica
Tartessos
ÁMBITO IBÉRICO
Elementos culturales de la etnografía paleohispánica
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La Edad del Hierro: Península Ibérica
1. El arte de la colonización fenicia
Como continuación de una penetración por el Mediterráneo de la que hay testimonios en Grecia desde el siglo IX a. C., hacia el
VIII a. C. y como consecuencia de la perdida de mercados de los fenicios, éstos empezarán hacia el s. VIII a. C. una activa
colonización por el Mediterráneo Occidental que sucede a una fase de precolonización desarrollada durante los siglos XII al
.
IX a. C. Seguramente, el motivo principal de la misma fue la búsqueda de metales como materia prima. Para ello, se instalarán en
la costa norteafricana, itálica y de la Península Ibérica.
• Urbanismo. La ocupación fenicia constó de colonias (Gadir en la Península Iberica, por
ejemplo) y de factorías desde la que explotar la riqueza minera y presumiblemente agrícola
de los alrededores. Generalmente son asentamientos con un urbanismo de doble muralla y
viviendas con estancias abiertas a un patio interior. Los asentamientos, además, incorporan
espacios subsidiarios de la actividad económica desarrollada: fondeaderos, almacenes,
puertos…
• Templos. Además de los clásicos templos tripartitos fenicios (con tres estancias, al modo
griego pero con abundantes capillas y pequeñas edículas particulares), son conocidos los
tophet, espacios cultuales al aire libre en los que se ofrendaban cadáveres de niños en urnas
de barro.
• Necrópolis. La tipología de los enterramientos fenicios es muy variada, utilizando
prácticamente todas las variantes. Así tenemos documentada la incineración en hoyo
(bustum), la incineración en urna, las tumbas de fosa, las tumbas de cista, las tumbas en
sarcófago, o las de pozo y cámara, bien atestiguadas en la Península Ibérica.
• Cerámica y artesanía. Uno de los elementos básicos de la cultura fenicia –que, además,
ejerció una gran influencia sobre las comunidades que quedaron sometidas a su influencia–
es la cerámica. La caracteriza su fabricación a torno, su característico engobe rojo o la
decoración por medio de bandas rojas y negras, así como la abundancia de formas entre las
que destacan las páteras, los oinokoes, las jarras trilobuladas, los ungüentarios, los
pebeteros… En la artesanía se conocen brazaletes, anillos, diademas, cuentas de collar,
figuras de terracota, huevos de avestruz, idolos de oro, objetos de vidrio…
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La Edad del Hierro: Península Ibérica
2. El arte de la colonización griega
Como consecuencia de la proverbial stenochoría (“sed de tierras”) del pueblo griego, a partir del s. VIII a. C., en que parece se vive
un conflicto social y un crecimiento demográfico, el pueblo griego inicia una expansión hacia Occidente donde, primero hasta
. Italia y después hasta la Península Ibérica, va haciéndose con el control de las rutas comerciales.
• Urbanismo. La colonización griega distinguió entre las apoikíai, asentamientos
agrícolas para la explotación del territorio y en los que había convivencia con
indígenas, y los emporia, pensados a modo de grandes centros comerciales para el
intercambio. Normalmente los asentamientos coloniales se hacen eco del sistema
urbanístico hipodámico, de retícula ortogonal y con el ágora como centro urbano.
Estos centros urbanos incorporan, además, espacios religiosos y templos de culto, así
como abundantes aras y pedestales repartidos por distintos sacella. Los centros no
coloniales, o simples factorías, mantienen muchas veces el urbanismo típico de las
sociedades indígenas del momento.
• Cerámica. Sin lugar a dudas, es el elemento más característico del panorama
arqueológico griego. Caracterizada por sus distintos tipos decorativos (figuras negras y
rojas), presenta además una gran variedad de formas. Así, son conocidas las
cráteras, los kylikes, las ánforas, los aríbaloi, los oinochoes, los lekythoi, orientados y
especializados en diversas funciones. Así, las cráteras y los kylikes son para beber en
la mesa, las ánforas para el transporte de vinos y aceites, los oinochoes para el
escanciado de bebidas, los lekythoi para ofrendas y ungüentos funerarios…
• Otros elementos. La colonización griega ocupó puntos muy diversos dentro del
espacio Mediterráneo (Magna Grecia y Sicilia; Ponto Euxino; Norte de África; Sur de
Francia y Península Ibérica). Por todo ese espacio se manifiestan algunos de los
productos típicamente griegos como los elementos de bronce, las monedas, las
esculturas bien de factura helénica o como resultado de las imitaciones obra de los
pueblos indígenas.
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La Edad del Hierro: Península Ibérica
3. Tartessos
Hoy parece incuestionable que el desarrollo y la pujanza de Tartessos se debe a la transformación que sufre una cultura del
Bronce Final del Valle del Guadalquivir como consecuencia, a partir del s. VIII a. C., de los contactos e influencias fenicias,
cada vez mayores y que en el s. VII a. C generan una sociedad que es el paradigma europeo del fenómeno que denominamos
. Orientalizante y que se entiende como el resultado de la recepción de elementos propios de las culturas de los pueblos
colonizadores (fenicios y griegos) por parte de sociedades de la Edad del Hierro I y que se dejó notar especialmente en
comunidades abiertas a las rutas comerciales practicadas por estos pueblos. Este fenómeno que se conoce también a través
de Tartesos, también dejó huella de forma directa en la Cultura de Vilanova y en la Cultura Lacial, si bien los elementos propios
del influjo orientalizante también llegaron, a través de la redistribución, a las áreas de la Europa Central, donde también Hallstat
percibe los influjos de los nuevos pueblos colonizadores que operan por el Mediterráneo.
ELEMENTOS PROPIOS DEL ORIENTALIZANTE TARTÉSICO
• Entrada de nuevas técnicas productivas. Quizás la más característica y de mayor
incidencia es la de la cerámica a torno, que en Tartessos se manifiesta sólo después del
siglo VII a. C., precisamente en el momento de más intensidad del comercio fenicio.
• Sistema social y político de claros ecos orientales. Conocemos la figura del mítico rey
Argantonio, referido por Heródoto. Éste debía hacer cabeza en una sociedad diversificada
en función de su dedicación profesional –rasgo heredero del Bronce Final– pero en el que
empieza a marcarse la riqueza y el poder de una nobleza enriquecida como consecuencia del
comercio con los pueblos colonizadores.
• Generalización de los bienes de prestigio. Efectivamente, el ajuar funerario de la alta
sociedad tartésica incorpora abundantes préstamos derivados del contacto con los pueblos
colonizadores. Así, parece desarrollarse mucho la orfebrería, a través de técnicas como la del
repujado o la filigrana y que muestra sus momentos más sublimes en algunos de los
conocidos tesoros tartésicos. Junto con el trabajo metalúrgico se desarrollará mucho, como
consecuencia del contacto colonizador, el trabajo con el marfil, e incluso el desarrollo claro
del trabajo con el bronce.
• Incorporación de la escritura, que introduce a estos pueblos en los albores de la Historia.
• Especialización económica tartésica en la producción de aquellos elementos y productos
que son ambicionados por los pueblos colonizadores: redistribuidores.
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La Edad del Hierro: Península Ibérica
4. La plástica ibérica
URBANISMO
NECRÓPOLIS
CULTURA MATERIAL
.
Aunque, como es propio al ser una
seña de identidad de la Edad del
Hierro II, predomina el hábitat en
oppidum (asentamiento fortificado en
altura
estratégica
–generalmente
cerros amesetados– con notable
desarrollo urbanístico y muralla),
también existen algunos poblados en
llano y otros asentamientos que
podríamos llamar menores. En este
grupo destacan las atalayas o
pequeños asentamientos de control
del territorio en áreas de paso y los
asentamientos rurales, generalmente
en ladera y orientados a una actividad
agrícola. Las viviendas suelen ser
rectangulares a base de adobe y de
piedra
cubiertas
con
ramaje,
generalmente con dos habitaciones.
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• Los enterramientos son tumulares
para la élite o simples loculi u hoyos
abiertos en el suelo. El primer tipo,
además, evoluciona hacia formas
distintas (de cámara subterránea, por
ejemplo) en función de las áreas y del
influjo orientalizante (heroom).
• El ritual predominante es el de la
cremación, que no llega al grado de
destrucción del cadáver que supone la
incineración y que, además, suele
acompañarse de un ritual de
banquete funerario, libaciones y
ofrendas al difunto, a modo de ajuar
de objetos de armamento y ornato
personal.
• Necrópolis al margen de los
poblados, en sitios próximos a ellos,
en cualquier caso.
Arte Prehistórico
Quizás la mejor expresión de la
cultura ibérica es la estatuaria, de
carácter ritual (funerario o religioso) y
con marcado influjo orientalizante
–hasta el siglo V a. C.– y romano
–después–.
Se
desarrolla
sobre
arenisca polícroma –sobre todo la
funeraria o monumental– o sobre
bronce –cuando se trata de exvotos
de santuarios–. Junto a la estatuaria,
el segundo elemento clave en la
cultura ibérica y que trasluce también
la influencia helénica es la cerámica,
a torno y casi siempre pintada.
Incorpora
formas
orientalizantes
(jarros, oinochoes, cráteras…) y otras
propias (kalathoi, urnas de orejetas…)
con representaciones animales o
humanas.
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