VIDA Platón, el más genial de los discípulos de Sócrates y ateniense como él, nació el año 427 a. de C. De decidida vocación política, se desengañó muy pronto de las prácticas políticas atenienses de su época, especialmente tras la condena de Sócrates. Desde entonces dedicó su esfuerzo intelectual a construir y fundamentar teóricamente un modelo ideal de sociedad. Por dos veces viajó a Sicilia con la pretensión de llevar a la práctica su modelo de sociedad, haciendo que los gobernantes se hicieran filósofos, ya que no poída hacer que los filósofos gobernaran. En ambas ocasiones fracasó: la primera vez, con Dionisio I, cuando Platón contaba con cuarenta años de edad; la segunda vez, con Dionisio II, teniendo ya más de sesenta años. Entra ambos viajes, fundó en Atenas su Academia, donde se dedicaba especial atención, juntamente con la filosofía, a las matemáticas y a la astronomía, de acuerdo con un plan de educación progresiva. Murió a los ochenta años, el año 347 a. de C. Platón escribió numerosas obras, la mayoría de ellas en forma de diálogo. Podemos dividirlas en diálogos de distinto carácter: n Diálogos Socráticos: Lacques, Cármides, Eutrifón, Lisis, Hipias menor, Ion, Hipias mayor, Apología, Critón, Protágoras, Gorgias. n Diálogos Doctrinales: Menón, Crátilo, Eutidemo, Menéxeno, Banquete, Fedón, República, Fedro. n Diálogos Críticos: Parménides, Teeteto, Sofistas, Político, Filebo, Critias, Leyes. TEORÍA DE LAS IDEAS El problema de la naturaleza • La explicación platónica de la naturaleza rechaza que el orden no puede ser el resultado azaroso del desorden. El orden sólo puede provenir de una inteligencia ordenadora. Platón retorna, pues, a Anaxágoras en gran medida, recogiendo su idea de que hay una inteligencia ordenadora, a la que Platón denomina demiurgo. • La inteligencia ordenadora o demiurgo actúa sobre una materia eterna, caótica, a la que Platón denomina de muchas maneras utilizando diversas metáforas; por ejemplo, la denomina espacio, que en este caso no es, obviamente, espacio geométrico, vacío, sino sustrato material informe. Este sustrato no es estático ni inerte sino dotado de movimientos caóticos, irregulares. • Junto a estos dos principios −inteligencia ordenadora y materia eterna dotada de movimientos caóticos− Platón establece un tercer principio, las ideas. Todo ser inteligente que fabrica o construye algo lo fabrica de acuerdo con un plan o modelo. La función del demiurgo es la de plasmar las esencias o ideas en la materia lo más perfectamente posible. La doctrina central de la filosofía platónica es la teoría de las ideas. Breve y categóricamente formulada, esta doctrina consiste en la afirmación de que existen entidades inmateriales, absolutas, inmutables y universales independientemente del mundo físico: por ejemplo, la justicia en sí, el hombre en sí, las entidades y proporciones matemáticas en sí mismas; de ellas derivan su ser todo lo justo, todo lo bueno, todos los hombres, todo lo armónico y proporcionado que hay en el mundo físico. El término idea se refiere a las únicas realidades en sentido pleno, ya que lo que de realidad hay en el mundo físico deriva precisamente de ellas. La constitución del universo físico es narrada por Platón en el Timeo en forma de mito: mito de la caverna. La doctrina platónica y las coordenadas de la explicación racional El mundo de las ideas y el mundo físico, sensible, se reparten respectivamente las funciones que ya hemos estudiado, éstas son: la unidad/la pluralidad, lo permanente/lo cambiante y lo que es/lo aparente. Así, las ideas son realidades permanentes e inmutables, mientras los seres del mundo físico se caracterizan por la mutabilidad y corruptibilidad; las ideas son lo que tienen de común seres de apariencias distintas, pero de la misma esencia: hombres de razas distintas, de culturas diversas, etc., tienen en común que todos ellos participan de la esencia, de la idea de hombre; la ideas son, por tanto, principio de unidad frente a la pluralidad y dispersión del universo físico. Aspectos fundamentales de la doctrina platónica de las ideas Anteriormente hemos afirmado que la doctrina central de la filosofía platónica es la teoría de las ideas. Señalaremos ahora brevemente algunos aspectos y dimensiones fundamentales de esta compleja teoría. La filosofía platónica sitúa a las ideas como foco de referencia del mundo físico, del conocimiento intelectual, de la concepción del hombre, de la fundamentación de los ideales morales y políticos, haciendo además del mundo de las ideas un mundo plenamente racional y organizado jerárquicamente. Ya hemos señalado en la exposición anterior el carácter fundante de las ideas respecto del mundo físico, como principio que le presta unidad, inteligibilidad, orden y consistencia. También nos hemos referido al carácter fundante de las ideas respecto del conocimiento intelectual al cual se ofrece como un sistema de estructuras matemáticas, de esncias inteligibles, de verdades exactas y eternas. La teoría de las ideas constituye, además, la clave de la antropología platónica: es cierto que el hombre está inmerso en el mundo físico al cual su cuerpo pertenece; pero es cierto igualmente que la parte más noble del hombre, su alma racional, pertenece al mundo de las ideas a cuyo conocimiento está destinada y aspira impulsada por su propia naturaleza. El mundo de las ideas alberga, en fin, todo el conjunto de los ideales morales y políticos a que ha de acomodarse la conducta individual y la organización de la convivencia social. Por último, conviene señalar que las ideas no son un aglomerado inconexo de esencias sino que constituyen un sistema en que todas se ensamblan y coordinan en una gradación jerarquizada cuya cúspide ocupa la idea de Bien. El Bien como idea primera, como principio supremo, es expresión del orden, del sentido y de la inteligibilidad de todo lo real. Al matemático y sobre todo y más allá de éste, al filósofo, corresponde ascender dialécticamente en el conocimiento de las ideas hasta alcanzar a contemplar la idea de Bien. La contemplación de la idea de Bien es, de acuerdo con lo anteriormente señalado, conocimiento teórico y práctico a la vez: teórico, en cuanto que hace posible la captación del orden y de la estructura de todo lo real; práctico, en cuanto que proporciona las normas de toda ordenación moral y política. Esta identificación de ambos tipos de conocimiento, teórico y práctico, hace que el sabio sea, para Platón, el llamado a gobernar en toda comunidad humana. EL ALMA El sistema filosófico de Platón es un todo fundamentalmente coherente en sus líneas maestras, en cuyo centro se halla la teoría de las ideas. En efecto, la racionalidad del alma se afinca en el conocimiento de las ideas, y las ideas constituyen el reino de lo real al que el alma pertenece y al cual se siente impulsada por su propia naturaleza. Se trata de un planteamiento del problema del alma que hunde sus raíces conjuntamente en la experiencia científica y en la experiencia religiosa. Este carácter religioso-moral de su planteamiento explica los siguientes rasgos de su teoría. • En primer lugar, que la cuestión fundamental acerca del alma sea para Platón la de su inmortalidad. • La inmortalidad del alma, puesto que el cuerpo es corruptible y perecedero, implica la preexistencia y ulterior pervivencia de aquélla respecto de éste. Esto, a su vez, implica que su unión con el cuerpo no es un estado esencial del alma, sin un estado transitorio, accidental. Más aún, no solamente es accidental, sino que puede ser calificado de antinatural, ya que el lugar propio del alma es el mundo de las ideas, y su actividad más propia, la contemplación de éstas. • Pero si el lugar propio del alma es el mundo de las ideas y su actividad más propia es la contemplación de éstas, es obvio que el alma es concebida por Platón fundamentalmente como principio del conocimiento racional. • Mientras permanece unida al cuerpo, la tarea fundamental del alma es la de purificarse, prepararse para la contemplación de las ideas. La purificación supone que el alma se encuentra en un estado de impureza. Cabe, pues, preguntar de dónde vienen estas impurezas. Una respuesta por parte de Platón puede ser que provienen precisamente de las necesidades y exigencias del cuerpo, que se imponen tiránicamente a la vocación contemplativa del alma. Por lo pronto, esta respuesta equivale a conceder al alma, aparte de su función como principio del conocimiento racional, una función de control sobre el cuerpo. • Platón se ve obligado a distinguir partes del alma o almas distintas, y en su clasificación distingue las almas racional, irascible y concupiscible. MORAL El carácter absoluto de los conceptos ético-políticos encontró su expresión más radical en la teoría de las ideas independientes de las opiniones humanas acerca de ellas. Partamos, pues, de que es posible definir la justicia de un modo absoluto. Para definirla se analiza la naturaleza humana sin prescindir su aspecto más característico: la razón. Platón distingue en el alma tres facultades o partes: racional, irascible, concupiscible. La justicia consistirá en la ordenación de estas tres partes, en la posesión por cada una de ellas de la virtud o disposición que le es propia: prudencia, fortaleza y templanza, respectivamente. Al tomar en consideración otras instancias de la naturaleza humana además de la racional, teniendo en cuenta la ordenación armónica de todas ellas, Platón evita un intelectualismo exagerado, sin renunciar por ello a la razón como principio rector. En tanto que principio esencial de la naturaleza humana, la razón no es solamente la facultad de conocimiento, sino el principio rector que coarta el relativismo. Platón consideraba que los contenidos de la razón −no solamente en sus aspectos científico-matemáticos, sino también en sus aspectos morales− son permanentes e inalterables, están dados de una vez por todas. POLÍTICA Platón no consideró nunca la política como algo separado, independientemente de la moral. El hombre es ciudadano y en el seno de la ciudad, del Estado, de la polis, es precisamente donde se desarrolla como hombre y donde, por tanto, se moraliza. Platón se esforzó por describir la organización política ideal, es decir, aquella que responde a la naturaleza del hombre y la sociedad. Su teoría está presidida por dos principios teóricos: de un lado, por su identificación del saber teórico y el saber práctico que lleva a Platón a afirmar que los gobernantes han de ser los sabios; de otro lado, su concepción de la justicia como orden en que cada parte de un todo cumple con su cometido. Y puesto que las partes o grupos sociales so tres, gobernantes, soldados y productores, la justicia u orden se realizará si los gobernantes son realmente sabios, los soldados valientes, y todos los ciudadanos moderados. VIDA TEORÍA DE LAS IDEAS • El problema de la naturaleza • La doctrina platónica y las coordenadas de la explicación racional • Aspectos fundamentales de la doctrina platónica de las ideas EL ALMA MORAL POLÍTICA NAVARRO CORDÓN, J.M.- CALVO MARTINEZ, T. “Historia de la filosofía”. Editorial Anaya. PLATÓN: T e o ría de las id e as y an tropología Marisa Sanz Calvo nº27 COU B