La educación sexual aparece como un tema “nuevo” del que la

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XVI CONGRESO PEDAGOGICO 2011: EL DERECHO A LA IDENTIDAD
EJE: IDENTIDADES, GENEROS, CUERPOS, SEXUALIDADES: PROYECTOS
EDUCATIVOS EN DEBATE
“EDUCACION SEXUAL INTEGRAL: Un puente para acercar familias y escuelas”
FUNDAMENTACION:
La educación sexual aparece como un tema “nuevo” del que la escuela debe comenzar a
ocuparse. Sin embargo, la escuela, aún cuando lo negó o incluso lo excluyó
explícitamente, participó desde siempre en formar aspectos de la sexualidad. Lo hizo
cuando indicó que conductas eran esperables para una “señorita” o cuales eran
impropias para un “varón”.
Nadie ignora que hasta hace poco el tema fue tabú, tendió a aparecer como un asunto
privado/íntimo y como tarea de las familias, no delegada a las instituciones públicas o
estatales, al menos hasta tiempos recientes.
Tradicionalmente, las temáticas referidas a la sexualidad no eran consideradas propias
de los aprendizajes de la infancia, sino de períodos más avanzados de la vida, como la
pubertad o la adolescencia. Durante mucho tiempo, las sociedades y las personas
entendimos que hablar de sexualidad era posible recién en el momento en que las niñas
y los niños ya dejaban de serlo.
Esto era así, entre otros factores, porque el concepto de sexualidad estaba fuertemente
unido al de genitalidad.
Cuestiones vinculadas a la expresión de sentimientos y de afectos, la promoción de
valores relacionados con el amor y la amistad y la reflexión sobre roles y funciones
atribuidos a mujeres y a varones no formaban parte de los contenidos vinculados a la
educación sexual.
Sucede que, en muchos casos referirse a la sexualidad, ponerle palabras a un tema que
fue acallado durante siglos, podría confrontarnos con nuestras propias dificultades,
incertidumbres y limitaciones. Pero mientras los adultos, por momentos, parecían
preferir mantener esta situación silenciada, o le imprimían una serie de mandatos,
prohibiciones o significados que habrían recibido en su propia educación, los chicos y
chicas quedaban sin el acompañamiento de adultos significativos, dejándolos solos
frente a situaciones de riesgo totalmente evitables.
DESARROLLO:
Hoy la sexualidad entra de modos distintos en la escuela, en primer término porque
tiene otro lugar en la sociedad. Con la promulgación de la Ley 26.150, se asumió un
compromiso impostergable: promover un enfoque responsable, integral y multisectorial
de la educación sexual de nuestros niños para asumir una vida plena. Constituye una
oportunidad para que la escuela, en articulación con otros actores, pueda construir
espacios de diálogo con los alumnos respecto a su sexualidad y fortalezca la búsqueda
de respuestas eficaces a situaciones de vulneración de derechos como lo son la
violencia, el abuso y el maltrato. Estos espacios permitirán establecer vínculos
suficientemente valiosos para que el propio acto de escuchar a los niños y adolescentes
sea, en sí mismo, un acto de cuidado.
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Esta ley recoge los principios constitucionales de igualdad y de no discriminación. Es
la norma que constituye un marco propicio para el trabajo en las instituciones y muestra
los acuerdos mayoritarios en nuestra sociedad.
Ayuda a pensar los mejores modos en que la escuela puede acompañar y promover el
desarrollo de la educación sexual, no solo centrada en la prevención y control médico
sino entendiéndola como un componente importante para la vida plena.
El concepto de sexualidad que se propone, en consonancia con la Ley de Educación
Sexual Integral, excede ampliamente la noción de “genitalidad” o de “relación sexual”.
Consideramos a la sexualidad como una de las dimensiones constitutivas de la persona,
relevante para su despliegue y bienestar durante toda la vida, que abarca tanto aspectos
biológicos, como sociales, sicológicos, afectivos y éticos. Es decir, la sexualidad se
practica y se expresa en todo lo que somos, sentimos, pensamos y hacemos.
Ahora bien, ¿hasta qué punto los adultos tenemos capacidades y posibilidades de
transmitir contenidos que promuevan comportamientos saludables en este terreno?
¿Cómo podemos promover los derechos de “los educandos” con responsabilidad? ¿Qué
procesos debemos atravesar los docentes para lograr transmitir contenidos significativos
respecto de la sexualidad y que sean, a la vez, respetuosos de los chicos y de sus
derechos?
Asumir la educación sexual desde una perspectiva integral demanda un trabajo dirigido
a promover aprendizajes desde el punto de vista cognoscitivo, pero también en el plano
de lo afectivo, y en las prácticas concretas vinculadas a la vida en sociedad.
Cuando pensamos en propuestas que apuntan a generar aprendizajes de tipo
cognoscitivo, entendemos que el suministro de información científicamente validada,
acorde a cada etapa del desarrollo, es fundamental. Sin embargo, sabemos que con la
información no alcanza, y que también es necesario trabajar sobre los prejuicios y las
creencias que sostienen actitudes discriminatorias y el conocimiento de derechos y
obligaciones.
Con respecto al plano de la afectividad, desde la escuela, es posible trabajar para
desarrollar capacidades emocionales como la solidaridad, la empatía, la expresión de los
sentimientos en el marco del respeto por los y las demás. Este aspecto puede resultar
novedoso, ya que, habitualmente, los aspectos emocionales fueron poco abordados
desde la escuela tradicional. De alguna manera, se daba por sentado que se trataba de
cuestiones que se aprendían espontáneamente, con la madurez que va brindando la
experiencia. Teniendo en cuenta, además, la vía de aprendizaje informal que constituye
la experiencia de vivir, es posible diseñar enseñanzas sistemáticas, orientadas a generar
formas de expresión de los afectos que mejoren las relaciones interpersonales y
promuevan el crecimiento integral de las personas.
Por otro lado, contemplamos una dimensión más relacionada con el saber hacer, en que
se promueve la adquisición de prácticas, tales como la posibilidad de decir “no” frente a
la coacción de otros y de otras, el fortalecimiento de conductas de cuidado personal y
colectivo de la salud, y también de habilidades psicosociales, como la expresión de
sentimientos y de afectos.
Para abordar los contenidos de manera clara y organizada se considerarán para su
estudio los siguientes ejes temáticos:
*Ejercer nuestros derechos: se refiere a aquellos que se vinculan al respeto por las
otras y los otros en las relaciones interpersonales, el acceso a conocimientos sobre el
cuerpo y la expresión de sentimientos y necesidades vinculadas a la sexualidad.
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Al producirse en 1.994 la reforma constitucional se incorporaron Convenciones
internacionales a la Constitución, que complementan la Declaración Universal de los
Derechos Humanos (1.948). La Convención sobre los Derechos del Niño (1.989) son
antecedentes a las leyes que protegen la salud sexual y reproductiva y a la actual Ley de
Educación Sexual Integral. Todo este cuadro normativo es imprescindible para el
cuidado y protección de la salud de los niños y jóvenes.
Conocer sus derechos e incorporarlos como normas en la vida cotidiana forman parte de
la construcción de la sexualidad. En este sentido, los docentes son actores
fundamentales para dicho cumplimiento. El enfoque de derechos, en relación con el
desarrollo de la Educación Sexual en las escuelas, puede pensarse en dos dimensiones:
+ la primera vinculada al derecho de recibir información adecuada y científicamente
validada que alude a lo cognoscitivo;
+ y la segunda, referida al derecho a la participación de los alumnos, en un clima de
respeto y de diálogo permanente, que pone de manifiesto las prácticas necesarias y las
condiciones para que los derechos sean efectivamente ejercidos. Este enfoque favorece
en los alumnos la construcción de autonomía y de responsabilidad para vivir la
sexualidad.
Son variadas las acciones que los adultos podemos desarrollar para cumplir con los
derechos de los niños en la escuela:
+ afianzar vínculos positivos entre docentes y alumnos generando un clima de
confianza y de escucha
+ promover igual trato entre varones y mujeres
+ rechazar a todas las formas de discriminación, burlas, insultos y toda forma de actitud
que denigre a las personas basadas en características físicas, de personalidad,
orientación sexual y, cualquier otra distinción cultural o social.
+ generar condiciones de escucha y contención ante situaciones de vulneración de
derechos o ante situaciones que implican la imposibilidad para el ejercicio de sus
derechos.
*Respetar la diversidad: está orientado al reconocimiento y valoración de las
manifestaciones de las múltiples diferencias entre las personas. Poder identificar los
prejuicios y las prácticas referidas a capacidades y aptitudes vinculadas al género y el
rechazo a todas las formas de discriminación.
Cuando hablamos de diversidad, reconocemos que el mundo humano está constituido
por personas y grupos que tienen características individuales, familiares, culturales y
sociales diferentes. Estas diferencias se manifiestan en cómo percibimos el mundo, a
nosotros mismos y a los demás en cómo nos relacionamos con los otros y en las
valoraciones que hacemos de las personas y situaciones que nos rodean.
Muchas veces las diferencias se transforman en desigualdades. Esta situación la
podemos observar en el caso de las mujeres, que pudieron votar después de muchos
reclamos, o de las personas homosexuales, que en la actualidad reclaman por el derecho
a vivir sin ser discriminadas.
Las formas en que se manifiesta la diversidad están relacionadas con modos de vida,
configuraciones familiares, prácticas de crianza, orientaciones sexuales, etc. El
reconocimiento de la diversidad implica promover el respeto por todas sus
manifestaciones y el rechazo por todas las formas de discriminación.
En la sociedad occidental en que vivimos, tradicionalmente se ha fijado un papel más
dominante para los varones y de mayor sumisión para las mujeres. Estas posiciones
siguen hoy presentes en nuestra sociedad, e implican relaciones de desigualdad que se
naturalizan y se vuelven lo que llamamos estereotipos de género.
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Como docentes revisaremos permanentemente nuestras acciones buscando la igualdad
de oportunidades para todas y todos.
*Reconocer distintos modos de vida: poder conocer plenamente distintas formas de
organización familiares, sociales y culturales en el tiempo y en el espacio más
plenamente permitirá desarrollar y enriquecer la mirada de los alumnos sobre los
valores y actitudes presentes en los vínculos humanos.
La existencia de la familia compuesta por padre, madre e hijos se considera “normal”, y
muchas veces la escuela aparece como uno de los espacios donde los niños viven
diariamente situaciones de discriminación –entre otras cuestiones por su procedencia
familiar- y esto les produce sufrimiento y marginación, generando al mismo tiempo
situaciones de violencia más o menos explícitas sobre todo en aquellos casos donde
existen hogares con padres separados en los cuales los niños no conviven junto a ellos o
bien porque existen otras razones: detención, migración, divorcio, razones de trabajo,
etc.
El docente muchas veces toma estas cuestiones como oportunidades de aprendizaje
destacando la importancia del vínculo con sus alumnos. La relación basada en el respeto
y en la valoración, es condición necesaria para que -a partir del aprendizaje vivencial de
valores- puedan vivir las diferencias en los modos de vida como algo positivo, en el
marco del respeto a los derechos humanos.
*Cuidar el cuerpo y la salud: permitirá el conocimiento sobre los cambios del cuerpo
humano y la identificación de sus partes íntimas en el marco de la promoción de hábitos
de cuidado de uno mismo, de los demás y de la salud en general. También propicia la
reflexión critica sobre los modelos y los mensajes de belleza que circulan en nuestra
sociedad y que pueden influir negativamente en la autoestima y en los vínculos
interpersonales.
El cuidado del cuerpo y de la salud colabora en el ejercicio de la sexualidad. Se trata de
que, al crecer, los chicos y chicas aprendan nuevas actividades para cuidarse evaluando
los riesgos de ciertas situaciones en las que pueden involucrarse.
Los cuidados hacia el cuerpo son variados: desde la alimentación, el abrigo, el afecto, la
recreación, el juego, el deporte y la higiene corporal, hasta el aprendizaje de las
necesidades de atención de la salud.
Se trata de reflexionar sobre la vida cotidiana. Para ello las posibilidades son múltiples:
habilitar oportunidades para conversar y pensar situaciones en las que los vínculos
promueven el cuidado de la salud, incorporar los derechos de niños y niñas que
enfatizan su protección integral, enseñar hábitos de cuidado y respeto del propio cuerpo
y del cuerpo del otro.
*Valorar la afectividad: los niños/as pueden expresar, reflexionar y valorar las
emociones y sentimientos vinculados a la sexualidad, al tiempo que se promueven
valores como el amor, la solidaridad y el respeto a la intimidad propia y ajena. La
escuela reúne a muchos docentes y a diversos grupos de niños; esta situación hace
necesaria la especial atención a las relaciones que entre todos se generan. Todo el
tiempo estamos construyendo vínculos; es algo permanente que nos atraviesa a todos,
desde el saludo inicial hasta la despedida.
Por otro lado, para dedicarse a aprender, se requiere un clima propicio: que todos
puedan expresarse y que la escucha sea atenta y respetuosa. En esta construcción de un
espacio común, no podemos pasar por alto ni ignorar las situaciones o los conflictos
interpersonales o grupales. Es necesario estar permanentemente atentos y abrir espacios
de reflexión para que estas situaciones conflictivas, o que generan malestar, se traten en
el aula; para que podamos avanzar en soluciones de construcción colectiva, por medio
del diálogo. Incluso, puede ser la ocasión para trabajar los conflictos de intereses y
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valores, agresiones físicas, rechazo y discriminación en muchos casos atravesados por
cuestiones de género y sexualidad.
Un abordaje formativo de los conflictos, permitirá fomentar mayores grados de
autonomía y desarrollar actitudes orientadas al respeto de los derechos humanos. La
escuela, puede ser un lugar de encuentro en el cual se despliegan todo tipo de vínculos e
interacciones.
CONCLUSION:
Asumir desde el Estado la responsabilidad de ofrecer contenidos curriculares vinculados
con la educación sexual forma parte de un compromiso con la ciudadanía, con la
democracia y con los derechos humanos. Implica ofrecer a niños y adolescentes más
oportunidades para vivir mejor, la posibilidad de valorar la sexualidad como un campo
de desarrollo, crecimiento y realización personal en el marco de proyectos de vida
solidarios, que les permitan disfrutar plenamente su sexualidad atendiendo al cuidado de
la salud integral propia y de los demás. Esto conlleva inevitablemente, a abrir instancias
de diálogo y ofrecer acompañamiento a las escuelas y a los docentes que deciden llevar
adelante propuestas de enseñanza sobre educación sexual. Así, los contenidos aprobados
se enmarcan en un punto de vista que articula aspectos biológicos, psicológicos,
sociales, afectivos y éticos; y considera a las personas involucradas como sujetos de
derecho.
Es necesario instalarse en la certeza de que se está en un proceso que requiere un trabajo
minucioso de recuperación de todas las dimensiones que atraviesan a la sexualidad en
general y a las personas que están involucradas en particular. Encontrar una forma
razonable de hacerlo y criteriosa de hacerlo no es tarea fácil.
Convenimos en decir entonces que la sexualidad es una vía de comunicación, de amor y
respeto y que nacemos con ella y morimos con ella.
La educación sexual es una educación “para ser” más que “para hacer”. Es un tipo de
educación que se relaciona con la vida de las personas y con su forma de estar en el
mundo y que se construye a partir del respeto hacia los estudiantes, en tanto se los
concibe como seres humanos integrales, con necesidades diversas. . La educación en
sexualidad es, en definitiva, un tipo de formación que busca transmitir herramientas de
cuidado antes que modelar comportamientos.
Es importante aportarles desde la escuela, a los padres, recursos que les posibiliten
acompañar y ayudar a sus hijos a comprender su propia sexualidad y a expresarse
sexualmente en un marco de respeto para con ellos mismos y los demás. También hay
que comenzar a pensar la sexualidad como construcción social y no como un
aprendizaje pedagógico.
Es indudable que las familias y, en especial, los padres y madres, tienen también un
papel muy relevante y una responsabilidad innegable en la formación de sus hijos,
también en aspectos relativos a su sexualidad. Suelen ser permeables cuando se las
convoca por estos temas. Explícita o implícitamente, en el marco de las familias, los
niños aprenden una serie de normas, valores, criterios y comportamientos relacionados
con su sexualidad y con su posición como varones o mujeres dentro de la sociedad.
“Eso que te inquieta, que tantas veces te preocupa; algo que te atrae, que te gusta o
que no te acaba de convencer. Se trata de algo difícil de definir. Tiene que ver con
la salud. Con tu cuerpo. Con tu estado de ánimo. Con tus ideas. Con las otras
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personas. Con el sexo. La sexualidad la sentimos, la vivimos, pero no es fácil hablar
de ella. Porque no hay normas iguales para todos/as. Porque cada uno/a la vive de
una manera”.
BIBLIOGRAFIA:
* Educación Sexual Integral para la Educación Primaria. Ministerio de Educación
*Primer Encuentro de Experiencias de Educación Sexual Integral “Yo les quiero
contar” Noviembre de 2009
* El Monitor de la educación. Fascículos Nº 11 Y 18
*Lineamientos Curriculares para la Educación Sexual Integral. Ministerio de
Educación
* La sexualidad: ¿Aprendizaje pedagógico o construcción social? Fernando Osorio
(psicoanalista UBA y escritor)
SILVIA CRISTINA KREUTZER
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