El conocimiento del derecho a fines del siglo XVIII y principios del XIX

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EL CONOCIMIENTO
DEL DERECHO
A FINES
Y PRINCIPIOS DEL XIX
DEL
SIGLO
XVIII
A medida que avanza el siglo XVIII
se multiplican
las dificultades
derivadas del envejecimiento
de la Recopilación
de 1680 y esto no
sólo porque con el mero transcurso del tiempo resulta, obviamente,
cada vez mayor
el número
de disposiciones
sueltas que se van
sumando a dicho cuerpo de leyes. La variación que experimentan
en
el siglo XVIII
la escala de valores generalmente
aceptados
y los
ideales que han presidido
la colonización
apresuran la caducidad del
ordenamiento
delatando
clamorosamente
la necesidad de un cambio
legislativo.
Al acortarse de golpe la vida limitada
que suelen tener las
leyes bajo la acción demoledora
de las nuevas ideas se estimula
el
dictado
de disposiciones
que modifican,
derogan o completan
las
leyes recopiladas.
Ademas, como el despotismo
ilustrado
imperante
en la segunda mitad de la centuria exalta con énfasis al poder regio,
la ley, como encarnación
de la voluntad
de Príncipe,
cobra su
máximo
prestigio
obscureciendo
a otras tradicionales
fuentes del
derecho o sea que se reduce la función de la costumbre
y de la
doctrina y se requiere que las anheladas reformas se realicen a través
de la clara decisión regia expresada en leyes y que éstas se multipliquen para atender a los muchos aspectos necesitados de mejora.
El derecho romano,
que en otros tiempos
usurpaba un lugar en
los tribunales,
va siendo desplazado
por la fuerza ascendente del
derecho regio y aunque no desaparece totalmente
es cada vez más
cuestionado
por autores que censuran su aplicación
por ser un
derecho
extranjero
y ajeno a la voluntad
de la Corona o por
autoridades
que procuran
limitarlo
a su papel de “sentencias
de
sabios” sin otra misión que la de confirmar
el derecho real.
En algunas áreas especialmente
dinámicas
-gr.
economía?
finanzas, relación
entre Iglesia y Estadolas disposiciones
más significativas, las que dan el tono de lo que realmente
importa
a fines del
siglo XVIII,
no deben buscarse en la Recopilación
sino en la miriada
de provisiones,
cédulas, órdenes, expedidas con posterioridad
a 1680
pero su gran profusión
toman
la búsqueda fatigosa y por demás
falible.
10
En el ámbito del derecho castellano
ocurre otro tanto y si bien la
actualización
de que es objeto la Nueva Recopilación
en SUS sucesivas
ediciones facilita el conocimiento
parcial de la legislación
posterior a
1667 está lejos de solucionar
la dificultad
de hallar la disposición
pertinente.
Un intento
de dictar un Nuevo Código para las Indias fracasa a
pesar de los serios trabajos realizados y el proyecto de reemplazar la
Nueva Recopilación
de CastilIa no- se logra hasta 1805 en que se
promulga
la Novísima Recopilación 1. Esto explica que durante el siglo
XVIII
sean frecuentes las lamentaciones
sobre el fárrago legislativo,
que menudeen los intentos de distinta amplitud
tendientes a paliar la
dificultad
de conocer el derecho y que alcancen éxito editorial
quienes consiguen reunir y publicar un buen golpe de disposiciones
no recopiladas.
Haciendo
un elocuente resumen de la situación el abogado sevillano Antonio
Xavier Pérez y López explica en 1791 las dificultades
que se registran para localizar las decisiones existentes fuera de los
cuerpos legales o dispersas en varios títulos o libros; de aquí agrega- “la duda y confusión en que a cada paso se hallan los profesores, sobre si el título o ley que tienen a la vista está derogada por
otra posterior
o necesita de las luces que ofrecen las anteriores, de
aquí que por lo regular se encuentran
los profesores como aislados,
unos en el derecho civil, otros en el canónico y algunos en el Real y
práctico y de aquí finalmente
nace que las personas ilustradas deseen
con anhelo un hilo que conduzca con seguridad de un extremo
a
otro de esta especie de laberinto”2.
A la vera de ese enfoque general del problema
que no hace
distinción
entre lo castellano
y lo indiano
podrían
ubicarse las
referencias de quienes se preocupan por los aspectos particulares
que
presenta el conocimiento
del derecho en la Península o en las Indias.
Así, el catedrático
de Prima de Leyes de la Real Universidad
de
Huesca Joaquín
María de Palacios y Hurtado
observa en 1803 que
habiendo
sido muy pocas las disposiciones
añadidas a las ediciones
modernas de la Nueva Recopilación
de Castilla podrían calcularse en
más de dos mil las no recopiladas de manera que ellas solas compondrían un volumen mayor que la misma compilación
castellana3.
Desde una perspectiva americana el oidor de la Real Audiencia
de
México Eusebio Beleña apunta que las disposiciones
posteriores a la
Recopilación
de Indias son tantas y tan importantes
que podría
’ En he po-eríes
oficia&
de recopilar
de
parcíahente
eSCU&a
mención
métitos
red~fción
y servicios
fechada
en
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el derecho
indiano
del que no s&emos
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Jos6
Baquíjano
y Carrillo
en r&&n
de m
1814:
“En
principios
del año de 812 se le comisionó
ppra &
expedidas
para
Amkrica
desde
1790
hasta
808”
(Celec&n
Por
del
Perú.
Mipuol
Y Lbpez,
Discurso
t. 1, ~01.
Matlcomna
preliminar
m.
308é
estrada.
al
~~~~~~~~
y corrsb,
Lima.
1975,
p. 511).
~e&o
de
h
&gishción
hvd-
unrversai
de &epoño e In¿iios por orden
cronológico
de SUI cuerpos
y decisiones
no ~~p&d~
y
alfab4tico
de sus títulos
Y principales
materias.
t. 1. Madrid.
1791.
p. XLIV.
’ hQuín
Maria
de Palacios
Y Hurtado,
Instroducción
al estudio
del derecho
patrio;
Madrid,
1803.
p. 80.
ll
decirse que forman
otro cuerpo legislativo
indiano.
Esas novedades
son muchas veces desconocidas hasta por los mismos abogados “pues
como bastantes resoluciones
de la Corte y de aquí no se publican
por bando, regularmente
no llegan a su noticia
hasta el fin del
negocio
cuya defensa no hubieran
emprendido
sabiéndolas
antes,
originándose
consiguientemente
gastos inútiles
a los litigantes
resultando también
de esta confusión
otras muy notables a los jueces
inferiores
a quienes por la misma razón se ocultan muchas órdenes . . .“4 Por su parte el fiscal de la misma Audiencia
Baltazar
Ladrón de Guevara se refiere al problema
planteado
por el “increible
numero”
de Cédulas y Ordenes que, habiendo
contribuido
a desactualizar la Recopilación,
permanecían
ignoradas por la mayorías.
Y,
lo que es más interesante,
hasta la misma Corona reconoce la dificultad
de conocer
el derecho. En una R.C. de 1789 se admite
llanamente
que no es fácil a los vasallos americanos
“instruirse
suficientemente
en todas las disposiciones
de las leyes insertas” en
los cuerpos legales vigentes y “mucho menos en las Cédulas generales
y particulares y Ordenanzas municipales
aprobadas por diversas provincia+ . iExageración?
Puede ser, pero en todo caso la sugestiva
coincidencia
de los pareceres revela lo generalizada
que estaba la
creencia en la dificultad
de conocer el derecho vigente.
El gran número de leyes “extravagantes”,
combinado
a veces con
la idea de la superposición
de cuerpos legales de diferentes
épocas,
evoca a muchos autores del siglo XVIII
imágenes de caos, laberinto,
enredada confusión,
que constituyen
un estímulo
para que se procuren encontrar
las vías que permitan
superar el problema.
Quienes
desarrollan
algún tema en especial suelen ofrecer como complemento
que valoriza su trabajo las Cédulas y Ordenes que han podido reunir,
transcriptas
in extenso o extractadas.
Por ejemplo,
cuando el oidor
de la Real Audiencia
del Cuzco José de Rezábal y Ugarte escribe su
conocido
estudio sobre las medias anatas pondera la conveniencia
de
no limitarse
a la Recopilación,
lamenta
que no se haya llegado a
expedir
la Instrucción
para el Juzgado de lanzas y medias anatas
anunciado
en el cap. 144 de la Real Ordenanza
de Intendentes
para
la que hubiera sido preciso tener presentes las resoluciones
expedidas
“desde
la publicación
del antiguo
reglamento
(extractado
en la
R.I. VIII,
19) hasta estos últimos tiempos”
y termina publicando
una
colección
de Reales Cédulas y Ordenes sobre el tema’ . No sería.
4 Eusebio
BentUn
Belefil,
Recopilación
sumaria
de todos
los autos
~acomlados
de lo
Real
Audiencia
y Solo
del
Crimen
de esta
Nueua
España
y proutdenciw
de 8~ Superkw
Gobierno;
de varias
Reales
Cédulas
y Ordenes
que después
de publicada
& Recopihc&n
de
Indios
han podido
recogerse
así de las dirigidas
o la mismo
Audiehcio
o Gobierno,
como
de
a&Unas
otras
que
por
sus notables
decisiones
conuendrd
no ignomr,
t. 1, México,
1737,
p. XIII.
’ Representación
no Manzano.
Las
p. 145.
6 Real
Richard
de Raltaxu
“Notas”
*
Instrucción
Konctzke,
Hispanoamérica
’ JoSC
del servicio
iwWd0
en
sobre
Colección
1493.1810.
de
RezAbaI
de hnzas
el Reino
Y
Ladrón
Leyes
de Guevara
(1778).
de Indios
de Manuel
educación.
trato
de documentos
val.
III, 2O tomo
Ugarte.
a que
del Perú.
las
Tratado
del
están
obligados
Madrid.
1792.
y ocupación
pora
la
(I730-1307).
en el apéndice
JosO de Ayala,
de los esclavos
historia
de la
Ma&d,
1962,
de
del
Juan
Madrid.
Manre-
1935,
31-V-1739,
f~rfna&bt
&~~l
ea
de
p. 643.
Real
Derecho
de las medios
anatas
seculares
los títulos
de Castilla
Origen
histó&o
de
prólogo
y D. 30, 40 y 207.
Cpsi dixuIp&do~,
y
este
12
difícil aducir otros ejemplos análogos, inspirados en la misma idea de
que al estudiar determinada
institución
debe facilitarse
al lector la
dispersa legislación
existente
sobre ella y de que el haberla hallado
no es el menor mérito que puede ostentar un autor. A veces son las
mismas autoridades
las que remiten
a disposiciones
publicadas
por
particulares
pensando, con razón, que ese es el mejor modo de que
todos conozcan su contenido;
por ejemplo,
en una consulta del 27
de enero de 1765 el Consejo de Indias es de parecer que se prevenga
a los alcaldes de Caracas que se arreglen a dos RR.CC. “que traslada
a la letra el licenciado
D. Pedro González de Salcedo en el cap. 3 y
32 de su Tratado de Contrabando”*.
Los prácticos
que abordan panoramas
más amplios
no pueden,
naturalmente,
ofrecer colecciones exhaustivas de normas no recopiladas pero no dejan de publicar una selección de las más importantes
o usuales. Así, el abogado Manuel Silvestre Martínez,
autor de una
muy difundida
obra, encarece su utilidad
consignando
en la portada
que inserta “muchos
Reales Decretos, Cédulas, Instrucciones
y Pragmáticas de policía,
gobierno
y justicia”
y reitera en el capítulo
primero
su propósito
de reunir aquellas disposiciones
dispersas que,
la necesidad las pide”, son difíciles de localizar.
por salir “cuando
Subrayando
la importancia
que asigna a ese aspecto de su obra, en
el tomo III advierte al lector que podría errar sin la noticia que le da
disposiciones
aun no colocadas en el cuerpo del
de las “Reales
derecho”
y destina más de cuatrocientas
páginas del tomo IV a
publicar
un repertorio
alfabético
de la “moderna
y más floreciente
Real Jurisprudencia
en que se hace exposición
de más de dos mil
Reales Resoluciones,
Autos Acordados,
Cédulas, Decretos, Concordatos, Pragmáticas
e Instrucciones
expedidos
y publicados
en este
siglo desde el año de 1700 hasta el de 1768”9.
A pesar de la
satisfacción
con que se jacta de su trabajo,
Martínez
incurrió
en
involuntarias
omisiones que procuró subsanar en su edición de 1774
y aun así -observa
su adicionador
Ramón Antonio
de Higueraes
posible que se sigan echando de menos algunas disposiciones
ya “que
no es tan fácil (a no tener auxilios de la Superioridad)
hacer una
colección completa”l
O.
A su vez, el abogado Francisco Antonio
de Elizondo,
autor de
otra obra semejante,
se precia también
en el prólogo
de haber
realizado la laboriosa empresa de compendiar
muchas modernas Reales disposiciones
a pesar de correr “como corren tan dispersas”1 1.
Antonio
Linchar
S8ntiago
inicia
su Idea elemental
de los tribunares
de h ~,orre
en su actual
estado
y último
phnta,
t. 1. Madrid.
1781.
explicando
que “he procurado
Ia brevedad
y por
este motivo
no formo
apéndices
de las Instrucciones,
Cedulas.
Decretos
y demis
documentos que
se citan
Y suelen
ocupar
la mayor
parte
de las obras”.
o Consulta
del
Consejo
‘de
Indias
sobre
el fuero
militar
concedido
a las mili&s
de
mulatos
transcripta
por
Elsazar
C6rdova
Bello,
Los reforma.s
del Despotismo
Ilustrado
en
Amdrico
(siglo
XVIII
hispano-americano),
Caracas.
1975.
p. 189.
e Manuel
Silvestre
Martlnez,
Librería
de jueces
utilísima
y universal.
.
añadido
e
ilustrada
con más de dor mil leyes Reales
que autorzzan
bu 6octnru.x.
hadn’d,
t. I, p. 3; t. III,
~~rólogo;
t. IV, possim.
UtiJiromos
Ja sexto
edicidn
Il 784).
Io Ramón
Antonio
da Higuera,
Adición
d Jo Libreria
de Jueces,
t. 1. segunda
edición,
Madrid.
1199.
Advertencia.
”
de
Erptio
FfCnCtíco
Y de
Antonio
Jas Indias.
d9
EllZOndo.
t. 1, 40.
ed..
Fróctica
Madrid,
universal
forense
1779,
prólogo.
de
Jos tribunales
superiorea
13
Sin duda el éxito que alcanzaron
Martínez,
Elizondo
o Febrero,
comprobable
a través de sus numerosas ediciones, se debió en buena
parte a esas disposiciones
no recopiladas
de que daban noticia. En
un documento
excepcional
-por dejar huellas de un proceso intelectual del que normalmente
no quedan rastros- en el que el Regente
de la Real Audiencia
de Buenos Aires Benito de la Mata Linares
anotaba las vías de acceso que utilizaba
para informarse
sobre la
legislación
aplicable a los casos tramitados
ante el tribunal,
es dable
verificar que son muchas las veces en que conoce disposiciones
no
recopiladas merced al Elizondo o al Febrero1 2.
Ademas de los tratadistas
y prácticos
son también
varios los
autores que en la segunda mitad del siglo XVIII
emprenden
la tarea
de formar colecciones
legislativas
que procuran
colmar el vacío y
que, de paso, confirman
la generalizada concepción sobre el caos del
derecho vigente.
Antonio Xavier Pérez y López, continuado
por su yerno Juan José
Tamariz y Aguayo, publica entre 1791 y 1798 los 28 volúmenes de
su Teatro de la Legislación
Universal de España e IndMs que comprende tanto la legislación
recopilada
como la dispersa; en su discurso preliminar
incluye la alusión al laberinto
legal que hemos transcripto más arriba1 2.
Santos Sánchez edita a partir de 1792 dos volúmenes destinados a
extractar las providencias
de Carlos III y luego otros dos de las de
Carlos IV pero omite las referentes P “Real Hacienda, aduana, fábricas y otros asuntos de esta clase que no pertenecen
al cuerpo civil,
político
ni gubernativo
por considerar que nadie sin la autoridad del
Soberano puede formar una colección
completa
de tales providencias a pesar de la mayor vigilancia y actividad en recogerlas”.
Y para
justificar
su obra explica que al no estar reunidas en ningún otro
volumen
las providencias
que publica
son ignoradas
por muchos
jueces y abogados con notable perjuicio de la causa públical4.
También
en 1792 Severo Aguirre publica un nuevo repertorio
de
disposiciones
no recopiladas pero en vez de organizarlas cronológicamente como Santos Sánchez sigue un orden alfabético de materias al
estilo del Teatro de Pérez y López y lo completa
con un índice
cronológico
final. En el prólogo
aclara que ha omitido
algunos
motivos de las leyes y que no ha incluido las derogadas, repetidas y
expedidas por un tiempo ya cumplido1 5.
Para 1799 Joseph Garriga sostiene con harto fundamento
que el
Gobierno
debiera promover
al fin de cada año la edición regular de
1’
Jod
de la Yoto
l3
Nos
M.
Mariluz
Linares.
hemos
Lo accibn
de Historia
UrquUo.
en Revisto
ocupado
de
esta
obra
de sentenciar
del Derecho,
o tmu& de los apuntes
de Benito
Na 4. Buenos
Aires.
1976.
p. 152.
en
nuestro
artículo
sobre
El “Teatro
de, la
otras recopilaciones
indianas
de carkter
priuodo.
legidacidn
universal
de España e Indias”
Y
en Revista del Instituto
de Historia
del Derecho.
Na 6. 1957,
p. 267 y SS.
‘4 LwItos
Slnchsr,
Extracto
puntual
de todas las Pragmáticas,
Cédulas,
Provisiones.
Circuhres.
Autos
Acordados
y otras providencias
publicadw
en el Reimdo
del Señor Don
Carlos
III,
t. 1. Madrid,
1794.
p8ginas
preliminares.
IS Severo
Aguirm.
Prontuario
alfabético
y cronológico
por orden
de materias
de ias
Inrtrucciones.
Ordenanzas.
Reglamentos.
Pragmáticos
Y demds Reales resoluciones
no rgcopiUas que han de observarse
poro b administraci6n
de justicia
y gobierno
de los pueblos del
Reino, t. 1, 2a. ed., Madrid.
1794,
prólogo.
14
toda la legislación
dictada durante el curso de los meses anteriores
pasando a manos de una persona determinada
la totalidad
de las
providencias
expedidas en el período. Pero como eso no pasa de ser
una expresión
de deseos el mismo
Garriga acomete
la tarea de
continuar
en el tiempo el prontuario
de Severo Aguirre y de completarlo con las disposiciones
que éste omitió1 6.
Hacia fines de la centuria, la imagen que tienen los contemporáneos sobre la confusión
reinante
en las leyes hispanas, lejos de
mejorar se va ensombreciendo
con los nuevos elementos proporcionados por el aguzado criticismo
propio del clima racionalista
que se
vive y por el aumento
de la legislación
dispersa. Y como para
obscurecer aún más el cuadro, a la idea de que las leyes constituyen
un intrincado
dédalo, se une la creencia de que no existe un hilo de
Ariadna
seguro que permita
resolver la falta de información
que
aqueja a los letrados. El reconocimiento
de las dificultades
de recopilar todas las leyes que suelen hacer los autores para disculpar sus
yerros y lagunas, la confesión de haber omitido
tal o cual filón, las
mutuas acusaciones que se cruzan entre editores que compiten
por el
favor del público dejan en éste la impresión
de inseguridad,
de que
no puede fiarse enteramente
de ninguna
de las obras que se le
ofrecen para conocer el derecho. El adicionador
de la Librería
de
jueces se complace
en puntualizar
algunos errores en que habría
incurrido
Severo Aguirre y, a su vez, Aguirre acusa a Manuel Silvestre Martínez y a Ramón de Yiguera de haber reducido arbitrariatnen“cambiando
en unas leyes sus palabras, añadiendo
te la legislación
extrañas en otras y en alguna equivocando
su sentido”.
Todas las
colecciones
son más o menos incompletas
exclama José Garriga al
finalizar el siglo.
Para esta misma época se ha reflexionado
bastante sobre el modo
de publicar el derecho no recopilado
pesándose el pro y el contra de
las distintas
soluciones
posibles. Oficialmente
suelen imprimirse
las
principales
disposiciones
pero, como observa un testigo, en tan corto
número
de ejemplares
“que después de entregar a los sujetos a
quienes les corresponde de oficio apenas quedan para ningún particular “1 * . Los editores de colecciones legislativas, preocupados por reducir los costos y no multiplicar
excesivamente
el número de volúmenes, se muestran
reacios a transcribir
totalmente
las leyes pero
tampoco
aceptan llanamente
la formación
de sumarios al estilo de
los que había publicado
Aguiar y Acuña un siglo antes. Eusebio
Bentura
Beleña piensa que en muchos casos es necesario recorrer
todo
el texto de la ley para comprenderla
cabalmente,
cosa imposible si se utilizase un mero extracto’ 8 y José Garriga se extiende
sobre la inconveniencia
inherente
a los extractos que siempre dejan
l6 Joseph
Garrigr.
Continuación
y suplemento
del Prontuario
de Don
Seuero
Aguirre
<IUP
comprende
hs Cédulas.
Resoluciones
expedidas
el año de 1798
y alguno
de las anteriores.
Madrid,
1799,
prólogo.
Ya unos
años
antes
Lucas
Sirlo
Maei
había
expresado
su esperanra
de pue
algún
día
existiese
una
oficina
encargada
de publicar
recopilaciones
anuales
de
disposiciones
con lo que podría
formarse
el cuerpo
del Derecho
Universal
de Esparia
y SC
evitaría
el “andar
a caza
de las modernas
Ordenes
Reales
como
se anda
a caza
dt,l
verdadero
paradero
de los cometas”
(Mrmorial
Liteiario,
Madrid.
agosto,
1766.
parte
2a..
No 66, p. 625 a 630).
l7
Garriga,
Continuación
cit.
15
el interrogante
sobre una posible mutilación
de partes substanciales.
¿Cómo conciliar
esas dos aspiraciones
de reproducir
fielmente
la
ley y de no recargar los gastos de edición?
La mayoría
de los
editores respeta la parte dispositiva
pero recorta las exposiciones
de
motivos u otras cláusulas que estima superfluas; uno de ellos, Eusebio Bentura Beleña, recurre a un método mixto: extracta las disposiciones que considera que son susceptibles
de ser sintetizadas
sin
riesgo de deformación
y transcribe totalmente
otras.
Una nueva forma de presentar el derecho no recopilado
es la glosa
de la Recopilación
que, siguiendo modelos tradicionales,
suele abarcar
simultáneamente
interpretación,
comentario
y mención
de disposiciones complementarias,
es decir que por la vía de la glosa se consignan
las normas expedidas con posterioridad
al cuerpo legal. En el siglo
XVIII
fueron varios
los -tares
que procuraron
ilustrar de ese modo
la Recopilación
de Indias1 9.
Uno de ellos, el catedrático
de Vísperas de Cánones y de Prima
de Leyes de la Universidad
de San Marcos y oidor de la Seal
Audiencia
de Lima doctor Tomás de Salazar, alcanzó a redactar una
exposición
de las leyes de Indias pero su fallecimiento
le impidió
darla a las prensas. En su tierra se la consideraba perdida a raíz del
terremoto
limeño
de 1746 pero hoy sabemos que el jurista Pedro
Vicente Cañete tenía un ejemplar del manuscrito
a su disposición
en
la Asunción
de mil ochocientos
ochenta y tantos2 0. Se ignora su
paradero actual.
El jesuita Eugenio López, egresado de la Universidad
de Córdoba,
redactó otra glosa, inédita, conservada hasta no hace muchos años en
la Biblioteca
Nacional
de Lima2 1 ; utilizada por algunos historiadores
modernos
parece haber desaparecido
en el incendio que devastó ese
repositorio.
El oidor de la Real Audiencia de Santiago de Chile Juan de Corral
Calvo de la Torre se propuso también
escribir unos comentarios
a la
Recopilación
de Indias que comprenderían
entre otras cosas las
“Reales Cédulas nuevamente
expedidas y despachadas . . . puestas a la
letra o bien confirmatorias
o revocatorias
de la ley”. Alentado
oficialmente
llegó a escribir un denso comentario
al libro primero de
la Recopilación
pero luego decayó su entusiasmo y si bien prosiguió
la tarea hasta llegar trabajosamente
al título 12 del libro 5 desmayó
notablemente
su cuidado y omitió
anotar muchos títulos merecedores de mayor atención.
En 1756 fue impresa póstumamente
pero los
pliegos quedaron
depositados
en el Consejo de Indias y su difusión
1 s Eusebio
Bentura
BelOila.
Recopibcidn
cit., t. 1. p. XII.
I 9 Véase
UTI penoreme
general
de esos
comenhrios
en
Iwnrel
Sinchoz
Bella.
Los
comentarios
LI las leyes de Indias, en Anuario
de Historio del Derecho Español, t. XXIV. Madrid.
1954.
2o RubCn
extmraiero,
Iógico
p. 403
Derecho
Vergas
t. 1, Lima.
de la Real
y
842;
y Pontificia
Pedro
de Real
Vicente
Patronazgo
UrquUo.
Buenos
Aires.
I’ Rubán
Vergas
Nacional
de Lima.
Ugarte,
1936,
t.
1973.
Ugrrte,
III. Lime,
Biblioteca
p. 167;
Peruana.
Luis
Antonio
Universidad
de
Manuscritos
Cañete,
Syntagma
de las Indias, Edición
p. 102 y 163.
Biblioteca
1940.
Peruana.
p. 131.
peruanos
en las bibliotecas
del
Diccionario
histórico
y C~DMy sus Colegios,
t. 1, Lia.
1940,
de fas resoluciones
pìácticas
cotidianas
del
y edudio
prelhiner
por Jo&
M. Mariluz
Egulgumn.
San Marcos
Manuscritos
peruanos
en
la Biblioteca
16
i
fue casi nula. Aunque puede documentarse
su utilización
por el fiscal
de la Real Audiencia
de Santiago Joaquín
Pérez de Uriondo
y su
manejo por Prudencio
Antonio
de Palacios y Manuel José de Ayala,
su existencia fue ignorada por casi todos los letrados de la época y
aún hoy es una de las más raras piezas de la bibliografía
americanista al punto de que solo se conocen tres ejemplares2 2.
Al quedar trunca la glosa de Corral Calvo, el Virrey del Perú, por
orden de la Corona, designó para continuarla
a Tomás de Azúa y
por fallecimiento
de éste al fiscal de la Audiencia
de Chile José
Perfecto
de Salas. Aniceto
Almeyda
ha probado
que la glosa de
Salas, continuada
después de su muerte (1778) por su yerno Ramón
Martínez
de Rozas constituye
la base de las anotaciones
anónimas
que exornan la edición de las Leyes de Indias impresa en Madrid por
Ignacio Boixz 3. En un estudio posterior
Ricardo Donoso ha demostrado que, aunque iniciada por Salas, esa glosa se debe principalmente
a Martínei
de Rozas que la comenzó en Santiago y la prosiguió en
Lima en los archivos de la Secretaría del Virreinato
y de las Reales
Cajas2 4 . Las referencias a leyes posteriores a la Recopilación
aportadas por Salas-Martínez
de Rozas son breves resúmenes, generalmente
insuficientes
para quien desea conocer cabalmente
las leyes no recopiladas pero muy útiles como pistas ya que al proporcionar
fecha
exacta y tema facilitan Ia búsqueda de los respectivos originales.
Por lo menos tres autores de Nueva España redactaron, asimismo,
sendos comentarios
a la Recopilación
de Indias. Prudencio
Antonio
de Palacios, fiscal de la Real Audiencia
de México
y más tarde
miembro
del Consejo de Indias, escribe unas Notas a los títulos y
leyes
de la Recopilación,
comprensiva
de disposiciones
complementarias hasta 1735, que circuló manuscrita
entre varios juristas del siglo
XVIII25.
Luis de Mendoza redacta otras notas hacia 1770 que sólo
se conocen a través de la mención que hace de ellas José de Lebrón
y Cuervo26.
Este último,
a su vez, escribe Varias anotaciones
a
muchas leyes de Indias en las que va consignando
la legislación
dictada entre 1680 y 1775; han sido publicadas por primera vez en
19702 ’ 11 Jos¿
Torra
Ravello.
Los “Comentarios
o las Leyes de Indias”
de Juan del COrd
Cobo
de lo Torre,
en Universidad
Nacional
de La Plata,
XXV Congreso
Internocionol
de
“Comenbios
de la Recopikcidn
de
Americonistos.
t. II,
1932;
Carlos
de Alurnlde,
Los
Indias”
del ücenckdo
Juan del Corral
Calvo
de la Torre,
Buenos
Aires,
1951; Juan
del
Corral
Calvo de la forro,
Commentoria
in libros
Recopihtionis
Indiamm,
Madrid.
1756. 4
vob.
13 Aniceto
Almayda,
Lo glosa de Soks,
separata
del No 96 de la Revisto
Chilena
de
Hiskwio
y Geogmfio.
Santiago
de Chile, 1940. En la edición
de Boix la glosa de Sala*Mar
tínea de Rozas fue continuada
basta 1819 por un jurista guatemalteco
Que según sostiene
el
mismo
Aniceto
Almeyde
en un trabajo
posterior
sería Miguel
Juan Moreno
y Morán
(Reuisto Chilena de Historio
y Ceogmfío,
Na 123.)
14 Ricardo
Donoso,
Un ktmdo
del siglo XVIII,
el doctor
José Perfecto
de Solas, Con
Advertencia
de Rkrrdo
Caillet-Bols,
t. 1. Buenos Aires, 1963. p. 310 Y ss.
*) Jetir
Domfnguer
Bordona.
Manuscritos
de Américo,
Madrid,
1935,
p. 13; Ismael
Slnchez
Bella,
Los comentarios
cit. Las notas de Palacios ban sido modernamente
utilizadas
por varios
a~ericanistaa
y acaban
de ser editadas
con un estudio
previo
y los índices
corrcapondicntes
por Beatriz
Bemel de Bugeda. México,
1978.
16 JoJ
Lebr6n
y Cuervo,
Notas a h Recopilación
de Leyes de Indias, Estudio.
edición
e
indices
por Concepclbn
Garda
GaBo. en Anuario
de Historia
del Derecho
Español.
t. 40,
Medrid.
1970, p. 366.
’
1 T Idem.
17
De todas las notas a la Recopilación
de Indias son, seguramente,
las mas conocidas las del panameño
Manuel José de Ayala que han
motivado
la atención de todos los americanistas.
Elaboradas
en Madrid con vistas a facilitar una reforma legislativa indiana y habiendo
contado su autor con la posibilidad
de acceder a los libros donde
quedaban
registradas
las disposiciones
metropolitanas,
señalan con
especial cuidado las modificaciones
producidas
por la legislación dieciochesca. Su edición fue iniciada en 1945 pero quedó interrumpida
con las notas correspondientes
al título 34 del libro 1128.
A semejanza de la Recopilación,
algunas disposiciones
fundamentales del siglo XVIII
fueron también
anotadas por letrados empeñados
en mantener
actualizado
su texto. Así, el mismo Lebrón y Cuervo
que hemos visto volcado sobre la Recopilación,
intentó publicar una
Segunda parte tocante a Indias de las Anotaciones
a la Real Pragmática Sanción
sobre los matrimonios
mandada
formar,
publicar
y
guardar por la Majestad del Sr. Dn. Carlos III en la que ilustraba la
Pragmática
de 1776 a la luz de RR.CC. y RR.00.
posteriores,
así
como de reglas para su aplicación
dictadas por la Real Audiencia
de
México.
Al oponerse a la edición, Vicente de qerrera y Rivero, ex
Regente
de la Real Audiencia
mexicana,
puntualiza,
entre otras
cosas, que Lebrón no había recogido todas las disposiciones
modificatorias expedidas después de la Pragmática2 9.
La Real Ordenanza
de Intendentes
para el Virreinato
de Buenos
Aires, modificada
a fines del siglo XVIII
y principios
del XIX por
un aluvión
legislativo
difícilmente
cognoscible,
motiva
los afanes
adicionistas
de varios letrados.
Así, Ramón
Martínez
de Rozas es
autor de unas notas a la Ordenanza Intendencial
que no han llegado
hasta nosotros y tanto en el Perú como en Chile se redactan notas
anónimas
que pasando de ejemplar
en ejemplar se difunden
-aspecialmente
las chilenashasta el Río de la Plata3 0.
Como
se habrá advertido
casi todos los comentarios
y notas
citados permanecieron
inéditos en su tiempo
y los único impresos
-los de Corral Calvo de la Torreno alcanzaron a distribuirse
es
decir que su utilidad
para un mejor conocimiento
del derecho estuvo
restringida a un círculo asaz limitado.
A falta de otros auxiliares,
el letrado indiano deseoso de mantenerse al tanto de la legislación
vigente, debe acudir a los cedularios
de las oficinas públicas locales en la inteligencia
de que no hallará
lugar alguno que concentre todas las cédulas enviadas a un distrito,
sino que para reunir una buena información
deberá peregrinar por
los archivos de Real FIacienda, de la Secretaría del Virreinato
o de la
Gobernación,
de los tribunales
de justicia,
del Arzobispado
u ObisIs
Manzano.
a9
Vilkwa
Instituto
30
Virreinato
Aires.
Manuel
Josef
de Ayala,
Notos
o lo Recopilación
de Indios,
Transcripción
de Juan
Madrid.
1945-1946,
2 vals.
Localizpn?os
y comentamos
el texto
de Lebrón
en nuestro
trabajo
sobre
Victorián
de
y lo Pmpmótica
de 1776
sobre
matrimonio
de hUos
de familia.
en Revista
del
de Historio
del Derecho,
No ll,
Buenos
Aires,
1960.
JoS
M. Mariluz
UWuijO,
Notas
onbnimas
o lo Real
Ordenanza
de Intendentes
del
de Buenos
Aires.
en Revista
del Instituto
de Historia
del Derecho.
No 20, Buenos
1969.
18
pado donde actúa. Y eso presenta sus dificultades,
pues el acceso
para algunos de esos repositorios
no siempre es libre. El capitán
Francisco Antonio
de Fuentes y Guzmán que en la Guatemala
de
fines del siglo XVII
procuraba
reunir materiales
para elaborar su
Recordación
Florida,
relata pesaroso que “si bien de los libros
cedularios
de la Secretaría de Cámara y Gobierno
hemos procurado
tomar algunas especies, sólo del primero y segundo libro que vino a
nuestras manos por las del licenciado
don Lorenzo
de la Madriz
Paniagua,
que como asesor general nos los comunicó
por breve y
limitado
tiempo,
hemos tomado
razón; porque aunque para ello
hemos pedido el recurso del Real y Supremo Consejo de las Indias o
mi desgracia o les distancias han retardado
su remedio
y nuestro
algo”3
1 .
A fines del siglo XVIII
todas las ciudades que tuvieran la condición de cabeceras políticas
contaban con nutridos cedularios generalmente bien custodiados y ordenados. La preocupación
por la racionalización administrativa,
los esfuerzos por imponer un tramite ajustado
a pautas regulares y la aspiración a lograr la efectiva ejecución de la
voluntad
Real hacen que se conceda importancia
a la guarda de
papeles y muy especialmente
a la conservación
e indización
de los
cedularios,
orientadores
insustituibles
de la función de gobierno. Suele ponerse el archivo a cargo de algún oficial ud hoc, se procura
rescatar las cédulas extraviadas
y encuadernar
las colecciones, hacer
índices cronológicos
y temáticos,
por orden alfabético
de modo de
facilitar
su consulta
y por separado, índices de las disposiciones
reservadas que requieren secreto.
De esos cedularios
eran particularmente
ricos los de Lima no
obstante las pérdidas ocasionadas por incendios y temblores.
El oidor
de la Real Audiencia
de Lima
y Presidente
de la Sociedad de
Amantes del País Ambrosio
Cerdán de Landa Simón Pontero, puesto
a rastrear la documentación
utilizable
para una historia del Perú,
escribe en 1794 que si bien se han perdido
los cedularios
de la
Secretaría de Gobierno
del Virreinato
anteriores a 1620 “desde ese
año hasta el presente hay en su archivo un muy abultado numero
de volúmenes
donde se ven reunidas las Reales Cédulas y Ordenes
que se han librado, en que se encuentran
decisiones muy dignas de
consultarse . . . ‘7 El archivo de la Real Audiencia
cohtaba con una
serie regular de Reales Cédulas desde mayo de 1688 y para el lapso
anterior el mismo Cerdán se había ocupado de reconstruir
un grueso
tomo integrado
por “el más provechoso
acopio de Reales Cédulas
desde el año de 1534 en adelante hasta el mencionado
de 1688”s 2.
3 1 Francisco
Antonio
de
Fuentes
y
Gurmh.
Obra
históricor,
con
Estudio
smdiminar
de Carmelo
Slonz
de Sptr
Merh.
t. III. Madrid.
1972,
p. 220. Fuentes
y
ChZm&l
u-6.
en cunbio.
el ceduhio
del Cabildo
-deI
que rc@dor
perpetuotzuYO
hdke
por abeeedarlo
bebía formado
pe?aonaImcntc.
” Antonio
Cerdhn
de Landa
Simbn
Pontrro.
Di8ertaeión
preliminar
o loa apuntamientos
hktóricoa
de Ios más principoks
hechos
y acaecimientos
de cada uno de los Señoreo
Gobetnodomr,
Presidente
y Virreyes
del Perú.
en Mercurio
Peruano,
No 231.
Lime.
IMV-1794
f. 236. Para conocer
lo que quedaba
un s¡gIo despu4.s puede kezae el pet4tko
nkto
de Alberto
Ulloa
publicado
como Introducción
el t. 1 de Ia Revista
de Archivos
Y
Bibliotecas
Nacionales.
Lima. 1899.
19
A su vez el archivo del Arzobispado
tenía otro importante
cedulario
que ha sido parcialmente
publicado
en nuestros días33.
Independientemente
de los archivos de las oficinas públicas algunos
particulares
animados
de propósitos
profesionales
o históricos34
tenían sus propios cedularios
nutridos
con copias o extractos provenientes de originales
existentes
en archivos oficiales.
A título
de
ejemplo
podríamos
citar el Compendio
alfabético
de varias Reales
Cédulas y Ordenes expedidas
para el gobierno
de América
que no se
halhn
inclusas
en la Recopilación
de Indias formado
para su uso
privado
por el Señor Don José de Rezábal y Ugarte Regente de la
Real Audiencia
de Chiles 5. Para el Perú y Río de la Plata es
especialmente
importante
el cedulario
formado por el Regente de la
Real Audiencia
de Buenos Aires Benito
de la Mata Linares, que
comprende
los volúmenes
97 al 125 de la colección conservada hoy
en la Real Academia de la !-Iistoria36.
JUAN
JOSE
MATRAYA
Y RICCI
En las postrimerías
de la época colonial un religioso franciscano
-fray
Juan José Matraya y Ricciintentaría
allanar las difíciles vías
existentes para conocer el derecho mediante
el aporte de un libro
singular.
Poco es lo que se sabe sobre el P. Matraya.
Grandes
historiadores
y bibliógrafos
del siglo XIX como Manuel de Mendiburu, José Toribio
Medina
o Gabriel
René Moreno
lo consideraron
erróneamente
español. Hoy sabemos que había nacido hacia mediados del siglo XVIII
en la hermosa y rica ciudad toscana de Lucca y
que sus padres lo indujeron
a estudiar por más de cinco años ambos
derechos aI parecer sin mucha vocación de su parte, pues en 1811
confiesa que jamás pensó dedicarse al ejercicio profesional
y que en
los titimos
veinticinco
años ha borrado
casi de la memoria
los
escasos conocimientos
jurídicos
de su juventud3 7 .
s3 Domingo
Angula,
El
Revista
del Archivo
Nacional
34 Véase
la sistematización
histórica
de la Legislación
1940.
p. 5 y ss.
ss Archivo
Nacional
Ceduhrio
del Perú,
indiana,
de
Chile.
Arzobispal
de la Arquidiócesis
de
t. III y ss... L,ima,
1925
y ss.
propuesta
por
en Revista
Archivo
de
Rafael
Altamira
de Historia
de
la
Real
Audiencia,
en Los
América,
vol.
Lima
153318W.
en
cedularios
No 10.
como
México.
fwnlc
dic. de
3209.
s6 Su manejo
ha sido
considerablemente
facilitado
por
la edición
del
Cattifogo
de h
Coleecf6n
Mata
Linares
formado
por Remedios
Contreras
y Carmen
Cortés.
4 ~01s.. Madrid.
1970-1972.
37 Biblioteca
Nacional
de Bolivia,
Colección
Ruck
N” 363,
Crítica
imparcial
al Conlrato
o Pacto
Social
de Juan
Jacobo
Rousseau
y al prólogo
que le precede,
impreso
en Buenoo
Aires
en el año de 1810.
Respuesta
a una consulta
que sobre
la materia
hizo
un cura del
Arzobispado
de Charcas
al Padre
Fray
Juan
José María
del Patrocinio
Matraya,
del orden
de
los menores
observantes
de Nuestro
Padre
San
Francisco
y Misionero
Apostólico
en el
Colegio
de Propaganda
Fide
de la Villa
de Tarija
en 24 de diciembre
de 1811.
Utilizamos
un microfilm
del texto
total
que
nos fue facilitado
por
Daisy
Rípodas
Ardanaz;
la tercera
parte
de la Crítica,
sin sus notas,
ha sido
publicada
por Gunnar
Mendoza,
precedida
por
aIgunas
referencias
a su autor,
en Uniuersidad
de Son Francisco
Xauier,
t. XIII,
No 31 y 32.
Sucre,
1945.
p. 153 a 223.
El P. RubCn
Vargas
Ugarte
da noticia
de otro
ejemplar
en sus
Manuscrit¿u
peruanos
de la Biblioteca
Nacional
de Limo,
t. III,
Lima
1940,
p. 81.
Se han
referido
-entre
otrosa la Crítica
imparcial
Guillermo
Francovich,
El pmsamicnto
uniuersitorio
de
Charcas
y otros
ensayos,
Sucre,
1948.
p. 163
a 173
y Guillermo
Furlong,
Nacimiento
y desarrollo
de lo filosofía
en el Río
de la Plata
1536-1810.
Buenos
Aires.
1952,
p. 547 a 550.
20
,
En 1786 viaja a España, abraza la carrera del comercio
y se
instala durante seis anos en Cádiz que era por ese entonces una de
las seis ciudades más populosas de la Península y la más cosmopolita. Vascos, catalanes, castellanos, alternaban con indianos recién llegados de América o próximos
a partir, con esclavos negros y con una
opulenta
burguesía extranjera
en la que los italianos eran mayoría.
En Cádiz se trabajaba duro: cada casa era un centro de actividades
mercantiles,
en la calle Nueva los viandantes contrataban
fletamentos
y seguros o concertaban
nuevas operaciones,
las naves pululaban
en
el puerto y desde las azoteas se avizoraban las velas que llegaban o
partían.
Pero después del negocio, el ocio era placentero:
se vivía
cómodamente
con un confort
europeo
ausente de otras ciudades
españolas. Varios teatros, treinta y cinco cafés, calles y paseos bien
pavimentados
e iluminados,
una edificación
regular “mezcla de geometría cartesiana y gracia andaluza”,
quintas de recreo en los alrededores, daban el tono a una ciudad en la que los extranjeros
no se
sentían tale@ 8.
El joven de Lucca comercia,
adquiere fluidez en el castellano y
observa con ojos críticos esa sociedad burguesa con aspiraciones
a
ennoblecerse.
“En el tiempo
de seis años que he vivido en Cádiz
-nos dice
he visto muchos ociosos por papeles de nobleza sin más
recaudo para ellos que un par de talegas y a vuelta de correo se los
han remitido
a medida de su deseo”39.
Al habilitar
a varios puertos espaiioles,
el reglamento
de libre
comercio
de 1778 le había arrebatado
a Cádiz la exclusividad
del
comercio con las Indias pero no había hecho peligrar su hegemonía
Cádiz seguía siendo la principal
asentada en una larga tradición.
cabeza de puente de lo indiano en Europa y el tema de América
estaba siempre presente en el pensamiento
o las conversaciones
de
quienes habían empleado
su dinero en el tráfico transoceánico
y
mantenían
una comunicación
regular y frecuente con corresponsales
indianos.
Después de haber oído hablar largamente
de ese fascinante Nuevo
Mundo, de sus riquezas, de su exotismo,
Matraya se decide a viajar a
América en 1791. No sabemos si movido por la sed de aventuras o
por el afán de lucro cruza el Atlántico,
desembarca entre las fortificaciones de Cartagena, sube hasta Santa Fe de Bogotá y desde allí
pasa a Quito,
Guayaquil,
Lima,
Huancavelica,
Huamanga,
Cuzo y
Arequipa conociendo
así dos de los tres virreinat%s meridionales
con
sus respectivas capitales.
Una curiosidad
muy despierta
lo lleva a
informarse
prolijamente
de los lugares que recorre; más tarde se
jactará de las “observaciones
prácticas” que ha hecho en su camino
y afirmará orgullosamente
que quien “haya andado y registrado por
sí mismo”
un país -como
lo había hecho él- sería más hábil para
3* Las referencias
al Cádiz
de fines
del siglo
XVIII
se basan
en las ponencias
de J. A.
Calderón
Quijano,
Antonio
Domínguez
Ortiz.
José
Luis
Comellas
García
Llera
y Ramón
Solis
Llorente
presentadas
al XXXI
Congreso
luso-expañol
para
el progreso
de las Ciencias
recogidas
en el volumen
sobre
La burguesía
mercantil
gaditana
(IôSO-1868).
Cádiz.
1967;
véase también
Antonio
Garcir-Baquero
Gonz~lcz.
Cádiz
y PI Atlántico
(1717.1778).
2 ~01s.
Sevilla.
1976.
j9
Matraya.
Crítico
imparcial
cit.
21
ofrecer una acertada decisión práctica que quien sólo supiese lo “que
aprendió en los libros muertos”.
Con la fuerza que emana del que
describe lo que vio, nos habla en 1811 de los “eminentísimos
cerros”,: de los ríos inmensos,
de los fondeaderos
existentes en las
costas desiertas donde “pueden
desembarcar
cuantos quisieren
sin
que lo sepan más que los pájaros marinos”,
de los “excesivos calores
y fríos”, de las enfermedades,
de la población,
del comercio,
de la
minería, de los aborígenes con la debida distinción
entre “indios ya
tributarios”,
“indios
bárbaros
pero mansos”
o “indios
indómitos
comedores de hombres”4 0 .
En 1798 su vida experimentó
un nuevo vuelco al vestir el sayal
franciscano
en el convento de Arequipa4 * pero si su vocación lo
impele a alejarse del comercio no le hace perder la simpatía por su
antigua profesión:
al enumerar en 1816 varias actividades humanas a
las que califica con sendos adjetivos nos habla del “inculto
campesino”, del “docto letrado” y del “industrioso
mercader”42.
En Arequipa despliega
una inesperada
labor docente
que fue debidamente
registrada por los contemporáneos;
así, en un discurso pronunciado
en 1803 por José Manuel
Salas con motivo
de unos exámenes
rendidos en el Seminario
Conciliar
de San Jerónimo
de Arequipa
leemos que al P. Matraya, conducido
a esa ciudad por la Providencia,
se debía la introducción
del estudio de las matemáticas
puras4 3.
El Colegio Seminario
de Propaganda
Fide de Nuestra Señora de
los Angeles de Tarija, que fue otro de los lugares donde residió,
irradiaba
una acción apostólica
que se extendía al sur del Perú, al
distrito de la Real Audiencia
de Charcas y llegaba hasta el Tucumán
comprendiendo
tanto la atención espiritual
de los fieles blancos, indios o mestizos como la evangelización
de chiriguanos,
chaneses,
mataguayos
y vejosesd 4 . Allí Matraya
debió aprender seis lenguas
indígenas
y enriqueció
su conocimiento
de América
con la visión
directa de las provincias norteñas del Virreinato
del Río de la Plata.
Cuando se produce la Revolución
de Mayo sigue apasionadamente
el proceso mediante
la lectura de las gacetas y papeles provenientes
de Buenos Aires y no vacila en ubicarse categóricamente
en el bando
fidelista para condenar algunos excesos antirreligiosos
cometidos
por
los oficiales del ejército porteño,
para salir al paso de los pareceres
dados por los doctores Juan Luis de Aguirre y Gregorio Funes en
torno al Real Patronato
y para refutar a El Contrato
Social de
Rousseau o más bien para censurar la edición
de ese libro que
acababa de hacer el Secretario de la Junta, doctor Mariano Moreno.
iC.tla es la bibliografía
que maneja para entonces nuestro jurista4o
Idem.
41
Idem.
*I
Juan
José
Matraya
y Ricci.
Dedicatoria
de El Legítimo
Rubriquista.
en Pedro
José
Rada
y Gamio.,
El Arzobispo
Go.vr~r~ch~
y opuntrs pom
lo historia
del Fr~ú.
Roma.
1917,
p. 166.
43. Biblioteca
Nacional
de Lima.
ms. D 5107
o LUIS
Antonio
Eguiguren,
I>i<~<íonarn,
hintórico
cronológico
de lu Rml
: Pontificia
Unilwrsidod
de Son Marcos
v sm ~~okgios.
t. 1.
Lima.
1940,
p. CXI.
El Seminario
había
sido
reorganizado
de acuerdo
con las pautas
de la
Ilustración
por el famoso
Obispo
Pedro
Jnsé
Cháves
de la Rosa.
44 Fr.
Alejandro
Corrado.
BI Cn/r%gio
Franciscano
dc 7,anrija
y sus misiones.
Quaracchi,
1884.
P. 271.
-
22
? Matraya cita a escritores latinos como
comerciante-fraile-matemático
Plauto, Séneca, Horacio,
Virgilio,
a Santos Padres, teólogos y filósofos cristianos como San Gregorio,
San Juan Crisóstomo,
San Jerónimo, San Ambrosio,
San Agustín, San Isidoro,
Santo Tomás, a juristas y pensadores indianos
como Acosta, fr. Juan Bautista,
Frasso,
Solórzano,
Avendaño,
Villarroel,
Montenegro,
Palafox,
Rivadeneyra,
Parras, Bulas, Concilios
y Reales Cédulas y además de todo este
caudal, sólo indirectamente
relacionado
con las nuevas ideas que
pretende refutar, Matraya esgrime también una más reciente literatura
de combate:
los seis macizos volúmenes de La falsa filosofía de fray
Fernando
de Zeballos
(17’75-17’76),
los dos tomos de El Deísmo
refutado
por sí mismo
de Nicolás Silvestre Bergíer, traducido
al
castellano desde 1777, y muy recientes proclamas de Abascal. Invocando expresamente
una imparcialidad
derivada de su condición
de
extranjero,
que nada debe al Rey de España pues no ha nacido su
vasallo ni ha estudiado
en sus dominios,
Matraya termina
sentenciando que los americanos no podrán adherir a las exhortaciones
de
los porteños sin incurrir en perjurio
y rebeldía a su legítimo
soberano y que si lo hiciesen se condenarían
eternamente.
De paso anota,
humorísticamente,
que por tratarse de sentencia frailesca y no jurídica no le comprende
la prohibición
de fundar los fallos dispuesta por
Carlos III mediante
su R.C. de 17684 5.
Matraya se convierte en una figura espectable en los círculos que
resisten al avance revolucionario,
Vinculado
desde su etapa arequipeña a algunos de los miembros
de la familia
Goyeneche,
dedica su
crítica del Contrato
Social al jefe del ejército realista José Manuel de
Goyeneche;
hacia agosto de 1812 pasa a ser “teólogo
de cámara” del
Arzobispo
Moxó
y éste lo consulta en arduas cuestiones como la
referente a la intervención
de los clérigos en los problemas
políticos
de la hora; por mano de fr. Miguel de Arizmendi,
procurador
del
Colegio de Tarija, escribe a Pedro Vicente Cañete para estimularlo
a
salir en defensa de la causa realista y el famoso doctor paraguayo le
dirige desde Potosí, el 16 de setiembre
de 1812, una carta sobre la
obligación
que tienen los sacerdotes de denunciar
a los patriotas y
de exhortar a los fieles para que contribuyan
a su descubrimiento
y
captura4 6 ; poco después pasa a ser uno de los asesores del Virrey
Pezuela4 7.
En 1816 escribe El legítimo
rubriquista
para instrucción
del clero
arequipeño
en donde lo puramente
religioso aparece mezclado
a lo
político
y se contrapone
en violento
claroscuro “los bravos defensores del Rey” a la “chusma insurgente”4 8.
45 Matraya.
Crítica
imparcial
‘6 Pedro
ViCWltO
Crhate
bs eclesidsticos
de denunciar
descubrimiento
y coptum
en loa los combates
con
de SUS caudillos
prófugos
Don
Benito
MarCa
bfoxó,
”
l
Eguigunn.
s Uds
Diccionario
Y Gamio.
El
cit.
y Dominguez.
a
sin
tis
los
gue
Lima
Carta
huidores
temor
de
insurgentes
incurrir
ni los
sVue de ophdice
1812.
cit..
Arzobispo
t. III. 9. 1196.
cit.
y
consultiva
sobre
la obligacidn
que tienen
exhortar
en el ctonfesbnario
y púlpito su
en imeguhridade.s
los que asistieren
armados
que promoviesen
y concurriesen
a la pri&n
a la Pastoral
de[ Il[mo.
,$erior
Arzobispo
23
l
I
I
Fuera para alejarse del riesgoso escenario altoperuano,
fuera para
estar más cerca del solio virreinal,
Matraya
se traslada
a Lima
instalándose
en la recolección
franciscana de Nuestra Señora de los
Angeles, sita en la Alameda de los Descalzos. Aquel espacioso convento, prestigiado
por el recuerdo de San Francisco Solano, embellecido con la presencia de valiosas obras de arte y rodeado de jardines
era una isla de paz y un buen refugio para quien deseara entregarse
al trabajo intelectual
en medio de un país sacudido por la guerra49.
Matraya, que había demostrado
ser hombre de acción, aprovechó el
sosiego claustral
para sacar adelante El Moralista Fikzlethico pero no
se dejó ganar por una vida exclusivamente
contemplativa:
recibió
visitas, participó
en polémicas
y mantuvo
sus conexiones
con las
autoridades
civiles y eclesiásticas.
Hugh S. Salvin, capellán de un buque de guerra inglés que recorrió
las costas peruanas entre 1824 y 1825 nos ha dejado una detallada
descripción
de la celda del P. Matraya:
piso enladrillado,
una cama
muy sencilla, una silla china, una petaca con ropa y una mesita con
buen numero
de libros entre los que recuerda el breviario,
una
gramática,
diccionarios
en varios idiomas,
una edición
inglesa del
Nuevo Testamento
en castellano.
El fraile le mostró dos barómetros
y un podómetro
para medir la legua, la cuadra, la vara y la pulgada,
fabricados
por él mismo
y le habló de un cronómetro
-que no
quiso enseñarcon el que pensaba obtener un premio en Londres.
Separada de la celda por un patiecito
surcado por una acequia se
levantaba un pequeño laboratorio
lleno de toda clase de aparatos de
física y química.
Haciendo
gala de buen humor, Matraya se encasquetó una peluca gris anunciando que se había convertido
en caballero.
El 2 de agosto de 1824 al visitar en el Palacio Arzobispal
al Deán
del Cabildo
Eclesiástico,
Salvin volvió a encontrar
al P. Matraya y
allí se improvisó
una amable discusión en torno a las diferencias
entre el catolicismo
y el protestantismo
en la que nuestro fraile
“desplegó gran elocuencia y destreza”. Otro día deja fluir sus recuerdos y evoca su llegada al Perú como comerciante
y sus experiencias
como misionero
entre los indios a quienes consideraba
muy fáciles
de convertir.
De acuerdo al retrato de Salvin la figura humana de
Matraya se nos aparece como la de un hombre
simpático
y vital,
sociable, batallador
y con sentido del humor,
tironeado
en la vida
por muy distintos
intereses, hábil artesano y erudito
hombre
de
ciencia? 0 .
El cambio de régimen no parece haber ocasionado graves molestias
al P. Matraya que conservó su espíritu combativo
y su buen humor
sin ser afectaoo
por su pasado realista, por otra parte no muy
diferente
del de otras figuras de la época. Ante una referencia a un
proyecto de concordato
presentado
a las Cortes de la Península que
49 Jorpe
P. 98, loo
Bornrlsr
Y 212.
Ballesteros.
Lima,
sO HuN
Satvin.
Joumal
written
on
HaY
1827,
NeWCwtb?,
1829;
traducido
COhc~~n
DOCummtJl
de Ir Inde~ndOnCla
un&
1972,
P. 14. 16. 17. 21. 89 Y 90.
la
ciudad
y
SUS
monumentos,
SeviIh.
booìd
of.
H.M.S.
Cambridge
fron
January
al castellano
con
el título
de ~hrio
del
del Perú.
t. XXVII,
Relaciones
de v¡&s.
1972.
1824
Perú,
~01.
to
en
40,
24
según el periódico
limeño Los Andes Libres demostraría
una impiedad española que contrastaba
con la religiosidad
acreditada
por los
americanos
a lo largo de varios años de revolucións 1, Matraya salió a
la palestra para combatir
al proyectado
concordato
y defender al
Papa y a los regulares. Al socaire de este ataque, que resultaba
facilitado
por la previa toma de posición
del periódico
patriota,
Matraya aprovecha para citar a dos de los autores más representatiel Filósofo
Rancio (Francisco
de
vos de la España femandista:
Alvarado)
y Rafael de Vélez, al que no menciona
por su nombre
pero de quien cita sus difundidqs
Preservativo
contra la irreligión
y
Apología
del Altar y del Tronos 2.
Un tiempo
después, una decisión del poder civil del 28 de setiembre de 1826 que introducía
algunas reformas en la vida conventual,
le da pie para que elogie irónicamente
al “prudentísimo
gobierno”
que con su decreto ha hecho más bien a los frailes que sus prelados
en un siglo y que ha tenido la moderación
de no echarles en cara
que son unos sacrílegos. Dirigiéndose
a los frailes del Perú, Matraya
les recuerda que quien reciba la cuota mensual que le proporcionen
los ecónomos
previstos por el decreto para gastarla libremente
será
un infractor
del voto de pobreza que quedará excomulgado
y aludiendo al art. 13 del decreto relativo a la secularización
afirma que
solo “desertarán
los díscolos, los inobservantes,
los que les pesa el
santo hábito y los que lo miran como la salvaguardia y capa de sus
vicios”5 3 .
Por esos mismos
años su curiosidad
universal
y su espíritu de
lucha se unen para llevarlo a tomar partido por el panquimagogo,
el
discutido
emético purgante de M. Le Roy, atacando a los facultativos contrarios
a .esa medicina y recibiendo,
a su vez, la acusación de
que parecía sentirse autorizado
a “matar impunemente”5
4.
En 1811 Matraya había puntualizado
que le resultaba muy fácil
volver a su tierra ya que era peregrino
en América
y que con
recoger su breviario tenía consigo a toda su familias 5. En 1827 llegó
ese momento
y el P. Matraya, después de despedirse de los americanos mediante
un escrito impreso en Lima regresó a Italia e informó
al Papa sobre el estado de las misiones de Américas 6 . Su alejamiento
no lo hizo olvidar
los muchos años vividos en el Nuevo Mundo:
siguió interesándose
por los problemas
americanos
y conservó su
relación con las autoridades
de Lima. Así sabemos que en agosto o
setiembre
de 1829 fue presentada en la Congregación
de negocios
51
52
Christiano
Los
Fr.
Andes
Juan
viejo,
Libres,
Joseph
No
3. Lima.
Matraya.
Descalzos
de
7 de
agosto
Lim,a.
31
de
de
de
Continuación
lo
de
agosto
1821.
rrspuusta
1821.
categórica
S3 J. ~atraya,
Exhortacidn
que el P. Predicador
General
Apostólico
los venerables
Podres
Y Hermanoa
regulares
de la Rrpúblico
Prruona.
aquellos
años
vivían
en Ia Recolección
de los Descalzos
ll
sacerdotes,
9 donados,
Cfr. Diario
de Lima
e Itinerario
politice.
no 6.6-1X-1828.
5’ Gabriel
RenC-Moreno,
Biblioteca
Peruano,
t. II. Santiago
de Chile.
s 5 Matrayr.
Critico
imparcial
cit.
56 Lino
G6maz
erpoñol.
t. II, p. 212.
Canedo,
LOS
orchiuos
de
la
historio
de
Américu.
al
lego
cotdlico
>’
Fr.
. d;rtge
<I todos
Lima,
24-X-1826.
Por
4 coristas,
3 legos
y
1896.
p. 176
Período
y s.
colonial
25
eclesiásticos extraordinarios
una relación de Matraya sobre las cosas
del Perús 7 y que en 1828 y 1831 sirvió de intermediario
al Cabildo
Eclesiástico
de Lima _para que éste pudiera reanudar la vinculación
con la Santa Sedese. En 1834 tuvo una nueva oportunidad
para
confini del mondo”
donde había transcurrirecordar aquellos “ultimi
do buena parte de su vida e interesarse por la suerte de los neófitos
americanos.
Desde su retiro de Lucca se dirige entonces a Gregorio
XVI y, aludiendo
a la dispersión de las ovejas causada por la pasada
revolución,
recomienda
al Papa los esfuerzos de fray Andrés Herrera
que había acudido
a Roma en procura de conversores para las
misiones de Bolivia y Perú5 9 .
De todos sus trabajos literarios El Moralista
Filulethico
Americano
fue, sin duda, el de mayor aliento y el que valió a Matraya
un
renombre
mas duradero.
Verdadero cajón de sastre, o, si se prefiere,
fiel exponente
de una parte de la variedad de intereses que agitaban
al polifacético
P. Matraya,
sus heterogéneos
materiales
están apenas
ligados por una supuesta necesidad de capacitar a los sacerdotes que
no hubiesen estudiado escolásticamente
para que pudiesen cumplir con
las obligaciones
de su estado.
De los sucesivos campos transitados por Matraya parece que el del
derecho dejó en su persona mayores adherencias que las que nos
quiere hacer creer cuando alude a su desapego por los estudios
cursados en Italia. Esos cinco años dedicados al derecho cesáreo y al
canónico no transcurrieron
en vano y aunque sea cierto que Matraya
no pensara jamás en ejercer la profesión de abogado no lo es menos
que conservó siempre su curiosidad
por el derecho, que siguió frecuentando
obras de juristas como las que hemos mencionado
mas
arriba, que no perdió el hábito de sopesar el pro y el contra de cada
cuestión
ni el gusto por la controversia.
En su Crítica imparcial
segundo de las impresas” o
menciona
cédulas insertas en el “tomo
sea en el cedulario
de Diego de Encinas -que muy probablemente
no conoce directamente
sino a través de una cita de Solórzanoalude al libro sexto de la Recopilación
de Indias y a alguna de sus
leyes en particular,
hace un calculo del número de leyes recopiladas
que hablan en favor de los indios y expresa una valoración
general
sobre la Recopilación
y su originalidad.
Este código -dicees único
y se distingue de todos los demás de su especie “en la unión de los
dos derechos civil y canónico en un solo cuerpo y esto tan amigablemente vinculados
que sin violencia
se guardan
a cada uno sus
respectivos fueros resultando
de ello una admirable
armonía
que lo
constituye
la obra más consumada que el mundo tiene en su clase”.
El tiempo
-agregaha originado
algunas indispensables
variaciones
originando
“un crecido número de Reales Cédulas que siendo verda-
”
1969,
Pdro
Leturh.
Relaciones
s8 RubCn
Vargas
s9 P. Odoricur
Propaganda?
Fidei
Conrado
Santo
entre
lo Santo
Sede
e Hbnonooméricq
t. 11, Roma-Caracas.
P, 364.
Juániz;
Roso
de
Ugarte.
Srlr.
soec.
JOSC
Ocopa,
De
Xix.
Amich
Lima.
Historia
ruina
de Ja Iglesia
oc restauratione
Limae.
1972.
y continuadores,
1975,
p. 260.
en
el Perú,
t. V. Burgos,
in Peruuia
CoJJegiorum
Conocemos
Historia
esta
de
las
obra
misiones
por
1962,
p. 112.
Franciscalium
gentileza
del
del
Convento
P.
de
26
deras leyes es preciso tenerlas presentes. . . a lo menos hasta que se
publique
el nuevo (código) en que ha estado entendiendo
la Monarquía desde el año de 1778”60.
Más tarde, en EI Modista
Filalethico
explica que siendo función
del moralista
el establecer los casos en que peca el cristiano, para
poder decidir que éste ha pecado debe individualizar
la ley divina o
humana que ha quebrantado.
En América las “leyes emanadas de los
Señores Reyes de España bien sean contenidas en la Recopilación
y
Ordenanzas o bien lo sean en Cédulas y Ordenanzas Reales obligan
estrechamente
a los americanos
españoles a su cumplimiento
por
decreto de Dios por cuya delegación
las dictaron”.
Por consiguiente,
el confesor no puede ignorar esas normas ya que deberá juzgar a
cada uno según los deberes que Dios le ha impuesto
a través de la
ley; por ejemplo,
para juzgar a un empleado
de Real Hacienda
deberá tener en cuenta no solamente las obligaciones
que le impone
la ley de Dios sino las que emanan de las leyes comunes y de las
leyes particulares
del ramo que administra.
Fundada de esa manera la
necesidad de que el moralista
conozca el Derecho Real, Matraya
anuncia en las paginas iniciales de su libro que publicará luego un
extracto
de las Reales Cédulas posteriores
a la Recopilación
y su
concordancia
con la ley respectiva6 1 .
En el lugar oportuno
cumple a medias esa promesa de las concordancias pero, en cambio, llena satisfactoriamente
la tarea que se ha
impuesto
de sintetizar
las disposiciones
posteriores a 1680 que han
llegado a su conocimiento
publicando
2.744 extractos. ¿Cuáles son
las fuentes a las que recurre? El mismo Matraya contesta indicando
que ha utilizado
la glosa de Salas para lo referente a Chile y los
cedularios
de la Secretaría del Virreinato
del Perú, del Arzobispado
de Lima y de la Presidencia
de Charcas y que en cada caso deja
constancia de la procedencia de sus extractos agregándoles respectivamente las letras S, V, A o C lo que facilitará a quien lo desee la
compulsa
de los documentos
originales.
Podría
agregarse que al
menos en su caso -R.C.
del 23-N-1695ha recurrido también
al
cedulario del Cabildo de Lima6 * .
Se ha dicho alguna vez que la glosa de Salas -no la de los “dos
Salas” como cita Matraya,
sino la de José F&ecto
de Salas continuada por su yerno Martínez de Rozas- fue la “base del catalogo
de Matraya”,
pero Aniceto Almeyda
ha rebatido con razón el aserto
alegando que apenas 13 resúmenes aparecen señalados con la inicial
S, indicativa
de que tienen esa procedencia6 3. Ademas, dichos redmenes se encuentran sólo en las primeras décadas del lapso abarcado,
60 MltraYa,
de UoSto
de
concordia
del
”
MatraYa,
*’
hfá~
*he
Como
1945.
”
Crítico
1812
derecho
El
amiba
Anketo
nacional
Moralista
noS
el Cedulario
fuente
de
p. 83 y ,.
imParCid
Matrayainsiste
con
cit..
htt.nms
Lo
orrece
indiana,
glosa
En la ya
en parecidas
el pontificio”.
p. 9.
referido
de Chas
la kbskcidn
Almeyda.
Cit.
cit.
11
a 13.
a los
ideas
22
carta
a Pedro
fustigando
a
Vicente
Cd&
los
“ignmmtes
del
25
de k
a 23.
cedularios
noticias
&UMS
en Reuista
p. 16.
citada
de
limeños
Rafael
Historia
en
los
Altamita
de Am&&,
pue
abrevó
ep
~~~~~~
L~P cedu&dr
~0 19, ~~~~~~
27
lo que parece indicar que Matraya echó mano de un ejemplar muy
incompleto
de la obra de Salas o que pronto se cansó de recurrir a
ella. La gran mayoría de los sumarios provienen
del cedulario
ae la
Secretaría del Virreinato
a punto tal que el elenco de Matraya nos
permite
reconstruir
bastante aproximadamente
la fisonomía
que tuvo
aquella importante
colección
desde 1680 a 1817. Tras cuatro volúmenes sin mención
de gobernante
vienen los volúmenes
correspondientes a la época de los Virreyes Conde de la Monclova a Marqués
de Villagarcía;
luego varía -dice Matrayael orden en que se han
registrado las RR.CC. y se abre una serie de volúmenes con numeración sucesiva de 1 a 49 hasta el año de 1776 en el que “la
encuadernación
de la Secretaría
vuelve a seguir el orden de los
gobiernos”
desde el Virrey
Manuel
de Guirior
hasta el de José
Fernando de Abascal en abril de 1808. Matraya menciona
aquí una
R.C. del 10 de abril por la que Fernando VII confirma
los privilegios concedidos
a la ciudad de Lima e inserta una nota aclarando
que “hasta aquí las legítimas
disposiciones
de este nuevo .soberano
que habiendo
sido robado
el cinco de mayo siguiente,
no fue
restituido
al gobierno de sus amantes pueblos hasta el 24 de marzo
de 1814”.
La serie interrumpida
continúa
con la R.O. del 4 de
mayo de 1814 y prosigue hasta el 30 de diciembre
de 1817. En la
Secretaría
Matraya
ha conseguido
revisar y aprovechar
121 tomos
encuadernados
y varios paquetes de Cédulas y Ordenes aún no
empastados
correspondientes
a los últimos gobiernos de Abascal y de
Pezuela.
Al fin del elenco reaparece la figura del compilador
para anunciar
que si antes de concluirse
la impresión
del tomo -en otro pasaje
alude a los indecibles
afanes que le ha costado la ediciónllegasen
nuevas Cédulas $ Ordenes se publicarán
en un apéndice pero el tomo
concluye y en un último “Aviso al lector” Matraya comunica que no
será posible agregar nuevas disposiciones
“por no haber aún llegado
la correspondenc,ia
de oficio del año antecedente”.
Anunciada
la próxima
edición del libro se anotaron 114 suscriptores en Lima,
Paseo, Huamanga.
Cuzco, Puno, Potosí,
La Plata,
Cochabamba,
Arequipa,
Trujillo,
Piara, Ckenca y Guayaquil
entre los
que se contaban
funcionarios,
jueces, abogados, frailes y hasta una
señora huamanguina
pero ese número apenas alcanzó para sufragar la
décima parte de los 8.000 pesos que costó la edición y la época de
guerra que se vivía no era propicia para aumentar
las ventas; sepún
su autor el tiraje de la obra fue superior a los 600 eJemplares64.
Matraya
abrió una nueva suscripción
para editar el t. II pero esta
vez, más cautamerke,
no se comprometió
a llevar adelante el proyecto hasta que el número de abonados fuese suficiente
para cubrir el
gasto. Como ese tope nunca fue alcanzado El,Moralista
no pudo ser
continuado,
y el cedulario quedó interrumpido
en 1817.
Ya que no logró un gran éxito de ventas cabe preguntarnos
cómo
fue recibido por la minoría
ilustrada del Virreinato.
Un teólogo de la
época se hace eco de los que criticaban el título de la obra diciendo
Americano
trae consigo tal novedad que es
que “esto de Moralista
64 Matrwa,
Continuacih
da
la
respuesh
cit.
28
de recelar venga por ahí un Evangelio
Americano
y paremos en
religión americana siendo una universal o católica la religión verdadees en el
ra “6 5. En lo que no parece haber habido discrepancias
elogio a la publicación
de disposiciones
posteriores
a 1680. Cinco
lustros antes Ambrosio
Cerdán de Landa, con una conciencia regionalista justificada
por la existencia
de disposiciones
que sólo eran
enviadas a alguno de los distritos indianos, había lamentado
la falta
de una colección peruana que fuera el equivalente
de las de Nueva
España66 y ahora, el P. Matraya, venía a llenar cumplidamente
ese
vacío.
El futuro Obispo del Cuzco, Fr. José Calixto de Orihuela, criollo
pero en ese momento
muy realista, aplaude “el abundante tesoro de
las Reales Cédulas” publicadas
en El Moralista
por brindar un nuevo
argumento
en favor de la causa españolista ya que su simple lectura
probaría
a todos que dicha legislación
era “incontestablemente
la
más sabia, justa, equitativa,
dulce, paternal y a todas luces Santa y
Religiosa,
muy inaccesible
a los negros tiros de los que sin haberla
visto jamas, han osado denominarla
cruel, tiránica
y despótica”67.
Un hombre
de ciencia como Hipólito
Unanue, en cambio, alaba al
compilador
por su erudición
y laboriosidad
al desenterrar una multitud de monumentos
jurídicos
inéditos que acreditan el penoso afán
con que promueve la utilidad
pública”6 8. Los abogados, seguramente, apreciaron
sobre todo la ayuda que prestaba al dar a conocer un
panorama
resumido
pero muy útil de la legislación
vigente y las
pistas necesarias para hallar rápidamente
los documentos
originales.
El propio Matraya no fue una excepción
en el coro de elogios, y
con inocultable
satisfacción se jacta de “poner mano en una materia
de que se han desentendido
todos los escritores aun regnícolas”
que
lo habían precedido6 9.
A medida que, por variar el derecho vigente, fue declinando
el
valor practico de El Moralista
para el ejercicio profesional,
empezó a
despertarse
el interés de los historiadores
que supieron apreciar la
riqueza de información
sobre el régimen español en América contenida en las paginas de Matraya y leyes que habían dejado de tener
vigencia pasaron a ser fuentes históricas aprovechables
para la reconstrucción
del pasado. Al describir la obra bibliógrafos
de la talla de
Gabriel
René-Moreno7 0, José Toribio
Medma7 1 o Rubén
Vargas
Ugarte72, dejan resbalar su atención por las listas de los errores y de
los autores de los errores condenados por la lglesra Católica desde su
fundación
hasta 1794, por los catálogos de concilios ecuménicos
y
”
~Ordista
cit.,
Peruano,
l*IV-1794.
BI Mmdista
cit.,
MltraYh
81
6 ó Mercurio
6’) ht8tray8.
6 8 Idem.
p. VIII.
‘)
9. 257.
Idem,
‘0 Gabriel
Santi8go
71
1907,
dc
Jo&
Toribio
p. WI.
’
Biblioteca
RadAtormo.
Chile,
p. 6.
Boliufana
Católogo
de la seccibn
de libro;
y folleto*,
Santiago
de Ch&,
1679.
Medina,
La
imprenta
en Lima
(1584-1824).
t. IV,
p. 252.
’ 2 RubCn
Vargao
Estudio;
PeruanUtas,
Impresor
Peruanos
(ldO9-1925),
4& ed.. Lima, 1959.
p. 664.
UParte,
Lima,
1953;
Idem,
Manual
de
29
de conciliábulos
o por las reglas del derecho publicados
por Matraya
en EI Moralista FihZethico Americano y destacan el gran interés que
presenta su elenco de disposiciones
posteriores a la Recopilación
de
1680.
Naturalmente,
que este extenso catálogo ofrecía un interés muy
particular
para los historiadores
del derecho indiano.
En un viejo
programa
de Historia
del Derecho Peruano de la Facultad de Jurisprudencia
de la Universidad
Mayor de San Marcos suscripto por E.
Romero
el 18 de marzo de 1897, figura ya como tópico especial la
“colección
de Reales Cédulas del Padre Matraya”73.
Ricardo Levene,
iniciador
de los modernos estudios de derecho indiano, se refiere a la
obra de Matraya desde un temprano
trabajo de 1918 y la utiliza
luego en sus estuiios
posteriores74.
Especialmente
su mención en la
Introducción a la Historia del Derecho Indiano, que durante mucho
tiempo
fue la obligada
puerta de entrada a los estudios histórico
jurídicos
sobre América,
difundió
el nombre de Matraya haciendo
que fuera familiar
a cuantos trataban
de conocer el ordenamiento
indiano del siglo XVIII.
Una obra más reciente, que procura facilitar la labor de los que se
inician en el cultivo de la disciplina
se ocupa también de las características del catálogo de Matraya’ 5.
De las 662 páginas del tomo primero
y único publicado
de El
Moralista Fiialethico Americano la actual edición sólo reproduce las
340 paginas del catalogo cronológico
e índice temático
de disposiciones posteriores a la Recopilación
de 1680. Para facilitar su manejo
hemos reducido el tamaño de la primera edición cuya caja mide 26
por 15 cm. Quien la utilice habrá de tener presente sus limitaciones,
a saber: 1. se trata de extractos que como tales sólo nos pueden
ofrecer una versión resumida
de los textos originales;
2. salvo trece
disposiciones
procedentes
de Chile sólo recoge las que fueron dirigidas al Bajo y Alto Perú; 3. como lo dijo el propio compilador
y fue
oportunamente
recordado
por Luis F. Muro
Arias76, Matraya
da
preferencia
a las disposiciones
de carácter general omitiendo
la mayoría de aquellas que sólo versan sobre una situación particular.
Cpn
todo no dudamos que historiadores
del derecho indiano y americanistas en general sacarán buen partido
de esta fiel reedición
de un
texto de difícil acceso.
7X UnivarSidad
San
Marcos,
Pmgmma
de Historia
del Derecho
Per-no
pp~
d
P. 7; en el programa
del catedrático
Manuel
Eklaúude
Gtisai
leemos:
“El
CaWogo
de MA-aya.
Importancia
de esta Rscopiladón
jurídica.
Su autor:
Padre
Juan
de Matraya
y Ricci.
Contenido.
lar
a la Recopilación
de Leyes
hasta
1819”
(~.srecho,
t. 1~. ~imr,
Mayor
de
año
1897.
Lima.
1897,
correspondiente
a 1945
pa
conocer
la realidad
Reales
Cédulas
posteriores
1945.
p. 332).
74 Ricardo
~evcne,
Notas
paro
el estudio
del
Derecho
Indiano,
p. 110.
‘5 Alfonso
García
Gallo.
Metodología
de h historia
del
Derecho
Alamiro
de Avila
Martel.
Santiago
de Chile.
1970.
p. 52.
‘6 Archivo
Hist6rico
del
Ministt~io
de Hacienda,
Reales
Cédulas,
tos, Autos
y Bandos
que se guardan
en el Archivo
Htstórico,
Prólogo
Introducción
de
Luis
F.
Muro
Arias.
Lima.
1947.
p. vm.
Buenos
Indiano.
Airea,
Prólogo
1918.
de
Reales
Ordenes,
Decrede Federico
Schwab
e
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