MAO ZEDONG HACEDOR DEL COMUNISMO CHINO

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MAO ZEDONG - HACEDOR DEL COMUNISMO CHINO
Dr. Raul Cuello
25 SEP 06
Se cumplen 57 años del establecimiento de la República Popular China. Hacer un relato del
camino emprendido por los hacedores del país que asombra al mundo por los logros alcanzados en
los últimos casi treinta años, requeriría de un gran esfuerzo literario y no podría caber en los límites
estrechos de un artículo.
El propósito del presente es incursionar sobre un aspecto muy particular de la experiencia
china y es el que se refiere a la adaptación de la ideología comunista a una realidad no considerada
en el pensamiento marxista leninista, obra exclusiva de Mao Zedong, que puede considerarse la
base fundacional de la República establecida en septiembre de 1949 y que neutraliza la influencia
soviética evidenciada a partir del acta constitutiva del Partido Comunista Chino dada en Shanghai
en julio de 1921, entonces presidida por un representante del Kommitern de los Soviets.
Puede afirmarse que las causas que justifican el derrocamiento del sistema de las dinastías
imperiales y su reemplazo en 1911 por una República Nacionalista, débil desde su principio hasta
concluir con la llegada de la República Popular en 1949, tienen sus raíces en la historia, en el
sistema de producción del campesinado asentado en un estricto régimen familiar, en las ambiciones
desmedida de los gobernantes y en la alianza de invasores foráneos con las clases acomodadas de
los puertos, todo lo cual servía para controlar el comercio y las finanzas en función de los intereses
colonialistas.
Producir el cambio de las estructuras políticas, sociales y económicas por parte del movimiento
comunista, requería de un andamiaje integrado por militantes capaces, dotados de dedicación y
disciplina, habida cuenta de la vastedad del territorio chino. También de un sistema logístico que
permitiera la autarquía de las bases y la comunicación entre ellas y de ellas con el centro ubicado en
la ciudad de Yan’an. Durante la Segunda Guerra Mundial, Yan’an llamaba la atención de los
observadores extranjeros por el clima de entusiasmo revolucionario que allí reinaba y que
contrastaba con el existente en Chongqin, capital del gobierno nacionalista de Chang Kaichek.
Era evidente la lucidez de Mao para combinar su estrategia de corto plazo con la del largo, para
lograr el objetivo final, que no era otro que lograr el gobierno de China. Respecto de la primera
adoptó un sistema democrático que congregara a todo ciudadano chino identificado con su
liderazgo y en cuanto a la segunda, la prioridad era el desarrollo del Partido Comunista integrando a
sus filas a los intelectuales. Ya entonces el Partido Comunista Chino era expresión de la ideología
comunista en China. Mao lo había independizado del leninismo de la Unión Soviética.
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Tal fue el resultado de la integración de los militantes a la estructura del Partido el que había
dependido del acuerdo de estos a los principios teóricos que de el emanaban. Mucho contribuyó a
ese fin un libro titulado “El Pensamiento de Mao Zedong” que daba sustento a lo que podría
denominarse la significación del marxismo leninismo y la aplicación de sus principios a las
condiciones propias de China. Una tarea de tal magnitud intelectual que impone el siguiente
interrogante: ¿cómo logró Mao tal adaptación?
La primera y gran dificultad a vencer fue la de encontrar los ideogramas chinos que reflejaran los
términos y conceptos de la ideología marxista-leninista. Sencillamente no existían, pero había que
crearlos en la escritura china. Mao advirtió que en el caso particular del proletariado, tal figura
identificaba en el pensamiento occidental a los trabajadores industriales y a sus miserables
condiciones de vida en las ciudades en tiempos de la Revolución Industrial, hasta 1848 cuando
aparece el Manifiesto Comunista. En China no había tal proletariado, razón por la cual la traducción
la hizo con referencia a “la clase carente de propiedades, es decir a los pobres del campo y de las
ciudades”, aunque Mao pensaba básicamente en los primeros. Así el “proletariado” fue sinónimo
de “campesinado pobre”, diferencia que posibilitó la expansión del marxismo entre los
intelectuales, los estudiantes y la gente común.
El término “feudal”, otro icono del marxismo, Mao lo identificaba con la fragmentación de la
soberanía imperial y aludía a la descentralización administrativa que no tenía relación con los
campesinos en su vinculación con la tierra ni con los propietarios de la misma. No obstante esto, si
se lo quería identificar con la “explotación” como era la pretención de Marx, era forzoso aceptar
que el feudalismo había existido en China durante los dos siglos anteriores. Así los períodos que
Marx definió para la historia europea, no se podían aplicar a China.
Debe considerarse que aunque tal dificultad no hubiera existido, la estructura social china difería
ostensiblemente de la considerada por el marxismo debido a que era fundamentalmente rural.
Siendo esto así, como lo era, debían ser los campesinos los motores de la revolución con una carga
adicional y esta era su profundo sentimiento nacionalista, apoyado en un acervo cultural e histórico
que permitía descontar el rechazo a cualquier ideología que no fuera china.
Era otro obstáculo mayor a vencer, por lo que su interpretación fue que el dominio de los
terratenientes estaba apoyado por los explotadores imperialistas extranjeros y por la clase mercantil
que identificaba con la burguesía capitalista. De tal modo, encontró los condicionamientos para
incorporar la acción revolucionaria marxista sobre las bases del adoctrinamiento y la propaganda.
Dada la concepción comunista ortodoxa en cuanto a que no era posible pasar del feudalismo al
comunismo, se requería una revolución democrática burguesa que hiciera de puente para el
advenimiento de la revolución que decantara en el socialismo, de manera que esta idea fue su punto
de partida.
Los marxistas chinos entendieron que los movimientos sociales de 1919 habían sido los que
abrieron el curso a la revolución democrática burguesa llevada a cabo por Chiang Kaichek, lo cual
había constituido de hecho, un avance del capitalismo nacional. Esto demostraba las diferencias del
comunismo chino con los principios leninistas, ya que China registraba 2000 años de feudalismo y
solo cuarenta de capitalismo, de manera que el camino a transitar para la construcción del
comunismo no se relacionaba de ninguna manera históricamente, con el que había epilogado en
Rusia con la revolución de 1917.
Tal la base ideológica del pensamiento comunista chino, que fuera elaborada por Mao Zedong entre
los años 1942 y 1944. Ya en la presidencia de la República Popular China, Mao desarrollo la acción
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política, conforme la misma, apoyado por quienes además de sus seguidores, algunos resultarían
los que se harían cargo de la conducción de los destinos de China luego de la muerte del líder en
1976. De todos ellos, mención especial merece Deng Xiaoping, que a partir de 1978 lleva adelante
una acción transformadora que, sin solución de continuidad, llega hasta nuestros días, por la
impronta de quienes lo sucedieron como cabeza del gobierno, es decir, Jian Ze Ming y en la
actualidad Hu Jintao.
Mao Zedong en su acción como gobernante se condujo como un verdadero emperador, no obstante
sus discursos en pro de la participación de las masas campesinas y como tal tuvo grandes errores
pudiendo señalarse a la cabeza de los mismos la etapa denominada “El Gran Salto Adelante” y a la
enmarcada por la “Revolución Cultural”. Con Mao se clausuran los tiempos en que la acción del
Estado y el Gobierno de China confluían en una figura prominente.
Desde 1978, todo cambia, pero la ideología por él desarrollada se mantiene en el plano de la
política. Si China podrá mantener un sistema político comunista junto al sistema capitalista en el
orden económico, como se observa en la actualidad, es algo al que solo el tiempo dará la respuesta.
Hoy por hoy, la experiencia de China es inédita y está en la etapa de síntesis de la antinomia
planteada por Schumpeter entre “Capitalismo o Socialismo”.
Ante esta realidad, cualquiera sea el juicio que merezca la figura de Mao Zedong, en su activo
deberá contabilizarse el de haber sido un verdadero ingeniero político al adaptar el sistema
comunista europeo a una realidad totalmente distinta, a punto tal de haber roto sus vínculos con
quien lo había apoyado para concretar la República Popular China, es decir con la Unión Soviética.
Como todo hombre público que llevó adelante una de las más grandes experiencias políticas de la
humanidad, su figura es discutida. Pero no cabe duda alguna que de no haber existido, nadie puede
asegurar que la República Popular China pudiera haber llegado a ser lo que es en la actualidad. Un
país encaminado a ser dentro de tres décadas la primera potencia mundial.
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